n R E V I S TA D E FO T Ó G R A FOS n D I R E C T O R : P E D R O VA LT I E R R A n A Ñ O X X I X n N Ú M E R O 1 7 2 n M A R Z O - A B R I L - M AY O 2 0 2 2 n C U A R T O S C U R O . C O M
M ÉXICO $70 • US $15 • ISSN 1405-7913
LA AGENCIA CUARTOSCURO CUMPLE 36 AÑOS Y SU REVISTA 29
EL SOL DE MÉXICO: OTRAS FORMAS DE MIRAR
JAVIER VALLEJO n LILIA HERNÁNDEZ n PEDRO VALTIERRA n FIDEL CRUZ n WALTER REUTER n
TEXTOS DE ANA BERTHA RAMÍREZ APARICIO • PEDRO ANZA • ANA LUISA ANZA • PEDRO VALTIERRA • ELISA LOZANO
n R E V I S T A D E F O T Ó G R A F O S n D I R E C T O R : P E D R O V A LT I ER R A n A Ñ O X X I X n N Ú M E R O 1 7 2 n M A R Z O - A B R I L - M A Y O 2 0 2 2
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Apenas era un adolescente cuando ya revelaba las fotos para la primera plana del naciente El Sol de San Luis, allá por los años 50, y aunque entonces creyó que su presencia en esa redacción sería fugaz,
JAVIER VALLEJO
dedicó tres décadas de su vida al diarismo gráfico. Pasó de laboratorista a retratar la guerra como corresponsal en Vietnam y fue de los primeros
fotógrafos mexicanos en cubrir eventos internacionales, pero no sólo prestó su mirada para la historia, sino que la escribió entre las rotativas que dejaron atrás el blanco y negro clásico de los periódicos para imprimir los primeros tirajes con imágenes a color en toda Iberoamérica. 4 Aunque
LILIA HERNÁNDEZ inició su carrera en El Sol de México como reportera,
no dudó en soltar libreta y pluma para abrirse camino en la fotografía en
cuanto tuvo por primera vez una cámara en sus manos. Eran los 70, y si bien fue la primera mujer fotoperiodista en la capital del país, prefiere poner los reflectores en sus experiencias y anécdotas, acumuladas tras coberturas de Mundiales de Futbol, Olimpiadas o eventos sociopolíticos de relevancia internacional. 22 El tiempo que
PEDRO VALTIERRA trabajó en El Sol
de México (1977-1978) fue de gastar suela a fin de cumplir con una
encomienda diaria: hacerse de una buena imagen para desplegar en el periódico. Presentamos una breve selección de su mirada, que va desde postales cotidianas hasta fotorreportajes que ocuparon la portada del diario. 30 De dos en dos,
FIDEL CRUZ congela instantes aparentemente
distintos de la cotidianidad en San Francisco Ixhuatán, Oaxaca, para después enfrentarlos y, así, hilar en sus dípticos un discurso poético sobre la coexistencia. 38 EN MOVIMIENTO rescata una faceta poco conocida del fotógrafo alemán
WALTER REUTER: su paso por el mundo
cinematográfico mexicano de la mano de realizadores independientes en los años 50. 50 CUADROSCURO reseña algunas de las exposiciones y publicaciones más recientes para los interesados y apasionados de la imagen. 56 LAS MEJORES es una breve selección del trabajo diario de los fotoperiodistas de la Agencia Cuartoscuro. 58 de un crimen. León, Guanajuato. Septiembre 15, 1960. © JAVIER VALLEJO
PORTADA: De la serie Secuencia gráfica
Luz Pétrea En Santa Fe, en la alcaldía Álvaro Obregón, y en otras partes de la Ciudad surgieron grupos de jóvenes de vestimenta muy original que se hicieron llamar “Los Panchitos”. En la imagen, un muchacho posó con orgullo para el fotógrafo mientras tocaban Botellita de Jerez y el grupo Chac Mool; entonces, las bandas tenían mucho éxito entre los jóvenes y los que no lo eran tanto. Ciudad de México, diciembre de 1984. © PEDRO VALTIERRA
portaFolio
El periodismo gráfico de Javier Vallejo en El Sol de México, 1952-1982
EN BUSCA DE LA Ana Bertha Ramírez Aparicio
E
n diciembre de 1952, Javier Vallejo fue contratado por la Cadena García Valseca para revelar los negativos que ilustrarían El Sol de San Luis. A partir de ese momento, comenzaría una exitosa trayectoria dentro del fotoperiodismo mexicano, que lo llevó de laboratorista a corresponsal de guerra en Vietnam y a ser uno de los primeros reporteros gráficos del país en cubrir eventos internacionales. Su talento dejaría una impronta en la historia tecnológica del diarismo, cuando introdujo el moderno sistema de impresión y transmisión de fotografías a color. En afinidad con la visión modernizadora de José García Valseca, propietario de la cadena, Vallejo transformó a la prensa periódica del blanco y negro clásico a la vanguardia del color; con ello, propició una configuración más atractiva para el diarismo y enriqueció las miradas al brindar información más precisa para los lectores.
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VANGUARDIA Un grito de auxilio resonó a lo lejos mientras Javier Vallejo iba rumbo a la redacción de El Sol de León luego de una cobertura. Sin importarle que la camioneta de prensa en la que viajaba estuviera en movimiento, pegó un brinco desde la caja de carga y se acercó a una mujer embarazada que había sido apuñalada. “Ayúdame, no puedo respirar”, dijo ella mientras apenas podía sujetarse de un árbol. La hijastra de la víctima estaba parada a unos pasos y tenía en la mano el cuchillo con el que su hermano cometió el crimen. Al lugar llegó corriendo un policía de Tránsito, quien alcanzó a pescar del brazo a la señora mientras se desvanecía. A partir de ese momento, Javier no dejó de disparar su cámara. “Tomé la foto, caminé y la vi desangrarse y exhalar su último suspiro”, narra.
Arriba: Javier Vallejo en la redacción de El Sol de México. 1966.
El agente vial detuvo como responsable del asesinato a un muchacho, quien también era hijastro de la mujer. “¿Por qué la mataste?”, le preguntó el fotógrafo cuando tuvo oportunidad; la respuesta fue: “Esto es lo que yo quería, nos iba a manchar el apellido”. Javier fue contundente con quienes reclamaron el porqué no auxilió a la víctima: “Soy un fotógrafo de prensa. Si usted observa las fotos, verá que en el lugar había un policía que ayudó y capturó al asesino. Cada quien hizo su trabajo”. León, Guanajuato. Septiembre 15, 1960.
Abajo: De la serie Secuencia gráfica de un crimen. León, Guanajuato. Septiembre 15, 1960. © JAVIER VALLEJO
[Carolina Romero]
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DE AFICIONADO A PROFESIONAL, 1952-1964
Don Luis G. Vallejo, fotógrafo de estudio, inició a su hijo Javier en el revelado de la fotografía desde una edad muy temprana. Las capacidades del joven en el laboratorio no tardaron en hacerse notar. Una semana después de haber concluido una carrera comercial, Javier Vallejo se encontraba revelando un rollo que llegó de Guadalajara para ilustrar la primera plana del ejemplar con el que comenzó a circular formalmente El Sol de San Luis, el 4 de diciembre de 1952. Las fotografías mostraban a los ciclistas triunfadores de “La Vuelta de México” de ese año. Tenía apenas 15 años de edad y pensó que su estancia en el periódico sería temporal; sin embargo, ese día se internó en el agitado mundo del diarismo, que lo engancharía por las próximas tres décadas. Durante su primer año como laboratorista, Vallejo trabajó por las tardes revelando los negativos producidos por el cuerpo de fotógrafos, quienes cubrían las notas locales de sociales, deportes, go-
Abajo: De la serie Secuencia gráfica de un crimen [continuación]. León, Guanajuato. Septiembre 15, 1960. © JAVIER VALLEJO
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bierno y policiaca. En esta misma temporada, fue testigo de la llegada a México de dos importantes innovaciones tecnológicas: la televisión en blanco y negro y la película fotográfica de color. Su hermano mayor, Sergio, se encontraba entre los primeros en recibir, de forma un tanto exclusiva, material de Kodachrome para hacer pruebas en su estudio fotográfico. La moderna técnica del color no tardó en estar en boga, principalmente entre las muchachas potosinas que acudían encantadas a su establecimiento para hacerse vívidos retratos. De inmediato, Javier se sintió atraído por la novedad y comenzó a revelar los rollos, fascinado por la forma en que salían los colores: brillantes y nítidos. La motivación de poder ver los coloridos retratos hizo que comprara los químicos y experimentara detenidamente con ellos, a pesar de su elevado costo. No tardó mucho en dominar y perfeccionar el proceso del color, a partir de las fórmulas indicadas por Kodak. En lo sucesivo, alternaría esta actividad con su trabajo en el diario, debido al agrado que le brin-
daba revelar imágenes policromáticas por solicitud de conocidos y amigos. Su capacidad en el laboratorio y su compromiso periodístico lo fueron perfilando como un valioso empleado de confianza. Casi de inmediato se le encomendó la tarea de instruir a laboratoristas para las editoras que la cadena continuó fundando en la región centro-norte. Habían pasado dos años desde su ingreso al periódico cuando Vallejo decidió tomar la cámara para cubrir eventos deportivos y de sociales. Luego se ocupó de sucesos trágicos: crímenes, accidentes, terremotos e inundaciones; o conflictos políticos, como el navista, por el que tuvo que salir de San Luis en diciembre de 1959 y refugiarse en León durante todo el siguiente año para salvaguardar su integridad, tras haber fotografiado el asesinato de un niño a causa de los disparos a mansalva que el jefe de policía lanzó sobre manifestantes. Su experiencia dentro del diarismo iba en aumento, así como sus responsabilidades en la cadena. Entre 1961 y 1964, con casi una década de ejercicio
Derecha: De la serie Las penas con pan son buenas. © JAVIER VALLEJO
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en el periodismo, contribuyó en la fundación y puesta en marcha de El Sol de Zacatecas, cubriendo notas informativas y formando a los novatos reporteros gráficos de esa localidad. Para esta fecha, había enfrentado todas las situaciones que surgían en un diario: estar a la disposición del acontecimiento, la urgencia de atrapar la esencia de la noticia y el apremio por entregar el material. También había experimentado el arrojo de hacer frente a la violencia, e incluso el deber de salir a las calles para vender él mismo los ejemplares cuando los voceadores estaban en huelga. La experiencia en el plano técnico también se había robustecido debido a su desplazamiento entre las distintas editoras de los Soles, cubriendo reportajes o adiestrando a los fotógrafos a “olfatear la noticia”. Eso le permitió dominar el funcionamiento de la transmisión, ya que todas las redacciones recibían y enviaban información nacional por teletipo directo de la misma Cadena García Valseca, y cables internacionales de la United Press, Reuters y France
Abajo: [secuencia] • Te pasaste el alto. • Podemos arreglarnos. • Es suficiente. • Gracias, compita. © JAVIER VALLEJO
Desde un puente peatonal, Javier Vallejo observaba cómo policías de Tránsito controlaban el paso de vehículos en el semáforo de una avenida ubicada en Buenavista, en la Ciudad de México. “Les daban el verde a los carros, pero luego les quitaban el paso para poder cobrar su mordida”, cuenta el fotógrafo, quien, al descubrir la treta, sacó su lente largo y comenzó a telefotear la situación, que ocurrió mientras Arturo Durazo Moreno era jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal.
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Press; conocimiento que pocos años más tarde le permitiría desarrollar un sistema para transmitir fotografías a color. El año 1964 fue decisivo en la carrera periodística de Vallejo. Al cubrir la visita del presidente Adolfo López Mateos a San Luis para la entrega de reparto agrario, Vallejo fotografió a un anciano analfabeta que se conmocionó hasta las lágrimas tras escuchar de un solidario lector su título de propiedad de tierras. La escena fue publicada en el diario y, junto con las tomas que realizó del exmandatario en compañía del coronel García Valseca, logró llamar la atención de este último. A partir de ese momento, el reportero gráfico establecería una estrecha relación con el dueño de la cadena, quien vio en el fotógrafo a un aliado de gran valor para llevar a cabo su anhelado proyecto de fundar el primer diario a color en la Ciudad de México. El coronel García Valseca comprendía bien el poder de atracción de la imagen en una sociedad como la mexicana, que tenía altos índices de analfabetismo.
Javier no logró escuchar el diálogo, pero captó cómo un oficial detuvo a un conductor y, tras haber intercambiado unas cuantas palabras, abrió su cartera de multas, guardó algunos billetes y se despidió dándole una palmada en la espalda. La secuencia de imágenes fue premiada con una moneda de oro por el mismo jefe de la Policía, cuya gestión fue señalada por fomentar las extorsiones. [Carolina Romero]
Gracias a las ilustraciones, sus empresas periodísticas habían tenido éxito, como lo comprobó con los Pepines, pequeñas historietas que lanzó al mercado a inicios de la década de los 40. Ahora, en su ambicioso proyecto periodístico necesitaba de la imagen a color, en el momento la más llamativa, para aumentar la circulación y vencer a la competencia, especialmente a Excélsior. Por ese tiempo, únicamente las revistas habían logrado publicar números completos a color, porque las rotativas y tintas estaban hechas para este tipo de publicaciones. Sin embargo, Vallejo había desarrollado destrezas en las artes gráficas, publicando vistosos suplementos para el exitoso diario deportivo de la cadena: el Esto. También comprendía el proceso de impresión de dibujos y caricaturas a colores, pero el reto implicaba lograr la impresión de fotografías con la celeridad que se imprimía un diario. Sin saber cómo iba a lograrlo, García Valseca había importado las rotativas para imprimir diarios a color hacía un año; estaban listas para ponerse en
marcha. La gran inversión requerida para tal empresa saldría de la publicidad gubernamental que la cadena recaudaba diariamente de sus 36 editoras. Todo estaba dispuesto y Vallejo fue convocado para comenzar el proyecto.
Aquí comienza todo. Javier Vallejo en la rotativa de El Sol de San Luis. Diciembre de 1952.
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EL DISEÑO DE UNA PRENSA
El padre de un bracero se enjuga las lágrimas con un pañuelo luego de leer una carta que recibió de Estados Unidos. Reproducción del periódico El Sol de San Luis.
A COLORES, 1965
El 1 de junio de 1965, Vallejo se trasladó de San Luis a la Ciudad de México para asistir en la parte técnica de la nueva publicación a color. El desafío era significativo. Se trataba de sacar un periódico piloto el 7 de junio próximo, día en que se celebraba la libertad de prensa. La complejidad del proyecto consistía en el lapso que tardaban en secar las tintas, hechas para publicaciones semanales, quincenales o mensuales,
© JAVIER VALLEJO
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pero no para un periódico, incapaz de permitirse la espera de 10 minutos que duraba su secado. Cerca de 200 personas, entre linotipistas, fotógrafos y reporteros, trabajaron de tiempo completo durante siete días para sacar, en la fecha indicada por García Valseca, el nuevo diario a color. En efecto, El Sol de México vespertino salió a la venta a las 11:30 de la mañana del día marcado. Se trataba de un proyecto experimental en el que fueron puestos a prueba los conocimientos de Vallejo en
la policromía, tanto de las artes gráficas como de la fotografía. Tras siete semanas de pruebas imprimiendo imágenes a color, el 9 de julio de 1965 fue publicada la primera fotografía en un periódico, según se tiene registro. Se trataba de la ceremonia encabezada por el expresidente Gustavo Díaz Ordaz para la reforestación del Parque Nacional Los Remedios. El entonces mandatario aparece plantando un cedro ante la mirada atenta de su gabinete. La fotografía fue rea-
lizada por Vallejo; sin embargo, no aparecen sus créditos en la publicación. Si bien, la calidad de esta primera fotografía no se compara con la que alcanzó el diario en los meses siguientes, implicaba un gran avance tecnológico para la prensa mexicana. El sistema de color, además de costoso, era más complejo y tardado que la impresión a blanco y negro, pero Vallejo había pasado mucho tiempo en las artes gráficas de los periódicos y poseía la capacidad de entender el funcionamiento de los colores. A diferen-
Niños en el Circo Atayde; las localidades vip, ocupadas. © JAVIER VALLEJO
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cia de la trama de puntos de la fotografía en blanco y negro, la de color precisaba una impresión por capas de colores: primero el cian, magenta y amarillo; que al combinarse producirían la gama del círculo cromático. El color negro sellaba la imagen imprimiendo los detalles finos de la fotografía concordantes con el colorido real: sombras, degradados y matices. Pero el problema del lento secado de la tinta seguía presente. Para resolver el gran inconveniente, Vallejo ideó someter la tinta al efecto de solventes, logrando que el papel la absorbiera de inmediato, secara en fracción de segundos y no traspasara las páginas adyacentes. Las pruebas continuaron durante los meses siguientes, hasta que el 5 de octubre dio oficialmen-
“A ti también te doy”, le dijo un policía al fotógrafo durante los disturbios de Navistas. © JAVIER VALLEJO
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te inicio la nueva fase de la cadena, con el primer diario en offset-color, El Sol de México matutino. Con gran calidad de impresión, el diario revolucionó, aunque de forma indirecta, la industria periodística. Muchos contemporáneos no percibieron las implicaciones del periódico a color ni mucho menos de la fotografía de prensa a color. La percepción del momento consideró que la foto en blanco y negro guardaba mayor objetividad informativa sobre la de color, cuya única cualidad era dar un tono más moderno al diario. Las principales desaprobaciones aludían a lo costoso y complejo de los procesos de revelado e impresión, así como al reto técnico que suponía fotografiar el espectro lumínico de los colores.
Ciertamente, la fotografía a color fue un desafío para los reporteros gráficos de El Sol. La complicación principal residía en la dificultad de calcular los tiempos de exposición. Pequeñas variaciones provocaban que la imagen quedara sobre o subexpuesta, reduciendo su nitidez y utilidad. Para lograr la precisión fue necesario invertir grandes recursos en materiales: sólo a prueba y error se lograría conseguir imágenes de alta gama. La primera etapa de la introducción del color conllevó la capacitación de los fotógrafos de prensa, poco familiarizados con la nueva técnica. Para resolver las dificultades y revisar el trabajo de los reporteros gráficos, Vallejo ocupó el cargo de jefe de fotografía de El Sol de México en 1965, y aceptó pasar a impresión solamente aquellas imágenes que estuvieran dentro del rango de grises aceptable para reproducir en artes gráficas. El fotógrafo potosino comenzó entonces una ardua labor de instrucción, mostrando al personal de los Soles el funcionamiento de la técnica del color, más bien desconocida en esos años. Recorrió las princi-
pales editoras de la cadena: Puebla, Guadalajara, Hidalgo, Toluca, Saltillo y Querétaro; en mancuerna con el personal de artes gráficas, Vallejo instruyó sobre el método de impresión y la calidad tonal que deberían tener las fotografías. Entonces surgió el inconveniente del revelado. Según las indicaciones de Kodak, los negativos a color debían someterse a una temperatura de 37° durante una hora y media, periodo excesivamente prolongado para los acelerados tiempos del diario. El reportero gráfico de San Luis decidió probar elevando la temperatura de los químicos reveladores y encontró que resistían hasta 100° antes de que la emulsión se desprendiera de su base. El calor permitió que el tiempo de revelado se redujera una valiosa hora. Es decir, los fotógrafos de la cadena tenían sus imágenes listas para imprimir en 27 minutos.
Primera foto a color publicada en El Sol de México. La imagen retrata a Gustavo Díaz Ordaz plantando un árbol en el Parque Nacional de Los Remedios en la Ciudad de México. Julio, 1965. © JAVIER VALLEJO
LECTORES DE FOTOGRAFÍAS Y OBSERVADORES DEL MUNDO, 1966-1982
El gran acontecimiento que ocupó las planas de la prensa mundial en 1966 fue la Guerra de Vietnam.
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Anticipándose a cualquier otro diario mexicano, el coronel García Valseca envió como corresponsales a Benjamín Wong y a Javier Vallejo. En los meses de septiembre y octubre, reportero y fotógrafo registraron e informaron a los lectores mexicanos sobre el conflicto bélico de interés mundial. Fue durante la cobertura de este enfrentamiento que Vallejo, agazapado entre los arrozales, experimentó por primera vez en su vida el miedo de muerte ante el ataque inminente del bando enemigo. En su ambición por conseguir la primicia del conflicto, García Valseca colocó a Vallejo en la historia del periodismo, convirtiéndolo en uno de los primeros corresponsales de guerra mexicanos y en pionero en la cobertura de noticias internacionales. A partir de su viaje a Vietnam, Javier comenzaría una fructífera trayectoria fotografiando la actualidad mundial para los Soles, que se habían posicionado como agentes informativos de la actualidad. Principalmente el estrenado Sol de México, fundado un año atrás, deseaba colocarse a la vanguardia informativa; por consiguiente, la necesidad de informar sobre el acontecer global se volvería más apremiante para el diario capitalino y para su jefe de fotografía. La cobertura de primicias internacionales propició un giro significativo en la vida de Vallejo, quien recorrería gran parte del mundo prescindiendo de agencias informativas y de su perspectiva del acontecimiento. Exclusividad, inmediatez y veracidad se convertirían en los objetivos del reportero gráfico, que proporcionó un punto de vista propio a la prensa nacional sobre los acontecimientos ocurridos allende sus fronteras. Innumerables personajes de la política, de la cultura y del deporte de diversas latitudes aparecieron en las planas de los diarios retratados por la mirada del fotógrafo de San Luis: Salvador Allende, Diego Armando Maradona, Pelé, Nadia Comăneci, Juan Domingo Perón, Walt Disney, Julio Cortázar, el Rey Juan Carlos, Neil Armstrong y el científico alemán Wernher von Braun, cuyo diseño se empleó en los cohetes estadounidenses enviados a la Luna en 1969. La información gráfica enviada por Javier Vallejo no sólo era de primera mano, sino también a todo color. Las coloridas páginas de los Soles proyectaron las exclusivas capturadas por la cámara de Vallejo: la Cumbre de Manila para la pacificación de Vietnam, la serie de lanzamientos que culminarían con la llegada del hombre a la Luna, la toma de posesión de Richard Nixon y Jimmy Carter, Mundiales de futbol,
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Arriba: Mi amigo Rubén Campos en el cuerpo de élite. 1964-1968. © JAVIER VALLEJO
Izquierda: Periodistas de El Sol en Vietnam. Octubre 25, 1966. © JAVIER VALLEJO
Página opuesta: Dos eventos transmitidos a todo color. Febrero 15, 1977, y agosto 2, 1976. © JAVIER VALLEJO
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Arriba: Sin padres, sin casa, sin nada. © JAVIER VALLEJO
Un pueblo sometido. Mujeres limpian el calzado del ejército de Estados Unidos. © JAVIER VALLEJO
Página opuesta: Ametrallada inocente. © JAVIER VALLEJO
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Arriba: En espera. © JAVIER VALLEJO
Abajo: Trinchera capturada. © JAVIER VALLEJO
Página opuesta: Misión cumplida. © JAVIER VALLEJO
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Olimpiadas y los Juegos Panamericanos. Eventos que, junto con las giras internacionales de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, mostraron las transformaciones experimentadas en todo el mundo, a una cuasi moderna sociedad mexicana. La necesidad de enviar fotografías desde cualquier parte del mundo motivó a Vallejo a investigar y desarrollar un sistema para transmitir fotografías a color vía radiofoto. Si Kodak había inventado la fotografía a color, el ingenio del reportero gráfico fue el que logró extraer de ella todo su aprovechamiento. En 1975 comenzó a realizar ensayos; tenía claro cómo funcionaba la película de color, pero debía encontrar una forma para transmitirla vía blanco y negro. Al siguiente año, 1976, la redacción central recibía fotografías policromáticas de diversos puntos del globo: la Unión Soviética, Japón, Filipinas, Inglaterra, España o Estados Unidos.
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La hazaña tecnológica fue posible por medio de la separación de los tres colores que componen el negativo; empleando filtros del color complementario, Vallejo encontró que era posible separar cada uno de los tres colores primarios en gamas del blanco y negro para ser transmitido mediante el sistema convencional. Se trataba de una conversión de las fotos en color al blanco y negro. La conversión del cian, magenta y amarillo se transmitía por separado y, una vez en la redacción central de El Sol, los tres tonos se unían nuevamente con su coloración original, tan sólo una hora después de haber sido tomada la imagen. El descubrimiento les permitió estar a la vanguardia tecnológica sobre cualquier otro diario del país. Durante la década de los 70, los ávidos lectores de los diarios mexicanos pudieron observar la propagación del capitalismo, la globalización o el asedio estadounidense contra el comunismo a través
de los ojos del Javier viajero. No obstante, cuando no iba en busca de la noticia al extranjero, permanecía anclado a las oficinas de la redacción de El Sol de México, atendiendo los deberes de su cargo como jefe de fotografía: mandar al cuerpo de fotógrafos a cubrir los eventos y seguir las notas para darles continuidad al siguiente día. A pesar de estar atado a la redacción, Vallejo portó siempre su cámara a la espera de poder utilizarla. A partir de 1982, se cerró un ciclo para el fotógrafo potosino. Sin embargo, su aportación al fotoperiodismo estaba hecha. Innumerables eventos fueron registrados en los diarios para la sociedad mexicana, que fue capaz de conocer el mundo a partir de la rica información visual brindada por la estética del color que desarrolló Vallejo. Asimismo, la aplicación de la imagen policromática tuvo efectos directos en la masificación de la información y en la aparición de nuevos códigos de comunicación mediática.
La emoción que Javier Vallejo sintió siendo niño, al ver aparecer las imágenes negativas en el laboratorio de su padre, se transformó en una comprometida acción social al cazar las escenas noticiosas para los diarios de la cadena. Luego, fue consciente del alcance y la responsabilidad de informar visualmente sobre sucesos políticos, culturales y sociales a los mexicanos. Durante 30 años, el reportero gráfico contribuyó decidida y creativamente a la evolución tecnológica y a la profesionalización del periodismo diario: favoreció su inmediatez e instantaneidad, redujo tiempos de revelado en el laboratorio, desarrolló los sistemas para imprimir y transmitir fotografías a color acordes con la urgencia del medio. Asimismo, coadyuvó a la profesionalización del ejercicio periodístico, instruyendo a fotógrafos sobre las implicaciones técnicas de la foto a color, y sobre algo que es más intangible: el olfato para encontrar la noticia. n
Arriba: Avanzada. © JAVIER VALLEJO
Página opuesta, abajo: Capturado. © JAVIER VALLEJO
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Credencial de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
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Credencial para El Sol de México.
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Entrevista con Lilia Hernández
¡VA LUZ! Pedro Anza
T
enía 15 años cuando llegó a El Sol de México recomendada por su padrino. Antes de ella no había mujeres fotoperiodistas en los diarios de la Ciudad de México. No gozó sus primeras andanzas en el periodismo: se inició como reportera, la cámara aún no llegaba a sus manos, y no se entendía bien con el bolígrafo y papel que le habían dado. Las palabras ininteligibles de los discursos de los políticos o las proferidas por los personajes protagonistas de los eventos a los que asistía se le amontonaban en la libreta, donde esperaban quietas, casi muertas, a que hiciera algo con ellas. Como podía, las arrastraba juntando unas con otras para hacer sus notas y volvía desanimada a casa o a la escuela, preguntándose si valía la pena continuar ese camino; además, su aparición como adolescente en la redacción del periódico, un ambiente bravo donde tiburones hambrientos pululaban entre el humo del cigarro y reporteros, aún más colmilludos, contaban sus botines del día al compás de las máquinas de escribir; era motivo de jiribilla, bromas y risas. Lilia rememora risueña sus primeros días en El Sol de México. Cuartoscuro [ co ]: ¿Qué sentiste al entrar a la sala de redacción? Lilia Hernández [lh]: Todos se reían de mí, todos estaban botados de la risa. Llegaba yo a la redacción —la redacción era enorme, yo creo que habría unos 40 o 50 reporteros y escritorios, y todos escribían, nomás oías el tacatacataca— y se empezaban a reír de
mí: “¡Eh, sáquenla de aquí, fuera!”. Hacían bolitas de papel y me las aventaban, me sentaba en mi escritorio y me ponía a llorar. ¿Qué escribo? No entendía nada de lo que hablaban, no llevaba grabadora, todo lo escribía, estaba yo fatal… pero sentía que no me podía salir porque estaba estudiando periodismo, estaba practicando, veía la felicidad de mi papá y no lo quería decepcionar.
Arriba: Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Estados Unidos, durante una conferencia. 1976. © LILIA HERNÁNDEZ
Página opuesta: Ciudad de México. Aprovechando el reflejo de las iglesias en la Villa. © LILIA HERNÁNDEZ
Por más de 40 años, Lilia Hernández se dedicó a la fotografía de prensa. Originaria de San Luis Potosí, migró con su familia a la Ciudad de México antes de
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cumplir los dos años; su papá, quien había trabajado en una fábrica textil, decidió probar suerte como músico en la capital del país, cantando rancheras y boleros en restaurantes y bares a lo largo de la avenida San Juan de Letrán. Iba de lugar en lugar pidiendo permiso antes de cantar, hasta que consiguió un trabajo fijo, se llevó con él a su esposa y cuatro hijos: tres hombres y una mujer. Pasados unos años, el padre de Lilia sufrió un accidente; un compadre suyo llamado Raúl Calvillo, quien cubría la nota roja en el periódico La Prensa y después estuvo en El Sol de México, lo ayudó a agilizar los trámites y a sortear la burocracia de la hospitalización, valiéndose de su insignia periodística y de sus buenas amistades. El evento dibujó para la familia Hernández una aureola flotante en la coronilla del compadre Calvillo y su oficio. Unos años después, en los últimos días de la escuela secundaria, conversando con sus amigas sobre sus respectivos derroteros profesionales, Lilia escuchó por primera vez
En las Islas Marías, un grupo de reporteros ayudó a girar un aeroplano. 2011. © LILIA HERNÁNDEZ
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acerca del periodismo y decidió en el acto que a eso se dedicaría. [ co ]: ¿Qué te dijo tu papá cuando supo que querías ser
periodista? [ lh ]: Le brillaron los ojitos y dijo: “¡Qué maravilla!”. A los 15 días, ya estaba inscrita en la escuela Carlos Septién García, que en ese tiempo era la única. Y a los ocho días de haber entrado, me dijo: “Vamos con mi compadre para que te ayude a entrar al periódico y empiezas a practicar”. El compadre le dijo: “Sí, cómo no, que venga a Serapio Rendón y Guillermo Prieto número siete”. Llegué a la dirección y mi padrino me dijo: “Mira, te voy a presentar al director, está de acuerdo en que estés practicando”. En aquel entonces eran Luis Amieva y Carlos Figueroa, yo los veía dos señores grandes, enormes, enérgicos, gruñones y gritones, y dijeron: “Sí, que practique, que se vaya con una reportera o con un reportero”.
Lilia está sentada en un sillón blanco de la sala de su departamento, ubicado en la colonia San Antonio Abad, en el centro de la Ciudad de México; ahí vive con su esposo Miguel Anaya, quien también se dedicó a la fotografía de prensa durante muchos años. [ co ]: ¿Y cómo llegó la cámara a tus manos? [ lh ]: Me mandaron a la sección de Sociales, había
pasado un año o año y medio; pasó un compañero fotógrafo de sociales, Hugo García Tapia, dejó su equipo ahí, y yo me senté y vi la cámara. —Oye, ¿puedo tomarla? —le pregunté. —Sí, agárrala. Hicimos click, un amor a primera vista. La cámara era pesadísima, una Nikon F, era de fierro, con motor. La empecé a voltear y le vi el lente, me encantó; dije: “Tengo una idea, voy a estudiar fotografía y así me quedo aquí”. Entonces, me animé. Con todo el miedo del mundo fui a hablar con el director, con el menos gruñón, yo temblaba. —La verdad no me gusta escribir —le dije. —Sí, ya me di cuenta. —¿Por qué no me da un trabajo de lo que sea, barriendo, limpiando? Pero démelo aquí, y entonces yo con ese dinero pago mi escuela de fotografía y entonces entro de fotógrafa. Te estoy hablando del ’74. “Espérate”, me dijo. Le habló a Javier Vallejo, el jefe de fotografía. En ese entonces eran como 35 fotógrafos… y llegó corriendo Javier Vallejo. —¿Qué se le ofrece, señor? —Aquí está Lilia y va a estudiar fotografía contigo, le vas a dar órdenes y todo. —Sí, señor, cómo no. Llegué a la oficina, todo estaba lleno de lockers y había puros señores. Diario tenía que ir ahí a las diez, era la hora en la que daban las órdenes. Me dio [Javier] una cámara, una F con motor y con flash, eran unos flash húmedos, con pila húmeda, eran muy grandes, muy pesados. Traía yo mi pila, mi flash, una cámara para blanco y negro, y una cámara para color; pesaba muchísimo, yo pesaría en ese entonces 40 kilos cuando mucho, el equipo yo creo que pesaba más que yo. Entonces empecé a salir todos los días, de esa forma comencé a tomar fotos, de esa forma empecé a ser fotógrafa. Lilia se ríe casi tras cada frase que sale de su boca, como si las palabras se le escaparan tan rápido que
se sorprendiera de lo que escucha. Es evidente que le entusiasma hablar de fotografía, mueve las manos y la cabeza efusivamente mientras platica. Después de una pausa en la que toma un sorbo de agua, vuelve a su historia.
Arriba: Pumas, 2004. Bruno Marioni y Kikín Fonseca. © LILIA HERNÁNDEZ
Abajo: El nadador mexicano Juan José Veloz, durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá. 1999.
[ lh ]: El Sol de México tuvo una época en la que era de
© LILIA HERNÁNDEZ
José García Valseca; terminó y hubo un lapso en que
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fue del gobierno; Mario Moya Palencia, que era secretario de Gobernación, asignó al frente a Benjamín Wong, un director a quien le interesaba mucho la imagen. Nos ponía a competir, cada ocho días nos pedía un reportaje, y nos publicaba a doble plana. Nos decía: “Lo que tú quieras hacer, lo puedes hacer, ¿qué quieres?, ¿qué necesitas?”. Y decía: “¿Y si quiero un helicóptero?, lo contratamos, ¿y si quiero una lancha?, lo contratamos”… era un reto, era muy bonito trabajar. Ser la primera mujer fotoperiodista en la Ciudad de México, al menos la primera de la que se tiene registro, ha sido, entre otras, una razón de peso para que muchos busquen entrevistarla; algunas veces, acotando a eso la narración de su experiencia y su trabajo periodístico. Le pregunto si había otras mujeres fotógrafas en ese entonces y advierto, apenas lanzo la pregunta, que la acoge con cierto aburrimiento, como si presintiera que la conversación se tornará rebuscada. [lh]: Eran treinta y tantos fotógrafos, puros hombres,
pero yo nunca vi esa diferencia, nunca me la hicieron sentir, yo estaba acostumbrada a estar con puros hombres, con mis hermanos, para mí era muy normal. No me había dado cuenta de que no había mujeres, no me afectaba, nunca me hicieron sentir menos, salvo en ciertos lugares en donde no me
El velocista Alejandro Cárdenas, durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá. 1999. © LILIA HERNÁNDEZ
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dejaban entrar, por ejemplo en los toros, donde decían que era de mala suerte. [ co ]: ¿Para el torero o para el toro? [ lh ]: Para el torero… el toro, pobrecito, la lleva mal.
En muy pocos lugares me decían que no. En Presidencia, por ejemplo, no podías entrar si no ibas de traje, y yo ¿cómo iba a ir de traje? A mí, [Luis] Echeverría, el presidente de ese entonces, me veía y yo creo que le causaba risa. —Ven, ven —me dijo en una ocasión. —Estoy trabajando, ¿cómo voy a ir? —le contesté. —Que vengas. —No. Hasta que vino el guarura, un hombre enorme, creo que le decían El Gorila. —Te está hablando el señor presidente —me dijo. —Estoy trabajando —le contesté. —Pero te está hablando, tienes que ir. Fui y me dijo: —¿Qué estás haciendo? —Pues estoy trabajando, estoy haciendo fotos. —Pero, ¿qué estás haciendo? — Ah, es que usted se ve a través de la copa boca abajo y quiero hacer la foto con usted en primer plano boca abajo y usted al fondo. —¡Ah! ¿Qué crees?, que me gusta la fotografía. —¿Y qué cámara tiene? —le dije, feliz de la vida. —Nikon.
—No, pues ya, ahora sí es mi cuate. Y nos pusimos a platicar, y cada vez que iba yo a un evento con Echeverría me buscaba y me decía: —Ven, ¿cómo ves? Me voy a comprar otra cámara. —No pues cómprese la última, y fíjese que… Bueno, platicábamos padrísimo, les caía de variedad porque no había mujeres, se les hacía simpático. [ co ]: ¿Y esa foto no la tienes? [ lh ]: No la publicaron. [ co ]: Antes podías acercarte a platicar con el presidente,
creo que las cosas han cambiado mucho en ese sentido. [ lh ]: Todo mundo me decía, en ese tiempo, que le pidiera a Echeverría una casa. —Tú pídele algo, le caes muy bien. —No, si no es mi papá, ¿cómo le voy decir “oiga, señor, ¿no me da?”…? Incluso conocía al gobernador [Jorge] Jiménez Cantú [del Estado de México] y él me dijo: “Dile que te dé una casa y te la da ahorita con los ojos cerrados”. ¿Pero por qué todo mundo me dice eso? No sentía yo la necesidad de hacerlo. Aunque había mucho dinero para toda la prensa, a mí no me daban, como cuando ibas a cubrir Policía y estaba [Arturo] Durazo. Esto ya fue con [José] López Portillo, este señor te daba tu placa, tu pistola y tu sueldo, y yo decía: “¿Qué es eso?”. A mí nunca me lo dieron porque era mujer. [ co ]: Entonces en los toros… por los malos augurios…
y con Durazo no te tocó pistola ni placa. [ lh ]: Sí, no se acercaban a mí, no les daba esa confianza. Yo después me enteré de lo que les daban, pero nunca de que les daban sueldo, hasta después. Era una costumbre que en la prensa era muy acogida. Incluso Echeverría decía que los fotógrafos le salvaban la vida: “Déjenlos, déjenlos que pasen, ellos son los que me protegen, ellos me salvan la vida”. [ co ]: ¿Además de esas vivencias, encontraste alguna li-
mitante en otra ocasión, en tu experiencia periodística, que atribuyas al hecho de ser mujer? [ lh ]: No, al contrario, el departamento de fotografía era de ventanales, entonces ponían ellos un calendario volteado; si estaba yo, lo volteaban, para que no llegaran diciendo groserías. Decían: “Ah, está Lilia”. Sí cambiaban su forma de hablar, pero a favor, ¿cómo te diré?, cuidaban mucho esas formas en ese tiempo… curiosamente podría decirse que me hubieran man-
dado a Sociales, una sección de fiestas, de gente bonita, podrían haberme puesto ahí, pero no, yo estaba en información general, cubría cualquier evento, como todos. Si salía algo policiaco también lo cubría, no había límites en ese sentido, salvo en los toros. Pero sí lo vi con compañeras, ya más adelante, cuando empecé a tener compañeras… por ejemplo, había una chica, no te voy a decir el periódico, que me decía que ella entraba al laboratorio y ponían películas pornográficas, ponían chicas encueradas, en cierta forma le llegaban a faltar al respeto. —¿Es que a ti no te pasa? —me decía. —No, créeme que no. Yo tuve muchas salidas en el periódico, por muchas razones, tuve cerca de nueve renuncias en El Sol de México, entonces, cada vez que regresaba, en una de esas sí encontré tapizado de fotos de chicas. El Sol de México para mí era mi casa. Las quité [las fotos de mujeres], y dijeron: —¿Quién las quitó?, pero, ¿por qué las quitaste? —¿Les gustaría que tuviera aquí fotos de chicos encuerados?, ¿verdad que no? Entonces vamos respetándonos.
El clavadista mexicano Fernando Platas en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá. 1999. © LILIA HERNÁNDEZ
[ co ]: Leí una entrevista tuya hace unos días, hablaban de
un incidente que tuviste con un fotógrafo extranjero, creo
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que en un Mundial de Futbol, creo que habían movido tu mochila de sitio, con la que estabas apartando tu lugar. En lo que leí se sugería que el percance se había debido a un tema de género, a que el gringo no había respetado tu lugar en el campo por ser mujer. [ lh ]: Pusieron una línea con una cuerda y entonces llegaron dos americanos y me aventaron por allá y yo regresé, no sabía decir la grosería “sanababish” o “sanabagan”… Yo les dije de las dos. Otra fue en un Mundial en Dallas, yo puse mi maleta, ya ves que para apartar un lugar llegabas como dos horas antes, y en eso veo entrar a un fotógrafo, guapo el muchacho, y lo empecé a seguir con la vista, y llegó a mi lugar y pateó mi maleta; fui corriendo y le dije: “¿qué te pasa? Con mi poco inglés, le dije: “Ésta es mi maleta, no la patees porque yo pateo la tuya, get out, get out… Lamentablemente me entrevistan mucho, casi siempre por el 8 de marzo, y con ese estilo de “dilo un poco más para que pegue”, pero yo nunca lo he sentido… nunca lo sentí, no puedo decir que no
Campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato perredista a la Presidencia de México. 2000. © LILIA HERNÁNDEZ
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existiera, porque sí había compañeras... nunca lo sentí, o no me di cuenta o no sé. Lilia retoma el entusiasmo y rememora sus andanzas periodísticas. Le pregunto por la foto suya que más le ha gustado; me habla de una foto que no hizo. Una vez, mientras caminaba con sus bolsas del mandado, vio al candidato presidencial Roberto Madrazo tras una vitrina. Con las piernas abiertas a 90 grados, el candidato del pri recibía un corte de pelo en un salón de belleza en el Centro del entonces Distrito Federal. Lilia quedó boquiabierta al mirarlo frente a ella, estaba de vacaciones y sin cámara, corrió entonces a las oficinas de la revista Proceso, que estaba a unas cuadras de ahí y en donde tenía amigos, y solicitó a uno de ellos que le hiciera el favor de prestarle una cámara. Le aseguró que había visto una foto buenísima que la esperaba cerca de ahí; su amigo, que reconoció en sus ojos la desesperación que genera una fotografía que se esfuma, le prestó un equipo. Lilia regresó
corriendo por las calles y llegó a la estética, ahí seguía el candidato en su postura poco electoral, pero antes de disparar, Lilia se congeló. [ lh ]: La pensé, cuando piensas en hacerla ya la re-
gaste. Me metí y le dije: “Señor, ¿le puedo tomar una foto?”. Me dio pena, era exhibirlo; me dice: “No, por favor”... No se trataba de preguntar, una foto así no puedes pensarla, tienes que tomarla y ya después pides permiso, después me di cuenta de que estaba rodeado de guaruras. Muchas risas en la sala. Su esposo Miguel también está presente y todos festejamos la foto que no se hizo. Hace ya unos cuantos años que Lilia no se dedica a la fotografía de prensa; cubrió todo tipo de eventos, desde presidenciales, conflictos armados, protestas, accidentes y reportajes, hasta Juegos Panamericanos y mundiales. Después comenzó a trabajar como jefa de fotografía en los Pumas de la unam, hasta 2012. Hoy hace fotografías de retrato, bodas y bautizos. Mientras nos dirigimos a un pequeño cuarto de su departamento, en donde se apilan cajas con fotos y negativos, para revisar en su computadora algunas de las fotografías que aún conserva y que tiene digitalizadas, le pregunto qué es para ella la fotografía. Lilia cierra los ojos. Cada que lo hace me da la impresión de que inicia un viaje, de que está recordando mucho, tal vez mucho más de lo que puede decirse: “Algo mágico, un descubrimiento increíble, cosa del hombre blanco”. Vuelve a reírse, pero ahora abre los ojos. [ co ]: ¿Revelaste foto? [ lh ]: Cuando va apareciendo la imagen… me encan-
ta, a la fecha, ver revelar una foto. Cuando no conoces, cuando no sabes, entrar a un cuarto oscuro es algo maravilloso, tienes tus sentidos totalmente abiertos y, en eso, de pronto prendes y dices “va luz”. Cuando prendes la luz roja, dicen: –Va luz… Es una frase encantadora. Puedes empezar suavecito. Y los laboratoristas, porque en El Sol había laboratoristas, agarraban la foto y la sobaban. Javier Vallejo tenía una sensibilidad para imprimir, mane-
jaba la mano y le movía y le daba más luz acá. Él lo hacía a mano, agarraba un palito y lo ponía ahí, y movía el dedo… ¡qué maravilla!, siempre se me ha hecho mágico… incluso en digital es impresionante. Yo creo que el fotoperiodismo no tiene sexo, puedes informar como hombre o como mujer.
El subcomandante Marcos en algún lugar de la Selva Lacandona. 2001. © LILIA HERNÁNDEZ
[ co ]: El poder que tiene la foto en ti, el poder que tiene la
cámara en ti… [lh]: Detrás de una cámara nada me da miedo, puedo ver muertos, puedo ver choques, puedo ver… lo que quieras, puedo verlo y no me da miedo, me subo a una montaña rusa, me bajo, no me da miedo. n
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Una nueva forma de hacer fotoperiodismo
MI TIEMPO EN EL SOL
Pedro Valtierra
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Página opuesta: Con sus notas y acordes, dos músicos amenizan un recorrido cotidiano en el tren que iba desde Durango a la Ciudad de México. 1978. © PEDRO VALTIERRA
omé las dos cámaras con las que siempre carga ba y desde temprano, a eso de las cuatro de la mañana, me fui con un par de pescadores de cooperativas locales a recorrer en lancha la playa Escobilla. Me habían enviado de El Sol de México, junto con Isabel Arvide, a la costa de Oaxaca para realizar un fotorreportaje sobre el desove de tortugas marinas. Era octubre de 1977. Y aunque parecía que la cobertura había terminado apenas pasados dos días de trabajo, pues incluso la reportera ya había emprendido el camino de regreso a la Ciudad de México, yo me quedé a buscar más fotos, porque las que tomé no me parecían muy buenas. Estuvimos navegando cerca de la costa, hasta que entre las olas rompientes avistamos decenas de con chas flotantes debido a la temporada de anidación, cuando la captura de la especie estaba prohibida. Los pescadores me contaron que las tortugas que atrapaban en Escobilla iban a parar a la fábrica Pesquera Industrial de Oaxaca (piosa), ubicada en Puer to Ángel, la cual se dedicaba a la venta de carne y huevos, pese a la veda. Cada panga tenía como límite la captura de 40 tortugas y por cada una se pagaban 10 pesos. Ahí, aproximadamente unos mil 500 ejemplares eran sacrificados a palazos cada mes. Inmediatamente pedí que me llevaran y me ayudaran a entrar al lugar sin que los demás trabajadores vieran mi cámara, pues tomar fotos estaba prohibido. A pesar de que yo estaba acostumbrado a cubrir nota roja para el periódico, el espectáculo de dolor y violencia que presencié me resultó inédito y muy
alejado a la idea de “reportaje de naturaleza” que me habían encomendado hacer. Las paredes de aquel acre de muerte estaban salpicadas de sangre y en el suelo se apilaban, unos sobre otros, cientos de cadáveres de quelonios que eran sacrificados de un contundente golpe en la cabeza; podía contar por miles los huevos que estaban regados por todos lados, los cuales luego eran levantados y acomodados en huacales por los trabajadores, para venderlos en puestos callejeros, mercados y la zona industrial. La situación sólo me demandaba dos cosas: discreción y rapidez para retratar el suceso. Los pescadores más viejos aseguraban que, “antes”, la playa Escobilla se llenaba completamente de tortugas: “Parecía un tapete dibujado con caguamas, pues eran miles y miles las que llegaban a desovar”. “Ahora ya no salen tantas; de seguir así, nuestros nietos ya no verán ni una tortuga”, me decían, mientras que en Puerto Ángel el temor de que se extinguiera la tortuga marina se diluía entre los puestos que ofertaban sus productos. El Sol de México publicó la noticia en primera plana, con lo que se armó un escándalo ante las autoridades federales debido a la prohibición; sin embargo, la evidencia estaba ahí y no había duda de ella. Corroboré entonces una lección aprendida tiempo atrás: que las fotografías de prensa tienen un gran poder de impacto, de conmocionar y hasta generar conciencia entre las personas sobre los hechos que se denuncian a través de la imagen.
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Doble página: Unas mil 500 tortugas eran sacrificadas mensualmente por trabajadores de la empresa Pesquera Industrial de Oaxaca, ubicada en Puerto Ángel, la cual se dedicaba a la venta de carne y huevos, pese a la veda. Las tortugas eran capturadas por pescadores de siete cooperativas en la playa Escobilla. Este trabajo fue publicado en la portada del periódico El Sol de México el 17 de octubre de 1977. © PEDRO VALTIERRA
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Paisaje urbano. Un limpiavidrios se prepara para empezar a trabajar en la Torre Latinoamericana, enmarcado por decenas de autos estacionados en una azotea de por ahí. Ciudad de México, 1978. © PEDRO VALTIERRA 34
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VIDA COTIDIANA, FOTOGRAFIAR DE A PIE
Durante una caminata en La Paz, Baja California, me encontré a estas niñas jugando alegremente durante la tarde. La foto fue hecha con un rollo Ektachrome 100 asa . 1977.
Entré a El Sol de México en marzo de 1977. Como todos los que entonces aspiraban a ser fotógrafos de prensa, empecé cubriendo la fuente policiaca. Allí aprendí de Javier Vallejo, quien era el jefe de fotografía, junto con Salvador González. En esos años, la vida cotidiana era un tema importante a desarrollar por los fotorreporteros del diario, que dirigía Benjamín Wong Castañeda. La instrucción siempre fue clara: había que caminar. Si no había alguna orden o evento a cubrir, nos mandaba a la calle a retratar las escenas de a pie, a encontrar una buena foto para que fuera desplegada en una o hasta dos páginas del periódico. Esa, considero, era una buena manera de estimular la creatividad en la producción fotográfica. Tenía dos cámaras siempre conmigo: una para retratar a color y otra para hacerlo en blanco y negro. Puedo decir que así, caminando, es como uno apren-
© PEDRO VALTIERRA
Página opuesta: Una mujer mazahua espera a su marido en la esquina de una calle. Estado de México, 1978. © PEDRO VALTIERRA
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de a observar y que cualquier escena puede regalar una buena fotografía. Había que lidiar con la luz del mediodía e ingeniárselas para que la imagen no se contrastara, entonces, el periodismo se aprendía echando a perder. Aunque teníamos rollos, nunca se permitía hacer muchas tomas porque era caro. Había que tener cuidado al disparar, pues se requería ser certero y pensar para lograr la imagen. La narrativa social que daban las fotos de vida cotidiana fue muy importante para algunos periódicos de los años 70, particularmente para El Sol de México, aunque era común ver imágenes de ese género periodístico publicadas en todos los medios de la Ciudad, entre ellos Novedades y Unomásuno. Por eso, se asegura que fue en esa época cuando inició una nueva etapa de la fotografía periodística en nuestro país: una abierta a la creación y a la experimentación por parte de quien sujeta la cámara. n
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Fidel Cruz*
TEJER LOS INSTANTES
Ana Luisa Anza
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nmovilizas un momento. Habías retenido ya otro. Separados, vivían su propia historia. Entonces sucede: con un lazo invisible, trazas esa línea que une la relación aparentemente inexistente. Comprendemos así que el día a día habla de la memoria, de los sueños, de la identidad, los miedos, las pasiones de tu tierra que haces nuestra porque universalizas, si acaso podemos hacer un verbo para expandir por el mundo las imágenes. Dos instantes nos incitan a tejer la maraña que conduce a un solo pensamiento o sentimiento, con una especie de hilo fino que invita a urdir la trama, quizá la que Fidel pretendió arrojarnos al alma, tal vez la que se materializa en la mente de cada uno, puede ser que la que define a una comunidad, o bien, una o todas o más opciones.
* Fidel Cruz, nacido en Ixhuatán, Oaxaca (1971), es arquitecto de profesión y fotógrafo de corazón. Se inició en la foto en 2009, cuando vivía en Charlotte, Carolina del Norte, donde compró su primera cámara, una shot and share. De regreso a su tierra, ha seguido por este terreno, con exposiciones en Estados Unidos de América y Colombia sobre el terremoto de 2017 que azotó especialmente al Istmo de Tehuantepec, así como con colectivos de fotógrafos de la zona. Fue mención honorífica en el concurso de Cuartoscuro “De Aquí soy”, en 2014.
De la serie Coexistencia. 2018-2021. San Francisco Ixhuatán, Oaxaca. © FIDEL CRUZ 38
Nada es casual. El filamento que anuda una fotografía con otra da sentido a la disposición de las imágenes. Así, por ejemplo, percibimos esa relación que, de tan natural, podría pasar inadvertida: las aves que dominan dos escenas —por un lado los cotorros que se apoltronan confianzudamente en los hombros del pequeño; por el otro, pájaros (¿gaviotas reidoras?, ¿águilas pescadoras?) que se arremolinan sobre las presas: las mismas del hombre que lanzó las redes en busca de alimento. Dos momentos para hablar de la coexistencia del ser humano con su entorno y, en especial, con los seres palpitantes con los que cohabitamos. Nada es fortuito. El temido cocodrilo que habita los sueños de los niños, las estacas que nos protegen contra el malagüero y los miedos de infancia, el blanco como representación del espíritu femenino, el pollo huérfano que crece sobre las uñas pintadas de su cuidador, en contraste con esa manera de “ser gallo” que nos avienta en cara un mero símbolo de dominación en la cultura ancestral. Nada es imprevisto. Pero sí se abre a las interpretaciones que cada quien quiera otorgarle, que para eso vale hilar disparejo, maquinar asociaciones, forjar relaciones a partir de otras identidades. Las nuestras. Las de cada quien. Fidel hace propuestas y de sus nexos rescatamos otros que nos abran significados y les otorguen otro sentido para entrar a un juego que busca nuevas acepciones a lo que, aparente, sólo aparentemente, se divide por la línea blanca que conforma el díptico. n
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enMovimiento
Escena de la película La viuda (Benito Alazraki), situada en 1911, una de las historias que conforman la cinta Amor, amor, amor, ganadora del tercer lugar en el Primer Concurso de Cine Experimental en 1965. © WALTER REUTER
WALTER REUTER Y EL CINE INDEPENDIENTE Elisa Lozano
E
l 4 de enero celebramos el aniversario 116 del nacimiento del fotógrafo alemán Walter Reuter, quien tuvo una vida intensa y productiva, digna de una película. Autodidacta, en los años 20 se inició como fotograbador en Berlín, su ciudad de origen, y entró en contacto con los movimientos de vanguardia. A finales de la década realizó fotorreportajes y trabajó para la revista Arbeiter Illustrierte-Zeitung (aiz). Escapando del nazismo partió a España, donde vivió y documentó la Guerra Civil; tras la victoria franquista huyó a Francia y, en 1939, fue recluido en un campo de concentración. Logró escapar y llegó a Marruecos, pero las fuerzas francesas lo detuvieron, enviándolo como prisionero al desierto del Sahara. En 1942, pudo subir a un barco portugués que tenía como destino el puerto de Veracruz.
Walter Reuter fue una figura clave en el desarrollo del cine independiente mexicano; en la imagen lo acompañan Fernando Álvarez Colín y su operador de cámara, durante la filmación de Los pequeños gigantes, y persona no identificada. Autor no identificado. © ARCHIVO FERNANDO ÁLVAREZ COLÍN 51
Niño bolero, del corto documental El botas (1952). © WALTER REUTER
Luego de una breve estancia en Puebla, Reuter finalmente se estableció en la Ciudad de México y pronto colaboró en revistas de muy variada índole, desde periodísticas –Nosotros, Hoy, Mañana y Siempre!–, hasta alguna especializada en moda, como fue el caso de la efímera Rango. Interesado desde su llegada por las condiciones de vida de los grupos indígenas, recorrió el país, legando una fecunda obra a la que se han dedicado investigaciones, libros y exposiciones, tanto en México como en el extranjero. 1 Cabe decir que menos atención ha
recibido su trayectoria cinematográfica, es por ello que hoy lo recordamos con algunos trabajos relevantes para la historia de la cinefotografía nacional, realizados contra viento y marea, y al margen de la producción industrial. Acorde con su ideología e intereses antropológicos, en los años 50 Reuter filmó sus propios documentales etnográficos y se incorporó formalmente al cine mexicano, como miembro del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (stic).2 Desde ese
lugar, se convirtió en el cinefotógrafo de realizadores independientes que, de forma marginal, pugnaban por la renovación temática del cine nacional. En ese aspecto, sobresale su colaboración con el productor Manuel Barbachano Ponce y el director Benito Alazraki, como fotógrafo de los episodios Las vacas, El tuerto y La potranca, que conforman la película Raíces,3 basada en cuentos del escritor Fernando García Rojas y considerada la piedra angular del moderno
1992, en el que Lothar Schuster dedica un capí-
la Industria Cinematográfica (stic) para filmar
tulo a su obra fílmica; John Mraz, Jaime Vélez,
y distribuir noticiarios, y al Sindicato de Traba-
1 Walter Reuter, (Berlín, Alemania, 1906-Cuerna-
Luis Rius, Michel Lefebvre, Walter Reuter: el
jadores de la Producción Cinematográfica se le
vaca, Morelos, 2005). Entre los libros dedicados
viento limpia el alma, México, Lunwerg, 2009;
otorgó la exclusividad para producir largome-
al fotógrafo, véanse: Walter Reuter y la danza,
Cristina Escrivá, Los ojos de Walter Reuter, Valen-
trajes de ficción. Reuter comienza a trabajar en
México, Museo de Arte Moderno, 1986; Walter
cia, L’Eixam Edicions, 2012.
Reuter: Berlín, Madrid, México: 60 años de fotogra-
2 Por laudo presidencial del 3 de septiembre de
fía y cine 1930-1960; ngbk/Argon, Alemania,
1945, se facultó al Sindicato de Trabajadores de
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1946 para la compañía Clasa Films. 3 Ramón Muñoz filma el Prólogo y Hans Beimer el episodio Nuestra Señora.
cine independiente mexicano. Un film que, en voz de su productor, tenía como objetivo “mostrar la realidad y los valores eternos de nuestra población indígena, siempre tan menospreciada, siempre tan humillada, siempre tan olvidada”.4 Alejado del pintoresquismo, tan explotado en el melodrama nacional, en un tono semidocumental y con cierta ironía, Raíces aborda temas como el fanatismo religioso, el acoso sexual y la discriminación, desde el punto de vista de los habitantes de los pueblos originarios. Filmada en escenarios de Hidalgo, Chiapas, Veracruz y Yucatán, Reuter apuesta por un tratamiento visual que evoca a ¡Que Viva México!, de Serguei Eisenstein, en el uso de tomas en contrapicada, los extreme close ups y la figura fragmentada. Esas imágenes de gran fuerza, acompañadas por la música de Silvestre Revueltas, Pablo L. Moncayo, Blas Galindo y Rodolfo Halffter, causaron impacto durante la exhibición del film en Europa. Raíces recibió el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes en 1954 e, incluso, elogios de George Sadoul y Pierre Kast, quien escribió en Cahiers du Cinéma:
El niño Miguel Ángel Negrón dio vida a El tuerto, dramático episodio de la película Raíces, basada en cuatro cuentos del escritor Francisco Rojas González. © WALTER REUTER
No soy extremadamente sensible al mito de la star y, sin embargo, frecuentemente, cuando la cámara agranda un rostro sería loco negar el choque emocional del espectador. El rostro de Raíces es el de Alicia del Lago, la joven indígena
Julián Duprez y Rosenda Monteros en La gran caída/The big drop (José Luis González de León, 1958). © WALTER REUTER
heroína de La potranca. Busco en mi memoria y no recuerdo haber visto algo tan hermoso”.5
En México, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le otorgó a Raíces, en 1956, un Ariel especial por su “aportación a la cinematografía experimental” y, actual-
4 Alejandro Pelayo Rangel, Entrevista a Manuel Barbachano Ponce, Episodio núm.28 de Memorias del Cine Mexicano, México, imcine, 1993. Barbachano Ponce fue un incansable promotor del cine independiente mexicano, Reuter se integró a su equipo como camarógrafo de los noticieros Cine Verdad y Telerevista. 5 Cahiers du Cinéma, núm. 55, enero de 1956, citado en Miguel Anxó Fernández, Las imágenes de Carlos Velo, México, unam, 2007, p. 132.
En 1960, Reuter filmó Los pequeños gigantes, historia basada en un hecho real. © WALTER REUTER
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Cartel de la película Raíces, de Benito Alazraki, que recibió el Gran Premio de la Crítica en el Festival de Cannes en 1955, y al año siguiente, el Ariel por parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Página opuesta: Pruebas de luz. Alicia Lago en el papel de Xanath, en La potranca, episodio de la película Raíces. © WALTER REUTER
mente, es considerada una obra fundamental del moderno cine independiente mexicano. Reuter fue, además, el autor de los stills de la película. Otra cinta importante en la que el fotógrafo intervino es El brazo fuerte (1958), un proyecto de Norman Millet Thomas, pintor, escultor y director de arte estadounidense afincado en México, y su esposa, Rebeca Salinas de Duff, quien fue coproductora. Se trata de un guion del escritor Juan de la Cabada, quien de forma irónica y despiadada expone el caciquismo y el abuso del poder en una pequeña comunidad. El director fue Giovanni Korporaal, quien además adaptó la obra y realizó el storyboard. Siguiendo el camino trazado por el neorrealismo italiano, los productores eligieron como locación el pueblo de Erongarícuaro, Michoacán, y, en vez de actores profesionales, integraron a los propios habitantes del lugar. En esta ocasión, Reuter tuvo que solventar
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aún más limitaciones económicas y técnicas, que le impedían contar con un buen equipo de iluminación y asistentes. Gracias a su experiencia y sensible mirada, sacó provecho máximo de la luz natural e introdujo ángulos inclinados, rimas visuales, guiños a la plástica nacional y algún eco expresionista, logrando una fotografía realista y “una saludable ausencia de glamour”.6 Desafortunadamente, la cinta no corrió con buena fortuna, ya que, pese a advertir desde el inicio que ésta “es una sátira de un país imaginario. Cualquier semejanza con personas, lugares y (sic) instituciones es pura coincidencia”, su ácida crítica al caciquismo y la corrupción —nunca antes vista en el cine nacional—,
6 Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, México, Universidad de Guadalajara, Conaculta, 1994, t.9, p. 324.
y el haber sido realizada fuera del aparato industrial, impidieron su estreno. El primero en obstaculizar su presencia en las salas de cine fue el director Roberto Gavaldón, quien como líder del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica solicitó no conceder el permiso de exhibición, programado para 1959. Se sabe que el film fue proyectado en el Cine Club de la Casa de Francia, y que escritores y críticos de cine, como Salvador Elizondo y Francisco Piña, vertieron una opinión favorable, en contraste con los informes de los supervisores cinematográficos, quienes dictaminaron que la película no era apta para su explotación comercial. Una larga y compleja suma de inconvenientes, aunados a esa censura gubernamental, impidieron su exhibición hasta 1974, aunque fue proyectada fuera de concurso en el Festival de Locarno, Suiza, en 1962. Ese mismo año, bajo la dirección de Hugo
FILMOGRAFÍA DE WALTER REUTER Cinefotógrafo 1952
1953
1958
1960 1962 1963 1965 1966 1968
Toreros mexicanos*, Arte público, Pintura mural mexicana, mención honorífica en el Festival de Cannes en 1953 (todas Francisco del Villar). Raíces (Benito Alazraki) + Ramón Muñoz (Prólogo) + Hains Beimer (Nuestra señora), Retrato de un pintor (Fernando Gamboa)**, exhibida en el Festival de Edimburgo. 1954: Festín para la muerte (Juan Miguel de Mora). El tigre de los mayas (Fernando Wagner), Norte (Benito Alazraki), Los pequeños gigantes (Hugo Mozo, seudónimo de Hugo Butler), El brazo fuerte (Giovanni Korporaal), The big drop/La gran caída (José Luis González de León). Redes blancas (Fernando Hernández). The Time and the Touch (Benito Alazraki). A la salida (Giancarlo Zagni). Amor, amor, amor/La viuda (Benito Alazraki). La güera Xóchitl (Rogelio A. González). Un toro me llama (Miguel Ángel Mendoza) + Alfredo Uribe, José Ortiz Ramos, Luis Medina, Ángel Bilbatúa, Hugo Velasco, Everardo de Anda, Gabriel Torres.
Realización y fotografía 1952
1954
La brecha, Corazón de la ciudad, El botas**, Guerra al paludismo, Tierra del chicle**, El hombre de la isla, Tierra de esperanza (codirección con Francisco del Villar). Historia de un río (codirección con Francisco del Villar).
* Recibió el segundo premio mundial en el Festival Mundial de la Película Deportiva, celebrado en Cortina D’Ampezzo, Italia, en 1953. ** Recibieron diplomas en el iv Congreso Internacional de Películas Educativas, Documentales y de Cortometrajes celebrado en París, en 1953. Tierra de chicle, además, obtuvo el primer premio en el Festival Internacional de la Película Agrícola, en 1953.
Butler, Reuter filmó Los pequeños gigantes, que narra una historia real de tenacidad y superación: la del equipo regiomontano varonil de la Liga Pequeña de beisbol (y de su entrenador, César Faz), que luego de superar un sinfín de dificultades, en 1957 se corona campeón mundial al vencer al equipo de California en su propio territorio, algo que nunca había ocurrido. Una vez más, Reuter opta por una imagen sin efectismos en beneficio de la narración. Al año siguiente, Reuter imparte la materia de Fotografía en el recién fundado Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la unam, donde trabaja con sus alumnos en la producción de cortometrajes; uno de éstos, titulado A la salida (Giancarlo Zagni), se estrenó en televisión nacional el 2 de noviem-
bre de 1958.7 Asimismo, tiene otra destacada participación junto a Benito Alazraki en La viuda, uno de los capítulos que conformaron la cinta Amor, amor, amor, ganadora del tercer lugar en el Primer Concurso de Cine Experimental, organizado por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica en 1965.8 En 1959, puso fin a su carrera cinematográfica con La güera Xóchitl, de Rogelio A.
González, para dedicarse exclusivamente a la fotografía. Walter Reuter recibió, en 1999, el Premio Espejo de Luz en la Tercera Bienal de Fotoperiodismo y, por sus aportaciones, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le concedió el Ariel de Oro. n Agradecemos el apoyo y la generosidad de Hely Reuter, Gilberto Chen y Fernando Álvarez Colín, por permitirnos reproducir las imágenes
7 Sin autor, “Terminan las Actividades Cinema-
que ilustran este artículo.
tográficas”, Gaceta de la Universidad, núm. 478, 23 de diciembre de 1963. 8 Los otros capítulos son Lola de mi vida (Miguel Barbachano Ponce) y La Sunamita (Héctor Mendoza).
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cuadrOscuro
Para ahondar en la importancia de la música en la obra y el pensamiento de Carlos Monsiváis, el Museo del Estanquillo presenta la exposición Monsiváis, el musical, la cual aborda la manera en que cantantes, géneros musicales y estilos influenciaron la escritura del cronista, al tiempo que musicalizaron sus ideas sobre la historia y la cultura mexicana. Estará abierta hasta el 31 de julio de 2022. María Victoria, hacia 1940. Plata gelatina. © HUMBERTO ZENDEJAS V. COLECCIÓN CARLOS MONSIVÁIS / MUSEO DEL ESTANQUILLO
Daguerrotipos, ambrotipos, linternas mágicas, vistas estereoscópicas, fotograbados e impresiones con los más diversos papeles y sustratos son algunas de las piezas que conforman la exposición La fotografía a través de la mirada de Franz Mayer, que muestra la colección de imágenes del empresario alemán, conformada a lo largo de 40 años y pocas veces exhibida. Estará abierta de mayo a septiembre en el Museo Franz Mayer. Club de canotaje, Xochimilco. Impresión plata sobre gelatina, ca. 1925. México. © HUGO BREHME. CORTESÍA MUSEO FRANZ MAYER
Arriba, izquierda: El Centro de la Imagen abre sus puertas a la exposición Autorretrato con conciencia. Mujeres, género y feminismos, la cual realiza una revisión a la obra de mujeres fotógrafas de México, Latinoamérica y Estados Unidos que resguarda el fondo del Consejo Mexicano de Fotografía del acervo del Centro de la Imagen. Hasta marzo de 2022. Sin título, de la serie Mujeres Bolivianas, Bolivia, 1979. Plata gelatina. saf - arg - cmf -004 © SARA FACIO ( San Isidro, Argentina, 1932-). CORTESÍA DEL CENTRO DE L A IMAGEN Izquierda: Los rasgos identitarios, la historia y vida cotidiana del pueblo gitano, vistos en documentos históricos provenientes de diferentes acervos y en material fotográfico recabado a lo largo de más dos décadas de viajes por el mundo, dan forma a la exposición La gente del viaje: gitanos sin fronteras, de Lorenzo Armendáriz, que se encuentra abierta en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (cfmab ). Hasta abril. Ocotlán, Jalisco. 1995. © LORENZO ARMENDÁRIZ
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LA AGENCIA CUARTOSCURO CUMPLE 36 AÑOS Y SU REVISTA 29
Casi 300 imágenes del archivo de Diego Rivera y Frida Kahlo, así como 12 ensayos escritos por especialistas de la obra y figura de la pintora mexicana, conforman el libro El Universo Frida Kahlo. Publicada por Editorial rm y el Museo Frida Kahlo, la edición presenta un rica diversidad de temas, ideas y conceptos en torno a las imágenes procedentes del acervo, que consiguen acercar a la audiencia a la característica indumentaria de Kahlo y a las impresionantes colecciones de arte popular y prehispánico que reunió con Diego Rivera, su relación con la fotografía y la historia de La Casa Azul, su amado hogar, actual sede del recinto cultural.
Las reglas de la fotografía, de Paul Lowe, Editorial GG, reúne la sabiduría de grandes fotógrafos y profesionales de la industria, desde los iconos del pasado hasta las figuras más destacadas de la actualidad, y la presenta en 170 máximas para que puedas hacer fotografías espectaculares. 57
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delasMejores
Página opuesta, arriba: Jóvenes de 15 a 17 años están siendo vacunados contra el Covid-19 en el Estadio Olímpico Universitario y en el Palacio de los Deportes. Ciudad de México. Enero 13, 2022. © GOBIERNO DE L A CIUDAD DE MÉXICO/CUARTOSCURO.COM
Página opuesta, abajo: La Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, Chiapas, se llevó a cabo tras varios cambios debido a la pandemia por Covid-19; muchas de las pandillas no recorrieron los barrios y se quedaron en casa para realizar los rituales y danzas tradicionales. Enero 8, 2022. © ISABEL MATEOS / CUARTOSCURO. COM
A pesar del repunte de casos de Covid-19 en el estado, desde temprana hora decenas de turistas nacionales y extranjeros acudieron al playón del Puerto de Progreso para refrescarse a la orilla del mar y pasar un rato agradable. Progreso, Yucatán. Enero 15, 2022. © MARTÍN ZETINA / CUARTOSCURO.COM
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delasMejores Con una original careta para protegerse del Covid-19, una persona hace fila en el Hospital General del CMN La Raza, en la Ciudad de México, en medio de una alta demanda para conseguir cita en alguna especialidad médica. Enero 12, 2022. © MOISÉS PABLO/ CUARTOSCURO.COM
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Artistas callejeros protestan en Eje Central para exigir una mesa de diálogo con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a fin de que se les permita seguir trabajando en las calles del Centro Histórico. Enero 23, 2022. © ANDREA MURCIA / CUARTOSCURO.COM
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delasMejores
Página opuesta, arriba: Familiares y amigos de Fernando Esparza González, Jesús Esparza González y Everardo Antonio de León Márquez, policías municipales asesinados el 11 de enero en Fresnillo, Zacatecas, les dieron el último adiós con música y flores en el Panteón de la Resurrección. En medio de la tierra roja y polvorienta, de dolor, llantos y canciones tradicionales, sus compañeros dejaron las armas y cargaron por última vez sus féretros, para dejarlos descansar en sus tumbas. Enero 13, 2022.
Página opuesta, abajo: El fotoperiodista Margarito Martínez fue asesinado a tiros afuera de su domicilio, ubicado en la colonia Sánchez Taboada, en Tijuana, Baja California. A su caso se suman los homicidios de Lourdes Maldonado, también en esa ciudad, y de José Luis Gamboa, en Veracruz, durante enero pasado. cuartoscuro se suma a la exigencia de justicia para esclarecer los casos y urge al Estado mexicano a garantizar la seguridad de comunicadores, reporteros y fotógrafos en el país. Enero 17, 2022.
© ADOLFO VL ADIMIR /CUARTOSCURO.COM
© OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM
Un hombre perdió la vida y otro más resultó herido durante un enfrentamiento con armas de fuego en Avenida Jardines de Morelos y calle Playa Salomón, en la colonia Jardines de Morelos, en el municipio mexiquense de Ecatepec. Enero 25, 2022. © ROGELIO MORALES / CUARTOSCURO.COM
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