AÑO 8 NÚMERO 85 JUNIO 2016
EL LIBRERO DE...
MAURICIO ROCHA
03
Al arquitecto mexicano Mauricio Rocha (1965) no le preocupa que buena parte de su biblioteca esté en su despacho, a pesar de los riesgos de que algunos libros se extravíen: “Los libros deben estar abiertos y expuestos para que no sólo una persona los vea, sino para que todo el mundo se haga a la idea de tener un libro a un lado”. El autor de obras como la Escuela de Artes Plásticas uabjo (Oaxaca, 2008), el Centro para la Atención de Gente Invidente (CDMX, 2000), o el Mercado de San Pablo Oztotepec (CDMX, 2003), entre otras, respondió lo siguiente acerca de su librero. +
Ulysses Avath©
¿Cuántos libros tienes? Buena pregunta. ¿Cuántos libros tengo? Tengo los libros que voy adquiriendo, no los cuento. Tuve la herencia de la biblioteca de mi padre, que era arquitecto y leía mucho. Con eso tuve la conciencia de ir haciendo una buena biblioteca de arquitectura más otras disciplinas alrededor de ella. Tengo cuatro libreros que miden 2.4 x 3 metros, como doce metros lineales de libros. ¿Cuál es el más nuevo? Siempre que viajo al extranjero trato de comprar libros de arquitectura que no se pueden encontrar en otros lugares porque sólo están editados en el país en el que estoy. Estuve en Nuevo México, en el cañón de Chaco, y ahí me hice de unos libros de arqueología de la zona. ¿Cuál es el libro más viejo? Me gustaría pensar que de arquitectura el libro más viejo que tengo es el de mi padre, Manuel Rocha Díaz, que hizo su libro en 1980 y me regaló un ejemplar. Seguramente tendré El Principito, como cualquier niño. También tengo libros sobre arquitectos de culto como Louis Kahn o Frank Lloyd Wright, libros de colección que mi padre consiguió cuando era estudiante, en los años cincuenta, y que ya son reliquias. ¿Cuál es tu favorito? Mucho tiempo tuve una fuerte influencia de Louis Kahn como arquitecto y por lo tanto era un libro de él al que constantemente recurría, o Peter Zumthor, otro arquitecto. También me encanta la obra del fotógrafo Josef Koudelka. Aunque no sea lo más representativo de su obra, un libro de Andrei Tarkovski con sus polaroids. Los libros de mi madre son siempre una referencia importante. Tengo la suerte de no tener un solo libro favorito. ¿Qué libro no has leído aún? Entre más lee uno más se da cuenta de que no ha leído casi nada. Me parece que habría que tomar la decisión de qué libros escoger para leer y no perder
tiempo con malos libros. Me interesa acercarme a gente que respeto mucho para que me recomienden qué leer. Hay libros que leí de niño y que me gustaría releer, como Crimen y castigo y Pedro Páramo. ¿Cuál es la joya de la corona del librero? Gracias a mi padre tengo las obras completas de Jorge Luis Borges, me parece que fue la mejor herencia de su biblioteca. Los libros de mi madre, Graciela Iturbide, dedicados a mí. También tengo libros de arquitectos que admiro, algunos de ellos premios Pritzker, dedicados, y se vuelven muy importantes. Tiene que ver con la emotividad y la cercanía intelectual y de amistad con ciertas personas. ¿Qué libro has regalado? Muchos. Justo ahora estoy en una etapa en la que me gustaría regalarles a arquitectos y no arquitectos dos libros de un gran teórico de la arquitectura que se llama Juhani Pallasmaa: Los ojos en la piel y La mano que piensa. ¿Qué autor se repite más veces en el librero? Los arquitectos que más admiro: Louis Kahn, Carlo Scarpa, Alvar Aalto, Eduardo Souto de Moura, Álvaro Siza, Luis Barragán, de quienes trato de tener todos sus libros. También Borges y Marcel Duchamp. Es demasiada la obsesión por las cosas que se hacen que por diferentes líneas queremos alimentar la colección de diferentes libros. ¿Cuál libro no has regresado? (es decir, que no es tuyo). Hay libros prestados de personas que quise mucho y que ya no están, pero ellos sabían que yo los tenía. Por la significancia de quien me los prestó, no por los libros mismos, recuerdo los que me prestó Humberto Ricalde, que fue mi maestro en la facultad. +
EDITORIAL
CONTENIDO
El tatuaje es una decisión personal tan importante que puede compararse a la elección de pareja. Sin embargo, un divorcio exprés puede disolver una relación matrimonial en cuestión de días y los recuerdos malos siempre se quedan atrás; un tatuaje, a pesar de los avances técnicos en materia de rayos láser —método caro y doloroso—, permanecerá ahí para siempre.
EL LIBRERO DE… Mauricio Rocha
03
TATUAR POSIBILIDADES EN LA MEMORIA Niños a ¡leer!/ Karen Chacek
08
JORGE RAMOS Entrevista
10
BERNARDO ESQUINCA Entrevista
12
¿QUIÉN SE TATÚA EN LAS MEJILLAS UN TRIDENTE? Fábulas del Tío Hoffs/ Antonio Malpica
14
EL RINCÓN GOURMET
16
CÓRRELE POR TU TATUAJE Jóvenes/ Raquel Castro
18
CLÁSICOS ILUSTRADOS Rogelio Flores
22
FRASE NAPALM Nagiko, The Pillow Book
24
LA EPIDERMIS INTACTA Nerd Plus/ Bernardo Fernández-Bef
26
SÍMBOLOS PARA CIMBRAR AL MUNDO DeMente/ Yara Sánchez de la Barquera Vidal
28
MADRID SE LEE ANDANDO Calle de León/ Jorge F. Hernández
32
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: EL POETA AMBIENTALISTA Claudina Domingo
34
TINTA ANCESTRAL Mono-grafías/ F. G. Haghenbeck
36
EL DOMINÓ Cuento/ Karen Villeda
40
EL PERFIL Rébecca Dautremer
46
TATUAJES
El tatuaje implica dolor. Quienes se han hecho uno hablan de un ardor intenso, como un raspón que no termina y que se extiende sobre el área a dibujar. Hay sangre, desde luego. No por ello se puede afirmar que quienes visitan a su tatuador de confianza sean unos masoquistas irredentos. Hay algo que va más allá del dolor físico. Quien se anima a que alguien más plasme sobre su piel un mensaje está tratando de evitar que el tiempo lo destruya todo. Quienes optan por llevar marcas en el cuerpo, sea para manifestar lo que habita en su interior, para hacer una declaración de principios o por mero placer, forman parte de un grupo que a últimas fechas se ha vuelto numeroso y que entre sus filas no sólo incluye a individuos de baja estofa, ex presidiarios, marineros o mujeres de la vida galante, sino estrellas del espectáculo, deportistas, empresarios, escritores, etc. Como todo en la vida, lo que ayer se consideraba ajeno a las buenas costumbres y contrario a las más sagradas reglas de la sociedad, hoy es moneda de uso corriente. En este número encontrarán las opiniones que nuestros columnistas expresan acerca del arte de entintarse la piel. Algunos confiesan que no están tatuados y otros no lo mencionan, así que nos quedaremos con la ganas de saber si en algún punto recóndito de su anatomía llevan un mensaje personal o un recuerdo amargo. La portada es trabajo de Omar Osorio, un joven ilustrador mexicano que se la jugó con nosotros para hacer este tatuaje multiforme. Fue un trabajo arduo que requirió de varias correcciones —situación impensable a la hora de estarse haciendo uno en la piel— y cuyo resultado nos tiene muy contentos. Libros de arte sobre tatuajes, clásicos ilustrados con tinta sobre la piel, la relación de música y los tattoos, la sociedad y el control sobre el cuerpo, símbolos para sacudir el mundo… ojalá que este número se les quedé tatuado en la memoria.
Ilustración original de Omar Osorio “Osofang”© omar.osofang@gmail.com
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LOS+VENDIDOS
06
NO FICCIÓN
FICCIÓN YO ANTES DE TI Jojo Moyes SUMA DE LETRAS Lou Clark sabe muchas cosas. Sabe cuántos pasos hay entre la parada del autobús y su casa. Sabe que le gusta trabajar en el café Buttered Bun y sabe que quizá no quiera a su novio Patrick. Lo que Lou no sabe es que está a punto de perder su trabajo o que son sus pequeñas rutinas las que la mantienen en su sano juicio. Will Traynor sabe que un accidente de moto se llevó sus ganas de vivir.
EL CAZADOR DE HISTORIAS Eduardo Galeano SIGLO XXI
En esta obra, que terminó un año antes de morir, Eduardo Galeano sale a cazar en esa jungla para mostrarnos con crudeza, con humor, con ternura el mundo en que vivimos, desnudando ciertas realidades que, pese a estar al alcance de la mano, no todos llegan a ver.
MÉXICO ENGAÑADO Francisco Martín Moreno PLANETA
CINCO ESQUINAS Mario Vargas Llosa ALFAGUARA La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi en un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos.
LA CHICA DEL TREN Paula Hawkins PLANETA Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas y la misma parada en la señal roja. Son sólo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente.
LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER Milan Kundera TUSQUETS Ésta es una extraordinaria historia de amor, de celos, de sexo, de traiciones, de muerte y también de las debilidades y paradojas de la vida cotidiana de dos parejas cuyos destinos se entrelazan irremediablemente. Guiado por la asombrosa capacidad de Milán Kundera, el lector penetra fascinado en la trama compleja de actos y pensamientos que el autor va tejiendo con diabólica sabiduría en torno a sus personajes.
En las escuelas mexicanas se incuba la mediocridad. Los actuales libros de texto gratuitos de historia deliberadamente engañan, manipulan y ocultan la realidad de lo acontecido en nuestro país, condenando a México al estancamiento. ¿Cómo avanzar si insistimos en inculcarle a las nuevas generaciones de mexicanos escandalosas mentiras redactadas en beneficio del gobierno en turno?
CÓMO GANAR AMIGOS E INFLUIR SOBRE LAS PERSONAS Dale Carnegie DEBOLSILLO El único propósito de este libro es ayudar al lector a que descubra, desarrolle y aproveche esos poderes latentes que no emplea. Algunos puntos importantes del contenido son: Técnicas fundamentales para tratar con el prójimo. Si quiere recoger miel, no dé puntapiés a la colmena. El gran secreto para tratar con la gente.
EL DIFÍCIL VÍNCULO ENTRE PADRES E HIJOS Jorge Bucay/ Demián Bucay OCEANO Jorge y Demián Bucay analizan el vínculo que existe entre padres e hijos y buscan responder preguntas como ¿qué es ser padres?, ¿por qué serlo?, ¿para qué? Los autores desarrollan temas en torno a la paternidad y afirman que ser padre tiene que ver con cumplir una función, que implica actuar, pensar y sentirse como tal.
GRATITUD Oliver Sacks ANAGRAMA
EL ELEFANTE DESAPARECE Haruki Murakami TUSQUETS Un pirómano que confiesa su delito. Una pareja de recién casados que aprovecha la oscuridad de la noche para atracar un McDonald´s. Un enano diabólico y danzarín. Un abogado sin trabajo al que su esposa ha ordenado encontrar a su gato extraviado. Un hombre al que obsesiona la extraña desaparición de un elefante que se encontraba en un zoológico.
En febrero de 2015, Oliver Sacks recibió la noticia de que el melanoma que le habían diagnosticado en el ojo diez años antes había hecho metástasis y ahora le afectaba al hígado. A los pocos días escribió el ensayo “De mi propia vida”, en el que expresaba su inmenso sentimiento de gratitud por haber tenido una existencia plena tanto en el plano vital como en el intelectual.
JÓVENES UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA Amalia Andrade PLANETA
FESTIVAL DE LA BLASFEMIA Dross TEMAS DE HOY
LUNA DE PLUTÓN Dross TEMAS DE HOY
ELEANOR & PARK Rainbow Rowell ALFAGUARA
LA SELECCIÓN Kiera Cass ROCA EDITORIAL
07
ELECTRÓNICOS
ARTE
YO ANTES DE TI Jojo Moyes SUMA Lou Clark sabe muchas cosas. Sabe cuántos pasos hay entre la parada del autobús y su casa. Sabe que le gusta trabajar en el café Buttered Bun y sabe que quizá no quiera a su novio Patrick. Lo que Lou no sabe es que está a punto de perder su trabajo o que son sus pequeñas rutinas las que la mantienen en su sano juicio.
LA MAGIA DEL ORDEN Marie Kondo AGUILAR Transforma tu hogar en un espacio limpio y ordenado de manera permanente, ¡y sorpréndete de cómo cambia tu vida! Marie Kondo te ayudará a acomodar tus espacios de una vez por todas con su sencillo método KonMari. La clave para mantener el orden exitosamente está en acomodar los objetos de tu casa, habitación, apartamento, estudio u oficina en forma correcta, manteniendo sólo lo que realmente amas y limpiándolo todo a la vez.
VÉNDELE A LA MENTE, NO A LA GENTE Jürgen Klaric YOPUBLICO La neurociencia está invadiendo de manera positiva muchos sectores del mercado, trasformando con descubrimientos y tecnología clínica la forma de entender, mejorar, rentabilizar e innovar cómo operamos y hacemos nuestro trabajo.
CINCO ESQUINAS Mario Vargas Llosa ALFAGUARA
EL JARDÍN SECRETO Johanna Basford MTM Por fin tenemos aquí la esperadísima reimpresión de El jardín secreto, un éxito de ventas internacional que entusiasma a grandes y pequeños con sus fantásticas y minuciosas ilustraciones. Un imprescindible para los amantes de la naturaleza y la creatividad.
THE ART OF MEXICAN COOKING: TRADITIONAL MEXICAN COOKING FOR AFICIONADOS Diana Kennedy CLARKSON POTTER PUBLISHERS Una brillante exploración de una las más grandes cocinas del mundo. Incluye más de doscientas recetas, muchas de ellas desconocidas en la frontera norte y más de cincuenta ilustraciones y ciento cincuenta fotografías.
LA PELOTA, UNA HERENCIA DE MÉXICO AL MUNDO Carla Claudia Zarebski Peña COOPERATIVA LA JOPLIN En un fascinante recorrido de doscientas veinticuatro páginas, a través de una selección de más de trescientas imágenes de sesenta y cinco archivos de América, Europa y Asia; la Federación Mexicana de Fútbol y Cooperativa La Joplin propusieron celebrar de forma inédita y lúdica, una de las grandes aportaciones de México a la humanidad: la pelota.
LOS 1000 MEJORES FUTBOLISTAS DE TODOS LOS TIEMPOS NAUMANN & GOBEL
La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi en un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos.
El futbol es sin lugar a dudas el deporte con más aficionados en todo el mundo, capaz de movilizar cantidades ingentes de personas. De ningún otro tema se habla tanto como de los partidos, los jugadores, los entrenadores o los árbitros. Notas relevantes: este fantástico libro reúne a todos los héroes del futbol, las estrellas del balón. Messi, Ronaldo, Pelé.
HISTORIA DE UN CANALLA Julia Navarro PLAZA & JANÉS
EL BOSQUE ENCANTADO Johanna Basford MTM
Thomas Spencer sabe cómo conseguir todo lo que desea. Una salud delicada es el precio que ha pagado por su estilo de vida. Desde su último episodio cardiaco, una sensación se ha apoderado de él. En la soledad de su lujoso apartamento de Brooklyn no puede evitar preguntarse cómo habría sido la vida que conscientemente eligió no vivir.
Johanna Basford vuelve a maravillarnos con su nuevo libro para colorear, un fabuloso bosque encantado que esconde en su espesura animales y objetos mágicos, y especiales símbolos que nos deparan fantásticas sorpresas. Una nueva explosión de belleza de la mano de la autora del best-seller internacional El jardín secreto.
NIÑOS EL PRINCIPITO Antoine de Saint-Exupéry EMECÉ
EL DIARIO DE GREG Jeff Kinney OCEANO TRAVESÍA
EL DÍA QUE LOS CRAYONES RENUNCIARON Drew Daywalt/Oliver Jeffers FCE
DESTROZA ESTE DIARIO Keri Smith PAIDÓS
WIGETTA Y EL ANTÍDOTO SECRETO Vegetta777/Willy Rex TEMAS DE HOY
08
Los tatuajes se inscriben, fijan y persisten en la piel como adorno y también a manera de galería permanente para recuerdo o gloria de algo. Acudir a un tatuaje es mucho más que un mero impulso; las personas sabemos cuán importante es la memoria, esa magnífica función cerebral que interviene en todos los procesos de aprendizaje del ser humano, que es vital para la supervivencia del individuo y de la especie. Es nuestro privilegio contar con la capacidad ordinaria de memorizar vivencias reveladoras y sucesos históricos, ¿por qué nos empeñamos en confiarle nuestro gran tesoro a un artefacto limitado que podría sufrir una avería en cualquier momento? En un mundo como el de ahora en el que la tendencia es almacenar los eventos significativos de la vida en dispositivos electrónicos microscópicos integrados a tabletas y teléfonos portátiles, necesitamos de más libros que nos tatúen en la memoria palabras, imágenes, sonidos, sensaciones, preguntas y posibilidades. Libros que nos recuerden lo mejor y lo peor de nuestra humanidad. Una persona con una memoria hueca es una persona sin identidad ni rumbo. Dicho al modo de la sabiduría popular: “Para saber hacia dónde vas, voltea a ver de dónde vienes”. No me gusta el campo, ¡es feo, verde y muy aburrido!— le dijo Leonardo a sus papás, a quienes les encantaba hacer “vida de campo” los fines de semana. Leonardo no entendía qué había de divertido en ver el fuego en la chimenea, escuchar el silencio, caminar un sendero. Ésos, los senderos, no le parecían otra cosa que calles sin tiendas, con hierba, piedras que te tuercen los tobillos y ortigas que se pegan a los calcetines y te pican. A Leonardo no le pudo suceder mejor cosa que perderse en el campo y topar con un borrego, una vaca y una gallina que le preguntaran: ¿Tú para qué sirves? Un abrelatas, una licuadora, un balón o una almohada sirven para algo. ¿Para qué sirve un niño?, de Colas Gutman (fce), no sólo es
una dulce venganza contra cualquier infante de ciudad que crea saberlo todo, también es un jalón de orejas para quien olvide cuán fabulosa es nuestra esencia humana “inútil”. Este libro me hace reír como pocos y vaya que lo he leído muchas veces. Si extraviáramos nuestros recuerdos más nítidos de la infancia, cómo podríamos responder a la pregunta ¿quién soy? Hay vivencias que se quedan en nosotros de manera tan precisa como los tatuajes; recuerdos que se activan con aromas, sonidos, objetos, palabras, y que son parte de los cimientos de nuestra identidad. Osito, de Else Holmelund Minarik (Kalandraka), trata justo de eso, de
eventos cotidianos de la infancia que quizá no son los más espectaculares, pero sí los que dejan huella, momentos en los que niños y niñas por igual se ponen a prueba, juegan a traspasar los límites, descubren cómo se siente querer y ser queridos. La versión en castellano del libro ha respetado el formato original de la primera edición de 1957 con las fabulosas ilustraciones de Maurice Sendak. La memoria es el mejor antídoto contra la repetición de los errores del pasado y los actos de injusticia. Si te ocupas únicamente de las ocurrencias ruidosas del presente, puede que te pases la vida viendo todo sin ver nada a fondo por falta de perspectiva; entretenido pero formulando las mismas preguntas de antes y recibiendo las mismas respuestas: cualquier persona con los ojos cubiertos caminará sólo en círculos. El pequeño Cuchi Cuchi, de Mario Ramos (Oceano Travesía), atestigua cómo en la comunidad de animales todos presencian algo terrible, pero nadie se anima a cuestionar lo establecido y descubrir un valor más cardinal que la ambición y el poder; a responder diferente para que la vieja historia de mal uso de la autoridad deje de repetirse una, otra y otra vez. Un diario, un álbum de fotografías o una película casera son evidencias tangibles que facilitan la comprobación de que ciertos eventos realmente ocurrieron en la vida de alguien. Lo mismo podría decirse de un jardín. ¿Un jardín? Sí. El Jardín del abuelo, de Lane Smith (Oceano Travesía), legitima la asombrosa hipótesis de que un arbusto es tan efectivo como cualquier otro medio certificado para reavivar recuerdos. El abuelo que aparece en el libro le ha confiado a los arbustos de su jardín los recuerdos más significativos de su vida para no olvidarlos, ni siquiera cuando los olvida. Su bisnieto lo sabe, le gusta mucho pasearse por las memorias de su abuelo, sobre todo ahora que él también es parte de la historia y del jardín. +
Entrevista con Jorge Ramos
“E
No lleva corbata. Usa un saco sport y pantalones de mezclilla. Acostumbrado a los estudios de televisión en Estados Unidos, a Jorge Ramos le sorprende que el equipo de Lee+ llegue puntual a la cita y que aliste tres cámaras para filmar la entrevista: “Parecen de televisión. Me parece genial porque ahora el mensaje es video”.
en la primera Cumbre Iberoamericana adonde llegó Fidel Castro. Le empecé a preguntar sobre la falta de democracia en Cuba y sobre la necesidad de un plebiscito, en la época cuando había caído el muro de Berlín. Y de pronto empecé a sentir algo en mi estómago: era uno de los guardaespaldas que me estaba empujando. Finalmente me tumbaron. Años después, el guardaespaldas de Donald Trump me saca de una conferencia de prensa. Es la primera vez que me sacan de una conferencia de prensa por querer hacer una pregunta. Si lo pones en perspectiva esto no es absolutamente nada frente a los más de ochenta periodistas que han sido asesinados en México en las últimas dos décadas. Imagínate lo que significa ser periodista en Veracruz, Oaxaca, Chiapas y de pronto tener que enfrentarte al gobernador o a los narcos y estar absolutamente desprotegido. Yo tengo la gran suerte, es un privilegio, de poder tener mi trinchera en Miami, donde salgo a andar en bicicleta y no tengo guardaespaldas. Ser periodista en México es una de las profesiones más peligrosas que existe.
Sin miedo. Lecciones de rebeldes y poderosos se publica a pocos meses de las elecciones en Estados Unidos. Al ser la tuya una voz influyente entre los latinos que viven allá, ¿el lanzamiento del libro en este contexto fue algo premeditado? Escribí el libro porque estoy cumpliendo treinta años como conductor del Noticiero Univisión en Estados Unidos. Quería juntar una treintena de entrevistas que reflejaran lo que he hecho en mi carrera. Luego me di cuenta de que muchos de los que había incluido en el libro tenían algo en común: eran rebeldes, habían roto las reglas, habían enfrentado a alguien, habían destruido un sistema y habían seguido su propio camino. Por eso se llama Lecciones de rebeldes y poderosos. Y el Sin miedo porque entre los entrevistados me di cuenta de que todos tienen miedo de algo, pero los que logran hacer algo importante son aquellos que primero asumen que tienen miedo, lo reconocen, luego cambian las cosas. Este es el contexto del libro. Luego, de pronto, se apareció Donald Trump y cuando el 16 de junio de 2015 dice que los mexicanos somos violadores, criminales, narcotraficantes y sigue diciendo una sarta de estupideces, me di cuenta y reconfirmé que
Siguiendo el tema del periodismo en México, ¿existe censura de parte del gobierno? En México hay censura directa de Los Pinos a periodistas. El mejor ejemplo que tenemos es el de Carmen Aristegui y su equipo. Cuando yo les cuento esto a otros periodistas, y en otros países, no me creen. ¿Cómo es posible que la periodista y el equipo con más credibilidad en la radio en México no tengan trabajo? Y cómo es posible que después de que ellos hagan una denuncia, de que la esposa del presidente compró una casa de siete millones de dólares a un contratista del gobierno, un claro conflicto de intereses, quien pierde su trabajo es la periodista y su equipo. Eso habla de que en México hay censura directa. Aunque es muy difícil hacer periodismo independiente, hay grandes periodistas mujeres que nos están demostrando que las cosas se pueden hacer: Carmen Aristegui, Sanjuana Martínez, Lydia Cacho, Anabel Hernández, Denisse Dresser. Curiosamente son todas mujeres, las más valientes de
s la única profesión en el mundo cuya descripción incluye ser rebelde e irreverente”, dice el periodista Jorge Ramos en la introducción de su libro Sin miedo. Lecciones de rebeldes y poderosos, en el que reúne treinta entrevistas a rebeldes —subcomandante Marcos, Yoani Sánchez, Leopoldo López, Ingrid Betancourt, Elena Poniatowska, Spike Lee, Desmond Tutu, entre otros—; y poderosos —Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto, Fidel Castro, Hugo Chávez, Barak Obama, Bill Gates, entre otros—. Personajes escurridizos, contradictorios, de hábiles respuestas entrevistados por una de las personas más influyentes del mundo (según la revista Time), y uno de los veinticinco latinos más destacados de Estados Unidos.
nuestra principal función como periodistas es enfrentar a los que tienen el poder, a los que quieren el poder, y buscar la verdad. En este caso la verdad era totalmente opuesta a la que decía Donald Trump. Así que lo podrán ver en la introducción y en la filosofía del libro: para ser periodista hay que ser rebelde siempre, y enfrentarse a ésos que tienen el poder.
De entre las entrevistas incluidas en el libro, ¿cuál dirías que te tensó un poco, que quizá no hayas sentido miedo, pero sí preocupación? Ha habido dos veces en que he tenido que terminar las entrevistas con un guardaespaldas enfrente. Una fue
México. A pesar del temor, porque estoy seguro que les da miedo, siguen haciendo su labor. Y ellas son las que están haciendo el gran cambio en México, ellas son las que, a pesar de la censura directa, se enfrentan al presidente, hablan de Ayotzinapa, hablan de la casa blanca, de los cincuenta y dos mil muertos y de la terrible posición gubernamental de esconderse ante los grandes temas del país. Nuestro presidente se agacha, se esconde, huye cada vez que hay problemas graves. No ha dado una sola conferencia de prensa desde que llegó al poder. Incluso, después de la última entrevista que te dio en 2011, ya no te volvió a conceder ninguna. ¿Consideras eso un punto a favor del periodismo libre y sin miedo, que al saber que vas a hacer preguntas incómodas prefiere cerrarse totalmente? Yo creo que es mejor siempre hacer las preguntas duras. Hay veces que llego a las entrevistas con una actitud doble: si tú no haces las preguntas nadie más las va a hacer, y la segunda es que nunca más vas a volver a ver a esa persona, así que tú llegas pensando que esa entrevista, con gente que tiene poder, que no se va a repetir, llegas con una actitud distinta. Recuerdo haberle preguntando a Peña Nieto si era millonario y él me dice que no, que no era millonario. Y luego nos enteramos no sólo de la casa de siete millones de dólares, sino que también tiene propiedades de millones de pesos. Claramente lo que nos había dicho no era cierto. Si luego no quieren hablar conmigo, me parece que son gajes del oficio. Carlos Salinas aceptó tus entrevistas para limpiar su reputación. En aquella época, el periodismo estaba bajo su control. Hoy sucede lo contrario: las tecnologías, lo que llamas la iRevolution y el compromiso de ciudadanos y periodistas, sacan las cosas a la luz. Esta nueva forma ¿la consideras proporcional a la escalada de violencia contra periodistas que actualmente se impone en México? A pesar de la censura hay voces muy valientes en México. Lo que me parece extraordinario es que a pesar de los intentos gubernamentales de silenciar a muchos periodistas, esto es lo que nos está salvando: las nuevas tecnologías permiten que cualquiera se pueda convertir en periodista y cualquier evento pueda ser reportado por un ciudadano común y corriente, por un estudiante, por un joven. Las grandes tecnologías nos han democratizado más, nos han liberado. Vengo a México esperando la Primavera Mexicana. Sigo viendo con mucha esperanza y mucho optimismo lo que está pasando aquí. Un periodista me decía que en México nunca pasa nada. Yo creo que sí está pasando. Cuando no le crees a tu presidente y lo dices en la calle, en las redes sociales; cuando hay un pase de lista diario de los cuarenta y tres jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, cuando los mexicanos salen a defender a otros mexicanos de los ataques de Donald Trump porque su presidente y su gobierno no lo hacen, creo que están pasando cosas y todas muy positivas. ¿Cuál es la satisfacción más grande obtenida de tus entrevistas fuertes? Creo que eso es precisamente lo que como periodista yo más reconozco y disfruto: cuando te puedes enfrentar a los que tienen el poder, porque ésa es nuestra labor. Lo imporante es darnos cuenta de que si nosotros no hacemos esas preguntas difíciles nadie más las va a hacer. Y me paso haciendo mucha tarea. La periodista Barbara Walters decía que hay que saber más del entrevistado que él mismo. Cuando logras hacer eso y usas las preguntas como arma —Oriana Fallaci hablada de que nuestras armas son las preguntas—, estamos haciendo bien nuestro trabajo. Además hay que hacer contrapoder; entre más cerca estás del poder, menos haces tu trabajo. Siempre hay que conservar una sana distancia de los poderosos. ¿Qué periodistas han influido tu trabajo? Hay dos mujeres que influyeron mucho en mi carerera:
Oriana Fallaci, que concebía la entrevista como guerra, y Elena Poniatowska, autora de La noche de Tlatelolco. En ese 1968 ella rescata los detalles de una de las peores masacres de la historia moderna de México, y sólo con su grabadora logra evitar que la versión oficial del gobierno se convierta en la verdad histórica. Eso me parece extraordinario. En Estados Unidos había dos grandes periodistas que me ayudaron mucho: Petter James, que me enseñó que lo más difícil de la televisión es ser natural, y luego Ted Koppel, cuyas entrevistas me marcaron por mucho tiempo. La injusticia no gana, dice Desmond Tutu… Como periodistas estamos obligados a tomar partido en casos de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y derechos humanos. Hay que tomar partido, y la lección de Desmond Tutu es preciosa. Le pregunté que qué podíamos aprender de lo que ellos lograron en Sudáfrica, y me dijo “Tienes que estar convencido de que al final vas a ganar”. Eso me parece extraordinario, todos los que quieren un cambio en Mexico, en Estados Unidos; todos los que quieren vivir mejor deben tener esa visión. Tú eres rebelde y también poderoso. ¿Cómo mantienes un balance? El balance es muy fácil mientras yo siga haciendo preguntas a los que están en el poder ésa es mi labor, y para no perder el piso lo que tienes que hacer es siempre colocarte del otro lado del poder. ¿Cuál es tu lema o frase favorita? Que no hay una segunda oportunidad y “Sí se puede”. ¿Cuáles son tus pasatiempos? Hago yoga, corro, juego tenis y los sábados religiosamente voy a jugar futbol. Todavía. Si no hubieras sido periodista… Hubiera sido futbolista, cazagoles, y me hubiera encantado ser rockero. ¿Con qué personaje de ficción te identificas? Una combinación de Malfalda y Charlie Brown. Todo periodista es un poco Malfalda: siempre cuestionarse el mundo. Tres libros favoritos: Entrevista con la historia, de Orianna Falacci. La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez Tú máximo logro. Que mis hijos me quieran y me respeten. En el periodismo el mayor logro es que te crean. Tu sueño más grande. Antes era que lo que hiciera importara. Pero ahora es que me quieran quienes yo quiero. +
Por Yara Sánchez de la Barquera Vidal
SIN MIEDO. LECCIONES DE REBELDES Y PODEROSOS Jorge Ramos GRIJALBO
12
C
ada época tiene sus asesinos, como un sello propio que las caracteriza. El Porfiriato, esa época tan estudiada, enaltecida por unos y defenestrada por otros, tuvo uno de los más célebres y recordados: Francisco Guerrero Pérez, mejor conocido como “el Chalequero”, considerado como uno de los primeros asesinos seriales mexicanos y que, a la par de sus acciones,
el periodismo mexicano enaltecerá para darle forma al género de la nota roja. En este contexto, la nueva novela de Bernardo Esquinca, Carne de ataúd, tercera entrega de la saga de Casasola, nos lleva a un país que entra de lleno en la modernidad mediante la luz eléctrica, el telégrafo y el ferrocarril pero en cuyas calles de la Ciudad de México aún puede escucharse el grito de la Llorona, mientras deambulan la mulata de Córdoba, Pachita la alfajorera y sus alfajores hechos con tuétano de muerto y en muchas casas se celebran sesiones de espiritismo. Sin haberse planteado que las aventuras de Casasola serían una saga, desde que publicó La octava plaga (2011), primer libro de la serie, Esquinca poco a poco fue advirtiendo que este personaje, su alter ego, un reportero de nota roja que es capaz de hablar en sueños con los muertos, había crecido junto con su perfil psicológico, sus vivencias y su pasado, y que daba para más. Luego de publicar Toda la sangre (2013), novela que sucede en el Templo Mayor, había que ir al pasado para establecer y entender las razones por las que el reportero del Semanario Sensacional escucha voces de ultratumba, y el misterio alrededor de su abuelo, Eugenio Casasola, protagonista de Carne de ataúd, un reporter de El Imparcial, amigo de Julio Ruelas y quien se obsesionará con el temible Chalequero debido a una mujer. Dice Bernardo Esquinca sobre esta vuelta al pasado: “El Porfiriato es una época particular porque por un lado ha sido muy estudiada, pero no muy reproducida en la ficción. Que yo sepa, no había una novela policiaca situada en el Porfiriato. Situarme ahí me parecía interesante para contar una historia y hablar del nacimiento de la nota roja, que es el eje central de la saga Casasola, un reportero de nota roja”. No únicamente en sus novelas sino también en varios de sus cuentos, la presencia de la Ciudad de México no es sólo un escenario sino un personaje importante: “Fue muy divertido recrear la ciudad de la época, era lo que más me interesaba. La Ciudad de México es una de las grandes obsesiones de mi literatura, tengo un romance con esta ciudad, y como la he explorado en tiempo presente en mis cuentos y novelas, era un deuda pendiente explorarla en el pasado. Afortunadamente hay mucha información, muchas crónicas que retratan cómo era la ciudad, Foto: Secretaría de Cultura
que básicamente es lo que hoy conocemos como Centro Histórico. En la novela aparece esta cantina centenaria, El gallo de oro, en Bolívar y Venustiano Carranza, donde uno puede entrar a tomarse una cerveza y ver el mobiliario de la época; o Tlalpan, que hoy en día es una avenida de concreto y en la época en que narro era un potrero, había vacas, llovía y se hacían lodazales. En Peralvillo, la zona donde asesina el Chalequero, había una garita, era la aduana, el final de la ciudad, como pasaba también en Salto del Agua, donde está la fuente hoy rodeada de edificios, y en la Alameda central”. Además de documentar esa ciudad porfiriana mediante mapas, Bernardo Esquinca también encontró información útil en las crónicas de personajes como Ciro B. Ceballos, que en su libro Panorama mexicano, habla sobre las costumbres de la sociedad, a qué restoranes acudían, qué comían, las cantinas más famosas, los lugares de moda, los teatros: “También fui al Archivo General de la Nación donde los periódicos de la época no sólo me sirvieron para conocer las andanzas del Chalequero sino para encontrar, alrededor de las noticias que me interesaban, muchas otras cosas que te dan el tono de la época, como los anuncios clasificados”. Sin que el lenguaje de Carne de ataúd suene anacrónico, Esquinca lo trabajó mucho para darle cierto sabor a viejo, partiendo de la premisa de que Eugenio Casasola es reportero de El Imparcial, el primer periódico moderno de México: “El lenguaje periodístico del Porfiriato es muy particular. Para empezar los periódicos de finales del xix no se interesaban en las noticias, ponían énfasis en la crónica de costumbres, pero no había noticias ni ese seguimiento como lo conocemos hoy en día. Cuando nace El Imparcial, en los primeros años del siglos xx, Rafael Reyes Spíndola, su fundador, copia el modelo estadounidense; estaba revolucionando el periodismo y pone mucho énfasis en el reportaje y en la noticia porque se da cuenta que eso vende muchos periódicos y que las noticias de crímenes, el amarillismo, la nota roja, también tienen mucho arrastre entre los lectores. Justo esa época marca el nacimiento de algo que a lo largo del siglo xx fue muy común de ver en los periódicos: ensalzar crímenes y criminales porque eso vende, como seres humanos somos morbosos y los mexicanos tenemos una relación muy particular con la muerte, con todo lo macabro. A diferencia de otras novelas, en ésta trabajé mucho el lenguaje para que no se notara actual, pero que al mismo tiempo reflejara la época”. Cuando Bernardo Esquinca se da cuenta de que va a escribir una precuela ambientada en el Porfiriato, el Chalequero encaja a la perfección en el marco, y el autor va descubriendo que las vidas de Porfirio Díaz y este asesino están más relacionadas de lo que parece: “El Chalequero era un zapatero y fue el primer asesino
Conversando con
serial famoso en México, gracias a la nota roja. El día que lo descubrí me llamó mucho la atención la fecha en que mata por primera vez: 1888. Para los clavados en temas de asesinos seriales es el mismo año en el que Jack ‘el Destripador’ está matando prostitutas en Londres. El Chalequero también mataba prostitutas en el Río Consulado, en Peralvillo, de manera muy sangrienta, degollándolas. Estuvo preso en San Juan de Ulúa, durante veinte años y sale libre en 1908 para volver a matar. Son personajes contemporáneos, de patologías muy similares. Era, además, un personaje de culto. En 1888 se vive el auge del Porfiriato, Díaz es muy popular, y cuando en 1910 muere el Chalequero, ya sabemos lo que pasa con el régimen. Además me tomé algunas licencias: moví fechas para que empataran con la trama e inventé una entrevista que desde luego nunca ocurrió entre Porfirio Díaz y Aleister Crowley, el hombre más malvado del mundo, que sí viajó a la Ciudad de México en esos años.” No se podía escribir una novela como Carne de ataúd sin hablar del espiritismo, fenómeno de masas de su tiempo: “Parte de recrear la época, era poner en la mesa todas las cuestiones que la definieron y una de ellas sin duda fue el espiritismo, en boga en mundo entero, como en la Londres victoriana, y México no fue la excepción. Además de la atmósfera de la época, me permitía plasmar mis obsesiones, como lo sobrenatural, el terror y la literatura fantástica. Era irresistible construir a un personaje como Madame Guillot, quizá el más enigmático de la novela, una francesa de ideas muy avanzadas, que usa escotes escandalosos, y que está en contra de las teorías de la criminalística de la época que se basan en la idea de que el criminal nato posee características físicas que lo hacen identificable a simple vista. Ella es una médium obsesionada con hacer que se caiga la barrera que divide el mundo material del inmaterial. Eugenio Casasola es amigo de esta mujer y la utiliza para comunicarse con los muertos y tener pistas de los crímenes que ocurren. Además, ella ata y desata partes de la trama, como la Bestia, otro de los misterios a resolver en la novela”. Aunque ya no existe, el manicomio de La Castañeda también aparece en esta novela. Es ahí donde Eugenio Casasola, ingresado, escribe un diario en el que va contando sus preocupaciones acerca de la
Bestia: “Un rico excéntrico se llevó el edificio piedra por piedra a Amecameca. Además del espiritismo y otros emblemas de la época, otro tema irresistible era La Castañeda, recién estrenada en la época, por lo que prácticamente mi personaje es el primer residente del manicomio porque justo va a dar ahí cuando está recién inaugurado. Ya ha aparecido antes La Castañeda en un cuento mío, pero ésta era la oportunidad de situarla ahí, porque además se trata de la parte más íntima de la novela, donde Eugenio Casasola escribe un diario de locura, y desde ahí habla de sus obsesiones y cuenta las razones por las que porque fue a dar ahí: por ser un conscripto”. Bernardo Esquinca ha prometido escribir el final de esta saga, aunque aún no comienza: “Todavía no empiezo a escribir la última novela, pero ya estoy listo. La novela que cierra este cuarteto, lo digo así porque Casasola me pidió continuar, pero ahora él me está diciendo que hay que darnos unas vacaciones. Después de la cuarta novela va a ser muy bueno que Casasola y yo nos dejemos de hablar durante un tiempo. Mientras tanto tengo otras ideas para hacer, y probablemente en algunos años Casasola y yo volvamos a ser cómplices. Esta cuarta novela ya la tengo estructurada en la cabeza, va a ocurrir en el presente, pero también una parte en el pasado con la Ciudad de México como protagonista principal”. + Por Jorge Vázquez Ángeles
CARNE DE ATAÚD Bernardo Esquinca ALMADÍA
Tortuga: Mírelo, es ése de allá, el que está de espaldas tomando un tequila. Aquiles: ¿El de la camisa con el diablo furioso? Tortuga: Ese mismo. Pero no es una camisa. Aquiles: No le entiendo. Tortuga: Que no es una camisa con un diablo furioso. Aquiles: No le entiendo. Voy a ver. Tortuga: ... Aquiles: ... Tortuga: ¿Y bien? Aquiles: ¡Por los brazos de Popeye! ¡Ese hombre es una capilla sixtina! ¡Y seguramente pesa lo mismo! Tortuga: Me parece desafortunado su comentario, considerando que son puras representaciones del Príncipe del Averno las que engalanan su cuerpo. Aquiles: Increíble. ¿Quién se tatúa en las mejillas un tridente? Tortuga: El mismo sujeto que me puso el ojo morado y me despojó de los primeros diez capítulos de mi novela. ¡Haga algo, lo prometió! Aquiles: Sólo a usted se le ocurre venir a escribir a un lupanar como éste. ¿Eso que está derramado en el piso es sangre? ¿Y lo que suena en las bocinas es música o alguien siendo torturado? Tortuga: Haga algo. Usted dijo que lo obligaría a devolverme mis hojas. Aquiles: Bueno, también es cierto que yo ignoraba que el tipo es un refrigerador industrial con pies y que lleva un tatuaje al cuello donde jura obedecer a Satán en esta vida y la que viene. Tortuga: Me lo imaginaba. Maldito cobarde. Aquiles: Escriba otra cosa. ¡Se lo dije! ¡Que su novela ocurra en un lugar de mala muerte no lo obliga a escribirla en un lugar donde encontrará su muy buena y merecida muerte! Piense en Salgari, que jamás se subió a un galeón. O en Emily Dickinson, que nunca salió de su habitación en tiempos donde no existían el wifi ni la pizza por teléfono. Tortuga: Debí imaginar que se retractaría. No importa. Iré yo por mis hojas. Al fin que ya casi ni me duele el ojo. Aquiles: ... Tortuga: ...
Aquiles: Me pregunto si el polvito de los cacahuates será ladrillo molido o algo así... Tortuga: ... Aquiles: Vaya, vaya... al menos ahora hacen juego sus dos ojos. Es un bonito morado obispo. Tortuga: Infeliz burlón. Seguro lo disfrutó a la distancia. Aquiles: Lo que no entiendo es cómo llegaron tan rápido al asunto de “golpear y despojar” si apenas tenía diez minutos de haber salido de la casa cuando ya estaba de vuelta con ese bonito tatuaje de berenjena en pleno ojo. Tortuga: Pues comenzó con una plática inofensiva. Él me vio escribiendo en esta misma mesa y se aproximó. Hizo un comentario respecto a la importancia de plasmar, fuera de nuestras mentes, todo aquello a lo que nos importa aferrarnos: un aroma, una caricia, un nombre. Yo le dije que se metiera en sus asuntos. Aquiles: Y entonces lo golpeó. Tortuga: No. Luego me habló de cuán precario es el papel cuando se trata de apuntalar la frágil y evanescente memoria. Le dije que se fuera al cuerno. Aquiles: Y entonces lo golpeó. Tortuga: No. Entonces repitió los versos de Neruda: “Es tan corto el amor y es tan largo el olvido” y yo me reí con ganas. Fue cuando me obsequió con esta bonita sombra de ojos y me arrebató la novela. Aquiles: ¿Neruda, dijo? ¡Claro! ¡Ahora vuelvo! Tortuga: ¡Pero qué hace! ¡Lo va a matar! ¡Le va a arrancar la cabeza! ¡Le... le...! Aquiles: ... Tortuga: ¡¡Le... va a entregar mis hojas y a dar un abrazo!! Aquiles: ... Tortuga: ¡Increíble! ¿Cómo lo logró? Aquiles: Cuando mencionó usted a Neruda lo reconocí. ¡Es Paquito Martínez, de la prepa tres! Me acordé que tenía una novia que se llamaba Matilde Urrutia, como la de Neruda, y cuyo nombre se tatuó por todos lados. Al parecer, la sorprendió con un vecino hace un par de años y decidió que sería mejor cubrir que borrar. ¿Qué le parece? Tortuga: ¿Que qué me parece? Que me largo de este miserable lugar. ¡A ver si no resulta que lo que está en el piso es agua de jamaica y lo que suena en las bocinas es Parchís con interferencia! +
QUADROPHENIA Franc Roddam DVD Jimmy es un adolescente insatisfecho. ¿Qué adolescente no lo está? Esta película, basada en la ópera rock de The Who, es un reflejo de la vida de los jóvenes británicos, del desencanto social y del futuro sombrío de toda una sociedad. Entre las escenas de pleitos entre pandillas de niños bien y niños mal, Quadrophenia conjunta el genio de The Who con la dirección de Franc Roddam.
SHIGERU BAN COMPLETE WORKS (1985-2015) Philip Jodidio TASCHEN Un arquitecto capaz de construir edificios hechos con cartón debe ser considerado como el mejor del mundo. Es japonés y se llama Shigeru Ban. Nacido en Tokio en 1957, estudió en la Southern California Institute of Architecture (SCI-Arc). Influido por las obras de arquitectos como Emilio Ambasz y Alvar Aalto, Shigeru Ban comenzó a usar tubos de cartón para hacer pequeños pabellones. Al paso del tiempo fue investigando más sobre la resistencia del cartón hasta construir museos, iglesias y viviendas. Gracias a su altruismo, Shigeru Ban desarrolló, también con tubos de cartón, casas prefabricadas que se construyen cuando ocurren desastres naturales.
VERDI. THE COMPLETE WORKS CD En esta caja de setenta y cinco discos compactos se guarda toda la obra del compositor italiano Giuseppe Verdi (1813-1901): óperas, arias, canciones, trabajos sacros, piezas de cámara y piano, orquesta, ballet, obras corales y hasta una que otra rareza. Indispensable para los amantes de la ópera. CHICAGO, AUGUST 28, 1978 TALKING HEADS LP Este LP es una rareza: se trata de una presentación que Talking Heads hizo en Park West, Chicago, el 28 de agosto de 1978. Con la alineación original —David Byrne, Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison—, esta banda post-punk y new wave interpretó catorce temas, todo incluidos en este acetato.
Productos disponibles en: Librería Mauricio Achar, Miguel Ángel de Quevedo 121 Productos de importación sujetos a disponibilidad
SIN LÍMITES ARTE CONTEMPORÁNEO EN LA CIUDAD DE MÉXICO Edgar Alejandro Hernández/ Inbal Miller Gurfinkel (editores) RM La década que va del año 2000 a 2010 es un panorama que muestra el trabajo de un grupo de artistas que usaron a la Ciudad de México como laboratorio de creación, utilizando muchas veces los espacios abiertos a manera de galería. Este libro reúne el trabajo de más de cien artistas mexicanos y extranjeros que mediante sus recursos impactaron la década pasada.
100 WRITERS & ARTISTS NATIONAL PORTRAIT GALLERY En una época en la que ya muy pocos envían postales, la National Portrait Gallery de Londres, fundada en 1856, pone a disposición de todos cien postales de escritores y artistas. Desde Shakespeare hasta J. K. Rowling; de Turner a David Hockney. Si nadie te ha mandado una postal, aquí tienes cien.
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Tres años antes de la crisis mundial del 2008 originada por las hipotecas subprime que hundió prácticamente el sistema financiero global, cuatro tipos fuera del sistema fueron los únicos que vislumbraron que todo el mercado hipotecario iba a quebrar.
En 2002, un equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas de Massachusetts. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia católica como institución.
El detective Bruce Robertson es el detective de policía más maleducado, pervertido, misántropo y adicto a las drogas y al sexo de Edimburgo. A pesar de ello, Robertson quiere un ascenso. Claramente es la persona adecuada para el trabajo; el resto de sus colegas son idiotas.
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Drama basado en la verdadera historia de una pareja de artistas daneses, Einar y Gerda Wegener. La vida de este matrimonio dio un giro cuando Einar sustituyó a la modelo femenina que su mujer, Gerda, tenía que pintar. Cuando los retratos resultan ser un éxito, ella anima a su marido a adoptar una apariencia femenina.
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La banda de rockabilly sigue evocando a aquellos sonidos pioneros del rock and roll que marcaron toda una época y hasta un estilo de vida que hoy, más que ser un recuerdo, es toda una experiencia que debe verse y escucharse.
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RAQUEL
¿De veras vas a escribir sobre tatuajes? ¿No te parece que ya están suficientemente alocados los chavos? ¿No sabes que los tatuajes son “el resultado permanente de un momento de locura pasajera”? Oh, sí. Tengo una amiga que piensa así (bueno, seguramente tengo más de una, pero fue una la que se me puso punk) y que estaba inquietísima por el tema de este mes en Lee+. Espera, le dije. ¿Tú crees que por leer recomendaciones de libros que hablan de tatuajes una o un adolescente va a ir corriendo al estudio de tattoos más cercano a pedir que le pongan una estrellita en el cuello o un símbolo de infinito en el tobillo o un dragón yakuza en la espalda? Si de verdad tuviera yo ese poder, ya estaría lanzándome para Emperatriz del Universo, pensé. Pero no me quise poner a discutir con ella porque, si algo he aprendido con los años, es que hay que escoger bien las batallas. Claro, podía dedicar horas a argumentarle que un tatuaje es una decisión personal y que ni siquiera son tan mal vistos en estos tiempos como lo eran antes en nuestra sociedad (y que en otras sociedades son incluso señal de estatus); pero al final ella se quedaría con su idea y yo con la mía. Y no le iba a prestar alguno de mis libros sobre el tema porque seguramente no lo iba a leer ni me lo iba a devolver. Por cierto, si les interesa la historia de los tattoos, les recomiendo mucho La biblia del tatuaje, de Vince Hemingson, publicada en español por Grupo Editorial Tomo. Así que no alegué, pero me quedé pensando en esa idea, que me parece tan fantasiosa, de que un o una adolescente pudiera cambiar por completo su conducta por haber leído un libro “impropio”. Para empezar, ¿qué es “impropio”? ¿Quién lo decide? Por ejemplo, la semana pasada leí Maldito Romeo, de Leisa Rayven (Suma de letras). Tiene escenas sexuales, sí. Con descripciones sonrojantes, por decirlo de alguna manera. Y no falta el personajillo que se pone hasta atrás o que se fuma un churro. Pero, sobre todo, es una historia bien escrita, divertida, de una chava aspirante a actriz que, por primera vez en su vida, se enfrenta al hormonazo total: hay un tipo que, nomás verlo, hace que se llene de lujuria. Dudo mucho que alguien termine de leerla y corra a inscribirse a clases de actuación y de ahí a buscar con quién darse un revolcón. Más bien creo que quien la lea correrá a buscar la segunda parte, Julieta rota, pero —oh, decepción—, todavía no sale en español. En todo caso, Maldito Romeo no trata sólo de sexo, aunque cuando aborda el tema lo hace con naturalidad, sin caer en el panfleto informativo. Ahora bien: se cuenta que sí hubo un libro que provocó una especie de histeria colectiva: Las penas del joven Werther (a veces traducido como Las des-
CASTRO
venturas del joven Werther), de Johann Wolfgang von Goethe (hay varias ediciones disponibles). La historia, aunque fue escrita en el siglo xviii, bien podría entrar en el género “novela juvenil”: trata de un muchacho que se enamora de una mujer comprometida con otro. Ella lo corresponde pero no puede romper su compromiso y el muchacho se suicida. Dicen que, cuando se publicó, la novela fue prohibida en muchos lugares de Europa porque a los chavos les daba por buscar un amor imposible y suicidarse. Habría que investigar si fue sólo el libro o el ánimo de esos tiempos, porque ahora se le considera un clásico, no un peligro (y, clásico o no, está muy buena, sí conviene echarle el ojo). ¿Será que si leemos un libro sobre cavernícolas nos dé por hacer pinturas rupestres? ¿O que si nos acercamos a un poemario en sefardí, esa forma de español antiguo que aún hablan algunos descendientes de los judíos expulsados de España en 1492, nos dé por hablar así? ¡Bueno fuera! Porque se trata de una lengua hermosa, llena de melancolía, que nos hace imaginar cómo fue en otros tiempos nuestro siempre cambiante idioma. Si quieren hacer el experimento, les recomiendo Ansina, libro de poesía de Myriam Moscona y publicado por Vaso Roto Ediciones. Los poemas me gustaron muchísimo y me pasó algo curioso: reconocer palabras del español actual detrás de las versiones ladinas fue como reconocer rasgos míos en fotos antiguas de mi madre o mi abuela. No sé si me explique. Ah, y no hay que tener miedo de no entender. Porque además de que el ladino es muy cercano a nuestro español, el libro cuenta con un glosario, sólo por si la lectura no tuviera el efecto mágico que le asigna la amiga de la que les platicaba. +
E
stamos en un momento en que se multiplican las imágenes en los cuerpos. El tatuaje, como materia del artista, lleva el sello que éste le imprime. El trazo, el relleno, el contorno o el volumen de la tinta impregnada en la piel quedarán marcados por el espíritu de una forma que genera un recuerdo y que se volverá inconfundible, intransferible, constructivo y artístico en una aceptación de valor esencial y de técnica. El dolor es parte del proceso, y la tinta se hace con frecuencia adictiva una vez que la has impregnado en tu cuerpo. Si existiera la opción de cambiar el nombre de tatuaje, propondría el termino artístico de action paiting (pintura de acción), como definiría en 1929 Alfred Barr a los primeros cuadros de Kandinsky. De la imaginación nace la expresión abstracta de la figura y ésta pide que se viva directamente en imágenes que se convertirán en acontecimientos súbitos en la piel. Jack London tenía una frase bastante arriesgada en su tiempo sobre los tatuajes, ya que no eran comunes y sólo solían tenerlos las personas valientes o del mundo criminal: “Muéstrame un hombre con un tatuaje y te mostraré un hombre con un pasado interesante”. Esto cambió en los últimos años, cuando corrientes artísticas como la música lo han rescatado como elemento contracultural en una sociedad que ha querido censurar la rebeldía. Los Rolling Stones fueron una de las primeras bandas que crearon una personalidad fuerte con el uso de los tatuajes.
En estas tres últimas décadas, bandas o personajes como Ozzy Osbourne, Lemmy Kilmister, Phil Anselmo, Kiss, Jane's Adiction, Iron Maiden, Stray Cats, Psychic TV y Black Flag aprovecharon el movimiento de las agujas de subir y bajar para entrar en la piel, la fusión con el switch de pedal (para controlar la máquina con el pie) plantillas de tatuajes, guantes de látex, tubos estériles, anillos de goma y las botellas de tinta con los colores primarios para crear una moda de estética corporal. Dado que la imagen es nueva y el mundo es nuevo, los caracteres de una copia de la realidad están separados de todo sueño, pero esta representación exterior manifiesta una sensibilidad hasta en las letras. Cuando alguien se dispone a bosquejar un tatuaje inspirado en libros o autores, toma en consideración las sensaciones que lo envuelven y la lectura que les incitó para ser parte de un fragmento importante en la historia de la novela y así dejar tatuados a clásicos como Oscar Wilde, H. P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, Arthur Rimbaud, Antoine de Saint Exupéry, Julio Cortázar, Federico García Lorca o Jack Kerouac. En “El ‘yo pecador’ del artista”, Charles Baudelaire describe al otoño como si se tatuara en la piel, acercándonos con palabras a lo que debe sentir quien tiene una aguja dibujando sobre el cuerpo: “¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito”. Una trasformación en los tatuajes consiste en hacer grabados antiguos en el torso humano. El grabado es un proceso similar al poner un sello de tinta. El artista crea un diseño y luego lo talla en un material duro que puede ser madera o acero. Se invierte la tinta y presiona sobre ella una hoja de papel para plasmar la impresión. Los tatuajes en grabado son con colores neutros, sombríos y nostálgicos que remiten al ocultismo o hacen referencia a personajes esotéricos como Helena Blavatsky o Aleister Crowley. Misteriosamente están impregnados de una elegancia con un contenido enigmático, religioso o inmerso en la exploración científica. Estas ilustraciones se realizan mediante contornos penetrantes y una técnica suficientemente compleja para abordar el dolor. Es una maravilla que los grabados artísticos de Gustave Doré, Rembrandt o Francisco de Goya, que son algunos de los principales grabadores de todos los tiempos, queden marcados de por vida en la piel. La técnica del grabado en la piel sigue vigente y la hacen muchos artistas, como la francesa Maud Dardeau, el estadounidense Brucius o el italiano Ottorino d’Ambra, formando una obra bastante amplia y atractiva en tatuajes de grabados antiguos. Seguiremos dentro de las corrientes figurativas que provocan reacciones y técnicas concretas para continuar rayándonos el alma, esperando que el futuro nos brinde una alteración programada de imágenes a seis dimensiones solamente para tatuarnos la piel. +
Por Ulysses Avath
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on los tatuajes no hay marcha atrás. Y es así porque modifican el cuerpo y la mente. Incluso el destino. Después de ellos, todo cambia. Ejemplos hay muchos. El acto de marcar la propia piel, tener una cicatriz de manera voluntaria, implica un grado de compromiso y obsesión que no todos poseen. Las cicatrices son para siempre; por muy lindas que éstas sean, o por mucho que se escondan, no hay manera de negarlas, de disimularlas. Se puede intentar. Sólo eso. En cualquier momento la verdad, en forma de dibujo o letras, saldrá a flote, porque están en la piel, en la superficie. El tatuado, entonces, será lienzo, libro, misterio por descifrar o revelación. El no tatuado, por su parte; el que observa, si no lo toma con indiferencia lo verá con calma y fascinación. Curiosidad, aversión, censura, e incluso horror, pasarán por su mente al momento de la lectura. Y es que finalmente los tatuajes son signos, señales, significado de algo más allá de la piel, de algo que se lleva por dentro y que puede ir desde la creencia —religiosa o política—, la maldición, una historia por contar, o la clave de algo que es un misterio. Tal es el caso de la siguiente frase, impresionante sentencia: “He nacido para revolucionar el infierno”, de la novela Tatuaje. Alguien la lleva escrita en la espalda, y no pasaría de ser un tatuaje más, si no fuera porque el dueño es un hombre que si bien en el pasado tuvo suerte con las chicas, irrumpe en la historia con dos características desfavorables. La primera: tiene el rostro devorado por los peces. La segunda: el infeliz es encontrado en la playa, muerto. Para descifrar la identidad del cadáver (y de paso, el origen y significado de la frase infernal), un buen samaritano contrata al sibarita y ex agente de la cia, Pepe Carvalho, mutado en detective privado. Éste entra en acción y recorre la Barcelona sucia, barriobajera e infame que su autor, Manuel Vázquez Montalbán, retrata con tanto éxito. La pesquisa llega hasta Ámsterdam, y se da, entre otros gremios, con los misteriosos tatuadores de la época. Gente encantadora, como en todas las policiacas. El segundo ejemplo también es un hombre, pero él sí tiene rostro. De hecho, lo tiene cubierto de tinta, de una manera que lo describe como lo que es: un salvaje. Se trata del arponero caníbal del Pequod, de ese sobreviviente de mil aventuras, con laberintos y marcas tribales e ilegibles en la piel: Queequeg. Él, junto con otro aventurero —que supuestamente se llama TATUAJE Manuel Vázquez Montalbán PLANETA Libro electrónico
Ismael—, recorre los mares siendo testigo de la cruzada de su capitán, quien pretende darle muerte a ese ser fantástico, blanco y terrible, la ballena Moby Dick. Si bien Moby Dick, de Herman Melville, da cuenta de
la locura de Ahab, es también un mosaico de personajes extraños, trastornados, marginales; cada uno con costumbres incomprensibles para los “civilizados”, donde Queequeg es uno de los más importantes, siendo su rasgo más característico esa personalidad que contrasta (y no) con su piel llena de signos por descifrar. No puede faltar, en este repaso, la marca como signo de pertenencia o ideología, como prueba y compromiso ante un credo político, o un pasado militante. Hoy día, miles de personas se hacen tatuar el famoso símbolo de “la flor de lis”, algunas sin considerar que portarlo en la piel podía significar un estigma de descredito y aversión. Incluso podía conducir a la muerte, como en el caso de la infame Milady de Winter, Santa Patrona de las femme fatale de la literatura, cuya malevolencia es una de las partes más atractivas de la gran novela folletinesca que es Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas y que posiblemente inspiró a muchas de las villanas de la literatura noir. Ella expone su pasado criminal y su identidad como espía del Cardenal Richelieu, cuando su delicado hombro es descubierto y queda a la vista aquella flor heráldica con la que eran marcados los condenados a muerte. Condena de la que ella había sobrevivido, por cierto, usando sus encantos, que no eran pocos, como bien lo sabía el noble Athos y como bien puede saberlo cualquiera que se aventure a la lectura de Dumas. De quien por cierto se rumora un pacto con el Diablo.
MOBY DICK Herman Melville PENGUIN CLÁSICOS
No sólo las novelas abundan en este tema. relatos breves también han rado a los personajes con la piel lienzo. Uno de ellos, quizá el más rioso y
Los exploc o m o mistef a n tástico es El homb r e Ilustrado, de Ray Bradbury. En este libro, un extraño vagabundo tiene el cuerpo cubierto de tatuajes que van más allá de ser un adorno en la piel, que incluso podrían considerarse hiperrealistas. Tales trabajos de la aguja fueron hechos por una mujer que practica las ciencias oculatas y viaja por el tiempo, razón por la que sabe lo que va a suceder en el futuro. Estos tatuajes, eventualmente, cobran vida para contar una historia. A veces con tintes de advertencia. Así, el hombre “ilustrado” es una especie de Sherezada, una muñeca rusa que guarda dentro de sí dieciocho cuentos proféticos. Curiosamente, la mayor parte de ellos ya se habían publicado antes y pertenecen a episodios autónomos y autoconclusivos (algunos son clásicos en la obra de Ray Bradbury). En esta antología vemos desfilar a animales, flores, astronautas, viajes en el espacio, cohetes y extraterrestres. Todos, con el estilo inigualable de ese gran escritor que es Bradbury, y que es muy difícil no tener tatuado en la memoria, junto con Melville, Vázquez Montalbán y Dumas. De este último, yo tengo una frase en el brazo izquierdo, pero ésa es otra historia. + Por Rogelio Flores
LOS TRES MOSQUETEROS Alexandre Dumas DEBOLSILLO Libro electrónico
THE ILLUSTRATED MAN Ray Bradbury HARPER VOYAGER Libro electrónico
Una mujer apodada Sei Shonagon trabajó como dama de la corte de la emperatriz japonesa Sadaco entre los años 990 y 1000. Aunque se desconoce prácticamente toda su vida, El libro de la almohada, su diario personal, la inmortalizó. En él, Sei consigna vivencias, peripecias y puyas contra personajes de la corte. Sobre el título, se especula que es una referencia a los cajones de madera que las damas usaban como almohada. En 1996, Peter Greenaway la llevó a la pantalla, realizando una interpretación personal de las aventuras de Nagiko, la protagonista. En la película el cuerpo es usado como un lienzo o cuaderno en el que se plasman ideas sobre la vida, el amor, el sexo y la muerte, palabras que se tatúan en la mente y el corazón de todos.
BERNARDO
A Mike Sandoval, buen tatuador y mejor amigo. En estos tiempos que corren no tener un tatuaje es como no tener una televisión. Yo carezco de ambos. La televisión, porque no le hago a las drogas duras. El tatuaje, no por falta de ganas, sino por jamás haber encontrado una imagen de la que esté tan enamorado como para unirme con ella para el resto de mi vida y llevármela, literalmente, a la tumba. Siendo dibujante y de vocación punk, resulta paradójico mantener la epidermis intacta de tinta en una época en la que los tatuajes han perdido el estigma patibulario con que los veía la generación de mis padres. Eso sin agregar que Popeye, uno de mis superhéroes de cómic favoritos y quien cumple años el mismo día que Muhammad Ali, porta orgulloso sendos tatuajes de ancla en cada uno de sus monstruosos antebrazos, seguramente modificados por la ingestión desmesurada de espinacas transgénicas. Pero me estoy desviando. Hay un cuento de Enrique Serna en su libro Amores de segunda mano, en el que un hombre cuenta su historia, terrible, esperpéntica: cuando es niño, su padre anda a la caza de un autógrafo de Pablo Picasso. Un día lo topan en la playa. El genio mallorquino pide al padre que el niño lo acompañe a su estudio. El hombre concede y unas horas después el chico aparece con un minotauro tatuado por don Pablo en el pecho. Su vida se convierte, a partir de ese momento, en un infierno.
FERNÁNDEZ
Para la trivia, los tatuajes de Thelma-T fueron diseñados y dibujados sobre su cuerpo por Sergio Arau. El propio artista me confió una vez que la aplicación tomaba horas y que la actriz no pudo bañarse durante varios días para evitar que se le borraran. Puritito Jodorowsky. Ese mismo ambiente de freaks y circos ambulantes que inspirara a Jodo y a Bradbury es el mismo que llevó a María Emilia Chávez Lara a escribir Estética del prodigio, delicioso ensayo sobre personajes estrafalarios y monstruosos, protagonistas de carteles circenses y gabinetes de curiosidades en el México decimonónico. Una maravilla. No así —para mí, aclaro— la lectura de La chica del tatuaje de dragón, que al castellano se tradujo como Los hombres que no amaban a las mujeres, al parecer con más fidelidad al original en sueco. Y si bien la primera parte de la trilogía Millenium me dejó un poco frío, reconozco que Lisbeth Salander, con todos sus tatuajes, es uno de los personajes más entrañables de la literatura popular. Todo lo anterior sigue sin justificar la ausencia de un grafismo sobre mi piel. Del mismo modo que, en palabras de Calderón de la Barca, poco vale la verdad en boca del mentiroso, poco vale el lienzo en blanco en piel de dibujante.
Si tuviera que elegir uno, pediría que fuera un dibujo de mi admirado Jis, o aquel memento mori del siglo xvi que muestra a un esqueleto bailando alegremente con los brazos en alto (y que alguna vez oí a alguien atribuir Linograbado de Deborah Klein, 1995. a Brueghel el viejo) o el grabado del Transformado por los trazos del pintor en una pieza de esqueleto de un Diplodocus carnegii, el emblemático diarte viviente, padecerá el resto de su vida el deseo, el an- nosaurio del Museo de Historia Natural. Sin embargo... helo y la codicia sobre su cuerpo, por culpa de un tatuaje. Caramba, no me decido. Relación tormentosa que también tiene con sus tatuajes El hombre ilustrado, que da título a la célebre antología de cuentos de ciencia ficción y fantasía de Ray Bradbury. De entre las dieciocho historias que componen el cuento recuerdo con especial afecto —y angustia— aquella de los niños que miran todo el día unas pantallas donde aquello que imaginan se materializa (adelantándose al concepto de realidad virtual por más de treinta años) así como aquella de la compañía que produce marionetas a imagen y semejanza del cliente. Por cierto, algunos entendidos sostienen que el Señor Dark de La feria de las tinieblas, del mismo Bradbury, es el propio Hombre Ilustrado. Hablar de ferias, carnavales, circos ambulantes y tatuajes me recuerda aquella película de Alejandro Jodorowsky, Santa sangre. Con su habitual estilo, siempre a medio camino entre lo poético y lo grotesco —donde no pocas veces domina lo segundo— el hijo pródigo del crack bursátil teje una demencial historia de amor en medio de las carpas de un circo. En la cinta, la mujer tatuada de la trouppe es interpretada por una esplendorosa Thelma Tixou en el que quizá sea su papel cinematográfico más memorable.
Mientras lo pienso, me deleito con Groucho Marx cantando jubiloso “Lydia the Tattooed Lady” precisamente en la cinta Una tarde en el circo (Buzzell, 1939), que además era la canción favorita de Jim Henson y por ello hay una versión cantada por rana que para mi generación siempre se llamará René y además es cantada por Robin Williams en Pescador de ilusiones (Gilliam, 1991). Ya pues, lo reconozco, no me tatúo porque me dan miedo las agujas... El cómic del mes: las adaptaciones que Eric Shanower y Skottie Young están haciendo para Marvel de los libros de Oz. Hasta ahora han aparecido en español, editados por Marvel México, The Wonderful Wizard of Oz y The Marvelous Land of Oz (conservando su título en inglés). Y es que pensándolo bien, en un descuido sí me tatuaba un dibujo de Skottie Young...+
EXTRACTO
Charlie y la fábrica de chocolate
—Vaya, vaya, vaya —suspiró el señor Willy Wonka—, hemos perdido a dos niños traviesos. Quedan tres niños buenos. ¡Creo que lo mejor será que salgamos en seguida de esta habitación antes de perder a otro! —Pero, señor Wonka —dijo ansiosamente Charlie Bucket—. ¿se pondrá bien Víolet Beauregarde o se quedará para siempre convertida en arándano? —¡La exprimirán sin pérdida de tiempo! —declaró el señor Wonka—. ¡La harán rodar dentro del exprimidor y saldrá de él delgada como un hilo! —¿Pero seguirá siendo de color azul? —preguntó Charlie. —¡Será de color púrpura! —gritó el señor Wonka—. ¡De un hermoso color púrpura de la cabeza a los pies! ¡Pero qué vamos a hacer! ¡Eso es lo que ocurre cuando se masca un repugnante chicle todo el día! —Si opina que el chicle es tan repugnante —dijo Mike Tevé—, ¿por qué lo hace usted en su fábrica? —Me gustaría que hablaras más alto —dijo el señor Wonka—. No oigo una palabra de lo que dices. ¡Vamos! ¡Adelante! ¡Seguidme! ¡Volvemos otra vez a los corredores! Y diciendo esto, el señor Wonka se dirigió a un extremo de la Sala de invenciones y salió por una pequeña puerta secreta escondida detrás de un montón de tuberías y fogones. Los tres niños restantes, Veruca Salt, Mike Tevé y Charlie Bucket, junto con los cinco adultos que quedaban, salieron tras él. Charlie Bucket vio que estaba ahora otra vez en uno de aquellos largos corredores pintados de rosa del que salían muchos otros corredores iguales. El señor Wonka corría delante de ellos, torciendo a la derecha y a la izquierda
y a la derecha, y el abuelo Joe estaba diciendo: —No te sueltes de mi mano, Charlie. Sería terrible perderse aquí. El señor Wonka decía: —¡No tenemos tiempo que perder! ¡Jamás llegaremos a ningún sitio al ritmo que llevamos!—y siguió adelante por los interminables corredores rosados, con su chistera negra en casquetada en la cabeza y los faldones de su frac de terciopelo color ciruela volando detrás como una bandera al viento. Pasaron delante de una puerta en la pared.—¡No tenemos tiempo para entrar! —gritó el señor Wonka— ¡Adelante! Pasaron delante de otra puerta, y luego de otra, y de otra más. Ahora había puertas cada veinte pasos a lo largo del corredor, y todas tenían algo escrito, y extraños sonidos metálicos se oían detrás de varias de ellas, y deliciosos aromas se filtraban a través de los ojos de sus cerraduras, y a veces, pequeñas corrientes de vapor coloreado salían por las rendijas de debajo. Charlie y el abuelo Joe debían andar a toda velocidad, casi corriendo, para mantener el paso del señor Wonka, pero pudieron leer lo que decía en algunas de las puertas a medida que pasaban delante de ellas. “ALMOHADAS COMESTIBLES DE MERENGUE”, decía en una de ellas. —¡Las almohadas de merengue son estupendas!—gritó el señor Wonka al pasar por allí—. ¡Harán furor cuando las envíe a las tiendas! ¡Pero no hay tiempo para entrar! ¡No hay tiempo para entrar! Agradecemos a Penguin Random House Grupo Editorial y al sello Alfaguara infantil-juvenil por este extracto. @Megustaleermex
CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE Roald Dahl ALFAGUARA
DE
MENTE Quienes ya hemos pasado por el rito de escoger y desear tatuarnos la piel, nos adentramos en la retórica de la imagen, como dice Roland Barthes; en el significado y significante del símbolo que nos dolerá en la dermis, pero que traerá otro tipo de placer. En mi caso opté por la intención primaria del tatuaje en la humanidad: grabé símbolos de mis creencias espirituales. Estas marcas me centran y me recuerdan hacia dónde quiero ir; cada mañana, justo antes de prender el celular, evitan que la tecnología me desconecte de mí. Esos tatuajes me recuerdan quién soy realmente. Los tatuajes siempre me evocan las palabras de Freud y Jung, constantemente atentos al inconsciente y cómo revelarlo: allí es donde están los verdaderos tatuajes. ¿Cuánta sustancia traemos allí pintada, trazando nuestra personalidad y eventualmente nuestro mundo? Jung utilizaba mándalas en sus terapias, pues creía que ayudaban al ser humano a alcanzar la búsqueda de su individualidad. Los consideraba una representación de la psique humana, englobando al consciente como el inconsciente. Tatuarse un mándala o un símbolo que nos lleve a otro entendimiento de conciencia siempre será invaluable. Albert Einstein decía que como humanidad hemos crecido tecnológicamente y hemos creado un barco hermoso, con innumerables comodidades, pero ausente de algo vital: no tiene compás ni brújula. Sin esos dos elementos no sabemos hacia dónde vamos. Todos sabemos que vivimos en un mundo paradójico, de dos caras, sobre todo en nuestras sociedades, con prioridades conflictivas, mensajes y opiniones. Hablando con “jóvenes millennial” —chicos menores de veinticinco años a quienes les han tatuado el estigma de “tenerla muy fácil”— durante una plática sobre jóvenes empresarios surgió una pregunta que, al parecer, muy pocos han podido responder: ¿cómo puedo ayudar a cambiar el mundo? Yo les respondí que me preguntaba lo mismo; en mi caso, traté de cambiar el mío, de no creerle a nadie que me dijera que eso no era posible y confié en que lo que tenía que decir iba a importar y eventualmente ayudar en algo. Richard Branson dice en su libro Like a Virgin (Portfolio) que el Universo te da lo que deseas mientras te avientes a vivir tus deseos y tu pasión, es decir, tu misión de vida. Creo al cien por ciento lo que dice, ¿quién no? Su vida es libre y emocionante. En sus palabras, si no es divertido no vale la pena. Ésa es una buena brújula. Nuestra familia a veces nos impulsa tácitamente a lograr los sueños, pero cuando no se tiene ese apoyo nos motivamos a nosotros mismos y nos movemos a otros aires. Cuando pasamos tiempo con ellos, surgen historias, creencias, secretos, opiniones. Todo eso lo traemos codificado, tatuado en nuestro inconsciente y adn. Como dice mi querido Jorge, el editor de esta revista: “El mundo ya se acabó”. Y le creo, estamos buscando qué hacer con él, porque todo lo que conocíamos ya no existe y las paradojas son cada vez mayores. Hay una falta de confianza en el liderazgo, somos escépticos acerca de la integridad de todo, de las organizaciones y de los medios que usamos para comunicarnos, para además preocuparnos por quién es dueño de nuestros datos. Esos datos que además nos sirven para saber que hay más gente solitaria y deprimida en este mundo global. ¿Para qué
queremos estar más informados si tenemos menos sentido común? Más expertos pero menos soluciones, sueldos más altos y morales más bajas. ¿Quién es dueño de qué, en este momento donde aparentemente todo es válido? ¿En qué creer? La disección de esta paradoja llamada vida comienza en cada uno. Tomándonos un tiempo para ser más consien-
tes, para deformarnos y salirnos de la casilla que traía nuestro nombre, nuestra estadística. Para escoger y no esperar a que nos escojan y nos den un folio. El Dalái Lama dijo que tenemos carreteras más amplias pero puntos de vista más obtusos, edificios más grandes pero temperamentos más cortos. Otras palabras que se han hecho famosas para describir nuestros tiempos son de Will Smith: “Gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para impresionar a gente que no nos agrada”. Subimos diario selfies a las redes para sentirnos mejor mediante los likes obtenidos, el enfermo énfasis en la imagen como lugar del pensamiento y como cristalización de la historia de la cultura. El mundo después de todo es un reflejo de nosotros mismos. Por lo tanto el tatuarse implica una gran responsabilidad ante lo que queremos unirnos de por vida, a qué mensaje le daremos la temporalidad de nuestra piel. Tal vez la humanidad siempre se ha tatuado lo que no ha visto aún con los ojos abiertos. Cuando empecemos a convertirnos en catalizadores del cambio en nuestros círculos, capacitando a otros para ser líderes y proporcionar nuevas perspectivas y dimensiones, sólo así empezaremos a ver el poder del amor, la empatía, el apoyo y la comunidad. ¿Eso vale la pena entintarlo en nuestra piel? La paradoja de llevar un cosmos en unos trazos, de algo aparentemente intangible, ponerle un rostro de color y forma, tratar de materializarlo, como apéndice, como dialogante con nuestro entorno, como soliloquio para nuestros ojos. Una vida espiritual al igual que un tatuaje implica un compromiso. Hasta el más pequeño tatuaje puede adquirir grandes significados y convertirse en un importante punto de energía en nuestro cuerpo, incitando en nosotros un cambio de energía, de pensamiento, de mundo, para conectar con otras perspectivas, en otro nivel, creando nuevos diálogos más empáticos. ¿Qué tatuajes hay escritos en la creación de la humanidad, en el adn original? Reconectar con eso, reinventarnos. Con sabiduría de cómo transformarnos. Einstein, quien separó al átomo y vio cómo se separó el mundo, decía que “Si quieres conocer los sentimientos de las personas, no escuches sus palabras, observa su comportamiento”. Yo le agregaría que para conocer bien a alguien observes sus tatuajes y conocerás su mundo interno. + Por Yara Sánchez de la Barquera Vidal
No hay duda de que el tatuaje es un arte. Los tatuadores profesionales son artistas que dominan sus instrumentos de trabajo, poseen una técnica depurada y un ojo estético para determinar si lo que van a plasmar para siempre sobre la piel se verá bien. Esta selección de libros puede verse de dos maneras: como un catálogo para aquellos que tienen en mente tatuarse o sencillamente para adentrarse en este mundo que desde hace tiempo dejó atrás los estigmas sociales que lo asociaban a los bajos mundos de la sociedad. Este libro de Taschen es una exploración histórica del tatuaje: desde las tribus de Oceanía que decoraban sus cuerpos, hasta los miembros de clubes de tatuajes que aparecieron en varias partes del mundo hacia los años veinte del siglo xx. Aquí aparecen muchos de los elementos clásicos asociados a los tatuajes. 1000 TATTOOS TASCHEN 10 PREGUNTAS A CONSIDERAR ANTES DE HACERSE UN TATUAJE, SEGÚN TATTOO SOURCEBOOK Antes de que el tatuador prenda la máquina, tómate tu tiempo para responder las siguientes preguntas: 1. ¿Acepto que habrá cierto nivel de dolor? 2. ¿Estoy cómodo sabiendo que un tatuaje formará parte de mi cuerpo permanentemente? 3. ¿Acepto que, incluso en las mejores circunstancias, pueden haber riesgos para la salud? 4. Algunas personas amarán mi tatuaje, otras no. ¿Aceptaré las críticas potenciales como parte de mi vida? 5. ¿Soy consciente de mis propias razones para querer un tatuaje? 6. ¿Existen alternativas que me dejarán más satisfecho en vez de un tatuaje? 7. ¿Entiendo que mi tatuaje cambiará de apariencia conforme pase el tiempo? 8 ¿Estoy dispuesto a estudiar y realizar la investigación necesaria para que mi experiencia sea la mejor? 9. ¿Estoy dispuesto a asumir toda la responsabilidad por el resultado final? 10. ¿Es mi decisión hacerme un tatuaje o hay influencias externas que pudieran presionarme?
Muy pocos saben que Kat von D, la tatuadora de las estrellas, nació en Montemorelos, Monterrey, en 1982. Desde pequeña se marchó a Estados Unidos y de buenas a primeras decidió irse de casa para dedicarse a hacer tatuajes. Fue tal su éxito éxito que no tardó en participar en reality shows como Miami Ink o L.A. Ink. Ha tatuado a figuras como Lady Gaga, Miley Cyrus o Demi Lovato. Este libro es un diario donde Kat von D enumera a las personas que llegan a su estudio para pedirle que les dibuje la piel. THE TATTOO CHRONICLES Kat von D HARPER DESIGN
Mientras contestas, puedes hojear este libro para ver si te animas a estamparte la piel.
ARTISTAS DEL TATUAJE Como en todo arte, hay personas que destacan por la calidad de sus diseños. En el mundo del tatuaje también existen artistas con seguidores, personas que influyen a los demás. En este libro aparecen figuras como Adriaan Machete, Amanda Ruby, Jo Harrison, Noon o Tony Weintraud. TATTOOS 1. BEST OF ARTIST ALT CRAMER
UNA PERSPECTIVA ÚNICA , DESGARRADORA E INOLVIDABLE SOBRE LA REALIDAD DE LA GUERRA
32 J O R G E F.
HERNÁNDEZ
Las calles de Madrid han visto desfilar a grandes artistas y escritores. Cada esquina, cada plaza, guarda el recuerdo de su paso fugaz, de su presencia, y Jorge F. Hernández, gran enamorado de la capital española, nos ofrece un recorrido turístico literario por esos callejones donde aún se pueden percibir sus huellas.
P
or la calle de General Pardiñas deambula sin tiempo la sombra de Alfonso Reyes. Dobla la esquina en Ayala y en el cruce con Conde Peñalver parece levitar Martín Luis Guzmán –quizá apresurado por escribir alguna nota sobre México de lejos, México ensangrentado visto desde Europa al filo de una guerra. Vuelve uno la vista, y con la yema del dedo índice, el dron de la lectura amplía la imagen del edificio intacto donde vivía Federico García Lorca en ese triángulo pintado de verde limón donde se cruza Alcalá con Goya. Allí escuchó el estallido de la guerra no de Europa, sino de España y apresuró equivocadamente la idea de que estaría a salvo en Granada, donde lo delataron, encarcelaron y fusilaron sin que aparezca a la fecha. El dedo sigue entonces la raya tenue de un renglón que ha de llevarlo por el Parque de El Retiro donde se ve que pasea entre árboles altos la sombra de Pío Baroja, enfundado en un abrigo y bajo una boina vasca, como si estuviese en un bosque del Norte y no en el corazón de Madrid, parque de sístole y diástole donde una familia anónima improvisa un día de campo sobre un discreto prado para que un abuelo lea en voz alta párrafos del Quijote. Andando, la lectura cruza el Retiro y decide no entrar por hoy al Museo del Prado. Mejor, subir la cuesta de la calle Huertas por donde campean invisibles los versos de por lo menos tres vecinos ilustres: allí adelante, los sonetos invisibles de Lope de Vega y al cruzar la calle de León, el manco llamado Cervantes discute con Quevedo algo que se dejó escuchar en el mentidero de los artistas, a pocos pasos del convento de las Trinitarias. Más arriba, en la Plaza del Ángel dicen Calderón que camina de tarde en tarde, quizá sabiendo que en el antiguo corral de comedias hoy llamado Teatro Español hay quienes piden autógrafos a Jacinto Benavente sin saber siquiera si ha muerto. El rodeo marea las letras y sin saber rumbo se abre el callejón del Gato donde Max Estrella lleva de la única mano al esperpento en espejo de Ramón María de Valle Inclán. Baja la mirada y pasa la página entonces para llegar a la Puerta del Sol, donde acaba de bajar de la tercera planta de un hostal el joven Jorge Luis Borges, aún con vista y visión, para encontrarse con su maestro Rafael Cansinos Asséns y juntos caminar hasta la Plaza Mayor donde Ernest Hemingway esperaba ver una corrida de toros habiendo huido del Hotel Florida en Gran Vía donde acaba de pelearse a limpio puñetazo verbal con John Dos Passos, ambos recién desempacados de una salida hacia la calle Princesa, allá por Moncloa hasta llegar a la Ciudad Universitaria y atrincherarse con las tropas para dispararle a algún fascista necio que insiste en tomar Madrid. Princesa en su rara esquina con Rodríguez San Pedro marca las flores de un edificio bombardeado donde
vivió Pablo Neruda, a media cuadra de donde Benito Pérez Galdós se fotografió en el balcón con un perro que parece pastor. Sube entonces la cuesta de Meléndez Valdés y en una tarde de suerte te toca ver que vienen en sentido contrario Julio Cortázar y Gabriel García Márquez (que acaba de inventar el cuento de unos niños que navegan en la inundación de luz de un piso sobre Castellana). Vienen del Museo del Escritor donde se resguarda la dentadura intacta de Juan Carlos Onetti, dos sombreros de Adolfo Bioy Casares, la pajarita de Lugones y la estilográfica de Oliverio Girondo. Demasiado museo para quien sigue leyendo la calle que de pronto se suelta en lluvia, como para deletrear esa cosa que siempre sucede en el ayer. Llora entonces Madrid sobre Alberto Aguilera hasta llegar a lo que fuera el Café Comercial cerrado por desidia, habiéndose quedado ya para siempre en una de sus mesas Tomás Segovia y un café solo. Métase entonces la página por el barrio de Malasaña donde no son pocos los dramaturgos que siguen apuntalando el heroísmo de un Dos de Mayo, a la sombra de la mole Telefónica que revela Sol brillante sobre Gran Vía y baja al Metro en el sentido inverso a los versos de Joaquín Sabina para ir desde allí hasta Tirso de Molina y descubrir el párrafo donde abre todos los días el Café Barbieri con música en directo para que sigan hilando en sus cuadernos los poetas anónimos esos versos que quizá no rimen y se vuelvan crónica o párrafo de cuento o simiente de novela, cuando son no más que recuerdo de un recorrido consuetudinario de todo aquel que asuma el placer de vivir en una ciudad que se lee andando. +
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E
l escritor J. M. Coetzee escribió un ensayo sobre Platero y yo, el libro emblemático de Juan Ramón Jiménez, en el que encuentra en el autor malagueño a un raro exponente literario con preocupaciones ecologistas en un siglo xx que poco tiempo y espacio dejó a sus autores para observar a los animales, absorto como estuvo en la catástrofe humana. Dice el premio nobel sudafricano: “Es la mirada mutua, entre los ojos de este hombre —un hombre del que los gitanillos se burlan como loco, y que prefiere escribir sobre Platero y yo antes que sobre Yo y Platero— y los ojos de ‘su’ burro (aunque jamás piensa en Platero como en un artículo de su propiedad), lo que establece el profundo vínculo entre ellos”.
como corresponsal del diario argentino La Nación y en quien los jóvenes poetas de su generación encuentran a un maestro. Así, el joven autor moguereño se reconoce como un poeta modernista apenas iniciada su trayectoria literaria. Justamente por moderna, la poesía de Juan Ramón Jiménez tenía la voz poética afincada en la experiencia y la emoción personal. Y, por expresión del autor, una tesitura melancólica que embriagaba cada uno de sus poemas. En sus ensayos, al reflexionar
Juan Ramón Jiménez percibe esta desnudez existencial a la que regresa el poeta (cargado, eso sí, con las riquezas que sus ojos y sus oídos han recogido por sus p a seos a lo largo del día) y que, sin embargo, se disolverán en esta noche escueta, la noche común en que terminan todos los días.
Ya en las dos últimas décadas del siglo pasado Platero y yo pasó a formar parte de los libros “infantiles” ampliamente prescritos en las escuelas primarias (junto con El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, por ejemplo), aunque sus autores no los concibieran para la educación moral o emocional de la infancia. Así, la conversión de Juan Ramón Jiménez (Premio Nobel 1956) en autor infantil, es una de las razones por las que el poeta no es leído el día de hoy como un autor “serio” dentro de la literatura hispanoamericana. Otra razón podría ser lo poco atrevida y actual que nos resulta su poesía comparada con obras como la de César Vallejo, por mencionar a un autor hispanoamericano contemporáneo del español. Sin embargo, en su momento, Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881-Puerto Rico, 1958) fue un autor importante en la renovación de la poesía española de principios del siglo xx. Dice el autor: “Hacia 1896 (tenía yo quince años) el estado de la poesía española, escrita, era verdaderamente triste. El estilo burgués más mediocre la había sustituido con una escritura gris y estéril. Privaban algunos literatos con reputación de grandes poetas; los más aplaudidos eran don Gaspar Nuño de Arce, don Ramón de Campoamor y don Emilio Ferrari. Estos literatos habían aplastado ante el público general a Gustavo Adolfo Bécquer…”. Éste era el estado de la poesía en la Península Ibérica hasta la llegada de Rubén Darío a España, enviado
vo a punto de cobrar la vida de William Styron y que ahora responde al nombre de depresión y que hunde a quien la padece en una desesperación única. A diferencia de ella, el temperamento saturnino de Juan Ramón Jiménez es una poderosa sensibilidad que registra el asombro de la experiencia y las alegrías breves pero intensas. Las emociones quedan impresas en el poema a través de la memoria y suelen ser ecos de un pasado que se filtra a un paisaje más mórbido y crepuscular, más saturnino en cuanto que el alma del poeta se asoma desde allí a la crueldad del tiempo, que lo conduce a un noche no primordial sino pedestre, muy flaca quizá para los proyectos del arte y la literatura.
sobre poesía, Jiménez sostiene que ésta es universal por ser eterna; si seguimos esta idea, en lo eterno —el “instante” al que se han referido poetas más contemporáneos— estarán, al mismo tiempo, la alegría y la pena: Amo el paisaje verde, por el lado del río. El sol, por la fronda, ilusiona el poniente; y, sobre flores de oro, el pensamiento mío, crepúsculo del alma, se va con la corriente. ¿Al mar? ¿Al cielo? ¿Al mundo?... Qué se yo… Las estrellas suelen bajar al agua, traídas por la brisa… Medita el ruiseñor… Las penas son más bellas y sobre la tristeza florece la sonrisa. Esta melancolía que abruma con una amplia paleta de colores al poeta no es la temible bilis negra que estu-
En estas horas vagas que acercan a la noche, mi corazón se ahoga y sube hasta mis ojos… de la oración, despierta Venus, pasa el coche de las siete, hace frío… Y allá en los cielos rojos, el mirador, el campanario, la palmera, me traen historias viejas, que están ya sin sentido como si por la bruma de la tarde, yo fuera paseando entre jardines, cual un niño dormido… y el coche va hacia el tren, y el tren solloza y lleva hacia el mundo… ¡Hacia el mundo, si todavía existe! Y yo sueño, volviendo con una patria nueva, viajero de mis lágrimas, solo, exaltado y triste. Advierte Coetzee que en Platero y yo, Juan Ramón Jiménez no traiciona a “su” burrito humanizándolo, que lo personaliza sin atribuirle características humanas. De esta manera Juan Ramón Jiménez se aleja de la “fábula”, entendida, en la pobreza significativa que hoy le damos, como una historia con fines morales preceptivos —fábulas sí son (sin menoscabo de su valor literario) los Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga, donde las abejas, las mantarrayas, los pelícanos y las tortugas sienten y piensan como personas, y a los que les va como se supone que a las personas en el mundo les iría si las historias con fábula no fueran fabulosas—.
Muy al contrario, en Platero y yo el burro es observado en sus alegrías animales, en sus temores animales y, al final, entregado a una muerte animal, es decir, aparentemente gratuita. Este ejercicio de empatía y de curiosidad imaginativa por los otros seres —los pequeños seres que “nos rodean”—, es llevado a otro punto en Elegías andaluzas. Aquí el autor sí “humaniza” a las flores que ven andar bajo sus pétalos al poeta. Sin embargo esta humanización no es moral, ni siquiera es una humanización completa; las flores sólo cumplen una función de peculiar focalización entre el poeta y la voz poética: nos hablan de la silueta o el tacto de un hombre (de común melancólico) que se dedica a pasear: Las violetas Pasaba entre nosotras dejando sus ojos negros que no veían, mirando a sus alas en nuestra amoratada y fresca melancolía y nosotros nos poníamos codo en la tierra y la barba en la mano como esos ángeles de Rafael para que descansara, plácido. Su barba, negra y dorada, le daba aire de nazareno lírico… Llama la atención que para escribir con más cercanía de la fauna y la flora, Juan Ramón Jiménez opte por la “poesía en prosa”, término siempre vago —cada vez menos claro dada la multiplicidad de formas en las que escribimos poesía actualmente— con que describimos (o describíamos) los poemas que han dejado el ritmo (el canto) en un segundo término y que se ajustan más a la sintaxis y la redacción prosaica. Pero ni Platero y yo son cuentos ni las Elegías andaluzas son minificciones. Se trata de poemas (se vuelcan en la enunciación de un instante; son “eternos”) que un poeta hábil en el empleo de las formas líricas tradicionales prefirió componer en forma de viñetas. Digo que “prefirió” porque, mirándolos más de cerca, los temas y la mirada del poeta encuentran necesario este formato: aunque dedicados a un instante, se demoran es sus alrededores —frecuentemente, el poeta del que recibimos un atisbo en estos textos camina, da un paseo—, y así, de un paisaje no sólo tenemos su luz sino pensamientos (muchas veces peregrinos), un “extravío” del que viene el poeta hacia el poema: A él le gustaba pasar por la calle de las flores, de los Marineros, decía él, sin molestarnos en nada; por la tarde, cuando el sol llenaba su anchura, abierta al ocaso ampliamente, dando en las dos aceras y hacía una fiesta, como en un gran espejo en las puertas amarillas, en los balcones de cristales, de la última casa del fondo, que cerraba la calle, fundiendo dos ocasos, el verdadero, alegre en sus tristeza, y el falso, triste en su alegría. El poeta moguereño estaba consciente de que la fineza emocional —uno de los afluentes de su empatía por los animales y las flores— era vista en su época como una falta de masculinidad. Reflexionaba al respecto: “No, la poesía no debilita. No se es débil por ser fino, sino por ser exterior; no por sentimiento profundo sino por postizo ingenio. Hombre y mujer son igualmente fuertes, y si por ‘afeminado’, esa palabra tan pobre, tan despectiva para la
mujer, se quiere decir débil, ‘afeminados’ pueden ser el hombre y la mujer”. Así, este autor (poco leído fuera de Platero y yo) se adelantó a su época escribiendo una poesía profundamente empática hacia la naturaleza y la vida que la puebla. En una extensión de su amor por el paisaje, Juan Ramón Jiménez se fija en los animales y las plantas “del hombre” —que conviven con él en sus pueblos y en sus calles en aparente mansedumbre—; de ello resulta que sus poemas nos trasladen a paisajes amplios y complejos, no exentos de la tragedia pero plenos de alegría y sabiduría, y en estos parajes literarios ecológicos Juan Ramón Jiménez se revela como un gran poeta inspirado por la emoción de los seres naturales, o, por así decirlo, dueño de una fina sensibilidad ambientalista. +
Por Claudina Domingo
EXTRACTO Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene á mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel... Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paso, sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: —Tiene acero... Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
F. G . H A G H E N B E C K Ahora que los tatuajes están de moda, F. G. Haghenbeck nos recuerda que dicha práctica está tan arraigada entre nosotros que resulta fácil rastrearla en el tiempo, en las épocas en que los hombres eran cazadores y luchaban por la supervivencia diaria. Los tatuajes son tan antiguos como el hombre.
El grupo fundador de la colección “El Libro de Bolsillo de Alianza Editorial” estaba conformado por José Ortega Spottorno, Jaime Salinas, y Javier Pradera, sin olvidar a Daniel Gil, que fue autor de varias portadas bastante creativas y trascendentales. “Las portadas de Daniel Gil para Alianza eran un reclamo potente y una seña de identidad indeleble que creó escuela.” “Aquellos años durante la fundación del sello fueron grises; la sombra de Franco se cernía sobre una España apesadumbrada por desapariciones, asesinatos y represión. Sin embargo, ‘El Libro de Bolsillo’ fue el punto de convergencia de escritores e intelectuales, así como el germen que poco a poco se fue ramificando en otras colecciones, con un cada vez más amplio catálogo”. “Aquellos libros estaban estrechamente unidos a la vida social y cultural española de entonces. Una interesante intrahistoria lo prueba. Uno leía en Alianza a Marx traducido por quien llegaría a ser presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente. Las traducciones de Nietzsche por Andrés Sánchez Pascual alimentaban la polémica con un nietzscheano antiacadémico y radical como Savater. Las de Bertolt Brecht daban pie a un espectáculo teatral, A los hombres futuros, yo Bertolt Brecht, con Massiel y Fernando Fernán Gómez”. “Alianza”, dice su actual directora, Valeria Ciompi, que se incorporó en 2001, “es un bien común; no pertenece a nadie en concreto, es parte de la historia social y cultural de este país. Cada uno, sea lector, librero, periodista, tiene su propia relación con Alianza”. Con información de “El libro de bolsillo de Alianza Editorial cumple 50 años” en El Mundo.
M
i papá es un brujo del mar.
De lunes a sábado nada con tiburones y ballenas y jamás de los jamases le han tocado ni un solo pelo. Siempre que sale en su lancha, La Queta, hacia el Atlántico, me late muy fuerte el corazón porque pienso que, un día de éstos, papá se meterá en la boca de un tiburón y no regresará a nuestra palapa. Si eso pasara, mamá se pondría muy, muy triste y yo también. Cuando papá y La Queta se van del muelle, yo corro y corro por toda la barra de arena de nuestra isla, la isla del Hoyo Negro, hasta que papá me dice adiós agitando la mano y, como por arte de magia, La Queta se hace un puntitito en medio del mar y a mí se me doblan las rodillas como a los flamencos. A ellos tampoco les gusta mucho la idea de que papá se vaya tan lejos así que salen volando juntos a perseguirlo y encienden una flecha rosada que parte en dos el cielo. Mientras platico con las garzas blancas y juego en la laguna, espero a papá hasta que da la hora de la comida y papá regresa molido y con un hambre de lobo porque siempre se va sin desayunar más que una manzana amarilla. Yo creo que es para que los tiburones no huelan lo que lleva en la tripa, no sea que se les antoje y se lo coman de un solo bocado. Los domingos mi abue Ikal y yo jugamos dominó y mi mamá teje redes de pesca. Papá descansa. El abue siempre me gana. Yo creo que es porque le sale la mula de seises a cada rato y yo no son tan buena para las matemáticas. Mi abue dice que papá sacó lo valiente de él porque cuando era joven atrapaba peces espada, solito, sin ayuda de nadie, hasta que uno de esos peces, en la reñida batalla, le incrustó su espadón y casi le da el patatús. Tiene una cicatriz en la panza, que parece una rayotota, en lugar de ombligo. Como ya está viejito, solamente pesca pulpos mayas con su lancha La Chiquita, así le decía a mi abuelita que medía lo mismo que yo: un metro y medio. Esos pulpos son rojos y tienen cuatro ojos. Mi abue los pesca con seis cordeles usando de carnada un cangrejo ocol y los mata de un mordisco. No sé cómo le hace porque está rechimuelo, como yo. Mañana es mi cumpleaños. Cumpliré nueve añotes. Mi mamá, conocida por todos como Itzanami, que en maya quiere decir “La novia del brujo de agua”, me va a hacer lechón al horno y me dio permiso de ir con papá y La Queta a pasear por el mar. Antes, el mar me daba mucho, mucho miedo porque de chiquitita creía que si me echaba un clavado, me iba a romper la crisma contra el suelo azuloso hasta que, un día que los méndigos mosquitos me distrajeron, me caí del muelle y el mar me abrazó tiernamente. Desde entonces, el mar y yo somos amigos. Papá me despierta y, al tallarme los ojos para sacarme las chinguiñas, me doy cuenta de que el sol sigue en el quinto sueño. Él no madruga como nosotros. Es injusto pero entiendo al sol, debe ser muy cómodo dormir en un colchón de nubes y ni ganas le han de dar de pararse a hacernos compañía. Mamá sigue sus pasos y está dormida como una tabla.
En esta sección aparecerán relatos de autores contemporáneos. Cada mes una ficción para arrebatarle un espacio a la vida cotidiana.
CUENTOS INÉDITOS
EL DOMINÓ Karen Villeda
El abue ronca. Yo como una manzana amarilla porque no quiero que me coman los tiburones. Papá, medio dormido, se acerca con una linterna y me dice que me llevará a conocer el pez más grande del mundo. Dice que es una ballena y un tiburón al mismo tiempo. Es un animal de ésos que él explica con un sí y no o un no y sí. Le dije que no tenía miedo. Estoy diciendo una mentira y de las grandes porque nadar con un pecezote suena muy peligroso. En el fondo, preferiría que papá me llevara a ver desovar a las tortugas: la carey, la blanca y la caguama. Y no tendría que irme a la cama a las diez como manda mamá, sino que me podría desvelar todita la noche viendo a las tortugas hacer vasijas de arena, poner un montón de huevos y esconderlos en la playa. Las cacerolitas de mar, que son unos fósiles vivientes, custodian los huevos y yo los ayudo. A veces, hasta me peleo con los cangrejos ermitaños para que no se coman los huevos y siempre me pican los dedos de los pies. Me gustan mucho las tortugas carey: tiene un pico como de halcón y nadan por el fondo del mar usando sus aletas como si fueran alas. Además, comen y comen esponjas de mar sin que les pase nada. A la mejor, ellas también saben de magia como papá. La Queta no para de saltar y saltar la cuerda con el mar. Espero que el mar no se enoje y, en una de ésas, nos tumbe. No sé qué haríamos, dicen que te puedes congelar porque el mar adentro es frío, frío. Volteo a ver a papá y lo noto muy tranquilo. Me sonríe. Meto una de las manos al mar y está tibiecito como la leche que me da mamá antes de acostarme. Creo que no hay de qué preocuparme, además vengo con papá y él se las sabe de todas. Veo a una familia de delfines saltar también la cuerda con el mar y me sonríen. Papá me dijo una vez que la nariz que tienen en la cholla se llama espiráculo y que las mamás delfines silban canciones de cuna a los delfines bebés. La Queta se detiene lentamente. Papá me toma de la mano y me acerca al borde resbaloso de La Queta. Yo no veo muy bien, pero noto que mi papá está enlelado con unas manchotas color blanco que decoran el mar y después se hunden. Estoy segura de que papá las hace aparecer y desaparecer con la mente. Papá me ajusta el chaleco salvavidas, me pone unas aletas de plástico verde fosforescente y unos lentezotes que me cubren casi todo el rostro. Papá hace lo mismo y los dos somos submarinos humanos. Tomo su mano muy, muy fuerte y me dice que a la de tres saltemos. Uno, dos y el mar nos recibe y papá me jala hacia El Dominó. Pataleo lo más rápido que puedo y veo que tiene la panza completamente blanca y el cuerpo gris, con motas por todos lados. El Dominó es parecido a una mula de seises, como las que saca el abue cuando jugamos, pero a la enésima potencia porque mide metros y metros. Su cola mide más que papá y yo juntos. ¡Es un pecezote! Bebe agua como un loco. Lo quiero tocar, pero papá me quita la mano. El Dominó nada con nosotros hasta que se nos esfuma.
Karen Villeda (1985) A la fecha, ha publicado un libro para niños, Cuadrado de Cabeza (Edebé, 2015) y cuatro poemarios: Dodo (Conaculta, 2013), Constantinopla (Posdata Ediciones, 2013), Babia (unam, 2011) y Tesauro (Conaculta, 2010). Es Escritora Residente Honoraria del Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa. Ha merecido, entre otros reconocimientos, el Premio Bellas Artes de Cuento Infantil “Juan de la Cabada” 2014 y el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” 2013. Página web: www.poetronica.net
Foto por. 23hdwallpapers.com
onocí a Rubén en la secundaria. Era un niño tranquilo, modoso, de los que nunca se metían con nadie, ni siquiera con los que intentaban ser amables con él; quizá por eso no tuvo tantos amigos. Se le veía sólo a la hora del recreo, hablando de vez en cuando y por breves momentos con alguien más. El taller de artes plásticas era la clase que más le gustaba: Rubén era un dibujante nato. En algunas de las clases lo vi haciendo dibujos que me parecían de complicadísimos trazos y aún hoy me lo siguen pareciendo. Mientras algunos de nuestros compañeros rayaban en las paredes, Rubén dibujaba sobre su piel.
ideas de carga semántica tanto adversas como positivas pasan y se imponen sobre la piel, sobre nuestros cuerpos.
No fueron pocas las veces que vi cómo la mamá de Rubén lo regañaba por llevar las manos llenas de criaturas, siluetas o grecas: “Pareces presidiario”, le gruñía. Hacia las últimas semanas del tercer grado llegó con un tatuaje en la parte superior del hombro izquierdo. Su usual ropa de manga larga, incluyendo los uniformes escolares que a todos nos hacía parecer un solo cuerpo amorfo, le cubría la cicatriz que marcaba, cuando se le ocurría destaparse, su propia diferencia. Un viernes por la mañana, mientras tomábamos distancia por tiempos, uno: como soldados —el color del uniforme no ayudaba demasiado—, dos: a Rubén se le ocurrió quitarse la chamarra verde; uno: vestíamos manga corta para la clase de “el Chispa”, el cómico profesor de educación física; dos: pero antes de romper filas, alguno de los vigilantes del orden escolar notó algo en su brazo; uno: se acercó y alzó su manga; dos: lo tomó del brazo; tres: lo llevó a la dirección.
Michel Foucault en Vigilar y castigar (Siglo XXI) nos habla de cómo el cuerpo es más que sólo carne; a la hora de indicar cómo vestir, cómo comportarse, qué hacer y cómo hacerlo. “[…] en toda sociedad, el cuerpo queda atrapado en el interior de poderes muy ceñidos que le imponen coacciones, interdicciones u obligaciones”.
Un cubículo de la esquina inferior del edificio más alto de la Escuela Secundaria 272 bien pudo ser un símil, aunque evidentemente menos dramático, a El apando (Era), novela de José Revueltas: era el lugar donde te tomaban reporte, donde se castigaba, donde se buscaba disciplinar a los niños revoltosos. Ahí se llegaba por diversos motivos; los más comunes, peleas entre alumnos. Rubén fue reprendido, sobre todo por sus padres, pero así lo suspendieran un mes o lo expulsaran, nada le quitaría el tatuaje, el primero de varios. En la actualidad es menos escandaloso —por fortuna— portar un tatuaje o tener alguna modificación corporal, perforaciones, implantes subdérmicos o escarificaciones. Dado que esta cultura de transformación está fuertemente teñida de aspectos negativos, se manejan dobles discursos de aceptación, donde
Viridiana es una chica de contaduría con la que un día me encontré en la biblioteca. Hablamos sobre cómo hay filtros laborales que no siempre se fijan en las aptitudes reales de las personas, sino en la utilidad del trabajador, la impresión que éste pueda causar y cómo eso afecta la imagen del contratista y su negocio. La retórica corporal, a la hora de presentarnos, va ligada con la impresión que damos a los entrevistadores y en muchas ocasiones un tatuaje no siempre es bien visto.
¿Por qué hizo eso Rubén? Fueron pocos los compañeros que lo reprobaron, más bien lo vimos como un rasgo atrevido que nos seducía: su cuerpo era suyo y de nadie más. La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, escribe en Todos deberíamos ser feministas (Penguin Random House): “Si hacemos la misma cosa una y otra vez, acaba siendo normal. Si vemos la misma cosa una y otra vez, acaba siendo normal.” Funciona de igual forma cuando escuchamos lo mismo todos los días: uno normaliza el estado de cosas donde vive, la violencia, los prejuicios, el machismo, pero llega un momento de urgencia para hacer conciencia y romper con ello. Decidir hacer o no hacer algo con nuestros cuerpos es una forma de hilvanar un discurso que haga frente al statu quo. Quizá Rubén no lo vio así aquella vez, quizá él lo hizo por mero gusto como muchos otros, como Ozzy cuando narra en I am Ozzy. Confieso que he bebido, su libro de memorias, que se tatuó por querer parecer músico como Lennon y McCartney. Perdimos contacto, seguramente ya casi nadie de mi generación recuerda a Rubén. Quizá aparezca dentro de muchos tatuajes después y como buen trazo, se quede permanentemente. +
Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza
Texto tomado de Vidas secretas de grandes escritores, editado por Oceano.
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TEATRÉALEE & ROCKÉALEE
Una luna para los malnacidos es la última obra del dramaturgo estadounidense Eugene O’Neill. El Premio Nobel de Literatura sitúa la acción en una granja de Pensilvania en torno a tres personajes: un granjero irlandés borracho, oportunista y manipulador; su hija, Josie, y el propietario de la granja, Jim Tyrone, dado también a la bebida y de quien sospechan que tratará de echar al granjero y a su hija del lugar. Esta historia de amor, pasión destructiva, frustraciones y esperanzas, la convierten por su admirable trazado de los personajes y la riqueza de su diálogo en una obra mayor de elusiva poesía y formidable poder de sugestión. Elenco: Patricio Castillo, Alaciel Molas, David Hevia y José Juan Sánchez Director: Mario Espinosa Teatro: Foro Lucerna (Lucerna #64 Col. Juárez) Temporada: 1 de abril al 19 de junio Horario: Viernes, 20:45 h; sábado, 19:00; domingo, 18:30.
NOVEDADES LEE+ CÁNDIDO Voltaire EDICIONES GANDHI La obra narra las aventuras del protagonista en su primer encuentro con el precepto del optimismo metafísico encarnado por Leibniz, para quien “todo sucede para bien”. François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, escritor, historiador y filósofo, además de abogado, satiriza la filosofía del célebre alemán y hace una crítica de las instituciones así como de la condición social y moral del hombre del siglo xviii.
LA GRAN GUERRA Paul Fussell TURNER La Primera Guerra Mundial marcó el nacimiento de una nueva conciencia en Europa, patente en la literatura y en la vida y definida por la desconfianza, la ironía y el pesimismo existencial. Este libro rastrea los orígenes de aquel cambio histórico mediante la obra de Robert Graves, Siegfried Sassoon, Edmund Blunden, David Jones, Isaac Rosenberg y Wilfred Owen.
PECADO Laura Restrepo ALFAGUARA Como sacados de un cuadro de El Bosco, los protagonistas de este libro son Arcángel, el adolescente asesino; Luis B. Campocé, el ejecutivo adúltero; Emma, la descuartizadora; una pareja incestuosa; un verdugo apodado “La Viuda”; las Susanas, tres hermanas indiferentes o vanidosas, y el Siríaco, profeta soberbio.
NO HABRÁ ORQUÍDEAS PARA LA SEÑORITA BLANDISH James Hadley Chase OCEANO Esta novela ofrece un retrato crudo de la sociedad estadounidense. Es, asimismo, una visión despiadada de la condición humana en general, de su crueldad y estupidez. El libro narra el secuestro y la muerte de una rica heredera a manos de una banda de campesinos semisalvajes encabezada por una mujer llamada Ma Grissom y su hijo Slim.
TODA LA VIDA Héctor Aguilar Camín LITERATURA RANDOM HOUSE Serrano, Felo, Pato y Liliana entrañan una red de silencios, traiciones y obsesiones cruzadas por los años que la muerte de un conocido desatará de nueva cuenta. Fábula sin moraleja sobre los abismos del amor fatal, la ambición y el delirio, Toda la vida es también un recorrido nostálgico por los territorios perdidos de la vida bohemia de la Ciudad de México.
ROBERT LOUIS STEVENSON CUENTOS COMPLETOS MONDADORI Se reúnen en este volumen, por primera vez en castellano, todos los relatos del gran Stevenson, un escritor que ha encantado a sucesivas generaciones de lectores desde finales del siglo xix hasta nuestros días. Estos cuentos conforman uno de los universos literarios más ricos y mágicos de la literatura universal.
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INSIDE OUT. A PERSONAL HISTORY OF PINK FLOYD Nick Mason CHRONICLE BOOKS Libro de importación La formación, el desarrollo y la consolidación de una de las bandas de rock más importantes de la historia bajo la óptica de uno de sus fundadores, el baterista Nick Mason quien, además, es el único miembro que ha permanecido en la banda desde el principio, desde sus inicios, cuando un grupo de jóvenes estudiantes de arquitectura se juntan para tocar.
E-BRANDING PERSONAL Y CORPORATIVO William García ALFAOMEGA
Como pocos artistas del mundo de la ilustración contemporánea, la francesa Rébecca Dautremer (Gap, Francia, 1971) posee un estilo característico basado en los detalles, esos universos donde dicen que habita Dios. Al observar sus dibujos podríamos pensar que estamos ante la mirada de un fotógrafo por el manejo de la luz y los encuadres. Y es que Rébecca, además de haber cursado la carrera de artes gráficas y diseño en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de París, durante muchos años se dedicó a la fotografía. Admiradora de Brueghel por su detallismo, las ilustraciones de esta autora son una invitación para pasarse un buen rato descubriendo texturas, colores y formas en los libros que hasta ahora ha ilustrado como Una biblia (Philippe Lechermeier), Seda (Alessandro Baricco); de su autoría: El pequeño teatro de Rébecca, Princesa, Enamorados; o sus versiones de clásicos infantiles como El diario secreto de Pulgarcito o Alicia en el país de las maravillas; esta última hace una interpretación personal del personaje más famoso de Lewis Carrol, más oscuro y melancólico. Y de cabellos negros. Durante las múltiples presentaciones que hace alrededor del mundo, cuenta que su carrera se vio favorecida por el lugar donde nació: en un pequeño pueblo montañés, muy cerca de Italia, en donde no había televisión. Para no
aburrirse, su único pasatiempo era dibujar. Durante su etapa universitaria, la ilustración no era bien vista por la academia porque pensaban que sólo consistía en dibujar a Mickey Mouse. Para graduarse eligió un tema controvertido: el cuerpo humano desde dentro, casi un tratado gore con mucha carne y sangre. Al graduarse, un profesor la ayuda a conseguir empleo en la editorial Gautier-Languereau, donde empezó a dibujar calcomanías y donde publicó Enamorados, su primer libro. Hoy, Rébecca Dautremer elige sus proyectos, pues durante mucho tiempo llegó a publicar tres o cuatro libros en un año. Nunca dispuesta a encasillarse, cada uno de sus libros son una nueva aventura. Kerity, la casa de los cuentos es su primer trabajo de animación. En una repisa de su casa, protegido por un capelo, descansa un viejo peluche de Mickey Mouse. Rébecca Dautremer lo encontró en la basura y decidió conservarlo en recuerdo al desprecio que sus profesores sentían hacia la ilustración. Para conocer más de la obra de esta gran ilustradora visita su página http://www.rebeccadautremer.com