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#39 01–02_2020
Cactus
Un nuevo mundo WATCHMEN
Los salen por la tele devigilantes influencers virtuales 01 La Keanussance + BoJack Horseman + Helen Oyeyemi + Death Stranding + Mosaic + Beck + DUT
No, el ilustrador de la portada no es Dave Gibbons, sino Anabel Colazo, aunque su dibujo no tiene nada que envidiar al autor de Watchmen, cuya adaptación a televisión ha sido una de las grandes sorpresas del año recién terminado. La temporada también empieza fuerte con el final de BoJack Horseman, la rompedora serie de animación sobre un caballo depresivo y adicto a todo tipo de sustancias. Hablando de retornos, el nuevo disco de Beck nos ha volado la cabeza, gracias a su colaboración con Pharrell Williams y su fusión con ritmos urbanos. También miramos a la música del pasado gracias un libro sobre Dut, el mítico grupo vasco de los 90 que marcó a una generación de rockeros alternativos. Tenemos nuevo Gobierno, pero el tema financiero sigue regular. Por eso hemos leído Capital y trabajo, un ensayo que recoge cincuenta películas sobre economía para ver su evolución hasta la actualidad. Keanu Reeves no trabaja en ninguna de ellas, pero creemos que se merece un homenaje por ser un actor entrañable, buena persona y meme andante. Próximamente le veremos en un videojuego pero en este número hablamos de dos en los que NO sale. Death Stranding es la última locura de Hideo Kojima y en ella aparece medio Hollywood. Mosaic es todo lo opuesto: un humilde título indie que describe una oscura distopía que podría ser su precuela poco antes de que el mundo se vaya a la mierda. En la potente narrativa de la escritora Helen Oyeyemi confluyen metaficción, folclore, cuentos de hadas y paradojas del multiculturalismo para dar lugar a un mundo personal y único. La británica Olivia Sudjic también parte de hechos reales para narrar su relación con uno de los grandes males de nuestro tiempo en Expuesta, un ensayo sobre la epidemia de ansiedad. Klari Moreno deja atrás sus entrevistas ilustradas para adentrarse en el fascinante mundo de los museos de Arte Contemporáneo desde su perspectiva como artista, mediadora y espectadora. Y ya que inauguramos nuevo año, también estrenamos una sección: Bocadillos de Cactus, un repaso a las últimas novedades de cómic infantil y juvenil como hacemos en la sección homónima del programa La hora del bocadillo, de Radio 3.
Cactus #39 Enero/febrero 2020
Diseño Querida Duska,
Contacto info@revistacactus.com
Un proyecto de Sandro Gomato, Koldo Gutiérrez, Elizabeth Casillas
Imprime Another Press
Publicidad publicidad@revistacactus.com
Han colaborado en este número José Blázquez, Roberta Vázquez, Janire Goikoetxea, Ana Llurba Alba Cid, Yahvé M. de la Cavada, Mikel Gil, Eva Cid, Anabel Colazo, Klari Moreno.
Depósito legal BI-669-2013
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@revistacactus Cactus no se hace necesariamente responsable de las opiniones de sus colaboradores, aunque les arropará con una mantita si algún día la necesitan. Ningún contenido de esta publicación puede ser reproducida por ningún medio sin el permiso previo del editor. © de textos e imágenes: sus autores
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JOSÉ BLÁZQUEZ
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Dystopian Hámster Runner a través de sus largas avenidas y de sus extensos parques. ¡Lo que hay que leer! ¡Como para no ofenderse! Yo hoy me he levantado temprano antes de ir al trabajo y me he vestido con todas las prendas y complementos deportivos necesarios para correr. Sí, soy runner. He activado todas las aplicaciones de mi móvil para medirme el pulso en tiempo real, los pasos que voy a realizar, los kilómetros que voy a recorrer, las calorías que voy a quemar, el trayecto que voy a seguir, el tiempo que voy a tardar… ¿Cómo voy a ser una mascota?, me pregunto. ¿Cómo no voy a ser capaz de ver la rueda de ejercicio que hay dentro de una jaula que, según el autor, tampoco soy capaz de percibir? No, en esta historia yo no puedo ser la mascota. ¡Soy el dueño! Corro porque soy libre. ¡Apúntate eso! Me niego a entrar en ese juego distópico que plantea la columna de verme como una mascota cuyo dueño es el sistema capitalista. ¡Mi vida no es ni El show de Truman ni Black Mirror! Eso es ficción y mi vida no lo es. ¡Sería de locos pensar que tenemos un dueño, un ser superior, un dios caprichoso, por encima de nosotros! ¡Y ya no te cuento pensar que ese hipotético dueño nos hubiera programado para que explotáramos, primero, al medio ambiente, y después a los animales, y después a otros hombres y mujeres, y finalmente, que nos hubiera puesto en un escenario en el que, estando ya todo arruinado, arrasado y yermo, el único territorio a explotar fuera el “uno mismo”! ¿La explotación del individuo sobre sí mismo? ¡Qué tontería! Para que te enteres, yo corro porque mi cuerpo es una máquina y porque me gusta sacarle el máximo beneficio, su total rendimiento. No compito contra nadie; compito contra mí mismo. ¿Acaso eso es lo mismo que ser un humano explotándose a sí mismo? ¡Venga ya! ¿Acaso medirse y controlarse es sinónimo de explotarse? ¡Por favor! ¿Acaso regalarle mis datos a los traficantes de datos para que después se los vendan a las grandes corporaciones se puede equiparar a que soy una mascota encerrada en una jaula, inconsciente y ciega, dando vueltas en una rueda de ejercicio que si siquiera soy capaz de percibir? ¿¡Y qué más!? ¿¡Y, aún así, todavía va el autor y titula la columna Dystopian Hámster Runner!? ¡Que le jodan al muy cabrón!
SOY UN LECTOR INDIGNADO, en tiempo real, leyendo esta columna de opinión. En el texto leo que una mascota no sabe que es una mascota y que una mascota que vive dentro de una jaula no sabe que vive dentro de una jaula y que una mascota que corre en la rueda de ejercicio que hay en su jaula no sabe qué es una rueda de ejercicio. Eso leo, que una mascota no sabe nada. Y más cosas, dice que todo lo que ignora una mascota es todo lo que sí sabe su dueño. Que su dueño es quien dispone del poder del verbo, para nombrarla y para adjetivarla, en definitiva, para introducirla en una narración que pueda describir todo aquello de lo que una mascota carece, es decir, el relato de una mascota que vive dentro de una jaula y que de vez en cuando entra en la rueda de ejercicio para darlo todo. El dueño –imaginemos a un Christof, sugiere la columna– sabe que su mascota –imaginemos a un Truman– será feliz mientras no sepa lo que aquel sabe. De esta manera, el dueño pone todo su empeño en que su mascota no salga de esta ilusión creada. Para lograrlo con éxito le bastará con manejar, principalmente, dos variables: la primera, el diseño de una jaula en cuyo diseño la mascota no sea consciente de los barrotes de la celda, y la segunda, la dotación precisa de los mecanismos que impregnen a su mascota de una incesante sensación de libertad. La suma integrada de las dos variables da como resultado que la mascota tenga la autopercepción existencial de ser un sujeto libre que está eligiendo, libremente, cada uno de los actos de su vida. El cabreo comienza en este punto, donde se escribe que hasta aquí, quien más, quien menos, puede estar de acuerdo con lo escrito, y que sobre todo lo estarán aquellos que hayan tomado el atajo de asignarse a sí mismos el papel de dueño en esta historia. Y lo siguiente es leer que las cosas cambian si en los roles marcados se pide hacer el ejercicio de imaginarnos en el papel de la mascota. ¿Estamos locos o qué? Pues eso parece. Porque si seguimos por ese camino, sostiene la columna, y aplicamos el ejemplo a un runner, este no vería una jaula sino que estaría domesticado para ver una ciudad, un campo abierto; tampoco vería la rueda de ejercicio y sí un espacio urbano susceptible de ser corrido libremente
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ALBA CID
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Los espacios en blanco del mundo
dejar su huevo camuflado. “Cumplida su misión, cada cuco se va por su lado”, anota la autora en la plana anterior: es entonces cuando pasamos página y vemos, repetida, la misma perspectiva del bosque, con el nido en cuestión entre dos ramas, pero ya no hay vuelo ni pájaros en el lado derecho. Se han ido sigilosamente, y los dueños reales del nido aún no han vuelto. Y de un plumazo, en ese espacio en blanco parecen colarse los tiempos y los crujidos del bosque, la calma, la palpitación de ese huevo extraño, casi una gema, una trampa. Al fin, nos detenemos. 5. Pobre chico, por su parte, es una ensoñación, un trabajo entre ficción y realidad, con la memoria (y todo aquello que nos mueve o nos despierta) como ingrediente extra. Pobre chico hace pie en dos objetos tangibles, una fotografía —quizá— familiar y una figura de bronce rescatada de una feria de antigüedades. De repente, todo es un poco aquella flor del poema de Coleridge, algo que se ha alcanzado en sueños y aún así, aparece en nuestra mano cuando despertamos. Hay otros silencios en Pobre chico, muchos esbozos, hierbas altas. 6. Me atrevería a afirmar que parte de estas estrategias comparten algo con Neighborhoods, el álbum que más me ha acompañado últimamente. Un vagabundeo por las memorias de infancia de Ernest Hood, grabado en 1975. Sintetizadores, infinitos ruidos y voces, cancioncillas, tormentas. Una vez más, alguien ha abierto una ventana y el mundo va filtrándose, con sus nubes y sus tiempos. Algo similar a lo que John Ashbery había dicho sobre la poesía, un encontrarse en una habitación de hotel y adivinar, más que oír, a dos personas en la habitación contigua, discutiendo; recibir únicamente fragmentos de las frases, pensar que quizá sea una estampa de desamor, o quizá no. Motores, un teléfono. De nuevo, los espacios en blanco. Fluimos y nos detenemos. 7. Atravesar diciembre con los dibujos de Nuria Figueiredo y el barrio de Ernest Hood, que es también el nuestro. Como la percepción, el misterio.
1. CUANDO RELEO, VUELVO A ALGUNOS de mis libros favoritos como si fuesen mapas o diccionarios. No importa mucho el género ni la temática. Es como si, precisamente por conocerlos, me tomase la libertad de abrirlos sin miramientos, de realizar búsquedas, de hacer que los epígrafes del inicio y los del final, las citas y las ideas se inclinasen unas hacia otras, cuchicheando, como mandarines confiándose secretos al oído (un gesto que Jean Cocteau llegó a criticar a los poetas). 2. En otras ocasiones, me sorprendo rastreando los espacios en blanco, los silencios. Un registro de la respiración, como en los poemas, a veces un salto, siempre un lugar donde las figuras o los significados se dilatan, mutan quizás, se pliegan. Al fin y al cabo, si leer es entrar en el libro, en sus infinitas posibilidades, leer también implicará apreciar los silencios, los vacíos. 3. Sucede que, en los entreactos de diciembre, todo viajes y chocolates y reencuentros, tuve conmigo dos fanzines editados por la ilustradora Nuria Figueiredo. Se me antojaban objetos humildes y callados, de una belleza nada estridente, poderosos en su sencillez y en su misterio. Algo que palpitaba en la mochila, en espera, en esa espera de las primeras plantas que rompen el deshielo. El cuco (2016) y Pobre chico (2019) comparten el dibujo a lápiz (con todo lo que los trazos de lápiz son capaces de imantar en mi memoria, con ese “qué haces que no estás dibujando, anotando, divagando”) y una línea muy expresiva, llena de fuerza, a veces temblorosa; reveladora. Comparten mucho más, realmente. Pero quería trenzarlos aquí justamente por sus silencios. 4. En El cuco, un pequeño “cuadernito de campo”, en palabras de la autora, con capas azul klein y el envés ocupado por una cita de Aristóteles (“La naturaleza no hace nada en vano, sin propósito o utilidad”), hay una plana que me resulta fascinante, una plana que da espacio a la ausencia. Coincide en la mitad del fanzine, luego de que la pareja de cucos haya escogido un nido ajeno para
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VITORIA-GASTEIZ
EUSKADIKO DISEINU ESKOLA PUBLIKOA LA ESCUELA DE DISEÑO PÚBLICA DE EUSKADI www.idarte.eus #idartegara
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YAHVÉ M. DE LA CAVADA
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(¿)El fin está cerca(?) asumiendo todo como normal para poder seguir adelante y, tiempo después, cuando ese momento de tu vida ya es solo un recuerdo lejano, darte cuenta de que aquello no estaba bien. Nunca lo sabes, no en el momento, al menos. Lo normalizas, lo justificas inconscientemente. Es normal porque es tu día a día, es lo que te ocurre, tu entorno, tus circunstancias, tu puta vida. Eso es tu vida, e inmerso en ella es difícil percibir todo eso que a ti te parece «lo normal» y, sin embargo, no lo es. No entremos en debates estériles al respecto de qué es «lo normal». Pensemos, sobre todo, en lo que no lo es. Lo que nunca debería ser. Desde una pareja tóxica hasta un trabajo abusivo, relaciones ingratas, familias castrantes. Amores traicionados, espíritus quebrados, confianzas destruidas para siempre, existencias suspendidas en el aire porque no se sabe ya vivir de otra forma o porque se mantiene la esperanza de que algún día, pronto, todo se arregle. Muchos hemos vivido cosas así, sin darnos cuenta totalmente, en el momento, de que aquello era un puto infierno. Que no podíamos seguir así. Pues bien, como sociedad, creo que vivimos uno de esos momentos, dando por normal cosas absolutamente demenciales, sin ser del todo conscientes de hasta qué punto estamos forzando la cosa como especie y como civilización. Con suerte, si no se nos va de las manos, confío en que las generaciones venideras nos mirarán con una ceja arqueada y preguntándose: ¿en qué coño estaba pensando esta gente? Por otro lado, ¿cuántas décadas llevamos oyendo que esto se va a la mierda? ¿Cuántos antes de nosotros han dicho que, madre mía, a dónde vamos a parar? Si observamos la historia reciente, si estudiamos y ejercemos la memoria un poco más de lo habitual, enseguida veremos que lo más probable es que solo seamos una generación más que piensa que está llegando al límite, sin reparar en que esa sensación lleva cientos de años instalada en las personas que cumplen cierta edad y que intentan conciliar su educación social y emocional con la del aterrador presente que les acontece décadas después de nacer. Pero, pensadlo un momento: ¿y si, ahora sí, el mundo se acabase mañana? Y la pregunta detrás de la pregunta; la única importante. ¿Estás aprovechando tu vida?
¿Y SI EL MUNDO SE ACABASE MAÑANA? Quien dice mañana dice la semana que viene, o en un par de meses, qué sé yo. Pero pronto. Y así, de repente. Por mucho que lo veamos venir, nos va a pillar de sorpresa. No me refiero a un apocalipsis que borre a la humanidad de la faz de la tierra. Aunque seguro que esto ocurrirá también, no parece tan probable que nuestros ojos vayan a verlo. Pero no podemos negar que hay constantes señales de que cualquier día nuestra vida puede cambiar radicalmente. ¿Qué será? ¿Alguna alteración grave provocada por el cambio climático? ¿Trump y sus pequeñas manitas apretando un botón que nos lleve a una situación irreversible, o cualquier otro país con armamento nuclear y ganas de gresca? ¿Algo fatalmente tóxico e imprevisto en cualquier elemento de toda esa basura que comemos y bebemos a diario? No, en serio; sé que es improbable pero, qué queréis que os diga, en las últimas madrugadas (CET), mientras Australia ardía en llamas, la destrucción y los tambores de guerra sobrevolaban Irán e Irak, con un demente color naranja a 12.000 kilómetros de allí decidiendo si empezar una guerra que podría ser devastadora para el orden mundial. #WWIII decían algunos, internet bullía de memes y yo me preguntaba: «si hubiese realmente una guerra que acaeciese en el primer mundo, ¿estaríamos nosotros, una generación idiotizada y completamente ajena a la violencia y la muerte en directo, preparados para sobreponernos como sociedad al mismo ritmo en que lo hicimos tras las guerras mundiales del siglo XX?». No soy un tipo fatalista pero, la mayoría de las veces, la historia que nos precede no propone una alternativa mejor que el fatalismo. La historia, ah. Qué lejos nos queda el pasado reciente, ¿verdad? Es normal cuando todo va a gran velocidad: no sabes si lo que ocurrió hace un año fue entonces o si las cosas han sido, más o menos, siempre así. La memoria es un artefacto extraño, porque no es sólido. Cambia constantemente y nos confunde, nos modula, nos cuenta cosas que a veces queremos creer, porque es más sencillo así. No somos las primeras generaciones traicionadas por la memoria, pero nuestra forma de relacionarnos con la información hace que todo resulte más elástico y, además, mucho más confuso y difuminado. No sé si has estado alguna vez en una situación extrema de la que no sabías o no podías salir,
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Roberta Vázquez presenta
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Una sección hecha por los editores de la revista y un invitado distinto cada número, totalmente subjetiva y que no atiende a razones temporales ni de género. Recomendaciones a gogó. Solo buena mierda.
Por E L I Z A B E T H C A S I L L A S
Por K O L D O G U T I É R R E Z Un disco CAPITAL DESIERTO
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Una serie BACK TO LIFE Christopher Sweeney (2019)
Un cómic TÚ, UNA BICI Y LA CARRETERA
La respuesta a un "¿y después qué?" es el punto de partida de la serie británica Back to Life, una comedia creada y protagonizada por Daisy Haggard que cuenta con el respaldo de los productores de Fleabag. Tras 18 años en la cárcel, Miri vuelve a casa de sus padres para recuperar su vida anterior en un pequeño pueblo de Inglaterra. El reto de la reinserción es grande: por un lado, a sus treinta y tantos años, se encuentra sin trabajo, sin amigos y sin la más remota idea de cómo funciona una sociedad que ya no escucha cintas en walkmans ni sabe utilizar un teléfono fijo. Por otro lado, el crimen que cometió sigue siendo el acontecimiento del siglo en su ciudad natal. Nacida para la difícil misión de sustituir a la serie de Phoebe WallerBridge en la parrilla de la BBC, Daisy Haggard ha demostrado estar a la altura y darnos ese toque de drama y humor británico que tanto nos gusta.
Eleanor Davis (Astiberri, 2019)
El Hijo (Intromúsica, 2019) Abel Hernández lleva más de dos décadas experimentando en diversos grupos. Su proyecto musical más personal nació en 2005 y acaba de publicar nuevo álbum, donde parece ocultar sus raíces pop para explorar nuevos terrenos sonoros. El Hijo abraza la electrónica y, tal y como afirma en una canción, tiene el cerebro plagado de loops. Su nuevo estilo lo acerca a una sinuosa oscuridad que te envuelve y repiquetea violentamente en tu cabeza hasta hacerte imposible dejar de tararear ese inquietante temazo que es Ojos que miran. Creo que me voy a tatuar este verso de otra canción: porque nada dura siempre / excepto el plástico y los memes.
No es la primera vez que recomiendo la obra de Eleanor Davis pero, tras ¿Arte?¿Por qué? (Barret, 2019), ha llegado en muy poco tiempo un segundo cómic de la dibujante norteamericana que no debería pasar desapercibido. En esta ocasión, Davis narra los dos meses de ruta a solas y los 2500 km. recorridos en bicicleta desde Arizona hasta Georgia. Más allá de una historia de superación y autosuficiencia, Davis expone la contrariedad entre su sensación de extrema libertad, de notar su cuerpo, y las vallas con alambrada de las patrullas fronterizas con las que se cruza. Presente el tema de la inmigración, la artista aún nos demuestra que queda algo de esperanza a través de la solidaridad y del activismo.
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Un libro E N S AYO S Y ERRORES. ARTE, CIENCIA Y FILOSOFÍA EN LOS VIDEOJUEGOS David Ferragut y Alfonso García (AnaitGames, 2019) Con los videojuegos asentados ya definitivamente como la cultura total, proliferan cada vez más los libros en castellano sobre la materia, aunque la mayoría sean simples reportajes sobre sagas populares. La aparición de este ensayo publicado por AnaitGames es un soplo de aire fresco, un acercamiento a los game studies escrito por varios autores y coordinado por, glups, dos filósofos. Desde diversas perspectivas reflexionan sobre varias facetas del medio, desde su creación, su potencial didáctico, hasta cuestiones metafísicas como qué es un videojuego o comentarios acerca de títulos revolucionarios como Portal o The Beginner's Guide. No todo va a ser jugar.
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Por S A N D R O G O M A T O Dos discos dos MANUAL DE CORTEJO + FUTUROS VA LO R E S Rodrigo Cuevas + Pablo Und Destruktion Dos discazos que comparten columna y no precisamente porque no merezcan un espacio propio. Ambos acaban de ver la luz y riman entre sí en muchos aspectos, partiendo por la idiosincrasia creativa de sus autores: dos trovadores asturianos que recogen la intensidad de la canción popular de su tierra y la trasladan a escenarios más modernos, siempre con un estilo personal e inconfundible. Cuevas (de la mano de Raül Refree, autor por cierto de otro de los mejores álbumes de la temporada, el que ha grabado junto a la portuguesa Lina) es a la canción de raíz lo que Rosalía al flamenco y la rumba. Y Pablo Und Destruktion es una de las cosas más importantes que le ha pasado a la música en este país en un tiempín. Que sigan así por mucho. Puxa Asturies.
Un videojuego L O N E LY MOUNTAINS: DOWNHILL (Megagon Industries, 2019)
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Por A N A B E L C O L A Z O (autora de cómic) Un libro EL LARGO VIAJE A UN PEQUEÑO PLANETA IRACUNDO Becky Chambers (Insólita Editorial, 2018)
Conectar a la gente en un universo en el que la humanidad se ¿Un continuo desafío encuentra cada vez trepidante contra más esparcida en la el reloj a través de inmensidad del espacio pronunciadas rampas o se trata de un trabajo un tranquilo paseo en lleno de complicaciones. bicicleta entre hermosos El entendimiento parajes naturales? ¿Un entre culturas y seres descenso vertiginoso a lo largo y ancho que requiere de una de la galaxia es la habilidad milimétrica a preocupación principal los mandos para hacer de esta space opera, el derrape perfecto y que junta a un grupo para encontrar el mejor diverso de personajes en atajo o una bajada despreocupada en busca una nave cuyo objetivo de la orilla de un río en la es llegar muy lejos para establecer otra conexión que sentarse a escuchar más en su sociedad. el agua y los pájaros? Una sociedad donde Lo bueno de Lonely la manera en la que se mountains: Downhill es relacionan los seres que es las dos cosas humanos pasa a ser una a la vez: tanto un reto más en un contexto en como una experiencia que cada ser sapiente relajante. Y lo hace (alienígenas) que se combinando una gran encuentran tiene una exigencia con un manera de comunicarse precioso entorno visual distinta: no solo a través y una ambientación del lenguaje; los gestos, única y deslumbrante el tamaño e incluso el donde se omite la contacto son matices música para dejar sitio contemplados por la a los detalladísimos y autora. El libro más embriagadores efectos bonito que he podido sonoros. 11 disfrutar en mucho tiempo.
Un videojuego WILMOT'S WAREHOUSE Hollow Ponds (2019) Hay algo muy satisfactorio escondido en una tarea tan simple como ordenar. Y los que hayan trabajado en un almacén (como es mi caso) entenderán muy bien la sensación de plenitud después de una jornada de trabajo en la que has recibido las cajas de stock, les has hecho un sitio entre las estanterías, has reubicado el resto de bultos y todo ha quedado despejado y en su sitio. Wilmot's Warehouse es un juego que reproduce bastante acertadamente esta experiencia y enfatiza lo satisfactorio que hay en ello a través de una jugabilidad agradable y accesible. Con un diseño de arte y sonido perfectos, es uno de los juegos que más me ha ayudado a relajarme y desconectar.
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BOCADILLOS DE CACTUS #01
Cada mes, la redacción de Cactus se pasa por 'La hora del bocadillo', de Radio 3, para charlar junto a su directora Laura Barrachina sobre las últimas novedades de cómic infantil y juvenil. Ahora, lo mejor de esa sección también podéis disfrutarla en papel.
Lily megamosca DE Pep Brocal (Mamut Comics, 2017–2020)
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¿Y si una nube tóxica convirtiese a los insectos más insignificantes en malvados mutantes dispuestos a doblegar a la raza humana? ¿Y si una niña y su abuelo tuviesen la fórmula para solucionarlo? Eso, más o menos, es lo que sucede cuando el laboratorio químico de Solikamsk salta por los aires y, las cucarachas que habitan alrededor se rebelan contra el maltrato sufrido durante siglos por los humanos. Lily y su abuelo tienen una idea descabellada para salvar a su familia (y al resto de la humanidad): Lily se convertirá en una mosca. ¡Una megamosca! Dibujado por Pep Brocal, esta serie es una “oda ecológica en cinco volúmenes o más” repleta de carreras, luchas de poder, persecuciones e insectos. A partir de 6 años.
2 Los espeluznantes casos de Margo Maloo DE Drew Weing (Maeva Young, 2019) En Eco City pasan cosas raras y Charles ha tenido la mala pata de tener que mudarse allí con sus padres… ¡para vivir en un viejo edificio! A Charles no le gusta mucho la idea, él es un intrépido periodista, amante de lo detectivesco, pero no tanto de los cambios. Y encima, en el edificio, ¡hay un monstruo! Por suerte, en la ciudad vive Margo Maloo, una joven mediadora de monstruos dispuesta a ayudar. Solucionado el problema con el monstruo del armario, Charles quiere unirse a Margo Maloo para contarle a los demás niños que todos pueden enfrentarse a los monstruos… pero no es tan fácil. Fantasmas, ogros, vampiros… todos acechan en los rincones más oscuros de Eco City. Este cómic está dibujado por Drew Weing, y está en mayúsculas, así que a partir de los 7 años ya pueden comenzar a leerlo.
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El niño brujo / La bruja escondida de Molly Knox Ostertag (Harper Kids, 2018–2019)
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4 Y entonces nos perdimos de Ryan Andrew (Astronave, 2019) Durante la fiesta del equinoccio de otoño, en el pueblo de Ben, un montón de farolillos son tirados al río, pero ¿a dónde van a parar? Este año, Ben y sus amigos han decidido que quieren averiguar qué sucede realmente. El plan es sencillo: seguirán el curso del río en bicicleta el tiempo que haga falta hasta descubrir la verdad. Para asegurarse de que su misión tiene éxito, establecen un pacto con dos menos Ven deciden darse la vuelta. Bueno, todos menos Ben y Nathaniel, que, en realidad, no es amigo de Ben y siempre ha estado marginado. En esta unión forzada, ambos viajarán a lo largo de un camino lleno de magia, sorpresas y personajes inesperados… ¿un oso gigante que habla? ¿Una bruja que vive en lo alto de una montaña? Gráficamente impecable, muy hermosa y con una reminiscencia al imaginario de Studio Ghibli. Perfecta para mayores de 9 años.
La última noche de Rainbow Rowell y Faith Erin Hicks (Alfaguara, 2019)
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Esta es la última noche de Deja y Josiah en el huerto de las calabazas, una especie de parque de atracciones efímero que llega con el otoño y cierra en Halloween. Sin embargo, esta pareja de amigos, que llevan trabajando allí cuatro años, se despiden de él para siempre. El próximo curso comenzarán la universidad y sus caminos se separarán. Josiah está listo para pasar toda la noche en plan melancólico, un papel que le encanta, mientras que Deja tiene un plan: ¿qué tal si, en vez de pasarse la noche lamentándose, la cierran por todo lo alto? Disfrutar del parque, probar toda la comida de todos los puestos de la feria e incluso, por qué no, Josie podría atreverse a hablar con esa chica por la que ha estado suspirando durante tres largos años. Sin embargo, las cosas no salen como estaban planeadas. La última noche es una versión estilo teenager de Antes del amanecer en el que sustituimos Viena por un huerto de calabazas. Una relato de amistad y amor que, seamos sinceros, no solo lo van a disfrutar los adolescentes… A partir de 12 años.
Perro Apestoso DE Colas Gutman Y Marc Boutavant (Blackie Books, 2019) Perro Apestoso vive en la basura, huele regular, su pelo parece una moqueta roñosa y siempre está rodeado de pulgas. No es muy listo, pero es feliz. O casi, porque… ¿Por qué todos los perros llevan correa menos él? Gatochato, su compañero de cubo de basura, tiene la respuesta: “¡Pues porque tienen amo!”. Ahora, Perro Apestoso tiene una misión, encontrar a un amo, y para ello deberá recorrer mundo. Sin embargo, no parece una tarea sencilla: tras una experiencia fallida, este chucho tan bobalicón como encantador tiene un cartel colgado del cuello que dice así: “Regalo perro apestoso, bobo, vago y calamitoso”. ¿Quién se hará cargo de él? Perro Apestoso es una serie de álbumes ilustrados que cuenta ya con 10 volúmenes editadas en Francia, donde es todo un fenómeno. Blackie Books ha publicado los dos primeros y creemos seriamente que deberíais adoptarlo.
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Poner en entredicho la creencia de que hay cosas para chicos y cosas para chicas es uno de los principales objetivos de las obras de Molly Knox Ostertag. Y lo consigue tanto en El niño brujo como en su secuela, La bruja escondida. En el primer volumen conocemos a Aster, un chico de 13 años. La familia de Aster no es una familia muy normal: las chicas son educadas para ser brujas, mientras que los chicos son educados para cambiar de forma. El castigo por desafiar esta norma es el exilio. ¿El problema? Aster quiere ser brujo y aún no ha logrado transformarse. Le fascina la magia, aunque esté prohibida para él. Tras un incidente que pone en peligro a varios de sus primos, Aster sabe que la única forma de ayudarlos es con la magia que ha aprendido a escondidas. Si usa la magia surgen las dudas, ¿podrán aceptarlo tal como es o será rechazado por su familia? Un cómic sobre la identidad de cada individuo, la familia, la valentía y la igualdad de géneros que se ve recompensada con una segunda parte a la altura. A partir de 8 años.
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Pablo Salgado
Banizu Nizuke, 2019
DUT La superación del hardcore #39 01–02_2020
TEXTO: MIKEL GIL
Ellos lo hicieron primero: un rock vasco y transnacional, sobrio y político, entre la sombra y el galipot. Aquel grupo, formado en 1993 por cinco críos de la comarca del Bidasoa, marcó a una generación de rockeros alternativos. Pablo Salgado ha combinado en Dut (Banizu Nizuke, 2019) el libro de arte con la prosa fanzinera para traer una crónica repleta de imágenes y anécdotas.
banda diga lo contrario, es difícil concebir el disco debut (1995) y los dos siguientes (1996 y 2000) como un único todo musical. El sol calienta la apertura del Festimad de 1996. Salen sobre la tabla cinco chavales que rondan los veinte años. El cantante, que es todo lo que se espera de un frontman de la época, coge el micro y lo primero que dice es: «No somos ni españoles ni franceses, somos vascos. Dut.». Una buena forma de activar al público madrileño. A aquellos Dut se les conoce por el éxito moderado de Itxura faltsuak, una muestra de rapcore que sintentiza el ahora de la corriente internacional y lo planta en el aquí del rock político vasco. A estas alturas, están acabando la gira del primer disco. Han sido tres años desde el primer concierto en un Depor de Irún lleno. En sus filas, un Xabi Strubell de solo quince años; en el público, Iñigo y Fermín Muguruza están empapándose de todo aquello. Los siguientes cuarenta conciertos los han llevado a tocar desde un camping en Sangüesa sin mesa de sonido y con megáfono, hasta París de teloneros de Negu Gorriak o a este mismo Festimad,
SOLO CON OBSERVAR la escena de rock y metal guipuzcoano de los noventa se puede aprender una lección valiosa sobre rupturas de grupos de música; concretamente, las de formados por amigos, esos cuyo germen se encuentra en los garabatos de un cuaderno de clase, en una guitarra clásica barata y unos botes de Dixan aporreados. Se pueden dar tres variables a la coyuntura. Primero, está la vía Latzen: uno lo quiere dejar, y el grupo considera que son o ellos cuatro, o nada. Y eligen la nada —si se le puede llamar nada a dos álbumes de estudio de mucho nivel y esa épica de dejarlo en el momento más dulce—. También está la variante Su ta gar: simplemente, se encuentra sustituto para el miembro que se marcha —en este caso, por causas de fuerza mayor—; pero mejor si queda en familia, ya que las suelas de Borxa Arrillaga las rellenó su hermano Galder para grabar el Sentimenak Jarraituz. Existe una tercera salida, la de Dut: no se sustituye al miembro saliente, ni siquiera si son dos los que se van. No es hipérbole decir que nunca fue más cierto aquello de «menos es más». Aunque la 14
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Salida del underground. Con esto, habían tenido la experiencia semiprofesional completa de un músico de rock. Así lo vio Eneko, que tras el Festimad decidió que solo tocaría los conciertos que estuvieran apalabrados —uno—. Igual lo vio el cantante, Manex, que al de poco se enroló como marinero. Visto desde fuera, cuesta empatizar con estas decisiones. La inmensa mayoría de grupos no alcanzan a atravesar el cristal duro del underground. Esto no es una derrota, sino una asunción apasionada, quizás agridulce, de su rol en ese hobby que miles de horas y de euros cuesta. Hay que pensar que, en una banda que está elevando sus prestaciones, no son menos —son más— los ensayos metidos y la carretera chupada. Una vez que toda la adrenalina ha sido liberada, sin garantía de más, para algunos es suficiente con haber estado ahí. Para otros no hay cansancio que valga. A Xabi Strubell sus operaciones de espalda no le iban a alejar de la guitarra, Galder Izagirre iba a asimilar todo lo aprendido en la gira europea de Negu Gorriak, en la que les llevó el merchan, y Joseba Ponce iba a redirigir su caudal creativo, su jariyua, donde hiciera falta. Por ejemplo, a poner la mayoría de las voces en el nuevo disco. Cuatro meses después de su último concierto como quinteto, Dut estaban inmersos en la gira del At. Cuesta imaginar que durante aquel verano se desprendieran de sus instrumentos más de unas pocas horas. Coincidió con su mudanza a los recién inaugurados locales de Psilocybenea, un proyecto fructífero que unía a grupos de la comarca del Bidasoa. Pablo Cabeza lo verbalizó muy bien en su crítica al disco: resultaba «duro como una esquina», y «la primera escucha es como un vómito en nochevieja». Durante la grabación, les había costado convencer al productor, Ángel Katarain, de que querían enterrar el sonido bajo un pantano de compresión propio del shoegaze. Las guitarras sonarían negras para que
En 1997 colaboraron con Fermín Muguruza y se expusieron por primera vez al gran público euskaldún y a la crítica negativa.
nadie echara en falta a los fugados del quinteto, y contrastarían con la naturalidad de la batería, en la que se notan hasta distintos timbres en los golpes de caja. El cambio tonal no solo se dio en el sonido: también en las letras. En Haize eza, se preguntan si es gritar o escuchar lo que nos hace libres. «Demasiado orgullosos para admitir que la ansiada libertad no nos liberará/ la bandera es un trapo si no sopla el viento». Eran los mediados noventa, atrás quedaban los años de acracia eskorbutiana en los gaztetxes. O se euskerizaba y politizaba la música, o se jugaba al nihilismo naïf anglosajón. Dut se salió por la tangente de ambos: tan lejos de los que cantaban en inglés como del pregón fácil de «Euskalduna naiz eta harro nago» de Negu Gorriak, apenas una copia patriotizada del «I’m black and I’m proud» de James Brown. No por ello Muguruza dejó de apoyar al trío. No solo convocó la rueda de prensa de despedida de Negu Gorriak a la vez que la presentación del At, sino que apadrinó a Dut para un disco colaborativo en 1997. El resultado fue una mezcla de géneros dispersa, en la que Fermín supo rejuvenecerse y seguir en el candelero, y para Dut supuso la vez primera de dos cosas: la exposición al gran público euskaldún y la crítica negativa, fuera por vendidos o por haber creado mierda. En cualquier caso, para los fans es una obra menor de la que se rescatan cortes como Bidasoa Fundamentalista, directa a la cara de los defensores del alarde tradicional —excluyente de mujeres— en Irún y Hondarribia, que tristemente tiene vigencia veintitrés años después. Tras la gira internacional del disco, Dut se dio el primer descanso en seis años. Su obra maestra, Askatu korapiloa (2000) se compuso a fuego lento, y se grabó en el mismo Psilocybe, donde las bandas cedieron sus espacios de ensayo a cambio de poder fisgar las sesiones de grabación si querían. Es una bonita forma de entender lo trenzado de Dut y sus raíces. Aquel disco fue tan bueno que dio sentido a los anteriores, y a una generación y la siguiente de fans del ruido alternativo. Lo que le siguió fue una lenta deriva, una etapa cerrada. Joseba Ponce siempre responde a la pregunta de «¿por qué no os reunís?» con una analogía de historias de amor: «¿volverías con tu ex?». Claro, algunos responderían que sí sin dudarlo. @ 15
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encabezado por Smashing Pumpkins y The Jesus and Mary Chain. Un ascenso a lomos de un contrato discográfico con Esan Ozenki, el sello con el que la banda de Fermín Muguruza quería tejer una red glocal de música combativa antes de que supiéramos qué significa ese término.
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Expuesta
Olivia Sudjic
Alpha Decay, 2019
Tu histeria, mi ansiedad TEXTO: ELIZABETH CASILLAS
La escritora británica Olivia Sudjic analiza en su ensayo breve Expuesta uno de los rasgos más característicos de nuestra sociedad: la ansiedad.
rostros de estupefacción: «¡Otra más! Otro clamor millennial para pedir atención, espacios seguros, advertencias sobre los detonantes y libros para colorear de mindfulness». Sin embargo, recuerda Sudjic que no hace tanto tiempo podría haber sido diagnosticada de histeria y que el diagnóstico médico de la ansiedad no llegó al DSM —siglas de Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en inglés— hasta 1980, el mismo año en que se eliminó la neurosis histérica. Sudjic propone explicar(se) en qué consiste la ansiedad, cuáles son sus consecuencias y cómo redirigir toda esa energía hacia la creación artística partiendo de su propia experiencia. ¿Por qué seguir cuando la autoconsciencia y las dudas sobre sí misma son cada vez mayores? Tras el primer instinto de parar y el segundo de armarse de valor y seguir adelante, llega un tercero: el de reconocer la ansiedad que genera escribir como un elemento inextricable de quien es y que los detonantes que existen ahí se encuentran en todas partes. «Llenará cualquier receptáculo que le dé», concluye Sudjic.
EN 2017, OLIVIA SUDJIC (Londres, 1988) debutó con su novela Una vida que no es mía y, junto al éxito, también llegó una grave crisis de ansiedad al sentirse desprotegida ante la opinión pública y los comentarios en internet. Renunció a escribir. Sus propias preocupaciones, apunta la autora, eran demasiado ruidosas para desatenderlas. Aunque lo cierto es que tan solo renunció a escribir ficción, y fruto de esta crisis nació Expuesta. Un ensayo sobre la epidemia de ansiedad, que Alpha Decay publicó en el arreón final de 2019. La ansiedad es uno de los rasgos más característicos de nuestra sociedad, afectando en algún momento de su vida a casi un tercio de la población y siendo las mujeres de veintitantos años quienes presentan los niveles más elevados de ansiedad. Señala Sudjic que un incremento de la conciencia pública y de los «reconocimientos personales» han ayudado a reducir el estigma, pero ese apoyo también ha inducido el cinismo. De hecho, ironiza la escritora, su propio reconocimiento de una ansiedad moderada seguramente será recibido con 16
Funambulistas. La escritora británica parte también de los testimonios de algunos de sus referentes literarios, como Zadie Smith o Elena Ferrante, para demostrar cómo las voces femeninas son siempre las más expuestas. Internet, idealmente un espacio que permite libertad de expresión, franqueza y conexión, se convierte en una trampa en la que «podrían hacernos sentir simultáneamente perseguidos, aislados y temerosos» y donde, añade, muchos escritores (abrumadoramente mujeres) han hablado del efecto mordaza del discurso público online. Zadie Smith, por ejemplo, evita Twitter e Instagram para proteger su derecho a equivocarse. Sin embargo, esta exposición y cuestionamiento de la literatura escrita por mujeres no es un mal llegado con la red. Elena Ferrante ya se defendía de esta exposición bajo un pseudónimo desde hace décadas y Joanna Russ enumeraba los motivos de ello en su ensayo Cómo acabar con la escritura de las mujeres. «Ilumina el arraigo de la misoginia el hecho de que una historia narrada en tercera persona omnisciente, pero desde la perspectiva de una mujer, no sea considerada arte sino una confesión de internet», señala Sudjic. Como bien apunta Silvia López en su ensayo La política sexual en Kate Millet (Editorial Dos Bigotes, 2019), la escritora y activista feminista estadounidense ya analiza cómo mujeres en posiciones de poder siguen adoptando frente a los hombres una posición servil o callada como forma de compensar la ocupación de un espacio (de poder) que, en el fondo, se constituye como impropio para la mujer. Esto no es otra cosa que el germen de lo que hoy en día conocemos como «síndrome de la impostora» y que se acentúa con ciertos factores. Por ejemplo, el de la soledad, el aislamiento físico o la reclusión en la propia mente que implícitamente lleva la acción de escribir sumado a una vida sedentaria que deja poca salida a las hormonas del estrés. Como expone Olivia Sudjic, «el egoísmo monstruoso o el incapacitante síndrome del impostor pueden descontrolarse». @
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Sudjic propone explicar(se) en qué consiste la ansiedad, cuáles son sus consecuencias y cómo redirigir toda esa energía.
Cactus Capital y trabajo. 50 películas esenciales sobre (la) economía
Santiago Sánchez-Pagés
UOC, 2019
Por un puñado de fotogramas TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ
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El ensayo Capital y trabajo recoge cincuenta películas sobre la economía desde los albores del cine hasta la actualidad y explica conceptos financieros de manera sencilla.
EN LA ESCENA INICIAL de The Laundromat. Dinero sucio, unos histriónicos Gary Oldman y Antonio Banderas se pasean con smoking, pajarita y cóctel en mano mientras sueltan a la cámara: «No se preocupen, estas historias no tratan sólo sobre nosotros, también sobre ustedes. Porque también tratan sobre dinero. La idea de dinero, la necesidad de dinero, la vida secreta del dinero». Interpretan a Mossack y Fonseca, los abogados que gestionaban el dinero de clientes multimillonarios gracias a sus triquiñuelas e “ingeniería fiscal”, ese eufemismo que (aún) no es una carrera universitaria, en el escándalo de 2016 conocido como “los papeles de Panamá”. El suceso agitó aún más el avispero de la maltrecha economía mundial y obligó a dimitir al primer ministro de Islandia, salpicado por las revelaciones. La película de Steven Soderbergh explica esos hechos en clave de comedia, con una viuda víctima de un fraude que se enfrenta al sistema financiero, representado en los dos carismáticos canallas que buscan la complicidad del público, aunque empatice en todo momento con la mujer, a menos que sea Marcos de Quinto. Este filme es el último acercamiento del cine a la economía, un tema que recoge el libro Capital y trabajo. 50 películas esenciales sobre (la) economía, de Santiago Sánchez-Pagés (Editorial UOC, 2019). El autor es doctor en Análisis Económico por la Universitat de Autónoma de Barcelona y profesor de economía en el King’s College de Londres, donde imparte microeconomía y teoría de juegos. También es un cinéfilo empedernido y ha colaborado en varios
medios, así que está más que capacitado para juntar sus dos pasiones y dar lugar a un ensayo ligero y didáctico. Consciente de que la economía abruma por su complejidad, términos farragosos, exceso de números y siglas incomprensibles, Sánchez-Pagés emplea un lenguaje sencillo para que cualquier profano en la materia pueda entenderlo. Desde la introducción deja claro a qué se refiere el paréntesis del subtítulo: la economía como realidad social y también como disciplina académica. Para ello se vale de una selección de películas desde 1925 hasta la actualidad de lo más diversa: obras famosas y desconocidas, estadounidenses, europeas y alguna española, que tratan múltiples asuntos financieros. Y una advertencia: ninguna es de Ken Loach. La avaricia es buena. La primera de la lista es La Huelga, uno de los panfletos que rodó Sergei Eisenstein el mismo año, junto a la más popular El Acorazado Potemkin, y que forman a su vez parte de su llamada Trilogía de la Revolución junto a Octubre. Narra un suceso histórico acontecido en 1903 en una fábrica de Rostov en la Rusia pre-revolucionaria. El director ruso utiliza su característico montaje, carente de toda sutileza, para dar protagonismo al colectivo sobre el individuo, aunque a día de hoy chirría ver tanta unión entre los huelguistas. El repaso cronológico sirve como fresco histórico para apreciar la evolución socioeconómica y política del mundo: el Crack del 29 y el New Deal mostrados en La locura del dólar (germen de lo que el propio Frank Capra haría más de una década después en la mucho 18
Cactus a un inmigrante extranjero. Recientemente, Techo y más famosa e inocente ¡Qué bello es vivir!), Tiempo comida muestra las secuelas de la crisis en una madre modernos o Las uvas de la ira. Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial dieron soltera en paro. Esta última etapa ha sido retratada con bastante acierto por el cine de Hollywood, con lugar al neorrealismo italiano, que para abaratar obras complejas y densas como Un in the Air, Margin costes se nutría de historias intimistas de la calle, Call o La gran apuesta. Aún vivimos la resaca de la como El ladrón de bicicletas. La situación empezaba a fiesta que fue la fiesta del reaganismo en los 80, cuya cambiar en Estados Unidos, donde surgieron algunas desregulación se ve voces hartas de la intervención del reflejada en obras míticas Gobierno en la economía. Una de las El repaso como Wall Street, con un más potentes fue la de Ayn Rand, cronológico sirve fascinante Gordon Gekko escritora rusa emigrada a el país de las que muchos yuppies oportunidades y cuyo clasista discurso como fresco asumieron como modelo sigue más vigente que nunca hoy histórico para a seguir sin percatarse día. La adaptación de su novela más apreciar la evolución de que era el villano. famosa dio lugar a El manantial, donde Y es que el cine puede Gary Cooper interpreta a un brillante socioeconómica y servir también para arquitecto que se ve limitado por el política del mundo. moldear la realidad. Entre sistema y que abraza el objetivismo, pillos anda el juego es la la filosofía creada por la autora, famosa película donde dos ricos apuestan sobre un especialmente en su épico alegato en un juicio donde agente de bolsa y un mendigo, interpretados por Dan trata de defender sus edificaciones por encima de Aykroyd y Eddie Murphy respectivamente. Décadas todas las cosas, incluido el colectivo. más tarde, Obama aprobó la ley Dodd–Frank, que La sal de la tierra es una auténtica rareza, un filme impide negociar futuros sobre productos básicos con tan adelantado a su tiempo que fue censurado y su información privilegiada obtenida por el gobierno. guionista, Michael Wilson, incluido en la lista negra Es popularmente conocida como la “Regla Eddie de McCarthy, aunque trabajó en obras maestras Murphy”, ya que su personaje se aprovechaba de ese como Lawrence de Arabia o El Planeta de los Simios. vacío legal en el filme. Necesitamos más modelos a La película denuncia conflictos laborales, raciales, seguir como los de Norma Rae y Erin Brockovich. @ de clase y de género. Se basa en una huelga real organizada en 1951 por unos mineros en Nueva México. El protagonista mexicano se enfrenta a sus patrones, a quienes también exige el mismo trato que dan a los trabajadores angloparlantes. Organizan protestas, pero las autoridades prohíben a los mineros impedir el paso a la explotación, así que sus mujeres deciden actuar y sustituir a sus maridos en los piquetes. Eso implica que los hombres deban ocuparse de las tareas domésticas a regañadientes, aunque sea por su bien. Un potente mensaje subversivo y feminista en una película de Hollywood de 1954. A veces, la comedia es la mejor manera de contar este tipo de historias, especialmente durante una época deprimente como la Guerra Fría. The pajama game es una atípica comedia musical ambientada en el mundo industrial, Cosas de mujeres es una comedia romántica donde la protagonista teme tanto temer al hombre como su trabajo y Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? es la desternillante parodia de Kubrick al pánico nuclear a través de lo que se conoce como teoría de juegos, concepto creado por el matemático John Nash, protagonista del biopic Una mente maravillosa, también incluído en el libro. Aparecen tres títulos españoles que reflejan perfectamente la realidad social. La piel quemada trata sobre un obrero andaluz que viaja a la Costa Brava para trabajar en la España del desarrollismo y dos décadas más tarde Montxo Armendáriz recogió el testigo en Las Cartas de Alou al mostrar
Craft Beer y Pikoteo
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¿Y si el primer superhéroe de América fuera un hombre negro? TEXTO: EVA CID ILUSTRACIÓN: ANABEL COLAZO
Damon Lindelof, guionista de éxitos televisivos como Lost y The Leftovers, sorprende a propios y extraños con esta nueva adaptación para HBO de Watchmen, el premiado cómic de Alan Moore y Dave Gibbons. 21
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ntre 1986 y 1987 la compañía estadounidense DC Comics publicó Watchmen, la serie limitada de doce números obra de los británicos Alan Moore (guionista), Dave Gibbons (dibujante) y John Higgins (entintador). El que fuera el primer cómic de la historia en conseguir un premio Hugo se ha convertido, con el paso de los años, en una de las novelas gráficas más influyentes de todos los tiempos, además de un bestseller perenne. Uno de los grandes logros de la obra, y por la que es comúnmente alabada, fue su particular disección del autoritarismo pueril del género superheroico a base de enfrentarlo a los conflictos morales y a los problemas reales de la sociedad. Concretamente los de una sociedad, la norteamericana, que no tiene pudor en esgrimir ostentosamente su ideal romántico de justicia sobre una pila de cadáveres todavía frescos y a costa de profundas heridas sociales que nunca se han cerrado del todo. El quinto capítulo de la serie de cómics se titula “Aterradora simetría”. Dicho episodio está dibujado en disposición especular, como un espejo. La disposición de las viñetas de la primera página es la imagen especular de la disposición de las viñetas de la última página, la segunda lo es de la penúltima, y así sucesivamente. El efecto culmina
en las dos páginas centrales mirándose cara a cara, reflejo la una de la otra. Además, la primera viñeta y la última son prácticamente idénticas: la imagen de un rótulo reflejado en un charco de agua. Este juego de espejos y reflejos, esta búsqueda del equilibrio formal y de la simetría, es una constante que atraviesa toda la obra de Moore y Gibbons, no solo a nivel formal, sino también en lo tocante a sus temas. La simetría formal como una forma de encapsular, de contener todos esos desequilibrios, heridas abiertas y asimetrías sociales que componen el ADN de la historia. Watchmen, además de conceder especial importancia a la simetría formal, está salpicado de símbolos y figuras que se repiten constantemente,
El cómic diseccionó el autoritarismo del género superheroico al enfrentarlo a conflictos morales y a problemas reales de la sociedad.
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KENJI MIZOGUCHI emakumeak errespetatzen zituen zinemagilea EL CINEASTA QUE RESPETABA A LAS MUJERES Fundación BilbaoArte Fundazioa Urazurrutia 32, 48003 - Bilbao www.bilbaoarte.eus
como la chapa amarilla con el smiley o la esfera del reloj de aguja. Símbolos circulares que sin embargo aparecen manchados, inconclusos, imperfectos. La chapita del smiley está manchada con una gota de sangre. En la esfera del reloj, la aguja está cerca de marcar las doce, pero nunca llega a cerrar su círculo, no termina de dar la vuelta completa a la esfera. En estas repeticiones siempre hay un elemento que mancha o perturba la armonía, como esa América que busca pero que no consigue alcanzar el ideal al que aspira, porque existen demasiadas grietas que salvar y demasiadas manchas que borrar. La simetría formal es el corsé que el cómic de Moore y Gibbons utiliza para contener las asimetrías de su historia, una historia de desajustes sociales, de heridas abiertas, del reflejo deformado que arroja el espejo en el que trata de encontrarse una sociedad carcomida en la pretensión de su ideal.
inadaptable. La película de Zack Snyder realizó una traslación casi literal y meramente estética de los acontecimientos narrados en Watchmen. El director arrojó a la gran pantalla, una a una, la casi totalidad de las piezas que componían el puzle en un nivel puramente visual, pero olvidó, o no supo capturar convenientemente, la esencia y los motivos centrales de la historia. Ese hilo conector y narrativo de profunda insatisfacción recorriendo la espina dorsal de América. Si bien la adaptación de Zack Snyder era fiel en lo estético, pero carente del alma y el pulmón que insuflaba los motivos de la narración de Alan Moore, la reciente iteración televisiva de la HBO creada por Damon Lindelof (Lost, The Leftovers) nos llega una década después del estreno del filme para recorrer el camino opuesto. La serie de Lindelof se empapa del espíritu fundacional de Watchmen para trenzar una historia paralela cuyos hilos se conectan con la escrita por Moore en no pocos puntos del entramado, pero también nos ofrece un relato autónomo y poliédrico plenamente consciente de esa simetría formal que
The Times They Are a-Changin'. Esta búsqueda del equilibrio, esta lucha entre simetrías, asimetrías, manchas, heridas y la imagen deformada que nos devuelve el espejo, vertebra una narración que La serie aborda las implicaciones desarticula las historias clásicas de morales de ser un justiciero superhéroes para esbozar una crítica del absolutismo moral y la simpleza enmascarado, con juegos de luces infantil que representan, como género y sombras, de metaficciones y fantasía-de-control-social hijo de metarreferencias. su tiempo y sus circunstancias. Watchmen efectúa una crítica social mediante una distopía que, de nuevo, se vuelve profundamente eficaz a la hora de revelar los pecados del presente. En el año 2009 se estrenó la adaptación cinematográfica del que para muchos es un cómic
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estructuraba el tebeo. De nuevo nos encontramos una historia que aborda las implicaciones morales de ser un justiciero enmascarado, y que echa mano de juegos de luces y sombras, de dobleces y reflejos deformados, de metaficciones y metarreferencias que matizan la interminable escala de grises presentes en el espíritu original del relato.
con lo que está ocurriendo en el presente. Esta El Séptimo de Kaballería. Esta expansión conexión se realiza también de forma especular, lo reinterpretativa de la historia original arranca en hace a través de una imagen reflejada, el reverso de Tulsa, Oklahoma, unos treinta años después de los la versión oficial de los hechos a través del uso de acontecimientos narrados en el cómic. Los vigilantes máscaras y el juego de identidades. han sido prohibidos debido al abultado historial de Esta noción de las realidades espejo y las actuaciones violentas y métodos reprobables que identidades enmascaradas se repite a lo largo de arrastraban. Sin embargo, en Tulsa, el cuerpo de policía se ha visto obligado a ocultar sus rostros bajo una máscara y a asumir identidades secretas tras una El Séptimo de Kaballería, serie de ataques perpetrados por un vástagos del Ku Klux Klan, se grupo de supremacistas blancos que ha apropiado de los escritos se hace llama El Séptimo de Kaballería, de Rorschach y su figura vástagos del Ku Klux Klan que se han apropiado de los escritos de Rorschach enmascarada como seña de y su figura enmascarada como seña identidad. de identidad. En esta ocasión el racismo es la herida abierta en la que hurgar, el pecado social que vertebra el relato y el hilo conductor de la trama. Lindelof reformula los postulados del original y rinde homenaje a su condición de artefacto crítico con su propio tiempo. Como en “Aterradora Simetría”, la serie arranca en 2019 con un relato biográfico que viene a engarzarse en el germen mismo de la historia narrada en los cómics de los 80: el origen de los vigilantes, los llamados Minutemen. El primer capítulo nos cuenta la historia de Will Reeves (Louis Gossett Jr.), un superviviente, ya anciano, de los disturbios raciales que ocurrieron en Tulsa en el año 1921, una historia que atraviesa los hechos del pasado y los conecta 24
toda la serie. Antiguos vigilantes reconvertidos en miembros de la Fuerza de Tareas Anti-Vigilantes del FBI, agentes de policía que luchan contra los soldados de la Kaballería mientras guardan túnicas del Klan en el doble fondo de su armario, hombres convertidos en dioses reconvertidos en hombres, fronteras difusas entre héroes y villanos que expían sus pecados cada uno en su particular purgatorio. La serie de Lindelof no solo brilla en lo referencial y en su prodigiosa habilidad para reinterpretar con tino el espíritu original de una obra tan compleja y poliédrica como la de Alan Moore, sino que además nos ha dejado varios monográficos que exploran con trazo fino el perfil psicológico de sus personajes y que constituyen una implacable lección de narrativa audiovisual. She Was Killed by Space Junk nos (re) presenta a Laurie Blake (Jean Smart) en un capítulo que funciona como un reloj al ritmo que marcan los tictacs de las historietas que va contando desde una cabina telefónica. Little Fear of Lightning es un diario testamento del trauma y la paranoia de Wade Tillman ‘Looking Glass’ (Tim Blake Nelson), quien parece despuntar como un reverso luminoso del propio Rorschach al otro lado de su máscara espejo en la que los sospechosos del pecado racial están forzados a mirarse. Pero, quizá, el momento cumbre de la ficción de Lindelof se encuentre en su sexto episodio. This Extraordinary Being retoma la historia oficial de Will Reeves para mostrarnos la realidad que contiene en su reverso mediante una conexión entre pasado y presente que tiene lugar en la mente intoxicada de su nieta, Angela Abar (Regina King). La verdadera historia de Reeves, narrada de forma nada casual en blanco y negro, nace de una herida profunda que es la misma herida que recorre Estados Unidos desde su fundación, pero además supone una especie de desenmascaramiento total, no solo del protagonista de la historia sino de todo lo que le subyace. También de la naturaleza y las implicaciones de la propia máscara como vehículo y como símbolo. En este capítulo, la máscara se configura como elemento liberador y al mismo tiempo como cárcel de la propia identidad. Este mito de la creación del héroe, que guarda numerosas similitudes con el origen de Superman pero reformulado bajo este nuevo prisma, es el pilar que da soporte a esta historia paralela, no solo del universo Watchmen, sino también de toda la mitología superheroica norteamericana. Qué habría pasado si el primer superhéroe de América fuera un hombre negro. @
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La era de Keanu TEXTO: JANIRE GOIKOETXEA
El renacimiento mediático de Keanu Reeves significa más que un momento de nostalgia por parte de la audiencia o una oportunidad de lanzar todos los taquillazos posibles aprovechando el tirón. La Keanussance es un homenaje intergeneracional al actor, la persona y a todos aquellos papeles que subestimamos durante su carrera. La hipermediatización de sus acciones a través de internet ha hecho que el mundo entero caiga rendido a sus pies y las historias de sus buenas acciones han alimentado año tras año la leyenda de Keanu, la persona que el mundo no merece, sino el héroe que necesita.
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u carrera nos ha acostumbrado a verle forma a sus papeles basando a los personajes en interpretar héroes estoicos en la gran su propia personalidad, enlazándolos con sus pantalla, con su expresión fría y su trillado intereses, sensibilidad y antecedentes. Ha aprendido “Whoa!” marca de la casa desde 1986. Pero detrás a sacar partido a sus emociones contenidas y existe un hombre tocado por la tragedia que con su múltiples habilidades físicas, evitando siempre la trabajo y particular actitud hacia la vida se ha ganado transformación superficial y el cambio de género con las décadas los títulos de hombre del año, novio cinematográfico drástico en favor de algo más de internet y hasta mesías. Sus dimensiones raciales complicado y sutil. como estrella, su familiaridad con la soledad y su Durante treinta años de carrera, Reeves ha masculinidad peculiarmente vulnerable son las claves demostrado tener la capacidad poco común de de la atracción que suscita el actor que hoy fascina al saber cómo resolver una escena con el menor mundo entero. número de expresiones posibles. Su mirada intensa Una de las misiones de este renacimiento es e indescifrable despierta ansiedad en aquellos celebrar su constante lucha por seguir adelante. Su incapaces de ver más allá de la superficie. Parte de historia, trágica e inspiradora, ha afectado tanto a la crítica señaló esto como una falta de ángulos la construcción del hombre que es hoy en día como interpretativos y, en sus comienzos, le tachó de hacer a la de muchos de sus mejores personajes, captados siempre el mismo papel. Sin embargo, pasaban por en momentos en los que vadean a través de las frías alto una cualidad que pocas estrellas poseen, la de y oscuras aguas del aislamiento espiritual. Su padre ser una superficie altamente reflectante. Reeves es un abandonó a la familia cuando Keanu tenía apenas actor generoso de mirada paralizante que oculta una tres años. A partir de entonces fue criado entre vida interior turbulenta y sabe sostener el tiempo en Hawaii, Australia, Nueva York y Canadá, arrastrado sus planos. por los varios matrimonios y divorcios de su madre. Keanu recoge todas las aptitudes que hemos Tras dificultades derivadas de la dislexia y una pasado por alto en el resto de estrellas. Su virilidad, lesión que acabó con su sueño de jugar al hockey vulnerabilidad y aura de misterio toman sus profesionalmente, referencias de una época terminó abandonando pasada del cine. Queda los estudios a los en él algo de Marlon diecisiete años para Brando o Paul Newman, Su mirada intensa e convertirse en actor, hombres misteriosos de comenzando así su mirada imperturbable indescifrable despierta carrera. que hipnotizaron al ansiedad en aquellos Su nueva etapa en mundo entero, a los que incapaces de ver más allá Los Angeles fue tan suma una galantería prometedora como actualizada. Después de de la superficie. devastadora. La carrera la caída del sistema de de Keanu despegaba estudios en la década de mientras las drogas 1960, Hollywood ya no se llevaban a su mejor veía a las mujeres como amigo y compañero de pantalla, River Phoenix. Años un mercado viable, y mientras se seguían haciendo después la pareja junto a la que había perdido un comedias románticas, los actores masculinos hijo murió en un accidente de coche. Antes de su perdieron el interés en explorar el romance y el siguiente renacimiento, comenzó un periodo de deseo. La personalidad de Keanu recogió el testigo, soledad y reflexión que el actor supo integrar en su haciéndose el rostro imprescindible de un nuevo vida como parte del proceso. género. Parece que la especialidad de Keanu ha sido Un cortejo silencioso. A su llegada a L.A., su convertir en románticas las narrativas que no tenían juventud exótica, como recién salida del océano, la intención de serlo. En los 90, la masculinidad en limitó mucho la oferta de guiones que recibiría. pantalla se encontraba muy fijada a unos estereotipos Pronto comenzarían a interesarse por él para papeles interpretativos. A pesar de que en su debut como de surfero aturdido. Su belleza inmutable le condenó estrella de acción en Speed en 1994 Keanu lucía un a fingir esta ingenuidad ante la cámara durante físico digno de Jungla de Cristal, el policía al que casi diez años, hasta que el cine de acción le dio interpretaba, lo mismo saltaba de un vehículo a una oportunidad. Gracias a un magnífico criterio otro que se dejaba seducir por la valentía de Sandra para escoger las películas en las que participaría, Bullock. Su personaje era un héroe que jugaba en la variedad de papeles que ha interpretado en equipo interpretado por un atento compañero de el tiempo subsanan aquellos primeros años de escena. Su comodidad con un rango de emociones encasillamiento. Desde hacker informático a doctor, que podrían comprometer su virilidad no era pasando por vampiro o asesino, Keanu ha dado atractiva para grandes papeles, pero encajaba en
Cactus aquellos que buscaban conectar con un público más empático. Consciente de su talento, la directora Kathryn Bigelow ya había luchado anteriormente por él para Le Llaman Bodhi. Aunque atado aún a su clásico perfil de surfero, este papel le sirvió de puente, le dio sus
Mirada compuesta. Hasta la reciente producción de Netflix Quizás para siempre, una comedia romántica coreana-americana en la que Keanu interpreta la versión más paródica y seductora de sí mismo, nunca se había hablado tanto sobre su origen. A pesar de su ascendencia británica, china y nativa hawaiana, Hollywood lo ha leído siempre como blanco, aunque esta ambigüedad asiática siempre presente permitió que su carrera fuera mutable como la de pocos. Su carácter amable y respetuoso le ayudó a deslizarse dentro los estereotipos de hombre asiático, y su culto al cuerpo y amor por las películas de acción de Hong Kong ha resonado irremediablemente en trabajos posteriores, como su debut a la dirección con The Man of Tai Chi y la franquicia John Wick. Para fortuna de muchos, el destino quiso combinar el sueldo de una superestrella de Hollywood enamorada de su trabajo con un alma filantrópica. Los generosos actos de Keanu hacia el cine lo han retratado como un verdadero amante de todos los procesos —y sobre todo personas— que envuelven su creación. Matrix necesitaba al elegido tanto como la franquicia a Reeves. El actor quiso recalcar que la película había sido un trabajo colectivo, y lo hizo ver cuando decidió donar todo su dinero recaudado en taquilla al equipo de vestuario y efectos especiales, a quienes consideraba los verdaderos creadores de aquel universo. Esta donación millonaria fue destinada a la contratación de más staff y a lograr un nivel de producción creativa que habría sido imposible de
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sad Keanu primeras escenas de acción y le hizo brillar junto Patrick Swayze, quien después de la experiencia de trabajar con él se atrevió a calificar a la película como «una historia de amor entre dos hombres». Los personajes de Reeves han adquirido lo que en el cine se conoce como ‘tobelookedatness’, o la cualidad de poseer un gran atractivo físico que provoca el placer del espectador y sus compañeros de escena al ser contemplado. En sus papeles, él es siempre el sujeto pasivo de la atracción que nunca se culmina y esto le convierte en un sensualista cinematográfico sin precedentes. En sus papeles en Las Amistades Peligrosas y Drácula, las mujeres siempre prefieren a otro, anulando su sexualidad a la vez que se le convierte en un objeto de deseo inalcanzable a un lado y otro de la pantalla. Su personaje en Matrix es el mejor ejemplo de esto. La relación con Trinity está desde el principio teñida por la admiración y la lujuria, con un deseo que se construye a través de la mirada de ella. El papel de Neo cambió los parámetros de la industria e hizo que los héroes no tuvieran que ser hombres de emociones limitadas y extrema rudeza, al estilo de Stallone. Hemos visto cómo esto ha evolucionado desde los héroes de Marvel, franquicia a la que ha rechazado unirse incontables veces, hasta John Wick, el personaje que sintetiza la grandeza del Keanu más maduro.
Es un actor generoso de mirada paralizante que oculta una vida interior turbulenta y sabe sostener el tiempo en sus planos.
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Cactus conseguir en las siguientes entregas de la saga. En otro gesto altruista por el bien del legado cinematográfico —y su propio disfrute en el set—, Keanu ha llegado incluso a recortarse la paga hasta un 90% por contratar a actores que de otra manera se habrían escapado del presupuesto, como es el caso de Al Pacino o Gene Hackman. Solo y sereno. En 2010, un paparazzi tomó una foto de un solitario Keanu sentado en un banco disfrutando de un sandwich. Internet comenzó a preocuparse por él y pronto corrieron los rumores de que podría no estar pasando por un buen momento personal. El amor que el mundo siente por el actor es tan puro como irónico. Cuando las dos formas de admiración se encuentran en las redes, incluso el internet más sanguinario siente la necesidad de seguir su ejemplo. Preside una fundación privada que investiga el cáncer y apoya a hospitales de niños. Una de sus hermanas padeció leucemia y desde entonces él ayuda a financiar la investigación en tratamientos. Tras la viralización del meme Sad Keanu, la red de 4Chan creó el día mundial de “Animar a Keanu Reeves”, en el que se recaudaron generosas donaciones para las causas y miles de mensajes y regalos de todo tipo fueron enviados al actor.
por micrófono que había encontrado una tarjeta de crédito en el suelo). En 2019 los memes paparazzi han pasado a la historia, y en su lugar tenemos un puñado de apariciones estelares e icónicas que anuncian que 2020 también estará repleto de Keanu. Desde su aparición como Dios en la nueva película de Bob Esponja, o el esperadísimo cameo en el videojuego Cyberpunk 2077, en cuya presentación en el E3 vivimos nuestro momento favorito en la historia de la convención, cuando un fan se lanzó a gritarle un “You are breathtaking”, que fue devuelto rápidamente con un inolvidable “YOU ARE BREATHTAKING!” con el que Keanu hizo sonrojarse al mundo entero. Ha pasado una década desde que Keanu se sentara en aquel banco que derribó la barrera de intimidad que faltaba para enamorarnos. Ahora camina junto a Alexandra Grant, la mujer que ha superado las expectativas de toda su fanbase y afronta esta nueva era listo para seguir amando y siendo amado. El actor siempre ha entrado y salido de nuestras vidas a través de su trabajo y se ha ganado el respeto de una audiencia que sabe que cada vez que se aleja del centro de atención, regresa, se redescubre y renace desafiando una vez más las leyes de la física y la bondad. @
El amor que el mundo siente por el actor es tan puro como irónico. Tras esto, rápidamente salieron a la luz decenas de grabaciones anónimas en las que Keanu demuestra que las buenas acciones están al alcance de todo el mundo. En ellas aparece cediendo su asiento en el transporte público, reflexionando sentado en las calles, solo o acompañado de algún sin techo con el que compartía conversación bajo el sol de L.A., o haciendo cola bajo la lluvia para entrar en su propia fiesta (en la cual más tarde anunciaría
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Enganchados al caballo TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ
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En enero concluye una de las series más complejas y fascinantes de los últimos años, tras seis temporadas de dibujos feos, humor de trazo grueso, sobredosis, abortos y melancolía. Al fin sabremos qué futuro le depara a su deprimido protagonista.
¿
Cómo ha podido una serie de animación fea protagonizada por un caballo alcohólico cincuentón depresivo y misántropo convertirse en la serie del momento? Lo que en sus inicios, allá por 2014, parecía otra serie de dibujos con humor gamberro y escatológico, con más ganas de provocar que de profundizar, fue evolucionando hasta transformarse en una obra compleja y trágica que trata temas duros con más maestría y delicadeza que muchas series dramáticas. ¿Cómo es eso posible? Su creador es Raphael Bob-Waksberg, nacido en 1984 y cuyos resultados en el instituto no eran muy estimables, en parte debido a su trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Pudo canalizar su desbordante creatividad gracias a pequeñas producciones teatrales y en una de ellas conoció a una prometedora ilustradora llamada Lisa Hanawalt, cuya obsesión por los caballos le inspiró para crear al personaje. Juntos hicieron el webcomic Tip Me Over, Pour Me Out, y después él le ofreció ser la diseñadora del proyecto que estaba preparando para Netflix. Ella se convirtió en la diseñadora de producción y productora del show, y es quien le confiere ese estilo característico, aunque a muchos espectadores nos siga espantando su rollo feísta y desgraciadamente suponga una barrera de acceso para muchos. BoJack Horseman es un actor venido a menos que triunfó con una sitcom en los 90 titulada Retozando, una especie de Padres forzosos donde ejercía de figura paternal de un niño y dos niñas pequeñas. Ahora, a sus cincuenta años se autodesprecia y sigue viviendo de las rentas que le propició ese exitazo en una mansión en Hollywoo (sic). Él roba la “D” del
mítico cartel en un capítulo como muestra de amor hacia Diane Nguyen, una comprometida periodista que se encarga de escribir la biografía del actor, cuyo novio es un viejo rival de BoJack, Mr. Peanutbutter. También están por ahí Princess Carolyn, la agente del veterano actor y su voz de la razón, y Todd, un simpático vago y gorrón que vive con el protagonista en su chaletazo porque no tiene nada mejor que hacer y así se hacen compañía mutuamente. La serie presenta una galería de personajes rotos, egoístas e idiotas donde las dos mujeres son las únicas sensatas, adultas y responsables, aunque también tienen sus taras. ¿Y quién no? Hollywoo Blues. BoJack Horseman comienza con un humor zafio y muchas referencias al mundo del cine, pero con el paso de las temporadas se fue sofisticando y madurando hasta dejar esos dos elementos en segundo plano, aunque sin eliminarlos del todo. Los cinéfilos disfrutarán especialmente de sus cameos, chistes y pullas, muchas de ellas relacionadas con la actualidad que la serie critica y parodia sin tapujos. Como en la última temporada, cuando una veterana directora de cine independiente es contratada para una superproducción y su representante le explica: «Buscan a alguien que pueda hacer una película de superhéroes con un giro», a lo que ella le pregunta sorprendida: «¿Quieren que me encargue de ese giro?». Su respuesta es contundente: «No, el giro es que es mujer». Esa es sólo una de las muchas capas de la serie, pero su trascendencia va más allá y eleva la historia sin hacerla pretenciosa. BoJack es un ser 30
BoJack es un ser despreciable y egocéntrico que no pega ni golpe, consume todo tipo de sustancias y con relaciones superficiales.
despreciable y egocéntrico que no pega ni golpe, consume todo tipo de sustancias y sus relaciones son superficiales. Parece cómodo con su modo de vida, aunque sus tiempos de gloria pasaron hace décadas y ahora sea un simple one-hit wonder por una comedieta donde él era la estrella. Sus grandes carencias emocionales las suple con lujo, drogas y sexo. Para colmo, cuando al fin aparece una mujer interesante en su vida que no le quiere por su fama, resulta que está saliendo con otro actor al que odia. Y él no puede soportarlo. Diane es cínica e inteligente, cala rápido a BoJack y no se deja engatusar por él, aunque se establece entre ambos
un fuerte vínculo, que fructifica en la biografía que ella publica como escritora fantasma. Las memorias son tan bien recibidas que propician el retorno del actor al cine, en uno de esos comebacks al más puro estilo hollywoo(d)iense: protagonizando el biopic de un famoso caballo de carreras. El protagonista comparte rasgos evidentes con actores reales como Matthew Perry, el eterno Chandler de Friends, que sigue peleando con su alcoholismo, y aún más con David Duchovny aka Fox Mulder o mejor dicho Hank Moody. Podría considerarse Californication su pseudobiopic, y la obra de Raphael Bob-Waksberg guarda no pocas 31
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BoJack sería el resultado de una mezcla entre Matthew Perry, Hank Moody y Don Draper.
compañera de reparto de su nueva serie con la que se ha acostado en una escena realmente incómoda y que sirve como paralelismo con las prácticas de Harvey Weinstein que varias actrices denunciaron. Que una serie se atreva a mostrar estos hechos sin tapujos y hacerlo a través de su protagonista demuestra su osadía y compromiso. Y que trate temas como el aborto, las adicciones, la asexualidad o el racismo con gran sutileza pese a su humor grosero dice mucho de la sensibilidad de sus guionistas, muchas de ellas mujeres.
semejanzas con esa serie: protagonista golfo y trasnochado cuyo éxito artístico le superó y ahora malvive en un mar de excesos y autocompasión. El creador reconoce abiertamente otros shows que le han inspirado. Como todos, añora el poso triste y melancólico de las viejas temporadas de Los Simpson, que podía mezclarlo con su humor habitual. Los mismos autores evolucionaron la fórmula con Futurama, al dotarla de una continuidad que BoJack Horseman emplea, algo no muy habitual en comedias de animación. Justo en el espectro opuesto se mueve South Park, un referente ineludible para el autor pese a su falta de conexión entre episodios. La clásica e injustamente olvidada Animaniacs ya se atrevía a criticar la industria del cine desde dentro con humor desenfadado y canciones delirantes. También Archer, Daria y The Tick han ejercido diferente grado de influencia. El showrunner reconoce, sin embargo, no estar siempre de acuerdo políticamente con South Park. Y es que ese es otro elemento esencial en su serie, tal y como declaró en una entrevista al tocar El Tema: «Creo que la mayoría de gente que lucha por lo que podrías llamar “corrección política” no está luchando en realidad por la censura. Luchan por el autocontrol y para que la gente sea consciente del poder que tiene. Y creo que yo tengo mucho poder al estar haciendo entretenimiento popular. Creo que debemos ser cuidadosos con el arte que creamos». Por eso BoJack Horseman ha afrontado polémicas reales recientes como el escándalo de Bill Cosby, la posesión de armas e incluso el #MeToo en la quinta temporada. BoJack está a punto de ahogar a una
Depresión e incomunicación. Pero si hay otra serie con la que BoJack Horseman comparte temas y tono, aunque su creador no la mencione abiertamente, es Mad Men. A priori cuesta comparar al atractivo Don Draper con el desastroso caballo, pero ambos tienen muchos elementos comunes. Sendos personajes camuflan tras su apariencia de éxito y dinero graves problemas existenciales y son infelices, así que se refugian en el sexo y el alcohol, mientras se van destruyendo a sí mismos y a las personas que tienen a su alrededor, en algunos casos empujándoles al suicidio, la muerte o la sobredosis, como en uno de los más duros capítulos de la serie de Netflix. Don y BoJack se avergüenzan de su pasado, por eso ambos tratan de ocultarlo incluso a sus seres queridos y huir hacia delante. Su desapego nihilista a la vida
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hace que ambos tomen decisiones erróneas, se torturen y se regodeen en la pena. Por eso uno de los grandes temas de la serie es la depresión, como muestra una emotiva conversación que tiene con Diane en la terraza de su mansión: Diane: Eres responsable de tu propia felicidad, ¿sabes? BoJack: Dios, eso es deprimente. Diane: ¡No, no lo es! BoJack: ¿Soy responsable de mi propia felicidad? Ni siquiera puedo ser responsable de mi propio desayuno. Por si todo esto fuera poco, el show se atreve a llevar a cabo auténticas piruetas narrativas donde experimenta con el formato al emplear recursos poco convencionales, especialmente en un medio tan conservador como la televisión actual. Ahí está su famoso capítulo en silencio de la tercera temporada, para reflejar la incomunicación que
La serie trata temas complejos como machismo, racismo, aborto, depresión, adicción y asexualidad con delicadeza. sufre BoJack. O Stupid Piece of Sh*t, de la cuarta, donde está deprimido por la muerte de su madre y el proceso mental se nos muestra a través de un original monólogo interior lisérgico hecho con garabatos donde se enfada consigo mismo por muchas de sus decisiones que le han llevado hasta tocar fondo. El creador se inspiró en los cortos del realizador Don Hertzfeldt, especialmente Rejected. BoJack Horseman estrena ahora sus ocho últimos capítulos con los que termina para siempre. Pero el espíritu de la serie sigue presente en otras obras donde han trabajado sus autores. La que más ruido ha hecho es Tuca y Bertie, creada por Lisa Hanawalt, que ha sido cancelada repentinamente por Netflix y ha generado muchas discusiones. Sin embargo, la que realmente merece la pena es otra estrenada el pasado verano en Amazon: Undone, creada por el propio Raphael Bob-Waksberg junto a una de sus guionistas habituales, Kate Purdy. Con un estilo visual totalmente distinto, la miniserie cuenta en sólo ocho capítulos la emotiva historia de una joven que tras un grave accidente de tráfico tiene la oportunidad de revivir ciertos momentos del pasado y descubrir la verdad sobre la muerte de su padre. Despojada del humor zafio del caballo, Undone tira por su parte existencial para dar lugar a una obra fascinante y madura. Aún no sabemos cómo acabará BoJack, seguramente no muy bien, pero su espíritu se mantendrá vivo en obras como esta. @
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Fábulas mágicas y búsqueda de la identidad: la ficción multicultural de
Helen Oyeyemi TEXTO: ANA LLURBA
La narrativa de la escritora anglonigeriana Helen Oyeyemi es una licuadora de la que no salen insulsos smoothies veganos sino un potente batido calórico donde la confluencia entre la metaficción, el folclore, los cuentos de hadas y las paradojas de la multiculturalismo destilan un mundo personal y único.
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na niña viaja a Nigeria con su familia, donde se hace amiga de otra niña, que en su retorno a Londres la seguirá acompañando de una manera inesperada. La musa de un escritor de novela negra afecto a matar a sus personajes femeninos se materializa en su vida cotidiana y lo incita a una sugestiva aventura narrativa. Una antigua deidad yoruba se reencarna en una mujer cuyo sótano tiene dos puertas: una conduce a Lagos y la otra a Londres. Las vidas de tres mujeres de una misma familia exploran y subvierten con sus singulares experiencias los arquetipos femeninos de Blancanieves. Estas son algunas de las tramas del ecléctico y sorprendente mundo de Helen Oyeyemi. Un universo de ficción donde experiencias cotidianas como la búsqueda de la identidad, la inmigración, los ritos de paso de la niñez a la adultez, la maternidad o el proceso creativo son recreados con una combinación sorprendente de tradición y modernidad. Entre la mitología yoruba, el realismo mágico, los cuentos de hadas, la novela gótica, la comedia de enredos o la metaficción posmoderna, la ficción de Oyeyemi es una licuadora de la que no salen insulsos smoothies veganos sino un potente batido multicultural que destila un mundo personal, único. A pesar de contar con nueve títulos publicados, esta prolífica escritora anglonigeriana recién está empezando a ser traducida al castellano en los últimos años gracias a la labor de la editorial Acantilado.
De Nigeria a Reino Unido: el puente multicultural. Nacida en 1984 en Lagos, Nigeria, Helen Olajumoke Oyeyemi emigró con sus padres a Londres cuando tenía solo cuatro años. Su Nigeria natal no solo es uno de los países más poblados de África occidental, sino una cultura efervescente que no deja de generar nuevos autores. Desde las figuras prominentes de Chinua Achebe, Wole Soyinka (primer escritor africano que recibió un Nobel) y Ben Okri (conocido por su sugestiva hibridación de folclore africano y realismo mágico), una nueva generación de escritores expatriados trabajan desde los espejismos de la globalización, la crudeza de la realidad geopolítica y las huellas de la poscolonización. Entre trayectorias, estilos y temáticas muy diferentes entre sí, el éxito internacional de Americanah (Literatura Mondadori, 2014) de Chimananda Gnozi Adichie ha vuelto a poner las tensiones, las heridas y las cicatrices multiculturales en el mapa a través del llamado “afropolitismo”. Aunque Oyeyemi se mudó a Londres con su familia cuando solo era una niña y la tradición literaria anglosajona pesa mucho en su obra, al igual que sus contemporáneos expatriados, el legado de sus raíces culturales sigue latiendo en cada una de sus historias. Una pulsión precoz. Con una precoz pulsión por la narrativa, con solo dieciocho años, Oyeyemi terminó de escribir su primera novela, The Icarus Girl (2005) mientras estaba acabando el instituto. Una fábula sobre la búsqueda 35
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Aunque la tradición literaria anglosajona pesa mucho en su obra, el legado de sus raíces culturales sigue latiendo en cada una de sus historias.
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Cactus de la identidad y los traumas de la inmigración pero La consolidación. Con la publicación de El señor narrados desde tópicos góticos como el doppelgänger, Fox (Acantilado, 2014) su cuarta novela, y la primera el doble maligno, y las historias de fantasmas. Le traducida al castellano la apuesta formal de esta siguió The Opposite House (2007), donde con solo autora fue a más. Inspirada por El huevo de Barbazul veinte años se puso en la piel de dos protagonistas: de Margaret Atwood, Oyeyemi emprendió aquí Maya, una inmigrante cubana en Londres cuyo un artefacto novelesco que funciona como una embarazo despierta la acuciante necesidad de volver matrioshka, con diferentes historias dentro de una a su tierra; y otra mujer, Yemaya, una reencarnación historia marco, al estilo de Las mil y una noches. De de una entidad de la diosa yoruba del mismo nombre, esta manera, Oyeyemi subvierte la moraleja misógina quien vive en una casa cuyo sótano tiene puertas que de aquel cuento clásico, Barbazul, donde se condena comunican con Londres y Lagos. Sin embargo ¿cuál la curiosidad de la mujer. Y en la figura de un escritor es exactamente la relación entre Maja y Yemaya? acosado, literalmente, por su musa, explora géneros Gracias a la sutileza de Oyeyemi ambos personajes tan diferentes como la comedia de enredos o ciertos estarán unidos no por conexiones factuales directas sino por un Entre la mitología yoruba, el realismo juego de ecos, espejos y sugerencias, donde mágico, los cuentos de hadas, la novela la autora recurre a la gótica, la comedia de enredos o la mitología yoruba en metaficción posmoderna. Cuba y su sincretismo para resistir la persecución católica: la santería. Una religión que “disfrazó” los antiguos dioses yorubas con el santoral cristiano porque la única manera de que los dioses Lo que no es sobrevivieran en un país católico era disfrazados, tuyo no es tuyo escondidos en el panteón de los santos. (Acantilado, 2019) Así es como esta historia de Oyeyemi se pregunta es una sucesión de cómo los disfraces y las máscaras que asumimos los cuentos que nos expatriados, inmigrantes, nómades, afectan no solo la toman de la mano posibilidad de reconocerte en el espejo sino también y nos llevan de la de aquellos que se reconocían y se miraban a sí paseo por jardines y mismos a través de ti. La cuestión que gira sobre esta bibliotecas secretas. historia es el denominador común de gran parte de las historias de Oyeyemi: ¿Qué parte del yo queda cuando pierdes conexión con tus orígenes y con quienes te conocen desde siempre? Es una pregunta que acecha a todos aquellos (dioses y mortales) que dejan atrás su antiguo hogar. En su tercera novela, White is for Witching (2009), Oyeyemi retorna a un lugar familiar: casas con poderes “mágicos”, duelo, inmigración e historias de iniciación. Miranda, la protagonista, sufre de pica, un trastorno que la obliga a comer objetos extraños. Además, vive con su hermano gemelo y Gingerbread su padre viudo en una casa embrujada frente a un es su novela cementerio lleno de tumbas sin nombre. Después de más reciente que su madre, que trabajaba como fotoperiodista, es (Penguin asesinada en una misión en Haití, el padre de Miranda Random toma el control exclusivo de la casa ancestral de la House, 2019). familia en la ciudad costera del sudeste de Dover. Pero la casa, que posee su propia personalidad, tiene otras ideas. Asusta a los empleados e incluso insiste en narrar parte de la historia. Todo cambia cuando una nueva ama de llaves, una mujer yoruba llamada Sade, con tatuajes tribales en la cara y que practica juju en la cocina, no se asusta.
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guiños al realismo mágico. A esta le siguió Boy, Snow, Bird (Acantilado, 2017) donde una sugestiva reelaboración desde el realismo psicológico de las relaciones entre personajes arquetípicos como reinas, princesas, brujas y hadas madrinas late en la superficie sugestiva de un sutil juego de espejos e identidades. La búsqueda de la identidad a través de símbolos arquetípicos de la mitología, los cuentos de hadas, como espejos, casas encantadas, brujas malvadas o llaves que conducen a jardines mágicos es recurrente en su obra. Esto también se cumple en su último libro traducido al castellano Lo que no es tuyo no es tuyo (Acantilado, 2019), el cual consiste en una sucesión de entretenidos cuentos que ofrecen llaves a historias dentro de historias que nos toman de la mano y nos llevan de paseo por jardines y bibliotecas secretas. Ese es el caso de Libros y rosas, la historia que abre este libro y que está dedicado al mítico editor catalán Jaume Vallcorba. Con la tradición popular catalana del día de Sant Jordi y el edificio de La Pedrera como escenario, Oyeyemi no solo nos ofrece una fábula sobre secretos familiares y conyugales sino una especie de mapa, de manifiesto, de guía, para acceder a toda su obra a través de este cuento paradigmático. A este le sucederán otras historias en torno a llaves y secretos que desvelarán desde mágicas epifanías donde marionetas adquieren vida como en ¿Tu sangre tan roja como ésta?, hasta refractar oscuras experiencias de violencia sexual donde resuenan los ecos del #MeToo como en la afiladísima No solo de disculpas vive la mujer. En este relato en singular, la autora demuestra que la aparente ligereza, sobriedad e ingenuidad de su narrativa “mágica”, en realidad recurre a la suspensión de esa experiencia consensuada que entendemos como “realidad” para sumergirnos con más profundidad en ella. Con la reciente publicación de su sexta novela, Gingerbread (2019), Oyeyemi sigue prometiendo desde los títulos que esa sentencia tan repetida, “Érase una vez” puede ser desmontada con la inquietud de narradora relojera que espolea a esta autora una y otra vez. En este caso, con una referencia a la siniestra casa de dulces de Hansel y Gretel. Esta escritora pertenece a una genealogía en donde resuenan los nombres de la británica Angela Carter y su paradigmático La cámara sangrienta (Sexto piso, 2014) así como la Atwood revisionista de Penélope y las doce criadas o El huevo de Barbazul, tradición a la que Oyeyemi les suma los bucles y juegos de espejos de la metaficción posmoderna y las paradojas de la identidad en una sociedad multicultural, de las violencias silenciosas de la inmigración, el racismo y el desarraigo. Por todo eso, Oyeyemi es una escritora de ingenio y coraje, cualidades que le aseguran que continuará construyendo sus propios sueños, libre de las modas, las tendencias y las restricciones del género (sexual) y los géneros (literarios). @
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No sé si este retortijón compensa la visita
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Un breve ensayo ilustrado sobre acercarse desde la intuición al Arte Contemporáneo, escrito e ilustrado por Klari Moreno.
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lguien, un espectador/a entra en una exposición cualquiera. Probablemente esa persona, visitante medio de una sala de Arte, entre en ese lugar buscando algo: sorprenderse, aprender, consumir conocimientos, pasar el rato o matar el tiempo. En la gran mayoría de exposiciones de Arte Contemporáneo, ya sean espacios públicos o privados, sabemos que encontraremos una serie de elementos que nos hacen reconocer dónde estamos: cartelas, cuadros, instalaciones, esculturas, vídeos, un determinado silencio, auxiliares de sala, notas de sala y un tanto de otras cosas que nos sitúan, física y psicológicamente en una exposición. Todo ese compendio de atmósferas y elementos son escenarios más o menos pedagógicos de encuentros de ideas, belleza y ensimismamientos, a veces de duelo personal o simplemente un espacio de indiferencia. Pero en todo caso, lo que sabemos como público es cómo comportarnos en este contexto. Como mediadora cultural, artista y público de un contexto artístico como el de las ciudades de Madrid o Bilbao me pregunto sobre los públicos, sobre qué opina el imaginario colectivo de estos y el cómo deben acercarse a las obras de Arte. El limbo laboral desde el que me sitúo me hace ver las cosas desde un conocimiento situado particular, el de una persona que cuando crea piensa en esa masa compleja llamada público, que sin ella no tendría sentido ninguna de sus facetas laborales. Me interesa saber qué dice Google de esto a través de las imágenes y escribo en el buscador “visitante de un museo”: grupos de personas bípedas, de pie observando cuadros y esculturas. En su mayoría son personas blancas adultas (aunque entre las primeras imágenes figura un grupo escolar) mirando cuadros y objetos en museos como podrían ser el MoMA, Guggenheim o el Reina Sofía. Cambio la búsqueda: “público raro de un museo” y resulta que el público raro de un museo es el no-público (esto me produce un ligero cosquilleo en el estómago porque a veces fantaseo con la idea de hacer cómics o visitas guiadas para marcianos o seres extraños con los que no sabemos cómo relacionarnos. Respiro, porque eso en el fondo es el público en general). Eso sí, mutan las paredes, se cambia el cubo blanco por la pared repleta de artefactos extraños, objetos parecidos a los de un museo de los horrores. Me llama la atención la imagen de una mujer tirada en el suelo con el jersey en la cara en una sala iluminada con una luz amarillenta que podría recordar a la del salón de una casa en la campiña inglesa. Espacios acogedores y cálidos vs. cubo blanco. Lo que ocurre cuando escribo en el buscador “público de un museo de arte contemporáneo” es que no hay personas hasta la imagen 20. Siento un desasosiego profundo al reconocer que en el fondo, el Arte Contemporáneo, no tenemos ni idea de para quién lo estamos produciendo y mediando. Yo soy buena hija de mi generación, esa en la que nos hicieron creer que estudiar lo que te gusta no te va a sacar de pobre pero sí de infeliz, esa promesa deja bastante que desear. Siento un retortijón que me recorre medio cuerpo. Entro en el despacho de la biblioteca de la facultad de Bellas Artes de Madrid y veo un póster de una Fina Miralles plantada
Fina Miralles
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como un manzano joven en medio del campo. Fresco, firme y tieso. Desafía con la mirada y el porte a un mundo al que va a dar muchas manzanas. Leo esta imagen como un acto humorístico, como un acto reivindicativo, como una necesidad de echar raíces en un lugar que hasta ese momento no le correspondía. Entonces recuerdo a la misma Fina Miralles siendo entrevistada por Laura Corcuera contando cómo sus primeras acciones eran fruto de la intuición, performaba sin saber lo que estaba haciendo, simplemente había una necesidad de desprenderse de las artes clásicas académicas y generar otro tipo de reflexiones desde el Arte. Ella no sabía que eso era performance. Me la imagino con la misma ansia imperiosa de alguien que se come un plato gigante de lentejas o como alguien que se hace una paja que lleva conteniendo mucho tiempo: necesita hacerlo, no sabe muy bien por qué lo hace ni a dónde le llevará, pero lo necesita. Me pregunto si esa mujer tirada en el suelo en un Museo Extraño sentía la misma necesidad como público de experimentar la exposición. Yo creo que, claramente sí. «Soy Pilar Albarracín. Me he perdido. Si me encuentras, llama al teléfono (…). Ayúdame». La artista sevillana se embute en un abrigo de piel y mira a cámara. Observo la pieza una y otra vez, ese folleto pegado a la pared de la sala de Tabacalera en Madrid con un celo y pienso que esta imagen apela al público que se ríe como diciendo: «Pilar, yo también estoy perdida, ayúdame tú». A veces el Arte tiene la capacidad de convertirse en ese horóscopo
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que elabora preguntas y da respuestas que solo llegan gracias a una intervención externa. Aunque la lectora se esté imaginando a un becario escribiendo en la redacción de una revista de moda, sabe que en esa consecución de ideas generalistas hay un algo que de otra manera no se es capaz de asimilar. El Arte contemporáneo tiene su propio lenguaje y podemos acceder a él de un modo explosivo, personal, acercándonos con unos códigos particulares a nuestros pensamientos más recónditos. Me encuentro delante de la obra, un grupo de diez mujeres jubiladas hacen un semicorro y me miran impacientemente esperando a que hable. Fuerzo un silencio incómodo, nos miramos, espero algo de ellas, ellas esperan algo de mí. Algo falla cuando el público demanda una explicación y la mediación cultural es precisamente lo que no suele querer ofrecer. «Qué significa» o «qué es lo que quiere expresar la artista» son quizás las frases más escuchadas por las mediadoras culturales, y cuando las que preguntamos somos las mediadoras, el público desconfía. Es bastante extendida la costumbre de acercarse a una cartela antes de observar una pieza en una exposición, o acudir a ella tras observar una obra-incógnita que parece tratar de lanzarnos un acertijo. Existe una tendencia general a buscar en las obras respuestas más que preguntas, se demanda más la propuesta política que cuestiones que desencadenen en el público conflictos y temáticas no cerradas. Se demanda sorpresa, pero no demasiada. El público tendemos a vivir una comodidad de las medias tintas.
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«Sin disminuir la importancia de las obras, los invitamos a usarlas como puntos de partida y estímulos para explorar los temas que crean un terreno común entre los estudiantes y los artistas». Luis Camnitzer «¿Qué significa? ¿Qué es lo que quiere expresar la artista?», a mi grupo de señoras curiosas respondo que sinceramente, no tengo ni idea. Puedo contar cómo se elaboró la obra y probablemente se queden más tranquilas. Pero no sé si quiero utilizar mi odioso estatus de experta y desperdiciarlo, despachando una conversación estupenda. Hay un montón de preguntas que puedo hacer a mis queridas señoras que nos pueden llevar a una conversación profundísima que variaría dependiendo del público, de la mediadora, de cómo está curada la exposición, el clima en la sala... una serie de factores que hacen que la experiencia y la reflexión sobre una obra muten y esta no se estanque en el ser mirada. La maldita dictadura de la mirada me repatea. Hoy he desayunado tostadas, el frío me atraviesa y esta mañana odio a todo el mundo. Pero yo a estas señoras curiosas las adoro. Martí Manen plantea en Salir de la exposición (si es que alguna vez habíamos entrado) cómo en el white cube el texto (información) y la obra se conciben como dos elementos complementarios sin dejar de ser eso, elementos separados que olvidan que la obra en sí misma ya es información. La obra de Jorge Molder puede ser una gran aliada para quitarle recursos a esas cartelas explicativas: el artista y filósofo portugués no se siente cómodo hablando ni explicando el contenido de sus piezas. Molder pone la cartela y al público en crisis. Me pone a mí en crisis como trabajadora, mediadora y profesional con retortijones. Cuando el texto en una exposición no es clásicamente informativo, ¿qué papel tiene la nota de sala?, ¿y el personal que trabaja en una exposición?. Vagamos entonces por las salas con cierta incertidumbre. Cuando la artista no quiere explicar y deja a disposición de la propia obra ese trabajo nos deja el trabajo de elaborar discursos, narrativas, invenciones, dar trabajo a la intuición.
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«Pero el ‘desconocimiento’ del artista (que hace eco, pero no es necesariamente idéntico, al propio ‘saber sin-saber’ del público) no debe confundirse con ignorancia: es un impulso generativo y productivo que impulsa el deseo de comunicar, es lo que atrae a artistas, curadores y su público a un mismo lugar». Raqs Media Collective Mônica Hoff nos anima a entender el Arte y la pedagogía como ámbitos permeables y usa palabras como “intuición” o “salvaje” para describirlos porque entiende el aprendizaje como un proceso inestable y no lineal. Desde el anarquismo epistemológico se defiende un aprendizaje en el que la ciencia o la información obtenida a través del método científico no sea la única información válida, teniendo el todo vale como punto de partida y dando valor a la imaginación (u otros valores que en Occidente se menosprecian respecto al método científico). Hoff nos propone una institución que presta atención a la curiosidad y la intuición, y que pone en valor aprendizajes experienciales y desordenados. Entiendo que esas experiencias que se producen en el Arte funcionan como preguntas que la obra lanza al público. El público responde y rara vez el artista conoce esta respuesta. Quizás tampoco sea necesario que el artista sepa lo que el público le devuelve, porque precisamente uno de los factores que explican la magia del Arte es la belleza que reside en las incertidumbres: charlar, reflexionar, disfrutar, sufrir... y no llegar a comprender lo que estás observando no solo con la mirada. Pero sobre todo, sobre todo, tener la decencia de desenredar ese nudo que se te ha creado en el estómago y saber decir: «no lo sé». @
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Tendiendo puentes DEATH STRANDING Y LA COMUNICACIÓN TEXTO: EVA CID
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Death Stranding es uno de los lanzamientos más esperados del año y el título más personal de Hideo Kojima hasta la fecha. Una obra atrevida, con tintes experimentales, pero también con luces y sombras.
EN EL TERRENO DE LAS GRANDES PRODUCCIONES, o el despliegue de habilidades asombrosas tan por definición, suele haber poco margen para la presentes en juegos de entornos similares. Death experimentación. Tras la inversión que precede Stranding, en cambio, pone su territorio al servicio a cada AAA, se adecúa el diseño a unos ciertos de una experiencia pausada y contemplativa. Sam estándares rentables y se espera que el producto “Porter” Bridges (Norman Reedus), el protagonista, resultante abarque todo el público que sea posible es un hombre normal, y esa normalidad en el dentro del target objetivo. Por este motivo hay que comportamiento del avatar se destapa como una de reconocer la valentía, tanto de Hideo Kojima como las proezas técnicas y uno de los hitos narrativos de todas las personas que han confiado en él, a la del año. Death Stranding hace muchas cosas bien, hora de plantear una superproducción tan singular pero la primera de todas ellas es convertir el y tan poco parecida al grueso de videojuegos que acto de caminar en algo jugablemente complejo, pueden englobarse en su misma categoría. Death narrativamente relevante. Stranding, coproducido El último título de por el gigante Sony, Hideo Kojima comparte ha apostado por con los Death Stranding se asienta sensibilidad un planteamiento llamados walking cómodamente en un atrevido, con tintes simulators, videojuegos experimentales y que es que, desde un talante cruce de caminos entre la muy difícil de encasillar, contemplativo, tratan de tradición, lo experimental aunque los referentes de explorar la vertiente más y la ciencia ficción los que bebe estén más o narrativa del medio por sobredimensionada. menos claros. derroteros alejados de la Death Stranding acción en su sentido más juguetea con elementos tradicional. Partiendo de diferentes géneros y se asienta cómodamente de esas ambiciones narrativas, de ese talante en un cruce de caminos entre la tradición, lo sosegado, Death Stranding se apodera del término y experimental y la ciencia ficción sobredimensionada lo traduce en una forma particular de relacionarse que tanto le gusta al creativo japonés. El último con el entorno, donde el concepto de conexión está título de Hideo Kojima echa mano de una presente a nivel mecánico y narrativo. El vínculo arquitectura sandbox, o de mundo abierto, en la que entre el avatar y el terreno físico que transita es inserta unas dinámicas de juego que poco tienen fundamental para la historia que el juego nos cuenta, que ver con la acción desenfrenada, la velocidad pero también lo es para la forma en la que jugamos. 44
Las cosas no serán tan fáciles para Sam como ir de un sitio a otro repartiendo paquetes. Por desgracia, hay quien no comulga con esta idea de la reconstrucción del país y defiende un sistema algo menos ordenado: desde bandidos nómadas dedicados al pillaje, que intentarán robar las cargas que transporta Sam, o un grupo terrorista separatista llamado Homo Demens, comandado por un enmascarado Higgs (Troy Baker), que se opone a la existencia misma de las Ciudades Unidas de Norteamérica. Al lado de Sam Bridges estará gente como Deadman (Guillermo del Toro) o DieHardman (Tommie Earl Jenkins) para orientarle y ayudarle en su cometido, pero también Fragile (Léa Seydoux), una joven que dirige otra empresa de reparto con su mismo nombre y cuyo camino se cruza con el de Sam en cierto punto de la aventura. Pero la mayor dificultad a la que tendrá que enfrentarse el protagonista durante sus caminatas por el páramo son los Entes Varados, una especie de espectros que parecen atrapados en algún lugar intermedio entre este mundo y algún otro, y que se representan vinculados a una intensa lluvia que corroe todo lo que toca. La noción de conectividad es una constante que vertebra la aventura en prácticamente todas las capas que la componen. La reconexión de todo un país que vive en una diáspora subterránea, el contacto del propio Sam con la tierra que pisa, o la conectividad de los jugadores a través de la cooperación y los objetos compartidos. La comunicación, la conexión entre personas, es uno de los grandes temas de Death Stranding y aquí se representa como uno de los factores indispensables para que exista una sociedad con ciertas garantías. Un tema, el de la comunicación humana, que el autor japonés ha tratado, al menos tangencialmente, en varios de sus anteriores videojuegos. El propio Hideo Kojima afirmó que su último título tarda horas en ser divertido, y sin embargo lo más memorable del mismo ocurre, muy probablemente, en su inicio, en esas primeras horas de contacto con sus peculiares volúmenes, con las insólitas texturas de su anatomía, con el extraño lenguaje que emplea para comunicarse. Death Stranding es un juego que brilla más por la suma de sus pequeños momentos memorables que por un conjunto que termina resultando algo irregular. Pero la propuesta es tan extraña, tan singular, que merece la pena el viaje. @
La fisicidad del terreno, el peso de Sam a la hora de moverse, son piezas esenciales en el funcionamiento de la maquinaria general. El objetivo al que nos enfrentamos en el juego es el de reconectar un país asolado por una catástrofe de la que, en principio, no sabemos casi nada. En este panorama arranca la historia de la mano de Sam Bridges, un mensajero que trabaja en las Ciudades Unidas de Norteamérica, el nombre que reciben los actuales Estados Unidos en el universo ideado por Kojima. Su función es la de ayudar a la actual presidenta, Amelie (Lindsay Wagner), y a la empresa/gobierno que esta preside, a recomponer el país mediante la entrega de suministros por los diferentes asentamientos subterráneos, pero sobre todo interconectando la nación, o lo que queda de ella, mediante un novedoso sistema de telecomunicaciones parecido a una red social denominado La Red Quiral. 45
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MOSA #39 01–02_2020
Distopía gris y naranja TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ
¿Harto de tu vida aburrida y alienada? Mosaic nos plantea una fábula moderna en una ciudad opresiva donde la única luz la aportan los teléfonos móviles y un extraño pez parlante. ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A PROTAGONIZAR distopías en muchos videojuegos donde nos convertimos en el héroe fuerte y violento que gracias a sus poderes y armas logra derrocar a los malvados líderes totalitarios y salvar el mundo. Pero eso no es más que otra vuelta de tuerca a las fantasías de poder adolescentes habituales. El reciente Mosaic propone un acercamiento más crudo y realista a una sociedad gris y anodina, más próximo a 1984 que a Half-Life. Aquí no hay monstruos ni violencia explícita, sino algo más real con lo que cualquiera puede empatizar. El protagonista se despierta cada día a la misma hora para ir al curro con un pijama que en realidad es su uniforme de trabajo, esa segunda piel de clase media; camisa blanca y corbata. Así empieza el juego y así comenzamos diariamente nuestra aventura. Aunque de aventura tiene poco ya que es más bien aburrida. Como la vida misma. No sabemos nada del anónimo protagonista y nuestra primera acción, además de apagar el despertador, es abofetearnos para despejarnos. Luego toca ir al baño para peinarnos, ponernos bien la corbata y limpiarnos los dientes. Su pequeño
apartamento está tan vacío como su nevera. Podemos matar el tiempo viendo un poco la tele o usando el móvil que siempre llevamos encima, como debe ser. Lo mismo nos sirve para leer las noticias, ver el pronóstico del clima o consultar nuestra maltrecha cuenta bancaria que para ponernos a jugar a BlipBlop. Es un sencillo juego en el que únicamente debemos pulsar la pantalla a toda velocidad para conseguir Blops que podemos canjear al ir subiendo de nivel y aumentar nuestro “prestigio”. Se trata de una parodia de esos repetitivos clickers que tanto proliferan en teléfonos y tiendas de aplicaciones. Productos sin sustancia que buscan que desconectemos nuestro cerebro a base de mecánicas inexistentes, sonido simpáticos y abundantes recompensas que nos 46
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gratuito de 2009 que su autor definía como «un juego sobre alienación y la negación al trabajo». Con sus gráficos 2D en escala de grises nos planteaba a un oficinista aburrido que hacía todo lo posible por evitar ir a su empresa para escapar de la rutina. La nueva obra de Krillbite Studio se inspira en aquel en fondo y forma, al dar más importancia a la parte narrativa que jugable. Mientras el laureado Inside nos planteaba otra oscura distopía desde los ojos de un niño y debíamos ir superando todo tipo de puzles con diversas mecánicas, Mosaic opta por una experiencia narrativa y atmosférica sin apenas diálogos. El ambiente opresivo y desasosegante nos obliga a seguir las órdenes como un autómata: salir de casa, coger el ascensor, revisar el correo, viajar en metro y vuelta a empezar. Vivimos todos los días lo mismo. Un repetitivo bucle donde sólo somos un engranaje más, otro ladrillo en la pared. Por eso, cuando el segundo día frente al espejo del baño, aún somnoliento, aparece un extraño pez naranja que nos habla, más que sorpresa y desconcierto, supone una auténtica liberación. Podemos hacerle caso o tirarlo por el váter, pero esa surrealista nota de color hará que nos empecemos a cuestionar nuestra triste situación y Un acercamiento crudo a replantearnos las cosas. a una sociedad gris y ¿Era real o un sueño? Mosaic es, ante todo, anodina, más próximo a una reflexión sobre la 1984 que a Half-Life. vida y la sociedad actual. Una pesadilla real que todos conocemos de una forma u otra. Un tipo de historia deprimente más propio de la literatura o el cine que de la testosterona de los videojuegos. Alienación, tedio, aislamiento y monotonía se dan la mano en un título sorprendente y con aspiraciones loables, pero al que le falta punch. Pretende abarcar demasiado e incluso se atreve con su propio Tinder para buscar pareja (hombre o mujer), creado también por la malvada megacorporación para la que trabajamos. Su estupendo diseño visual, animan a continuar girando en la rueda del hámster su uso del montaje para acelerar algunas tareas gracias a la adicción que generan. Sus creadores han cotidianas que desempeñamos cada día y los llevado su metabroma un paso más allá y ofrecen geniales carteles motivacionales que decoran la gran BlipBlop gratis en la AppStore y Android. ciudad dormitorio donde habitamos demuestran el Sin motivación y con el estómago vacío debemos talento de sus autores, aunque se echa en falta más ir a trabajar a Mosaic, la gran corporación que profundidad. Solemos combatir a cientos de zombies nos paga un mísero sueldo a fin de mes. Su slogan empresarial lo dice todo: «Gran tecnología, gran gente en los videojuegos a base de disparos, pero aquí esas criaturas no buscan matarnos, sino que son y gran visión es la fundación de nuestra compañía y nuestros vecinos, compañeros de metro y de trabajo. de la sociedad moderna que estamos construyendo Y nosotros somos uno más. Hasta que el extraño pez por un futuro más brillante». Un mensaje sectario naranja nos propone romper la rutina y empezamos a que lo mismo podría servir para Facebook, Google, toparnos con pequeños detalles de color en nuestra Disney, Iberdrola o Ingsoc, el partido que gobierna vida gris. Será decisión nuestra aferrarnos a esa en 1984. Mosaic recuerda poderosamente a Every pequeña esperanza o arrojarla por el desagüe. @ Day the Same Dream, un breve título independiente 47
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Catorce dimensiones en un mismo hiperespacio TEXTO: MIKEL GIL
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Beck ha regresado en su versión más excéntrica en Hyperspace, un disco producido por Pharrell Williams donde canaliza sus armonías a través de ritmos urbanos actuales
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eck Hansen siempre se había movido como pez en el agua al interpretar las músicas del delta del Misisipi: guitarra, voz, slide y una tremenda capacidad para improvisar letras. Pese a haber mamado country desde niño, era un tipo demasiado extravagante para el género. Solo tenía sentido si se acercaba a él desde la ironía. Tras ver actuar a la banda residente de uno de esos bares de madera de Los Ángeles, fue a hablar con el que tocaba el pedal steel y le propuso pasarse por el estudio donde estaba grabando el Stereopathetic Soulmanure (1994), a las afueras de la ciudad. Quedaron al de un par de días, y antes de ir a recogerle, Beck se dio cuenta de que realmente no tenía ninguna canción adecuada en su repertorio para meter un lap steel. Así que cogió la guitarra, y en una hora armó un puñado de acordes para una canción que luego se conocería como Rowboat, una pieza de country rústico sobre un oscuro desamor. Algo le vio Johnny Cash a la pieza para que se retrotrajera a los años 60 y sus composiciones rodeadas de malditismo y abuso, así que se la cogió prestada a Beck para abrir su disco Unchained. El lanzamiento por parte de la discográfica indie Flipside de Stereopathetic Soulmanure, que se había comenzado a grabar en 1992, se retrasó hasta
finales de febrero de 1994. Curiosamente, solo una semana después publicó Mellow Gold —ya bajo sello major—, que contaba con un petardazo internacional en su lista de canciones: Loser, esa por la que Beck lleva veinticinco años peleando contra la sombra del one hit wonder. Una mezcla de guitarra slide, loops de percusión, voces rapeadas y letra autoridiculizante: perfecto para un recién llegado a la industria de veinticuatro años. Una decena de discos después, depender de Loser ya no tiene que sonar tan apetecible para el asentado Beck de cuarenta y nueve. Desde aquel hit, su carrera ha divergido en una miríada de géneros que se pueden, en realidad, englobar en apenas tres ramas principales. Está el Beck guasón, el ocasional rompe-guitarras —aquella pobre no tenía la culpa al final de Loser en el festival 48
de Reading de 2003, después de que el músico se adelantara sin querer un compás entero respecto al resto de la banda y a la claqueta en el estribillo—. Está el Beck triste, que Lo petó con Loser y lleva va desde la íntima Rowboat al álbum dominical Morning Phase de 2014, veinticinco años peleando pasando por todas las baladas con contra la sombra del one hit arreglos orquestales imaginables —por wonder. destacar una, la preciosa Ramona que puso en boca de Michael Cera en Scott Pilgrim contra el mundo—. Si estas dos son la tesis y la antítesis, hay una El disco arranca fuerte en sus pretensiones de síntesis que se extrae de trazos de las anteriores, sonar lustroso y radiable, como se comprueba en sacada a relucir con lentejuelas. Este es el Beck Uneventful Days. Riesgos los justos, ya que el primer que homenajeaba a Prince en Midnight Vultures, y single extraído fue Saw Lighting, que nos recuerda también el que ha aparecido en Hyperspace (2019), su que, a pesar te todos los esfuerzos y desviaciones, último trabajo, dos años después del festivo Colors. Beck sigue siendo aquel de los slides sampleados y Posa delante de un coche ochentero en una portada los «hey, hey, hey». Una percusión diseñada a partir saturada de color, más cegado que saludando. El de la renovada —por el trap— caja de ritmos Roland título está escrito en alfabeto katakana japonés. Todo 808 es el aporte de Williams para enseñar al mundo: ello suma en una estética retrofuturista que recuerda «¿Recuerdas a Beck? Ha vuelto, en forma de chapas». a una versión ligera del vaporwave. En Die Waiting se hace gala de pura indietrónica que recuerda a artistas europeos como Dan Croll, Portátil y Soundcloud. En una entrevista reciente con sus estribillos sencillos y sus armonías vocales para NME, el artista reflexiona sobre su proceso de composición: «Habría medrado en un momento como reverberadas. Chemical es sin duda uno de los cortes destacados el actual. Estaba creando muchísima música y me del disco: puro R&B contemporáneo al ritmo en limitaba no disponer de equipo para grabarme. Me semifusas del charles, que crea esa especie de habría encantado tener un portátil y Soundcloud». sonido de cigarra que ahora se usa en el trap o en No es extraño imaginarse a un Beck adolescente Ariana Grande. Se supone que este es el disco de cacharreando en su casa con los loops y samples Beck que llega tras la ruptura con su mujer, Marissa que se escuchan en sus discos de mediados de los noventa, pero ¿qué hay del Beck del momento actual? Ribisi, quince años y dos hijos después. Pero no es lugar para que el artista plasme su pathos estilo ¿No tiene ahora un ordenador y Soundcloud a su cantautor. Beck teme que, si impregna las canciones disposición? No hay que culparle, cualquiera con su de experiencia vital, su música se enturbie. Prefiere contrato discográfico se acomodaría en legar labores nadar en la vacuidad de un «I’m so high/ love is a de ejecución a productores escogidos a dedo. chemical/ start it, start it again». En este caso, el elegido ha sido el cantante y Stratosphere y Dark Places tienen un espíritu productor —de éxito en la última década— Pharrell mucho más setentero, la primera con ecos de Pink Williams. Se iba a quedar para una canción, pero al Floyd —doble sentido intencionado— y a la segunda final acabó haciendo los casi cuarenta minutos de con Electric Light Orchestra. Dentro del universo disco. Si con Colors Beck nos quiso llevar al centro de lírico plastificado, queda un poco desencajada la la pista de baile, con Hyperspace nos ve con los pies alusión a la heroína que hace Beck en Stratosphere. doloridos, así que nos acomoda en una silla junto a Son pequeñas pinceladas en forma de verso, diluidas una piscina iluminada de algún jardín de la etérea en el mar de levedad de sus canciones. La estrofa California, margarita en mano. que cierra Everlasting Nothing, a su vez vagón de cola del álbum, reza: «Nowhere child, keep on running/ in your time, you’ll find something/ in the everlasting nothing». Pareciera que Beck se habla a un yo más antiguo, diciéndole que en esa inmensidad en la que se ha convertido su carrera artística, catorce discos después, algo ha conseguido materializar en el espacio, el tiempo y la percepción. @ 49
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Agenda Cactus Ene—Feb 2020
Residence
Ambigú
Barrainkua, 1. Bilbao CADA MIÉRCOLES 21:00
Irish Folk Sessions
Vía de fuga Gordoniz, 5. Bilbao. SÁB 18 ENE 22:00
Concierto: Rusted SÁB 25 ENE 22:00
Aperitivo italiano con Félix Daniel
VIE 17 ENE Ritchie roughtone & Friends
Bilbaoarte
SÁB 18 ENE PEONKURTZ
Urazurrutia, 32.
VIE 24 ENE DJ NASH
DEL 27 AL 30 ENE 17:00 - 20:00
Fabricación digital en el MediaLab de BilbaoArte Taller impartido por Jon Bilbao. 50€ (artistas residentes y usuarios BilbaoArte 50% descuento)
Kenji Mizoguchi, el cineasta que respetaba a las mujeres
SÁB 25 ENE MR. KLIN VIE 31 ENE DJ HECK
Konpartitu Pedro Eguillor Plaza, 2. Bilbao. www.konpartitu.com
Ciclo de cine. VOSE. Entrada libre
JUE 16 ENE 19:00
SÁB 1 FEB 22:00
10 Y 13 ENE 19:00 Las hermanas de Gion
Concierto: Gartxot Unsain
17 Y 20 ENE 18:30 Historia del último crisantemo
Club de lectura: Música en 1853. La biografía de un año
JUE 13 FEB 21:00
Yogurinha Borova
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San Vicente, 5. Bilbao.
MAR 25 FEB 21:00
23 ENE 19:00 Los 47 samuráis (1ª parte) 24 ENE 19:00 Los 47 samuráis (2ª parte) 27 ENE 17:00 Los 47 samuráis (1ª y 2ª parte) 31 ENE 19:00 La señorita Oyu
Poesía: Ángelo Néstore (Zinegoak)
Coordina: Patricia Sojo 10 € (gratis para socios Konpartitu) MAR 21 ENE 10:30 HASTA 24 ABR
Curso: Apreciación cinematográfica I Imparte: Mariano Jiménez Consultar tarifas en la web MIÉ 22 Y 29 ENE 19:30
Curso: La nueva objetividad. La Escuela de Fotografía de Düsseldorf Ponente: Begoña Zubero Entrada libre JUE 23 ENE 20:00
En Palacio Euskalduna: Orquesta Sinfónica de Euskadi. Jennifer Johnston, mezzosoprano, Corby Welch, tenor. Precio especial para socios
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La escuela de los tres tiempos del cine CURSO 2020-2021 Abierto el plazo de admisión
Elías Querejeta Zine Eskola es un centro internacional de pensamiento, innovación pedagógica, investigación y práctica experi-
mental. Una propuesta radical de transformación vital y profesional a través de los tres tiempos del cine: pasado, presente y futuro.
TRES PROGRAMAS DE POSTGRADO ARCHIVO -
ción y preservación del patrimonio cinemato-
COMISARIADO Conceptualización, desarrollo y gestión de proyectos curatoriales
CREACIÓN Práctica experimental, exploración de nuevos lenguajes y materialización de una voz propia
Con la participación de:
Más información en zine-eskola.eus | info@zine-eskola.eus / (+34) 943 545 005