Cuartoscuro 151, año 25, agosto 2018

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1405-7913ISSN•$10.95US•$50MÉXICO REVISTA DE FOTÓGRAFOS n DIRECTOR: PEDRO VALTIERRA n AÑO XXV n NÚMERO 151 n AGOSTO 2018 n CUARTOSCURO.COM.MX TEXTOS DE ANA LUISA ANZA n PEDRO ANZA n CAROLINA ROMERO n MARTHA PATRICIA MONTERO n CITLALI FABIÁN n JOAQUÍN URRUTIA n NAHATAN NAVARRO n YAEL MARTÍNEZ n CRISTOPHER ROGEL BLANQUET n CITLALI FABIÁN

Director y editor responsable PEDRO ANTONIO VALTIERRA RUVALCABA Coordinadora editorial ANA LUISA ANZA Administración / Publicidad VIRIDIANA SANDOVAL publicidad@cuartoscuro.com Página electrónica y redes sociales CAROLINA ROMERO revista@cuartoscuro.com

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portada : Recién llegado Vol. 2: Rostro del miedo (detalle). De la serie Enfrenta © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

Fotó grafos MOISÉS PABLO (editor) SAÚL LÓPEZ, ISAAC ESQUIVEL, PEDRO ANZA, ADOLFO VLADIMIR, DIEGO SIMÓN, MARIO JASSO, GALO CAÑAS, LEOPOLDO TERCERO, MISAEL VALTIERRA Distribución COMERCIALIZADORA GBN, SA DE CV Calzada de Tlalpan, 572 C302 colonia Moderna; delegación Benito Juárez; 03510 Ciudad de México. suscripciones@cuartoscuro.com Cuartoscuro / Revista de fotógrafos, año xxv; núm. 151; agosto 2018 Es una publicación bimestral editada por Cuartoscuro, sa de Cv; Juan Escutia, 55; colonia Condesa; 06140 Ciudad de México. Teléfonos: 5211 2607, 5211 3197, 5211 2913. Registrado ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, con el Certificado de Licitud de Título y Contenido núm. Registrado16712.

DERETRATOSALMASDOLIDAS

Joaquín Urrutia

Ana Luisa Anza

Recién llegado Vol. 2: Rostro del miedo. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

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9 Siguiente parada. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

Llegó a Tenosique porque sabía que ahí ha bitaba la violencia. Su experiencia siguiendo a los migrantes lo guió a una zona dura de frontera, un páramo desprovisto de consue lo a 60 kilómetros de la línea con Guatemala. Y se prometió ir a verlo y documentarlo, no sólo para retratar lo más profundo del dolor que hemos visto en otras historias, sino para encontrar los resquicios de esperanza en condiciones ínfimas de sobrevivencia.Estaveznoiba de paso. Esta vez no rondaría los albergues, ni seguiría los trenes, ni contemplaría de lejos el ir y venir de figuras humanas. Esta vez que ría tocar su humanidad, abrazar sus vidas, ser parte para comprender. Necesitaba sentir lo mismo que los cientos de centroamericanos expulsados por la violencia o la pobreza en sus lugares de origen y entender cómo viven ese rito de pasaje. Así que, en lugar de sólo ir a tomar fotos, se quedó como si fuera uno más. Y uno más fue… luego de ser acep tado tras una recepción llena de las sensaciones que resume en una frase: “Me recibieron con las bocas llenas de balas, el alma dolida y mucha tristeza”. Transitó por la nostalgia de quienes tenían un hogar o un trabajo aunado a la obligación de pagar

10 Peluquería al aire libre. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

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© JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

12 impuestos a las maras o a la misma policía; repasó las palabras de esos, “los crueles”, quienes domina ban sus movimientos y su vida cotidiana en sus sitios de origen; conoció también a aquéllos que perma necían ahí, considerando que sólo estaban de paso hacia esa nebulosa concepción de lo que llamamos el “sueño americano”. De alguna u otra manera, un resumen de la expulsión de quienes ayer eran indi viduos, Juan o Pedro o Clara o Susana o Gustavo o Sandra, y que hoy, en la confusión del viaje y la existencia atemporal de un pretendido refugio, son conocidos tan anónimamente como “un grupo de migrantes”.Joaquínsupo que convivir con ellos, aguantando el miedo inicial, sería la única forma de adentrarse en un mundo que generalmente se toca con pince ladas. Así que llegó a “La 72”, un albergue al que habría de volver al menos cinco veces, con estancias de hasta 20 días. Las miradas de duda —quizá des confianza— en algunos, se transformaron pronto. Pescados muertos y repertorio de crueldades. De la serie Enfrenta.

Otros lo acogieron y lo invitaron a su trajín cotidiano: hacer la limpieza, ordenar, cocinar, pero también jugar a las cartas, al futbol y al básquetbol y, ¿por qué no?, darle una pasada al espacio adaptado como peluquería.Perodentro de ese día a día, conoció de las heridas de esa guerra insensata del desarraigo. Como la historia de Mito, quien huyó con toda su familia extendida de una Honduras que había dejado muer tos a dos sus hermanos y cuyo único deseo era paz para su familia, así tuviera que dejar atrás su propio negocio de comidas y su hogar. No, Mito no sabía que su piel chocolate habría de hacerlo blanco del racismo, que los trabajos encontrados bajo el sol ardiente serían apenas para pasar la vida y que tendría que esperar casi un año por los papeles que le permitieran salir de Tenosique para buscar la re sidencia legal en México. Dentro de esos espacios —como vacíos invisibles en una nación que ni los concibe— sintió el dolor En la casa de la familia Garífuna, se ayudan y entre todos realizan los quehaceres. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

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En un México peligroso para los inmigrantes que buscan la esperanza de una vida mejor. De la serie Enfrenta. JOAQUÍN URRUTIA

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Lo asaltaron en Guatemala, fue apuñalado en la espalda, le quitaron la maleta y lo quisieron matar. Alcanzó a huir. De la serie Enfrenta © URRUTIA

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18 Un evangelista que se prostituía para poder mantenerse. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

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* Este proyecto fue realizado con el apoyo de la beca Jóvenes Creadores del Fonca. La suerte no nos separará. De la serie Enfrenta. © JOAQUÍN URRUTIA PARTIDA

20 de conocer el abuso al que son sometidos los tran sexuales por parte de supuestos narcos o de cual quier “malvado” que sintiera su fragilidad. Ahí estaba también quien se prostituía para aliviar su economía, incluso haciendo películas porno, un evangelista que hablaba constantemente de dios, un dios que llegaría a salvarlos, a darles una vida mejor. Pero mientras… Joaquín escuchó sus historias, sus deliberaciones sobre acciones que habrían de determinar su futuro, los fragmentos del pasado al que miraban con nos talgia: “Las memorias se convierten en rostros mi rando hacia el pasado”, resume. Nadie sale bien librado —o sin heridas de guerra— de sentir en propia piel las inclemencias del limbo geográfico, el hueco de haber dejado una vida, el espanto de enfrentarse todos los días —sí, todos los días— a lo que un destino inmanejable les depara. Joaquín tampoco. ¿Cuántas jornadas pasó sin poder alzar la cámara? ¿Cuántas veces se quedó atrapado en el pesar? Por eso había que volver y estar. Volver y estar. Era la única forma de mostrarle al mundo. Joaquín llegó a Tenosique porque sabía que ahí habitaba la violencia. Y sí, estaba ahí, latente, cerca na, palpable, como el miedo, la angustia, la decep ción. Tomó la cámara y retrató los sentimientos, los claroscuros de ese mundo que alguna vez tuvo temor de conocer pero que hoy nos permite ver —no sin sentir la tristeza de las miradas— a esos seres invisibles, habitantes de territorios pretendidamente inexisten tes donde se acumula el sufrimiento. Y en sus ojos, sin embargo, se atisba el brillo de una promesa. n

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De la serie Los que van, los que se quedan. © NAHATAN NAVARRO

HABITANTESDE LADELDIMENSIÓNSILENCIO Pedro Anza Nahatan Navarro

En la periferia de Hermosillo, cargados de poco más que mil y un historias en sus lomos, si acaso algún pedazo de tela y una bolsa de contenido desconocido, deambulan por ahí de una treintena o cuarentena de almas que, para el ojo poco educado, el oído poco aguzado y el viandante poco abusado, podrían pasar desaper cibidas, camufladas entre el incesante vaivén de bípedos por la faz de la tierra. Sin embargo, po niendo un poco de atención —la necesaria, sin tener que tensar los músculos faciales incluso— pueden advertirse unos cuantos que callejean desorientados bajo el sol calcinante del noroeste del país. Van caminando quizá un poco desesperados, como si algún misterioso centro de gravedad que los man tenía enraizados, centrados, les hubiese sido extir pado de sus entrañas y tuvieran que aclimatarse de nuevo a una intemperie hostil, como si erraran en busca de una tierra prometida, misma desde la cual hubieran iniciado su odisea. Son en su mayo ría indigentes, gente con adicción a las drogas; al gunos de ellos, un puñado, son migrantes varados, náufragos. El fotógrafo sonorense Nahatan Nava rro, recientemente seleccionado en la Segunda Bienal Nacional de Paisaje y mención honorífica en la pasada 17 Bienal de Fotografía, relata cómo conoció a estos individuos en unas bodegas abandonadas en los linderos de la ciudad. Como sentados en la cima del volcán, apreciando los prados y el cielo azul, intentando parecer relaja dos y alegres mientras apretamos los dientes y los glúteos intentando evitar que salga la lava, los terrícolas actuales hemos configurado el orden de las cosas de manera poco armónica, mas bien rígida, neurótica. Nuestras sociedades modernas y sus instituciones políticas y morales, emergiendo desde las cenizas de un entramado de tradiciones y cultu ras diversas, parecen haber errado el rumbo y pare cen abordar la realidad como una justa, una batalla De la serie Los que van, los que se quedan. NAVARRO

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27 entre el bien y el mal, el día y la noche, en donde nuestra visión, mermada a priori, es poco clara y pareciera que nuestros juicios, superando la veloci dad de la luz, no sólo han interpretado sino que ya han dictado sentencia en el momento en que la luz, ya transformada en impulsos nerviosos, llega desde la retina al cerebro para ser proyectada como una imagen dando forma y color al mundo, así llamado, exterior. En este escenario, en donde los niños no deben de ver a sus mascotas copulando, donde pretendemos que existe el orden pero no el caos, el día pero no la noche, el placer pero no el dolor, la pasividad pero no la agresividad, en este mundo imaginario, universo moralizado, es difícil que uno busque voluntariamente asomarse a los pozos oscuros de su propia psique y de la de su tribu, de su cultura, emprender brioso y con osadía el viaje del héroe que desciende a los inframundos a dar la cara, mirar de frente y derrotar a sus demonios. Pocos fotógrafos eligen descender a esos cráteres que se abren en las ciudades y en el tiempo sin cuerda ni cordón umbilical que los asegure de caer en el olvi do y de ser tragados sin más por la oscuridad, la primicia y los trofeos no suelen encontrarse en estos hoyos no fonki. Otros fotógrafos, muchos —y algunos de gran talla y merecido respeto— deciden retratar las zonas de riesgo, en donde hay oscuridad, pero en las cuales, sin embargo, también hay ruido, los ojos del mundo están encima y del otro lado hay trofeos y monitores. Las bodegas a las que desciende Nahatan Navarro, sin embargo, existen en la dimensión del silencio, por lo que suelen pasar inadvertidas, además de ser a su vez silenciadas en tanto que incómodas. Nor malmente, al ver en el horizonte dibujarse la silueta de esas bodegas y verlas avanzar inminentemente hacia nosotros, temblaríamos y vacilaríamos en mirarlas, en asomarnos, vaticinando e imaginado en sus adentros —cual niño aterrado en la oscuridad De la serie Los que van, los que se quedan.

© NAHATAN NAVARRO

28 de su habitación– todo tipo de infiernos y seres malévolos, prostitutas de putrefacta piel, hidras hambrientas, ciempiés, reptiles arrastrándose, mal formaciones, jeringas sangrantes regadas en el suelo, ventosas en las paredes, tentáculos que nos jalan hacia nuestro fatal e irremediable destino, pestilencias de toda índole… Decidiríamos entonces cerrar los ojos y correr despavoridos, pero es dema siado tarde; las imágenes de Navarro nos tienden la mano y, antes de que nos demos cuenta, nos encon tramos ya asomados al pozo, descendemos sin es calera al precipicio, a las cavidades oscuras de los linderos de una ciudad para muchos de paso. Hemos ya atravesado ese umbral de espejismos e interpre taciones, se han descorrido las cortinas y nos encon tramos de frente con hombres, en su mayoría, que cocinan, ríen, se arremolinan alrededor de las foga tas para contar sus historias, beben, fuman, se dan la mano unos a otros, venden droga, compran droga, leen libros, han pecado, lastimado, abrazado, llora do, todo el lugar tiene una coherencia y una armonía propia, los hombres parecen haberse convertido en parte de la bodega. Más allá del espacio físico que ocupan, las bodegas asoman desde el hiperespacio. Como lugares físicos, como fenómenos con ubicación de espacio temporal, las bodegas son sólo la parte más superficial del escenario, las coordenadas son sólo una excusa, el lugar donde parias, vagabundos, espíritus errantes, expatriados, encontraron el águi la devorando a la serpiente y erigieron un templo. La luz entra por pequeñas rendijas de ventilación desde los altos techos, casi tan lejanos como la bóve da celeste y describe su trayectoria al caer en los suelos de la bodega. Y ellos, los moradores del ocaso, los hijos de las bodegas, emulando las prácticas de los abuelos de su tierra, han aprendido a medir el tiem po a través del desplazamiento de la luz utilizando un gis de tiza. Nahatan nos cuenta de su obsesión por el cielo: “Parece otro tiempo, parecen personas De la serie Los que van, los que se quedan. © NAHATAN NAVARRO

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De la serie Los que van, los que se quedan. © NAHATAN NAVARRO

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33 en pirámides estudiando el cielo, hacían los dibujos y medían el tiempo conforme al paso de la luz”. Movido por una inquietud antropológica, más aún, inflamado su ánimo por una sed existencial, con mirada de arqueólogo, Navarro utiliza su cáma ra como un cepillo que va desempolvando las rocas y los vestigios de una civilización errante —“apare cían pinturas rupestres, te das cuenta que la necesi dad de expresión es algo primaria, es algo que siempre ha estado ahí y se manifiesta de una forma u otra, a veces veías cosas más chidas que en los museos”— y ante nuestros ojos vemos desfilar utensilios de todo tipo, en las paredes, con tiza, han tra zado algunas figuras indescifrables, hay una pirá mide dibujada que ve de frente otra pirámide formada por la luz, en las paredes hay rostros y más rostros, algunos con tez de mono, otros de ojos grandes rayanos en lo extraterrestre y hasta Lao Tse, el sabio chino, aparece cabalgando un toro en las paredes del lugar. También se han autorretratado en las paredes y, antes de eso, las paredes se han autorretratado en sus rostros. Intrigado por ello, Nahatan Navarro trata de descifrar el qué y el cómo de esto. ¿Cómo es que se han mimetizado tanto con el lugar?, se pregunta Navarro avanzando por las bodegas. Como poseídos por el espíritu de la bode ga, estos hombres actúan en el mundo; va de nuevo, gesticulan, bailan, ríen, pelean, como movidos por una voluntad celeste aunque de apariencia oscura y opaca, duermen, sueñan, roncan, asustan a las moscas con bruscos movimientos de manos, se an gustian, se relajan, se carcajean. Nahatan observa ante sus ojos el despliegue de un ingenio y una ha bilidad instintiva, de una sabiduría empírica y práctica, han aclimatado sus celdas, las han hecho su hogar, se han “colgado de la luz” y juegan video juegos, fabrican herramientas rudimentarias, prac tican boxeo en un costal de cemento que oscila como un péndulo al centro del inmueble. De la serie Los que van, los que se quedan.

34 Para Navarro estas son “cuevas modernas”, cavi dades urbanas en donde los moradores no sólo buscan un refugio al clima sino, y sobre todo, a los prejuicios sociales, pero dentro de las cuales se ha puesto en movimiento un flujo libre de creatividad, desde en la construcción y armonización de su es pacio, hasta en sus conversaciones que atraviesan los tópicos más diversos, hablan de su vida anterior a las bodegas y otros hablan de sus vidas pasadas: “Llevo más vidas que días en este mundo”, le cuen ta a Nahatan un hombre con perfil de yogi, o sadu hindú. “Mucha gente no cree pero todas esas vidas que llevo están en una memoria que dios guarda”. Alrededor de las fogatas, a veces a modo de mur mullo, a veces a modo de algarabía, circulan echan do humo como una pipa de la paz, las historias de estos hombres. “Había mucha camaradería, podías estar ahí sin agarrar el celular por 3 horas, sentir que no estabas en lo ajetreado de los días”, dice Nahatan dejando entrever un tono nostálgico. “Extraño ese lugar”. Por dos años, estuvo documentando el de venir de ese espacio, de esas, mucho tiempo atrás, bodegas de cereales que tenían doce años abando nadas. Pero cuando llegó, la civilización que las habitaba estaba en su esplendor, en su cenit; sin embargo, su ocaso, su noche, se aproximaba. Navarro cuenta que cuando llegó a las bodegas “el lugar ya estaba mimetizado con ellos, estaban muy familiarizados con el lugar, tenían la necesidad de un lugar y un lugar abandonado, era una simbio sis, dos elementos vivos que codependen”, y es una vez más, la fascinación por el mimetismo lo que atrae la atención de Navarro. Dentro de la cueva, el fotó grafo tiene un vislumbre de lo arcaico: “Eran las cuevas modernas… entre más espacio había y como lo habitaban se hacían más visibles los instintos humanos básicos de supervivencia” A nuestro perso naje principal, el autor, quien nos ha prestado sus ojos, al igual que el mimetismo, le intriga el retorno De la serie Los que van, los que se quedan. © NAHATAN NAVARRO

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a lo salvaje, a modos de vida en alguna forma y sentido más cercanos a una suerte de naturaleza humana, aseveración que corre el riesgo de ofender aquellos tabúes de lo políticamente correcto en las ciencias sociales. A Nahatan lo asombra el retorno del instinto humano; observa que, debido a las con diciones de precariedad, entre otros factores, el orden y el modo de vida comienzan a organizarse alrede dor del este; lo instintivo, lo visceral, vuelve a jugar un papel primordial como mecanismo de supervi vencia. Si no es precisamente la ley de la selva, al menos algunas cláusulas de las legislaciones selvá ticas han entrado en vigor aquí. Vemos una lanza sostenida en sí misma. Nahatan relata que el fabri cante de dicha herramienta se iba a la cama con ella porque sabía que fieras rondan las noches, que se sentía más seguro pues estaba enterado de que un malhechor quería derramar su sangre. En los retratos que Navarro va recolectando con la sutileza y detenimiento del coleccionista de estampas postales, los rostros y miradas de éstos, en su mayoría hombres, nos revelan que han vivido, sus pupilas delatan experiencias de vida intensas, en cualquier acepción de la palabra, en cualquier mar co comparativo, violentas o no violentas, ¡cuántas anécdotas surcan sus rostros! Han tenido que actuar desde la incertidumbre absoluta y han perdido y ganado en el peligroso juego de la vida, pero todos ellos, sin falta, lo han jugado. Si esto ha estado bien o mal, está fuera de la cuestión, han atravesado de siertos y fronteras, reconocido su soledad funda mental en medio de vastas extensiones de tierra, han sido vulnerables, han asistido con decisión a una cita fatal con la muerte y esperado en vano, ¡la muer te los ha dejado plantados! Han formado familias, destruido familias, huido de policías y de ladrones, han sido policías, otros han sido ladrones, se han preguntado por su destino, han cuestionado su existencia, se han preguntado quiénes son en realidad De la serie Los que van, los que se quedan.

38 mientras observan las estrellas recostados en un páramo bajo la negra noche; algunos dicen haber visto objetos voladores no identificados, otros dicen que no creen en esas cosas, a través del uso de sus tancias o de involuntarias y extremas prácticas ascéticas, como ayunos prolongados o mortificacio nes corporales, algunos otros han entrado en porta les desconocidos e inexorables y desde ahí, en breves momentos de unificación y claridad, como en una epifanía, alcanzado estados de diáfana lucidez y lanzado alaridos proféticos al viento y a los peatones, otros, en un delirium tremens, han sido presas de voces y parásitos espirituales, entidades que los persi guen, que no los deja en paz, y van andando y murmurando aparentemente solos. La gente de la ciudad comienza a inquietarse, la realidad desentona con el ideal, con el sueño, con la promesa, salen voces de aquí y de allá: “¡Tienen lepra, los ha invadido la peste!”, “¡Ese de ahí tiene la mi rada desorbitada, yo paso por ahí todos los días para ir al trabajo, por seguridad tiremos esa bodega, deshagámonos de ellos!”, son muchos los locos y hay que hacer algo. “Es el miedo a lo desconocido”, dice Navarro. “A medida que aumentan las políticas migratorias en Estados Unidos se acrecientan estos personajes (…) surgieron muchas organizaciones civiles y gubernamentales que se están dando a la tarea de limpiar la ciudad, los ven como personas ajenas”, dice Navarro mientras hablamos de su ex periencia. Uno de ellos, platicándole al autor sobre su interacción social, le dice: “A veces nos tornamos negativos para llamar la atención, necesitamos ha blar con gente, no somos seres gregarios, si les digo hola y me hacen el feo tengo que gritarles, aquí es tamos, somos, es lo importante”. Nahatan, quien se mimetizó con la bodega, deja un testimonio que nos toma desprevenidos, nos descoloca, una vez fuera de la bodega, caminando en la calle, antes de cambiar de acera ante el balbuceo o el grito un indigente, nos De la serie Los que van, los que se quedan. © NAHATAN NAVARRO

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“El silencio y el abandono que penetran en estos lugares nos permiten volver a los esencial: el estar”, dice Nahatan en su carta de descripción de proyecto. Y ahí, de vuelta en lo esencial, en el ser, en el estar, después de habernos sumergido en las cuevas, descendido a las cavidades más profundas, ellos y no sotros ya no somos tan desconocidos, no somos tan diferentes, no somos tan otros. Caen los últimos muros de las bodegas. Después de esta cacería de brujas, hoy sólo quedan de esa civilización las ruinas y sus pobladores diseminados por los alrededores, algunos no se sabe por dónde.

“Hermosillo es muy caliente, ese lugar servía de refugio al calor por la altura del los techos y la som bra, era como una pequeña comunidad utópica”, dice el autor rememorando sus imágenes en un tono que alterna entre el entusiasmo y la nostalgia. “Cuan do demolían el lugar ellos estaban como en estado de trance, les habían ofrecido dinero por recolectar material de los escombros, no los reconocía”. Un centro comercial está próximo a edificarse sobre los vestigios de las bodegas, y los ciudadanos, como el asno avanzando tras la zanahoria inalcanzable, se precipitarán hacia sus adentros, entrando por sus gigantescas puertas, fauces abiertas de una bestia de cara hermosa, caminarán por la plaza comercial también desorientados y errantes. Mientras tanto, aprovechando el lapso de tiempo al inicio de la construcción, algunos arqueólogos, basados en la evidencia visual, casi fósil, que el fotógrafo recolec tó, tratarán de descodificar el mito y reconstruir la historia de las bodegas. Pero eso, hasta el día de hoy, no ha sido posible. n * Este proyecto fue realizado con el apoyo de la beca Jóvenes Creadores del Fonca. De la serie Los que van, los que se quedan.

41 sorprendemos escuchando al compás del sonido una afirmación tajante a la existencia un ¡sí, sí existo!

© NAHATAN NAVARRO

Karla, Blanca González, Amada y Digno Cruz no han visto a sus hijos, nietos y primos en años. Alguien decidió arrebatárselos en distintas comunidades de Guerrero y, con ellos, se llevaron una parte de sus vidas. Sus casas se inundaron de una sensación de vacío que, aunque pasen los años, no se desvanece. Lo mismo le sucedió al fotógrafo Yael Martínez quien, tras vivir la pérdida de tres de sus cuñados, comen zó a retratar las huellas de la desaparición forzada en la intimidad de su familia y, más tarde, las raíces rotas, oscuras, en su estado. Raíz rota gira en torno a la feminidad y retrata en gran parte a los seres que, según considera Yael, sufren las mayores repercusiones de las desapariciones forzadas: las mujeres. Como continuación del proyecto La casa que sangra —presentado parcialmente en la pasada Bienal de Fotografía y en el número 141 de esta revista—, esta representación de lo femenino refiere a un cuerpo o a un territorio que funge como el seno en que se ci mientan los lazos familiares, los que duelen si uno se va, la madre que sufre si pierde a un hijo… o si se lo Susdesaparecen.cuñadoseran jóvenes, apenas contaban 17 y 23 años de vida. Ambos desaparecieron el mismo día en Iguala. Una llamada alertó a la suegra de Yael, quien pensó que no habían llegado a casa porque se habían ido de fiesta o estaban con sus amigos. Pero transcurrieron los días en un interminable silencio que reflejaba una realidad que nadie quería aceptar. RAÍCESROTAS

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Carolina Romero Yael Martínez

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Blanca González ve la televisión, después de trabajar en una cocina de la escuela de su comunidad. Es la esposa de José Ángel Campos, uno de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Tixtla, Guerrero. De la serie Raíz rota. © YAEL MARTÍNEZ

44 La mano de Digno Cruz en su casa en la comunidad de Santiago Temixco, Guerrero. Tres de sus nietos están desaparecidos. De la serie Raíz rota © YAEL MARTÍNEZ

45 Ropa en casa de la familia Campos, que sigue buscando a José Ángel Campos Cantor y otros estudiantes de la Normal de Ayotzinapa luego de 20 meses de su desaparición. Mayo 6, 2016. Tixtla, Guerrero. De la serie Raíz rota. © YAEL MARTÍNEZ

Amada Cruz en su casa. Dos de sus hijos están desaparecidos. Cada martes acude a la oficina del Procurador de Justicia de Iguala, Guerrero, con la esperanza de encontrarlos. De la serie Raíz rota. © YAEL MARTÍNEZ

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Karla en su casa, ubicada en un vecindario peligroso de Acapulco. De la serie Raíz rota. © YAEL MARTINEZ

Desde 2013, y tras la instauración de dependencias que daban seguimiento a las desapariciones luego del caso Ayotzinapa, su suegra sigue yendo cada martes a Iguala a ver si hay noticias del paradero de susElhijos.fotógrafo guerrerense comenzó a trabajar con el proyecto en su núcleo familiar. Buscó en los espa cios que se quedaron desiertos, en el rostro de su esposa, en las expresiones de su hija y en los gestos de su suegra los indicios de su pérdida, de dolor, vacío y ausencia, conceptos que lo guiaron en el quehacer de cada una de sus imágenes. Además, poco a poco, llevó su documentación del aspecto personal al social. En el norte de Guerrero, la zona de la montaña, el centro y en Acapulco, encontró las historias de Blanca, Karla, Amanda y Digno, entre otras más que también quedaron registradas por su lente. Son cuatro las regiones específicas en donde, a través de la documentación de una familia, se habla de la problemática que se vive actualmente en Mé xico y que no es cuestión de una región o de una comunidad en particular, sino una especie de cáncer silencioso que ha invadido las entrañas del país entero desde hace muchos años.

Yael prestó sus oídos y ojos a cambio de anécdotas familiares con las que se identificó, encontró puntos de contacto, y en las que se reconoció más como humano gracias a los sentimientos que le despertó el escuchar historias alrededor de un hecho que ya había experimentado.

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Acapulco, Guerrero, 2017. De la serie Raíz rota © YAEL MARTÍNEZ

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Plasmó la desgracia de la desaparición en retratos de las madres, esposas, hijas, sobrinas, abuelos… en las instantáneas de ropa, tinas o sillas en hogares humildes ubicados en el campo, cerca de las plan taciones de amapola o en zonas de alto riesgo en donde se trafica y consume droga. En un principio tenían la necesidad de ser escu chados, pero también externaron a Yael el miedo de generar una denuncia y que se sentían vulnerables, porque muchas veces conocían a las personas que podían ser presuntos culpables de la desaparición de sus “Muchafamiliares.gente genera tabúes alrededor de la desaparición forzada, de que muchas de estas per sonas están vinculadas con el narco, pero la realidad, que es muy lamentable, es que esto ya le está pasan do a cualquier persona”. “Algo que es muy fuerte es la imposibilidad de poder cerrar un círculo, porque aunque con el paso del tiempo te formas a la idea de que ellos ya no están, no quieres perder la esperanza de que un día los encuentres. Eso es lo que lo vuelve psicológica mente muy desgastante, porque mientras no en cuentres el cuerpo, tienes esa gota de esperanza”. Yael confiesa que, tras cinco años de documenta ción, este proyecto lo ha desgastado física y mental mente, pero su búsqueda es generar un espejo para que los demás puedan verse reflejados y se recupe ren las memorias de quienes han perdido a un ser querido por la violencia, que éstas no se queden en una nota efímera que se publica en un periódico y se olvida al día siguiente, sino que trasciendan y se vuelvan un documento histórico que recuerde que en México nadie está exento de llorarle a un desa parecido. n * Este proyecto fue realizado con el apoyo de la beca Jóvenes Creadores del Fonca.

“El vivir una situación y sentirla te genera una perspectiva distinta a la hora de trabajarlo con otras personas”, dice. “Porque para mí era muy impor tante tener empatía y lograr reconocer lo que yo había vivido dentro de mi familia, de verlo reflejado en las Así,demás”.cuandoveía un gesto o alguna expresión que fuera una puesta, un reflejo de lo que estaba vivien do él mismo, activaba el mecanismo de fotografiar.

Aline Granda. De la serie Raíz Rota . Acapulco, Guerrero, 2017. © YAEL MARTÍNEZ

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Martha Patricia Montero

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David El Pizarrón , miembro de Chilangos Low Bike Club. De la serie Chilangos Low Bike Club. © CRISTOPHER ROGEL BLANQUET

Herederas de los automóviles customizados por los chicanos a partir de los años 50 —ya saben, achaparrados y con fuelles especiales para hacerlos brincar— y de las motocicle tas chopperas —favoritas de muchos amantes de las carreteras—, las bicicletas lowrider son, hoy día, el elemento de unión e identidad de un grupo amplio de jóvenes de las colonias periféricas de la zona metropolitana del Valle de México. Desde febrero de 2012 dejaron atrás las clikas de los barrios, para dedicarse a brillar de otra manera —“Los domingos nos guachamos pa’rodar”—, re corriendo diferentes avenidas de la Ciudad de Mé xico en sus bikas, teniendo como punto de reunión y partida el metro Hidalgo. Puesto que las originales “son cariñosas” —y de todas maneras hay que darles un toque personal— en la mayoría de los casos las arman ellos mismos, de principio a fin. El cuadro es siempre bajo y alar gado —haciendo que las bicicletas lleguen a medir hasta dos metros y medio— y dependiendo del modelo es el espacio perfecto para plasmar sus ideas gráficas, ya sea utilizando aerógrafos o mediante selecciones audaces de color. Muchas incluyen

Cristopher Rogel Blanquet

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Daniel Kalavera es médico geriatra además de rapero y miembro del club. De la serie Chilangos Low Bike Club. ROGEL BLANQUET

© CRISTOPHER

58 asientos curvados conocidos como banana —forrados de piel o terciopelo— con una delicada barra de respaldo. Otros de sus elementos distintivos son: llantas carablanca sobrecargadas de rayos, las infaltables suspensiones hidráulicas, así como un alto, elevado y bien pulido manubrio, conocido como apehanger, donde se agregan aditamentos propios de los ciclis tas, como timbres, espejos retrovisores, luces refle jantes y adornos “Agabachadas”,varios.dirían

Pero no es sólo la lowbike la que une a estos homies a la hora de los cruisings. Aunque no es una imposi ción del club, su férrea personalidad y la impronta con que la lucen los destaca de la multitud: tatuajes, expansores, anillos, cadenas al cuello, pantalones tumbados (anchos y bajos) y una actitud de apuesta por la vida. Fue justo en una de sus rodadas, cuando recién estaban haciendo un paro para descansar un rato y habían dejado sus lowrider a modo de exposición espontánea en la Estela de Luz, que se topó con ellas El Texas . De la serie Chilangos Low Bike Club.

© CRISTOPHERBLANQUETROGEL

algunos, lo cierto es que impactan, atraen, surgen los admiradores que bus can un retrato con ellas, con ellos. Provenientes de las esquinas de esta metrópoli que no acaba de crecer, es decir, de lugares como Neza, Pantitlán, Chimalhuacán, Xalostoc, Ecatepec, Martín Carrera, Tultitlán, La Paz y Chalco, entre otros, se integran en el autodenominado Chilangos Lowbike Club México, que impone como primera condición para pertenecer “dejar los putazos a un lado” y rodar en santa paz.

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pudo conocer sus historias con mayor profundidad, como la de David Tavira El Pizarrón, quien comenzó a tatuarse tras la muerte de sus padres, y otros casos en voz de ic Santana, el Mupet, el Texas, Fernando Brown Pride y Héctor Low, entre muchos otros. Logró exhibir sus fotografías en el Festival Internacional de Fotografía de Lima, Perú, además de obtener una beca del Fonca, la que le permitió extender su trabajo por dos años. En algunos casos eligió la propia calle como es cenario, ya que es el hogar común que los Chilangos reconocen propio; pero también los invitó a su estudio, con el propósito de omitir su contexto El Sniper. De la serie Chilangos Low Bike Club. © CRISTOPHERBLANQUETROGEL

60 el fotoperiodista Cristopher Rogel Blanquet, otro orgulloso chilango. “Eran como 40 bicicletas y pues es inevitable no voltear a verlas, son muy bellas. Estaban solas, me acerco a tomar las fotografías y de repente me veo rodeado por ellos. Llegaron muy emocionados, porque estaba tomándoles fotos a las bicicletas, luego dijeron ‘ahora tómeme una foto a mí y una a mí’. Ahí comenzó todo”. Con la certeza de tener ante sí una gran historia, tanto documental como visual, Cristopher fue ges tando una relación de tiempo con los Chilangos. “Me eché unas chelas, fui a las rodadas, conviví con ellos. Hasta tengo una playera, porque uno de los requisitos para ser Chilango es que debes de tener cuatro rodadas y yo me aventé más. Como soy parte de ellos, tengo mi playera que dice Chilangos y trae mi Graciasnombre”.alaconvivencia

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62 El Mupet. De la serie Chilangos Low Bike Club. © CRISTOPHER ROGEL BLANQUET

63 David El Pizarrón vive en un taller eléctrico en La Merced. De la serie Chilangos Low Bike Club. © CRISTOPHER ROGEL BLANQUET

* Este proyecto fue realizado con el apoyo de la beca Jóvenes Creadores del Fonca. Chilangos regresan de una rodada en Los Reyes La Paz. De la serie Chilangos Low Bike Club © CRISTOPHER ROGEL BLANQUET

64 cotidiano y poder resaltar los detalles de su asom brosa“Comosingularidad.fotoperiodista, la razón fundamental de mi labor es darle voz a los que no la tienen. Siempre trato de lograr un impacto visual, porque al final eso es lo que va a llamar a mi audiencia y va a ayudar a que se conozca la historia”. Rogel Blanquet tiene fotorreportajes que surgen de intereses diversos —refugiados sirios en Turquía, el cultivo de la amapola en Guerrero, las manifesta ciones, la frágil situación de su gremio en la actua lidad, el jaripeo…—, pero eso no impide que cada tanto se pueda ir de cruising con los Chilangos: “Tengo mi bici y es un arte manejarla”. Un club abierto a todo homie interesado en crear comunidad, como bien retrataron en una rola que compusieron como homenaje a su primer aniversa rio los raperos Magdo Mc & Eddie Low: Se conoce este chilango en toda la nación El bike club más respetado por su ejemplo de unión No somos clika y mucho menos somos pandilla Chilangos Lowbike México somos también familia Aquí todos son carnales sin importar los lugares Ni el barrio de donde vengan aquí todos son iguales No importa colonia o credo en el club hay un respeto Fomentamos la cultura y rodamos al parejo Compartimos experiencias y ese gusto por las bikes Modificadas, en distintas rodadas, también los likes Hoy hacemos nuestras calles en esta gran ciudad En rodadas y en eventos somos una realidad Zona sur poniente oriente homies de distintos barrios En las cintas y en las calles cuando hay cruising el llamado Siempre andamos en familia, nunca nos van a ver solos Somos el mejor pachuco aquí en las calles va rodando Somos esa gran familia que conocen por chilangos Hacemos de nuestros cruisings toda una tradición La cultura de lowrider pa’ nosotros es pasión… n

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Texto y fotos de Citlali Fabián Página Lido/daba’opuesta:raolla.

De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN Más allá del color de mi piel, mestiza es mi sangre, Mi forma de pensar, la forma en que miro y me miran… La condición que otros señalaron en mí, y que hoy tomo por mía. La primera vez que me vi retratada en una placa de colodión húmedo, sin duda que dé alucinada. Aquel pedazo de vidrio me devolvía una imagen que, si bien sabía que era mía, a la vez me resultaba ajena, diferente, evocativa a otro tiempo o a otra vida; era mi refle jo, pero no sólo eso, era también el cúmulo de preguntas, de sorpresa e inquietudes que un anti guo ritual fotográfico abría para mí. No entendía cómo la misma imagen era tan mía y no al mismo tiempo. Mi rostro moreno, oscurecido aún más por las cualidades mismas del proceso, irradiaba un aura que me atrapaba, que me estremecía pero que, a la vez, me invitaba a explorar, a retratar más. Sin darme cuenta quedé atrapada, no sólo de la belleza del proceso, sino —para mí lo más impor tante—, enganchada a la experiencia del acto foto gráfico, ese del que somos parte al observar y ser observados, al tomarnos el tiempo de posar frente a la cámara: uno, dos, cuatro, ocho, dieciséis segun dos, en los que nuestra figura es absorta por los haluros de plata. Un espacio para empoderarnos, para ser cómplices y creadoras de nuestra imagen. Un tiempo en el que incluso respiramos despacio para “salir” lo más nítidamente posible. Así nació Mestiza, bajo la invitación de crear una imagen en colectivo, de sentarnos frente a frente a platicar, a sorprendernos de la imagen que una placa argéntica nos mostraba con aparente dureza. Firmeza, le llamó una amiga. Creo que esa experiencia nos brindó la oportuni dad de responder con un gesto para abrazar nuestra figura, nuestra raíz y género, para alzar nuestra mirada y mostrarnos lo mismo divinas que frágiles en la complejidad de nuestro ser, en un gesto de resistencia que nos permitió voltear la mirada hacia una parte de nuestra identidad. n

67 De antiguos rituales MESTIZA

Promesa de futuro. De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN 68

Lo que guarda vida. De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN 69

Eunice / ancestral.Conexión De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN

71 Página Natividad.opuesta: De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN

Cincla/bilha. De la serie Mestiza. © CITLALI FABIÁN

100.cumpleañossudedíaelinseparables,siemprecámara,suconMayoJulioDon

CUARTOSCURO.COM/VALTIERRAPEDRO©

A sus cien años de edad, celebrados el pasado octubre, el fotoperiodista Julio Mayo dejó Atlixco, México y el mundo, pero nos dejó ese espíritu apasionado y esa mente lúcida que es huella innegable de unas de las grandes épocas del fotoperiodismo mexicano, sí, pero también de una de las personas que hacen que el escuchar la vida sea un disfrute para el alma.

Todos quienes formamos parte de Cuartoscuro lamentamos la muerte de don Julio, abraza mos a su familia y sonreímos ante la certeza de que su trabajo será recordado siempre. n

Cómo quisiera sentarme a su lado y escuchar —una tras otra— las historias del joven Julio Souza aprendiendo el oficio de impresor de imágenes; las del que se fue a la guerra contra el franquismo y aguantó cárceles y campos de concentración; las del casi chamaco aquel, pero recién casado, que llegó a México para fundar con otros españoles del exilio la que sería esa agencia de foto de prensa que parecía multiplicarse por el país: los Hermanos Mayo.

HASTA PRONTO, DON JULIO In memoriam

[Ana Luisa Anza ] Julio Souza (más conocido como Julio Mayo) rodeado de su familia en el festejo de sus 100 años.

© PEDRO VALTIERRA / CUARTOSCURO.COM

Cómo me gustaría oír de nuevo la narración detalladísima de sus andares, siempre salpica da de fechas exactas, direcciones precisas, números específicos de batallones o de cantidad de ingredientes en una fórmula química, lo mismo que la forma detallada de cómo cocinar a la perfección un huevo frito o los recuerdos puntuales de rincones de su tierra natal, La Coruña.

EXPOSICIONES

76 Guerreros que antes temían a los elefantes ahora los protegen. Primer lugar en la categoría Naturaleza, Historias.

© JEOFFREY GUILLEMAR A través de la mirada de los fotógrafos ganadores del Concurso de Fotografía Periodística y Documental Cuartoscuro 2018, podemos contemplar los hechos que han marcado la vida social y política de México en los últimos cuatro años, y que se quedaron plasmados en 60 imágenes que estarán expuestas en la Fototeca de Zacatecas hasta el 27 de agosto.

© AMI VITALE para National Geographic. Mary Lengees, una de las primeras mujeres encargadas del Santuario de Elefantes Reteti en el norte de Kenia, acaricia a Suyian, que fue rescatada en 2016 cuando tenía apenas cuatro semanas. Ésta y las demás imágenes ganadoras del certamen World Press Photo 2018 estarán expuestas en el Museo Franz Mayer hasta el 23 de septiembre. Los otros peregrinos. Mano de una visitante del desierto sosteniendo un peyote. Desierto de Real de Catorce, S.L.P., México. © AARÓN CADENA OVALLE El triángulo de las luciérnagas es un proyecto que, a través de 73 imágenes, invita al espectador a reflexionar y cambiar la cosmovisión catastrófica respecto al tema del uso del peyote, la ayahuasca y la marihuana como sustancias psicoactivas al mostrar cómo son empleadas en ceremonias rituales de pueblos originarios en Latinoamérica con un sentido místico. La muestra se presenta en la Galería José María Velasco de la Ciudad de México y estará abierta al público hasta el 26 de agosto. De la serie Frontera SurMigrantes en México.

Veracruz, 2018. © ENIAC MARTÍNEZ. Rutas antiguas, litorales, ríos y basureros de nuestro país, que tienen como protagonistas al hombre como viajero y a la vida como camino, dan forma a cuatro ensayos fotográficos de Eniac Martínez, que se exhiben por primera vez juntos en el Museo Archivo de la Fotografía, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La muestra Caminos recorridos. Cuatro proyectos reúne el trabajo actual que el fotógrafo mexicano realiza con el proyecto Basura, Ríos, Camino Real de Tierra Adentro y Litorales, y permanecerá abierta hasta el 16 de septiembre.

Futbol en Ciudad Universitaria. Ciudad de México, 1984. © PEDRO VALTIERRA. Fotografía incluida en la exposición Pasión por lo cotidiano, misma que continúa abierta en el Museo Zacatecano (Calle Dr. Hierro 307 en el centro histórico de la capital zacatecana) a más de un año de su inauguración, dado la gran acogida por parte del público. Se trata de una muestra de cerca de 60 fotografías en las que Valtierra comparte imágenes recogidas de la vida cotidiana a lo largo de muchos años y en diversos lugares de México, Cuba, República Árabe Saharahui Democrática, El Salvador, Nicaragua y Guatemala. El cimarrón. © MARA SÁNCHEZ RENERO. La muestra Africamericanos , con investigación y curaduría de Claudi Carreras, es una revisión y selección de 400 imágenes históricas de los principales archivos, bibliotecas y hemerotecas, así como proyectos artísticos y documentales realizados por miembros de la comunidad afrodescendiente, sus realidades y la presencia africana en más de 15 países de América Latina. El Centro de la Imagen de la Ciudad de México presentará esta exposición del 16 de agosto al 4 noviembre.

© DEVRA WEBER , de la exposición La Raza: El movimiento chicano y la fotografía en el CFMAB. © GRACIELA ITURBIDE. De la exposición Guchachi Reza: Imagen, política y lenguaje en el CFMAB. © De la exposición Renata von Hanffstengel: Signos de la historia en el CFMAB.

78 A cinco décadas de 1968, año axial desde el cual se desprendieron numerosos cambios sociales en diversos países, y como resultado de una reflexión realizada por colaboradores del programa Colección en Vivo, surgen las exposiciones Renata von Hanffstengel: Signos de la historia, La Raza: El movimiento chicano y la fotografía, y Guchachi Reza: Imagen, política y lenguaje, que pueden visitarse en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo de Oaxaca hasta el 2 de septiembre. Más allá de conmemorar la efeméride, la idea que subyace a las tres muestras es la de revisar los procesos que propició el movimiento, las ideas que surgieron con fuerza entonces y el modo en que estos cambios y modelos se representaron por medio de imágenes. Vestigios de vida y muerte. © HERNÁNDEZSERGIOVEGA F e de erratas En la edición pasada DocumentalFotografíanombreincorrectamentepublicamoseldelganadordelsegundolugardelConcursodePeriodísticayCuartoscuro2018,SergioHernándezVega.Ofrecemosdisculpasalfotógrafoyanuestroslectores.

79 NOTICIAS

Serpiente Ondulada. Cultura Teotihuacana. Clásico Temprano. Obsidiana tallada. Museo de sitio de Teotihuacán INAH-CNCA. ©Michel Zabé. Cortesía Estudio Michel Zabé Lamentamos el fallecimiento del fotógrafo Michel Zabé, ocurrido el 4 de junio en la Ciudad de México. De origen francés, Zabé llegó a nuestro país en 1967, donde permaneció por más de 40 años cautivado por los olores, las texturas y los colores de México. A lo largo de su carrera, trabajó en el Comité Olímpico Mexicano y colaboró con distintas instituciones culturales como el Instituto Nacional de Bellas Artes. Su lente capturó la arquitectura prehispánica y colonial de México, las artesanías y objetos religiosos, así como la cerámica de culturas como la maya o la mexica.Ciudad de México. Septiembre 17, 1987. © PEDRO VALTIERRA / CUARTOSCURO.COM La muñeca tetona, cortometraje de Diego Enrique Osorno y Alexandro Aldrete, ganó el Premio Ariel a Mejor Corto Documental por una investigación que explora la relación entre las élites del poder y las intelectuales en México a finales del siglo XX, a partir de una imagen tomada por el fotoperiodista y director de Cuartoscuro , Pedro Valtierra. La fotografía de Valtierra retrata una tarde de comida en la casa de Iván Restrepo, con el llamado grupo del Ateneo de Angangueo, con Carlos Salinas de Gortari. Los acompañan Benjamin Wong Castañeda, Iván Restrepo, Elena Poniatowska, Mago Su, Héctor Aguilar Camín y, sentados, Carlos Monsiváis, Granados Chapa, Gabriel García Márquez y León García Soler. Entre los asistentes, salta a la vista la llamada “muñeca tetona”. El cortometraje ganó también el premio a Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine de Monterrey, donde se reconoció la fotografía en blanco y negro, proporcionada por Cuartoscuro, al igual que el resto del material gráfico del documental.

Omar Meneses. © JORGE GONZÁLEZ José Luis García Salmerón. Foto: Cortesía Lamentamos el fallecimiento de los colegas fotoperiodistas Omar Meneses (izquierda), reportero gráfico en Milenio Diario, y de José Luis García Salmerón (derecha), quien trabajó como reportero gráfico en la agencia de noticias Notimex.

© VICKI RAGAN. De la exposición Endemismo LIBROS

La convocatoria para el Premio Nacional de Periodismo 2018, en la cual pueden participar los trabajos informativos difundidos en cualquier medio de comunicación mexicano entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2017 en ocho distintas categorías está abierta hasta el 21 de agosto de 2018. Los interesados deben consultar el sitio http://www.periodismo.org.mx

ROBERT CAPA partió desde Nueva York, como enviado de la revista Collier’s, para cubrir la Segunda Guerra Mundial en Europa en 1942, a tres años de su estallido. En las páginas del libro Ligeramente desenfocado , publicado por editorial La Fábrica, se asoma otra cara del fotógrafo, quien se convirtió en un personaje más que vivió la guerra tanto a través de su lente, como en carne propia. Los relatos de sus recuerdos, anécdotas, romances, los escenarios de violencia e historias de amistades se suman a la memoria de su cámara y conforman una narración que ofrece un panorama distinto de uno de los conflictos bélicos más importantes en la historia del mundo. Los libros de La Fábrica son distribuidos en México por Editorial Gustavo Gili. A pesar de la creciente penetración de la tecnología en la fotografía, el encanto de la imagen persiste en el fotógrafo y no en su cámara. La innovación no siempre surge de manera natural, y no es que el fotógrafo carezca de creatividad, sino que a veces se necesita ayuda para que la inspiración vuelva a fluir. En las páginas del libro Redescubre la fotografía: 50 consejos prácticos para aprender nuevas técnicas y trucos , del fotógrafo alemán DEMETRIUS FORDHAM y editado por Gustavo Gili, se ofrece una guía metodológica sobre lo que los hacedores imágenes tienen que hacer, o no, para que la musa que los inspira a lograr grandes tomas los acompañe siempre. Indiferencia. Imagen ganadora en la categoría de Fotografía del Premio Nacional de Periodismo 2017.

© MARCELA TABOADA. De la serie Los seres de la sal. De la exposición Endemismo , en la que 16 pintores y cuatro fotógrafos realizan una interpretación sobre la Reserva de la hastaCentroIndependenciaPintoresAbiertaMixtoPueblacompartenTehuacán-CuicatlánBiósfera(quelosestadosdeyOaxaca),PatrimoniodelaHumanidad.enelMuseodelosOaxaqueños,en607,enelHistóricodeOaxacamediadosdeoctubre.

©ISAAC ESQUIVEL / CUARTOSCURO.COM

80 EXPOSICIONES

82 Abajo: Alrededor de 100 mujeres y hombres tzoziles desplazados del municipio de Chenalhó votaron en una casilla especial, dentro del campamento en el que se encuentran desde el 26 de mayo de 2016 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Julio 1, 2018. ©ADOLFO VLADIMIR / CUARTOSCURO.COM Página opuesta, arriba: La cubana Yarisley Silva alcanzó los 4.70 metros durante el Encuentro Internacional Urbano de Salto con Garrocha 2018 que tuvo como telón de fondo el Monumento a la Revolución. Mayo 27, 2018. © MOISÉS PABLO / CUARTOSCURO.COM Página opuesta, abajo: Andrés Manuel López Obrador realizó su cierre de campaña en el Estadio Azteca ante un lleno total del coloso de Santa Úrsula. Junio 27, 2018. © SA Ú L L Ó PEZ / CUARTOSCURO.COM

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