CÁTEDRA ABIERTA 2013
para que le permitan traducir Mademoiselle O, jamás traducida al inglés. Después lo acusa de haber seducido a los diagramadores del libro, y al departamento completo de diseño, con lo que consiguió un «nivel inusual de colaboración» para dar con este libro «monumentalmente perturbador». Les aseguro que ninguno de estos adjetivos es mío. Solo presento este juicio como evidencia del deseo que gatilla el silencio o el susurro que prevalece. Un deseo que sale de la prosa y, si le creemos a la reseña, arrastra pecaminosamente a toda la industria editorial. En el caso de Miss Herbert ese silencio consiste en que se trata de una novela invertida, un relato con sus costuras y enmiendas a la vista, que exhibe lo que el oficio de escritor oculta y calla. Aquí nuevamente en la lectura escuchamos el silencio. Solo por goce permítanme abrochar esa aseveración con otra cita de Mars Jones, el crítico seducido: «[Thirlwell] es un niño que escucha cómo le habla su oso de peluche, así esta novela le habla a su autor». Como ven, nuevamente nos remite al silencio con todas sus voces interiores. El susurro viene de la propia escritura, surge de la lectura, como sucede con el mar que nos llega por medio de una caracola vacía pegada a nuestra oreja, y se diferencia del rumor, del murmullo, que es exterior a la experiencia individual con el libro. Este último tiene que ver con la relación colectiva que se desarrolla con un autor en particular. De alguna manera este rumor es evidencia de una obra
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maestra, aunque para escucharlo no sea necesaria la experiencia directa de la lectura. De ello se han hecho algo así como escuelas literarias. Por ejemplo, Thirlwell, autor de dos novelas y de un libro sobre el arte de la novela, confesará que antes de escribir esos libros nunca leyó a Proust, pero que se alimentó de la lectura colectiva, la experiencia de otros o bien de lo que los demás comentaban acerca de ese autor. Ese es el rumor, un silencio que no está en la escritura propiamente tal, pero que es parte de un eco murmurante que pertenece a la experiencia colectiva de la obra. Rumor que emiten los lectores que nos preceden y que es un silencio venerante que nos permite conocer un objeto, una idea, como el mundo proustiano, sin haber entrado aún en contacto con este. Nos prepara madurando nuestro deseo y nuestra memoria, porque entra en ella incluso antes que la experiencia individual. Ese rumor nos precede y entonces, cuando finalmente llegamos en la lectura a una taza de té, nosotros también, ahora acompañados, mojamos nuestra propia magdalena. Rodrigo Rojas, poeta y traductor, autor del poemario Grand Central, entre otros, dirigió por nueve años la Escuela de Literatura Creativa de la UDP.