Revista literaria · N° 09 · Marzo 26 · 2016
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Revista literaria Demencia Año 1, N° 9, Marzo de 2016, es una publicación mensual editada por el equipo editorial de Demencia. Santander de Quilichao, Cauca, Colombia. www.revistademencia.wordpress.com Directora y editora responsable: Daniela Cadavid Libreros. Todos los textos e imágenes usados en esta revista se han usado bajo licencia de los creadores, bajo licencia Creative Commons zero o Creative Commons with attribution. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editora de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Revista Demencia o de los respectivos autores.
SUMARIO
Demencia N° 09 · Marzo 2016
Contenido textual Ana Larraz Gale Antonio Rivas Atilano Sevillano Daniela Thann Diego Niño Esther Santana Francisco Barata Hedda Lisbeth Ibarra Javier Gaytán Gaytán Jennifer Fernández Jose Luis Acosta Fernández Julián Esteban Álvarez Manuel Gris Marian Cañibano Nicolás Ortiz Omar Jaimes Pilar González Navarro Purificación Estarli Ricardo de las Casas Sebastián Barbosa Temoltzin Santillan Padilla
Fotografías Pág 8 - Sérgio Rola Pág 12 - Christopher Campbell Pág 14 - Ales Krivec Pág 16 - Stas Svechnikov Pág 18 - La Divina Comedia Pág 20 - Calum MacAulay Pág 25 - Leeroy Pág 26 - Oscar Keys Pág 28 - Oscar Keys Pág 30 - Oscar Keys Pág 32 - Andrey Yachmenov Pág 40 - Benjamin Combs Pág 46 - Cliff Johnson Pág 47 - Matthew Smith Pág 49 - Larisa Birta Pág 56 - Edu Lauton Pág 58 - Oscar Keys
Dirección y edición
Daniela Cadavid Libreros
Corrección de estilo Amelia Nyan.
Diseño y diagramación
08 Art Brut Un rincón donde el sabio titiritero hace danzar una por una las palabras. En esta edición: Ricardo de las Casas y Atilano Sevillano.
12 La Inmaculada Letras que suenan como la música de las esferas. En esta edición: Manuel Gris y Julián Esteban Álvarez.
18 El juego lúgubre Para los curiosos que andan en busca de nuevo material, o para los despiados criticos de la ciudad. En esta edición: José Luis Acosta y Nicolás Ortiz.
Portada y Contraportada: Hedda Lisbeth Ibarra. http://heddart.wix.com/photographer
40 La caja oblonga Un mundo donde los cuentos pueden cambiar la realidad que los rodea. En esta edición: Omar Jaimes y Pilar González Navarro.
45 El jardín del poeta
24 En el ínterin Un lugar donde todo tipo de magia puede suceder. En esta edición: Sebastián Barbosa y Javier Gaytán Gaytán.
26 Kaleidoscopic Cats Si la ciencia ficción nos fluyera por nuestro cuerpo al igual que la vida de estos gatos. En esta edición: Francisco Barata y Esther, Purificación y Ana Larraz.
Daniela Cadavid Libreros
34 El cuerdo loco Rabia y miedo, Pira de ratalartos. Lee el octavo capitulo de esta historia. En esta edición: Daniela Thann. ~3~
Nuevos poetas que abren de a poco su lienzo hacia el mundo. En esta edición: Temoltzin Santillan y Hedda Lisbeth Ibarra.
47 Postales Mensajeros Dementes que viajan entre las olas. En esta edición: Jennifer Fernández y Diego Niño.
52 Nature Morte Aux Cerises Naturaleza muerta con cerezas, un espacio para opinar sobre el mundo real e imaginario. En esta edición: Antonio Rivas y Marian Cañibano.
Colaboradores Ana Larraz Gale. Zaragoza (España) Orgullosa de sus orígenes en su novela “La Fotografía. Historia de un soldado 1936-1937” narra las aventuras y desventuras de un joven agricultor aragonés desde que es movilizado por el ejército nacional; tal y como las cuenta en sus cartas. El lanzamiento del libro será en Febrero de 2016. Antonio Rivas Carreño, Batres, Madrid (España) 71 años, Derecho UNED, publica en Facebook, en torno al “Realismo Mágico”. Experto en Literatura, como hobby ayuda a escritores noveles en poesía y narrativa y es un experto en Análisis y Crítica Literaria. Atilano Sevillano. Argusino de Sayago. (España) 1954 Doctor en Filología Hispánica y Lcdo. en Teoría de la literatura y Literatura comparada. Es coautor del libro de texto Literatura española y universal (McGraw-Hill/ internacional, Madrid, 1999). Su más reciente publicación Lady Ofelia y otros microrrelatos ( Amarante, Salamanca, 2015). Correo electrónico: asevillano.ber@gmail.com Daniela Thann. Desde los confines de Internet Líder suprema de una secta, vaga profesional y crítica literaria en La pluma insolente. Entre sus habilidades está escribir chorradas, invocar peña extradimensional la hostia de loca y autodenominarse cosas sin tener ni puta idea de lo que son, como por ejemplo artista conceptual. Diego Niño. (1979) Constructor de barcos que no van a ninguna parte, autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador y columnista en Panorama Cultural.
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Esther Santana Correa (Las Palmas de Gran Canaria 1956) estudió Psicología en la Universidad de La Laguna. En la actualidad, retirada de la vida laboral, sigue orientando a jóvenes y adolescentes y dedica su tiempo a la literatura infantil y juvenil, bajo el sol y la luz de su isla natal. “Odraude, la luz” es su primera novela publicada. Francisco Juan Barata Bausach. Valencia (España) 63 Economista. En el año de la corrupción (2014), le da por empezar a escribir. Escribe por gusto y para demostrar a esta sociedad en la que los empresarios y las instituciones han decidido condenarlo a la jubilación, que no acepta la condena. Ha conseguido 3 primeros premios, un segundo premio y tres terceros premios. Hedda Lisbeth Ibarra, Santafé de Bogotá. Periodista y fotógrafa, inmigrante colombiana radicada en Estados Unidos, ha dedicado su tiempo en tierra extraña, a transmitir sus sentimientos y emociones a través de la poesía. Actualmente escribe en la revista colombiana YoSoyCultura, en el blog literario Poesía a Mano Alzada y en el canal de Youtube de la declamadora argentina Ana Ulehla. www.heddalisblogspot.com Jenny Fernández Serramito. Escritora imparable, no porque no haya fracasado nunca, sino porque siempre sigue adelante. A sus 19 años todavía cree en el amor y aunque no crea en las historias de amor, vive en una cada día. Tiene la misma memoria que Dori en “Buscando a Nemo” por eso escribe y fotografía cada momento. Muchos afirman que está loca.” José Luis Acosta Fernández (España) 42 años Electrónico e informático. Trabajó cinco años como periodista gastronómico para la revista La Sidra y ha publicado multitud de microrrelatos y poesías en diversas editoriales españolas. Actualmente está inmerso en un proyecto de novela que aúna el realismo sucio, el terror, y la ciencia ficción.
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Julian Esteban Álvarez Agudelo, Santander de Quilichao (Colombia) 1993 Amante de las distopías, el terror, la filosofía y la naturaleza. Deportista innato y estoico en proceso. Estudiante de último año de fisioterapia. Numero favorito 14. Manuel Gris. Barcelona (Poble9) 1982 Loco de las palabras y de escribir desde que tiene uso de razón, y sabe que si alguna vez le cortasen los dedos aprendería a usar los de los pies o la nariz con tal de seguir llenando folios y folios. Soñador y amante de la noche y de su inspiración. Y del Suchard. Y de la cerveza. azacel669.wix.com/manuescribe Marian Cañibano. Natural de Portugalete, Bizkaia (España) Apasionada de la lectura desde que tiene uso de razón, compagina su trabajo por cuenta propia con el placer de escribir. Nicolás Ortiz. Colombia. 17 años. Amante inédito y declarado por las letras. Aprendiz empírico de literatura y empresario independiente de mercadeo, dedicado a tiempo completo al desarrollo de varias novelas en paralelo, también escribe reseñas y críticas en Unknown infinity. Omar Yessid Jaimes Rodríguez. Bucaramanga (Colombia) Administrador de empresas de profesión, con experiencia en los sectores educativo como docente de inglés y en el sector comercial como mercaderista. Amante de la lectura, en especial de literatura. Busca fomentar la lectura y la escritura en su vida. Pilar González Navarro. Granada (España) 46 años. Diplomada en magisterio y funcionaria en Granada. Escribo prosa lírica, realismo mágico y verso libre. Declamar es otra de mis actividades y lo acompaño de vídeos. En YouTube pueden verlos.
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Purificación Estarli nació en Granada (España). Tras licenciarse en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada, trabajó en actividades relacionadas con su formación. Ha colaborado en periódicos digitales. Es ponente en cursos de formación relacionados con la literatura, y correctora de textos en @correccionT. Ricardo de las Casas Pérez. Provincia de Sevilla (España) Licenciado en Filología Inglesa, adicto a la intriga, al thriller y enemigo acérrimo de los tópicos en literatura. Escritor en ciernes. Lo más importante en literatura son los personajes: un gran personaje hace buena la historia más mediocre y viceversa. Sebastián Barbosa. Santafé de Bogotá (Colombia) Con 17 años es un escritor naciente. De origen Bogotano, movido por el recuerdo de ese lejano amor. Temoltzin Santillan Padilla. (México) 35 años Estudio Letras Modernas ( Italianas) en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, influencias principales Fernando Pessoa, Leopoldo María Panero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda entre otros; la literatura y poesía son algo fundamental en su vida, cree en la libre creación, importa más el contenido que la forma.
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Art Brut Lo que más me gusta, es vivir Ricardo de las Casas
Fotografía por Sérgio Rola.
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o que más me gusta, es vivir”
Eso fue lo último que le escuché decir un segundo antes de que el estruendo de seis fusiles rompieran la mañana en el monte, en algún páramo entre Viznar y Alfacar, y nuestras vidas quedasen cercenadas entre olores de tierra, pólvora y sudor. Aquel joven granadino de mirada altiva, cejas pobladas de negrura y solemne porte se llamaba Federico y se apellidaba García. García Lorca, para ser exactos. No sabía apenas nada de él hasta que aquella madrugada
del diecisiete de agosto de 1936 nos llevaban camino de Viznar para arrebatarnos la vida a golpe de fusil. A nosotros dos y a otros dos más. Pero de quien más me acuerdo es de Federico. Camino de nuestro fatal destino, entre baches, traspiés y lágrimas, tuvo fuerzas para contarme que era poeta y que lo habían estado buscando por rojo y por homosexual. Y también que lo habían traicionado. No entendí del todo el enredo familiar que me contó, porque yo estaba muerto de miedo y mientras lo escuchaba, intentaba rezar. Me habló de la familia Roldán, de los ~8~
Alba y de una novela llamada “La Casa de Bernarda Alba” que al parecer hizo que se buscase muchos enemigos. Me enteré de que había estado escondido en casa de otro poeta creo que se llamaba Luis Rosales. Los de la CEDA fueron a buscarle y se lo llevaron. Al preguntarle si temía a la muerte me dijo: “Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir”. Cuando terminó de hablar y me preguntó por qué me habían detenido, la camioneta donde nos llevaban se detuvo. Comencé a temblar y a llorar en voz alta, no podía ni mover las piernas para bajar y me oriné encima. Alguien me golpeó con la culata de un fusil y caí fuera del camión. Al levantar la cabeza vi a Federico caminando como si nada ocurriera, manteniendo su porte tranquilo y su figura orgullosa y erguida, y sentí vergüenza de mí y admiración por cómo él caminaba hacia la muerte sin perder la dignidad. No tuve tiempo de contarle que yo también estaba allí por una traición. Pero en mi caso, el traidor había sido yo. Había desertado del Bando Nacional para unirme al Frente Popular. Cuando me fueron a buscar fui acusado de haber cometido alta traición a la patria. Me habían detenido en casa de mis padres, en Granada, y fue mi propio padre quien me delató. Eligió sus ideas antes que la vida de su hijo. Todo lo que me dijo cuando los de la falange me sacaron a rastras de su casa fue: “así son las guerras, hijo”.
Frente al pelotón de fusilamiento todos llorábamos y gritábamos, nos orinábamos encima e implorábamos de rodillas que nos perdonasen la vida. Pero hasta el último segundo de su existencia Federico mantuvo la mirada alta apuntando con sus ojos al cañón del fusil que le quitaría la vida. No regaló ni una lágrima, ni una súplica, no perdió un ápice de su dignidad. Federico no necesita toda la eternidad que tiene por delante para perdonar a aquellos que le traicionaron y a los que le quitaron la vida, eso me suele decir. Quizás a mí me cueste algo más perdonar, quién sabe. En mi caso, fue mi propio padre quien me traicionó, y eso no es fácil de olvidar. Aun teniendo, como tengo, toda la infinitud para perdonar y olvidar. A menudo pregunto a Federico si cree que seré capaz de perdonar a mi padre algún día, y siempre me dice, sin perder su porte aun habiendo perdido la vida: “Nada turba los siglos pasados. No podemos arrancar un suspiro de lo viejo”.
Lady Ofelia y otros microrrelatos Atilano Sevillano
Epitafio II
E A A C
l que aquí yace no se repuso nunca de la primera impresión. Se le infectaron unos puntos suspensivos. La familia hizo todo lo imposible, pero no hubo manera de salvarle. Lo enterraron con una nota a pie de página.
Desencuentros dán perseguía a Eva por el jardín edénico, peo no le dio alcance. Se encontraba posando para otro cuadro. Caín perseguía a su hermano Abel por el páramo, pero no le dio alcance. Se encontraba protagonizado otra película.
Amor Vertebrado maba a su mujer por encima de todas las cosas. Era, sin duda, la columna vertebral de su vida. Llegó el día en que ella murió. Al día siguiente de la incineración lo encontraron tetrapléjico en la cama.
Relato (De)Construido
arta de amor incriminante escrita por prostituta a su amante. .Pistola. Prueba incriminatoria de asesinato. .Loción para después del afeitado confiscada. .Libro de tarot abierto por la lección nueve de sánscrito, encontrado en la mesita de noche también confiscado. .Fotografías del estado en que se encontró el fiambre tras ser arrojado desde el noveno piso como evidencia. .Falso carnet de identificación policial usado por el proxeneta. .Media de seda utilizada por el psicólogo en el interrogatorio policial. .Desaparecida “pata de cabra”, herramienta utilizada para forzar la entrada. ~10~
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La inmaculada Cuando aparecen los pies de buzo Manuel Gris
Fotografía por Christopher Campbell.
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é que puedo hacerlo. Estoy listo, preparado, convencido. Con el valor suficiente. En algún momento tenemos que coger las riendas de nuestra vida y luchar contra nuestra cabeza y nuestro corazón, contra nuestro pasado y
lo que algún día dijimos. Es parte de la vida, que decía mi abuelo, es parte de ella el luchar contra lo que nos impide dar un paso más hacia donde nunca sabemos lo que hay a ciencia cierta. Es difícil salirte de la línea, lo sé, es complicadísimo abrir una puerta para la que nunca has pensado que había una llave, de acuerdo, pero sin estos pequeños momentos, sin estos escalones que subimos guiados por lo que creemos que verdaderamente debemos hacer, la vida no sería más que una carretera en medio de un desierto, rápida y divertida, pero al final, cuando llegases a la meta, tu biografía ocuparía un ~12~
par de folio en el que todo se repetiría una y otra vez. Gracias abuelo. Al final te haré caso en algo. He decidido hacerlo. Sí. Creo. ¡No!, creo no, SÍ. Salgo del metro por la salida de siempre, al lado de la farola y de la tienda de instrumentos musicales de siempre. Sigo adelante con el viento empujándome hacia atrás, peinándome como a Imanol Arias en Noche Vieja, intentando que no continúe. Y yo pienso jódete, sí, jódete viento, voy a terminar lo que empezaste cuando me trajiste ese olor, el que me llevó a esa tienda
a la cual voy a entrar en apenas 2 minutos y en la que la conocí, en la que hablamos por primera vez y a la que volví al día siguiente para invitarla a tomar algo. Jódete, cabrón. Voy a terminar con esto que me diste sabiendo que nunca sería mío del todo, que no debió ser jamás mío en realidad. Y, ya puestos, si ves hoy a Dios dile que le jodan también, por crearla a ella tan perfecta y a mí tan sentimental.
hacerlo con la ayuda de una tercera. Noto como mis pies comienzan a pesar cada vez más, como crecen y engordan hasta convertirse en pies de buzo, en plataformas de travesti, y sin sentido dejo de notar las baldosas del suelo, como si volase, como si mi cuerpo tratase de escapar de este momento que debo vivir en apenas 30 segundos. 20 segundos.
Ya veo el letrero. Huelo las magdalenas que Cuando ella me lo dijo no ahora llaman muffins y pude creerla. No podía ser las barras de pan que ya verdad. Después de todo no son de cuarto sino de lo vivido, de todo lo dicho, algún nombre más cool. y me acabó lanzando a la basura como un caramelo Hay mucha gente en la de menta de esos que calle, van y vienen y no parecen de piña, pero no, chocan conmigo porque son de menta y te joden no les veo, no están las ganas que tenías de aquí conmigo. Mis ojos comértelo. encuentran la puerta y mis pasos, en lugar de Ella me escupió, lejos del girar y entrar, siguen recto camino que estábamos pero no giro la cabeza, la tomando. Lejos de mirada, que la ve. La veo. nuestros planes y sueños. Está igual que la última vez que la vi, que el día Lejos. Tanto como que me lo dijo. Está con el una persona puede mismo peinado, el mismo ~13~
color de labios, la misma sombra de ojos, unos ojos que me ven y se abren con sorpresa. Mis pies no aceleran, no se esconden. Mis manos buscan el móvil y me lo ponen delante de la cara para que finja que no me he dado cuenta de nada pero mis oídos están en perfecta forma y, cuando giro la esquina que ya tenía planeada girar, oigo mi nombre, lejano, que muere entre el ruido de la calle que vuelve a mí en el mismo momento en que entro en una tienda de ropa. Me paro. Pienso en lo que acabo de hacer, en cómo no he entrado y no le he dicho lo que quería decirle. Una dependienta me pregunta que si puede ayudarme y le digo que no. Que nadie puede ayudarme.
El extraño mundo que ignoramos Julián Esteban Álvarez
Fotografía por Ales Krivec.
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se complejo defecto, esa inseguridad en sí mismo es lo que tiene jodido al mundo» – Pensó Alice mientras aplastaba la colilla de su cigarrillo en el cenicero… Era una tarde lluviosa, cómo no iba a serlo. «En esta época los transhumanistas dominan el mundo. se amarran a la mente y al corazón de sus adoradores, quienes interpretando las teorías nietzscheanas del superhombre como: “la
transformación del cuerpo y la mente humanos, la transición a una nueva sociedad, una sociedad de un solo régimen mundial, que pretende reducir la población mundial a un porcentaje mínimo, donde los valores humanos son aplastados por los valores del hombre”. No les importa qué se tenga que hacer. Entrenan miles de personas, personas de inteligencias diversas, incluyendo las de rostros y cuerpos hermosos para asesinar a quien les representen un peligro». ~14~
Ladraba el documental que veía Joaquín en la red. Días antes, Joaquín, ciudadano promedio, pero que siempre brilló por sus ideas extrañas, conspiranoicas y carentes de sentido común, ideas dignas de medicar, salía de su Alma Mater como era de costumbre. Con sus auriculares en 10 de volumen, rock del pesado en un inglés que no entendía muy bien y pensamientos turbios en su cabeza. Mientras reproducía, casualmente,
Paranoid de Black Sabbath, su boca esbozó una sonrisa, pues el olor a pavimento húmedo, hierba mojada y smog lo transportaban a una película de amor, de esas que ya no se ven, donde quizá aparecería frente a él una extraña mujer de cabello rubio, con un vestido de algún extraño material y unos hermosos ojos azules, quien lo tomaría de la mano y… ¡mejor ni pensar lo que sus dedos le harían a ese vestido! –«Quizá sea muy costoso y me meta en un lio»–. Y su linda inspiración comenzó a decrecer. Cuando se acercaba a la esquina, con su mente en las nubes y los ojos en los pechos de la mujer de la moto, fue cuando se desató el principio del fin. Mientras caminaba de sur a norte, dobló la esquina en sentido este-oeste y, como era de esperar, no encontró a la mujer de sus pensamientos, más bien se topó a una rubia de esas que solo se ven en telenovelas, las que no ve por estar leyendo
distopías de algún extraño autor. Era Alice, su nueva vecina, quien se mudó a su edificio recientemente después del inusual “suicidio colectivo” de toda una familia, o al menos así fue como lo llamaron en el departamento de investigación. Él había hablado con ella para insinuarle sutilmente que si sentía miedo por algún suceso paranormal (en los que él no creía), que no dudara en decirle, que él la protegería, además que no terminaba de comprender porque ella se había mudado allí, y a lo que ella contestaba, que lo había pensado desde un principio, pero que no iba a dejar pasar esa oferta, pues estaba a un precio “de muerte” y no podía evitar tomarlo, ella le sonreía con fina coquetería. Ese día Alice estaba decidida a invitar a Joaquín a un café, quien por su forma de articular las palabras y de mezclar los pensamientos se había ganado su atención. También sabía, ~15~
por experiencia, que era lo suficientemente estúpido para no invitarla a salir, pues la forma en la que se comunicaba denotaba claramente inseguridad. Esta vez, para colmo de él, fue una conspiración divina. Alice no tuvo tiempo de pensar su discurso e improvisó: – Está bien, acepto tu invitación a fumarnos un cigarrillo y tomarnos una cerveza en el parque. –Yo no fumo– Respondió él, – si quieres enamorarme debes esforzarte un poco más, estudiarme mejor. – Decía mientras sacaba una cajetilla de Marlboro de su bolsillo. Entre humo y risas hablaron de la vida que desperdiciaron antes de conocerse, del tiempo que se pierde por estúpidos y de otros temas “trascendentales” para la contemporaneidad. Hablaron de los programas de televisión, telenovelas y todas esas
Fotografía por Stas Svechnikov.
cosas que ninguno de los dos veía. Hablaron de Verónica Roth, Suzanne Collins, James Dashner; hablaron del clima, la política, la cultura, el tiempo y por supuesto, el poder… ¡Cómo se enfocaron en el poder! Ella le preguntaba, lo indagaba. Él estaba feliz, pues según su experiencia, eran pocas las personas interesadas en estos temas, jamás pensó hablar con una mujer como ella,
siempre desconfiaba de la humanidad debido a su paranoia conspiracionista. Ahora, las probabilidades de encontrar una mujer así se reducían muchísimo más cuando se sumaba no solo la belleza de ella, el compartir muchísimos temas en común, era como si ella le hubiese espiado toda su mente, era como si le hubiera estudiado todo el historial de búsqueda del navegador, no solo de su “sistema operativo”, sino ~16~
también de su corazón. Era una chica fuera del promedio y de los contextos, de esas que inspiran amarla por su inteligencia más que por su belleza, sin embargo, tenía una belleza de esas que despampanan. Pese a las veintiún noches en vela, hablando de todo un poco, inclusive de la familia, de su árbol genealógico, él jamás le insinuó nada atrevido, sin embargo, estaba decidido: le robó un
beso, de esos que son “altamente inflamables”. Ella le correspondió, no fue, sino que las manecillas del reloj giraran hacia la derecha y su mano izquierda, la de él, se perdiera bajo el sendero de su ombligo, el de ella.
transhumanismo no funciona. Ese complejo defecto, esa inseguridad en sí mismo es lo que tiene jodido al mundo, después de que el creyó toda la vida fielmente en sus teorías, sus hormonas callaron sus neuronas», se estremeció por la estupidez y decidió Sus pensamientos, los de apagar el cigarro. Así él, se pusieron “rígidos”, fue como él, que en pero no tanto como lo tan solo veintiún días estaría su corazón. Y dejó que una mujer así fue, ella le pasó la destruyera los estudios lengua por el cuello como de veintiún años de esterilizándolo para que esmero, se dejó cegar por no entrasen bacterias, le la irracionalidad y olvidó deslizó sus dedos desde el todos sus principios cabello que apretaba con conspiranoicos por los tensión hasta su yugular, que vivió, a diferencia realizó una leve tensión de ella, quien sigue sobre la misma y cuando creyendo firmemente en esta se dilató apoyó la el transhumanismo y está aguja en un ángulo de dispuesta a dar la vida por 45° y… en ese instante, él o a asesinar millones de terminó la historia de un vidas por el mismo. hombre que tenía en sus manos cambiar el futuro, Joaquín olvidó que evitar el fin del mundo había una conspiración como se conoce. desconocida, una mano negra que domina Alice sacó un cigarro el mundo y lo vigila. del pantalón del cuerpo Olvidó que lo vigilaban inerte en el piso y y que tenían hermosas mientras lo encendía mujeres entrenadas pensó: «Así fue como para todo. ¿Olvidó? jodí al mundo si el NO, los principios no se ~17~
olvidan pues se conocen, se interiorizan. Ella lo sabía, solo hacía su trabajo, él murió porque traicionó sus principios, se traicionó a sí mismo en un juego sin retorno, en una mano donde las cartas ya están tiradas. Él murió. Ahora, por el contrario, Tú, apenas despiertas con demencia, ¿no lo recuerdas? ¡Despierta!
El juego lugubre Lucifer devorando a Judas José Luis Acosta
los siglos. ¿Se olvidó el papa Gregorio Magno de añadir un pecado más a la conocida lista de pereza, gula, avaricia, vanidad, ira, pereza, orgullo? ¿No echáis de menos a la traición en esa lista? ¿Es la traición más venial que la gula o el orgullo? Claro que no. La traición es un arma que utilizaban con frecuencia los poderosos de la hí tenemos a Virgilio y a Dante época, y Gregorio Magno lo sabía. No viendo como Lucifer devora se podía permitir condenar a reyes, al peor de los traidores: príncipes y obispos por una acción Judas. La traición –que no tan habitual en el siglo VI. Así pues, la es un pecado capital- aparece en la frase “muerte a los traidores” queda un literatura y en el cine como una de poco en entredicho. Ni siquiera la Santa las peores acciones que un humano Iglesia Católica condena la traición. puede cometer contra sus semejantes. Claro que si traicionas tus principios El primer libro de “La divina comedia” dando cobijo a criminales de guerra es un viaje por los siete niveles del nazis…Película Amén infierno –siete círculos concéntricos-, un círculo diferente para diversos https://www.youtube.com/ pecados. El pecado más liviano sería la watch?v=Eah630G1T_k lujuria (primer nivel) y el peor sería la traición (séptimo nivel). Parece que dios Fijémonos en nuestras series favoritas. castiga a ambos, Lucifer y Judas por En esas donde la traición aguarda en igual: masticar por toda la eternidad el cada esquina. Por ejemplo Vikings mismo bocado parece casi tan terrible y Game of Thrones. Traidores y como ser devorado por los siglos de traicionados.
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Pobre Ragnar Lorbrok. Todos le traicionan: el rey de Wessex, el rey de Noruega y hasta su propio hermano. ¿Qué hacer? ¿Traicionar antes de ser traicionado? ¿Matar antes de ser asesinado? Un rey más contundente y desconfiado hubiese dado cuenta de los tres traidores y hubiese evitado muchas muertes. Ahora que lo pienso si que se anticipó al rey de Noruega, asesinándolo, pero dejó vivo a su hijo, que planea su muerte. Este Ragnar no aprende… https://www.youtube.com/ watch?v=aGLetJUHztg Tywin Lannister. El líder más despiadado de Poniente. Hizo de la traición un arte con “la boda roja” como obra maestra. Acabó traicionando a su hijo Tyrion, cuya traición devolvió asesinándolo con la ballesta del difunto rey tirano Joffrey. https://www.youtube.com/ watch?v=ZNpe9sivNcw Lord Baelish. Otro traidor. Pero como dice el dicho “el que avisa no es traidor”. Avisó a Ned Stark en su primer encuentro “no te fíes de nadie y menos de mí”. Pero los Stark tienen la costumbre de hacer lo correcto aunque les lleva a la perdición. Se veía venir… https://www.youtube.com/ watch?v=8afaQFLSTH4 Podríamos recetar la traición como un
medicamento, con sus indicaciones y contraindicaciones: USOS Y ABUSOS DE LA TRAICIÓN Traición (abuso). Dejar a tu esposa por esa alumna con cara de niña porque te hace sentir más joven. Traición (uso). Desacreditar al ejecutivo que conspira en tu contra. Darle palmaditas en la espalda e invitarle a comer mientras cavas su fosa a sus espaldas. Conspiración y CONTRAspiración. Comer o ser comido. Traición (abuso). Decir delante de tu hijo de seis años lo llorón que es con él presente. Ahí mismo, en la cola de la panadería. ¿Falta de sensibilidad? Qué va. Es una traición en toda regla. Traición (uso). Ser infiel a quien te es infiel. En cualquier aspecto de la vida. Llegados a este punto ya da todo igual. Traición (abuso). Utilizar la traición de forma desproporcionada, de tal modo que aniquiles a tu enemigo y generes tal desconfianza, que todos se unan contra ti para buscar tu fin. Traición (uso). Traicionar antes de que te traicionen. Traición (abuso). Injustificable en el amor. ¡Contradicción con el punto cuatro! A gusto del consumidor. ~19~
A little piece of heaven Nicolás Ortiz
Fotografía por Calum MacAulay.
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i sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito” “Hola, señora María, seguro me recuerda usted, al menos mi rostro, nos vemos a diario aunque no se dé cuenta de ello. Paseamos por el parque en la tarde en una ocasión, cuando dejó caer su sombrero y voló hasta la silla en la que yo estaba leyendo. Está bien, no fue un verdadero paseo, tan solo le comenté que vivíamos en el mismo conjunto residencial, es increíble que usted no lo notara en estos diez años, pero bueno… ahora lo sabe, ¿sí lo recuerda? “
Suspiré largamente, parecía un buen inicio, ahora solo debía escribir lo verdaderamente importante. Pero era ridículo, en verdad no tenía sentido invitarla a tomar café, asistía al mismo lugar siempre, y nos conocían bien tanto a mí como a usted, no quería levantar sospechas, ¡¿acaso no se burlarían y murmurarían al verme a mí, con la señora María?! Sé que así sería, por lo que además ella lo notaría. Señora María, si usted no fuera tan perspicaz lo pasaría por alto, sé que usted no le daría importancia, pero soy un hombre temperamental, lo más seguro es que haría un intento de enfrentarme a ellos, y luego me daría de bruces con mi senilidad, el crujir de mis articulaciones, los procesos internos lentos de los que… a la mierda, soy ~20~
un cascarón, ¿Acaso usted no querría seguridad en mis brazos?, no puedo ofrecer algo tan atractivo y básico aun para nuestros lazos. Agarré con fuerza mi pluma, mis manos temblaban más de lo acostumbrado y frente a mis ojos se agitaban las paredes, enclaustrándome en la zozobra, tan solo una parte de mi cuerpo trabajaba con el mismo ahínco, aunque era porque no estaba bajo mi cabal dominio, siendo tú la legitima dueña de mis sentimientos de amor y alegría, era totalmente comprensible sentirme apabullado por el temor. Si por un solo instante señora María usted lo entendiera, cambiaría nuestra relación de forma significativa, usted me vería con otros ojos, si descubriera el telón, allí estaría la más grande pasión que pueda experimentar en su vida, podría enfrentarlo todo por usted, menos su ausencia, precisamente en ello es que se justifica mi insomnio, Me enfrento a las circunstancias en busca de una alternativa, una pequeña posibilidad en la que yo le digo cuanto aprecio la fineza de sus expresiones, sus ademanes tan agraciados, o lo mucho que estimo escucharla cantar en las mañanas en la ducha; no soy enfermizo, me es inevitable ubicar el oído tras la pared, y solamente la imagino, perdone mi atrevimiento pero la percibo en su máxima expresión, deslizando sus manos por su piel, viendo como el agua se escurre en todo
su esplendor, revistiendo su cuerpo (tan bien conservado) como toda una glorificación. Su voz es melancólica, triste, pura e inocente, y difícil de ignorar aun para el más indolente. Ya es hora de continuar con el día, disponer de todo mi tiempo resulta una enrevesada situación, porque no he encontrado forma de alejarla a usted de mis pensamientos; supongo que el trabajar me hubiera ayudado, quizás algún amigo al que pudiera haber visitado en busca de consejo. Pero aprovecho el tiempo, cierro los ojos por puro placer con el televisor encendido en aquellas escenas que significaban un avance, cuando hay confesiones dramáticas y él se acerca a ella, me mentalicé para algo importante. Entré en un fantástico sueño, hasta que escuché que tocan la puerta. ¡Justo interrumpieron nuestro beso! A regañadientes me levanté del sofá para abrir un poco la puerta pero… qué significa esto, si es usted, en carne y hueso, sonriendo, usando ese vestido rojo con su abrigo de terciopelo, realmente estuve a punto de empezar a tartamudear. — Hola Adrián, somos vecinos desde hace años —se detuvo usted, como vacilando, mirándome con sorpresa en cuanto se abrió la puerta por completo. Yo estaba ridículamente ataviado con una bata larga y desgastada, era esa
bata que siempre quería desechar, con varios agujeros y en muy lastimoso estado, pero siempre me decidía a usarla un poco más, estaba como al desnudo frente a usted, con mi soledad y mis achaques, con mis piernas delgadas y peludas descubiertas, me faltaba poco para estar maloliente y sin afeitar. Aunque yo no me percaté al principio, solo estaba organizando las palabras en mi cabeza (o cuanto menos solo eso podía intentar) — Hola señora María, me alegro de que viniera —exclamé, desembarazándome al fin de mi desconcierto, incluso suspiré de satisfacción al ver que sí pude responder y usted sonrió. — Debo admitir que me sorprendió mucho su invitación, luego de tantos años… — por un momento alcanzó a reflejar angustia— ¿le sucede algo? Nunca lo había visto en, esta forma… — ¿A qué se refiere? —Alcancé a decir arrugando la frente antes de darme cuenta, sin saber cómo reaccionar, me levanté de inmediato y me dispuse a excusarme — Perdone mis fachas, el día ha avanzado tan rápido que no alcancé a arreglarme y estar presentable para usted, en un momento vuelvo. Preso de unos nervios sin igual vi hacia mi recamara, pensando con tristeza en cómo estaba acercándome a una
batalla sin igual, finalmente tenía la oportunidad en mis manos. Volví en sí cuando usted tomó mi mano. — No hace falta que se vista, vine a hablar con usted sobre algo que no podía dar más espera, eso escribió, ¿o me equivoco? Algo cambió dentro de mí en ese momento, mis temores salieron disparados por mis poros, algo se agitaba embravecido, era un deseo tenaz, justo en el ocaso de mis debilidades, floreció nuevamente mi determinación, una sucesión de momentos atravesó el umbral de mi memoria, tantos días observándola, ella era la mujer indicada, por lo que, tomando valor de mi pasado ya tan constreñido y aplacado, me di la vuelta y la vi a los ojos. — Siéntese señora María, hay algo que quiero contarle. Me senté justo al lado de ella y sin detenerme un solo segundo, la vi a los ojos, le expliqué el motivo por el que yo estaba en el parque cada día a la misma hora, no era una mera rutina, sino que cada día era el ver una nueva María. Le expliqué con sumo detalle las razones por las que ella era mi dulce y bella dueña, finalmente resoplé como un potro luego de atravesar la más larga tempestad de mi vida. Y ella, oh María tan dulce era su mirada, como se inundaba y cristalinas perlas ~22~
resbalaban por su mejilla. Mi conmoción no alcanzó a ser tan inmediata como su mano apretando la mía, repitiendo una y otra vez “oh Adrián, Adrián” ahora su voz no era la misma, no había la usual tristeza o melancolía, sino que había incluso cierto júbilo. Si tan solo hubiera terminado aquello allí -sigo sin explicarme el motivo- acariciando su rostro y tomándola de la barbilla me lancé a darle un beso. Para mi sorpresa, sus labios conservaban una humedad fría y distante, su lengua era rugosa y el pantano de su pubis me produjo tanto desconsuelo. Sin embargo, mi cuerpo trabajaba fuera de mis pensamientos, actuaba tal y como lo había hecho ora en mi juventud en aquella habitación de mis padres, ora en un hotel de las afueras de la ciudad, fue tan triste señora María, verla a usted en pleno gozo y júbilo siendo yo apenas un espectador. Aquella vez fue la más amarga de mi vejez, profunda soledad iluminaba la noche con mis estrellas, extintas como yo, hace cientos de años. María, ¿por qué debías conmoverte ante mis palabras y acudir a mi encuentro? Su cuerpo ha sido el cáliz de mi amargura ahora que en mi interior solo yacen las ruinas de mi esperanza, ahora que se agrietan mis labios y los suyos luego de tantos besos. Me ha quedado en el pecho el beso de amor que nunca le podré dar, ahora que se destiñen sus finos cabellos mientras los roces de la piel que acaricié se deslizan hacia el suelo con su pellejo. Sé, en mi interior
que María me ha tendido una trampa, pero que ahora, veo claramente, que mi verdadera amada, es Antonia. Que torpe he sido al despreciarte, pero he de renacer entre mis escombros para recibir entre los bosques de mi ilusión a aquella ninfa. Me pregunto ahora, ¿cómo fui capaz de ignorar los perfumes que escapan de sus poros?, ¿la embriaguez que producirán sus caricias? Adiós María, embustera sirena, tus cantos no han podido hundirme y enturbiar mi razón en las oscuras aguas de la lujuria. Por ahora mi destino aguarda paciente la hora de mis alegrías. “Antonia, legítima dueña de mi corazón, no desistiré hasta que al fin sea entregada mi alma a tu servicio…” Agarré con fuerza mi pluma, mis manos temblaban más de lo acostumbrado y frente a mis ojos se agitaban las paredes enclaustrándome en la zozobra, tan solo una parte de mi cuerpo trabajaba con el mismo ahínco…
~23~
En el interin Canción a tu cielo Sebastián Barbosa
E
ramos un ritmo dócil En el principio
cariño
A compás del
Nosotros éramos una melodía compleja. ¡Que insuficiente mesura! A la hora de Amarnos.
Terminaría el coro.
Que poco ritmo
Y bailamos por el mundo
Al final de nuestra historia
Y solo pensábamos en los dos…
Nada de cariño
Ritmo terminable E Indolente.
Y al llegar el crepúsculo No éramos más que Dos extraños.
No pensábamos cuando
Luego fuimos
Dos voces diferentes
Luego bailamos al compás de la costumbre. Ya no bailábamos por el mundo
Ahora cada uno tiene el suyo Ahora nuestra melodía es importuna Ahora quedamos amasados Destruidos Cansados
Ya no
De tanta tonalidad
Nos escuchábamos
De tanto bailar
Quizá la más bella,
Luego de ser una sola melodía
Que difícil bailar amando…
Quizá la más complicada de entender.
Éramos dos totalmente opuestas
Yo mejor bailo solo.
El amor es una canción, Una tenue melodía
~24~
Estampa de una familia nueva Javier Gaytán Gaytán
Fotografía por Leeroy.
D
ónde van tus ocasos, padre? -Rumbo al ave que en ti se quedó-
rotos
Somos estampida de labios
¿Quién vendrá con nuestra sombra padre? -Permanecerá atada en los ojos brujos, hijo-
donde las tropas de lo que fuimos
Toca su alma como si acariciara un lobo
avivan el apocalipsis
y nace el silencio.
la voz del miedo, lleva un tono inquieto, una bala que escarba pecho a tierra y vive a salvo. ~25~
Kaleidoscopic Cats Donde la realidad y la imaginaci贸n se vuelven arte
Fotograf铆a por Oscar Keys. ~26~
“Perdoné tu traición, no la suya”
V
Francisco Barata
ivíamos en el mismo barrio, pisando las mismas calles, comprando en las mismas tiendas, pero nunca antes me había fijado en ti. Y tan seguro es que más de una vez pasé por tu lado, como si no fueras nadie, ni llamaste mi atención. Yo andaba muy retraído albergando el dolor de una lastimosa ruptura que mi última relación sentimental produjo en mi corazón, bordeando la locura. Jamás pensé que podría revivir sensación semejante, como la que tú me haces sentir, por ninguna otra mujer, tal es el destrozo que dentro de mí aquel amor tan sufrido causó. Pero un día, no me acuerdo cuánto hace, pudo ser poco tiempo, no lo sé bien, casi te arrollo al doblar una esquina. Tu asombro fue sorpresa por verte a un palmo de mí, que de tan cerca, hizo fijar mis ojos en tu rostro aturdido. Y en tu cara, esos ojos turbados, de tan profundos irrumpieron en mi interior, que allí mismo con locura, de ti prendido quedé. No podía moverme, tu paso estaba cortado, hasta que cohibida dijiste, -
¿me permites, por favor?-, y esa voz sonó a melodía, de tal forma, que en vez de apartarme, deslumbrado ante tu mirar quedé. Tú, incrédula por tal situación, no sé qué pensarías, ¿me habría dado un repente?, ¿estaba quizás alelado?, pero insististe, el mundo no podía pararse, con un tono menos amable - ¿quieres por favor, dejarme pasar?, - entonces, gracias al cielo, algunas neuronas funcionaron, conseguí articular un “disculpe”, me aparté a un lado dejándote el paso franco, aliviando el sinsabor que sin querer te causé. Desde ese día, cuando nos cruzamos, ya no te niego el pasar, aunque me miras con desconfianza, no me extraña, tras lo pasado… Pero ya no te puedo olvidar. Estando en casa, si me dispongo a comer, cuando voy a tomar café, si estoy en el trabajo, en cualquier estadio de mi cansino pasar, te tengo presente a todas horas, y si de algo estoy seguro, que de ti me enamoré como nunca lo había estado. De una cosa soy consciente, mi intuición es certera, mi inteligencia me abruma, por tan brillante y precisa. ~27~
Fotografía por Oscar Keys.
Tú compartes por mí sentimientos, hasta ahora sin saberlo… Me quieres, ¡cómo me quieres!, sé cuánto te engañas por no admitirlo, porque al perderme en tus ojos aquella primera vez, algo de mí encontré aguardándome allá al fondo, muy dentro de ti. No sé cómo soportarlo, ni se cómo comportarme, no sé enderezar mi inquietud, porque cada vez que te veo se me nubla la razón por el cariño tan intenso que cada día ahonda mi pecho, atormentándome el corazón. Abordarte, se me hace duro, después de la primera impresión, puede pienses que soy loco, demente o pirado, vete
tú a saber, no sabría qué es peor, pero haciéndolo, tal vez reconocieras lo que dentro de ti por mí sientes, y entonces, todo será verde esperanza y no este espantoso rojo perdición. Cada día cuando te veo, me cruzo varias veces contigo, quizás sin quererlo busqué encontrarte, tan invisible que eras antes, y ahora estás siempre presente. Eso tiene el destino que nos aboca al desatino cuando así se le tercia. Y cada vez es más doloroso, porque cada día cuando te veo, la razón se me nubla y siento como te amo más. Cuando hace unos días, una tarde te vi de la mano con un atractivo ~28~
muchacho, mi juicio se derrumbó en el fondo de una mente hecha pedazos. No sé lo que pensar, si no sabes que eres mía, ¿por qué me estás traicionando con ese desalmado joven?, si te ocultas la verdad que esperando estoy te reveles después de tanto hacerme sufrir…
vida, me miraste horrorizada y te dije cariñoso… “Ahora puedo decirte mi cielo, qué loco de amor estoy por ti, tanto, bien lo sabes, como lo estás tú de mí. Amor, es por eso que perdono tu traición, pero ese cabrón, que te ha engatusado, no lo repetirá nunca más. ¿Cómo te llamas cariño?”
Pero quizás hay solución y en este caso, muy pronto lo comprendí, ya dije que mi mente es preclara, lo que estorba, se elimina, no hay que buscar evasivas, solo actuar, nada más. Volví a casa y cogí un argumento tan agudo que solo él me daría la tranquilidad que necesitaba tener. Estuve un día sin verlos, puta casualidad, pero a la mañana siguiente los volví a ver paseando juntitos, agarrados de la cintura, ¡qué desvergüenza mostraste engañada por ese rufián! Me planté cara a cara, frente a frente con los dos, ella me miró con extrañeza, yo esperaba una reacción, que demostrara su amor, el joven la miró sorprendido por mi aparición, se miraron sin saber que podía querer, pero tú no reaccionaste… No me dejaste otra opción que usar mi agudo argumento contra tu sinrazón, saqué mi navaja albaceteña, reluciente y afilada, se la hinqué al estorbo en medio del corazón, cayó redondo, sin ~29~
Mi felicidad no es de nadie Ana Larraz Gale, Esther Santana y Purificación Estarli
Fotografía por Oscar Keys.
E
l día había amanecido lluvioso, apagado, oscuro. Carmen se escondía entre las sábanas convencida de que, si no se destapaba, no le llegaría la tristeza que emanaba un día sin sol. Bastante tenía con lo que estaba sufriendo. Se durmió tarde, como se había dormido los últimos tres días. Tres días de llanto, soledad y desgarramiento. El amor de su vida, el hombre en el que había depositado toda su felicidad, toda su confianza, todo su ser, le había confesado que se había enamorado de una chica, compañera de oficina, veinte años más joven que ella. Solo lloraba y sentía el puñal clavado en su corazón. A ratos se maldecía
por haber confiado en su amor, y a ratos lloraba porque se encontraba vieja y empequeñecida. Y se retorcía entre las sábanas esperando que fuera una pesadilla y que, al despertar, le recibiría un día lleno de luz y paz. Pero sus lágrimas le recordaban una y otra vez que no dormía, y su mente la traicionaba con imágenes de su hombre en brazos de otra mujer. Cuando por fin lograba levantarse, se miraba al espejo y se decía a sí misma cómo no se iba a enamorar de otra si ella estaba vieja y arrugada, y esperaba ansiosa que el espejo fuera mágico y le dijera que ella era la más bella del reino. Pero no podía escuchar nada, solo sentía las lágrimas recorriendo su rostro. ~30~
Nada podía calmarla, nadie podía ayudarla, también es verdad que no había sido capaz de contar por lo que estaba viviendo. La vergüenza, la humillación, se hubiesen mofado de ella más de lo que ya lo había hecho su amado. Tres días de soledad, tres días de oscuridad, tres noches de llantos, sufrimiento y miedos. Siempre había sido fuerte, segura y feliz, inmensamente feliz y, de pronto, sin anestesia, un dolor inmenso recorrió todo su cuerpo dejándola tan vacía y débil que no se sentía capaz de poder retomar su vida. Hasta que, una mañana…
casada siete años. Nunca. Pero a una madre no se le puede engañar. Las madres saben lo que les pasa a los hijos con solo mirarlos. Carmen cerró los ojos, recordándola. Por su mente pasaron de soslayo las palabras que su madre le repetía cuando presentía que algo no iba bien: LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS, TE QUIERO. Palabras mágicas que en ese momento comenzaron a dar vueltas y vueltas en la mente de Carmen.
«Si entonces te hubiera hecho caso, ahora no estaría pasando por el infierno en el que estoy metida», se dijo a sí misma.
Abrió los ojos. Unos ojos que se fueron apagando poco a poco, día a día, con cada sospecha, con cada rechazo, con cada excusa que tragaba. Volvió a observar la fotografía de su mesita de noche. Se destapó y se levantó de la cama asistida por una extraña fuerza que la invitaba a subir la persiana de la ventana. En esa ocasión, y a diferencia del resto, no se fijó en la gente pasar; ni pensó en la dicha que podría albergar cada una de las personas que veía, y que sentía que ella ya no tenía; ni se quedó observando a aquel mimo que cada tarde se disfrazaba de soldadito de plomo, se encaramaba a un púlpito y permanecía en silencio e inanimado durante horas. No, en esa ocasión miró hacia arriba porque le había llamado la atención el color del cielo: un azul intenso como sus grandes ojos, que heredó de su madre.
Nunca le habló de las desavenencias con el hombre con el que llevaba
Ella y sus palabras mágicas fueron las que le dieron aquella mañana la fuerza
…un tímido rayo de luz entró por uno de los orificios de la persiana, dirigiéndose hasta una fotografía que Carmen tenía en la mesita de noche. El rostro envejecido pero bellísimo de una señora mayor se iluminó. Carmen abrió bien los ojos para observar una vez más a su madre. Cuánto tiempo sin ella, sin esa mujer que más que madre era amiga, que tantos buenos consejos le daba.
~31~
necesaria para levantarse; para secarse con rabia contenida las lágrimas que corrían por sus mejillas, y de las que dijo que serían las últimas; para respirar profundamente el aire fresco de la mañana; para sonreír; y para gritar bien fuerte que su felicidad no era de nadie… Con paso decidido, enfiló la calle que la llevaba directamente a la oficina de su marido, pero justo antes de llegar, giró a la derecha y en cuanto caminó cincuenta metros más, se encontró delante de la puerta del despacho de abogados de su madre. Se quedó parada en frente de la puerta. El nudo que tenía en el estómago amenazaba con dejarla paralizada. Dio un gran suspiro y sacó las llaves del bolso. Abrió el portal y con prisa, sin esperar el ascensor, subió corriendo hasta la cuarta planta, el nombre de su madre seguía en la puerta de la oficina de la derecha. El olor a cerrado que salió del piso cuando Carmen entró, casi consiguió que no pasara de la entrada. No había vuelto allí desde hacía más de dos años, poco tiempo después del entierro de su madre, cuando su padre la mandó a por las cosas más importantes. Todos los recuerdos de aquella época se agolparon en su mente: el día en el que volvieron las dos del médico con el diagnóstico en la mano y se refugiaron allí para poder llorar a solas, las últimas veces que su madre fue capaz de ir a trabajar y ella se acercaba para tomar
Fotografía por Andrey Yachmenov.
el café juntas… Recordó que era su madre la que la animaba siempre a pesar de ser ella la enferma. En todo momento fue consciente del poco tiempo que le quedaba de vida, pero no por ello se dejó llevar por la pena y la tristeza. Siempre fue la más fuerte de las dos. Pero Carmen, no había ido allí para recordar tristezas. Esa mañana, una imagen se había hecho fuerte en su memoria: era su madre hablándole, uno de los últimos días en que se habían visto en el bufete. Ya estaba muy malita y, casi sin voz, le había dado un mensaje que, con tantos acontecimientos, ella había olvidado: «Cuando las palabras mágicas no funcionen, busca una cosa que te he dejado en mi despacho». ~32~
Sin pensárselo más, Carmen fue directa hasta la mesa de su madre y abrió el cajón central tal y como ella le había dicho. Allí había dos sobres, uno grande y otro pequeño, este último tenía puesto su nombre.
Un poco intrigada, abrió el otro sobre y, entonces, las lágrimas dieron paso a la risa.
Con él en la mano, se sentó en el sillón de orejas que había detrás del escritorio y empezó a leer:
Carmen, sin poder contener las carcajadas, escribió la de ese día, volvió a meter los papeles en el sobre y se encaminó a la oficina de su marido.
Querida hija, si estás leyendo esta carta es porque estás sufriendo. No sabes cómo me gustaría compartir estos momentos contigo, apoyarte y consolarte, pero no puede ser. Me temo que sé lo que te pasa. Te conozco y también a tu marido, así que esto tenía que ocurrir tarde o temprano. Ese hombre no te llega ni a la suela de tus zapatos, tendría que besar el suelo por el que tú pisas. No se merece tus lágrimas, así que no derrames ni una más por él y coge el ritmo de tu vida como siempre debiste hacer. Abre el otro sobre, cariño, fírmalo y recorre los cincuenta metros que te quedan para ser libre. Tú eres la dueña de tu felicidad así que líbrate cuanto antes de todo lo que te impide serlo.
Allí estaba el documento de su divorcio, solo le faltaba poner la fecha.
Te quiero muchísimo. Carmen, casi no se podía creer lo que estaba leyendo. Ella siempre pensó que nadie conocía sus problemas, que había sido capaz de llevarlo todo ella sola. Nunca quiso preocupar a su familia y menos a su madre. ~33~
El cuerdo Loco Rabia y miedo: Pira de ratalartos Por Daniela Thann
L
as cosas no iban nada bien. Llevaban tan solo una semana de viaje y acababan de sufrir el tercer ataque. La moral del ejército estaba por los suelos y las bajas eran demasiadas.
Feas y asquerosas como mamá, alargadas y paticortas como papá.
La idea era quemar solo a las alimañas, pero el mago y una facción de soldados que tenía de su parte intentaban presionar para que se incineraran con – Me parece a mí que los dragones se van a quedar ellas a los hombres caídos en la batalla. Temían que con hambre, a este ritmo alguien encontrara una no tendrán soldados oportunidad demasiado suficientes ni para el aperitivo. – Se burló Trella. buena en aquel montón de muertos para hacerse con su propio ejército A su lado unos cuantos de zombies. hombres apilaban los cadáveres de los ratalartos que tantos problemas les – ¡Nuestros compañeros no merecen una deshonra habían dado. Unos seres así! – Gritaba el chico peludos y escamosos a rubio al que Trella había la vez, que parecían el dejado sin oreja. resultado de una noche de pasión entre un lagarto gigante y una rata – ¿No hemos tenido suficientes problemas ya? reina sobrealimentada. ~34~
¿Acaso te apetece tener una horda de muertos vivientes siguiendo nuestros pasos? – Replicó el mago. – Eso es muy improbable que pase. A parte de ti no veo más magos por las cercanías, no sois tan comunes, sería demasiada casualidad. – Como se nota que no sabes de que hablas, niño. A los que les gusta jugar con muertos les encanta seguir el rastro de ejércitos que parten hacia la batalla, es evidente por qué. Y el que hemos ido dejando nosotros, querido, es de los que llamarían la atención hasta de un rastreador ciego, sordo y casi tan estúpido como tú.
Mientras la discusión se calentaba aún más, Omorfo revisaba los bultos llenos de provisiones murmurando toda clase de improperios.
esta conversación antes. – Intervino Anoixi dirigiéndose al mago. – Entiende que a veces hay cosas más importantes que las precauciones ante una posibilidad – Déjalo, Asteri, ya has tan remota como la perdido esta batalla antes. que comentas. A este paso, si hay algún nigropirado siguiéndonos, – ¿Cómo cuáles? – replicó ya debe tener una buena el mago alzando una ceja. colección de fiambres. Lo triste es que estos mantas – La moral de la tropa, por muertos seguramente ejemplo ¿Cómo crees que son mejores luchadores se sienten estos hombres que vivos. – Sentenció al ver que si perecen en Trella con desprecio. el ejercicio de su noble tarea, sus cuerpos van El chico sin oreja le dirigió a ser tratados igual una mirada de odio; no que el de las vulgares tenía valor para nada más, abominaciones contra las y Trella lo sabía. que luchaban? – ¿Qué miras, desorejado? ¿Quieres otra tunda? – Trella hizo un amago de golpearlo y el chico, para su propia vergüenza, hizo un ademán de retroceder y cubrirse; a lo que la mercenaria respondió con una sonora e hiriente carcajada. – ¡Jajajajaja! bueno... veo que has escarmentado. – Bueno, ya basta Asteri, hemos tenido
– ¿Como la morralla prescindible que son? – Soltó la mercenaria. Anoixi se limitó a continuar, ignorándola. – Nos adentraremos un poco en el bosque, cavaremos las tumbas en un lugar no muy visible desde el camino, sin dejar signos de que es un cementerio improvisado, y nadie tendrá porque ~35~
saber que aquí cerca hay cuerpos enterrados. El mago iba a asentir de mala gana cuando una voz ronca y malhumorada interrumpió la discusión. – Venid todos aquí ¡Ahora! Omorfo tiró al suelo parte del cargamento que había estado revisando y se dedicó a patearlo con rabia mientras todos los allí presentes se congregaban a su alrededor. – ¿Y ahora qué te pasa, escroto canoso? ¿Te acabas de dar cuenta de que eres la cabeza de un ejército de inútiles? – Respondió Trella. – ¡Cállate! – gritó el hombre, con los ojos inyectados en sangre. Se pasó una mano por la cara con gesto nervioso y lanzó una colérica mirada a todos antes de seguir bramando. – ¿A quién se le ha ocurrido la genial idea de incluir pescado en
salazón y queso azul en las provisiones? – ¿Qué tiene eso de importante? – Preguntó uno de los reclutas más jóvenes. Por suerte para él, Omorfo volvía a estar ocupado descargando su ira contra las cajas de provisiones y no le escuchó. – Los alimentos con olores fuertes, como esos, son muy atrayentes para los ratalartos, y en esta zona son lo suficientemente comunes como para que llevar ese tipo de cosas no sea una buena idea. – contestó Anoixi, mientras Omorfo dejaba de patear los últimos restos de la caja que acababa de volcar. – Vale. – Dijo pasándose una mano por el pelo, nervioso. – ¿Quién estaba al mando de las provisiones? Silencio absoluto. – Creo que Yial fue... – empezó uno de los soldados
– No, yo no tuve nada que ver, al final se ocupó Mor. – Contestó Yial intentando escurrir el bulto. – Que listo, intentando cargarle el muerto a un muerto, eres pura ironía, sí señor. – Intervino otro soldado. – Y tú un gracioso de mierda, Hume. Es completamente cierto, se ocupó Mor. – Insistió el acusado.
era un soldado veterano, no muchos años menor que Omorfo. – ¿Qué quieres decir, Gorosh? ¿De qué más debemos prescindir? – El tono de Omorfo era diferente al que había estado usando, las canas eran algo que se respetaba en aquel ejército. – ¡De esta bruja traidora con la que nos han impuesto cargar! – Tronó señalando con odio a Trella.
– ¡Basta! ¡Sois todos una manga de incompetentes! – Gritó Omorfo. – ¿Y ahora qué cojones he hecho yo? – replicó esta, – ¡Aleluya! ¡Por fin se ha levantando las manos dado cuenta! – dejó caer dramáticamente. la socarrona mercenaria. – ¿Que qué has hecho, – Pero ya da igual, no bastarda? – dijo Gorosh hay nada qué hacer, solo apretando los dientes. revisar los víveres para – Tres ataques en una asegurarse de que no semana, dos de ellos queda rastro de comida de alimañas armadas apestosa, y terminar con con cosas de las que la pira y los entierros de normalmente no podrían una vez. – Se lamentó disponer por más que Omorfo. quisieran; y de los tres tú has salido sin un – Mi señor, hay algo más simple rasguño. de lo que deshacerse, me temo. – El que hablaba – Eso es porque yo sé ~36~
usar la espada para algo más que cortar leña o rascarme el culo. – respondió la mujer. – ¡Di la verdad, fulana asquerosa! Te las has arreglado para llenar el camino de obstáculos que nos impidan llegar hasta tus queridas lagartijas sobrealimentadas y matarlas. – Sí, es verdad, no tengo otra cosa qué hacer. – respondió sarcásticamente. – mi máxima en la vida es sembrar el camino al bosque de fiambres inútiles ¡Y con ratalartos, además! Créeme, de haber sabido que vuestros hombres ni siquiera podían con bichos tan patéticos ni me habría movido de casa. Reclutáis idiotas incompetentes y me echáis la culpa a mí, que encima vengo obligada... ¡iros a la mierda! – Por el tono se notaba que Trella empezaba a estar bastante molesta. – No llegaremos a
ningún sitio acusándonos los unos a los otros. – intervino Anoixi. – Gorosh, ¿tienes pruebas de lo que dices? Gorosh la miró de arriba a abajo con desprecio. Él era otro de tantos soldados que no reconocían la autoridad jerárquica de la elfa en aquel ejército. – Acabo de explicar los motivos de mi sospecha ¿no has escuchado? – Pues eso no son pruebas, solo especulaciones tuyas, y su ayuda es extremadamente necesaria en esto. – respondió Anoixi sin dejarse amedrentar. – Si no tienes nada más que añadir, no hay nada que discutir. Gorosh apretó los dientes y se puso rojo de rabia. Miró a Anoixi que le devolvía desafiante la mirada, luego a Omorfo, que le indicaba con cierta severidad que se tragara lo que tantas ganas tenía de decir. ~37~
– Omorfo, sigue fiándote de víboras y acabarás muerto a picotazos. Gorosh dio media vuelta y se alejó sin que nadie le replicara. Omorfo suspiró cansado, dio un par de palmadas fuertes para que le prestaran atención y empezó a dar órdenes. – Vosotros, vigilad todo esto y terminad con la pira de ratalartos. Los de aquí a mi derecha, revisad todos los víveres y ocupaos de que no quede ni rastro de cualquier alimento apestoso. Recogedlo todo, y cargadlo hasta aquel desvío por el que hemos pasado, para que las alimañas que aún quedan por la zona vayan hacia allí y nos dejen en paz. El resto nos ocuparemos de los cadáveres de nuestros compañeros. Cargaron los muertos en las carretas e hicieron lo que la elfa había propuesto. Avanzaban en silencio, incluso Trella
lo hacía. Aunque Anoixi estaba convencida que por motivos muy diferentes al respeto hacia los muertos. Cavaron las tumbas, hicieron una especie de ceremonia y retomaron el camino de vuelta, el cual Anoixi aprovechó para discutir ciertos detalles con Omorfo. – Nos estamos quedando sin ejército. – Dijo la elfa en voz baja. No eran temas para hablar delante de los demás. – Ya lo sé, pero tengo una solución. – ¿Cuál? No podemos volver atrás, estamos demasiado lejos como para volver a hacer eso. – Tomaremos un desvío e iremos a la Fortaleza Azul para conseguir refuerzos y de paso, si hay algo de cierto en lo que dice Gorosh sobre la premeditación de esos ataques, evitaremos los que nos tengan preparados más adelante. – ¡Pero eso nos retrasará
mucho! – Exclamó Anoixi, aún en voz baja. – Y tendríamos que pasar por...
esas necesidades. – Se recochineó ella.
– Y no te...
– Acompáñala. – le ordenó en voz baja a Anoixi. – Creo que eso responde de sobras tu pregunta...
– No, podré soportarlo, tranquila.
La elfa asintió y fue hacia ella.
Anoixi no quiso escarbar más en aquello, en cierta forma se sentía bastante culpable. Desde luego no era realmente su culpa, pero era inevitable sentir que, en parte, era responsable de lo que habían hecho los de su misma raza.
– ¿Pero qué? ¿Ahora llevo escolta para ir a mear? – Se quejó la mercenaria.
– Ya lo sé...
– ¿Crees que Gorosh tiene razón? – continuó la elfa. Omorfo lanzó una mirada a la mercenaria, que en aquel momento se escabullía de la comitiva. – ¡Eh! ¿A dónde te crees que vas? – Gritó el veterano. – Voy a mear, los que no estamos muertos de cintura para abajo como tú, tenemos ~38~
– Cállate... – Respondió Anoixi de mala gana. – No hace falta que vayas tan lejos a hacer tus necesidades. – Disculpa, creía que dentro de vuestro tiránico orden aun podía escoger en que sitio me siento lo suficientemente cómoda como para hacer mis cosas. – Ya, te has vuelto tímida de repente. – No, intento aprovechar que te han mandado ser mi perrito guardián para dar un paseo y poder charlar las dos.
Anoixi no dijo nada, pero por dentro estaba gritando toda clase de maldiciones. – No tengo ganas de mantener ninguna conversación contigo... – ¡Vaaamos! – dijo Trella sonriendo con malicia. Señaló con amplios gestos el paisaje que las rodeaba. – No me digas que esto no te trae gratos recuerdos. – terminó guiñándole un ojo.
un tronco caído. Anoixi, aun en pleno ataque de furia, desvió también la mirada hacia la misma dirección, y lo vio. Era una bota, y la reconocía perfectamente. Trella avanzó para poder ver bien el cadáver. –...No veas que cabreo se va a pillar Omorfo cuando sepa esto. – dijo desapasionadamente. Lo cierto es que no lo lamentaba.
– No sigas por ahí... – La advirtió.
A muchos kilómetros de allí, un par de enormes reptiles – Las dos sabemos que no acababan de despertar; estás cabreada conmigo y sus estómagos rugían por lo del cabrón de de hambre. tu hermano. – replicó Trella, ahora con un tono completamente serio y Esta obra está sujeta a la sin mirarla a los ojos.
Continuará…
La elfa se paró de golpe. – ¡Cállate! – Tenía la cara desencajada en un gesto de pura rabia, se estaba conteniendo demasiado.
licencia ReconocimientoNoComercialSinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons. org/licenses/by-nc-nd/4.0/.
Pero Trella ya no le prestaba atención, miraba fijamente algo detrás de ~39~
La caja Oblonga Una visita en el hogar Omar Jaimes Rodríguez
Fotografía por Benjamin Combs.
J
uan salió del trabajo a las cinco y treinta de la tarde, bajó las escaleras del edificio que daban a la calle, esperó en el andén un taxi disponible levantando la mano derecha, haciendo señas para que alguno se detuviera. Tenía afán de llegar a su hogar para descansar y ver a su familia, aunque había otra cosa que lo animaba y lo preocupaba al mismo tiempo. En su trabajo había estado durante el día haciendo lo de todos los días: revisar las carpetas con los procesos judiciales para pasarlos a su superior, un juez casi anciano que todavía era considerado una eminencia en litigios
y aunque ahora trabajaba poco, no se había decidido a retirarse. Él le exigía que cada carpeta debía estar organizada con las declaraciones, las fechas y en el orden correspondiente para poderlas revisar a tiempo para la audiencia. Juan estuvo durante casi diez horas moviéndose de una oficina a otra, de un piso al otro, saludando en cada despacho a donde entraba, solicitando documentos, carpetas y fechas de audiencias para acomodar el itinerario del juez. El trabajo lo dejaba siempre agotado. Sentía el cansancio cuando dejaba de desplazarse a través de los larguísimos pasillos y de las ~40~
innumerables oficinas del palacio de justicia, que con fachada colonial todavía se conservaba, en contraste a las construcciones modernas que invadían la ciudad.
sala. La saludó, le levantó los pies para hacerse un espacio y sentarse, puso los pies, de ella, sobre sus piernas y así quedaron, ella viendo su programa y Juan bostezando y descansando.
Ahí, de pie, al frente de la carretera, Juan observaba las palmeras gigantes que dominaban la vista y con sus vaivenes refrescaban la tarde que se despojaba del calor intenso que acumuló durante el día. Un taxi se detuvo y entró en él. Le dio la dirección a donde debía llevarlo y se recostó en su asiento sintiendo el regocijo del descanso y la satisfacción de haber terminado su trabajo. Sacó su teléfono celular, revisó sus mensajes y se dio cuenta que Milena aún no le había contestado, después de haberle escrito varias veces durante la jornada. Se bajó del vehículo y preguntó: « ¿Cuánto fue? », el conductor respondió: «Son siete mil quinientos, no más ». Pagó, se dio vuelta y entró por una puerta estrecha, por la cual no entraban dos personas a la vez, subió las escaleras hasta el segundo piso y se encontró con otra puerta que daba con su apartamento. « Por fin en la palomera, pensaba». Su hija Valentina se acercó a saludarlo, la besó en la frente; tenía cinco años y estaba coloreando algo en un cuaderno sobre el comedor. Fue hasta donde estaba Sofía, con quien vivía desde hacía dos años. Ella estaba viendo televisión, recostada de lado a lado en el único mueble acolchado de la
El apartamento tenía poco espacio. Tenía dos habitaciones, la sala, en donde estaba también el comedor, una cocina que convivía con un pequeño espacio en donde había un lavadero y hacía de patio y un baño. Aunque el arriendo costaba lo que Juan estaba dispuesto a pagar con su sueldo, para poder solventar otras obligaciones como el colegio y el transporte de su hija, los servicios públicos y el sustento de él, de Sofía, de Valentina y de Milena, una sobrina de su esposa que desde hacía un par de meses había llegado a su casa. Él la vio un día al llegar del trabajo, la saludó y la reconoció. La recordaba como una adolescente discreta que estudiaba en el colegio del barrio y que después de finalizar su bachillerato se había devuelto, con su familia, al pueblo de donde provenían, y en donde tenían una finca. Después de tres años instalada en el campo, combinando oficios domésticos y de granja, tomando el bus y recorriendo cerca de tres cuartos de hora cada vez necesitaba ir al pueblo a realizar alguna diligencia o a hacer alguna compra, se cansó y decidió volver a la ciudad. Se puso en contacto con Sofía y acordaron que ella la recibiría en su vivienda y le ayudaría a conseguir un trabajo. ~41~
Milena lamentaba no haberse quedado desde un principio, recién finalizados sus estudios, a hacer justamente lo que en ese momento deseaba: estudiar una carrera agropecuaria, lo que le permitiría volver a su pueblo a realizar labores diferentes a las de empleada doméstica y jornalera. Había pensado, teniendo su título de bachiller, que podría triunfar rápidamente en la ganadería, pero resultó ser un sueño muy lejano y sospechaba que pasaría media vida sin mayores cambios. El día que Juan la encontró sentada en su cama y con un par de maletas en el suelo, no le preguntó nada, ella quiso darle unas explicaciones, y aunque él la miraba, no prestaba atención a lo que le decía sino a cuánto había crecido y a que ahora era un poco más robusta, ya había dejado de ser la niña de poca carne sobre sus huesos y se perfilaba como toda una mujer y le fue inevitable imaginársela por un momento desnuda sobre esa cama. Para la hora de la cena estaban los cuatro reunidos en el comedor. Juan simplemente evitaba pensar en ella y se volcaba a hablar sobre su trabajo o preguntaba cómo le había ido en el colegio a Valentina. Para Milena era un poco más difícil la situación, la incomodidad se le notaba en su aspecto y por dentro se sentía poco decorosa. Volvía a lamentarse pero ahora de estar jugando a un juego que no le convenía y que podría truncarle sus sueños de estudiar una carrera
universitaria, y de verse obligada a volver a su pueblo con su honra por el suelo. Milena recuerda el día que se puso a charlar con Juan. Ella venía de hacer unas averiguaciones de varias universidades, cotizando los precios de los semestres, y de hablar con su padre sobre los costos de dichos programas. Valentina estaba en el colegio y Sofía no estaba en casa, y no volvería hasta después de haberla recogido para regresar juntas. Se encontraron en la complicidad de la soledad, él le preguntó acerca de cómo había estado su día y en cuestión de minutos ya le indagaba sobre su vida personal: su pasado, cuando vivían cerca y ella iba al colegio, su viaje al pueblo y su regreso de este, y su futuro universitario. Él sabía que tenía poco tiempo y su verdadero afán era conseguir su número telefónico. Usando su astucia y por medio de artimañas logró convencerla y no le dio tiempo para evasivas, haciéndole pensar que no era para nada que no fuese necesario. No pasó mucho tiempo antes que Juan comenzara a hacerle una que otra llamada esporádicamente y sin ningún tema de conversación importante que las justificara. Luego fueron los mensajes para evitar vacíos incómodos durante las llamadas. A ella le parecía un sujeto agradable que le había hecho creer que su único interés era apoyarla como lo deseaba ~42~
su esposa y que le agradecía su disposición de cuidar a Valentina. Por el lado de Sofía nada nuevo ocurría, seguía su vida normal y se sentía satisfecha por haber podido ayudar a su sobrina. Hablaba constantemente con su hermana y su cuñado de muchas cosas, entre ellas, de la vida de Milena. Solo un día en particular tuvo una extraña visión, cuando vio a su sobrina casi en ropa interior pasar rápidamente hacia el baño en el momento en que Juan entraba al apartamento y por un par de segundos él se quedó observándola. Fue la primera vez que a Sofía se le pasaría por la cabeza que su esposo, quizás, podría tener algún interés en ella o que, tal vez, una jovencita de diecinueve años podría despertar algo en él.
eliminó esa represión que lo detenía cuando podía hablarle y saludarla. Esta vez el mensaje fue directo, no lo pensó para enviarlo, no se arrepintió. En cambio sintió vértigo; la intriga lo emocionaba más. Fue tanto el impacto cuando vio que al lugar llegaba Milena, que la euforia se le transmutó en una especie de angustia. Le duró poco, mientras pedía otra ronda para él, ella y para su amigo con quien entró en el bar. Ella llegaba tanteando el terreno y había ido más por curiosidad que por gusto. Aquella noche fue la primera vez en dos años de matrimonio que Juan consumaba un acto de deslealtad hacia su esposa. De ahí en adelante se le vio hábilmente armando tretas y subterfugios para sedimentar su nueva condición.
En ocasiones Juan no podía disimular su gusto por la nueva habitante. Mantenía una actitud inmutable pero por dentro seguía teniendo pretensiones indecentes con ella. La pensaba tanto que en las noches la soñaba; se despertaba agitado y de a poco le volvía el pudor a la vez que la imagen de quien dormía a su lado le recordaba su condición. Posterior a los mensajes llegaron los detalles. Uno que otro regalo, en ocasiones económicos, con el pretexto de querer ayudarla. No pasó mucho antes que decidiera jugarse sus cartas un día que estaba tomando. Su estado alicorado ~43~
Traidora Pilar González Navarro
F
ue una tarde de Domingo, de esas lluviosas en las que junto a dos de mis hermanos, una sobrina y mi hijo, decidimos jugar a un juego de mesa. No recuerdo el nombre del juego en cuestión, pero consistía en sacar una tarjeta donde se leía una palabra y habías de decir la primera que se te viniera a la cabeza en relación con la primera. Entre carcajadas y abucheos llegó mi turno. Saqué una tarjeta y leí: “Traición”. En una milésima de segundo, se me vino un nombre de sabor amargo a la boca. Sí, no me he confundido, no, no era una palabra, era un nombre. Bisílabo y con apellidos. Muchos tenía y compuestos todos ellos. Eran: “ juez implacable, maternidad sufrida, ansiado cariño, amor desconocido, llanto acallado, baja autoestima, fortaleza fingida, grietas de cristal, lágrimas de sal, sudor de sangre”. Tenía muchos, otros pero, o no me acuerdo, o prefiero no recordarlos. Así que una vez enumerados y mirándome todos con la boca abierta, me preguntaron: “¿quién es?” Mi hijo, con cara de haber visto a la momia, que le da pavor, dijo lo que dice siempre: “Yo no he sido”, pobrecito mío y los demás, a los que ya se habían unido
mis otros hermanos y una cuñada, creo, barajaban en sus mentes seguramente algún que otro nombre. A esa pregunta y ya con los ojos llorosos, contesté: “una traidora”. Se podía cortar la tensión en el aire y se hizo un silencio que daba miedo de sordo que era, sólo faltaba la clásica bola de arbustos y paja que rueda con el viento en los western malos y que hubiese sonado la banda sonora de “Por un puñado de dólares”, ese era el ambiente que se respiraba. De repente, mi llanto se hizo ira y di un puñetazo en la mesa con los ojos enrojecidos y supurando rabia y exclamé gritando: “¿quién es la traidora preguntáis? La peor de todas, la más dañina, duradera e injusta traidora que me quitó y me quita cada día un pellizquito de fe, un chorreoncito de esperanza vana y le pone su puntito de sal, de la mala, una receta que nunca falla conmigo” SU NOMBRE, “VIDA”. Los apellidos, ya los conocéis.
Da click aquí para ver el vídeo. ~44~
El jardin del poeta Poesía que se esparce sobre el lienzo
Esbozo Temoltzin Santillan Padilla
Y
la traición salió de los abismos más oscuros, para recorrer el mundo, susurro a Luzbel;
seduce al hombre, ofrece poder; acaricio a Caín; alimenta la envidia y ambición; beso a judas; decapita a la palabra y a la fidelidad; abrazo a Bruto deambula por cualquier corazón sediento, acecha como un depredador voraz.
~45~
La traición del tiempo Hedda Lisbeth Ibarra
Fotografía por Cliff Johnson.
N
o me robes aún la vida tiempo...
tras un cómplice tic-tac,
dame tregua para calmar
encorvas a traición mi viejo cuerpo,
las ansias que me quedan por vivir, extiende las horas de tu reloj mezquino y traicionero, y no me arrebates las alas con las que acaricié mi juventud. Se que caminas lento y escondido
hay una leyenda inconclusa, un sueño prematuro y recuerdo por nacer...
surcas mi piel, y tropiezas mi andanzas, todo en un intento por lanzar mi alma,
No me traiciones en mi hora de morir.
sobre el arco de la muerte.
.
No me robes aún la vida tiempo... todavía en mi vejez ~46~
Postales Cicatriz Diego Niño
C
intia habló toda la noche. Aprovechando el espacio que daba su monólogo, me di a la tarea de observarla, medir sus gestos, sopesar la amargura que emergía cuando hablaba de una realidad que sus ojos desmentían. Parecería que quisiera convencerse a sí mismas a fuerza de hacer un catálogo de los lujos que le daba el esposo a cambio que se quedara en la casa, como si fuera parte de la decoración. —No sé tú, pero yo tengo un hambre tenaz —dijo entrada la noche. Tomamos un taxi. En el trancón de la carrera 15 llamó a su esposo que estaba en no sé qué congreso. Le dijo que iba en taxi para la casa
Fotografía por Matthew Smith.
porque había tomado algunas cervezas con las amigas y quería evitar que la multaran por conducir con tufo. —Si me quieres llamar más tarde, debes marcar al celular porque el fijo se murió otra vez —dijo al tiempo que me hacía un guiño. Colgó, y antes que yo le preguntara, me dijo que le pagó a un tipo ~47~
para que dañara la caja de teléfonos. —Todo el barrio está sin teléfonos por mi culpa. A veces me da risa de las cosas que se me ocurre para jugársela a mi marido. Comimos y después fuimos a otro bar. Bailamos hasta las dos de la mañana. En el momento en que el alcohol empezaba a
hundirme en el silencio, me preguntó: —¿No piensas invitarme a un motel?
— Desvístete —ordenó después de encender la luz.
—No señora —dije haciendo valer los Por alguna razón no había veinticinco años de pensado que eso podía ventaja. suceder. Es decir, había fluido la charla, el baile —No me digas que estás y hasta los besos. Pero cansado. no me imaginaba que un hombre de cincuenta —Espera que llegues a años pudiera levantarse mi edad para que sepas una muchachita de cuánto pesan los años. veinticinco. Más aún: no podía creer que una Su afán no era por falta de jovencita de veinticinco le sexo ni de adrenalina. Su hiciera esas propuestas a afán era el de sumar un un hombre de cincuenta. hombre más al inventario Y menos una muchachita que cargaba a la cuenta así de atractiva. de su marido.
Me acarició la cara y me dio un beso en los labios que no respondí. Volvió a poner la cabeza sobre mi pecho. Trazó en mi pierna una línea con el dedo índice. Tomó el control del televisor que estaba sobre la cama. Pasaba los canales sin detenerse en ninguno. —¿Entonces? —No sé.
Y de verdad que no sabía qué hacer. La infidelidad y el amor se ven diferentes después de tres matrimonios —dos fallidos y uno activo—, tres hijos y cincuenta En la puerta del bar Se quitó los zapatos, dejó años de vida. Ya no se se encontró con unos el celular en modo vuelo y trata de mariposas en el amigos con quienes habló recostó su cabeza contra estómago ni acumular hasta que uno de ellos, mi pecho. mujeres como si fueran quizás celoso, le increpó llaveros. Ahora el amor es algo que no alcancé a —Manuel, ¿tienes esposa? un asunto que está más escuchar. Ella sólo dio ligado a la soledad que a media vuelta al tiempo —Sí. la pasión. que le hacía pistola con el dedo del medio. El tipo —¿Quieres decir que le Tal vez usted me diga la miró con rabia, pero no estás poniendo los cachos “¿Cuál es el problema? hizo nada. conmigo? Untado el dedo, untada la mano”. Pero fíjese que Tomamos un taxi que nos —Puede que no. Aún no no había untado el dedo: llevó a la zona de moteles ha pasado nada. 2 los besos era lo más que quedan en la calle 63. grave que había hecho ~48~
Fotografía por Larisa Birta.
hasta ese momento. Tampoco le había mentido a mi esposa: le dije que me tomaría unos tragos y que luego me iría a dormir. Nunca le dije con quién me tomaría los tragos ni a dónde me iría a dormir. No quería dañarle el viaje con la historia, casi inverosímil, de la mujer atractiva que se sienta a mi lado en un bar y que horas después me invita un polvo. Preferible que estuviera tranquila con su mamá mientras yo deliberaba con Cintia. El asunto se ponía espinoso porque tenía
que definir lo que haría con ella. Le confieso que a pesar de lo buena que estaba, no tenía muchas ganas de echarme un polvo. No sé, el sexo con los años deja de ser lo que era. O quizás se transforma en lo que realmente es: un asunto más de la vida. Hay que levantarse, bañarse, comer, caminar, trabajar y tirar. Sin tanto alarde, sin tanto bombo. No hay necesidad de entrar en honduras existenciales. En ese momento, después del día que había tenido, no tenía ganas de fornicar, como no tenía ganas de comer o de beber. Por eso le dije que dejáramos las cosas de ese tamaño. Después le pregunté si quería que me fuera.
rica. Y disculpe que se lo diga de esa manera. No crea que era de esos cuerpos trabajados en el gimnasio. Eso se nota. Ese era un cuerpazo producto de la genética, que es como si dijera que fue manufacturado por el mismísimo dios de los cielos.
—¡Qué te vas a ir con semejante aguacero! Cabemos los dos —dijo antes de irse para el baño.
Al otro día me despertó la voz de Cintia cantando a Sabina bajo la regadera: le hablo de esa amante inoportuna / que se llama soledad.
Al rato salió en panty y brasier. Usted viera cómo salió: dos piernotas de este porte, cadera ancha y una cinturita lo más de ~49~
Se vino gateando desde el borde de la cama hasta que llegó a la altura de mi pelvis. Se acaballó, y sin mediar palabra, me fue desabotonando la camisa. En ese momento se me olvidó que tenía cincuenta años, que estaba agotado, que tenía esposa, hijos y deudas. Sólo estaba ella y las manos que empezaron a bajar la cremallera.
Salió del baño con la toalla anudada sobre los senos. Parecía una mujer diferente a la que había conocido la noche
anterior. Parecía una niña desamparada que no sabe nada de la vida. 3 —Esa marca es tu único defecto —dije señalando una cicatriz circular, de medio centímetro de diámetro, que parecía hecha por un cigarrillo. —Es la BCG; la vacuna contra la tuberculosis. Se ve así porque tengo problemas de cicatrización. Después se puso el panty, el jean, el brasier y la camiseta. Se peinó durante varios minutos sin dejar de contemplarse en el espejo. —No sé si te salvó la edad o esa cara de desamparado —dijo mientras se ponía el gabán—. —¿A qué te refieres? Me miró a los ojos, tomó la cartera que estaba colgada de la percha y se fue. Empezaba a olvidarla hasta que la vi en El
Espectador. Es decir, no la vi a ella, sino el cuerpo de una mujer a la orilla de un camino de herradura. Tenía la pierna derecha tocándole el vientre, el cabello cubriéndole la cara y el brazo derecho sobre la cabeza. Fue la cicatriz del brazo la que me hizo volver sobre la fotografía y repasarla durante varios minutos.
Inicialmente se pensó en un secuestro porque Cintia resultó ser la esposa de un cardiólogo. Sin embargo, el caso tomó un otro rumbo gracias al testimonio de un joven a quien habían drogado meses atrás. El CTI registró la casa de Cintia, encontrando entre sus pertenencias el anillo de un hombre que había desaparecido meses atrás. No me atreví a leer Rastrearon llamadas de la noticia. Algo me celular, mensajes de texto, aseguraba que era ella. correos electrónicos, A pesar de que sólo hasta que dieron con una estuvimos esa noche, y banda de asaltantes que que no conocí más de su drogaban a los hombres. vida que lo que me contó Entre las fotos de los mientras bebíamos, me implicados estaban los aterraba pensar que había tipos que saludaron a muerto de esa manera. Cintia a la salida del bar. Después de apagar el computador y de dar vueltas en la cama, me levanté a buscar la noticia. Decía que un grupo de campesinos la encontraron en la vereda El rosal, de Zipaquirá. A pocos metros, enredado en un alambre de púas, estaba un hombre con dos balazos en la espalda. ~50~
Siempre he pensado que mi vida es una mierda por culpa de la melancolía que me tiene al borde del alcoholismo y que de vez en cuando me manda a los brazos de la mujer equivocada. Pero esa madrugada, leyendo la noticia, viendo las fotos, entendí que fue la melancolía quien me salvó la vida. Y eso, créame, no es poca cosa.
Nota Jennifer Fernández
A
dmitámoslo de una vez, nos va mejor así. Yo aquí, tú allí, y tu cobardía allá. Admítelo, que sí, que tú odiabas mi manía de escribirlo todo y yo directamente te odiaba a ti. No te lo tomes a mal, pero es que alguien que pretende cambiar a otra persona no me merece ningún tipo de respeto. No era sano despertarse cada mañana pensando en qué haría mal hoy para que te hicieras el indignado de 12:00 a 15:00. No era sano, como no lo era mi dieta. Ni lo es, sigo siendo fan de las salsas, los kebabs y de la sal. No sé si algún día seré todo lo sana que, según tú, debería ser, pero ahora ya no te doy explicaciones, y ni siquiera los buenos días.
Me siento frente al ordenador y escribo, que es lo mío. Escribo todo sin parar porque es lo que realmente me mueve, y porque básicamente hago lo que me da la gana, vamos. ¿Qué te parece? La verdad es que no sé por qué te lo pregunto si no me importa lo más mínimo. Pero que no te engañen mis palabras, porque tú también estás mejor sin mí y yo me alegro. Me alegro porque creo que la libertad, así como sentirse libre, es un derecho innegable. Quizá quisimos más de lo que pudimos, o igual hicimos menos de lo que podíamos haber hecho porque simplemente no nos quisimos tanto como nos engañamos. Tampoco te culpo, querer sin querer es lo difícil, por eso yo lo llamo querer bien, porque querer ~51~
queriendo es realmente fácil y, por consiguiente, efímero. Que no digo que esté mal, los polvos de una noche los sábados también sacan sonrisas, pero yo, qué quieres que te diga, las carcajadas las prefiero entre semana. El caso es que tú y yo siempre reímos mejor por separado que teniéndonos al lado, era una estupidez seguir engañándonos gratuitamente. Y si lo piensas detenidamente, fuimos idiotas. O, mejor dicho, fuiste idiota por pensar que tenías derecho a cambiarme o a poner delante de mi nombre cualquier adjetivo posesivo, cuando en realidad, el único derecho que tenías era el de largarte sin decir absolutamente nada, tal como hiciste, mientras yo seguía escribiendo.
Nature Morte Aux Cerises La Traición Antonio Rivas
C
uando estás enamorado
Cuando vuestra relación se rompe
y, ante esa traición que te agravia,
compartes todos tus secretos,
por causa de la traición de tu amado
tu respuesta inmediata es dejar
todas tus vergüenzas, todas tus debilidades
tu dolor se multiplica, no sólo por
de creer en tu amado traidor.
y todos tus sueños con la persona amada.
el dolor de la ruptura, sino por
Mas siempre crees que tu pareja te ama del mismo modo, y por ello no puedes desconfiar
la honda huella de su engaño
Sientes vergüenza y humillación
unidas a un profundo en toda tu desconcertada dolor, alma. y nunca recuperarás su confianza, La traición es destructiva,
de alguien en cuyas manos
por ello esa traición no solo
has puesto todo tu futuro.
te duele sino que te ofende ~52~
porque produce en ti ira y rabia, tu primera reacción es agresiva, y quieres golpear, dañar o agredir
a quien te provoca tanto daño.
y a la ruptura del amor soñado.
Después de la ira te vendrá el rencor,
Debes saber que tu pareja ha tenido
las ganas de venganza y el odio,
un deseo por otra persona o situación
y tendrás una gran pérdida
que ha superado su amor por ti,
de tu autoestima, impotencia
y no hay nada que puedas hacer
y humillación, lo cual te puede
excepto ocuparte de avanzar,
llevar a una posterior depresión.
confía en esa nueva persona que se acerca a tu vida.
Debes asumir la traición como algo que hizo el otro y de lo cual no eres en absoluto culpable, no es una carga que debas añadir al dolor de la pérdida de tu pareja
Cuéntale tu experiencia para que pueda entender algunos de tus miedos y permite que los demás se acerquen a ti, permite la dulzura ~53~
y las caricias, no tengas la guardia alta todo el tiempo, aprende a confiar poco a poco en esas personas que, instintivamente, te agradan.
Mírate con los ojos con que los demás te miran, relájate y ábrete a la posibilidad de amar nuevamente, piensa en la traición pasada como en un hecho aislado muy desgraciado que no tiene por qué ocurrir de nuevo.
No permitas que el engaño
de otra persona rompa tus planes de futuro y tus posibilidades de vivir una historia de amor plenamente.
enquistado.
De alguna manera muchas veces aprendemos por ejemplos de nuestros
padres, a ser valientes, a Las consecuencias para el soportar traicionero las diferentes dificultades de la vida, también pueden ser dolorosas, y otras cosas las porque sin apenas darse aprendemos cuenta por experiencias, por perdió la confianza de lógica quien le brindó o aprendemos por sentido común, una amistad y amor esperando a perdonar, a dar y recibir. recibir lo mismo, se acercan de nuevo a pedir perdón y aunque se les perdona, la amistad, el amor y la confianza ya están empañadas por el resentimiento
Como humanos no podríamos o no deberíamos “tirar la primera piedra” porque como estamos expuestos a fallar,
muchas veces sin notarlo siquiera, podemos asesinar el corazón, el alma y hasta los más nobles sentimientos de quienes amamos desesperadamente.
Âż ? leerĂĄs
e-mail: eltelolondelaluna@gmail.com https://www.facebook.com/revistademencia https://twitter.com/revistademencia revistademencia.wordpress.com
La reunión Marian Cañibano
J
amás se pusieron de acuerdo su razón y sus sentimientos, con la impresión que le causó verse reflejada en aquella vieja y amarillenta fotografía. Se descolocó para siempre, la posibilidad de tener una estancia tranquila, en aquel último hotel. Nada más verla, la piel del recepcionista bajo, de forma paulatina y escandalosa, su tono natural, hasta dar la sensación de haber perdido la fuerza, ese bombeo que diferencia la posesión de la sangre entre los vivos y los muertos. Tras acertar con la tartamudez de sus gestos a darle la llave de su habitación, se ofreció a llevarle las maletas. Ella, no se lo permitió. No tenía ganas de más tonterías. Venia huyendo de ese tipo de situaciones absurdas que le restaban
Fotografía por Edu Lauton.
respeto, como futura figura de una buena líder. Estaba obsesionada con su nueva situación, no confiaba en nadie. Después de su nombramiento, habían comenzado también los rumores. La vieja escuela, se sentía incómoda ante los avances y novedades que pretendía llevar a cabo. Y con ellos, comenzaron a sembrarse las mentiras sobre su
supuesto pacto, al mismo tiempo, entre los de abajo. Le acusaban de ser la siguiente en tener tratos con el diablo, por haber conseguido aquel rápido e inesperado ascenso. Todos se sentían traicionados, por su forma de trabajar. La acusaban de todo, y ella sabía que no tenían razón en nada. Aun así, se sentía dolida y mal respiraba, a diario, en el injusto
ambiente creado por sus antiguos compañeros, en la presión constante de sus nuevos jefes. En poco más de seis años, sus actuales obligaciones habían pasado por otras tantas manos. Nadie aguantó la presión a la que se veían obligados al aceptar el cargo, desapareciendo sin dejar rastro, de ningún tipo, a los pocos meses de comenzar a desempeñarlo. Sin embargo, tampoco nadie se preocupó por ellos. Los amigos dejaban de ser amigos al pasar a ser jefes, y demostrar arraigo, no era imprescindible entre cúpula y empleados. Aquellos que tanto se quejaban de su trabajo, parecían no darle importancia al escandaloso detalle. Ella misma tampoco lo hizo en su momento, sin embargo, inconscientemente le preocupando varias semanas. Había preferido cogerse unos días después de la primera reunión anual. La presión a la que se veía sometida comenzó a
hacer mella en su humor, a la vez que desgastaba, paulatina e implacable, su vida familiar. Dejó de ser la misma. Ella se lo notaba a medida que pasaban los días. Incluso, se daba cuenta de cómo la pesada línea roja, que sus ideales le habían venido marcando, comenzaba a derrumbarse muro por muro. Y lo más grave, era, que había dejado de importarla. Se sentía igual que si hubiera traicionado a todo aquel que tuviera un papel, por insignificante que fuera, en su nueva vida. Aunque lo que más le preocupaba, era el hecho de que le diera lo mismo. El hotel estaba alejado del pueblo y la paz del entorno, que vendían en su folleto, le daría fuerzas para enfrentarse a sus jefes, para plantear su futura estrategia e intentar ganar algo de tiempo. Un poco de lectura, sol, reflexión, soledad necesaria, pero sobre todo reflexión. Los recortes iban a ser brutales. Y ella, tendría que hacer frente a decenas de dramas individuales, ~57~
con las manos atadas de soluciones aún por encontrar. Necesitaba esos días después de la reunión, para poder acceder al baúl escondido de argumentos, alojado en alguna parte de su estresada cabeza. Después de la reunión, seria libre para dedicarse a pensar. Nada más abrir la puerta, se descolgó la bolsa que le aprisionaba el hombro, dejándola caer a plomo sobre aquella alfombra tapizada de imposibles figuras rectilíneas y chillones colores. Y allí estaba, esta extraña fotografía, la que sujetan ahora mismo mis manos, quizás en tu próxima habitación, presidiendo una de sus mesitas de noche, justo en el lado en el que acostumbraba a dormir. La deteriorada imagen reflejaba, a la perfección, sus jóvenes facciones. Una extraña capa cubría sus hombros y entre las manos portaba un objeto de aspecto viscoso, no menos raro. Por unos minutos, se dedicó a analizar aquel
Fotografía por Oscar Keys.
extraño hallazgo. Sin llegar a alcanzar su cansancio la coherencia, en ninguna posible conclusión, su mente se rindió, inesperadamente, al sueño. El estridente chirriar de la puerta ralentizó su apertura con cautela, para no despertarla. La oscuridad se tornó profunda alrededor de aquella sombra, rectando hacia su indefensa presa, frotando la etérea formación de su inexistente cuerpo sobre cada centímetro avanzado, mientras desaprecian los colores y las líneas del suelo no pisado, dejando tras de sí un húmedo y negro reguero de tinieblas.
Comenzó aquel marco, copia de su propia alma, a elevarse hasta quedar colocado a la altura de su corazón. Era ella, una más. La última que necesitaban para concluir su misión. Una masa de oscura transparencia palpable, fue adueñándose con su hedor del oxígeno acumulado en la habitación, del recuerdo real de la última vez que sirvió de engaño. No habría más pesadas reuniones. Con ella, serian siete. Los elegidos para llevar a cabo el sibilino y enriquecedor plan que su señor le había encomendado. Se apreciaba la maldad de su invisible sonrisa saboreando el éxito, ~58~
mientras las venas de la mujer comenzaban a mostrarse amoratadas, cada vez con más fuerza, enganchando con sus explosivas curvas la sabana que le cubría el cuerpo. Parecía que bombease coágulos en vez de sangre diluida. Su gesto, comenzaba a agriarse con rapidez, las arrugas surcaban libres la profundidad de los imposibles recovecos recién conquistados a la edad. La sequedad de su piel se convertía en escamas, mientras en su sueño, ella notaba la incomodidad del momento, sin poder despertar. En minutos, seria suya. La eternidad y una copia fidedigna del lado oscuro de
su ser, se encargarían del resto. Satisfecha, su nauseabunda presencia abandonó, por última vez, aquella habitación maldita.
ser la primera vez que estaba en ese hotel. Al entrar, paró en seco. Seis figuras rodeando un féretro permanecían en pie formando un círculo incompleto, Un tremendo dolor mal-alumbradas por de cabeza sacudió su enormes, lúgubres y despertar. Su reloj había rectilíneas velas. Una muerto. Le inundó una más, ataviada con la extraña sensación de negra capa de aquella rabia obligándole a fotografía, actuaba de lanzarlo sobre la pared maestra de ceremonias de la habitación, repleta sin dejar su rostro a la ya de desconchones. Uno vista. El horror se apodero más no se notaría, pensó de sus movimientos. malvada tras el fatal Aquellos seres, aquellos desenlace en la azulada cuerpos ordenados en pintura. Se sentía pesada, la aterradora estampa, un extraño pinchazo velaban su joven cuerpo. en el costado izquierdo Riendo, entre pieles y cierta dificultad para viejas y malolientes respirar se unían, a su fatal carcajadas, le invitaron estado. Decidió llamar a a unirse al macabro acto. recepción para preguntar Quiso retroceder, pero por la hora. Al otro lado, una extraña fuerza le le confirmaron que eran empujó hacia delante las seis. Sin despedida haciéndola tropezar. En ni educación colgó el el suelo, observó cómo teléfono olvidándose de sus manos ya no eran los dolores. Cogió con sus manos, como su prisa sus portafolios y cuerpo terroríficamente corrió hasta la sala de envejecido no obedecía reuniones de la planta órdenes de la supuesta principal. En su afán dueña. Sus músculos se por no llegar tarde a la tensaron ante el terrible primera, no se percató descubrimiento, hasta de que tenía el camino el punto de estallar aprendido, a pesar de ~59~
alguna de sus venas, en ramificaciones de sangre ávida de más espacio, adoptado con prisa la forma de las arañas devoradoras, de falta de carne entre piel y hueso. La presión de su cuello, comenzó a ahogarla. Tendida entre rasos de negros brillos descubrió, cómo su doble, inerte, sujetaba entre sus manos un corazón palpitante. Se echó las desconocidas manos al costado y en un acto desesperado de incredulidad, comprobó la procedencia de su dolor, su falta de pálpito. Sin tiempo para despertar, una voz inhumana sentenció la escena. Bienvenida, con usted ya estamos todos. Acérquese, velará junto a nosotros el precio de la traición.