Revista literaria · N° 10 · Abril 24 · 2016
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Revista literaria Demencia Año 1, N° 10, Abril de 2016, es una publicación mensual editada por el equipo editorial de Demencia. Santander de Quilichao, Cauca, Colombia. www.revistademencia.wordpress.com Directora y editora responsable: Daniela Cadavid Libreros. Todos los textos e imágenes usados en esta revista se han usado bajo licencia de los creadores, bajo licencia Creative Commons zero o Creative Commons with attribution. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editora de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Revista Demencia o de los respectivos autores.
SUMARIO
Demencia N° 10 · Abril 2016
Contenido textual Ana Larraz Gale Andrés David Arias Antonio Fernández Antonio Rivas Bea Gurutzarri Carlos Ardohain Carlos Rasero Catalina Mendoza Daniela Cadavid Libreros Daniela Thann David González Aye Dionisio Lopez Ramos Hedda Lisbeth Ibarra John Galvis Jorge Collao Jose Luis Acosta Julian Esteban Álvarez Mónica Olarte Libreros Nicolás Ortiz Patrick Erickson Pilar González Navarro Ricardo de las Casas Rita Gardellini Samir Karimo Santiago González Temoltzin Santillan Padilla
Fotografías Pág 09 - Danielle MacInnes Pág 10 - Camila Cordeiro Pág 15 - Jenelle Ball Pág 16 - Dan Edwards Pág 17 - Ryan McGuire Pág 20 - Ryan McGuire Pág 22 - Neill Kumar Pág 24 - Wesley Caribe Pág 25 - Stefan Kunze Pág 26-27 - Jesús G. González Pág 29 - Edu Ortega Pág 39 - Alejandro Alvarez Gardiol Pág 40 - Francis W. Halsey, 1919 Pág 41 - Bundesarchiv_ Bild_183-H1216-0500-002,_Adolf_Hitler Pág 43 - Eric TERRADE Pág 44 - NASA Pág 48 - Todd Quackenbush Pág 52 - Roman Mager Pág 59 - Thomas Kelley Pág 61 - Pilar González Pág 63 - Rodion Kutsaev Pág 64 - Negative Space Pág 66 - Staatsarchiv Bremen
09 Art Brut Un rincón donde el sabio titiritero hace danzar una por una las palabras. En esta edición: Bea Gurutzarri, Andrés David Arias y Samir Karimo.
16 La Inmaculada Letras que suenan como la música de las esferas. Por: Jorge Collao, Patrick Erickson y John Galvis.
22 Postales Mensajeros Dementes que viajan entre las olas. En esta edición: Ricardo de las Casas, Dionisio Lopez y Carlos Ardohain.
26 El Telón de la luna
Reseña del libro “El caminante de arena” y del libro “Seriopata”. Por: Daniela Cadavid y Mónica Olarte.
30 El cuerdo loco Rabia y miedo, Amor que duele. Lee el séptimo capitulo de esta historia. En esta edición: Daniela Thann.
38 La caja oblonga
Un mundo donde los cuentos pueden cambiar la realidad. En esta edición: Rita Gardellini, José Luis Acosta y Santiago González.
Dirección y edición
Daniela Cadavid Libreros
44 El juego lúgubre
Corrección de estilo
Para los curiosos que andan en
Amelia Nyan.
Diseño y diagramación Daniela Cadavid Libreros
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Portada y Contraportada: Hedda Lisbeth Ibarra. http://heddart.wix.com/photographer
busca de nuevo material, o para los despiados critcos de la ciudad. En esta edición: Ana Larraz Gale y Nicolás Ortiz.
50 Kaleidoscopic Cats Si la ciencia ficción nos fluyera por nuestro cuerpo al igual que la vida de estos gatos. En esta edición: Carlos Rasero y Catalina Mendoza.
57 En el ínterin
Un lugar donde todo tipo de magia puede suceder. En esta edición: Julián Esteban Álvarez y Pilar González Navarro.
63 El jardín del poeta Nuevos poetas que abren de a poco su lienzo hacia el mundo. En esta edición: Hedda Lisbeth Ibarra, Temoltzin Santillan y Antonio Fernández.
Colaboradores Ana Larraz Gale. Zaragoza (España) Orgullosa de sus orígenes en su novela “La Fotografía. Historia de un soldado 1936-1937” narra las aventuras y desventuras de un joven agricultor aragonés desde que es movilizado por el ejército nacional; tal y como las cuenta en sus cartas. El lanzamiento del libro será en Febrero de 2016. Andrés David Arias, Bogotá (Colombia) No soy nadie, sólo un suspiro, un susurro que viaja con el viento en busca de un oído; frases insulsas que se impregnan desesperadas al papel en busca de un ojo. No soy nadie: un fantasma, quizás, que ronda ansioso entre fantasías y recuerdos y nunca entre realidades. Es por eso que escribo, porque es mi única escapatoria; porque no me queda de otra. Antonio Fernández. Caracas (Venezuela) Joven poeta apasionado a la escritura y al trato social, estudia filosofía y es amante de las artes. Antonio Rivas Carreño, Batres, Madrid (España) 71 años, Derecho UNED, publica en Facebook, en torno al “Realismo Mágico”. Experto en Literatura, como hobby ayuda a escritores noveles en poesía y narrativa y es un experto en Análisis y Crítica Literaria. Bea Gurutzarri Vicente. Pamplona (España) 24.4.1969 Nació a los nueve meses. Párvulos, colegio, balonmano, conservatorio, instituto, arte dramático, madre, payasa, madre, cuentista, madre, malabarista de la palabra y en total y por no extenderme, madre a cuatro bandas. Multidisciplinar: lo mismo vale p’a un roto, que p’a un descosío...
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Carlos Ardohain. Mar de Plata (Argentina) Ha publicado relatos en el suplemento cultural del diario Perfil, El Cuaderno de Asturias, Revista Narrativas, Al otro lado del espejo, En sentido figurado, Otro cielo y diversos medios de Argentina, España, Brasil y México. Su primera novela, Los incógnitos, se publicó en España en el 2011. Su segunda novela, Bonarda López resultó finalista en el Premio Herralde de Novela 2014. Carlos Rasero Rodriguez. Sevilla (España) 1983 Su nacimiento poético es un poco nubloso, es parte de esa música infartada que la ciudad desprende, de esos intentos de mejorar sus pasos de baile en esta danza que es la poesía. Escribe porque decidió escribir y contar historias le hace libre. Catalina Mendoza Tovar. Bogotá (Colombia) Diseñadora Gráfica y Artísta Plástica de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Tiene 23 años, le gusta muchísimo escribir y espera poder llevar más historias a la luz pública. Daniela Cadavid Libreros. Santander de Quilichao (Colombia) Diseñadora gráfica, editora en jefe de revista Demencia, Telonera de la Luna, poeta y soñadora de tiempo completo. En los ratos libres imagina monstruos en las aceras e inventa imposibilidades. Número de la suerte: 21. Daniela Thann. Desde los confines de Internet. Líder suprema de una secta, vaga profesional y crítica literaria en La pluma insolente. Entre sus habilidades está escribir chorradas, invocar peña extradimensional la hostia de loca y autodenominarse cosas sin tener ni puta idea de lo que son, como por ejemplo artista conceptual. David González. Sabadell, Barcelona (España) La imaginación le ha acompañado desde que tiene uso de razón, a diario inventa historias, gags, sketchs que se convierten en un microrrelato, una presentación literaria, una pieza de micro-teatro, o una publicación en cualquier red social. Su palabra clave: HUMOR. En 2014 publico su primer libro “Microrrelatos para macromomentos”. ~5~
Dionisio López Ramos (España) Escritor aficionado, se identifica con los relatos cortos y los micros. Le gustan los piropos, dichos, refranes y reflexiones. Escribe en varias páginas relacionadas con la literatura en facebook; siendo una de ellas París Poesía Artes y Letras la más activa, la cual le concedió la participación en la Semana Internacional de Poesía. Hedda Lisbeth Ibarra, Santafé de Bogotá. Periodista y fotógrafa, inmigrante colombiana radicada en Estados Unidos, ha dedicado su tiempo en tierra extraña, a transmitir sus sentimientos y emociones a través de la poesía. Actualmente escribe en la revista colombiana YoSoyCultura, en el blog literario Poesía a Mano Alzada y en el canal de Youtube de la declamadora argentina Ana Ulehla. www.heddalisblogspot.com John Galvis. Bogotá (Colombia) Le gusta la hamburguesa, el fútbol, la cerveza, el buen cine y los videojuegos. Atiza la vida con un buen libro, humo de cigarro y las canciones de Kutxi Romero. A veces parco, otras prepotente, pero todo lo enmascara con sentido del humor. Hay otras cosas más: Licenciado en Lengua Castellana e inglés; profesor de inglés y literatura; asesor pedagógico, y, actualmente, maestrante en docencia. Jorge Alberto Collao. La Serena (Chile) 1965 Poeta, dibujante, historietista, físico, químico, ha escrito cuentos, microcuentos, ensayo, crítica, y reseña de libros. Ha obtenido varios premios. Parte de su obra poética fue Publicada en la Antología “Cuatro Poetas y sus Libros” en 1999. Es miembro de la red Poetas del Mundo, y la Red de Escritores en Español. En 2014 lanzó su primera novela “Aunque tal vez solo seamos los dioses de las hormigas. José Luis Acosta Fernández (España) 42 años Electrónico e informático. Trabajó cinco años como periodista gastronómico para la revista La Sidra y ha publicado multitud de microrrelatos y poesías en diversas editoriales españolas. Actualmente está inmerso en un proyecto de novela que aúna el realismo sucio, el terror, y la ciencia ficción. ~6~
Julian Esteban Álvarez Agudelo, Santander de Quilichao (Colombia) 1993 Amante de las distopías, el terror, la filosofía y la naturaleza. Deportista innato y estoico en proceso. Estudiante de último año de fisioterapia. Numero favorito 14. Nicolás Ortiz. Colombia. 17 años. Amante inédito y declarado por las letras. Aprendiz empírico de literatura y empresario independiente de mercadeo, dedicado a tiempo completo al desarrollo de varias novelas en paralelo, también escribe reseñas y críticas en Unknown infinity. Patrick Ericson. Alhama de Murcia (España) Escritor de pura cepa. Es autor de novelas como Maleficium (2012), Oro Blanco (2015), entre otras. Le gusta escribir bajo la luz de las farolas, desentrañar misterios, naufragar en la historia y en la política. En 2010, le fue otorgado, en su localidad, el Premio “Cope Espuña”; una mención honorífica a su trayectoria literaria y en 2014 ganó el LIX JUEGOS FLORALES SAHUAYENSES (México) Pilar González Navarro. Granada (España) 46 años. Diplomada en magisterio y funcionaria en Granada. Escribo prosa lírica, realismo mágico y verso libre. Declamar es otra de mis actividades y lo acompaño de vídeos. En YouTube pueden verlos. Ricardo de las Casas Pérez. Provincia de Sevilla (España) Licenciado en Filología Inglesa, adicto a la intriga, al thriller y enemigo acérrimo de los tópicos en literatura. Escritor en ciernes. Lo más importante en literatura son los personajes: un gran personaje hace buena la historia más mediocre y viceversa. Rita Gardellini. (Argentina) Escritora Argentina, docente investigadora y directora de escuela primaria estatal. Autora de las novelas “Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e insisten en enamorarse” (2011), y “No dejes que muera (2009).”
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Samir Karimo. Lisboa (Portugal) Además de traductor, es aficionado al fantástico. Como autor destaca los textos santa claus sideral y la gota de oro navideña y delirios fantasmales, ambos salidos en la fénix fanzine. En 2015 publicó su primer libro de originales escrito en castellano y en portugués llamado SOBRENTURAL. Santiago González Escobar, Bogotá (Colombia) Es un joven de 14 años que ama las artes. Un demente apasionado, su sueño es ser algún día un reconocido artista, estudiar fotografía, diseño gráfico, escultura y pintura. Sus mayores gustos son la lectura (acompañada de un té o un café y un poco de rock) y el anime. Temoltzin Santillan Padilla. (México) 35 años Estudio Letras Modernas ( Italianas) en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, influencias principales Fernando Pessoa, Leopoldo María Panero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda entre otros; la literatura y poesía son algo fundamental en su vida, cree en la libre creación, importa más el contenido que la forma.
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Art Brut Defectuosa Bea Gurutzarri Vicente
Fotografía por Danielle MacInnes.
Y
a de bien pequeñita empecé a darme cuenta de que no era como mi hermana y los demás niños. Lo supe cuando me dieron el primer azote por ponerle la zancadilla. No sentí dolor ni rabia ni pena ni nada. En ese momento me di cuenta de que podía hacer lo que quisiera, ya que ningún castigo me iba a doler. Aunque a veces, cuando Berta abrazaba a mi padre y veía sus caras de goce un escalofrío me recorría la espalda. Fue cuando empecé a darme cuenta de que no tenía sentimientos.
Como no quería creerlo se me ocurrió empezar a torturar animales. Primero moscas: les quitaba las alas lentamente y luego me las ponía entre el pulgar y el índice y las aplastaba. Ni siquiera eso provocaba en mí la más mínima emoción ni asco ni nada, así que continué crucificando lagartijas, gatos... Recuerdo que metí a uno en un bidón, lo rocié con gasolina y luego lo encendí y me quedé observando cómo el desgraciado saltaba y maullaba como una antorcha hasta que por inercia cayó el recipiente y salió corriendo y ~9~
chillando como si fuera una estrella fugaz. Me gustó, creo. Al menos no me pareció desagradable. Un día cogí matarratas y se lo empecé a echar en la comida al perro de mi vecina. Todavía tengo la imagen de cómo lloraba cuando lo enterró en el jardín. Cada vez que veía a alguien invadido por la emoción, estaba más y más irritada. Hasta que me convencí de que seguramente si mataba a una persona, lograría sentir algo, aunque fuera arrepentimiento. Se convirtió en obsesión. Decidí ir a un estadio de fútbol y en el tumulto de la salida saqué un cuchillo, se lo clavé en el corazón al primero que me crucé y me perdí entre la gente sin que nadie se percatara de nada. Salió en todos los telediarios. Recuerdo a mis padres y a mi hermana comentando la noticia y preguntándose qué tenía que pasar por la cabeza de alguien para hacer algo tan horrible. Nunca se les habría ocurrido que tenían a ese ser insensible en su propia casa. Nada. Era horrible no poder sentir nada y no quería creer que mi vida iba a ser siempre así. ¿Qué pasaría si me pillaran? No podrían soportarlo, así que pensé en matarlos también. Seguramente eso me haría sentir algo, y si no, no se tendrían que enfrentar a la vergüenza de haber traído al mundo a alguien como yo. Mi hermana fue la primera. Se lo merecía por haberme robado el cariño de mis padres. Con esos aires de niña buena, siempre estudiosa
Fotografía por Camila Cordeiro.
y perfecta en todo. En todo menos en su quebradiza salud. Pensé en el matarratas y la verdad es que tardó mucho menos en morir que el perro de la vecina. En cuestión de dos semanas se había ido de este mundo por un fallo multiorgánico sin que nadie se percatarse de que le echaba el veneno incluso en la comida del hospital. Mi madre y mi padre murieron electrocutados en la bañera dos meses después. Estaban realmente insoportables desde la muerte de Berta. Y en vez de volcarse en mí se dejaron llevar por su estúpida tristeza y eran realmente patéticos. Así que aprovechando que los dos estaban en el baño, una en la bañera escuchando música y el otro afeitándose, tiré ~10~
primero la radio al agua y cuando mi padre se volvió a mirar qué pasaba lo tiré también a él. Llamé a la policía y todo pasó a la historia como un desgraciado accidente doméstico. Siempre he tenido un aspecto de chica tímida y angelical, lo cual me ha venido muy bien para salir bien parada de todo. Al fin estaba sola. Como siempre me había sentido. Y por un leve periodo de tiempo me pareció que cada cosa estaba en su sitio. Al fin y al cabo este mundo no está hecho para los débiles. ... He pasado los últimos cinco años de mi vida matando. Cada vez de una forma más lenta y retorcida. Y viendo la espiral en la que estaba metida, lo último que decidí fue quedarme embarazada y matar a mi propio hijo. Estaba segura de que eso me haría albergar algún tipo de sentimiento. Y así lo hice. Después de llevarlo dentro durante nueve meses, lo estrangulé en mi propia cama nada más oírlo llorar. Lo miré durante unos minutos y lentamente lo ahogué con su propio cordón umbilical. Hasta que se quedó quieto y en silencio. Nada. No sentí nada. Sólo un poco de humedad en los lacrimales, que ni siquiera llegó a convertirse en lágrima.
así que aquí estoy. Como tampoco nadie puede imaginarse qué es vivir sin sentimientos. Y por fin me he convencido de que nunca voy a ser normal. Veo cómo las personas esconden lo que sienten realmente bajo una fachada de soy feliz, no pasa nada y me dan ganas de matarlos a todos. No sentir nada es el peor infierno... Pero por fin hoy se acabará todo. En cuanto detone el cinturón de explosivos que llevo pegado en el muslo bajo la falda, todo habrá terminado... Sólo me queda decidir dónde. No tengo la culpa de cómo soy y tampoco creo que merezca pasar el resto de mi vida tras unos barrotes sólo por haber nacido defectuosa. Así que hoy, por fin, mi vida empezará después de mi muerte. Aunque después no haya nada...
Lo desmembré con el cuchillo eléctrico, lo metí en una bolsa de basura y la abandoné en un comedero de buitres que había en un pueblo a unos cien kilómetros de mi casa. Nadie sabía que estaba embarazada, ~11~
Daño Sin Resiliencia
N
Andrés David Arias Zambrano
o se lo dije nunca a nadie, pero en el fondo realmente estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de que fuera ella la que saliera; ella y no yo. Yo fingía estar de acuerdo con el hecho de que se quedaría el mejor de los dos. Decía «sí, sí, se quedará el que tenga mejores aptitudes» y ese tipo de estupideces, pero en realidad no estaba seguro de cuál de los dos era ése. Tenía miedo de que fuera a rodar mi cabeza, aunque no pensé que fuera a llegar tan lejos. Ella, por su lado, era bonita, tenía un buen cuerpo, un cuerpazo, vamos, y además tenía buena actitud y servicio; pero le faltaba algo que yo tenía de sobra: conocimiento y experiencia. A decir verdad yo era un huraño y eso no jugaba para nada a mi favor, pero en todos esos años que
estuve al servicio de la compañía no había metido la pata ni una sola vez. Incluso había sabido hacer mi trabajo casi a la perfección, luego ¿por qué habría de salir yo? ¡Mierda! Si tan sólo no nos hubieran puesto a prueba… Habían sido demasiados años de altruismo idiota y de indulgencia de mi parte para con los demás. Así fui criado. En otro momento de mi vida quizás hubiera sido un poco más comprensivo; hubiera optado por la sana competencia, la honestidad y todas esas pretensiones hipócritas, e incluso hubiera considerado dar un paso al lado, pero entonces ya me habían dañado de forma irreversible: como en los demás, afortunadamente, germinaba ahora en mí la simiente de la corrupción. Había sido un bichito ~12~
raro por mucho tiempo, ¿eh? El que siempre hacía lo correcto so pena de pasar días torturado por su propia moral. Aquella entrega incondicional, aquel enfermizo pensamiento colectivo de sacrificio por el otro, eso, ¡eso es infantil! Y por sobre todo es pernicioso. De hecho, ahora que lo pienso, nunca conseguí nada bueno mientras me moví por el sendero de los buenos valores; no otra cosa que no fuera acumular decepciones y comprender, finalmente, que mientras más colaborador y bueno se sea, habrá más gente que se quiera aprovechar de eso, y, sobre todo, de ti. ¡Es inútil! Lo aprendí con el tiempo a fuerza de amarguras. Como ya dije, me dañaron. Quizás al principio me lo tomé un poco a la ligera porque estaba seguro de que no me iban a sacar a mí, no. No voy a ser yo,
me dije muy confiado, yo soy mejor que ella. Pero en seguida vi la gran desventaja en la que me hallaba. Seguramente, cuando el muy cerdo de mi jefe decidió hacer un recorte de personal y dejar sólo a uno de los dos en el cargo, no pensaba en otra cosa que no fueran sus piernas, las de Juana –así se llamaba–, irresistible ingeniera de universidad privada; y en sacarme a mí del camino, por supuesto. ¿Y la excusa?
Yo siempre había sido un poco incrédulo, ingenuo y hasta estúpido, pero incluso yo ya me olía por dónde iban las cosas. Decidí, sin embargo, hacerme el de la vista gorda y continuar con mi trabajo lo mejor que podía, mejor que antes, sin mirar hacia los lados. Quería creer que en el mundo quedaba todavía algo de decencia, tremendo error, y que al final ese bastardo se decidiría por mi eficiencia; mientras por otro lado, Juana, que se había –El sector está en crisis percatado rápido del –nos dijo en una reunión, papel que desempeñaba, el muy infeliz, sin quitarle aprovechó sus recursos los ojos de encima a lo mejor que pudo. ¡Y de Juana–. Son cuestiones de qué manera! ¡Jesús! finanzas, ¿me entienden? No es nada personal, –Entonces… ¿no es pura economía. te preocupa? –me Lamento que sólo pueda preguntaba Ferro, un permanecer uno de amigo de cartera, cuando ustedes en el cargo. la veía pasar, a Juana, durante los almuerzos, Nos dijo que tendríamos empacada en esas que esforzarnos más faldas y en esas camisas por demostrar quiénes escotadas que resaltaban éramos en realidad, y muy bien aquello que ya más basura corporativa, no permitía más resalte. antes de informarnos que estaríamos a prueba por – ¿Que me preocupa qué? un mes. “Entonces tomaré –Es obvio –decía–. Mírala, una decisión”, dijo. la van a escoger a ella. ~13~
– ¿Cómo sabes? – Le devolvía la pelota, como si no fuera conmigo. Me hacía el loco. Entonces Ferro soltaba la carcajada. – ¿Qué? – le decía yo una y otra vez, intentando disimular lo evidente–. Van a escoger al que mejor haga el trabajo, ¿entiendes? –Te van a sacar igual, viejo, ¿No lo ves? ¡Mira ese culo! –Si hace el trabajo mejor que yo, sí– continuaba como un imbécil. –Te van a sacar, Pablo. Me iban a sacar, maldita sea, era evidente, y de la manera más injusta. Saldría entonces por la puerta chica; me humillarían. Trapearían el suelo conmigo. Se reirían en mi cara una vez más, aprovechando mi condescendencia y mi falta de carácter. Y yo había trabajado tan duro, tan rectamente…. ¡Y una mierda! Me dije. ¡No otra vez! Algo estalló dentro de mí, de
repente, durante uno de esos almuerzos en los que Juana pasó de nuevo con uno de sus vestidos provocativos frente a todos nosotros. No me entiendes, no sólo fue ese cosquilleo en la entrepierna lo que estalló; fue algo más adentro, en el pecho, como una ruptura. Lo sentí, fuerte, algo viperino, y a continuación vislumbré lo que tenía que hacer. No se burlarían de mí esta vez, ¡no! Había que proceder con cautela, sin embargo, intentando hacer el menor daño posible. De un momento a otro ya no pensaba en los demás: si evitaba hacer daño era simplemente porque no me quería ver a mí mismo perjudicado y punto. Tenía que hacer algo, tenía que jugar sucio yo también, y sin escrúpulos. ¡Bienvenido a la realidad! La competencia, el egoísmo, la supervivencia… Esas son las únicas verdades. Todo se vale si se trata de la supervivencia, ¿no? Los animales nos lo enseñan. Es parte de
nuestra naturaleza, no se me puede culpar por eso, por querer sobrevivir. Y cuando se trata de eso, todo se vale: la ética, esa gran mentira; la culpa, la duda… todo queda atrás. Le daría una oportunidad, sin embargo, antes de desenfundar la navaja. Intenté disuadirla. Logré citarla en un restaurante del centro a fuerza de embustes. «Tú sabes, Juana, le decía, van a sacar a alguno de los dos. Tenemos que hablar al respecto… Estar preparados, ya sabes…» Debo admitir que mi plan no era muy bueno. De hecho se trató de una auténtica estupidez: quería decirle la verdad en la cara: ¡Sé lo que estás haciendo! ¡Eres una ramera! Hubiera querido decirle pensando que se echaría a llorar, ¡pero vaya idiota que era! Ella era mucho más inteligente y tenía reservado para mí un mejor plan. Se apareció con un vestido de una sola pieza, negro, que le quedaba muy bien. Puso a volar mi atrofiada imaginación. Sentí que algo más iba ~14~
a estallar dentro de mí, granadas implacables de voluptuosidad, y de un modo humillante, inexorablemente, terminé cayendo en su juego. Luego de unas copas terminamos en su apartamento, en el sofá. Me atrapaba entre sus brazos y me aproximaba hasta su pecho, sin que yo ofreciera resistencia alguna. Me hacía mirar fijamente y me susurraba al oído: –Escucha, escucha, Pablo, no hagas las cosas difíciles. ¿Ves esto? – Entonces empujaba mi cabeza hasta sus senos–. Sólo tienes que renunciar, sí, y esto será tuyo. –Eso es lo que quieres, ¿verdad? –Sí, sí, Pablo, eso quiero. ¡Hazme tuya! –casi gritó. Por fortuna pude reaccionar a tiempo, volví de la enajenación. Entonces monté en cólera. El cuchillo se hundió tres veces en su abdomen antes de que Juana dejara de respirar. El empleo era mío.
Dolores Samir Karimo
Q
ué dolores tengo yo! Lo único a hacer es comprarme o tomar alguna medicina. La farmacia me vendió una píldora muy buena para este tipo de enfermedades. La tomé y en lugar de mejorar empecé a tener alucinaciones… el padecimiento era cada vez más grande, el sufrimiento crecía e incrementaba, se lo había contado a mis amigos, pero nadie creía en mí, me decían que aparentaba estar bien y que la hinchazón que tenía había desaparecido. -¿Qué hacer?, pensé yo. Entonces lo inimaginable ocurrió: el Mal cobró vida y asumió la forma de una culebra hemorroidica que pretendía asumir mi cuerpo y estrangular mi espíritu… sí eran hemorroides lo que tenía y pude enterarme que era
Fotografía por Jenelle Ball.
una especie alienígena que quería conquistar nuestro planeta mediante virus dichos “incurables”…. Pero yo tenía una manera de combatirla que era arrancando mis riñones y eliminado a Malatía, ése era su nombre, con un láser especial para este tipo de situaciones.. Tras mucho pelear y sangre chorrear lo arranqué, lo desgarré y lo freí bien frito hasta que se consumió y así logré eliminar dicha amenaza a ~15~
nuestro planeta…. Sin embargo aún hoy tengo su marca clavada en mi cuerpo… el maldito me dejó una cicatriz sobrecogedora….
La inmaculada Puerta Jorge Collao vez crea que yo estoy haciendo eso, ¿qué estará pensando?; “las mujeres son impredecibles” decía mi abuelo. Detrás de la puerta no se oía nada. No quise hablar para que no supiera que aún estaba aquí. Es graciosos cuando pienso que los dos estamos en lo mismo, tal vez hasta Fotografía por Dan Edwards nos amanezcamos aquí a cada lado de la puerta, uién es?” Entonces comencé a y yo aún sin cenar. Traté pregunté....”Soy dudar, sospeché de su de planear algo, pero yo....Luisa.....”, malicia, de aquellos ojos nada se me ocurrió. Ya me contestó la oscuros y brillantes que habrían pasado quizás miserable. Entonces alcé me habían cautivado. unas dos horas desde que el hacha y me acomodé Sospeché de su astucia de iniciamos este macabro detrás de la puerta: hembra, de su histórica juego y pensé que sería “Adelante”, dije, con sed de dominio, y la vi, la mejor dejarlo hasta aquí: toda la musicalidad de imaginé, como un alacrán, “¡Luisa!”, exclamé, “me la que fui capaz. Ella no esperándome atenta con cansé de este jueguito... respondió. ”Adelante”, su mortal aguijón. Quizás ¿Qué te parece si lo volví a repetir aún más estaba planeando otra dejamos hasta aquí y melodiosa y firmemente cosa, como dar un rodeo, hacemos las paces?”. aprestándome a dar el salir al patio, entrar por la “¡Okay!” dijo ella. Pero golpe mortal, pero ella cocina y sorprenderme ninguno de los dos se siguió sin responder. por la espalda. O tal atrevió a cruzar la puerta.
Q
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Andrea Patrick Erickson
Fotografía por Ryan McGuire
T
enía muchos nombres y uno solo, como la tierra. Y como ella, era raíz oscura, tierno vaivén escondido. La llamaban con voces diferentes y múltiples, sorteando su mirada y sus cabellos de puntas tronchadas, rasgando su piel cautiva de dúctil inercia. Cautiva desde la indecisa niñez, su vida había transcurrido sin muñecas ni alegría de juegos. Los ojos de Andrea (llamémosla así) chispeaban o se
fundían en la nada más oscura, desbordando esa angustia idiotizada que se agitaba bajo el indomable impulso de sus pupilas. Su retrato era el de alguien de necesidades primarias: barbilla saliente, puntiaguda; frente corta, estrecha, de animal torpe; huesos faciales muy pronunciados y de traza irregular; delgada, esbeltez sin caderas, pechos agudos que el sujetador acentuaba aún más. Era un mar de gestos, guerrilla de miradas, clamor ~17~
confuso enredado en sus zapatillas, en sus rizos de color dorado fulgurante. Allá a lo lejos, debajo del tiempo, se polarizaba un perenne frotar de manos y estropajos, un delantal a rayas verdes y grises con lamparones de grasa y vino. Empujones del viento contra las ventanas; esquina sórdida donde se hacinaban los recuerdos más remotos de su infancia. Madame Guillot, dormilona y brutal, eructaba aguardiente y siseaba palabras en un
idioma mal aprendido que le infundía pavor. Por las noches, todas las noches, año tras año, Andrea se aferraba al deseo de la muerte como única salida. Gorda, cuadrada, despeinada y grasienta, Madame Guillot cabeceaba al andar con pasos jadeantes y cortos. La perseguía siempre, sin respiro. La ceñía como una amenaza de maldición irremediable.
— ¡Deja en paz a la muchacha! Cada cual a su trabajo. Andrea agachaba la cabeza con docilidad animal y se iba a la trastienda a sacudir, a cepillar la ropa, a limpiar los estantes y el calzado hediondo. Madame Guillot resoplaba su ira y su turbia malignidad
Cierto día, don Pascual empezó a mirarla con otros ojos, envolviéndola, —Tienes que trabajar contorneando su hasta agotarte, porque silueta, su dimensión; lo nos cuesta nuestro dinero mismo que al género. mantenerte. ¿Tu padre?… Cuchicheaban, él y ¡Vete a saber quien era! su mujer, a retazos su Y la perra aquella que intrínseca conversación. te vendió a mí y a mi Andrea sintió crecerle aún hombre, a cambio de un más el miedo. Dormía vestido de moaré negro vestida, a sobresaltos. con adornos de tul, unas Madame Guillot se medias y unos zapatos, recreaba en desnudarla ni sabemos a dónde fue con ojuelos torcidos, ni cómo llegó hasta aquí. llenos de grumos Hicimos un mal negocio al legañosos, sopesando quedarnos contigo. el posible valor de su cuerpo. Se le cuajaban Don Pascual, su segundo unos vahos de regocijo marido, irrumpía algunas y abuso cada vez que veces en las vociferaciones la miraba. Andrea oía el de su mujer, dándose un cloquear de sus rodillas aire patriarcal. desmoronándose por el temor. Por la noche, se ~18~
veía a sí misma colgando de una percha, igual que los trapos, con el cartoncito de… El precio —Sí, señor. A cuatro reales la pieza. Más barato que nadie. No tema. No araña, ni muerde… Y tiene mucho temperamento. ¡Anímese! ¡Llévesela! No por cuatro reales, sino por cuarenta fue cedida de los sebáceos y cortos dedos de don Pascual a la grasa untuosa del señor Villaviciosa. Sintió un asco invencible de aquella sonrisa, de aquellas manos, de aquel cogote movible empastado de sudor. Aquel tipo le robó su virginidad y el deseo de vivir, y ello la convirtió en un ser peligroso capaz de albergar en su corazón oscuros pensamientos. Pudo haber soportado una vida dedicada a la esclavitud, más no contaba con ser también un objeto de uso personal y motivo de enriquecimiento. Después de aquello hubo de meditar profundamente su suerte
futura, a solas en su cuarto, sintiendo cómo la sangre inocente que ayer mismo perfilara su himen se cuajaba ahora en costras sobre sus muslos de fiebre vencidos. Nació la rabia y el odio en contra de aquellas personas que la habían arrojado al pozo del servilismo, que la habían vendido al igual que si fuese otro de sus trajes de segunda mano sin remordimiento alguno de conciencia. Se sintió invadida por el demonio de la perversidad: empujones de viento contra las ventanas en la noche, aire que plañía y suplicaba tiernas misericordias a un dios ignorado. Pero Andrea no tendría piedad de sus amos proxenetas. Les daría su merecido.
guardaba el cuchillo grande de partir la carne. Sintió el frío acerado de la hoja entre sus manos, como un dios tenebroso y vengador inmerso en la inconsciencia pero susceptible de despertar en cualquier momento. Entonces supo lo que tenía que hacer. Fotografía por Ryan McGuire
Arropada por el silencio y la oscuridad, subió lentamente las escaleras para evitar el chirrido de la madera podrida, llevando consigo su estallido de violencia, su indignación y la rabia acumulada durante todos los años que emocionalmente se sintió prisionera, esclava del arbitrio deshumanizado de la pareja de chamarileros.
Eres hija de nadie, y a Y llegó la noche. nadie le debes lealtad, Aprovechando que la se dijo así misma pareja de rufianes dormía mientras abría la puerta la borrachera en su cuarto, del dormitorio donde Andrea se levantó de la dormían los amos. cama sin hacer ruido y fue hacia la cocina. A oscuras Como un espectro, como fue tanteando las paredes, una sombra anónima y los armarios y alacenas, desgastada, se deslizó hasta dar con el cajón por entre el camastro y donde Madame Guillot el armario. Cegada por ~19~
el odio alzó su mano y luego la descargó con fuerza. Don Pascual recibió varias puñaladas, una tras otra, con mano firme. Tuvo suerte: una de las incisiones le atravesó limpiamente el corazón; falleció al instante. No ocurrió lo mismo con Madame Guillot, la cual se defendía con nervio tratando de esquivar las distintas cuchilladas iba recibiendo en el pecho y en la garganta. Y aún así la miserable gritaba, maldecía con la voz ahogada por la sangre y la rabia. Andrea sonrió con una pizca de locura reflejada en su rostro. Por fin era libre… Por fin se hacía justicia.
Nacido para el mal John Galvis
Fotografía por Jill Heyer.
L
ector, cándido lector; amigo mío, hijo del pecado,
Hipócrita hijo de hipócritas, Crees lavar tu inmundicia sumergiendo las manos
Ese pecado que, morbosamente, alimentas En un pozo corroído de día tras día, mugre y agua bendita; Que te hace ser quien Cuentas con descaro tus eres y a quien te niegas, yerros y perversiones ¿Por qué enjaulas en los Y crees expiarlas barrotes de tus entrañas lo protervo de tu elevando plegarias existencia? triviales, ~20~
Vacías como tu alma. ¡Ay! Amigo lector, cómo goza el demonio con tu puerilidad ¿Acaso no te has dado cuenta que Dios te hizo maldito?
Y así como los gusanos despojan de carne el cuerpo,
pútrido, emponzoñado;
Así, lenta y carroñosamente, este miasma llamado mal
fluidos de ti.
Pudre la falacia moral que creías avezar;
Engendra descendencia física: Bienvenidos sean
La oscuridad no es tan lóbrega como pensabas ¿verdad?
Al imperio de la ignominia, al reino del que nos odia.
Pobre diablo, tú y todos los tuyos; Crees ser bueno, lo anhelas; pero te envenena no serlo. ¡Vaya dicotomía! Tú, que quieres salvar tu espíritu; y luzbel tras los hilos de tu cuerpo. Poder, sumisión, vicio, placer; ¿Por qué no darle al cuerpo la carnalidad que a rugidos pide? Acariciar con lujuria el cuerpo de aquel monstruo seductor Hasta eyacular torrentes de sevicia y hedonismo;
Riega expósitos como peste sacra y festeja su advenimiento: Canto y fornicación; danza y embriaguez. ¡Fruición! Así es, insulso lector, como tiene que ser:
Quimeras que engullen sin clemencia: Guerras, hambre, muerte; Para las que no existe Belerofonte alguno. Y cuando llegue el día, aquel que ya Esdras anunciaba, No habrá nada que salvar; sólo tú y yo, amigo lector, Esperando, con los dedos amarillentos, que las cálidas manos del redentor
Nos den el último El tártaro en el corazón y empujón al infierno; el Aqueronte en las venas; nuestro averno, hermano lector. Y cuando concibas lo que aquí he dicho, Entonces, y sólo entonces, habrás amado el mal.
Un vejamen tras otro abate cada día este mundo fangoso; Maná que brota del suelo: ~21~
Postales Desolación Ricardo de las Casas
sobre las tablas húmedas y astillosas.
Fotografía por Neill Kumar.
E
l anciano caminaba con paso lento y la cabeza gacha, arrastrando los zapatos agujereados sobre el barro. Levantaba la cabeza de vez en cuando sólo para vislumbrar entre la niebla que la hilera de almas errantes que le precedía no se alejara demasiado. Luego volvía a clavar los ojos en el fango
y seguía avanzando, intentando no pensar en el dolor de huesos que le torturaba. Con las manos desolladas, tiraba de la cuerda que había atado al destartalado carrito de madera donde llevaba los pocos enseres que le quedaban en el mundo. En medio de ese carro, Mara, tapada con el abrigo de su abuelo, dormitaba hecha un ovillo ~22~ ~22~
Cuando el anciano, sin resuello, tuvo que pararse a descansar, Mara despertó, asomó la cabeza y miró hacia su abuelo, que inclinado hacia adelante y apoyado sobre sus rodillas, respiraba con dificultad. Al darse cuenta de que la niña lo observaba, sonrió forzadamente y le guiñó un ojo. Mara, al ver la sonrisa desdentada de su abuelo, también sonrió. – Abuelo, Todavía no me has dicho a dónde vamos. ¿Dónde están papá y mamá? – Preguntó Mara, volviendo a recuperar la seriedad en su rostro y frunciendo el ceño. – Papá y mamá vendrán pronto, Mara. –Mintió el abuelo con un nudo en la garganta, recordando
cómo horas antes, al volver del mercado con su nieta, un vecino le contó cómo cuatro soldados habían derribado la puerta de casa y se habían llevado a punta de fusil a su hijo y a su nuera. Mara señaló a los últimos componentes de la fila que, cada vez más lejos, se perdían en la neblina por delante de ellos y preguntó: – ¿Y toda esa gente, dónde va? Abuelo, ¿Por qué nos hemos ido de casa? Todavía no me has dicho a dónde vamos. – Nos hemos ido porque no nos gustan las guerras, y vamos a buscar un sitio mejor donde vivir. Vuelve a taparte con mi abrigo y duérmete un rato – Contestó el anciano, volviendo a ponerse en marcha por miedo a perder la hilera. Tras unos minutos, Mara volvió a asomar la cabeza por debajo del abrigo. –Abuelo, tengo hambre. – Protestó la niña. ¿Has
traído algo de comer? ¡Me suenan las tripas! – Hay dos piezas de pan y algo de embutido, envueltos en un trozo de papel. Puedes comértelo todo, que yo no tengo hambre – Mintió el anciano, percibiendo cómo su boca se aguaba al pensar en la comida y sintiendo el rugido de su estómago. – Abuelo, ¿me volverán a salir las piernas algún día? – Preguntó Mara con la boca llena de pan, mirando bajo el abrigo el lugar donde hasta hacía unos meses, antes de pisar una mina antipersonas, había tenido piernas. – Mamá dice que si rezo mucho volverán a crecerme. – Claro, Mara. No te preocupes. Mientras Dios te busca unas piernas nuevas, el abuelo cuidará de ti. – Contestó el anciano, sin poder disimular la tristeza en su rostro y el temblor de su voz. – ¿Qué te pasa, abuelo? ~23~
¿Estás triste? ¿Tienes frío? Si quieres puedes ponerte el abrigo, yo ya no tengo frío. – Dijo Mara ofreciéndole la prenda al anciano. – Quédatelo tú – Respondió el anciano, devolviéndole el abrigo. –Será mejor no pararnos mucho más y seguir caminando. El anciano volvió a agarrar la cuerda y con las manos entumecidas, tiró del carro y comenzó a avanzar con lentitud, mientras una lluvia helada comenzaba a azotarlo. “¿Qué han hecho con nosotros?” Se decía una y otra vez en voz baja, avanzando penosamente con el barro hasta la altura de los tobillos. “¿Qué va a ser de ti, Mara?”. Se preguntaba sin cesar, con el alma hecha jirones, reprimiendo las lágrimas para evitar que su nieta lo viese llorar. “¿Qué va a ser de ti?”
Tinta Roja Dionisio López Ramos
Fotografía por Wesley Caribe.
Y
mira que su madre se lo advirtió, pero es igual, hizo caso omiso. – Ve al psicólogo hija; que lo que me estás contando, no es normal. A marta le encanta escribir, es algo innato en ella; de hecho, tiene dos libros publicados y un tercero en proyecto. Básicamente escribe relatos y micros; no le va mal, pero hay algo que últimamente le preocupa
y mucho. No es capaz de separar sus formas de escritura del estado de ánimo que tiene en el momento de hacerlo; es como si notase que una mano negra en el interior de su mente le manipulase. Al principio, no dio demasiada importancia a este asunto, pero con el paso del tiempo, notó cambios de temperamento en su forma de actuar. Pensamientos sin fundamento se ~24~
adueñaron de su cabeza; pero lo más curioso, es que empezó a notar que todo lo que escribía, casi, y sin voluntad propia... sucedía. Quiso cambiar de registro, pero a destiempo, mal y tarde. Por eso aquella mañana, cuando en sus pensamientos apareció la mano negra, sus manos empezaron a temblar antes de cometer un acto inverosímil. Cargó el tintero con tinta roja, hizo los primeros trazos de escritura e, instantes después, su cabeza hizo un ruido seco al golpearse contra la mesa del escritorio antes de que un círculo de sangre buscase el color de la tinta. Se había hundido por su ojo derecho la pluma... hasta trepanar el cerebro.
La palabra mala Carlos Ardohain
Fotografía por Stefan Kunze
L
a palabra mala se arrastra por atrás
un silencio consecuencia y no causa
que la pronuncie para dejar detrás de sí
pasa por un túnel pasa por tu culpa
una mentira alterada por la violencia
una imperecedera estela de silencio
traslada su peso por encima de mí
una desilusión vampira de que la haga sentirse un cometa sí misma
avanza y reverbera con el impulso
la palabra mala deja yermo el lenguaje
inerte de la materia oscura
ostenta su esterilidad con ínfulas
produciendo en torno a ella la mudez
de recién llegada a la casa del idioma
del estupor, una mudez estertórea
sólo quiere la voz, sólo busca el sonido ~25~
en el cielo del odio.
el telon de la luna Reseña sobre “El caminante de arena” Mónica Olarte Libreros
E
n una tarde fría iniciando la primavera en Madrid, el escritor J.G. González con su novela de fantasía épica “El Caminante de Arena” atiende a nuestro llamado en el emblemático café Guijón, con la compañía de los muchos manuscritos de los escritores que han visitado el lugar durante 127 años de la historia de la ciudad. En la vida de este escritor de 35 años se puede ver una historia decidida, solo comparable a la de los personajes de su novela, pudo haber empezado cuando niño, cuando su madre lo alentaba a escribir con las dos manos, lo cual se dice, fortalece las habilidades creativas.
Los deberes literarios del colegio, así como los múltiples filmes e historias del género como “Fantaghiro”, “La Historia Interminable”, “El Señor de los Anillos”, algunos videojuegos entre otros, no solo despertaron su instinto, sino que fueron su escuela en el género. Así desde hace una década, comenzó a crear Neria, el mundo en el que los Eniar y los Nándils y otros personajes interactúan en este paisaje medieval y que comparten también su vida, no menos aventurera como bombero y sicoanalista. Tanta disciplina ha llevado a una obra que fácilmente pasaría una prueba del protocolo ~26~
Campbell, es decir, el checklist de la ortodoxia de lo que le debe pasar a un héroe en una historia de Fantasía Épica, aun así, el autor afirma no haberlo seguido y es que ahí también se diferencia pues surgen sorpresas con los héroes, que aumentan la intensidad de la historia. Sus plantas con propiedades tóxicas o de luminosidad, el uso
de personajes conocidos como los Trolls, la creación de una mitología con 7 Letams, Los ágrades o cristales mágicos, el detalle de las luchas y el muy sorprendente glosario de más de 200 palabras que se encuentra en el libro todas de su creación y que surgen de la composición de palabras con significados similares añaden valor. Esta novela escrita de manera cinematográfica es fácil de visualizar para el lector y por tanto sería fácil de llevar al cine
o al cómic, en lo que probablemente será una saga. Al mismo tiempo, es una metáfora de la vida real, las experiencias de Piro, Ramblin, Daiel ante la adversidad y los enemigos, dan lecciones de superación, haciéndolo muy vigente y dejando rastros de su obra anterior dedicada a la autoayuda. El autor cita al Quijote como una de sus fuentes de inspiración, se nota no solo en la fantasía sino en esos rasgos de modernidad, cuando las personas difieren del sentido común de su ~27~
grupo, se individualizan y comienzan viajes iniciáticos, donde los peores obstáculos son aquellos propios que dicen que no lo logrará, como Piro uno de los héroes con los que comienza la historia, o sin ir más lejos como la vida misma del autor.
Reseña sobre “Seriopata” Daniela Cadavid Libreros
anhelar que la historia no acabe nunca.
S
i se es lector o seguidor de la literatura de misterio es difícil no sentirse atraído hacia una novela con el nombre de “Seriopata” y más aún después de enfrentarse a los personajes que poco a poco salen a florecer durante la narración, la cual recuerda a la estructura narrativa de John Katzenbach en novelas como “el psicoanalista”. A lo largo de las 53 páginas que conforman la historia, el misterio y la intriga atrapan ávidamente al lector, hasta el punto de
De principio a fin el lector se sumerge en una serie de pistas que conectan asesinatos en apariencia aislados, en donde no solo recorremos Cádiz de la mano de una criminóloga digna de pertenecer a CSI, sino que nos sumergimos en un sistema policial y social ineficiente, guiado por una cultura donde es necesario esperar a que las respuestas lleguen antes que ir a buscarlas. Edu Ortega crea en Águeda un personaje con un carácter psicológico bien estructurado, el cual permite desarrollar y hacer evolucionar la historia, ya que ella no solo se enfrenta a su inseguridad y su necesidad de acatar órdenes, sino que también lucha contra un vacío emocional debido a la traición de su exnovio y a su problema ~28~
para encajar en una cultura diferente a la suya. Además el autor nos permite conocer personajes inesperados y coloquiales que acompañan a Águeda en su nueva vida laboral en Cádiz y que van creando un gran cúmulo de hipótesis sobre el asesino que esta poniendo a la ciudad de cabeza. El fútbol, los carnavales, la vida costera, un humor bastante peculiar y la cabeza de un hombre encontrada en la playa La Caleta son el escenario para una película de misterio que podemos leer e imaginar con una claridad asombrosa que cualquier aficionado a las series, los videojuegos y las películas de terror no querrían perderse. Aún así les advierto que quedarán intrigados por saber más de estor personajes… Esperemos se cocine una próxima entrega. Consíguelo aquí
~29~
El cuerdo Loco Rabia y miedo: La gota que colma el vaso Por Daniela Thann
D
os días hacia que la cueva retumbaba bajo los pesados y somnolientos movimientos. El tipo de seres que estaban despertando suelen tardar en hacerlo, pues su pereza es casi tan grande como el tamaño que se les atribuye en las leyendas. La piedra es muy cómoda cuando te protegen duras escamas, y levantarse en seguida es un esfuerzo demasiado inútil cuando tienes sueño y nada especial que hacer. Pero al final el hambre gana... Y hambre era algo que Rabia aguantaba muy mal, así que empezó a
levantar su enorme peso sobre las patas, caminó hasta la salida haciendo que con cada paso se desprendieran pequeños trozos de techo y de pared, y alzó el vuelo en busca de algo de alimento. Enseguida el aire lo animó, y le quitó el último remanente de sueño que le quedaba. Ahora, a parte de ganas de comer, también le habían entrado ganas de divertirse. Al dragón le gustaba especialmente ir a arrasar la zona más al sur de su cueva. Era una región donde pasaban muchas caravanas de comerciantes, y los comerciantes comían bien, solían ir juntitos en ~30~
carruajes rebosantes de cosas interesantes, y los mercenarios que solían guardarlos no le daban demasiados problemas a una máquina de matar como él. Pero eso de rondar siempre el sur, a pocos kilómetro de su cueva, podía empezar a darles problemas. Así que se le ocurrió una idea mejor: viajar de un sitio a otro durante días, dibujando patrones contradictorios. No le convenía que empezaran a triangular su localización basándose en donde se dedicaba a atacar. Es cierto que con ello estaba dejando en una situación demasiado vulnerable a Miedo, pero merecía la pena pasarse una buena temporada
despistando a cualquiera que intentara encontrar su morada. Aun en la cueva, Miedo tenia sus propios quehaceres. Dormir solo era uno de ellos cuando Rabia estaba cerca, así que muy a su pesar él también empezó a espabilarse. Lo primero que hacia siempre, después de despertarse, era ir a mirar el pequeño embalse que él mismo había creado. Consistía en un agujero de moderada profundidad para sus estándares, con una pequeña salida que podía obstruir a voluntad. Cada vez que se echaba a dormir cerraba la salida con rocas, arena y grava, y dejaba que el pequeño afluente subterráneo, que corría dentro de la cueva, llenara la cavidad. Con este mecanismo lo que hacia era calcular el número de días que había estado durmiendo. Primero, gracias a unas marcas que había hecho, obtenía el volumen de
agua que había dentro del embalse; después calculaba, usando el caudal conocido y casi constante del riachuelo, el número de días que había tardado en llenarse. Finalmente, iba al exterior y olisqueaba el aire; si por casualidad había llovido, su olfato le permitía saber aproximadamente hacia cuanto, con que intensidad y durante cuanto tiempo; teniendo en cuenta el aumento del caudal que solía darse en una situación así (cosa que se había preocupado de medir de antemano) ajustaba sus cálculos, hacia una muesca por cada día en una de las paredes y desobstruía la salida del embalse. Le encantaba hacerlo, lo consideraba su calentamiento matutino. Pero, aunque adoraba sus cálculos, era consciente del gran margen de error que suponían los cambios de caudal, y tenia un método alternativo con el que obtenía una segunda medida y le permitía reducir ese error. ~31~
Todas las veces, justo antes de irse a dormir, cazaba alguna pequeña alimaña, la depositaba en un lugar fresco y seco de la cueva y la dejaba pudrirse. Un simple olisqueo le permitía, al despertar, saber su grado de descomposición, y por lo tanto el tiempo transcurrido desde su muerte. Pocas veces ambas medidas habían dado resultados dispares, y Miedo se sentía verdaderamente orgulloso de ello. Irónicamente los humanos, en su arrogancia, asumían que los dragones eran bestias estúpidas. Tal vez por el hecho de que no conocían otros seres no humanoides con una mente tan desarrollada como la propia, y apenas tenían referencias acerca de ellos. De hecho, Rabia y Miedo, eran los únicos ejemplares de dragón despiertos de los que se tenia constancia desde hacía más de mil años. Eran únicos, una rareza dentro de las rarezas.
Ya era difícil encontrar a un dragón dormido, y, por lo general, eran sierpes enormes (y por lo tanto ancianas) que los humanos, por miedo y avaricia, no dudaban en matar aprovechando su pesado y casi eterno sueño. En el último milenio, se habían encontrado, exactamente, once de estas enormes bestias. Se valían de antiguos registros para encontrarlas: leyendas, pinturas en cuevas, pergaminos milagrosamente conservados... También era posible valerse de otras pistas menos volubles, como gran actividad sísmica de difícil explicación o acumulaciones de objetos de valor sin dueño, que parecían formar algún tipo de patrón. Mirando a Rabia y Miedo, cualquiera diría, que esos dragones tan ancianos, deberían tener el tamaño de cordilleras enteras, pero lo cierto, es que, inexplicablemente, su tamaño jamás sobrepasaba el de una
ciudad moderadamente grande.
límites del valle. Es cierto que tenia que admitir que tarde o temprano iba Dadas las circunstancias, a ser inevitable, porque Miedo sabia con aquel tamaño pronto perfectamente que el tendrían problemas para interés en ellos, ahora que conseguir comida dentro habían salido a la luz, seria de los límites; pero es suficiente como para que que también estaba los humanos, o incluso segurisimo de que las los elfos, los acabaran motivaciones de Rabia encontrando. Y no estaba iban muchísimo más allá. demasiado seguro si sus La mitad de él le decía expectativas deberían ser que lo que había llevado mejores si los capturaban a su hermano a salir era estudiosos en vez de el aburrimiento, la otra sanguinarios patanes mitad, además, añadía a pidiendo venganza. aquello la sospecha de que tenia muchas ganas Lo de negociar estaba de encontrar a cierta descartado, por supuesto; persona, los motivos no eran incapaces de hablar, los tenia tan claros. lo cual no quería decir que no fueran capaces Si por él fuera, habrían de comprender. El poco pasado otra década tiempo que pasaron entre escondidos, pero tenia humanos les bastó para que reconocer que el aprender su lenguaje, y también había sacado también, que mostrar que cosas buenas de sus poseían ese conocimiento incursiones fuera del valle. no era algo que les Para empezar, una mente conviniera en absoluto. inquieta como la suya necesitaba alimentarse, Miedo golpeó enfadado y no solo de comida, una de las paredes con sino de conocimientos; y la cola. No podía evitar los humanoides habían seguir disgustado con acumulado mucho de Rabia por aquel impulso él, parte del cual tenia que tuvo de salir de los en aquel momento ~32~
delante en forma de libros que había conseguido saqueando y que, por supuesto, no tenia ni idea de como leer. Con sus enormes garras a penas podía abrirlos, y pasar las páginas en orden era absolutamente imposible. De repente se le ocurrió una magnífica idea. Agarró una enorme piedra y la dejó en la entrada para que Rabia la encontrara cuando volviera, lo que en su lenguaje significaba “he salido, no te preocupes”; después alzó el vuelo en dirección al oeste, contento por la idea que se le había ocurrido y a la vez maldiciéndose por no haberla pensado antes. A muchos kilómetros de allí, la comitiva que iba en su búsqueda seguía avanzando, aunque en sentido contrario a su cueva, y es que, ahora más que nunca era necesario tomar aquel desvío hacia la Fortaleza Azul. Y ya no era solo por las bajas y la necesidad
de reponerlas. Media soldadesca pedía a gritos que Trella fuera juzgada por el famoso tribunal de guerra que se encontraba allí mismo. Estaba encadenada, y aunque seguía blasfemando y gritando a todo el mundo ya no le permitían hacerlo desde la privilegiada posición encima de su montura. A Omorfo aquello le daba mucho dolor de cabeza. La idea de Trella condenada a muerte le encantaba, pero es que aun la necesitaban para encontrar a los dragones, y esa cuestión parecía que ya no le importaba a nadie más que a él y el resto de altos mandos. Daba igual que gritara, se opusiera o le pegara la bronca a sus soldados. Estaban enfadados, necesitaban llegar a la Fortaleza Azul como fuera para pedir refuerzos y allí, en cuanto escucharan el relato no les dejarían salir sin juzgarla. A Sapio Aima aquello ~33~
tampoco le hacia ninguna gracia. Si Trella moría en la horca el no cobraba, y tampoco sus ansias de venganza quedarían plenamente satisfechas. A Trella la tenia que matar él, y a ser posible con sus propias manos, no cometiendo estúpidos errores como el que ahora mismo le martilleaba insistentemente la conciencia ¿Qué clase de asesino no preveeía antes las consecuencias de sus asesinatos? Y es que Trella estaba ahora mismo presa y camino del patíbulo gracias a él y nadie más. Todo el mundo estaba convencido de que era ella, de alguna manera, quien había matado y dejado a Gorosh tirado en el bosque. Daba lo mismo que Anoixi insistiera en que no la había dejado sola ni un solo momento desde que se vio por última vez al pobre infeliz con vida. De nada servia que Omorfo, Asteri y cualquiera con dos dedos de frente la creyera. Gorosh la había señalado
y justo después aparecía muerto ¿Quién más iba a querer matarlo sino la desagradable mercenaria que tantos problemas daba a todo el mundo?
debido a que corría el rumor de que estaban malditas. Era su sueño, lo que le correspondía, y no iba a permitir que nadie se lo arrebatara.
Maldita sea, Sapio ¿Desde cuando actúas por impulso?
Y Gorosh había estado a punto de hacerlo. Estaba convencido. Aquella mirada, aquellos gestos con el cuchillo y esa mueca en la cara. Era su trabajo, ¡maldita sea! Reconocía los signos enseguida, eran los mismos gestos de quienes le contrataban a él, de los de su gremio y de los de cualquier persona a punto de cometer un asesinato. Y cuando lo vio adentrarse en el bosque disimuladamente, justo cuando la elfa y Trella también lo hacían, no le cupo ninguna duda de que había acertado.
Y es que una sensación extraña se apoderaba de él cuando algo tenia que ver con Trella. Una mezcla del más profundo odio y rencor unidos bajo un manto de pura rabia mal contenida. Algo le decía que si ella no hubiera nacido, Sarlatanos no habría sentido el impulso de vengarse de esa manera, o que simplemente, si Anya no hubiera quedado embarazada su padre nunca habría tenido conocimiento de los hechos. A parte, no quería perder la jugosa recompensa por aquel asesinato. Era su billete a la vida que le robaron. Con ella compraría un título de noble y las tierras de su familia, que nunca se habían conseguido vender ni ceder a nadie
Con lo que no contaba es que seguirían andando justo en su dirección. Ni siquiera tuvo tiempo de esconder bien el cuerpo... como se odiaba por semejante torpeza. Si nadie lo hubiera encontrado pensarían que simplemente había ~34~
sido atacado por alguna bestia y hubiera pasado a ser una baja más de aquel ejercito de inútiles, por muy querido que fuera. Más le valía pensar en algo antes de que Trella fuera condenada irremediablemente. Pero si alguien allí estaba casi tan atribulada por las consecuencias del juicio como Trella, esa era Anoixi. Tal vez había sobrestimado su odio hacia la mercenaria. Sentía nauseas y mareos solo de pensar en la suerte que podía correr Trella al llegar a la fortaleza. Intentaba, por todos los medios, quitarse de la cabeza todas las imágenes que le venían a la mente en aquel momento. Imágenes en las que el bosque y aquella deslenguada eran los protagonistas, y no precisamente eran las más recientes... ¡Que estúpida he sido! Kaneis, el chico rubio que la había interpelado de
forma demasiado osada el primer día, iba a su lado. Notó enseguida el estado de la elfa, y pasó el día entero buscando cualquier excusa para dirigirse a ella y tratar, de alguna forma, de saber que le pasaba exactamente.
- No, no te confundas. - La voz de la elfa temblaba un poco. - Es que sin ella no creo que consigamos atraer a los dragones, eso es todo. Es muy grave, no podemos dejar que unas bestias así sigan arrasando ciudades como lo están haciendo.
Al principio la elfa trataba de ignorarlo todo lo que la cortesía le permitía, pero poco a poco acabó cediendo a la conversación del chico. Su preocupación parecía sincera y, al fin y al cabo, Anoixi no tenia muchos aliados dentro de aquel maldito ejercito.
- Ya...- Kaneis ni siquiera se molestó en disimular lo poco que le convencía esa excusa en su tono de voz.― Tal vez sea mejor cambiar un poco de tema... Dime, Anoixi, ¿Hay alguien que espere ansioso tu vuelta?
- Yo te creo. -Le dijo él. Aquellas palabras le tocaron la fibra a Anoixi, que sonrió levemente. - El problema, Kaneis, es que el tribunal tal vez no lo haga. - Si te soy sincero, me confunde un poco el hecho de que estés tan preocupada por ella. Creí entender que no le tenias demasiada simpatía.
- Eso no es asunto tuyo, soldado.― Su tono se había endurecido súbitamente. Ese tipo de argucias ya las conocía y sabia perfectamente por donde iban los tiros.― Te recomiendo, encarecidamente que no vuelvas a dirigirte a mi en esos términos. El joven ni se inmutó, ya esperaba una respuesta así pero tenia que intentarlo. - Solo intentaba distraerte ~35~
de los problemas, Anoixi.― Respondió con total tranquilidad. - Creo que te haces un flaco favor a ti misma cortando de raíz todo intento, por parte de cualquiera, de conocerte mejor. - Anoixi le dedicó una mirada severa, pero el joven prosiguió.― No me mires así, corren rumores sobre ti, y me temo que al aislarte no estás al tanto de ese tipo de ataques contra tu persona. Anoixi paró el caballo en seco y le miró fijamente intentando adivinar sus verdaderas intenciones. - ¿Que tipo de ataques, Kaneis? El joven se encogió de hombros, y se abstuvo de parar también su caballo, lo que obligó a la elfa a hacer reanudar el paso al suyo. - Se comenta que te han visto con el hijo de un poderoso mercader de la ciudad. - Dijo finalmente Kaneis. - Ah, ya. - La elfa se relajó. - ¿Solo eso? ¿Y por qué
debería preocuparme? - Porque lo han encontrado muerto Hizo una pausa para ver la reacción de su interlocutora. La elfa se volvió a mirarle alarmada. - ¿Muerto? - La barbilla empezó a temblarle.
― Porque al morir llevaba consigo una nota en la que aparecía tu nombre.― Y dicho esto, Kaneis azuzó su montura y dejó a la sanadora aún más descompuesta de lo que estaba antes de empezar a hablar con ella.
A Kaneis no se le pasó por alto que el mago, Asteri, - Si... y algunas malas por algún motivo llevaba lenguas dicen que tu un buen rato sin quitarle podrías haber tenido algo los ojos de encima. No le que ver. dio mucha importancia, no seria raro que fuera Después de soltar la otro de los muchos bomba, Kaneis se limitó a pretendientes celosos de estudiar minuciosamente Anoixi. Pero contra un la reacción de la elfa. Cada mago, más valía andarse palabra y mínimo gesto. con cuidado, fuera por el motivo que fuera. - Pensé que simplemente había desaparecido Aunque parecía casi después de que... imposible, los ánimos habíamos quedado en se caldearon aún más a dejar pasar un tiempo lo largo de la jornada. porque... dios mio... Se acercaban al bosque... Las lagrimas habían a aquel bosque. Y todo empezado a brotar y a el mundo sabia que Kaneis ya no le quedó un aquel lugar implicaba atisbo de duda. problemas de forma inevitable; pero nadie No has sido tú. - Pensó. lo sabia tan bien como Omorfo. - ¿Por qué... por qué alguien pensaría que yo...? Las jaquecas habían - Terminó al fin Anoixi. aumentado a medida ~36~
que avanzaban hacia allí, y en aquel punto, a pocos kilómetros de las altos árboles que se alzaban burlones dándoles una insolente bienvenida, las nauseas lo dominaban, y hacia esfuerzos inhumanos por mantenerse sobre el caballo... no tardó demasiado en fracasar.
Continuará… Esta obra está sujeta a la licencia ReconocimientoNoComercialSinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons. org/licenses/by-nc-nd/4.0/.
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~37~
La caja Oblonga Donde los cuentos cambian la realidad que nos rodea
El mal Rita Gardellini
E
l mal, los malos literarios son perfectos. Incluso los que tienen fisuritas que asoman bondad y que suelen dar el pie al arrepentimiento, son definidos, es una maldad que se identifica como maldad e incluso hace alardes. El mal es nítido, identificable, y controlable. El mal, el bien, aún flexibles y borrosos en sus límites, son manejados por el escritor, y es una delicia esa tranquilidad que se desprende del orden narrativo. En la realidad, no existen nadie que asuma ser malo, la maldad se justifica hasta agotar el entendimiento, espurios escupidos del más venenoso y ruin modelo ¿humano? como un Hitler, un Torquemada, un Idi Amin Dada no se definen a sí mismos como malos, hasta llegan a encumbrarse como héroes; y en el más permisivo de los casos, seres de ese tipo son justificados como dementes, pareciese que la maldad que se reconoce como tal, sólo existe en la ficción.
Pero, no abordemos a los monstruos históricos, más cercano: observen su propia cotidianeidad, de seguro han conocido personas malas, ¿cómo se ven ellas?, ¿aceptan el daño que provocan?, ¿se ufanan como los malvados protagonistas en cualquier escrito decente?, ¿vanaglorian sus maldades? No. Por lo usual se justifican o ni siquiera lo advierten. Tuvieron que actuar así, son incomprendidos,
„
¿En mis congéneres, en los que encuentro a diario, late también esa oculta perversión, ese sadismo?
“
es el entorno, en conclusión: la culpa siempre es del otro. ¿Y, que ocurriría si tuvieran poder, impunidad? Lo difícil es comprender cuando la gente común desobliga su conciencia y actúa en maldad, siempre me pregunté cómo aparecieron en ~38~
Milgram realizó en 1961; resulta hasta incomprensible que tan pocos pudieran decir: “No lo hago, eso está mal”. Lo básico y mínimo que le pediríamos a cualquier criatura.
Fotografía por Alejandro Alvarez Gardiol.
la civilizada Europa las hordas de seres que permitieron y realizaron el holocausto; ¿en mis congéneres, en los que encuentro a diario, late también esa oculta perversión, ese sadismo? No he sido la única en esos cuestionamientos, se han llevado a cabo investigaciones, varias esclarecedoras y sin dudas: aterradoras, podemos encontrar algunas reflejadas en la película alemana “Das Experiment” inspirada en el Experimento de la cárcel de Stanford (1971) y también en la más reciente “Experimenther” (2015) basada en el experimento que Stanley
Fíjense en esos esbirros que varios vídeos virales nos acercan, tipos de los comunes, realizando crueles aberraciones, luciendo sonrisas, ¿qué es lo que piensan al mirarlos, lo primero? “Son enfermos, son locos, qué les habrá ocurrido en la infancia”. Nuestra mente no puede abordar la maldad cuando es real, cuando es un hecho que nos arroja una humanidad infestada de lo más vil que podemos inventar. Lo aceptamos con facilidad en lo literario, en la realidad, nos defendemos otorgándole explicaciones. Hasta cierta saturación nos escuda y nos anestesia. ¿Será así, el mal perfecto sólo es literario? Porque lo cierto es que no existe ficción más cruel, innecesaria, inexplicable y temible que la real. ¿Y, el infierno?, ¿qué infierno para un –muy arduo encontrar un adjetivo que abarque tanto- inmundo que tortura niños? La solución está en la sabiduría popular, él debe crearse su propio infierno, ¿quién puede ser más efectivo que Mengele para crear un infierno a la medida de Mengele?
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La Banalidad del mal José Luis Acosta Fernández
A
bril de 1916. Batalla de Verdún, Primera Guerra Mundial. El general francés Robert Nivelle envía soldados a la reconquista de los fuertes Douamont y Vaux; decenas de miles de soldados. Mientras fuma en pipa y bebe café, mueve piezas en un tablero que suponen el sacrificio inútil de jóvenes franceses. En uno de esos movimientos sacrificó a 40.000 soldados frente a las ametralladoras alemanas en un solo día. “Nivelle, Nivelle” se lamentaba el historiador George Blonde en su ensayo “La batalla de Verdún”. ¿Por qué tantas muertes? Para llevar a Francia a la victoria, sin duda. Pero, ¿esa carnicería? Después Petain sacrificó vidas para ganar Verdún, cierto, aunque de forma inteligente y eficaz, con ataques concentrados y planificados. Petain, al contrario que Nivelle, consideraba el número de bajas. Curiosamente Petain, al término de la Segunda Guerra Mundial fue juzgado por traidor al salvar nuevamente muchas vidas con la Francia de Vichy. Desde un punto de vista clínico, puede que Nivelle haya sido un psicópata, debido a su falta de empatía. O no. O quizás sólo haya sido un militar de la vieja escuela con la certeza de que
Fotografía por Francis W. Halsey, copyright 1919
las batallas se ganan cuando hay más hombres que balas. Imaginaos a Nivelle fumando y moviendo piezas en el tablero, mandando al matadero a decenas de miles, probando aquí y allá, buscando debilidades en el frente. ¿Hay maldad en esa actitud? ¿Ineptitud? ¿Falta de empatía? ¿Insensibilidad? No me parece que fuese especialmente malvado, a ~40~
pesar de causar tanto sufrimiento, más si lo comparamos con personajes de otras guerras. Hablemos de la personificación del mal: Adolf Hitler. ¿De verdad es para tanto? Millones de vidas perdidas por un hombrecito con sentimientos de inferioridad. Una persona muy trastornada con todo el poder del mundo. Así de sencillo y de terrible. Cuando Hitler contempló con horror una ejecución de judíos en una cámara de gas casi se desmaya. No es algo muy digno para un ser de maldad suprema. Hitler tenía un objetivo, no importaban los medios. No creo que disfrutase especialmente con las muertes y las torturas. Bien. Hitler no soportaba observar ejecuciones, por lo tanto, no era especialmente sádico. No parece el prototipo de mal absoluto que muchos necesitan encontrar; una justificación del horror, una focalización. Reinhard Heydrich. Otro jefe nazi. Reinhard no se mareó cuando vio una ejecución con gas. Creo que dijo algo así como “muy eficiente”. Este alto oficial de las SS fue uno de los promotores y ejecutores de la solución final. Por su culpa millones de judíos perecieron en campos de exterminio. Era frío, calculador, y no le temblaba el pulso: un tipo realmente malvado. Incluso bromeaba con chistes sobre judíos. Eso es lo inquietante. Bromear y matar a la vez. Frialdad y sadismo,
Fotografía por Bundesarchiv_ Bild_183-H1216-0500-002,_Adolf_Hitler
aderezado con humor negro. Puede que tengamos candidato a rey del mal. ¿Os quedáis más tranquilos? Claro que sí. Es la excepción que confirma la regla: muy pocas personas son así de malvadas. Pero si recapitulamos llegamos a una reflexión sumamente inquietante: Nivelle, un incompetente que buscaba la victoria a cualquier precio, Hitler, un ser lleno de complejos con mucho poder y poco aguante, y Heydrich un eficiente ejecutor sin ningún tipo de límite. La conclusión es que el mal puede tener muchas caras, y todas pueden ser igual de destructoras. Decía Hannah Arendt que el mal puede ser banal, insignificante, casi accidental. Un ejemplo puede ser Nivelle cuando movía una pieza de tablero y mandaba ~41~
a miles a la muerte o a la mutilación. Por contra, el bien requiere un estado de conciencia y cierta predisposición. Hacer daño cuesta muy poco, hacer el bien requiere más esfuerzo. Hitler y Heydrich fueron muy peligrosos, cierto, pero fácilmente reconocibles como objetivos. Hitler se vio obligado a suicidarse y Heydrich fue asesinado por paracaidistas aliados. Nivelle no fue juzgado por crímenes de guerra ni por incompetencia militar. Murió en el retiro en 1924. Puede que el mal esté localizado en
no como un conjunto indivisible ¿Tranquilizador? Puede. Pero hay más. Quiero mostrar el ente global que provoca desahucios y despidos masivos, que se nutre de las guerras y de la explotación. Un sistema inhumano hecho por humanos que nos deshumaniza y nos enfrenta los unos contra los otros. Un bicho enorme que nos devora a todos, y que tan solo parecen controlar unos pocos; aunque creo que ellos son a su vez víctimas de este sistema. Veo a pobres que sueñan con ser ricos y que votan a los mismos de siempre.
Un sistema inhumano hecho por humanos que nos deshumaniza y nos enfrenta los unos contra los otros. Un bicho enorme que nos devora a todos, y que tan solo parecen controlar unos pocos... el lóbulo prefrontal derecho, como el criminólogo Vicente Garrido en su ensayo “El psicópata”, donde explicaba además que la psicopatía se debía a una disfunción cerebral. Según esta obra la psicopatía se debería a una disfunción cerebral. No puedo evitar relacionar la psicopatía con el mal. Vale. Entiendo que ese déficit provoque sentimientos narcisistas y falta de empatía. El mal como unidades sueltas,
Creo que la única esperanza –si es que la hay– es que el sistema se devore a si mismo. La banalidad de la ostentación; lo desaprensivo y lo hipócrita que sustenta a un sistema nada banal. Es inmenso y lo contamina todo. Es un leviatán tan enorme que no se ve el final de su cola. Espero que algún día se la muerda y se devore el mismo. Y espero que ese día no aparezca otro nuevo creado -una vez más- por nosotros mismos. ~42~
Francia, ¿Capital de amor o maldad? Santiago González
F
rancia, país del amor como la llaman popularmente, pero en realidad sabemos que es la madre de personas que perdieron su humanidad para cumplir sus más malignos deseos. Personas como Sebastien Valet, que su sed y hambre de carne y sangre de niños, mujeres, soldados entre otros lo convirtieron en La Bete de Gevaudan, un monstruo que atraía a sus víctimas al bosque, donde las devoraba y destrozaba. Al igual que algunos hombres locales quienes dejaron salir su mal interior y aprovechando la situación violaron a niñas y mujeres y luego las desmembraron, para luego atribuirle los ataques a la bestia. También hay otros como Donatien Alphonse François de Sade, también conocido como el Marqués de Sade
Fotografía por Eric TERRADE.
y recordado como el hombre que consideraba al mal como la fuerza suprema y divina, a quién tacharon de demente, asesino sin alma; el hombre que le dio el nombre a un término maligno como lo es el sadismo. ¡Ah! Y como olvidar a Jean-Paul Baptiste Grenouille, un hombre que en búsqueda de la fragancia perfecta asesino a decenas de personas, a cada una de ellas les robaba su esencia y la enfrascaba. ~43~
Y aunque ustedes vean la descripción anterior como algo horrible, como algo despreciable y detestable, existimos personas que podemos ver esas historias y descripciones con fascinación, somos dementes, y la gente suele decir que los dementes tienen una maldad interior inigualable.
El juego lugubre Difama, que algo queda Ana Larraz Gale
M
iguel no se podía creer lo que su compañero Ramón, el portero de noche del garaje, le contó cuando a las ocho de la mañana fue a sustituirle. Sintió como un mazazo en la cabeza. Era imposible que aquella mujer, la dueña del Fiat rojo, fuera la autora de esa barbaridad, por mucho que Ramón insistiera en que lo sabía de buena tinta. A pesar de que hacía más de cinco años que la veía dos veces al Fotografía por NASA día, a las ocho y cuarto cuando entraba siempre oliendo al mismo perfume con su pequeño coche y a las dos de y enfundada en bonitos trajes de la tarde cuando lo recogía, ni siquiera chaqueta de todos los colores. El sabía cómo se llamaba. joven se rascó la cabeza y muy, muy Ella siempre lo saludaba con una sonrisa extrañado, se metió en la caseta después de despedirse de su amigo. cuando pasaba por la caseta donde él hacía guardia y nunca se iba del Como todos los días, se preparó el café aparcamiento sin desearle un: « ¡Que tengas un buen día, Miguel!». Lo cierto en la máquina que con las propinas, habían comprado entre los tres es que era uno de los pocos clientes vigilantes que llevaban el aparcamiento. que tenían ese comportamiento. La Se puso sus dos cucharadas de azúcar, mayoría pasaban por su lado sin ni lo revolvió y aspiró el aroma que siquiera levantar la cabeza del móvil desprendía pero, aquella mañana, no que a esas horas todos iban mirando. le resultó tan agradable como siempre. Él siempre le correspondía con un: No dejaba de pensar en lo que le había «Igualmente», y también exhibía su contado Ramón. mejor sonrisa. Le gustaba verla pasar, ~44~
Empezó a preguntarse si sería posible que su compañero tuvieran razón y hubiera algo raro en el comportamiento de la mujer. Quizás las sonrisitas que le dedicaba por las mañanas y que a él le habían parecido síntoma de simpatía, lo que intentaban era esconder el mal fondo de su dueña. O, a lo mejor, cuando ella se despedía tan amablemente, lo único que estaba haciendo era intentar camuflar sus bajos instintos. Era muy raro lo que le habían contado, pero cuanto más lo pensaba, más convencido estaba el chico de que ella era capaz de eso y de mucho más. Al principio, cuando lo escuchó, no podía dar crédito, pero ahora que lo estaba analizando más detenidamente, no paraba de encontrar pistas que le indicaban que el comportamiento de la dueña del Fiat era realmente raro. ― ¡Solo hay que ver la pinta que llevaba todas las mañana! ―se dijo para sí mismo―. Nadie a esas horas va tan arreglado si solo piensa ir a trabajar. ¡Algo turbio debía traerse entre manos! Miguel se terminó el café y cogió una escoba para limpiar un poco la garita. Miró su reloj y vio que eran las ocho y cuarto. Casi al mismo tiempo, oyó el ruido de un coche entrando en el garaje. Se giró y, ante su asombro, allí estaba el Fiat rojo con su dueña al volante.
La mujer, como siempre, al verle le sonrió y siguió su camino hasta la segunda planta. El portero, seguía con la escoba en la mano sin poder creer lo que veía. Aún permanecía así cuando, cinco minutos después, la dueña del utilitario, vestida con un traje de chaqueta color melocotón y oliendo al mismo perfume de siempre, pasó por su lado y muy amablemente le dijo « ¡Que pases un buen día, Miguel! ». Él no le contestó. No se podía explicar cómo ella podía estar ahí después de lo que le había contado su compañero. ¡Hacía falta mucha caradura para presentarse así con todo lo que había pasado! Pero a él ya no le engañaría más. Conocía lo que había hecho. Sin lugar a dudas, aquella mujer, era una mala persona y él lo sabía. María, que así se llamaba la dueña del coche, siguió su camino hacia la sucursal de banco Pastor que era donde trabajaba, un poco extrañada de la actitud del portero. No tenía ni idea de por qué aquella mañana le había mirado tan mal ni tampoco sabía nada de los extraños comentarios que había sobre su persona. La mujer, ajena a los comentarios, miró su reloj y aceleró el paso sin dedicarle ni un pensamiento más a Miguel, tenía prisa por llegar a tiempo a su oficina.
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El despertar de una Quimera
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Nicolás Ortiz
os ha tomado más tiempo del esperado encontrarlo, ésta es su recompensa, tiene talento Sr. Antón” Así rezaba la etiqueta de la caja que acababa de recoger, le molestaba que lo interrumpieran en su habitación tan tarde, pero le ganó la curiosidad. Al abrir la caja, cayó de rodillas con arcadas, vomitó y el líquido se escurrió por las divisiones en la madera. Una mala broma nada más —pensó— no hay forma de que se descubra después de tanto tiempo… es rídiculo. Dentro de la caja se hallaba una fotografia de un joven colgado por los brazos, tenía la cabeza gacha pero se veía como goteaba sangre, la foto iba hasta el torso, estaba desnudo, tenía varías heridas en la piel y un corte atravesando su estómago. Había sido en su adolescencia, estaba borracho el primer día, luego iba siempre a acompañarlos a la bodega, el sujeto de la fotografía había estado oculto en la bodega durante un mes, tiempo suficiente para que los tres cometieran toda clase de aberraciones, él solo debía tomar las fotografías. Los gritos volvieron a su mente, y las risas; habían transcurrido 20 años desde el día que escapó de casa sin dar aviso a nadie. Temía que ellos lo buscaran, se había esfumado, nadie había podido seguirle
el rastro, o al menos eso creyó, hasta ahora… Antón se levantó y se sirvió un gran vaso de ginebra, intentó calmarse para pensar con claridad, lo más importante en ese momento no era pensar cómo lo habían encontrado después de tanto tiempo. Uno de ellos, o los tres estaban cerca, y le guardaban rencor, en cualquier momento podrían entrar para llevárselo. Llamó por teléfono a Sara para decirle lo primero que viniera a la mente, trataría de explicarle de alguna forma que ella corría peligro, que llamara a la policia y que pronto estaría él para explicarle. — Hola… ¿Sara? Escúchame bien, debes tener cuidado. — Mira nada más. Antón ¿cuánto tiempo? Veo que arruinaste la sorpresa, no importa, pero debo decirte que Sara ha sido muy mala anfitriona, hemos tenido que enseñarle un poco sobre modales. — Cabrón de mierda, deja a Sara por favor, este asunto es conmigo nada más, prometo hacer lo que me pidan, iré con ustedes, dejénla, es solo una niña. Antón escuchó un grito que creció ~46~
rápidamente, luego se escuchó un choque y finalmente, silencio.
adelante hasta chocar con un poste de luz.
— No sabes cómo me gusta cuando se comportan de esta forma, cuando obedecen todo resulta tan aburrido, solo que… cuando desobedecen no suelen aguantar más de dos días, espero que llegues pronto, sino solo llegarás para recogerlo todo. Colgó.
Antón despertó tirado en un rincón de un cuarto oscuro sin poder abrir uno de los ojos debido a la sangre reseca que se le había acumulado, tenía los oídos aturdidos, no veía más que una silueta frente a él, sentía como si estuvieran comprimiendo su cerebro, salivaba excesivamente y las manos le palpitaban.
Antón lanzó el teléfono, tomó su móvil y las llaves del auto, salió de inmediato de su departamento. En el elevador intentó llamar a la policia, pero el teléfono ahora estaba desactivado, para peor, le habían pinchado las llantas del auto. Ahora era parte del juego. Salió a la calle, la lluvia se arrastraba con fluidez por el suelo, una ligera niebla cubría la ciudad, el lugar estaba desolado, la iluminación era lóbrega y nadie merodeaba las calles en plena noche, daba la impresión de que había un toque de queda. Corrió por la avenida mirando a cada lado esperando ver algún taxi que lo pudiera recoger, siguió así hasta que finalmente más allá consiguió ver las luces de un automóvil, empezó a hacerle señas para que se detuviera hasta que se percató de que iba a una velocidad descomunal. Sintiéndose amenazado, Antón trató de correr en dirección opuesta, pero fue demasiado tarde, el auto tardó poco en impactarlo, la fuerza del golpe lo lanzó varios metros más
La silueta se acercó y lo agarró de las manos para levantarlo, cuando vio que Antón no tenía suficiente fuerza para mantenerse en pie, lo arrastró hasta el cuarto siguiente. Una luz blanca lo iluminaba todo, Antón pronto consiguió empezar a distinguir figuras, cuando el hombre lo ubicó en una silla frente a la mesa de la habitación pudo ver claramente a quien tenía al frente. Rafael, Un hombre delgado y con el rostro pálido, tenía los pómulos hundidos pero sus ojos eran lúcidos, lo observaba fijamente, Antón fue amarrado a los extremos de la silla. Luego Rafael empezó a comer un plato de carne cruda con gusto, sonriéndole a Antón tras cada bocado. Antón temió lo peor, empezó a retorcerse en la silla tratando de liberarse hasta que sintió dolorosas puzadas en las muñecas y tobillos — No te angusties Antón, hemos guardado algo para ti, si te das cuenta,
entre más forcejees, las puas del alambre más se clavan, pero quien sabe, si lo haces lo suficiente, pueden arrancarte las manos y liberarte. Antón pasó saliva con esfuerzo y contestó. — Por favor, no le hagas daño — suplicó— ya me tienes aquí, es mi hija. — No me creo esto. Estamos en un emotivo reencuentro ¿y tú solo puedes pensar en tu hija? No importa, nosotros si somos buenos amigos, te preparamos una gran sorpresa. Como no pudimos seguir contando contigo para tomar fotografías encontramos a alguien más, pero hoy tendrás la oportunidad de volver a ver un poco de la diversión. Ya luego si quieres tomar un par de fotos tendrás que convencer a Miguel. — Déjala, si no la lastimas te pagaré lo que me pidas — dijo Antón con un hilo de voz, las muñecas empezaron a sangrarle. — Que cosas dices, no vamos a hacerle nada malo a tu hija, lo único que haremos será algo que le gustará mucho. En estos momentos se está portando mucho mejor, solo le hacía falta un trago para cooperar. — Basta de charla, Antón debe estar impaciente.
Fotografía por Todd Quackenbush.
Rafael se limpió la boca con la manga de la camisa y se levantó. Acto seguido llevó a rastras la silla de Antón hasta la sala, allí vio a su hija en el suelo, no estaba lastimada, llevaba una pijama, la habían sorprendido dormida. — ¿Ves?, no le hemos hecho nada, no queríamos empezar sin ti. — ¿Por qué haces esto?, no te hice nada Rafael. — En realidad la sorpresa es que nosotros no organizamos nada de esto, ya habíamos perdido la esperanza de encontrarte —dijo, inclinándose frente a sara, quien tomó la mano de Rafael y se levantó— sino fuera por ella, habrían tenido que pasar años, hasta que te pudrieras en tu apartamento, viejo y forrado en plata, ella tiene derecho a disfrutarla ahora que puede. ~48~
—
¡Mentira cabrón desquiciado!
— Es una lástima que nunca lo hayas entendido, no es sólo tu dinero a fin de cuentas… Con ellos he conocido un placer que nada en el mundo se le compara —Sara se rió, se acercó a Rafael y lo besó— no quisiera que te fueras de aquí sin entender por qué debo matarte, necesito que lo veas. Sara sacó un puñal del pecho y se lo clavó a Rafael en el cuello. Rafael sacó el puñal rápidamente del cuello y la sangre salió a borbotones, cayó al suelo retorciéndose. — Dime si no te gusta ver esto papá —dijo señalándolo— la persona que me volvió esto aquí siendo castigada —Sara se agachó y tomó a Rafael por el cabello— la verdad es que esto es bellísimo, los dos entregándose a mí. Antón observó horrorizado lo que sucedía frente a él, toda una vida tratando de ocultar su error, de cubrirlo con una vida honesta, sin problemas, ejemplar. — Te lo he dado todo, tienes una casa y un trabajo, nunca tuviste que pasar por algo como lo que vivimos Rafael y yo, eran tiempos distintos…
— ¡Imposible! Ese sujeto era el último portador, acabamos con ello, a menos que… oh hija, nunca debí traerte al mundo — Pronto el día estará bañado nuevamente por la sangre de la pureza, las ciudades se inclinarán ante el sufrimiento y no habrán lágrimas que derramar, arderán las banderas y todas las patrias se reunirán en una sola para lanzarse a los abismos, pues la humanidad ha llegado a su fin, aquellos que se entreguen a la delicia de la oscuridad podrán beber de la fuente del placer, el fin de esta era muy pronto vendrá, la voz del mal está despertando… Al terminar, Antón comprendiendo plenamente lo que se acercaba sintió tranquilidad de dejar el mundo, no estaría de nuevo para ver el dolor de nuestra condición. Suspiró aliviado al sentir una punzada en su estómago que ascendía lentamente hasta su garganta destrozandolo todo. Era el momento de descansar para él, mientras que para otros, se avecinaba una sombría época.
—Ha vuelto papá, cada vez está más cerca el crepúsculo de la humanidad, debemos entregarnos a la noche antes que el horror consuma nuestra inocencia ~49~
Kaleidoscopic Cats Donde la realidad y la imaginación se vuelven arte
La misma cosa Carlos Rasero Rodríguez
A
nghus Fhorman necesitaba descansar un rato de tantas operaciones decimales, por lo que decidió hacer nada y acabó haciéndolo. Se enfadó consigo mismo al verse como un espectador más de la cloaca mundana de la vulgaridad. En su más que odiada televisión vieja, esa que empobrecía aquella sucia esquina de su maltrecho piso en Queens, dejó que sus ojos se incendiaran alimentándose de un programa de televisión diseñado para la extensa carnaza iletrada. Comprobó que consistía en un formato simple de preguntas y respuestas, a cual más sencilla, un concurso para tontos y simples mentes de cartón. Pensó Anghus que mientras terminaba su lata de cerveza de los viernes, con sus patatas fritas del día anterior, hubiese podido hacer algo más provechoso que contaminarse. Segundos antes de ver como un auténtico idiota desconocía el nombre de la capital de la India, Fhorman recordó el ingente odio que un hombre podía fabricar.
Miró a su alrededor y no pudo encontrar existencia alguna de felicidad, ni un ápice de mordaz satisfacción. El mundo lejos de los números no tenía forma, no era cuantificable la cantidad exacta de necedad y soledad que podía albergar un hombre. En los teoremas la cosa cambiaba. Anghus Fhorman era considerado uno de los dos matemáticos más influyentes del mundo, insignia que compartía con Grant Hardibang, su colega de profesión y a la vez su némesis. Ambos tenían el nobel de física, ostentaban la Medalla Fields y el premio Abel, entre más de cien condecoraciones y premios. Ambos matemáticos habían escrito numerosos ensayos sobre fórmulas experimentales, sobre la relación de dicha disciplina con la realidad, y más de un estudio sobre la aplicación de las matemáticas en la era espacial que habían tenido un gran éxito en el mundillo académico. Pudiese parecer que Anghus Fhorman y Grant Hardibang fuesen la misma ~50~
cosa, dos seres diferentes con el mismo cerebro, la misma vida en unos cuerpos que diferían en espacio. Nada más lejos de la realidad. Hardibang era un hombre de éxito, excéntrico, adinerado, agradable, guapo y encantador, un catedrático del espectáculo numérico .Anghus no había logrado sacar la rentabilidad que dichos logros le hubiesen reportado, era taciturno, feo, retraído e introvertido, un catedrático del espectáculo mundano. Quizás por mera casualidad o por capricho del destino, ambos hombres nacieron en el mismo país, exactamente en la misma ciudad y concretamente en el mismo barrio. Anghus pensaba que las probabilidades siempre fueron contra él. Ambos fueron a la misma escuela y ambos lograron la distinción estudiantil de mejores alumnos en el instituto de Brooklyn. Hardibang se casó con la primera novia de Anghus, y Anghus fue designado mejor matemático en 2005 gracias a su estudio de las ecuaciones lineales y sus aplicaciones en la vida moderna, semanas antes que Grant presentara el suyo. Este último suceso ocurrió sistemáticamente durante sus vidas, difiriendo en estudio y en matemático. Apropiado de una fuerza irreconocible, Anghus Fhorman, estrechó el espacio entre sus dedos y la palma de la mano al retorcer el aluminio de su lata de cervezas, arrugó el ceño y divagó
durante unos largos segundos sobre la realidad impuesta y la merecida. Se levantó del sofá y apagó la televisión. Contuvo el aliento, intentó serenarse y olvidar los infortunios de una vida en confrontación. Los teoremas merecen una compresión serena, no un “Elvis” firma ecuaciones. Se dijo así mismo, “Un teorema es toda proporción que partiendo de un supuesto, afirma una verdad no evidente por sí misma”. Pensó casi al instante que si fuese evidente no tendría trabajo. Su cabeza empezaba a trabajar de nuevo, en su mundo, abstraído de lo meramente físico. Como costumbre un matemático, antes de volver a sumergirse en los números, comprueba algunas claves y conceptos formales para partir de ellos. Por ello Anghus volvió a decirse así mismo, “Un supuesto es una hipótesis y una verdad es una Tesis, por lo que pueden resolverse dicha asociación o relación partiendo de axiomas u otros teoremas”. Durante un instante deseo que su odiado Hardibang no fuese un genio en Lógica matemática, pues ambos enemigos estaban cerca de resolver el problema más importante de sus carreras, El teorema de Persivers. Durante breves momentos, en su cabeza, mientras numeraba premisas para aclarar dichos estadios antes de proseguir, recordaba e incluso sentía como su enemigo también lo consideraba a él de igual forma, ~51~
Fotografía por Roman Mager.
admiraba su trabajo y su talento, aunque también presentía ese odio visceral ante el único ser que podía sobrepasarle. Y aunque lo pretendía, no podía centrarse totalmente en el trabajo, por mucho que sintiese que se encontraba muy cerca de resolver un teorema que constituía el centro de su vida profesional. Pensó en lo cerca que quizás estuviese Hardibang de conseguirlo, se estremeció, se le heló el corazón y erizó la piel como el pelaje de un gato acorralado. Y así se sintió, como un gato que no deja que le molesten y enseña las uñas. Este teorema era suyo, no del sucio y ridículo Hardibang. A media noche desistió en su trabajo, algo resignado al no encontrar la unión
final que creía ser la clave, intentó dormir pero no pudo. Cerró los ojos con fuerzas e intentó dejar de pensar, dejar a cero el cuentakilómetros de sus neuronas, en un último asalto al sueño, pero su mente era un hervidero de posibilidades. Y en todas esas posibilidades observaba a su adversario con otra medalla Fields gracias al Teorema de Persivers. Sintió como propio un odio tan profundo que pudiese haber dado forma a la palabra Mal. Tanto que por un instante deseo matarlo, e incluso se aventuró a planear dicho asesinato en una casi ilusoria venganza. Solo así logró dormirse, a pesar de la excitación dulce que experimentaba. ~52~
Al día siguiente ni siquiera se sorprendió a sí mismo fantaseando con un crimen tan atroz, lo desnudó de moralidad vistiéndolo de justicia, de único camino a su reconocimiento total. Aquel día solo fueron horas de literatura negra, de satisfacción nerviosa, de otro permio Abel. Durante todo ese día no volvió a su estudio de las matemáticas, envuelto en un refrescante halo, a modo de abrigo, de deliciosa venganza. Anghus había tenido una niñez difícil, un padre alcohólico y una madre ausente, en cada momento importante de su adolescencia tan solo obtuvo el consuelo de la veracidad numérica, la resolución de problemas ajenos a la realidad palpable. Sus años en el instituto tampoco fueron un camino de rosas. Comprobó precozmente como la superioridad intelectual no solo le ofrecía la salvación de un hogar desestructurado, sino también las burlas y el acoso de los demás alumnos. Desde sus primeros pasos en el colegio hasta la universidad solo tuvo un amigo, su ahora archienemigo Grant Hardibang. Anghus encontró en él la única persona que podía comprender el mundo real, las fluctuantes lanzas clavadas en el centro del único lenguaje verdadero, las matemáticas. Sus vidas nada tenían que ver, Grant tenía una familia modélica, un padre comprensivo y una madre abnegada a sus hijos, por ello Anghus sentía ser parte de algo que en su interior
entendía prohibido. Pensaba que estar cerca de él era la única forma de existir, como única prueba de que su vida estaba interrelacionada con las demás. No le costaba recordar el porqué de su desencuentro, el fin de una verdadera amistad basada en la compresión y en la filosofía de la realización mental. Abie Stone, su primera novia en la universidad, su primer y gran amor, la traición de su mejor amigo. Y después de eso, el no reconocimiento de su superioridad sobre Hardibang, los juegos de cartas, la magia de lo absurdo, las sonrisas falsas y las subvenciones que solo le rozaban. No podía dejar de odiarlo, ni de pensar en matarlo. Tenía que hacer algo para que no le arrebatara la solución del teorema. El asesinato desvelaba la X de su sino. Ahora más que nunca, pensó Anghus, el inesperado telegrama de Grant Hardibang citándolo en la vieja biblioteca del Campus, le obsequió con un escenario perfectamente dantesco y casi poético. Aunque aquello no le podía resultar tan sorprendente, ya que solía ocurrir cada cierto tiempo que ambos enemigos quedasen en aquel mismo lugar para saber de primera mano los adelantos de cada uno. ” Como hacíamos en la juventud, pero de manera más amarga” pensó de nuevo al recordar su pasado. Sabía las dos posibilidades que encerraba aquella invitación y ambas le revolvieron el ~53~
estómago. Percatarse de lo cerca que su enemigo estaba de resolver el teorema y sonsacarle información, más acorde con su personalidad, o restregarle su logro por las narices y reírse de él, aún más acorde con su estúpida actitud. Anghus no iba a permitir ninguna de esas dos posibilidades, iba a matarlo
las tres balas mágicas en su maletín, partió hacia el Campus. Disfrutó por el camino al recordar la vieja biblioteca de ciencias y matemáticas, la única que lucía una más que apropiada soledad estudiantil. Se daban las condiciones precisas para el acto más justo jamás llevado a cabo.
Todos sabían de la voracidad de fama que su adversario albergaba, estar en todo lugar al mismo tiempo. Desde hacía años Hardibang no era encumbrado como solía serlo. Eso era como morir en vida para un tipo como él. Necesitaba resolver ese teorema, y Anghus sabía que esta vez no lo lograría.
Al llegar hasta la puerta se detuvo, se serenó y sacó de su maletín el arma, agarrándola con fuerza con su temblorosa pero decidida mano derecha. Entró en la biblioteca y cerró la puerta atrancándola con una de las sillas que encontró cerca. Como presagiaba, el lugar abanderaba como insignia la sabiduría de la exclusividad, solo él y Hardibang estarían allí en aquel preciso momento. Al girar hacía el pasillo de sucesiones y series numéricas, observó al otro extremo a Hardibang. Al verse uno frente al otro, ambos matemáticos sintieron un escalofrío que les recorrió todo el cuerpo, como un rayo que impacta sobre la copa de un árbol.
A diferencia de las ecuaciones, este era un problema que no podría disfrazar de letra para luego teorizarlo en un lenguaje técnico. No, debía ser más sutil y perfecto. Aún tenía aquella pistola que su abuelo le dejó en herencia, un aficionado a las galerías de tiro acorde con su ideología Republicana. Tres balas, con eso le bastaría. La noche anterior al suceso, el perturbado Anghus Fhorman no pudo dormir, relamía cada uno de los segundos en los que Hardibang se retorcía de dolor tras los disparos, se excitaba al contemplar la imagen de su rostro perplejo y lleno de lágrimas, quizás las únicas lágrimas verdaderas que nunca habría derramado. Se levantó, tomó un café, se duchó, se arregló, y guardando su pistola con
Pudiese parecer que Anghus Fhorman y Grant Hardibang fuesen la misma cosa, dos seres diferentes con el mismo cerebro, la misma vida en unos cuerpos que diferían en espacio. Nada tan cerca de la realidad en aquel mismo instante. Dos genios numéricos con un sinfín de premios y reconocimientos, apuntándose mutuamente con unas pistolas recién cargadas. ~54~
Don Mal, ¿Qué es, cómo es y donde vive el mal?
Q
ué es? Es un él. ¿Cómo es? Mide unos metro ochenta de alto y no sé cuánto tenga de ancho, color café clarito, pelaje brillante oscuro, ojos de sapo menudo, sonrisa pelada de colmillo chueco afilado, manitas carrasposas a veces sudorosas y patas peludas calludas porque anda a chancla pelada. ¿Dónde vive? En Barranquilla. Hace un par de meses decidí viajar a otra ciudad en búsqueda de un bronceado rápido a exactamente 265.300 pesos (sin impuestos) de distancia de Bogotá. Volví, si con la piel color “panela sensual”, y también con una profunda decepción seudo-amorosa. En medio de mi agonizante y ridículo sentimentalismo me convencí de enviarle una carta al mal desde el mal, que ahora espero, sea leída por usted.
Laura Catalina Mendoza
Bogotá 10 de Febrero de 2016. Querido Francisco Quisiera empezar con gracias por, pero aunque atribuyo la fluidez de mis palabras a su presencia, prefiero omitir tanta galanura ante una posible explosión de vanidad de su parte. Gracias entonces, con desprecio y arrogancia. No es la primera persona a quien escribo, pero si la única que recibirá este bastardo contenido de basura sentimental terriblemente olorosa. Usted dijo alguna vez que quería una carta mía, pues bien, como a todo marrano gordo le ha llegado su noche buena. Culpo a Nothomb y su estúpida Metafísica de los tubos de mis recientes soluciones amorosas. Lo cierto es que no pude evitar sentir con tanta garra ~55~
un par de labios y el tan esperado preámbulo a la destrucción, esta vez más creativo, charladito y hasta tierno. Hay claro cosas que no tolero: Su copete suavemente amaestrado hacia el oído izquierdo, las grasas desaparecidas y las ajustadas marcas de piel huesuda, su sonrisa convincente engreída, y en general, su basta actitud Chayannesca. Luego de cada encuentro (cualquier tipo de intimación irracional) analizo el complot. El informe siempre termina así: cinco de cinco en apariencia (error prefiero a los hombres con panza), tres de cinco en coherencia (falta de asociación, enlace y desarrollo de ideas. Me produce ternura su pendejada), cuatro de cinco en veracidad (alto poder de convencimiento), cuatro de cinco en actitud hacia
la vida (excesivamente positivo. No lo tolero) y finalmente cinco de cinco en comedia (chistes racistas, vulgares o cualquier comercial barato de la clase de burla que todos disfrutan). Porque dedicarme a describirlo sino la vaga necesidad de traerlo con mis palabras, y ese es precisamente el problema, conozco ya las artimañas, distingo las intenciones atravesadas y temo ser quien las reciba. Muy ridículo podrá parecerle este argumento y aún peor que haya terminado por dedicarle tiempo a escribir un conjunto de señalamientos, más bien dudas; pero aun así me ha venido ocurriendo algo fuera de lo común: una necesidad absurda por pensarlo, una extraña manera de comprender e incluso gustar de quien es, malgastando mi tiempo suponiendo supuestos como usted. Deseando terminar con la zozobra, me he prometido asfixiar mi evidente capacidad
de análisis (que en teoría me permite prever situaciones desalentadoras en el futuro) concentrándome en ocultar todos los riesgos percibidos haciendo uso de mis recursos como consumidora (dinero, tiempo y esfuerzo) con el fin de obtener alguna ganancia amorosa.Hay aún algo que se me escapa. Sin la posibilidad de expresar con certeza el: “me siento parte de esto”, lo único que encuentro hoy es un vacío enorme. Y quisiera claro que fuera usted, con esa sobredosis machista que ahora anhelo. Después de un tiempo recordé como se sentía el dolor. La rabia aparece en la cadera detrás de las nalgas, el temor en las tripas, el dolor en la garganta y profundo muy profundo en el alma; aunque también le confieso que de vez en cuando me entra el arrepentimiento y justo en ese instante recuerdo cada palabra siendo articulada, procesada y finalmente expulsada ~56~
de sus labios. Recuerdo sus razones, sus juicios y sobretodo la claridad de sus ideas siempre justificándose. Recuerdo también la dureza de su lengua y sus promesas más bien ofertas que promovieron por un tiempo la ilusión. Ya no me diga que no cree, que no siente, que no espera. No me trate con más píldoras snobs de pensamientos posmodernistas. Siendo las ocho y cuatro de la noche me siento cada vez más obsesiva, no de los peligrosos obsesivos, solo de los melancólicos. Esta habitación me pone el pescuezo frío. Por si las moscas y porque de seguro acompañará estas líneas con miradas de burla, a todos ustedes compañeros que ahora se acercan a este escrito, les agradezco por su tiempo y comentarios que vendrán luego de ser digerido. Amigos y amigas del susodicho y a él mismo, les deseo un buen día. Con mucho amor, C.
En el interin Con la muerte no se juega Julián Esteban Álvarez
L
as historias se alternan, se cruzan, se viven y se sufren; la vida no es fácil, lo sé, lo importante es cumplir nuestra misión, ¿cuál? está en nosotros descubrirla, pero ¿si alguien más la descubre y la vive por mí? ¿Y si puedo ver a través de los ojos de otro ser? Peor aún ¿y si otro ser ve a través de mis ojos? es de valientes ser feliz mientras se vive la vida. Por cierto, esta historia se cruza entre párrafos. Ya quisiera yo que fuese solo entre párrafos, pero en realidad es en mi vida, en la vida de ella, en nuestra vida.”
ruge, ruge como un grande oso, hiere como una pantera pero se mantiene, se mantiene ardiente y expectante como en una caldera. Escuchad mis predicciones Altzith pues juntos vivirán, quizá juntos habrán de morir. Recordad que te persuadirá, ¿qué es verdad? Solo tú lo sabrás, recuerda mis predicciones Altzith pues si no lo haces a la humanidad han de destruir." Así rezaban las visiones de mi abuela la noche anterior a ser picada en muchos pedazos por un oso que se rehusó a devorarla por completo y la dejó desahuciada, sola con sus moscas.
"...El mal brota por la superficie del infierno, se camufla junto con el frío del invierno, lastima casi tan fuerte como del toro un cuerno y los destruye a todos, ¡a todos, los manda para el averno! En la ternura del niño esconde su conjuro, juro haberlo visto, yo lo juro, pues el mal lleva a la muerte y el niño juega, ven, acércate y juega, juega con el mal, ¡oh! Discúlpame, ¿te lastimó? Olvidé decirlo, con la muerte no se juega... La oscuridad de la noche acompaña los cantares, el cielo acalla sus deidades, de las profundidades del ardiente pozo emerge un ser que
¡Ay abuela! cuan fácil habría sido para ti solo decirme con palabras normales, en vez de complicarme la vida con filosofía de profeta barata, ahora, según mi padre, los demonios a diferencia de otras entidades son energías que por su propia voluntad están destinados a destruirnos mediante la persuasión principalmente. Altzith es el nombre se me asignó en esta vida. Tiempo después me enteré que era el año 1241 según la cuenta de los blancos, para nosotros era solo una noche más, una simple noche de la que ~57~
nuestros ancestros habían advertido sería única y tenebrosa, pero nuestra mente no alcanzaba a imaginar hasta qué punto. Los tambores resuenan, las semillas amarradas en nuestros brazos, las que suenan al danzar, ahuyentan las malas energías y los collares con dientes nos protegen de entidades que no han sido capaces de trascender; nuestros cantos ahuyentan demonios, pero también atraen la presencia de nuestros ancestros y nos permite conectarnos con la madre tierra y nuestro padre creador. Ahora, tomo el remedio y me fundo con el universo, espero mis abuelos nos estén protegiendo lo suficientemente bien porque el aire está denso y oscuro.
asentarse cada vez más cuando respiro, imagino su descender por mi garganta hasta llegar al estómago, entonces me retiro y espero. Ellos bailan y yo, sola, sentada frente al abuelo fuego para pedir sabiduría, cierro los ojos y aunque pareciera que pasó un segundo mi cuerpo se demoró casi 30 minutos en expulsarlo, siento ese líquido verde salir de mi boca y siento nuevamente su olor, lo que me produce más náuseas. Corro hasta encontrar el tallo de un árbol y mi abdomen se aprieta en un retorcijón que aparentaba rasgarme las tripas antes de perder completamente mi conciencia, solo espero que el resto de la tribu, donde quiera que estén puedan sobrevivir, no sé por qué lo pienso.
Los abuelos bailan mucho tiempo alrededor del remedio, ellos son ocho y no sé por qué en esta ocasión con ellos solo estoy yo, el resto de la tribu tenía la orden de estar reunida en un sitio muy lejano, allá estarían protegidos por unos guerreros ancestrales. Ellos insisten en que yo soy uno de los “elegidos”, ¿elegidos para qué? En el fondo sé que suena absurdo, no lo niego, como es posible que… son mis ancestros y tienen el conocimiento divino, solo debo creer.
Entonces la veo, yo Alzith, admirando otro ser que no es Dios, no más que yo, es una mujer, la veo inmediatamente termino de vomitar, mi mente navega por el plano en que se encuentran todos los pensamientos del universo y observa por primera vez una hermosa mujer de inteligencia inimaginable que después supe llamarían bruja. Entendí que ella me leía la mente con su mirada al igual que yo, y cuando descubrí que estábamos unidos con un mismo fin nuestra mente también se unió y sé que vimos lo mismo... Maldad, sangre, destrucción, fuego, sangre, torturas, sangre, brujas, sangre y más fuego, colmillos polvo, destrucción.
Ariana, me repito, mi nombre es Ariana, por más que las voces en mi cabeza me llamen Belial, como el demonio. Es momento de tomar la medicina, tomo aire, cierro los ojos, en mi mente pido sabiduría y puedo sentir su sabor amargo pasar por mi lengua y
¿Quién era el hombre de mis visiones? ¡Es hermoso! Cuando desperté miro que mi cuerpo estaba cubierto de sangre, ~58~
no estoy con mi luna pues no sangro por la vagina y hoy no es el día, miro mi mano izquierda y tengo un ojo que con su parte de adelante me detalla con una hermosa mirada negra y profunda como el vestíbulo del infierno, y en la parte trasera un delicioso paquete vasculonervioso. Mis abuelos están en el piso, han muerto todos excepto uno, es el mayor de todos, está con una lanza atravesada desde el ano hasta sus caninos e incisivos derechos pues el aparente dolor lo hace mover y perder la perfección del empalamiento. Abro los ojos, siento la destrucción en carne viva entonces me pregunto, ¿dónde quedaron los demás? estoy sediento de sangre. Tengo en mi boca la oreja de uno de los abuelos pero no es suficiente, no me llena lo suficiente, ni la de él ni la de todos, es más, creo que las devoré todas, lo siento, mi madre me dijo que siempre debía guardar algo para comer después y no comerme todo por gula, madre, donde estés discúlpame pero están deliciosas, su textura se asemeja a las orejas de los cerdos, pero más frescas y menos duras. El fuego se ha apagado y sus cuerpos están tirados en el piso. Pasaron pocas horas después de devorarme con gran pasión ese ojo y de caminar aparentemente sin sentido por el bosque, observo que vienen sobre mí alrededor de seis lobos hambrientos, cuando estuvieron a menos de 10 metros. Siento una adrenalina inigualable, el corazón late
Fotografía por Thomas Kelley.
muy rápido y lo siento cerca de mi boca. Me coloco de cuatro patas y me acerco cada vez más a ellos, aún no tengo claro lo que pretendo hacer pero es como si ya lo hubiese hecho antes. Cuando el primer lobo se abalanza sobre mí me permito morderlo por el cuello pero... efectivamente es ineficiente, no sé qué pretendía hacer yo pero… me divierte sentir el dolor causado por sus colmillos sobre mi rostro, mis pómulos quebrándose como la cascara de un huevo. Desgarran mis pezones sin compasión pero no me importa, me llena de vida, de fuego, de ira y es ahí cuando exploto y con la mirada los intento aniquilar. Entonces lo veo a él. Cuando lo vi supe inmediatamente que estábamos unidos y que nos íbamos volveríamos a encontrar, entendí la profecía y supe por antonomasia que estábamos unidos con un mismo fin.
– Me di cuenta que la medicina nos llenó de poder, de vigor y energía, nos conectó a nosotros y por supuesto con el universo. ¿Seré un mal hombre por hacer esto? Yo, le pagué. Mal utilicé todos esos poderes de “elegido” para llenarme de placer, y destruir, pero ¿para qué más sirve el poder? – Inquisición. Esa palabra resuena en mi cabeza, mi estimado hombre aparentemente desconocido. – Le digo – ya casi viene Fray tomas de Torquemada, solo 200 años más y juntos acabaremos con todo. No sé por qué le digo esto pero siento que él y yo somos uno y seremos dignos de jugar con el destino del universo. No estoy segura pero siento que hasta ahora el mal tiene que vencer, quizá el mal sea necesario, quizá después de que el universo entero toque fondo sea posible una emancipación, en el fondo eso espero. Por ahora solo se trata de disfrutar de todo, tanto lo bueno como lo malo es un aprendizaje para el alma inmortal. Han pasado más de 500 años y yo sigo aquí sentado, mirando estas paredes blancas, mis manos están amarradas a mi cuerpo, sé que me tienen así porque ella y yo podemos dañar absolutamente todos sus planes de un solo gobierno mundial, no entiendo cómo dicen que esos sonidos son mentira, están locos, ¿acaso no los escuchan? los destruiré por no darse cuenta que a mi abuela no la asesiné yo, fue el oso. Los destruiré pues no se dan cuenta que ese cuchillo estaba con sangre de la carne del asado.
Los destruiré por no darse cuenta que la carne del asado la compré y no era mi abuela. Pero sigo esperando a que llegue, solo estas paredes me protegen y al tener las manos amarradas no puedo conjurarlos y lo saben. No se dan cuenta que están a punto de morir, no recuerdan la destrucción y el caos que generé, maldito pensamiento ególatra e individualista, gracias a él no conocen aquel inconsciente colectivo, maldito pensamiento individualista, gracias a él no se emancipan. Lo peor es que lo saben pero aunque ustedes no lo crean esta historia se liga a la anterior, en esta vida me llaman Joaquín o eso es lo que dice en el frasco de mi medicación, Me divierto. Me divierto, me divierto. Me divierto imaginando su fin, el fin de ellos, el fin del mundo. Por ahora sigo hablando a Ariana a través de mi mente aunque digan que nunca existió, estamos planeando como destruir este mundo. Me tomaré esa piedra blanca que me mandará a dormir, un momento, es Ariana quien me trae la “medicina” y… un momento no es la medicación de siempre, esta vez es una pastilla roja y una azul, me dice que si estoy dispuesto a creer en lo “REAL” y abandonar la “REALIDAD”. Ahora yo dormiré, espero que tú despiertes con demencia pues esta historia solo es el comienzo, ¡el comienzo del fin! ¡DESPIERTA!
~60~
El mal nuestro de cada día Pilar González Navarro
V
olvió a suceder. Y por más que se decía a sí misma que no debía ceder, que debía valorarse, quererse, no ser tan confiada y tantas cosas que tan fácilmente se escriben en los letreritos de autoayuda, en libros y portales de internet, no lo conseguía. Vio su imagen en el espejo del baño algo demacrada, el pelo revuelto y unas espantosas ganas de vomitar pues aún sentía la viscosidad de la esencia de su verdugo en la entrepierna. Las lágrimas hicieron que el rímel se derramara formando hilillos de color negro sobre su rostro. No era una chica espectacular, del montón sin más pero estropeada por tanto sufrimiento como ya había soportado. Y se le vino todo a la mente visionándolo en el espejo
Da click en la imagen para ver el vídeo como si de diapositivas se tratase. Recordó las risas de los niños en el recreo donde la llamaban “ballenato”, recordó a aquel primer chico al que amó y que desapareció sin mediar palabra y el dolor que sintió al verlo a las pocas semanas besando a otra chica. Recordó como su mejor amiga la traicionó, acostándose con quien ~61~
terminaría siendo su marido. Recordó el momento en que fue consciente de que su baja autoestima fue ya alimentada por los suyos casi desde antes de nacer y todo esto en menos de un minuto y a velocidad de vértigo, en una especie de flashes luminosos que pasaban incesantes por su cabeza. Fue consciente de pronto
de que su incapacidad de concebir el mal en persona alguna la había llevado a confiar y perdonar una y otra vez a quienes no lo merecían y que se hacía la ingenua o la ciega para no asumir el dolor, llegando a creérselo ella misma.
sus pechos eran más turgentes, sus muslos más firmes y su piel increíblemente tersa, los ojos tomaron un color negro azabache y un brillo extraordinario.
A la misma vez que esto acontecía, un súbito calambre en la Y llegó el momento tantas cabeza la desplomó veces repetido de ir a la sobre el suelo del baño ducha para despojarse durante al menos una con asco de los restos hora y media. Cuando de la humillación de esa recuperó la consciencia, noche, del olor a él, del enseguida supo que tacto que aún sentía ya no era la misma, se sobre su sexo y de sentía poderosa, fuerte y repente pensó: “quisiera endiabladamente bella. ser como ellos, saber Se vistió con su mejor qué se siente dañando, vestido, se maquilló y haciendo el mal al mirarse nuevamente gratuitamente”. al espejo, descubrió una sonrisa dibujando Comenzó a ducharse y su cara que le daba un el agua a tornarse rojiza, aspecto al mismo tiempo y espantada notó que atrayente y aterrador. no era agua sino sangre, Sentía gozo, placer y una como si su corazón enorme excitación. quisiera vaciarse de todo el daño que había Salió a la calle y fue bombeado durante años. visitando una a una Su piel se fue volviendo todas las farmacias blanquecina como el de colindantes y compró una muerta y al mirarse todo tipo de somníferos de nuevo al espejo, notó de los que conocía sus que a cada segundo se efectos, pues ya en dos volvía más y más bella, ocasiones, intentó bajarse
de este mundo que no estaba hecho para ella. Al llegar a casa llamó por teléfono a todos aquellos a quienes recordó antes de su transformación, citándoles a una barbacoa donde no faltaría de nada, sobre todo una “edulcorada sangría” que les llevaría a todos al mismísimo infierno, el mismo en que ellos habían convertido su vida. Después se echó a dormir y al poco de apagar la luz, notó que le sobrevolaba una sombra, un ente, una presencia que no se podía describir con palabras. Sabía que quería poseerla y se entregó de sumo grado. Un placer sublime y desconocido para ella, la llevó al más excelso y excitante orgasmo de su vida. Una vez pasada su agitación y notando como esa presencia se marchaba, preguntó: “¿quién eres?” y se oyó un susurro lejano que contestaba: “tu nuevo amante y compañero, el mal”. Esa noche durmió como nunca y lo agradeció. La sangría era el sábado.
El jardin del poeta Poesía que se esparce sobre el lienzo
El mal en la inocencia Hedda Lisbeth Ibarra
Fotografía por Rodion Kutsaev.
Dedicado a las víctimas de abuso infantil
con su boca insana
tiempo,
obre niña...
y manos sucias,
la ternura de tus años
el mal te ha ultrajado
en mórbido deseo
y el candor de tu sonrisa.
P
y ha quemado tus entrañas, con sus llamas despiadadas.
te ha tocado y poseído, devorando a tu inocencia.
Pobre niña... te han roto por dentro,
Ahora perdidos,
desde el corazón
Vestido de hombre,
se han quedado suspendidos
hasta tu alma.
pero venido del infierno,
en el reloj corto de tu ~63~
Ritual Temoltzin Santillan Padilla
E
ntré en la habitación, no prendí la luz,
suspiré profundamente, revisé mi bolsillo con desesperación, coloqué todo lo que tomé de él sobre la mesa: monedas, billetes, un envoltorio de chicles, llaves y el dolor, el miedo, la soledad amalgamados en un paquetito blanco, volví a suspirar, con alivio, sin importar la tormenta que comenzaba o el alarido del viento, sin importarme el bramido del cielo y las lágrimas que
Fotografía por Negative Space.
derramaba por mí. Cogí los recuerdos y los aventé al inodoro, junto con tu imagen,
bebí un trago de infeccioso fuego, Volteé la cruz de la pared, sacrifiqué una cucaracha,
con tu sabor dulce que se pudrió hasta amargarme,
renegué una vez más, reí burlonamente y me encomendé a…
También arrojé las ilusiones, las expectativas,
busqué un lugar suave entre los puntos púrpuras,
los errores y las culpas;
estaba listo para seguir muriendo
cuando me sentí ligero, cogí la espina plateada que me miraba con ansiedad, estaba sedienta, ~64~
Sonetos a la deshumanización Antonio Fernández
S
e ha levantado el día obscuro
del vientre encarnado y humano, materia viva, cual samaritano, que busca todo lo bueno y puro; solloza rabia y dolor conjuro bajo tenue luz alzando su mano, ordenando, cual si fuera ufano, toda vida a letargo murmuro, matizando tinieblas en el cielo, convirtiendo al mundo en sombras de llanto fiero y triste anhelo;
solo la memoria de las vértebras
chirriante glosa que todo guía
recordará la luz que revelo bajo silente y lerda pereza ese tiempo oculto en penumbras.
arrastrando merecidas cadenas, como peso de furia y pureza,
II Desolada voz, en triste melodía, del nacido que verborrea, mellada, una sortílega pena desolada
aquellas vidas con fuego en venas que señalan con burlona firmeza, el final diluviano de sus venas.
para el mundo en plena agonía,
III
por tierra y mar, de noche y día,
Hace noches el cuerpo helado
entre nubes ira deteriorada
Ahuyentó, la vida de pútridos,
su voz, nota desencadenada,
y la fuerza de voz sin gemidos,
~65~
sus cuerpos serán, solo “Cincuenta”, que tendrán bárbara orden severa contra todo aquello que prospera, en este mundo que se segmenta.
Fotografía por Staatsarchiv Bremen.
recordando todo lo olvidado;
que sanguinaria muerte ahuyentó
masticando la vida, detestando
a prófugas bocas enardecidas,
tierna verdad, de cuerpos flácidos
para vivir masticado tormento.
en cuales tuvo dientes hendidos tragando la piel de lo recordado; de vacías miradas enrojecidas
Entre banderas alta “Esvástica” fumigadora que en vida afloja, inhumana reforma lunática; fluyente sangre de la “Plaza Roja”
IV
rogando, en llanto, a esta lírica
Surgirán cuerpos en la tormenta,
deshumanización, que nos acoja.
llamando a la paz efímera
se dibujara el oscuro lamento
de los pueblos de la nueva era,
de aquellas vidas enmohecidas,
que arrastra la “Luna Sangrienta” ~66~