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Opinión. ¿En qué siglo vivimos?
Opinión
GEORGINA GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ
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Mujer Ganadera lavidalactea1@gmail.com
¿En qué siglo vivimos?
Al momento de escribir estas líneas, el Presidente López está de gira por Estados del centro del país. Salió una vez más, cuando la curva de contagios de Covid19 no es curva sino una clara línea ascendente, no sin antes lanzar un decálogo a la población que enumera lo que él considera útil para poder retomar las actividades económicas y que él retome sus actividades electorales.
La introducción al decálogo es de risa, pues ha dicho que lo mejor es no enfermarse, ¿cómo no se nos ocurrió antes? Dijo también que “lo más importante es que ya nos cuidemos nosotros mismos y que sin miedo, sin temores, vamos a recobrar nuestra libertad con la premisa de que ya aprendimos a cuidarnos”. Así, la responsabilidad es nuestra, nada más, porque cada quien debe “seguir su propio criterio”.
¿Es esa la clase de liderazgo que se necesita en la peor crisis sanitaria que hemos visto?, ¿es lo que necesitamos cuando el impacto económico será brutal? No alcanzará el sexenio para recuperarnos, porque la economía mexicana ya venía mal desde que empezó el gobierno de la esperanza.
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Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
Volviendo al decálogo, que más bien parece un manual de autoayuda, propio de tiempos del siglo XIX, porque ni en esta ni en otras participaciones, el Presidente ha dado un mensaje concreto que se ajuste a la actualidad, (quizá no se ha dado cuenta de que este siglo es el XXI, y se trate de un error disléxico…), el Presidente nos pide llevar una cultura de prevención, con una alimentación más sana, bajar de peso, vivir en calma y sin estrés, sin consumismo ni bienes materiales, y que “defendamos nuestro derecho a gozar del cielo, del sol, del aire puro, de la flora y la fauna”.
Para empezar, no podremos gozar de la naturaleza si se empeña en seguir con sus proyectos de refinación de petróleo, quema de carbón y cancelación de energías limpias. Pero lo que nos compete viene a continuación, en el séptimo punto:
Alimentarse bien y natural.
Según el Presidente, “debemos optar por lo fresco y lo nutritivo cuando de alimentos se trate, como el maíz, el frijol, las frutas de temporada, el pescado (en particular el atún) y los animales que sean criados en patios”. ¡En patios! Yo no he hablado con mi casero, pero dudo que me deje tener gallinas en el departamento, ni que mis vecinos estén de acuerdo con que tenga un par de cerdos en el pequeño patio que tengo, o en el jardín común. ¿Dónde tendrá la gente a la vaca lechera para poder tomar leche todos los días? ¿Dónde guardaríamos su alimento? ¿Qué haremos con el estiércol? Podría usarse cómo fertilizante, sí, pero primero hay que trabajarlo y luego, ¿dónde lo usaría?, porque o elijo tener ganado en traspatio o un huerto en casa, pues no tengo tanto espacio.
El Presidente debería estar preparándonos para superar la crisis impulsando la producción para que no haya escasez de alimentos.
Otra pregunta, ¿cómo voy a hacerle para vacunar a los animales? Yo sí lo haría, pero se complica la ida al veterinario, aunque sé que mucha gente ni pensaría en ello, porque ni siquiera vacunan a sus mascotas, y muchos ¡ni a sus hijos! ¿Qué campañas zoo-sanitarias se llevarán a cabo para el control de enfermedades, y qué harán cuando haya que sacrificar un animal? Porque yo no pienso dejar de comer carne y no voy a vivir sólo de atún enlatado, y mucho menos de maíz, arroz y frijoles.
Al Presidente se le olvida que existimos los ganaderos, los pescadores y los agricultores, que sabemos trabajar, que hemos superado las peores crisis y que seguiremos produciendo para que no haya escasez de alimentos. No debería estar preparándonos para eso, con sus constantes mensajes de reducir nuestra ingesta a solamente granos. Se le olvida también que para que una alimentación sea sana, tiene que ser completa, mixta y equilibrada; y que el exceso de carbohidratos, como los “alimentos básicos” que tanto promueve, son precursores de muchas de las enfermedades que aquejan a la población mexicana, e ignora que a nivel mundial, el consumo de proteína animal, sobre todo en países en desarrollo, va en aumento, porque saben que es necesaria para el desarrollo físico e intelectual de la población, que son las bases para el crecimiento de las economías y la reducción de la pobreza.
Nos pide que dejemos de comer alimentos chatarra y ya ha hecho referencia a los productos procesados, diciendo que hay que comer fresco y natural, pero ignora que mucha gente no puede almacenar esos alimentos, y que el procesamiento les permite tener una despensa, especialmente en estos tiempos, en los que habemos muchos que preferimos evitar tener que ir a comprar alimentos con frecuencia y salir solamente cuando es necesario, porque así lo hemos aprendido de otros países. Sin embargo, además de predicarlo, debería ordenar serevise la ley de etiquetado que entra en vigor en unos meses, pues el sistema de octágonos no es suficiente, porque en otros países que llevan en eso más tiempo, califican a los alimentos. Por ejemplo, un refresco sin azúcar no lleva más que un octágono advirtiendo que no es apto para niños, pero su calificación sería cero pues no aporta ningún nutriente, y una leche saborizada, que sí llevaría octágonos como lo plantean, tendría una calificación alta, porque aporta proteína de alta calidad y nutrientes esenciales. Así, las personas podrían elegir con base en el aporte nutricional completo y no satanizar ciertas cosas. Eso sí tendría un impacto positivo.
El que el Presidente esté promoviendo un estilo de vida saludable no está mal, pero ese no es su papel. Su trabajo debería ser gobernar y todo lo que ello conlleva: no hacer
campaña, mejorar la seguridad pública, que cada vez está peor y afecta a muchos ganaderos, tener crecimiento económico y dar certidumbre a las inversiones para crear empleos, generar confianza y estabilidad en precios de los insumos que necesitamos para producir, aplicar políticas públicas para mejorar el medio ambiente y en fortalecer al sector salud, porque si no podemos alimentarnos bien, dudo mucho que sus chamanes y brujos nos vayan a curar, y atender a la educación y la ciencia porque necesitamos gente preparada, que busque el conocimiento científico, para sacar adelante al país.
Si de verdad quisiera ayudar, aplicaría mejores programas sociales, que fueran productivos, generaran empleo formal y bien remunerado, que sean para tener crecimiento y no para que quienes lo reciban se queden donde están.
Siempre habla de moralidad, y el decálogo no es más que el resumen de la cartilla moral, pero creo que es inmoral dedicarse a predicar, en lugar de asumir sus responsabilidades. Son tiempos en los que requerimos tecnología y capacidad técnica basados en ciencia y capacidades administrativas, pero a lo mejor el error disléxico está en pensar que éste es el siglo XI.
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