Lee+ 185 Imaginación arquitectónico-literaria

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Editorial

Imaginación arquitectónico-literaria

Octubre nos ha traído el otoño, la recta final del año y una de las celebraciones que esta revista espera con mucho entusiasmo: el Día de la Arquitectura. Porque en Lee+ tenemos un crush especial con esta disciplina, que convive tan bien con la literatura. Ambas construcciones, las obras literarias y las arquitectónicas, hablan de la humanidad: quiénes somos, cómo vivimos, cuáles son nuestras esperanzas y nuestros temores.

Por estos motivos exploramos los puntos de vista actuales de profesionales de la arquitectura que, además, producen libros, y a quienes admiramos profundamente. Nos fuimos hasta París, a la casa editorial Taschen, que nos abrió las puertas para platicar en exclusiva con Philip Jodidio, escritor, editor y uno de los críticos de la arquitectura más relevantes de nuestros tiempos. En esta entrevista, el autor nos reveló sus concepciones sobre la vivienda actual en el mundo. Otras celebridades que habitan estas páginas son Enrique X. de Anda, historiador de la arquitectura y autor estrella de Editorial GG, y Moisés del Puente, con décadas de experiencia en la edición de libros de arquitectura, quien nos platicó sobre la incursión de su propia editorial: Puente Editores. La literatura se hace presente con las voces de Aura Cruz Aburto y Elik Troconis, quienes no dudaron en hablar sobre Georges Perec y su libro La vida instrucciones de uso, una obra icónica de la imaginación arquitectónicoliteraria, que se desarrolla por completo en un edificio. Bernardo Esquinca nos cuenta sobre el protagonismo de las casas en la literatura de terror, y Brenda Isabel Pérez, de los vínculos entre los personajes femeninos y sus casas. Carina Vallejo escribió sobre otro clásico de la relación letras-arquitectura, Las ciudades invisibles, de Italo Calvino.

Otras gratas sorpresas hicieron que este número nos encantara: ¡incluimos la minificción ganadora de nuestro primer concurso de escritura! También entrevistamos a Adrián Chávez, quien nos habló de otro tipo de construcciones: las que creamos los hablantes del español actual. Además, recordamos a Rosario Castellanos a 50 años de su fallecimiento. Nuestras secciones de poesía, adelanto de libro, literatura infantil y adaptaciones de libros a películas completan las lecturas que la familia Lee+ preparó para ti. Lectora, lector, dejamos en tus manos todas estas ideas para que encuentren su camino y nos ayuden a seguir pensando cómo habitamos los espacios físicos y narrativos.+

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Desde el librero

Yara Vidal

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Índice

Imaginación arquitectónico-literaria

6 La casa tiene ojos

Arquitecturas del mal en la literatura de terror

Bernardo Esquinca

10 Pueblos, casas y mujeres

Brenda Isabel Pérez

12 Cruces y reversos del espacio y el tiempo, arquitectura y literatura

Aura R. Cruz Aburto

14 Instrucciones para leer a Perec

Elik G. Troconis

16 El lenguaje de las ciudades según Italo Calvino

Carina Vallejo

18 Entrevista exclusiva Philip Jodidio y las casa de hoy

Rodrigo Velasco

24 Historia de la arquitectura mexicana

Una conversación con Enrique X. de Anda

Alejandro Maya

Primer Concurso de Escritura de Minificción “Imaginación Arquitectónico-literaria”

25 Minificción ganadora: El día que me convertí en mi ciudad

Rafael Bores

26 Editorial del mes Moisés del Puente: editar libros de arquitectura

José Luis Trueba Lara

28 Desconfinadxs: poesía para leer en Gandhi

Daniel Calabrese: las huellas digitales del espíritu

Jorge Fernández Granados

30 Del libro a la pantalla It ends with us

Ximena Hutton

32 Antigüedades futuras. Una conversación con Adrián Chávez

José Luis Trueba Lara

33 Adelanto de libro Las Starling

Amanda Linsmeier

34 Niños, ¡a leer! No soy rara, soy auténtica. Orejas de mariposa

Xime y Librosauria

36 In memoriam

Extra, extra: ¡Rosario Castellanos está viva!

Elik G. Troconis

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LA CASA TIENE OJOS

Arquitecturas del mal en la literatura de terror

Pasé la mayor parte de las vacaciones de mi infancia en una casona del Desierto de los Leones. Era el hogar de mis primos junto a los que crecí; una construcción peculiar, levantada sobre una barranca, que tenía tres pisos y unas escaleras de servicio que llevaban a todos los niveles de la casa, las cuales funcionaban como el pasadizo secreto de nuestros juegos. Muchos años después, fue vendida y demolida, pero nunca abandonó mi subconsciente. Sueño con ella de manera constante: tiene túneles misteriosos que recorro sin saber lo que me espera del otro lado. Esa casona resultó clave en la formación de mi imaginario de lo siniestro, porque estaba encantada. Las presencias que la habitaban son tema de otro texto, pero la evoco para resaltar la importancia que la arquitectura y los espacios urbanos tienen en la configuración de las narrativas de lo sobrenatural.

Bernardo Esquinca

En su autobiografía, titulada Mientras escribo, Stephen King recuerda cuando se mudó con su madre y su hermano a Connecticut. Cerca de su casa había un terreno enorme, una pendiente boscosa que tenía un depósito de chatarra, y unas vías del tren. “Es uno de los lugares a donde siempre regresa mi imaginación, una presencia recurrente en mis novelas y cuentos, aunque le cambie el nombre”. Los lectores de It saben que se trata de los Barrens, un territorio de mosquitos tan grandes como gorriones y arenas movedizas, según la leyenda del lugar. Los cierto es que está poblado por tuberías de desagüe que vierten aguas residuales en un río, arbustos espinosos, lodo y olores fétidos. Esa geografía desemboca en un cilindro de cemento de un metro de altura: la entrada a la red del alcantarillado de la ciudad de Derry, donde habita el payaso Pennywise, quien les obsequia globos a los niños antes de pronunciar su mantra maléfico: “Aquí abajo todos flotan”.

Sin embargo, el escenario macabro más emblemático en la vasta obra de King es, sin duda, el hotel Overlook —el sitio el en que transcurre otra de sus novelas icónicas: El resplandor—, a donde llega a trabajar durante el invierno el atormentado escritor Jack Torrance, junto a su esposa Wendy y su pequeño hijo, Danny. Enclavada en las montañas de Colorado, esta ominosa construcción, que data de 1909, tiene ciento diez habitaciones; ventanas que son parecidas a ojos, pues “reflejaban la luz del sol mientras guardaban dentro su propia oscuridad”; un jardín ornamental con arbustos recortados en forma de animales, y lo más importante: un coro de fantasmas que susurran como el viento invernal a través de “pasillos que se extendían no sólo por el espacio, también por el tiempo, sombras ávidas, huéspedes inquietos que no conseguían descansar”. En medio de esa atmósfera opresiva, aislado del mundo exterior por la nieve y a merced de sus demonios personales, es donde Torrance plasma

en su máquina de escribir una frase repetitiva, reflejo del derrumbamiento de su cordura: “Tanto trabajo y poco juego hacen de Jack un chico aburrido”.

Toda semilla del mal tiene su origen en otro lado. El propio King ha señalado que una de sus grades influencias fue Shirley Jackson, la escritora que a mediados de los años cincuenta saltó a la fama con la publicación de su relato “La lotería”. Para la narrativa de Jackson, los espacios arquitectónicos eran fundamentales, principalmente las casas donde sus protagonistas eran forzados a vivir un encierro, ya fuera por un experimento (La maldición de Hill House), por el rechazo de la sociedad (Siempre hemos vivido en el castillo) o por la amenaza de un inminente apocalipsis (El reloj de sol).

En sus memorias, llamadas Life among the savages, Jackson dedica buena parte del inicio a relatar la odisea de encontrar una casa cuando se muda a Vermont con su esposo y sus dos hijos. Tras descartar una serie de propiedades con desperfectos, visitan un lugar conocido como la casona Fielding, con doscientos años de antigüedad; construida en lo alto de una colina, y cuya fachada mostraba unos imponentes pilares blancos. Cuando Sam —un señor mayor que heredó la propiedad— les muestra el sitio, Shirley y su marido descubren en la cocina una taza llena de polvo y un plato con donas petrificadas. “¿Hace cuánto que nadie entra en la casa?”, pregunta la escritora. “Hace como cuatro años”, responde el viejo. A pesar de las circunstancias, la pareja decide alquilarla. El hogar tiene cuatro chimeneas, cinco áticos; uno de ellos es guarida de murciélagos. Durante un tiempo, Jannie, la hija menor, escucha una voz que le canta por las noches. “Era una buena casa vieja”, acepta Jackson con su peculiar humor macabro. No es de extrañar, entonces, que ella fuera la responsable de actualizar el mito de las mansiones embrujadas en la mencionada La maldición de Hill House. Esta casona de aspecto victoriano, con sus torres, sus agujas góticas, sus gárgolas y, sobre todo, su mala reputación, es elegida por el doctor Montague para documentar una serie de fenómenos paranormales. Los voluntarios reclutados para dicha tarea se topan con un edificio cuya fachada parece viva, con una sensación de vigilancia que sale de las ventanas e incluso con gestos humanos, como el “toque de ironía en la ceja de una cornisa”. Pero lo más inquietante es que parece haberse formado a sí misma: “Una casa carente de afecto, no pensada para ser habitada, un lugar inadecuado para la gente, para el amor”. En suma, un lugar sin esperanza: “Los exorcismos no pueden cambiar el aspecto de una casa; Hill House seguiría igual hasta que fuera destruida”.

Para fortuna de los lectores, las capas del horror no conocen fondo. Debajo del hotel Overlook y de Hill House hay otra construcción fundacional, los cimientos de todas las casas malditas de la literatura moderna: la Usher, de Edgar Allan Poe. Cuando el protagonista sin nombre del relato llega cabalgando por invitación de su amigo Roderick a la mansión, lo primero que ve es un estanque negro y “las vacías ventanas como ojos”. Lo invade un desasosiego, pues respira una atmósfera “sin afinidad con el aire del cielo”. Antes de traspasar el umbral, el jinete describe el edificio: tiene una excesiva antigüedad, los muros decolorados e invadidos por hongos; el vestíbulo es una bóveda gótica y el interior está conformado por pasadizos en penumbra. Nada en el interior contribuye a disipar su congoja: hay oscuros tapices en las paredes, los pisos son de ébano negro, y tiene trofeos heráldicos que rechinan a su paso. Los muebles parecen incómodos, destartalados. Tiene, además, una cripta familiar que antes había funcionado como mazmorra. Roderick está convencido que sobre la casa Usher pesa una maldición que ha gobernado el destino de toda su estirpe, y que está relacionada con las piedras de la construcción, así como por los hongos que las cubren y los marchitos árboles circundantes. “Pero, sobre todo, por la prolongación inmodificada de ese orden y su duplicación en las quietas aguas del estanque”. Antes de que la casa Usher se derrumbe, el protagonista descubre el principal espectro que ronda esa mansión condenada: el miedo, que consume la mente y el cuerpo de su amigo, convertido él mismo en un ánima

Esta casona de aspecto victoriano, con sus torres, sus agujas góticas, sus gárgolas y,

Pueblos, casas y mujeres

Mi hija se fue y yo me quedé esperando su vuelta sentada en el patio de mi casa. En la espera me puse a mirar cómo el patio estaba roto y lleno de polvo. Ser pobre, señor, es irse quebrando como cualquier ladrillo muy pisado. Así somos los pobres, ni quién nos mire y todos nos pasan por encima.

Elena Garro, “El anillo”

Brenda Isabel Pérez

Decir que una casa es la extensión del cuerpo podría ser uno de los lugares comunes más mencionados, casi a la par de frases como “eres lo que comes”. ¿Qué podría significar la corporalidad en relación con el espacio? ¿Acaso importa esa conexión? Hay muchas razones para suponer que no; la más básica es que el espacio y las condiciones físicas que lo delimitan no deberían acotar a una persona viva, que es un organismo completamente distinto. Sin embargo, una persona viva no depende sólo de su corporalidad; más bien, ésta interactúa con otros elementos, entre ellos, el espacio. ¿Qué es lo interesante en la relación con la casa? ¿Una casa tiene alma? ¿Guarda historias o secretos?

Algo fascinante de las películas de terror es que siempre hay

una casa en su núcleo, como si fuera el origen. Gran parte de estas cintas tienen una conexión con la familia. Familia y espacio doméstico, sin importar su configuración, representan el centro de cómo nos definimos como sociedad. ¿Qué se hace con una tierra maldita mil veces?, ¿con una casa embrujada?, ¿con una mujer enloquecida?

Estas preguntas nos llevan a dos obras literarias: Carcoma (Almadía, 2020), de Layla Martínez, y “El anillo”, un cuento de Elena Garro que aparece en La semana de colores (1964). La primera historia se sitúa en un pueblo rural de España, y la segunda, en un pueblo mexicano sin un tiempo específico, pero que bien podría ubicarse en el siglo xx o en el presente.

¿Qué significa una maldición?

Ya os lo he dicho, de esta casa no se marcha nadie. Estamos atrapadas aquí, nosotras y las sombras. Eso decía mi madre. Estamos atrapadas hasta que nos lleven. Layla Martínez, Carcoma

Las maldiciones pueden estar en todas partes y desatarse por cualquier cosa. En la Biblia, Eva es maldecida con el dolor en el parto como castigo por el pecado original; Sara parece estar maldita con la incapacidad de tener hijos. Layla Martínez juega con esta frontera entre el bien y el mal . En un pueblo que parece maldito, desmoronándose, existe un linaje de mujeres con una habilidad que también se convierte en su castigo: ver cosas que las demás personas no pueden ver, saber lo que nadie jamás comprenderá. El poder se concentra, se vive, se respira y se expande a través de una casa, que es el medio con el que estas mujeres se conectan con la sociedad.

Despojo y maldiciones

Siempre fuimos pobres, señor, y siempre fuimos desgraciados, pero no tanto como ahora en que la congoja campea por mis cuartos y corrales. Ya sé que el mal se presenta en cualquier tiempo y que toma cualquier forma, pero nunca pensé que tomara la forma de un anillo.

Elena Garro, “El anillo”

En “El anillo”, una madre cuenta cómo su hija, Severina, es arrastrada y condenada a causa de un anillo que se encontró en la calle. El anillo, símbolo de matrimonio, castidad y promesa, es ahora una carga maldita que ha sido expropiada. La verdadera expropiación, sin embargo, no ocurre únicamente con el objeto, sino con la tierra. Madre e hija viven en la pobreza y la opresión de la extracción no es casualidad. Garro utiliza el simbolismo del anillo para hablar de una realidad mucho más tangible: el despojo de la tierra y la explotación de los cuerpos femeninos en un sistema de pobreza estructural.

Ambos relatos comparten una sensación de despojo, acompañada de una atmósfera agreste y desolada. Los pueblos en los que se sitúan las historias, ya sea en España o México, parecen lugares perdidos, desprovistos de toda justicia e inmersos en la violencia. En ambos textos, el tema central es la relación madre-hija. En Carcoma, ese vínculo se extiende en un maternaje múltiple, con madres e

hijas narradas en simultáneo, a pesar de pertenecer a diferentes generaciones.

En ambos relatos, las casas y las mujeres que las habitan representan una reacción o consecuencia de algo más profundo: ¿el origen de la maldición? La violencia masculina, ya sea representada por un solo hombre o por una sociedad patriarcal y capitalista, es el elemento que detona esta desgracia.

En las dos historias, las maldiciones están ligadas con la reproducción. En Carcoma, el destino se vincula con un niño, hijo de alguien; en “El anillo”, el castigo se refiere a un embarazo, con todas las implicaciones de fecundidad y sometimiento que conlleva. El territorio, en ambos casos, está relacionado con los cuerpos femeninos. Los habitantes del pueblo, que dan una sensación fantasmal, pues apenas sabemos quiénes son o qué piensan, ejercen una presión constante sobre las protagonistas, como si ellas estuvieran acorraladas por un mundo exterior hostil. Paradójicamente, las casas malditas son también el espacio que menos las condena.

Las mujeres de Carcoma y “El anillo” parecen atrapadas en un espacio sin moral, un lugar ambiguo que no puede clasificarse dentro de las dicotomías tradicionales de bueno/malo, abierto/cerrado. A mí parecer, ellas son colocadas metafóricamente en un

campo que no podríamos clasificar, en algo sin moral, en las sombras, como una especie de brujas cuyo territorio es el bosque, no la aldea, no el infierno, no el cielo, no la vida conyugal. A las protagonistas de Carcoma les hablan tanto santas como entes oscuros; se consiguen cosas que podrían calificarse de benéficas, casi como milagros realizados por el mismo Jesús, pero también cosas oscuras o calificadas de malvadas; el terreno de lo sagrado no consiente una etiqueta dicotómica.

“La vieja tiene razón cuando dice que en esta casa se nos come la rabia, pero no es porque nazcamos con algo torcido dentro. Se nos va torciendo luego, poco a poco, de apretar los dientes”, podemos leer en Carcoma. La verdadera condena consiste en creer que las circunstancias de una persona la marcan de por vida, reforzadas por su contexto. El buen matrimonio, según dicta la cultura, debería conllevar una buena tierra, buenos hijos, buena familia, buen linaje. Todo lo que se salga de ese marco es visto como una enfermedad que contamina al resto de la sociedad.

Y la novela continúa: “La vieja tenía razón, nunca acabé de creerme que estuviese atrapada en esta casa por más que me lo dijese. Pensaba que algún día podría marcharme, que me

iría de este pueblo de mierda como habían hecho todos”. Los pueblos y las casas son reflejo de las opresiones que enfrentan las mujeres. Todo está montado para señalar como locura cualquier comportamiento que no se ajuste a las expectativas, aislando y despojando de recursos a las que intentan escapar. Pero, incluso en ese aislamiento, en esa falta de futuro, las mujeres encuentran otras formas de ser y de construir. La locura y la maldición funcionan sólo bajo los términos del patriarcado. Las mujeres pueden ser ellas incluso aunque estén malditas, sin embargo, es de gran importancia seguir nombrando los aparatos estructurales, físicos y materiales que contribuyen a la opresión.

Somos cuerpo, pero también estamos acompañadas de espíritu. Si reducimos todo a las reglas del mundo masculino, quedamos destrozadas, pero mirar el terreno de lo simbólico resulta vital para escapar de la maldición. Las redes de mujeres, el maternaje y las casas malditas forman parte de ese orden simbólico que nos permite existir, aunque el mundo que nos rodea se empeñe en maldecirnos.+

Cruces y reversos del espacio y el tiempo, arquitectura y literatura: o de una afición por Georges Perec

Es un lugar común —y bastante superficial— señalar que la imaginación arquitectónica produce espacios y que la literatura produce narraciones temporales. Sin embargo, no considero ni que la primera tan sólo pueda definirse espacialmente ni tampoco que la segunda sea necesariamente un arte “del tiempo”.

En el caso de la primera, contrario a lo que muchos de mis colegas sostienen, además de que hay arquitectura más allá de su constitución material —porque, de otra manera ¿dónde quedaría el magnífico legado de alguien como Étienne-Louis Boullée? o ¿cómo entender entonces la impresionante obra de resistencia meramente enunciativa de la oficina de arquitectura cubana Infrastudio?—, la arquitectura no sólo imagina espacios y en el espacio, sino también en el tiempo. En este sentido, si seguimos al filósofo Bolívar Echeverría en su introducción a La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, de Walter Benjamin, si la arquitectura es un arte que se actualiza en la experiencia vivida y no se completa con la mera construcción de carácter aurático, entonces es también un arte del tiempo. Por otro lado, no sé si en la literatura haya un mejor ejemplo que el del célebre autor francés Georges Perec. Sin embargo, antes de continuar, deseo hacer una advertencia: no escribiré aquí acerca de Perec en

Aura R. Cruz Aburto es arquitecta por el Tec de Monterrey, maestra en diseño y filósofa por la unam, aunque

calidad de experta porque no lo soy. Lo haré, no sin cierta timidez, como una aficionada a la que algunos misterios le han sido revelados en sus letras.

Para comenzar la aventura espacial de la literatura perecquiana es importante hablar de su adscripción a la asociación Oulipo: ouvroir de littérature potentielle, “taller de literatura potencial”. Dicha escuela literaria propuso trabajar con el planteamiento de reglas de juego para escribir y, por lo tanto, no necesariamente justificadas de manera racional. Dichas normas no siempre se enunciaban explícitamente en las obras, sino que, como en ciertos libros de Perec, parte del ejercicio consiste en descubrirlas o, por lo me-

Precisamente, como herencia de su adscripción a Oulipo, Perec emprendió un juego cuya finalidad consistía en crear imágenes literarias —consideremos que la imagen no es meramente visual, sino que se define como aquello que moviliza a la imaginación— en las que se debaten el espacio y el tiempo y, de manera sorpresiva para muchos —incluso para mí misma—, el espacio triunfa aunque no hubiésemos trazado línea alguna; aunque, en casos como La vida, instrucciones de uso, sí se hayan trazado varias.

Cuando Perec rompe con el tiempo —o si no rompe con él, lo deja de lado—, rompe también con la linealidad de la lectura: Especies de espacios, por ejemplo, puede ser habitado por cada lector de maneras irrepetibles (como la arquitectura, desde el punto de vista de Bolívar Echeverría): no tiene un inicio ni un final predefinidos, se le puede acometer por donde se quiera. El tiempo ha sido vencido, desbaratado en este arte de las palabras que es la literatura y que, a manera de cliché, se suele vincular forzosamente al tiempo. O quizá podríamos decir que es la linealidad del tiempo la que se fragmenta y explota en este texto, y lo que se abren son infinitas sendas de recorrido de la obra literaria como un lugar de incalculables derivas: de recorridos espaciales. Hablando de derivas, vale la pena notar que Perec fue un gran amigo del filósofo del espacio Henri Lefebvre, quien revolucionó sin duda la manera de conceptualizar esta noción en las teorías y las prácticas urbanas cargadas de revolución. Cabe decir que Lefebvre sería el padre intelectual de un grupo de jóvenes que, por allá de fines de los años sesenta, conformarían un frente colectivo que buscaba revitalizar las posibilidades socialistas a través de una revolución estética pues, desde su experiencia, el mero experimento discursivo no había

conseguido transformar ni las conciencias ni los cuerpos. Esas juventudes se hacían llamar la Internacional Situacionista. El capitalismo de Estado que caracterizaba, desde su perspectiva, tanto a la urss como a China era un ejemplo vivo de que había que ir más allá del discurso. Había que desautomatizar las percepciones y las afectividades para dar lugar a nuevos modos de vida, nuevas formas de relación, nuevos modos de ser.

Al final del día, o más bien al final de este texto, aludiendo al título de ese libro fascinante de Georges Perec, Especies de espacios, la ruptura, fragmentación y estallamiento de espacios hegemónicos —heterotopías en términos foucaultianos— multiplica las posibilidades de no sólo dar sentido al mundo, sino de crear otros mundos. Perec es bastante situacionista y los situacionistas son bastante perecquianos, porque habitar en la deriva significa romper con el dictado presupuesto por una voz autoritaria, es disolver la voz de cualquier diseñador o arquitecto “en jefe”, ya sea de letras o de concreto. La aventura espacio-literaria de este escritor francés invita a jugar y recrear a la lectora (al lector) la obra que entonces se hace infinita y única en cada ocasión. Así también, algunas afortunadas arquitecturas se vivifican y nacen múltiples conforme quienes las recorren las actualizan.

Sin embargo, hay que decirlo, ni todo ejercicio literario ni todo trabajo arquitectónico consiguen lo anterior. No todos se lo proponen tampoco, pero, afortunadamente, la vida y sus instrucciones de uso son inagotables. Eso nos enseñó Perec.+

Instrucciones para leer a Perec

Si hay una novela que me ha hecho cobrar consciencia de la arquitectura de un edificio, es La vida instrucciones de uso. En ella vemos de frente —casi como una casa de muñecas abierta a nuestra mirada y, sobre todo, a nuestra curiosidad— un edificio de la calle Simon-Crubellier en el París de la década de 1970. Pero la imagen de una casa de muñecas, como aquellas con las que se divierten los niños, se queda corta; porque en estos juguetes las dimensiones son tan pequeñas que en cada habitación apenas cabe una cama o una mesa o una televisión. En los capítulos de este libro, en cambio, caben más de dos mil personajes; múltiples historias de vidas pasadas, presentes e incluso futuras, y hasta el resumen de las revistas que leen sus habitantes.

Le debemos la obra a la mente inquieta, observadora y aguda del juguetón Georges Perec. Sí, sé que este último es un adjetivo extraño para describir a un escritor, pero resulta totalmente adecuado en su caso y más aún cuando se trata del libro al que me refiero. Porque ahí Perec mezcla realidad con ficción de forma tan prodigiosa que terminamos creyéndole todo y, al mismo tiempo, dudando de todo. Desde el epígrafe nos alerta con palabras de Julio Verne: “Abre bien los ojos, mira”. Y es que, si nos descuidamos, pasaremos por alto ciertas claves para entenderlo o incluso dejaremos que se burle de nosotros, como cuando dice que la familia Louvet se fue de vacaciones a Macondo. Quien no conozca Cien años de soledad o esté leyendo a Perec entre bostezos no se enterará de nada. Con el tiempo, esta novela se ha convertido en una de mis favoritas. Y, sin embargo, después de haberla

leído dos años consecutivos en mis círculos de lectura, también sé que se trata de un libro retador. Con estos párrafos, me gustaría ofrecer algunas claves que pueden ayudar a la lectura de este texto, tanto porque nos acercarán a lo que Perec se propuso hacer a través de la arquitectura del edificio de Simon-Crubellier como porque esclarecerán un poco la arquitectura del propio libro, es decir, su estructura y funcionamiento. Comencemos por imaginarnos en esa calle parisina mirando el inmueble de frente. Gracias al libro, accederemos a cada uno de sus espacios: los distintos departamentos, los cuartos de servicio, los sótanos, la portería, el cuarto de la calefacción… Acceder significa conocer el espacio y a sus ocupantes: desde las personas que se mueven hasta los cuadros que cuelgan de los muros y los libros que aguardan sobre los burós. En cada capítulo, Perec elige un espacio para contarnos alguna de sus historias. Nos habla de Gratiolet, quien prepara un inventario de todas las imperfecciones del organismo humano; de Cinoc, quien reúne miles de viejas palabras en desuso para un nuevo libro; de Sherwood, quien colecciona objetos únicos en el mundo y se arruinó debido a su obsesión por hacerse con el Vaso del Calvario.

Cualquiera podría imaginarse, entonces, que éste es un libro de cuentos que no tienen nada que ver unos con

otros. Pero no: lo prodigioso es que, siendo vecinos todos estos personajes, sus historias están interconectadas. Y, de hecho, hay un personaje que articula la mayor parte de esas existencias (cuya identidad no revelaré porque su búsqueda es parte del encanto de la novela).

Lo prodigioso, también, es que en ciertos lugares del edificio vemos convivir a los diferentes personajes. No sólo cuando alguno entra en casa de otro, sino también en los espacios comunes. De hecho, el primer capítulo del libro se desarrolla nada menos que en las escaleras: “Sí, podría empezar así, aquí, de un modo un poco pesado y lento, en ese lugar neutro que es de todos y de nadie, donde se cruza la gente casi sin verse, donde resuena lejana y regular la vida de la casa”. Todo aquel que haya vivido en un edificio sabe exactamente de lo que habla Perec, como sabe también de las eternas juntas de vecinos y los bandos que se forman en ellas. Todo ello, los detalles de la vida diaria a los que algunos autores no dan importancia, sí está en la obra de Perec. Él lo denominaba lo infraordinario. Y por eso a veces encontramos detalles que parecerían baladíes, pero que forman parte de nuestra cotidianidad. Nunca olvidaré que en algún momento Perec se detiene a describir una puerta del edificio, cuyo cristal lleva tiempo roto, sin que nadie se preocupe por reemplazarlo; en su lugar, lo que cubre el boquete es un trozo de periódico. Pues sorprendámonos: Perec se fija en el reportaje de aquella página.

Nuestro autor entra también en las pinturas que poseen los habitantes de cada departamento y explica largamente la escena que retratan. Lo mismo hace con los volúmenes que están en los libreros o en las cómodas de los personajes: observa la portada, describe la tipografía del título, narra algún episodio, se burla de sus clichés Y cuidado, que si algún personaje escucha música en el momento en que entramos a su departamento, el narrador nos dará una deliciosa clase de música.

Tanto detalle, por supuesto, es capaz de impacientar al lector que está

acostumbrado a las historias retacadas de acción, quien pensará una y otra vez: “Bueno, sí, muy bonito y todo, ¿pero luego qué? ¿A qué hora se conectarán todas estas historias y pasará algo de verdad importante?”. Y la persona aumentará la velocidad a la que lee, se saltará páginas enteras y buscará con desesperación el momento en que todo confluya. Pero es que Perec apela a otro tipo de lectura. La vida instrucciones de uso es un libro que hay que leer con calma, con tiempo y sin ansia por que todo se conecte. Esta novela no es para aquellos que leen por kilo con el propósito de presumir al final del año que leyeron más de cien libros. Para La vida instrucciones de uso yo sugiero considerar unos dos mesecitos. Porque sólo así podrá uno ponerse a escuchar las sinfonías que oyen sus personajes y buscar las pinturas que cuelgan de sus paredes; podrá investigar qué tiene de real la expedición arqueológica del señor Beaumont; podrá darse cuenta de todos los juegos con los que Perec intenta vernos la cara, como aquel de Macondo. En este libro no hay que ir buscando que todo se conecte: hay que ir gozando cada historia individual. Y tranquilos, que de todas maneras ya llegará el sorprendente momento en que encontraremos la conexión. Esta obra está asociada íntimamente a la idea del rompecabezas, desafío que relacionamos con los niños, pero que en realidad pertenece a las mentes pacientes y agudas. Perec nos habla de los rompecabezas desde el preámbulo del libro y, conforme avanzamos, nos percatamos de que el edificio y la novela son el rompecabezas, mientras que los capítulos y los personajes son las fichas. En ese sentido, necesitamos conocer cada historia para armar en nuestra mente el gran conjunto que su autor preparó para nosotros.

Hay algo más sin lo que esta obra no puede ser entendida: la esencia de los ladrillos que sostienen su arquitectura. Incluso antes de la dedicatoria del libro, Perec nos advierte: “La amistad, la historia y la literatura me han proporcionado algunos de los personajes de este libro. Cualquier parecido con individuos vivos o que hayan existido realmente o en la ficción es mera coincidencia”. La segunda oración, totalmente contradictoria respecto de la anterior, inaugura los juegos del autor. La primera, sin embargo, ya anuncia que en este libro hay trozos extraídos directamente de la realidad. Toda literatura es así, a decir verdad, pero no todo autor es consciente de ello y no toda obra explota esa consciencia. Perec, en cambio, parece seguir a Roland Barthes cuando éste declara en La muerte del autor que “el texto es un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura”. Así pues, los ladrillos del edificio de Simon-Crubellier están hechos no de arcilla común y corriente, sino de una mezcla de cultura e imaginación. Uno de los retos del juego al que nos invita Perec es descifrar qué es real y qué no lo es. Por eso aquel epígrafe que ya citábamos: “Abre bien los ojos, mira”.

Todavía podríamos hablar del reto matemático que el propio Perec asumió al momento de definir cómo organizaría los 99 capítulos del libro, tal como hacían otros miembros del grupo Oulipo, al que perteneció. Pero eso, si se me permite sugerirlo, es mejor averiguarlo en internet ya terminado el libro, pues no resulta la cuestión principal ni lo que al autor le interesaba destacar; se trata, más bien, de una de aquellas cadenas que los escritores en ocasiones nos imponemos para hacer más disfrutable el reto de la escritura.

No me queda más que decir. Ahora a leer, que, cuando hablamos de Perec, es lo mismo que decir: a gozar, a pensar, a reír, a investigar, a descifrar su arquitectura.+

Elik. G. Troconis es historiador por la unam y maestro en escritura creativa por la Universidad Complutense de Madrid. Ganador del Premio Nacional de Literatura Fenal-Norma por su novela policiaca La joya robada.

El lenguaje de las ciudades según

Italo Calvino

El acto de describir una ciudad es también una manera de construirla. Si las palabras se vuelven ladrillos o concreto, entonces las urbes pueden leerse, interpretarse y reconstruirse una y otra vez al igual que los textos, o al menos eso plantea Italo Calvino en Las ciudades invisibles (Siruela, 2013), un libro en el que literatura y arquitectura se entrelazan para que replanteemos la manera en que el lenguaje da forma al espacio en el que vivimos, pero también el modo en que las historias que contamos acerca de las ciudades pueden modificar nuestra percepción y experiencia de ellas.

Tamara y las imágenes

Si bien el libro no pretende ser un postulado arquitectónico, hace que reparemos en la necesidad de contar con imágenes precisas para comprender conceptos complejos: un aspecto central en la arquitectura, aunque a veces el impacto de esa comunicación visual pueda ser subestimado. En la ciudad de Tamara, por ejemplo, Marco Polo describe un entorno donde “el ojo no ve cosas sino imágenes de cosas que significan otras cosas”; esta observación destaca la forma en que nuestra comprensión y comunicación están mediadas por símbolos y representaciones visuales. No obstante que la arquitectura es inherentemente visual, también resulta fundamental permitir que el significado y la experiencia evolucionen a través de percepciones que involucren todos los sentidos.

Calvino

Otro de los temas más recurrentes en Las ciudades invisibles es la interacción constante entre los habitantes de las ciudades y el entorno que habitan. En este sentido, Calvino parece proponer que la arquitectura y el entorno construido influyen profundamente en la vida de las personas, y viceversa. Para muestra, pensemos en Isaura, “la ciudad de los mil pozos”, en la que la extensión del espacio urbano llega a “donde quiera que los habitantes, excavando en la tierra largos agujeros verticales, han conseguido sacar agua, hasta allí y no más lejos”. La interacción que aquí se muestra nos recuerda que, a pesar de nuestras habilidades para construir y modificar el espacio, siempre estamos sujetos a las limitaciones y necesidades impuestas por la naturaleza.

En un contexto como el que atravesamos, lo anterior se torna más relevante porque sugiere que la naturaleza tiene la capacidad de moldear a pobladores y ciudades; por lo tanto, la arquitectura tendría que ser un medio que permita la coexistencia entre lo natural y lo humano, idea que se refuerza en la ciudad de Tecla:

A la pregunta: ¿Por qué se hace tan larga la construcción de Tecla?, los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba abajo largas brochas responden: Para que no empiece la destrucción. E interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a resquebrajarse y caiga en pedazos, añaden deprisa, en voz baja: No sólo la ciudad.

Ciudades sin tiempo

De este libro, además, sobresale el hecho de que las ciudades de Calvino están libres de las restricciones del tiempo lineal. Por un lado, Zora desafía el envejecimiento, pues es una ciudad inmutable, “obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor”. Esta imagen nos permite pensar en un espacio que, aparentemente, quedó atrapado en un estado de perpetuidad: el paso del tiempo no altera ni transforma su esencia.

Laudomia también da cuenta de la atemporalidad. Esta urbe tiene tres partes distintas: la ciudad de los vivos, la de los muertos y la de los no nacidos; en otras palabras, en ella conviven el pasado (los muertos), el presente (los vivos) y el futuro (los no nacidos). Es un cruce entre diferentes temporalidades.

Esta última ciudad guarda una alegoría sobre cómo las urbes modernas están construidas sobre las huellas del pasado, a la vez que son moldeadas por las acciones y aspiraciones de sus habitantes en el presente, así como por los planes para el futuro. Esta coexistencia de tiempos diferentes resalta la idea de que las ciudades son atemporales, en el sentido de que siempre están en un proceso de renovación y transformación, donde el pasado influye en el presente y al revés.

Aunque fue escrita desde el terreno de la literatura, Las ciudades invisibles ha logrado colarse en los ámbitos de la arquitectura y el urbanismo. A partir de las palabras, Calvino nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de las ciudades, no sólo como entes físicos, sino como construcciones mentales, emocionales y culturales. En sus páginas, la arquitectura se vuelve un camino para explorar temas como el tiempo, la naturaleza, la identidad humana. Al hacerlo, Calvino nos ofrece una nueva manera de pensar las ciudades y el espacio que habitamos.+

Philip Jodidio es un renombrado escritor y crítico especializado en arquitectura, cuyas contribuciones han marcado un hito en la difusión y el análisis de las tendencias arquitectónicas contemporáneas. Con más de tres décadas de experiencia, ha publicado extensamente en editoriales indispensables, como Taschen, y ha escrito sobre los arquitectos más influyentes de nuestro tiempo, explorando tanto proyectos de gran escala como intervenciones urbanas más íntimas.

Rodrigo Velasco

La aguda mirada de Jodidio ha permitido desentrañar las complejidades estéticas, funcionales y sociales de la arquitectura moderna, y ha brindado una comprensión profunda de cómo las edificaciones pueden transformar no sólo el paisaje físico, sino también el tejido social.

En esta entrevista, discutimos su nuevo libro, Homes for Our Time Vol. 3 (Taschen, 2024), una obra que, además de recopilar sus reflexiones más recientes sobre la arquitectura, se adentra en su visión sobre el futuro de la disciplina.

Jodidio nos ofrece su perspectiva sobre la arquitectura como un instrumento regenerativo, capaz de revitalizar comunidades y revalorizar lugares específicos. En una era marcada por desafíos ambientales y sociales, su enfoque destaca el papel de la arquitectura en la creación de espacios que fomenten la cohesión social y la sostenibilidad, abriendo el diálogo sobre cómo esta disciplina puede contribuir a un futuro más equitativo y resiliente.

Muchas gracias por estar con nosotros hoy. Es un honor tenerte aquí y agradecemos la oportunidad. En tu último libro de Taschen, Homes for Our Time Vol. 3, has elegido casas innovadoras de diferentes partes del mundo. ¿Qué criterios utilizaste para seleccionar las casas presentadas?

La idea fue mostrar lo que está sucediendo en diferentes partes del mundo. Además, se presentan estilos diversos, en lugar de buscar un estilo unificado, porque ni siquiera creo que eso sea posible. Este libro incluye casas variadas, que pueden ser bastante grandes

o muy pequeñas. La idea consiste en observar cómo vive la gente hoy. Tengo un interés personal en la arquitectura contemporánea, así que he hecho todo lo posible para seleccionar estas casas con la ayuda de amigos arquitectos con los que Taschen ya ha trabajado. Ellos me dieron su opinión y, a partir de ésta, contacté a cada arquitecto. También hice la lista y recopilé las imágenes y dibujos que se usan en el libro. Así que durante todo el trabajo se trató de llegar a un equilibrio. Si éste tiene éxito, nos dará una idea de las diferentes formas en que la gente vive.

¿Qué desafíos y oportunidades ves para la arquitectura en los próximos años?

Pues, obviamente, hay cuestiones que surgen en las viviendas y que resultan un poco distintas a las de los edificios públicos, por ejemplo, que éstas son más pequeñas. Quizás permiten a los arquitectos y clientes un poco más de libertad para hacer lo que les plazca. Pero todos sabemos que la arquitectura, ya sea en una casa familiar o en un gran edificio, debe prestar atención a los problemas del mundo actual, como el cambio climático y la sostenibilidad. Prácticamente todas estas casas tienen en cuenta esto de diferentes formas. La elección de materiales, la ubicación, el emplazamiento y ese enfoque pasivo en el uso de la energía también se encuentran presentes en muchas de estas casas. En cuanto a los desafíos que enfrentan, hay materiales que se vuelven complicados de conseguir. Encontrar terrenos puede ser difícil dependiendo de la ubicación geográfica. Es diferente si estás en Tokio o en la naturaleza salvaje de Colorado. Pero hay problemas de escasez de materiales debido a los efectos del cambio climático. Asimismo, la evolución en arquitectura incluye tecnología avanzada como diseño con computadoras y métodos sofisticados, incluso inteligencia artificial para

que sea cómoda y sostenible. Esto aplica para casas y para edificios.

La arquitectura ha sido vista tradicionalmente como una colección de objetos independientes. ¿Cómo pueden los arquitectos y planificadores urbanos adoptar una perspectiva más integral y ver la arquitectura como algo profundamente conectado con su contexto social, cultural y ambiental?

Bueno, yo cuestionaría la afirmación de que la arquitectura ha sido vista siempre como una colección de objetos independientes. Al contrario, si retrocedemos en el tiempo y observamos antiguos pueblos o ciudades como Siena, construidas por diferentes arquitectos en diferentes épocas, podemos ver cómo todo se integra. Se convierte en un todo simplemente por la forma en que la gente pensaba, y quizás los egos no eran un problema tan grande como ahora. Creo que hubo un cambio, obviamente, hacia un enfoque menos holístico o comunitario. Ahora los edificios no necesariamente encajan y tienen menos sentido entre sí. Luego estaban las casas individuales. Había todo un movimiento de modernismo y Bauhaus, y la idea de partir de cero, como mencionaste, derribar todo y empezar de nuevo. Pero creo que

Philip Jodidio

Philip Jodidio

ahora la idea de eliminar todo lo del pasado ya no es relevante. En la arquitectura contemporánea existe un deseo de ser responsables, de adaptarse, de respetar lo que hay alrededor. Creo que casi todos los arquitectos ahora intentan respetar, sobre todo, un entorno natural. Así que es importante respetar el entorno natural de todas las maneras posibles. O si estás en un entorno urbano o comunitario, es esencial que muestres respeto. Hay regulaciones de zonificación que te obligan a hacerlo, pero también hay decisiones subjetivas que hacen que las cosas se ajusten. Creo que adaptarse, ser responsable y formar parte de algo más grande son tendencias, inclinaciones e incluso obligaciones en la arquitectura actual.

La crisis climática ha dejado en evidencia la necesidad de repensar radicalmente la arquitectura. ¿Qué estrategias crees que deberían orientar a la arquitectura para convertirse en una fuerza activa en la lucha contra el cambio climático?

Bueno, dije algunas palabras sobre esto antes. Obviamente, esta conciencia de que es necesario ser cuidadosos en la construcción. De hecho, la construcción, en sus diversas formas, es una de las principales causas de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Se ha descubierto que el cemento no es tan virtuoso como se pensaba antes. Así que ha habido un cambio en los materiales; la madera se está utilizando mucho más. No siempre se puede utilizar y no siempre está permitido para ciertos usos, debido a regulaciones, especialmente a restricciones de incendios. La madera y otros materiales naturales, como la piedra, son una forma de hacer edificios de manera responsable. También es importante considerar las distancias a las que se deben transportar los materiales, ya que esto puede ser otra fuente indirecta de contaminación y problemas. Se ha cambiado a buscar materiales de origen local. Creo que también es importante tener cierta humildad, sobre todo aquellos que tienen muchos recursos: ser conscientes de que no quieren dejar una marca negativa en el paisaje. Quieren formar

parte de la experiencia, ya sea en la ciudad, en la comunidad o en la naturaleza.

La sostenibilidad y lo que antes se conocía como arquitectura verde ahora son prácticamente considerados como algo normal y natural. No son excepcionales; durante un tiempo lo fueron: algunos arquitectos solían hacer algo verde y con un aspecto extraño. Ahora, la sostenibilidad forma parte de la arquitectura y, en muchos casos, resulta casi imperceptible gracias a la forma en que se aborda.

La arquitectura también puede reflejar y realzar la identidad cultural de un lugar. ¿Cómo puede la arquitectura lograr un equilibrio entre preservar la cultura local y las demandas de la globalización y la modernización sin perder su identidad?

Bueno, es cierto que la globalización en la arquitectura en particular, sobre todo cuando hablas de casas, llega

bastante rápido en comparación con los grandes edificios. El impacto de la globalización se ha intensificado gracias a internet, lo que permite a los arquitectos de todo el mundo ver lo que se está haciendo en otros lugares. Esto resultaba más difícil en el pasado, cuando dependían de las revistas y los libros. El internet es ahora una gran influencia, y libros como el que hemos hecho también contribuyen a esto, ya que son muy internacionales.

Se trata de encontrar un equilibrio entre preservar la cultura local y adaptarse a las presiones de la modernidad.

Bueno, creo que la cultura local sigue siendo relevante a pesar de la globalización, y se trata de algo con lo que los arquitectos de todo el mundo están involucrados. Quieren que su edificio refleje el lugar, sean originarios de allí o no. Entonces, hay elementos como los materiales utilizados, la forma en

Claudia Rodríguez y Rozana Montiel. Homes For Our Times 3 , Taschen.

que se construyen y se ubican las casas, si tienen un patio central, por ejemplo... elementos de la cultura local que están muy presentes y que, de hecho, son resaltados por los arquitectos. Creo que hay menos ganas de ser global ahora que hace veinte años. Antes había un modernismo que tenía cierto arraigo. Ahora no hay un estilo central, nadie está presionando a los arquitectos para que hagan edificios que se parezcan a A o B. Son más libres, miran a su alrededor. Se fijan en las influencias locales, creo, mucho más de lo que solían hacerlo, aunque vengan de otro lugar.

Con desafíos globales en constante evolución, ¿cómo crees que debería cambiar la educación en la arquitectura para preparar mejor a los arquitectos del futuro?

No es ningún secreto que no es fácil ser arquitecto, especialmente si se quiere ser independiente. Hay todo un mecanismo en la educación: obtienes tu título y, luego, usualmente antes, trabajas en una oficina de arquitectura, donde a menudo los arquitectos te asignan las tareas más simples. No quiero hablar mal de la profesión en ningún sentido, pero es un camino difícil el de convertirse en arquitecto. Necesitas tener clientes, un presupuesto, y eso se logra con el tiempo y la experiencia. Entonces, ¿cómo se llega a ese punto?

Resulta un poco un dilema, pero creo que el hecho de que cada vez más personas busquen tipos de arquitectura pequeños e inventivos (algunas de las casas del libro están en esa categoría), cosas que no cuesten demasiado, provoca que los arquitectos más jóvenes tengan la posibilidad de ser requeridos para hacerlos también. Por supuesto, depende del cliente: ¿quieren a alguien con renombre mundial?, ¿o prefieren a alguien joven que traiga algo nuevo? Creo que hay una buena cantidad de apetito por nuevas formas.

¿Ves algún cambio importante en el plan de estudios o en las metodologías de enseñanza que sea necesario para asegurarse de que los estudiantes estén preparados para enfrentar las complejidades del mundo laboral?

Bueno, creo que es una cuestión que cada escuela, y cada país debe decidir. Obviamente hay una evolución tecnológica considerable. Mencioné brevemente la inteligencia artificial, aún no

sabemos si cambiará fundamentalmente la arquitectura o no. Hay muchas imágenes hechas con ia que te las crees o no. No estoy seguro de que hayan cambiado la arquitectura, pero existen herramientas tecnológicas que las escuelas deben dominar para comprender y brindar lo necesario en cuanto a educación.

Sabemos que siempre estás involucrado en nuevos proyectos para Taschen. ¿Podrías darnos un avance de algún libro nuevo que esté en proceso?

Seguro. Creo que el próximo libro que saldrá también tiene que ver con las casas, con un enfoque aún más claro en la sostenibilidad. Se excluyen otros tipos de arquitectura y se aboca a casas responsables o innovadoras para reducir la contaminación o el consumo de energía. Obviamente hay diferentes aspectos de sostenibilidad en los que uno debe estar interesado. También hay otro libro en proceso, que debería salir el próximo año, sobre arquitectos japoneses, incluyendo a Fujimoto. Éste será otro de esos libros bastante grandes como el que tengo aquí delante. Se trata de un arquitecto muy poco común e innovador, bastante joven en comparación con otros arquitectos famosos a nivel mundial. Está construyendo bastante en Francia. Recientemente terminó de construir un edificio para la École Polytechnique en Saclay, a las afueras de París. Además, tiene propiedades en Montpellier y varios edificios en Tokio. Este es un hombre de Hokkaido, en el norte de Japón, lo cual no es común para la mayoría de los arquitectos japoneses. Creo que tiene un enfoque innovador y será una revelación para muchas personas.+

Agradecemos infinitamente a la editorial Taschen por abrirnos las puertas para realizar esta entrevista exclusiva.

Lucio Munian. Homes For Our Times 3 Taschen.
Rodrigo Velasco ees arquitecto y urbanista, maestro en gestión y transformación de la ciudad. Es egresado y profesor de la Ibero.

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ILUSIONES ÓPTICAS PARA COLOREAR. CREAR EFECTOS

VISUALES CON COLOR

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Este libro es una de las obras sobre arte más famosas jamás publicadas. Durante más de cinco décadas no ha tenido rival como introducción al arte, desde las primeras pinturas rupestres hasta el arte experimental contemporáneo. El profesor Gombrich es un auténtico maestro para comunicar de manera clara su profundo fervor por las obras de arte objeto de su estudio.

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Historia de la arquitectura mexicana Una conversación con Enrique X. de Anda

Pocos libros han logrado catalogar con tanta pasión y desde un enfoque critico la historia de la arquitecta de nuestro país como Historia de la arquitectura mexicana. Es por esto que nos sentamos con el arquitecto Enrique X. de Anda para preguntarle cómo ha dado forma a la obra que desde hace 30 años es referencia para estudiantes, arquitectos, historiadores y todo aquel que quiera saber más acerca de la evolución de esta disciplina en México, desde la época prehispánica hasta las primeras décadas del siglo xxi, incluidas en esta cuarta edición ampliada. He aquí sus palabras y las reflexiones que nos compartió.

Este libro está en la lista de los clásico Cuando te dicen que eres un clásico hay que empezarse a preocupar por la edad. mexicana surgió hace más de 40 años y ha estado en circulación durante los últimos 35. Cuando apenas empezaba mi trabajo como profesional de la ar quitectura, no encontraba una compilación; existían traba jos muy importantes sobre la arquitectura mexicana, pero en segmentos. En tonces pensé “hay que hacerlo”. Como algu na vez declaró Jorge Ibargüengoitia, uno de mis grandes refe rentes culturales: “Es cribo las novelas que me gustaría leer”. Así que hice el libro que quería tener como una fuente de referencia. Considero que mi ta rea social es generar ideas y dispersarlas. Yo llegué a este mundo para platicar histo rias, que es lo que hago todos los días. Este libro, que lleva cuatro edi ciones, es cronológico: empieza con Cuicuilco y termina con edificios actuales que he estado registrando, porque me parecen relevantes en la historia reciente. En lugar de aventurarme con una quinta edición y agregar más contenido, propuse a Editorial GG escribir un libro nuevo, que es en el que estoy trabajando actualmente.

trabajando, sigo un esquema cronológico parecido a Historia de , pero ampliando la información más allá de la descripción. En la nueva obra, añado planteamientos que permiten entender mejor los objetos arquitectónicos, sobre todo desde el ámbito de

Otro de los propósitos de Historia de la arquitectura mexicana fue crear una guía de viajero. Tú puedes tomar el libro e irte de viaje a descubrir lo que hay en Querétaro o en Guanajuato. Cuenta con la accesibilidad de no ser un libro farragoso, de erudición. En mi labor como historiador de la arquitectura siempre me ha parecido muy importante encontrar la manera de divulgar las ideas. Constantemente estoy replanteándome temas, cuestionándome y autocriticándome, con la intención de generar otros puntos de vista.

Afortunadamente mi libro ha contado con la simpatía de la gente. No son pocas las universidades que lo emplean como libro de texto y eso me da mucho gusto, aunque también me compromete. En el nuevo libro en el que estoy

La manera ortodoxa en la que nos enseñaron arquitectura en los setenta consistía en verla como un conjunto de obras selectas, especiales, hechas por genios… esto las desvinculaba de un contexto social, político, económico. Ahora me interesan mucho estos contextos, no sólo como el respaldo de las obras, sino como una conexión constante. Me interesa mucho analizar la simbología en la arquitectura. Por ejemplo, he estado cuestionándome sobre el momento del contacto de Europa con América; es un territorio escabroso porque me topo con los nacionalismos, así que he sido muy cauto. Pero a mí me parece que el gran acontecimiento fue la llegada de la cultura del Renacimiento a América. Sólo así puedo, por ejemplo, entender toda la cultura monástica del siglo xvi en nuestro país. Ahí estaban la cultura del Mediterráneo, de los griegos, de Roma, el cercano Oriente, el islam. Y todo esto llegó en carabelas y se depositó, de unas formas brutales, claro. En el nuevo libro no pretendo sólo decir “aquí hubo unos conventos muy importantes”, sino explicar la generación de ideas que hicieron posible la creación de esos conventos. Este tipo de consideraciones son las que me motivan a seguir pensando y escribiendo.+

Primer Concurso de Escritura de Minificción “Imaginación Arquitectónico-literaria”

El día que me convertí

en mi ciudad

Eran las doce del día y mi corazón palpitaba. Andaba sin frenos mi auto y el reloj de mi muñeca se fundía cociendo mis carnes con amalgamas de acero hirviendo, y yo, inútil al volante, gemía olvidado. ¡Carajo!, me pasé el semáforo; rozando me salvé de la estampida de una micro; las entrañas del camión me cantaron ¡pendejo! Anduve sin poder despegar el pie del acelerador. Mis pies, cada vez más pesados, se unían a los pedales; sentía la unión furiosa de mis tejidos blandos con el asiento, y mis huesos, como pilares filosos, traspasaban las telas de los asientos. Las ruedas del carro se hacían más grandes, pegándoseles el asfalto y los parches del suelo. Iba ya sin ser hombre ni máquina y sin poder detenerme…

Primer Lugar

Andaba en mis encuentros estruendosos pegándome de carnes metálicas lustrosas y cantos al rojo vivo de muchos hombres. Sentí de golpe la expansión de los huesos de mis piernas que, como un freno de mano, me detuvieron en seco; al golpe de un rayo, atravesé el suelo con mis dos pies como púas yaciendo en la tierra. Las raíces de mis cimientos chuparon gota a gota del drenaje de las cloacas, dándoles a mis deformadas patas la forma de nidos. Mis pieles, humectadas por las aguas, daban la apariencia de suaves globos rellenos de líquidos.

Mis brazos se estiraron tomando por ambos lados dos bloques de edificios. Mi cuerpo, como bicho insaciable, empezó a moldearse a imagen de su encuentro citadino del siguiente modo: en su base, dos tubos de hueso macizo se unían a la tierra, traspasando y bebiendo del alcantarillado; en su tronco, un camión fusionado con mi rostro y el de muchos otros, además de una espina dorsal en la que, enmedio y a ambos extremos del vehículo, se asomaban postes de luz y un cablerío que me unía a varios edificios. Mi cuerpo como planta eléctrica se iluminó buscando crecer cada vez más, por debajo, a los costados y hacía arriba y, muy a pesar de mi apariencia monstruosa, aún conservaba mi consciencia. Me volvía una estructura continua, sin retorno. Rogándole a Dios, suplicaba por no comerme al Sol. Ya era mi ciudad. Y pronto otras ciudades, países y, después, mares. En mi cabeza resonaban las voces de mi mente y las ánimas de mis fusiones.+

Agradecemos a todas las personas que participaron en esta convocatoria. ¡Nos vemos el 8 de octubre en el Primer Coloquio “Imaginación Arquitectónico-literaria”! Para leer las minificciones del segundo y tercer lugar, y saber más del coloquio, visita mascultura.mx con el siguiente código QR.

Segundo lugar: “Ruinas de otro mundo”, de Daniela Cuadros Aguilar Tercer lugar: “Intervención de forma”, de Ángel Reyes

Moisés del Puente

editar libros de arquitectura

A la una, a las dos, a las tres, a las cuatro, a las cinco. Sin más preámbulos, asomémonos a la conversación que tuvimos con Moisés del Puente, quien hasta hace pocos años era el editor de arquitectura de GG y ahora es el “maestro de obras” de una editorial dedicada a este arte: Puente Editores. Acompáñenme a descubrir su historia como editor de arquitectura.

¿Cómo es que un día despiertas y decides fundar una editorial dedicada a la arquitectura? ¿Cómo fue el nacimiento de Puente Editores? ¿Qué buscas en esta aventura?

Puente Editores es una empresa muy pequeña, apenas tiene ocho años de haber nacido. Sin embargo, su catálogo se alimenta de mi experiencia de los más de veinte años que trabajé en Gustavo Gili, la gran casa de los libros en español de arquitectura. Allí aprendí cómo funciona una editorial y, gracias a ella, nació la mía.

Tal vez las cosas hubieran sido distintas, pero la crisis económica de 2008 me llevó a tomar otro camino: en esos momentos, las editoriales comenzaron a reducir la publicación de libros académicos sobre arquitectura y, ante tal vacío, le pedí permiso a Gili para crear esta pequeña editorial como un pasatiempo. Ahora está creciendo un poco más, pero se mantiene como un proyecto muy personal. Puente Editores es más un proyecto cultural que un asunto de negocios.

Yo puedo entender sin grandes problemas cómo una editorial literaria decide su rumbo y alimenta su catálogo, pero ¿cómo se hace esto en una casa especializada en arquitectura?

De entrada, debemos asumir que existen muchos tipos de libros sobre arquitectura. Gili, por ejemplo, ha publicado desde manuales técnicos hasta ensayos y monografías. Y si nos asomamos a otros sellos, esta diversidad se multiplica de una manera asombrosa y llega a los libros de gran formato que están profusamente ilustrados. En Puente

Editores decidí tomar un camino propio: la publicación de ensayos.

Con cada uno de los libros que publico, les ofrezco a mis lectores un acercamiento al pensamiento contemporáneo, a las nuevas voces de la arquitectura mundial. Y, al mismo tiempo, me adentro en los autores que por razones incomprensibles no han sido traducidos al español. La mezcla me agrada: pensadores de hoy y pensadores que no han sido leídos en nuestra lengua. Un ejemplo de este tipo de obras se encarna en Sin contenido, el volumen que recopila los ensayos que escribió el joven arquitecto belga Kersten Geers entre 2010 y 2020; lo mismo sucede con Elegir arquitectura. Crítica, historia y teoría desde el siglo xix, de Christophe van Gerreway, un clásico que jamás se había traducido a nuestra lengua.

¿Cómo eliges un clásico que había permanecido ajeno al español?

Cuando eres editor tienes mucho control sobre las bibliografías. Tú sabes mucho sobre lo que se ha traducido y lo que permanece en su lengua original a causa de un olvido inexplicable. Y exactamente lo mismo ocurre con los libros que son muy citados en la bibliografía académica en otras lenguas y jamás fueron traducidos. Lo que he hecho en Puente Editores es tratar de enfrentarme a esos vacíos. Existen varios ejemplos de este tipo, pero quisiera detenerme en uno de ellos: hace poco publiqué La gran revolución doméstica, de Dolores Hayden, una obra fundamental que había pasado casi desapercibida en los países de habla hispana, pero que es el germen de muchos de los estudios de género en arquitectura que se han realizado en nuestros días. Así, al traducirlo, se puede descubrir con toda claridad su influencia en este ámbito y, por supuesto, abrir espacios a la reflexión de género en arquitectura. Mi editorial trabaja con tres colecciones: Teoría e Historia, Pasarela y Micro, a las cuales se suman algunos libros que nacen sin tener un destino preciso en

alguna de ellas, justo como sucede con Breve tratado del arte involuntario, de Gilles Clément, la obra de Christophe van Gerreway que ya he mencionado o los Absolutos principiantes, de Iñaki Ábalos, que nació hace muy poco tiempo.

Detengámonos un momento en las colecciones: en Teoría e Historia puedes encontrar desde la Arquitectura y abstracción, de Pier Vittorio Aureli, hasta Los Ángeles: la arquitectura de cuatro ecologías, de Reyner Banham; en Pasarela la oferta también es importante: desde Worn Not, de Rubén Grilo, hasta Viaplana y Piñón, o la imposibilidad de una arquitectura, de David Bestué, y, en Micro, el camino bien podría comenzar a recorrerse con Suelos, de Francisco Díaz, para concluir con Jardines, paisaje y genio natural, de Gilles Clément.+

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José Luis Trueba Lara. Escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros.

Daniel Calabrese: las huellas digitales del espíritu

Cuando es posible lanzar una mirada en perspectiva, algunos lugares, algunas ciudades y algunas personas logran revelar una identidad no sólo inconfundible sino también perdurable. Una identidad que, como en los paisajes que por alguna razón resultan inolvidables, no es exclusivamente la suma de sus partes, sino tal vez algo que sólo desde el cielo o la distancia es posible reconocer. En los mejores escritores en general, pero particularmente en los poetas, esa identidad suele traducirse desde el principio como un tono, un modo de nombrar y pausar, un vocabulario tan íntimo como distintivo, posiblemente —por decirlo así— una huella digital del espíritu. Cuando esto sucede, en mi opinión, es la prueba más irrevocable de que estamos ante un artista genuino. Desde el primer encuentro y la primera lectura, me di cuenta de que Daniel Calabrese pertenece a esta errante tribu.

Daniel Calabrese es un poeta, traductor y editor nacido en Dolores, provincia de Buenos Aires, Argentina en 1962, y radicado en Santiago de Chile desde 1991. Su obra, bastante destacada, ha sido reconocida ya en el ámbito de la poesía latinoamericana actual. Publica ahora en México

Un cielo para las cosas (Ed. Laberinto, 2023), libro en el que selecciona, reorganiza y, con ello, de algún modo resignifica poemas pertenecientes a sus libros Ruta

Dos, Oxidario, Escritura en un ladrillo, Futura Ceniza, Compás de espera, El buscador de agua, Ave nocturna y Otro viaje al centro de la Tierra, estos tres últimos, inéditos. Se trata de un conjunto de 95 poemas organizados en tres secciones o capítulos. Puesto que no los preside un orden cronológico ni temático y abarcan prácticamente todo el arco de la obra poética escrita por el autor hasta la fecha, podría considerarse a este cuidado y hermoso volumen como una muy amplia y propositiva antología personal.

En Calabrese habitan un temperamento y una región. El temperamento es melancólico y la región es el Sur. Aunque su palabra está imantada e iluminada a cada paso por la cultura, la historia y la literatura universales, él busca o necesita, ante todo, “tocar tierra”, enumerar los objetos circundantes, situar un entorno, detallar un momento particular del ánimo y la memoria que, por paradójico que parezca, es quizás el más preciso de los observatorios para presenciar lo que desmesuradamente solemos denominar el mundo. De tal forma que para él no existe lo insignificante: “Somos inmortales pero en lo más mínimo”, afirma.

En sus poemas, la observación es un método de síntesis. Los lugares, los acontecimientos, el tiempo y la memoria convergen poco a poco hasta fijarse en un trazo corto y certero: “Y todo, todo lo que hemos visto, / se puede lavar con el mar”. Poesía descriptiva y sosegada, cifrada en la evidencia de las cosas, poesía levantada como una pausa a la mitad del día, de cualquier día, desde la atalaya de quien no

puede dejar de observar la existencia misma como una inagotable pregunta: “Su dolor es un sueño antiguo / donde viven las aves que cruzaron la guerra”. Sin embargo, como dije al principio, es precisamente ese tono tan personal lo que singulariza el conjunto de estos poemas. Como en la música, cada sonido sólo tiene significado si se ejecuta con el silencio correspondiente, en su tempo preciso. Por ello, cada verso es un sentido y una pausa, una deriva y un hallazgo: “Nadie ha dedicado tanto trabajo / a desarmar una tristeza”. Habitante de lo habitual, lo inmediato que es, también, la revelación cotidiana de la extrañeza, Calabrese persigue el más allá; pero lo persigue en el aquí, lo persigue en el minuto a minuto del ahora y en la evidencia que la vida ofrece sin tregua.

“De allí su elocuencia sin alardes, contenida, apenas audible. Los poemas de Daniel Calabrese inscriben una nueva forma de tristeza, como si quisieran recordarnos que, contra todo, siempre fue posible el amor”, así lo resume, con precisión y belleza, Raúl Zurita.

Creo que vale mucho la pena adentrarse en Un cielo para las cosas. Ahí quizá su poesía todavía nos persuade de que lo cotidiano es un pasadizo, más o menos sigiloso e inesperado, a la eternidad.+

Jorge Fernández Granados es poeta y ensayista. Con Lo innumerable obtuvo el Premio Nacional de Literatura “José Fuentes Mares” en poesía 2020.

El Cervantino

vibrará con la Banda de Música del Estado de Oaxaca

· Oaxaca, invitado de honor del Cervantino, llevará toda su riqueza musical a Guanajuato.

· Un gran ensamble de bandas oaxaqueñas interpretará grandes obras con 156 músicos en escena.

Este año, el Festival Internacional Cervantino tendrá a Brasil y a Oaxaca como invitados de honor. Junto a más de tres mil artistas de 24 países, el país y el estado darán una exhibición de la diversidad cultural que tanto les aplauden en los escenarios del mundo. Una de las agrupaciones que podremos disfrutar en el Cervantino es la Banda de Música del Estado de Oaxaca, considerada una de las piezas más valiosas que dan forma a la identidad oaxaqueña. La banda está integrada por 65 músicos, quienes aprendieron a tocar un instrumento de forma tradicional, es decir, en su comunidad, con músicos de su pueblo, mediante la transmisión de saberes y, con toda seguridad, en una escoleta. De la misma forma aprendió su director, Julio Alejandro Guantes Teodosio.

Alejandro fue nombrado director de la banda en enero de este año, pero ingresó a la agrupación en 2003 como trompetista. Su amplia experiencia en la música del estado le da claridad en su propósito como líder de esta institución: “Lograr que las nuevas generaciones de músicos y compositores continúen creando e interpretando la música tradicional oaxaqueña para preservarla”.

Entre los instrumentos populares en las escoletas destacan el clarinete y la trompeta, aunque, en estos

tiempos de corridos tumbados, la tuba ha ganado terreno porque, como reconoce Guantes, los jóvenes saben que hoy se paga muy bien este instrumento debido a la alta demanda. Esta forma de aprendizaje no académica representa una transmisión de saberes comunitarios que busca heredar una costumbre: tocar la música tradicional oaxaqueña.

Aunque muchos de los músicos de la banda viven en la ciudad de Oaxaca, la mitad viaja casi todos días hasta sus hogares en las comunidades del valle, como Santa María Tlahuitoltepec, en la sierra mixe, que está a dos horas de distancia. Con 65 integrantes, la banda tiene secciones completas de instrumentos de aliento, metal y percusiones. En algunas ocasiones puede tocarse la chirimía, una flauta de carrizo característica de Oaxaca.

La música que interpretan quienes aprendieron a tocar con sus familiares y vecinos de forma lírica, práctica y colectiva es música originaria de Europa convertida en música tradicional de Oaxaca. Ésta cruza una amplia variedad de géneros como valses, sones, marchas, jarabes, boleros, chilenas y más, que al ser interpretados por una banda del estado adquieren un estilo particular y una sonoridad que no puede llamarse de otra forma más que oaxaqueña.

Para Alejandro Guantes, “el [estilo] de nosotros es más puro, sin ser de escuela es un sonido más grande, como si abarcara más espacio”. La Banda de Música del Estado de Oaxaca, que suma 155 años de vida, se prepara desde su sede en la calle Guerrero número 406 en el centro de la ciudad de Oaxaca para ofrecer una inolvidable actuación en el 52 Festival Internacional Cervantino.

Primero, el jueves 24 de octubre a las 20:00 horas en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, ofrecerá un concierto inigualable, pues se unirá a dos bandas oaxaqueñas para formar un ensamble con más de 150 músicos en escena: la Banda de Música Sones Viajeros, del Centro de Integración Social Núm. 8 “Gral. Lázaro Cárdenas” y la Banda Filarmónica del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam).

Después, el viernes 25 de octubre a las 21:00 horas, ofrecerá un concierto en el Teatro Juárez, en el que interpretará música de todas las regiones de Oaxaca, tanto de compositores consolidados como jóvenes. Esta banda ha acompañado a destacados solistas, instrumentistas y cantantes como Edith Zepeda, Alejandro Corona, Lila Downs, Susana Harp, Emilio Cordero y Natalia Lafourcade; representó a México en el 11.° Festival Internacional Bandístico realizado en 2003 en Milán, Italia, y en 2019 fue galardonada con la Medalla Mozart.+

It ends with us

Romper el círculo (It ends with us), publicado en 2016 y escrito por Colleen Hoover, es una novela contemporánea que aborda temas delicados como el abuso doméstico, las relaciones tóxicas, el empoderamiento personal y los ciclos de abuso. La obra se convirtió rápidamente en un éxito de ventas debido a su cruda representación de las complejidades del amor, el trauma y las decisiones difíciles que enfrentan las mujeres en relaciones abusivas.

Este 2024 se estrenó la adaptación cinematográfica de la novela, dirigida por Justin Baldoni, conocido por su trabajo en la creación de cintas románticas y emotivas. La película está protagonizada por Blake Lively como Lily y el mismo Baldoni como Ryle. La autora, Colleen Hoover, estuvo muy involucrada en la escritura del guion y en el proceso de adaptación para poder ofrecer una representación fiel de la historia.

El argumento de It ends with us sigue a Lily Blossom Bloom, una joven que creció en un hogar marcado por el abuso doméstico, ya que su padre golpeaba constantemente a su madre. A pesar del dolor y la impotencia que sentía al presenciar esos abusos, Lily se prometió a sí misma que no caería en una relación similar. Tras la muerte de su padre, decide cumplir su sueño de abrir una florería en Boston, lejos de su ciudad natal: una forma de escapar del doloroso pasado de su infancia. Sin embargo, en el fondo también está motivada por el deseo inconsciente de reencontrarse con Atlas Corrigan, su primer amor, un chico sin hogar con quien compartió una conexión profunda durante su adolescencia.

En Boston, Lily conoce a Ryle Kincaid, un neurocirujano atractivo y ambicioso que, al principio, parece perfecto. Sin embargo, con el tiempo, Ryle muestra un comportamiento controlador y violento, lo que lleva a Lily a enfrentarse a una dolorosa realidad: está en una relación similar a la que vivió su madre. En medio de este conflicto, Atlas regresa a su vida, ahora convertido en un exitoso chef. Este reencuentro despierta en Lily emociones que creía enterradas. El regreso de Atlas no sólo la hace cuestionarse sobre el amor, sino también sobre las decisiones que necesita tomar para romper el ciclo de abuso que juró no repetir.

En el libro, Hoover utiliza una narrativa sencilla y accesible, cargada de emociones crudas y situaciones reales que conectan profundamente con los lectores. La novela se cuenta desde la perspectiva de Lily, lo que permite que el lector experimente de primera mano su angustia, confusión y esa lucha interna que implica tomar decisiones difíciles en

la vida personal y emocio nal. Esta narración íntima nos sumerge en la mente de Lilly, lo que hace que las situa ciones de abuso y los momentos de amor se sientan más personales e impactantes. Además, el libro ofrece una visión más cercana de las rela ciones que Lily mantiene con otros personajes importantes en su vida. Allysa, su mejor amiga y hermana de Ryle, desempeña un papel crucial al apoyar a Lily en los momentos complicados. Lo mismo sucede con Devin, excompañero de trabajo, y con Lucy, su compañera de cuarto Un recurso destacado en la novela es el uso de las entradas de diario de Lily, que son cartas dirigidas a Ellen DeGeneres. Mediante estas cartas, Hoover nos ofrece una visión más íntima de la adolescencia de Lily, especialmente de su relación con Atlas, su primer amor. Estas entradas revelan la soledad de la protagonista, su deseo de escapar de la violencia en su hogar y la valiosa conexión que formó con Atlas, quien también sufría una situación vulnerable. Estos fragmentos permiten al lector comprender mejor las raíces de las decisiones de Lily en el presente, además de su miedo a repetir los errores del pasado, lo que aporta una dimensión más a su lucha interna y nos permite apreciar la fuerza interior que tiene el personaje principal. Por otro lado, la película conduce de manera excepcional la confusión que Lily siente tras los primeros ataques de Ryle. A través del manejo de la cámara y la narrativa visual, el espectador puede ver cómo Lily intenta convencerse de que las agresiones no son tan graves, una forma de autodefensa que muchas personas experimentan en situaciones similares. La cercanía de los planos y los movimientos borrosos que hacen imposible ver el golpe o los momen-

de manera efectiva su lucha interna entre el amor que siente por Ryle y el reconocimiento de su comportamiento abusivo.

Aunque el libro ofrece una visión más rica y profunda, especialmente en lo que respecta a los pensamientos y emociones de Lily, así como en las relaciones con personajes secundarios, la película logra transmitir los momentos clave de la historia de manera impactante gracias al relato visual, que intensifica la experiencia emocional. Leer el libro permite una comprensión más completa de la historia, pero ver la película después aporta una nueva dimensión, especialmente en la forma en que el cine explora la complejidad de las relaciones y el poder del amor propio.+

Antigüedades futuras Una conversación con Adrián Chávez

Este libro es una de las lecturas más divertidas, interesantes e inteligentes que he hecho en el año. Antigüedades futuras (Urano, 2024) es un ejercicio de comprensión de los fenómenos más actuales, polémicos y arriesgados la lengua española, una indagación de cómo muta nuestra lengua, desde la perspectiva amena y lúcida que el lingüista Adrián Chávez (@nochaveznada) demuestra no sólo en sus libros, sino también en TikTok mientras disfruta de un tecito. En esta entrevista, Adrián nos platica cómo los fenómenos lingüísticos, más que censurarse, pueden analizarse y, sobre todo, disfrutarse.

José Luis Trueba Lara

Adrián, cuéntanos, ¿qué está pasando en el español actual?

Están pasando muchas cosas: algunas muy divertidas y otras muy controversiales. Obviamente no se trata sólo de ahora; esto va a pasar en todas las generaciones. Hoy en día, nos encontramos con fenómenos que están pasando en internet, como las que yo llamo “las lenguas del internet”, por ejemplo, el cheemspañol, que juega con la forma de hablar del perrito Cheems. Y, por otro lado, están las controversias, que no sólo ocurren en internet, sino en general, como las batallas por el significado de ciertas palabras. Por ejemplo, la palabra matrimonio, que es objeto de un debate social, y hay opiniones de todo tipo. Hay errores etimológicos, preguntas sobre el significado, disputas extralingüísticas… y todo eso merece ser discutido.

Ahora pasemos a los usos controversiales. Hay algunos, como dijiste, vinculados con falsas etimologías, pero también hay otros que están marcados por conflictos graves. A mí me han corrido por no aceptar arrobas…

Sí, definitivamente el libro habla sobre el lenguaje incluyente como un fenómeno lingüístico que está pasando no solamente en español, sino en muchas lenguas. Y la premisa es un poco ésta: la discusión sobre el lenguaje incluyente resulta mucho más social que lingüística. Los lingüistas están observando el fenómeno y divirtiéndose mucho con lo que está pasando en la lengua. Sin embargo, tanto el uso como la reticencia responden a una cuestión social. Algunas personas utilizan como caballo de Troya la perspectiva normativista para quejarse del lenguaje incluyente: para decir “el lenguaje incluyente está mal porque académicamente es incorrecto”, cuando obviamente éste no está hecho para ser consistente con la normativa, sino para romperla y hacer una declaración de principios.

Yo he llegado a pensar que el lenguaje incluyente, como el lenguaje políticamente correcto, se convierte en un problema, más allá de la normativa, por una razón que me asusta un poco. Muchas veces estos lenguajes me parecen hechos para no decir, en el sentido de que empiezan a crear una serie de eufemismos que no sé si resultan del todo claros.

Yo creo que siempre está el riesgo de la incomunicación cuando hay un factor social involucrado en un uso lingüístico. Por ejemplo, tenemos en español la costumbre de poner el yo al final cuando nos incluimos en una enumeración, y en italiano ocurre exactamente lo contrario. No hace mucho estaban en una entrevista Laura Pausini, Ricky Martin y Alejandro Sanz, y ella, que es italoparlante, dijo: “Estamos aquí yo, Ricky y Alenjandro”. Ellos la corrigieron: “Se dice Ricky, Alejandro y yo”. Gramaticalmente no hay ningún problema. En términos de significado tampoco hay ningún problema. Pero hay una cuestión de cortesía, de convención social. Y con estos eufemismos que mencionas pasa algo parecido. Hacemos acuerdos en los que priorizamos lo socialmente pertinente a la comunicación.

Es una falsa idea la creencia de que la lengua es sólo una herramienta comunicativa, porque no lo es. Lo es en la misma medida en la que la ropa es una herramienta para cubrirse del clima: resulta mucho más que eso. La lengua es todo el tiempo una herramienta de comunicación, pero también todo el tiempo estamos supeditando la comunicación a otras cosas: a la pertenencia, a la expresión emocional, a la expresión social. Entonces creo que puede ser que de pronto se comprometa la comprensión (si bien es cierto que no es el caso todo el tiempo), pero que es un riesgo que la gente asume a sabiendas, porque en ese momento no es lo más importante.+

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Las Starling

Capítulo uno

Ella debería estar muerta.

Esa es la gran mentira que no puedo comprender, y cuanto más nos acercamos a verla por fin, más nerviosa me siento. He intercambiado un padre vivo por una abuela muerta y aún no logro entenderlo. Pero ahora no hay tiempo para eso.

Ya casi llegamos.

Mi mamá golpetea el volante con sus dedos al ritmo de una canción vieja, nuestro coche avanza cansado después de llevarnos desde Callins, Dakota del Norte, hasta el gran bosque al norte de Wisconsin, donde hay kilómetros de árboles en todas direcciones. Robles, abedules y arces, pinos orgullosos erguidos y espolvoreados de nieve por doquier mientras los rayos rosados suntuosos de las primeras horas de luz se abren paso entre ellos.

Es bastante hermoso, pero aún hay una parte de mí que no querría Hawái, ni siquiera Florencia o el Cairo. Hay una parte de mí que solo quiere ir a casa. Esconderse bajo mi manta y escapar de la realidad durmiendo. A veces, quiero dormir para siempre para no tener que recordar.

Trago la pérdida, extiendo la mano y toco los papeles guardados en la parte interna de la puerta. Un punto de referencia. La primera oración del último libro de mi papá, uno que nunca terminó:

Entramos al agua zafiro con los bolsillos llenos de joyas.

Es vergonzosa la cantidad de veces que me he repetido la frase. En mi cabeza, en voz alta, en un susurro. Un amuleto de buena suerte, un mantra. Una pregunta subyacente que podría atormentarme para siempre.

¿Por qué nos dejaste?

Y durante las últimas semanas, otra cosa en la que no puedo dejar de pensar.

¿Por qué mentiste?

Harta del paisaje nevado que nos rodea, inclino la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, pensando en gemas robadas, dos enamorados condenados al fracaso en un barco, la risa áspera de un pirata y todas las maneras en la que mi padre alegraba mi mundo. Mi garganta se inflama con un dolor que arde: tristeza o furia, a veces no puedo discernir una de otra.

Mis pensamientos me llevan a sitios donde no quiero ir, así que renuncio a pensar y abro mi novela en la página con la esquina marcada mientras alzo la vista para ver un letrero en la carretera.

ROSEMONT 16 KILÓMETROS

–Estamos cerca. –El tono de mamá es liviano, pero tiene los hombros tensos, está escapando dentro de sí misma. La ansiedad es su sombra. Hago lo que puedo para ayudar a aliviarla, incluso intento nunca aumentarla. El camino fue difícil para ella, aunque solo me permitió conducir un par de horas. A pesar de la sonrisa en sus labios, cuando me mira veo

tristeza oculta en su mirada. He memorizado sus facciones, esos ojos, el castaño de su iris, la pupila negra que florece en el centro, sus pómulos pronunciados, el tatuaje azul floral que sube por su antebrazo, su risa maravillosa.

Odio que ahora el dolor en sus ojos me resulte familiar. El resentimiento me ataca. Miro de nuevo la página, intento concentrarme en las hadas que habitan dentro de la historia.

–¿Cómo viene el libro? –pregunta ella.

–Muy bien –susurro. Y es cierto. Pero sigo releyendo las mismas oraciones una y otra vez. Ninguna se conecta en mi mente. No podré relajarme hasta que no lleguemos.

Dios, ¿cómo será ella?

–Parece que está llevándote mucho tiempo terminarlo –dice e interrumpe mis pensamientos.

–Podrías haber comprado uno propio… –Volteo la página, las palabras nadan.

–¿Por qué necesitaríamos dos copias? –pregunta–. ¿Acaso no es la mejor parte de tener el mismo gusto literario que podamos compartir libros? Como sabes, no podemos compartir zapatos.

–Bueno, no es mi culpa que tengas esquís en vez de pies –respondo.

–Ahh, qué graciosa.

Resoplo, cierro el libro, e intercambio la lectura por nada.

–¿Estás bien? –Su preocupación captura mi atención.

Evalúo la expresión en sus ojos. Las cejas fruncidas. Deseo haber se- guido leyendo, o al menos haber fingido hacerlo.

–Sí. Solo estoy nerviosa.

–Lo sé. –Me sonríe con dulzura mientras toma una curva oscura en el camino–. Parece agradable. Creo que nos caerá bien.

Pasamos bajo una arboleda cuyos árboles inclinan amablemente sus cabezas sobre nosotras y conducimos hacia un gran cartel de madera gastada:

¡BIENVENIDOS A ROSEMONT! HOGAR DE LAS ROSAS ETERNAS FUNDADO EN 1781

POBLACIÓN: 2089

No soy rara, soy auténtica

¡Hola, amigos! Yo soy Xime. Tuve que empezar a escribir estas páginas porque… no encuentro a Librosauria por ningún lado. ¿Ustedes la han visto en alguna sección de la revista? Se me hace que se quedó dormida en otro artículo.

—Pst. Pst. Xime, ¿me escuchas?

—¿Librosauria? ¿Qué haces ahí escondida? ¿Estás bien?

—Mmm. Sí. Más o menos. Es que no quiero salir.

—¿Y eso por qué?

—Es que… creo que no me veo nada bien. Mis dos cuernos están muy puntiagudos, ¡y ve!, tengo las rodillas muy arrugadas y la piel demasiado verde. ¿Cómo puedo tener tantos defectos?

—¡Ay, Librosauria! Yo creo que eres fantástica. Ven aquí. Creo que conozco el libro perfecto para ti.

Orejas de mariposa (Kalandraka, 2016)

Este libro es para las niñas y los niños que destacan por ser diferentes. Mara es una niña a la que sus compañeros llaman “orejotas”. Además, se burlan de ella por otras cosas: por tener un hoyo en el calcetín, por leer libros usados, por tener el cabello revuelto… Cuando nos pasa esto, es natural que nos sintamos incómodos, avergonzados o muy enojados. ¿Alguna vez te han dicho algo ofensivo por una característica que consideres “diferente”?

Pero la mamá de Mara le da una gran idea. ¿Y si en lugar de defectos pensáramos que se trata de cualidades únicas? Por ejemplo, que no tenemos orejas grandes, sino orejas de mariposa que alegran todo. O que Librosauria no tiene cuernos puntiagudos, sino dos lunas brillantes. Cuando termines de leer este cuento, estamos seguras de que descubrirás que ser diferente es un superpoder. ¡El mundo no tendría chiste si todos tuviéramos la misma cara, el mismo cuerpo y la misma personalidad!

Así que, si eres pequeñín, grandote, con anteojos, con pecas… si hablas hasta por los codos o si eres muy callado, queremos decirte que nos encanta tu autenticidad. ¡Corre a leer Orejas de mariposa y no dejes de ser quien eres!

Entrevista a Luisa Aguilar

¡Adivinen qué! Conocimos a la escritora Luisa Aguilar, que además es actriz y titiritera. Ella está muy contenta de que su libro Orejas de mariposa ayude a tantos niños y adultos a aceptar mejor eso que los hace diferentes. Esto es sólo una probadita de lo que nos platicó.

¿Cómo surgió la idea de convertir los “defectos” de Mara en cualidades positivas, como las orejas de mariposa?

Lo digo muchas veces, y es un poco vergonzoso, pero es la verdad. Un día estaba en el autobús en Oviedo y vi a un hombre muy robusto con una camisa de cuadros. Y entonces pensé “parece una mesa redonda con su mantel de cuadros azules y blancos”. E inmediatamente después, lo imaginé acostado y jugando al ajedrez tranquilamente en su panza y se me hizo una imagen muy bonita. De ahí se me vino esa idea y empecé a pensar cómo darle la vuelta a esas características.

Las ilustraciones de los libros infantiles son muy poderosas, ¿no? Porque muchos niños todavía no saben leer, y se guían a través de ellas. ¿Cómo le hicieron para que las ilustraciones salieran tan bien en el libro?

Todo el crédito se lo llevan André Neves, el ilustrador, y la editorial Kalandraka. Las ilustraciones enriquecen y hace explotar la historia. Por ejemplo, hay algo que no se menciona en el libro y es que los otros niños que le dicen cosas a Mara tienen características muy particulares. El hecho de que André haya creado a estos niños tan diferentes entre sí engrandece a Mara. Ella no les dice “tú tienes esto” o “tú tienes aquello”. No son niños perfectos, pero todos tienen algo especial.

Se juega mucho con la idea de transformar esas características que pueden causar inseguridad en algo hermoso y divertido. ¿Cómo crees que Orejas de mariposa puede afectar la vida de un niño cuando lo lee?

Yo creo que la clave está en lo que le dice su mamá a Mara. La empodera mucho, para que ella use su imaginación y transforme estas cualidades que otros ven de manera negativa. Para mí, lo realmente importante es la aceptación. Dar ese pasito.

Los niños también son muy sabios. Y tú, que convives mucho con ellos, seguramente estás muy conectada con su forma de pensar y sentir. Si tu pudieras hablar con Luisa chiquita, que en algún momento se sintió insegura como cualquier otra niña, ¿qué le dirías?

Luisa chiquita y Luisa grande se sienten inseguras muchas veces, se autosabotean, se juzgan. La verdad es que escribí este libro, pero no porque me crea superior, sino porque se trata de algo que, de diferentes formas, me ha afectado a lo largo de mi vida.

Estoy viendo que aquí tienes la edición en chino. ¿En cuántos idiomas está Orejas de mariposa?

Está en coreano, árabe, chino, en los cuatro idiomas oficiales de España, italiano, francés y portugués. Está en muchos idiomas y eso me hace sentir muy contenta, porque significa que el libro puede llegar a muchos lugares. Pero, por otro lado, también me preocupa saber que el tema de la intimidación o de burlarse de los demás es universal. Entonces, tengo esta sensación agridulce, pero saber que tal vez un niño pequeño o un adulto lo esté leyendo me llena de emoción.+

Xime y Librosauria
Ve la entrevista en mascultura.mx

He titulado así este texto con el propósito de hacerlo pasar por una teoría de la conspiración, por un reportaje salido de quién sabe dónde, que cita quién sabe qué fuentes y que declara que Rosario Castellanos no murió en Israel hace cincuenta años, no; no fue fulminada por una descarga eléctrica, como se nos ha hecho pensar; sino que está viva, muy mayor, claro, son casi cien años los que cuenta la pobre, pero viva, porque la congelaron como a Walt Disney o se esconde como Michael Jackson.

Y es que me resulta curioso que, desde aquel mes de agosto de 1974, cuando la escritora mexicana cerró los ojos definitivamente, e incluso ahora que se cumplen cincuenta años de ello, se derroche tanta tinta para hablar sobre las “misteriosas” circunstancias de su muerte. Basta con escribir su nombre en internet para toparse con encabezados sensacionalistas que hablan de un asesinato y hasta de suicidio. En Lee+ preferimos sumarnos a

lo largo de su vida, Castellanos supo sostener la pluma cuando se trataba de narrativa, poesía, ensayo, periodismo e incluso teatro. Hoy, los lectores la recuerdan por la fuerza de sus palabras y también por su ironía.

La crítica feminista la reconoce como uno de los pilares de la literatura escrita por mujeres en México. Imposible olvidar su texto “La abnegación: una virtud loca” o los que conforman su libro Mujer que sabe latín…, tal como su lucha desde las instituciones por visibilizar la exclusión de la que eran víctimas las mujeres mexicanas de su tiempo. La crítica indigenista también la reconoce como una persona que promovió las historias de quienes poco se había escrito hasta entonces. Castellanos habló de la doble exclusión que significaba ser mujer indígena. Y, sin embargo, ni ella misma aceptó las clasificaciones de feminista e indigenista ni nosotros podríamos reducirla a ello, pues representó mucho más.

Extra, extra:

Castell¡Rosario anos

está viva!

los festejos de su vida y de su obra, como otras instituciones dentro y fuera de México. Y eso es lo que haremos con las siguientes líneas.

Rosario Castellanos nació casi por accidente en Ciudad de México, pero pasó su infancia en Chiapas. Esos años le permitieron observar de cerca la realidad social de los pueblos indígenas. Igual que otros autores (como el premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias), aprendió mucho de su nana: Rufina, perteneciente al pueblo tzeltal, le relataba las historias de su comunidad e incluso le hablaba en su lengua materna.

Más tarde, la joven Rosario se trasladó a la capital de la república, donde cursó la licenciatura y la maestría en filosofía en la unam. Muy pronto forjó relaciones con personas como Dolores Castro, Efrén Hernández, Augusto Monterroso, Emilio Carballido y hasta un tal Jaime Sabines, paisano suyo. Como pocos escritores, a

Fue la docente que impartió clases en la Facultad de Leyes de Chiapas, en la Universidad de Wisconsin, en la Bloomington y, por supuesto, en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Yo, como muchos alumnos de esa institución, pasé largas jornadas en el jardín que hoy lleva su hombre durante mis años de estudio. Fue la traductora de poetas como Emily Dickinson. Fue la comentarista de autoras como Isak Dinesen, Doris Lessing y Natalia Ginzburg. Fue también la embajadora de México en Israel.

Hoy nos sobran formas de acercarnos a su obra. Tenemos algunos poemas en su propia voz vagando por las redes. Contamos con gran parte de sus obras reunidas publicadas por el Fondo de Cultura Económica. Tenemos reediciones de sus libros, como la nueva versión de sus Cartas a Ricardo en la colección Vindictas de la unam. Tenemos todo para acercarnos a esa mujer —como escribía ella misma— “de palabra no. / Pero sí de palabras”. Y no sólo por nostalgia, sino porque muchas de las situaciones de las que ella habló siguen doliendo en el mundo actual.

Hasta que todas estén resueltas, Rosario Castellanos estará viva. +

Elik. G. Troconis

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