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Presencia de lo Colectivo Talleres Abiertos a la Comunidad en los Dispositivos de Salud Mental
Presencia de lo Colectivo Talleres Abiertos a la Comunidad en los Dispositivos de Salud Mental
Vicente De Gemmis, en conversación con María Ángela Gialdino.
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Esta escritura es un diálogo espontáneo, su cartografía en sí misma es un devenir. Comenzó con una invitación a nuestro colega del Centro de Salud Mental N° 1 para escribir que se pensó como reportaje, que se transformó en diálogo, deviniendo finalmente travesía (Vega, 2000) con recorridos diversos, paradas orientativas, giros, y puntos de feliz encuentro. Una composición a dos voces, y quizás más, una polifonía de resonancias que piensan no solo con la mente y que se animan a compartir, y modificarse en el contacto con sus diferentes “mundos circundantes” (Von Uexküll, 1934)
Arte Sano
Coincidimos con Davini (1995) en relación a que nos descubrimos en un proceso de socialización profesional, el título universitario habilita profesionalmente a ejercer el rol de psicólogx, pero los saberes que vamos adquiriendo y que se ponen en juego en la intervención se van aprendiendo en el entramado entre lectura, experiencia, representaciones que portamos y que se entrecruzan con las experiencias, saberes y vivencias de lxs otrxs. Esos saberes operativos o modos de intervención, se van construyendo colectivamente. Un elemento central en todas estas experiencias es la idea de construcción artesanal, en tal sentido, es trama y urdimbre de lo novedoso y singular de cada encuentro, y de cada experiencia donde se aplica lo que se sabe a un territorio donde fluyen otros modos de saber/ hacer, desencadenando un devenir singular y en cierta medida irrepetible.
Lxs artesanxs que trabajan la madera tienen un saber que está dado y que quizás, en algún momento, se hace como automático. Sin embargo, dependerá del tipo de madera con el que se encuentre cómo va a aplicarlos, con qué fuerza o sutileza, qué herramientas, qué elementos, etc. Es así, que cierto saber es inmanente, no se “sabe” previamente, se va construyendo en el desarrollo de la experiencia con otrxs; se podría decir que unx va 105
cartografiando el recorrido. Esta posición requiere salir de la seguridad de los dogmas, resonando con Rodulfo (Rodulfo, 1989) podríamos pensar más en un paseo que en un Tour, estar dispuesto al acontecimiento, a lo novedoso, a la sorpresa.
En uno de losdispositivos armados para abordar el efecto de las medidas de cuidado de la Pandemia llamado “Aislados pero no solos”, que aún continúa, sucedió algo de esto. Una propuesta de encuentros virtuales, colectivos y abiertos a la comunidad desde un abordaje psicosocial interdisciplinario y comunitario que no está pensado como una psicoterapia, sino como un abordaje en la urgencia en forma colectiva donde no vamos al encuentro de un paciente sino de un damnificadx, de un sujeto que padece una situación crítica (la pandemia) apuntando, en una primera instancia, a escucharnos y generar un ámbito de intercambio colectivo que permita la tramitación y elaboración de la situación de aislamiento. Pensamos en sostener vínculos empáticos que permitan cierto descentramiento del padecimiento con el consecuente alivio en la carga de angustia de lo vivido en soledad, y que -así mismo- el grupo se transforme en un recurso que facilite la co-gestión del dolor permitiendo que cada integrante se transforme en un recurso de salud. El devenir de los encuentros nos llevó a separar en dos grupos a los participantes al comprobar que había intereses y necesidades diferentes (trabajadores de la salud y usuarios). Teníamos un proyecto inicial que fue modificándose con el saber adquirido en lo novedoso del dispositivo.
Más allá de la implementación de la Ley de Salud Mental (2010)1, que plantea el concepto de padecimiento mental, quizá lxs profesionalxs seguimos pensando/operando muchas veces en términos de “enfermedad mental”. Así, el “enfermo”, y en especial el que es pensado como “enfermo mental”, queda encerradx en una identidad que tiene más componentes políticos e ideológicos que de salud -se podría pensar, como se dice en francés: “en ferme”-, como un modelo de pensamiento asilar que se pone en juego en el vínculo con el sujeto padeciente. Queda para otro escrito poder repensar los efectos que produce la costumbre de diagnosticar en la práctica. Esa operación que en el mismo acto objetiviza al otrx.
1 Ley Nacional de Salud Mental N°26657
Hay una política detrás de la forma de entender y de intervenir en el padecimiento mental. En tal sentido, ¿cuál sería la política que sustenta el trabajo con el padecimiento mental en los dispositivos comunitarios? Estos dispositivos suponen un modo de conceptualizar este tipo de padecimiento desde una óptica abarcativa que incluye la sociedad en que se vive, los recursos educativos, la cultura en donde unx se desarrolla, y el momento histórico, social y ambiental en que se formó (Bang, 2020). En tal sentido, pensamos que una característica poderosa de las actividades de salud mental comunitaria es que ofrecemos otras vestiduras con las que hacer cuerpo.
Sabemos que las palabras, la disposición y los lugares que unx ocupa hacen cuerpo, un cuerpo que se puede construir como “destruir” a través la mirada, la voz, la forma de acercamiento. Esa construcción es un devenir constante, el cuerpo se va cubriendo con esas vestimentas que portamos, lo que unx ve en el espejo del otrx nos modifica. A través de espacios colectivos de participación podemos reescribir y rencontrar algo de esas marcas constitutivas. ¿Qué puede un cuerpo?, Spinoza dice que no sabemos (Spinoza, 1766), en ese no saber lo comunitario invita a hacer cuerpo con otrxs desde las singularidades que cada unx aporta y permitirse devenir otrx, poblarse de muchxs otrxs, permitirse no ser sólo aquel que somos, sino otrarse, como decía Pessoa, llevar adelante ese deseo tan lúdico e infantil de ser actor de diferentes personajes.
Ahí está la gran diferencia entre colectivo y masa, parafraseando a Han (Han, 2020), la masa es uniforme, tiene un funcionamiento desde una forma identitaria que homogeniza el deseo, las tendencias, los intereses, dejando de lado la potencia creadora de cada ser. Una de las tareas fundamentales de rescatar en las actividades de Salud Mental es esa potencia creadora que cada sujeto puede hacer emerger en las relaciones intersubjetivas.
En el Taller de fotografía estenopeica, llamado “Fuera de campo”, que realizamos con Diego Olmos en el Centro de Salud Mental N° 1, unx de los participantes venía con una historia de ser expulsado de varios colegios, se observaba que no encontraba un lugar de reconocimiento. En el desarrollo del taller, primero fue ocupando el lugar de musicalizador, luego, ante la propuesta de sacar fotos y compartirlas, las suyas, se trataban de brotes de plantas que crecían en lugares hostiles. Posteriormente, se acordó con lxs
participantxs elaborar un libro con una historia a partir de las fotos realizadas. El libro fue llamado: “El mundo nítido”2. En el relato que se armó, la historia versaba acerca de brotes que eran las medicinas que se hallaron para curar la pandemia de lo borroso. Todo este devenir produjo efectos terapéuticos importantes en todxs, y a él, particularmente, lo hizo encontrar otra manera de sentirse en el mundo, un mundo menos hostil.
Esto nos resuena a una situación en una de las sesiones de un taller de experimentación vivencial en Centro de Salud Mental N° 3, sobre los ciclos de la vida que llamamos Las 4 Estaciones3: propusimos imaginarnos ser un árbol de otoño… pensarnos árboles soltando las hojas, lo que ya fue, lo vivido y que se desprende de nosotros porque es pasado -dolores, frustraciones pero también amores y buenos momentos, logros- y esa hoja seca del pasado se transformaba en abono para renacer en primavera... una usuaria de 78 años -con fuerte dificultad motriz que le impedía estar de pie -, al terminar la clase dice: “me vi extender la espalda, como si mis brazos fueran ramas, sentí que podía erguirme más allá de mi discapacidad, que en mi corazón yo estaba en pie”. Otra usuaria diagnosticada como depresiva dice: “sentí que las hojas se soltaban y me daba dolor hasta que al escuchar que el viento suave las depositaba en la tierra y que iban a ser mi abono, ahí algo acá -el corazón- se apaciguó, como si el miedo a perder lo vivido se me calmara”.
Ulloa dice del resentimiento al reconocimiento4. En los grupos o en la “numerosidad social” (Ulloa, 1995) hay algo del re-conocerse en otrxs, el reconocimiento como algo actual que se va desarrollando, los múltiples espejos que nos devuelven imágenes propias. Es decir, el tema es lograr una posible circulación donde encontrarse con espejos que puedan devolver otras imágenes posibles de unx.
Tal vez podríamos decir que, en los talleres se da el encuentro con lo novedoso de sí mismo, lo posible como un descentrarse de la tragedia con la que nos identificamos. Para trabajar en talleres ningún dogmatismo es útil, aferrarse a un dogmatismo nos da una falsa protección. A veces una
2 https://issuu.com/tallerfueradecampo/docs/pdf_libro_tfdc_2015_completo 3 Proyecto 4 estaciones : https://www.youtube.com/watch?v=j8wC498ghnY 4 La situación tiende a conjugarse no tanto en términos de resentimiento (volver a sentir con displacer el ayer), sino de reconocimiento, que conoce con gratificación, en Ulloa, F.: Novela Clínica Psicoanalítica, p.68.
decisión que se toma tiene más que ver con una intuición o un saber inmanente que deviene de la experiencia.
Cuidar Cuidando 5
La pandemia nos hizo revalorizar el tema del cuidado, la empatía, algo del orden de la ternura. Cuidar al otrx pero sin descuidarse a sí mismo o al equipo desde donde se trabaja e interviene. Consideramos que, el registro del cuidado propio como profesional tiene efectos en cada una de las prácticas que se realizan.
El año pasado coordiné un Equipo de Acompañamiento Psicosocial en contexto de pandemia en el cual parte del trabajo tenía que ver con acompañar a equipos desbordados por la situación. Nuestra principal herramienta giraba en torno a esas tres cuestiones anteriormente señaladas. Observamos que lxs profesionalxs de la salud no estaban muy acostumbrados a sentirse escuchados, a que se empatice con ellxs, a que le devuelvan la dimensión del enorme esfuerzo que habían realizado, del sufrimiento atravesado. Sin embargo, cuando se sentían escuchadxs y reconocían la necesidad de sentirse cuidadxs, se producía algo que cambiaba, como otro registro de su padecer. Algo del padecimiento sórdido que tenían parecía transformarse y había en esa intervención algo del orden del cuidado y de ellxs sentirse cuidadxs que producía efectos terapéuticos. Poder correrse del rol de superhéroes que todo lo pueden y que no necesitan ser cuidados. El efecto era como de un abrazo simbólico, una presencia que desde la lejanía de un zoom abrazaba con la escucha y la palabra, reconociéndolos en lo que habían hecho.
Otro elemento importante es el Juego. El jugar es una disposición que se tiene ante las cosas, es estar abierto a otros mundos y otras posibilidades suspendiendo la crítica. En los adultos es importante rescatar lo lúdico, es como una disposición a sacar el peso a las cosas, el poder jugar roles, el
5El título de este apartado referencia un hilo conductor de Vicente De Gemmis a lo largo de su trabajo, como el hilván de un estilo, un modo de hacer que se continúa hasta hoy, sosteniendo la práctica del cuidado como la trama del tejido en sus diferentes talleres del Programa de integración social del cual es co-fundador. Una de las primeras travesías que desarrolló en el campo de la Salud Mental. Para más información: https://www.youtube.com/watch?v=5IDYyR32DrM
poder re-significar las situaciones, junto con el humor es una forma que permite desacralizar un poco la vida y los dogmas.
Creo que para trabajar en talleres comunitarios es sumamente importante saber jugar, es algo así como un “dale que ahora nos ponemos el ropaje de huerta y me pongo a carpir la tierra dejando un poco de lado el traje de psicólogx que te interpreta”. Como si la actividad de los talleres comunitarios fuera una forma de abrir la puerta del hospital para ir a jugar.
Armar dispositivos no convencionales tiene algo de la experimentación de la producción creativa y eso cuando funciona es transformador. La potencia creadora es componer con otro. Hay mucha falta de alegría en las instituciones, mucho padecimiento, mucho malestar, y lo peor es que se produzca un acostumbramiento, una naturalización del malestar. El malestar tiene que hacer ruido, tiene que ser motor de cambio, a veces parece que los trabajadores de salud creen que tendría que ser así, que es “natural”, esa naturalización es peligrosa y quizás sesgada por una ética del sacrificio y del sacerdocio.
La Salud Mental Comunitaria tiene que ser generadora de pasiones alegres. Las pasiones alegres potencian la acción, la participación y la transformación. Si la experiencia no te transforma es que no hubo experiencia. Inventar espacios lúdicos, amorosos, derivas para salirse de la escena hegemónica mortificadora.
En una crisis como la que se encuentra el mundo, donde la pandemia puso en cuestión la falsa certidumbre previa, el alejamiento del contacto con lxs otrxs va produciendo una pérdida de identidad social. Necesitamos espacios, dispositivos, que nos generen otras formas de relación donde transformar la competencia en cooperación, para encontrar intersticios donde habitar la crisis de otra manera. Por eso el cuidado tiene que introducirse como práctica colectiva. Los seres humanos vemos las situaciones repetirse, vemos lo idéntico, en vez de hacernos espacio para percibir lo novedoso. Pensamos los talleres en salud mental como espacios de aire allí donde parece que toda asfixia, espacios disponibles al “acontecimiento”, donde no salimos igual que como entramos. El acontecimiento no es algo espectacular, es mínimo, invisible, silencioso... es eso que sucede imperceptible y que sin embargo te deja diferente, es algo del orden de la intensidad, como una vibración colectiva. Si no hay 110
intensidad es porque “el pensamiento no rozó la ocasión” (Lewkowicz, 2003).
Bibliografía6 von Uexküll, J. (1938). Andanzas por los mundos circundantes. Vega, D. (2000). Travesías Institucionales. Escritos de una subjetividad implicada en el campo social. Otras clínicas. Buenos Aires: Lugar Editorial. Davini, M. (1995). La formación docente en cuestión. Políticas y pedagogías. Buenos Aires: Paidós. Rodulfo, R. (1989). El concepto de pasear en psicoanálisis. Bang, C. (2021). Abordajes comunitarios en salud mental en el primer nivel de atención: conceptos y prácticas desde una perspectiva integral. Revista Colombiana de Ciencias Sociales. Colombia: Editorial Universidad Católica Luis Amigó. Ulloa, F. (1995). Novela clínica psicoanalítica: historial de una práctica. Buenos Aires: Libros del Zorzal. Spinoza, B. (1644). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Alianza Editora. Han, Byun Chul (2020). La desaparición de los rituales. Barcelona: Herder Editorial. Lewkowicz, I., Cantarelli, M., Grupo Doce (2003). Del fragmento a la situación. Buenos Aires: Editorial Altamira.
6 Los textos y autores que dejamos aquí a manera de bibliografía son diferentes interlocutores que componen con nosotrxs esta escritura. Sus ecos, resonancias, son algunos instrumentos de esta partitura que se compone así desde los diversos cuerpos que “nos habitan “. Esperamos que si estimulan su curiosidad los disfruten tanto como nosotrxs.