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Algunas preguntas para pensar la clínica del alcoholismo

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Perla Telias

Perla Telias

Algunas preguntas para pensar la clínica del alcoholismo1

Lucas Marcocci

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El presente escrito es fruto de un trabajo colectivo enmarcado en el taller teórico clínico del Servicio de Alcoholismo del Centro Ameghino.

Este taller, que comenzó en abril de este año, se propone recoger las preguntas clínicas que surgen en el intercambio de distintos espacios (supervisiones, reuniones de equipo, grupos de lectura) y que orientan la elaboración de los casos.

Estas preguntas clínicas, que se irán planteando en el recorrido del texto, fueron las que permitieron desplegar la investigación teórica que habilitó el desarrollo del caso en producción escrita.

En primer lugar, ubicaremos algunas puntualizaciones teóricas atinentes a la clínica de los consumos problemáticos que nos permitirán adentrarnos luego en el caso clínico.

Freud en El malestar en la Cultura plantea que “la cultura es inseparable respecto de un malestar que le es inherente” (Naparstek, 2008, p. 21), es decir, que ella no existe sin éste y que para soportarla no podemos prescindir de las “muletas”. “Las hay de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria (amor, religión, sublimación), satisfacciones sustitutivas que la reducen (síntomas) y narcóticos que nos vuelven insensibles a ella”. (Freud, 2013/1930, p. 3024).2

De los tres métodos Freud dice que el más poderoso es el tercero, pero también el más peligroso debido a que “apunta a una operación real. No intenta resolver el malestar desde el campo de la palabra, desde la sublimación”. (Naparstek. 2008, p. 23).

La sustancia no solo otorga “(...) placer inmediato sino una muy anhelada

1 Este trabajo fue realizado en el marco del Taller Teórico clínico, espacio dirigido a los concurrentes del servicio de alcoholismo en el cual participan: Sofía Arias, Lucas Marcocci, Clara Oberst, Daiana Sotile y Vera Taborda. Con la coordinación de Paula Camps, Micaela Dubin y Florencia Grandinetti 2 Las letras en cursiva y entre paréntesis son agregadas adrede, no pertenecen al texto original.

medida de independencia frente al mundo exterior. (...) pero (...) aquello que funciona como un paliativo se puede volver su contrario”: conlleva la posibilidad del desenganche respecto del Otro social, el Otro del lenguaje, del Otro sexo”. (Naparstek, 2008, p. 24)

Series complementarias

Uno de los primeros interrogantes que surgió en base a la discusión en el Taller Teórico Clínico, en cuanto a la función del tóxico, fue discernir por qué éste tiene tanta pregnancia en algunos sujetos y en otros no. Teniendo en cuenta que todo fenómeno emerge, insoslayablemente, como tributario y expresión de una época determinada, en el presente que nos concierne, hasta puede plantearse estadísticamente, un gran porcentaje de personas, sea del género del que se trate, han pasado por la experiencia de consumir alcohol en montos excesivos, sobre todo en estos veinte años, con el advenimiento del último siglo, y de manera asidua; sin embargo, no todas ellas le han dado el lugar que merece para los pacientes que suelen concurrir al servicio de alcoholismo. Encontramos en estos que el consumo irrumpe más allá del ámbito social o recreativo del fin de semana y/o de la “juntada” con amigos o familia, de una celebración o de festejo (aunque algunos pacientes concurran porque este tipo de consumo, o de asiduidad en él, se les vuelve problemático y causa eficiente para la interrogación subjetiva sobre su posición allí).

En este sentido, ¿qué genera que un sujeto omita el camino del proceso psíquico y opte por el tóxico? Y/o, ¿qué pasó con ese camino?

Nos fue menester pensar el concepto freudiano de series complementarias -o la “causa etiológica” en trabajos anteriores (Freud, 2013/1895;1896)- para trabajar la elaboración de esta pregunta y una tentativa de respuesta. La conjugación de factores, sumados a lo recién comentado sobre lo que podemos nombrar como la coyuntura socio económica, como aquellos hereditarios y congénitos; el ambiente educativo y cultural circundante. Así como coordenadas y prácticas familiares, en cuanto a su composición, dinámica y herencia cultural y familiar, que podría decantarse sin obstáculos en el tipo singular de transmisión del mito edípico y sus avatares; la fijación libidinal en la infancia; y los accidentes que pudieran emerger de la contingencia. Freud (2013/1917) lo resumió en la sumatoria entre la fijación libidinal, el vivenciar infantil y lo accidental 124

(traumático) de la vida del adulto, dando como resultado la disposición a enfermar: el marco donde una causa podría ser eficiente para el desencadenamiento de la neurosis.

¿Qué sucede con aquellos sujetos que están estructurados en una neurosis y frente a algún hecho contingente tienen una modalidad de presentación que remite a las neurosis actuales?

En este sentido nos avoca nombrar aspectos de la prehistoria de un caso, sus circunstancias y coordenadas y el inicio del padecimiento.

Se trata de una mujer, hija de migrantes, ligados a la cultura asiática oriental, por una parte y, por otra, latinoamericana, donde una muerte prematura e inesperada del padre, tanto en su vida como en la llegada al país de la familia, generó un cimbronazo a la organización familiar, provocando un dolor inmenso, difícil de mensurar y elaborar, inhabilitando a su madre por un tiempo. En la historia surgida a partir de allí se ubican figuras masculinas que rodearon su infancia, a las que les adjudicó cierto autoritarismo; también, una elaboración del duelo singular ligado a costumbres familiares maternas, cargadas de idealismo con contenido pueril, cuya herencia se encargará de transmitir como práctica o 'ritual' para abordar la crianza de los menores cuando acontece la muerte. Un inicio del consumo en el contexto de la pubertad, donde las parejas y familiares de la madre se le tornan una amenaza, a la cual responde con violencia y consumo. Por otro lado, una faceta deportiva y cultural, el Jiu Jitsu, ligada a su origen asiático (del cual tardíamente encontrará su ligazón: el padre también practicaba un deporte asiático pero de otra índole) y relacionada a cierta práctica milenaria con rasgos disciplinarios e historia de brutalidad y horror. Su despliegue en esta última le ha valido ventaja y agilidad física, derivada en continuas situaciones de violencia durante su adolescencia así como en herramienta para vérselas con el Otro sexo; pero también como un tipo singular de forma de sublimar agresividad, a partir de prácticas que involucran la ofensa hacia otros, que resultaron de aprobación, tanto de sus pares como de Otros en su vida juvenil y adulta. Estas coordenadas han generado la constelación de la cual ha devenido su armado del aparato psíquico con su particular economía libidinal.

El tóxico entre el ideal, la sublimación y el fantasma

Aparece entonces la pregunta por el lugar y función del tóxico en este mapa; el interrogante acerca de la relación de: el Ideal del yo, la sublimación, el fantasma, la función del tóxico y los efectos que éste provoca.

En primer lugar, Freud (2013/1914) en Introducción del Narcisismo plantea que es conveniente indagar las relaciones que mantienen el ideal con la sublimación. Nos dice así:

La sublimación es un proceso que atañe a la libido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción sexual; el acento recae entonces en la desviación respecto de lo sexual. La idealización es un proceso que envuelve al objeto; sin variar de naturaleza, éste es engrandecido y realzado psíquicamente. La idealización es posible tanto en el campo de la libido yoica cuanto en el de la libido objeto. (...) la sublimación describe algo que sucede con la pulsión, y la idealización algo que sucede con el objeto, es preciso distinguirlas en el plano conceptual (p. 101).

La distinción se vuelve necesaria por la proximidad, al nivel del lenguaje, de los campos semánticos a los que pertenecen. Sin embargo, para Freud el ideal del yo constituye el factor determinante de la represión, mientras que la sublimación se atiene a la libido, consistiendo en un destino de pulsión alejado de la satisfacción sexual. (Eidelsztein, A., 1995, p. 101). Así Freud (2013/1914) sostiene que: La formación de un ideal del yo se confunde a menudo, en detrimento de la comprensión, con la sublimación de la pulsión. Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas. El ideal del yo reclama por cierto esa sublimación, pero no puede forzarla; la sublimación sigue siendo un proceso especial cuya iniciación puede ser incitada por el ideal, pero cuya ejecución es por entero independiente de tal incitación. (p. 91).

Eidelsztein (1995, p. 144), citando a Lacan, plantea que el lugar tanto del ideal del yo como del yo ideal corresponden a una dialéctica imaginaria determinada por bases simbólicas, a saber: el fantasma, sostén del deseo. Pensando en la neurosis como la respuesta anticipada, por parte del sujeto, a la pregunta del ¿che vuoi?, y, en ello, al fantasma como aquello que interrumpe la metonimia infinita de la significación del Otro, aquello que la detiene y brinda un espacio para cargar de significación lo que sostiene al deseo, y arma la base para la construcción de la dialéctica del circuito

imaginario3

Elegimos traer algunas extracciones del material clínico del caso para trabajar la lógica de estos elementos, en sumas, la posición del sujeto frente al Otro.

Cuando este Otro aparece en escena, propinando una reprimenda, en los relatos de su niñez o los de una confrontación en la adultez, la respuesta que surge, como se mencionó, es con la adjudicación de rasgos de autoritarismo. La paciente se percibe como víctima en soledad, a consecuencia de la ineptitud en la acción de sus cuidadores, frente a la agresión de alguien que goza de actuar así. Es este el argumento de la escena. Sin embargo, tras indagar, al poner en marcha su discurso, fue ostensible que ella había sido parte activa de lo que generó la intervención y la forma del Otro -lo que no lo justifica, vale aclarar-. De todas maneras, esto desencadenaba en un malestar corporal focalizado que, años más tarde y en análisis, la paciente advirtió que era calmado con la bebida alcohólica. Luego bastaría con bebidas no alcohólicas.

Tomando lo simbólico de la represión, el alcohol en cierta forma afectó a las representaciones poco apacibles que rodearon al sujeto: La abolición de las oposiciones distintivas, la exclusión de la ausencia, la neutralización de la temporalidad, la inmediatez y lo directo del tóxico, son todas versiones diferentes de una misma cuestión: el fármakon desatiende los principios de lo simbólico. (Antonietti, 2008, p. 2). En cuanto a esto, por su parte Le Poulichet (1990) planteó: Estás características de la operación del farmakon, bajo la referencia a lo alucinatorio y al dolor, evocan un montaje paradójico que neutraliza todo reto de castración. […] Esta operación parece consumarse al margen de la dimensión del lenguaje. (p. 68).

3 “(...) la dirección de la cura lleva hacia una función del Otro más allá del paño en el cual se sostiene el deseo. Dicho de otra manera: cuando el sujeto ha podido ir desde los ideales, i(a) y I(A), hacia el lugar de la determinación de esa dialéctica, el lugar del fantasma como soporte del deseo, y cuando ha quedado demostrado que los términos del fantasma son material de la historia, del Otro, lo que queda es el estatuto de la cadena inconsciente, ahí donde el sujeto está localizado como pura falla, que es el lugar donde Lacan localiza la represión primordial de Freud y que, como pura falta en el Otro, ya no se trata del material del Otro, sino de lo que allí falta.” (A. Eidelsztein, El grafo del deseo, 1995, p 144).

Entra en juego un concepto freudiano, la “cancelación tóxica”4, esta:

Regularía la homeostasis de un “aparato psíquico”, es decir, una forma de goce, más acá de la dialéctica de la necesidad, del deseo, de la demanda y de la falta. En suma, este circuito del tratamiento del dolor no recurre al rodeo del otro”. (S. Le Poulichet,1990, p. 68).

Con el consumo de alcohol, la paciente terminaría diluyendo lo que se propone como escena fantasmática, quedando detenida en el circuito imaginario sin posibilidad de acceder a la pregunta neurótica; esto sería azuzado por lo insoportable que puede llegar a ser la pregunta para ella, teniendo en cuenta este mapa coyuntural. Sin embargo, y por otro lado, el alcohol, en cierta medida, le posibilita el camino del vigor para enfrentarse a esos otros que se confunden con el Otro, lo que se manifiesta en las diferentes situaciones de violencia en los establecimientos donde solía practicar el deporte o con sus distintas parejas. Podemos mencionar que estas detenciones en lo imaginario tuvieron lugar de inicio en el enfrentamiento con estas figuras “paternas”, las cuales no fueron sin la arenga del alcohol. A partir de entonces inicia una carrera in crescendo en cuanto a estas situaciones. La paciente relata que las relaciones con el mundo y los otros en ese entonces le generaban mucho malestar, nada era como ella quería y todo le desagradaba: “estaba enojada con el mundo y reaccionaba a través de la agresión”. “En parte -dice- pienso ahora que pude soportarlo con el deporte y, por otra parte, con el alcohol”.

Así, sólo con la represión no habría alcanzado para saber-hacer con toda aquella agresión que quedó sin volcarse hacia otros objetos en cierto momento, y tampoco para tramitar el dolor del duelo. Por eso, el destino de la sublimación ocuparía el lugar de una apoyatura para ese problema económico, el cual brindaría representaciones, o lo que corresponda para este destino, donde se podría libidinizar, aquello difícil de simbolizar pero que actúa igual.

En este sentido, y en relación al Jiu Jitsu, han aparecido expresiones o manifestaciones de esta escena fantasmática a través de la asociación libre: el significante “bestia”; “me decían que era una bestia, mi familia y mis profesores”. A partir de entonces la paciente comienza a interesarse por

4 Cancelación tóxica: “(…) sustracción a la percepción y al dolor por el recurso a una formación alucinatoria.” (S. Le Poulichet, año, p. 69).

otras artes marciales y disciplinas ligadas a la historia oriental, se adentra en ello y descubre las historias detrás, muchas veces terribles y cargadas de violencia, penurias y miserias. Esto la hace interesarse más en ello, ampliando así su trabajo deportivo, actuando en ocasiones de pedagoga, dictando cursos. De manera no casual, aparecen fallidos en relación al análisis como "clase" o al analista como "profe".

¿Cuando hay excitación sexual, hay sublimación?

A través de unas intervenciones con metáforas de guerra, la paciente comenzó a decir que ha utilizado su habilidad para ofender a otros. También que ha utilizado esa habilidad para entablar relación con hombres, y que en las luchas suele excitarse cuando le toca practicar con uno, pero que cuando este no reacciona de acuerdo a lo esperado por ella, intenta burlarse de él haciéndolo quedar “mal” frente a los demás o siendo más “bruta”, resaltando sus debilidades.

Manía de destrucción y reflexiones finales

Freud en el Malestar de la Cultura (2013/1930, p. 116) postula que “En efecto, la manía de destrucción dirigida hacia adentro se sustrae casi siempre de percepción cuando no está coloreada de erotismo”.

En el mismo texto Freud (2013/1930) plantea que: El nombre de libido puede aplicarse nuevamente a las exteriorizaciones de fuerza de Eros, a fin de separarlas de la energía de la pulsión de muerte. Corresponde admitir que cuando está última no se trasluce a través de la liga con el Eros, resulta muy difícil de aprehender; se la colige sólo como un saldo tras el Eros, por así decir, y se nos escapa. […] [En el] sadismo […] obtenemos la más clara intelección de su naturaleza y de su vínculo con el Eros. (p. 117).

Desde los textos de Freud podría plantearse que, por la ausencia de un padre de carne y hueso y por la presencia del padre idealizado y, en contrapartida, figuras problemáticas y de disgusto para la paciente, con un acentuado consumo, las mociones de agresión que tenderían a volcarse sobre la figura paterna para luego ser reintroyectadas, en función de la instancia del Superyo a partir del mecanismo de represión (Freud, 1930), encontraron gruesos obstáculos para tramitarse. Como solución auxiliadora de este mecanismo, a la manera de suplemento, consideramos, se 129

encontraría el consumo de alcohol; ya sea por lo insoportable en términos de malestar que provocaba la instancia de la represión o por un proceso de desmezcla pulsional ocasionado por el dolor sin tramitación del duelo del padre en la temprana infancia, provocando, de tal manera, que la represión cuente con un quantum más abultado y feroz, y, por tanto, menos ameno al principio del placer; a saber, ¿cómo juega el balance económico pulsional del ideal como factor determinante de la represión en esta constelación? ¿El trabajo conjunto del alcohol y la sublimación ayudó a mantener cierta economía libidinal?

Como planteaba Freud "(...) las intensidades decrecientes de un factor son compensadas por las crecientes del otro” (Freud, 2013/1915, p. 219), cabría preguntarse cuánto jugó la desmezcla pulsional en el marco de la ausencia tan presente del padre fallecido, en tanto idealizado, a la hora de la conformación de la represión con sus particularidades, los Otros "autoritarios" y el uso problemático del alcohol. También, si ha sido capaz la sublimación de tramitar el desbalance de la economía libidinal debido a estás constelaciones, y, si puede pensarse, en cuánto ha sido efectiva, pudiendo erotizar mociones de destrucción que actúan sin ser colegidas.

De esta manera podemos concluir preguntándonos: ¿La presencia del analista y su posición trabajaron para aliviar cierto malestar producto del desbalance?

Bibliografía:

Antonietti, M. (2008) Operación farmacón y montaje toxicómano. Ver en: http://antonietti.com.ar/ Eidelzstein, A. (1995). El grafo del deseo. Buenos Aires: Manantial, 1995. Freud, S. (2013). Apropósito de las críticas a las “neurosis de angustia”. En Obras completas. Tomo III. Buenos Aires: Amorrortu editores, Publicación original 1985. Freud, S. (2013). La herencia y la etiología de la neurosis. En Obras completas. Tomo III. Buenos Aires: Amorrortu editores. Publicación original 1896. Freud, S. (2013). Introducción del narcisismo. En Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu editores. Publicación original 1914

Freud, S. (2013). Tres ensayos sobre teoría sexual. En Obras completas. Tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu editores, Publicación original 1915. Freud, S. (2013). 21° conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales. 22° conferencia. Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión. Etiología. Parte III. Doctrina general de las neurosis. En Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores. Publicación original 1917. Freud, S. (2013). El malestar en la cultura. En Obras completas. Tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores. Publicación original 1930. 2013. Freud, S. (1976). El malestar en la cultura. En Obras completas. Buenos Aires: Lopez Ballesteros. Publicación original 1930. Le Poulichet, S. (1990). 2. Del cuerpo engendrado por la operación farmakon. En Toxicomanías y psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1997. Naparstek, F. (2008). Clase II. La droga en la cultura de hoy y de ayer. En Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo. Buenos Aires: Grama ediciones, 2008

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