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Entrevista a Edgardo Kawior

Entrevista a Edgardo Kawior

Desde el Centro entrevistó a Edgardo Kawior, concurrente de segundo año del equipo de Pareja y Familia (turno tarde), sobre su libro La madre jodida, publicado recientemente.

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Desde el Centro: ¿Cómo se origina el libro La madre jodida? Edgardo Kawior: La escritura del libro, el germen de la novela, se origina primero en una conversación que tuve con Daniel Gebel a manera de anécdota de una especie de diálogo que tuve con mi mamá cuando ella estuvo internada, preguntándole por qué nunca me había dicho que no le gustaba mi novia –y después mujer– porque ella no era judía, y mi mamá me responde: porque no se dio la oportunidad. Y esa anécdota le parecía el origen de un libro. Entonces, cuando yo me sumé a su taller de escritura, en las primeras conversaciones le decía que no sabía qué escribir y por dónde empezar; él me dijo: yo ya sé sobre que tenés que escribir, sobre esa anécdota que me contaste. A mí me gusta decir, en clave psicoanalítica, que de alguna manera La madre jodida fue el deseo de otro y ese otro de alguna manera fue Gebel. Entonces me senté a escribir de marzo a octubre del año pasado en su taller de manera virtual y un día me di cuenta que tenía un libro. Desde el Centro: ¿Qué hay de realidad y de ficción en esa anécdota que da lugar al origen de tu libro? Edgardo Kawior: No es que ella no lo aceptaba en su lecho de muerte, ella no lo aceptó nunca. Y en una conversación que se dio en una noche, cuando yo me quedé a acompañarla en el hospital, sentía que era como un momento para hablar sobre eso. Ella me respondió con ese chiste. Ella tenía un humor muy particular. Me responde con una negación, ese chiste es casi como una especie de negación. No fue una invitación a hablar como “bueno hijo, yo esperaba tal cosa…”. No. Obviamente se dieron millones de oportunidades para conversarlo en 30 años. Ella decidió responder con un chiste. Y de hecho yo con ese chiste pude, entre comillas, develar el enigma 278

materno de la diferencia entre lo que una madre espera para su hijo y lo que un hijo termina resolviendo para si. Digamos, el origen del libro y ese leimotiv en varias páginas, a partir de maneras de recrearlo que no son reales, sí fue real, ese diálogo ocurrió en el año 2016 que fue el año donde murió mi mamá. Desde el Centro: ¿Se puede tomar en tu caso la escritura como un trabajo singular de duelo? Edgardo Kawior: Hubo una compañera del Ameghino con quien hablé durante la escritura del libro, incluso le compartía algún fragmento del libro. En una conversación le digo: dicen que un duelo normal, si es que existe la posibilidad de darle una normalidad a un duelo, dura dos años. Bueno, el duelo de una madre judía para mí duró cuatro. Entonces ella me decía: quizás porque una madre judía ama más que una madre no judía. Como diciendo que el amor tan fuerte de una madre judía hace que el duelo sea un poco más complejo de llevar adelante. De hecho, de alguna manera yo siento que no solo con la escritura del libro sino también con la publicación, el hecho de poder compartir con otres lo que uno escribe termina digamos de dar vuelta ciertas páginas. Y yo siento que de alguna manera con la salida del libro terminé de elaborar un duelo que me costaba muchísimo. Un duelo que yo pensaba tenía resuelto a los meses de la muerte de mi mamá, y me di cuenta que dos o tres años después todavía había algo ahí que no había sido elaborado. Yo relaboré el chiste materno, o lo transformé en un libro; y elegí como título un chiste producido por mi hijo hablando del significante judía/jodida que no le salía decir “judía” y decía “jodida”. Entonces a mí me quedó en algún lugar eso, y me pareció interesante en el libro cómo uno puede transformar una palabra en otra cosa. Me parece que la escritura es un poco eso: transformar algo en otra cosa. Desde el Centro: ¿Qué marcas lleva tu libro de tu paso en la concurrencia por el Ameghino y del trabajo con tus colegas? Edgardo Kawior: Estuve un año de manera presencial y después vino la pandemia. De alguna manera cuando todo empezó a ser virtual para mi el Ameghino también empezó a ser virtual. Entonces siempre había algo de compartir con compañeres del equipo cosas que tenían que ver con la escritura de la novela. Con algunos más que con otros. Hay algo que me

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pasa a mí en el Ameghino, digamos desde el lugar de la diversidad etaria, ya que soy el más viejo de los concurrentes; entonces el poder compartir con compañeros y compañeras de otras edades, sobre todo en el espacio del integrado de los lunes, donde había muchas propuestas de escritura por parte del coordinador. Encontré en este otro lugar, un poco más privado, solo compartido con colegas, la posibilidad de escribir sobre la clínica. De alguna manera, mientras yo escribía sobre la novela donde tenían lugar cosas muchos más ficcionalizadas, tenía la oportunidad de tener este espacio en el Ameghino donde podía escribir sobre la clínica o sobre lo que me despertaba ciertas lecturas. Para mí lo interesante de que la concurrencia sea contemporánea a la escritura de la novela es justamente poder encontrar en el Ameghino un lugar de pertenencia y contención en lo que tiene que ver con la clínica, siendo que uno se siente muy solo en la clínica. Entonces le toca a esta novela, por un lado, ser leída por colegas y, por otro lado, poder escribir cuestiones clínicas por fuera de la novela. La novela tiene que ver más con mi lugar de paciente/analizante que como analista. Desde el Centro: Te agradecemos el tiempo y el haber aceptado la entrevista. Edgardo Kawior: ¡Gracias a ustedes!

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