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:: Colaboración especial con la revista ‘bla blArt’ de la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU
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:: Lápices para la Paz :: Explorando la blogosfera africana :: La otra agenda
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:: Latidos de jazz. Entrevista a Ronnie Lynn Paterson :: Persépolis :: La vida privada de los árboles y Bonsai, dos novelas de Alejandro Zambra :: Qué compraría Jesús :: Una charla con Julia Otxoa :: Namaga: Curset de monstre
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:: Quiénes somos
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Pensando... Me gusta tender la ropa porque las manos luego me huelen a suavizante, y éste es un olor nostálgico, como de infancia, de ropa recién planchada y limpia sobre la cama.
Mientras la lavadora da vueltas, pienso que es un gran invento. Porque el lavadero de mi pueblo tiene mucho romanticismo, pero en estos tiempos no es nada práctico lavar todavía sobre la piedra. Yo lo he hecho, alguna vez (pocas) de pequeña, con mi madre, porque no siempre tuvimos lavadora en la casa de verano. Como era una niña y apenas alcanzaba el borde del lavadero, me dedicaba a correr alrededor de él, deteniéndome siempre en un agujero que había en el suelo tras el que se oía el agua correr y asomaba un trozo de tubería. Aquel agujero me parecía enorme, y siempre tenía miedo de que se tragara mi pie en un descuido. Por eso me paraba ante él, lo vigilaba, medía las distancias y lo sorteaba con un salto. Después de comprar la lavadora, ya no iba por allí, aunque el lugar no deja de ser fascinante. Sobre la pared siempre se refleja una luz dividida en cuadros iguales, correspondientes a los cristales de las ventanas. Con el reflejo y el sonido del agua, además, esta luz cobra movimiento. El
lavadero sigue en uso (me pregunto si alguien lo usa realmente todavía), así que lo muestro cada vez que viene alguien a visitarme.
Si estiro la mano hacia abajo, toco el borde de piedra de uno de los pilones (tiene dos, uno de lavado y otro de aclarado) y ésa es la medida de ahora, la objetiva, la de fuera. Sin embargo, la de dentro, la subjetiva, es la imagen que se superpone cada vez que regreso a ese lugar, la de una niña de puntillas que echa la cabeza hacia atrás y alza la barbilla intentando asomarse para ver el agua. Entonces siempre cuento la historia de aquel hueco en el suelo, lo señalo y añado que supe que había crecido cuando aquel agujero dejó de parecerme tan enorme, cuando ya no hacía falta un salto sobre él, sino un pequeño paso.
Pienso ahora, con las manos todavía oliendo a suavizante, que en realidad sigue habiendo muchos agujeros que nos dan miedo, por más que nos hagamos mayores. No sabemos cómo medirlos, porque se superponen distintas escalas (las de dentro, las de fuera) y dudamos si atravesarlos de un salto o con un paso adelante. Y el agua bajo nuestros pies sigue corriendo...
Los helicópteros de la policía... [ Domingo Vital ]
los helicópteros de la policía sobrevuelan el barrio se hacen pequeñitos como partículas del rotor ronronean mecánicos con bronquitis crónica
y se meten en casa cada vez que se acercan como el ruido del tráfico semáforo en verde
…lo que era el silencio antes cuando no existían las ciudades dice un taxista de las afueras que vive en un pueblo cercano y venía de otro de más allá
cuando nos hacemos unas birras confiesa llegué a la ciudad por dinero
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Las escaleras [ Amaia Uriz ]
Yo tengo un castillo. Mi abuelo se lo regaló a mi hermana pequeña; y la montaña sobre la que se erige, a mi prima pequeña. Ahora el castillo ha dejado de ser un castillo y es un museo, pero no me importa, yo también he cambiado. Solo quería que no tocaran mis escaleras. Unas que están en la muralla. Y siguen allí. Desde esas escaleras que no suben a ninguna puerta ni bajan a ningún sitio, se ve el horizonte. Son sólo ocho, diez, once escalones de piedra comidos por el tiempo. Desde allí se ve caer el sol; se ve el dibujo en zig zag que marcan los árboles que custodian al río. Una se pregunta por qué todas las colinas tienen la misma altura. Como si hubieran sido igualadas a cuchillo.
Me recuerdo con abrigo, en camiseta, fumando o comiendo chucherías, charlando con mi prima, la de mi edad. Contándonos sueños y frustraciones; explicándonos la vida la una a la otra. Nunca programábamos la cita ni éramos conscientes de lo importante que era sentarnos en nuestras escaleras de nuestro castillo. Nunca lo añoramos ni hablamos de ello. Pero sabemos que nos pertenece.
Es bonito saber que hay un sitio que te espera. Que no te va reprochar que no le hayas ido a ver en mucho tiempo. Sé que volveré y podré mirar cómo cae el sol en el horizonte. Seguirá oliendo a tomillo.
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A veces la rutina escribe de manera discreta
Mecanicismo y timidez
[ Sonia R. Fides ]
[ Sylvia Trinxet ]
A veces la rutina escribe de manera discreta un punto y aparte en este negocio casi en quiebra que es la vida.
Araño las fronteras del lenguaje por si la hermética voz inasequible a lo cercano realiza la inmediatez.
Voy forzando el puro signo imaginable con cansada mudez de decadencia semántica. Quiero dejar asomarse el sol por mucho que encienda la penumbra su luz coloreada.
Sentiremos la ceguera en el trasfondo pintando los contornos inmanentes de un posible realizado. Suspendidos en el sentimiento bordearemos con estética la nada..., miraremos sordamente desnacerse la palabra por la estancia.
Bellaterra (Barcelona), Mayo 1996
Y aunque trate de no alinearme del lado del cinismo, acabo ofreciéndome como un trago seco en todas esas fiestas que nunca serán desconvocadas, a pesar de que los listados de personas que por distintas razones no respiran siguen alargándose como la sombra de un árbol al que no persiguió nunca la mala intención de una tormenta. Hubiese preferido ser cualquier vino espumoso del mercado, algo suave, alguien que se sienta a esperar como si sentarse a esperar llevase implícito cualquier tipo de llegada ahora que la paciencia ya no resulta una provechosa atenuante para los débiles.
Sin embargo, desde que el Concorde se rindió a los caprichos de Isaac Newton, la esperanza prefiere no viajar en avión lo que convierte a esta ciudad en una fosa común sin necesidad de que haya sido proclamada ninguna guerra. Ojalá que las matemáticas, ahora que soy mayor, carecieran de importancia y pudiera evitar que cualquier operación aritmética le otorgase a la pena el poder absoluto. Necesito quitarle la razón a los que se empeñan en que escriba dedicatorias aprovechándome del llanto que provoca su manera de arremangarse en los despachos.
Afortunadamente la razón tiene un magnífico bufete de abogados lástima que la noche no tenga cuenta bancaria y deba compartir futuro con todos aquellos que no aparecen inscritos en las agendas de los tréboles de cuatro hojas. la 6...
la 7...
El cuento no acabó bien [ Luís García Angulo ]
El cuento no acabó bien: La princesa no quiso Casarse con el héroe O, mejor dicho, Cambió de idea a última hora Y lo plantó en el altar, O, peor todavía, Finalmente se casaron: Actuó de testigo El jefe de la sucursal Donde tienen la hipoteca. Ahora se les ve Los sábados por la tarde Paseando por el centro comercial (Y mirando con mucha atención Los escaparates de ropa de bebé).
El cuento no acabó bien. Los malos no perdieron: Suelo verlos en la tele Hablando de la situación de la economía Y del desarrollo (es un decir) De los países del tercer mundo. A veces cambio de canal; Otras me da lo mismo.
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El cuento no acabó bien. Era demasiado disparatado, Y ya ni siquiera los niños Se lo creían (De hecho, no le hicieron Mucho caso, Ya que estaban jugando Con la videoconsola). El escritor tuvo dudas Y pensó en cambiar el final, Pero aún así El cuento no acabó bien. Nadie lo quiso publicar, Y el escritor se aburrió De escribir. Ahora trabaja en una fábrica Y ve a los malos de su cuento En el despacho del jefe, Y a veces por la tele, Y de vez en cuando encuentra A su princesa (que le dejó por el héroe) De compras por el centro comercial Con el marido, cada vez más calvo. El crío que tienen Ya casi sabe hablar. Es el único rey de su casa; Aún no vive En el mundo real.
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Paragua
Univers Privat (extractos)
[ Ana Toledano ]
[ Anna García Garay ]
http://univers-privat.blogspot.com
Me llueve y no me mojo.
Eureka
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. La frase con la que Arquímedes promocionaba su ley de la palanca ha salido a flote en mi mente esta mañana de sábado. Sin previo aviso, sin ton ni son, como si fuera un resto del naufragio en el mar de la memoria de todos aquellos años de escuela. Así que, mientras preparaba el café, he rescatado el trozo de madera donde grabé esas palabras ante la amenaza inminente de un examen de Ciencias. Sentada en la cocina, y dejando a un lado cuerpos sumergidos, palancas y poleas, pienso que el mundo real ya se mueve por sí solo, hasta demasiado rápido, diría. No necesita puntos de apoyo. Aquéllos que buscamos razones para que nuestro mundo interior no se venga abajo somos nosotros, sus habitantes, medio mareados y, en ocasiones, tan perdidos y desorientados entre tanto estrés y tanta duda que naufragamos -como todos aquellos años de escuela- en el mar de nuestra propia vida. Y pienso que tan sólo necesitamos una Biodramina. O alguien que nos indique dónde está el norte. O un punto de apoyo para que la palanca de Arquímedes nos levante el ánimo. O un buen café. Buenos días.
Se calan los objetos que apilo en torno a mí, los cristales las hojas de los libros mis pestañas mis pies.
Pero yo no me mojo. Permanezco tranquila sin verme amenazada por las gotas
Bodas de papel
las pequeñas partículas de agua que vienen a morir sobre mi piel entre mis cosas. Me llueve y se me mojan.
Del poemario “Cómo decir yo”, ganador del Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada, 2007
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Oriol i Maria. Javi y Lorena. Pere i Sílvia. Ja són marit i muller sobre el paper uns quants quilòmetres abans de segellar el compromís amb anells i promeses que un document els recordarà quan falli la memòria de l’amor. Després de la festa ningú pensa en retirar cartells i indicadors. Abandonats a la seva sort, sols el temps s’encarregarà d’anar esborrant lentament els vestigis del dia de l’inici d’un matrimoni que potser ha desaparegut abans que la tinta dels noms dels cònjuges sobre un vell llençol. I l’Oriol i la Maria, o el Javi i la Lorena, o el Pere i la Sílvia somriuen amargament en veure aquella pancarta -ja gairebé il·legiblementre condueixen en silenci per la carretera que els ha dut, altre cop i sense poder evitar-ho, cap al record d’aquell dia feliç malgrat la pluja.
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Agua bajo las tuberías [ Adolfo Marchena ]
El hombre avanzaba apresurado cuando una gota le cayó en la frente. Pensó que provenía de la cornisa. Algún canalón atascado. La noche anterior no había llovido. Miró hacia atrás y contempló otra gota que se depositaba sobre la acera formando un pequeño cerco. Un tanto extrañado siguió su camino. El minutero del reloj pasaba de las ocho, hora en la que siempre abría su puesto de períódicos. Se disgustaba cuando las horas no eran precisas, cerrar o abrir, acudir a una cita o esperar. Todo debía conllevar una exactitud milimétrica. Si en alguna ocasión un conocido, o no conocido, tardaba más de cinco minutos en llegar, no desaprovechaba un segundo más y se marchaba. La mañana en que él se durmió ante una cita, la única vez en su vida, pidió excusas durante una semana.
Cuando Elvitria se percató de que el agua rodeaba sus tobillos, dejó de hablar por teléfono y corrió hacia el baño para cerrar el grifo de la bañera. Regresó para comunicarle a su interlocutor que tenía un problema doméstico y colgó. No quiso llamar a los bomberos ante el temor de que la acusaran por algún delito y comenzó a achicar agua de todas las formas posibles que se le ocurrieron. Pensando en que no se filtrase en el piso del vecino. Las gotas continuaban cayendo y formaban ya un charco en esa porción de la acera. Durante toda la mañana dispuso las mantas sobre el suelo para absorber el agua y llenaba los cubos con movimientos de fregona que similaban dieciséis piernas de velocistas tratando de rebajar los nueve segundos en los cien metros. Sonó el telefonillo de la calle en el momento en que descansaba sobre el sofá. Cuando su amiga Petria entró en la casa se encontró lo que parecía ser los restos de una fiesta o el naufragio de un galeón en Lepanto. Elvitría sudaba y se dio cuenta de que realmente necesitaba un baño. -¿Qué ha pasado –le preguntó Petria. -Me dejé el grifo de la bañera abierto cuando sonó el teléfono. ¿Por qué tendría que llamarme Junrote a esas horas? -No achaques lo que no es. Debiste cerrar el grifo y Junrote no tiene nada que ver en todo esto. Que yo sepa es tu tercer despiste en una semana. -No sé, tengo la cabeza en otro sitio, tal vez en el trabajo, el mismo Junrote o, no sé, pero últimamente no me concentro. -Eso dijiste la última vez que no te concentrabas. Te diré que para con-
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seguir un propósito primero se tiene que tener claro lo que quieres hacer y segundo hacerlo conscientemente, al margen de tu trabajo o de Junrote. Además, ambos sentís atracción, lo cual no es ninguna excusa pero te aseguro que él no tiene la culpa de tus continuos despistes. Lo mismo te pudo dar por ir a comprar el pan y a la vuelta la cosa hubiese resultado más grave. -No continúes, por favor, la cabeza empieza a dolerme. -La cabeza siempre duele cuando dices una verdad. Realmente, Elvitria, esto parece un campo de batalla. ¿Cuánto pagas por las facturas? –ironizó su amiga.
Julrote tenía programado ir a visitar a Elvitria por la tarde. Un autodidacta que lo mismo trabajaba con ladrillos que organizaba unos encuentros sobre los satélites en el espacio o la desaparición de la rana autóctona como consecuencia del quebranto de un río. Conocía esa situación. Habitaba con su abuelo materno largas temporadas en unos bosques cercanos a la ciudad. Sus recuerdos, imborrables a lo largo de su existencia, todavía presente, permanecían intactos. Unos bosques ocultos, desconocidos, donde predominaban los hayedos, robledales y pinares. Un río cortaba la campa y descendía siguiendo el curso en una curva de noventa grados atravesando un puente de madera que su abuelo y otros dos hombres que también pasaban media vida en sus cabañas de madera, construyeron antes de que Julrote hubiera nacido. El río era estrecho pero cada diez o quince metros se formaban pozas profundas, donde en verano se bañaban los niños. Como al ser humano la enfermedad o el amor, el avance de los tiempos también acabó afectando al río. El agua escaseaba en verano para el riego de los campos que se extendían entre los cercanos pueblos. Siempre alguna época de riego, la temporada de la patata, la del trigo. Siempre una necesidad ante la que buscaban soluciones, obsesionados, tratando de arrancarse de sus mentes cómo proceder para que la cosecha continuase creciendo.
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Julrote trabajaba en una base petrolífera como mecánico. Si no poseía la titulación requerida se la inventaba. Decidió marcharse después de intentar boicotear el destrozo de sus montes. Y curiosamente ahora reparaba máquinas gigantes que perforaban y hacían sangrar al mar. Ya no le daba importancia. Lo único que deseaba era terminar su jornada y alejarse, perderse en el horizonte de babor o de proa, sentirse rodeado por aquel agua que le conducía a pensamientos de infinitos inconcretos, papeles en blanco sobre los que escribir o pintar cualquier cosa. Se dio cuenta de que era el infinito perfecto cuando no renovó el contrato y desembarcó nuevamente en tierra. Durante varias semanas las paredes del pequeño apartamento, incluso las calles, le resultan molestas. Deseaba la amplitud. En aquellas horas para muchos muertas él se apoyaba y el mar le conducía. Cerraba los ojos y al abrirlos algo, por muy breve que fuese, se había transformado, en ocasiones él, en otras, el mar.
ba atrás el río y recorría cerca de siete kilómetros para llegar a otro pueblo. Desde allí, si no retrocedía, podía bajar hasta la carretera y regresar a la ciudad. Una de las noches en que Julrote sintió nostalgia del lugar cogió el coche y se acercó hasta sus bosques. Cuando llegó la campa semejaba un cráter lunar, sin hierba, un cartel anunciaba que se prohibía el paso. Quitó la llave del contacto cerca de la cabaña. Avanzó comprobando el deterioro y las vayas que los lugareños habían instalado, estacas de madera forradas con alambre de espino. Derribó cuantas pudo. Después de media hora de camino vio excavadoras y otras máquinas de demolición y construcción. La paradoja del progreso, pensó. De regreso fue obstaculizando cuanto pudo el acceso al camino. Antes de regresar quiso arrancar el cartel metálico pero estaba firmemente anclado. Y la cuerda que llevaba en el coche tampoco sirvió de nada. Fue el parachoques el que estuvo a punto de desprenderse. Ante la impotencia sacó un bote de spray y escribió sobre la prohibición una frase de respuesta. Durante varias noches siguió con sus actos que cualquiera hubiese calificado de vandalismo. La última intentona fue la destrucción de una de las excavadoras. Durante toda la noche desgarró las ruedas, introdujo tierra y sal, incluso meó, en el depósito, serró el volante, arrancó todos los cables, hasta dejarla inservible.
Recordó sus actos en los bosques. Casi todas las semanas cogía el coche e iba a visitar aquella porción de sus orígenes. En alguna ocasión lo hizo andando y cuando entrenaba en bicicleta era uno de los lugares que escogía para fortalecer los músculos de sus piernas. Pasaba la desviación que llevaba a las campas y subía un puerto, corto pero duro, para descender de nuevo y llegar hasta el último pueblo. A partir de allí tomaba un camino de tierra y piedras, paralelo a otro río que todavía fluía y sorteando con habilidad las dificultades de ciertos tramos, deja-
Petria tomaba café con Elvetria en un café cercano. Petría era una mujer que decía cuanto pensaba, si bien no siempre lo que se piensa ha de ser expresado.
Hubo enfrentamientos entre unos y otros. No existe decisión que tenga adeptos y detractores. La maquinaria llegó hasta la campa y el antiguo camino fue ensanchado sin contemplaciones hasta alcanzar un alto donde dieron comienzo los trabajos para construir una balsa artificial.
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Una apacible noche donde las aguas del mar le susurraban. Apenas le quedaban unos días para regresar a la ciudad. Si todo aquello desapareciese veríamos el fondo marino, como un pantano sometido a la sequía, donde puedes descubrir un antiguo pueblo, antes sumergido, latas de refrescos y cervezas, llaves, anzuelos, viejos arados. ¿Qué podía encontrarse uno en un mar cuyas aguas evaporadas mostrarían un cuadro de dimensiones desproporcionadas? Todos aquellos barcos cuyos tesoros buscan codiciosamente antes que su propia alma. Sucede con la roca, con las aguas, con las nubes. Mientras los animales pierden su mirada de libertad entre barrotes. También pensó Julrote en aquellos que escribieron sobre el mar; Los versos del capitán de Neruda, Hemingway o Alfonsina y recordó las últimas palabras de Francisco Coloane, quien vio morir a los nueve años a su padre entre huesos de ballena. Su última frase fue “volvamos al mar” Un deseo que se apoderó de Julrote quien se imagino como el personaje de Joseph Conrad, Marlow en la novela en El corazón de las tinieblas. Soñaba con remontar el río seco de sus bosques, viéndolo renacer al tiempo, abordado por las aguas del mar.
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-¿Cómo conociste a Julrote? -Regresaba de una base petrolífera –la pregunta no pareció molestarle a la voluble Elvetria- Le vi entrar en la oficina donde yo trabajaba antes y un no sé qué me llamó la atención. Tal vez su manera de andar. Estuvo en la oficina del director y se marchó. -Así, sin más. -Regreso en alguna otra ocasión aunque nunca llegó a trabajar en la empresa. Tampoco me ha confesado para qué iba. Un día coincidimos, o me esperó, no lo sé, a la salida del trabajo y me invitó a un café. -Es muy romántico. -Déjate de burlas. ¿Tú me has preguntado, no? Por cierto eso que te has puesto en la nariz es nuevo… -Me lo hicieron hace poco. Y conste, Elvetria, que no me burlaba de ti. Todos nos conocemos de maneras muy diferentes. ¿No me queda mal, verdad? -Sabes que no me gustan esos aros y los tatuajes, aunque Julrote los tiene. -Serán marineros, cuando estuvo en esa base. -No, en su caso no tienen nada que ver. Para Julrote representan otra cosa. Cada uno tiene un motivo, una fecha, un supuesto porqué. -Algún día le diré que me los enseñe. Por cierto, no entiendo que no consolidéis la relación. No sé ya el tiempo que lleváis así. -No quiero complicaciones, me gusta mi vida. Cierto que también me gusta Julrote pero no me veo, en fin, no me veo. -Ese misterioso hombre del que no se sabe lo que hace y a veces confiesa lo que hizo. Recuerdas cuando nos contó lo de la excavadora. -Desde aquella noche bajaban la maquinaria y la dejaban protegida en un terreno que todavía pertenece a mi tío. -¿Por qué lo haría? -Lo sabes bien. Adoraba aquel sitio y no pudo soportar ver el río seco. Donde ya nos contó que se bañaba, que perdió un sello que le regaló su abuela por su comunión, donde las libélulas que para él eran como helicópteros paseaban sus colores por la orilla, todo eso. Aquello le llevó a la petrolífera, quería alejarse de todo. -Un alma errante que necesita un nido. Pero he denotado que es hombre al que le gusta compartir. -Veo que le aprecias demasiado. -¿Acaso te sientes celosa? –se burló Petria- Por cierto, espero que tus vecinos no sufriesen el baño que pretendías darte. Habrás puesto un controlador en el monomando. Los hay ya que gradúan la intensidad del calor, los litros de agua que requiere la bañera, pueden incluso mezclar el agua con sal, azúcar, romero o lo que desees. -En ocasiones resultas una impertinente.
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Julrote iba al encuentro de Elvetria y Petria. Curiosamente fue Petria la que le invitó a tomar café. Pensó en su relación con Elvetria. Era como el mar. Sólo que el mar mostraba su naturaleza y su templanza, tal vez intentándonos hacer comprender que romper la naturalidad de una duna moviente suponía quebrar un sentimiento y aislarlo como un pueblo pesquero que se desprende y se aleja, deseando volver al mar, como el padre de Francisco Coloane. Todo debiera ser como una ola, alta, imponente, tranquila, sosegada pero que siempre acaba durmiéndose en la arena de la playa. Pero el ser humano no era ola ni era playa. Y aunque aceptaba la situación, intuía que otro mar aguardaba su presencia. Podría ser otra oficina, otra cabaña, otra mujer o un desierto donde aprender el lenguaje de los escorpiones y los felinos que se acercaban al oasis. Julrote cogió el periódico en el quiosco del hombre que recibió aquella gota de agua de bañera desparramada una mañana cualquiera. Se extrañó al leer una de las cabeceras de la portada. Un grupo ecologista boicotea la construcción de una presa destrozando una excavadora. Julrote pensó que no pudo hacer mucho más y que nadie sabía, ni sabría, que él actuaba en solitario. Tal vez la causa sólo le importara a él, el efecto fue que la presa agotó su agua en dos días de verano. No sirvió para nada. Tiró el periódico en la primera papelera que encontró y en una mesa exterior vio a dos mujeres tomando café.
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Hacia la música [ Mara Torres ]
Este texto fue originalmente publicado por la revista online ‘Musica de Autor’ http://www.musicadeautor.com/opiniondetalle.php?id=9
El otro día un oyente de Hablar por hablar* me envió un correo electrónico donde me sugería para el programa la música de la película In the mood for love (Deseando amar), de Wong Kar-Wai. Yo había visto la película en el cine hace cuatro o cinco años y me gustó tanto que me compré el dvd y después, un buen amigo me regaló el cartel, que es tan bonito, y lo tengo apoyado en la pared al lado del sofá, de manera que lo veo cada vez que entro en la casa. Deseando amar es un película extraña de la que apenas tengo recuerdos nítidos sobre personajes o escenas, en cambio, recuerdo perfectamente las sensaciones que me inundaron al verla, los silencios llenos de palabras, los cuerpos encontrados sin rozarse, la seducción desde la invisibilidad. Así que ayer por la tarde me fui a comprar el disco de la banda sonora y lo he puesto justo antes de empezar a escribir estas líneas. Casi me muero de la emoción al oír el primer tema, ¡es una música que andaba buscando desde hacía tiempo! Es una música que yo había escuchado antes en el anuncio de un coche en el que una mano va acariciando muy despacio algunos cuerpos. Siempre que veía el anuncio pensaba ¿de quién será esta música que me hace disfrutar tanto? ¡Y la he encontrado! Es de Shigueru Umebayasi, compositor habitual de Wong Kar-Wai. Gracias, oyente. Me siento afortunada. Creo que hoy es un día en el que he tenido mucha suerte.
Apenas sé nada de música. Sólo distingo entre la que me gusta y la que no. Entre las músicas que me conmueven, me animan, me entristecen o me alteran, y las que no. Entre las canciones que me cuentan algo y las que no. Las que me hacen estremecer y las que no. Me da completamente igual cuándo y quién las haya escrito y compuesto, si ocupan los primeros puestos en las listas de ventas o si no las conoce nadie, si están escritas en un idioma que entiendo o en una lengua que desco-
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nozco, solamente me dejo llevar por ese movimiento indescriptible que se me hace por dentro, entre las costillas y el ombligo. Como ahí se te agarre una música…
Recuerdo la última vez que lloré desconsoladamente con una canción. Estaba cenando pasta y tomando una copa de vino, cuando la persona que estaba conmigo se levantó, bajó un poco la luz y puso un disco. Sonó una canción. Voz y piano. En inglés. No era capaz de distinguir si quien cantaba era un hombre o una mujer porque tenía una de esas voces ambiguas, sin género, pero dejé el tenedor sobre el plato, me aparté un poco de la mesa y me puse a llorar. Me parecía desgarradora, tristísima. Sabía que me estaban hablando del vacío, de la ausencia, del después de amar, del dolor. “El cantante es Jimmy Scott -me dijo él-. La canción Nothing compares to you.” Me extrañé. Era una canción que yo había oído cientos de veces en la versión de Sinead O´connor. ¿Por qué me parecía entonces que en ese momento la estaba escuchando por primera vez? Supongo que porque, en definitiva, en ese momento, en esa forma lenta de hablar la canción que tiene Jimmy Scott, era la primera vez que la escuchaba. Qué duda cabe que si nuestras vidas fueran libros, los marcadores de páginas serían las canciones que nos han ido acompañando a lo largo de los años porque el poder evocador de la música es tan fuerte como el de todas las magdalenas de Combray juntas y todo su tiempo recobrado. Cuántas veces he estado en un lugar cualquiera y ha sonado una canción que me ha llevado, sin avisar, hasta una noche en un café madrileño escondido a diez años de distancia. Porque la música no me lleva donde yo espero, sino hacia donde ella quiere llevarme. Por ejemplo, yo hubiera preferido que la bso de In the mood for love me hubiera llevado a cualquiera de las escenas que tiene la película, pero no, me ha llevado, misteriosamente, hasta un anuncio de un coche. Nunca soy yo la que elige el destino del viaje, sino ella. Es así siempre. Está acabando el disco.
Me he marchado, sin darme apenas cuenta, a los silencios llenos de palabras. A los cuerpos encontrados sin rozarse. A la seducción desde la invisibilidad. * Artículo escrito por Mara Torres en la época en que era conductora del programa de radio “Hablar por hablar”. Actualmente presenta La 2 Noticias.
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El kiosko universal [ Emilio Barco ]
Nunca estuve enamorado de Marina. Cuando ella tenía uno de sus mil viajes yo nunca la echaba de menos. No sufría. Al regresar sonaba mi móvil o un mail, ella nunca pedía nada, si yo estaba, aunque fuera, en una de esas relaciones perdibles, lo respetaba y me decía que me llamaría, yo, por puro miedo desviaba la atención y le hablaba de otras cosas. Nunca recibí más respuesta que el día que se marchaba.
Hoy he comido con Javi. El es mi amigo de más tiempo. Hace 25 años que somos amigos. ¡Qué barbaridad!. Hace unos días fué su cumpleaños y le quería invitar a un sitio especial. El "kiosko universal" es un bar que hay entrando en la Boquería, por las Ramblas, a mano izquierda. Tienes que comer en la barra pero merece la pena, de verdad. Javi me ha hecho una pregunta que me ha hecho pensar, "ya, pero cuéntame cosas de ti, Emilio". Nunca cuento de mi, si no me lo preguntan directamente, no sé si tiene que ver con mi educación o con mis miedos, solo hablo de mi si me preguntan, incluso a mis amigos. "Y tú, como estás Emilio? Cuéntame cosas de ti". Jo, yo que sé, qué difícil.
dicho "no tienen tierra". Claro. Y luego calamarcitos y mero a la plancha. Javi, que es callado, me interrumpía, y yo a él. Estábamos supercontentos de celebrar su cumpleaños juntos. Un día Marina me dijo de irnos juntos unos días fuera. Yo le soltaba mi rollo de siempre "los pueblecitos de Catalunya están muy bien, pero la gente ya sabes como es, yo prefiero los pueblos del norte de España porque te bajas a la plaza o al mercado y la gente te explica como es su vida y... ". Ella decía "vale, vale, tú no te preocupes, que no vas a necesitar que nadie te explique nada, que yo te lo explico todo"... yo por dentro seguía en mis trece "ya, si ir contigo me parece increible, pero ya sabes, la gente y eso...".
Enmitad de la comida le he dicho a Javi que lo mejor es mojar pan pero que yo no lo hago porque tampoco quiero coger peso. Los cuatro días que me fuí con Marina, antes de marchar, perdí 5 kilos en dos semanas, se me podían contar las costillas, como cuando pequeño. Yo elegía el tren y ella la habitación. Eligió una cama de matrimonio. Y yo lo sabía y quería estar muy delgado.
Marina solo aparecía cuando yo estaba solo y ella había dejado un novio en Nueva York o en Floréncia. Era demasiado para mi. Un día la acompañé a comprar muebles en una tienda de viejo. La señora, al vernos, nos dijo que haciamos buena pareja. Yo dije que si, que ella era guapísima y que yo tenía cara de quererla muchísimo toda mi vida. Era una broma. La dependienta, muy sabia, dijo, que "eso no era suficiente". Marina, tan buena, con su falda por encima de las rodillas, dijo "que eso era más que suficiente". Siempre pensé que era un juego, que las mujeres son mucho más inteligentes que los hombres, y que ella se merecía un chico guapo, inteligente y más seguro de si mismo que yo. Le he explicado a Javi que me siento bien. Yo que he sido un tonto romántico y apasionado ahora estoy bien porque no pretendo nada. Mis sueños de niño siguen estando pero son nuevos, han cambiado. Ahora puedo estar con alguien sin morirme por dentro. "La vida es más compleja de lo que parece". Nos hemos bebido dos botellas de vino. Hemos hablado de cuando pequeños. De primero hemos comido verduras a la plancha bañadas en aceite de oliva marinadas con setas, pimientos, espárragos, berenjenas y alcachofas. Luego hemos comido pulpo gallego y navajas. Javi, ha
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Era un pueblo de mar, en invierno, cuando a mi más me gusta, una habitación en un hostal con una bañera enorme, con una cama pequeñita. Nos pasábamos la mañana en la playa (en el mar) y era invierno. Comiamos fuera, dormiamos la siesta, ella, después, se pasaba una hora en el baño mientras yo miraba la tele, y saliamos por la noche, bebiamos mucho, me hacía bailar, y al regresar dormiamos juntos. Todo. Hasta el final. Por la mañana los dos teníamos las mismas ganas.
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Para ella era normal. A mi me asombraba, nunca pensé en acostarme con alguien de quien no estuviera enamorado. Tan tonto.
Empezé a sentir necesidad cuando se estiraba el jersey sobre la cinturilla del vaquero, o cuando la ví por primera vez en braguitas y sin sujetador, una necesidad demasiado fuerte, no estaba enamorado, era puro miedo. Un día marchó a Cádiz y de ahí a Roma o Nueva York. Ahora mismo ni lo sé. Hoy hablaba con Javi de lo difícil que es mantener algo, la amistad, cualquier cosa, del temor, él me ha dicho que le ocurre lo mismo, que hay momentos en los que no se siente nada interesante ni atractivo, que necesita estar solo y pensar en cosas, pensar en algo. Yo le entiendo tanto.
Ella no comía mucho pero le gustaba que todo fuera especial, o las vistas o las velas o la conversación. Yo, para hacerme el interesante, me hacía el débil, le explicaba las cosas que sabían que la encantaban, cosas fáciles, sin más. Llegaba a la habitación mojadísima pero no me quería. Era increible verla desnudarse, poco a poco, yo temblaba. Pero luego dormía conmigo aunque soñara con chicos guapos, amanecia a mi lado despeinada con la ropa interior que se deslizaba entre sus recovecos, me pedía a mi todos los besos y jamás utilizó su móvil. Disfrutaba de cada situación en el momento en que la estaba viviendo. Tarde para cambiar.
Cinco apuntes sobre Lisboa de lectura no obligatoria [ Paola Vaggio ] Apunte nº 1
He desayunado pastéis de nata. Son unas pastas de hojaldre y crema que se comen tibias y espolvoreadas con canela y azúcar. Los que más me gustaron son los que prové en Belém junto al Monasterio de los Jerónimos, en la famosa pastelería Pastéis de Belém fundada en 1837. Los pastéis abarrotan los escaparates de las mil y una pastelerías de Lisboa. Es difícil resistirse, y eso que yo nunca me he considerado una persona de dulces, aunque sí me considero una persona de salados. Y es que considerarse algo está bien.
He traído en la maleta tres cd's de los Doors, a pesar de no ser típicos de Lisboa, a mí me traen mucha saudade. Cuando vi las portadas de Morrison Hotel y de Strange Days en cd, tan brillantes, con la caja de plástico de bordes redondeados, tan estéticos y tan irresistibles como los pasteis, pensé que sería un buen souvenir aunque pudiera comprármelos en Barcelona. Todo el mundo sabe que no es necesario ir a México para a comprar un sombrero mexicano. Apunte nº 2
La saudade te cala como el ladrido constante de un perro. No sé si será por las paredes desconchadas de los edificios, la pintura descolorida de las fachadas, las ventanas viejas de las buhardillas o los azulejos rotos de las paredes... pero le sienta tan bien la decadencia. No es una ciudad para almas perfectas. Eso es lo que tiene la belleza genuina, que a veces queda bien y otras veces hace parecer un adefesio. Algo así como una nariz grande o unos dientes torcidos, no a todo el mundo le sienta igual. En este caso, queda bien. Apunte nº 3
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©Fleur Suijten
El sol ha brillado cada día. En ese extremo de la península no llovió, excepto la última tarde, que el cielo ya estaba triste. Nos subimos al tranvía cada día 28 veces. Perdón, he querido decir que nos subimos al la 23...
tranvía 28, cada día un par de veces. La última tarde cedimos nuestro asiento a dos viejecitas portuguesas mientras llovía a cántaros sobre la Alfama. Tengo un montón de fotos llenas de tejados. Apunte nº 4
Sofía se llena el bolso de mapas y los tigres aprenden a soñar con sus ojos verdes verde.
Un mapa que daban en el aeropuerto, otro en recepción, otro en la caseta de información, otro de internet, el plano de la guía... y todos juntos dando como resultado una ciudad con las calles repetidas cinco veces.
Y la posibilidad de cinco veces perderse. Apunte nº 5
Estando aún en Lisboa, se nos ocurrió la historia de un pastelero lisboeta que se muda a Barcelona para olvidar un amor y probar suerte con una nueva vida.
Al tipo, de nombre Joao, no le está yendo nada mal en Barcelona, la receta de pasteis y queijadinhas triunfa en el ensanche, los domingos se forma una cola de gente que da la vuelta a la calle. Incluso, las costumbres están cambiando y para los cumpleaños ya no se soplan las velas de la típica tarta de aniversario, ahora se compran tantos pasteis como años se cumplen y se los tienen que trincar todos el mismo día o no se hace realidad el deseo. O se mueren. Esta es una regla que se inventó Joao una noche, borracho, como el que inventó las del Parchís o el Monopoli, y para sorpresa de Joao, en Barcelona se sigue a rajatabla. Así que la fortuna le sonríe a nuestro pastelero lisboeta en la Calle Diputació o la Calle Calabria, no viene al caso la localización exacta... PERO, y un PERO así de grande, Joao estaba triste. Extrañando constantemente algo: la 24...
su ciudad; a su gente; a su ex; el olor a sardinas; yo que sé; el revoltillo de bacalao de su madre; o vinho verde; la ropa tendida en los balcones. Aunque no eran todas esas cosas exactamente, ni tampoco eran exactamente todas esas cosas, más bien era algo sobre el espacio, el horizonte, las calles, las vistas...¡las paredes! La fachada del edificio de la pastelería de Joao en Barcelona había sido recientemente restaurada con las ayudas del ayuntamiento, y sí, el bloque había quedado precioso, como nuevo, como si la finca centenaria estuviera recién salida del horno, como diría Joao.
Lo que le sucedía a nuestro pastelero era nostalgia del paso del tiempo, de paredes derrotadas, mosaicos en mil pedazos, grietas y huecos. Imperfección. Joao anhelaba la imperfección. Por ese motivo y dominado por un impulso extravagante de nuevo rico, una noche salió a la calle, se situó frente al edificio de la pastelería y empezó a picar y repicar la fachada, consiguiendo un par de descubiertos la mar de curiosos justo al lado de la puerta de entrada.
Tras la faena se fumó un cigarrillo, pensativo, maquinando qué otras imperfecciones podía llevar a cabo. Cuando se le ocurrieron, apagó la colilla -por supuesto en la pared de la finca- y prosiguió con sus maniobras de recuperación de la degradación del tiempo, esta vez haciendo saltar la pintura y el yeso de los bajos de los balcones del primer piso, que evidentemente era de su propiedad. Nuestro pastelero Joao se sentía contento y feliz, recuperando la sonrisa y con un nuevo brillo en sus ojos. Por fin, aquel edificio impoluto y perfecto empezaba a parecerse a su querida Lisboa. la 25...
Releyendo a la Gaite [ Nuria Rita Sebastián ]
Este texto pertenece a la columna ‘Tamaño Nuria’ dentro de la bitácora Todas http://www.entretodas.net
El primer libro que leí de Carmen Martín Gaite (en 1999, en Inglaterra), Lo raro que es vivir, lo saqué prestado de la biblioteca de la Universidad de Kent, creo que era mayo, o junio, y desde entonces mi vida no ha vuelto a ser la misma, y no exagero. El segundo libro que leí de ella, en ese mismo mes, fue Nubosidad variable. Este libro lo leí justo antes de tomar una decisión inesperada e improbable, que fue viajar a Nueva York a conocer a un poeta argentino con el que me escribía por mail. Me acompañó en ese viaje la energía positiva de la historia que construían Sofía Montalvo y Mariana León, y también unos versos de Gioconda Belli, de quien no podía saber entonces que se convertiría más tarde en alguien que me lanzaría puentes desde el otro lado del mundo.
De vuelta en España seguí leyendo La reina de las nieves, y ahí sobrevino lo inesperado. Se materializaron ante mí las primeras palabras de su primer libro en mi vida:
Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por la buenas y lo notamos sin saber cómo. De entre la sucesión no contabilizada de gestos, movimientos y vislumbres que van engrosando la masa amorfa de lo cotidiano, se separa de los demás uno de ellos, aparentemente insignificante, y salta como la nota discorde de un pentagrama, se queda resonando por el aire como zumbido de moscardón, qué pasa, ha habido una avería o esto significa el comienzo de algo nuevo, nos miramos las manos, las rodillas, qué es lo que se ha transformado, hacia dónde enfocar la atención, no sé. Y sobreviene el miedo o la parálisis. La parálisis. El vértigo. No llevaba más de 30 páginas, y me había metido tanto en el libro, que lo tuve que dejar de leer en cuanto apareció un final de capítulo que me permitió volver a tomar aire. Ahí había una puerta. Detrás de esa puerta había respuestas. Las respuestas las tenía una señora de pelo blanco y boina a la que tenía que conocer. Escribí una carta a la editorial dirigida a su nombre, con la seguridad de que me contestaría, y así fue. Me escribió dos cartas, me envió un libro, me llamó por teléfono en respuesta a un papelito que yo dejé en su buzón cuando estuve en Madrid, pero
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nunca recibí esa llamada por culpa de un malentendido. Me escribió para decirme que no había podido localizarme. Lo último que supe de ella es que le dolían las muelas. No le contesté a esta última carta, y al cabo de un par de meses no podía creer el titular de telediario que anunciaba su muerte, las palabras del locutor: “murió abrazada a sus cuadernos”. Desde entonces camino con esa ausencia pegada, esa conversación que nunca tuvimos. No pude leer sus libros durante mucho tiempo, cada vez que lo intentaba me echaba a llorar. Mi vecino Paolo un día apareció en la puerta de casa con “El cuarto de atrás” en la mano y me dijo: “Nuria, tienes que escribir, porque leerla a ella es como leerte a ti”. Y no escribí, pero recogí ese testigo y volví a leerla. Y un tiempo después, en Buenos Aires caminé de nuevo con “La reina de las nieves” bajo el brazo, y frente a unos ventanales enormes de la Biblioteca Nacional me dispuse a cerrar una historia que siempre tendrá ese cabo suelto que la muerte no me dejó asir.
En esas páginas, muchas hojas más allá de mi confusa escapada lectora de hacía años, Leonardo Villalba encontraba un libro. En ese libro tropezaba con el vértigo de saberse reconocido. Ahí había una puerta. Detrás de esa puerta había respuestas. Las respuestas las tenía una escritora a la que él tenía que encontrar… Como si cayera por un precipicio e infinidad de hilos me sostuvieran de cara al cielo, me sentí detenida en un presentimiento imposible de hace años que en ese momento, en Buenos Aires, se me presentaba en palabras. Al igual que le pasaba a Leonardo, todo “tenía que ver inmensamente con la que había venido siendo desde que nací”, pero yo ya había perdido a mi interlocutora.
Ahora retomo otra vez sus palabras, como un íntimo reencuentro, en estos días de temporal de nieve. Las respuestas detrás de puertas que cada vez que se abren son distintas, porque nosotros somos distintos. La forma imprecisa en que los recuerdos caen a nuestro alrededor. Y ella, como siempre, lo dice mejor que nadie: In memoriam
En la gente viva uno cree, se empeña en tener esperanza, aunque sepa que se engaña. Cree uno que habrá tiempo para entenderse, que tiempo es lo que sobra, y lo va dejando un día para otro, el hablar. Por eso te escribo a ti aunque no me oyes. Porque pienso que si me sirve de pretexto (imaginando todo lo que irremediablemente nos quedó por hablar) y dado que sólo esa desesperación me mueve a comprender lo efímero de mis posibilidades para con los demás, ya es algo si, aunque tú no me oigas, a través de ti, por causa de ti me oyen los demás y les puedo decir alguna de las cosas que ma ha desvelado la tragedia de tu desaparición. (Cuadernos de todo) la 27...
Terenci Moix
[ Guillermo Arróniz ] Este texto fue publicado dentro de la sección “Taller literario” de la web del programa de radio El abrazo del oso http://www.elabrazodeloso.com
A las doce y media de la mañana del miércoles dos de abril del año dos mil tres una persona cercana me daba la mala noticia. La terrible noticia: mi referente literario de la adolescencia había muerto. Terenci Moix había dejado este mundo para acceder, junto a Osiris, al verde Más Allá. Fue La herida de la esfinge el primer libro del autor que devoré. Era lo suficientemente pequeño como para no entender lo que tenía entre las manos. Pero lo suficientemente adulto como para quedar enganchado para siempre a la magia de su quehacer ante la hoja en blanco.
Crecí entre las páginas de Viaje sentimental a Egipto, lloré por primera vez ante un libro. Estuve dos meses sumido en la más profunda de las depresiones al absorber la desoladora soledad de El amargo don de la belleza. Reí a mandíbula batiente con la trilogía de Garras de astracán, Mujercísimas y Chulas y famosas, y realmente creo que Miranda Boronat nos sobrevivirá a todos como el máximo exponente del absurdo moderno. Me dejé engullir por los mágicos universos de El demonio y Mundo macho. Viví el negado proceso madurativo a través de los tres tomos de El peso de la paja, la frustrada autobiografía a la que le quedaban tres tomos más que ya nadie podrá escribir. Mi fascinación por Egipto hizo el resto con No digas que fue un sueño y El sueño de Alejandría. Me aleccioné en sus artículos periodísticos recogidos, a veces, en tomos como Sufrir de amores, La noche no es hermosa y Los inmortales del cine. Y, en fin, viví, aprendí, me emocioné, me sonreí, llegué a morir y a resucitar de manos de Olas sobre una roca desierta, El sexo de los ángeles, Amami Alfredi!, Venus Bonaparte, El arpista ciego, Tres viajes románticos y, recientemente, Nuestro virgen de los mártires.
Decir que Moix es uno de mis escritores favoritos es reducir a una fórmula absurda la devoción que he sentido por una persona que me ha ayudado a ser persona a través de sus palabras, de su enunciado literario. No me importa a cuantos idiomas ha sido traducido, ni qué piensan de su obra los mandamases y gurús de la cultura, sólo lo mucho que me ha ido dando a través de estos años con maestría y amor. la 28...
Sólo una vez hablé con el profesor autodidacta. Lo crea la gente o no me firmó los trece libros que había acumulado hasta entonces. De una sola vez y sin perder la sonrisa. Su simpatía me desbordó, a pesar de su fama de hombre afable y cercano. Sus pirámides y palmeras de tinta aún adornan mis orgullosos libros… El número fatídico marcó quizá que aquélla fuese la única, y por tanto la última vez que pude decirle, por ejemplo, que uno de mis libros favoritos era Terenci del Nilo. Obsesiones en su obra, creo que podría destacar tres: la Belleza, el Tiempo, la Soledad. Él ha hecho de su Tiempo, y del Tiempo de los que hemos tenido la suerte de leerle, un reducto de Belleza en Soledad acompañada.
Sus obras –creo poder afirmar sin miedo a equivocarme demasiadopodrían reagruparse en cuatro grandes grupos: Egipto, farsas sobre la “Modernidad”, obras sobre la soledad y ensayos de Cine.
En algunos casos confluirían pues, como ya hemos señalado, la soledad era uno de sus Leitmotivs. La riqueza de su verbo todo lo envolvía, todo lo retorcía como en una gran columna salomónica que ascendía hacia un final a veces imprevisto, a veces avisado –y anunciado con grandes trompetas de todos los metales- hasta la saciedad propia de un romanticismo tardío y apasionado. Es más, esas columnas estaban bien cargadas de hojas y uvas propias de un Baco travieso y de un Pan listísimo o a la inversa. Todo era exceso: la multitud de recursos literarios se organizaban de formas variadas pero siempre daban lugar a retablos muy recargados. Eran continuamente y sin descanso obras barrocas donde se reconocía su estilo colorista y hermoso, aunque fuese para describir momentos negros y abismales.
Te echaré de menos. Ya te estoy echando de menos. Naciste en Alejandría, como gustabas decir y ahora han sido vertidas tus cenizas en el Nilo. Ni siquiera el consuelo de tu túmulo me quedará. A cambio mi biblioteca te mantendrá siempre vivo, como el primero de todos. Como la divinidad más brillante del Olimpo Humano Literario. Y es que Dios sería la hostia. Pero yo también.* Sí, Terenci, y ya siempre lo serás.
* El peso de la paja. El cine de los sábados.
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Y si un día se te clava la lluvia... [ Carol Blenk ]
Y si un día se te clava la lluvia en las pestañas, tan sólo has de marcar mi número, jamás apago el móvil Al final nunca lo supe, Soy menos fuerte de lo que me hicieron creer. Si algún día no quieres volver a hablar, Yo me encargaré de grabar tus sílabas En una libreta semi gastada.
Me ofrezco como azafata en viajes al extranjero, No lo dudes, en mi currículum no hay un sólo dato real. Y si el avión se estrella sobre el mar Seré la segunda en morir ahogada Porque el piloto tampoco sabía nadar. Mentalmente hago malabarismos Con las emes, las eles, las eses y las jotas, Para no perder las maletas, Para que no se me enreden los cordones Cuando te miro a hurtadillas.
Siempre me encantaron las frases imposibles: "La mañana de mi muerte", "El hermano de su hijo único", "Te olvidaré algún día". Me pongo otro vodka y me voy a dormir. Hay mucho que repensar.
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Predeterminación [ Lucas Rodríguez ]
http://elkoalapuesto.blogspot.com
La mayoría de seres humanos resultan maleables por naturaleza, una tabula rasa que al ser agitada se borra y de nuevo se puede volver a pintar con garabatos absurdos desordenados. No es capaz de defenderse por tanto de esta abrasiva realidad mediocre que nos da forma nos clasifica y deteriora al gusto de unos pocos. El ser humano es reflejo en caverna sombra de lo que debería haber sido hermoso y cruel animal libre como sólo una hoja seca ante su propia caída puede llegar a ser. Sin embargo cuando se siente alcanzado en el desequilibrio sabe como el felino desprenderse de alguna de sus vidas de sobra y comenzar de nuevo.
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Ningún día es bueno... [ Jazmina Caballero ]
Ningún día es bueno para cavar la fosa y enterrarnos; ningún día brillante es bueno para morir. Déjame vivir, aunque arranque como loca tus ojos clavados, tu recuerdo de lepra.
Deja que viva un poco más. Calienta el puñal, afílalo; mientras tanto deja que me engañe, que cree en las almohadas; deja que anochezca, deja que me enrede entre los muertos y comparta sus primaveras.
Ningún día es bueno para cavar la fosa y enterrarme. Solo pido: déjame vivir; ya me acostumbré a caminar, a doblar las sábanas, a dibujar tus cejas.
Mientras tanto asesta el puñal, prepárate, busca el mejor ángulo, la mejor daga. Enrédate tú también en mi inocencia. Mi asesino, mátame, juega con mi sangre, escúpeme; di una oración por mi cuerpo, di que era necesario.
Mátame a medianoche de un domingo, cuando esté vestida de lila, cuando te dé la señal. la 32...
Portada y contraportada para la revista "bla, blArt" número 0 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Willem Heskes Interpretación (acuarela) del THE SOLOMON GUGGENHEIM MUSEUM. Estampada en tonos continuos. > págs. 33 y 48
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 13 Original de la alumna de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Mª Sáenz Ladrero Variaciones sobre un tema, estampados en Técnica Mixta (serigrafía, tipografía y aplicación directa). > págs. 35 y 36
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 14 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Cristina Larios Serigrafía (2 tintas) por Cristina Larios y Alfredo Gil Larrinaga. > pág. 37 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 15 Monotipo original de Kikis Álamo "Collas integrado, golfrado en húmedo". Papel hecho a mano. Soporte: algodón 100%. Color: lino 100%. Realizado en los talleres de Paperki en Fuenterrabía. > pág. 38 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 14 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Beatriz Aparicio Técnica mixta (serigrafía, cosido y chorro de tinta). Serigrafía (2 tintas) por Alfredo Gil Larrinaga. > pág. 39 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 11 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Lander Telletxea Variaciones sobre un tema. > pág. 40
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 15 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas
Artes, Raúl Piñeiro "Interpretación gráfica fotografía con escena en la playa". Serigrafía y huella en seco con taco de madera. Serigrafía (1 tinta) estampada por Marlene Nubla Huella en seco estampada en prensa tipográfica por Alfredo Gil Larrinaga y Asier Santos Pérez. > pág. 41 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 6 Originales de los alumnos de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Patricia Izarra y Javier Royo 4 ediciones "Animal Life", estampadas en serigrafía (4 y 5 tintas) por Agustín Ardanaz. > pág. 42 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 9 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Íñigo Ansola Serigrafía (4 tintas) por Agustín Ardanaz. > pág. 43
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 10 Original de la alumna de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Usoa Fullaondo Serigrafía (7 tintas) por Alfredo Gil Larrinaga. > pág. 44 :: Encarte para la revista "bla, blArt" número 12 Original del alumno de la UPV, Facultad de Bellas Artes, Mª Eugenia Talavera Arévalo Técnica mixta (serigrafía y collage). Serigrafía por Jose Mª Sánchez. > pág. 45
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 16 Dibujo y composición gráfica: Carlos Hernández Serigrafía (3 intas) por Taller Asprogrades, Granada. > pág. 46
:: Encarte para la revista "bla, blArt" número 16 Dibujos y composición gráfica: Adrián Gómez, Carlos Hernández, Mª Rosa Marruecos, Juan E. Martínez, Paco Yañez, Inma Rodríguez, M. Angustias Hidalgo. Serigrafía (3 tintas) por Taller Asprogrades, Granada. > pág. 47
El número 0 de bla blArt vio la luz en 1992. Desde entonces hasta ahora bla blArt está formado cada año por un grupo distinto de alumnos comprometidos con el proyecto, dirigidos por el creador de la publicación, el profesor José María Sánchez Cuesta. Reproducimos aquí el editorial del n. 1 de bla blArt:
bla, blArt os propone una revista de arte en su sentido más general, con cabida para todas las expresiones del mismo, y desde todos los puntos de vista: temas, que, intentaremos, sean de vuestro interés. Obtendréis información de lo más actual y cercano. Pretendemos aglutinar diferentes ideas y tendencias dentro de una sola publicación de manera que tú analices y saques tus propias conclusiones. Es por tanto un foro abierto del pensamiento y la reflexión; cultura y entretenimiento, ¿por qué no? bla, blArt se renueva al ritmo y evolución del arte y de los acontecimientos que lo rodean. También nosotros: la redacción dejamos paso a nuevas promociones con enfoques diferentes que enriquezcan con el tiempo esta publicación. bla, blArt se compromete, se atreve, se moja; mediante una política editorial sin censura, de ideas ni de estilos, publicamos todas las opiniones: te escuchamos, queremos saber qué opinas tú también. Esta publicación no tiene ningún afán de lucro, tan solo transmitir ideas y libertad de pensamiento porque verdades no hay una sino muchas y tú debes estar informado de todas ellas. Si te interesa nuestro proyecto no dudes de que pondremos todo nuestro empeño y buen hacer para satisfacer tu curiosidad.
Lápices para la paz cumple un año [ Teresa López y Alicia Mora ]
:: Blog: Lápices para la paz :: http://mm-cuadernodebitacora.blogspot.com/
1 de noviembre de 2007. Hoy Lápices para la paz cumple exactamente un año. El objetivo principal cuando nació esta bitácora fue el conocimiento y la difusión de esta iniciativa educativa y fue pensado y elaborado por personas individuales, sin ser un enorme proyecto presupuestado por ningún organismo.
Quisimos plasmar en primera persona cómo es la realidad de esos niños que viven o que han vivido situaciones tan difíciles para un menor como es un conflicto armado. El blog iba a ser básicamente una bitácora de viaje, real y visionada desde la perspectiva de nuestros ojos y sobretodo testimonial porque narraríamos simplemente lo que el menor y su entorno estaban viviendo en su realidad, en su día a día. Este año transcurrido ha estado cargado de sueños e ilusiones cumplidas que nos llevaron a todo el Territorio Palestino y una vez allí contemplamos en primera persona lo que estaba sucediendo en ese rincón del mundo y descubrimos cómo los niños son niños en cualquier parte del planeta y como sus universales sonrisas nos acogieron con una enorme solidaridad porque nos aceptaron como extranjeras que éramos.
Lápices para la paz descubrió mujeres valientes, grandes educadoras y luchadoras por la independencia de su género y que nunca saldrán en esos enormes medios de comunicación y sus increíbles historias se difuminarán a través del tiempo sin ser jamás escuchadas. Ancianas con dolor y dignidad en sus rostros. Su hospitalidad nos rompió el corazón. Niños con zapatos con más talla que su pie jugando sin percatase del frío y la constante vigilancia de los militares israelíes. Pude ver cómo nos apuntaban con sus ametralladoras sin que ningún músculo de su rostro hiciera algún movimiento.
Vi el pavor de un niño que creía que yo era israelita.
Llevamos Lápices allí y dejaron una brisa de esperanza en todos los colegios y campos de refugiados que visitamos. Fue poco, sólo unos cuantos colores que paliarán quizás un año escolar, pero sobretodo, las excepcionales personas que conocimos. Se dieron cuenta que aunque el mundo es inmenso hay personas que se acuerdan de su pueblo y el concepto de ayuda y solidaridad entre personas individuales, como ha sido a través de la historia, sigue presente hoy en día. Y ccmo Lápices para la paz sigue estando vivo, hemos decidido visitar los campamentos Saharauis el próximo mes de marzo del año que viene. No nos olvidaremos del Kurdistán iraquí, que como sabéis se está retrasando porque de nuevo siguen bombardeando ese país, tan castigado y tan lleno de sufrimiento que sólo ver las noticias que vienen de allí entristecen a cualquiera, pero no nos olvidaremos del pueblo kurdo.
A. Mora
Seguiremos trabajando recaudando fondos porque estamos seguras que cuando pase la tempestad los niños y niñas necesitarán aún más si cabe material escolar para poder seguir pintando PAZ. Lápices para la Paz tiene una cuenta bancaria, es a nombre de la ONG Infancia Solidaria, donde podéis ingresar, mediante transferencia o ingreso en efectivo, una donación: La Caixa 2100.4179.93.2200045563 Poned en concepto: Kurdistán "lápices para la paz" (esto es muy importante cuando realicéis el ingreso). Porque otro mundo si que es posible.
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El sonido del martillo [ Alicia Mora ]
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Giros y más giros por calles repletas de gente, bicicletas, mujeres con bebés a las espaldas, tiendas de alfombras, madera, plata, perfumes, Kohl, telas. Puestos de dulces con miel, almendras, pistachos. Ciruelas secas, dátiles, incienso, infusiones, remedios caseros con especias y productos de lo más curioso: huevos de camaleón, lagartos y plantas secas, una de ellas con un cartelito donde se lee: “viagra”.
Mi guía ocasional, Jousef, me dice que le siga. Observo que se tapa con un pañuelo la boca y en su mejilla tiene un prominente flemón. Le pregunto si está bien y me dice que no es nada que acaban de quitarle una muela infectada en uno de los dentistas de la ciudad, por cierto nada barato. A. Mora De repente se para y me detiene, veo que se aproxima una nube de polvo ocre, espesa y a modo de protección se interpone de espaldas y me dice que me gire. Desde luego, un gran guía y si al principio desconfiaba de él, ya no tenía ninguna duda de su compañía. Íbamos acercándonos al zoco de los tintoreros que mezclan los colores de mil maneras para conseguir los morados los rojos más intensos y los amarillos más brillantes. Mientras andábamos me tropecé con un artesano de la lana. Se detuvo y posó muy amablemente para la foto y el azul de su carga parecía irreal con el contraste del típico rojo de Marrakech. Jousef quería enseñarme una estupenda vista de la ciudad. En la zona de los tintoreros, en lo alto de una tienda de un amigo suyo que mezclaba los colores. Pero antes, teníamos que atravesar la zona de los trabajadores de la forja.
Entonces fue cuando lo oí. Unos incesantes golpes de martillo. Aleatorios, sin ritmo.Fue cuando contemplé una calle repleta de niños, uno al lado del otro, de apenas 11 años. Todos sentados, con las cabela 52...
zas agachadas, golpeando una y otra vez los hierros para conseguir la forma deseada.
Descalzos, llenos de suciedad, con ropa repleta de sudor, sentados de cualquier manera, dedicados exclusivamente al increíble manejo de un martillo, no muy grande, hecho a medida para sus pequeñas manos. Organizaciones como Human Rights Watch y Domestic Child denunciaron la existencia de esclavitud en cientos de niños marroquíes. En sus informes podemos leer que hay 600.000 menores, entre siete y catorce años, trabajando en la más absoluta ilegalidad y bajo la mirada indiferente y cómplice del Gobierno. Si se añaden los que aún no han cumplido los siete y los que están en la franja entre 14 y 18, la cifra se duplica… esto en el reino de Mohamed VI.
Jousef me dijo que siguiera, que no me parase para ver a esos niños. No es una zona turística, ni tiene colores bonitos, ni olores agradables.
A. Mora
Más bien, todas las agradables sensaciones que venia recogiendo, una por una, se esfumaron..
Un niño me enseñaba el manejo del martillo, lo tiraba hacia arriba y dando piruetas en el aire, aterriza en su mano, como un hábil prestidigitador, sonriendo orgulloso. Jousef me señala al cielo... Observo telas meciéndose en el aire.
Pero ya no puedo ver esos colores, pues se mezclan con los incesantes sonidos de los martillos.
Son esos niños que golpearán al hierro durante horas, días, semanas. Digo a Jousef que me voy. Él me mira confundido, y al alejarme, ese sonido me sigue, me ronda y me gustaría tanto encerrarlo y llevárselo algún gobernante para que no le deje dormir por las noches, recordándole que existe infancias robadas, tremendamente tristes y que él mismo podría haber sido uno de ellos.
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Y Adis rompió a llorar [ Alicia Mora ]
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El 29 de noviembre se celebró en el Instituto Cervantes la presentación del libro Vidas minadas, diez años después de Gervasio Sánchez. Asistieron el filósofo José Antonio Marina, el juez Baltasar Garzón y la actriz Luisa Martín. Y los verdaderos protagonistas estuvieron allí: Sofia Elface de Mozambique, Camboya, Sokheurm Man El Salvador, Manuel Orellana y Bosnia-Herzegovina, Adis Smajic. Un día fueron menores heridos por minas antipersonales y ahora son adultos que después de diez años han recuperado sus vidas, no sin antes haber pasado un combate atroz por su propia supervivencia. Han tenido hijos, se han casado, tienen hermosos proyectos y siguen escribiendo el destino de sus vidas. Gervasio invitó a que cada uno contara su historia personal cuando la mina explosionó bajo sus pies. Son historias duras, hirientes, reales, pero todas tienen un poderoso sentido de esperanza y de superación personal.
Sokheurm Man. Fue herido por una mina el 10 de enero de 1996 cuando se dirigía al colegio. Nos contó que participa como activista en la campaña internacional para la erradicación de las minas y viaja a menudo al extranjero para participar en diferentes foros con víctimas de otros países.
Llegó el turno a Adis Smajic. Tiene 25 años y mide casi dos metros de altura. Adis se levanta, se dirige al estrado. Quiere contar su historia. De cómo una infame mina partió su vida en dos. Recordad ese 18 de marzo del 1996 que le produjo tremendas heridas en la cara y en diferentes partes de su cuerpo. Adis quiere contar cómo perdió su ojo izquierdo y sufrió la amputación de su brazo derecho. De cómo ha sufrido más de una treintena de intervenciones quirúrgicas para reconstruir su rostro. En definitiva contar su dolor a causa de ese asesino invisible que se esconde entre campos de cultivos, caminos que llevan a colegios y que
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cercenan una población civil herida profundamente por los eternos conflictos bélicos.
Pero Adis, de repente le tiembla la voz y apenas puede articular palabra. Adis rompe a llorar. El silencio no puede ser más doloroso. Por un instante, en ese mismo auditorio se instaló el horror de la guerra. Bosnia estuvo allí, Sierra Leona, Afganistán, Iraq. No podíamos escuchar el ruido de las explosiones, pero sí el llanto de Adis. La injusticia personificada en su testimonio nos estremeció y conmovió a todos. Su mano, única mano, intentó que ninguna lágrima acabara su recorrido por el rostro. Adis llora, como muchos de los que estábamos allí. Sentí la impotencia y la injusticia. Sentí que al igual que nos dice John Berger al principio del libro “Vidas Minadas” que el término victima no es el apropiado. Son más que victimas, estos hechos deberían ser un punto de inflexión, para no bajar la vista ante la perversidad que significa este tipo de armas. Un punto para seguir denunciando y exigir a nuestros gobiernos y a las empresas que las fabrican que paren con este terror. Adis Smajic, dos días después de su accidente en 1996 (arriba izquierda), y durante su proceso de recuperación entre 1996 y 2007, en las imágenes de la derecha. Gervasio Sánchez.
Adis es animado por nuestros aplausos. Pero no puede seguir hablando. Ya no era necesario, todo lo que quería expresar ya lo dijo. El dolor es universal, traspasa fronteras, no distingue edades, colores, razas, kilómetros. Su dolor en definitiva, era el nuestro. Después continuaron más voces, como la de Manuel Orellana. Relató la crudeza de su cotidianidad. El trabajo, el caminar, su día a día. Una vida muy dura. Pero gracias a su familia puede seguir adelante. Sofía Elface. Tenía once años cuando pisó una mina en noviembre de 1993. Sus piernas quedaron cercenadas en el lugar de la explosión.
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Ahora ella está estudiando para ir a la universidad y nos transmite su deseo de ser médica en un futuro.
La esperanza. El logro y superación humana ante la adversidad estaban allí. Están en cada instantánea de Vidas Minadas.
Gervasio Sánchez no le faltó críticas ante la desidia de muchos gobiernos y empresas armamentísticas, que con su hipocresía y doble moral financian proyectos humanitarios y por otra puerta venden armamento para exportarlo a países que están en constantes conflictos bélicos.
Sofía Elface con su bebé. Gervasio Sánchez.
“¿Dónde están los políticos? ¿Por qué no están presentes en estos tipos de actos?. Se han invitado y no ha venido nadie. ¿Sentirán vergüenza?”
Y al igual que él, todos nos cuestionamos la sinrazón de este comercio de muerte. De este mercado donde muchos tienen las manos manchadas de sangre mientras conducen descapotables. La voz de José Antonio Marina, filósofo, inundó todo la sala. “Somos todos permisivos, colaboradores por no levantar la voz y ser indiferentes…?”
Y eso es el tema. Las lágrimas de Adis, y de todas aquellas lágrimas vertidas por cientos, miles de víctimas deberían ser las nuestras. Sentirlas como propias y comenzar a movilizarnos por un mundo más justo.
La exposición Vidas Minadas, diez años después viajará a Barcelona, Valencia, Zaragoza, San Sebastián y Gerona, y también visitará la sede la Unesco en París coincidiendo con el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
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Explorando la blogosfera africana [ Elia Varela ]
:: Blog: Elia :: http://www.elia.ws
Ya hablé una vez de Afrigator (www.afrigator.com), un lector de contenido especializado en la temática africana que cuatro chicos surafricanos crearon en abril pasado. Pues bien, después de un período de pruebas de 6 meses, hace una semana lanzaron Afrigator en beta (www.beta.afrigator.com), una versión mejorada del sitio. Y no me voy a cansar de recomendarlo a todo el mundo, no sólo a la gente que le interesa África.
En Afrigator se puede encontrar contenido de todo tipo de 32 países distintos, proveniente sobretodo de los blogs que agregados. Sin embargo, también ofrece canales noticias, de vídeo y podcasts. Para mí el canal más interesante es, como no, el de los blogs ya que es donde se encuentras las historias más desconocidas de cada país. Y es que en los países con restricciones de libertad de expresión, que en África, mal me pese, poco o mucho lo son casi todos, los blogs representan la única fuente de información para muchas cosas que pasan. Aunque ya existía un agregador de blogs de Suráfrica, Amatomu (www.amatomu.com), y aunque Afrigator también viene de ese país (como casi toda la web 2.0 africana, tristemente), este es prácticamente el único agregador social que cubre todo el continente africano junto con Blog Africa (www.blogafrica.com). No estoy muy segura de los orígenes de Blog Africa, ya que normalmente no lo visito mucho por su falta de clasificación, pero hace poco leí que está en proceso de ser incorporado a Global Voices, que es una muy buena noticia. Y es que Global Voices (www.globalvoicesonline.org) es una fuente de lecturas blogueras de todo el mundo indispensable. Un extenso equipo de voluntarios hace cada día resúmenes periódicos de blogs casi todos los países del mundo (excepto Europa y Norteamérica), y cuenta con una muy buena sección dedicada al África Subsahariana. Recomiendo leer de vez en cuando sitios como éstos ya que dan a conocer muchas historias interesantes que jamás ven la luz en la prensa tradicional de Europa o Norteamérica, y porque le dan una voz concreta a un continente que en las mentes de muchos occidentales no es más que una masa amorfa y un concepto abstracto con el que se siente poca empatía más allá de las donaciones navideñas a la ONG de turno. El único aspecto negativo de Afrigator es que la mayoría de los blogs que recoge son en inglés, aunque hay también algunos en francés, swahili o alguna que otra lengua africana (y notables excepciones en español, como mamaetiopia.blogspot.com). En ese sentido es más llevadero consultar la versión en español de Global Voices (http://es.globalvoicesonline.org/), que traduce muchos de sus resúmenes de blogs del inglés.
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Sobre las imágenes y las representaciones del llamado “Tercer Mundo” [ David Martín Díaz ]
:: Blog: La otra agenda :: http://www.laotraagenda.com/
Para muchos, África comenzó a existir en los años 80, representada a través de las imágenes de las hambrunas en Etiopía. Eran las imágenes del hambre más absoluta, de la pobreza extrema y la muerte. A partir de ellas los medios y las organizaciones humanitarias construyeron un estereotipo válido para todo el continente africano y por extensión para el llamado “Tercer Mundo”.
Niños desnudos y completamente desnutridos, madres desesperadas con los pechos consumidos, ojos indefensos y anhelantes, médicos y cooperantes (blancos) curando o consolando a los "pobres negros desamparados". Es lo que hoy algunos llaman la “pornografía del desarrollo”. El fortísimo impacto emocional de estas imágenes generó un profundo sentimiento de culpa en los países ricos, inmediatas reacciones para ayudar y aportar dinero o recursos. Indudablemente, lo trágico y angustioso de esa representación contribuyó a salvar muchas vidas, pero también ha influido en “nuestra” concepción de los países o las personas empobrecidas, sus problemas, la forma de interpretar las posibles soluciones y la forma de relacionarnos con “ellos”.
Aún hoy es posible encontrar esta representación del “subdesarrollo” en campañas de captación de fondos, en la información en prensa o en TV y también en los esquemas mentales de muchos profesionales o voluntarios del tercer sector. Es cierto que esas imágenes tan horribles perduran, porque la realidad que representan sigue existiendo. Las imágenes muestran una realidad que existe y que se debe conocer. Sin embargo, surgen preguntas: -
¿Es adecuado/necesario incidir más en estos estereotipos? ¿Representan “toda” la realidad de la pobreza? ¿Dónde queda la dignidad de las personas que representamos? ¿Qué repercusiones tiene sobre ellas mismas? Recuerdo el caso de
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un periodista que fotografió, en una de las hambrunas que desolan ciertos lugares del mundo, a un hombre llorando en el hombro de su hija. Debido a esa imagen, este hombre fue repudiado por su propia comunidad por lo que allí se consideraba un signo de debilidad, hasta el punto que tuvo que marcharse. - Es más, ¿qué imagen proyecta esta visión de los países en desarrollo sobre ellos mismos? - Y otra, ¿es apropiado para las propias organizaciones no gubernamentales presentar sus fines, sus campañas o actividades recurriendo a estas representaciones?
Estas imágenes nos confunden a todos. Nos presentan a víctimas sin nombre, tratados como meros objetos de los mensajes, como un elemento más en la construcción de un anuncio cuyo objetivo es impactar, de un folleto que busca nuestra adhesión a una organización o una empresa, o de una noticia que quiere “informarnos” de lo que ocurre.
Esa imagen representa “toda” la realidad. Y en muchas ocasiones, la sustituye. Y así prevalece una idea simplificada, parcial, ¿interesada?, de lugares tan diversos como todo el continente africano.
Una dinámica en cualquier centro educativo de secundaria nos sorprendería. ¿Saben los adolescentes que hay coches, lavadoras, rascacielos, teléfonos móviles, antenas parabólicas o iPod en “África”? ¿Saben que hay millones de personas felices? ¿Saben cómo la gente supera las dificultades cuando les llegan? ¿Cómo se organizan Kinshasa de noche Foto de Elia Varela incluso las comunidades y pueblos más remotos gracias a su propia capacidad? ¿Se imaginan que cuando ocurre un desastre natural, la inmensa mayoría de las personas son salvadas o ayudadas por su familia y sus vecinos o por los servicios locales de emergencias? Quizás menos de un 1% es “salvado” gracias a al ayuda que llega de otros lugares del mundo. ¡Sorpresa! Incluso en los lugares más remotos, las personas se organizan por sí mismas. la 59...
Yo diría que el asunto es tan importante que es uno de los cimientos del sector de las ONG. No en vano lleva debatiéndose sobre esto desde hace años. Las implicaciones de ese debate darían para mucho ya que, en el trasfondo de la cuestión, está la propia razón de ser de estas organizaciones. ¿Cuál es su misión en el mundo? ¿Ayudarnos a entenderlo desde un punto de vista comprometido y solidario, como primer paso para transformarlo en un lugar mejor?, ¿contribuir a cambiar nuestras actitudes y comportamientos?, ¿aumentar nuestra voluntad de participar para cambiar la injusticia social?, ¿conseguir nuestro dinero o el de las empresas para financiar proyectos de cooperación o crisis humanitarias?... ¿Todo ello junto? Sobre el "Código de mensajes e imágenes a propósito del Tercer Mundo”
En los años 80, como resultado de la propia evolución del sector y de importantes debates internos, las propias organizaciones humanitarias, de derechos humanos y de desarrollo impulsaron la creación de un código de conducta sobre mensajes e imágenes del “Tercer Mundo”, que sigue vigente hoy, completado con diversas iniciativas más o menos globales. Según este código, de carácter voluntario, las ONG deben evitar: - mensajes o imágenes que generalizan o esconden la diversidad de las situaciones, ya sean catastróficas o idílicas - representaciones acusadoras orientadas a despertar la culpabilidad de quien las ve - imágenes o mensajes que subrayan la superioridad del Norte
También los fotógrafos y cámaras de TV se están replanteando sus prácticas a la hora de recoger sus imágenes: ¿por qué a un niño o niña español le tapamos el rostro cuando emitimos sus imágenes y no lo Cine en Macadi hacemos cuando el niño o niña es un refuFoto de Elia Varela giado sudanés? Más aún si las condiciones del segundo son absolutamente indignas. ¿Dónde queda el derecho a la intimidad de esa persona? la 60...
Algunos de los puntos más relevantes sobre las que se hace hincapié en el código son:
1. Presentar a las personas como seres humanos, preservando su identidad cultural y su dignidad. 2. Evitar imágenes miserables, patéticas o catastróficas. 3. Evitar la representación idílica o ingenua. 4. Poner de relieve la capacidad de las personas para hacerse cargo de sí mismas. 5. Utilizar los testimonios de las personas antes que las interpretaciones de terceros. 6. Contextualizar las imágenes y mensajes, mostrando las causas, obstáculos o consecuencias, internos o externos. Ayudar a comprender. 7. Evitar generalizaciones y estereotipos. Evitar discriminaciones de cualquier tipo. 8. Ofrecer una dimensión de interdepenencia, de corresponsabilidad en el desarrollo y en el sub-desarrollo 9. Contar con las personas retratadas para la elaboración de los mensajes. Ya sean individuales o colectivos. La información diaria habla del Tercer Mundo de forma a menudo demasiado parcial, representando a sus poblaciones como víctimas inmutables de su suerte. Conviene dejar atrás este fatalismo y aportar una información más próxima a la realidad y más completa, que permita una toma de conciencia del valor intrínseco de todas las civilizaciones, de los límites de nuestro propio sistema y de la necesidad de un desarrollo más universal, respetuoso con la justicia, la paz y el medio ambiente. Esto determina la tarea de las ONG, que deben ofrecer una información verídica, objetiva, que respeta no sólo el valor humano de las personas representadas, sino también la propia inteligencia del público al que se dirigen. CÓDIGO DE CONDUCTA sobre imágenes y mensajes a propósito del Tercer Mundo, 1989
¿No es el asunto es demasiado importante como para ser "voluntario"? Sobre la competencia entre las ONG y su misión en el mundo
Una de las claves del problema es la competición entre distintas agencias y organizaciones. Las distintas ONG compiten por un lugar en la tarta de posibles socios, donantes o colaboradores. Y, digámoslo claro, muchas de estas organizaciones salvan su cuenta de resultados “gracias” a los donativos procedentes de una emergencia producida en la 61...
algún lugar del mundo. Que nadie lea entre líneas: el dinero va donde debe ir. Me refiero a que toda organización tiene sus objetivos económicos, su memoria anual y sus indicadores. Y hay una carrera loca por crecer, por ingresar más que el año anterior, por posicionarse más alto. No hay ánimo de lucro, pero sí se comparte con las empresas el afán de crecimiento y liderazgo. También, cada vez más y desde hace tiempo, afortunadamente, comparten los modelos de gestión. Pero, ¿son mejores las ONG de desarrollo (ONGD) cuanto más grandes o más dinero mueven? ¿Cumplen mejor su objetivo?
Especialmente en momentos de emergencia, las organizaciones humanitarias y de desarrollo incrementan su presencia con campañas urgentes para conseguir dinero que pueda aliviar la situación de millones de personas. La situación apremia, se inicia la competición, hay que llegar pronto y llegar fuerte (al público). Y en este panorama, los mensajes impactantes son los más efectivos a corto plazo. Pero, cuidado, no todo vale por una buena causa. Todavía puede encontrarse a veces esa imagen obscena de la pobreza y la miseria humana en campañas de recaudación de fondos, aunque afortunadamente ha llovido mucho desde las acciones que hace años llenaban nuestros domingos de huchas y “negritos hambrientos”. Y se sigue hablando de “caridad”, “filantropía”, “beneficiarios”... Es vocabulario de hace un siglo.
Si nos centramos en las “víctimas” no nos centramos en personas con capacidades. Desde un punto de vista meramente de “beneficencia” las ONG perdurarían sin cambiar demasiado las cosas. No se trata de caridad, no se trata de ayudar a los necesitados sino de asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas, empresas, gobiernos, etc. No hay caridad posible con los derechos humanos, sino justicia.
Desde mi punto de vista, esta competición repercute en desvirtuar el propio papel de la ONG en el mundo, en ensanchar “nuestro” desconocimiento sobre la realidad del “subdesarrollo” y también en lo que algunos llaman el “altruismo egoísta”.
Las ONGD fracasan cuando no son capaces de explicarnos la realidad de los países y las personas empobrecidas, cuando no sirven para azuzar nuestro compromiso ciudadano por construir un mundo más justo y no nos orientan sobre cómo conseguirlo. En definitiva, cuando nos llevan a pensar que su único objetivo es sacarnos un poco de nuestro dinero.
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ENTREVISTA
Ronnie Lynn Paterson: Latidos de Jazz [ Arantza Díaz ]
* This interview is dedicated to Carrie Louise Hudson, a special and generous woman
Una coleccionista de frases hermosas. Un extranjero que se entrega ilusionado a la tierra que lo acoge. Un hombre sensible. Una mujer impulsiva.
Su pequeña historia pasaría inadvertida si no fuera por esas miradas que dicen mucho más que las palabras que intercambian. Dos extraños que aman la música y la literatura. Ella le regala un libro. Él le devuelve una sonrisa. No se buscan. La despedida es breve. Un apretón de manos y el anhelo de algo más.
El diecinueve de julio de 2007 ese anhelo me llevó a una de las sesiones del "Jazzterrace", que el Festival de Jazz de Vitoria organizaba en el Jardín de Falerina. Aquel norteamericano que venía a la librería donde trabajo a comprar el periódico, llevaba tatuada la ternura en su piel, en su voz, en su presencia. Su concierto nos fascinó a todos los que asistimos a él. Su corazón, con el que él confiesa que compone y toca sus piezas, conquistó a los afortunados que compartimos parte de su tiempo en esta ciudad norteña. Iguazú conoció un poquito más a Ronnie Lynn Patterson en la entrevista que reproducimos a continuación.
"La necesidad le empuja a uno a lo extraordinario" , Ray Loriga, Tokyo ya no nos quiere
Iguazú: Ronnie Lynn, has tenido que superar muchos obstáculos hasta publicar tu primer trabajo. ¿Crees que somos o podemos llegar
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a ser una parte importante de lo que deseamos? Ronnie Lynn Patterson: Sí, efectivamente, aunque sea una pregunta filosóficamente abordable y que merece un poco de reflexión. Nuestros deseos e intenciones son componentes de nuestra personalidad, aunque sea compleja pero real. El trabajo interior, y también el trabajo que lo acompaña son imprescindibles. Somos completamente capaces de llegar a ser la parte esencial de lo que deseamos.
¿De qué manera influyeron tus padres en tu formación musical? Yo soy un pianista autodidacta. Mis padres no son músicos. Había un piano en casa y mi madre lo tocaba pero no seriamente. Una manera en que influyeron mis padres fue simplemente por su presencia, por sus discos y también por sus conocimientos musicales. La sola manera en que me apoyaron, con los discos que me permitieron escuchar. Tuviste una formación musical reglada. Sí con la batería, no con el piano. Recibí muchos galardones, muchos premios de joven, cuando tenía catorce o quince años. En la Mississippi All State Symphony Orchestra recibí un primer premio. Fui batería hasta que empecé con el piano cuando tenía veinte años.
¿Qué te llevó al piano? ¿Por qué decidiste cambiar de instrumento? Escuchaba en mis oídos melodías que quería expresar desde hacía muchos años y me interesaba este instrumento sin haber tomado antes esa decisión. Necesitaba un cambio en mi vida. No quería decepcionar a mis padres porque al principio comencé con la batería y ellos hubieran querido que la continuara tocando. Se enfadaron conmigo y me echaron de casa. Me fui, me gané la vida, mientras practicaba con el piano. Es algo muy prosaico, no fue algo sorprendente que me fuera de casa. Empecé a tocar el piano a partir de aquel momento. El piano es el instrumento que me da y me ha dado todo lo que necesito en la vida, tanto musicalmente como en lo personal. La posibilidad de poder expresarme y el que me aporte un equilibrio en mi vida. Espíritu nómada
Tu profesión te ha llevado a medio mundo. Has vivido en Estados Unidos, en Canadá y en Europa. ¿Qué te llevó a
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Montreal? Quizás el frío. No, bueno, siempre quise irme de los Estados Unidos para volver a Europa. Creo que de hecho el haber vivido en España tuvo un papel importante en esa decisión. En Montreal me propusieron ir a tocar el piano durante nueve meses y además di mis primeros pasos en francés. Allí viví dos años y aprendí francés. Fue una experiencia muy bonita. ¿Qué encontraste en Washington ? En Washington viví en un barrio muy popular, muy cosmopolita, donde había gente de todas partes del mundo. Yo tuve mucha afición por los hispanos, por los cubanos en particular, porque ellos tocaban el son montuno. Fue una experiencia muy rica y positiva para mí. ¿Fue allí donde aprendiste castellano? No. De pequeño, entre los siete y los once años, pasé cuatro años en Madrid. Crecí un poco en Madrid. Mi padre trabajó en la base de Torrejón a finales de los años sesenta. Allí es donde aprendí castellano.
Y los cubanos de Washington te enseñaron su son montuno... En Washington D.C. mejoré mi castellano y aprendí los ritmos de Cuba: la plena, la bomba, el guaguancó, el son montuno ... Todos los ritmos que vienen auténticamente de Cuba, y aprendí además a bailar. Tengo muchos discos de músicos del Caribe que me gustan: Ray Barretto, Tony Pacheco, el Conde Rodríguez, Celia Cruz. En Mississippi el son montuno está presente. Ronnie Lynn Patterson: Sólo un poco presente. Durante tres años estuve en la formación de un percusionista cubano y aprendí muchos ritmos: chachachá, son, y muchos ritmos africanos que mezclaban con la música de otros países. Es una música maravillosa que me rejuvenece no sólo físicamente, sino mental y espiritualmente. Es una música que viene de muy lejos.
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¿Qué es el jazz para ti? El jazz es una expresión artística generosa y tolerante. Primeramente el jazz es mi vida y una manera de vivir. El jazz es una música que se alimenta de otras músicas, música africana, música vasca, música de todas partes del mundo sin excepciones.
¿Cómo te han marcado Keith Jarrett, Ornette Coleman, John Coltrane, a lo largo de tu trayectoria musical? Esas personas han sido muy importantes para mi porque me han dado un camino que seguir. Estos músicos no tenían miedo a nada. No tenían miedo a expresarse. Ornette Coleman y John Coltrane fueron atacados y agredidos por músicos y personas que no entendían sus músicas. Había otros músicos que soportaron las mismas experiencias, como Albert Ayler, Bud Powell, Thelonius Monk. Por la incomprensión llegó la violencia a estos músicos importantes, innovadores y sinceros en el arte musical. Estos hombres fueron músicos de la mayor importancia en el jazz y a pesar de todas las injusticias que conocieron, continuaron haciendo su música, expresándose tal y como ellos sentían, con sinceridad y creatividad. Y son ejemplos imprescindibles para mi de cómo hacer algo que me emocione, que me conmueva, que me proporcione placer. Se trata de no ceder ante nada ni ante nadie. Continuaron con su vida y su camino.
Y Keith Jarret tiene una importancia mayor para mí porque cuando daba conciertos tocaba con tanta generosidad... Era una persona completamente libre en el escenario. Cuando tocaba el piano no era nada más que lo que tenía en su corazón y tocaba con un sentimiento muy profundo, muy , muy profundo. Y este músico me ha marcado precisamente por eso.
¿Cómo conociste a Morton Feldman? Morton Feldman es un compositor americano que descubrí hace ocho
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años, que me ha enseñado la importancia del silencio, no sólo en la música sino también en la vida. El origen de su música es el silencio.. Hubo una etapa en mi vida en la que las músicas de Morton Feldman y de Rachamaninov me aportaron tanto... El jazz lo conozco. Esta música me ha aportado muchísimo y la practico todos los días. Las músicas de Morton Feldman y de Rachamaninov son muy fuertes y tenían algo muy triste pero lleno de amor. En ese período era lo que sentía. Sentía el amor a través de la tristeza. Había pasado momentos extremadamente difíciles. Perdí mis papeles, tenía hambre, estaba solo y era atacado en las calles, era injustamente tratado y perdí toda la confianza en mi mismo...Hice de todo para evitar lo que me había pasado. Decidí venir a Europa, afincarme aquí. No sabía en qué país. Al principio vine a Francia, y decidí quedarme aquí.
Tu música destila melancolía. Cuando escribes tus piezas, ¿lo haces con la cabeza o con el corazón? Siempre con el corazón. Mi corazón es sincero en todo. La música siempre se encuentra en el corazón; no está en la mente. Si no proviene del corazón no es música. La música debe ser la verdad de lo que somos. La sinceridad y la verdad vienen únicamente del corazón. La melancolía es un sentimiento lleno de amor, de tristeza, de la incertidumbre del futuro, de nuestra propia existencia.
The Gernika Suite
"The Gernika Suite" es tu segundo álbum, esta vez acompañado de Didier Lasserre. ¿Cómo surge este proyecto? Todo comenzó cuando conocí a Beñat Achiary, el director del Errobiko Jazz Festibala (Festival de Jazz de Errobi) de Itxaso, que es también un gran cantante. Me invitó al festival y allí conocí a Michel Etxecopar , flautista y multi-instrumentista maravilloso. Me trataron casi como a un rey. Recuerdo una vez en que me encontré solo en un comedor rodeado de gente que hablaba en euskera. Yo no entendía nada. Me gustó el sonido de esa lengua y también la manera en que ellos me trataron. Me conmovió de tal forma que estuve a punto de llorar porque hacía mucho tiempo que no conocía esto ... Tomamos pacharán, comimos bacalao... ¡esas cosas que amo tanto! Es algo que nunca olvidaré. He estado varias veces en festivales de jazz de Iparralde y todas me han acogido con gran humanidad. Ha sido una experiencia inolvidable.
En una de aquellas estancias un chico que se sentó a mi lado me preguntó si conocía la historia de Gernika. Yo sólo conocía la obra de Picasso, y el relato de este chico me conmovió profundamente. Recuerdo muy bien cómo las lágrimas se mezclaban con un sentimiento de rabia. Fue una de las razones por las que decidí aprender euskera. En The Gernika Suite Didier Lasserre y yo rendimos un homenaje a ese pueblo.
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Discografía :
* The Gernika Suite, (Amor Fati/Allumés du Jazz), 2006 (www.amorfati.com.fr) (www.allumesdujazz.com) * Mississippi (Night Bird Music), 2003 (www.nightbirdmusic.fr) "Mississippi" te atrapa. Te devuelve al tren del pasado. Sus notas te hablan de anhelos, de la tristeza que pulsa el contrabajo, de la ale gría contagiosa de la percusión. La esperanza te espera al bajar al andén. Tu retina aún conserva el latido del piano. - Morton Feldman, Palais de Mari/Piano (Nocturne), 2001 - Aldo Romano, Corner (Label Bleu/Harmonia Mundi), 1998
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Persépolis
[ Reseña por Alicia Mora ]
Me adentro en el universo en blanco y negro de Persépolis. Nació como cómic y ahora se hace realidad en una película inteligente y conmovedora donde se entremezcla la inocencia, el amor, la lucha y la guerra de una niña que nació y se crió en Irán. Persépolis es la historia autobiográfica de la iraní Marjane Satrapi, de cómo creció en un régimen fundamentalista islámico que la acabaría llevando a abandonar su país.
Marjane se pinta así misma, desde la temprana edad de seis años. Contemplamos a una niña valiente, que dicta sus propias leyes, revolucionaria y seguidora acérrima de los Iron Maiden.
El cómic empieza a partir del año 1979 acercándonos a la realidad de su pueblo, sobretodo de una forma sencilla y dura a la vez, la memoria histórica de Irán desde la tiranía del Shaa, hasta la victoria de Jomeini. Vivimos con ella los tremendos cambios sociales, la prohibición de las libertades individuales, la represión, el estallido de la guerra Irán-Iraq y sobretodo la imposición del velo a la mujer, en una sociedad donde estaban tan avanzados como cualquier ciudad de Europa en aquellos años.
Además de introducirnos en el terror que supone las guerras y las dictaduras, nos narra cómo un país entero se desintegra y vuelve hacia atrás, en la independencia de pensamiento y en los derechos humanos.
Persépolis nos cuenta de una forma directa, sobre el choque de civilizaciones y descubrimos que no somos tan diferentes los unos de los otros. Porque todos sentimos, amamos, y deseamos la libertad y la prosperidad aunque a veces los poderes e intereses de los gobernantes y los poderosos hacen que éstos se antepongan antes del bienestar del pueblo, creando estados de terror y de conflictos armados que no llegan nunca a su fin. la 70...
La niña Marji es una pequeña inteligente y llena de vida, además pone los ojos como platos cuando le hablan de comunismo y revolución.
Tierna y emocionante, Persépolis es además un trabajo testimonial y un precioso homenaje a la familia de la autora, que pereció por ideas políticas y por la libertad de su pueblo. Su abuela cobra gran protagonismo en la historia. Ella le enseñó a no doblegarse jamás ante la maldad y la crueldad de los totalitarismos.
El 27 de junio de 2007 se estrenó en Francia la película y fue codirigida y coescrita entre la propia Satrapi y Vincent Paronnaud. Persépolis fue presentada dentro de la selección oficial del festival de Cannes (algo que no ha sentado bien a las autoridades iraníes). Persépolis fue el primer cómic iraní de la historia y ahora la película está consiguiendo que la gente conozca la historia de Irán de forma sobrecogedora y reveladora.
De una cultura que muchos intentan criminalizar y sobretodo, desinformar, pero es todo un símbolo de tolerancia y libertad. "Buscando la felicidad, olvidamos que no éramos libres" Marjane Satrapi.
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La vida privada de los árboles y Bonsai, dos novelas de Alejandro Zambra [ Reseña por Raúl Muñoz ]
El segundo trabajo narrativo del Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975), La vida privada de los árboles, es un pequeño recetario de emociones donde el ejercicio narrativo parece aglutinar toda la riqueza del libro en detrimento de la propia historia en sí, un marco donde los personajes parecen jugar a la descomposición de sus propias vidas -siempre conscientes de ello- con la intención de reconstruirlas de nuevo en post de un futuro que asoma por la esquina.
Desde la primera página - el libro apenas tiene cien- nos encontramos con una historia de amor, otra historia de amor, aunque en esta ocasión el propio escritor se encarga de darnos su visión de este concepto en boca de Julián, el personaje de la obra; Es un historia de amor, nada demasiado particular: dos personas construyen, con voluntad e inocencia, un mundo paralelo que, naturalmente, muy pronto se viene abajo. Es la historia de un amor mediocre, juvenil, en la que reconoce a su clase: departamentos estrechos, verdades a medias, automáticas frases de amor, cobardías, fanatismos, ilusiones perdidas y luego recuperadas - los bruscos cambios de destino de quienes suben y bajan y no se van y no se quedan . Palabras veloces, que anticipan una revelación que no llega.
Pero aquí hay mucho más, porque no hay amor sin angustia, futuro sin un milimétrico cuestionamiento de las agujas del reloj, felicidad sin desdicha... y eso parecen saberlo muy bien cuantos transitan por el plano gris de una ciudad que podría ser Santiago de Chile por llamarla de alguna manera, seres que una vez fueron niños y ahora lo siguen siendo, pero sin ser conscientes de ello, donde el ejercicio de esperar se convierte en incógnita, la soledad se convierte en dilema y la vulnerabilidad en letanía, donde una niña llamada Daniela duda si su padrastro no es realmente su padre y su verdadero padre un impostor, donde Julián - el padrastro - duda si
escribe para ser escritor, o es un escritor que se resigna a escribir más mientras sigue esperando a Verónica - la madre de Daniela que se fue y no ha regresado aún, y no sabe si volverá.
Estamos ante un tendedero donde los paños que cuelgan conforman la síntesis de cómo se comporta la gente cuando espera algo de la vida, tratado eso sí, con una delicadeza extrema que convierte lo aparentemente cotidiano en una memoria de supervivencia, una obra que uno no sabe muy bien si considerarla como la segunda parte de Bonsái - 2006 - la ópera prima con la que el escritor chileno desembarcó en nuestro país con excelente acogida, dado los parentescos que guardan entre sí, aunque una vez cotejadas se pueda apreciar la voluntad del autor por narrar la contrahistoria de la segunda sobre la primera, tal vez motivado por el juego de crear confusión con constanImagen encontrada en tes asociaciones y disecciohttp://www.lanzallamas.com nes, con un tuyo y/o mío o por qué no, un todo o nada, otra historia de amor eterno que duró poco tiempo, y que empezaba así: Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura.
Quién haya tenido en sus manos Bonsái se alegrará de la nueva propuesta con la que el joven Alejandro Zambra parece decidido a dotar de sentido las largas noches en vela, y a quien no lo haya hecho, no me cabe más que darle ánimos a perder una tarde cualquiera entre las páginas de estas dos novelas, casi novelas o cuentos largos, o lo que sean... en el fondo eso es lo de menos.
¿Qué compraría Jesús? [ Elia Varela ]
El viernes pasado tuve la suerte de asistir a la sesión inaugural del Festival de Documentales de San Francisco en el cine Roxie con la proyección de la película What would Jesus buy? (¿Qué compraría Jesús?). Del mismo productor que la famosa Supersize me sobre la comida basura en Estados Unidos (y que fue nominada al Oscar hace un par de años), ¿Qué compraría Jesús? habla de otro de los grandes vicios de América: el consumismo desaforado.
La película sigue a un personaje llamado Reverendo Billy y su troupe, que se hacen llamar la Iglesia del No Comprar, en su cruzada por todos los Estados Unidos durante las semanas previas a la Navidad para convencer a la gente de que deje de comprar como si se acabara el mundo ya que si algo va a provocar el apocalipsis, van a ser justamente las compras (lo llaman el Shopocalypse). Copiando la metodología de los telepredicadores, el reverendo Billy suelta montones de arengas la mar de entretenidas en las calles y centros comerciales de todo el país, acompañadas de canciones de gospel de su coro anti-consumo de letras hilarantes (adaptaciones de villancicos que instan a no comprar, por ejemplo). Sus víctimas favoritas son las grandes cadenas comerciales que han desplazado o matado al pequeño comercio y que usan prácticas laborales explotadores, tales como Starbucks (que también ha empezado a invadir España), Staples o Wal-Mart (la cual fue objeto en su día de otro documental muy recomendable, Wal-Mart, el alto coste de un bajo precio). También atacan a símbolos del consumismo navideño como Disney, en cuyo parque temático de Los Ángeles pasan la víspera de Navidad de la película.
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La Iglesia del No Comprar intenta alertar a la gente de la comercialización de la Navidad y del creciente materialismo en las relaciones familiares y sentimentales, y los efectos culturales y económicos que el consumismo excesivo y la invasión de las grandes superficies ha provocado en la sociedad americana. Uno de los economistas que aparecen hablando en la película dice que a causa de la multiplicación de grandes superficies la vida de barrio ha muerto en Estados Unidos. La mayoría de las ciudades del país ni siquiera tienen aceras para caminar por la calle, sino únicamente zonas residenciales y zonas comerciales, y de una en otra se va en coche. Un momento particularmente terrorífico que ilustra este cambio en las ciudades y los hábitos de la gente es cuando visitan el Mall of America en Minnesota (algo así como el Centro Comercial de América), que es el mayor centro comercial del mundo de Estados Unidos con unos 8km de tiendas una tras de otra (evidentemente, al poco rato los echan de allí).
Aunque su mensaje del reverendo Billy y su Iglesia del No Comprar es bien serio, desgraciadamente no parece que nadie les tome demasiado en serio, y menos durante la época pre-navideña en la cual la gente pierde la cabeza por comprar, comprar y comprar (creyéndose consumidores son consumidos ellos mismos por la Navidad, como dice el reverendo en la película). ¿Entra mejor su mensaje con la risa, o son sus sermones y actuaciones demasiado teatrales y cómicas para tener un impacto verdadero en la gente? En todo caso, la película no sólo es entretenida sino que también invita a la reflexión y a dejar atrás las malas costumbres. Altamente recomendable.
Nota cotilla: en la proyección no sólo asistió el reverendo Billy en persona (Bill Talen en la vida real) con su mujer Savitri, sino también la cantante y activista Joan Baez, que se hizo famosa en los años 60 por sus canciones y acciones políticas, la cual habló de cómo en su familia no se compra nada en Navidad sino que regalan objetos hechos por cada uno.
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Una charla con Julia Otxoa [ Amaya Mendizábal ]
Nada mejor que empezar leyendo los versos de una poeta para asomarnos un poco a su mundo, sus opiniones y referencias personales. Julia Otxoa habla con pasión y aporta datos, nombres de autores/as, alude a ideas, movimientos literarios, habla del entorno social, de la naturaleza, de la vida, de arte, de libros… Nos reunimos un mediodía de una fecha señalada, el 14 de abril, porque no hay casualidad sin intención. Silencio para leer, incertidumbre para escribir
Julia defiende la capacidad de la literatura para incidir en el tiempo al que pertenece, cita como referencia a Albert Camus, el filósofo de la ética, y cómo su obra -en plena postguerra europea tras la segunda guerra mundial- defiende una actitud ética ante la vida, un posicionamiento vital y literario: “el arte debe trascender”.
A Julia le gusta incidir en la importancia del tiempo, leer con calma, releer, reflexionar sobre lo que lee en estos tiempos en los que impera la inmediatez, la prisa, es defensora del silencio frente a la palabra rápida, a menudo irreflexiva, sin profundizar, que impera en nuestros días.
Le gusta leer la obra de aquellos autores a quienes les tocó vivir “tiempos inciertos”, puesto que en los límites, en la frontera, las situaciones contradictorias, difíciles, hacen plantearse otras preguntas y en consecuencia, liberan nuevas respuestas y nuevas formas de traducción en la lectura del mundo. "Dentro de esta incertidumbre encuentro que actualmente la inquietud como motor en la investigación literaria es más frecuente en las escritoras que en los escritores”.
Esta circunstancia sin duda es fruto de muchos siglos de silenciamiento, ya que han tenido que vivir frecuentemente en medio de la dificultad, la censura y por lo tanto esa circunstancia de sometimiento ha dado lugar a un estallido en la creación y en el mundo del pensamiento de un modo muy vigoroso. Julia es gran conocedora de la vida y obra de mujeres importantes en la historia del pensamiento. Sin embargo no cree en la literatura de mujeres como tal concepto: "Sí creo en la igualdad de todos los seres humanos, en la literatura de calidad independiente del sexo de su autor. Sin embargo conside-
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ro necesario en la actualidad reivindicar un lugar de igualdad para las escritoras en la historia de la literatura contemporánea". La persona frente a su entorno
La persona debe vivir su tiempo y su entorno, la Naturaleza. Julia habla con detenimiento de los matices del día, del árbol que crece, de las mareas, del clima. Todo está vinculado a nuestro tiempo, sea este físico o espiritual, público o privado. “Taxus Baccata, es el nombre de uno de mis poemarios, su título es el nombre botánico del Tejo, lo elegí para el libro porque el concepto de lentitud me parece de suma importancia como premisa de mirada pormenorizada sobre las cosas, y el tejo es un árbol de crecimiento muy lento”. “Al llegar el invierno me gusta contemplar ese desfile de jardineros desarmados cruzando la ciudad, llevando sobre sus hombros en lugar de fusiles árboles dormidos”. (Julia Otxoa - La Nieve en los Manzanos, 2000)
En general vivimos en el desconocimiento del mundo que nos rodea, apenas nos fijamos en sus detalles, no nos detenemos a mirar, a reflexionar sobre nuestro entorno directo. “La constante interrogación del desarraigo, del extrañamiento del ser en el mundo. Sólo después de la fiebre y el dolor de las preguntas sin respuesta se puede hallar la serenidad en el total desvalimiento. Desde la humildad de la ignorancia, el misterio del ser se convierte entonces en cobijo.” (Taxus Baccata)
Sobre su "disciplina" literaria Julia nos cuenta: "no tengo horarios ni métodos inflexibles, si un día o dos no puedo escribir, no importa, lo hago al día siguiente, eso sí, me gusta escribir por las tardes. Pero la formación se da las veinticuatro horas, la lectura, la observación, el tomar notas... Escribo para entender, tanto a mí misma como cuanto me rodea. Para expresar mediante la traducción simbólica el enigma que para mí representa el mundo” Sus escritores/as imprescindibles
Julia cita, nombres, obras, libros con el conocimiento de una ávida lectora, de una escritora que se interesa por todas las disciplinas de la actividad humana, con la frescura de una persona curiosa. "Hay muchos, muchas, afirma Julia- y va recordando a, Kafka,Italo Calvino, Emily Dickinson, Maria
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Zambrano... También Chantal Maillard, Poeta y filósofa experta en el pensamiento oriental".
Nos hace una pequeña lista: Menchu Gutierrez: “Disección de una tormenta” (Siruela) o “El ojo de Newton” (Pretextos), con una prosa poética que me gusta enormemente; Clarence Línspector; Eli Tolaretxipi; Estrella de Diego; Noni Benegas; Jesús Munárriz; Anna Seghers... Mujeres que cuentan
"Los encuentros de escritoras han conseguido que nos agrupemos y nos unamos y podamos defender la presencia de las escritoras en el mundo literario. Por ejemplo, la ministra de Cultura Carmen Calvo se comprometió a que las escritoras formen parte también de los jurados de los premios nacionales de literatura etc. Se organizan muchos concursos pero la mujer sufre todavía discriminación a causa de la misoginia reinante, en algunos ámbitos culturales todavía se sigue vetando su presencia. Superar esta situación injusta es un avance real, un paso mas en el camino hacia la igualdad. Por todo ello es necesario que existan congresos, encuentros, como el Encuentro de Mujeres Poetas, que organiza Angela Serna". Julia no se cansa de hablar con admiración de María Zambrano, una de sus lecturas imprescindibles: "un ejemplo de la situación injusta que mencionaba antes es el caso de la filosofa María Zambrano, que ha tardado mucho en haber visto reconocida su obra, a pesar de su indiscutible valor." "Mis libros para niños/as están escritos en clave surrealista y en un tono alegre. Guardan mensajes ecologistas, solidarios, como el resto de mi obra", apunta Julia.
Habla con preocupación de la importancia de la educación, del fomento a la lectura y de un eficaz proyecto –en el que participó junto con Ricardo Ugartede Ikertze, promovido por Zuriñe Andrade para hacer llegar a los más pequeños contenidos reales sobre los derechos humanos, completando los contenidos, a veces escasos, de información en las escuelas. La literatura es un arma para la educación y la concienciación, para la ética. la 78...
* La fantasía es el monstruo que me da más miedo
Literatura infantil
Quiénes somos
Iguazú. Revista Artesanal de Literatura y Cultura. Dirección: Nuria Rita Sebastián. Secretario de redacción: Abel E. Cantero. Maquetación, diseño y corrección de textos: Nuria R. Sebastián. Colaboración de diseño: Cristina Mas. Portada: Daniel Zerbst. Portadillas (pgs. 49 y 63): Vanesa Casanova. Este número: Guillermo Arróniz, Emilio Barco, Carol Blenk, Jazmina Caballero, Arantza Díaz, Luis García Angulo, Anna García Garay, Adolfo Marchena, David Martín Díaz, Amaya Mendizábal, Alicia Mora, Raúl Muñoz, Namaga, Sonia R. Fides, Lucas Rodríguez, Nuria Rita Sebastián, Ana Toledano, Mara Torres, Sylvia Trinxet, Amaia Uriz, Paola Vaggio, Elia Varela, Domingo Vital. Cuadernillo central. Colaboración especial con la revista ‘bla blArt’ de la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU: Willem Heskes, Mª Sáenz Ladrero, Cristina Larios, Kikis Álamo, Beatriz Aparicio, Lander Telletxea, Raúl Piñeiro, Patricia Izarra y Javier Royo, Íñigo Ansola, Usoa Fullaondom, Mª Eugenia Talavera, Adrián Gómez, Carlos Hernández, Mª Rosa Marruecos, Juan E. Martínez, Paco Yañez, Inma Rodríguez, M. Angustias Hidalgo. Todos ellos dirigidos por el profesor Jose Mª Sánchez. Distribución: Abel E. Cantero (Barcelona), Noelia Jiménez (Tarragona), Arantxa Díaz (Vitoria). Relaciones internacionales: Donoso Peñalba, Xiomara Sotelo (Nicaragua), Jorge Dzib (México). Edita: Asociación Cultural Iguazú. c./ Reyes de Navarra , n. 8, 2º drcha. 01002 Vitoria-Gasteiz. Tfno.: 945 26 92 26 / 646 645 772. Web: www.revistaiguazu.com E-mail: nuria@revistaiguazu.com, nuriarita@gmail.com. En colaboración con: ¡Adentro! Grupo Cultural (tfno.: 620 96 07 52). D.L.: SS 1142/99. Imprime: Gráficas Santamaría. Vitoria. Publicación subvencionada por la Universidad del País Vasco. ISSN: 1699-1133 Puedes encontrar Iguazú en los siguientes lugares:
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