Revista número 7: El subconsciente y los sueños

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Revista literaria · N° 07 · Enero 30 · 2016

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Revista literaria Demencia Año 1, N°7, Enero de 2016, es una publicación quincenal editada por el equipo editorial de Demencia. Santander de Quilichao, Cauca, Colombia. www.revistademencia.wordpress.com Directora y editora responsable: Daniela Cadavid Libreros. Todos los textos e imágenes usados en esta revista se han usado bajo licencia de los creadores, bajo licencia Creative Commons zero o Creative Commons with attribution. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editora de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Revista Demencia o de los respectivos autores.


SUMARIO

Demencia N° 07 · Enero 2016

Contenido textual Carlos Fernando Imbachi Gamba Daniela Cadavid Libreros Daniela Thann David González (Aye) Diego Reyes Fernández Dionisio Lopez Ramos Francesc Barrio Julio Isaac Oré Ismael González Jenny Fernández Serramito Jose Luis Acosta Fernández Pilar González Navarro Rita Gardellini Santiago González Escobar Temoltzin Santillan Padilla

Fotografías Pág 9- Yle Archives Pág 18 - Dyaa Eldin Pág 21- Michael Podger Pág 22-29 Purificación Estarli Pág 34 - Timon Studler Pág 36 - tertia van rensburg Pág 38 - David González Pág 39 - Pilar González Navarro. Pág 40 - Daniela Cadavid Libreros. Pág 42 - Noah Rosenfield Pág 46 - Lukas Budimaier Pág 47 - Drew Patrick Miller Pág 50 - Anna Dziubinska Pág 52 - Drmakete lab Pág 53 - Santiago González Pág 56 - Roman Kraft Pág 60 - Ryan McGuire

08 Art Brut Un rincón donde el sabio titiritero hace danzar una por una las palabras. En esta edición: Daniela Cadavid Libreros.

10 El cuerdo loco Rabia y miedo, El cubo. Lee el sexto capitulo de esta historia. En esta edición: Daniela Thann.

18 En el ínterin

Un lugar donde todo tipo de magia puede suceder. En esta edición: Jose Luis Acosta.

22 El Telón de la luna Entrevista a Purificación Estarli, autora de Las arrugas del tiempo. Por: Daniela Cadavid Libreros.

Dirección y edición

28 Postales

Corrección de estilo

Mensajeros Dementes que viajan entre las olas. En esta edición: Rita Gardellini y Jenny Fernández.

Daniela Cadavid Libreros

Amelia Nyan.

Diseño y diagramación Daniela Cadavid Libreros

30 Kaleidoscopic Cats Si la ciencia ficción nos fluyera por nuestro cuerpo al igual que la vida de estos gatos. En esta edición: Ismael González.

38 El juego lúgubre Para los curiosos que andan en ~3~

Portada: Ryan McGuire. http://www.laughandpee.com/ busca de nuevo material, o para los despiados critcos de la ciudad. En esta edición: David González (Aye) y Pilar González Navarro.

40 La caja oblonga

Un mundo donde los cuentos pueden cambiar la realidad que los rodea. En esta edición: Diego Reyes e Isaac Oré.

46 La Inmaculada Letras que suenan como la música de las esferas. Por: Carlos Fernando Imbachi y Francesc Barrio.

52 El jardín del poeta Nuevos poetas que abren de a poco su lienzo hacia el mundo. En esta edición Temoltzin Santillan y Santiago González.

54 Nature Morte Aux Cerises Naturaleza muerta con cerezas, un espacio para opinar sobre el mundo real e imaginario. En esta edición: Dionisio Lopez Ramos.


Colaboradores Carlos Fernando Imbachi Gamba. Santander de Quilichao (Colombia) Escritor de versos y cuentos químicamente alterados. En su tiempo libre dibuja sonrisas, crea sueños, toca el cello y la guitarra y usa bata blanca de científico loco. Tiene un blog propio llamado Tobogán de ideas y escribe para cartas en un sombrero. Daniela Cadavid Libreros. Santander de Quilichao (Colombia) Diseñadora gráfica, editora en jefe de revista Demencia, Telonera de la Luna, poeta y soñadora de tiempo completo. En los ratos libres imagina monstruos en las aceras e inventa imposibilidades. Número de la suerte: 21. Daniela Thann. Desde los confines de Internet. Líder suprema de una secta, vaga profesional y crítica literaria en La pluma insolente. Entre sus habilidades está escribir chorradas, invocar peña extradimensional la hostia de loca y autodenominarse cosas sin tener ni puta idea de lo que son, como por ejemplo artista conceptual. David González. Sabadell, Barcelona (España) La imaginación le ha acompañado desde que tiene uso de razón, a diario inventa historias, personajes, situaciones, gags, sketchs que se convierten en un microrrelato, una presentación literaria, una pieza de micro-teatro, o una publicación en cualquier red social. Su palabra clave: HUMOR. En 2014 publico su primer libro “Microrrelatos para macromomentos” Diego Reyes Fernández. Álora (España) 1960 Co-fundador de la primera Asociación Juvenil de Álora, llamada “Sopa y Bolos”. Amante de la poesía, hizo parte de la antología titulada “Preámbulos” publicada en 1980. Desde entonces no ha dejado de escribir. Su primer libro de poesía fue publicado en 2008 “, Mitología de la Soledad.” ~4~


Dionisio López Ramos (España) Escritor aficionado, se identifica con los relatos cortos y los micros. Le gustan los piropos, dichos, refranes y reflexiones. Escribe en varias páginas relacionadas con la literatura en facebook; siendo una de ellas París Poesía Artes y Letras la más activa, la cual le concedió la participación en la Semana Internacional de Poesía. Francesc Barrio Julio. Estudiaba Física en la U.A.B., pero pasaba más tiempo en el bar que en las clases. Ha sido editor de juegos de rol y redactor de revistas de juegos pero, finalmente, ha descubierto su vocación de escritor. Actualmente, trabaja de redactor de contenidos para un estudio de diseño”. Isaac Oré Nació un año nuevo del 89, escribe poesía y cuentos. No ha publicado ningún libro. Viajó por toda Europa durante medio año. Sus cuentos han sido publicados en El Comercio de Lima y diversas revistas extranjeras. Ismael González (Vigo, 1983). Aficionado a las nuevas tecnologías, al cine y a la literatura en general (aunque siente especial predilección por el género fantástico). Autor de las novelas Aequilibrium y REM (disponibles en Amazon), y de varios relatos cortos. Actualmente trabajando en su tercera novela. Blog: http://aequilibriumlanovela.blogspot.com.es/ Jenny Fernández Serramito. Escritora imparable, no porque no haya fracasado nunca, sino porque siempre sigue adelante. A sus 19 años todavía cree en el amor y aunque no crea en las historias de amor, vive en una cada día. Tiene la misma memoria que Dori en “Buscando a Nemo” por eso escribe y fotografía cada momento. Muchos afirman que está loca.” José Luis Acosta Fernández (España) 42 años Electrónico e informático. Trabajó cinco años como periodista gastronómico para la revista La Sidra y ha publicado multitud de microrrelatos y poesías en diversas editoriales españolas. Actualmente está inmerso en un ~5~


proyecto de novela que aúna el realismo sucio, el terror, y la ciencia ficción. Pilar González Navarro. Granada (España) 46 años. Diplomada en magisterio y funcionaria en Granada. Escribo prosa lírica, realismo mágico y verso libre. Declamar es otra de mis actividades y lo acompaño de vídeos. En YouTube pueden verlos. Rita Gardellini. (Argentina) Escritora Argentina, docente investigadora y directora de escuela primaria estatal. Autora de las novelas “Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e insisten en enamorarse” (2011), y “No dejes que muera (2009).” Santiago González Escobar, Bogotá (Colombia) Es un joven de 14 años que ama las artes. Un demente apasionado, su sueño es ser algún día un reconocido artista, estudiar fotografía, diseño gráfico, escultura y pintura. Sus mayores gustos son la lectura (acompañada de un té o un café y un poco de rock) y el anime. Temoltzin Santillan Padilla. (México) 35 años Estudio Letras Modernas ( Italianas) en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, influencias principales Fernando Pessoa, Leopoldo María Panero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda entre otros; la literatura y poesía son algo fundamental en su vida, cree en la libre creación, importa más el contenido que la forma.

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Art Brut

Daniela Cadavid Libreros

El sueño del capitalismo o el día que durmió con el imperio

E

s tarde Carl, deja de escuchar esa emisora y acuéstate a dormir – Dijo Lucille, justo antes de irse a la cama.

“¡Hombres!” Se quejaba ella muy a menudo, porque para Carl lo más interesante del día era pasar las horas fisgoneando a los bolcheviques a través de la “inexistente” estación de radio que transmitía en sus intermedios música clásica que inspiraría al mundo. ¡Bobadas! Ella prefería asomarse a la ventana con su telescopio en mano y observar por las rendijas de su casa de tres plantas las lejanas fábricas en donde tristes y melancólicos trabajadores esperaban la hora de salida, porque

era allí cuando el mundo pasaba de gris a rosa. Los jóvenes paseaban tambaleándose por las calles o danzando con prostitutas al son de las incesantes máquinas, mientras que las mujeres casadas espantaban a sus amantes y acomodaban las habitaciones para recibir de nuevo a sus alcohólicos maridos en casa. “¿Y qué diversión tengo yo?” Pensaba Lucille cada vez que el insomnio la vencía – Me siento sola aquí, en medio de los edredones, las colchas, las joyas y toda la comida que Madmoiselle Le Blanch pueda traerme a la cama, mientras ese viejo insulso se regodea con Engels y sus amigos y beben y hablan sobre los pobres trabajadores de las fábricas… ¡Ah! Qué vida ~7~

tan maravillosa la que llevan los hombres de overol – repetía incesante a la luz de las farolas. Más una tarde mientras leía la famosa “Gaceta del Rin” y pareció que se quedaba profundamente dormida, con los ojos bien abiertos bailó bajo la luna llena. – Lucille, ¿Dónde estás amor mío? – escuchó susurrar al viento mientras danzaba con un hombre cubierto de ceniza. – ¿Carl, eres tú? – preguntó a la nada, aunque estaba segura de que no era él, nunca la había llamado amor, ni siquiera el día de su boda porque para Carl, el afecto era otra forma más de apoyar el conformismo (pero el caviar y las


Factory concert by the Finnish Radio Symphony Orchestra, ietaniemi, Helsinki, ca. 1945.

algo para el viaje, así podría alimentarle” pero su pensamiento fue interrumpido por un estallido en la fábrica más De repente resonaron cercana de donde un las máquinas, y unos zapatos rotos se asomaron centenar de mujeres salían despavoridas envueltas bajo la primera farola. en halos de fuego Al principio no hubo derritiéndose como la cera cuerpo ni rostro que de las velas. Ella intentó vistiera esa agujereada huir, pero se topó con una ropa, y el hombre con calle sin salida y resolvió el que bailaba le soltó la esconderse detrás de un mano y se convirtió en basurero a esperar la peor un niño asustado que no de las suertes. paraba de gritar y llorar porque su madre no tenía Pero tal fue su sorpresa para darle de comer. cuando después de Lucille estaba enojada y aterrada “Debí haberle esperar un par de minutos el silencio pareció reinar dicho a Madmoiselle Le Blanch que me preparara en la ciudad profanada mansiones eran solo una forma de hacer sufrir al estado).

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por el fuego. Con el corazón a punto de salírsele caminó un par de calles, escondiéndose detrás de las paredes para asegurarse de no toparse con algún suceso – o sujeto – inesperado. Cuando empezó a sentirse segura de nuevo una idea afloró entre sus pensamientos “Debo ir a las fábricas junto al río” pensó “así podré ver de cerca las casas de aquellas mujeres que parecen divertirse con el éxtasis del sexo y el romance clandestino”. La idea la hizo ruborizarse, era una espía de un mundo al que solo podía acceder bajo el cobijo de la noche. Silenciosamente se asomó por una de los tragaluces laterales. Desde allí pudo ver una habitación “Si es que puede llamársele así a cuatro paredes que podrían armar uno de los baños de mi casa” con tan solo una pequeña cama cubierta de sábanas remendadas por el paso del tiempo, sobre ella un hombre y una mujer cubiertos de hollín y


sudor que parecían purgar sus pecados con cada gemido que pronunciaban. La mujer no parecía superar los 18 años de edad mientras que el hombre sobrepasaba los 40, su pululante saliva parecía cubrir la mugre de su rostro con veneno. Lucille apartó un segundo los ojos horrorizada por la espantosa escena, pero se negaba a olvidarla y al volver la vista al tragaluz pudo ver como el hombre la arrodillaba y le hacía relamer los billetes que le ofrecía a la chica. – AMOR – le gritaba extasiado – mi puta, volveré mañana con más de estos para ti – mientras se acomodaba los pantalones y salía tambaleándose hacia la puerta. Lucille oyó sus lloriqueos mientras contenía los propios y avanzaba a ciegas apoyada en la pared hacia la entrada. Entonces un estruendo la sacó de su nebulosa, ahí estaba, delante de ella se encontraba la suciedad del mundo y se escondió en los arbustos para nunca olvidar su

rostro. Más cuál fue su sorpresa cuando de entre las sombras surgió el rostro sonrosado de su marido, el incitador de la revolución. – No más. No quiero más miseria, ni putas, ni tristeza, ni niños, ni hambre – gritaba Lucille a la noche que parecía oscurecerse un poco más. Como pudo logró caminar de nuevo y cruzó las calles rumbo al bar al que por tantos años habían asistido las familias más adineradas de Bruselas. Al entrar se topó con el hombre más guapo que había visto en su vida, llevaba puesto un traje y le tendía la mano. Ella se la entregó y bebió con él. No una sino tres o cuatro – es difícil de recordar – botellas de lo mejor que ofrecía la casa. Él la llevó en sus brazos y la depositó en una habitación bañada en oro, la despojó de sus esponjosas ropas y le inyectó todo el veneno que una ideología extremista puede contener mientras sus ~9~

gemidos resonaban por toda Bruselas. Algo tendría que hacer, aunque ella seguiría viviendo de la manera en la que había vivido durante toda su vida. – Lucille, ¿Dónde has estado? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás enferma? Estás muy roja, ¿Tienes fiebre? Lucille apartó los ojos de la puerta y vio a su marido parado frente a ella con una taza de café en la mano. – ¿A dónde vas con esos papeles mujer? – A escribir la pesadilla que cambiará el mundo, no una sino dos veces, querido Marx. Había amanecido “¿Habrá sido real?” Se preguntaría el resto de sus días mientras escribía un texto tras otro, impulsando a que se creara la I internacional, el primer manifiesto marxista y “El capital”. Algunos dicen que también inventó los Pancakes.


El cuerdo Loco R abia y miedo: El cubo Por Daniela Thann

A

hora el espacio no tenia limites, ni por arriba, ni por los lados. Lo que si había era un suelo, el sueño más raro que Bystry había visto jamás. Estaba formado por una especie de ¿baldosas? (tal vez seria mejor llamarlos simplemente cuadrados) de colores que se iluminaban al pisarlos. - Oye, ¿vas a contarme de una vez porque no vas a venir a buscarme, Snilek? - Mira que eres pesada, ya te lo contaré... si tenemos tiempo claro. No se que hora será realmente, pero estoy seguro de que queda poco para que amanezca. -¿No puedes mirar un reloj?

-¿Has intentado saber la hora alguna vez en un sueño? Pruébalo, cada vez que la mires verás marcada una distinta. Tiene sentido si tenemos en cuenta que ¡ES IMPOSIBLE SABER LA HORA EN UN SUEÑO!

- Pues no estoy seguro, pero si tu propia madre te ha entregado al elfo cabrón del pueblo, algo grave debe estar pasando en tu casa. Deberías largarte, cuanto antes. ¿Por casualidad te ha contado que pasaba?

- ¡Grrrff! ¡no me chilles, elfo idiota!- replicó la niña.- Yo que se que se puede hacer y que no se puede hacer. Hasta hace unas horas pensaba que lo que estamos haciendo es imposible, aun lo pienso.

- No, no directamente, pero tiene que ver con mi padre... como siempre...

- Más te vale que no lo dudes tanto cuando despiertes y veas que no he venido a buscarte como habíamos quedado tu madre y yo. - ¿Y eso porque? ~10~

Snilek no quiso hacer ningún comentario. Ya se temía algo así cuando Adelaida Svar le abordó, no para mirarle con desprecio ni para pedirle que dejara de hablar con su hija, como hacia siempre, sino para suplicarle que se la llevara. Pero entonces él no había querido preguntar nada, no le hacia falta,


simplemente le venia de perlas ese ofrecimiento. Hacia tiempo que había considerado llevarse a Bystry de allí, con o sin (probablemente sin) la aprobación de Adelaida. Hacerlo implicaba demasiadas cosas. Significaba que a partir de entonces tendría una carga más sobre sus hombros, que tendría a mucha gente persiguiéndolos, que su acción pondría las cosas aún más difíciles a su gente en aquella miserable zona, y que probablemente Bystry le odiaría por alejarla de su familia a la fuerza, aunque de eso último no estaba muy seguro. - Ya hemos llegado. Al fin divisaron lo que el elfo buscaba. Había aparecido de repente. Una especie de cubo gigantesco se encontraba delante de ellos. Era tan inmenso que incluso estando aún a cierta distancia de él, tenían que alzar la cabeza

para poder ver el borde superior de la cara del cubo que tenían delante. - ¿Que te parece?.Preguntó el elfo sonriendo y sin dejar de mirar hacia arriba. - ¿Porque....porque hay tantas botellas apiladas de esa forma? - ¿Botellas? ¿Ves botellas?.Snilek se encogió de hombros.- Bueno, supongo que se puede considerar una botella como un objeto útil para practicar adivinación. Es una superficie reflectante al fin y al cabo. - ¿Que quieres decir? - Mmm, empecemos por el principio. Esto que ves, Bystry, es uno de los objetos mágicos más poderosos de los que se tiene constancia. La niña le dirigió una mirada de incredulidad.

- Para muchas cosas. Cada una de esas ge... botellas contiene los recuerdos de todas las personas que existen y han existido en nuestro mundo. Snilek dejó que la niña asimilara lo que acababa de decirle. - Eso es imposible, si fuera así el cubo estaría creciendo cada vez más, porque a cada momento nace gente nueva. El elfo sonrió orgulloso, la habilidad de Bystry para cuestionarse todo, era una de las cosas que más apreciaba en ella. - Muy bien chiquilla, ahora viene la parte más complicada de entender. Veamos, efectivamente no contiene los recuerdos de todas las personas que existen y han existido. Solo contiene los recuerdos de esas mismas personas desde el inicio de su formación hasta el mismo instante en que hemos accedido a él.

- ¿Y para que sirve un objeto mágico que solo se - ¿Quieres decir que para puede usar en sueños? de acumular recuerdos ~11~


cuando se accede a él? - No exactamente. Lo que ves ahora no es el objeto real, es solo una representación visual y material de una entidad abstracta. De hecho al cubo ni siquiera se le puede llamar objeto, es simple información y ésta es solo la manera de hacerla accesible al observador. De esta forma, aunque la entidad siga recopilando información, la representación solo muestra la que tenia el cubo en el momento en que llegamos aquí, porque si no seria demasiado complicado trabajar con él. - A mi me parece un objeto demasiado peligroso, si es verdad lo que dices. Y además, no te creo, dices que eres mago y nunca te he visto hacer nada mágico. Todo el mundo dice que solo sois charlatanes. Snilek soltó una risilla. - Bueno, no les quito del todo la razón. Digamos

que la mayoría de los que se hacen llamar magos simplemente son gente que sabe engañar muy bien a los demás. Y el resto... bueno, el resto somos gente que simplemente tiene información que no la mayoría no tiene. Y la información es poder, ¿No lo habías oído nunca?.dijo guiñándole un ojo. - Entonces, ¿nadie más sabe que existe esto? - Sí, hay gente que lo sabe, pero muy poca. Concretamente un clan de ocho familias, a una de las cuales pertenezco. - Sigue siendo demasiada, ¿No deberíais poder controlar el mundo con un objeto como éste? - ¡Jajajaja! ¡carai!, veo que en seguida le encuentras malos usos a todo. Tienes madera de villana, así me gusta. Pero no, como todo, tiene limitaciones. Dime, ¿entre todas esas botellas serias capaz de encontrar la de alguien que conozcas? ~12~

- No, ¿vosotros tampoco? Entonces es un objeto inútil. - No del todo. Le hemos sacado mucho partido a lo largo de los años. Por ejemplo.- dijo cogiendo una botella cualquiera.Podemos aprender de la experiencia de otros. Acercó la botella a la niña. En su superficie se veía a una muchacha de unos dieciséis años llorando sentada encima de una cama. El mueble parecía de buena manufactura, pero la habitación era increíblemente sobria. Un lujo sin estridencias. - ¿Y que vais a aprender de una muchacha llorona y mimada? - No creo que este recuerdo pertenezca a la muchacha, ¿Tu cuando recuerdas te ves a ti misma? Una voz masculina, que sonaba más fuerte que los sollozos, confirmó lo que acababa de decir. - ¿Quien ha sido Anya?


¿Porque no quieres decírmelo? El recuerdo se evaporó súbitamente, y empezó a formarse otro. Una mano de un anciano garabateaba encima de un libro en blanco, encuadernado con cuero negro. Es mi culpa, yo la privé de parte de los placeres de esta vida que me ha costado tanto darle, teniéndolos delante, sin poder tocarlos. Y ahora aquello que anhelaba ha servido como anzuelo, como trampa para engañar a mi pobre hija, y para alejarla de mi. Ese bastardo lo pagará caro, sea quien sea. No habrá clemencia para el violador. Snilek le quitó el objeto de las manos y lo dejó en el mismo hueco donde estaba. - Bueno, no siempre encontramos algo útil. Pero cuando lo hacemos podemos aprender mucho de ello. Incluso a veces tenemos suerte, y encontramos cosas

muy jugosas: chismes de la clase alta que usamos para chantajear, información útil para invertir nuestro dinero, etc. Pensándolo mejor.... Volvió a coger la botella. Durante unos instantes se escuchó de nuevo la voz del hombre y el llanto de un bebe. Al anciano le temblaba la voz. - No te va a faltar de nada, pequeña. No voy a necesitar privarte de lujos para que no te conviertas en una cortesanita estúpida. Esta vez lo voy a hacer bien, te voy a enseñar como es la vida fuera de palacio, te lo explicaré todo y te enseñaré a relacionarte fuera de estos muros llenos de ratas traidoras que no saben nada. No cometeré contigo el error que cometí con tu madre... - Mira, esta gema parece muy jugosa. - ¿Gema? - Si, se me olvidaba explicártelo. Cada observador ve un cubo ~13~

formado por objetos idénticos, pero ese objeto repetido es diferente para cada persona. Por ejemplo yo veo gemas ovaladas de color violeta. Normalmente suelen ser algo que el observador asocia a la adivinación... Lo que me pregunto es ¿qué narices te parece a ti que tiene que ver una botella con la adivinación? - Mi madre siempre nos dice que el problema de mi padre es que solo ve el futuro a través de la botella. - Ah, ya veo.- Dijo el elfo alzando una ceja. Snilek miró de nuevo la, para él, gema y puso cara de tristeza - ¿Que te pasa?.- preguntó la niña. - Nada, iba a marcarla, pero acabo de recordar que no me servirá de nada. - ¿Marcarla? ¿Y porque no te va a servir de nada?.- El tono de la última pregunta sonaba preocupado.


- Si, mira te lo voy a enseñar.

completamente inútil? Volvamos atrás, aun tengo que enseñarte algo más interesante.

Snilek sacó una daga y se hizo un corte en el pulgar, después restregó la sangre Del mismo modo que en el objeto y volvió a habían entrado se dejarlo donde estaba. encontraron de nuevo fuera del cubo, delante - Ahora, si volviera de de la misma cara según nuevo al cubo, aunque supuso Bystry. fuera a la misma posición seguramente - Por supuesto para no encontraría la misma encontrar una botella gema, porque el cubo debes marcarla tu misma, crece y se ordena de lo que ves es solo la nuevo en consecuencia. representación que tu Pero al haber marcado puedes percibir, la de la gema solo tendré que nadie más. Y ahora te pensar en ella y el propio voy a enseñar lo más cubo me arrastrará hacia interesante, el secreto la nueva posición, mira. mejor guardado de mi familia, las otras siete no Cogió la mano de Bystry saben nada de él. y ambos se encontraron en el interior del cubo, - ¿Y porque me cuentas unos palmos por encima todo esto a mi? del suelo. La cara del elfo estaba justo delante de Snilek se quedo callado otra botella. mirándola. Aunque era un tipo muy ingenioso, - ¿Podemos volar para comunicar emociones cogerlas? y sentimientos sinceros no era precisamente - Por supuesto, recuerda su fuerte. Carraspeó un que estamos en un poco y abrió la boca para sueño. ¿No ves que si empezar a hablar, pero no, la información de no le salió nada. Solo las capas más altas seria pudo pensar: ~14~

Porque te aprecio, porque eres como una hija para mi, el único ser humano que he conocido que vale pena, porque estoy harto de mi familia a la que deje de lado hace tiempo y que solo me desean la muerte... y porque se me acaba el tiempo y quiero darte esto como regalo de despedida. Pero lo único que le salió fue: - Porque te espera una vida de mierda, niña. Eres pequeña y desvalida, solo tienes doce años, y necesitas un poquito de poder si vas a perderte por ahí sola. Aunque espero que por lo menos recuerdes todo lo que te enseñé sobre el uso de dagas.- Dijo guiñándole un ojo. - ¡Claro que lo recuerdo, elfo idiota! Y cuando crezca un poco seré mejor que tu.- dijo colorada de rabia.- Además, se suponía que tu ibas a cuidar de mi ¿Porque no vas a venir? ¿Me abandonas para siempre? ¡Creía que eramos amigos, traidor!


Aquello le dolió mucho a Snilek, pero no mutó ni por un segundo la expresión de su rostro. - La vida es un continuo ir y venir de cambios, que te voy a contar.- dijo lo más frívolamente que pudo.- Pero créeme, después de esto, se te va a pasar el enfado. Voy a enseñarte donde están tus recuerdos. - ¿No decías que no sabias donde encontrar los recuerdos de una persona concreta?

- Tssss.- chistó Snilek.Ahora te enseñaré donde está el mio, lo marcarás y así cada vez que vengas aquí podrás encontrarlo. Snilek entró dentro del cubo, andaron largo rato, era difícil medir el tiempo que pasaron. Hasta que al final se paró delante de una de las botellas, la cogió y se la dio a la niña. - Ahora marcarla como te he enseñado, tu solita. Tienes que hacerte el corte tu misma, no me seas llorica. - Snilek le tendió la daga.

a mi sola a mi suerte? - Ahora no te preocupes por eso. De momento solo tienes que saber que cuanto más la consultes, más fácil será que el objeto te muestre el recuerdo que quieres ver, o que te pueda ser más útil. Es una especie de sincronización ¿Comprendes? - Si, pero, ¿porque tu botella...? ¿Porque la mía...?

- Porque, te lo vuelvo a repetir, lo que ves es - Pero si se donde Mientras Bystry se cortaba solo una representación encontrar los propios, ese y untaba la botella pudo válida para ti. Para mi, es el secreto que te decía. ver un recuerdo. En él, mi botella, o mejor Mira hacia la izquierda, solo se veía el interior dicho, mi gema, estaba cuenta tres desde abajo de un barril lleno de situada en la posición y tres desde ese extremo. agua y burbujas que que te he indicado Esa es tu ge...botella. parecían venir de quien que estaba la tuya. Al estaba al otro lado de esa ir a buscarla tu habrás La niña se dirigió hacia perspectiva. En cuanto visto que me movía el punto que le había la niña terminó Snilek le durante largo rato. Pues señalado y cogió la botella. quitó la botella con un bien, para mi han sido Vio a sus hermanos ademán un poco agresivo. segundos, simplemente jugando delante del hemos experimentado porche, y sus propias - Por ahora no necesitas el tiempo y el espacio manos remendando un ver nada más. de la representación de calcetín viejo. forma distinta, aunque el - ¿Porque quieres que tiempo transcurrido en - Es cierto... pero... la marque? ¿Para ver que la realidad sea el mismo. haces mientras me dejas Cosa del mundo de los ~15~


sueños. Simplemente, ten en cuenta que el punto de referencia inmutable para uno mismo es siempre la posición que te he indicado, allí siempre encontrarás tu botella, aunque las de alrededor sean distintas. - ¿Y sigue algún orden todo esto? - Suponemos que si, pero nadie ha sabido descifrar el algoritmo. Creemos que una de las variables es la situación geográfica, pero no sabemos que importancia tiene esa variable en la ecuación. - ¿Algoque? ¿Varible? ¿Ecuación?.- Bystry le miraba con cara de besugo. - ¡Ah!- soltó con un ademán de desprecio.Olvidaba que tu no has tenido educación de ese tipo... La niña le miró con resentimiento. - Te vale con saber que no puedes descifrar el orden, ya lo hemos intentado

y nada. Menos lo vas a descifrar tu. Bystry ahora le miró con un poquito más de odio.

necesitas saber por ahora. - Pues vaya porquería, sigo sin entender de que me va a servir todo esto.

- Bien, ahora imagínate el poder que supone saber esto. Podemos traer aquí a personas que no sepan nada del cubo y de las cuales queramos extraer información, hacemos que nos indiquen la posición de su objeto, lo marcamos y luego, manipulando el sueño, hacemos que no recuerden nada, que se sientan confundidas y que en definitiva no sepan que ha pasado.

- Tienes la posición de mi objeto, puedes volver y usarlo para aprender todo lo que yo se, incluso cuando sepas suficiente, a fabricar el elixir.

- ¿Y como hago para traer a alguien hasta aquí?

- Pues tienes que intentarlo, hay trucos para saber que estas soñando: fijarse en los relojes, los cambios de iluminación (no suele haberlos), comprueba mientras estés despierta que no estás soñando,

- ¿Vas a enseñarme magia?

- Técnicamente mis recuerdos van a enseñártela. En especial la que concierne al mundo de los sueños, el mejor sitio para manejar magia, créeme. Algunos dicen, aunque yo no termino - ¿Vas a hacerme eso a mí? de creerlo, que incluso conecta con el mundo de - No, y eres tonta por los muertos. pensar eso. ¿Que provecho tienen tus recuerdos para - Yo no voy a saber volver mí, mocosa? aquí sola...

- No puedes, para eso se necesita un elixir muy caro y difícil de conseguir, que tu ni en sueños podrías encontrar, a parte de más cosas que no ~16~


así lo harás también cuando sueñes... Cuando consigas darte cuenta, intenta controlar el sueño el suficiente tiempo para visualizar el camino hacia El Cubo, y mantente así hasta que llegues a él. Se suele tardar un poco. Puede que al principio te cueste manejarte, pero al final lo conseguirás, eres espabilada cuando quieres. - Sonrió a la niña con cariño, tenían que despedirse ya. - Ahora me tengo que ir, Bystry... Espero que te haya gustado tanto ésto que no me reproches demasiado que me vaya. Bystry intentó en vano no llorar, mientras se ponía roja de rabia y apretaba los puños. Corrió hacia él con intención de pegarle una patada que el elfo esquivó sin problemas. Este se puso a su altura y la miró a los ojos con severidad.

apretando los labios y haciendo esfuerzos para no llorar, negó con la cabeza. Y cuando al fin no pudo reprimir más el llanto, se lanzó sobre él para abrazarlo.

largo rato. Cuando decidió largarse una voz retumbó en la distancia:

Estuvieron así un buen rato, en el que solo se escucharon los apagados sollozos de la niña. Después de eso Snilek se puso de pie y empezó a alejarse, mientras le dedicaba las últimas palabras.

Continuará…

- Recuerda no decirle esto a nadie, te matarían, o peor, te torturarían para saber los detalles, úsalo con cuidado... Y cuídate, por favor, cuídate mucho y no te quedes en esa apestosa cabaña, se que puedes hacerlo.Se paró justo delante de una puerta plateada que antes no estaba, y antes de cruzarla y con la voz entrecortada dijo.- Ha valido la pena conocerte... ojala hubieras sido mi hija....

- ¿Vas a portarte así de mal conmigo la última vez que nos vemos? Después de que Snilek desapareciera, Bystry se Bystry, aun roja, quedó allí inmóvil durante ~17~

- ¿Pero que cojones significa ese número tres ahí arriba?

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En el interin

José Luis Acosta

Pedacitos de muerte

A

noche soñé con la muerte. El desencadenante fue trivial; la última película de Robert de Niro “El becario” una tragicomedia ligera donde el protagonista (Ben Whittaker) acudía con resignación a los entierros de sus amigos. Además recordé un par de frases de una película de terror cuyo título no recuerdo: “Sueños, esos pequeños pedacitos de muerte” “¡Cómo los odio!” Según esta película –¿alguien se acuerda del título?– estas palabras fueron escritas por el gran Edgar Allan Poe. Según Freud –otra vez Sigmund, ya lo sé– los sueños son realizaciones disfrazadas de un deseo. De este modo, según el terapeuta las pesadillas también tienen que ver con los deseos masoquistas. Thanatos. Instinto de muerte. Según Freud anoche sentí una pulsión de muerte. Apenas recuerdo el sueño. Recuerdo haber percibido una sensación de muerte, observar absorto como la de la guadaña lo siega todo. ¿Se equivocó Freud? ¿Es una pesadilla una pulsión de muerte? ¿Un mal deseo? Se puede pensar que Freud, que apenas tenía datos, ni patrones, ni estudios neurológicos postuló con cierto riesgo. Creo que lo que soñé anoche refleja un miedo, el miedo a la muerte. Los sueños reflejan deseos, por supuesto, pero también reflejan miedos. ~18~


De algún modo nuestro cerebro intenta que convivamos con nuestros miedos; no creo que haya ningún deseo de muerte. Me da miedo la muerte tanto como el que más, pero estoy seguro de no desear morir. He sentido deseos de rendirme en proyectos, exámenes, relaciones… pero, ¿desear morir? Aquí debo discrepar con el descubridor del inconsciente. Puedo concebir Thanatos, ese impulso destructor que se opone a Eros, la vida, pero dudo que esté tan omnipresente como Freud creía. Temor a la muerte sin desear morir. Recuerdo haber percibido una sensación de muerte, observar absorto como la de la guadaña lo siega todo.¿Se equivocó Freud?

Miedo a asomarse a un acantilado, no por sentir un impulso de tirarse sino por el hecho de resbalar y precipitarse al vacío. Desde que leí esas palabras de Poe –no sé si son exactas o una interpretación de la película– mis sueños son más inquietantes y creo asociarlos a la finitud de nuestra existencia. No recuerdo todos esos sueños. Algunos tienen que ver con errores y oportunidades perdidas pero, ¿por qué los asocio a la muerte?

Fotografía de Dyaa Eldin.

Recuerdo cuanto tenía terrores nocturnos. La química de un terror nocturno es diferente al de una pesadilla. Te despiertas casi sin aire, con un gran sobresalto y con las pulsaciones muy aceleradas. “El ataque ~19~


Fotografía de Michael Podger.

del íncubo” lo llamaban. Antaño se creía que un duende maligno se sentaba en tu pecho de noche y te impedía respirar. Recuerdo mi angustia hasta que me documenté para corroborar que, efectivamente, es solo un tipo de sueño más, aunque peor que cualquier pesadilla. Dejé de tenerlos sin más. Tenía mucha ansiedad cuando empecé la carrera. Cuando empecé a aprobar algún que otro examen los terrores desapareciendo paulatinamente. Cuando intentas gritar y no puedes no es una pesadilla, es un terror nocturno. Quieres despertar y no puedes, y cuando lo logras lo haces sin aliento y con muchísima angustia.

Los que sueñan envidian a los que no sueñan. Los que no sueñan envidian a los que sueñan. Mis sueños son tan vívidos… En cierta ocasión soñé que me tocaba la lotería; me desperté con una gran decepción. Si sueñas algo bueno el despertar es malo; si tienes pesadillas es peor. ¿Quién quiere soñar? Los que no sueñan, los que tienen que conformarse con la realidad o las malas películas. Me gusta soñar en multicolor. Me gusta soñar en blanco y negro. A veces tengo sueños espantosos, pero ~20~


no me gustaría dejar de soñar. Es otro mundo, fuente de arte, de vida y de muerte. Me gustan los sueños eróticos. Puedes acostarte con quien quieras. Odio las arañas y veces sueño con ellas. ¿Deseo ser devorado por arañas? Una vez soñé que una telaraña inmensa taponaba la entrada a mi casa. En medio, una araña enorme. Por las escaleras subía alguien amenazador. Mi psique esperó el tiempo máximo para hacerme sufrir antes de despertarme entre sudores fríos. Tuve más pesadillas sobre esa pesadilla. Recuerdo soñar con el hecho de que el sueño era la realidad y la realidad era el sueño. La araña era real. Recuerdo que tenía unas patas de langosta y multitud de ojos que miraban cada movimiento. Recuerdo haber olvidado este sueño hasta hoy que me he puesto a rememorar pesadillas.

inducir una pesadilla! Me quedé a unos centímetros de la superficie, flotando en agua tropical, sin peligros pero con el temor de que algo malo pasase. Fue un sueño agradable. ¿Por qué estropearlo con sangre o miembros cercenados? Una vez soñé que volaba, pero me tuve que despertar. Otra vez soñé que seducía a Scarlett Johanson, pero me despertó la alarma del móvil. Recuerdo un sueño muy violento, de una gran pelea, pero afortunadamente desperté para comprobar que todo era irreal. Todo lo que nos rodea es un sueño. Este artículo, este procesador de textos, este mundo contaminado y peligroso. Un mal sueño.

Ahora tendré miedo de irme a dormir porque puedo soñar que una araña inmensa me impide entrar en casa, o que la muerte está presente allá donde voy. Sueños, sueños, sueños, ¿quién quiere soñar? Una vez soñé que caía hacía atrás, me zambullía en agua tibia y cristalina… y esperé ver sangre o miembros humanos, pero no aparecieron. ¡Intenté ~21~


el telon de la luna Daniela Cadavid Libreros

Entrevista a Purificaci贸n Estarli

~22~


P

urificación Estarli nació en Granada (España). Tras licenciarse en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada, trabajó en actividades relacionadas con su formación. Ha colaborado en periódicos digitales. Es ponente en cursos de formación relacionados con la literatura, y correctora de textos en @ correccionT, perfil del que esadministradora. Revista Demencia: ¿Crees que de alguna forma tu licenciatura en Ciencias Biológicas ha influido en tu carrera literaria? Purificación Estarli: Es una pregunta que me he hecho muchas veces, aunque de otra forma: Cómo siendo de “ciencias” me veo inmersa en las

“letras”. Además de escritora soy correctora de textos, es decir, me dedico completamente a las letras. La realidad es que desde pequeña he sentido esa necesidad de escribir y leer, una pasión por la literatura que he dejado a un lado de mi carrera universitaria y de mi profesión. Estudié Biología porque siempre me ha fascinado la vida, el conocimiento intrínseco de los seres vivos, y no me arrepiento a pesar de no haber ejercido como tal. Siempre he trabajado en otro ámbito, en la administración y en la docencia. La vida da muchas vueltas, como veis. En cierto modo, ese gusto mío por ahondar en los seres vivos lo he trasladado a mis novelas y relatos, documentándome y escribiendo sobre hechos reales y temas sociales que tanto me apasionan. RD: ¿De qué forma las letras han transformado tu vida? PE: Mucho. Hay un antes y un después en mi ~23~

vida y la línea la marca el momento en el que me decidí hacer pública una de mis novelas. Parece irrelevante pero el hecho de escribir, de estar siempre ocupada leyendo, documentándome para una nueva novela, me ayudó a dejar de fumar y eso ya te cambia la vida. Lo mejor es que comencé a conocer gente maravillosa en las RRSS, escritores y lectores: un mundo nuevo para mí. RD: ¿Cómo fue ese proceso de enfrentarse a la auto-publicación? ¿Qué estrategia seguiste para darte a conocer en los medios digitales? PE: La auto publicación es el arte de publicar por tu cuenta y eso ya dice mucho del trabajo que hay detrás. No es un proceso difícil, en mi caso comencé a publicar en Amazon con KDP (Kindle Diret Publishing), una plataforma muy sencilla e intuitiva que exige pocos (o ningún) conocimientos de edición para publicar. Pero no consiste solo en


escribir y publicar, es un trabajo más complejo que incluye maquetación, corrección y la temida promoción, aparte de mucha paciencia y empeño. Ese es el verdadero quebradero de cabeza: la promoción de tu trabajo, y ahí es donde entran las RRSS (Twitter, Facebook, Instagram, G+…). Al principio fue todo nuevo para mí, abrirme perfiles en las redes, interactuar, no saber si lo hacía bien o mal, si abusaba de la publicidad de mis libros o me quedaba corta. La verdad es que en ese momento, a finales del 2011 y principios de 2012, que fue cuando publiqué la primera novela, El secreto de Las Margaritas,

todos los escritores indies o auto publicados en España estaban igual de perdidos que yo (a España, KDP llegó en esa fecha).Fue una especie de experimento del que aprendimos mucho a base equivocarnos. RD: ¿Por qué pasar de ser autora auto publicada a formar parte de una editorial? PE: Precisamente por lo que te he comentado antes. Se supone que un escritor se encarga de escribir, su trabajo es el de plasmar esa historia blanco sobre negro; el resto lo hace la editorial (aunque no todas las editoriales lo hacen). Las dos opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes y lo digo porque yo estoy en los dos bandos: tengo dos novelas en editoriales y el resto están auto publicadas. La auto publicación te permite ser la dueña y ama de tu trabajo, controlar el precio, los países en los que vender tu libro, puedes tener acceso al ~24~

informe de ventas en cualquier momento…; el estar bajo un sello editorial te proporciona ese techo de protección (dentro del mundo de la edición) que caminando sola no tienes, y pienso que un mayor prestigio como escritor. RD: ¿En qué formato lograste conectarte con un mayor número de lectores? PE: Por ahora en el formato digital que es donde mis libros están publicados. Mi siguiente libro, que saldrá publicado tanto en digital como en papel a mediados o finales de febrero, será el primero que pruebe las bondades (o no) del formato impreso. RD: ¿Consideras que el lenguaje empleado varía entre un formato y el otro? PE: No, para nada. Siempre he pensado que el medio no debe condicionar una historia ni la manera de escribirla.


“Esa” historia siempre será “esa” historia se lea en papel o en un e-reader.

momento exacto de la historia? ¿Por qué rememorarlo en el siglo XXI?

RD: Hemos visto que tus novelas a pesar de que navegan en diferentes géneros literarios con gran destreza tienden a confluir en un mismo punto: la realidad y los temas sociales. En especial en tu primera novela “El secreto de las margaritas” donde abordas el tema de la homosexualidad encubierta. ¿Qué te impulso a escribir sobre esta temática?

partía de una historia de celos y maltrato en una pareja, pero se desvió hacia el tema de la homosexualidad encubierta que la vi más interesante.

PE: Normalmente cuando me pongo a escribir suelo tener ya una idea del argumento de la novela, que luego voy desarrollando con más detalle. Luego, esto no siempre se cumple y los personajes te llevan a un lado y otro de lo posible en más de una ocasión, sobre todo, si te influye algo que hayas leído o visto. En este caso, me dejé llevar por una noticia que leí sobre un sacerdote homosexual. En principio mi novela

RD: En 2012 publicó su libro “Las arrugas del tiempo” el cual acerca al lector a España en una época concreta: septiembre de 1923 y el golpe de estado al gobierno liberal de García Prieto por el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera. A partir de ese momento nace la historia de una familia sumergida en la política, la economía, la sociedad, el amor y la muerte. ¿Cómo surgió la idea de recrear este ~25~

PE: Las arrugas del tiempo es una novela de ficción histórica, tiene partes ficticias y partes verídicas. Algunos de los escenarios, como la venta de la Cebada, existen aún, y han formado parte de la vida de una parte de mi familia. Quería contar lo que muchas familias han vivido antes, durante y después de la Guerra Civil Española, tanto en un bando como en otro; lo que muchas veces he escuchado cuando los abuelos se ponían a recordar esos aciagos años, toda la injusticia, la crueldad, las miserias soportadas, los miedos y los absurdos preceptos. Todo eso mezclado con una historia de amor conmovedora. La historia me fascina y creo que hay momentos de la historia de España que es necesario conocer, sobre todo los jóvenes, para que no se vuelvan a repetir. RD: También de tu autoría


podemos encontrar libros como la “Serie Educativa LAS AVENTURAS DE MIGUELITO CABEZA CARBONILLA: Trilogía completa”, “LA VIDA TAL CUAL Relatos cortos” o “Más allá del horizonte (Plumas de actualidad)”. ¿Qué nos podrías contar sobre esta última? PE: Más allá del horizonte es mi nuevo libro, aún no está a la venta, pero está prevista su salida (si no hay contratiempos) para febrero con la editorial Librando Mundos en la colección Plumas de Actualidad. Como bien has dicho antes, he tocado prácticamente todos los géneros (romántica, histórica, infantil) en mis novelas,

pero todas giran en torno a las relaciones sociales, a la realidad del día a día, a esas historias que, aunque son ficticias, no tienen por qué no ser reales. Más allá del horizonte es la historia de un marfileño que se convierte en inmigrante clandestino en España debido a las consecuencias de la guerra en su país en 2010. Es una historia ficticia pero tan real como que ha ocurrido y está ocurriendo desgraciadamente a diario. RD: ¿Dónde pueden conseguir nuestros lectores tus libros? PE: Las arrugas del tiempo, está a la venta en La Casa del Libro bajo el sello de Ediciones Tagus http:// www.casadellibro.com/ ebook-las-arrugas-deltiempo-6508105/2739063 El secreto de Las Margaritas, La vida tal cual, así como la trilogía de cuentos educativos Las aventuras de Miguelito Cabeza Carbonilla, los ~26~

pueden encontrar en Amazon http://www. amazon.es/s/ref=dp_ byline_sr_ebooks_1?ie= UTF8&text=Purificaci%C3 %B3n+Estarli+P%C3%A9 rez&search-alias=digitaltext&field-author=Purif icaci%C3%B3n+Estarli+ P%C3%A9rez&sort=rel evancerank Más allá del horizonte, estará próximamente a la venta en plataformas digitales y en librerías, bajo el sello Librando Mundos http:// librandomundos.es/ photos/plumas%20 de%20actualidad.html RD: Dado que el tema


como el de publicar y que me lean, pero me quedan otros muchos por cumplir. Pienso que en la constancia y en la perseverancia está la clave de un posible éxito. RD: Para finalizar ¿qué le aconsejarías a todos nuestros lectores y escritores a la hora de arriesgarse a publicar? de esta quincena en demencia es el subconsciente y los sueños, nos gustaría saber cómo influyen estos en tu escritura… ¿Alguna vez has escrito sobre ellos? PE: Precisamente, en El secreto de Las Margaritas, Nuria, la protagonista, se enamora de un hombre por su voz, que es la misma que la del hombre que ella veía en sus sueños. En ese caso fue una coincidencia, no sé hasta qué punto los sueños puedan ser presagio de algo o que puedan ocurrir de verdad. Desde el punto de vista literario, son muchos los sueños que ya he cumplido,

PE: Yo les diría, desde la perspectiva de mi experiencia, que si su sueño es escribir que escriban y que no se apuren por publicar, que no teman equivocarse porque así es como se aprende. Eso sí, que se armen de paciencia, que esto es una carrera larga, perseverancia y constancia en el trabajo. RD: Purificación, te agradecemos de antemano el tiempo que le dedicas a responder esta entrevista. Te esperamos en un siguiente número, participando con un artículo, un cuento o un poema. ~27~

Esperamos que tu vida esté llena de Demencia. PE: Muchas gracias, Daniela, por concederme ese hueco en Demencia para dar a conocer mi trabajo a los lectores de vuestra revista. Y cuenta con ese relato para un próximo número. Un saludo.


Postales

Rita Gardellini

Tiempos Carroñeros

Pintura de Silvia Castagnino.

N

o se teja entre engaños plásticos; los sueños

—En realidad, cuando los necesite, el efecto pétreo desdibujará para qué los guardaba—.

entumecen rápidamente.

“La onírica es la más indispensable de las hambres”

Las modernidades

Permítase ser angurriento y glotón.

acunan gélidos aparatos para acelerar la urdiembre y justificar su compleja preservación. ~28~


“De esos que “te atrapan”

S

onaba de fondo, proveniente de una película, una canción dolorosamente preciosa que hacía latir más aprisa que de costumbre, el corazón de la muchacha. La habitación, se hallaba en una oscuridad casi absoluta que sería completa, de no ser por la luz que la pantalla de televisión producía. Aun así, podía distinguir cada pestaña naciente de los agotados párpados de su peculiar compañero. Párpados encargados de proteger unos ojos todavía más cansados que ellos mismos. Cansados, entre otras cosas, de cientos de combates sin sentido. Tal vez son unos ojos sin más, pero ella jura que tras ellos, un mundo. Él la miró, ignorando que ella, adelantándose a sus actos, ya llevaba rato observando con atención,

Jenny Fernández

y admiración, su rostro. Ninguno de los dos dijo nada. Pues como siempre, no hizo falta. Inconsciente o conscientemente, no se sabe bien, la mano del chico, lenta y tímida, se acercó a la cara de la muchacha que ésta sí, inconscientemente, se mordía el labio inferior. La acarició. Y seguía sin poder apartar sus ojos de ella. Y la besó. Despacio y con ternura de más. Sin pensar, o pensando. Sin querer, pero queriendo. Queriendo bien. Amando más bien, que querer es pretender poseer algo, y a él le encantaba verla volar libre, decidiendo volver a su lado cada día. Fue un beso de esos que te atrapan, que se sienten a cámara lenta y llega un momento en el que directamente se congelan. Fue ahí, en ese preciso instante, cuando la primera lágrima suicida de la joven decidió caer por su faz relajada, que ~29~

se mantuvo así con los ojos cerrados una vez se hubieron separado sus labios, dejando caer libres sus lágrimas, sintiendo aún el beso, y escuchando esa dichosa frase repetitiva de la canción una y otra vez en su cabeza. Suspiró de nuevo, aliviada, dubitativa pero segura, tranquila, libre. Feliz. Plena. Y al abrir los ojos, sonrió agradecida a su maestro. Fotografía de Jennifer Studios.


Kaleidoscopic Cats Donde la realidad y la imaginación se vuelven arte

Señor sombra Por Ismael González

P

ara Gabriela, que no sabía cuándo había nacido, la escena resultó toda una sorpresa: aquel seis de junio, por vez primera, los chicos del refugio y un par de monjas le cantaron Cumpleaños feliz desde el otro lado de una mesa en la que descansaba una pequeña tarta de chocolate con fresas. La niña pensó que las nueve velas encendidas y apretadas sobre la tarta eran las más bonitas del mundo, aunque pocas cosas en el refugio podrían considerarse bonitas. En el interior de aquellos muros las monjas imponían sus reglas y alguna, de vez en cuando, alzaba la mano a quien osaba infringir siquiera una de ellas. De poco servía a los nuevos habitantes del lugar no conocer las normas, pues el desconocimiento de las mismas no excluía la culpa que acarreaba el transgredirlas. Solo Dios, decían las religiosas, podía librar al pecador del pecado. Y como ninguna de las hermanas era Él, el principal trabajo de estas consistía en agitar las flexibles varas de madera en cuanto algún crío de los que allí vivían intentara hacer algo prohibido. Pero aquel día no hubo castigos, tan solo canciones y juegos de ojos vendados. Gabriela cantó, descubrió a muchos de los que se escondieron cuando le llegó el turno de quedarse ciega, bailó sin la innecesaria presencia de la música… Resultó ser, o eso creía ella, el mejor día de su vida. ~30~


Por la tarde una de las hermanas se le acercó y le pidió que la acompañara al despacho de la madre superiora, la cual tenía una gran noticia que darle. La pequeña, por supuesto, ya sabía de qué se trataba: con toda seguridad, alguien la había reclamado para sí, alguien deseaba sacarla de allí para que formara parte de una nueva familia. Cuando esa noticia, en un pasado lejano, había constituido una novedad, Gabriela se había emocionado y había estado a punto de llorar de felicidad. Ahora, sin embargo, que la madre superiora quisiera verla no suponía motivo de alegría. La última vez los problemas llegaron de parte de aquellos que deseaban ser padres y que, por alguna razón desconocida para ella, eran incapaces de comprender cómo serlo; en sus brazos, siempre cubiertos por las largas mangas de su camisa, aún se apreciaban las señales de su supuesta responsabilidad por los males que poblaban el mundo de los adultos. Al otro lado de la puerta del despacho se encontró con los rostros sonrientes de una pareja de mediana edad. La mujer resultaba agradable, lo que no era raro en absoluto; ellas, las más de las veces, eran muy parecidas a Gabriela, apartaban la mirada cuando convenía y eran obedientes. Pero siempre había algo fuera de lugar en aquellas visitas, algo malvado. Y ese algo se dejaba ver en los ojos de los hombres. El que la observaba de arriba abajo sonreía, pero en sus labios no se dibujaba una

sonrisa amable digna de confianza, sino una mueca que prometía futuros padecimientos. Tras una pequeña charla con la madre superiora, el matrimonio abandonó el refugio con su nueva hija. Los tres se subieron en un pequeño automóvil, el hombre arrancó el motor y comenzaron a desplazarse como empujados por el viento. Así fue cómo Gabriela dejó atrás el único hogar que había llegado a aceptar como tal. Ya en las afueras se detuvieron frente a una enorme casa de ladrillo rojo. El hombre y la mujer bajaron del vehículo, y juntos, plantados delante de la puerta del asiento ocupado por Gabriela, le pidieron a esta que se uniera a ellos. Había llegado a su nuevo hogar, dijeron, donde harían todo lo posible por convertirla en la niña más feliz del mundo entero. Tuvo la impresión de que la casa era más grande por dentro que por fuera; una impresión extraña, sin duda, pero no lo suficiente como para desconcertar a la pequeña, que había visto muchas cosas raras a lo largo de su corta vida. En más de una ocasión, recordaba, su anterior madre había invitado a casa a otros hombres que no eran su marido, a los que trataba con la misma consideración que a este; con ellos jugaba en su cuarto tras una puerta cerrada, decía, por si acaso, haciendo tanto ruido que si quien ~31~


los hubiera escuchado conociera las normas de los juegos que allí dentro se sucedían hubiese reconocido el nombre de estos al instante y no como Gabriela, que ignoraba casi todo lo que ocurría a su alrededor y que solían ser asuntos que solo incumbían a los mayores.

y saltó y se carcajeó a pesar de que las hermanas a menudo la habían reprendido por expresar así sus emociones. Se dio la vuelta, corrió hacia sus nuevos padres, los abrazó y, justo desde ese momento, los quiso con todo su corazón. Sabía que en aquella casa todo iría de maravilla.

La llevaron a su nueva habitación, situada en la segunda planta, tras haberle enseñado el resto de la casa. En ella había una cama alrededor de la cual, desde el alto techo pintado de blanco hasta rozar el suelo, caían unas finas cortinas de color azul claro. A ambos lados de esta cama había sendas mesillas de noche con hermosas tallas en su madera oscura, y justo enfrente, sepultado bajo un montón de hermosísimas muñecas de porcelana de rostros asombrosamente pálidos y primorosos vestidos, se encontraba un sofá no demasiado alto pero sí muy ancho, en el que por lo menos podrían sentarse, si quisieran, cinco o seis personas al mismo tiempo. Y lo mejor de la habitación era la gran ventana que daba al este y por la que uno podría asomarse y llegar a perderse, con ayuda de la imaginación, en los verdes campos que se extendían en torno a la casa y que se encontraban, más allá, con un interminable muro de árboles que señalaba el principio de un bosque sin nombre.

Semanas después, Gabriela soñó que corría por entre las altas hierbas del campo hasta alcanzar la linde del bosque. Al cabo se internaba en la espesura y descubría, en medio de un pequeño claro iluminado por los rayos de un sol matutino, una especie de cantante que no era otra cosa que una sombra que se hacía llamar Señor Sombra.

Gabriela pensó en todo lo que le aguardaba en su nueva vida y sonrió,

El extraño ser siempre había vivido en el corazón del bosque. De tanto en tanto, decía, se acercaba a aquel claro y allí cantaba y alegraba el día a los viejos árboles que, como todo el mundo sabía, no tenían otra cosa que hacer que escuchar sus canciones para luego cuchichear acerca de si les había gustado el espectáculo o no. Y esa vez, aunque aquí se hable de cuestiones que meramente atañen al reino de los sueños, fue una de tantas en las que los árboles, que agitaron sus ramas y con ello hicieron bailar a sus hojillas al final de la excelente interpretación, lanzaron al aire susurro tras susurro de alabanza dedicada a la voz de la sombra del claro. Las canciones de Señor Sombra jamás llegaban a repetirse y también Gabriela ~32~


quedó prendada sin remedio de las melodías que escuchó complacida durante aquella calurosa y onírica mañana. Al finalizar el espectáculo la pequeña y la sombra se sentaron a la vera de una montañita de flores silvestres que lucían multitud de colores imposibles. Y de la nada apareció una delicada mesita y un juego completo de té sobre esta. Después de disfrutar en silencio de la infusión, Señor Sombra le contó a Gabriela la historia de una niña que nunca llegó a conocer a sus verdaderos padres. Ella supuso entonces que el ser había inventado la historia sobre la marcha para así, quizá, alejar la tristeza que en secreto albergaba en su corazón y que a veces le oprimía el pecho y la garganta. La niña de la historia también había sido abandonada al poco de nacer, olvidada dentro de un viejo capazo ante las puertas de un orfanato dirigido por un nutrido grupo de religiosas. Y a pesar de que estas últimas la aceptaron de buena gana, ella nunca llegó a ser feliz en el refugio. En unos cuantos años, con cada día que pasaba sin que alguna pareja apareciese por allí para reclamarla como la deseada hija a la que poder amar con locura, la pena y el dolor del abandono se hicieron cada vez más patentes en sus ojos y en su risa, escasa y espaciada en el tiempo,

pues la tristeza se aferraba a ella cada vez más fuerte con la paulatina pérdida de la esperanza. Pero un buen día, según las hermanas del refugio, el Señor obró el milagro: bajo el dintel de la puerta del orfanato apareció un matrimonio que se fijó en la niña, quien, tras vencer su timidez, se acercó y se dejó abrazar por su nueva madre y acariciar los cabellos por su nuevo padre. Cuando llegó al hogar de la pareja quedó muy sorprendida, pues dicho hogar no era una sencilla casa como había imaginado, sino un enorme castillo de muchos colores en cuyas habitaciones, de tan grande que era el lugar, aun llegaban a perderse el sol y la luna mientras jugaban sin descanso a perseguirse. Y allí fue feliz durante un año, ya que padre y madre la trataron como a una verdadera hija, carne de su carne y sangre de su sangre, mas aquello cambió pasado ese tiempo. Una noche la niña se despertó de un sueño poco profundo gobernado por pesadillas en las que pululaban todo tipo de seres deformes, monstruos de sombra con horribles, amarillentos y puntiagudos colmillos que se contaban por centenas. Vio una sombra que la llamaba «hija mía» mientras se acercaba a su cama con una trémula luz a sus espaldas proveniente del pasillo. Esta sombra retiró muy despacio las mantas y las sábanas que cubrían su cuerpo ~33~


Fotografía de Timon Studler.

y se acostó a su lado y los arropó de nuevo a ambos. La sombra, pensó la niña al punto, no había salido de ninguna pesadilla, aunque así pudiera haberle parecido en un principio, y de esto estaba convencida ya que esta sombra, a diferencia de las otras, no poseía cientos de colmillos horribles, amarillentos y puntiagudos, sino que cuando sonreía al acariciar los muslos de la pequeña con dedos largos y delgados y fríos como el hielo, mostraba unos dientes blancos de persona que cuidara muy bien su dentadura y por tanto persona, que no monstruo, tenía que ser la negra figura alargada y risueña de manos sorprendentemente ásperas. Y la sombra ordenó entonces a la niña que separara las piernas y que de lo

que allí pasara aquella noche jamás dijera una palabra, pues nadie la creería y además mamá y papá la odiarían por no haber podido guardar un secreto, pues los secretos, como se empeñaba en repetirle al oído aquella sombra todas y cada una de las veces que parte de esta entraba y salía de su cuerpo causándole gran dolor, eran sagrados para las personas de bien y para el mismísimo Dios misericordioso. Pasaron los días y ella no contó a sus padres nada de lo sucedido aquella noche en su habitación, pues no quería que el Señor se enfadara con ella. Las visitas de la sombra, por otro lado, se repitieron y le resultaron cada vez más difíciles de sobrellevar, por lo menos hasta que logró encerrarse en su propio mundo interior durante las largas horas ~34~


de gélidas caricias, besos de oscuros labios y cálida y viscosa y espesa saliva que no cejaba en su empeño de recorrer su pequeño cuerpo de la cabeza a los pies. Pero he aquí la parte feliz de la historia, pues cierta noche se le apareció, en sueños, una idea que cobró de repente forma de persona, aunque esta no tenía rasgos de persona ni color en la piel, ni era más que otra sombra alta y tan oscura que la luz se extinguía a su alrededor. La nueva sombra se le acercó sonriendo y mostrando, esta vez sí, una hilera interminable de dientecillos afilados y amarillos, y le susurró al oído un plan de huida que la pequeña debería de seguir a pies juntillas si quería dejar de sufrir cada noche. Al día siguiente, como le había sugerido la idea hecha sombra, la niña pasó por la cocina del castillo justo antes de acostarse. Se quedó dormida, pero al cabo llegó a su cuarto la sombra que no era monstruo, sino persona, y la despertó como solía hacer a menudo. Cuando la sombra se metió en cama con ella y los arropó a ambos con las mantas y las sábanas y acercó las puntas de los dedos a sus muslos, ella deslizó la mano bajo la almohada y asió con fuerza el mango del cuchillo que había robado de la cocina. Para sorpresa de la sombra, la pequeña descubrió la hoja y se la clavó a esta en el estómago una y

otra vez, una y otra vez, hasta que casi se cansó por completo y las fuerzas quisieron abandonarla. La sombra cayó al suelo después de alejarse de la cama, la incredulidad nublando sus ojos oscuros; intentó hablar, decir algo, pero no pudo, y tosió y expulsó por la boca un líquido espeso y luego se quedó inmóvil en una desconcertante postura. Otra sombra entró entonces en la habitación, pero la niña ya había escuchado sus pasos y tuvo tiempo de salir de la cama y de esconderse tras la puerta con el cuchillo preparado por lo que pudiera suceder. Alguien encendió la luz y gritó a pleno pulmón. No se dejó sorprender por el hecho de que la nueva sombra se hubiera transformado en su madre y la que yacía tendida en el suelo en su padre, pues esto bien podría ser un truco. Así que salió de detrás de la puerta y también le clavó repetidas veces el cuchillo a quien se hacía pasar por su querida madre adoptiva. Algo asustada, se dijo que se estaba controlando bastante bien para lo que había pasado hacía tan solo unos minutos y, de pronto, recordó las palabras de la idea que en el sueño había cobrado forma de sombra y se puso manos a la obra. Bajó aún más los pantalones a su falso padre hasta que estos quedaron a la altura de los tobillos, después le bajó los calzoncillos; ~35~


constató con asco que el interfecto se había orinado y defecado encima. Acto seguido arrastró el cuerpo de su falsa madre hasta dejarlo al lado del primero y le subió el camisón por encima de los pechos, le sacó la ropa interior y con mucha diligencia la escondió entre las sábanas, y finalmente le puso el cuchillo en la mano.

querer decir «dulces sueños». Pero Gabriela desconfiaba. La historia que había escuchado en su sueño le parecía demasiado cercana, quizá la huella de un irrealizable deseo del pasado, y por ello ya se había preparado y también ella había robado un cuchillo de la cocina y lo había escondido debajo de la almohada.

Esperó hasta que la mujer del servicio, a la mañana siguiente, se quedó paralizada ante la puerta de su habitación. La señora gritó y gritó y su potente voz llegó a ser tan solo un hilillo de sonido apagado. El plan funcionó y los policías, a los que había llamado la criada, llevaron a la pequeña a un lugar al que de corazón pudo llamar hogar, a un sitio mágico lleno de habitaciones de blancas y suaves paredes como la luz del sol sobre la arena fina de las playas.

No resultó tan fácil como esperaba, pero al fin logró hacer caer al suelo a la sombra disfrazada de su nuevo padre y esperó a que por la puerta surgiera la segunda sombra, que de seguro intentaría adoptar el rostro y los cabellos y la voz de su nueva madre. Y así ocurrió.

Gabriela se despertó. Recordó lo que Señor Sombra le había contado en el sueño. Y supo que la historia le había encantado, pues era la más dulce y alegre que había escuchado en toda su vida. Pasados unos meses sucedió aquello que Gabriela más había temido: recortada sobre la luz del pasillo, en plena noche, apareció la sombra que no era sombra, sino persona, y se acercó a su cama, aunque no se metió en ella, sino que le acarició los cabellos y le dio un beso en la frente que parecía

Fotografía por Tertia Van Rensburg ~36~


Dispuso los cadáveres. Al padre le bajó los pantalones y los calzoncillos, a la madre le subió el camisón y le quitó la ropa interior para esconderla entre las sábanas y luego le puso el cuchillo en la mano. A la mañana siguiente también apareció la mujer del servicio. Y a Gabriela, como a la niña de la historia, unos amables policías la llevaron a un sitio mágico lleno de habitaciones de blancas y suaves paredes.

De todas formas, a pesar de las dudas, no sé si conseguiré escribir algo, supongo que todo acabará como siempre. Volveré a la cama, dejaré que el deseo se entremezcle con el sueño hasta diluirse. Quizás por el camino le de la vuelta a una o dos ideas para escribir un cuento, pero el cansancio se las llevará junto con todos los haikus no escritos, al vacío.

Señor Sombra la visitaba cada noche y le decía con una sonrisa dibujada en los negros labios que siempre se había preocupado por nada, que su padre era él y que nunca la había abandonado, aunque las hermanas del refugio le hubieran hecho creer lo contrario. Gabriela era feliz, pues a menudo charlaba con Señor Sombra y este le cantaba y juntos jugaban a juegos en extremo divertidos, como cuando ella hacía creer al servicio de su nuevo hogar que se había tragado las pastillitas, y él, a cambio, le mordía las muñecas por las noches y de las hermosas heridas salía un precioso líquido que fluía sin descanso como las aguas de un manantial. Por desgracia, este último juego siempre era interrumpido por el dichoso servicio. No te preocupes, decía Señor Sombra sin embargo, llegará el día en que nadie alcance a interrumpir nuestros juegos, hija mía, y ese día, te lo prometo, será el más feliz de nuestras vidas. ~37~


El juego lugubre Mientras sople el viento David González (Aye)

ese aire para alzar el vuelo. Al principio lo hizo con torpeza, como si dudar de su liviana condición fuese un estímulo natural, pero rápidamente superó miedos infundados y comenzó a desplazarse de un lado para otro con la gracia y la frescura del que todo lo abarca, dando muestras de una valentía renovada.

A

esa hora el atardecer se arreglaba para salir.

Primero se maquillaba las nubes de un naranja bastante subido de tono, casi bermellón. Luego se repasaba a conciencia la línea del horizonte con un morado pastel. Acababa siempre espolvoreándose el firmamento con multitud de motas púrpuras. No había nadie en la playa, excepto yo; y el viento, que estaba juguetón y bromeaba con todo. Aun así, mi indecisa cometa tardó una eternidad en aprovechar cualquier buena ráfaga de

Inesperadamente, un furtivo e involuntario manotazo propinado por el viento revoltoso desorientó el alegre y despreocupado vuelo de la cometa provocando que sus hilos se enredaran, precipitándola bruscamente contra el suelo. Tan sólo debía desenredarla para volver a conquistar el cielo. Pero ya se había hecho tarde, y se impuso de nuevo la pereza. «Vaya, cometas que parecen sueños...» pensé mientras notaba como las olas lamían mis tobillos antes de regresar silenciosamente al mar para morir una y otra vez… ~38~


Da click en la imagen para ver el video

E

stoy perdida en un bosque a donde no sé cómo he llegado. No recuerdo haber caminado tanto y tampoco sé el camino de vuelta. Sólo sé que estoy temblando de frío, mojada por la lluvia, descalza y vestida con harapos. Miro a mi alrededor buscando a alguien, o quizás algo que me ayude a regresar a… ¿Dónde estoy, de dónde venía? ¡No lo recuerdo!, que miedo ¡Dios mío! Me recorre el cuerpo un frío que hace daño y mis pupilas dilatadas no ven camino alguno de regreso a ninguna casa. Agudizo

mis oídos y no escucho más que el silbido de un maledicente viento que me trae sonidos que recuerdo vagamente. Algo así, como gritos y portazos. ¿Qué me está pasando?, ¿Cómo he llegado aquí? Y me echo a llorar sobre un charco, el que menos agua tiene porque todo está inundado. A lo lejos, no se ve a nadie y tampoco casa alguna, ni tampoco calles. Llevo días sin comer y aterida de espanto. A cada paso que doy más segura estoy que he llegado a “la nada”. Porque no sé qué nombre ponerle a este siniestro lugar

y a este desesperado sentimiento. Me iba ya a dar por vencida, cuando de esa nada, apareciste tú, como un refulgente blanco en medio de un negro intenso. Oí que me llamabas y sólo vislumbré unos brazos y una camisa blanca. No te conocía pero me bastó para entregarte mi vida en ese mismo instante. No me la quites ahora. ¡Prométemelo! o no me agarro. Que no quiero perderme de nuevo en recuerdos malos. Me agarré. De lo demás, ya no me acuerdo.


La caja Oblonga Donde los cuentos cambian la realidad que nos rodea

Querido Sancho Diego Reyes Fernández

Colección: El telón de la luna.

Q

uerido Sancho, ya sabes bien de tu descuidada educación en la escuela pública, de libros sin pastas a todo color y castigado en todos los recreos posibles del estío, en días laborables y propuesto finalmente para el mejor alumno del subconsciente y los sueños abigarrados en lo híbrido, eres ideal para lo que te voy a contar a ti solo y en medio de la nada. Debido a que vivías más en tu mundo de atmósferas atópicas e isotopos de rodio reciclado, que en la realidad de tus profes presocráticos y

patéticos, eres perfecto para caminar por todos los caminos torcidos de los barrancos y sus derivados del abismo subjetivo, en todo es yo de ti mismo y a conciencia, cuando ya no eres el otro, ese que inventa galaxias aciagas para huir de la paz posmoderna del campo a las tres de la tarde, cuando todos duermen la siesta del tinto peleón sin taninos. Para ti, que tu burro Manuel es el culmen de todo el saber pragmático y en eso tienes toda tu razón del mundo, dado que Manuel no tiene sueños y solo tiene sed de agua y hambre de verdín y su poquito de deseo carnal a lo asno, vive sin conjeturas en el universo de la verdad única, vivir sin más tonterías que las precisas, todos los días seguidos. Pero tú no eres Manuel y tú, si tienes sueños y también un poquito se subconsciente, todo en relación ~40~


proporcional al consciente que se cuece en tu lindísima mollera, claro está. De eso quiero hablarte hoy que te he pillado entrenándote para arriero de burros viejos y sin bozal. Tus sueños son tuyos y para siempre, son lo que hay un poco mas allá de todo lo que ves con tus ojitos de arriero en el abrevadero del Yo. Había un tal Freud, que quiso investigarlos para escribir un libro gordísimo, donde nadie se enteró de nada, ni del Ello, ni del superyó. Por eso estoy yo aquí, para aclarártelo, con palabras angiospermas y polisílabas en lo cataléctico. Si tú coges una piedra te crees que es una piedra tan solo, como si no tuviese nada más, pero te equivocas, si partes la piedra verás su dolor inconmensurable de mica y feldespato, podrás sentir que lo más diminuto del río fluye por sus poros de cuarzo, son sueños ya son omisos al profano e intrínsecos a su desnudez de mineral imparcial, que nadie puede ver a la luz de un día de otoño gris, es el subconsciente mismo de la piedra plena de apotemas y entre llantos de todo su rodar en lo sedentario del ritmo y su inercia. Igualmente bajo tu piel de arriero proclive al morado de los golpes de las herraduras impares, hay un río de sangre y sobre todo de sueños suculentos en locuras bizarras de mozas soliviantadas de estrógenos, habitando tu subconsciente somero en lo académico y enamoradizo en

lo machihembrado, ósea en lo más hondo de tus tuétanos, como si fuese un pozo sin fondo en lo finito, en tu anatomía interna de pacifista pancista e hipocondríaco en lo milano (dígase del refrán: Tienes el mal del milano, las alas malas y el pico sano) y en todo el conglomerado de átomos patizambos que pululan por tus huesos ortopédicos. Imagínate que es como una batalla de almohadas alienígenas o Star Wars en lo mínimo, que no acaba nunca, ni aunque lo mande el señor alcalde en su pregón, de burritos blancos y tornasoles con sus pilas novísimas y alcalinas, donde el colchón sibarita, ya con los muelles molidos de tanto meneíto, va anotando minuciosamente, todos los cojinazos propinados en fa mayor y re sostenido, que se van dando a medida y todos los demás que tienen que venir en la obertura sinfónica para ilusos y atolondrados del más acá, en un libro acolchado de lana borreguil, llamado subconsciente del transeúnte incauto y que un viejo con barbas solemnes por sus infinitos años en lo Morfeo y porque ya nació viejo para toda su eternidad, te lo lee por las noches de luna llena y de cobre y en lo más oscuro de tu asombro neurótico, cuando tu estás hasta el mismísimo gorro de tanto burrito dando pingos o rucho suelto.

~41~


No fue un sueño Isaac Oré

Fotografía por Noah Rosenfield.

Charles había tomado toda la noche anterior. Sabía que su jefe le iba gritar y también iba a oler los estragos de las innumerables cervezas que se tomó. No era la primera vez que hacía espectáculos acerca de su atroz alcoholismo, no era la primera vez que se quedaba dormido en el bar de su abuela, haciendo bulla y recordando la experiencia que tuvo que ocurrirle justo cuando estaba en Europa. Charles cuenta la historia todos los días, porque todos los días toma y todos los días sus amigos del barrio lo acompañan, cuenta la historia de

Bruselas, esa misma miserable historia que él quisiera fuera un sueño. Un sueño perdido entre los mil sueños oscuros, pero no. Charles tiene el sueño hecho realidad y tiene miedo. Tiene miedo y siempre lo tendrá. El verano en Viena era insoportable, así que tuvo que mudarse a Bruselas, donde el clima es menos violento que Austria. El viaje fue largo y en tren, estuvo en Alemania unos días y luego de perderse en Koln, pudo llegar hasta Amberes, recuerda que se emocionó mucho cuando llego por fin a tierras Belgas. Tenía amigos ~42~


latinos en Bruselas, sabía que Muriel, la doctora, prima de Carolina Buscaglia, podía alquilarle por un tiempo uno de esos cuartos vacíos que tiene en su enorme casa. – No me pagues nada por el cuarto, sólo no hagas mucho ruido – Dijo Muriel con tono amable – además es bueno que Tiboh tenga compañía. ¿Sabes jugar al fútbol Charles? – Si Muriel – Dijo Charles distraído, pensando que quizá en ese cuarto podría escribir por fin su novela. – Listo, no se diga más, irás a jugar con Tiboh todos los sábados. Alístate y bajas para cenar tallarines con Berenjena. – Ya, muchas gracias. – Dijo Charles, recordando que no tolera las Berenjenas. Fueron días hermosos para Charles, un bosque estaba al frente de la casa de Muriel y su cuarto tenía una ventana grande, una gigantesca ventana donde podía ver como el sol se confundía con los árboles tan verdes como la planta mágica que tenía entre los bolsillos del pantalón. Charles, siempre fue así, precipitado. Tenía que hacer un viaje desde Bruselas a Luxemburgo, luego parar en Bruselas North y averiguar pasajes para París, tenía una amiga en París que se estaba

yendo a Italia por una temporada y le podía dejar el departamento para él solo. – Charles, querido, puedes venir en esta semana que viajo hasta Santa Lucía en Venecia, quédate acá en París, para que disfrutes un poco de esta ciudad de escritores, como tú – casi gritaba Emma, desde el otro lado de la línea. – Emma, eres muy amable, me gustaría verte y también conocer a tu esposo. Qué lindo Italia. Ojalá esté en París para el fin de semana – dijo Charles, con aire despreocupado pero a la vez atento. – No me hables de ese viejo renegón de mierda Charles, me tengo que bancar un huevo de cosas sólo para que este viejo maricón me pueda pagar algunos gustos. – No cambias Emma, sigues siendo la mujer más humilde del planeta. Y sé que aunque tengan sus diferencias, se aman recíprocamente. – Charles decía, pausado. – No me jodas con eso Carlos, vienes a París y me llamas, si contesta el viejo maricón, cuelgas, y llamas de nuevo hasta que conteste yo. – Emma colgó el teléfono. Así era Emma, había vivido en Buenos Aires, en el barrio de San Isidro, y se conoció con Frankie, un parisino con dinero, dueño de una flota de autos ~43~


de lujo que alquila para los famosos en Versalles y París. Charles conoció a Emma porque ambos eran peruanos, y se conocieron cuando Charles se llamaba Carlos e iba al colegio Leoncio Prado, y Emma iba al Indacochea de Chorrillos y le encantaba esos cadetitos Leonciopradinos. Luego Carlos se cambió de nombre a Charles, como su abuelo, porque el señor de la partida de nacimiento se había confundido y en lugar de Charles en inglés, puso Carlos, como Carlos Magno. Charles estaba rumbo a París, para encontrarse con Emma, reírse, tomar algo y luego quedarse en la ciudad luz por algunas semanas. Estaba en Friburgo- Suiza. Había perdido el tren 3056 rumbo a París, así que tomo el tren 6081 hasta Gare de Lyon en cambio. No conocía París, estaba perdido, tampoco sabía si era el tren correcto. Eran las siete de la noche, hacía frío en París y los vagones del tren estaban llenos en su mayoría. Charles se sentó al costado de un niño que era cuidado por su mamá que estaba al frente de él. Dos hombres se paran bruscamente y sacan un arma grande, un arma real Kalashnikov. Charles sabía que arma era porque había visto una sola vez un arma igual en el colegio militar. Los hombres empezaron a hablar un idioma que Charles no entendía por completo, nombraban a su dios, y una mujer empezó a gritar de pavor,

uno de ellos, disparó. La mujer que estaba sentada al frente de su hijo, lo agarró y lo presionó hacia su pecho. El más delgado vio el acto y se acercó. Disparando al señor de lentes y maletín que estaba intentando quizá marcar un número, tenía las manos en los bolsillos y se movía mucho. Charles no alcanzó a ver los disparos, eran veloces, eran balas que traspasaban los límites de su miedo. ¿Es un sueño? ¿Es un maldito sueño? Pensaba Charles, mientras la señora y el niño lloraban en silencio. Luego sonó una explosión muy fuerte en el otro vagón, el compañero del sujeto más delgado. Un tipo con poco cabello y al parecer mayor, explotó junto con 34 personas que viajaban en el vagón siguiente. El tren paró en seco y el joven delgado que quedaba empezó a disparar de la nada, como si una voz aterradora dentro de él le obligara a matar o alguna locura en su cerebro se hubiera desatado ferozmente. Charles miró atentamente, cuando se auto-disparó con su Kalashnikov. – ¿Fue un mal sueño? ¿Fue una pesadilla? – Le preguntaba Charles a Emma, cuando por fin despertó en el cuarto del hospital Necker en la Rue de Sevres –No Carlos, no fue un sueño – decía Emma bostezando una leve sonrisa, que alegrara un poco, el día de Charles.

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~45~


La inmaculada La vigilante de los sueños Carlos Fernando Imbachi Gamba

Fotografía por Lukas Budimaier.

E

ly fue seleccionada para ser la nueva protectora de los sueños en el mundo. Debía velar porque nadie tuviera problemas durante su jornada de descanso, por lo que tenía oportunidad de atacar a cualquiera que intentara ocasionar pesadillas a la gente

buena e inclusive, a la mala. Aunque estos últimos ya tuvieran sueños lo suficientemente retorcidos como para hablar de algo normal en sus noches. El sueño que una persona tenga influye en el estado de ánimo del día anterior, por lo que buenos sueños traen como resultado días ~46~

tranquilos, eufóricos y mucho más activos. La única regla que tenía para dicho oficio era no involucrarse en un sueño por razones personales, o que no ameritara interrupción. Para el trabajo tenía forma de ver los sueños a manera de “vista previa”


y otra que le permitía entrar directamente a él simplemente abriendo la compuerta de la mente. Poco a poco Ely fue haciendo más rápido y eficiente su trabajo, encontraba toda clase de vivencias y de sueños, que rozaban lo ridículo o que podían llegar a ser mejor producidos que cualquier película. Conoció lugares maravillosos y fue testigo de aventuras extraordinarias en la mente de muchas personas, como era el caso de Tham. Tham era un campesino, trabajaba para mantener a sus padres (ya de edad) y para pagar tanto impuestos del rey como los maleantes que aseguraban “cuidar” el lugar. Su hazaña más grande en su día a día era evitar que los puerquitos de la granja no se escaparan, pero en las noches soñaba como nadie más lo hacía, no solo creaba nuevos mundos (que Ely decía que imaginaba antes de dormir), sino que

Fotografía por Drew Patrick Miller.

también él era partícipe en la aventura, ya fuera encontrando tesoros o enfrentando criaturas feroces. En particular, este chico llamó mucho la atención de nuestra protectora, quien cada día quedaba más fascinada de lo que él era capaz de hacer. Y vigilaba muy de cerca sus historias. Al parecer, un día de invierno, donde las cosechas sencillamente no existen y los animales no dan abasto para suplir la alimentación de la familia y suplir demás necesidades, el vándalo ~47~

que azotaba esas tierras y su gente decidió ir a cobrar sus propios impuestos. Aquél chico se cansó de ese dominio y enfrentó al hombre, mostrando primero que no tenían más recursos para costear todo lo que él pedía y ya no quería mantener un desocupado que por tener armas ya creía tener control sobre el resto. El maleante se fue sin decir nada y el joven entró de nuevo a su hogar. De nuevo en la noche tocaron a la puerta, abrió y encontró un grupo de hombres cada


uno con uno de sus animales liderado por el recaudador de la tarde. Lo único que dijo fue que tomaría eso como pago por su insolencia.

vio todo el camino oscuro de ahí en adelante. Como pudo entró y trató de dormir, mañana sería otro día y podría ver qué hacía, pero pese a los esfuerzos, no fue capaz de caer en Tham decidió enfrentarlos los brazos de Morfeo ni para rescatar sus criaturas, un instante. Ely fue testigo pero sin éxito. Eran de lo ocurrido y entró en tantos que no había gran tristeza al ver que forma de atacarlos o afectó tanto al chico que de simplemente lograr no podía ni dormir, y atrapar a alguno con era un día sin una de sus un animal. No quería historias maravillosas. involucrar a su familia por lo que no pidió ayuda. La protectora se puso traje de verdugo y Más tarde y agotado por decidió enfurecida correr, y protegerse de los crear pesadillas para el golpes que le propinaron, hombre que ocasionó decepcionado de la tantos daños a Tham. Y crueldad con que una así fue, mientras nadie persona puede actuar, más vigilaba, que cada vio como en la última noche hacía justicia acción de la noche, el por sus propias manos, líder del grupo decidió iba y atormentaba al quemar la caseta de villano, le hacía enfrentar almacenamiento, sus miedos y tropezar donde guardaba no con cada acción que solo provisiones sino hacía, lo que más tarde también herramientas descompensaría al para trabajar, con la hombre y lo haría entrar justificación de que así en decaimiento. “los demás entendería a quién se enfrentan”. Pasó el tiempo y poco a poco Tham, con ayuda Tham no podía creer todo de otros campesinos y lo que estaba viendo, sólo amigos, logró recuperar ~48~

muchas cosas en su granja, logró levantarse un poco cada vez de ese aterrador momento. Con ello encontró tranquilidad y pudo hasta cierto punto conciliar el sueño. Ely desde su lugar vio y se emocionó por ver que el chico de las mejores historias que jamás había presenciado, estaba de vuelta. Muy entusiasmada se puso a ver qué era lo que traía hoy consigo, aunque fue desalentador. Todo era gris y más frío que la nieve, no había algo que motivara realmente a aquel soñador, era un sueño plano, sin rumbo, donde solo veía aun agonía en su ser, además que fue muy corto, la historia más fugaz que hubiera visto. La siguiente noche, Ely decidió entrar en los sueños del maleante para propinarle una de sus diarias torturas, decidió que si volvía a ver un sueño tan triste en Tham lo que haría era entrar y cambiarlo, darle color y una línea de tiempo qué seguir.


Tan pronto acabó con su cometido en la mente del malvado, salió deprisa hacia la mente de Tham, olvidando cerrar la compuerta de la mente en que se encontraba. El villano despertó de su pesadilla y pronto volvió a caer en otro sueño. Ahí descubrió ese portal y con curiosidad entró. Al tener dos portales abiertos, estos se conectaban entre sí, lo que significaba que el villano terminaría invadiendo los sueños del campesino.

tiempo para evitar el golpe fatal que recibió Ely. Con la ventaja de ser su sueño logró acabar con el malvado hombre y después revisar que la joven estuviera todavía viva. Lastimosamente, era demasiado tarde, no tenía idea quién era pero notaba que ella sí sabía quién era él, lo único que pudo escuchar antes de que ella falleciera fue “Sólo quería traer a ti una nueva aventura”.

Al morir estando dentro La protectora ocupada del sueño de alguien más con sus arreglos para como el caso del hombre el campesino, no notó perverso, no hay quien la presencia del cruel ocupe tus sueños, por lo hombre. Él por su parte que aquél hombre entró sí notó quién era ese en un sueño sin fin. En misterioso ser, y recordó el caso de Ely, no es así, haberla visto en sus al ser un ser que entró pesadillas, así que decidió materialmente a ese ir por ella y atacarla en sueño, lo que pase ahí se venganza de sus acciones. queda ahí, por lo que su muerte no pudo cambiar. Tan pronto el villano de esta historia fue con Con la caída en el un palo a atacar a la mundo real del villano joven, apareció Tham todos pudieron mejorar, en un caballo a toda pudieron crecer y nadie prisa. Lastimosamente más volvió a atacarlos. no alcanzó a llegar a Aquél campesino valiente ~49~

logró ayudar a su familia a alcanzar lo que habían conseguido en las mejores épocas. Y aquella protectora de sueños no pudo ver jamás otra gran historia para apreciar.


A Murakami y a Bolaño les importa un bledo Francesc Barrio Julio

H

oy he tenido una extraña sensación, como una especie de necesidad vital. De repente me he encontrado con el inesperado deseo de ponerme a escribir y no cualquier cosa. Siempre había pensado que algún día acabaría por escribir algo de ciencia ficción, supongo que es lo que siempre había deseado, pero hoy era diferente. De hecho ha sido doblemente inesperado, precisamente por ese motivo. Siempre he querido escribir ciencia ficción, hasta el punto de llegar a formar parte de mi abultado cúmulo de fustraciones, pero creo que es la primera vez que siento como el antojo de escribir algo ajeno al género. Aunque, para ser sinceros, no es del todo cierto. Debo reconocer

que, en mi adolesciencia, como quien con más o quien menos, le di a la poesía romanticona, desarrollando cierta afición enfermiza, casi obsesiva, a los sonetos. Y en la actualidad, de vez en cuando escribo haikus, aunque en este caso, la poesía japonesa tiene más de terapia que otra cosa. En realidad, habitualmente paso el rato perfilando el poema en mi mente, jugando con la idea que me preocupa dándole vueltas una y otra vez, conjurando la rima de manera adecuada, encuadrando el conteo de sílabas, eligiendo la palabra adecuada, siendo consciente de aquello que no se dice y que es tan importante como lo que sí se dice, hasta que el pequeño poema, siempre en la intimidad de mi mente, queda perfecto. Normalmente se trata ~50~

de una experiencia que me pilla conduciendo, de manera rutinaria, así que una vez he dado la forma al haiku, dedico el resto del viaje a rememorarlo una y otra vez, jugando ahora con su sonoridad, con su cadencia, expulsando los demonios para luego, sin tan solo transcribirlo, olvidarlo, permitiendo que vuelva al vacío del que surgió. Todo muy zen. Pero en esta ocasión es muy diferente, existe en mí un anhelo auténtico de plasmar una idea, una historia, quizás una vivencia personal. No sé de dónde habrá salido. Quizás de algunas de mis lecturas de este último año. Un año marcado por Murakami y Bolaño, dos autores que tienen en común el producirme sentimientos contradictorios, casi paradójicos: por algún


motivo que desconozco, me fascinan sus relatos pero, en cambio, siempre termino por encontrarlos odiosos.

Es curiosa también otra coincidencia que se da en mi relación con mis dos autores paradójicos: hasta ambos llegué a través de una mujer. Quizás sea El primero que conocí por ella esta nueva ansia fue a Murakami, el autor remozada por escribir, o japonés de moda. Me quizás tan sólo, ella ha hipnotiza esa sutil mezcla sido el primer engranaje, de cotidaniedad y fantasía el chispazo primordial. casi surrealista. Empiezo Sea como fuere, se me uno de sus libros y me es hace agónico seguir este hasta doloroso separarme hilo de pensamiento. Lo de la narración. Pero se único cierto es que, poco acaba la historia y acabo después, por ella, llegué a por sentirme siempre Bolaño. igual: lo odio. No puedo evitarlo. Me encanta todo En realidad, todavía me lo relacionado con el cuesta más entender Japón y no puedo dejar mi reacción hacia el de investirlo de un aura chileno. De hecho no romántica dominada he leído demasiado siempre por la tradición de su obra: apenas su y el tópico más pueril. Y magna obra póstuma y ahí está ese Murakami, algunos libros de cuentos. idolatrado por todo el Pero la sensación es mundo y que, en realidad, constante. Me encanta su es tan poco japonés, sencillez, su claridad, esos es tan occidentalizado, personajes tan cercanos. con sus interminables A diferencia de Murakami, referencias culturales ahora éstas son historias occidentales, con su auténticamente cercanas insultante carencia de en varios sentidos: por un tradicionalismo en sus lado por sus trasfondos relatos. Es enojante. tan próximos, sus Pero adoro sus historias, constantes referencias a sobretodo sus personajes, lugares comunes, esos no dejan de fascinarme. personajes tan creíbles ~51~

por lo humano; por otro lado esas situaciones marcadas por lo habitual, por lo cotidiano, haciendo incluso de lo más extraño algo propio, algo en lo que podrías llegar a verte envuelto. Y al igual que con el japonés, me siento enganchado, absorbido por la narración. Hasta que se acaba y entonces llega la extraña desazón, un sentimiento enfrentado, que no llega al disgusto, ni a la desidia, ni a la decepción, pero que deja una mancha oscura en mi interior. Me siento como un poquito engañado, me quedo siempre con la idea de que, con cada una de sus historias, Bolaño quería decir alguna cosa, seguro que algo importante o quizás no, pero en cambio nunca lo hace realmente, enmascarando la verdad con sutiles vanalidades, como si escondiera el auténtico mensaje en unas palabras que ya se han transformado en un código indescifrable. Siempre tengo que dejar pasar unos días, como para rumiar ese sentimiento hasta que,


Fotografía por Anna Dziubinska.

como si le perdonara, reconozco que me ha gustado y que le odio. Aunque, en realidad, creo que no debería olvidar esta tendencia a veces incomprensible que tenemos todos hacia el autoengaño. Me dejo llevar, divagando en plena borrachera de insomnio, abandonando seguramente, mi objetividad y mi perspicacia entre las sábanas de la cama aún caliente. Es increíble cómo nos gusta mentir, sobretodo a nosotros mismos, nos creamos

falsas realidades en las que sustentar nuestras pobres identidades y nos quedamos tan tranquilos, convencidos de que sabemos realmente lo que pensamos. Somos los mejores mentirosos, y también los mayores crédulos. A lo mejor, no se trate, lo de esta nueva sensación, de un anhelo recién encontrado, cuya génesis se encuentre en alguna relación ambigua. Quizás sea algo un poco más profundo, precisamente por escondido a traición, incluso quizás por ~52~

recóndito. Quizás se trate de una transformación, de una evolución de mi intelecto, o incluso de una mutación de mi mente. Consecuencias de vivir al otro lado. Es algo que pensaba hace unos días, precisamente conduciendo de manera rutinaria por la misma carretera, a la misma hora, cruzándome con los mismos vehículos de cada día. Ya hace bastante tiempo que trabajo de noche y mi vida ha cambiado radicalmente. No se trata únicamente de las


evidentes consecuencias sociales de trabajar y dormir al contrario que el resto de la parte de humanidad con la que te toca interaccionar. Es algo más interno que llega al nivel de la percepción de la realidad. En ese momento de lucidez maquinista en mi coche, llegué a palpar la semilla de una idea inquietante y pasé un buen rato intentando explicármela a mí mismo, creo que sin demasiado éxito. Aunque dejó en mí la marca de que había algo sobre lo que valía la pena investigar. La cuestión es que vivo al otro lado. No se trata de un lugar opuesto a lo conocido, ni es un reflejo de lo que llamaríamos vida. Es más bien una versión diferente de la realidad que experimentan los demás. No es mejor, ni es peor, simplemente está al otro lado del velo que las separa. Porque eso sí, ambas partes de la realidad están claramente diferenciadas y delimitadas por una

barrera física que las configura. La noche. Llego a casa que apenas va a salir el Sol, prácticamente no veo a nadie, apenas me cruzo con caras anónimas hastiadas y concentradas en llegar a sus trabajos. Yo no existo para ellos y ellos no existen para mí. Llego a mi apartamento, en penumbra, con todas las persianas bajadas, quizás coma algo ligero antes de meterme a la cama para despertarme por la tarde. Entonces, todavía adormilado, un poco obnubilado mientras voy recuperando la consciencia, paseo hasta casa de mi madre. Son sólo unos minutos, un corto paseo entre personas que están donde les corresponde. Yo no, yo ahora estoy como de visita en este lado. Soy un turista. No tardo en volver a mi casa a encerrarme de nuevo. Mi apartamento, la estación de enlace entre las dos partes del tejido de lo real. Paso las horas, quizás envie algún sms, o conteste al teléfono, ~53~

o contacte con alguien por el facebook. Pero son como imágenes, son representaciones del lado que no me corresponde. Hasta que de nuevo se pone el Sol y se abre el portal. Iré a trabajar y veré a los míos, la gente de mi lado. Esta sensación de irrealidad, de desconexión, seguro que es importante. Aún no sé de qué manera, pero me ha ido cambiando, me está cambiando, de forma lenta, sutil. Cada vez queda menos de mí, porque todo se queda en la noche. De todas formas, a pesar de las dudas, no sé si conseguiré escribir algo, supongo que todo acabará como siempre. Volveré a la cama, dejaré que el deseo se entremezcle con el sueño hasta diluirse. Quizás por el camino le de la vuelta a una o dos ideas para escribir un cuento, pero el cansancio se las llevará junto con todos los haikus no escritos, al vacío.


El jardin del poeta Poesía que se esparce sobre el lienzo

El Impostor Temoltzin Santillan Padilla

Fotografía por Drmakete lab.

T

ristes, nostálgicos, me lleva por un senda apagados, dulce y oscura Como un en la que respiro domingo de desesperación; Noviembre; Esa mirada profunda, intensa, impaciente por el absurdo paso del tiempo.

un laberinto de locura, donde no hay minotauro ni Teseo,

encuentro a un niño perdido hace mucho En el mismo instante arrogante y desinteresada. tiempo Me hipnotiza. Siento temor y fascinación,

sin inocencia y tratando de escapar, ~54~

de este lúgubre lugar; solo hay desolación y dolor, me abrazan lentamente hasta envolverme en una terrible oscuridad, de la que trato de escapar; Cuando lo consigo, descubro que solo estoy mirando mi rostro en el espejo.


Dark dreams Santiago González Escobar

O

h! Morfeo, déjame caer en tus brazos

Permite que los Oniros, tus hermanos se cuelen en mis oscuros

subconsciente

Una criatura misteriosa

Como Atenea hizo con su padre

y más que eso, un ser demente.

Dejándose llevar en la suave corriente

Tú diosa y madre de los grandes pensamientos

y misteriosos sueños.

de los profundos pensamientos.

Cuélate en mi mente

¡Oh! Metis, tú mi diosa

que se encuentra oculta

Métete en mi

Haz de mi subconsciente

en mis sueños.

~55~

Desata la luz incandescente


Nature Morte Aux Cerises

Dionisio Lopez

El retratador

S

entado sobre un viejo carruaje que utiliza para desplazarse, Albert maneja los arreos; en el otro extremo, cuatro asnos sudorosos enfilan los últimos metros de un largo viaje. A su lado, su perro “brutus” observa un camino allanado que anuncia la entrada a un poblado. Tras llegar y cruzar las primeras calles, varios niños se acercan curioseando, Albert, que está acostumbrado a estas situaciones, acelera la marcha buscando protagonismo antes de instalarse en el sitio en el más céntrico lugar.

personas que se prestan a ello, él se define, como “el retratador”. Por eso, al bajarse de la carroza prepara los bártulos; siendo el trípode lo primero que coloca en el suelo, después, acopla sobre él la cámara de retratar cubriéndola con una pequeña cortina negra para protegerla de los rayos solares.

Un péndulo que cuelga de la cámara a modo de disparador, espera que Albert lo tire de él para sacar el retrato; al utilizarlo, un fogonazo se encarga de fijar la imagen. La gente empieza a arremolinarse Sabe que por donde a su alrededor; es su va, causa el asombro de cuantos le rodean con sus momento, Albert lo sabe retratos. No en vano lleva y saca un tablón lleno en el carruaje varias tomas de retratos de lugares y gente de diferentes de paisajes, comarcas o ~56~

etnias que ha realizado. Tras colocarlos en un sitio bien visible; las caras de la gente allí presente no da crédito de lo que ve, siendo los retratos de personas, lo que más llama la atención. – ¡Señoras y señores!... yo soy Albert. Los que me conocen, me llaman “el retratador” y puedo retratarlos a todos ustedes. Su imagen quedará grabada para siempre sobre un papel especial, que podrán ver sus hijos y nietos a través del tiempo. Por unas monedas que tendrán que convenir conmigo, yo les proporcionaré lo nunca visto hasta ahora. Nadie se atreve a dar el primer paso, curiosean; hasta que Job, uno de


los ayudantes del sheriff se anima a hacerlo. Instantes después, se coloca delante de la cámara y... ¡¡plofff!! un fogonazo sacude la calle al tirar Albert del péndulo provocando un –¡¡ohhhh!! – de exclamación generalizada.

El trabajo de Albert causa sensación y son muchos los que quieren retratarse. Cuando la euforia del momento cesa, Halcón Rojo se le acerca y le mira fijamente a los ojos; después observa y remira todos los retratos expuestos y, por último, retira un poco la cortina – ¡No se asusten!... ¡no se negra que protege la asusten! Esto es necesario cámara del trípode para que ocurra para que el verla mejor. retrato quede grabado sobre el papel. – Caminante de carro con ruedas, veo que Lo que Albert no sabe, sabes atrapar el cuerpo es que ninguno de sus en vida de la gente y movimientos ha pasado encerrarlo en papel. desapercibido para ¿Puedes capturar también Halcón Rojo desde que las almas para que nunca llegó; un viejo chamán abandonen sus cuerpos?. de la tribú arapahoe, que una vez al año se acerca – No, eso es imposible, al poblado para cambiar no creo que haya alguien pieles capturadas por que pueda conseguirlo. utensilios y alimentos. Halcón Rojo vive con – Será suficiente con su hija Luna y su nieto lo que sabes hacer Sendero Luminoso en una para lo que yo necesito pequeña cabaña al oeste caminante. Quiero que de Arkansas después de hagas un trabajo para huir de una muerte casi mí, pero no en este lugar, segura, al encontrarse tendrás que venir donde cazando fuera de su yo vivo. poblado en un ataque producido por el hombre – Y... ¿de qué trabajo se blanco años atrás. trata?. ~57~

– Quiero que retrates a mi nieto Sendero Luminoso para tener una imagen suya antes que se reúna con los espíritus del más allá; está muy delicado de salud y no creo aguante más de seis lunas llenas. – Lo siento Halcón Rojo, pero sólo lo haré, si me pilla de camino en la ruta que siempre sigo. – Vivo en el valle de Aran, en una pequeña cabaña que hay al lado del río Eslama, al oeste de Arkansas. - Conozco el lugar Halcón Rojo. Y, si todo va bien, me verás dentro de cinco lunas por allí. - No te arrepentirás caminante, te daré buenas pieles para compensarte. Al despedirse ultiman detalles y, después de cambiar las pieles que trajo al poblado, Halcón Rojo regresa a su hogar siendo recibido con calor por su hija y nieto. - Padre, ¿cómo ha ido la cosa?


pasa desapercibida para Halcón Rojo. – Hagamos un trato, yo te ofrezco mi hospitalidad hasta que quieras, si tú desistes en el empeño de llevarte lo que no te pertenece. –De la boca del convicto sólo sale una frase antes de caer desmayado al suelo. Fotografía por Roman Kraft.

- Bien hija, muy bien. Conocí un personaje extraño, algún día te hablaré de él. - Abuelo, ¿me has traído lo que te pedí? - Sí Sendero Luminoso, aunque mi cabeza está un poco vieja, de lo tuyo nunca me olvidaría. Al oír esto, Sendero Luminoso esboza una sonrisa que lo ilumina todo; él y Halcón Rojo van juntos a pescar, cazar y aprender el manejo del arco y flechas. Semanas después y de anochecido los animales están nerviosos, en el

– Acepto viejo. establo se escuchan relinches que avisan que algo extraño está ocurriendo fuera de la cabaña. Halcón Rojo sale con una escopeta en sus manos y, al aproximarse, ve que alguien trata de robar uno de los dos caballos que tiene. Se acerca sigilosamente y, cuando intenta subir a la montura, le apunta con el arma de cerca. – ¡Quieto! ¿Quién eres? Un individuo con pinta de prófugo, se gira de forma amenazante empuñando un cuchillo en su mano derecha; está mal herido y a punto de desfallecer, cosa que no

Halcón Rojo y su hija Luna se encargan de curarle las heridas, de cuidarlo y velarlo, hasta que dos días más tarde recobra el conocimiento. Al hacerlo, lo primero que ve es la cara de Luna y Sendero Luminoso; los dos le miran mientras levanta su brazo tratando de hurgarse en las heridas sufridas. – ¡Agua!... necesito un trago de agua. Luna, coloca sobre sus labios un cuenco con agua fresca, da dos sorbos, y vuelve a desfallecer. Al día siguiente, de nuevo


abre los ojos y, esta vez, es Jeremías poco tiene que Halcón Rojo quien está a decir, porque su vida su vera. ha sido un tormento de pesares desde que nació. – ¿Me vas a decir tu Casi no había entrado en nombre convicto? la adolescencia, cuando se juntó con gente de la – Mi nombre es Jeremías peor calaña hasta dar con viejo, (aturdido) me... me sus huesos en la cárcel; pareció ver a una mujer y por eso calla, él sabe que un niño. ¿Dónde estoy? no es un ejemplo a seguir. – Viste a mi hija y a mi nieto, estás en buenas manos, no te preocupes y descansa.

Los meses pasan deprisa y, una mañana, Jeremías y Halcón Rojo salen de cacería. Pasadas unas horas, hacen un descanso Tiempo después, Jeremías para comer algo y convive y comparte reponer fuerzas. actividades y mesa con los tres arapahoes, – Viejo... qué sucede con está a gusto y los días Sendero Luminoso, veo pasan sin que se sienta que de día en día su salud necesidad de abandonar va mermando. el lugar. Entre otras cosas, porque disfruta con las Halcón Rojo explica a enseñanzas que transmite Jeremías lo que pasa, y lo Sendero Luminoso, que va a ocurrir; después sabe que son fruto del es Halcón Rojo quien trabajo del viejo y eso pregunta. aún le reconforta más. Los tres van a cazar y – ¿Y a ti qué te pasa?. Veo pescar juntos y, en las reflejada en tu cara una horas que se reúnen con pena interior, que parece Luna en la mesa a comer, estar consumiéndote. las historias que cuenta Halcón Rojo son dignas Jeremías cuenta sin omitir de ser escuchadas y tener ni un solo detalle, lo que en cuenta. ha sido su vida hasta el ~59~

momento. Halcón Rojo no dice nada, pero hay cosas que escucha, que le hielan la sangre. – ¿Lo entiendes ahora viejo? No sé qué tengo, pero siento una gran pena interior y no encuentro forma de purgarla. – Jeremías. Yo soy Halcón Rojo... viejo chamán de la tribú arapahoe; y conozco un remedio para que se aleje tu tormento. – ¿Si? ¿Puedo saberlo? – Debes sacarte un retrato, mejor con un niño sonriendo a tu lado; si lo haces, tu pesar desaparecerá. – ¿Un retrato? ¿Qué es eso? El chamán explica a Jeremías lo que es, y el acuerdo que tuvo con Albert. – Jeremías, sé que mi nieto te ha cogido cariño; Sendero Luminoso sonreirá contigo, sonreiréis los dos cuando llegue el momento del


retrato. Cinco lunas después Albert no da señales de vida; no aparece con su carromato sus burros y su perro. Y, aunque aún no ha llegado la sexta luna; Sendero Luminoso hace un viaje al más allá para reunirse con el espíritu del aire, el sol y el agua en una fría noche de invierno. A la mañana siguiente, mientras están despidiendo su cuerpo, a lo lejos se escuchan los ladridos de “brutus”. Poco después y sin bajarse del carromato, Albert entiende que no ha llegado a tiempo. Al apearse, los ojos de Halcón Rojo y Luna le miran con tristeza; los de Jeremías, con rabia contenida. – No sé que decir... Jeremías se acerca a él y lo zarandea agarrándole por la pechera. – ¡Tarde, has llegado demasiado tarde para el retrato! ¿Es que no lo ves?

– Déjale Jeremías, ha llegado dentro del tiempo pactado y no es culpa suya. – Sí que lo es, por no llegar a tiempo; pero no te vas a quedar sin hacer el trabajo. ¡Porque vas a retratarme a mí, y toda la mierda que llevo escondida en mi interior! Albert no sabe muy bien de qué está hablando, pero intuye que lo tiene que hacer. Saca los bártulos, prepara la cámara y... ¡¡plofff!!, instantes después, el retrato está en sus manos. Cuando trata de entregárselo a Jeremías, éste no lo coge.

que los primeros rayos de sol repunten al día siguiente, Halcón Rojo parte de forma silenciosa hacia La Colina de los Tormentos; al llegar, se arrodilla y con un cuchillo hace un profundo agujero, después, saca de la bolsa de cuero el retrato y lo mira de nuevo, la cara de su amigo es el horror personificado y no quiere contemplarla ni un instante más, así que la entierra profundamente. De seguido, alza los brazos e invoca a los espíritus del bien a través de un canto milenario en el tiempo solicitando vengan en ayuda de Jeremías.

De amanecido y tras una – Llévatelo cuanto antes noche de poco descanso, lejos de aquí; porque no Jeremías nota que algo lo quiero ver. sucede y se levanta antes de lo habitual, aún así, – ¡Pero yo sí!, –dice Halcón observa que el viejo Rojo–Lo coge, lo mira... y chamán se ha marchado se lo guarda en el interior sin él. Cabizbajo, no de una pequeña bolsa de entiende qué está cuero que tiene colgada pasando y porqué lo ha en su cintura; después, hecho; pero nota algo paga lo acordado a Albert en su interior, que le antes de dejarlo marchar. dice que las cosas están empezando a cambiar... y Anochece, y, antes de mucho. ~60~


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