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Vida light desregulada en el financierismo inmobiliario global

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Ven conmigo al mar

Ven conmigo al mar

Por: Elsa Ruiz

Los procesos de globalización contemporáneos no son sólo económicos, sino que también comprenden aspectos culturales, políticos y sociales de diversa índole: maximización del beneficio, deslocalización, celebración del desmantelamiento del Estado de Bienestar, individualismo, competitividad (Reguillo, 2002). Z. Bauman (2004:20) plantea que para que el poder fluya, el mundo debe estar libre de trabas, barreras y controles. Los poderes globales están abocados al desmantelamiento de las redes sociales, en nombre de una mayor y constante fluidez, que es la fuente principal de su fuerza y la garantía de su invisibilidad. Y el derrumbe, la fragilidad, la vulnerabilidad y la precariedad de los vínculos y redes humanos, permiten que esos poderes puedan actuar.

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En lugar del topo, que era el símbolo de la sociedad disciplinaria, y que no puede soportar esta apertura, surge la serpiente. La serpiente no se mueve en espacios cerrados, ella delimita el espacio a partir de su movimiento. Este es el animal de la sociedad psicopolítica neoliberal. Hemos pasado de un animal a otro, del topo a la serpiente. ´ Ya no estamos ante el par “individuo–masa”. Los individuos han devenido “dividuales”3 y las masas se han convertido en indicadores, datos, mercados o “bancos” (Deleuze, 1990: 281).

3 Quiere decir que la subjetividad que se produce es divisible, pero que al dividirse, no cesa de cambiar de naturaleza.

Cristina Corea (2005:43) señala que el debilitamiento de los antiguos grupos sociales y del Estado-nación, remite al resquebrajamiento de las subjetividades que se producían en ese contexto, pues ´hablar de agotamiento de las instituciones es aludir a una 8 pérdida: precisamente, la capacidad de instituir; las instituciones han devenido impotentes en su centenaria capacidad de producir reglas, sentido, lugares de enunciación y de resolución de los conflictos. La crisis del Estado de Bienestar, que es garantizar colectivamente la supervivencia digna de todos los individuos, puso en evidencia la necesidad de rein-

ventar la ciudadanía y el gobierno y da lugar a la expresión de una sociedad multicultural4.

4 Al neoliberalismo fue funcional el culturalismo. Se reconoció la diversidad y el derecho a la diferencia pero esto no incluyó el reconocimiento de las desigualdades dadas a partir de esas diferencias; se buscó “dar con la cultura aquello que quitaban con la economía” (Grimson, 2011:80).

Mauricio Lazzarato (2006) plantea que “Si las disciplinas moldeaban los cuerpos constituyendo hábitos principalmente en la memoria corporal, las sociedades de control modulan los cerebros y constituyen hábitos principalmente en la memoria espiritual”. El poder se ejerce hacia fuera, hacia el espacio y el tiempo de la economía consumista, en la que los espacios son sometidos a una tensión que diluye sus límites. El sistema tecnológico contemporáneo se basa en las industrias culturales y el marketing para llegar a captar la atención de los ciudadanos y transformarlos en dóciles consumidores. En palabras de Stiegler, las «psicotecnologías del psicopoder» entrarían en escena en lugar del biopoder. El consumismo se nutre de dispositivos a través de las tecnologías de información y comunicación, cuyo objetivo de esa psicopolítica es controlar la atención, la memoria y la libido de los individuos.

C. Castoriades (1996) señala cómo la sociedad fabrica los individuos a partir de una materia prima, la psique. El neoliberalismo descubre la psique como fuerza productiva. Este giro a la psique y con ello a la psicopolítica, está relacionado con la forma de producción del capitalismo actual, que está determinado por formas de producción inmaterial e incorpórea. En la actualidad existe un conjunto de tecnologías que fundan una nueva visibilidad menos ligada a un espacio físico que a un espacio virtual más amplio. La vigilancia en la era del control está más relacionada con tecnologías que con instituciones. La subjetividad dominante en la actualidad no es la institucional sino la massmediática.

Son precisamente las técnicas de información, los mass media, las tecnologías simbólicas que se implantan directamente en los circuitos psíquicos de la población. Estos dispositivos que son los periódicos, la radio, la televisión, las redes, la realidad virtual, habitan directamente nuestro espacio, son omnipresentes en el sistema tecnológico mundial, y se adueñan de nuestro tiempo psíquico (Domenech, s.f.). 9

2.1.El culto a la emoción y la era digital

Han Byunng-Chul (2014) señala que hoy se habla de sentimiento o emoción de una manera creciente, pero apenas se cuestiona de dónde proviene ese repentino interés por las emociones. Se oculta que la coyuntura de la emoción está relacionada principalmente con el proceso económico. La comunidad digital facilita la repentina salida de los afectos. El capitalismo de la emoción explota precisamente estas cualidades. Michel Lacroix (2001) lo ha llamado ´el culto a la emoción´, sustituyendo el reduccionismo racionalista por un reduccionismo emocional.

La psicopolítica neoliberal se apodera de la emoción para influir en

las acciones a un nivel prereflexivo. En ese sentido la emoción representa un medio muy eficiente para el control psicopolítico del individuo (Byunng-Chul, 2014). El poder es entonces expresado como un control que se extiende por las profundidades de las conciencias y cuerpos de la población – y al mismo tiempo a través de la totalidad de las relaciones sociales-.

Al principio se celebró la red digital como un medio de libertad ilimitado. Pues bien, esta euforia inicial se muestra hoy como una ilusión. La libertad y la acción ilimitadas se convierten en control y vigilancia totales. El Big Data es un instrumento psicopolítico muy eficiente que permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel prerreflexivo (Byunng-Chul, 2014).

Hoy nos ponemos al desnudo sin ningún tipo de coacción ni de prescripción. Subimos a la red todo tipo de datos e informaciones sin saber quién ni qué ni cuándo ni en qué lugar se sabe de nosotros. Este descontrol representa una crisis de la libertad que se ha de tomar en serio. La información es una positividad que puede circular sin contexto por carecer de interioridad. De esta forma es posible acelerar la circulación de información (Idem). No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opciones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. No niega o somete la libertad, sino que la explota. Exponer la vida privada de los individuos como una especie de ´exposición pública del yo interior´ (Bauman, 2007).

La sociedad tecnológica puede funcionar sólo si el hombre moderno se aliena totalmente en ella; debe quererla, debe amar los productos de consumo, su trabajo, el Estado. Debe adherir, desde lo más profundo de su ser, a la ciencia y al progreso. Si no nutre tales sentimientos, el sistema no puede funcionar. Se trata de una alienación voluntaria del hombre en el sistema, sobre la base de una persuasión y de la excelencia de los resultados evidentes (Ellul, 2005:257). 10

Diego Galeano (2005:120) plantea cómo las sociedades de control son “maquinarias de producción de miedos y de dispositivos para enfrentarlos”. Prohibiciones sociales que descansan en un miedo a la vez natural e histórico (Bejar, 1991), y lo que da a las coacciones su ´solidez psíquica´ es la culpa según lo plantea Norbert Elías en su texto Las cadenas del miedo. Cuantos más crímenes haya, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente (la inseguridad en las calles, el narcotráfico, el terrorismo, además de blindar los espacios mediante el cierre de fronteras y medidas de seguridad exhaustivas, cuando no intimidando, amenazando y creando odios) es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad cada nuevo día (Foucault, 1981).

´una posmodernidad de individuos solitarios que habitan en ciudades que fueron origen de importantes cambios en las relaciones de convivencia humanas, ahora son contextos donde se desarrolla el individualismo, la reducción de los espacios públicos y el desarrollo de los privados, donde se evita el contacto con el otro, el extraño, el diferente´ (Castillo, 2015).

2.2. La libertad ilusoria

De la misma manera el neoliberalismo convierte al trabajador en ´empresario´. Es un sistema eficiente, incluso inteligente, para explotar la libertad. En una sociedad de control la fábrica es sustituida por la empresa, y la empresa es un alma, es etérea porque la capacidad de elegir que tiene el consumidor es el reflejo de la competencia, que a su vez es el alma del mercado; el sujeto sometido no es ni siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto (Byunng-Chul, 2014).

Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. El sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo (Idem). Hoy abundan los “adictos

al trabajo” que se esfuerzan sin horario fijo, obsesionados por los desafíos de su tarea durante las 24 horas del día y los siete días de la semana. Y no son esclavos: se cuentan entre la élite de los ´afortunados y exitosos´. La estratagema ya no consiste en limitar el periodo de trabajo al mínimo posible dejando tiempo libre para el ocio; eleva el trabajo mismo a la categoría de entretenimiento supremo y más satisfactorio que cualquier otra actividad (Bauman, 2017:48). En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario (como en la sociedad disciplinar), ya que no deja que surja resistencia alguna contra el sistema, sino que la aboca a un estado depresivo. 11

En la modernidad la individualización es un destino, no una elección5. Es la soledad del empresario aislado, enfrentado consigo mismo, explotador voluntario de sí mismo, lo que constituye el modo de producción presente. Las contradicciones y los riesgos siguen siendo producidos socialmente, sólo se está cargando al individuo con la responsabilidad y la necesidad de enfrentarlos. Quien fracasa en la sociedad neoliberal se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. Hoy como nunca, las problemáticas sociales son vividas como responsabilidades individuales. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal.

5 Según Bauman (2007: 35) la sociedad individualizada está marcada por la dilapidación de los vínculos sociales, el cimiento mismo de la acción solidaria. También destaca por su resistencia a una solidaridad que podría hacer duraderos (y fiables) esos vínculos sociales.

Verena Stolcke (1998:72) afirma: la ilusión liberal de que la superación socioeconómica depende tan sólo de la voluntad y el esfuerzo individual, constituye una trampa ideológica que oculta las verdaderas causas de la desigualdad, a saber, la dominación y explotación de la mayoría desposeída por una minoría que vive en la abundancia.

Según las propias declaraciones, el Banco Mundial, guiado por su visión de la educación como “inversión en capital humano”, presta mayor atención a las “minorías étnicas” que en años anteriores. La educación es vista como una inversión que hacen los individuos para aumentar su productividad personal y, consecuentemente, su estatus ocupacional e ingresos. Por consiguiente, en correspondencia con el individualismo que fundamenta algunos planteos del BM, este enfoque invita a confiar en la superación individual de las condiciones estructurales de la desigualdad a través de la educación, responsabilizando, por lo tanto, a los propios individuos de su “éxito” o “fracaso” (Domenech, 2007).

Dice Z. Bauman (2001:16) ´apartar la culpa de las instituciones y ponerla en la inadecuación del yo, ayuda o bien a desactivar la ira potencialmente perturbadora o bien, a refundirla en las pasiones de la autocensura y el desprecio de uno mismo o incluso a recanalizarla hacia la violencia y la tortura contra el propio cuerpo´. Giddens (1991) señala también, cómo las narrativas y formaciones discursivas terapéuticas que recorren el espacio cultural juegan un papel importante en los procesos de domesticación social. Así mismo, Eliseo Colón (2007) plantea que la práctica discursiva de la terapia constituye una categoría propia de la actual reconstrucción emocional de los sujetos sociales.

El sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno. La psicopolítica ´instituye entre los individuos una rivalidad interminable a modo de sana competición, como una motivación excelente´ (Byunng-Chul, 2014). La serpiente encarna sobre todo la culpa, las deudas, que el régimen liberal establece como medios de dominación. El hombre ya no está encerrado sino endeudado. 12

El mercado no puede crear vínculos societales6, esto es, verdaderos lazos entre sujetos, ya que el mercado opera anónimamente mediante lógicas de valor que implican intercambios puramente formales, asociaciones y promesas ligeras, que sólo engendran satisfacciones o frustraciones, pero nunca sentido. Z. Bauman (2007) afirma que: El consumismo promete algo que no puede cumplir: la felicidad universal. Pero ser esclavo de este espejismo no es la única consecuencia de volcarte a consumir. El consumo moderno desafecta los vínculos, socava la confianza en el otro y profundiza los sentimientos de miedo e inseguridad7; no promueve ciudadanos autónomos, reflexivos,

deliberantes, sino individuos conformistas, ávidos por producir, ganar dinero, acumular y consumir. También existen otros efectos como la pérdida de identidad, la alienación e incluso la pérdida de una autoestima genuina.

6 Que respaldan la idea de una comunidad que va más allá del comercio.

7 En la sociedad moderna líquida de consumidores, cada miembro individual es instruido, formado y preparado para que busque la felicidad individual por medios individuales y a través de esfuerzos igualmente individuales (p.68).

La adaptación, la versatilidad, el riesgo, la novedad, la oportunidad de negocio que naturalizan las empresas, se trasvasan a lo social y paulatinamente al campo subjetivo en las pulsiones por lo efímero, por la inconstancia, por el camaleonismo (el que cambia su opinión, para estar de acuerdo con las circunstancias). Modelos subjetivos efímeros y descartables, que dependen de los intereses del mercado que se convierten en los patrones de identidad social. No se tiene un interés real por la política, por la configuración activa de la comunidad. Estas realidades, de acuerdo con Lechner (2002), se dan por el desdibujamiento tradicional de lo político que sucede fundamentalmente por la ausencia de un proyecto común y la carencia de una memoria colectiva, aspectos que radicalizan peligrosamente la obsesión por el presente ante la sospecha fundada de no esperar nada del futuro, pues ni instituciones ni aparatos ni colectividades ni agentes socializadores, transmiten confianza en un proyecto colectivo válido por el cual empeñarse y luchar. Surgen pues comunidades que hacen patente la experiencia y el consumo tecnológico; que dependen menos de lo racional y más de lo emocional y de lo estético; de transgresión a la tradición, al pasado y que por ello pareciera que disolvieran las memorias y los referentes históricos´ (Arias, 2012: 70).

Consideraciones finales

Se reconoce que las crisis son esenciales para la reproducción del capitalismo. Castells sostiene (1997) que en el momento actual se producen transformaciones profundas en los sistemas de producción, en las relaciones de poder y, al mismo tiempo, en las relaciones de los sujetos con la realidad. Así como cambios en los modos de pensamiento y de comprensión, en las instituciones, en las subjetividades políticas, en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones sociales, en las costumbres y los gustos culturales 13

que conforman la vida cotidiana, en definitiva en la cultura, y todo ello reclama nuevas estrategias de afrontamiento. El desempleo, la marginalidad, la segregación de los barrios, el racismo, etc., son problemas contemporáneos que están latentes en la psique del individuo. Es preciso, aunque sea de forma somera, prestar atención a este ámbito, pues guarda una relación todavía más estrecha con la socialización de los sujetos. Si hay algo sumamente criticable en las sociedades “democráticas” del capitalismo contemporáneo, es la fragmentación de la vida social que nos ha alejado de la construcción de un nosotros, a cambio de refugiarnos en nuestros intereses y goces privados.

En el momento actual se vuelve a plantear la cuestión de la continuidad de las políticas neoliberales o de la oportunidad de un cambio en las formas de regulación, lo que pudiera abrir posibilidades a otro tipo de desarrollo social, pactos sociales y personales entre los sujetos particulares y la sociedad están pendientes de ser debidamente pensados, situación en que aún no están claros los procesos sociales que pueden generar cambios.

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