Cuartoscuro 169, año 28, agosto-septiembre 2021

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MÉXICO $50 • US $10.95 • ISSN 1405-7913

R E V I S T A D E F O T Ó G R A F O S n D I R E C T O R : P E D R O V A LT I E R R A n A Ñ O X X V I I I n N Ú M E R O 16 9 n A G O S T O - S E P T I E M B R E 2 0 21 n C U A R T O S C U R O . C O M . M X

n CENTRO FOTOGRÁFICO MANUEL ÁLVAREZ BRAVO n FRANCISCO GALVÁN n CHRISTIAN JAMETT n ITZEL AGUILERA n MAURINE LOOMIS n ZACATECAS TEXTOS DE K ARINA SOSA Y GUILLERMO SANTOS • ANDRÉS WALDO ESPINOSA• ITZEL AGUILER A • CAROLINA ROMERO • ELISA LOZANO



UNA REVISTA DE CULTURA VISUAL Y TESTIMONIOS FOTOGRÁFICOS


n R E V I S T A D E F O T Ó G R A F O S n D I R E C T O R : P E D R O V A L­T I E­R R A n A Ñ O X X V I I I n N Ú M E R O 1 6 9 n A G O S T O - S E P T I E M B R E 2 0 2 1

n ISSN 1405-7913 n WEB www.cuartoscuro.com.mx n FACEBOOK cuartoscuro n TWITTER @ cuartoscuromex n INSTAGRAM @ cuartoscuromex

Director y editor responsable PEDRO ANTONIO VAL­TIE­RRA RUVALCABA

Coordinadora editorial ANA LUISA ANZA

analuisa@cuar­tos­cu­ro­.com Administración / Publicidad

Dedicado a uno de los más grandes exponentes de la fotografía mexicana del siglo pasado, el

CENTRO FOTOGRÁFICO MANUEL ÁLVAREZ BRAVO, en

VIRIDIANA SANDOVAL

Oaxaca, más que un espacio para el resguardo de poderosos acervos fotográficos o la

CAROLINA ROMERO

puesta en escena de diversas exposiciones, ha sido además un recinto impregnado del

FER­­NANDO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ

misticismo intrínseco del quehacer de la imagen, mantiene viva la memoria y detiene

publicidad@cuar­tos­cu­ro­.com Página electrónica y redes sociales re­vista­@cuar­tos­cu­ro­.com Diseño editorial Ar­chivo Cuartoscuro/Pedro Valtierra LUCÍA CUEVAS JIMÉNEZ

archivo@cuar­tos­cu­ro­.com archivopedrovaltierra@cuar­tos­cu­ro­.com Fotó­grafos MOISÉS PABLO (editor), PEDRO ANZA, MARIO JASSO, GALO CAÑAS, VICTORIA VALTIERRA, ANDREA MURCIA, GRACIELA LÓPEZ, ROGELIO MORALES, ISABEL MATEOS

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el tiempo gracias a la labor de enseñanza fotográfica a las nuevas generaciones, valores que perduran desde su fundación, hace 25 años, por Francisco Toledo 6 Quizá el momento en que don

FRANCISCO GALVÁN (1897-1964) sostuvo por

primera vez una cámara no lo llevó a dedicar su vida a la fotografía, pero sí fue un parteaguas para que comenzara a escribir con luz la historia cotidiana de la ciudad

Cuar­tos­curo / Revista de fotó­grafos, Año xxviii; núm. 169; agosto-septiembre 2021. Es una pu­­bli­cación bimes­tral editada por Cuar­­­­tos­curo, sa de cv; Juan Escutia, 55; colonia Condesa; 06140 Ciudad de México. Teléfonos: 5211 2607, 5211 3197, 5211 2913.

fronteriza de Tijuana, Baja California, aquella que, muchos años después, saldría a la

Registrado ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, con el Certificado de Licitud de Título y Contenido núm. 16712.

Espinoza 20 Con un deseo profundo por comprender y, luego, mostrar el rostro poco

Registrado ante la Dirección General del Derecho de Autor de la Se­cretaría de Educación Pública, con certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título núm. 04-2006-072811555900-102.

comunidades afrodescendientes de Arica, donde retrató los lazos que perduran, pese

Certificado de circulación pagada, cobertura geográfica y estudio sobre perfil de lectores núm. ACGM-81-16 en la Secretaría de Gobernación: www.gobernacion.gob.mx.

AGUILERA explora visualmente la interacción de los menonitas en su intimidad,

Precio del ejemplar: $50 mn en la República Mexicana y $10.95 us dlls. en el extranjero. Impreso en Preprensa Digital, sa de cv; Caravaggio, 30; colonia Mixcoac; 03910 Ciudad de México. Cuar­toscuro no asume responsabilidad por textos y fotos no solicitados. El contenido de los artículos es res­pon­sa­bili­dad de sus autores y el de la publicidad de los anun­­ciantes. Prohibida la re­pro­ducción total o parcial del contenido por cual­quier medio sin permiso expreso de los editores. Los derechos de todas las fotografías publicadas están reservados por sus respectivos propietarios y se indican con el símbolo ©. CERTIFICACIÓN DE CIRCULACIÓN PAGADA, COBERTURA GEOGRÁFICA Y ESTUDIO SOBRE EL PERFIL DE LECTORES POR AGENCIA CERTIFICADORA Y GESTORA DE MEDIOS, S.C. REGISTRO ACGM-81-16

luz gracias al proyecto de rescate de su foto-archivo familiar, a cargo de Andres W. conocido de la negritud en Chile,

CHRISTIAN JAMETT se acercó a las

a los siglos, entre el país sudamericano y el continente africano 32

ITZEL

como grupo social y en los campos agrícolas de Chihuahua, donde los fotografió hace un cuarto de siglo 40 EN MOVIMIENTO presenta la historia de

MAURINE LOOMIS,

una célebre fotógrafa estadounidense cuyo paso por el mundo de la cinefotografía vale la pena conocer 49 EN EXPOSICIÓN echa un vistazo a

ZACATECAS, tierra natal

de Pedro Valtierra, muestra que viaja, en forma de expo-venta fotográfica, al Festival Internacional de Fotografía de Arica, en Chile, y al Festival Chambre 07, en Aubenas, Francia 52 CUADROSCURO ofrece información sobre noticias, exposiciones y publicaciones de interés 56 DE LAS MEJORES abre un abanico a la variedad de miradas de los fotógrafos de la agencia Cuartoscuro 59

PORTADA: Fresnillo, Zacatecas, 1986. © PEDRO VALTIERRA



Luz Pétrea Ciudad de México, 1980. Peluqueros en la Calzada Zaragoza. © PEDRO VALTIERRA

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n uno de sus ensayos sobre arte, Susan Son­ tag escribió que “el fotógrafo es una ver­sión del paseante solitario que explora, acecha, cruza el infierno urbano; un caminante voyerista que descubre en la ciudad un paisaje de extremos voluptuosos”. Las imágenes que los fotógrafos realizan son, como nos dice Sontag, “una manera de vencer al mundo con ingenio”. Sin embargo, no es solamente el acto de fotografiar el que preserva y resguarda el ingenio de los observadores. Hacen falta los espacios que conservarán y ayudarán a los espectadores a relacionarse de diversas formas con la riqueza visual de la fotografía. Sin duda, uno de estos sitios es el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, en Oaxaca. Es posible que toda colección sea irrepetible, mucho más si ha sido un artista el que la ha creado. Con el paso de los años, las fotografías que Francisco Toledo fue reuniendo acabaron por crear uno de los archivos visuales más imponentes en el mundo contemporáneo. En ese laberinto, en esa selva de imágenes y objetos únicos, es posible descubrir cosas que jamás imaginamos. Los 25 primeros años del cfmab —o como lo cono­ ce el público asiduo y la gente cercana: “el Fotográ-

Página opuesta: Preparación del espacio que albergaría al CFMAB . Manuel Álvarez Bravo fotografía a Francisco Toledo. 1996. © ALEJANDRO ECHEVERRÍA

fico”— nos permiten pensar en el poder, o más bien dicho, en la potencia de las imágenes. ¿Cómo han afectado tantas fotografías a los espectadores que han pasado frente a esas vidrieras de la esquina de las calles García Vigil y Manuel Bravo? El proceso ha sido largo y sumamente rico en experimentación creativa. En septiembre de 1996, el Fotográfico abrió sus puertas con una exposición de Daniel Weinstock y, desde entonces, se ha convertido en un punto de encuentro para repensar en la mirada. La relevancia de los artistas cuyas obras han sido mostradas nos habla de la profundidad, alcance y variedad que representa: de Nacho López a Gabriel Orozco, pasando por Francis Giacobetti, Berenice Kolko o Letizia Battaglia; nombres como Mary Ellen Mark, Sebastião Salgado, Josef Koudelka, Abbas Kiarostami, el mismo Álvarez Bravo, Hugo Brehme y Graciela Iturbide son algunos de los tantos maestros que han estado presentes de una u otra forma. Cada exposición ha reunido una porción del mundo para ser observada. Con los años, Toledo se convirtió en guardián de todos estos nombres. Desde el comienzo, el cfmab fue concebido –quizá no de manera consciente– como un espacio en el cual

25 años del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo

LA POTENCIA DE LAS IMÁGENES

Karina Sosa y Guillermo Santos

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aprender y mostrar: un laboratorio expandido de la imagen, de la memoria y el tiempo. Más allá de las innumerables exposiciones que ha albergado y auspiciado, ha creado una academia, un espacio de intercambio y aprendizaje. Los continuos talleres formativos, su cuarto de revelado, sus salas y espacios para exhibir y debatir la fotografía han suscitado la formación de fotógrafos con una sólida trayectoria. Toledo dijo alguna vez que, de niño, se encargaba de trazar mapas del Istmo en el pizarrón de un salón, y esta metáfora, la de dibujar el mundo, nos ayuda a descubrirlo, a situarnos. Las fotografías son mapas o signos de lo que otros ven y nos quieren mostrar. Tiempo después, cuando era ya un joven en plena búsqueda, compró una cámara fotográfica para realizar algunas imágenes (paisajes, retratos y autorretratos) que serían, según sus propias palabras, “mis primeras preocupaciones artísticas”. No pocas veces refirió su deseo de convertirse en fotógrafo profesional y, aunque finalmente se decantó por las artes plásticas, nunca dejó de promover ni de crear espacios de preservación e investigación para el arte de la cámara. Su preocupación fue siempre la de hacer del arte un espacio asequible para cualquier persona. La dinámica se ha extendido poco a poco a la comunidad oaxaqueña, que se ha apropiado de éste y de los demás espacios culturales que nacieron después del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, fundado en 1988. En 1907, Alfred Lichtwark, historiador del arte alemán, escribió que “ninguna obra de arte es considerada en nuestra época con tanta atención como la propia fotografía, la de los parientes y amigos más próximos, la de la mujer amada”. Este juicio, más de

Inauguración del CFMAB , en Murguía 300 . Septiembre 17, 1996 . En la imagen aparecen, de izquierda a derecha, Francisco Toledo, Walter Reuter, Manuel Álvarez Bravo, Carlos Monsiváis, Rafael Tóvar y de Teresa y Diódoro Carrasco. © JUAN CARLOS REYES

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Taller de Mary Ellen Mark. Marzo 2007. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

Taller de Mary Ellen Mark en el CFMAB. 1997-1998. © JUAN CARLOS REYES 10


Sin título, de la serie Marcha política de la Cocei. Plata gelatina. © GRACIEL A ITURBIDE/ TOLEDO DE FOTOGRAFÍA CFMAB

100 años después, sigue teniendo cierta vigencia. Pero, ¿qué imágenes habría que preservar? ¿Cómo sabemos cuándo una fotografía debe ser rescatada del fuego del olvido? La tarea es titánica e historiadores y críticos siguen debatiendo al respecto, por lo que en el cfmab se lleva a cabo una constante labor de preservación de documentos y materiales que, con el paso del tiempo, pueden ser una sólida mina para investigadores y curiosos.

Sin embargo, hoy en día estamos atrapados en las imágenes, muchas de las cuales pasan y se esfuman en una nube virtual que no controlamos. Un espacio como el cfmab tiene como labor primordial dar la oportunidad para que sean los espectadores quienes juzguen cuáles serán aquellas que deben permanecer en la memoria. Los museos parecen siempre dotados de formalidad, cierto control y orden, pero casi todos los luga-

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Sin título. Plata gelatina. © AUTOR NO IDENTIFICADO/ TOLEDO DE FOTOGRAFÍA CFMAB

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Taller de fotografía para niños. 2019 . © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

Taller de fotografía para niños. 2017. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO 13


Sin título. Plata gelatina. © MARTÍN ORTÍZ/ TOLEDO DE FOTOGRAFÍA CFMAB

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Arriba: Concierto de música. 2016. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

Charles Harbutt durante un taller y la exposición de su trabajo en el CFMAB. 2001. © FAUSTO NAHÚM

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Cambio de exposición (XI Bienal de Fotografía). 2004. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

Cuarto oscuro. 2002 . © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO 16


Segundo patio del CFMAB. 2004. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

res que albergan libros, arte y objetos creativos son como una casa. Más allá de un conjunto de objetos fosilizados, muertos, Toledo deseaba que todo cobrara una vida inusitada. De ahí que sus museos no sean sólo para mirar las cosas que ocurrieron en el pasado, sino para transformar el presente. Y es que un sitio que arropa y cobija libros, fotografías, pinturas o música, trasciende quizás ese aspecto formal de solamente agrupar memoria histó-

rica: un museo, una biblioteca, una fonoteca o un centro fotográfico deben ser siempre una conexión entre el estudio y el conocimiento del pasado y la creación de nuevos lenguajes. Centros dinámicos donde las personas puedan experimentar y aportar sus propios descubrimientos. Hacer de lo universal algo personal, íntimo. Uno de los valores del cfmab es crear posibilidades para aquellas personas que conocen y trabajan en el arte fotográfico, aunque

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también acercar a aquellos que no saben casi nada de fotografía para que comiencen a integrarla en su vida cotidiana. Noventa mil fotografías atestiguan la importancia de la Colección Toledo. Es acaso sólo un número, pe­ro uno que se desdobla en el infinito. Aún falta mu­cho por descubrir (o redescubrir), tanto para el es­pectador como para todos los integrantes del cfmab. Sólo imaginar lo que se encuentra oculto en sus archivos nos hace pensar que necesitaríamos varias vidas para hacernos una idea cabal. Aquí hay una parte importante de la memoria visual de la humanidad. Una parte imprescindible. n

Aniversario del CFMAB. 2004. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

Biblioteca de foto. 2007. © ARCHIVO DEL CENTRO FOTOGRÁFICO

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igrante, aventurero, bolero, cargador de maletas, cofundador del Gremio de Choferes Mexicanos, miembro de la Defensa Civil de Tijuana, empresario y capitán honorario del aeródromo de Bahía los Ángeles, Baja California... pero Francisco Galván Valenzuela también fue fotógrafo. Don Pancho, como le decían, nació en 1897 en Mapimí, Durango. En 1917, a sus 20 años, su espíritu aventurero lo hizo migrar a Baja California en un contexto nacional marcado por la Revolución Mexicana. Supo adaptarse a un espacio desconocido en la frontera que, con el paso del tiempo, se convertiría en la más importante del mundo. Decidió ser de esos personajes multifacéticos de grandes aventuras y anécdotas por contar, y la fotografía fue su forma de transmitir sus múltiples realidades. No se sabe con qué cámara inició la arraigada afición, pero por la época en la que hizo su primer click tuvo que haber sido una Kodak 1A, dada su portabilidad, ya que él siempre estaba en constante movimiento. Hace más de un siglo que don Francisco caminó por las calles de la ciudad y por esos espacios que hoy forman parte de la memoria de los tijuanenses,

Portada del libro Francisco Galván, viajero de la lente, 1918-1963

donde fotografió acontecimientos y momentos de la cotidianidad. Con una curiosidad propia de un fotoperiodista, dejó capturadas para la posteridad manifestaciones, desfiles cívicos, campañas políticas, exhibiciones y pruebas de aviones desarrolladas en la Zona Centro y en los alrededores del Complejo Turístico de Agua Caliente. Además, su oficio como chofer le permitió recorrer los senderos de terracería en el interior de la península de Baja California a bordo de un camión de redilas. Un birote, piloncillo, queso, salami, cacahuates y una botellita de tequila dentro de un morral era con lo que hacía sus recorridos. Junto con su hermano Lorenzo, comenzó un negocio de transportación de víveres, agua y otros insumos. Este servicio tenía una ruta entre Tijuana, Valle de las Palmas, Tecate, Mexicali, Bahía de los Ángeles, la zona de Calmallí y Guerrero Negro, Baja California Sur. Fue en estos recorridos que aprovechó para registrar con su cámara algunos de los momentos, como la ceremonia de aniversario de la Escuela Cuauhtémoc, en Mexicali, el grito de la Independencia de México y los pescadores en Bahía de los Ángeles.

Rescate de un foto-archivo familiar

FRANCISCO GALVÁN, VIAJERO DE LA LENTE

Andres Waldo Espinosa

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Rollos de negativo de 35 mm. 2016. © ANDRES WALDO ESPINOZA

Transparencia a color de 35 mm. 2016. © ANDRES WALDO ESPINOZA

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La comunidad tijuanense en un evento cívico en el parque Teniente Miguel Guerrero. Tijuana, Baja California, ca.1928. © FRANCISO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

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Alumnos cantando el himno nacional. El Descanso, Baja California, ca.1952. © FRANCISO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

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Luego vinieron viajes a otros puntos del país, como la Ciudad de México, Guadalajara, Sonora, Sinaloa y Michoacán, en los que trató de destacar algunos rasgos muy particulares de los espacios públicos al capturar su movilidad a través de los camiones, carros y bicicletas, como si ésta fuera su forma de representar su esencia: el movimiento. Como aficionado, carecía de canon fotográfico, pero sus imágenes constituyen un testimonio de la vida cotidiana y visual de la región. INICIO DEL RESCATE

Cuando conocí a aquella señora de pelo algodonoso, blanco blanco, con una personalidad única y entrañable, quien usaba una pulsera de la cual colgaban unas llaves y un silbato “por si se necesitaba”, nunca imaginé que llegaríamos a ser cómplices en este camino. Era 2008 y yo estaba colaborando con el historiador Gabriel Rivera en el Archivo Histórico de Tijuana, quien me enseñó el amor por la historia de mi ciudad y me presentó a Celia Galván Ramírez. Ella se acercó al archivo para mostrar unas fotografías que tomó su padre, Francisco Galván Valenzuela (1897-1964), a principios del siglo XX. Recuerdo que revisamos esas imágenes y noté que estaban llenas de lo esencial para fortalecer la identidad y sentido de pertenencia: comunidad y familia.

Poco a poco entablamos una entrañable amistad, la que me valió la oportunidad de entrar a su casa y conocer más a fondo la historia que escribió su padre, no con pluma ni con máquina de escribir, y mucho menos con computadora, sino con luz. Se dice que los momentos son precisos, ni antes ni después. En 2014, durante una tarde de anécdotas, tazas y tazas de café de talega, y de ricos platillos servidos en la cocina –el espacio más íntimo del hogar de la señora, lleno de calor y olores placenteros– probé las calabacitas con elote y queso más exquisitas, platillo que ha sido testigo de innumerables pláticas. Fue durante una de estas charlas que le propuse a Celia organizar su archivo familiar de fotografía, compuesto por el trabajo de dos generaciones de fotógrafos aficionados, habitantes de la colonia Libertad, cuyos registros abarcan 100 años de microhistorias visuales (1918-2018) y están guardados en distintos soportes fotográficos, como negativo de película de nitrocelulosa y de seguridad en formato de 35 y 120 mm, impresos vintage, y digitales en blanco y negro y color. En 2018 elaboré un proyecto de rescate para conservar, preservar, digitalizar y organizar el foto-archivo familiar creado por Celia y su padre, propuesta auspiciada por el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Baja California. Fueron meses de trabajo.

Arriba: Francisco Galván y la Cacahuata. Tijuana, Baja California, ca.1923. © LORENZO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

Página opuesta, abajo: Abanderadas en un desfile cívico por calle Segunda, frente al hoy Antiguo Palacio Municipal, ca.1953. © FRANCISO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

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Hotel St. Francis, barra “La Ballena” y motociclistas posando. Tijuana, Baja California, ca.1928. © FRANCISO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

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Cruzando el río Tijuana. Tijuana, Baja California, ca.1918. © FRANCISO GALVÁN VALENZUEL A /COLECCIÓN FOTO ARCHIVO CELIA GALVÁN RAMÍREZ

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Celia Galván Ramírez. 2020. © ANDRES WALDO ESPINOZA

Registro. 2018. © ANDRES WALDO ESPINOZA 30


Al calor de un plato de calabacitas con elote y queso, comencé a ver opciones para la publicación de un libro sobre la diversidad temática de los testimonios visuales y algunos rasgos importantes del sello particular de Francisco Galván, el viajero de la lente que recorrió Baja California y otros puntos de México entre 1918 y 1963. En 2020, con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el respaldo del sello editorial de la Universidad Autónoma de Baja California, a través del Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, se pudo cristalizar este proyecto, del cual se presenta una selección de imágenes. Francisco Galván, viajero de la lente, 1918-1963 es la primera publicación que se desprende de un foto-archivo familiar en Tijuana (incluso en Baja California), que pretende valorarlos como parte del patrimonio cultural de la región, así como sensibilizar a la comu-

nidad acerca de la importancia de conservar la historia de familia como parte de la identidad y el sentido de pertenencia. Se puede pensar que las imágenes no tienen importancia por ser sólo fotografías de cumpleaños, bodas, bailes escolares y viajes, pero son todo lo contrario, ya que éstas también forman parte del patrimonio fotográfico porque son la esencia de la comunidad que forjó a Tijuana como el espacio diverso, emergente y cultural que hoy representa en México y el mundo. Falta trabajo por hacer y más tazas y tazas de café de talega por compartir con Celia, así como seguir escuchando su historia familiar a través de la fotografía, porque sé lo importante que es conservar y preservar la memoria histórica en todas sus representaciones y formatos como fuentes de información para ésta y las futuras generaciones. n

Celia Galván Ramírez y Andrés Waldo Espinoza. 2020. © GABRIEL A ESPINOZA GALVÁN

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portaFolio

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llá por los tiempos de la colonización europea en América, las raíces negras que fueron arrancadas de África y luego esparcidas por el entonces llamado “nuevo continente” en nombre de la esclavitud se vieron obligadas a afianzarse y a crecer contra su voluntad en la ciudad de chilena de Arica. Cientos de años más tarde, aquellas personas que llegaron encadenadas y despojadas de sus orígenes dejaron como legado una memoria llena de sufrimiento y lucha por la libertad, pero también de danzas, ritos y tradiciones que, hasta la actualidad, son parte de la identidad de los afrodescendientes chilenos. El fotógrafo Christian Jamett nació y creció en esa misma tierra, y aunque él no es afrodescendiente, fue de la mano de su abuelo que comenzó a alimentar una curiosidad infantil y silenciosa sobre la historia de los rostros afro que lo acompañaban cotidianamente; un mundo distinto, dice, que siempre estaba presente. No fue sino su deseo profundo de comprender la negritud en su país el que lo motivó a buscar cono-

Afrodescendientes en Chile

LA RAÍZ NEGRA

Carolina Romero El ritmo del alma. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

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Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT 34


Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

cerlos, a adentrarse en sus costumbres, a saber sus nombres y los de sus ancestros; con ese propósito en mente, su cámara se convirtió en la herramienta ideal para contarle a los otros quiénes son ellos y, sin esperarlo, también lo ayudó a darle respuesta a sus intereses de niño. Así, Christian comenzó a rastrear la presencia de los pueblos afro en las mismas zonas geográficas en donde existieron los esclavos que se desempeñaban como mineros, agricultores o servidumbre en Arica

y el valle agrícola de Azapa, en el extremo norte de Chile. Se encontró con “sís” rotundos que lo invitaron a formar parte en intercambios culturales en sus carnavales y fiestas, pero quedó particularmente cautivado por el culto a la muerte, transmitido de generación en generación, cuando presenció un ritual conocido como Entierro Afro, a través del cual, bajo la creencia de la “amortalidad”, se devuelve la vida a un familiar difunto personificado en un muñeco

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Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

de trapo que viste sus ropas y encarna su energía y personalidad. En un viaje simbólico a África, patrocinado por un ambiente de música de tambores y danzas tribales, el rito continúa con el entierro del muñeco y con la promesa de que será sacado de ahí el siguiente año. Finalmente, por la noche se lleva a cabo una festividad pagana que consiste en colocar una cruz en lo más alto de un cerro para pedir un año nuevo lleno de buenas cosechas.

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Invitado y con las puertas abiertas, Christian también visitó sus casas y, sí, supo sus nombres, conversó con ellos y descubrió la importancia del matriarcado en sus costumbres tras conocer a Marta Cor­vacho, afrodescendiente que diseña y con­fec­ciona los vestidos con los que se baila durante las celebraciones, y de quien aprendió la importancia de las mujeres pa­ra mantener económicamente a sus familias a tra­ vés de la costura.


Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

Entierro afro. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT 37


Marta Corvacho, costurera de sus costumbres. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

Marta Corvacho, costurera de sus costumbres. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT 38


“Todos me recibieron alegres. Había en ellos un deseo profundo de que retratara su historia. Ellos quieren decirle al mundo que están ahí, que son parte de él”, cuenta el fotógrafo. Y es que, asegura, los afrodescendientes chilenos son un pueblo del cual se sabe; sin embargo, la ma­ yoría de la población de ese país no comprende que no son inmigrantes y, por ende, se les estigmatiza.

Sin embargo, a través de sus fotos, de esos vistazos hacia una cosmovisión africana que germinó en el cono sur de América —y de la cual también escu­driñó aspectos de la vida cotidiana, oficios, creen­cias y narrativas culturales—, asegura, busca contribuir a que la población chilena conozca que una cara de su país tiene la piel negra y los cabellos crespos. n

El ritmo del alma. De la serie Afrodescendientes. © CHRISTIAN JAMETT

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on Cornelio Banman siempre supo de las andanzas de Itzel Aguilera por los campos menonitas de Chihuahua… de cuando foto­ grafiaba a los niños, quienes jugaban descalzos en la tierra; cuando iba con las mujeres y las bebés en brazos a visitar los corrales de los cerdos, vacas y gallinas; cuando se reía a carcajadas de las bromas de los pequeños; cuando acudía con los hombres a atender el maizal y también cuando entraba hasta los corazones de las casas, donde se convertía en un miembro más de la familia. Curioso de aquella joven que jamás se apartaba de su cámara, que iba y venía de campo en campo, año tras año, como buscando algo, un día la cuestionó: “¿Por qué te gusta hacer todas esas fotografías?, ¿para qué tanta foto?”. Y es que ellos, dice la fotógrafa, no alcanzaban a dimensionar lo que para ella significaba buscar y buscar entre tantas imágenes una posibilidad de representar la forma simple, y a la vez simbólica, de su estilo de vida, ese mismo que la intrigó desde niña y la hacía imaginar un sinfín de escenarios cuando veía a los menonitas en la capital de Chihuahua, de donde Itzel es oriunda.

Menonitas de Cuauhtémoc

TIEMPOS DEL SOL

Carolina Romero La leche del día, 1996. © ITZEL AGUILERA

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Sabía que ellos no eran de ahí; los observaba entrar y salir de hospitales, consultas médicas, centros comerciales, comprando mandado o caminando por el centro. Se les veía siempre parcos, narra, sin hablar ni reírse, sin interactuar con “los otros”. Interesada por saber qué actividades harían en su hogar, si se reían o se enojaban, si eran felices realmente con tanta carga religiosa sobre sus hombros, si la vida familiar patriarcal era armoniosa, si las mujeres estaban a gusto con sus pañoletas negras siempre colocadas para salir de casa, si los niños tenían momentos de juego que culminaban con rodillas rotas y cabezas descalabradas… fue así que quiso conocerlos en su propio mundo. Era 1996. En aquellos años, las mujeres menonitas —quienes recibieron a Itzel cuando fue a tocar a sus puertas— no hablaban español, por lo que la fotógrafa se enfrentó a limitaciones lingüísticas y etno-

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gráficas que le costaron un par de intentos fallidos de acercamiento a la comunidad, varios portazos y viajes a Ciudad Cuauhtémoc, donde están asentados, hasta que una maestra la llevó directamente con una familia que conocía. Sólo entonces, ya lejos de la imaginación infantil y más cerca de un proyecto de fotografía documental, conoció una manera tan ligera de vivir que le dejó una marca que la acompañaría por siempre. En los campos menonitas, recuerda, el día iniciaba al despuntar el sol. Ya retumbaba en las paredes de la casa un español ranchero inconfundible antes de las 7:00 horas, cuando don Cornelio se dirigía al establo y su esposa Agatha lo acompañaba, a veces, a ordeñar las vacas de forma manual. Luego llegaba el desayuno, tempranito, antes de que hubiera que salir a atender la milpa. Comían todos juntos, incluyendo a los niños. En tiempos de

La granja, 1996. © ITZEL AGUILERA


La pañoleta, 1998. © ITZEL AGUILERA

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Niños jugando en la tierra, 1997. © ITZEL AGUILERA

clases, los pequeños iban a la escuela que estaba en el mismo campo; pero, si estaban de vacaciones, corrían a jugar con los animales de la granja. La mujer se quedaba haciendo alguna tarea de costura o limpieza hasta que llegaba la hora de preparar la comida para que estuviera lista hacia el mediodía. Después del almuerzo, unas rebanadas de sandía jugosa y fresca despedían de nuevo al pa­ dre de familia, quien regresaba al campo a seguir sus

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labores, iba a arreglar el tractor o a poner orden en algún asunto de la cooperativa o del banco. En tanto, la esposa e hijas dejaban la cocina otra vez impecable y, si les quedaban tiempo y ganas, horneaban galletas de nata. Tras la cena y una amena plática, llegaba la hora de dormir. Y así era la cosa todos los días, a excepción de los domingos, cuando había asueto, ceremonias religiosas, comidas familiares y fiestas.


De día de campo en Sainápuchi, 1998. © ITZEL AGUILERA

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La recámara, 1996. © ITZEL AGUILERA

Escuela menonita, 1997. © ITZEL AGUILERA 46


Esa normalidad de campo —que podría juzgarse como simple y tranquila—, aquellos momentos lúdicos, de felicidad, satisfacción y de manifestar orgullo de ser quienes eran, se quedaron plasmados en las fotografías espontáneas de Itzel, así como en los retratos que aluden a sus expresiones tiernas y amorosas, a su capacidad de reírse de las cosas simples y de las bromas más blancas, y a su manera de asociarse en pro del bien común.

“En ese lugar, en todo momento se respiraba un aire de tranquilidad, de generosidad y de ansias de mostrarme sus formas de hacer su vida en el campo”, menciona la fotógrafa, quien asegura que la experiencia fue reveladora para ella en el ámbito laboral, pero también en el sentido humano, al haber entablado un vínculo que la marcó doblemente. n

Jugando con “Lobo” el perro, 1997. © ITZEL AGUILERA 47


DESDE LA INTIMIDAD Itzel Aguilera

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n Chihuahua, el mundo menonita es una pre­ sencia permanente en la distancia; es una suerte de estar ante el otro ausente o en la indiferencia. Esa otredad es manifiesta en la per­ cepción cotidiana por medio de la vestimenta, por el color de la piel y el lenguaje. Es hasta cierto punto natural sentir cierta curiosidad por descubrir su forma de vida, pero por lo general esa inquietud se acalla con lo poco que se logra saber acerca de ellos. En mi caso, esa inquietud se mantuvo latente durante mucho tiempo, sin convertirse en una obsesión. Hasta que tuve una cámara en las manos me fue posible desahogar esa curiosidad temprana por intentar acercarme más a esos otros que, de alguna manera, conforman el espacio público de la región. Desde luego, no me interesaba explorar visualmente la interacción de los menonitas con mi pro­ pio entorno citadino, sino adentrarme en su intimidad como grupo social, en los campos agrícolas, a los cuales no podemos acceder por el sim­ple he­cho de nuestra falta de pertenencia a su comunidad. Tenía el instrumento, el arma adecuada para alcanzar mi propósito, pero carecía de los medios para poder internarme en su hábitat. Me faltaba el salvoconducto y, para obtenerlo, tuve que pasar por algunos obstáculos, empezando por mi propia inexperiencia en la incapacidad de verbalizar adecuadamente las ideas que tenía en la cabeza con mediana claridad. Toqué muchas puertas que no se abrieron y otras se cerraron con la misma rapidez con la que fueron abiertas, por el simple hecho de la barrera lingüística-cultural, puesto que las mujeres sólo dominaban la variante dialectal del alemán (plautdietsch), lo cual garantiza la exclusión de cualquier contacto con el mundo de los otros, algo que ha cambiado en buena medida con el paso de los años.

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Mi primer viaje a los campos menonitas con fines de “retratarlos” en su cotidianidad fue en verano de 1996. Durante una semana, tomé alrededor de siete rollos y regresé a la Ciudad de México, en donde residía en aquel entonces. Con cinco fotos de ese material obtuve el segundo lugar del Concurso Nacional de Fotografía An­ tro­pológica, que convoca el Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) a través de la enah, distinción que me dio pie a escribir y desarrollar mejor el proyecto sobre la comunidad menonita. Continué el trabajo también con el apoyo del programa Jóvenes Creadores del Fonca, lo que dio por resultado la inauguración de la primera exhibición fotográfica Tiempos de sol, en el Centro de Arte Contemporáneo de la capital chihuahuense, en diciembre de 1998, fecha desde la cual la colección forma parte de la Fototeca del Centro inah Chihuahua y ha sido llevada a varios centros culturales de algunas ciudades del país durante estos últimos 23 años, incluyendo el Museo y Centro Cul­ tural Menonita, a.c., ubicado justo en los propios campos menonitas de Cuauhtémoc, lugar geográfico donde se gestó. Cuando realicé el proyecto fotográfico, trabajé sólo con la comunidad de menonitas tradiciona­les, quienes me interesaban en ese momento. Actualmente, las familias que retraté desde hace 25 años siguen perteneciendo a la modalidad tradicional; sin embargo, su apertura a la modernidad se ha visto permeada inevitablemente por sus vecinos, los “no menonitas”, por la ampliación de sus actividades comerciales, hotelería, creación de cooperativas más expandidas y compra y venta de maquinaria agroindustrial dentro del corredor principal (la carretera que divide los campos) y lugares vecinos. Y –¿por qué no decirlo?– ,cada vez más por el libre acceso de las nuevas generaciones a las redes de la comunicación global y las consabidas redes sociales. n


enMovimiento

Retratista de estrellas

MAURINE: LA DAMA DE LA CÁMARA Elisa Lozano

A José Antonio Rodríguez, mi maestro, mi amigo

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n la película El hombre sin rostro1, Arturo de Córdova interpreta a un psicópata con doble personalidad. En la trágica secuencia final, la cámara se cierra lentamente sobre un retrato del protagonista y, aunque en los créditos se omi­ te el nombre de quien tomó esa foto, sa­be­mos que se trata de Maurine, una célebre fotógrafa estadounidense cuya historia vale la pena conocer. Maurine Loomis (Minnesota, EUA,1907), inició su carrera en los años treinta como extra y posteriormente fue la doble de la actriz Jeanette MacDonald, por lo que pasó largas horas frente a cinefotógrafos y alumbradores. De forma natural, aprendió junto a los mejores cinefotógrafos del momento –William Daniels, George J. Folsey o Clyde De Vinna– el arte de la iluminación y se fa1 Juan Bustillo Oro, 1950. Fue posible identificar la autoría de la imagen porque la misma Maurine la eligió junto a las de María Félix y de Dolores del Río, para publicitar su estudio fotográfico como “el más moderno”, ubicado en los Estudios Tepeyac, de la Avenida Ticomán 150, en el Anuario Cinematográfico 1946-1947.

Maurine y su cámara. American Cinematographer, mayo de 1942. © COLECCIÓN ELISA LOZANO

miliarizó con los ángulos de cámara. Ellos res­ pondían sus dudas; así supo por qué disponían las luces de tal o cual modo, cómo se usaba un tono de luz alto o bajo para propiciar determinado estado de ánimo, o bien, para qué se utilizaba cada lente y la velocidad de obturación. Fascinada con el arte de la imagen, un buen día renunció a ser standin para convertirse

en fotógrafa profesional.2 Sin recursos económicos, pero con gran entusiasmo, instaló su estudio en un pequeño local equipado apenas con una vieja cámara, dos luces prestadas y 3.75 dólares. Estaba convencida de que si lograba dar a sus retratos la calidad de los primeros planos que veía en pantalla, sería un éxito. No se equivocó. Sin publicidad, pero con la recomendación de boca a boca, ganó 350 dólares el primer mes y empezó a ser conocida. Desde entonces, Maurine desarrolló un estilo glamoroso, caracterizado por el extraordinario manejo de la iluminación –que le permitía reducir al mínimo el retoque de los negativos–, la equilibrada composición, el cuidado en la pose, la disposición de la puesta en escena y la supervisión personal del vestuario, maquillaje y peinado de sus modelos. También con la aspiración de ser cinefotógrafa, filmó algunos cortos en formato de 16 mm,3 pero aunque sí logró hacer algunos pro­ ­yectos, al parecer su incursión en un oficio totalmente ejercido por hombres causó rece2 Hal Hall, “Go to the Movies - If You Want to Learn Lighting”, American Cinematographer, mayo de 1942, p .214. 3 The Evening News, 17 de agosto de 1938, p.14.

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Sello de Maurine al reverso de una fotografía. © COLECCIÓN ROBERTO FIESCO. (MIL NUBES-FOTO)

MAURINE LOOMIS. Linda Christian, en la portada de Cinema Reporter, 18 de octubre de 1947. © CINETECA NACIONAL.

lo entre sus otrora generosos colegas, como se lee en un artículo: “La ex suplente de Jeanette McDonald, Maurine Loomis, es la primera camarógrafa en recibir una asignación. Por supuesto, los chicos de la cámara están hirviendo ya que no quieren a las mujeres invadiendo la ‘santidad’ de su campo”.4 Quizá eso influyó para que abandonara el medio, y centrara su atención en la fotografía fija para la Metro Goldwyn Mayer y en sacar adelante su estudio. La presencia en el mismo de Myrna Loy –quien le pagó 1000 dólares por una sesión fotográfica– fue determinante para alcanzar el éxito. Para 1941, Maurine había retratado ya a lo más granado del firmamento hollywoodense: Ramón Novarro, W.C. Fields, George Mont-

gomery, Barbara Stanwyck, Joan Crawford, Rita Hayworth, David Niven, Jane Russell. Pero sobre todo, Maurine tenía el reconocimiento de sus pares –todos varones– como Hesse Doolittle, Willinger y el gran George Hurrell, quien por cierto, al año siguiente le traspasó su elegante estudio, ubicado en el 333 de North Rodeo de Beverly Hills, cuando se enroló en las fuerzas armadas durante la Segunda Guerra Mundial. Los diarios de gran circulación imprimieron sus retratos de estrellas y le dedicaron artículos, lo mismo que las publicaciones especializadas Popular Science Monthly, American Cinematographer y Popular Photography, entre otras, en las que comentaba su obra y ofrecía consejos técnicos a los fotógrafos aficionados. Hacia 1944, Maurine acompañó a su marido a un viaje de trabajo por el sureste

4 Luis Rosado, “Hollywooden Tid Bits”, The Brooklyn Citizen, 13 de agosto de 1938, p.8. 50

mexicano. Fascinada por las bellezas naturales, la cultura y la amabilidad de su gente, la pareja fijó su residencia en la capital del país, en el rumbo de San Ángel. Después de dos años durante los cuales “sació su curiosidad de turista”, retomó su actividad profesional.5 La fama que le precedía le abrió las puertas de la industria cinematográfica, en pleno esplendor y enseguida las casas productoras le solicitaron los retratos publicitarios de sus estrellas para ser inmortalizadas por su lente a la manera hollywoodense. Se instaló primero en un improvisado lo­cal en los Estudios Clasa y de manera definitiva en el interior de los Estudios Tepeyac. Lo mismo que en su país, aquí sus imágenes aparecieron en revistas de gran circulación 5 Sin autor. “La primera dama de la cámara: Maurine”, Celuloide, agosto de 1946.


Anuncio del Estudio Fotográfico de Maurine. Anuario Cinematográfico, 1946-1947. © COLECCIÓN ELISA LOZANO

como Cinema Reporter y Celuloide. Entre la ga­ lería de rostros del cine mexicano que Maurine nos legó están los de María Félix, Dolores del Río, Miroslava, Alex Phillips, Andrea Palma, Lilia Michel, Esther Fernández y Lin­­da Christian, entre muchas más. 6 Pero, como suele ocurrir, las cosas buenas tienen un alto costo, y los retratos de Maurine no serían la excepción: resultaban excesivamente caros, como criticaba una periodista anónimo: “Setenta y cinco pesos por cada pose y un mínimo de cinco poses es el requisito que exige Maurine a las estrellas que quieran ser fotografiadas por su cámara. Co­bra cada copia adicional a seis pesos y hay artis6 Seguramente, al profundizar en esta investigación localizaremos las de varias más, actual-

MAURINE LOOMIS . Anita Blanch. Hacia 1945. © ARCHIVO FÍLMICO AGRASÁNCHEZ

tas que por una sola funcioncita de éstas han pagado mil ochocientos pesos”7. Tal vez por ello su carga de trabajó disminuyó e infiero que esa pudo ser una de las razones por las cua­les regresó a su país en noviembre de 1949. A partir de entonces su presencia se diluyó paulatinamente en la prensa local y fue hasta 1993 cuando su nombre volvió a la luz como parte del documental High Heels and ground glass (Tacones altos y vidrio esmerilado, Deborah Irmas y Barbara Kasten), dedicado a fotógrafas pioneras –Giselle Freund, Louise Dahl-Wolfe, Lisette Model y Eiko Yamazawa–, quienes se abrieron paso en un ámbito dominado por hombres. Reconocida en su momento como “La pri­ mera dama de la cámara” y luego ignorada por los historiadores de la fotografía, Mauri-

ne Loomis fue una artista que abrió el camino de su oficio a las mujeres que vinieron después, mientras que su obra ayudó a impulsar la carrera profesional de los más importantes actores y actrices de Estados Unidos y de México. Falleció a los 89 años de edad en su hogar de Los Ángeles, California, el 22 de febrero de 1996. n Cuartoscuro agradece la generosidad de: Roberto Fiesco (Mil Nubes-Foto), Xóchitl Fernández, Rogelio Agrasánchez (Archivo Fílmico Agrasánchez), Renato Camarillo Duque, señora Lilia Palma, Gloria Maldonado Ansó, Henoc de Santiago Dulché y Museo del Estanquillo / Colecciones Carlos Monsiváis, por facilitar las imágenes que ilustran este artículo.

mente dispersas y sin identificar en archivos públicos y privados.

7 Celuloide, 1946. 51


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e la mano de su expo-venta Zacatecas, una mirada a la tierra que lo vio nacer, el fotógrafo mexicano Pedro Valtierra llega a Chile como parte de la vii edición del Festival Internacional de Fotografía de Arica, que tendrá lugar de manera virtual del 19 al 30 de agosto. A través de 22 imágenes en blanco y negro, realizadas en la década de los años 80, Valtierra invita al espectador a recorrer junto con él las calles zacatecanas y a andar por viejos caminos trazados en medio del campo; a ser parte de la intimidad de los ambientes cotidianos, pero también de la verbena de las fiestas populares y de las tradiciones locales; a conocer los rostros de sus paisanos y admirar la belleza de los paisajes rurales del estado. En el marco de la muestra, que podrá visitarse en el enlace www.fotoarica.com, el fotoperiodista y director de Cuartoscuro ofrecerá también una charla junto con el director del festival, Christian Jamett, la cual estará disponible en la página de Facebook @festivalfotoarica. Como en todas las recientes muestras del fotógrafo, las imágenes se encuentran a la venta y pueden adquirirse haciendo contacto a través de las redes sociales de Foto Arica.

Viaja a Chile y Francia

ZACA TECAS 52


enExposición Monte Escobedo, Zacatecas, 1986. © PEDRO VALTIERRA

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Fresnillo, Zacatecas, 1986. © PEDRO VALTIERRA


enExposición Zacatecas, Zacatecas, 1986. © PEDRO VALTIERRA

Desde 2014, Foto Arica ha compartido y destacado el trabajo de diversos fotógrafos de todas las latitudes del mundo, colocando a la imagen en primer lugar, con la finalidad que la comunidad en general comprenda y valore la labor de tantas y tantos profesionales que dedican su vida a registrar el presente para no olvidar el pasado y pensar en el futuro.

Tras su exposición en Sudamérica, las fotografías de Zacatecas se presentarán de manera física en Aubenas, Francia, como parte del Festival Chambre 07, del 3 al 10 de septiembre de 2021. n

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cuadrOscuro PREMIACIÓN DEL CONCURSO TIEMPOS DE PANDEMIA En la agencia Cuartoscuro, respetando las medidas de sana distancia y a través de una transmisión en vivo, se llevó a cabo la premiación del Concurso Nacional de Fotografía Periodística y Documental Cuartoscuro 2021 “Tiempos de Pandemia” el pasado 25 de junio. La ceremonia contó con la participación de Víctor Oliva, director de Mercadotecnia y Ventas de Nikon México; Pedro Valtierra, director de la agencia y revista Cuartoscuro; Gerardo Contreras y Daniel Vázquez, segundo y tercer lugar del concurso, respectivamente. Este año, el certamen contó con 715 fotógrafos inscritos y mil 700 fotografías participantes. © VIRIDIANA SANDOVAL / CUARTOSCURO

PREMIO ALEMÁN DE PERIODISMO WALTER REUTER En su aniversario número XV, el Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter está dedicado a las “Violencias de Género y Movimientos Feministas”, con la intención de contribuir a visibilizar y motorizar este proceso de transformación social. Podrán postularse hasta el 1 º de octubre de 2021 periodistas de toda América Latina residentes en México y que hayan publicado un trabajo sobre la temática del premio entre el 1 º de enero y el 30 de septiembre de 2021. Las bases del premio se pueden consultar en www.papwr.org

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GRACIELA ITURBIDE EN EL MARCO Como parte de la celebración del 30 aniversario del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), el recinto cultural presenta 15 fotografías inéditas de la artista mexicana Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942). Se trata de un ensayo visual y fotográfico que se centra en los retratados: el artista Juan Soriano y su obra La Paloma. La muestra puede apreciarse en el espacio virtual del MARCO: https://www.marco. org.mx/30aniversario/ © GRACIEL A ITURBIDE

REVELAR EL TIEMPO Como una ventana al interior del ser humano y al entorno como un reflejo de lo que somos, el fotógrafo Juan Carlos Reyes García presenta Revelar el tiempo, exposición que se presenta en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) de Oaxaca. A través de 40 imágenes, producidas entre 1992 y 2021, Reyes García hace un recorrido visual por su identidad, por la condición migrante de la humanidad, que es la propia, y captura momentos de contemplación de distintos contextos. La muestra permanecerá abierta hasta agosto de 2021. © JUAN CARLOS REYES GARCÍA

AFRICAMERICANOS Tras haber permanecido cerrado desde que inicio la contingencia sanitaria por Covid-19, el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), en Oaxaca, reabre sus puertas y presenta la exposición Africamericanos. Cerca de 400 imágenes históricas, procedentes de archivos fotográficos, producciones de más de 70 artistas y una selección de proyectos comisionados, pincelan la realidad negra que yace en las raíces mestizas de 16 países latinoamericanos, incluyendo México. La muestra permanecerá abierta hasta septiembre y puede visitarse de lunes a domingo, de 11:00 a 17:00 horas. De la serie Tierra Negra. © MAYA GODED

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cuadrOscuro LA GUERRA FALLIDA El Centro de la Imagen presenta DPV. La guerra fallida, una exposición multimedia sobre las políticas de drogas y sus consecuencias en América Latina. El proyecto de la Fundación VIST y curado por Claudi Carreras reúne a más de 20 autores de México y de la región con distintos ensayos fotográficos e ilustraciones que reflexionan sobre el tema desde distintos puntos de vista. La muestra permanecerá abierta hasta el 12 de septiembre. Plantación de marihuana en Paraguay. © SANTI CARNERI PATRIMONIO DE SAN LUIS POTOSÍ El fotógrafo Eduardo Meade abre una ventana para atisbar el patrimonio vivo y monumental de San Luis Potosí. Sus imágenes, realizadas a lo largo de tres décadas y las cuales retratan monumentos, paisajes y vidas comunitarias en constante recreación, están reunidas en una exposición virtual que puede ser consultada en el micrositio https://patrimoniomundial. colsan.edu.mx/ © EDUARDO MEADE

WORLD PRESS PHOTO La exposición del World Press Photo, certamen que premia a lo mejor del fotoperiodismo a nivel mundial, puede visitarse en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México. El recorrido visual estará abierto hasta el 26 de septiembre en el claustro del recinto. El costo humano del Covid-19. © JOSHUA IRWANDI, Indonesia

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DeLasMejores Un socavón se formó en una zona de cultivos de la comunidad de Santa María Zacatepec, Puebla. La zona permanece resguardada por la policía municipal, la Guardia Nacional, bomberos y elementos de Protección Civil. Junio 01, 2021. © MARIO JASSO/ CUARTOSCURO.COM

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Luego de que Hugo LópezGatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, anunció el fin de la conferencia vespertina sobre el Covid-19, un grupo de mujeres se reunió afuera de Palacio Nacional para despedirlo. Junio 11, 2021. © MARIO JASSO/ CUARTOSCURO.COM

El Ballet Folklórico de México regresó a la sala principal del Palacio de Bellas Artes bajo la coordinación de Amalia Hernández. Junio 14, 2021. © ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

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DeLasMejores

Una pareja de jóvenes se besa dentro de las fuentes de la Alameda Central. Julio 4, 2021. © ANDREA MURCIA / CUARTOSCURO.COM

Inició la aplicación de la vacuna contra el Covid-19 a adultos de 30 a 39 años en la alcaldía Cuauhtémoc; la Biblioteca Vasconcelos fue el lugar designado para la inmunización. Julio 6, 2021. © DANIEL AUGUSTO/ CUARTOSCURO.COM

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