Lee+ 184 Café y literatura

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Café yliteratura

Cien años del icónico Truman Capote

• ¿+ café? Escriben: Jorge F. Hernández, Mercedes Alvarado y Elik G. Troconis

• Descubre a la poeta Isabel de los Ángeles Ruano

• Gabriela Enríquez: Premio “Mauricio Achar” 2023

Queremos pasar la vida contándote historias.

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Editorial

Café y literatura

El ritual de beber café se asocia con la concentración y la creatividad, pero también con las conversaciones de todo tipo: desde las más serias hasta las que están llenas de risas y complicidad. En esta edición de Lee+, le rendimos homenaje a esta gloriosa bebida y a los espacios que se han creado a su alrededor: los cafés.

Autores como Honoré de Balzac, Virginia Woolf, Gabriel García Márquez y Ernest Hemingway encontraron en el café no sólo una bebida, sino una fuente de inspiración y un refugio para la escritura. No nos equivocamos al pensar que fueron los cafés parisinos los que impulsaron a escribir a la generación perdida. En todo el mundo estos lugares han despertado y unido a las mentes creativas, como sucedió con la primera librería Gandhi y su inolvidabe café. La ficción también está obsesionada con el café. La literatura, el cine y ahora las series nos muestran a personajes cafeinómanos: seres que, para brillar como suelen, deben detenerse unos minutos y disfrutar esta compañía irremplazable. En estas páginas, encontrarás las reflexiones acerca del café de Jorge F. Hernández, Mercedes Alvarado y Elik G. Troconis; además de un póster con algunos de nuestros cafeinómanos favoritos y un meme de Hilario Peña. Festejamos, además, el centenario del siempre icónico Truman Capote con un artículo de Julio Trujillo.

Otras celebraciones que habitan este número son los 90 años de una casa editorial fundamental para nuestro país: el Fondo de Cultura Económica, así como la edición 31 del Festival Internacional de Teatro Universitario, que disfrutaremos este mes. ¡Estrenamos sección de poesía! En ella, Claudia Posadas nos presenta a una poeta impresionante desde Guatemala: Isabel de los Ángeles Ruano. Además, platicamos con la ganadora del Premio “Mauricio Achar” / Literatura Random House 2023, y con Agustín Pániker, fundador de la editorial Kairós.

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Desde el librero

Nuestras recién estrenadas secciones te esperan a vuelta de hoja: “Del libro a la pantalla”, para hablar de productos audiovisuales que antes fueron novelas o cuentos, y “Niños, ¡a leer!”, para los pequeños lectores. Finalmente, este número contiene un adelanto de libro lleno de sensaciones y sabores: La comida de los recuerdos, de Yuta Takahashi. Queremos que el ambiente de café, siempre estimulante y placentero, se cuele por las palabras que reunimos para ti. Ojalá que este número provoque charlas animadas, descubrimientos y, ¿por qué no?, un pretexto para visitar tu café favorito.+

Yara Vidal

Directora general

Revista Lee+ de Librerías Gandhi

Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal No.7, Col. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldía Álvaro Obregón CDMX. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Fotolitográfica Argo, Bolivar 838, Col. Postal. Alcaldía Benito Juárez, C.P. 03410, CDMX. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de

Portada: Truman Capote ilustrado por Rodrigo Rojas

Índice

Café

6 El único aroma similar al de los libros

Elik G. Troconis

10 La cultura del café

Jorge F. Hernández

12 Todas queremos una taza de café

Mercedes Alvarado

14 Meme cafeinónamo

Hilario Peña | Rodrigo Rojas

20 Póster cafeinómano

Rodrigo Rojas | Mariana Aguilar Mejía

22 Centenario

Capote o el precio de la fama

Julio Trujillo

24 90 años de FCE: cuatro autores y una editorial

José Luis Trueba Lara

Desconfinadxs: poesía para leer en Gandhi

26 Isabel de los Ángeles Ruano: una poesía del viento

Claudia Posadas

Premio “Mauricio Achar”

28 Amor al prójimo, de Gabriela Enríquez

José Luis Trueba Lara

Niños, ¡a leer!

30 El libro de los traseros

Librosauria

Editorial del mes

31 Agustín Pániker: Kairós, un diálogo con Oriente

José Luis Trueba Lara

Adelanto de libro

32 La comida de los recuerdos

Yuta Takahashi

Teatro

34 Festival Universitario de Teatro Universitario

Del libro a la pantalla

36 Un caballero en Moscú y la magia de los objetos

Carina Vallejo

Directorio

Directora general y editora Yara Vidal yara@revistaleemas.mx

Directora de mercadotecnia

Karen Achar Galindo

Director de arte y editor audiovisual

Edwin Reyes Maya edwin@revistaleemas.mx

Directora de Difusión cultural Beatriz Vidal De Alba beatriz@revistaleemas.mx

Coeditores

José Luis Trueba Lara

Mariana Aguilar Mejía

Coeditora de Más Cultura

Carina Vallejo Fuentes

Ilustrador

Rodrigo Rojas

Consejo editorial

José Achar

Alberto Achar

Mario Nawy

Alejandro Magallanes

Mercedes Alvarado

En el día y en la noche, en la realidad y en la ficción, si hay una bebida que esté en el centro de la discusión política, de la teorización artística, de la plática más casual y hasta del intento de enamorar a alguien, si hay una bebida que sirve lo mismo de estimulante que de relajante, es el café. Para imaginar lo importante que se ha vuelto en nuestro tiempo, basta con decir que se trata de la segunda mercancía más comercializada en todo el mundo, tan sólo después del petróleo, y la segunda bebida más consumida, superada únicamente por el agua.

Sin embargo, en general se desconoce mucho sobre esta bebida. Pocas personas saben que los cafetos son árboles que miden entre cuatro y seis metros, y que de sus tallos penden unas frutitas de color rojo parecidas a las cerezas. Si se retira la pulpa y luego una cascarita, se llegará al grano, pero éste tiene un color paliducho, como si se sintiera mareado. Para ayudarle a sentirse mejor, hay que tostarlo. Es entonces cuando el grano obtiene su color característico, así como su aroma y su sabor tan especiales.

Tenemos registro de que los primeros cafetos se dieron en Etiopía. Sin embargo, fue en Arabia donde sus frutos comenzaron a utilizarse para crear la bebida y ahí mismo se fundaron los primeros establecimientos públicos para consumirla. La expansión del islam facilitó que el elíxir alcanzara otras latitudes y longitudes del globo terráqueo, como Egipto, Siria y Turquía. Hacia 1600, los venecianos (cuya ubicación estratégica en el Mediterráneo les facilitaba el comercio entre Oriente y Occidente) introdujeron el café a Europa. Poco a poco, las tabernas comenzaron a servir la nueva bebida. El primer establecimiento europeo específico para beber café fue inaugurado en Oxford, Inglaterra, en 1650. A Francia llegó por influencia de los embajadores del sultán de Constantinopla en época de Luis XIV. Pronto se volvería una absoluta moda en las fiestas de la aristocracia. El café llegó para competir con el chocolate caliente, una bebida que era resultado del encuentro entre el cacao americano y la leche europea, y que causó sensación en muchos territorios de ambos lados del Atlántico.

También se dice algo sobre Viena, al parecer a medio camino entre la historia y la leyenda. En 1683, los otomanos sitiaron la ciudad durante dos días, pero al final fueron derrotados. Se cuenta que un polaco llamado Kolschitzky encontró costales de café abandonados por

El único aroma similar al de los libros

“Y puesto que a un ser humano le es necesario tener algo en que volcar sus esperanzas, algo que le dé a la vida un valor aunque sea ilusorio y tonto, así halló lo perdido […] se apasionó por el café, los cigarrillos y por atesorar billetes de banco nuevos”. El callejón de los milagros, Naguib Mahfuz

los enemigos. Con esa materia prima inauguró el primer café de la ciudad, aunque lo hizo con dos precauciones: por un lado y, a diferencia de la manera turca de servir la bebida, decidió filtrarla para evitar los posos, y, por otro lado, se le ocurrió la brillante idea de mezclarla con leche.

Al día de hoy, hay tantas maneras de preparar el café como gustos. Está el café árabe o turco, al que se le añade cardamomo y hasta canela. El café aterciopelado, que lleva clavo, canela, crema batida y azúcar. Para los aventurados, el café napolitano, que se mezcla con clara de huevo. Por supuesto, están también los cafés “con piquete”: el irlandés, con whisky; el teté, con coñac; el francés, con Cointreau, y hasta el jamaicano, con Tía María, una combinación de licor del propio café con ron y vainilla.

Ahora bien, la historia del café es indisoluble de la historia del café. Me explico. En nuestra lengua, utilizamos la misma palabra para referirnos a la bebida y al establecimiento donde ésta se sirve. Es cierto que también tenemos el término cafetería, pero éste es menos especial. Cafetería puede ser el comedor de la escuela o la tiendita de la estación de tren donde uno sabe que encuentra café quemado y pan duro. Nada de eso: el café es un lugar que excede las palabras. Para distinguirlos, el escritor Ramón Gómez de la Serna proponía usar café con minúscula inicial para la bebida y Café con mayúscula para el establecimiento. Utilizaré esta distinción a manera de homenaje.

similar libros

Ciertos escritores, además, han inmortalizado distintos Cafés en sus libros. Hemingway dio constancia no sólo de los establecimientos de París, sino también de los de Pamplona. Aún hoy, quien pone sus pies en esta ciudad y se dirige a la plaza del Castillo, puede apreciar una lámina que indica “La ruta Hemingway”

Y es que hablar de Cafés es hablar de vaivenes de ideas, pues han sido espacios públicos en los que se han discutido todo tipo de temas, incluidos los políticos y los culturales. Ya en el siglo xix se convirtieron en el lugar por excelencia de las tertulias e incluso de las reuniones clandestinas, al punto de que algunos de ellos han sido identificados con determinada ideología, como si sus mismos muebles pensaran.

Famoso es el Café Gijón, que aún sobrevive en Madrid. Ahí se daban cita escritores como Benito Pérez Galdós y Ramón del Valle-Inclán, y el doctor Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel de Medicina en 1906). Las mismísimas Greta Garbo y Ava Gardner pusieron sus pies en él. Hasta hoy, además, este establecimiento celebra su propio premio de novela todos los años.

Los Cafés vieneses suelen contarse aparte por su larga tradición, a tal grado que el viajero que cruza sus calles está obligado a entrar a alguno de ellos. Destaca el Café Landtmann, al que acudían personajes como Gustav Mahler y un tal Sigmund Freud. Estos espacios llegaron a servir incluso como oficina, pues distintos profesionistas comenzaban su día ahí, leyendo los periódicos que el establecimiento se aseguraba de comprar, bebían café, se encontraban con colegas o clientes, e incluso recibían ahí su correspondencia.

Ciertos escritores, además, han inmortalizado distintos Cafés en sus libros. Hemingway dio constancia no sólo de los establecimientos de París, sino también de los de Pamplona. Aún hoy, quien pone sus pies en esta ciudad y se dirige a la plaza del Castillo, puede apreciar una lámina que indica “La ruta Hemingway”, que incluye cuatro Cafés que fueron especialmente frecuentados por el estadounidense y que quedaron retratados en libros como Fiesta y Muerte en la tarde

Esta efervescencia de ideas hace que Antoni Martí Monterde declare en su libro La poética del café que estos establecimientos han tenido un papel decisivo en la modernidad. Y no sólo en Europa, por supuesto. En entrevistas y conversaciones he escuchado a varios escritores mexicanos decir que frecuentaban la librería El Ágora (que, por supuesto, tenía su propio Café) para ver de cerca a Rulfo, asiduo de este sitio. Algunos se le acercaban y le prodigaban elogios; otros se mantuvieron siempre a distancia prudente por no molestarlo o por vergüenza. Algunos más, como Guillermo Sheridan, sí forjaron cierta relación con el autor de Pedro Páramo. El propio Sheridan cuenta que fue en ese mismo lugar donde

Ilustración: Rodrigo Rojas

Günter Grass conoció a Rulfo y le dijo que era el más grande escritor y que había ido a México a conocerlo. ¿Qué decir del Café de la antigua sucursal de Gandhi Oportunidades que estaba sobre Miguel Ángel de Quevedo? Ahí se reunían unos jovencísimos Juan Villoro y José Luis Trueba.

Yo no puedo evitar recordar que alguna vez quedé de verme con Agustín Monsreal y él me citó en el Sanborns de Ángel Urraza, en la colonia del Valle. No dejó de parecerme curioso. Poco después, me enteré de que aplicaba la vienesa en ese lugar, pues hacía de esos gabinetes una especie de oficina para recibir a otras personas. Ni puedo evitar recordar que una de las asesorías con mi directora de tesis de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, la historiadora Leonor García Millé, fue en el Café del Centro Cultural “Elena Garro”. Y que ahí mismo conocí a Vicente Quirarte tras una presentación de libro y no desaproveché la ocasión para entrevistarlo. ¿Será mera casualidad que tal lugar lleve el nombre de la gran escritora mexicana? Elena Poniatowska escribió que, durante sus últimos años, Garro “se nutría de café, Coca Cola y cigarrillos”. Tal vez coincidencia, pero no casualidad.

Ahora bien, el Café también tiene su otra cara: la de la soledad. Mientras algunos escritores necesitan silencio para concentrarse, existe otra especie que necesita el bufido de las cafeteras, el tilín-tilín de las cucharas contra los vasos y las tazas, las voces de los clientes pidiendo azúcar, el cling de las monedas sobre la charola de la cuenta. Nadie menos que J. K. Rowling dio vida a muchos de sus personajes en un Café. Y lo mismo ocurre con los lectores, pues hay quienes disfrutan la particular experiencia de ir a leer a estos lugares.

No cabe duda, pues, de las estrechas relaciones que sostienen el café como bebida y el Café como espacio con el intercambio de ideas, la tertulia y el sabor. Por algo la bebida que aparece la mayoría de las veces al lado de un libro es el café. Resultan poquísimos —admitámoslo— los consumidores que se verían atraídos por un triste té. Y es que el café es una bebida que estimula y que sirve para trabajar, pero que al mismo tiempo asociamos con el ocio, con una buena plática, con un momento de disfrute. La hora del cafecito, decimos con frecuencia. El café es bueno para sentarse a hablar de proyectos con colegas, pero también para tener una primera cita. El matrimonio de más de 50 años entre mis abuelos paternos se inauguró con una invitación a tomar un café.

Esa relación tan estrecha en la realidad se ve también en la literatura. Basta echar un vistazo al catálogo en línea de Librerías Gandhi para asombrarse de las decenas y decenas de libros que llevan en su título la palabra café, desde manuales hasta recetarios. En el fondo, yo soy fanático del chocolate caliente, pero tengo que reconocer, no sin cierto dolor, que hay escenas brillantes de la literatura universal que simplemente no concibo sin los granos que Etiopía obsequió al mundo. Café es lo que Laura Avellaneda reclama el día que se decide a conocer en un plano más íntimo a Martín Santomé en La tregua. Café es lo que no puede faltar en los alimentos que Madre ofrece a la familia Joad en Las uvas de la ira, sin importar lo pobres que son. Café con leche caliente es lo que Humbert Humbert le lleva a Lolita por las noches. Café vienés es el capricho que Esteban Truena se cumple a sí mismo con su primer sueldo en La casa de los espíritus. Café es la bebida de la que Florentino Ariza tomaba hasta 30 tacitas diarias en la novela de Gabriel García Márquez (buena competencia a las 50 que Balzac solía beber en un día cualquiera).

Café… Café con mayúscula y café con minúscula. Dos elementos que llenan las tazas de la realidad y de la ficción, de nuestro mundo y de la literatura. Por eso, a lo largo de este mes, Gandhi tiene no sólo el aroma de los libros, sino también el del café.+

En foto: el Gran Café de Gijón

Para que París sea una fiesta flotante, energía movible y casi indescriptible, hay que entender esa magia que aquí queda escrita como cultura del café. Lo que para los demás son horas muertas se vuelve la interminable cronología del artista; el pintor que esboza perfiles y aprende de memoria la figura humana con sólo observar la vida pasar en esos cafés tan parisinos que alinean dos y hasta tres filas de sillas como mirando al mar, aunque el oleaje sea no más que la humanidad que puebla las aceras y los vehículos que reptan por los bulevares; también el poeta o novelista que pide

multiplicador que rodea un parlamento de un sabio inspirado o la tertulia en casa de Gertrude Stein, donde han transportado —como fiesta flotante— la escenografía del café hasta colgarla en medio de cuadros y más cuadros de Paul Klee o un tal Pablo Picasso. El cuentista llega al filo del mediodía, enfundado en un viejo saco de tweed, con una bufanda anudada como corbata antigua bajo las solapas alzadas al cuello. Es importante observar las bufandas, pues son los apéndices que delatan a quien no sabe llevarlas: los advenedizos tropicales que están por descubrir la nieve o tocar el hielo en medio de las selvas de su añoranza o el gringo más bien turista que sigue visitando París en busca de boinas baratas o esa tonadilla cansina del acordeón en penumbra. De ser asiduo, el cuentista ya se habla de tú con el camarero de mandil largo, como sábana que le cubre las piernas hasta el tobillo. Dependemos siempre de monedas que cambian con el tiempo, siempre relucientes y siempre opacas de viejas; dependemos de la suma para decidir si el café viene acompañado

que parece incomodarle su discurso. Cuando se publica algo o se ha vendido una naturaleza muerta en azul, la tertulia se vuelve bacanal. Las mujeres inauguran nuevamente al mundo entero con la media luna de sus labios pintados sobre el filo de las copas de champán y el oleaje de las conversaciones encontradas parece diagramar páginas impalpables de esta fiesta móvil. Esa misma mesa y su tertulia —al día siguiente o en la madrugada de pasado mañana— se pueden convertir en respetuoso cónclave de la lectura en comunidad, con ese silencio como seda de la voz que comparte en voz alta o media las páginas que desea compartir con sus semejantes, como quien pasa de mano en mano un plato de caracoles con alfileres que saben a tierra con ajo.

La Coupole y La Closerie des Lilas, Les Deux Magots con los duendes como gárgolas y otros muchos refugios de restauración se volvieron eternos y se expandieron por buena parte del mundo no sólo por la terapéutica de los brebajes, sino por la contagiosa creatividad del ánimo que transpira la

La cultura

una diminuta copa de algún veneno, o bien, la religiosa taza azarosa de café, aunque los hay que prefieren té o chocolate.

Se trata de una liturgia que sembró de creativdad expansiva la cultura occidental, y la vivió con hambre una generación perdida de bohemios y diletantes que no necesariamente se han evaporado como fantasmas. Hemingway, de bigote y aún sin barba blanca, encerrado en una burbuja invisble donde sólo sus oídos escuchan la trama concisa y directa de un cuento que empezó a imaginar en la madrugada. O la carcajada aislada de John Dos Passos al cerrar una libreta en la que germina un novelón por el paso levitante de unos párpados azules. La cultura del café llevó a ambos y demás a un universo cuyos horarios enrevesados permitían alargar los días en noches de neón y serpentinas, para que todas esas veladas se vuelvan navegación ilimitada hasta el enésimo amanecer en que, quizá, dormir no sea preciso. Al margen o en tangente al ritmo de la gente normal, los artistas de la cultura del café atesoran el silencio

“Todos tenían sus cafeterías secretas a las que nunca invitaban a nadie y a las que iban a trabajar, a leer o a recoger la correspondencia. Tenían otras cafeterías en las que se reunían con sus amantes y casi todos tenían una cafetería más, una neutral…”. París era una fiesta, Ernest Hemingway.

de cuernos —aquí llamados croissant— y, si se puede, una pequeña garrafa de agua con gas. Esas burbujas y la acidez entrañable del aromático café parecen dictar la primera línea de un relato que podrá desenrollarse entre la imaginación y la vida circundante durante las próximas horas.

Si el santuario elegido es íntimo y secreto, serán días que se vuelven meses escribiendo la vida de personajes inventados como si fuesen pintados a la acuarela o en aceites difuminados, pero si el café es de la tertulia acostumbrada, la prosa se interrumpe con ese milagro que llamamos conversación. No se excluyen el debate ni la discusión, porque no se corre la bajeza de convertirlo en golpes… a menos de que Hemingway rete a puñetazos al interlocutor aleatorio

cultura del café: semillero de reseñas, escaparate de novedades, espejo de varias memorias y pergamino feroz de lo que llaman noticias.

Hablo de un mundo fotografiado en blanco y negro. Amantes que platican sin hablar y confunden los cañonazos de un ejéricto invasor con los latidos compartidos de su corazón. La mirada siempre distante de una mujer que viste turquesa y las gafas de manubrio como bicleta de oro puro sobre las pupilas de un erudito; por allá viene cargando la carcaza inerte de un becerro sin cuero el carnicero de caricatura y, en la esquina, el gendarme de uniforme azul noche cree sincronizar el orden con una porra blanca cuando gira su macana como rehilete al filo de un corrillo de pícaros uniformados por gorras de visera arrugada.

del café

Una niña preciosa pasa frente a las mesas con un ramo de flores irreales en la manita izquierda, pero no parece que las venda, y los ancianos que suspiran en la mesita al fondo de las filas parecen reconocer cada minucia de la escena porque es un cuadro idéntico al que se reproduce ya para siempre en un París que ya no existe o en la Ciudad Luz del gran turismo. Mejor aun es la escena que se filtra entre el humo del tabaco y el aroma del salmón, la sal de grano y una infusión de flores de azahar en cualquier mesita del mundo que honre su elegancia con perfectos manteles a cuadros blancos y rojos o servilletas almidonadas que alcanzan a cubrir todo el pecho como sábanas para el corazón. El ánimo contagioso —incluso en colores— digiere todos los tiempos posibles para que el acuarelista intente un boceto en su libreta elongada y para que el escritor siempre en ciernes vaya hilando palabra por palabla la secreta fórmula del alma, la secreta matemática de esto que llamamos literatura, que no es más que la huella del homónimo café en la taza, el resto hipnótico de vino rojo temblando en una copa empañada, la mancha de crema sobre la portada de un libro encuadernado con la piel eriza de una emoción invisible que provoca, sin pensarlo, que cualquiera levante ligeramente la mano izquierda y con un pase invisible pida al camarero de siempre otra ronda de lo que sea

como si con eso volvieran a ponerse en marcha las ruedas de un tren que inunda párpados con neblina de nostalgias o las mismas ruedas que hacen girar a las espadas del tiempo sobre la carátula de un reloj sin cadena, que algunos artistas olvidan en el bolsillo corazón de un viejo saco de tweed… tanta sílaba flotando sobre un estanque inundado de nenúfar o el perfil al óleo de una pálida mujer; tanto párrafo como telón de terciopelo al fondo del escenario de todos los pecados, y dos o tres versos sueltos que describen minuciosamente un sentimiento que ocuparía capítulos enteros de enciclopedias y, en la mesa de al lado, un fotógrafo revela al instante el inmenso escenario del mundo, de todos los mundos que se explayan, multiplican y narran sobre el páramo inmaculado del blanco mantel y su cultura de café como diminuta gota marrón al filo de la porcelana. Mancha de ayer, hoy mismo y mañana.+

Ernest Hemingway ilustración: Rodrigo Rojas

Hay, en torno al café, una ceremonia que no requiere testigos ni cómplices. Un acto íntimo en el que la única demanda es la del tiempo con una misma. Una pausa para existir, o una pausa para dejar de ser. La posibilidad del silencio o el picaporte hacia ese espacio en el que, cosa no menor, nos escuchamos.

Este rito del café diario, que algunos escritores han llevado al extremo del hábito inquebrantable, no pierde nunca la condición de ser un momento propio, algo que nos pertenece de manera única, incluso —o quizá más— cuando lo compartimos.

En ese primer escenario posible, el del acto unipersonal, pienso en Henrik Ibsen. Su praxis, con horario fijo, iniciaba con una caminata desde la puerta de su apartamento en la calle Arbins, en la entonces Christiania. Bajaba a pie por toda la Karl Johan bordeando primero los jardines del palacio real, pasaba frente al Teatro Nacional —que vio construirse y donde hasta hoy se presentan muchas de sus obras—, hacía una brevísima escala frente al edificio de la Universidad —cuentan que siempre miraba un reloj tras la ventana para luego chequear el suyo de bolsillo— y entraba, al fin, a las doce en punto del mediodía, al Grand Hotel. Siempre la misma mesa y siempre una taza de café. Casi nunca hablaba, dicen, y se mostraba molesto si alguien osaba interrumpirlo. Era ya un autor conocido en toda Europa y ese recorrido diario representaba una suerte de atractivo turístico en la ciudad. A veces, sin embargo, a la mesa concurrían otros grandes de la época, como el también nobel

de literatura Bjørnstjerne Bjørnson o el pintor Edvard Munch, quien incluso retrató a Ibsen en este mismo sitio.

Puede que Ibsen nunca haya querido, como tal, tomar la causa de las mujeres Para él todo era humano, más allá del género, y se alejaba de la palabra política con el mismo ahínco que de la gente desconocida. Pero escribió Casa de muñecas y por todos lados se hablaba de Nora, una esposa infeliz que había llegado a la revelación de que era posible irse y, finalmente, se había marchado de la casa familiar. Revolucionó el teatro y, haya sido intencional o no, puso sobre el escenario a un nuevo tipo de personaje: el de la mujer que decide apostar por sí misma, incluso a sabiendas de todo lo que perderá.

Cuatro décadas después del estreno de Casa de muñecas en Dinamarca, Virginia Woolf estaría sentada en una mesa en Inglaterra, desmigajando un pan y revolviendo el café. Es que tenía también este hábito; estaba convencida de que el aroma la ayudaba a concentrarse y pedía que le sirvieran tazas a intervalos

Y es que el café, como espacio comunitario, ha jugado un papel central no sólo en algunas de las historias más entrañables de la literatura , sino también en la vida cotidiana de muchos escritores .

regulares mientras se sentaba a escribir por largos periodos.

En esa mesa, la que fuera, puesto que también tomaba café en lugares públicos, Woolf habrá pensado en lo difícil que era —o es aún— para una mujer tener un espacio propio, físico y mental, en el que su vida, física y mental, no sea continuamente interrumpida por las obligaciones domésticas. Y así habrá llegado, quiero creer, a concebir aquellas conferencias que dictó frente a estudiantes de los colegios femeninos de Cambridge en 1928 y que, apenas un año después, se convertirían en el ya clásico libro Una habitación propia. Virginia echó luz, con este ensayo, sobre la incompatibilidad de la vida familiar clásica con el deseo de tener actividades —productivas o no— para una misma. Algo de Nora había aquí, creo.

Una habitación propia es eso que, por cierto, puede que nunca haya tenido para sí Amelia, la protagonista La balada del café triste, de Carson McCullers, quien decide abrir un café en su propia casa queriendo complacer a un peculiar jorobado al que ha acogido después de terminar abruptamente un matrimonio de apenas diez días. Se llena entonces el recinto de personajes marginales que parecieran asistir a una desgracia anunciada en ese pueblo del sur de Estados Unidos.

Todas quere mos una taza de café

Cuánto más vale el silencio; la taza de café, la mesa. Cuanto mejor estar sola, como el solitario pájaro marino que despliega las alas posando sobre la estaca. Dejadme estar aquí sentada para siempre jamás, con cosas desnudas, esta taza de café, este cuchillo, este tenedor, cosas que son en sí mismas, tal como yo soy yo misma.

Virginia Woolf, Las olas

Mercedes Alvarado

Ilustración:

Rodrigo Rojas

La vida es, a veces, más amarga de lo que habríamos deseado.

Y es que el café, como espacio comunitario, ha jugado un papel central no sólo en algunas de las historias más entrañables de la literatura, sino también en la vida cotidiana de muchos escritores. Qué se habrán contado Dalí, García Lorca y Pérez Galdós entre las mesas del Café Gijón en el barrio madrileño de Recoletos; con qué ánimos y a lo largo de cuántas tazas habrán compartido las noticias de una guerra civil que se anunciaba inevitable y a la que no todos lograron sobrevivir.

Algunas cosas se imaginan y otras se intuyen por lo que se ha ido contando, de boca en boca, a través de los años. Sabemos, por ejemplo, que el Café de Nadie de la Colonia Roma, en la Ciudad de México, no se llamaba así; que Manuel Maples Arce, Germán List y Salvador Gallardo eran asiduos del lugar. Se cuenta que nadie atendía el negocio, que de una cafetera se servían, si querían, y que volvían a pesar de esto. No sabemos, desde luego, si ahí mismo nació el estridentismo, pero nos queda esa poesía de la vanguardia mexicana que en los años veinte levantaba cejas entre los intelectuales más conservadores.

En otra geografía, la de la escarpada y ventosa San Francisco, se sostiene aún el Café Vesubio, donde Jack Kerouac, Dylan Thomas, Diane di Prima y otros muchos de la generación beat discutían y argumentaban en la década de los cincuenta, y que hoy ofrece cocteles bautizados en honor a esos autores. Me gusta pensar en Diane deambulando a primera hora por la ciudad, buscando una taza de café que le permitiera seguir escribiendo.

Café tomaban los Buendía, esos que tienen la estirpe más entramada y reconocida de Latinoamérica y a quienes conocimos a través de la pluma de García Márquez. Café bebía el poeta y traductor finlandés Pentti Saarikoski (Cartas a mi esposa, Nórdica, 2016) mientras aguantaba la resaca y escribía larguísimas misivas, llenas de detalles sobre su vida en Dublín, que nos permiten asomarnos a la honestidad brutal y tierna de un hombre que lucha contra sus propios deseos y obsesiones. Café tomaba Beckett en los locales de su barrio en París cuando alguien disparó la fotografía con la que lo conoceríamos lectores adolescentes muchos años después y que captura una mirada joven en un rostro cansado.

Una taza de café, pues, es la que anhelamos beber frente a esa persona amante a quien hemos esperado. Una taza de café como promesa de las conversaciones por venir con quienes hemos compartido algo de vida. Una taza como el pretexto para contarnos lo que no ha sido. Un sitio físico para escuchar la carcajada de los viejos que se reúnen cada mañana. Un espacio para que alguien, que apenas tiene un atisbo de historia, encuentre el hilo que se convertirá en una gran novela. El calor cayendo en el cuerpo como recurso infalible frente a los horarios extenuantes. Un momento que exista para nosotras, para nosotros, en el que sólo es necesario ser, y beber. Todo lo demás, si acaso, puede ocurrir en la siguiente taza.+

No tomo café para escribir escribo para tomar café

Idea: Hilario Peña Ilustración: Rodrigo Rojas

Primer Concurso de Escritura de minificción

Imaginación Convoca al Arquitectónico-literaria

Bases:

• Los trabajos deberán enviarse a <editorial@revistaleemas.mx>.

• Los concursantes enviarán por correo electrónico, en un archivo de Word, una minificción inédita, escrita en español con la temática descrita, con letra Arial de 12 puntos, a doble espacio, en tamaño carta. La minificción no podrá rebasar, por ninguna circunstancia, las 400 palabras. En el cuerpo del correo electrónico deberán incluir su nombre, domicilio y número telefónico. La fecha de cierre es el 25 de septiembre de 2024. No podrán participar: trabajadores de Librerías Gandhi, miembros del consejo editorial de Lee+, columnistas ni autores que hayan escrito artículos para la misma.

• Tampoco escritores que hayan publicado al menos un libro o que colaboren para medios impresos o electrónicos.

• El jurado calificador estará integrado por escritores y arquitectos.

• El ganador del concurso recibirá $5,000.00 (cinco mil pesos moneda nacional), así como un paquete de diez libros selectos de ficción y arquitectura.

• La minificción ganadora será publicada en el número de Lee+ correspondiente al mes de octubre. Además, a consideración del jurado, tres minificciones serán publicadas en el sitio <mascultura.com.mx>.

•Será facultad de los organizadores y del jurado descalificar cualquier minificción que no presente las características exigidas por la convocatoria, así como de resolver cualquier situación no referida en ésta.

• El premio puede ser declarado desierto.

• La premiación se llevará a cabo el 8 de octubre de 2024 a las 21:00 horas en el Foro Expresarte de la librería Miguel Ángel de Quevedo en la Ciudad de México, en el marco del Coloquio Imaginación Arquitectónica-Literaria.

• El fallo del jurado es inapelable.

• La titularidad de los derechos de autor corresponde a los autores.

• La participación en este premio implica la aceptación de las bases de la presente convocatoria.

En el marco del festejo del Día de la Arquitecta(o), nos complacemos en convocar al primer Concurso de Escritura de Minificción Imaginación Arquitectónico-literaria, cuyo punto de partida es la creación a partir de la imaginación espacial y sus enlaces con la narrativa, sin una temática específica. Podrán participar todos los lectores de Lee+ residentes en México que no cuenten con ningún libro publicado.

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Gabriel García Márquez

DIANA

Como cada 16 de agosto, Ana Magdalena Bach toma el transbordador para llegar a la isla donde está sepultada su madre, se registra en el hotel habitual, compra un ramo de gladiolos, pasa la tarde en el cementerio y, al día siguiente, regresa a casa con su familia. Sin embargo, esta vez el encuentro inesperado con un hombre cambiará para siempre su rutina.

LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE

Matt Haig

ALIANZA DE NOVELA

Entre la vida y la muerte hay una biblioteca. Y los estantes de esa biblioteca son infinitos. Cada libro da la oportunidad de probar otra vida que podrías haber vivido y de comprobar cómo habrían cambiado las cosas si hubieras tomado otras decisiones... ¿Habrías hecho algo de manera diferente si hubieras tenido la oportunidad?

ANTES DE QUE SE ENFRÍE EL CAFÉ

Toshikazu Kawaguchi DEBOLSILLO

¿Qué cambiarías si pudieras regresar al pasado? Y ¿a quién querrías ver, aunque fuera por última vez? Un rumor circula por Tokio... Oculta en uno de sus callejones hay una pequeña cafetería que merece la pena visitar no solo por su excelente café, sino también porque, si eliges bien la silla donde sentarte, puedes regresar al pasado.

NO FICCIÓN

TAN POCA VIDA

Hanya Yanagihara

LUMEN

Una historia que recorre más de tres décadas de amistad en la vida de cuatro hombres que crecen juntos en Manhattan. Cuatro hombres que tienen que sobrevivir al fracaso y al éxito y que, a lo largo de los años, aprenden a sobreponerse a las crisis económicas, sociales y emocionales.

CADÁVER EXQUISITO

Agustina Bazterrica

ALFAGUARA

La súbita aparición de un virus letal que ataca a los animales modifica de manera irreversible el mundo: desde las fieras hasta las mascotas deben ser sistemáticamente sacrificadas, y su carne ya no puede ser consumida. Los gobiernos enfrentan la situación con una decisión drástica: legalizando la cría, reproducción, matanza y procesamiento de carne humana.

ALAS DE SANGRE

Rebecca Yarros PLANETA

ALAS DE HIERRO

Rebecca Yarros PLANETA

ESTE DOLOR NO ES MIO. IDENTIFICA Y RESUELVE LOS TRAUMAS FAMILIARES HEREDADOS

Mark Wolynn

GAIA

La evidencia científica muestra que los traumas pueden ser heredados. Mark Wolynn, fundador y director del Instituto de Constelaciones Familiares y pionero en el estudio de los traumas familiares heredados, presenta un enfoque transformador que permite resolver problemas crónicos que no han podido ser aliviados mediante la terapia tradicional, los medicamentos u otras medidas.

HÁBITOS

ATÓMICOS

James Clear PAIDÓS MÉXICO

Hábitos atómicos parte de una simple pero poderosa pregunta: ¿cómo podemos vivir mejor? ¿Por qué es tan fácil caer en los malos hábitos y tan complicado seguir los buenos? James Clear nos brinda fantásticas ideas basadas en investigaciones científicas, que le permiten revelarnos cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla.

DEJA DE SER TÚ

Joe Dispenza URANO

A diferencia de otros autores que se pierden en libros demasiado teóricos, el creador de este libro es capaz de explicar los procesos mentales y cómo incidir en ellos de forma clara, fresca e inspiradora a partir de los últimos avances en neurociencia, biología y genética.

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

Viktor R. Frankl HERDER

El doctor Frankl, psiquiatra y escritor explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los desalmados campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Las palabras del doctor Frankl alcanzan un temple sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades.

TWISTED 1. TWISTED LOVE

Ana Huang CROSSBOOKS MÉXICO

CÓMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS

Marian Rojas Estapé

ESPASA MÉXICO

Las cosas buenas precisan un plan. Uniendo los puntos de vista científico, psicológico y humano, la autora nos ofrece una reflexión profunda, salpicada de útiles consejos y con vocación eminentemente didáctica, acerca de la aplicación de nuestras propias capacidades al empeño de procurarnos una existencia plena y feliz.

UNA CORTE DE ROSAS Y ESPINAS

Sarah J. Maas BOOKET MÉXICO

CUANDO NO QUEDEN MÁS ESTRELLAS QUE CONTAR

María Martínez CROSSBOOKS MÉXICO

ELECTRÓNICOS

EN AGOSTO NOS VEMOS

Gabriel García Márquez

DIANA

Como cada 16 de agosto, Ana Magdalena Bach toma el transbordador para llegar a la isla donde está sepultada su madre, se registra en el hotel habitual, compra un ramo de gladiolos, pasa la tarde en el cementerio y, al día siguiente, regresa a casa con su familia. Sin embargo, esta vez el encuentro inesperado con un hombre cambiará para siempre su rutina.

EL LIBRO DE BILL

Alex Hirsch

PLANETA

El demonio que aterrorizó Gravity Falls está de vuelta desde el más allá para contar por fin su versión de la historia en El libro de Bill, escrito nada menos que por el mismísimo Bill Clave. En estas páginas, Bill comparte sus extraños orígenes, su siniestro efecto en la historia de la humanidad, los secretos más vergonzosos de la familia Pines y la receta para conquistar el mundo.

TERAPIA PARA LLEVAR

Ana Pérez, Nací Dramática

MONTENA

La salud mental no cae del cielo. ¿Estás desconectado de ti mismo? ¿Sientes que te pasa algo, pero no sabes qué es? ¿La opinión de los demás te condiciona demasiado? Descubre cien herramientas prácticas y fáciles de aplicar que mejorarán tu día a día.

ARTE Y RECREACIÓN

ASESINATO PARA PRINCIPIANTES

Holly Jackson

CROSSBOOKS MÉXICO

Hace cinco años, la estudiante Andie Bell fue asesinada por Sal Singh. La policía sabe que fue él. Sus compañeros también. Todo el mundo lo sabe. Pero Pippa creció en la misma ciudad que ha sido consumida por este crimen y para ella no es tan claro… Decidida a desenterrar la verdad, Pippa convierte la investigación de este asesinato en el tema de su proyecto de final de clase.

CUÍDATE PARA CRECER

Ana Pérez, Nací Dramática

MONTENA

La autoestima es una pieza fundamental en la salud mental. Si no tienes una buena relación contigo, nada va a funcionar del todo bien. En estas páginas encontrarás diez conceptos clave de psicología y cien herramientas prácticas y fáciles para construir la autoestima que te mereces.

YO NUNCA VI TELEVISIÓN

31 Minutos

PLANETA INFANTIL MÉXICO

EL PRINCIPITO

Antoine de Saint-Exupéry EDICIONES GANDHI

DESCUBRE A LOS MEJORES AMIGOS

Tomás García Cerezo

HACHETTE

Los mejores amigos de los héroes de las películas de Disney y Pixar están listos para ser descubiertos sólo con llenarlos de color. Cada lámina esconde un buen amigo que encantará con su simpatía y genialidad.

MINI ANTIESTRÉS / EL PODER DE LAS CHICAS

Graciela Iniestra

HACHETTE

Las figuras femeninas de Disney tienen una gran relevancia en las historias de las películas gracias a su encanto y simpatía. Aunque su papel no siempre es el de heroínas o villanas, todas ellas gozan de gran inteligencia y capacidad para resolver sus propios retos. Esta es la personalidad que se imprime en las maravillosas láminas de este libro.

DESCUBRE A LOS MÁS VILLANOS

Tomás García Cerezo

HACHETTE

Los más villanos de las películas Disney se reúnen aquí, pero no es fácil descubrir quién se encuentra en cada página. Habrá que descubrir a los malvados personajes a través de colorear los dibujos siguiendo la guía de color.

DESTROZA ESTE DIARIO. AHORA A TODO COLOR

Keri Smith PAIDÓS MÉXICO

DESCUBRE A LOS MÁS TIERNOS

Graciela Iniestra

HACHETTE BIENESTAR

Las películas de Disney se caracterizan por la genialidad de sus personajes, tales como aquellos que se roban el corazón de todos los fans por ser los mejores acompañantes de los protagonistas y que destacan por derrochar ternura y amistad. Es hora de colorear y descubrir a tu ternurita favorita.

DESCUBRE LA MAGIA DE SER EXTRAORDINARIA

Graciela Iniestra

HACHETTE BIENESTAR

Descubre a las heroínas de las películas Disney coloreando los dibujos en los que, a simple vista, no se puede saber quién aparecerá. Esta actividad, además de ser recreativa, dará grandes beneficios de relajación, bienestar y hará que se olviden las situaciones de estrés del día.

EJERCICIOS MATEMÁTICOS 3

Equipo Editorial Larousse LAROUSSE

DIARIO DE GREG 1 UN RENACUAJO

Jeff Kinney MOLINO

Dale Cooper

“Damn good coffee”.

Frasier Crane

“Double cappuccino, half-caf, non-fat milk, with just enough foam to be aesthetically pleasing but not so much that it leaves a moustache”.

Seattle, 1992

Honoré de Balzac

Cuando escribía, tomaba entre 17 y 25 tazas de café por día.

Gertrude Stein

“El café te da tiempo para pensar. Es mucho más que una bebida, es algo que sucede”.

J. K. Rowling

Escribió la saga de Harry Potter en las cafeterías de Edimburgo.

Holly Golightly

“I want to still be me when I wake up one fine morning and have breakfast at Tiffany's”.

Napoleón Bonaparte

“El café fuerte y en abundancia me hace sentirme vivo, me inspira ardor, fuerza y un suave dolor que no deja de causarme placer”.

El

enorme talento de Truman Capote (nacido hace cien años, el 30 de septiembre de 1924, bajo el nombre de Truman Streckfus Persons) relució desde muy temprana edad. De hecho, su vida está marcada por el estigma de la precocidad. Sabemos que se enseñó a sí mismo a leer y a escribir antes de entrar a la escuela, y que su infancia (en la que se describe a sí mismo como un “huérfano espiritual”) fue un clásico pasaje de soledad y superioridad frente a los otros niños, del que se salvó a sí mismo escribiendo intensamente desde los once años. La educación formal, previsiblemente, le disgustaba, y abandonó varias escuelas de prestigio sin completar nunca sus estudios, pero asegurando, a los diecisiete años, un trabajo como redactor en The New Yorker y comenzando a publicar relatos breves en otras revistas de menor circulación. En 1945 su cuento “Miriam” fue publicado en la revista Mademoiselle y ganó un premio al año siguiente, gracias al cual consiguió firmar un contrato con Random House para publicar su primera novela (y un adelanto de mil quinientos dólares). Esa primera novela, Otras voces, otros ámbitos, fue publicada en 1948, a los veintitrés años de Capote, y recibida con entusiasmo por la crítica. En la contraportada del libro figura una provocadora fotografía del autor, recostado con sensualidad y mirándonos desafiantemente. Esta información parece encapsularlo, aprisionarlo: un joven brillante, precozmente famoso, con un libro debutante cuyo tema es el afán de pertenencia al que se interpone, además, la figura del mismísimo autor robando cámara y queriendo escandalizarnos. Con ustedes: Truman Capote. Pluma estelar de Vogue y The New Yorker en los años siguientes, Capote cimentaría su fama en 1958, con la publicación de Desayuno en Tiffany’s y la creación de

ese personaje emblemático, Holly Golightly, que Audrey Hepburm sublimaría en su icónica interpretación cinematográfica. Pero Capote quería más; buscaba otra forma de narrar que no fuera un velado disfraz de la realidad; pulsaba en él el cronista de una época, un tanto hastiado del glamour neoyorquino narrado por él mismo en su más reciente libro. Entonces, en 1959, en el pueblo de Holcomb, Kansas, la familia Clutter fue brutalmente asesinada, sin saberse quién o quiénes habían cometido el crimen. Se activó de inmediato el olfato de nuestro escritor-periodista en busca de nuevas formas narrativas, quien dedicó el siguiente lustro de su vida a investigarlo todo sobre el crimen, sus personajes y su contexto para fraguar A sangre fría, publicado en 1966, clásico contemporáneo con el que nacería el género hasta hoy etiquetado como no ficción o nuevo periodismo. El éxito instantáneo de A sangre fría también sería el principio del final del autor Truman Capote, quien no publicaría un libro más en su vida. Pero vayamos por partes.

Capote no solamente olfateó una historia sensacionalista, sino, más adentro, la semilla de una metáfora de la condición humana y el valor de la vida. A Richard Hickock y Perry Smith (Dick y Perry), los asesinos, los une el objetivo común de cometer el robo perfecto sin dejar testigos. La historia, que rastrea el diseño del plan, su ejecución y consecuencias, profundiza con detalle en la naturaleza de todos los personajes involucrados. Mediante construcciones paralelas, saltos temporales, diversos puntos de vista Rashomon style, el uso del presagio como herramienta literaria y descripciones que llevan al lector a ver más allá del obvio registro sangriento e histórico, Capote consigue entregar una novela cautivadora sobre idiosincrasias que colisionan y sobre el criminal en potencia que hay en todos nosotros. Bajo esta óptica, podemos reconocer en Crimen y castigo uno de sus modelos tutelares. Aunque abundan los personajes en la historia elegida por Capote, sus protagonistas son indudablemente los asesinos, que cautivarían la imaginación de Capote por años, y la nuestra por décadas. Entre 1959 y 1965, Capote mantuvo una comunicación constante con los asesinos. Se sucedieron un juicio tras otro y, a pesar de que finalmente ambos hombres confesaron, las ruedas de la justicia giraban con demasiada lentitud. En 1965, Truman había terminado su manuscrito, con excepción del final. Y el final que él necesitaba, el final que su historia merecía, era una

conclusión absoluta de los crímenes cometidos, lo cual significaba la muerte de los perpetradores. Ellos, por su lado, se defendieron como pudieron, con diversas apelaciones y audiencias que comenzaron a afectar emocionalmente al autorque-necesitaba-un-final. El miedo principal de Capote (al reconocer que lo sentía, también reconocía al monstruo que habitaba en sus entrañas) consistía en que los acusados fueran indultados y su libro, su investigación de años, su obra maestra, se quedara sin final. Sin embargo, a lo largo del proceso entero, Capote no se había dado entera cuenta de la relación que había desarrollado con los asesinos, particularmente con Perry Smith. De tal forma que, mientras esperaba con ansiedad su ejecución, ignoraba la pérdida personal que dicho castigo le depararía. Eventualmente se detuvieron las mociones legales y las suspensiones de ejecución: el futuro de Hickock y Smith era la horca. Capote por fin tenía el final de su historia. Sabía, además, que tenía que ser testigo de la fatal conclusión, lo cual significaba atestiguar las cabezas encapuchadas, el ahorcamiento y el último respiro de sus protagonistas. Lo hizo, con lágrimas en los ojos, y en el avión de regreso a Nueva York nadie pudo consolarlo. Todos los conocidos de Capote llegaron a la misma conclusión: algo en Truman había muerto también, le habían arrebatado una parte de su alma.

Poco después de la publicación de A sangre fría, Capote fue el anfitrión de una célebre gala en blanco y negro en el Hotel Plaza de Nueva York. Truman resultó el absoluto centro de atención de sus quinientos invitados, que incluían

líderes mundiales y celebridades de todo tipo. Fue, tal vez, su cumbre, su momento estelar, y 1965, el año en que alcanzaría todos sus sueños para convertirse en la gran personalidad de su generación. Pero algo inquietante acechaba bajo la superficie. Su historia estaba intrínsecamente trenzada a la de sus protagonistas y siempre lo acompañaría el dolor (¿la culpa?) de reconocer que su éxito iba a estar eternamente atado a la muerte de sus personajes. Por más glamorosa que fue su vida, los años posteriores a 1965 representaron un largo declive en las brumas del alcoholismo y la adicción. Su gran talento permanece y es lo que continúa cautivándonos a cien años de su nacimiento. Cumplió con su propia biografía uno de sus inigualables aforismos: que la vida es una obra moderadamente buena con un tercer acto pésimamente escrito. Tal fue el costo de la tan buscada celebridad y de la historia perfecta: dicho tercer acto en el que gradualmente se desvaneció. Nadie supo decirlo mejor que él en Música para camaleones: “Todavía no soy un santo. Soy un alcohólico, un drogadicto, un homosexual. Soy un genio”.+

Capote

Una de las referencias al café mejor logradas en la literatura ocurre en A sangre fría, de Truman Capote, cuando los personajes se sientan a disfrutar una taza de café, lo cual, por contraste, acentúa la violencia posterior.

Julio Trujillo

Ilustración: Rodrigo Rojas

Cuatro autores y una editorial

El Fondo de Cultura Económica cumple 90 años de vida, casi un siglo durante el cual ha marcado la vida de millones de lectores de todos los gustos. Sus obras académicas, de divulgación y literarias se miran en una buena parte de los libreros personales y en los estantes de las bibliotecas. Su impacto en la lectura y la formación de lectores ha sido definitorio en nuestro país y también en Latinoamérica. Así, aunque su importancia está más allá de cualquier duda, era necesario conversar sobre esta casa editorial con algunos de sus autores.

José Luis Trueba Lara

Francisco Hinojosa

Yo me veo como alguien que siente al Fondo como su hogar; las razones de esto tienen sus años. A comienzos de los ochenta, cuando Jaime García Terrés lo dirigía, empecé a trabajar en él. Me dedicaba a la corrección de estilo, a escribir las solapas y las cuartas, a revisar las planas. Era genial estar ahí, sobre todo por los colegas y los autores con los que compartíamos la comida y la amistad, como sucedió con Álvaro Mutis, José Luis Rivas o Francisco Cervantes, entre muchos otros.

En 1987, el Fondo publicó mi primer libro; Informe negro, que nada tenía nada que ver con literatura infantil. No fue sino hasta 1991 cuando se editó mi primera obra en la colección para niños: Aníbal y Melquiades y, al siguiente año, nació La peor señora del mundo. El Fondo es la editorial en la que tengo más libros publicados. Para mí representa un orgullo: su peso y su presencia en México y en Latinoamérica son indudables; pero no sólo esto, el Fondo tiene un catálogo con cerca de diez mil títulos, y cinco mil siguen vigentes. En él no sucede lo que en otras editoriales, que no promueven los libros que publican y, si no se vendieron durante el año, destruyen los ejemplares. Esto es algo que el Fondo jamás haría. Además, sus precios resultan significativamente más bajos que los de otros sellos.

Es difícil pensar en cuál es mi colección preferida: la Popular me parece muy sutil y los Breviarios fueron indispensables mientras estudiaba literatura española en la unam. Sin embargo, no puedo dejar de lado los maravillosos libros infantiles y juveniles que se han publicado. Decidirse por una sola de ellas resulta casi imposible.

Sergio de Régules

Desde hace mucho tiempo he sido un lector de los libros del Fondo. Cuando estudiaba física, eran los que más compraba, especialmente los Breviarios, cuyo tamaño me encanta. Todavía conservo muchos de ellos y aún los observo como objetos maravillosos: no sólo se trataba de libros baratos, sino también muy interesantes; aunque parezca increíble, ninguna otra editorial se aventuraba a publicar obras de este tipo porque no les parecían rentables, aunque muchos de ellos se han reeditado más de una vez. Entre los que conservo están La estructura de las revoluciones cientificas, de Thomas Kuhn, y a este Breviario se suman las obras de historia, ciencia y filosofía que me ayudaron a formarme.

¿Qué significa para mí ser autor del Fondo? Un honor, claro está. El hecho de que El mapa es el mensaje forme parte de la colección La Ciencia para Todos me une con una tradición que tiene más de 30 años. Sus libros son muy importantes y en ella se encuentran grandes autores, indispensables de leer. Además, representa una colección muy conocida y difundida. Para un escritor siempre da tranquilidad el hecho de saber que su libro tendrá la difusión que tienen los del Fondo de Cultura Económica, la editorial que nació hace 90 años y ha mantenido su intención de promover la lectura y hacer que los libros sean accesibles para la gente, no sólo en nuestro país, sino también en Latinoamérica.

Xóchitl Olivera

Formar parte del Fondo de Cultura Económica fue una experiencia muy personal, muy a mi medida. Durante la gestación de Aprovéchate de mí, trabajé de la mano con su editor: él hizo todo lo necesario para guiarme y pulir la novela. Su trabajo era muy detallado, muy minucioso, al grado de que revisamos palabra por palabra. En este sentido, formar parte del Fondo ha sido una oportunidad enorme.

Por aquella causa, considero necesario distinguir entre mi experiencia como lectora y mi experiencia como autora. Yo comencé a leer desde niña, y los libros del Fondo me han acompañado desde aquellos años; sin ellos es posible que mi camino hubiera sido distinto. Como autora —además del proceso de edición— también he vivido una experiencia muy importante: antes de que Aprovéchate de mí llegara a las librerías, me prometieron que haría diez presentaciones durante el primer año y, antes de que se terminara, ya había tenido 35. El Fondo ha permitido que mi libro llegue a otros lugares y a los ojos de la gente. Este hecho —que lo mismo ocurre en nuestro país que en Latinoamérica— no sólo muestra los afanes para promover la lectura, para crear lectores, sino también para llevar el saber a todo el mundo de habla hispana.

Armando Bartra

Ser un autor del Fondo significa lograr algo que desde niño hubiera querido, aunque en ese entonces ni siquiera lo imaginaba. Esta editorial, cuyos libros he estado leyendo desde muy joven, ha sido fundamental en mi vida. Yo me considero una persona ecléctica, dispersa en sus gustos, intereses e inquietudes, por esta razón me han acompañado sus distintas colecciones: los Breviarios, que se encuadernaban con tela, y lo mismo puedo decir de los libros de economía, historia, filosofía, antropología y literatura. Mi bibliografía resultaría imposible sin ellos, desde la traducción más literaría de Wenceslao Roces de El capital de Carlos Marx hasta las obras de Adam Smith, Hegel, Lévi-Strauss y mi primer encuentro con la literatura de Rulfo.

A pesar de estos hechos fundamentales, no sólo puedo pensar al Fondo como un gran esfuerzo para publicar libros a precios razonables y ponerlos a disposición del público, sino también para lograr que personas que no están acostumbradas a leer se animen a adentrarse en su primer libro. Hay una colección que me gusta mucho: Vientos del Pueblo. Sus títulos son increíblemente baratos. Uno ya no tiene que robar los libros, como yo lo hacía cuando era muy joven y no podía pagarlos. Llevarles lecturas a los mexicanos y los latinoamericanos es fundamental.

Te recomendamos estos títulos emblemáticos

Desconfinadxs: poesía para leer en Gandhi

Isabel de los Ángeles Ruano: una poesía del viento

Un gran acierto para la serie “Vindictas Poetas Latinoamericanas” representa la publicación de esta antología sobre la poeta nacida en Chiquimula, Guatemala, en 1945, Isabel de los Ángeles Ruano, bajo la curaduría de su connacional Carmen Lucía Alvarado, ya que la chiquimultense resulta emblemática de esta serie: el reivindicar obra valiosa de autoras que ha sido desestimada.

Veamos: pese a ser Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” (2001), así como una voz de profunda honestidad y crudeza que da cuenta de la absoluta intemperie en la que se encuentra el ser, Isabel no ha sido reconocida en su país ni mucho menos por el canon latinoamericano, debido a la marginalidad existencial y escritural en que se ubica.

Esto ocurre porque, de ser maestra y periodista, en los ochenta, debido a un quiebre y a una decisión radical, pasó a vivir de vender “poemas, plumas, perfumes, dentífricos” — como dice el crítico Mario Campaña— por las calles céntricas de Guatemala, vestida como caballero.

Actualmente, debido a la edad —afirma la también poeta Alvarado—, Ruano ya no puede desplazarse; ha perdido el oído, y en su casa, por decisión propia, no posee luz. Aunque diputados locales han solicitado al Estado que se le otorgue una pensión, su sustento corre a cargo de vecinos y escritores que la aprecian, ya que no cuenta con recursos. Incluso, circula una información de que le fue cancelada la ministración de su premio por dudar de su situación mental, por lo que era común verla afuera de las instancias implicadas, en silenciosa protesta. Asimismo, en julio de este año, debido a un accidente doméstico, fue operada por fracturas, por lo que grupos de apoyo, en redes, solicitan ayuda económica para la poeta. Ruano representa el caso extremo y honesto de una voz poética congruente con su estar en el mundo. Estamos ante una lucidez que permea y es permeada por una raíz ontológica que se fundamenta en una crítica radical, outsider,

de la condición humana finita y de su cárcel civilizatoria. La suya es una poesía que cumple esa definición de Ezra Pound, al constituirse en un “testimonio fiel de lo humano”, porque son las palabras de la tribu —diría Mallarmé— que habita este planeta, pero no de la que domina y oprime, sino de la tribu que subsiste desde su intemperie de entidad biológica lábil, y desde su sobrevivencia material en una razón instrumental globalizada, excluyente y cosificadora. En pocas palabras, la poeta pertenece a aquella tribu de los desterrados y su poesía es la visión de los vencidos, que, al final de cuentas, en nuestra soledad más absoluta y radical ante el misterio de la existencia, nos compete. Y Ruano es la voz que la representa.

Isabel de los Ángeles Ruano pertenece a la estirpe de, como dice en sus versos, nosotros, los del viento, “los que llevamos nuestra vida / más atada a los cielos que a la tierra / y que vamos cantando, desde siempre, cantando”. Se trata de uno de estos seres cuyo mandamiento es la poesía, y su base, ese estar sin asidero ni suelo, con lo que trascienden y se rebelan ante la razón del mundo.

Por desgracia, porque no representa ningún poder fáctico, sino todo lo contrario, y porque el personaje desinstala los órdenes que nos rigen — lo cual ha desconcertado a más de uno—, esta poesía no ha sido reconocida por el canon.

Afortunadamente, sí ha sido publicada por sensibles editores, como Alvarado. Pero si bien resultan muy pocos, casi nulos, los estudios críticos de su obra, probablemente las excepcionales antologías de Campaña que incluyen a la autora sean las únicas compilaciones a nivel hispanoamericano que la toman en cuenta: Casa de luciérnagas. Antología de poetas hispanoamericanas de hoy (Bruguera, 2007), y Pájaro relojero. Poetas centroamericanos (Galaxia Gutenberg, 2009), hecho que le ha valido descalificaciones al antologador. Por ello, esta magnífica selección de Carmen Lucía Alvarado y la plataforma que implica la Universidad Nacional Autónoma de México, además de significar un acto de resistencia y de justicia poética, permitirá una difusión mayor de su obra y, seguramente, llamará la atención de lectores. Enhorabuena, “Vindictas Poetas Latinoamericanas”.+

Premio "Mauricio Achar"

Amor al prójimo, de Gabriela Enríquez

“En resumidas cuentas, nuestra vida está construida sobre ocultamientos y mentiras”. Amor al prójimo

I. El Premio “Mauricio Achar” de Literatura Random House / Librerías Gandhi es una plataforma definitiva para el lanzamiento de nuevos escritores. En la edición más reciente, participaron 310 novelas y cinco resultaron finalistas. La ganadora fue Amor al prójimo, de Gabriela Enríquez. Las razones por las cuales fue elegida se muestran en el acta que suscribió el jurado, integrado por Fernanda Melchor, Julián Herbert y Alaíde Ventura: “Por su tratamiento intimista de las relaciones familiares y las dinámicas de violencia”. Efectivamente, la novela explora la relación y la ruptura entre dos hermanas, la vulnerabilidad y la pérdida. Escuchar a la ganadora era imprescindible; éstas son algunas de sus palabras.

Hace tres años vivo en Pátzcuaro y desde hace 25 me dedico a la educación. Cuando salí de la universidad, me uní al Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y me enamoré de este trabajo, en el que he estado involucrada en la investigación y la operación de algunos programas. Seguramente por esto llevo una doble vida: soy una trabajadora de la educación y, casi al mismo tiempo, soy una escritora.

Amor al prójimo nació después de siete años de escritura. Durante más de dos mil 500 días tuve que ir y venir por sus palabras y sus ideas. Fueron muchos meses dedicados a reescribirla y pulirla. La novela es una artesanía, resultado de un proceso de destilación: primero se te ocurren ideas muy grandes, y luego tienes

que darles forma hasta llegar a su núcleo. Ése fue el gran reto: destilar capa tras capa —tanto de las ideas como del lenguaje— para poder llegar a las cuestiones de forma, ritmo y música. El trabajo fue hermoso. Bueno, todo es un trabajo hermoso, pero éste requería mucha precisión y detalle.

A Amor al prójimo la revisé en varios talleres. En los últimos tiempos la trabajé con un grupo de escritores de Michoacán y de Morelos; pero en la parte más intensa —cuando se definía y estaba tomando forma— estuve al lado de Mario González Suárez. Él es una suerte de Virgilio: te cuestiona, te mete en problemas y, sobre todo, te dice “vamos, yo te acompaño en este viaje”. Mario te regaña todo el tiempo, pero siempre está a tu lado y te obliga a lanzarte, porque escribir significa eso, lanzarse a crear un mundo.

Nadie tiene la seguridad de que ganará un premio. El día que dieron el fallo, me llamó Andrés Ramírez para darme la noticia y hablé un poco con el jurado, que era magnífico. Estaba sorprendida y sólo pude decirles una cosa: “Me voy a poner a llorar ahora mismo”. Amor al prójimo había sido galardonada. Un premio te cambia la vida y te da una nueva perspectiva sobre el futuro. Un premio para una primera novela te eleva, pero ¿qué vas a hacer con la vida que te queda? Ése es un problema serio, nada fácil de resolver; sin embargo, estoy escribiendo otra novela.

II.

Desde que empecé a escribir, mi vida ha se transformó en la existencia de dos hermanas. Mi vida con la escritura ha sido casi clandestina: trabajo en mi profesión

Premio “Mauricio Achar”

para poder escribir en secreto. Tal vez de esto viene la idea de las vidas paralelas que narro en Amor al prójimo

La familia que protagoniza la novela está marcada por la fe. Ésta se muestra en todos los rincones de su vida. Sin embargo, su religión no representa un fanatismo, es parte de su vida, de su cultura, de su lenguaje y de su manera de ver las cosas. En esta familia, dos

“Por su tratamiento intimista de las relaciones familiares y las dinámicas de violencia”. Efectivamente, la novela explora la relación y la ruptura entre dos hermanas, la vulnerabilidad y la pérdida.

“Mauricio

hermanas compiten por el amor de su padre y casi se odian. Ellas, en cierto sentido, se parecen a Caín y Abel. Son arquetipos que resultan mucho más comunes de lo que pensamos. La competencia por el padre, por estar en su buen lado —especialmente en un mundo patriarcal— no resulta extraña.

También creo que Amor al prójimo viene de lo que se escucha en la infancia. Oyes a tus padres y a tus abuelos hablar de cosas que se convierten en leyenda. No sabes si son verdaderas o falsas. Incluso algunas se transforman en fantasías. Esto se va mezclando a medida que creces, con tus miedos y tus esperanzas; lo que oíste se mezcla con tus sueños, con las películas y los libros. Amor al prójimo es una amalgama llena de mentiras y verdades, y ellas terminan creando mitos. Todas las familias tienen algo de esto. Amor al prójimo no pretende cuestionar el patriarcado ni nada por el estilo. Sus personajes siquiera lo mencionan. Simplemente lo viven y lo sufren.+

Ve la entrevista en mascultura.mx
Crédito fotografía: Mario González Suárez

Librosauria

Desde muy peques, descubrimos que todas las partes del cuerpo tienen una función. En esto, la abuela de Caperucita Roja nos entrenó bastante bien: ojos para verte mejor, orejas para escucharte mejor. Aunque le faltó decirnos una parte del cuerpo que a veces nos da risa o, a algunos, un poquito de vergüenza: el trasero. ¿Para qué sirve tener pompis? ¿Te lo habías preguntado?

El libro de los traseros (Nubeocho, 2024) se trata de eso: de explicarnos qué función tiene el trasero en los seres humanos y en los animales más extraños que te puedas imaginar. Aunque no lo creas, el mundo de los traseros está lleno de ciencia.

La ciencia es una de las cosas más divertidas que existen. Todo se trata de observar, investigar y preguntarnos los porqués. Por ejemplo, ¿por qué las luciérnagas tienen un trasero tan brillante? ¿Por qué algunos traseros son un arma de defensa, como los aguijones de las abejas? ¿Por qué los perros se saludan oliéndose las colas? ¿Algunos animales son especialmente pedorros? En El libro de los traseros encontrarás todas las respuestas a estas dudas.

Yo, que soy una dinosauria lectora, aprendí a apreciar mi trasero cuando terminé de leer este libro. Si no tuviéramos uno, no podríamos hacer el proceso de nutrirnos con los alimentos. ¡Tal vez ni siquiera podríamos comer! ¿Te imaginas un mundo sin espagueti?

A ustedes, los humanos, el trasero les sirve para mantenerse de pie y poder caminar en dos patas. Así que valora tu trasero y no tengas pena de llevarlo a bailar, a montar en bici y a caminar por la naturaleza. Es el momento: ¡conviértete en especialista en la ciencia de los traseros!

¿Quiénes crearon este libro?

Algunos traseros icónicos del mundo animal

• Pavo real: todo un espectáculo, ¿eh?

• Mandril: definitivamente, eso es llamar la atención.

• Luciérnagas: ¡muévelo, muévelo, eh, eh!

• Manatí: uno de los más gaseosos del mundo.

• Elefante: unas pompis monumentales.

Eva Manzano es una genial escritora y pintora. Nació en Madrid, España, y ha escrito un montón de libros para niñas y niños, así que ella creó la historia de El libro de los traseros. Como pintora, también ha tenido exposiciones y premios. Además, Eva da talleres de creatividad en escuelas y universidades.

Emilio Urberuaga es uno de los ilustradores españoles más famosos. Él también nació en Madrid. Dibujó todos los animales y personas que aparecen en El libro de los traseros, pero también ha ilustrado muchos libros para lectorcitos, como Manolito Gafotas, un personaje muy querido en España.+

Agustín Pániker:

En 2004 se instituyó el Premio Casa Asia para reconocer a las instituciones y las personas que promueven el conocimiento, el diálogo y las relaciones entre España y la región Asia-Pacífico. Este año, la Editorial Kairós fue galardonada en la categoría de Cultura y Sociedad, por facilitar y difundir el conocimiento de textos clásicos y modernos que favorecen el diálogo entre Oriente y Occidente.

Por esta razón había que conversar con Agustín Pániker, el director del sello, quien, además, es autor de una serie de obras dedicadas al Oriente: El jainismo: historia, sociedad, filosofía y práctica (2001), Índika: una descolonización intelectual (2005), Los sikhs: historia, identidad y religión (2007), El sueño de Shitala (2011), La sociedad de castas (2014) y Las tres joyas (2018). Éstas son sus palabras:

Kairós nació en 1964 y fue fundada por mi padre, Salvador Pániker. De alguna manera, los tiempos eran propicios para el nacimiento de una editorial como la nuestra: en aquel entonces no había mucho material disponible en español, algo que se agudizaba especialmente en España. Y él, que había estudiado filosofía y venía de una familia con orígenes en la India, buscó difundir la sabiduría de Oriente y comenzó a publicar los libros que no estaban disponibles en nuestra lengua. En aquellos días, el público estaba ansioso por adentrarse en Oriente y sólo de vez en cuando llegaba un libro de México o de Argentina, pero en España se publicaba muy poco sobre esos temas. Los libros de Alan Watts, de budismo zen y de budismo tibetano fueron los primeros que publicamos. Así pues, a lo largo de estas décadas,

no apuntamos a ninguna moda, sino a un diálogo entre Oriente y Occidente. Después llegaron los imitadores, pero Kairós ya estaba allí. También es necesario señalar que, a nivel internacional, esa década era un buen momento para difundir los textos que formaban parte de la contracultura. El movimiento hippie, el interés por el orientalismo y una nueva manera de comprender el mundo permitieron el alumbramiento y el primer desarrollo de Kairós.

Durante muchos años, más de 40 para tratar de ser exactos, he estado en la editorial con el objetivo de mantener el espíritu de calidad, rigor, seriedad y amabilidad. Personalmente, me apasionan los temas que publicamos; los conozco bien y escribo sobre ellos. Por lo tanto, si me llegan propuestas o si busco libros sobre meditación o filosofía, puedo establecer criterios de calidad. Por supuesto, también tengo que analizar la amenidad, la capacidad divulgativa de un autor. El equilibrio entre estos factores resulta decisivo. Es importante que el editor sepa sobre el tema que divulga. Yo he publicado casi cien libros sobre budismo y esto lo hace más fácil.

La mía es la vieja escuela de los editores. Hoy en día, esa manera de trabajar ya no está tan de moda, pero yo formo parte de la generación que sigue publicando lo que me interesa, lo que me gusta y me interpela. Ésa es la fórmula de Kairós: compartir la sabiduría en un ecosistema.

Kairós, un diálogo con Oriente

Por esta razón, además de las librerías, hemos trabajado muy de cerca con los centros de meditación y yoga o con instituciones como Casa Tíbet o Casa de la India. Ellos forman parte del ecosistema Kairós. Y, con mucho orgullo, puedo pensar que somos parcialmente responsables del surgimiento y el desarrollo del orientalismo en España y América Latina. Efectivamente, Kairós fue pionero en la lengua española en la edición de libros sobre budismo, yoga, meditación y filosofías orientales, además de traducir los clásicos de esa inmensa región, un hecho que —sin duda alguna— representa uno de los mayores logros de nuestra editorial.

El Premio Casa Asia es un orgullo. No nos lo entregaron por algo en particular, sino por todos los años que hemos dedicado a difundir el pensamiento oriental en lengua española. En mis palabras de agradecimiento, insistí en que el premio no era sólo para la editorial, sino para todo el ecosistema Kairós: también les corresponde a los lectores, los libreros, los autores, a todos quienes estamos en el camino hacia la sabiduría de Oriente.+

Fotografía cortesía de Editorial Kairós

La comida de los recuerdos

EL GATO CON MANCHAS MARRONES Y EL GUISO DE AINAME

AINAME: bacalao japonés de alta calidad, de sabor suave y delicado, que se pesca en las costas y arrecifes de todo el país. En Uchibo, región situada en la prefectura de Chiba, su temporada comienza en verano y dura hasta el invierno. Este pescado puede disfrutarse de diversas maneras: en sashimi con la piel dorada al fuego, asado y aderezado con hojas de shisho, guisado, etcétera.

Gaviotas colinegras sobrevolaban el mar.

Ya había visto esas aves en enciclopedias y por la televisión, pero era la primera vez que las veía en persona. Sus graznidos se parecen a los maullidos de los gatos. De algún lugar llegaban unos cantos con entonación triste, que recordaban a los maullidos lastimeros de un gato perdido.

Kotoko Niki, que iba a cumplir veinte años, estaba en un pueblo costero de Uchibo. Bajo el cielo azul, próximo a la playa, había un caminito de caracolas blancas en vez de asfalto. Si las indicaciones que le habían dado por teléfono eran correctas, debía seguir todo recto por el camino de caracolas marinas hasta llegar al Chibineko, un restaurante junto al mar. La playa estaba desierta, tal vez porque aún eran las nueve de la mañana; pero tampoco había sentido la presencia de gente mientras llegaba allí. A diferencia de Tokio, donde vivía Kotoko, este parecía ser un pueblo muy tranquilo.

—Un pueblo costero…

Después de murmurar esas palabras, se quedó observando un momento las gaviotas y la arena, y empezó a caminar por el caminito blanco. El sonido de sus pisadas sobre las caracolas perturbaba el silencio. Se sentía como si estuviera esparciendo ruido en la quietud del pueblo.

Aunque ya era mediados de octubre, el otoño seguía sin llegar. El clima estival persistía y del despejado cielo azul caían los rayos del sol con fuerza. Se alegró de no haberse dejado llevar por la pereza y traerse un sombrero de ala ancha que la protegía de la luz solar. Llevaba puesto un vestido blanco con el sombrero del mismo color. A Kotoko, de piel pálida y melena larga, le quedaba bien ese atuendo pulcro que rozaba lo anticuado.

«Pareces una señora del siglo pasado».

Siempre le decía eso para tomarle el pelo. Eran las palabras de su hermano Yuito, dos años mayor que ella. Solo ese recuerdo le bastaba para estar al borde de las lágrimas.

Pero que se burlara de ella no era lo que la entristecía. Lloraba porque su hermano había muerto.

Ya no estaba en este mundo.

Había fallecido hacía tres meses.

Había muerto por culpa de Kotoko.

Teatro

Del 5 al 14 de septiembre de 2024, el Centro Cultural Universitario se convertirá en el epicentro del teatro universitario con la celebración del 31 Festival Internacional de Teatro Universitario (fitu). Este evento, creado con la misión de fomentar y difundir el teatro producido por estudiantes y recién egresados, es un espacio para la construcción, el encuentro, el cuidado y la colectividad, que une a las nuevas generaciones de creadores.

Durante los 10 días del festival, el público podrá disfrutar de 28 obras nacionales e internacionales, cinco conversatorios, tres muestras de talleres, dos work in progress y dos lecturas dramatizadas, que suman más de 40 actividades escénicas de entrada libre.Además, se llevará a cabo la premiación de la Convocatoria Dramaturgia, Salud Mental y Derechos Humanos, en colaboración con la Cátedra “Nelson Mandela”; y se entregará la Medalla Cátedra “Ingmar Bergman” al renombrado constructor de escenografía Macedonio Cervantes. El fitu se ha consolidado como un referente en el ámbito teatral universitario, un espacio en el que los jóvenes pueden proyectar sus voces y pensamientos a través del arte escénico. En un momento en el que las nuevas generaciones enfrentan grandes retos, el festival se erige como un puente entre lo que las generaciones anteriores han creado y lo que realmente necesitan hoy. Aquí se construye colectivamente un espacio en el que las ideas fluyen, se confrontan y se transforman en nuevas formas de pensar y sentir.

Este año, el festival recibió 155 postulaciones, de las cuales 24 fueron

Exhibiciones imperdibles

seleccionadas para presentarse en la Gran Final, cuya premiación se realizará durante la ceremonia de clausura. Las obras, que abordan temas actuales y universales, provienen de diez entidades: Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Puebla, Tamaulipas, Veracruz, Ciudad de México y Estado de México, y competirán en seis categorías y subcategorías: A. Bachillerato, B. Licenciatura sin especialidad en teatro, C. Escuelas profesionales, C1. Montajes dirigidos por estudiantes, C2. Montajes dirigidos por docentes, C3. Montajes de recién egresados y C4. Teatro para infancias.

El fitu, organizado por la Dirección de Teatro unam, también es un espacio de aprendizaje e intercambio. Este año, ofrece 12 talleres impartidos por reconocidos docentes internacionales: Lucía Miranda (España), Javier Daulte (Argentina), Mariana Percovich (Uruguay), Quillén Mut (Argentina), María José Parga Saavedra (Chile), Abhishek Thapar (India) y Grace Taylor (Nueva Zelanda), y de México: Gabriela Ochoa, Ricardo Rodríguez, Paola Izquierdo y Fernando Villa; así como las Compañías Teatro Línea de Sombra y Alas de lagartija-Colectiva Titiritera.

10 días

28 obras

3 muestras de talleres

2 work in progress

2 lecturas dramatizadas

5 conversatorios

El fitu funge como plataforma de exhibición de piezas escénicas con gran valor artístico y temáticas profundas. Entre los destacados de esta edición, se encuentra upu, de upu Collective, una poderosa pieza neozelandesa que explora la descolonización del Pacífico a través de la palabra poética. Otra pieza que no puedes perderte es My Home at the Intersection del indio Abhishek Thapar, la cual revisita la historia reciente de Punjab desde una perspectiva íntima y personal. Desde Chile llega Canciones para cocinar, una performance del colectivo Lastesis, que a través de canciones, poemas y ensayos articula demandas históricas y actuales de los feminismos en un montaje interdisciplinario; mientras que Mañana es otro país, una colaboración entre Bélgica y Chile, aborda la migración desde la imaginación de una niña en un viaje lleno de incertidumbre y esperanza.

El teatro también se lee, por lo que el festival contará con venta y exhibición de libros especializados y la presentación de un fanzine. El 31.º fitu es un espacio inclusivo donde convergen la representación y la reflexión, resonando en cada rincón con el momento histórico que vivimos. ¡Forma parte de esta experiencia única que te conectará con lo mejor del teatro universitario! Puedes consultar la programación completa en la página <www. teatrounam.com.mx> y en las redes sociales de @TeatroUNAM.

Escanea el código qr para ver la entrevista a Jaqueline Ramírez, coordinadora del fitu

Un caballero en Moscú

y la magia de los objetos

Desde su publicación en 2016, Un caballero en Moscú, la aclamada novela del escritor estadounidense Amor Towles, ha encontrado un nuevo hogar en la pantalla, con una adaptación en forma de serie protagonizada por Ewan McGregor. La historia del conde Alexander Ilyich Rostov, un aristócrata ruso condenado a pasar el resto de su vida bajo arresto domiciliario en el lujoso Hotel Metropol, ha cautivado a lectores de todo el mundo y, este año, también ha empezado a atrapar a los espectadores de la serie que hicieron Showtime y Paramount+, la cual enriquece la narrativa a través del poder visual.

Uno de los varios aspectos que llaman la atención en la novela es la manera en que Towles se vale de los objetos para tejer una historia de adaptación y memoria. Dentro de las paredes del Metropol, Alexander Rostov transforma cada rincón del hotel en su mundo personal, lleno de significado. Cada artefacto, desde una botella de vino hasta una llave o una fotografía, se convierten en testigos de su vida confinada y en símbolos de su resistencia frente al inexorable paso del tiempo y los cambios políticos de la Rusia del siglo xx.

En la serie, dirigida por Sam Miller y Sarah O'Gorman, las cosas se convierten en un recordatorio constante del pasado y un reflejo de la riqueza interior del Rostov. McGregor, en el papel de Rostov, interactúa con estos elementos que lo rodean con una reverencia que captura la esencia del personaje: un hombre que, a pesar de su confinamiento, encuentra libertad en los pequeños rituales y en la conexión emocional con todo lo que lo rodea.

Otro de los personajes fundamentales de Un caballero en Moscú es el Metropol. Más que meros adornos, cada pieza colocada con esmero en sus habitaciones, pasillos y en cada espacio forma parte de un hogar desestructurado que Sasha (el apodo cariñoso que los amigos de Alexander Rostov usan para llamarlo) se encarga de ensamblar día con día, pues en esos objetos ha depositado sus recuerdos y también sus esperanzas. La adaptación de Un caballero en Moscú no se trata sólo de una transposición de la trama de la novela a un nuevo formato: explora visual y emocionalmente cómo los objetos pueden definir y sostener una vida, incluso en las circunstancias más adversas. Los detalles minuciosos que Amor Towles incorporó en su novela cobran una nueva luz en la pantalla e invitan al espectador a redescubrir la magia de los pequeños gestos y los tesoros cotidianos que, en las manos de Alexander Ilyich Rostov, se transforman en símbolos de resistencia, identidad y humanidad.+

Mesa 1

Primer Coloquio Imaginación

Arquitectónico-literaria

Acompáñanos a celebrar el Día de la Arquitecta(o) en una tarde de diálogos, ideas y propuestas sobre la relación entre las letras y la arquitectura. La cita es el martes 8 de octubre de 2024, de las 17:00 a las 21:30 horas, en el Foro Expresarte de la Librería Gandhi “Miguel Ángel de Quevedo”.

Cruces críticos entre literatura y arquitectura

Presentan: Aura Cruz y estudiantes de arquitectura del ITESM

17:00 horas

Mesa 2

Presentación del libro

Las huellas de la memoria y los pasos al devenir

Presenta: Felipe Leal

17:30 horas

Mesa 3

Escribir lo cotidiano: procesos de documentación en la educación de la arquitectura, el Anuario FA (UNAM)

Presentan:

Paulina Neri Rosario,

Viridiana Guadalupe Pulido González, Oscar López Carranza, Jorge Andreas

Hernández Aymes y Sandra Álvarez Hernández

Mesa 4

Imaginación

arquitectónico-literaria

Presentan:

Víctor Alcérreca, Christian Mendoza, Juan Carlos Cano y Alejandro Hernández 19:00 horas

Mesa 5

Arquitectura, literatura y género

Presentan: Aura R. Cruz

Aburto, Fernanda Canales, Brenda Pérez, Jimena Hogrebe y Felipe Leal 20:00 horas

Programación sujeta a cambios. Entrada libre

Premiación

Primer Concurso de Escritura de Minificción

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