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nuevas generaciones ya es algo más lejano. Ian Gibson es un observador comprometido, toma partido con altura intelectual. Usa generosamente el epíteto de fascista para la España media, pero tiene también unos estudios matizados interesantes sobre algunas figuras de la extrema derecha española, tratando de entenderlos por dentro, sin una mirada puramente condenatoria. La biografía de Lorca me llamó la atención por algunos puntos que a lo mejor para un historiador netamente cultural no son tan extraños, pero que a mi juicio captan muy bien esa relación vida-obra que es compleja, contradictoria, muy difícil. Interpretar la obra por la vida y la vida por la obra nos puede llevar a engaños, pero existe una relación entre esos dos aspectos, es una carta, un juego. Hay una observación ahí que, citando a Jorge Guillén, habla sobre la naturaleza juglaresca de García Lorca. Esto es algo muy interesante, y me quedé meditando si la poesía no podría revivir si lograra retomar esas raíces, porque hay algo en la poesía que tiene que ser leída en voz alta entre varios, como en una suerte de fiesta. Gibson habla en el libro de las reuniones entre Neruda y García Lorca, con mucho vino, muchas fiestas que duraban días, pero consta que los dos eran muy leídos y muy cultos; no sé muy bien a qué hora lo hacían, pero analizando los textos de ambos, obviamente que esta dedicación a la lectura existió. En Estados Unidos, García Lorca siente
PRESENTACIÓN
empatía con el mundo negro y otros sectores, pero también una visión yo diría matizada sobre la experiencia norteamericana, eso está muy bien transmitido; en cuanto a Cuba, el poeta defendía la afinidad andaluza con el mundo cubano. Planteaba que hay una especie de Nueva España en Cuba, un país que por estar ligado con España hasta fines del siglo XIX tendría más raíces españolas que cualquiera de los otros países latinoamericanos. Su relación con la política cubana es más indirecta, y a propósito de lo que dice Ian Gibson, yo diría que Lorca sí tiene una simpatía sociocultural con lo que podríamos llamar la izquierda, pero no es necesariamente un activista político, no tiene mucha opinión sobre Cuba, que en su caso era la Cuba de Machado. Sabemos que la historia de Cuba ha estado ligada a figuras fuertes. Machado en los veinte y comienzos de los treinta. En los treinta, cuarenta y cincuenta, Batista. Desde fines de los cincuenta hasta hoy, los Castro. Es como un sino de ese país especial. Y por otro lado, Cuba tiene una vida propia. Ese es un capítulo que encontré hermosísimo, uno siente el aire cubano, la atmósfera cubana. El tema de la homosexualidad en García Lorca está tratado con mucha finura, con altura. Gibson es autor también de novelas, ha combinado la escritura de la historia con la de novela. Yo hago un curso de teoría de la historia y siempre hablo de esta relación, porque los historiadores han inventado muchas cosas, y no nos queda otra. Hugh
Thomas tiene también una teoría al respecto, cuando afirma: «Yo sé que esto es así pero no lo puedo comprobar, entonces escribo una novela». Acerca de si la novela es más reveladora que la investigación histórica, Ian Gibson dice: «A veces he pensado que es posible, porque [en la novela] uno está trabajando con intuiciones y podría ser que fuesen certeras. La imaginación del novelista puede aportar sugerencias al historiador. El novelista sospecha, intuye algo y puede elaborar situaciones que tal vez luego resulten relevantes a la hora de conocer la verdad». Para terminar, Gibson tiene un juicio interesante porque se está dedicando a la España del siglo XIX, me parece, como una nueva pasión. Dice que ese país vivió a salto de mata en el siglo XIX, y creo que tenemos que entender eso para entender también a América Latina en los siglos XIX y XX. Hay un paralelismo bastante grande. «Las cortes de Cádiz –dice Gibson en una entrevista– elaboraron una de las constituciones más modernas de Europa.» Tal vez la más avanzada. Después sabemos que hubo un retroceso. Yo invito a pensar esta frase, esta idea y este ejemplo sobre las cortes de Cádiz en nuestra América Latina, donde todavía tenemos pendiente este tema. Joaquín Fermandois es historiador y se ha especializado en relaciones internacionales e historia contemporánea.