CÁTEDRA ABIERTA 2013
sensación (yo creo que un poco engañosa) de ser un desafío más plural, más acompañado, más arropado en términos de apoyos, de respaldos, de complicidades con otros o en términos de dinámica de grupo. Para un solitario como Alberto, para un artista de contextura a veces autista como la suya, esta dimensión no es un pelo de la cola y no es tampoco anecdótica. Al contrario: es una dimensión que importa y que para él vale mucho. Sirvan estas consideraciones, entonces, para excusar las declaraciones de Alberto que inducen a creer que él está de prestado en el mundo de la literatura porque su verdadera patria es el cine. Nadie que haya escrito Mala onda o Missing está de prestado o de picnic en el mundo de las letras. Estas son obras intransferibles. No son obras construidas en subsidio. Si no puedo con las imágenes, qué diablos, intentemos con las palabras. Como diciendo, peor es mascar lauchas. La última zona de fricción que yo veo en el trabajo de Alberto se relaciona con los impensados senderos a través de los cuales ha estado desarrollando su obra creativa. El que alguna vez fue presentado (y satanizado) como el más marquetero de los escritores nacionales, el chico digitado por la industria de Hollywood y el imperialismo gringo, el escritor inmaduro y facilón alguna vez expulsado del taller de Donoso por no conocer a Dostoievski, ha venido levantando a pulso una obra que tiene orientaciones extrañas, desarrollos raros, registros minoritarios y pulsiones
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a lo mejor poco vendedoras y extremadamente personales. ¿Qué es Las películas de mi vida sino una sistemática demolición del sueño americano, del que en principio Alberto Fuguet era el gran agente en Chile? ¿Qué es Missing, una novela, un libro testimonial, un reportaje, una transacción entre el periodismo y la ficción? ¿Qué es Locaciones, la película que Fuguet filmó en Tulsa sobre lo que significó para él y su grupo de pertenencia generacional la película La ley de la calle, de Ford Coppola? ¿Es un documental, es una confesión, es un reportaje jugado a fondo en las licencias de la subjetividad? Yo creo que estas obras raras son todo eso y más. Por lo mismo creo que Fuguet, como quiera que sea y lo que sea que eso signifique, es un artista que ha corrido fronteras. No tengo imparcialidad para hablar de Alberto Fuguet. Debo reconocer que nada de lo que he dicho hasta aquí está libre de los sesgos de la amistad y el cariño que le tengo. En el prólogo que escribí para mi libro Una vida crítica, que Alberto y Christian Ramírez seleccionaron, editaron y produjeron, dije –y lo leo textual, porque no creo que pueda decirlo mucho mejor– que «no creo haber conocido a un cinéfilo más compulsivo y entusiasta de lo que era él a los veinte años. Lo veía todo, lo consumía todo, lo leía todo. Sigue igual, pero, claro, los años le han dado más distancia. Un poco, no tanta. Solo cuando odia o ama una película con la pasión que sabe hacerlo él vuelve a ser la fiera que era
entonces. Yo tenía de Fuguet la idea de un chico que se comunicaba mucho mejor con las películas que con el mundo. Bueno, pocas emociones respecto de un amigo he tenido más intensas que el día en que fue a mi casa a conversar de estrenos o de películas viejas, como ya era habitual, y al irse me dejó un sobre en una mesa lateral que yo creo que vine a ver al día siguiente. Lo abrí con curiosidad y contenía varios de sus primeros cuentos. No solo me impresionaron y me remitieron a los terrenos de las emociones más descompensadas. No tenía la menor idea de que escribía ficción. Me recriminé por no haber sabido darme cuenta de que el joven que yo conocía era mucho más que un tragapelículas y que tenía un enorme mundo interior que le secretaba literalmente por todos lados». Me emociona que Alberto llegue hoy a esta Cátedra constituida en homenaje a Roberto Bolaño, por la que han pasado tantos y tan distinguidos escritores. Y creo que no es una casualidad que venga a hablar de él, a partir de un artículo buenísimo que figura en su libro Tránsitos, donde ha reunido la totalidad de los artículos que ha escrito sobre literatura y escritores. Es hora entonces de terminar esta presentación y cederle la palabra a él. Héctor Soto es abogado y periodista. Divide su tiempo entre el análisis político contingente, la edición cultural y la crítica de cine.