Revista literaria · Año 2 · N° 22 · Julio 31 · 2017
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Revista literaria Demencia Año 2, N° 22 de Julio de 2017, es una publicación mensual editada por el equipo editorial de Demencia. Santander de Quilichao, Cauca, Colombia. www.revistademencia.wordpress.com Directora y editora responsable: Daniela Cadavid Libreros. Todos los textos e imágenes usados en esta revista se han usado bajo licencia de los creadores, bajo licencia Creative Commons zero o Creative Commons with attribution. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de la editora de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de Revista Demencia o de los respectivos autores.
SUMARIO Demencia N° 22 · Julio 2017
Contenido textual
Ana Rodríguez Ania Belotti Carlos Rasero Rodríguez Daniela Cadavid Libreros David Plancarte Dionisio López Ramos Guillermo Gonzaga Francisco Barata Juan Pablo Ortiz Manuel Gris Marian Cañibano Michael Duran Santiago Gutierréz Sonia Ramón Temotzitlan Santillan Padilla Rosalba Cruz
Dirección y edición
Daniela Cadavid Libreros
“En la sociedad hay dos clases de personas, los médicos y los cocineros; unos trabajan sin descanso para conservar nuestra salud y los otros para destruirla, con la diferencia de que los últimos están más convencidos de lo que hacen que los primeros.” Denis Diderot
22 El Telón de la luna
Corrección de estilo Amelia Nyan.
Diseño y diagramación Daniela Cadavid Libreros
Portada y Contraportada: Daniela Cadavid Libreros
14 Art Brut Un rincón donde el sabio titiritero hace danzar una por una las palabras. En esta edición: Michael Duran.
12 Kaleidoscopic Cats Si la ciencia ficción nos fluyera por nuestro cuerpo al igual que la vida de estos gatos. En esta edición: Manuel Gris y Ana Rodriguez.
38 El juego lúgubre Para los curiosos que andan en busca de nuevo material, o para los despiados critcos de la ciudad. En esta edición: Francisco Barata y Rosalba Cruz López.
32 Postales Mensajeros Dementes que viajan entre olas fluorescentes. En esta edición: Guillermo Gonzaga y Ania Belotti.
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Historias varias de dementes sin remedio. Por: Daniela Cadavid y David Plancarte.
16 La caja oblonga Un mundo donde los cuentos pueden cambiar la realidad que los rodea. En esta edición: Sonia Ramón y Juan Pablo Ortiz.
44 En el ínterin Un lugar donde todo tipo de magia puede suceder. En esta edición: Carlos Rasero Rodríguez.
28 El jardín del poeta Nuevos poetas que abren de a poco su lienzo hacia el mundo. En esta edición: Marian Cañibano y Temotzitlan Santillan Padilla.
06 La Inmaculada Letras que suenan como la música de las esferas. Por: Santiago Gutiérrez y Dionisio López Ramos.
Colaboradores Ana María Rodríguez Cabarcas. (Colombia) Ingeniera Industrial, apasionada por la escritura, le encanta leer y hacer retratos bizarros sobre la vida con grafito y carbón. Publica en una pequeña y discreta editorial: “Su Diario”. Y cada día imagina la tira cómica que retratara a su gato escribiendo un terrible comentario sobre ella en “Miurer”. Ania Belotti. Lima (Perú) Apasionada por la escritura, le inspira recordar bellos paisajes o escuchar un buen jazz. Carlos Rasero Rodriguez. Sevilla (España) 1983 Su nacimiento poético es un poco nubloso, es parte de esa música infartada que la ciudad desprende, de esos intentos de mejorar sus pasos de baile en esta danza que es la poesía. Escribe porque decidió escribir y contar historias le hace libre. Daniela Cadavid Libreros. Santander de Quilichao (Colombia) Diseñadora gráfica, editora en jefe de revista Demencia, Telonera de la Luna, poeta y soñadora de tiempo completo. En los ratos libres imagina monstruos en las aceras e inventa imposibilidades. Número de la suerte: 21. David Plancarte. CDMX (México) Hijo del inframundo, drámatico empedernido, músico de corazón ausente y mucha alma. Le gusta la buena música, los libros inusuales, la buena gastronomía y las aventuras citadinas. Escribir, bueno... Es otra cuestión aparte. Por cierto, ama los memes.
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Dionisio López Ramos (España) Escritor aficionado, se identifica con los relatos cortos y los micros. Le gustan los piropos, dichos, refranes y reflexiones. Escribe en varias páginas relacionadas con la literatura en facebook; siendo una de ellas París Poesía Artes y Letras la más activa, la cual le concedió la participación en la Semana Internacional de Poesía. Guillermo Gonzaga de Jesús. Ciudad de México (México) Poeta y editor (Editorial Tinta sólida). Ha publicado: “Poemas escritos con la lengua” y “Poesía que respira No.10”. Ha sido incluido en antologías poéticas y diversas revistas tanto digitales e impresas. Francisco Juan Barata Bausach. Valencia (España) 63 Economista. En el año de la corrupción (2014), le da por empezar a escribir. Escribe por gusto y para demostrar a esta sociedad en la que los empresarios y las instituciones han decidido condenarlo a la jubilación, que no acepta la condena. Ha conseguido 3 primeros premios, un segundo premio y tres terceros premios. Juan pablo Ortiz. Bogotá (Colombia) -1990 Personaje alegre a veces cómico, a veces melancólico, a veces distraído por las bellezas de la vida…que escribe, que ilustra, que siente. Manuel Gris. Barcelona (Poble9) 1982 Loco de las palabras y de escribir desde que tiene uso de razón, y sabe que si alguna vez le cortasen los dedos aprendería a usar los de los pies o la nariz con tal de seguir llenando folios y folios. Soñador y amante de la noche y de su inspiración. Y del Suchard. Y de la cerveza. azacel669.wix.com/manuescribe
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Colaboradores Marian Cañibano. Natural de Portugalete, Bizkaia (España) Apasionada de la lectura desde que tiene uso de razón, compagina su trabajo por cuenta propia con el placer de escribir. Michael David Durán Rodríguez. Bogotá (Colombia) Participó en el Taller de poesía ciudad de Bogotá Los Impresentables 2016, su poema Plumas de hielo, fue publicado en la revista digital Otro Páramo. Su relato breve Doppelgänger fue publicado en Veinte Orbes, la muestra del Taller Virtual de la Red de Talleres Locales de Escritura de Bogotá. Santiago Gutiérrez Cruz. (México) - 2003 Estudiante de secundaria y aprendiz de escritor de contenidos cinematográficos. Apasionado lector y booktuber. Goza de compartir su pasión por la lectura en su canal YouTube “Santiago Loves Books”. Sonia Ramón Velásquez. Bogotá (Colombia) Especialista en creación narrativa. Ganadora y finalista en varios concursos de cuento y novela a nivel nacional. Se ha desempañado como asesora literaria en la escritura de biografías, guiones y obras de ficción en general. Amante de la cocina. Temoltzin Santillan Padilla. (México) 35 años Estudio Letras Modernas ( Italianas) en la facultad de filosofía y letras de la UNAM, influencias principales Fernando Pessoa, Leopoldo María Panero, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda entre otros; la literatura y poesía son algo fundamental en su vida, cree en la libre creación, importa más el contenido que la forma.
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Rosalba Cruz López. (México) 37 años, casi 38. Guitarrista clásica, trabajadora social, maestra de canto. Activista por los derechos de las niñas y los niños, feminista. Cantante y co fundadora de AURA BLuesBand y Expresión y Arte Aragón A.C.
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Art Brut “El arte se dirige a la mente, y no a los ojos. Siempre ha sido considerada de esta manera por pueblos primitivos, y ellos tienen razón. El arte es un idioma, el instrumento del conocimiento, el instrumento de la comunicación”
Jean Dubuffet
pintor y escultor francés
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El llanto de los colibríes
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sta noche no saldré tarde del trabajo. Dejé corriendo en el servidor las modificaciones de seguridad y remotamente asignaré los permisos a los perfiles que el cliente me envió al correo electrónico. Lo haré antes de cerrar los ojos para olvidarme de todo. El tiempo apremia. Hoy es nuestro aniversario y no volveré a perder tiempo valioso por quedarme en la oficina. Debí atender tu consejo cuando me decías que siguiera a mi corazón y que estudiara aquello que me hiciera feliz. Pero no fue así, me convertí en ingeniero, luego llegó la especialización en seguridad de redes, más adelante la maestría y con ella vinieron las conferencias a altas horas
Michael Durán de la noche con clientes de todo el mundo los sábados, domingos y festivos. Yo que pasaba las
mejores horas de mi vida en la cocina de mi abuela, leyendo las recetas de mamá, o en el restaurante de mi tío, tuve miedo de ser solo un cocinero y no darte todas las comodidades que no tuve ese pueblo donde crecí y donde tú solo ibas de vacaciones. Amor mío, he tomado rumbo por la autopista y a pesar del ~9~
tráfico, el asistente de navegación me indica que en hora y media llegaré a nuestro apartamento. Por fortuna, en el refrigerador tengo listos todos los ingredientes para preparar la cena. Para celebrar nuestro aniversario, cocinaré tu comida favorita - como un día me dijiste - es el mejor regalo que puedo hacerte. ¿Recuerdas que te preparaba el desayuno y lo llevaba a tu cuarto? Despertaba en la madrugada, picaba la fruta, preparaba el omelette de huevos revueltos, jamón, queso y champiñones. Colocaba un par de muffins recién horneados y café. Empacaba todo en recipientes que guardaba en mi maleta y en seguida corría por los tejados para terminar de un salto en el patio de tu casa.
Nunca olvidaré tu expresión al salir de la ducha y encontrar sobre tu cama la bandeja con el desayuno servido y todavía caliente. Desde el tejado, agazapado como un ninja de tierra caliente, te veía sonreír. En el pueblo escuché por primera vez ese refrán que dice: “A los hombres se les conquista por el estómago”, pero no me gusta, debería ser: “El camino más dulce para llegar al corazón de la persona amada es a través de la comida”. Eso pensaba cada vez que cocinaba para ti. Imaginaba que podrías sentirte como esos colibríes que volaban en el patio de tu casa y que tanto amabas. Imaginaba que te sentías libre para acercarte a mi vida, a mi boca, frágil y hermosa volabas sonriente para dejar que te alimentara con el amor juvenil que te ofrecía. Ese que aceptaste a pesar de que tus padres no estuvieran de acuerdo. Amor, hay un accidente en la autopista, el asistente de navegación
me acaba de informar. Estoy muy lejos del sitio del accidente pero el tráfico está imposible y demoraré un poco más. Debí dejar el automóvil en la oficina y regresar a casa en el trasporte público, a veces es más rápido, aunque no tan cómodo. Ya he decidido la receta para la cena, será salmón en salsa de maracuyá, arroz con almendras y espárragos. La versión mejorada de aquella que preparé en tu casa para tus padres y tu hermana, cuando les pedimos su bendición para casarnos.
su beneplácito. Tu hermana estaba feliz, ella fue nuestra cómplice siempre, tu madre estaba emocionada, incluso me pidió la receta para prepararle el mismo plato a tu padre en su casa. Tu padre estaba complacido, sabía que su niña sería la luz de mis ojos como lo eras de los suyos, tal vez por eso me guió para hacer de mí un ingeniero y que su nena no fuera a pasar necesidades.
¿Recuerdas que en aquel tiempo yo trabajaba en dos restaurantes y no ganaba lo suficiente Recuerdo que tu madre como para garantizarte se veía un poco incómoda el hogar que merecías? al verme hacer malabares Por eso acepté su en la cocina. Jamás olvidé propuesta de trabajo y su expresión de sorpresa cambié de carrera. Sabes, al cortar finamente la tu hermana me estuvo cebolla sin derramar una llamando esta semana sola lágrima. Esa noche en varias ocasiones, no tu padre pidió más salsa, pudimos hablar pero más puré y otra porción por los mensajes de voz de salmón. Ese exitoso que me dejó, me quedó ingeniero que nunca claro que insiste en la entraba en la cocina, me idea de que su esposo miraba extrañado, no y yo hagamos empresa. ocultaba su contradicción. No sé de dónde sacaron que debemos abrir un Después de la cena restaurante en la zona tomamos una botella G, dicen que tienen un de vino y nos dieron capital y que confían en ~10~
mi talento culinario. Ella asegura que seré muy feliz, con una inmensa cocina en la que pueda poner en práctica los conocimientos que adquirí cuando estudiaba gastronomía. Parece que olvida que abandoné esos estudios para ser ingeniero. Olvida que desde entonces únicamente he cocinado para ti.
y relleno de dulce de fresa con unas gotas de ron blanco; Colibrí lo llamaste. Ese será el postre de nuestra cena de aniversario.
plataforma de la empresa, verifiqué que el servidor haya ejecutado los ajustes de seguridad y finalmente asigné los permisos a los perfiles indicados en el correo electrónico. Sabes, Mi bella esposa, mientras lo único que desearía subo por el ascensor los cambiar en nuestra diecinueve pisos que historia es no haber me separan de nuestro salido tarde del trabajo la apartamento, no puedo noche de tu muerte. Esa evitar pensar que esta ironía fatal; cuando por cena de aniversario debe robarte el celular, un par ser especial, tú lo mereces de delincuentes juveniles Cariño mío, ya estoy todo. Mi vida cambió atravesaron tu pecho con llegando al apartamento. desde ese día cuando un cuchillo de cocina. No A lo lejos, puedo ver ese te vendí esas uvas pasas tenías que salir a comprar pequeño arbusto que rellenas de arequipe y esa botella de mi vino trajimos de la casa que cubiertas de chocolate. favorito, pero querías tu familia tenía en el Recuerdo la dulzura de sorprenderme y decirme pueblo y que plantamos tu sonrisa, cuando me que debería aprender frente al edificio donde dijiste con travesura nuevas recetas para compramos nuestro de adolescente que te alimentar a ese pequeño apartamento. A esas gustaría un beso con corazón, que por nuestro pequeñas flores colgantes sabor a chocolate y me amor había anidado en aún acuden en las tardes dejaste robarte ese beso. tu vientre. Ahora me soleadas los pocos Desde entonces cada día asomaré al balcón, daré colibríes que habitan en busqué aprender nuevas un salto y cerraré los ojos. esta ciudad. ¿Recuerdas recetas para sorprender a Dejaré que sea la fuerza el postre que inventé, con tu paladar. de la gravedad la que me el que gané un concurso Amor, finalmente llegué ayude a olvidar que ya no en la universidad?, fue le encuentro sabor a la gracias a ti, porque lo hice al apartamento. Me vida y este insoportable pareció una eternidad con los ingredientes que llanto de colibríes que preparar la cena, servirla, te gustaban: el helado escucho todo el tiempo. saborear inútilmente crocante, las láminas de el postre y beber una chocolate y las hojas de copa de vino. Mientras vainilla eran el plumaje, cocinaba me conecté a la con alas caramelizadas ~11~
Kaleidoscopic Cats Donde la realidad y la imaginaciรณn se vuelven arte
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Cuando te atreves y lo haces Manuel Gris
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Fotografía por Joanna Kosinska
iempre que la miro opino lo mismo, y aunque mis colegas me llamen loco y se empeñen en inventar mil motivos por los cuales debería sentirme culpable, lo siento pero no, jamás lo conseguirán: necesito acostarme con mi cuñada. Son ya muchos años de deseos y de miradas y gestos, de besos en las mejillas como saludo pero que, al cambiar de lado, sus labios y los míos se rozan de un modo tan lascivo y sexual que, tras cada bienvenida, necesito irme al lavabo para matar esas ansias de partirla en dos contra la pared/suelo/sofá/encimera. Y ella lo sabe. Y por eso tras tantos años sigue sonriéndome y poniéndose tan guapa para las cenas de navidad. Y que nadie crea que lo hace por mi hermana, esa tonta que se hizo lesbiana después de tantos engaños
amorosos en los que, da la casualidad, siempre nosotros los hombres éramos los culpables. Claro. Sí. Aja, aja. Voy a hacer como que me lo creo porque sus manías y tus neuras, sus ganas de tener siempre la razón y no dar su brazo a torcer no son los culpables de que lo máximo que le haya durado una pareja sea esta belleza 5 años mayor que ella, de ojos marrones y caderas generosas, esta diosa renacentista que sonríe y habla del mismo modo que deben hacerlo las nubes en la intimidad y que, estoy seguro, me desea más de lo que jamás ha deseado a mi hermana. Estoy seguro. Lo noto. Es algo que está ahí, presente, vivo, igual que lo está el oxígeno en la atmósfera o el metano en los intestinos. ~14~
Por eso hoy voy a dar el paso. Porque por mucho que digan que Navidad es la época de la familia y del amor, de los regalos y las canciones sobre santos muertos que seguramente jamás existieron, estoy seguro de que quedará un segundo, un hueco, un respiro para echar un buen polvo en el sótano de casa de mis abuelos, o de que nos comamos los bajos en el enorme lavabo habilitado para mi abuela. Su vestido me pide a gritos que lo rompa y me lo coma con ansias, y los dos besos de hoy han sido de lo más húmedos y cercanos que jamás he notado en mi suave cara. También su sonrisa y su Después hablamos han sido todo lo que necesitaba para terminar de echarle valor y proponerle con disimulo, pero claramente, que
debíamos estar a solas y hacer todo lo que llevamos años deseando. Ella no deja de mirarme. Mi hermana sigue igual de estúpida que siempre. Esto está hecho. El segundo plato llega antes de que apenas haya terminado de memorizar qué es lo que hemos comido para empezar, pero nada de eso importa porque ella se levanta y dice que tiene que ir lavabo mientras me mira y hace un gesto a su derecha, donde están los servicios, y me manda un extraño beso que se acerca más a un mordisco vicioso que a algo que te daría una madre para decirte buenas noches.
Fotografía por Kevin Curtis
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Fotografía por Lucas Pimenta
Digo que tengo frío, que iré al cuarto de los abuelos a por algo para abrigarme, y mi padre me dice que le traiga una cerveza ya que estoy de pie. Claro le digo mientras pienso Ya puedes esperar sentado, imbécil. El pasillo de camino al lavabo es lo más parecido al paraíso que puede haber en la Tierra, no solo porque estoy seguro de lo que me espera al final de la luz (algo que, sin duda, nadie en este planeta sabe de verdad) sino más bien por el olor, algo así como flores silvestres falsas pero muy dulces, que reconozco como el perfume que mi cuñada se ha puesto hoy. Paso a paso los pulmones se me llenan de ese paraíso, y cuando llego a la puerta me quedo estático frente a ella decidiendo cual es la mejor frase para anunciar mi llegada. Hola, ¿necesitas ayuda? No. Eso es una mierda.
¿Me esperabas? Demasiado creído. Soy yo. Pareceré imbécil… Cuando estoy a punto de decantarme por Déjame entrar, para mostrar decisión, el picaporte gira y me la encuentro cara a cara en el umbral de la puerta. Sonríe como una persona que sabía y esperaba lo que tiene delante y, destruyendo todos mis planes, me dice Entra ahora mismo. Y lo hago. Y no lleva nada de cintura para abajo. El sexo no es algo ajeno a mi persona, lo he practicado dos o tres veces en mis 16 años de vida, pero nunca he podido llevar las riendas porque ninguna de las chicas del colegio confiaban en mi lo suficiente como para dejarme poner encima, por eso, y porque sus pechos son más grandes de los que estoy acostumbrado, mi ~16~
cuñada me deja sin habla y sonriendo de pura felicidad cuando me agarra del cuello y se inclina hacia atrás tras cerrar la puerta con pestillo, ocupando todo el suelo del enorme lavabo de mis abuelos mientras me susurra al oído Cómeme ahora hijodelagranputa. Eso hace que mis pantalones se encojan, pero no me molestan porque ella me los quita antes incluso de que pueda tocarle los pechos o humedezca mis dedos con su rasurada y caliente entrepierna. Ninguna de mis novias ha estado jamás así de caliente, y mucho menos me había dicho al oído todo lo que mi cuñada me está soltando; cosas como Quiero que me devores, o Soy tu postre, o Lléname como a un pavo, o, mi favorita hasta ahora, Muérdeme, joder, muérdeme ya, pero que lo dice entre tanto resoplido y jadeo que apenas puedo entenderla bien. Algo nace en mi interior, algo pequeño al principio pero que al igual que mi erección comienza a adueñarse de mi alma y mi cerebro como un virus hambriento que necesita alimento para no desvanecerse. Algo que me lleva a agarrarla de las muñecas e inmovilizarla mientras me dice que sí, que eso le gusta, y tras eso comienzo a recorrer su cuello con mi lengua y a darle pequeños mordisco aquí y allá que la hacen gemir haciéndome sentir el mejor amante del universo. Y tan arriba estoy, tan intocable me siento y ella me pide con tanta insistencia que la muerda, que cierro los ojos y dejo que mis dientes se dejen llevar en sus
pechos, su cuello, sus clavículas, y no es hasta que los abro y vuelvo a este mundo cuando me doy cuenta de que ella está gritando y mi boca está llena de pequeños trozos de carne que, lujuriosamente, sigo masticando y trago con gula para después, llevado por una mano maligna y tan dulce como el algodón, me acerco de nuevo a la carne de mi cuñada y vuelvo a morder. Y otra vez, y otra. Y mil veces más. Y así hasta que me claro en las encías las astillas que escapan de sus roídos huesos. Mi familia golpea la puerta tratando de comprender de donde vienen los gritos y gruñidos que escapan del lavabo donde sigo alimentando mi deseo a base del olor de la piel masticada de mi cuñada, que no me ansían del todo. No puedo dejar de tragarla, de meterla en mí y de sentir, poco a poco, como su belleza me va perteneciendo de un modo tan íntimo que casi siento que en realidad me estoy devorando a mí mismo. Creo que jamás he sentido algo así. Nunca he sido tan libre ni me he conocido de un modo tan auténtico. Creo que, hasta ahora mismo, nunca me había mirado al espejo de verdad; y estoy encantado de haberlo hecho.
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¡Una sopita de hueso por favor! Ana María Rodríguez
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l incesante jadeo del can de 14 años que golpea con la precisión del tic tac de un reloj la puertilla de la cocina, le avisa a los miembros de la familia que aquello que invadió la habitación de aromas afrodisiacos, ya está apunto de servirse. Perejil bien picado, cilantro, cebolla, pollo cocido bañado con papas, yuca y ñame, el olor del arroz recién hecho. El calor de medio día persigna las calles para que todos se encuentren absortos sin distracción bajo el mismo ritual; el perro callejero mueve su cola y camina con la cabeza altiva siguiendo los diferentes aromas. Recorre un camino que sabe por instinto lo conduce hacia la comida. Los almendros de la entrada de la calle guardan del sol a la terraza, en donde el hijo menor saca la mecedora y las sillas plásticas para recibir bajo la sombra el acariciante y cálido beso de la brisa rivereña del Magdalena. La madre llama por su apodo a cada uno de sus hijos y estos reciben con ansias la sopa servida en totuma y el arroz blanco en platicos de pasta irrompibles. El can devora con la bravura de sus años juveniles los huesos de pollo con algunas papas, arroz y las pepitas de concentrado bañadas en el caldo. Como todo aquel que se ha acostumbrado a que la vida le sonría a diario, cuando ya estuvieron todos dispuestos a comenzar, un terrible presentimiento invade a toda la familia, se miran unos a otros y el hijo menor se levanta deprisa, cuidando no derramar ni un poco de aquel manjar. Regresa con un par de limones cortados en trozos con muy poca precisión y toda la familia suspira aliviada” ~18~
Este era el sueño que tenía Carlota mientras dormitaba de pie en el segundo vagón de un bus de Transmilenio que tenía como fin llegar hasta los confines de Suba. La costumbre y el cansancio vencieron aquella joven convicción que rezaba el jamás quedarse dormida en el transporte público. Llevaba un vestido
escarlata que la hacía lucir como una chica ochentera en un sábado por la noche, de no ser por el chal y el abrigo que le cubrían su cuerpo hasta las rodillas, nadie más que ella podría tener esa imagen en su cabeza. El frío de la ciudad le calaba los huesos hasta el punto de que debía cubrir la desnudez de sus piernas ~19~
con medias desde sus dedos hasta su cintura, llevaba guantes y botas y una bufanda tan gruesa como para dar vuelta a su cuello tres veces. Despertó de forma violenta por algún estruendo y sintió enseguida las quejas de sus tripas sobre la hora en la que serían alimentadas.
Siempre llegaba tarde a casa y había llegado al punto de creer que cenar Ajinomen todas las noches era lo mejor para ella en este momento de su vida, pero el sueño… ese extraño sueño que había tenido había creado una sensación en su interior. Pensó en aquella sensación y recordó el sueño mientras caminaba a su casa, no vio los charcos, no vio a los perros y ni saludo con gracia al vecino que esperaba algo o alguien todos los días a la misma hora justo en la banca del conjunto por donde ella debía pasar. Al llegar a su casa y cerrar la puerta tras de sí lo había decidido: aquella fría noche cenaría algo diferente, algo que calentara su cuerpo y llenara de olores su casa. Corrió a la despensa dejando en el camino cada prenda que la cubría, solo se quedó en medias y con su vestido escarlata. Encontró en la despensa algunos cuadritos de Maggi, la mitad de una cebolla, un frasco de ajos en pasta vacío y un
paquete de Ajinomen. Abrió la nevera y encontró una bolsa cerrada en lo profundo de su pequeño congelador, en su interior encontró un par de huesos de pollo, de la quincena pasada, pensó, y puso ambas manos en su cintura. Si bien su sueño de ser escritora aun no le daba frutos, la esperanza de mantenerse en la ciudad, cerca de todo aquello que pudiera ayudarla a cumplirlo, le daba la fuerza suficiente para vivir como empleada de una empresa pública que pagaba muy mal. Así, de esta forma es posible entender que al llegar el fin de mes, no haya más que Ajinomen para comer. Carlota recordó el sueño y a su madre, y recordó que su madre en algún momento de su vida pudo hacer maravillas con poco en la cocina y para muchas bocas, estaba convencida que ella la ayudaría y tomo el teléfono para llamar a su casa, al otro extremo en la costa del país: – ¿De qui pa’llá yo y de ~20~
allá paca quién? – ¡Mamá! Soy yo. – Tranquila mi amor, Leo ¡no! porque tan sensible; ¿Cómo estás, y ese milagrazo que me llamas? Sebas pásame las tijeras. – Estoy muy bien mamá, acabo de llegar a casa, ¿y ustedes? – Nosotros estamos muy bien, Sebas está aquí, ¡que nó, nojoda! Y Ricardo no ha llegado, ¡pilas que se van a quemar las arepas! La madre de Carlota era una oficinista de profesión que trabajaba para una empresa familiar desde hace más de diez años, era la mamá putativa de todos los lancheros de la compañía y la mejor amiga de las amigas que su hija Carlota había dejado en su ciudad natal. – Estoy haciendo las quesuditas, así que dime qué necesitas. – Mamita, ¿me puedes decir cómo hacer una sopa de hueso?, ¡Es que he tenido un sueño y
bacano sino, puedes usar tres clases de papa y ya, o ñame, es que no sé qué carajo tienen – Sigue durmiendo en el en cachaquilandia; en bus y sigue comiendo mal fin – dice mientras corta y ya verás, me echaras las guayabas en trozos un cuento –Le dijo a su grandes – de verduras hija mientras sacaba a puedes echar una rama los perros de la casa y de cebolla junca, medio terminaba de darle forma tallo de apio, cebolla roja a la alfombrita que estaba o blanca, una zanahoria tejiendo. – La hice esta pequeña rallada, cilantro y tarde precisamente, aun si puedes conseguir unas me huelen los dedos a bolitas de pimienta de limón – llegó a la cocina olor, le puedes echar dos a tiempo para voltear – enciende la licuadora las arepas y espantar al y empieza a hablar un hijo menor que estaba poco más alto, al tiempo pellizcando la masa – Es que el hijo menor muy sencillo, pones los hace que el perro de la huesitos en la olla con el esquina le ladre a unos agua suficiente para dos, vendedores – ¡Sebastián suponiendo que estés con deja a los perros! Bueno, alguien más. puedes echar todo eso junto ya que el pollo – Mamá – la trata de este blando, cuando interrumpir Carlota, pero hierva le bajas la candela su madre hablaba tan rápido y con tanta pasión a medio y revuelves constantemente. La idea que para sus oídos fue es que la papa la vaya imposible escuchar una espesando. Le echas sal voz diferente a la suya. al gusto. un limón, color – Compras una pastilla de y un tris de pimienta, Maggi y se la echas junto si la tapas se cocina con el ajo machacado y lo más rápido si la dejas pones a hervir mientras destapada se comienza vas picando dos papas a secar muy rápido. normales, papita criolla, ¿Alguna pregunta? si encuentras yuca sería ahora solo puedo pensar en un caldo de hueso de pollo muy caliente!
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Carlota estaba frente al mesón de su cocina con la media cebolla y los cubos de Maggi sobre la tabla de madera, con su mano izquierda sostenían un cuchillo de muy mal filo y en la otra sostenía el teléfono junto a un rostro contraído por el hambre y la desilusión. – Bueno… – Intentó reprochar, pero su madre estaba complacida. – Está bien mi amor, me cuentas cómo te queda, te amo ya me tengo que ir.
El juego lugubre
La cocina de Carmen Rosalba Cruz
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l lugar más importante de la casa de mi abuela siempre fue la cocina, tradicional hidalguense, con su tlecuil al centro lleno de cazuelas de barro, la luz a medias con su techo de madera y lámina de cartón, donde pequeños agujeritos filtraban la luz de sol que se vestía con el humo del fogón. Cuando estábamos de visita en el pueblo, a las cinco de la tarde llegaba el frío de Hidalgo, nos congregábamos en la concina solo las mujeres de la familia, desde la abuela hasta la más pequeña de nosotras, en ese pequeño aquelarre rural. En temporada de cosecha siempre había atole de maíz de grano azul y pan de agua. Mientras tomábamos nuestro atole, una de las tías le pedía a mi abuela que nos contara una historia y era ese el principio de la magia, dejaba salir su voz de susurro, como si no quisiera que nadie más la escuchara. Conocí las historias más fascinantes en esa cocina de adobe, tomando atole y comiendo pan, a veces galletas de maíz en forma de triángulo que preparaba mi abuela. Nos alimentábamos del maíz en todas sus variedades y de sus historias sobre brujas y nahuales, sobre la vida de mi bisabuela Cruz y su capacidad de bilocación, sobre sus
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hazañas como partera y el don que le fue dado para curar, de los bailes de los cirios en la ofrenda del día de muertos y los espíritus que la visitaban. Cuando había sido suficiente el suspenso y el misterio, ya nadie quería ir a la cama, nos erizaba el viento que rozaba nuestra piel y nos espantaban los murmullos de la noche. Dormíamos apelmazadas unas con otras y ninguna quería voltear al vacío para no encontrarse con algún espectro en la oscuridad. Algunas veces, las nietas peleábamos por dormir con la abuela, pues dormir entre su abrazo era la única manera de mitigar el miedo. Hace unos meses hablamos por teléfono Carmen y yo, porque cuando estoy triste siempre recurro a su voz de madre, a su voz medicina. Lo más importante que me dijo ese día, fue que quería que nos viéramos para pelar tomates juntas y hacer una salsita verde, no pude evitar ponerme a llorar al compartir la nostalgia, ella extrañaba como yo el ritual de la palabra y el atole de maíz en su cocina, ese ritual entre ofrendas de tostadas de haba que acompañaba sus relatos que preñaban nuestros oídos con su voz y fortalecían nuestra identidad. Desde ese día no puedo dejar de pensar en ella siempre que desvisto los tomates y los pongo en la lumbre hasta ver como se transforma su cuerpo de aceituna, no puedo dejar de evocar sus palabras y la imagen de mi madre, al tiempo que me doy cuenta que es mi
hija. Me reafirmo y reaprendo a decir te amo de la forma más sublime que ellas me enseñaron, me reaprendo y me alimento, me comprendo en ellas y las explican mis recuerdos, las justifican y las defienden. Ahora estoy en mi cocina citadina, que se empeña en tener un poco de aquella cocina de mi niñez que curaba con palabras, aromas, sabores y voces de mujer. Procuro tener siempre algunos trastes de barro, un poco de miel de abeja melipona, comino que nunca debe faltar para la salsa verde, té de azares y piloncillo. Mientras preparo un atole de maíz, les cuento a mis hijos con voz de viento las historias sobre mi madre, mi abuela y mi bisabuela.
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“Quiero comida” Francisco Barata
Y
a he pasado tres días hambrientos, sin comer nada y hoy será el cuarto, por cierto coincide con ser día cuatro de febrero, lo que es de por sí muy grave para mí, porque hasta el día diez no cobraré los “maravillosos” cuatrocientos veintiséis euros que nuestro gobierno provee para que, aunque pobres, nos descojonemos de risa.
enfadado con ella, vacía se siente frustrada.
y zampármela, sin plumas claro.
Ayer, embargado por
Mi despensa yerma, está ocupada por gatos campando a sus anchas entre la nada. ¡Mi nevera!, la pobre cuando la abro llora desconsolada, se siente inútil, no sabe para qué la han fabricado, me pregunta llorando si estoy
el hambre, intenté cazar una paloma.
Los hijos de puta de los terroristas integrales, ¿o integristas?, me jodieron el plan. ¿Cómo?, les cuento. Llevaba una gabardina larga, ancha y negra, me sentaba como un tiro, pero ocultaba la bolsa palomera donde metería al occiso. Llegué a la Plaza de la Virgen, coto de palomitas urbanas. Oteé a los bípedos que campaban comiendo el pan que les suministraban los turistas, ¡qué suerte tienen las muy putas, ellas están comiendo! Una parecía sana, la seguí muy ladino, estaba a punto de secuestrarla…pero un policía nacional me pidió la documentación
En Valencia abundan, dicen que algunas están enfermas, yo quería buscar una que semejara sana y secuestrarla, para después guisarla ~26~
y preguntó que llevaba escondido debajo de la gabardina, otro más atrás blandía entre sus brazos poco amorosos, una escopeta enorme, de repetición, por si mis movimientos eran extraños. De ahí mi cabreo con los integrales, la presencia policial en sitios concurridos abunda, y llamé la atención de los guardianes del orden. Perseguir una paloma llevando esta gabardina daba la nota. Me tuve que identificar, enseñarle lo que llevaba bajo la gabardina y explicarle mis intenciones. Se convenció de que no era un terrorista, pero costó más convencerlo de que no estaba majara.
Por los pelos me libré del manicomio pero me quedé sin mi guiso de paloma. No crean que sea un indigente profesional, ojalá, esos se lo montan mejor, están más acostumbrados. Les cuento mi historia y la causa de mi infausta situación.
vivir juntos, le había gustado mi poderoso delfín, era una niña adinerada que vivía sola en un piso de papá. Me encantó la idea de conquistar Valencia, decidí ir. Mis padres me dijeron todo lo que me podría pasar. Ni caso les hice como es natural en los hijos, dije que volvería rico, y estarían orgullosos de mí.
Vivía cerca de Valencia, Encontré trabajo en trabajando en los la construcción, ganaba campos de mis padres, un pastón, pero cuando tenía posibles. estalló la puta crisis me Un verano en las quedé parado. Luisa se fiestas del pueblo conocí empezó a mosquear, a Luisa, urbanita que entraba poco dinero. veraneaba cerca. Nos Cuando pasé a cobrar una gustamos, nos follamos, miseria después de acabar y no dejó de gustarnos el paro, decidió que lo de follar el resto de sus “contigo follar y cebolla” vacaciones. Me propuso no le gustaba, se cansó de
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paletilla, ¡qué envidia!, pero ya llegaba mi turno. El camarero sirvió al orondo una segunda paletilla, ¡joder como Compuesto, sin novia, tragaba el gordo! Se sin un euro ahorrado, acercó para tomarme solo con una prestación nota. Solo les quedaba escuálida. El primer mes ensalada y merluza. Le de soledad, falta de miré iracundo, yo no organización, el día veinte estaba a régimen y eso ya estaba sin blanca, era para un pajarito, se solo algo de leche, ésta retiró “para dejarme también se acabó y de ahí pensar”, dijo, no sé qué, si el hambre que al principio no tenían otra cosa. les participé. Entonces lo hice, el Volver a mi pueblo hambre hace cometer para oírme de mis padres locuras, pero me daba lo que merecía, no me lo mismo. Cogí tenedor hacía gracia. Hasta aquí y cuchillo, y con aspecto mi mísero destino y amenazador me acerqué desaforado apetito. al gordo, le dije, ─”me da la paletilla o me lo Hoy decidí comer si o como a usted vivo”─, si... Iría a un bar, comería el tío me miró como si hasta hartarme, luego estuviera loco, antes saldría corriendo, un de que reaccionara me “sinpa”, vamos. Entré senté y le quité el plato en uno que visitamos con el corderito, cuando cuando tenía dinero, se opuso, le pinche en el estaba lleno, pedí mesa, brazo, un poquito solo, pero tenía que esperar y pero chilló como gorrino esperé. Babeaba de ver tanta comida, el segundo y salió gritando. Otros clientes también huyeron, plato era paletilla de la “valentía” es contagiosa. cordero, ¡la rehostia! El camarero cogía el Al rato me sentaron en teléfono, pero antes de una mesa, cerca un gordo que llegara la poli, me se estaba comiendo una comería el animalito. mi amiguito. Y se marchó con sus padres. En seis meses, todo un detalle, debía abandonar su piso.
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Todo me salió mal, ¡joder!, había comido solo un bocadito y los ojos se me quedaron en blanco de un placer inimaginable por lo que no vi cuando entró la policía con el gordo, tan mala suerte tuve porque estaban muy cerca. El orondo agredido me señaló, se lanzaron sobre mí esposándome sin demasiadas consideraciones. Pedí que me dejaran terminar la paletilla, ni caso me hicieron. Me llevaron detenido mientras les preguntaba si en comisaría tenían bocadillos… ni contestaron. Y lo peor es que cada vez tengo más hambre
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Postales
Hacer el amor a la mexicana Guillermo Gonzaga
N
o se necesitan condimentos rojizos de tanto roce
Ni conocimientos verdes por falta de experiencia O blancas palomitas en celibato Tampoco ¡Viva la revolución! ¡Viva la independencia!
Calienta tu cuerpo en la cama Con delicadas caricias Durante cinco minutos La premura vertirá los deseos
Con el filo del tacto
Con una pizca de erotismo
Un paquete de pasiones sin condonar la noche
Y los lamidos de ambos
Decora mis ojos con tu pasión encendida
¡Hay que hacer el amor!
En una pieza sin censura
Mezcla tu sombra con la mía
Mientras los dedos bañan tus caderas
Derrite la prisión de tu moral
Sólo necesitamos tu cuerpo al natural
Adereza tus pezones con dulces mordidas
Retira tu vestido a juego lento
Sino ¡Que no muera el amor!
Cómo la comida tres veces al día
Hasta amanecer mojados
Suaviza las vicisitudes del momento
Mueve ocasionalmente tu pudor Porque a más amor se amasa menos la lógica Rellena las sábanas con tu silueta
Y humedece mis labios
No dejes ningún rincón del cuarto
Con las mareas precalentadas
Para desbordar el albedrío de tu lujuria
De tu entre pierna
Saltea y salta, salta sobre mi vientre
Un hotel de tiempo ilimitado
Añade movimientos pélvicos
Y tu sensualidad en libertad
Deja reposar tu cuerpo entre mis brazos ~32~
Hasta inundar los cuerpos Y desbordar palabras irreconocibles.
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La misericordia Ania Belotti
V
agaban por los suburbios dos hermanitos muy humildes, sus ropitas raídas , huérfanos de comestibles. Sus caritas sucias y tristes delataban la ansiedad de su hambruna. Iban mirando cada escaparate donde olían y refrescaban sus miradas con la delicia de potajes que observaban. Encontrando ricos manjares que brotaban de los platos.
Husmeando una apetecible bandeja llena de tacos rellenos de hortalizas , carme picada y pimientos. Pidiendo limosna para poder llevarse un taco a la boca. Algunos los ignoraban otros más piadosos tocaban su alma y les obsequiaban. Olores y sabores agradables despedían las comidas.
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Irresistibles a los sentidos, provocando degustarlos. Comida no debe faltarle a nadie aun sea posición de mendigos. La misericordia apareció, se apiadó de ellos. Dos inocentes pequeños terminaron comiendo hasta la saciedad sin saber cuándo volverán hacerlo.
S
abes hacia dĂłnde voy? ÂżMe conoces? Vivo tras el alfeizar de la luna radiante y cada noche rescato un fragmento de su luz para dibujar atardeceres.
el telon de la luna
Pasión, poesía
y hambre Daniela Cadavid Libreros
H
ola, me gustaría decir mi nombre o mostrar mi rostro, pero mi corazón no es lo suficientemente valiente como para encarar semejante responsabilidad. Por ahora me llamaré Rosa, porque me gusta el aroma de esta flor
tan consumistamente romántica. Llevo un par de años dedicándome a la escritura y debo confesarle que aún me siento tan solo como al principio. He inventado un sinfín de personajes para acompañar mis tardes, pero lo único que logro es estrechar ~38~
mis manos una y otra vez para no sentirme desfavorecido. ¿que cual es el motivo por el que escribo? No se apresure, que poco a poco le iré contando. Como le decía, me sentía muy sola en mi gran casa de muebles antiguos, así que decidí después de años ir a conocer
mundo. Inicialmente iba a jardines o parques y me tomaba una taza de café con un libro bajo el brazo al tiempo que tarareaba a Bach o a los desaforados ritmos de la poesía dadaísta.
empecé a recorrer los museos, los cines, el teatro y aunque me dé un poco de vergüenza decírtelo también me introduje en la fina degustación de los burdeles.
Luego de pasadas dos o tres semanas en la misma rutina, logré envalentonarme y
En mis noches más oscuras recorrí burdeles de poca monta, en los cuales los roedores ~39~
~39~
bailaban y cantaban junto a las camas donde los gemidos de los obreros de gruesas manos y barrigas prominentes parecían no acabar. Especialmente en esos días de amargas penurias prefería mirar desde lejos a las señoras emperifolladas con sus medias rotas y maquillaje barato ir y venir en los
brazos de uno o varios hombres, hasta que agotadas, al amanecer, las veía partir a cada una con un poco de pan bajo el brazo. Les sonara un poco absurdo quizás –que un hombre como yo- se dedique a semejante pasatiempo y no se confundan, no me considero un voyerista sino más bien un ser humano que se reconforta en el dolor ajeno, lo cual me parece más decepcionante. ¡No! No se vaya, déjeme terminar de contarle esta historia antes de que sirva la siguiente ronda. ¿En dónde iba? ¡Ah!
Ya. Cuando mi ánimo era realmente bueno procuraba alejarme de los burdeles y me refugiaba en un motel de cinco estrellas donde lo más importante del servicio no son las camas ni el jacuzzi sino la capacidad del personal para guardar secretos de estado. Allí rara vez iba acompañado, porque mi objetivo principal no estaba en usar las instalaciones sino en observar la otra cara de la moneda y plasmarla en diversos cuadros tipográficos. Precisamente ahora me viene a la mente el rostro de una joven - tendría dieciocho años si a ~40~
mucho – ni más ni menos del presidente de Expo Sartre, el cual celebraba este día su cumpleaños número setenta y siete. La chica era alta, 1.82, morena y con un cuerpo excepcional, lucía como si hubiera bajado de una pasarela para desfilar junto aquel mequetrefe. Pero no me mires así, no la recuerdo precisamente por su físico, sino por las lágrimas que soltó cuando su anciano acompañante se fue. Su trabajo le dolía en el fondo de su alma, una y otra vez. Después de ponerse la ropa y recibir el dinero lo único que parecía quedarle era un cuerpo fragmentado que ya no soñaba ni anhelaba nada excepto regresar al momento en que fue libre de las ataduras, y ya que te he puesto un poco al corriente te hablare del día en que nos o más bien te conocí. Había sido un día espantoso, acaba de perder mi morral en el metro, llovía a cantaros, no tenía dinero y tendría que conseguir algo o regresar a casa
caminando. Lo segundo no era una opción así que resolví – en mi momento de lucidez- ponerme a recitar versos de Bécquer, Neruda y Benedetti bajo la lluvia. Las parejas parecían adorar el show, en contados minutos había recibido el dinero necesario para comer y regresar a casa, pero no quería parar. Me sentía tan vivo bajo la imparable lluvia otoñal, imaginando que en alguna dimensión –del extraño mundo temporal que suponemos existe- Tristán Tzara me escuchaba gritar al ritmo de una música invisible los versos más hermosos e inconexos que pudieran existir. Pero entonces cruzaste la calle y el reloj de arena dejo de huir. Me quedé completamente petrificado, mi garganta se hizo un nudo y no pude pronunciar otra palabra más, mi única reacción fue saltar y perseguirte. ¡Oh! Como avanzabas de rápido. Tenía tanto miedo de perderte, no sé si pudiste verlo, pero en
desperté, frente al computador con una insaciable ansia de cometer completa. Por eso marque al 451788, y ahora sentado en las escaleras espero a que el repartidor te traiga caliente y crujiente para Justo entre Moliere y satisfacer mi fantasía. ¡Te Ejercito Nacional pude aseguro que tu cuerpo alcanzarte en el momento de pizza calmará mi en que un hombre te hambre literaria! tomaba entre sus brazos Con cariño, una e ingresaba a un bonito estudiante de ingeniería departamento con con sueldo de estudiante amplios y frondosos y un hambre inagotable. jardines. En un acto de locura me atreví a tocar a la puerta y pregunté por ti con la excusa de que te habías equivocado y olvidaste algo. En ese momento el hombre me dejo pasar y te encontré desnuda, sobre la mesa con tu flor abierta hacia mí y tu néctar suplicando por acallar el deseo. medio de mi acelerada persecución casi me arrolla un auto. ¡Ay! pero hubiese valido la pena, lucias tan bonita cuando tu silueta marcaba notas musicales al reflejo del sol.
Me acerque, suspire tu aroma e impulsivamente trate de poner mis labios sobre tu bronceada piel y justo cuando me encontraba apunto de deleitarme con tu sabor sentí un dolor punzante en el estómago. Fue entonces cuando ~41~
Sudado en dos ruedas David Plancarte Martínez
C
omida, comida, comida…
Que no se pierda la tradición de sentarnos a comer, en compañía por supuesto. En la mesa es donde afloran los temas de conversación más destacados del día, donde nos armamos de valor para expresar lo inexpresable, o qué acaso, los primeros encuentros de cortejo no son, si no en una mesa para comer. Mi destino este caluroso sábado en la hermosa Ciudad de México es ir al mercado de artesanías de San Ángel, acompañado de Daniela y de Carlos, que viene de visita y es parte de mi labor como
chilango mostrarle lo más destacado de mi ciudad, en fin, después de un delicioso xocolātl (chocolate) con agua bien frío digno del emperador Moctezuma, Daniela me pide llevar a Carlos a algún lugar que no haya visitado en lo que ella va a visitar a su familia. Sin más pienso en el pintoresco Centro Histórico... (Pausa voy a preparar el almuerzo de hoy). Disculpen, tenía que ponerle sazón al guiso, ahora sí, continuemos. Llegamos primero a Bellas Artes, la parada obligada era la calle de Madero, una de las más transitadas por el paso capitalino, ~42~
una calle hecha para los transeúntes únicamente, aquí los sonidos de automóviles quedan lejos, el concentrado de comercios y lujos que nadie necesita pero que por un módico precio podemos obtener. Parte de estos negocios son de comida, de deliciosa y muy llamativa comida, como mi compañero recién se familiariza con la gastronomía de mi linda tierra, opto por una opción económica pero no por eso menospreciada, al contrario, a dónde vamos caminando, sin exagerar diría que son de los más ricos en su clase.
Estoy hablando de los suculentos tacos de canasta “Los Especiales”, ya tradicionales de los paladares de todos los residentes del valle de México. Como nos lo avecina la fila que podría llegar hasta 5 locales después de la taquería este manjar citadino es lo que nuestros estómagos requieren. Pasamos por un refresco y mientras la fila avanzaba veíamos llegar los canastos enormes con nuestros alimentos. Ya es clásica esta logística taquera, estos tacos llevan su nombre porque literal, el taquero, emplea una canasta prepara con táctica la posición de todos los tacos (sin cocinar) para después verter una mezcla de manteca de cerdo y chile hirviendo sobre todos ellos, se cubren con trapos y se mandan en la bicicleta, en el trayecto estos tacos obtienen su particular consistencia y sabor. ¡Por fin es nuestro turno! La transacción es la
siguiente: nos cobra el señor de la caja y nos entrega unas fichas que valen por el número de tacos, pasamos con el “Guero” y nos pide las fichas para entregarnos nuestros tacos, le digo a Carlos que todos son excelentes pero el taco por excelencia de este lugar es el de chicharrón. Nos entregan nuestros tacos y pasamos a un largo pasillo lleno de comensales, barras de cada lado, con cazos enormes de guacamole con un rico toque picosito y a un lado cazos con chiles y zanahorias en vinagre tan sabrosos que podrías llevarte un plato entero de ellos, cosa que muchos hacen. Pasamos el pasillo y llegamos al final del local donde un grupo de mesas nos aguardaba, pude ver un par de lugares vacíos y me apresuré para tener dónde comer, porque podríamos comer de pie y disfrutar igual de nuestro platillo, pero teníamos que vivir esta experiencia…
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Allí dónde nadie es más que el otro, donde el fresa convive con el ñero, donde la plática comunal se vuelve algo tan familiar, que hablar sobre el partido de la noche anterior o el evento que ocurría en la explanada del Zócalo, nos remonta a nuestra propia mesa familiar, allí donde la comida se vuelve un pretexto para no perder el contacto humano. Nos encontramos con una familia que quería ir al evento principal de Bellas Artes, a una pareja planeando el resto de su tarde y a otros comensales “solitarios” que se concentraban en su comida y muy por el rabillo del ojo ponían atención a las pláticas ajenas. Los tacos eran la cosa más deliciosa, una mezcla de sabor y placer al paladar. repletos de guacamole, ¡cómo no! Carlos quedó fascinado por el sabor de dicho manjar y continuamos nuestro recorrido con la panza llena y una sonrisa en el rostro.
Fragmento de “La Caja Oblonga” de Edgar Allan Poe
“He dicho que la caja en cuestión era oblonga. Tendría unos seis pies de largo por dos y medio de ancho. La observé atentamente, y además me gusta ser preciso. Ahora bien, su forma era peculiar y, tan pronto la hube contemplado en detalle, me felicité por lo acertado de mis conjeturas... A juzgar por su forma, sólo podía servir para guardar una copia de La última cena de Leonardo; no ignoraba, además, que una copia de esa pintura, ejecutada en Florencia por Rubini el joven, había estado cierto tiempo en posesión de Nicolino. “
La caja Oblonga Donde los cuentos cambian la realidad que nos rodea
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Monólogo de Selma Rocca mientras prepara la cena para sus siete hijos Sonia Ramón
L
ejos de significar en un templo aunque si se mira bien podría ser una tortura mis solo un vulgar espacio largas sesiones para un muestrario de culinarias son un placer que compensa de algún modo ese desequilibrio interno ... Mi padre repite con que he notado en mí frecuencia que las desde que tengo uso personas de apellido Rocca de razón uso de estamos sometidas a razón qué expresión preferiría decir más continuos cambios físicos bien que desde que y emocionales por las tengo memoria que acciones de los agentes tampoco es muy geológicos ¿Qué diablos buena Hoy me siento será la libertad? ... como una semidiosa en mi cocina rodeada por sartenes de cobre decorada con loza de porcelana traída de los colorinches insólitos Me lugares más recónditos a ajusto el delantal y me lo mejor para convertirla recojo el pelo en una ~46~
coleta alta lo más alta que pueda necesito despejarme la cara el cuello y la mente Bajo el grifo pongo mis manos apestosas a trementina me froto los dedos contra las palmas contra los antebrazos más jabón las uñas actúan como palancas unas de otras agua mucha agua luego doy unos pasos hacia adelante y otros hacia atrás agito la cadera me dejo llevar por la música alucinante de Florence Este es el espacio donde respiro y exudo eso que se parece tanto a la libertad Mi padre repite
con frecuencia que las personas de apellido Rocca estamos sometidas a continuos cambios físicos y emocionales por las acciones de los agentes geológicos ¿Qué diablos será la libertad? La libertad es lo que haces con lo que te han hecho me respondió Sartre en un libro de máximas cuando se lo pregunté Qué será lo que me entregan el calor obsequioso de los fogones, los hervores de los estofados de carne de res con sobredosis de laurel los aromas dulzones incluso tan voluptuosos de las cremas de leche aromatizadas con vainilla las fibras brillantes de las carnes la crocancia irresistible de los vegetales Todo esto no es sino una droga de la que no pienso desengancharme jamás Quizá mi historia con la cocina no es sino la vía que me llevará cada vez más cerca de la mejor versión de mí misma La cocina no es el calabozo para la tortura femenina no para todas al menos no para mí Me sigo
me dedico a mi ritual culinario a la preparación de la cena para cada uno de mis siete hijos Reír y cocinar Nadie puede ser libre con siete hijos dice mi padre Mientras troceo salteo blanqueo glaseo caramelizo gratino aso escalfo u horneo me gusta beber varias copas de vino rosado mi favorito preguntando qué desde hace varios años demonios será la libertad cuando admití por fin que Lo ignoro pero bien no me sentía cómoda ni podría andar por aquí con el tinto ni con el Respirar y cocinar Casi blanco qué placentero es todos los días de mi vida cocinar y tomar mientras o al menos de lunes a escucho un compilado de sábado a eso de las cuatro voces femeninas de todos de la tarde dejo los los tiempos y geografías pinceles y los óleos Cantar y cocinar Qué todavía me parece demonios será la libertad mentira que lleve treinta Le pregunto con amor de años dedicada al oficio de madre al pollo hacer réplicas de las más semicongelado que estoy notables obras de la a punto de colocar en el pintura universal Pintar y mesón junto con el atado cocinar Por estos días de espárragos la ando trabajando en La mantequilla fresca y las lechera de Veermer Me cebollas cabezonas han llamado falsificadora blancas picadas en pluma y qué puedo decir al Todos deberíamos tener respecto cada quien tiene un placer doméstico un un concepto del plagio o pequeño ritual que del respetuoso calco pudiéramos disfrutar admirativo yo prefiero tanto como un masaje autodenominarme una siesta o una sesión copiadora experta masturbatoria Gozar y Cuando termino de pintar ~47~
La lechera por Jan Vermeer van Delft
cocinar Cuando ese hombre holandés bastante mayor me pidió en la galería una réplica de La lechera el corazón me brincó de contento porque me siento vinculada a esa obra entonces recordé una escena de mi niñez llegaba del colegio me sentaba en el comedor y
me quedaba alelada ante esa pintura que mis padres tantos años después aún no han retirado de la pared y tenía la impresión de que esa mujer del cuadro a lo mejor una criada que está vertiendo leche fresca de una jarra en un recipiente de barro saldría de ese marco dorado para ~48~
ofrecerme un vaso de esa leche quizá dos y también un trozo de torta de chocolate con una cubierta oscura y tan brillante como la mente Johannes Vermeer En esa misma mesa donde la mujer sirve la leche y en un primer plano se puede notar una cesta de mimbre que contiene
varios trozos de pan y una jarra azulada pues me parecía que la torta de chocolate estaba oculta entre los panes que al final se robaban todo el protagonismo Mis siete hijos son muy diferentes entre sí, como la gran mayoría de los hijos Pedro con su primer trabajo en la productora de audiovisuales llega tarde todos los días pero igual se come todo lo que le guardo Él no necesita peinarse gracias al don del pelo bello y dócil un regalo de la vida que le ha sido negado a tantos varones Come a una velocidad apabullante es como si sintiera la necesidad de competir con algo o alguien a lo mejor supone que el plato podría devorarse a sí mismo quizá esa sea la ansiedad más primitiva y claro se enfurece cuando le digo que mastique que baje la velocidad y que al menos disfrute de la cazuela de mariscos su plato favorito. David ahora arquitecto tanto tiempo en casa con los párpados caídos y sus seductores ojos de color
miel con visos de caramelo que casi no deja ver porque prefiere el encierro Sufre del colon nada le gusta más en la mesa que disfrutar de un plato variado en colores Tan fanático de la comida creole desde una noche en que fue con la mujer más guapa de su facultad a un restaurante con esa especialidad todo eso tan picante le asesina el sistema digestivo pero él asegura que no le importa que prefiere morir antes que privarse de ese placer algo raro en él tan blando y tan desapasionado Rosario ya en mitad de su carrera universitaria cuando termine quiere diseñar vestuario para producciones de teatro y cine, ella y su obsesión por Audrey Hepburn, anda tan elegante como Holly, su personaje en Desayuno en Tiffany’s Rosquillas de canela recién horneadas y café negro sin azúcar al desayuno y también a la cena ella es la más glamurosa y también la más descomplicada de mis hijos a la hora de ~49~
comer Ana quien lo creyera ya en la mitad del bachillerato sueña con ser reportera gastronómica se viste de negro se maquilla como una vampiresa y es aficionada a hacer grabaciones con su celular, son videos sobre comidas y bebidas de treinta segundos que luego publica en Youtube Ella asegura que los ingredientes de la naturaleza que más se quieren son el chocolate y las almendras es más no solo se quieren se aman se idolatran por eso no pueden faltar en nuestra cocina Está haciendo además una larga lista de relaciones entre alimentos como si fueran personas ayer me la enseñó Los que se aman la manzana y la canela Los que se detestan los testículos de toro y las habichuelas Los que no deberían estar juntos el chicharrón, el chorizo y la carne molida en la bandeja paisa Los que sienten una fuerte atracción el maíz y el queso Los casados para siempre el pollo y los champiñones Los casados que no se quieren arroz
Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany’s
con Coca- Cola Los que posan mejor para la foto fresas con crema Los que tienen relaciones poliamorosas de éxito todo lo que se le ponga a un wok de verduras Y la lista continúa Fabricio en el último año de primaria hace figuras en plastilina sobre todo de personas y de comidas exóticas como el algodón de algas el arroz de granos azules efervescentes y la ensalada de panes bañada en salsa de masmelos Diego atraviesa el periodo de la inapetencia es poco lo
que quiere echarse al estómago lo único que parece disfrutar son los sánduches de pavo con queso tilsit acompañados por yogurt de mora casero. Alfonsito ya habla con una impresionante fluidez para su edad Es tan rubio y tan caprichoso como su padre y me acompaña en la cocina los sábados Algunas veces le preparo sopas dulces que sus amiguitos envidian gracias a esto él se siente como un pequeño rey asegura que las sopas de sal son para los niños comunes, y las sopas ~50~
dulces para los soberanos Va por toda la casa gritando Mamá dime cuándo vuelves a prepararme la sopa de fresas con ralladura de coco tostado Hoy después de dos semanas por fin podemos cenar todos juntos El pequeño rey soberano de las sopas dulces me pregunta qué demonios será la libertad y si iremos el domingo donde papá le respondo que no tengo muy claro lo que es la libertad pero que intuyo que es lo más importante que tenemos y que es como me siento
en la cocina Con respecto a la segunda pregunta le digo que sí que iremos a visitarlo Desde hace un año el último día de la semana mis hijos y yo almorzamos con su padre nos acompaña siempre en las reuniones su nueva pareja un guapo cocinero madrileño de ojos tan negros como la tinta de calamar que le pone a los mejores espaguetis que mi ex marido mis siete hijos y yo hayamos probado en la vida Mi estómago tan sensible y tan crítico está agradecido con el novio de mi exmarido por todos los platillos dominicales aunque al comienzo lo detestó por arrebatármelo sin reparos Y la pregunta de este momento es cuántos estómagos podríamos tener los seres humanos Ahora mismo puedo pensar en el del enamoramiento en el del miedo en el de la ira y en el del vacío Cuatro como los de las vacas Mi exmarido conoce muy bien el significado la palabra Libertad que a mis hijos y a mí nos ronda nos inquieta y para la que
cada día encontramos flojas definiciones Termino de preparar la cena y los siete se sientan conmigo a la mesa conversan sobre comida películas de la cartelera reciente y sobre la impresionante colección de discos de su padre Devoran o mejor devoramos Cuando los platos ya están vacíos me levanto los beso en la frente a todos y cada uno y me voy a mi habitación al tiempo que ellos llevan la loza sucia al fregadero y la lavan entre bromas y risas Ya tendida en mi cama pensando que mañana madrugaré a ser otra vez una copiadora experta veo junto al tocador a la lechera de Vermeer no no es la de Vermeer es la mía porque no son la misma son dos el caso es que es la mía y está de pie muy cerca de mí bañada en penumbra con la jarra en la mano concentrada en ese acto simple y delicado de vaciar en un cazo negro la leche tibia que yo beberé con un toque de miel para dormir mejor para soñar que soy libre que mi ~51~
estómago no odia al novio madrileño del padre de mis siete hijos Leche con miel para soñar que cocino nuevos platos para ellos pero que un día sin decirle nada a nadie me escapo a Ámsterdam durante un mes para dedicarme a comer y a comprar piezas de porcelana para mi cocina Huiré luego hacia el espacio sideral para soñar entre otras cosas que no por ser una Rocca estaré sometida el resto de mi vida a continuos cambios físicos y emocionales causados por las acciones de agentes geológicos Volar y cocinar.
Pollo a la huancaina Juan Pablo Ortiz
E
sto es algo vergonzoso para mí, la verdad no soy de los que cuenta este tipo de cosas, pero.......
Al oír su nombre sabía que sería algo exótico, algo psicodélico, algo definitivamente como un pellote en medio del desierto, y así fue, su forma era excitante, tenía una fragancia incitadora, atrayente y sus adornos, ¡esos benditos adornos!, adornos........... Tan coloridos, tan cuadrados, tan circulares, adornos... Adornos ácidos, en fin, y enserio que me incitaba, estaba tan cerca que la atracción fue mayor a cada segundo y de la manera más furtiva lo hice, sí, lo hice, sin dudarlo un momento me le abalancé y al primer roce con mis labios sentí su calor, ese calor que emana con su fragancia, su textura, una textura tan crujiente pero que al mismo tiempo se deshace y su sabor, ese sabor extranjero que con un toque picante incendió mis papilas gustativas. Las activó y al mismo tiempo, les proporcionó un viaje sideral, un viaje algo cósmico, algo ancestral y esto en tan solo un bocado… Era un plato de tres piezas, era un oasis con sus colores, con sus sabores, era un oasis con sus peyotes, era un... POLLO A LA HUANCAINA.
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En el interin
B.L, Bnazhum y el Infopán de Bnazhum
P
or una inabarcable e imposible cadena de sucesos, a cual más trágico y cómico a la vez que el anterior, nuestro querido, desdichado e ineficaz asesino a sueldo B.L, había acabado con sus desnutridos huesos en una más que opípara “InfoFiesta Anual del Infopán de Melaza”, servida como no, por unos más que relucientes robots de servicios. En un pasado no menos dramático, B.L, fue reconocido como uno de los peores sastres de la Tierra, cuya destreza para la costura era proporcional a su juicio con el gatillo de las pistolas de rayos, es decir, una especie de desastre apocalíptico. Tenía tan mala maña con la cinta métrica que estuvo a punto de ahorcarse el mismo en más de una ocasión por
Carlos Rasero Rodriguez accidente, y tan mal uso de la aguja que utilizaba dedales en los diez dedos de su cuerpo. Incluso utilizaba casco, coderas y unas bonitas rodilleras a la hora de coser. Podría ser una jirafa tenista o una tortuga oficinista con sobrepeso que B.L confeccionaba el mismo cuello y la misma cintura para ambos. Cualquiera hubiese preferido salir desnudo a la calle que con un traje de B.L. Al llegar a InfoTierra V6 en busca de nuevas oportunidades, B.L, eligió la profesión de sicario, y sin pretenderlo, asesinó al momento la poca cordura que le quedaba. B.L se encontraba, como nunca descubriría, en uno de las grandes Estancias del Edificio Estrella. Nada que ver con su triste vida en donde, con sus ya míticos lapsus cerebrales, solía imaginar el sabor del maravilloso Infopán de melaza, servida por ~56~
unos imposibles robots de servicio que nunca pudo pagar. Ahora, el olor intenso del Infopán horneado, lo abofeteaba de manera suave, como la visión de gatitos graciosos en el chip de las lentes corticales, y tan fuerte como el sabor de la casi olvidada azúcar de la Tierra. Estaba tan cerca del cielo, pensó. Como antítesis a aquello, por ejemplo, sus desayunos, inyectados con jeringas de aluminio, olían como a pies de rata y sabían a algo parecido. Su casa… recordaba su minúscula Estancia y su pequeño despacho, del que tuvo que salir corriendo una vez por la pesada necesidad de un mamut miope de recuperar su dinero por unos servicios, que a su opinión, no habían sido satisfechos. Podría haberlo matado, como hacía casi siempre con todo el mundo, apretando
el gatillo y preguntando después con cara de tonto pobre, pero al estar sumergido en un lapsus cerebral aún más tonto, su reacción fue sólo la de correr. En ese momento sonrió al recordar aquella expresión tan de la Tierra, en un gesto de triste morriña, de “salir por piernas”. B.L se encontraba en Infobata, con el horrible sabor de una décima parte de sucedáneo de café, con un más que gracioso Infocalzoncillo de corazoncitos y sin un cargo viral con el que desenvolverse. Pensó en todas aquellas InfoNovelas en las que la protagonista, guapa y emperifollada a no poder más, perdía la memoria en una amnesia transitoria, y decidió que en aquel momento él era un “amnésico transitorio”, aunque poco tenían que ver sus piernecitas flacuchas y peludas con las bonitas y esbeltas piernas de aquellas féminas lloronas. Pero estaba allí, entre tantos seres importantes
y de caché, en aquella sala enorme con pantallas Infovirtuales, de las cuales surgían azafatas sexys que se proyectaban hasta los invitados. Eran muy buenas vendiendo seguros de cosas que no hacían falta, y B.L, cómo no, era una de sus más que queridas víctimas. – ¿Desea algo señor? Le aconsejo, si me lo permite, una fría copa de Infocerveza azul acompañando a… ¡¡Ummm qué rico, Dios Santo!! … Si, perdón, acompañando a una deliciosa cuarta parte de un trozo de Infopán de melaza.
que incluso los ricos tomaban la comida por partes, como si las racionaran, al igual que hacía B.L. y los demás pobres, tanto fueran Neandertales, como ratones baloncestistas o cocodrilos esquimales. Dejar la abundante y rica Tierra para ir a un planeta donde todo se tomaba por porciones escasas, en un más que pesado racionamiento idiosincrásico, fue otra de sus malas decisiones.
Mientras echaba un ojo a los diferentes seguros que la chica holograma le ofrecía, a cual más absurdo e innecesario, un robot de servicio, con Debía ser impresionante, un más que moderno pensó inmediatamente peinado hacia atrás B.L (al ser casi asaltado muy a la moda de los por aquel holograma sexy abogados robóticos, le vendedor de seguros y servía algo de Infopán de comida exquisita) el y una Infocerveza azul sabor de ese Infopán bien fresquita. del que sólo conocía el nombre, ya que incluso Momentos después de aquella imagen exánime probar por primera vez casi sentía un orgasmo al aquel manjar que los decir casi explícitamente dioses habían dejado y blasfemando “¡¡Ummm, caer en sus manos, alabemos al sagrado acompañado del Infopán de melaza!!”. refrescante líquido azul También se percató burbujeante que deslizaba ~57~
sutilmente por su gaznate los dulces trozos de Infopán, quiso pedirle matrimonio al holograma de aquella chica, e incluso, buscó por toda la sala a algún rabino, sacerdote o niño budista que quisiese casarlos. – Te quiero, chica del holograma – dijo B.L, aun bajo los efectos del embrujo de la deliciosa melaza. – ¿Desea algo más señor? ¿Quizás un seguro para sus toallas de pelo de fénix? Debería preocuparse por la pérdida de textura. No se preocupe, en InfoSeguros pensamos en usted. Un breve lapsus cerebral, tan típico de nuestro héroe… perdón, protagonista, parecía estar presagiándose. Segundos antes, después de acabar de relamerse los labios, se percató de que aún desconocía el porqué estaba en aquel sitio, ni cómo había llegado hasta él. Pero cuando parecía encauzar algunas piezas del rompecabezas, entró en un lapsus la mar de tonto.
Tan tonto fue, tanto, que se quedó inmóvil con la bata medio abierta y esos calzoncillos ridículos a la vista de todos. En ese mismo momento no pensó que, a pesar de estar con esas pintas, no se compraría un traje hecho por el mismo. Tampoco pudo percatarse del fantástico desfile de preciosas langostas, en lencería sexy y con cardados inmensos, portando grandes bandejas de suculentos manjares de productos de toda la galaxia. Acompañaban a estas delicias grandes jarras de cristal, de tres partes de Alfa Centauri y una porción de perlas de Orión, conteniendo en su interior un más que fresco vino blanco de vaca. Además del maravilloso Infopán de melaza, en estas bandejas podrían encontrase apetitosas porciones de tobillo de Gorila de los Cárpatos de Plutón, lengua de insecto marino en tostadas con mantequilla glacial y el suculento cuscús de hojas de libro viejo aderezado con plumas de pato ~58~
salvaje. Ante menudo festín, todos los presentes empezaron a gritar a pleno pulmón, pero sin perder musicalidad en forma de vítores, el nombre del magistral cocinero que había practicado la magia de lo divino con esta deliciosa comida. – ¡¡¡¡ Viva el Gran Bnazhum!!! ¡¡¡Viva Bnazhum, el grande!!! … … y el nombre de Bnazhum empezó a desaparecer… Al mismo tiempo que B.L resurgía de su tonto lapsus cerebral, producido por el sabor del Infopán y la preocupación por la pérdida de textura de sus toallas de pelo de fénix. Una especie de niebla acuosa parecía mojar la débil capa de cristal que empañaba todo el paisaje, empezó a desdibujar las figuras de los comensales, los colores, la música y los vítores al gran Bnazhum… como si fuese un sueño que termina por despertar.
Y así fue, un sueño causado por los deseos de un pobre pinche de cocina, con más mugre en su mandil que futuro en la profesión. Soñó en un estado casi despierto, el nefasto y poco diestro con la cuchara y los cazos, Bnazhum el Grande, o el mediano, o el chico o el minúsculo, según iba saliendo del sueño topándose contra la dura realidad. El triste Bnazhum, que nunca supo abusar de la sal de ballena en los caldos de buitre, que nada sabía del arte de pelar gambas y que nunca supo hornear en su punto la melaza que recubre el delicioso Infopán. Por otra parte, nada sabía nuestro malogrado y soñador pinche de cocina, de ese tal B.L, ni de ese narrador que tanto parecía conocer a ese asesino a sueldo en bata y calzoncillos, enamorado de un holograma y preocupado por la textura de sus toallas. Pero en los sueños, de los cuales siempre era él el gran cocinero que su inexistente talento le privaba, podía
pasar cualquier cosa, y de cualquier forma inexplicable. Tan sólo tenían en común su pasado terrestre, el odio a un planeta en porciones y la rapidez al escapar de mamuts miopes.
contrincantes, convertirse en un chef invencible. Cambios que ni a priori parecían buenos y que con el tiempo resultaron bastante crueles. Bnazhum se dejó aconsejar mal. Por ejemplo, le resultaba No pensó mucho en a Bnazhum imposible esto último el minúsculo amasar el Infopán por Bnazhum, no solía hacerlo esa maldita réplica con el tamaño perfecto en cartón del halcón para cocer las batatas de milenario que tenía mercurio, así que pensar como mano derecha, o en la psique humana y en le era imposible moverse los mundos ocultos de la por la cocina de forma onírica tampoco estaba estable por ese globo en sus ocupaciones terráqueo que tenía por diarias. Soñar le ocupaba pie izquierdo. Sus ojos casi todo el tiempo, y ahora eran un salero y un odiaba pelar esas malditas pimentero. Pero el cambio patatas de metal. del que más se arrepentía era haber sustituido su Para ser totalmente nariz de gourmet por el sinceros e incluso de un elefante, con la comprensivos, nuestro querido amigo, Bnazhum intención de mejorar su el pequeño, sufría algunas olfato para los productos, desventajas con respecto y con ello sus grandes platos. Pero descubrió a los demás cocineros, pronto que esa nariz sólo aunque a la larga fuese sabía de cacahuetes y de culpa suya. Tuvo mucho que ver en esto las chicas echarse agua por encima. de los hologramas y Ahora, en aquel mismo sus absurdos seguros instante, le vino a la y productos. Hacerse cabeza aquella frase tan algunos cambios de la Tierra, a modo de genéticos para mejorar flagelación, de “Él que y sobrepasar a sus mucho abarca…” ~59~
El jardin del poeta PoesĂa que se esparce sobre el lienzo
“Los pescadores saben que el mar es peligroso y la tormenta, terrible. Pero eso no les impide hacerse a la mar� Vincent Van Gogh 1853- 1890
DA IGUAL EN QUE IDIOMA ME ENGAÑES PANAMÁ Y CIA... Marian Cañibano
P
araliza querer entender,
cómo se tienen que terminar vomitando
encender la televisión,
antes de que te envenenen la sangre.
preparar un café, leer prensa,
Paraliza tenerte que lavar el estómago,
conectar la radio.
cada mediodía, cada noche, cada tarde.
Paraliza escuchar al distante prójimo,
Da igual en que idioma te engañen.
lavarse los dientes,
Paralizan los argumentos,
su conjunto, su falta de empatía, el temor inyectado, la unión de su interés, las neveras vacías, la falta de neveras, los desahucios, los prometidos milagros. Paraliza el miedo
pensar en pagar la cuenta, las respuestas estúpidas
con el que quieren alimentarnos.
los enrojecidos números,
dirigidas a los pueblos,
Nadie dijo que fuera fácil
las puertas giratorias,
pronunciadas por estúpidos
ser para ellos un número,
aceptadas por borregos.
un número convertido en humano.
intentar comprender cómo funcionan,
Paralizan sus enrevesados esquemas,
Pero sigues teniendo dos piernas,
cómo se engaña,
la forma de que entiendan tu existencia,
un corazón, una cabeza
paralizan sus estáticas vueltas,
cómo se van asimilando sus mentiras,
sus ocultos planes,
cómo se convierten en palabra
su egoísmo, su falta de ética.
y se interiorizan,
Paraliza la deformidad en ~62~
y alguna neurona con sentido común, todavía, para intentar explicártelo.
FRUTI CELESTIAL Temotzitlan Santillan Padilla
A
ndando por la senda equivocada,
Despojándome las costras
garras de la frustración,
Del infame pasado,
Valorando el fracaso,
En la noche más oscura,
Fruto hecho de sentires y experiencias:
El rayo iluminara no destruirá,
Cansado y vacío, Gusano en una metrópoli,
Me invita a probar su jugosa consistencia (ímpetu),
El desolado niño se convertirá en un hombre a caballo,
Topé con el árbol de la vida,
Con delicado y seductor aroma (comprensión)
Cabalgando por las más pedregosas llanuras.
Me señala luminosos caminos,
Dulce sabor (mocedad),
Fruto celestial,
Pienso que tuve que probar otros frutos
Bocanada de vida, que otorga
Bellos por fuera, podridos por dentro
Instantes maravillosos;
Ofreciéndome sus ramas para apoyarme, Otorgándome un fruto celestial Que tengo que ir descubriendo, Quitar la corteza que lo protege (miedo), Arrancar sus espinas (desilusiones y tristeza)
Para saborear y disfrutar El revitalizante y néctar (sabiduría) De este fruto celestial; Tan dulce y jugoso, para mi sedienta alma Que me arrebatara de las ~63~
Tatuados en la memoria, Cuya semilla es amor Flor que crecerá en mí Señalando el camino correcto… *el delfín nadará libre otra vez
La inmaculada
~64~
“…nada me retiene ya, y me complazco en permitirme el furor sagrado, y asaltar insolente a los mortales con la franca confesión de haber hurtado los cálices áureos de los egipcios, para construir con ellos el tabernáculo de mi Dios lejos de los confines de Egipto. “
Johannes. Las armonías del mundo, libro V, Proemio.
~65~
Derecha foto de FWC Fish and Wildlife Research Institute
El deseo de comer Santiago Gutiérrez
T
odas las tardes a las 7:00 pm, iba al supermercado a comprar pescado. Siempre me gustó, pero me gustaba más cocinarlo yo mismo, mirar como arde la piel y escuchar el crujir de la carne sobre el aceite, que minutos más tarde estaría en mi boca acompañada con un poco de limón, algo de sal y salsa valentina. Viví solo desde que mi madre y padre murieron en un accidente avión. Siempre me sentí culpable por alegrarme de que hubieran muerto. Cuando vivía con ellos me trataban como un animal, a veces se les olvidaba que tenían que ~66~
alimentarme, creo que ellos nunca quisieron ser padres y quizá por eso inconscientemente me olvidaban. Lo peor era cuando ellos comían, tragaban como cerdos mientras se besaban y yo los veía con rabia y hambre. Nunca les reproché nada, porque si lo hacía me encerraban en el closet como castigo por mi “ingratitud”. Por esa vida de mierda cuando pude escapé de ellos y me fui a un departamentito que pagaba con el trabajo temporal que tenía. Así viví hasta que terminé la maestría. Un año después murieron mis padres. Tres meses después del accidente de mis
padres conocí a Lola y seis meses después de salir con ella, se mudó conmigo. Amaba a esa mujer.
Lola y yo nos fuimos muy felices a nuestro departamento a cocinar nuestras mojarras. Comimos siempre, sin prisas, disfrutando, hablamos un poco de cómo nos había ido en el día, pero cuando terminé de comer la primera mojarra, sentí algo dentro de mí, sentí que ya no tenía apetito, pero a la vez moría por darle un mordisco a la otra mojarra que esperaba en la charola.
Vivir solo con Lola, era lo mejor. Compartíamos el gusto por el pescado, así que casi comíamos cualquier animal comestible que saliera del mar. Era fácil conseguirlo, ya que ella trabajaba en un restaurante del hotel Lobo Acuático en la playa Costa Esmeralda de Veracruz. Yo era recepcionista. Todo era perfecto con ella, hasta que un día todo cambió. Cuando el hotel Lobo Acuático cerró sus puertas para siempre, a Lola y a mí nos transfirieron al hotel Punta Delfín en la misma playa. Por ser buenos empleados, nuestro patrón nos dio una buena porción de mojarras recién pescadas. Nos dijo que un empleado las pescó por primera vez en una isla que nunca había visto. Con la crisis del hotel ya no les dio tiempo de venderlas. La emoción de comer mojarra nos pudo por mucho tiempo, más que las sospechas del origen de éstas. Nunca nos preguntamos por qué el pescador no había visto esa isla. Solo nos importaba que comeríamos mojarras,
Le compartí mi sentir a Lola y ella me dijo que sentía lo mismo. Decidimos esperar un poco, pues pensamos que nos había caído un poco pesada la comida. Nos acostamos y empezamos a platicar, me acerqué para besarla y no pudimos parar. De pronto tenía hambre de ella y lo más rápido que pude, la desvestí toda para lamer todo el cuerpo. Me desvestí y ella hizo lo mismo. Nos fuimos a nuestra cama para hacer el amor. Había tanta pasión en aquel momento que lo hicimos tan salvajemente como pudimos. Cuando llegamos al orgasmo, sentimos mucha hambre ~67~
inmediatamente. Fuimos a la cocina, nos sentamos en la mesa y comimos como desesperados las mojarras, esta vez sin quitar las espinas, sin usar cubiertos, con nuestras manos nos llevamos todo a la boca para masticarlo desesperadamente.
nuevo, esta vez más salvaje, teníamos tanta premura de terminamos en unos cuantos minutos, como si nos apremiara el orgasmo.
Nuevamente fuimos a la cocina por más pescado y esta vez lo comimos crudo y con desesperación. Las agujas Cuando había comido atravesaron nuestras la carne por completo, mejillas y nuestros mordí la cabeza del pescado, empecé a sentir cuerpos desnudos se dolor en mi boca por los llenaban de la sangre que escurría. Al acabar huesos y filosas espinas que no había masticado y volvimos a tener sexo, que habían lastimado mi pero esta vez el instinto nos gobernaba, ya no paladar y mi garganta. había amor, lo que Lola y yo nos miramos. hicimos fue simplemente coger, coger para saciar En un intento de nuestro deseo. Por tres limpiarnos la sangre días fue lo único que que teníamos en los hicimos, intentando labios con las manos, satisfacer nuestro nos embarramos toda deseo, pero no nos la cara de sangre… y eso me pareció tan sexy, saciábamos y peor aún, minuto a minuto nunca me había sentido crecía más y más, ya ni tan excitado. siquiera percibíamos Estábamos en ropa cuando orinábamos interior, lo cual nos o defecábamos. No facilitó las cosas en la nos percatábamos del segunda ronda sexual. tiempo, ni de los olores Por segunda vez, mi fétidos que ya había en hambre fue de ella. la casa. El departamento se convirtió en un Hicimos el amor de verdadero desastre y ~68~
todo empeoró cuando se acabó todo el pescado. Después de varios días de tener sexo sin control, nuestra piel estaba tan irritada hasta el punto de sangrar y ya no pudimos más. Nunca nos pusimos a pensar porque había pasado todo eso, hasta que después de varias horas de haber dejado de comer el efecto empezó a menguar. Nos habíamos metido a la tina para mitigar el dolor de nuestra piel rosada, cuando de repente la pregunta nos atravesó la razón, llegamos a la conclusión de que todo había sido culpa de los peces y de su origen: esa misteriosa y pequeña isla en Costa Esmeralda, quizá algo tenía que ver. – Me duele tanto el cuerpo – dijo Lola – quiero tocarte y no puedo, es como si mi cuerpo fuera un campo de batalla del dolor y el deseo. No hemos salido en una semana y siento que ya no puedo, esto va a acabar conmigo, Iván.
– Lo sé, yo siento lo mismo, Lola – respondí – ya no sé qué hacer. Tengo tanta hambre, pero no de cualquier comida, ya he comido todo lo que hay, pero nada satisface el hambre que tengo de volver a probar esos peces, esos jugosos peces, aunque estén crudos o, aunque estén vivos daría lo que fuera por morder su cabeza, o por ya no sentir dolor en mi cuerpo y poder volver a tocarte. – Sé lo que debemos hacer – respondió después de un rato, salió de la tina y caminó hacia la cocina mientras yo esperaba. Al volver se metió otra vez en la tina con un cuchillo en su mano. – Tenemos que terminar con todo esto, ya no puedo más con este dolor – dijo en llanto – hazlo conmigo por favor Iván. Lo pensé un rato y agobiado por tanto dolor y desesperación dije: – Lo haremos
Ella lo hizo primero y se rasgó su piel a la altura de sus muñecas, luego lo hice yo. Al ver la sangre que escurría por su piel, me pareció deliciosa. Lola y yo cerramos los ojos y empezamos a succionar la sangre de sus venas cortadas. Mientras yo lo hacía, imaginé un delicioso caldo de pescado en mi boca, un cangrejo cocido en un plato con ensalada, unos ostiones vivos pasando por mi garganta con limón y sal y una simple y deliciosa mojarra cosida entrando en mi boca. No podía evitar tener esas imágenes en mi cabeza, me parecía una locura todo lo que estaba pasando. Fue tan placentero que después de tantas horas de insatisfacción, por primera vez nos sentimos saciados por completo y solo dejamos que todo acabara. Cuando mi conciencia abandonó mi cuerpo sentí como una ola de conocimiento invadía mi mente. Un segundo después todo estaba ~69~
tan claro: “La isla del deseo, formada cuando la Tierra dejó de ser inhóspita, en donde había frutos deliciosos, animales bellos, un paraíso terrenal. Una isla con un secreto oscuro: cualquier persona que pisara su arena, nadara en sus aguas o comiera de sus frutos y animales, sería invadida por un deseo de comer hasta acabar con la vida misma. La condena de un deseo insaciable nacería por el contacto con la isla.” Después de comprender todo, llegué a la conclusión de que en vida mi enemigo fue el deseo, mi acompañante Lola y mi salvadora la muerte.
Olor a salitre Dionisio López Ramos
A
lexandra saca del capazo una botella de cristal, lo hace con sumo cuidado. Tras meter en su interior unos folios de papel escritos el día anterior, un corcho tapona y guarda celosamente dos mensajes antes de ser lanzados al mar. En el aire, olor a salitre. Alexandra levanta el brazo y lanza el vidrio lo más lejos que puede antes de ver como desparece arrastrado por una fuerza que lo lleva mar adentro; ni sabe, ni es consciente de que lo que acaba de hacer, cambiará la vida de un
muchacho al otro lado del mar Cantábrico. Hija de padre inglés y madre española vive en Hastings, una pequeña ciudad al sur de Inglaterra; aunque sus raíces están en Barbate, un pueblo de Cádiz que le vio nacer y criarse hasta que sus progenitores se trasladaron al Reino Unido. Ahora está jubilada, tiene sesenta y cinco años y es una mujer consagrada y conocida por sus dotes culinarias. Alexandra posee un restaurante y sabe que parte de sus grandes éxitos como chef, se los debe su abuela materna ~70~
quien le enseñó los secretos de varias salsas que sólo ella conoce en la actualidad. Tres meses después... Mientras corre y juguetea en la arena, va dejando rastro por donde pisa, es feliz, se ha adelantado unos metros y su dueño viene detrás observando sus saltos y brincos; de repente, comienza a ladrar al ver algo que rueda, viene y va con el movimiento de las olas. – guau…guau…guau – ¿Qué has visto, Saika? La perra no deja de rondar una cosa brillante
y que, además, se mueve. Adrián acude al encuentro y ve como una botella de cristal se balancea sin parar, la coge, y mira extrañado lo que tiene en su interior. Intenta abrirla sin romperla y no lo consigue, no es fácil; por eso, saca el móvil de su pantalón y hace una llamada. – Lorena. ¿A qué hora sales de trabajar? – A la una, ¿pues? – He encontrado algo en la playa, cuando lo veas vas a flipar. – Bueno, no será para
tanto. ¿Qué es? – Una botella de cristal con... creo que son dos mensajes los que lleva dentro. – ¡Anda ya! – ¡Te lo juro!, es cierto. Lo que ocurre, es que no la puedo abrir. – Pues ven para acá, algo haremos. Adrián es un joven de veinticinco años y tiene las mismas inquietudes que cualquier muchacho de su edad. Vive en Lekeito, un pueblo de Bizkaia; no le gusta estudiar y anda pensando ~71~
en buscar trabajo, pero en casa le dicen que no abandone los estudios porque al final, no tendrá ni lo uno, ni lo otro. En el restaurante Al encontrarse con Lorena en su lugar de trabajo (un Burger King), Adrián saca la botella y Lorena se queda perpleja contemplándola. – Te lo dije, ¿lo ves?, hay dos mensajes enrollados en su interior. Lorena va en busca de un sacacorchos, y, al poco tiempo, los mensajes están en poder de los dos; al desplegarlos...
– Están escritos en inglés – comenta Lorena – ¿Y?, deléitame con tu encantador conocimiento de inglés, Lorena. La muchacha lee pausadamente varias recetas de cocina escritas sobre uno de los dos folios; en el otro, un nombre (Alexandra), una dirección y un número de teléfono. Adrián reacciona, recoge los folios de la mano de Lorena y se despide antes de marchar como un rayo. – Gracias Lorena, me voy.
ligártela? jajajaja
¿con quién hablo?
– Me llamo Adrián, encontré una botella de Más tarde cristal con sus datos y por A solas, en su habitación, eso he llamado. – parada Adrián marca un número y sin reaccionar por un de teléfono. Al otro lado, a momento, Alexandra gran distancia, Alexandra, pregunta: tras oír la tercera señal, – ¿Sólo con mis datos?, y contesta: algo más supongo... – Ya te contaré jejejeje.
– Hello? – Oiga, quiero hablar con Alexandra. No sé si me entiende, no hablo inglés, ¿me puede poner con Alexandra? – Adrián escucha la misma voz, pero esta vez, responde en castellano
– Pero, ¿me vas a dejar así? ¿Tanta prisa tienes por – Soy Alexandra,
~72~
– Sí, algo para cocinar, creo que son recetas. – Dime Adrián, ¿de dónde eres? – Soy bilbaíno, de Lekeitio. ¿Cuándo tiraste la botella al mar? – Hace tres meses Adrián.
– ¡Joder!, ha venido desde Inglaterra. Y la he encontrado yo, bueno, mi perra, hubieras visto cómo ladraba cuando la vio – jajajajajaa, se escucha desde el otro lado del teléfono. Alexandra y Adrián hacen buenas migas y conversan animadamente; ella cuenta lo que ha sido su vida y la importancia de las recetas que ha encontrado; al mismo tiempo, le pide que las guarde con mimo debido a lo que representan y el valor que tienen: – No te preocupes Alexandra, están en buenas manos. – Gracias Adrián, la próxima vez te llamaré yo. Tras despedirse, hay algo que a Adrián no le encaja, si tanto interés tiene en mantener el secreto de lo encontrado, ¿por qué Alexandra se ha deshecho de ello con tanta facilidad?, aunque prefiere dejar correr ese pensamiento, había sido un día con demasiadas emociones.
Poco a poco, las dudas se disipan en Adrián al conocer mejor a Alexandra en las próximas llamadas, pero lo más curioso, es que comienza a interesarse por el mundo de la gastronomía. En una de las conversaciones: – Alexandra, ¿cómo puedo llegar a ser bueno en lo que tú has triunfado? – Desde abajo, con voluntad y tenacidad, y, por supuesto, estudiando hostelería y cocina. Tres años son suficientes para estar preparado, tiempo en que ambos no dejan de cimentar su amistad. Las llamadas de teléfono dan paso al ordenador, al intercambio de informaciones, apoyos, confidencias y complicidad; pero por encima de todo, a una relación muy particular en que los dos se encuentran cómodos y a gusto. Al terminar los estudios de hostelería y cocina, Adrián viaja a la ciudad de Hastings y conoce y agradece a Alexandra ~73~
todo el apoyo y ayuda que ella le ha prestado. Son dos semanas inolvidables, de un sabor especial difícil de explicar; sobre todo, el día que juntos caminan cogidos de la mano por una de las calles más céntricas de la ciudad ante las miradas de propios y extraños, de esto, ya han pasado unos años. A fecha de hoy Adrián nunca ha conseguido la fama y popularidad de Alexandra, pero posee un restaurante en el Casco Viejo bilbaíno muy frecuentado por sus altos dotes culinarios, en especial, sus salsas; en la entrada, un cuadro pintado al óleo con la imagen de Alexandra da un toque de distinción al local. A veces, Adrián recuerda la imagen de una botella que acabó naufragando en la playa de Lekeitio; en su interior, viajaba la alegría, personalidad y amistad de una de las mujeres más importantes de su vida; suerte, azar o el destino... quién sabe.