Cuartoscuro 161, año 26, febrero-marzo 2020

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MÉXICO $50 • US $10.95 • ISSN 1405-7913

R E V I S TA D E F O T Ó G R A F O S n D I R E C T O R : P E D R O VA LT I E R R A n A Ñ O X X V I n N Ú M E R O 161 n F E B R E R O - M A R Z O 2 0 2 0 n C U A R T O S C U R O.C O M . M X

JUAN CARLOS CRUZ n RICARDO SÁNCHEZ ORTEGA n PABLO ORTIZ MONASTERIO n JORGE ACEVEDO MENDOZA n HÉROES ANÓNIMOS n ESCUELA ACTIVA DE FOTOGRAFÍA n

TEXTOS DE ANA LUISA ANZA, JAIME ROBLEDO MARTÍNEZ, CAROLINA ROMERO, ELISA LOZANO, ROBERTO FIESCO, REBECA MONROY NASR




n R E V I S T A D E F O T Ó G R A F O S n D I R E C T O R : P E D R O V A L­T I E­R R A n A Ñ O X X V I n N Ú M E R O 1 6 1 n F E B R E R O - M A R Z O 2 0 2 0

n W E B w w w. c u a r t o s c u r o . c o m . m x n F A C E B O O K c u a r t o s c u r o n T W I T T E R @ c u a r t o s c u r o m e x n I N S TA G R A M @ c u a r t o s c u r o m e x

Director y editor responsable PEDRO ANTONIO VAL­TIE­RRA RUVALCABA

Cuando se cohabita con el horror nos movemos por los espacios como zombis vacíos –co-

ANA LUISA ANZA

mo si el alma se hubiera esfumado para brindarnos, así, una cierta comodidad de espíritu–

VIRIDIANA SANDOVAL

y todo se vuelve parte de nuestros días.

CAROLINA ROMERO

25 años como fotoperiodista en Sinaloa ha sido testigo –en forma dolorosamente cercana–

FER­­NANDO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ

de la violencia extrema que ha lacerado al país 6 Oficios, niveles educativos, estamentos

Coordinadora editorial

analuisa@cuar­tos­cu­ro­.com Administración / Publicidad publicidad@cuar­tos­cu­ro­.com Página electrónica y redes sociales re­vista­@cuar­tos­cu­ro­.com Diseño editorial Ar­chivo Cuartoscuro/Pedro Valtierra LUCÍA CUEVAS JIMÉNEZ

archivo@cuar­tos­cu­ro­.com archivopedrovaltierra@cuar­tos­cu­ro­.com Fotó­grafos MOISÉS PABLO (editor), PEDRO ANZA, MARIO JASSO, GALO CAÑAS, VICTORIA VALTIERRA, ANDREA MURCIA, GRACIELA LÓPEZ, ROGELIO MORALES, ISABEL MATEOS

Distribución

COMERCIALIZADORA GBN, SA DE CV, Calzada de Tlalpan, 572 C302

colonia Moderna; delegación Benito Juárez; 03510 Ciudad de México. suscripciones@cuar­tos­cu­ro­.com Cuar­tos­curo / Revista de fotó­grafos, Año xxvi; núm. 161; febrero-marzo 2020. Es una pu­­bli­cación bimes­tral editada por Cuar­­­­tos­curo, sa de cv; Juan Escutia, 55; colonia Condesa; 06140 Ciudad de México. Teléfonos: 5211 2607, 5211 3197, 5211 2913. Registrado ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, con el Certificado de Licitud de Título y Contenido núm. 16712. Registrado ante la Dirección General del Derecho de Autor de la Se­cretaría de Educación Pública, con certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título núm. 04-2006-072811555900-102. Certificado de circulación pagada, cobertura geográfica y estudio sobre perfil de lectores núm. ACGM-81-16 en la Secretaría de Gobernación: www.gobernacion.gob.mx. Precio del ejemplar: $50 mn en la República Mexicana y $10.95 us dlls. en el extranjero. Impreso en Preprensa Digital, sa de cv; Caravaggio, 30; colonia Mixcoac; 03910 Ciudad de México.

JUAN CARLOS CRUZ lo sabe porque en sus

sociales, creencias religiosas y lugares de residencia pueden inferirse por las pistas que brindan las imágenes capturadas por el fotógrafo

RICARDO SÁNCHEZ ORTEGA en

Fresnillo, reunidas ahora en un archivo que resguarda la Fototeca de Zacatecas y que está siendo rescatado con una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 18 No le bastó quedarse tras la mirilla de la cámara, recorrer el país, compartir con pueblos origina­ rios, viajar las calles citadinas y capturar la vorágine a la que llamamos vida cotidiana… se apasionó también con la edición de libros y por sus casi 50 años de trayectoria en el

PABLO ORTIZ MONASTERIO recibió el Premio Bellas Artes 2019 28 ANIVERSARIO Porque había que hacer del oficio una profesión, surgió la ESCUELA ACTIVA DE FOTOGRAFÍA, por cuyas aulas han pasado figuras que apren­dieron ahí las bases 36 EN MOVIMIENTO presenta a esos HÉROES ANÓNIMOS que están ahí, ocultos detrás de medio,

la realización de cada etapa de una película, esos artistas y técnicos cuyo quehacer quizá no ha sido suficientemente reconocido 41 EN PERSPECTIVA presenta a

JORGE ACEVEDO

MENDOZA, quien falleció en julio de 2019, como iniciador de gran­des batallas sociales, políticas e ideológicas que, con su cámara, plasmó en imágenes contundentes, además de

realizar una labor de documentación con el inah en Oaxaca durante los últimos años de

Cuar­toscuro no asume responsabilidad por textos y fotos no solicitados. El contenido de los artículos es res­pon­sa­bili­dad de sus autores y el de la publicidad de los anun­­ciantes.

su vida 50 UNA FOTO, UNA HISTORIA describe esos pequeños detalles des­co­no­cidos que

Prohibida la re­pro­ducción total o parcial del contenido por cual­quier medio sin permiso expreso de los editores. Los derechos de todas las fotografías publicadas están reservados por sus respectivos propietarios y se indican con el símbolo ©.

CUADROSCURO presenta convocatorias, exposiciones, libros y noticias de interés 64 DE LAS

CERTIFICACIÓN DE CIRCULACIÓN PAGADA, COBERTURA GEOGRÁFICA Y ESTUDIO SOBRE EL PERFIL DE LECTORES POR AGENCIA CERTIFICADORA Y GESTORA DE MEDIOS, S.C. REGISTRO ACGM-81-16

se esconden tras una imagen cuya historia no siempre alcanzamos a vis­lumbrar 62

MEJORES es una breve selección del trabajo realizado por los fotoperiodistas de la agencia Cuartoscuro 69

portada : Retrato de mujer joven no identificada con vestido formal ofreciendo una cerveza a una gallina,

Fresnillo, Zacatecas, enero-febrero de 1945. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 13272]. FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.


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a escuchamos todo el tiempo. Está presente en todas las actividades que nos rodean: en el transporte público, entre los puestos del mercado, en la fiesta de quinceaños, en la cantina y los restaurantes, en las calles, en la tocada improvisada en cualquier barrio, en la tranquilidad de la casa… la música siempre está ahí. Preferencias aparte, hay decenas de géneros y manifestaciones: el canto cardenche que surge de las gargantas de los pueblos del semidesierto, la redova y acordeón que adornan con su sonido los corridos norteños, el trío violín-viola-violoncelo en pleno allegro de un concierto clásico, la trompeta que se mueve al compás del baile de la banda, el estruendo metálico que causa furor en el rock pesado, el requinteo presente en la tradición del bolero, el dulzón coro del pop, las inconfundibles notas que nos hacen saltar y cantar abrazados cuando llega el mariachi, los oboes y clarinetes que predominan en bandas de las sierras de pueblos del sur, el cantadito sinuoso que caracteriza el popular reggaetón, la alegría que se n

BASES

Podrán participar fotógrafos mexicanos y extranjeros, con una foto individual o una serie de hasta seis fotografías con el tema de la música, en el que pueden participar todos los géneros y gustos en general. Las imágenes pueden ser en color o en blanco y negro, producidas entre 2018, 2019 y 2020 –se cotejará la fecha de creación de la imagen con los metadatos–, mediante cualquier técnica, procesos antiguos, análoga o digital, e incluso con teléfonos celulares. No se admite la manipulación digital, es decir, agregar o quitar elementos de la imagen. n

RECEPCIÓN

Cada participante pagará una cuota de recuperación de $100.00 (cien pesos 00/100 m.n.) por cada foto individual o por cada serie. La cuota será de 7 usd para los residentes en Estados Unidos y otros países. El depósito puede hacerse directamente en la plataforma o a la cuenta de la Fundación Pedro Valtierra, a.c., en el banco bbva, número de cuen­ta 0165488729, clabe inter­bancaria de 18 dígitos 012930001654887299 o en PayPal suscripciones@cuartoscuro.com Debe conservar la ficha de depósito o el comprobante de la transferencia para adjuntar a los requisitos de inscripción.

© PEDRO VALTIERRA

desprende de una polka, el rápido deslizarse de las baquetas por las teclas de una marimba… Cuartoscuro y la Fundación Pedro Valtierra, a.c., convocan a participar en la 21 edición del Concurso Nacional de Fotografía 2020 Con la música por dentro bajo las siguientes:

Una vez realizado el pago, ingresar a www. cuartoscuro.com/concurso2020, para registrar el trabajo: n

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Pagar en línea o adjuntar el comprobante de pago. Adjuntar las imágenes participantes en 5 mil pixeles por el lado más corto a 300 dpi con compresión a 8. Cada una de las cuales debe llevar el título en el nombre del archivo. Es obligatorio escribir un texto explicativo de má­ximo mil caracteres sobre la obra enviada.

La convocatoria queda abierta a partir de su publicación y hasta el viernes 24 de abril de 2020. Al participar, los fotógrafos manifiestan su conformidad con las bases de esta convocatoria y autorizan a los organizadores el uso de sus imágenes con fines promocionales y de exhibición, sin afectar sus derechos de autor. Nota: En apego a las leyes de derechos de autor, Cuartoscuro no conservará posteriormente en archivo ninguna foto de los participantes.

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EL JURADO

Calificará calidad técnica, estética, compositiva, conceptual, así como el discurso visual y narrativa, en el caso de las series. Su decisión será inapelable. Cualquier imprevisto en la presente convocatoria quedará a criterio de los organizadores y miembros del jurado. Se seleccionará un promedio de 50 imágenes, incluidas las de los ganadores. Los resultados se darán a conocer el 1 de junio de 2020 en www.cuartoscuro.com Las fotografías finalistas se publicarán en la revista impresa, edición núm. 163 correspondiente al bimestre junio-julio de 2020. n

PREMIOS

Primer lugar: 50 mil pesos, Cámara Nikon z7, lente 24–70mm, publicación en Cuartoscuro y di­ploma. Segundo lugar: 30 mil pesos, Cámara Nikon d750, lente 24–120mm, publicación en Cuartoscuro y diploma. Tercer lugar: 20 mil pesos, Cámara Nikon d7500, lente 18–140mm, publicación en Cuartoscuro y diploma.

Más información: concurso@cuartoscuro.com


luzPétrea

Policía muerto durante un asalto. Ciudad de México. 1978. © PEDRO VALTIERRA



Una paloma camina entre decenas de casquillos de fusil A K- 47 que quedaron regados luego de un enfrentamiento entre narcotraficantes, registrado a un costado de la Clínica Santa María, en la zona centro de la ciudad. El saldo de la balacera fue de dos personas muertas. Culiacán, Sinaloa. Julio 26, 2019. © JUAN CARLOS CRUZ 6


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Juan Carlos Cruz

DAÑOS COLATERALES Ana Luisa Anza

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e dice fácil porque las cifras no tienen ni cara ni nombre. Como si uno fuera nada, como si una decena aliviara el espíritu, como si nos quedáramos impávidos con un ciento, como si mil pudiera acompañarse de un calificativo. En el recuento de dos sexenios –el de Felipe Calderón, quien inició la “guerra contra el narco”, y el siguiente, de Enrique Peña Nieto– los 268 mil muertos parecen ser sólo un número que llena las archivos amarillentos de casos no resueltos, de historias que, de tanto contarse, se diluyen como si fueran parte de lo cotidiano –tan acostumbrados estamos a escucharlas–, de cadá-

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veres sin identificar, de historias confusas, de violencia descarnada. A esos dígitos habrán de sumarse otros, los del año que recién terminó. Personas, seres humanos, convertidos en cifras y, más allá, en estadísticas que, bien que mal, pueden manejarse a conveniencia. Al cabo son sólo cifras. Cuando se “convive” con la violencia, más que el terror, lo realmente terrible es acostumbrarse a su existencia. El cohabitar con el horror. Con los colgados, ejecutados, ahogados, desaparecidos, peritos, entierros, maltratos, búsquedas, esperanzas y desesperanzas. Recorremos los espacio como zombis

El 30 de abril de 2008 está marcado como el día en que inició la “narcoguerra” por la fractura que sufrió el Cártel de Sinaloa. Ese día se registró un fuerte enfrentamiento a una cuadra de la Casa de Gobierno, así como persecuciones y tiroteos en diferentes zonas de la ciudad. En la imagen, un agente revisa la camioneta donde viajaban dos agentes de la Policía Ministerial del Estado que fueron masacrados por un comando de sicarios, en la salida norte de la ciudad. Culiacán, Sinaloa. Abril 30, 2008. © JUAN CARLOS CRUZ


Un grupo de sicarios armado con pistolas de las llamadas “matapolicías”, calibre 9mm, atacó durante la madrugada el Bar Reyes, matando al gerente y a un guardia de seguridad, y lesionando a otros dos trabajadores, cuando en el lugar convivían decenas de jóvenes. Culiacán, Sinaloa. Noviembre 10, 2017.

desalmados –como si el alma se hubiera esfumado para brindarnos, así, una cierta comodidad de espíritu– y hablamos de ak47 o Glocks o calibres hasta que un día dejamos de hablar. Y entonces todo se vuelve parte de nuestros días. Juan Carlos Cruz lo sabe porque en sus 25 años como fotoperiodista en Sinaloa ha sido testigo –en forma dolorosamente cercana– de la violencia extre­ ma: asesinatos, desaparecidos, desplazados, que han lacerado no sólo a la sociedad sinaloense sino a todos los mexicanos.

Hasta antes de 2006, de alguna forma vi que la sociedad sinaloense había aprendido a “convivir” con el narco y la violencia que éste genera. Era muy común escuchar que la gente decía: Mientras no se metan con nosotros, que se maten entre ellos. Y, salvo en contadas y trágicas ocasiones, el narco en sus disputas, afectó a la sociedad civil. Pero con el tiempo de radicar en Sinaloa me per­ caté de que mucho de esa complacencia de ‘cohabitar’ con el narco, era por temor: la sociedad vive secuestrada por el terror que impone el narco…

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Treinta años de dejar crecer al monstruo, dice. Quién sabe si más. Quién sabe desde cuándo realmente comenzó a gestarse la telaraña que ahora conforma toda una organización corporativa convertida en negocio millonario y máquina de muerte. Quién sabe pero, como a todos, a Juan Carlos Cruz “le puede”. Ni modo de oler la sangre, ver un último aliento o contemplar el “rescate” de un ahogado y hacerse el fuerte. Pero, quizá como a todos –sólo que él de cerca– le llegan dolores más profundos. Son lo que se ha dado en llamar daños colaterales. Hechos El hijo de uno de los siete agentes ministeriales asesinados durante una emboscada camina entre los ataúdes de los policías caídos, durante un homenaje realizado en las instalaciones de la entonces Procuraduría General de Sinaloa. Se calcula que durante los sexenios del panista Felipe Calderón y del priísta Enrique Peña Nieto, cerca de 50 mil niños quedaron huérfanos por la “narcoguerra”. Culiacán, Sinaloa. Marzo 8, 2011. © JUAN CARLOS CRUZ

en donde resultaron víctimas mujeres o niños, así como

entrevistar a los sobrevivientes que estaban en Culiacán.

personas inocentes. En mi trayectoria como periodista

Creo que de alguna forma buscaba que ese hecho no se

en Sinaloa son varios los hechos que me han impactado

olvidara y que no se repitiera”.1

y de alguna forma, marcado en la cobertura del tema. Uno de los primeros fue el 14 de febrero de 2001 en la comunidad El Limoncito de Alayá, en el municipio de

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De esa cobertura, Cruz hizo una crónica con la cual ganó el

Cosalá, a 40 kilómetros de Culiacán. Durante el festejo

Premio Nacional de Periodismo 2001. Comenta: “Para esa

del cumpleaños del comisario, un grupo armado llegó

crónica la fotografía fue muy importante para mí porque en

y mató a 14 campesinos, entre ellos a dos menores, casi

el texto cuento con imágenes lo que sucedió y el sufrimiento

niños. A raíz de esa masacre el pueblo fue abandonado.

de todo un pueblo, lo que a la larga fue el primer anteceden-

Hice una cobertura durante meses y, en cada aniversa-

te y reflejo de lo que vendría, no sólo en Sinaloa, sino en todo

rio, acudía a la zona para ver cómo estaba y trataba de

México”.


Otros acontecimientos se convirtieron en parte aguas, por ejemplo, el ataque que sufrieron militares por parte de gatilleros la madrugada del 30 de septiembre de 2016 a la salida norte de la ciudad. El convoy militar fue atacado por cerca de 50 gatilleros del Cártel de Sinaloa, “lo que marcó el inicio de una nueva etapa de operar del narco: para ellos ya no había intocables”. Pero están ahí, sobre todo lo demás, los “daños colaterales”. Quienes están en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Las víctimas del fuego cruzado. Quienes en un segundo cambian su estatus

al de huérfano, al de viuda, de ama de casa a buscadora de desaparecidos o de hogareño a desplazado de una comunidad asolada por la violencia. Sobre todo, dice el periodista, cuando las víctimas son mujeres y niños. Y serán sólo cálculos pero de esta “guerra” surgen los daños colaterales. Se estima que en los dos últimos sexenios, además de los muertos directamente ligados al crimen organizado, hay al menos 50 mil niños huérfanos, cientos de viudas y familias desintegradas, 180 mil personas desplazadas, cerca de 35 mil personas desaparecidas y decenas de

Durante la llamada narcoguerra, la violencia llegó también a las canchas deportivas. En la imagen, el integrante de un equipo de futbol fue asesinado a tiros por un comando de gatilleros cuando jugaba en el deportivo “Jimmy Ruiz”. La víctima era, presuntamente, uno de los líderes de la banda de sicarios denominada “Los Ántrax”. Culiacán, Sinaloa. Octubre 31, 2011. © JUAN CARLOS CRUZ

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Canchas deportivas y hasta escuelas han sido escenario del enfrentamiento entre narcos en los últimos años. En la colonia Gustavo Díaz Ordaz, cuando jugaban volibol, un grupo armado asesinó a siete jugadores e hirió a otros cinco. Culiacán, Sinaloa. Noviembre 4, 2011.

Página opuesta: Dos niños observan la casa en donde se registró un fuerte enfrentamiento entre presuntos secuestradores contra policías y militares, en el sector de Cañadas de esta ciudad. Murió la persona que se encontraba secuestrada y dos de los supuestos secuestradores. También fueron detenidos siete integrantes de la banda, entre los que se encontraba un sobrino del extinto narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, alias El Señor de los Cielos, líder del Cártel de Juárez. Culiacán, Sinaloa. Abril 21, 2015.

© JUAN CARLOS CRUZ

© JUAN CARLOS CRUZ

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co­munidades abandonadas o sumidas en el terror. Hay otras cifras, además de las víctimas sin cara y nombre. Las que nos dan un acercamiento a la dimensión del horror y la impunidad: Los datos oficiales hablan por sí solos: existe una impu­ nidad del 90 por ciento de los crímenes cometidos en Sinaloa, tanto de hombres como mujeres. En el 80 por ciento de esos asesinatos se utilizaron armas de fuego. De 2006 a 2018 se han registrado cerca de 16 mil homicidios dolosos, incluyendo feminicidios. Hay casi 5 mil desaparecidos de los últimos años y un largo etcétera.

Por su cobertura continua del tema de seguridad y violencia relacionada con el narco su labor es ya un documental sobre el narcotráfico en Sinaloa y sus consecuencias: esa es la columna vertebral de su quehacer. De ahí se desprenden otros trabajos, entre ellos, Las últimas mansiones –que abarca las grandes y lujosas tumbas de los narcos–; Los desplazados, sobre la huida de comunidades enteras por el problema de la violencia, sobre todo en la zona serrana, dejando pueblos fantasmas; Los lujos del narco, acerca del derroche del narco por adquirir armas de metales finos, residencias, vehículos, etc., y una serie

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Doble página anterior: Un militar carga los cascos de sus compañeros asesinados durante una emboscada perpetrada por un comando de 50 sicarios a la entrada norte de la ciudad. En el ataque, cinco militares perdieron la vida y otros 12 resultaron heridos, además de un paramédico de la Cruz Roja. La Sedena señaló como responsables del ataque a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Culiacán, Sinaloa. Septiembre 30, 2016. © JUAN CARLOS CRUZ

sobre la narcocultura y cómo se manifiesta en el estado en que habita. El niño que fue, el que recortaba las fotos que le gustaban de los periódicos del abuelo, el joven que ingresó a la Escuela Activa de Fotografía para entender la imagen, quien se formó como fotoperiodista en la agencia Cuartoscuro en el convulso 1994, se fue a Culiacán por seis meses… Hoy tiene ya una larga carrera iniciada en El Debate, luego en Primera Hora y actualmente en El Sol de Sinaloa. Además de su trabajo como freelance y de dar clases y talleres de foto, tiene la agencia Contraluz y el sitio de noticias Colateral Sinaloa. Y, sí, aún después de 25 años, sigue sintiendo el horror. n

Elementos del Ejército muestran un lote de lujosas armas, entre ellas una pistola de oro “Águila del Desierto”, aseguradas en una residencia en esta ciudad y las que, presuntamente, pertenecían a Joaquín “El Chapo” Guzmán. Culiacán, Sinaloa. Marzo 10, 2009. © JUAN CARLOS CRUZ

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Del estudio de Ricardo Sánchez Ortega

Los habitantes de Fresnillo (1943-1945) Jaime Robledo Martínez*

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os retratos que realizaba Ricardo Sánchez Ortega en su estudio sobresalen por la forma en que aborda a sus clientes para destacarlos, personalizarlos y exaltar sus cualidades físicas y de carácter, sin importar si eran fotos de filiación, personales o de encargo familiar. Los recursos que utilizó son relativamente austeros: usaba fondos neutros, enfatizaba con luces de estudio –cuidadosamente dirigidas– el rostro, cuerpo y fondo sin decoración ni cicloramas, utilizando sólo alguna mesa, bancos, sillas o un reclinatorio. Se auxiliaba del retoque con grafito y cremas en el negativo para suavizar o disimular imperfecciones en el rostro de niñas y niños, mujeres y hombres, jóvenes y adultos, lo que le valió el reconocimiento de su clientela hasta que cerró el estudio en 1995, a los 84 años de edad. Sánchez Ortega nació el 16 de noviembre de 1911 en San Francisco, Michoacán, y murió el 23 de febrero de 2000 en Fresnillo, Zacatecas, dejando un acervo de más de 100 mil negativos tomados principalmente en Fresnillo, desde 1942 hasta 1987, los cuales fueron conservados por su familia y donados por iniciativa de Rafael Pinedo Robles, yerno del fotógrafo y cronista de Fresnillo, a la Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra, donde están en proceso de conservación, catalogación y digitalización.1

* Director del Centro de Documentación. Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra.

Página opuesta: Retrato de joven no identificado de perfil con sombrero de charro mostrando el águila real bordada en su chamarra de charro en estudio. Fresnillo, Zacatecas, enero-febrero de 1945. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 12999].

Este artículo es un esbozo de los años 1943-1945 a partir de una selección de 12 mil negativos en blanco y negro que recibieron tratamiento de conservación, y fueron luego catalogados y digitalizados gracias al apoyo de una beca del Fonca (2019- 2020), consistente en material de conservación.

OFICIOS, PROCEDENCIAS Y ESTAMENTOS SOCIALES Aunque casi ninguna de las personas retratadas en esta selección está identificada, el registro agudo y preciso de Sánchez Ortega ofrece pistas para inferir, por lo pronto, oficios, nivel educativo, estamento social, creencias religiosas y lugares de residencia, si se observa con cuidado la vestimenta –si está limpia o sucia, planchada con almidón o arrugada–; si se está peinado o despeinado, con pelo limpio o sucio; si se llevaba sombrero o no –se puede adivinar, por la forma del pelo, si alguno de los niños o adultos traía sombrero aunque en la foto no lo tenga puesto o no se vea–; si se lleva crucifijo o medalla pp. 14-25, en Valtierra, Pedro (coord.), Una historia no escrita de Fresnillo. Fotografías de Ricardo Sánchez Ortega, México, Conaculta, Fundación Pedro Valtierra A. C.; H. Ayuntamiento de Fresnillo, Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra, Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, Cuartoscuro, 2013; y Carolina Romero, “Rescate de un archivo histórico de Fresnillo”

© FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

1 Para más detalles de su biografía, formación y estilo de trabajo, véase Juan Carlos Basabe, “Al rescate del Fresnillo de antaño”,

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en Cuartoscuro, México, año xxvi, no. 158, agosto-septiembre 2019, pp. 50-55.


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Retrato de familia no identificada en estudio. Posiblemente la mujer de la derecha es la madre de seis hijos, uno de ellos (atrás a la izquierda con casco) minero. Fresnillo, Zacatecas, enero-febrero de 1945. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 13173]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

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con la Virgen, Jesús o un santo al cuello o escapulario; sí hay pantalón de pechera, chamarra de mezclilla, huaraches, morral de fibra; aretes, pulseras, prendedores, broches, moños grandes o chicos, flores naturales o artificiales en el pecho o en el pelo; abrigos sencillos o de piel de oso auténtico; vestidos sencillos o de telas finas o zapatos económicos o caros, por citar algunos accesorios o rasgos que ubican o sugieren estamentos sociales o dan indicios de migración del campo a la ciudad… las posibilidades de investigación son enormes e inéditas. Comenzó a tomar fotos para vender desde 1936, pero inició a archivar su trabajo en 1942 en las mismas cajas de película o papel que adquiría, las que luego rotulaba con el mes o meses y año, pero no incluía los nombres ni direcciones de los retratados, lo que facilitó la catalogación aunque sólo para tener certeza del lugar y fecha de la toma. Al llenar las fichas catalográficas surge el problema de las identidades de los retratados, así que por lo pronto se les ubica como “no identificado(as)”; sin embargo, ulteriores investigaciones y al poner a disposición del público las imágenes para su consulta se ubicarán nombres y biografías de cientos o miles de los ahora desconocidos, muchos de los cuales aún viven.

DOMINIO TÉCNICO Sánchez Ortega estudió fotografía por correspondencia con la empresa Kodak por cinco años desde 1943, lo que explica el dominio de la técnica y la calidad del proceso químico de la película y el papel después de la toma, a lo cual podemos atribuir el excelente estado de conservación de los negativos de 5x7 pulgadas o fraccionados desde ese tamaño. Su estilo de tomar las fotos –sin fondos decorados, telón o ciclorama, destacando al máximo al personaje con una luz de spot al fondo en ocasiones y el extenso uso del retoque en el negativo (en promedio, de 30 negativos, sólo uno no está retocado)– está

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Retrato de adolescente con camisa formal, pantalón de pechera y sombrero con flor en estudio, posiblemente tomada en periodo de la Feria regional. Fresnillo, Zacatecas, septiembre de 1944. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 9889]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

Página opuesta: Retrato de mujer joven no identificada sonriendo con vestido formal, collar, peinado estilizado, arracadas y perrito, en estudio. Fresnillo, Zacatecas, septiembre de 1944. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. 10759]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

influenciado por los catálogos y manuales de la empresa Kodak que recibía mientras estudiaba, y de la posible suscripción a la revista The American Annual of Photography, que se editaba desde 1887, y la cual se puede apreciar en una foto de un hombre adulto posando en el estudio como si estuviera leyendo la edición de 1944 de la publicación [inv. 11132]. Con esta revista estaba al tanto del trabajo y de los autores más reconocidos en los Estados Unidos al momento, así como de tendencias estéticas, composiciones, retoque, fórmulas para preparar químicos y las novedades en equipos y accesorios. La forma de acomodar, componer y tomar sus personajes sin distractores lo diferencia de su colega José Bustamante (1893-1999), propietario del estudio El Gran Lente (en servicio en Fresnillo de 1928 a 1955), mayor en edad que él y con más tiempo en el oficio,

con quien tenía roces profesionales y era el distribuidor de productos Kodak, donde se tenía que abastecer de material fotográfico.2 Bustamante seguía haciendo fotos con fondos clásicos o modernistas,3 lo que distraía la atención al sujeto; sin embargo, su gran experiencia careció de la actualización que tenía Sánchez Ortega en sus 2 Datos tomados de José Raúl Díaz Bustamante, nieto de José Bustamante en comentarios previos a la inauguración de la exposición “El gran lente”, de José Bustamante, en la Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra el 16 de marzo de 2018. 3 Para la formación, trayectoria y forma de trabajo a partir de entrevistas a Bustamante, véase Acevedo, Marta y Morales, Alfonso (coords.), El gran lente. José Antonio Bustamante Martínez, México, sep, inah, Ed. Jilguero, Col. Retrato hablado, 1992.

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Retrato de mujer joven no identificada con abrigo de piel de oso, cabello estilizado con flor y aretes en estudio. Fresnillo, Zacatecas, octubre de 1944. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 10942]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA. 24


Retrato de joven no identificado, posiblemente militar, con sudadera estampada con dibujo de Popeye, gorra oficial y pantalón de vestir en estudio. Fresnillo, Zacatecas, septiembre de 1943. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 6310]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA. 25


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Retrato de joven boxeador no identificado posando con short y guantes en estudio. Fresnillo, Zacatecas, enero-abril de 1945. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 13303]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

Página opuesta: Retrato de mujer joven no identificada con vestido formal ofreciendo una cerveza “Carta Blanca” cerrada con ficha o corcholata a una gallina, probablemente su mascota, en estudio. En otra foto [no. inv. 13174], la misma mujer está con otra joven de pie con vestido formal y peinada con trenzas, ambas posan con cervezas cerradas de “Carta Blanca”, la otra mujer con cerveza y cigarro encendido, en la mano derecha, mientras que la de la foto posa sentada con la gallina en las piernas y mostrando la cerveza con la mano derecha; posiblemente fue una serie de fotos para publicitar la bebida. Fresnillo, Zacatecas, enero-abril de 1945. Colección Ricardo Sánchez Ortega [núm. inv. 13272]. © FOTOTECA DEL ESTADO DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA.

cinco años de estudio por correspondencia, además del acceso a publicaciones especializadas como las señaladas. Es posible que la novedosa forma de tomar fotos ­–iniciada desde que Sánchez Ortega comenzara a cursar estudios por correspondencia– haya llamado la atención del público, quien lo prefirió a sus colegas contemporáneos como Bustamante, sobre todo el público joven (predominando las mujeres), ya que son los que más se estaban retratando, si se toman en cuenta las 12 mil piezas catalogadas y digitalizadas. Pero habrá que seguir contrastando su trabajo con sus pares para apreciar cómo fue la práctica y la evo­ lución fotográfica en los gustos de la población fres­ nillense desde 1942 a 1987, a partir de su acervo. n

Agradecimientos: El rescate de este archivo se logró gracias a la beca conseguida por la Fundación Pedro Valtierra, a.c., con el apoyo de Lucía Cuevas Jiménez –coodinadora del Archivo Pedro Valtierra– y Viridiana Sandoval, en la administración y planeación de recursos. Por parte de la Fototeca de Zacatecas participan el historiador Jaime Robledo –en la clasificación y aporte de datos–, además de Sergio Mayorga y Carlos Segura, en la limpieza de negativos y digitalización. Queremos agradecer especialmente a la maestra Lourdes Corzo por su colaboración desinteresada en la elaboración de guardas especiales para la conservación del material.

ESTE ARTÍCULO SE REALIZÓ CON APOYO DEL FONDO NACIONAL PARA L A CULTURA Y L AS ARTES, A TRAVÉS DEL PROGRAMA DE FOMENTO A PROYECTOS Y COINVERSIONES CULTURALES 2018.

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portaFolio

Medalla Bellas Artes 2019

Foto y libros, entes vivos Carolina Romero

L

a memoria regresa a aquel 10 de junio de 1971… El asfalto está teñido de sangre y frente a Pablo yace en el suelo uno de sus

compañeros universitarios. ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre! Una estación de Metro lo resguarda de los disparos de los halcones. No vale hacer uso del cliché del reloj que en situaciones así parece detener su marcha… o adelantarla… o pausarla… De vuelta a la calle y con una sola idea en la cabeza, su mirada encuentra los ojos de los francotiradores. ¡Ya, toma la foto! Del revelado de ese rollo surgió su musa, la que se convertiría en su compañera entrañable y le daría sentido a su vida. Tenía 19 años y, aunque no sabía que no ejercería la Economía, estaba seguro de que iba a ser fotógrafo. Desde entonces, Pablo Ortiz Monasterio trabaja diario. ¿Las horas? Habría que sacar cuentas, pero los años suman casi medio siglo. Su apuesta han sido los pueblos originarios, la identidad mexicana

Página opuesta: Perro y cuernos. © PABLO ORTIZ MONASTERIO 29


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y las problemáticas sociales. Realidades que se han transformado y que han dado a sus imágenes el valor y la importancia histórica del documental. Pero no le fue suficiente quedarse tras la mirilla de la cámara, recorrer el país y compartir con los huaves, tarahumaras y huicholes; viajar las calles citadinas y capturar la vorágine a la que llamamos vida cotidiana… Esas fotos, “¡sí, maravillosas!, ¡qué suerte!”, dice, pero a Pablo la esencia y el poder de la imagen como lenguaje, discurso y medio de representación de la realidad lo hicieron tropezar con otra de sus pasiones: la edición de libros. Las historias de sus imágenes se quedaron en las páginas de 17 publicaciones. A través del libro ha promovido la obra de muchos de sus contemporáneos en México y además ha estado al mando del timón en los proyectos editoriales México indígena, Río de luz en el Fondo de Cultura Económica y Luna córnea, en el Centro de la Imagen, de la cual es fundador. Hoy, el fotógrafo y editor dice estar un poco avergonzado. Como reconocimiento a su obra y a sus aportaciones a la cultura fotográfica del país fue galardonado con la Medalla Bellas Artes 2019, en un contexto en el que la era digital, afirma, obliga a las nuevas generaciones de fotógrafos a trabajar el doble —y a ser mejores personas— para destacar en el oficio. La reflexión es sencilla, pero contundente: la suerte y la genialidad de componer imágenes ha pasado a segundo plano, se diluye en la cacofonía

Página opuesta: Reinas rumbo a San Mateo. © PABLO ORTIZ MONASTERIO 31


Del libro The last city, de Pablo Ortiz Monasterio. Twin Palms Publishers, Estados Unidos (1996). © PABLO ORTIZ MONASTERIO

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Del libro The last city, de Pablo Ortiz Monasterio. Twin Palms Publishers, Estados Unidos (1996). © PABLO ORTIZ MONASTERIO

Laboratorio de física nuclear en Siberia. Del libro Akadem Gorodok, editado por RM Verlag. © PABLO ORTIZ MONASTERIO

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de las plataformas y en el mar de fotos individuales —sin orden ni conexión alguna— que se comparten en Internet todos los días y que incluso —debido a la edición— han erosionado el valor testimonial de la fotografía. ¿Qué hacer?, se pregunta. Aceptar que la fotografía ya no es el sustituto de la realidad, liberarla de ese yugo y abrazar todas las corrientes que de ella puedan surgir. He ahí, afirma, la importancia que tiene el libro en la actualidad como aliado de la fotografía, pero también como un objeto artesanal en el que los ecosistemas de imágenes están libres de ruido, crean universos armónicos y cuentan historias más allá de la inmediatez del clic. Es enérgico: “No van a desaparecer”. Pablo habla de la fotografía y de sus amados libros como de entes vivos. Su pasión por lo artesanal del oficio nació en un laboratorio de la Facultad de Ciencias de la unam después de la conmoción del Halconazo y no ha hecho más que acrecentarse a lo largo de los últimos 49 años. Para él, han sido casi cinco décadas de perseguir la foto, de cargar la cámara y mirar el mundo a través del lente, de aprehenderlo y convertirlo en imágenes… pero también son años dedicados a hacer trabajo de escritorio, editar y seleccionar los fragmentos de realidad que habrán de convertirse en un legado para la historia. n

Página opuesta: Faldas al viento. © PABLO ORTIZ MONASTERIO

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aniverSario

45 años de la Activa

Del oficio, una profesión Carolina Romero

C

obijadas por el ancestral método de “mira y aprende” se hicieron las primeras generaciones de fotógrafos y reporteros gráficos en México. Entonces –y aún hoy en día–, la enseñanza del oficio no distaba mucho de la que podía recibir un aprendiz de carpintero quien, adoptado por un maestro, asimilaba el arte de trabajar la madera y de astillarse las manos hasta que el roce de las yemas de los dedos se volviera áspero. Ensayo y error, practicar todos los días… ¿Qué no es ese el proceso natural por el que todo ser humano adquiere un tipo de conocimiento? Para Ernesto Machado, quien aprendió fotografía en los años 70 gracias a oídas, consejos de su hermano Jorge y gastando suela en las calles de la delegación Coyoacán, había que hacer del oficio una profesión. “Antes no había dónde aprender fotografía en México. Los cursos eran de una semana para aprender composición y de otra semana para aprender revelado. Era un tiempo en el que la fotografía se aprendía viendo, juntándose con alguien que supiera... en la calle. No había ni libros del tema para leer”, recuerda Jorge Machado. Así que Ernesto se aventuró a comprar 12 sillas de director de cine para los primeros alumnos de la

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Escuela Activa de Fotografía, que este 2020 cumple 45 años como el primer centro de enseñanza del país especializado en la imagen. A lo largo de esas cuatro décadas, en los pasillos de la escuela han resonado nombres de personajes hoy destacados en el medio, como Alfonso Cuarón, Narciso Contreras, Yael Martínez, Cristina Kahlo, Gerardo y Fernando Montiel Klint, Carlos Somonte, Víctor Mendiola, Ulises Castellanos o Germán Canseco, entre otros, quienes aprendieron fotografía con un único método que la escuela ha mantenido desde su fundación: comprar un rollo, tomar 36 fotografías, revelar y ampliar. Hoy en día, a cualquier alumno de la Activa le toma poco más de dos años egresar con una especialización en fotografía avalada por la Secretaría de Educación Pública. “Da una gran satisfacción ver a los alumnos salir de la escuela y destacar en esta profesión, luego regresan y nos cuentan que aquí nació su pasión por la fotografía”, narra Jorge. n Como parte de las actividades por el aniversario de la escuela, Jorge Machado alista un par de exposiciones de alumnos y maestros, así como de su colección de imágenes, donadas por fotógrafos que han expuesto en las instalaciones de la Activa y que asciende a 100 fotografías.


Emilia y Pablo, 1991. Plata sobre gelatina. © CARLOS SOMONTE / Cortesía de la Colección de la Escuela Activa de Fotografía.

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Doble página anterior: Pescaditos de Oaxaca, 1992.

Arriba: Fantasmas de mi niñez, 2010. Plata sobre gelatina.

© GRACIEL A ITURBIDE /

Cortesía de la Colección de la Escuela Activa de Fotografía.

© ERNESTO MACHADO /

Cortesía de la Colección de la Escuela Activa de Fotografía.

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enMovimiento

Ecos de 2019

HÉROES ANÓNIMOS: TÉCNICOS Y ARTISTAS DEL CINE MEXICANO Elisa Lozano y Roberto Fiesco

“L

as películas no se hacen solas”, es una de esas frases que nos repiten una y otra vez para que entendamos que no basta una buena idea para que el fenómeno cinematográfico tenga lugar, sino que se necesita una suma de voluntades que, en cada una de las etapas de la realización de una película, requiere del trabajo de uno o varios especialistas que aportan la especificidad de su oficio para la construcción de un universo de imágenes en movimiento que normalmente asociamos con la imaginación y, a veces incluso, con la magia. Desde el proceso de pre-producción hasta el estreno en una sala de cine, la realización de una película requiere del talento, la pasión e infinidad de horas de trabajo de un numeroso grupo de personas, cuyos oficios no siempre han sido reconocidos. Cuando vemos el avance de una película, normalmente tratamos de identificar los rostros de los actores que aparecen en ella y, a veces nos fijamos también en el nombre del director, el fotógrafo, el productor o el guionista, responsables visibles de la historia que veremos y de los valores audiovisuales que están en la pantalla, pero pocas veces nos detenemos a pensar en que detrás de ellos hay un verdadero ejército de trabajadores que colaboran para hacerla posible. En la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas se premia a los responsables de cada equipo creativo y cuando alguien

recibe un premio Ariel, encuentra en su memoria al grupo de técnicos que colocó el andamiaje de lámparas y elementos de tramoya para iluminar una escena; al microfonista que desafió constantemente los límites del cuadro para lograr el mejor registro sonoro; a la persona responsable de peinar a los actores para que estos pudieran terminar de encarnar exteriormente a sus personajes, o al asistente de dirección que guió, durante el rodaje, el camino creativo y el ritmo de todos los departamentos. Ellos son apenas un ejemplo de las diferentes labores que constituyen el día a día de una filmación. Por lo anterior, a fines de 2019 la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas les rindió un homenaje con la exposición Héroes anónimos: técnicos y artistas del cine mexicano, conformada por 59 imágenes representativas del periodo comprendido entre 1931 y 1990, y signadas por: Manuel Álvarez Bravo, Angelina Alaniz, Rodrigo Moya, Luis Márquez, Agustín Jiménez, Rafael García, Juan Guzmán, Walter Reuter, Antonio Caballero, Antonio Rey­noso, Héctor García, Daniel Daza y Jorge Medina, entre otras destacadas figuras que realizaron la foto fija de las películas, que es también uno de los oficios menos conocidos en el cine y, paradójicamente, de los más publicados y difundidos. El objetivo de esta exposición fue visibilizar el quehacer cotidiano de quienes, a lo largo de 41


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Doble página anterior: Rodeados de extras y miembros del equipo, aparecen Alfredo del Diestro, el productor y actor Alfonso Sánchez Tello, los cinefotógrafos Ross Fisher y Ezequiel Carrasco, los ingenieros de sonido Roberto, Joselito y Consuelo Rodríguez –la primera mujer en desempeñar esa actividad en nuestro cine– y, sosteniendo la claqueta, el joven Ismael Rodríguez, el menor de los hermanos y por entonces su ayudante. Al centro, el director Miguel Contreras Torres y su esposa, Medea de Novara, intérprete de la emperatriz Carlota, en una de las primeras súper producciones del cine nacional. 1933 Juárez y Maximiliano (La caída del imperio). Dirección: Miguel Contreras Torres. Foto fija: Gabriel Figueroa . ARCHIVO: © MIL NUBES-FOTO (ROBERTO FIESCO).

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Arriba: Eric del Castillo como Drácula, y Guillermo Zetina, captados por la cámara de Angelina Alaniz, la única fotógrafa de fijas con crédito en pantalla hasta ese momento. 1967 El Imperio de Drácula (Las mujeres de Drácula). Dirección: Federico Curiel. Foto fija: Angelina Alaniz. ARCHIVO: © FILMOTECA DE L A UNAM.


En el set construido en los Estudios San Ángel que simula la cafetería de Televicentro, la actriz Mapita Cortés permanece atenta al sonido de la pizarra. 1959 Variedades de media noche. Dirección: Fernando Cortés. Foto fija: Antonio Caballero. ARCHIVO: © MIL NUBES– FOTO (ROBERTO FIESCO)

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El coreógrafo y prolífico actor, Julien de Meriche (abajo, al centro) aparece con Víctor Junco y la cubana Ninón Sevilla, el director Fernando A. Rivero y bailarines, durante un receso de la filmación. 1949 Coqueta. Dirección: Fernando A. Rivero. Foto fija: Manuel Álvarez Bravo. ARCHIVO: © VL ADY REALIZADORES.

El director Juan J. Ortega, el cinefotógrafo Ezequiel Carrasco, su operador, Enrique Wallace (a la cámara), los intérpretes Leonora Amar, Rafael Baledón y otros miembros del equipo en un foro de los Estudios Churubusco. Zorina (La mujer maldita). Dirección: Juan J. Ortega. Foto fija: Rafael García. ARCHIVO: © BERTHA ROMERO.

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Jorge Medina tomó el momento preciso en el que, a su vez, el fotógrafo Eniac Martínez captó a los jóvenes Alfonso Cuarón y Emmanuel “El Chivo” Lubezki, productores, y Luis Estrada, director, en una locación de carretera. 1987, Camino largo a Tijuana. Dirección: Luis Estrada. Foto fija: Jorge Medina. ARCHIVO: © JORGE MEDINA.

Ana Luisa Anza 47


El sonidista Ángel Trejo, el director Ramón Pereda, Julissa y Ernesto Albán, en escenarios naturales del Ecuador. 1963 En la mitad del mundo. Dirección: Ramón Pereda. Foto fija: Paco Pacheco. ARCHIVO: © MIL NUBES–FOTO (ROBERTO FIESCO)

Página opuesta: En las playas de Acapulco, una maquillista retoca a la actriz Ana Luisa Peluffo, quien se autointerpreta en pantalla. 1978, Adriana del Río, actriz. Dirección: Alberto Bojórquez. Foto fija: Ricardo Contreras. ARCHIVO: © MIL NUBES-FOTO (ROBERTO FIESCO).

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la historia –con su discreta, pero indispensable labor– han hecho posible ese engranaje perfecto de arte, ciencia e industria que es el cine. La muestra formó parte de las actividades de Foto México y fue inaugurada en la Galería Abierta Grutas de las Rejas de Chapultepec,

en el Paseo de la Reforma, el 25 de noviembre de 2019, donde permaneció abierta hasta enero de 2020. La investigación, curaduría y textos estuvo a cargo de los autores de este texto. La exposición no hubiera sido posible sin el generoso apoyo de José Alfonso Suárez Del Real y Aguilera, Guadalupe Lozada León y José Manuel Rodríguez Ramírez, de la Secretaría de Cultura de la cdmx; Alejandra Frausto, Marina Núñez, Natalia Toledo y Omar Monroy, de la Secretaría de Cultura Federal; Felipe Ma­rino Torres, del Archivo de la Sección de Técnicos y Manuales del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana; Rogelio y Xóchitl Agrasánchez, del Archivo Fílmico Agrasánchez; Martha Patricia Montero, Silvia Sánchez Montero y Julieta Sánchez Montero, del Archi­ vo Tomás Montero Torres; Bertha Romero, del Archivo Ezequiel Carrasco; Susan Flaherty, del Archivo Fotográfico Rodrigo Moya; Roberto Fiesco, del Archivo Mil Nubes; Alejandro Pelayo Rangel, Dora Moreno Brizuela y Tzu­ tzumatzin Soto Cortés, de la Cineteca Nacional; Daniel Birman, de Alameda Films; Gabriela de Fuentes, de Diana Films Internacional; Hugo Villa Smythe y Antonia Rojas, de la Fil­ moteca de la unam; Alicia Lebrija Hirschfeldy y Duani Castelló Serrano, de Fundación y Co­ lecciones Televisa; Iván Lipkies, Goretti Lipkies y Rossana Barro, de Vlady Producciones. Así como de Nerio Barberis, Pedro Barrios, Alfredo Castro Escudero, Busi Cortés, Luis Estrada, Julián Hernández, Alberto Lee, José Miguel Lino, Goretti Lipkies Velasco, Rogelio López Cruz, Arturo Magaña, Daniel Erasmo Morales Lechuga, Héctor Orozco, Lucio Ortigosa, Elva Peniche e Israel Rodríguez. Muy especialmente, agradecemos el apoyo solidario de los fotógrafos Rodrigo Moya, Jorge Medina y Daniel Daza. La muestra fue organizada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas: Mónica Lozano (presidenta) y Marcela Encinas (secretaria técnica). Restauración digital: Juan José Saravia (amc). Escaneo de imágenes: Misael Alva. Diseño gráfico: León Nava. n 49


enPerspectiva

Jorge Acevedo Mendoza

FOTOGRAFIAR COMO FORMA DE VIDA Rebeca Monroy Nasr / deh - inah

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l fotógrafo Jorge Acevedo Mendoza (D.F., Noviembre 21, 1949-Oaxaca, Julio 20, 2019) disfrutaba al recrear las imágenes de plata sobre gelatina, pues para él eran sustanciales para mostrarle al mundo que los eventos iban mucho más allá de sus apariencias y que eran un camino, una vereda, un trazado claro para modificar la historia, la vida, la conciencia de las condiciones sociales y políticas del fin del siglo XX.1 Desde muy joven supo que su vocación era la fotografía. Entró a trabajar como a los 20 años de edad como fotógrafo de Bienes Culturales del inah, en don­ de laboró hasta jubilarse. Él sabía que formaba parte de la generación del movimiento estudiantil del 68, lo mostraba, lo peleaba, lo argüía y, con la foto, encontró un discurso visual claro y contundente. Con sus compañeros de vida sindical compartió varios años de su vida, de su obra, de su labor, que lo llevó a ser el Secretario General del sindicato de trabajadores Administrativos, Técnicos y Manuales del inah (1981-1983), desde donde colaboró con el sindicalismo independiente de manera clara e incansable.

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Una primera versión de este texto se presentó en el “Fotografiar la vida. Homenaje póstumo al fotógrafo Jorge Acevedo”, en donde participaron sus hijos Esteban Acevedo y Adrián Acevedo, junto con Teresa Márquez, Marco Barrera Bassols, Antonio Saborit y Abraham Nahón, realizado el día viernes 4 de octubre de 2019 en el Museo Nacional de Antropología, Auditorio Fray Bernardino de Sahagún.

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Desde su trinchera fotográfica, fue defensor de los derechos sociales, procuró justicia, deseaba equidad hacia las mujeres, era feminista a su estilo. Fue estudiante de cine por las noches en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Ahí se encontró con otro personaje con el que realizaría andanzas fílmicas de suyo muy atractivas: Antonio Saborit, uno de sus más antiguos amigos de la imagen fija y móvil, con quien compartió el aula, las cámaras de súper ocho y de 16 mm, discusiones, noches en vela, música singular, espacios en Bajío y en General Plata, eran un equipo singular, muy armónico –me consta–, pues forjaron interesantes y profundos proyectos culturales, uno de ellos sobre la entrañable Tina Modotti, en donde descubrieron a la mujer sin país, a la hermosa fotógrafa militante y sus amantes diversos. O aquel otro en súper ocho, que se llamó Mi lucha, en donde la historia de un repartidor de periódicos que se ganaba la vida como luchador por las noches, le valió un premio. Fue iniciador de grandes batallas sociales, políticas e ideológicas y con su cámara plasmó imágenes en la gramática visual del blanco y negro de manera contundente. Revelaba personalmente sus rollos pues sólo él sabía como deseaba dejarlos en un alto contraste que tanto disfrutaba; además, no se ceñía a los preceptos bressonianos al pie de la letra pues se permitía recrear el cuadro visual con recortes, en función de un mensaje claro y así llevaba a cabo su obra, siempre vanguardista. Estaba peleado con la forma por la forma, el arte por el arte, lo vi discutir a fondo con sus amigos, porque los consideraba


Jorge Acevedo Mendoza, 1978 © REBECA MONROY NASR

estetas y porque sentía que perdían la convicción política o ideológica de las imágenes. Su capacidad de trabajo le permitió además colaborar con revistas, mostrar sus imágenes y participar en diferentes frentes editoriales como Punto Crítico, el semanario “México en la cultura”, en donde Saborit trabajaba con Carlos Monsiváis. También expusimos nuestros trabajos, –él con más soltura y experiencia, yo tímidamente mostrando lo que captaba mi mirada– en la Alameda Central y en la recién inau­gurada enep Acatlán; las fotografías se mostraron como trapitos al sol con Adolfotógrafo y Armando Cristeto. Participó además en las asociaciones de fotógrafos independientes al lado de Pedro Valtierra, Marco Antonio Cruz, Rubén Pax, Alicia Ahumada, David Maawad, Pedro Hiriart, entre otros que buscaban una alternativa a la vida fotográfica documental, de prensa y de cuño expresiva. Publicó su trabajo en medios como el diario unomásuno y la revista Proceso, sin ser fotógrafo de ninguna fuente sino solamente un fotodocumentalista neto. Fue un testigo visual de los hechos y legó una huella clara de los eventos disidentes de esos años.2 Con él aprendí a cargar cámaras, a limpiar equipo empecé así, lavando charolas en el cuarto oscuro y poco a poco conocí el manejo de la cámara gracias a sus enseñanzas. Sobre todo, aprendí a ver, cuestionar,

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fotografiar analizar y encontré mi ser visual que nunca abandoné, porque lo aprehendí de corazón. Al parecer Acevedo no aceptó la era digital, lo caracterizó el mantenerse firme en la fotoquímica como le llaman ahora. Es innegable que la ausencia en el medio fotográfico de Jorge Acevedo es una dolorosa pérdida. Sus decisiones de vivir en Oaxaca le beneficiaron, pero también restringieron el uso social y la posibilidad de publicación, exposiciones y difusión de su obra como debió haber tenido uno de los más importantes fotógrafos documentales del siglo xx. Hasta que apareció en su vida Abraham Nahón, investigador de la fotohistoria quien logró obtener algunas imágenes y editó junto con Judith Romero en el diseño y Antonio Turok en la reprografía, el único libro que realizó en vida, intitulado Al país de la ilusión (Oaxaca, 2014, 257 pp). Ahí su mirada final reposó en el escenario de su querida Oaxaca. Jorge Acevedo deja un hueco en nuestros seres, nuestra memoria puede ahora encontrar un nicho visual, pletórico de imágenes llenas de imágenes icónicas y movimientos sociales mexicanos que construyeron un camino hacia la vida democrática. Sea este un homenaje a quien en vida legó tan maravilloso material, esperamos que su labor fotográfica quede como el legado del patrimonio indomable y profundo que generó con el deseo de convencer y mostrar una realidad tangible e innegable que siempre defendió. n

Agradecemos a los hijos de Jorge Mendoza Acevedo, Francisco Adrián y Esteban Acevedo Galante, su autorización para la publicación de las imágenes que acompañan este artículo.

Para mayor información del periodo vid. de la que esto escribe Con el deseo en la piel. Un episodio de fotografía documental a fines del siglo XX, México, UAM-Xochimilco, 2017, 142 pp. 51


Al país de la ilusión, Distrito Federal, 1978. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

Página opuesta: Sin título. Distrito Federal, 1972. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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Amor de altura, Guerrero, 1983. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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Los presos de Ixcotel, Oaxaca, 1993. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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Sin título. Oaxaca, 1997. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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Páginas 60-61: De la serie La limpia, San Martín Huamelulpan, Oaxaca, 1989. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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Los de la planta baja. Casa del Poeta Ramón López Velarde, Distrito Federal, 1979. © JORGE ACEVEDO MENDOZA

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unaFoto, unaHistoria

LOS MINEROS DESNUDOS Foto y texto: Pedro Valtierra

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la redacción de La Jornada –en la calle Balderas 68, entre Artículo 123 y Victoria, muy cerca del metro–, llegaron Arturo Herrera Cabañas y su compañera Irma Eugenia Gutiérrez; venían de Pachuca, en donde vivían con sus hijos. Eran amigos de Miguel Ángel Granados Chapa y míos; habíamos convivido desde 1980 muchas veces con ellos y con los fotógrafos David Maawad y Alicia Ahumada. Arturo El Cherokee –como le decían sus amigos cercanos– e Irma Eugenia traían una invitación al periódico para dar cobertura a la huelga que, al día siguiente, el 24 de mayo de 1985, se llevaría a cabo en la Mina Real del Monte. Los mineros iban a desnudarse para exigir “ropa de trabajo y equipo de seguridad” y se oponían al despido de eventuales. “La huelga será a las siete de la mañana”, dijo Irma Eugenia. Estábamos invitados los dos pero Miguel Ángel me dijo fuera yo, acompañado de la reportera Andrea Becerril. Esa noche teníamos una fiesta con el fotógrafo Héctor García en su casa de la calle Cumbres de Maltrata, en la colonia El Periodista. Esas reuniones solían concluir en la madrugada y esa no fue la excepción, así que poco antes de la 6 de la mañana pasé al periódico por Andrea y nos fuimos a Pachuca en mi VW rojo, el de las mil batallas y el que después me robaron. Llegamos a la Mina Real del Monte a las 7:15, ya había empezado la huelga… No dábamos crédito: eran 3 mil 500 mineros desnudos o semidesnudos. Al principio, Andrea no quería entrar, se sentía quizá incómoda de ver a tanto hombre encuerado pero, como profesional del periodismo, entró junto conmigo al patio de la mina, acompañados por los líderes mineros. 62

Yo llevaba dos cámaras Nikon, una con rollo de transparencia de 100 asa y me puse a chambear; tomé casi dos rollos de blanco y negro y medio rollo de color… estaba nervioso. Miraba para todos lados, veía buenas escenas y procuraba tomarlas pese a la limitación de la luz pues era muy contrastante. Allí es donde uno tiene que probarse, controlar los nervios y disparar correctamente. De un lado para el otro, en medio de


los mineros, perdí a Andrea. De pronto, los mineros empezaron a gritar y a subirse a los malacates para bajar a la mina puesto que ya se habían cumplido sus demandas. La huelga duró apenas 45 minutos. Nos llamó la atención que no había ni reporteros ni fotógra­ fos de medios de Hidalgo. Nadie le dio importancia. Polo Herrera, hermano de Arturo y yo, fuimos los úni­cos fotógrafos en el sitio. Ya después se puso de

moda protestar desnudos, táctica que fue perdiendo efectividad. Me enteré después, por un amigo periodista escocés, que unos 100 años antes hubo una huelga similar en Glasgow. Pero ¡sabe! n

Mineros de Real del Monte en huelga, 24 de mayo de 1985. © PEDRO VALTIERRA / CUARTOSCURO

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El Picacho del Diablo, punto más alto (3,096 msnm) de la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California. © ALEJANDRO BERTHEAU CORTÉS . Esta imagen es parte de la exposición 25 miradas al bosque, organizada por Conabio, y la cual estará abierta hasta el 28 de febrero en las instalaciones del Club Alemán de México, ubicado en calle Club Alemán s/n, en la colonia Tepepan de la Ciudad de México.

Valleto y Cía. Damas no identificadas, 1909. Plata gelatina. © COLECCIÓN GUSTAVO AMÉZAGA HEIRAS.

De tu piel espejo. Un panorama del retrato en México, 1860-1910 aborda el retrato comercial y los usos de la fotografía desde la década de 1860 hasta el fin del Porfiriato. La exposición es un homenaje a Carlos Monsiváis, apasionado coleccionista de fotografía del siglo XIX, y se expone en el Museo del Estanquillo hasta el 19 de abril.

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cuadrOscuro

I am the future (Soy el futuro). Achievement Ribbons Flags (Preseas al logro), 2015. © ERICK MEYENBERG.

De la exposición Re mayor no es azul, abierta en el Museo Amparo de Puebla hasta el 18 de mayo. La muestra presenta instalaciones, fotografías, esculturas, videos y dibujos creados a partir de paletas cromáticas.

Sakana. Tokio, 2019. © TAEKO NOMIYA Como un acercamiento a Japón a través de los ojos de tres fotógrafos latinoamericanos de ascendencia nipona, la exposición Nippon América se presenta del 6 al 9 de febrero en el Carnaval de las artes de Barranquilla, Colombia. En la muestra participa la fotógrafa mexicana Taeko Nomiya, junto con el brasileño Marcio Takeda y el peruano Luis Okamoto. La selección de imágenes, a cargo del artista mexicano Alantl Molina, también se presentará en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en la Ciudad de México, en el primer semestre de 2020.

La reunión. © DANIEL A EDBURG. De la exposición individual Del sobresalto al hallazgo, 2001-2017, que estará abierta hasta marzo en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, en la capital oaxaqueña.

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Teahupo’o, Polinesia francesa © BEN THOUARD (Francia). Con esta imagen del atleta Ace Buchan, Thouard fue el ganador del primer lugar no sólo del tema Energía, sino de todo el concurso de Red Bull Illume (Overall Winner) que el año pasado incluyó entre sus once categorías, la de Instagram e Imágenes en movimiento. Más fotos e información en www.redbullillume.com.

© GERARDO GASKIN, de la serie Legendary 1995-2012, Hollis and

Derek, Allure Ball, Manhattan, NY, 1998. Imagen de la exposición Elements of Vogue. Un caso de estudio de performance radical, abierta en el Museo Universitario del Chopo hasta el 8 de marzo. 66

El cinefotógrafo mexicano Rodrigo Prieto recibió su tercera nominación para los premios Oscar en la categoría de Mejor Fotografía por su trabajo en la cinta The Irishman, de Martin Scorsese. La ceremonia de los galardones para lo mejor del cine se llevará a cabo el 9 de febrero en Los Ángeles, California. © SAÚL LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM


cuadrOscuro FIESTA EN LA LAGUNILLA No siempre –puede decirse que pocas veces–, los protagonistas de las imágenes pueden verse retratados. El último domingo de 2019, sin embargo, el fotógrafo Juan Pablo Cardona regresó a La Lagunilla; esta vez, no fue para buscar el ángulo perfecto o la luz adecuada, sino para entregarle a los “personajes” de su serie un ejemplar de la revista Cuartoscuro 160. Y se armó la fiesta. Dice Cardona: “De pronto, todo el tianguis le entró y la convivencia se convirtió en una gran verbena, el agradecimiento fue creciendo y los abrazos no dejaban de sumarse. Me hicieron sentir un buen ser humano por el simple hecho de haberlos retratado en su contexto. A través de la fotografía, me di cuenta de que tenemos una necesidad de ser recordados y de ser reconocidos… y eso en La Lagunilla se olvidó desde su gestación como mercado de pulgas, pero hoy Cuartoscuro, por medio de la publicación del portafolio La Lagunilla, brilló y vibró hasta caer la tarde… La nostalgia y el olvido al final de este día encontraron descanso y paz”.

La señora Estrellita se encontró en las páginas de la revista. © JUAN PABLO CARDONA

Fiesta en La Lagunilla. © JUAN PABLO CARDONA

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cuadrOscuro El libro editado por el Museo Amparo de Puebla es un recuento gráfico de la obra producida por el colectivo formado por Rolando Flores, Gabriel Cázares y Julio Castro (éste último hasta 2014) a finales del siglo 20 en Monterrey. Se trata de una recopilación fotográfica de su trabajo de reivindicación de las ruinas modernas a través de la intervención como gesto artístico, de acuerdo a los curadores Cuauhtémoc Medina y Taiyana Pimentel.

A través de la mirada del fotógrafo Santiago Arau, el libro Territorios presenta una cartografía inédita de México visto desde el cielo: sus mares, fronteras, cordilleras, volcanes y ciudades. La publicación es editada por la Fundación bbva.

El Musée de l’Elysée, en Lausana, Suiza, invita a fotógrafos de todo el mundo a que participen en su Premio Internacional de Fotografía. El Prix Elysée es un premio internacional de apoyo a la producción fotográfica que anima a los artistas a desarrollar un nuevo proyecto sobre el tema de su elección. La convocatoria permanecerá abierta hasta el 9 de marzo de 2020. Más detalles en http://prixelysee.ch/en/

Abajo: Las fotografías de Santiago Arau presentan una mirada que, desde el cielo, hace que el espectador descubra de una manera distinta los paisajes de México. La muestra Territorios se presenta en el Antiguo Colegio de San Ildefonso a partir de febrero. © SANTIAGO ARAU

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#deLasMejores

Arriba: Cientos de mujeres asistieron a la intervención “Un violador en tu camino”, organizada por el colectivo Aquelarre Violeta y la colectiva La Tesis en el Zócalo capitalino. Noviembre 29, 2019. © GRACIEL A LÓPEZ / CUARTOSCURO

Izquierda: Los tigres de las danzas de “Los Tlacololeros” participaron en el “Porrazo del Tigre”, una competencia de lucha grecorromana combinada con movimientos felinos en la Feria de San Mateo Navidad y Año Nuevo de la capital del estado de Guerrero. Diciembre 22, 2019. © DASSAEV TÉLLEZ ADAME /CUARTOSCURO

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A más de 40 días del estallido social en Chile a causa del alza en las tarifas del Metro, las protestas continuaban en la capital del país. El descontento social que inició con movilizaciones estudiantiles se generalizó reivindicando otras problemáticas sociales. Cada día, en las inmediaciones de la Plaza Italia, hoy bautizada Plaza de la Dignidad, los jóvenes se enfrentaban con los cuerpos policiacos. Santiago de Chile. Diciembre 2, 2019. © PEDRO ANZA / CUARTOSCURO

Un hombre se toma una fotografía con sus dos perros en el Zócalo capitalino. Diciembre 22, 2019. © MAGDALENA MONTIEL / CUARTOSCURO.COM 70


#deLasMejores Luces infinitas en un centro comercial de Monterrey, Nuevo León. Diciembre 19, 2019. © GABRIEL A PÉREZ MONTIEL /CUARTOSCURO

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#deLasMejores Larga espera en el cruce peatonal de la garita de El Chaparral por las compras navideñas de los tijuanenses en San Ysidro. Tijuana, Baja California. Diciembre 6, 2019. © OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO

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