Revista Demencia #23: Melomaníaco

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Revista literaria · Año 2 · N° 23 · Septiembre 10 · 2017

~1~ Ilustración por Yesid Flauterus


Revista literaria Demencia Año 2, N° 23 de Septiembre de 2017, es una publicación mensual editada por el equipo editorial de Demencia. Santander de Quilichao, Cauca, Colombia. www.revistademencia.wordpress.com Directora y editora responsable: Daniela Cadavid Libreros. Todos los textos e imágenes usados en esta revista se han usado bajo licencia de los creadores, bajo licencia Creative Commons zero o Creative Commons with attribution. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editora de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Revista Demencia o de los respectivos autores.


SUMARIO

Demencia N° 23 · Septiembre 2017

Contenido textual

Ania Belotti Bea Gurutzarri Carlos Fernando Imbachi Daniela Cadavid Libreros Francisco Barata Guillermo Gonzaga Iván Medina Joselo Marinozzi Manuel Gris Maria Alejandra Jimenez Temotzitlan Santillan Padilla Rusvelt Nivia

Dirección y edición

Daniela Cadavid Libreros

Corrección de estilo Amelia Nyan.

Diseño y diagramación Daniela Cadavid Libreros

“ ...La música es la labor de un espíritu generoso que (con esfuerzo o no)

reúne nuestras fuerzas primitivas y nos las ofrece, no para que las

recobremos: para dejarnos constancia de que allí todavía andan, las pobrecitas, y que yo les hago falta.” Andrés Caicedo, ¡Que viva la música!

28 El jardín del poeta Nuevos poetas que abren de a poco su lienzo hacia el mundo. En esta edición: Ania Belloti y Bea Gurutzarri.

06 La Inmaculada Letras que suenan como la música de las esferas. Por: Joselo Marinozzi y Temotzitlán Santillan.

12 Kaleidoscopic Cats Si la ciencia ficción nos fluyera por nuestro cuerpo al igual que la vida de estos gatos. En esta edición: María Alejandra Jimenez.

22 El Telón de la luna Historias varias de dementes sin remedio. Por: Daniela Cadavid.

38 El juego lúgubre Para los curiosos que andan en ~3~

Portada y Contraportada: Yesid Flauterus busca de nuevo material, o para los despiados critcos de la ciudad. En esta edición: Manuel Gris.

16 La caja oblonga Un mundo donde los cuentos pueden cambiar la realidad que los rodea. En esta edición: Carlos Fernando Imbachi Gamba.

44 En el ínterin Un lugar donde todo tipo de magia puede suceder. En esta edición: Francisco Barata Bausch.

14 Art Brut Un rincón donde el sabio titiritero hace danzar una por una las palabras. En esta edición: Iván Medina.

32 Postales Mensajeros Dementes que viajan entre olas fluorescentes. En esta edición: Guillermo Gonzaga y Rusvelt Nivia.


Colaboradores Ania Belotti. Lima (Perú) Apasionada por la escritura, le inspira recordar bellos paisajes o escuchar un buen jazz. Bea Gurutzarri Vicente. Pamplona (España) 24.4.1969 Nació a los nueve meses. Párvulos, colegio, balonmano, conservatorio, instituto, arte dramático, madre, payasa, madre, cuentista, madre, malabarista de la palabra y en total y por no extenderme, madre a cuatro bandas. Multidisciplinar: lo mismo vale p’a un roto, que p’a un descosío... Carlos Fernando Imbachi Gamba. Santander de Quilichao (Colombia) Escritor de versos y cuentos químicamente alterados. En su tiempo libre dibuja sonrisas, crea sueños, toca el cello y la guitarra y usa bata blanca de científico loco. Tiene un blog propio llamado Tobogán de ideas y escribe para cartas en un sombrero. Daniela Cadavid Libreros. Santander de Quilichao (Colombia) Diseñadora gráfica, editora en jefe de revista Demencia, Telonera de la Luna, poeta y soñadora de tiempo completo. En los ratos libres imagina monstruos en las aceras e inventa imposibilidades. Número de la suerte: 21. Francisco Juan Barata Bausach. Valencia (España) 63 Economista. En el año de la corrupción (2014), le da por empezar a escribir. Escribe por gusto y para demostrar a esta sociedad en la que los empresarios y las instituciones han decidido condenarlo a la jubilación, que no acepta la condena. Ha conseguido 3 primeros premios, un segundo premio y tres terceros premios.

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Guillermo Gonzaga de Jesús. Ciudad de México (México) Poeta y editor (Editorial Tinta sólida). Ha publicado: “Poemas escritos con la lengua” y “Poesía que respira No.10”. Ha sido incluido en antologías poéticas y diversas revistas tanto digitales e impresas. Iván Medina Castro (México)

Joselo Marinozzi (Argentina) Su cuento “Tango fatal” pertenece a su libro “Cuentos Conmigo”.

Manuel Gris. Barcelona (Poble9) 1982 Loco de las palabras y de escribir desde que tiene uso de razón, y sabe que si alguna vez le cortasen los dedos aprendería a usar los de los pies o la nariz con tal de seguir llenando folios y folios. Soñador y amante de la noche y de su inspiración. Y del Suchard. Y de la cerveza. azacel669.wix.com/manuescribe María Alejandra Jiménez, Docente de inglés de profesión y cultivadora del ocio en sus diversas manifestaciones, entre otras, leer con compulsión artículos sobre psicología barata en internet, coleccionar libros sobre personajes afectados con algún tipo de trastorno psicológico, escuchar música de Radiohead y publicar esporádicamente microrrelatos y ensayos (la mayoría de veces basados en música de Radiohead).

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Colaboradores Temoltzin Santillan Padilla. (México) 35 años Estudio Letras Modernas ( Italianas) en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, influencias principales Fernando Pessoa, Leopoldo María Panero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda entre otros; la literatura y poesía son algo fundamental en su vida, cree en la libre creación, importa más el contenido que la forma. Rusvelt Nivia Castellanos (Colombia) Poeta y cuentista de la ciudad musical de Colombia. Es al mérito, Comunicador Social y Periodista. Tiene dos poemarios, una novela supercorta, un libro de ensayos y seis libros de relatos publicados. Es creador del grupo cultural; La literatura del Arte

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El jardin del poeta PoesĂ­a que se esparce sobre el lienzo


“Los pescadores saben que el mar es peligroso y la tormenta, terrible. Pero eso no les impide hacerse a la mar� Vincent Van Gogh 1853- 1890


MENDELSSOHN Bea Gurutzarri Vicente

H

ace no mucho, cuando era Mozart, Salieri un día a la calle y de pronto empecé a sentirme un poco Mahler. Me aposenté en un banco y de un descuido, un Vivaldi que apareció por allí me robó el bolso. Empecé a chillar: ¡Haydn, Haydn!, y pronto apareció un chico que parecía muy Liszt y me ayudó.

Pensé que después me invitaría a cenar o algo, pero dijo que tenía prisa y se fue. Llevándome un Tchaikovski que todavía, pasados los años, recuerdo.

paseo azaroso que coincidió justamente con la Bisset triz de mi vida...

Albeniz hacia mi casa recordé mi fallida y apasionada historia de amor con Berlioz ...hasta que apareció mi madre y dijo: - Schubert ya que hace frío. -

Un sinsentido.

Y allí terminé aquel ~10~

Desde entonces sólo repito entre dientes Beetho ven, Beetho ven...

Mis amigas me preguntan a dónde Bach, y yo les contesto que me paso la noche en Vela (Bartok), totalmente sumida en un Microcosmos.


La Pianista y el Trompetista Ania Belotti

M

anos posadas elevando almas , a agradables armonías. en el piano traslucen En su apacible lozanía. concierto, el público atento , interpreta, Tecleando bellas melodías del trompetista acompañada de y cantante un trompetista, con música jazzista. Louis Amstrong , Estadounidense. El piano de cuerdas percutidas tiene matices Toca aquel suaves y fuertes. instrumento musical, desliza sus hermosos dedos, suenan sinfonías,

Deleitable música sensual , origina delirio en los expectantes. ~11~

Consiguiendo vibrar sus corazones. Radiante presentación artística, acoplada a la trompeta. Finalizan su actuación entre aplausos y algarabía. Alborotada la audiencia reclama ¡otro ! ¡otro!. Complacen al público tocando Un mundo Maravilloso de Louis Amstrong.


La inmaculada

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“…nada me retiene ya, y me complazco en permitirme el furor sagrado, y asaltar insolente a los mortales con la franca confesión de haber hurtado los cálices áureos de los egipcios, para construir con ellos el tabernáculo de mi Dios lejos de los confines de Egipto. “

Johannes. Las armonías del mundo, libro V, Proemio.

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Tango fatal Joselo Marinozzi

S

iguiendo con mis obsesiones, que si las quisiera escribir, necesitaría un ibliorato, se me ocurrió de golpe comenzar a escribir tangos y pensé: Para ser un tanguero de ley, tengo que empezar por el principio así que comencé a bajar tangos de internet y los escuchaba día y noche hasta que consideré suficiente la instrucción y me encaminé hacia el estrellato en el mundo del “tres” por cuatro. Estimé que para ser un verdadero poeta del tango, escribir en la computadora no sería apropiado, así que me aprovisioné con varias resmas de papel A4, sendas biromes y me ~14~

lancé en busca del verso que me posicionara en la cima del mundo “tangueril” porteño. Cantar los tangos que iba a componer no me quitaba el sueño ya que el barba me había dotado con una voz gruesa y arrastrada y un oído agudo y afilado como navaja. El problemita de dicción de la niñez lo tenía controlado. Después de quince días de furtivo uso de la pluma y miles de hojas desparramadas por todos lados, suspiré como quién encuentra algo que había perdido hacía tiempo, separé todas las hojas escritas y dejé en medio del escritorio la preciada composición


que todos aclamarían como “el tango del siglo”

Sin temor al campo santo y a la muerte que me miran desde allá La mujer de mi vida les cuento, es mi vieja, mi mamá

La letra terminada quedó así: La mujer de mi vida me espera en mi casa Pensando en su rostro, me voy a trabajar Sus dedos acarician mi cabeza Y me susurra al oído hasta hacerme dormir La mujer de mi vida me protege sin reproches Sus ojos me miran dormitar Cuando enfermo me quedo en silencio Nunca me reta porque sí Estribillo: Me dirijo a su casa y su silueta puedo imaginar La Cabeza y el corazón no paran de pensar en la mujer De la que están profundamente enamorados La mujer de mi vida, me observa desde su puerta llegar Para juntos comer mortadela, conversar y mates amargos tomar Y a mi última morada quiero llegar

La letra me pareció redonda y ajustada y al leerla me entusiasmaba más y más. Era tiempo de ponerle música y como soy hombre de reconocer mis limitaciones, lo convoqué a mi amigo y gran bandoneonista Toto Balaguer, quien se aprontó lo antes que pudo listo para la misión. En dos noches y tras suculentas costeletas a caballo y vino tinto, el Tango quedó listo para su estreno. Le pedí a Toto si me podía gestionar con el dueño de la tanguería dónde él toca los sábados, un espacio para estrenar el tango, siempre y cuando fuese en el horario central. Al otro día mientras ensayaba el tango, cantando sobre la pista que le grabé a Toto, algo me molestaba, el tango era precioso y sonaba espectacular, pero había algo… Le di vueltas y vueltas hasta que me avivé. Al tango le faltaba calle, le faltaba el espíritu tanguero que ~15~


tanto había oído en las dos semanas que estuve adentrándome en lo profundo de esta música. Le faltaba lunfardo y palabras al revés. Le encaré a Google sin darle demasiadas vueltas al asunto y me bajé más diccionarios en lunfardo, de los que podría leer.

gloria del tango y dijeron mi nombre. El público me aplaudió a rabiar y unos segundos más tardes Toto, mi querido amigo, comenzó con los acordes de la extensa introducción que había compuesto. En cierto momento me da la entrada y arranco.

la atrapante melodía.

A los cuatro o cinco días y después de la ardua traducción al lunfardo, el tango, que ahora si era un verdadero tango, emergió remozado y brillando con su propia luz.

La sofaifa de mi vida me aguanta en el bulín

Al abordar el estribillo vi las caras de asombro que se dirigían hacia Toto y pensé que eran de admiración.

Ahora sí que era un tango de avería, me llamó el Toto para decirme que todo estaba arreglado que a eso de las 12 de la noche me presentaban y que le había dicho el dueño de la tanguería si yo podía cantar un par de tangos más. El sábado, seguro de mi triunfo y posterior despegue al circuito porteño, subí al escenario tras la vivás presentación del maestro de ceremonias que me anunció como la futura

Carburando en su jeta me pianto a yugar Sus espárragos me franelean la aceitosa Chamuya en mis antenas hasta hacerme atorrar La mujer de mi davi me acamala porque sí Sus carozos relojean mi apoliyo Cuando Chacabuco me doque Cayetano Nunca me refila la vianda porque si Cuando empecé la interpretación la gente se quedó muda, estupefacta, debido (pensaba en ese momento) a la profundidad de la letra y ~16~

El temita de mi problema vocal, se agravó levemente y debido a la emoción comencé a arrastrar más que nunca la “gggg” que me sale al pronunciar la erres, pero daba por sentado que adorarían eso.

Cuando enfilo pa´el cotorro y su chasis puedo palpitar La azotea y el bobo no dejan de maquinar en mi pebeta Con la que tienen semejante metejón La percanta de mi davi en la puerta balconea mi arrimar Pa´morfar unas fetas de muerto, chamuyar y entrarle al cimarrón Con esta naifa quisiera terminar en fiambre Sin miedo a la fiambrería, cuando la ñata me venga a ortivar


qué deseaba y al escuchar mi explicación, se sonríe y me dice textualmente:

La mujíca de mi davi es mi javie, mi mamá

contestar pero se retrajo de hacerlo.

Me dio un beso y entró a la tanguería moviendo la cabeza. Cuando me aprestaba a retirarme se me acerca un señor muy bien vestido, me da la mano, se presenta y cándidamente elogia mi actuación, me entrega su tarjeta y me dice Cuando desperté, que si quiero triunfar el Toto me miraba haciendo lo que hago apesadumbrado y ni pero en Buenos Aires, bien vio que estaba que lo llame. Así lo hice consciente, me preguntó y al llegar a su oficina por qué había cambiado golpeé la puerta y al la letra, ¿qué pasó? Inquirí rato apareció. todavía desorientado. No lo había siquiera Un botellazo, solo eso. saludado cuando ¿Cómo se te ocurre irrumpe rápidamente cantar esa porquería y desde adentro una en este lugar tan tradicional? Me reprochó mujer con ambo blanco y tomándolo de un enojado mientras me acompañaba a la puerta. brazo lo dirige al interior nuevamente. Otra ¿Qué? ¿No les Gustó? persona que aparece, Toto me miró como para luego de preguntarme El primer indicio de malestar lo avizoré cuando me dio esa media napolitana en el hombro derecho al terminar el estribillo y no recuerdo si alcancé o no a terminar de pronunciar la palabra mamá del final.

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“Ay este Carlitos, siempre con estas cosas, no le haga caso tiene problemas psiquiátricos, pero es buen muchacho.” Me saludó y cerró la pesada puerta de madera. Al mirar con detenimiento al costado de la misma pude ver la placa que rezaba: “Clínica Psiquiátrica.” Me rasqué la frente mientras repetía mentalmente: “psiquiátrica…”, “psiquiátrica…”. Le pregunté a alguien qué pasaba, qué podía tomar para ir a la facultad de medicina. Enderecé decidido y con paso canyengue enfilé a anotarme en la que pasaría a ser, por un tiempo, mi nueva obsesión.


Foto por Peter Lloyd

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D

esde una colina llena de rabia,

otros solo son patrañas disfrazadas de oscuridad,

lejos de las miradas vacías,

agrios como el peor vino

de las envidias; Se encuentra un pobre diablo; escucha al degradante coro Que entona, los lamentos y juicios provenientes de la bajeza humana; Decadente música;

escritos por falsos bardos; Que lejos quedo el tiempo En que dio brillo a la pluma de Dante o J. Wolfgang; Ahí entre el melódico sonido del trueno Y el ruido profano de la “humanidad” Se encuentra un pobre diablo,

El Rock agoniza en la boca ajado por el toque de la frivolidad; de Ometeotl, Ya no es hermoso,

ocultando su desasosiego,

Que tratan de cubrir Los estruendos de las bombas, el poder y fanatismo Los sollozos y lamentos de la tierra; Suspira por una existencia llena de errores, un diablo que daría todo por un instante para sumergirse en esos claros ojos, extraviarse en esos finos labios, un pobre diablo embriagado de lujuria, un diablo arrepentido y enamorado

Que lejos están los tiempos

que implora por un poco intentando revivir el sentir de razón. por todo;

En que susurro en el oído de Paganini y Tartini.

un diablo aletargado por los efectos del desamor,

Ya no hay sonatas ni réquiems,

esa pócima casi maldita que eclipsa la belleza universal,

Solo fastidioso ruido; Sentado sobre una piedra ancestral, lee versos sin sentido, llenos de amargura, de dolor,

un diablo que cada noche intenta apagar las estrellas, que toca su violín lleno de melancólicas notas, ~19~

Temotzitlan Santillan


Kaleidoscopic Cats Donde la realidad y la imaginaciรณn se vuelven arte

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MANERAS EPISTOLARES DE LIDIAR CON UNA PÉRDIDA María Alejandra Jimenéz

Q

ué pasó, Chris? Te veías tan bien. Se despierta uno un día como hoy y ve en el newsfeed de Facebook que estás muerto. Que te encontraron en el baño de un hotel con una cinta roja de hacer ejercicio en el cuello. Anoche cantaste una versión especial de Slaves and Bulldozers… una canción sobre… ¿La industria de la música? ¿La trampa de la droga? ¿Alienación personal? No sé, Chris, si lo miras, las letras de las canciones pueden tener el significado que a uno le dé la gana. Letras definitivas, retrospectivas: “Todo lo que he dicho es en serio” “Todo lo que he sostenido lo he liberado” “Todo lo que he mostrado es lo que he sentido” ¿Qué era eso, Chris? ¿Qué tenía que ver eso con los estribillos de In my time of Dying, de Led Zeppelin, que insertaste al final? ¿Cómo no nos dimos cuenta? te estabas despidiendo. Ahora los olvidos de tus letras y al

arrastre de tu lengua al cantar que tus fans daban por sentado como una secuela de cualquier cantante ex adicto a las drogas, tú sabes, cosas que pasan en cualquier concierto de rock veterano, serán leídas como un grito de ayuda. ¿Sí será que tus gritos eran metafóricos? ¿No son gritos primales casi todas tus canciones? Ah, sí, ahora entendemos —o creemos entender—. ¿Cómo no lo vimos antes? “Black Hole Sun” “The Day I Tried to Live” “Fell On Black Days” … Hasta hiciste una banda tributo a Andrew Wood, tu amigo de Mother Love Bone, muerto de sobredosis como Shannon Hoon, como Kristen Pfaff, como casi todos los demás. Sobredosis, alcohol, suicidio: gajes del oficio en los noventa. A lo largo de los años, los dioses del grunge seguían despojándose de sus investiduras terrenales: Kurt, Layne, Scott. Pero Eddie sigue aquí, tú seguías aquí. Hasta dijiste en una entrevista ~22~


que no considerabas el suicidio de Cobain una maniobra profesional. Que era morboso escudriñar las letras de un músico cuando muere. ¿Qué quieres que hagamos Chris, cuando sacas una canción tan diciente como “Say Hello to Heaven” que muchos utilizaremos para homenajearte un día como hoy? Esas son las bellas ironías del arte. El artista nunca es autorreferencial en las entrevistas, porque reconocerlo en público es signo de vulnerabilidad. Sin embargo, cuando mueren, ¿Qué más da? Lo tuyo no lo esperábamos. Te habíamos visto lanzar canciones como Carry On y hacer versiones de Redemption Song, así que supusimos que tu mente había abandonado la depresiva oscuridad noventera. Te habías casado dos veces, tenías tres hijos, todo iba bien. ¿Quién

iba a pensar que detrás de una sonrisa como la tuya se escondía el deseo de acabar con todo? ¿Ahorcándote en el baño de un hotel, Chris? Te concedo que morir carece en absoluto de decoro y si acaso dignidad…pero… ¿A estas alturas del partido? Chris, tenías cincuenta y dos años, tus veintisiete pasaron hace rato. ¿No se te hace un poco tardío tu ingreso al club suicida del rock? ¿Tenías razones, Chris? ¿O se trata de una conspiración illuminati, un asesinato encubierto, hecho pasar por muerte glamorosa del rock? ¿Se trata acaso tu muerte de un colofón predecible, el típico desenlace escudriñado hasta el cansancio por tus fans, buscando en las letras sombrías de tus canciones rastros de la carta suicida que dejas detrás? ¿Una versión modernizada del mito del “sujeto

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se-respete-ha-tenido-su-mini-crisisexistencial. No le dimos importancia. Que fuiste adicto a las drogas duras desde los catorce hasta los dieciséis y luego tu agorafobia te obligó a encerrarte por dos años, porque no querías hablar con nadie ni que te tentaran a consumir más. Luego apareció el grunge y canalizaste toda la ansiedad y la rabia en tu prodigiosa voz de cuatro octavas.

demasiado hermoso para este mundo, abrumado y finalmente asesinado por sus demonios personales”? ¿Una manera de cerrar con broche de oro una carrera legendaria con un final digno de la oscuridad de una estrella de Rock? ¿Un aviso de advertencia contra la industria farmacéutica de los ansiolíticos y antidepresivos? ¿O era que le debías dinero a un dealer y se aprovecharon del cliché de una profesión como la tuya? Ahora sabemos que luchabas contra la depresión y el alcohol, lo mencionabas cándidamente y de pasón en las entrevistas porque todo-cantante-que-

Tu esposa dijo que no, no había signos de depresión en ti. Que estabas emocionado con tu última –literalmente– gira. Hoy sale a decir que tenías una prescripción de Ativan. ¿Si todo iba tan bien, qué carajo hacías tomando benzodiazepinas? No me extraña: en una entrevista vieja dejaste ver cómo en los noventa eras el único miembro responsable de la banda, el tipo que se aseguraba de hacer las cosas bien. Siempre puntual, siempre responsable, pero con una resaca encima. Bebías y mucho. Un día cualquiera llamas desde la clínica de rehabilitación para cancelar una gira y te vuelves abstemio, ya ni cigarrillos. Quince años limpio. Yo entiendo, Chris. Nunca se sale del todo del círculo vicioso de las adicciones: somos perros de Pavlov buscando el siguiente estímulo, la muleta que llevará a nuestro endeble sistema emocional al día siguiente. Te encuentras a ti mismo bebiendo media botella de vodka diaria, vas a rehabilitación y la cambias por pastillita y media de Diazepam. No puedes dormir y ~24~


te zampas una caja de Xanax a la semana. Si eres un junkie, de Heroína pasas a Metadona. Otros encuentran sucedáneos menos literales, más suaves. Algunos, afortunados, logran agarrarse de la falda de Dios. El perro negro siempre está ahí, sin embargo, acechando, esperando el momento justo para salir al encuentro de nuevo. Sonríes, te ves California pero te sientes Minnesota, como decías en tu canción Outshined. Aprendes a mostrar los dientes y reservar la tristeza sólo para afilar esos desgarradores alaridos de tus canciones. Un día te ves incrementando la dosis prescrita porque el efecto ya no es el mismo o no sientes nada y es una nada diferente al alivio catatónico buscado en la medicación. Una nada hueca, envolvente, asfixiante. Vas subiéndole a la vaina y se te ocurren soluciones pragmáticas a la situación. ¿Qué es más pragmático que el suicidio?

canción My Wave, la importancia de hacer con tu vida lo que te dé la gana. Pero también dijiste en su momento, cuando murió tu amigo Andrew, que pasaste años sin escuchar las letras de sus canciones porque a través de ellas podía leerse una historia. Según tú, en el repertorio de un artista había “este elemento de encontrar un personaje en sus canciones, un desafío que volvía a ese artista más cercano a ti, una suerte de naturaleza desesperada en esa persona.” Una historia, imaginamos, dolorosa. La misma que tus fans leemos hoy.

No lo hubieras hecho, Chris. La vida es linda, la muerte no tanto. No te hubieras convertido en otro caído más, una suerte de Richard Cory del Rock, una manera de morir que creíamos obsoleta porque necesitábamos convencernos de que esas batallas se pueden ganar, que la adicción —una depresión enmascarada— se puede vencer. Que ya no es necesario pagar el precio de los excesos y la muerte para poder validar la poesía de un mensaje. Lo sé: no es necesario buscar mensajes ni justificaciones y quizá no las querías. Anoche enfatizaste, al cantar tu ~25~


S

abes hacia dĂłnde voy? ÂżMe conoces? Vivo tras el alfeizar de la luna radiante y cada noche rescato un fragmento de su luz para dibujar atardeceres.


el telon de la luna


Radiografía en 7 letras

S

i me preguntaran qué tanto me satisface dar críticas sobre algo, seguro respondería con un: es lo que menos me interesa hacer en esta o en otra vida, pero eso no aleja el hecho de que todos los días generamos críticas descuidadas y muchas veces ligeramente fundamentadas. Las críticas no son lo

mío, no formales ni puestas en blogs o periódicos, prefiero las recomendaciones. Es más sencillo decirle a alguien lo que te gusta y dejar a su criterio por qué debería o no verlo, leerlo o escucharlo. Y por eso estoy aquí, con mi café, un par de turrones y el sonido de Little Jesus de fondo dispuesta a darles mis recomendaciones musicales. ~28~

Podría darles un sinfín de bandas sonoras que han acompañado la playlist de mi vida, pero les aburriría en un mar de géneros musicales y bandas (en algunos casos poco llamativas). Por lo tanto, prefiero resumir mi selección en 7 grupos musicales, como los 7 pecados capitales o los 7 de la suerte; 7 recuerdos auditivos que permanecerán en mi lista


Daniela Cadavid Libreros

indefinidamente, y que se alejan por lo pronto de las habituales canciones de la radio, a pesar de que la canción de The Cure que escucho en estos momentos, podría encabezar cualquier lista. Comencemos: Sin un orden definido en mi memoria aparece Mathias Malzieu en su banda llamada Dyonisos, la cual tal vez conozcan a

través de los libros de este cantante/escritor lleno de plumas y letras poéticas. Formada en el 1993 en Francia, este grupo de rock envuelve para mí noches de escritura, buen café y uno que otro vino achocolatado. Deben escucharlo por dos razones: la primera, la letra de cada canción tiene algún dulce o amargor poético que te hace pedir más y te ~29~

envuelve en una historia que empieza a escribirse, la segunda el dinamismo y la sutileza con la que se desenvuelve cada canción generan magia. Lo pondría de fondo musical para mis noches. Este pequeño recuerdo musical me envía de cara al siguiente que sin pensarlo se cuela por mi oído derecho, Iyeoka Okoawo la cantante/


poeta/activista/educadora nigeriana que en sus canciones despliega un centenar de emociones, nos enfrenta al mundo, a nosotros mismos y nos reta a generar un cambio frente aquello que nos molesta. Cada verso tiene la fuerza suficiente para derrumbar muros, lástima que sea tan poco lo que puede encontrarse sobre ella. Luego pienso en una canción que me inspiró a realizar un cortometraje y que por obra del destino todas las escenas que grabé se borraron de la faz de la Tierra, y que hace un par de años fue banda sonora de una gran cantidad de series británicas. Así viene a mi mente Daughter, esta banda de Indie Folk relativamente nueva formada en Londres que en días de lluvia puedo repetir dos mil veces sus canciones y reflejarme por momentos en sus letras. ¿Por qué escucharlos? Bueno, si les gusta la música triste bajo la lluvia, ésta puede ser una opción interesante.

Nos aproximamos a la mitad de la playlist y en silencio pienso que, aunque haga el esfuerzo no puedo desahuciar de mi lista las letras de Sabina, Fito y Calamaro, los tres en un solo golpe. ¿Por qué? Se preguntarán algunos, y es que para mí significan demasiados momentos, demasiadas letras en sus voces que me seguirán hasta el fin de mis días en diferentes ciudades. Con una voz un poco más de antaño y envuelta en imágenes a blanco y negro concentro dos voces más en una sola recomendación: Chávela Vargas y José Alfredo Jiménez. Ambos mexicanos, ambos íconos de un país que sonaron y sonarán en las cantinas, se unen a la lista con el fin de recordarnos cuánto pueden doler las palabras con solo pronunciarlas. En un escalón antes del último nombraré a J-AX, el rapero italiano que estuvo entre un grupo y otro y con el paso de los años resolvió hacer algo un poco más suyo. ¿Por ~30~

qué escucharle? Bueno, a mi parecer hay mucho que aprenderle al rap en estructura y creación, y este hombre al igual que otros raperos logra conectar listas de palabras en composiciones que responden a temas bastante sólidos. Para cerrar pongo dos nombres Mercedes Sosa y Silvio Rodríguez que se decantan por canciones de protesta que responden a una época en donde la voz era silenciada y no había otra manifestación con la que hacerse escuchar de forma masiva. Ahora bueno, están las redes sociales e internet, aunque se usen a favor y en contra, como el arte mismo. Escúchenla por el placer de descubrir lo que olvidamos, lo que creemos y lo que somos.


~31~



El juego lugubre


Cuando sentí que me miraron las nubes Manuel Gris

N

oto un frío extraño en mis piernas y manos que sube a través de mi cabello y acaba en mi frente, que sangra y no parece que tenga pensado darme un puto respiro. Es lo que pasa cuando te emocionas tanto que casi parece que no seas tú el que dirige tu cuerpo, sino algún maldito Gepetto hasta el culo de ácido. Miro al cielo, donde las nubes amenazan lluvia, y cierro los ojos tratando de ahuyentar el dolor que me ha pillado cariño. Y trato de recomponer el pasado para adivinar qué pasará en el futuro. Todos, en algún momento de nuestras vidas, somos conscientes de que el siguiente paso va a llevarnos al lugar que llevamos años soñando alcanzar. A veces es hacia una cita romántica/sexual, otros en dirección a una película, después están las bodas, funerales, graduaciones, pero el mío fue exactamente hace 37 horas; y estoy seguro de ello porque miré el reloj en cuanto lo di, igual que he hecho hace unos minutos.

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- ¿Preparado? -le pregunté a Jon, el amigo con el que había llegado hasta aquí después de tantos años de planificación que casi parecía una puta eternidad. - Vamos, joder… Y dimos el paso, y entramos en el Wacken, el mayor festival de música metal del mundo. ¡Lo habíamos logrado!, ¡joder! Tras tantos planes y promesas y ahorrar como chinos acabábamos de entrar en el recinto con nuestras pulseras y toneladas de ganas de descubrir y disfrutar de 200 grupos diferentes en 6 escenarios distintos. - ¡Hecho! -le dije tras el paso y el cacheo de rigor de un enorme negro con las manos del tamaño de mi cabeza. - ¡Vamooooooos, jodeeeeeeeeer! Como bebés a los que dejan sueltos en una piscina de bolas recubiertas de chocolate nuestros pasos no tenían razón ni sentido, solamente buscaban un lugar donde quedarse quietos y oír la primera banda que se nos pusiera delante. Y en lugar de un escenario, apareció una barra. Como todo el mundo sabe, y si no es así aquí estoy para confirmarlo, una de las cosas que mejor le queda a una actuación en directo, sobre todo de un telonero desconocido o una banda que le cuesta arrancar, es una enorme y fría jarra de cerveza (a poder ser alemana), y como buenos fans que éramos no pudimos detener nuestra sed ante un

precio tan cómico que casi parecía que los organizadores buscaban tenernos a todos ebrios antes que, simplemente, refrescarnos. - ¿Otra? -me preguntó en algún momento mi compañero mientras de un trago terminaba la mitad del vaso que acababa de pedirme. - ¿Por qué no? -pues porque ya estabas borracho, imbécil. Pero en fin, una de las cosas más bonitas del pasado es que no se puede cambiar y que, irremediablemente, podemos verlo reflejado en cada arruga de nuestra cara. Y de esta pregunta/afirmación puedo asegurar que va a salir una muy muy grande. Como del tamaño de mi frente. ~35~


Con el sol de cara y una nubes lejanas que anunciaban cosas maravillosamente húmedas, me encontré completamente solo entre una multitud tan descontrolada como un servidor, y decidí que solo los valientes (o en este caso los borrachos como cubas que no entienden qué pasa a su alrededor) podían lograr la gloria y que, de todos modos, seguro que entre las ciento cincuenta mil personas que me rodeaban acabaría encontrando a mi amigo en algún momento. Entonces mis ojos se estrellaron en una carpa del tamaño de una plaza de toros, y en su interior, encontré dos escenarios gemelos y oscuros tapados por unas lonas que rezaban Wacken est. 1990, y que me parecieron el lugar perfecto para descansar y rezar para que mi soledad pronto muriera. Además había una barra a mi derecha completamente vacía, y allá, como un becerro, que fui. El escenario de la derecha dejó escapar en sonido de una guitarra aclarándose la voz, distorsionada a más no poder, justo en el momento en que daba el primer trago de mi nueva cerveza. Debería haber sido una señal de aviso, algo así como el susurro del viento gritándome que escapara de allí, que no estaba preparado, looooooooser incluso podría haber apuntillado, pero la sordera etílica es tan efectiva como puede serlo la ceguera por amor, y cuando cayó definitivamente el telón y la banda de turno comenzó a castigar a partes iguales nuestros cerebros y sus

instrumentos me bebí, una vez más, de un trago la cerveza y al centro de donde estaba el público que fui. Recuerdo que di algún pisotón y codazo sin querer, llevado solamente por las ganas de llegar a primera fila y levantar mi puño al son del primer estribillo sencillo y potente que mi cabeza pudiera imitar una vez oído, pero de todos es sabido que la suerte solamente puede sonreírnos dos veces seguidas cada minuto, y como la estaba forzando a llegar a las cinco ocasiones, esta, lógicamente, se cansó y me lanzó a los brazos de la suerte que, igual que yo, debía estar hasta las cejas y poco atenta al trabajo que tendría que estar llevando a cabo. Primero recibió mi nuca lo que me pareció un puñetazo y, sin darme tiempo a girarme y devolverlo, una bota de puntera de hierro (la reconocí porque ya había recibido alguna vez una de esas) encontró mi espinilla para, al segundo, acertar de pleno en mi costado cuando caí de rodillas. Este último golpe me dejó sin aliento y totalmente desorientado, además de tonto perdido porque comencé a gatear en la dirección que primero encontré con la suerte de que esta acababa en la tranquilidad de los que no bailan dentro de un pit. En este pequeño oasis que encontré pude volver a respirar, aunque al parecer la suerte no había acabado conmigo, y alguien me agarró de los sobacos y me levanto por encima de su cabeza ~36~


colocándome sobre un mar de gente que me llevaba, como un maniquí roto, que era en esencia así, hasta el escenario. Las manos que se habían convertido en las dueñas de mi cuerpo pellizcaban, golpeaba, tiraban y guiaban lo que quedaba de mí, hasta que finalmente alguien me agarró, uno de seguridad por el olor a colonia fresca que desprendía, y me dejó libre en un pasillo envuelto de gritos y música. Traté de llegar a una pequeña luz que había al final de aquel ruidoso camino hacia la normalidad y, al llegar a ella, descubrí que me encontraba fuera de la carpa y, olvidando la poca fuerza que

me quedaba en las piernas, caí rendido al suelo golpeándome la cabeza con una roca que se había camuflado perfectamente entre un montón de hierbajos. Me di la vuelta, alejando de mi frente a la piedra, y me perdí entre las nubes y, bueno, aquí estoy: herido, apalizado, borracho, sordo pero, de un modo extraño y sincero, completamente en paz y agradecido por estar desorientado dentro de uno de los pocos paraísos que deben quedar en este podrido mundo: un festival multitudinario de música. ~37~


Fragmento de “La Caja Oblonga” de Edgar Allan Poe

“He dicho que la caja en cuestión era oblonga. Tendría unos seis pies de largo por dos y medio de ancho. La observé atentamente, y además me gusta ser preciso. Ahora bien, su forma era peculiar y, tan pronto la hube contemplado en detalle, me felicité por lo acertado de mis conjeturas... A juzgar por su forma, sólo podía servir para guardar una copia de La última cena de Leonardo; no ignoraba, además, que una copia de esa pintura, ejecutada en Florencia por Rubini el joven, había estado cierto tiempo en posesión de Nicolino. “

La caja Oblonga Donde los cuentos cambian la realidad que nos rodea

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~39~


El arte y una guerra Carlos Fernando Imbachi

A

el pequeño grupo metal y de madera. l inicio solo empezó su labor. Un gran había silencio, Es así como empieza estruendo sorprendió ese que es frío una orquesta su acto. al bando mayor, que se debido a la El público se encuentra concentración con tintes perplejo, esperando ser de ansiedad, ese que realmente impresionados, precede a la guerra. La ... De repente, y justo antes para una boleta tan batalla no empezaba de que la luz alcanzara a costosa, tenían que hasta que la luz salir de ahí amando iluminar todo el lugar, el apareciera entre la música – y la vida pequeño grupo empezó su los dos bandos, – como si no hubiera y mientras uno labor. Un gran estruendo un mañana. estaba tranquilo sorprendió al bando mayor, por su posición, el Apareció un que se sometía ante las otro quería salir a hombre alto y acciones de los otros, que darlo todo, finalmente ahora eran dueños del lugar distinguido entre una batalla de 30 los músicos, que al con sus armas ... personas contra 50 mil es mover la batuta decidía bien desventajosa. cómo debía sonar cada sometía ante las De repente, y justo antes acciones de los otros, que melodía, los músicos se encontraban a su de que la luz alcanzara ahora eran dueños del voluntad y su tempo. a iluminar todo el lugar, lugar con sus armas de ~40~


El primero en levantarse fue un joven que entre sus temblorosas manos llevaba el clarinete, e interpretó un solo de forma tal, que los espectadores contuvieron la respiración. Y tras unos segundos, se unió al unísono con los demás instrumentos de viento. El director pidió un crescendo, y señaló una tierna anciana, que en medio de todos frotaba su arco contra el violín, con la suavidad que una madre acaricia a sus hijos, pero con la intensidad que sonaba hasta fuera del teatro. Todos debían estar bien atentos, fuera a la interpretación en las manos prodigiosas del pianista, que movía los dedos con mucha agilidad, o del barítono y el corno francés, que se animaron a hacer un dueto perfecto. El trombón y el contrabajo eran la base de la pieza, y casi inadvertidos tocaban a todo dar esas notas graves que se meten entre los huesos. Trompetas, trombones,

violas y arpas no podían faltar, y se metían entre melodías como lo hace una ardilla entre los árboles, que aunque no se vea bien, se sabe que ahí está. Bastaron 25 minutos para que acabaran el primer movimiento de la obra, el público se hacía el difícil, y con su silencio hicieron saber a los músicos que tenían que exigirse más si querían ganarse su aplauso. De nuevo, el director levantó las manos, y en completa armonía sonaron todos los instrumentos en el escenario, los pobres muchachos encargados de la percusión corrían de un lado a otro, alternándose unos a otros los instrumentos que tenían atrás. Las gotas de sudor debían caer al piso, o podían estropear el sonido y los instrumentos si los mojaban. La luz fue disminuyendo su brillo, y apareció un solo reflector, sobre el cellista más veterano de todos. Los bajos de ese instrumento hacían que el ~41~

piso vibrara con sus notas. Un bebé que gritaba entre el público, fue arrullado por esa melodía mágica, y no podía ser menos, pues nadie dominaba esa técnica de legato que él ejecutaba e ese instante. El silencio en el público era terrorífico, y además de los instrumentos, lo único que sonaba eran las hojas cargadas de partituras al ser cambiadas por las que venían detrás. El director hizo su nuevo movimiento, y al encenderse de nuevo todas las luces, aparecieron en las escaleras del teatro hermosas mujeres y apuestos caballeros, que unieron sus voces a las melodías que tocaban músicos instrumentales en tarima. Era el clímax de la guerra, donde rugían las maderas, los vientos, la percusión y las voces delegadas de la guerra, cada bando quería mostrar cuán importantes era en la pieza, hacerse notar, y enamorar cuanto individuo perdido en


Foto superior por Zach Doty, foto a la izquierda por Arindam Mahanta

las notas pudieran, que en total ya sumaban 50 miembros. Las notas parecían mezclarse con la luz y el aire y dar colores y aromas diferentes al teatro. Y se acercaba el momento del final. Hasta los roedores que se escondían entre las tuberías se detuvieron ante tal espectáculo. Las semicorcheas predominaron las partituras, y se encargaron de acelerar el ritmo y los movimientos de los músicos. La concentración era vital, cualquier nota mal tocada

podía significar el fracaso de la presentación. Hasta que el director dejó caer sus mansos y después de la intensidad de esos sonidos, dominó de nuevo el silencio en el recinto. El pulso de la multitud volvió a la normalidad, la respiración se normalizó para los músicos, y tras un breve silencio, el alma de todos regresó a su cuerpo, fue cuando los espectadores entendieron que hacía un momento había terminado la presentación. Con lo que se levantaron como si se ~42~

leyeran la mente unos a otros e hicieron vibrar el lugar con un sonoro aplauso. En el rostro de los artistas apareció una sonrisa, la del placer de hacer bien su trabajo, la alegría de elevar su alma al nivel que solo la música tocada con pasión puede lograr. Después de uno o dos minutos, se levantaron de sus puestos y se despidieron del público. La música fue el catalizador de la alegría, y una noche más, dominó el lugar.


~43~



En el interin


Los Stones Francisco Barata Bausch

~46~


L

a joven era racial, salvaje su belleza. ¡Qué cuerpo!, vaqueros por piel, marcando sensaciones placenteras, camiseta que ofrenda hermosos senos, botas de guerra con puntera de hierro. Apareció en la “disco”, se lanzó a la pista porque en ese momento los oyó. Bailaba furiosa, su melena azabache chispeaba, repartiendo su vitalidad por toda la “disco”. Porque rugían los Stones y sonaba “Start Me Up”. Una latina sensual se acercó contoneándose, unieron pubis, frotándose con lascivia. Saltaban chispas entre las dos tías, irrefrenables deseos entre los que embelesados mirábamos con cara de tontos, a las dos tías tan sensuales. Una, azabache frenesí, la otra con formas más turgentes, sus pechos pugnando por abandonar la camisa, botones que sufrían demasiada presión. Un hortera, siempre los hay, y mujeres que

discotequero, sacando acero se abalanzó sobre la morenita.

los jalean, debía creerse guapo, o quizás se lo dijo su madre, quiso unirse a las chavalas, ya convertidas en una por la sincronía de sus movimientos. El que se invitó sobraba, las tías pasaban de mamelucos. Encontró un codazo de la morena. Él respondió, sin proporción, con un puñetazo sañudo al estómago. Ella, muchos ovarios para niña tan joven, le devolvió un patadón en los cojones, botas de guerra, tumbando al gilipolla, y para que se acuerde de ellas, recibe de la latina otra patada, van dos, en la boca saltándole marfil. Los seguratas lo levantaron, pero antes de controlarlo, él, ridiculizado por las dos niñas, alevoso, machito ~47~

Me sentí propulsado, sin utilizar la cabeza, solo el corazón y me interpuse, sentí algo frio entrando en mi cuerpo, el cabrón quedó perplejo, pero el mal ya estaba hecho donde él no quería. Los armarios, esta vez sí, le redujeron con la violencia que merecía, pero su navaja se enamoró de mi estómago, la sangre abundaba. Un sudor frío me empapaba la frente, y un sentir caliente resbalaba por mi pantalón. Advertí las manos de las macizas que cogiéndome casi en volandas, me llevaron a un sofá. Sangrando, como un cerdo en su matanza, escuché voces celestes que pedían un médico, ─ ¡se muere!─, decían mientras sonaban furibundos, como rindiéndome homenaje, Stones, “Start Me Up”, delirando, dolorido, perdí el sentido… o me sentí perdido tan cerca de aquellas bellezas.


Art Brut “El arte se dirige a la mente, y no a los ojos. Siempre ha sido considerada de esta manera por pueblos primitivos, y ellos tienen razón. El arte es un idioma, el instrumento del conocimiento, el instrumento de la comunicación”

Jean Dubuffet

pintor y escultor francés

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Con la disposición de amar Iván Medina Castro

L

legué por la tarde a la terminal Mucha, bajé del vagón y caminé por el andén con temor. La estación estaba desolada, y las luces de los pasillos actuaban con intermitencia. Me habían advertido del desencanto de la zona poniente de la ciudad pero eso no me detuvo, uno va a donde está destinado a ir. Salí de Mucha y tomé dirección a la galería Tina Keng para apreciar el trabajo del artista plástico Wu Chi-tsung. A las puertas de la galería, me quedé a observar la arquitectura del edifico fascinado con la vibrante fuerza de los ornamentos e imágenes de poderosas deidades, legendarios héroes y míticos animales proveedores de bienhechora fortuna. A pasos de ingresar a la

exposición, individualicé a una chica, y lo hice porque a diferencia de las demás personas que

pasaban por un momento y desaparecían, ella caminaba como si flotara sobre la acera opuesta. La mujer se veía retadora: camiseta blanca ajustada, corte de cabello parecido a una taza de pudding, botas militares y chaqueta negra de cuero con un estampado en la espalda; “Blitzkrieg bop”. No entendí la razón pero ~49~

crucé impaciente la calle sin siquiera observar el flujo vehicular, en eso, ella volteó para mirarme. Los ojos de ambos se encontraron, ella esquivó mi mirada y yo regresé la vista sobre mis pasos. En cuestión de segundos miramos lo que somos y lo que seríamos. Cuando decidí volver a verla ella ya había desaparecido de mi campo visual. Desilusionado por mi torpeza, me senté en las escalinatas de la galería e intrigado reconocí que tenía que conocerla. Ignoré la exposición y decidí regresar a la residencia, pero antes, pasé a la biblioteca municipal para escuchar un par de piezas de los Ramones. I wanna be sedated me indujo en un sueño profundo en donde la desconocida y yo nos atascábamos de


acercamiento, mi timidez me volvió a inmovilizar Ba-ba-bam.ba-ba-bael tiempo suficiente para ba-bamp-ba I wanna que cuando reaccioné, la be sedated chica se había evaporado entre la multitud Ba-ba-bam.ba-ba-baexpectante en una ba-bamp-ba I wanna justa de artes marciales. be sedated Regresé frustrado a la Al día siguiente, sentado galería pero ya habían en el mismo lugar de ayer, cerrado. De vuelta en la esperé a que ella pasara residencia dos artistas del mientras fantaseaba con Congo fumaban hierba, el mejor diálogo a utilizar. me acerqué a ellos y di Infinidad de frases volaron un par de aspiradas. Ya por los aires a la espera en mi habitación, me de ser dichas pero decidí coloqué los audífonos y eliminar lo innecesario de escuché a todo volumen mi mente y enfocarme Now I wanna sniff some en lo sustancial, el glue hasta quedar acercamiento; veloz dormido. En mis sueños y sorpresivo. En eso, la desconocida apareció, ella apareció, la podía e imaginé el aporreo de ver andar con su paso nuestros cuerpos que levitante al ritmo del gravitaban conforme tráfico de la tarde, con al estridente compás la misma vestimenta del marcado por los cuatro día pasado, pero esta vez cuartos de algún grupo con unos pantalones de japonés de anarco-punk. mezclilla desgarrados Now I wanna sniff que dejaban al aire la some glue Now I wanna pompa izquierda y en have somethin´to do ella un tatuaje con unos caracteres orientales. Al amanecer, volví a Ella sabía la razón por la galería para que al la que yo estaba allí, término de la exposición, pues fue ella quien sentado en las escalinatas, inició con las miradas ella hiciera su aparición furtivas. Sin embargo, a como de costumbre. La pesar de la invitación al algunos opiáceos.

~50~

galería estaba cerrada y ella no se presentó. Después de semejante despropósito, anduve sin dirección por un camino esparcido de cajones de madera apolillados hasta dar a un puente de bambú que desembocó a la calle Huaxi, de frente a un garito llamado “Snake Alley” donde pululaban toda clase de profetas del porvenir, de pronto, como invocada por el inconsciente, apareció una sibila, sujetó mi mano y súbita empezó a proferir vaticinios. Me quedé mirándola sin prestar importancia a lo que decía. Saqué del morral una botella de alcohol de arroz, obsequio de un artista filipino, y por un momento olvidé en donde estaba. Sorbí un largo trago directo de la botella y salí de allí mientras la vidente seguía desglosando mi futuro. Tomé por un sendero atractivo que se abría paso a través de las vías del tren y vadeé las tuberías que arrojan las aguas negras de la ciudad al mar hasta llegar a un callejón. Eran apenas las


cinco de la tarde, el sol brillaba sobre mi rostro y por un momento me cegó. – ¡Mierda! – Di un salto atrás todo agitado y tembloroso. Me topé con tres asiáticos pistola en mano que sometían a un anglosajón. No supe en el momento qué hacer, sólo permanecí ahí. El asiático uno le dijo al anglosajón: “Aquí te traigo un mensaje”. El asiático dos sacó de un portafolio una notebook y la activó: “Tienes cinco horas para dejar la pinche isla”. Traté de tranquilizarme y di un vistazo a las armas de aquellos rufianes: dos berettas y una metralleta, además, vi el rostro azulado del anglosajón que observaba la pistola sin parpadear con un único ojo, pues el otro lucía semicerrado con una gran magulladura violácea alrededor. Hasta los labios se le habían puesto lívidos. De la nada, el asiático tres disparó al aire y el anglosajón salió de prisa, al ritmo del aire. ¡Puta! ¿Ahora qué hago? Miré anhelante hacia todas partes por lo menos cuatro veces para

el contorno de unos pechos. Una vez que la silueta cedía ante la luz reflejada por el mar, pude apreciar la curva del cuello, el vaho de su -No intentes ninguna profunda respiración, pendejada –dijo el la boca semiabierta asiático dos y me apuntó. y la negra cabellera desplegada al aire. Mi -¿Qué chingados está corazón se constriñó pasando? –grité. mientras reconocía a la El asiático tres por primera chica portando la misma vez habló y dijo a los chaqueta de cuero con demás: “el forastero está el logo en la espalda que más frío que la muerte, con un par de pinturas en vámonos a la chingada”. aerosol grafitiaba unos El asiático dos se soltó ideogramas en color rojo a reír y cabeceó con y arriba de ellos, en color aprobación. Enfundó su negro, la “A” circulada en pistola y los tres, sosiegos, un estilo vanguardista. se subieron a un auto En eso, a lo lejos escuché negro Mercedes Benz. acordes de pinhead que servían como fondo Recuperado del susto, musical a las ilusiones que busqué protección en en ese momento forjaba. las transitadas calles. Durante mi aproximación, Caminé empujado recordé los vaticinios de por el viento frío hasta la vidente y solté una disminuir mi paso una carcajada. Era el mejor vez que di a una calle momento para conocerla; con establecimientos, ¡Hey, ho, let´s go! reconocí la zona y me dirigí a la galería para Gabba gabba we accept tomar un camión y you, we accept you one regresar a la residencia. of us! Me senté en el paradero Gabba gabba we accept y mientras esperaba el colectivo, a la distancia vi you, we accept you one una silueta que resaltaba of us! encontrar la mejor ruta para escabullirme pero era imposible hacerlo. No había para donde correr en ese atolladero.

~51~


Postales



La composición del guitarrista Rusvelt Nivia Castellanos

E

l músico se sentó sobre un escaño de metal. Estaba en el parque de Livinio. Reposó su cuerpo delgado allí, por placer. Una vez sosiego, se puso a elevar la conciencia. A solas sintió los silencios. Esto lo rejuvenecía, lo colmaba. De concordia, cerró los ojos para atraer la armonía a su aura. Nada lo perturbaba, ni el vaivén del desconsuelo. Desde lo interno, maduraba con pasividad, permanecía en la serenidad. De a poco, Ignacio, como así se llamaba este artista,

imaginó unos fantasmas de hielo. Los creyó danzando por los tejados. Esta pericia tan inhabitual, le parecía curiosa. A ellos, los vislumbraba vaporosos en medio del oscurecer. Sobre lo fabuloso, cada uno de estos seres, se divertía de lo lindo. En compañía, iban y venían por entre la atmósfera. Todos en grupo, brincaban con plena libertad. En cuanto al cantor, pudo entreverlos a través de sus espejismos. Ya con el paso del frío; volvió a su presente, ~54~

abrió las vistas. Allí mismo, se supo más lúcido. Delató a los pueblerinos vespertinos, con ansias, quienes no paraban de pulular por los senderos. De modo que él promovió un poco de bondad para ellos, les brindó la sonrisa. Casualmente a una negra de ojos pardos, vestida con sedas; le rumoreó pronto tres de sus versos, radiantes de pájaros susceptibles. Ella, por lo humilde, asintió el piropo y sonrojada se fue yendo hasta su casona. Más adelante del destino,


Ignacio influenció la esperanza en esa gente melancólica. De repente, sacó su guitarra de marfil. Parco, la puso sobre su pierna izquierda. Con maestría empezó a afinar las cuerdas. Lo hizo con delicadeza. Fue soltando a la vez sus manos. Las movía con precisión. Según lo acompasado, rasgó una que otra tonada para oír la exactitud de la música. Paulatinamente, vibró en los sonidos que fue ensayando, concertando.

contento en su arte, les siguió ofrendando su resplandor de aquelarre. Sobre lo consecuente; cuando acabó de abrir la velada, resolvió puntear y cantar esta rapsodia tan suya:

-Nosotros somos del firmamento. Allá, nadamos en la verdad. En sus aguas azules, nos tendemos para curar las dolencias. Mansamente limpiamos la sangre. Rescatamos el cuerpo natural. La mentalidad a la vez oleamos. Por su mar Una vez estuvo puro, ascendemos hacia preparado, se dispuso a tocar una melodía aguda. las alturas del nirvana. Esta nació penetrante por Nosotros somos sibilantes. lo perfecto de la partitura. Con esfuerzo, superamos las tempestades. De Los arpegios fueron creciendo y transmitiendo oleaje a espacio, nos trasmutamos en lo emanaciones purpúreas. sagrado. Suavemente Entre la calidez de los rostros ablandamos. lo inspirado, las Nos hacemos piadosos muchachas y hombres con la experiencia. Más de los alrededores se en libertad navegamos. emocionaron con esta Nosotros somos de serenata. Cada nota la infinidad. resurgida, la figuraron como un río estelar. Mientras, las madres Ellos, se hallaron en una y los señores, quienes satisfacción increíble. Fue gozaban de su voz, se tanta que los asistentes animaron a alzar las más viejos lo circundaron palmas. Cada quien fue con admiración. Y él, aplaudiendo en coro. De ~55~

providencia, prendieron un jolgorio. Al ímpetu de lo eufórico, se pusieron de pie. Los unos batieron los sombreros en tanto que los otros bambolearon los pañuelos. Eso la estaban pasando bueno. En colectividad, la mayoría se fraternizaron con emotividad. Según lo rumboso, los fantasmas se dieron cuenta del evento y entonces bajaron hasta donde ellos. Por allí, manifestaron sus formas etéreas. De seguido, saludaron a las damas y las convidaron a fantasear y los hombres asediaron a las fantasmas para abrazarse. De este modo, los humanos con los espíritus nocturnos, empezaron a convivir. Y el músico Ignacio, no paró de rasguear la guitarra. Por medio de su pulsión acústica; influenció lo desconocido, que fue hacerle sentir lo imposible a su pueblo menesteroso.


Pentagrama

H

ace cinco sueños que no tiene años,

desde el nacimiento sus días le pertenecen al asfalto, aprendió que nada es gratuito en la vida, incluso para articular una sonrisa en días grises, cuesta demasiado remover nubes inmutables, aquí nada es armonía sino sicofonía de fracasos, ¿Donde podría florecer su inocencia en libertad? Si el tiempo es el peor de los jardineros que no rocía sus anhelos cosechados de noche, pero tiene que revender su mirada pueril al mejor postor, porque ya no tiene ojos

Guillermo Gonzaga para el vuelo de lágrimas que revivan en la posteridad, milagro sería si existiera dios y le escuchara para ofrecerle sus abrazos en crucifixión, pero Él se esconde como cualquier padre irresponsable, fácil es convertir un futuro en servidumbre, agua de río sin risas, con prisa de ahogarse en el mar, para apagar la sed del capitalismo, solicita un pedazo de humanidad que le haga sentir parte de ella, y no un humano encadenado al redondo metal, no quiere nuevos derechos humanos ~56~

que le amen con teorías bien escritas en papel, lacerado de infancia los pies sin fatiga mendigan un pedazo de pan, no hace falta pedir perdón por ser hijo de nadie, errabundo arrastrando el apellido, error de nacimiento, su historia es la vida de Sísifo, sombra que busca un nuevo cuerpo donde depositar toda el hambre del mundo, pequeño hombre sin nombre. Cuando la carne ha perdido su infancia, el mundo se ha perdido por completo.


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