Lee+ 146 El siglo XIX nos inventó

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AÑO 12 • NÚMERO 146 • JULIO 2021

PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS

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Índice

José Luis Trueba Lara

10 [Infinitivos cuerpos] Itzel Mar

Al fondo de un oscuro callejón Bernardo Esquinca

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Yara Sánchez De La Barquera Vidal

El siglo XIX nos invento

6 [El librero de] Daniel Saldaña París 8 El siglo que nos inventó

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Directora General y editora

Tema del mes:

Malditos poetas Julio Trujillo

18 Entrevista a Julia Quinn Yara Sánchez De La Barquera

20 El talentoso y mentiroso her Joseph Beuys Juan Cárdenas

22 López Velarde, un lexicón Julio Trujillo

24 Entrevista a Riley Sager

yara@revistaleemas.mx Coeditor

E

n muchas ocasiones, nos pensamos tan modernos y tecnologizados que el ayer nos parece cercano a las cavernas. Y exactamente lo mismo nos ocurre con el vértigo de la velocidad, que imaginamos imposible en el pasado. Es más: somos capaces de creer que nuestros sentimientos e ideas sobre el mundo nacieron con nosotros o, en un caso extremo, asumimos la certeza de que nuestro entorno se encuentra absolutamente dislocado de los siglos que nos antecedieron. La extraña necesidad de estar a la vanguardia nos impide voltear a lo remoto. Todo esto suena muy bien. Pero cuando sólo nos miramos el ombligo y nos apresuramos a vivir el ahora, no nos damos cuenta de la influencia del pasado. El siglo xix —tema central de esta entrega de Lee+— es tan poderoso que está tatuado en nuestros cuerpos. En él nacieron las ideas del progreso y la velocidad. Si hubieras nacido en 1800, te habrías transportado en una carreta, en un ferrocarril o en los primeros aviones. Tu manera de comunicarte también sería distinta: el telégrafo y el teléfono se harían presentes, y, por supuesto, tus emociones también se transformarían. No por casualidad éste es el tiempo de Emma Bovary y de Anna Karenina, del joven Werther y de Los miserables, de las óperas de Wagner, las esculturas de Rodin y las obras de los impresionistas. Efectivamente, el siglo xix aún está presente y a él dedicamos este número. +

José Luis Trueba Lara jtrueba@revistaleemas.mx Editor Adjunto Julio Trujillo julio@revistaleemas.mx Director de arte y editor audiovisual Edwin Reyes Maya edwin@revistaleemas.mx Difusión Cultural Beatriz Vidal De Alba beatriz@revistaleemas.mx Marketing Fabián Vásquez Escalante fabian@revistaleemas.mx Correctora de estilo Mariana Aguilar Mejía Editor de contenido Gilberto Díaz Editora de contenido web Citlali Figueroa Consejo editorial

Yara Sánchez De La Barquera Vidal Directora General

Alberto Achar

Yara Sánchez De La Barquera

26 Entrevista a Rodrigo Morlesin Fátima López

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En portada: Diseño original para Lee+ por Rodrigo Rojas

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El librero de Daniel Saldaña París

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S

oy escritor y traductor. Ésta es mi biblioteca. Lo que miras en la fotografía es apenas una parte, pues está dispersa en otras habitaciones y en mi estudio. Su tamaño quizá no sorprenda a la mayoría. Como me he mudado muchas veces —incluso de país—, mi colección no resulta muy grande: viajar de un lado a otro con demasiados libros siempre se vuelve muy complicado. Por esta causa, en más de una ocasión he llegado a deshacerme de varias cajas, que terminan en las librerías de viejo, donde los compran a precios ridículos.

D

espués de que los dejo, me arrepiento inexorablemente. Los extraño. Por eso Entre los que más atesoro están un par de juego a recordar cuáles tuve, cuáles presté sin que me devolvieran y cuáles ejemplares que fueron de la biblioteca de mi vendí. Gracias a esto puedo reconstruir mi biblioteca imaginaria, y pienso bisabuelo —uno de Azorín y otro de la Fenomeen la que podría tener si no me hubiera mudado en tantas ocasiones. Me gusta nología del espíritu, de Hegel—, un señor español pensar que mi biblioteca no sólo es la que tengo hoy, sino también esa otra, com- autodidacta que incluso llegó a aprender francés y puesta por los libros que ya no están conmigo. En esa biblioteca ideal se encuen- latín de esta manera. En algún momento me quedé tran los que abandoné, los que leí en las bibliotecas públicas, los que perdí; aún con estos libros y, como el resto de los suyos, eran más, ella contiene todos los libros fantasmales que son una parte fundamental muy bonitos: los tenía forrados con una especie de de mi colección. Incluso, sobre esto escribí un breve ensayo: Historia secreta de papel marrón. Él los numeraba todos y había escrito mi biblioteca. En él hablo de la suerte de todos los ejemplares que conforman una lista de los títulos. Su biblioteca no era muy granmi biblioteca interior, la cual —de una manera más simple y sencilla— puedo de, pero estaba muy bien elegida. También tengo las llevar de un lugar a otro sin enfrentar los problemas que da la biblioteca real. Obras completas de Freud en una primera edición en El origen de mis ejemplares es diverso. Algunos los tengo casi desde chi- español, que le regalaron a mi abuela cuando se casó. co, yo diría que desde adolescente. Probablemente el libro más viejo que Un regalo de bodas atípico, pero ella tiene formación poseo es un libro de poemas de Paul Verlaine, que compré en una feria psicoanalítica. Estos tomos están profusamente subradel libro cuando estaba en sexto de primaria. No sé por qué lo compré, yados por ella, por mi madre y ahora por mí. Se convirme tardé muchísimo tiempo en leerlo, y probablemente no lo entendí las tieron en una suerte de palimpsesto familiar. primeras veces que me adentré en él. Ese volumen sigue ahí, en alguno Además de los libros heredados que han paseado conmide los estantes. La razón es fácil de explicar: me gusta tener mi biblioteca go, están los que he adquirido. Entre éstos le tengo mucho ordenada alfabéticamente. Así me resulta más sencillo encontrar lo que cariño a una primera edición de Raúl Zurita, que compré en busco. He intentado otras formas de organización: en algún momento Santiago de Chile y me dedicó personalmente durante un viala tuve por géneros, o por lo menos tenía separada la poesía, que me je muy importante. En esa ocasión le llamé por teléfono, le dije parece muy importante y que forma la mayor parte de mi colección. que era un lector entusiasta de su obra y que me permitiera Pero siempre hay libros liminales que se mueven entre los géneros invitarle un café. Fui a esa ciudad a comprar libros de poesía, y no son fáciles de catalogar. Esto me generaba cierto conflicto y, pues me interesaba muchísimo aquella que se escribía en Chile. al final, decidí que lo mejor era el orden del abecedario, sin preo- Hace poco falleció el papá de una amiga muy querida, que era cuparme por sus peculiaridades, a pesar de que el trajín cotidiano un editor muy importante, y de su biblioteca terminé quedándopuede moverlos de su lugar preciso y terminan metidos de manera me con algunos libros: unas Obras completas de Canetti, que me horizontal sobre los otros ejemplares. Tomar un libro, leerlo y su- conmueve mucho tener, por la amistad que me unía con él y que brayarlo no necesariamente implica que vuelva a su mismo lugar. me une con su hija. También tengo una buena colección de diarios Sin embargo, hay algunas excepciones, como me sucede con los personales. Es un género al que le he dedicado mucho en los dos úllibros de arte y los diccionarios. timos años y he dado algunos cursos sobre esta forma de escritura. +

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José Luis Trueba Lara Liga Nacional de Mujeres Votantes sostiene carteles que dicen, 'VOTE'

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veces, el sentido común no sirve para bendita la cosa. La certeza de que existen siglos cortos y siglos largos lo pone en aprietos sin grandes problemas. Aunque el calendario señale otra cosa, el siglo xx nos salió bastante rabón, y apenas abarca de 1914 o 1917 a la caída del muro de Berlín. En cambio, el xix resultó mucho más largo de lo acostumbrado: a todas luces comenzó con la Revolución francesa en 1789 y —según se vean las cosas— terminó al iniciarse la Primera Guerra Mundial o con la Revolución bolchevique. Sin embargo, a la gran mayoría de la gente este asunto tan extraño le viene sobradamente guango. Mis alumnos, sólo por mencionar un caso, tienen un preclaro sentido de la historia que no lo incluye. Según ellos, la humanidad ha pasado por una serie de épocas precisas: el tiempo de las cavernas, cuando los hombres les daban de garrotazos a los dinosaurios y a las chamaconas que les cuadraban; la Edad Media, que es idéntica a una batalla de El señor de los anillos y puede o no incluir algunos dragones, que lamentablemente se extinguieron; los años ochenta, cuando la gente bailaba enormidades y —sin darse cuenta— se vestía muy retro; el día que los parieron y, por supuesto, la actualidad, en la cual las eras infinitesimales se miden en razón del modelo de celular que sale al mercado. Lo demás es un territorio marcado por el olvido. Esta desmemoria impide rastrear las señas de identidad y amputa la posibilidad de comprender el mundo. Querámoslo o no, el pasado es una presencia inexorable. A pesar de esto, la gente está convencidísima de que la velocidad y el progreso son los signos del presente; la necesidad de no quedarse atrás, el tatuaje de su tiempo, y que jamás en la historia sucedieron cosas tan apan-

tallantes como las pocas que han visto. Entiendo que nos encanta mirarnos el ombligo, pero esto no implica que lo imaginado sea real.

El siglo qu invento 8

La rapidez y la fe en el progreso se encumbraron en el siglo xix: a lo largo de sus años no sólo se crearon el telégrafo y el teléfono, también se abandonaron los carromatos para hacerles espacio a los ferrocarriles, los tranvías eléctricos y los primeros automóviles y aviones. Es más, gracias a la electricidad nació una nueva manera de vivir el tiempo: las velas, incapaces de vencer a la noche, mutaron en cachivaches, gracias a los focos, que derrotaron la oscuridad. En esos años, la certeza de que la velocidad y el progreso eran reales representaba una verdad a toda prueba, y sus habitantes seguramente vivieron muchas más revoluciones de las que podemos atestiguar en la pantalla de un teléfono que a veces resulta más inteligente que su dueño. Aunque los ingenios que mencioné tienen lo suyo, no son las únicas huellas del siglo xix. Las vacunas a la manera de Pasteur, la idea darwiniana de la selección natural, las leyes de la genética de Mendel, el marxismo y el anarquismo, el psicoanálisis y la muerte de Dios anunciada por Nietzsche también nacieron en esos años. Por si todo lo anterior no bastara para mostrar sus huellas, valdría la pena detenernos un instante en las marcas que dejó en otro ámbito: en esa época, nos volvimos parte de la naturaleza y descubrimos que éramos animales sin alma —a lo más teníamos complejos y traumas— y, para terminar de complicar las cosas, resultó que el Todopoderoso apenas y era uno más de los mitos que habíamos creado. La orfandad y la desacralización de lo humano corrieron casi al parejo del surgimiento de las naciones, da igual si se unificaron como Alemania o Italia, o si nacieron gracias a una revolución como sucedió en Francia o en América Latina. Y, evidentemente, también fue el tiempo en que se parieron los nacionalismos que aún nos inflan el pecho: los cuentos populares que recopilaron los Grimm o los Andersen en Europa; los tipos populares (como las chinas, los peladitos y los charros mexicanos); los lugares idílicos (por ejemplo, las vecindades que se revelan como una sucursal del paraíso) y las certezas de que como el país de origen no hay dos, y que nada en el mundo es mejor que su comida, su música y todo lo demás

José Luis Trueba Lara. Escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros. Es un lector que ha llegado al extremo de trabajar para pagarse el vicio. @TruebaLara


Hasta aquí parecería que las consecuencias del siglo xix son absolutamente exógenas y nada tienen que ver con nuestra vida interior. El mundo de la ciencia y el poder parece estar fuera de nosotros. Incluso, el hecho de que el psicoanálisis sea un acontecimiento finisecular podría hacernos creer que esto es cierto. Nada más falso: nuestros sentimientos y emociones son una creación decimonónica. ¿Qué sería de las mujeres sin Emma Bovary y Anna Karenina?, ¿cómo serían sus sentimientos sin Jane Austen y las hermanas Brontë?, ¿de qué manera podrían entenderse sin Mary Wollstonecraft y las sufragistas? No por casualidad la posibilidad de leer esas obras se veía como un asunto luciferino. En buena medida, las mujeres de hoy son la encarnación de las palabras que se publicaron durante esos años y, por supuesto, también una consecuencia de la educación sentimental que se brindaba en los teatros y la ópera, los lugares donde la exaltación de las pasiones ocurría entre el levantamiento y la caída del telón. Incluso, si nos ponemos más exigentes, deberíamos asumir que la idea de la mujer que trabaja es absolutamente decimonónica: la Revolución Industrial, la educación y el surgimiento de las labores que les paraban el pelo a los varones —como ocurrió con las meseras y las secretarias— tienen una tinta decimonónica, algo que no ocurría con las guisanderas, las sirvientas o las vendedoras callejeras y de los mercados. Las mujeres no son las únicas herederas del xix. Los sentimientos, las pasiones y el individualismo que nacieron en esos años marcaron a todos los seres humanos en Occidente: el romanticismo del joven Werther y el pacto de Fausto con Mefistófeles, los sermones que escribía Søren Kierkegaard y las duras páginas que brotaron de la pluma de Kant, las aventuras de los mosqueteros y el anhelo de venganza del conde de Montecristo, al igual que las desgracias que ocurren en Los miserables y en las novelas de Zolá o en las disecciones de Balzac forman parte de nuestra manera de entender el mundo, aunque jamás hayamos abierto una sola de sus páginas. Es más, nuestros horrores más taquilleros se parieron en esos años: El vampiro de Polidori le abrió el camino a Varney, Carmilla y Drácula; el Frankenstein de Shelley nos puso delante del horror de la ciencia y, por supuesto, también nacieron los seres lovecraftianos, los detectives absolutamente racionales

como Auguste Dupin y los zombis con un marcado sabor creole y un nuevo medio de entretenimiento que los lanzaría al estrellato: el cine. Incluso, el sueño de la meritocracia, que rompía con los coitos que determinaban el destino (como ocurría con los nobles), se mostró con toda su fuerza. El liberalismo era una manera de apropiarse de la vida y darle el rumbo que mejor le pareciera a su dueño, una actitud que sin duda se enfrentaría a los sueños totalitarios. Efectivamente, los autores decimonónicos nos inventaron, y nosotros somos personajes que repetimos sus palabras y materializamos sus sueños. A pesar de su importancia, la educación sentimental que nos legó el siglo xix no se limita a las letras: nadie puede ser el mismo después de escuchar a Beethoven, Chopin, Brahms, Grieg, Mahler o Wagner, sólo por mencionar algunos nombres de una lista que siempre amenaza con desbordarse. Ninguna persona en su sano juicio puede comprender el mundo sin sus notas y, en buena medida, esos sonidos se convirtieron en parte del soundtrack de nuestra existencia. El inicio de la Quinta sinfonía, los tambores del Zaratustra y el Himno a la alegría corren por nuestras venas, aunque nuestro gusto musical espante a los artilleros más plantados. Con nuestra mirada ocurrió algo parecido: Goya nos obligó a mirar y a comprender el horror que aún nos persigue. Sus muertos son los nuestros, sus crímenes son el material que todavía restriega en la cara la nota roja. Y exactamente lo mismo sucedió con Toulouse-Lautrec, quien nos convenció del paraíso del cabaret y, entre pincelada y pincelada, nos auguró la orgía perfecta en los performances de la prostitución que santificarían Zolá y Gamboa. Aún más, en esos años descubrimos la luz gracias a los impresionistas; quedamos derrotados ante las maravillas de Rodin, y descubrimos que los objetos cotidianos también eran una forma de arte. The frontispiece to the 1831 Frankenstein, de Theodor von Holst

son muestras de los imaginarios que nacieron en estos años. Es cierto, en el siglo xix irrumpieron las comunidades imaginarias que, en contra del sentido común, aún nos hacen sentir orgullosos de lo que compartimos con 130 millones de personas. Las naciones decimonónicas surgieron con marcas y tensiones precisas: la democracia contra la monarquía; el liberalismo versus el proteccionismo; la idea del ciudadano y la del siervo —al igual que los sueños del federalismo y del centralismo— se enfrentaron en las tribunas y en los campos de batalla. Todos esos proyectos, a pesar de sus diferencias, se apoderaron de las mismas palabras: la libertad, la justicia, la ciencia y el progreso se mentaban a la menor provocación. Sin embargo, la posibilidad de crear un Estado todopoderoso las rondaba para anunciar los horrores que marcarían el futuro. Sin estas tensiones, es imposible pensar en lo que sucedió en la Alemania nazi, en la urss o en la China de Mao. Detrás de cada uno de esos horrores estaban las certezas de que la ciencia los apoyaba y, pasara lo que pasara, el mal menor justificaba el futuro promisorio. En efecto, la idea de la democracia fue parida junto con sus enemigos. Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad trocaron en anhelos y pesadillas, mientras que los niños mutaron en ciudadanos del futuro.

ue nos

Leo el veloz recuento que hacen mis párrafos anteriores y me miro en el espejo. ¿Quién soy?, me pregunto. Las arrugas que me marcan la cara son la historia de mis pasiones y mis afanes, la vejez que muestran mis músculos es el justo pago por todo lo vivido. Esto no está nada mal; la factura me parece correcta y sensata. Sin embargo, vuelvo a mirarme y no me queda más remedio que buscar las huellas del pasado: el siglo xix me inventó y sólo soy uno de sus personajes. +

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Infinitivos cuerpos

Itzel Mar

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rtilugio del diablo: dos ruedas del mismo diámetro, una adelante de la otra, que giran alrededor de un eje, ensambladas en una estructura de metal o de madera, en la cual se integran también los demás componentes: un sistema de transmisión de pedales, un manillar para controlar la dirección, los frenos y un sillín o asiento. Enigmática y rutilante; celosa del ahínco de quien la conduce. Las nalgas reparten su peso en el sillín, se expanden a sus anchas; la entrepierna, complacida y desenfadada, también se recarga en él, en busca del equilibrio que evite la caída. El cuerpo un poco flexionado hacia adelante; los brazos extendidos, pero no del todo, y las manos, sostenidas al manillar, realizando los malabares necesarios para encontrar el ritmo, las rutas… Finalmente, los pies impulsan los pedales y convierten esa energía en movimiento. Los corsés, las faldas vistosas y largas que cuelgan a los lados del vehículo, las blusas impecablemente ceñidas al cuerpo, los sombreros, las medias de lana y las botas, de pronto, parecen estorbarles a las damas que osan abordar este extraño espécimen. ¡Qué antihigiénico! ¡Escandaloso! ¡Inmodesto! ¡Una mujer recorriendo el espacio público a su antojo! ¡Una mujer sobre ruedas! Durante el gobierno de la reina Victoria, a lo largo de la segunda mitad del siglo xix, el poderío imperial alcanzó algunas jurisdicciones del Pacífico, incluyendo Australia, así como vastas zonas de África y Oriente Medio, además de extensiones del Caribe y Canadá. Una considerable parte del mundo estaba sometida a la omnipotencia de la monarquía inglesa, que gozaba de abundancia y progreso. La Revolución Industrial originó el nacimiento de la clase media y el impulso tecnológico. Irónicamente, las mujeres del país gobernado por la mujer más influyente del orbe vivían sin derechos ni bienes propios. No tenían acceso al voto, y después de contraer matrimonio se convertían en una posesión más de los maridos, quienes disponían de sus cuerpos y sus deseos, e incluso ostentaban el derecho a pegarles con “moderada corrección”. Circunscritas casi exclusivamente a la vida familiar y doméstica, se esperaba de ellas una actitud abnegada; el cuidado y orden del hogar, y la crianza de los hijos. Las mujeres que podían acceder al trabajo lo realizaban, generalmente, en malas condiciones y recibían por él una remuneración menor que la de los hombres. Se desempeñaban como lavanderas, servidoras domésticas, costureras y obreras. Ser mujer consistía en una existencia ceñida, como la acción provocada por el paradigmático corsé —prenda básica de la indumentaria victoriana—, que definía la apariencia y condicionaba los movimientos y la respiración, por lo tanto, la manera de habitar el mundo. Los atuendos para dama de aquella época destilaban feminidad, entendida ésta como materia de ornato: tiras, listones, olanes, moños, velos. Sencilla y sociable: un ser amistoso y sin el afán de hacer ruido ni estorbar, la bicicleta es quizá el mejor medio de transporte que se haya inventado. Su primer prototipo aparece en 1840 —sin tomar en cuenta los bocetos de Da Vinci—, y para 1876 ya contaba con los dispositivos que le conocemos actualmente. La autoría de esta versión se le atribuye al herrero escocés Kirkpatrick Macmillan. La bicicleta comenzó a comercializarse en 1885, y muy pronto se convirtió en una aliada de las mujeres; vehículo de la batalla por la emancipación. Susan Anthony, líder estadounidense defensora de los derechos civiles, dijo en una entrevista en 1896: “Cuando veo a

Cara de bicicleta una mujer sobre una bicicleta me alegro profundamente, porque es la imagen de la libertad”. En 1895, cuando el uso del “artilugio del diablo” estaba de moda en los países anglosajones, el rechazo de la sociedad conservadora surgió ostentosamente, como era previsible. Entonces, se alertó sobre los riesgos del ciclismo femenino. Según los facultativos de la época, “montar una rueda” podía provocar infertilidad, crecimiento anormal de la glándula tiroides, amenazantes orgasmos y apendicitis. Artículos agoreros aparecieron en medios respetables, como National Review. El New York World publicó una lista de prohibiciones para mujeres ciclistas, entre ellas: No te desmayes en el camino. No utilices gorros de hombre. No uses ropa interior apretada. No olvides tu bolsa de herramientas. No mastiques chicle (ejercita tu mandíbula en privado). También surgieron algunos textos a manera de guías prácticas para las modernas amazonas del pedal, como el escrito por la señorita F. J. Erskine: Damas en bicicleta. Sin embargo, el miedo a que las mujeres desafiaran las buenas costumbres y se adueñaran de avenidas y caminos, a solas, sin chaperona ni maridos, llegó a tal grado, que se habló de una extraña enfermedad denominada bicycle face, caracterizada por ojos saltones y círculos oscuros alrededor de éstos, rostro enrojecido, mandíbula tiesa, labios apretados, palpitaciones y aspecto demacrado, proclive a la desfiguración facial. El padecimiento no existió, pero los signos sí. Abrir los ojos más de lo posible, las mejillas sonrojadas, ciertas muecas y palpitaciones corresponden a respuestas fisiológicas frente al asombro de someterse al júbilo de la intemperie y el impulso: frente a la negación de la obediencia. +

Itzel Mar. Poeta, editora y psicóloga. Disfruta releer muchas veces sus libros preferidos e inventar palabras. Twitter: @aegina23.



Bernardo Esquinca

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xiste una serie de equívocos en torno a los feminicidios ocurridos en el East End de Londres, en el llamado Otoño del Terror de 1888. Uno de éstos implica que el nombre del asesino prevalece por encima de los de sus víctimas. No es necesario mencionar su apodo, porque todo el mundo lo conoce. Lo que la mayoría ignora es que tal sujeto ni siquiera existió. El asesino más famoso del siglo xix es una invención colectiva de la sociedad victoriana, que reflejó el pánico y la histeria de una población reprimida, dividida y morbosa. Como han apuntado diversos estudiosos, entre los diferentes estratos de la cultura victoriana circulaban historias sobre el cuerpo femenino y su lado grotesco; sobre la ciudad y sus laberintos, donde se refugiaban el crimen y la lujuria. Éste fue el escenario ideal para que, una vez que apareció el primer cadáver en Whitechapel, la prensa atizara el fuego de la paranoia. En La ciudad de las pasiones terribles, Judith R. Walkowitz señala que “los medios de comunicación destacaron nuevos elementos de las concepciones tardovictorianas sobre el yo y el paisaje imaginario de Londres”. Nadie vivía seguro, aunque se encontrara lejos del sector más depauperado de la capital inglesa. Por su parte, el investigador L. Perry Curtis ha destacado que los lectores de esos periódicos “estaban atormentados por sentimientos de culpa, ira y deseo sexual”. Los editores de los diarios que dieron amplia cobertura a los crímenes necesitaban un nombre, y la gente también: había que saber quién lo había hecho y por qué. La prensa se empeñó en buscar conexiones donde no las había, en alimentar las fantasías de sus lectores, y dio nacimiento a un poderoso mito en torno a un hombre cuya existencia nunca pudo demostrarse. Con los años, mientras la leyenda del feminicida crecía mediante reportajes, libros, cómics, películas y toda clase de memorabilia, las cinco mujeres asesinadas fueron cayendo en el olvido. ¿Quién, que no sea experto en el tema, es capaz de citar de memoria los nombres de Polly Nichols, Annie Chapman, Elisabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly? Otro enorme malentendido de estos crímenes consiste en que durante más de un siglo se ha afirmado que todas las víctimas eran prostitutas. Como demuestra la historiadora Hallie Rubenhold en su libro Las cinco mujeres, no existe una base sólida para asegurar que tres de ellas ejercieran dicho oficio. “Como los cuerpos se encontraban en oscuros patios o callejones — señala Rubenhold— la policía asumía que eran prostitutas y que las había matado un maniaco sexual”. Durante el transcurso de las investigaciones forenses, se descubrió que el asesino nunca tuvo relaciones sexuales con sus víctimas; tampoco hubo muestras de lucha ni gritos.

Al fondo de un oscuro callejon

Vida y muerte de cinco mujeres en la época victoriana


Polly y Annie La primera de las mujeres asesinadas fue la hija de un herrero. Polly creció en Fleet Street, la calle que durante décadas albergó numerosas imprentas y periódicos londinenses, como un presagio de los titulares que ocuparía 43 años después. Acudió a la escuela desde pequeña, y continuó yendo hasta los 15 años. Su madre murió de tuberculosis cuando Polly tenía siete años; a los nueve, se encargaba del hogar, de su padre y de sus dos hermanos. A los 18 años, se casó con William Nichols, un almacenista que se había convertido en impresor, y con quien procreó cinco hijos. Vivieron un tiempo en los edificios Peabody, un proyecto altruista de alojamiento social para las clases necesitadas, ubicado en Spitalfields, en el corazón de Whitechapel. “Tras pasar la mayor parte de su vida en viviendas destartaladas, la perspectiva de encontrar un hogar en habitaciones limpias y modernas debió emocionar a Polly”, escribe Rubenhold. Sin embargo, esta situación duró poco. Las dificultades económicas, la relación extramarital de William con una vecina, y la afición de Polly por el alcohol volvieron la relación insostenible. En marzo de 1880, ella tomó la decisión de abandonar a su marido y a sus hijos. A partir de allí, su vida entró en una espiral descendente. Como era común en aquella época, una mujer que se había separado de su familia se consideraba una persona inmoral, y la sociedad le volvía la espalda. Trabajó un tiempo como sirvienta; vivió en asilos para indigentes, que los cronistas describen como infernales, en pensiones de mala muerte y también en la calle, hasta que sus pasos la cruzaron con su asesino en los callejones de Whitechapel. Rubenhold afirma que la investigación del feminicidio de Polly se convirtió en una indagación moral sobre su conducta, “como si se pretendiera demostrar que su trágico final estaba en consonancia con su modo de vida”. Annie tuvo un contexto familiar y social más propicio que el de Polly. George, su padre, era un soldado del Segundo Regimiento de Guardias de Corps, lo cual le permitió a su hija tener acceso a algunas clases, patrocinadas por el ejército. A los 15 años, sirvió como doncella para un importante arquitecto. En 1862, su padre dejó el ejército para convertirse en el “caballero de un caballero”, es decir, en el sirviente de un oficial; esto le confirió una mejor posición económica. La familia se instaló en Knightsbridge, un elegante barrio residencial y comercial situado en el centro de Londres. A pesar de esta prosperidad, algo andaba mal con George: bebía con frecuencia, afectado por la muerte de cuatro de sus hijos durante una epidemia de escarlatina. Un año después de tomar el nuevo trabajo, se suicidó, cortándose la garganta con una navaja de rasurar; este acto anticipó el destino que tendría su hija. Ruth, la viuda, no permitió

Jack The Ripper, 1959. Archive Photos—Paramount/Getty Images

Las autopsias revelaron que las mujeres murieron mientras estaban recostadas. “La policía estaba tan convencida de su teoría sobre la elección de las víctimas de su asesino —añade Rubenhold— que no llegó a la conclusión más obvia: las atacaba mientras dormían”.


Geni Elizabeth Stride (Gustafsdotter) (1843 - 1888)

Bernardo Esquinca

que esa tragedia hundiera a la familia: trasladó a sus hijos a una casa grande, y la transformó en una residencia de huéspedes. Annie se enamoró de uno de los inquilinos: John Chapman, quien trabajaba como cochero privado. Se casó con él en 1869, y procrearon ocho hijos. Seis de ellos murieron. La causa: la maldición del alcohol, el rasgo que la igualaba con Polly. Annie batalló desde chica con la bebida, algo a lo que estaban expuestas las jóvenes de clase media, debido a la ubicuidad del alcohol. Éste se consideraba una medicina, y se utilizaba como remedio para los dolores de cabeza, el catarro o la fiebre. Los hijos de Annie padecieron epilepsia, síndrome alcohólico fetal, parálisis y otros males asociados con los excesos durante el embarazo. En 1881 murió Emily, su hija mayor, de meningitis. Para entonces, Annie se había convertido en una alcohólica crónica, y ya no pudo recuperarse: entró al sanatorio de Spelthorne para tratar su padecimiento; salió al cabo de un año, y volvió a beber. La disolución de su matrimonio fue inevitable. John le dio una pensión de 10 chelines a la semana, y se quedó con los hijos. De Knightsbridge pasó a Whitechapel, donde fue conocida como Annie, la Oscura. Entre relaciones fallidas con otros hombres alcohólicos y pocilgas situadas en Dorset Street —considerada la peor calle de Londres—, vivió sus últimos días como vagabunda. Para el momento en que su asesino la encontró durmiendo en el patio trasero de una casa ruinosa en Hanbury Street, padecía tuberculosis. Era el 8

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de septiembre de 1888. Tras descubrirse su cadáver mutilado, la policía y la prensa la etiquetaron de inmediato como prostituta, pero como en el caso de Polly, no hay pruebas fiables de que lo fuera. Rubenhold afirma que “contrariamente a las imágenes noveladas de las víctimas, ella nunca hizo la calle con un corsé y mejillas coloreadas lanzando miradas provocativas desde una farola. Nunca perteneció a un burdel ni tuvo un chulo”. Elisabeth y Catherine De las cinco víctimas, Elisabeth Stride fue la más elusiva, y también la única inmigrante. Se crió en una granja de Torslanda, en Suecia. Las familias que pertenecían al campo creían que la escuela no era necesaria, por lo cual Elisabeth era analfabeta. A los 17 años, se trasladó a Gotemburgo para trabajar como sirvienta. Allí sucedió algo que cambió su destino de manera radical: quedó embarazada y se contagió de sífilis. No se sabe quién era el padre, si un amante ocasional o alguno de sus patrones; sin embargo, el sujeto evadió su responsabilidad. “Aunque la doble moral del siglo xix permitía a los hombres alejarse de semejantes lazos —explica Rubenhold—, solían destruir la vida de las mujeres, que acababan teniendo que sufrir las consecuencias”. La humillación y el escarnio a los que Elisabeth fue sometida por las autoridades durante el tratamiento de su enfermedad venérea —su nombre fue colocado en el “registro de la vergüenza”— provocaron que evitara pedir ayuda a su familia, y a su vez le impidieron conseguir un trabajo respetable. Aquellas circunstancias la orillaron a prostituirse. A los siete meses, dio a luz a una niña que nació muerta. Vigilada por la policía y juzgada por sus conocidos, Elisabeth buscó rehacer su vida lejos del estigma y las miradas reprobatorias. En febrero de 1866, a los 22 años, tomó un barco que la llevó a Londres, donde trabajó como empleada doméstica en un elegante barrio, cerca de Hyde Park. Poco tiempo después, conoció a John Stride, un carpintero con quien contrajo matrimonio. Pero la felicidad parecía eludirla: tras fracasar en el intento de poner un café, y los consecuentes problemas económicos, su matrimonio naufragó. En 1877, se separó de su esposo y se mudó a Whitechapel. Acosada por las penurias, Elisabeth recurrió a diferentes estrategias para ganarse el sustento: se prostituyó, pero también se hizo pasar por sobreviviente de un naufragio que había conmocionado a Londres: el desastre del Princess Alice, que acabó con la vida de 650 pasajeros, y por el que el gobierno ofrecía compensaciones económicas. No está claro si consiguió engañar a las autoridades, pero contó la historia a quien quisiera escucharla y recibió la caridad de los desconocidos. Durante las semanas que precedieron a su asesinato, la sífilis que padecía desde hacía 20 años entró en su etapa final, atacando su sistema nervioso y provocándole comportamientos agresivos; protagonizó altercados callejeros y fue detenida por la policía en varias ocasiones. En la madrugada del 30 de septiembre de 1888, su cadáver fue descubierto en un penumbroso callejón, en Dutfiel’s Yard. Yacía en posición fetal, y sostenía un envoltorio de caramelo entre sus dedos. “Su muerte dejó muchas preguntas respecto a una mujer que nadie parecía conocer de verdad —señala Rubenhold—. Es más que posible que ésa fuera la intención de Elisabeth”. Catherine perteneció a una familia de 12 hermanos, y quedó huérfana cuando era una adolescente. Sus hermanas mayores dispusieron que se fuera a vivir a Wolverhampton, con unos tíos a los que apenas conocía. Poco después, entró a trabajar a una fábrica de piezas de hojalata, con un horario de 7:00 de la mañana a 7:00 de la tarde; al regresar a la casa, debía ayudar en las labores domésticas. Por esa época, comenzó a desarrollar un gusto por el alcohol. Los problemas con sus familiares no se hicieron esperar, así que decidió emigrar a Birmingham, donde vivió con otro tío, que se dedicaba al boxeo. Aunque este pariente era más permisivo, Catherine debía trabajar. Consiguió empleo en una fábrica, donde pulía bandejas de laca durante horas.


A los 20 años, se enamoró de Thomas Conway, un exsoldado irlandés convertido en buhonero: esa estirpe de pregoneros que iban de pueblo en pueblo, vendiendo objetos y cantando baladas. Se mudó con él a una pensión, y se embarazó de su primer hijo. Catherine y Thomas constituyeron una peculiar pareja: iban por las calles recitando noticias de asuntos trágicos, y vendiendo folletos con la historia completa. Ella disfrutaba esta nueva faceta, pues había aprendido música en la escuela y sabía cantar. Tras años de llevar un estilo de vida nómada, la pareja se instaló en Londres en 1867; en ese momento, tenían tres hijos. Catherine debió soportar los recelos de su familia, pues desafiaba las convenciones de la época: no se había casado, tenía hijos fuera del matrimonio y había llevado una vida itinerante. La capital no trató bien a Chaterine y a Thomas; con el tiempo, el trabajo comenzó a escasear, y la comida también. Harriet, su hija más pequeña, murió de desnutrición. Thomas comenzó a ausentarse de la ciudad para buscar trabajo, y su comportamiento se tornó violento; golpeaba con frecuencia a Catherine; él era abstemio y no le gustaba que ella bebiera. Para 1877, su unión se tambaleaba. Catherine buscó refugio en distintos asilos, mientras su estado emocional se deterioraba. Protagonizó varios desórdenes públicos por embriaguez y fue a dar a la cárcel. En 1881, se separó de Thomas y se trasladó a Spitalfields, donde alquilaba una cama en Flower and Dean Street. Inició una nueva relación con John Kelly, un sujeto con quien compartía la afición por la bebida. Como explica Rubenhold, la situación de Catherine era dramática: “había perdido las simpatías de la mayor parte de su familia. Había sufrido violencia doméstica, había estado de luto y había experimentado la degradación del asilo, el hambre y la enfermedad”. La noche del 30 de septiembre de 1888, fue llevada a la comisaría de Bishopsgate, tras haber sido encontrada ebria en la calle. La policía la liberó a la 1:00 de la madrugada. Caminó por las aceras, exhausta, hasta que encontró un lugar para dormir, en una alejada esquina de Mitre Square. El feminicida de Whitechapel, que una hora antes había acabado con la vida de Elisabeth, se topó con ella, y decidió cometer un doble crimen, que llevaría a los habitantes de Londres al paroxismo del miedo y la paranoia. Catherine, que durante sus últimos días se ganaba el sustento vendiendo chácharas, fue catalogada como prostituta: tanto a las autoridades como a la prensa les convenía nombrarla así, para que encajara en el supuesto patrón del asesino. El Otoño del Terror estaba por llegar a su fin; sin embargo, aún faltaba una víctima.

Jack the Ripper, The Nemesis of Neglect Punch London Charivari cartoon,1888

Mary Jane

en Ratcliffe Highway, un lugar de pensiones baratas, antros de opio, pubs y music halls, frecuentado por marineros; era un sitio violento, con trifulcas y escándalos cotidianos. A sus 22 años, Mary Jane no era ajena a las pulsiones del alcohol. En el tóxico ambiente de Ratcliffe Highway, sacó su lado oscuro: cuando se emborrachaba, se transformaba en una mujer peleonera. Los problemas con su matrona comenzaron a surgir. Esto, sumado a que Mary Jane se enteró de que un desconocido había comenzado a preguntar por ella en los pubs de la zona, fingiendo ser su padre, motivó su fuga hacia el East End, donde se alojó en el barrio de Spitalfields. En Whitechapel también encontró el amor: se fue a vivir con Joseph Barnett, un transportista criado en una familia irlandesa. Su relación era turbulenta; a los dos les gustaba beber y siempre andaban escasos de dinero. Se mudaron constantemente de domicilio, hasta que terminaron en una habitación de Miller’s Court, al fondo de un oscuro callejón. Las disputas entre ellos aumentaron; finalmente, Barnett decidió marcharse. El 9 de noviembre de 1888, fecha en que fue asesinada, Mary Jane regresó a su habitación hacia las 12:00 de la noche. Una de sus vecinas la escuchó cantar “Una violeta arrancada de la tumba de mi madre”. A la mañana siguiente, su cuerpo fue encontrado en su cama. A su cortejo fúnebre acudieron los dueños de los pubs y sus mejores clientes, varias colegas, y mirones. Como afirma Rubenhold, Mary Jane “se convirtió en lo que Whitechapel imaginaba que era: una heroína local que sufrió a manos de un monstruo que seguía suelto”.

Mary Jeannette Kelly resultó la más misteriosa de las víctimas. No hay manera de reproducir con exactitud su biografía, porque ella se encargó de envolverla en una serie de pistas falsas. Decía que era de Irlanda, que se había casado con un minero que había muerto en una explosión, y que había tenido un hijo, pero ninguno de estos datos se pudo comprobar. “Cuando la noticia de su asesinato se extendió por el Reino Unido y por todo el mundo —señala Rubenhold—, ni un amigo, ni un pariente del pasado parece haber reconocido el nombre de Mary Jane Kelly”. Lo cierto fue que llegó a Londres en algún momento de 1884, y que trabajó como prostituta de lujo en el West End. Mary Jane se distinguía entre sus colegas porque era joven, atractiva y tenía clase. Durante un tiempo vivió en Knightsbridge. Una de sus caseras la describió como una persona que procedía de una familia acomodada, cuyo nivel de escolaridad era alto, y que tenía dotes artísticas. Las cosas parecían ir bien, hasta que fue víctima de un crimen que ya se practicaba en aquella época: la trata de mujeres. Con engaños de un supuesto pretendiente, fue llevada a París, donde se vio atrapada en un burdel. Mary Jane logró escapar y regresar a Londres, aunque no sin consecuencias. Los traficantes de gente buscaban silenciar a quienes huían de sus redes, para impedirles testificar en su contra. Como ya no podía volver a West End, donde era conocida, optó por residir y trabajar

Al inicio de From Hell, la novela gráfica de Allan Moore sobre el Otoño del Terror, se lee lo siguiente: “Este libro está dedicado a Polly Nichols, Annie Chapman, Liz Stride, Kate Eddowes y Mary Jeannette Kelly. De ustedes y de su muerte: sólo de eso estamos seguros. Buenas noches, estimadas damas”. Moore se refiere a que existen múltiples sombras acerca de las vidas y el destino final de las cinco víctimas. Sobre ellas pesaron —y siguen pesando— prejuicios morales. Fueron mujeres que transgredieron los códigos de comportamiento de la época: eran alcohólicas; madres divorciadas o que concibieron fuera del matrimonio, y su sexualidad retaba a las buenas conciencias. Se les consideró como fracasadas. Su contexto social y familiar no las ayudó a superar la enfermedad ni la desesperación; por el contrario, contribuyó a su declive, a que terminaran durmiendo en las calles o en cuartuchos, donde el feminicida de Whitechapel se aprovechó de su vulnerabilidad. Al igual que Rubenhold, Moore indagó en sus historias, las sintió cercanas. Por eso les pudo decir “buenas noches”. Si analizamos sus vidas y comprendemos que fueron mucho más que las víctimas de un psicópata, las cinco mujeres podrán descansar en un lugar que no sea el oscuro callejón donde fueron asesinadas, y donde han permanecido por más de un siglo en el imaginario popular. + 15

Bernardo Esquinca. Escritor. Su libro más reciente es el volumen de cuentos El libro de los dioses, publicado por Almadía.


Julio Trujillo

Malditos poetas


E

l siglo xix produjo, como un terrible parto de los montes, al poeta maldito. ¿Hijo bastardo de aquellos años que anunciaban nuestro mundo? Oveja negra, sin duda, figura inoculada de una oscura melancolía, como si por sus venas fluyera la reconcentrada bilis del malestar en la cultura. ¿Su lugar de nacimiento? Francia, aunque más precisamente se le asocia con los arrabales de París, esa ciudad diseñada para la más exquisita decadencia, siempre tan fin de siglo. El poeta maldito es un constructo, por supuesto; una estilización que bien pudo dibujar Daumier; la caricatura de un alma profesionalmente atormentada, miserable, sensual y con tratos frecuentes con las fuerzas oscuras y satánicas que a todos tientan, pero a él, al poeta maldito, poseen e incluso inspiran, criatura nocturnal, novio de la luna y prestidigitador de palabras y maldiciones. ¡Ah! ¡Qué bien se siente escribir como un maldito poeta! Lo cierto es que el personaje, aunque más cercano a la fantasía que a la realidad, tuvo éxito en el imaginario popular. Mucho. Tanto que hoy, dos siglos después y en cualquier latitud del mundo, la gente sigue asociando al poeta con un personaje desgarbado, greñas al aire, vestido de estricto negro, muerto de hambre y asocial, que todo lo juzga —y nos juzga— con la maléfica mirada de la hiperlucidez. Ahora bien, el poeta maldito no se generó espontáneamente, como uno de esos rumores cuyo nacimiento es imposible identificar. No, en este caso tenemos una pistola humeante que es también el acta de nacimiento de ese hijo pródigo del siglo xix. Se trata de un librito minúsculo y poderoso —como un virus—, titulado, ni más ni menos, Los poetas malditos. Su autor es uno de los más malditos de los poetas, el adorable Paul Verlaine, sin cuya absoluta fascinación por sus amigos tal vez hoy los poetas pareceríamos maestros de primaria. Pero, antes de entrar en las páginas de ese embriagante libro, vale la pena preguntarnos por su título, pues con él Verlaine bautizó para siempre y con gran tino a un fenotipo de la fauna humana. ¿Por qué malditos? Porque, antes de Verlaine, su majestad satánica Charles Baudelaire ya había dejado caer esa etiqueta como un rayo fulminante en el primer poema de Las flores del mal. Ese poema se titula, oh quemante paradoja, “Bendición”, y en sus primeras cuatro estrofas lo dice todo con tal contundencia que nos condena para siempre a ser unos simples explicadores. Comienza más o menos así (pido permiso para prosificar): “Cuando, por un designio supremo, aparece el poeta en este mundo hastiado, su madre, espantada, profiriendo blasfemias, crispa los puños hacia Dios.” Qué apertura más encantadora: la mamá asustada de su propio bebé, el poeta. Asustada y enojada con Dios, a quien le dice que, como no puede arrojar a las llamas a ese monstruo recién nacido, va a hacer que todo su odio recaiga “sobre el útil maldito de tus malas acciones”. Se entiende que ese “útil” o “instrumento” es el poeta, y que las malas acciones son de Dios, que así quiso que fuera. Y ya: con esas pocas venenosas líneas del infinito Baudelaire, el poeta maldito queda tatuado con ese nombre para siempre. A Verlaine sólo le faltaba hacer una lista: una pequeña galería de malditos. Y vaya que la hizo. En el índice de Los poetas malditos figuran estos nombres: Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes Valmore, Villiers de L’Isle-Adam y Pauvre Lelian. Apenas seis nombres en uno de los clubes más selectos de la historia de las letras. Y de esos seis, hay dos que —confesémoslo— no reconocemos: ¿quiénes son Marceline Desbordes Valmore y Pauvre Lelian? Vayamos por partes. La prosa de Verlaine ha caducado; su galería de poetas está tan plagada de ínfulas y florituras verbales que el siglo xxi apenas le perdonaría un par de renglones, pero no debemos juzgarlo con el cinismo ni la sequedad del presente: a Verlaine hay que leerlo como si estuviéramos bebiéndonos el quinto ajenjo y no tuviéramos con qué pagar, como si no hubiera siglo xx a la vista y cada día anunciara un pequeño apocalipsis. Bien. Sobre su primer poeta, Tristan Corbière, dice: “Furioso amante del mar, era el jinete de su excesivo ímpetu, y en la más briosa de las grupas montaba en horas de tormenta”. ¡Qué tal! Y luego procede a afinar la silueta del arquetipo de poeta maldito: “Despreciaba el Éxito y la Gloria hasta el punto de aparentar retarles”. Y luego, con cierta prisa, como si le urgiera hacer el elogio de su viejo amigo y amante, de la persona que

más lo hizo sufrir y sentir, del niño prodigio que sólo se materializa cada 300 años, Verlaine le dedica las mejores páginas de su libro inmortal a Arthur Rimbaud. Son párrafos emocionantes porque, a pesar de que Rimbaud se dedicó a torturar psicológica y sentimentalmente a Verlaine en una de las relaciones más tóxicas que registre la enciclopedia literaria, Verlaine, generoso, con el corazón hecho puré, se quita el sombrero ante el genio verbal del autor de Una temporada en el infierno. Dice: “En aquella época relativamente lejana de nuestra intimidad, Arthur Rimbaud era un niño de dieciséis o diecisiete años, ya por entonces afianzado a todo el caudal poético que sería menester que el público conociera”. Y se deshace en elogios: “¡Sublime erupción, maravillosa pubertad!”, “La musa de Arthur Rimbaud pulsa todas las cuerdas del arpa”, “Es algo como lo que Goya hizo”, “Ese gran poeta que es por la gracia de Dios”. Sobre su decisión de callar a la musa para siempre, Verlaine escribe estos conmovedores, de verdad inolvidables renglones: “Sepa Arthur Rimbaud que nosotros no juzgamos los móviles de los hombres, y tenga por segura nuestra aprobación (y nuestra negra tristeza también) de su abandono de la poesía, supuesto que este abandono haya sido para él lógico, honesto y necesario, lo cual no dudamos”. Y termina diciendo inobjetablemente: “¡Se maldijo a sí mismo este poeta maldito!”. Luego comparece Mallarmé, quien a mi juicio es una anomalía: ¿maldito Mallarmé, el más exquisito de los exquisitos? Hoy se le recuerda como una inteligencia poética pura con un chal en los hombros, como a un respetable viejito, no como a un maldito, pero en fin… un golpe de dados jamás abolirá que te etiqueten. Marceline Desbordes Valmore es la única mujer incluida en el selecto grupo. Hoy casi nadie la conoce, pero llevará para siempre la corona de ser la Poeta Maldita en ese club de Toby. Por las múltiples temáticas de su obra, Verlaine la compara con una “iglesia de cien capillas”, y la cita profusamente, añadiendo: “Si, rivalizando con los mejores elegíacos, alguna vez la pasión ha sido bien expresada, es sin duda en estos trozos, a los que no quiero juzgar”. Pero juzga, cómo no, y al final de su semblanza remata así, ni más ni menos: “Proclamamos en voz alta e inteligible que Marceline Desbordes Valmore es sencillamente —con Georges Sand— la única mujer de genio y de talento de este siglo, y de todos los siglos, en compañía de Safo, quizá, y de Santa Teresa”. No es poca cosa, ¿verdad? A continuación desfila el conde Auguste Villiers de L’Isle-Adam, cuyo solo nombre ya está atravesado de resonancias malditas, lector de Hegel, admirador de Wagner, autor de unos muy crueles Cuentos crueles y de quien Verlaine dijo: “Todo el París literario y artístico, nocturno con preferencia, le conoce, y si no le ama, le admira”. “Cuando Villiers se va, nos deja un negro vacío”, escribe, elogiando al poeta, y abunda: “Le incluimos entre los Poetas Malditos PORQUE NO ES LO BASTANTE GLORIOSO en esta época, la cual debería estar a sus pies”. Ya las mayúsculas señalan el entusiasmo casi extático con que el librito de Verlaine fue redactado… Finalmente, un desconocido, Pauvre Lelian, ¿quién? Ay, lector, lectora, ¿no reconoces en ese nombre el anagrama del mismísimo Paul Verlaine? Así es, el autor se incluye a sí mismo bajo un pobre (pauvre) disfraz, acaso acentuando así su estirpe de maldito… ¿Son los únicos malditos esos ilustres seis? Por supuesto que no: el del poeta maldito es un molde que vendrían a llenar muchos personajes, desde el ya mencionado Baudelaire, pasando por un maldito colosal, Edgar Allan Poe, hasta una selecta serie de poetas malditas, entre las que se encuentran las suicidas Sylvia Plath, Anne Sexton y Alejandra Pizarnik… Yo agregaría a nuestra Pita Amor, quien recorría las calles de la Zona Rosa de esta maldita Ciudad de México con la elegante decadencia de una leyenda que muere. Pero el poeta maldito en estado puro pertenece al siglo xix, es imposible no verlo en blanco y negro, desapareciendo en un daguerrotipo fantasmal. Es imposible no imaginarlos a todos navegando esos años en un barco ebrio, diciendo a coro: “Yo he visto al sol manchado de místicos horrores...”. +

Julio Trujillo. Poeta. Le gustan las esdrújulas, la poesía inglesa y el café cargado. Su libro más reciente es Jueves (Trilce, 2021). Twitter: @amadonegro.

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Entrevista a Julia Quinn

Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

Quiero leer un libro que me haga sentir feliz Yara Sánchez De La Barquera

C

quería verlo de inmediato y mi expresión fue de sorpresa. Aquella vez estábamos en una locación, pero en la segunda visita ya habían construido un mundo entero. Algo inimaginable. La parte exterior del edificio tenía tres o cuatro plantas; había carruajes en el interior… Entrabas, y estabas en la casa Featherington; volteabas al otro lado, y estaba la habitación de Daphne. También hay vestuarios increíbles. Honestamente, nunca hubiera imaginado que sucedería algo así. Lee+: Es un dharma contar con esa buena fortuna, después de mucho sacrificio y no saber —como cualquier autor en un principio— si encontrarás a tus lectores. JQ: Esto ha sido como el cuento de Cenicienta. Mi obra no sólo fue adaptada, sino que se realizó de una manera extraordinaria. No he tenido un solo momento en el que haya sentido disgusto. Hay gente que me pide consejos sobre cómo adaptar un texto, y yo le respondo que no lo sé. Yo no hice nada. Las cosas que pudieron ser fabulosas ocurrieron. Lee+: Me gustaría que platicáramos sobre el deseo femenino en tu saga. Yo amo Madame Bovary, y su protagonista tiene algo en común con tus personajes: hay momentos en los que el lector reconoce que las mujeres no tenían libertad. ¿Cómo se inició tu diálogo con el deseo femenino? JQ: Hay que empezar por pensar cómo era la sociedad en esa época: cuáles eran las normas, qué se les permitía a las mujeres, cuál era su lugar. Después, cuando piensas en tus personajes, te preguntas: ¿será ella alguien que imponga su personalidad sobre las normas sociales?, ¿o es alguien que se opondrá a éstas de forma silenciosa? Así, resulta alguien como Eloise, que agita la bandera, mientras que también tienes a alguien como Daphne, que es mucho más discreta,

asi nadie conoce a Julie Pottinger; en cambio, reconocemos su seudónimo de inmediato: Julia Quinn. Desde hace 21 años, ella es una de las autoras estadounidenses cuya obra resulta más vendida. Sus libros se han traducido a 29 idiomas y han aparecido 19 veces en la lista de bestsellers del New York Times. Ahora, algunas de sus historias se han convertido en una serie de Netflix, un hecho que potenció su presencia. Platicar con Julie o con Julia —nadie sabe a ciencia cierta quién de ellas fue la que nos respondió— era indispensable para asomarnos a un mundo en el que el amor siempre triunfa. Lee+: Hablemos de El duque y yo; han pasado 21 años desde que publicaste esta novela intergeneracional: las abuelas, madres e hijas comparten tus historias. ¿Cómo se ha transformado desde su aparición? JQ: Ha sido un poco surreal. Verla convertirse en una obra global es fascinante: el mundo la descubrió de una manera que nunca consideré posible. Hay gente que me hace preguntas sobre de dónde saqué algunas ideas, y ya no puedo recordarlo con precisión: la escribí en 1998. Lee+: Tú debes ser una buena lectora de las novelas de Jane Austen. Si algo te inspira, encuentras tu historia… JQ: La gente me pregunta: “¿Qué te convirtió en escritora?”. Esto ocurrió por mi amor a la lectura. No todos los lectores se convierten en autores, pero todos los escritores son grandes lectores. Yo elegí escribir porque decidí leer por diversión. Las historias románticas, ubicadas en el periodo de Jane Austen, nos acercan a una suerte de cuento de hadas. Por eso es tan divertido leer sobre aquel entonces; simplemente, es algo que disfruto. Creo que siempre tuvo sentido escribir sobre esos momentos, y me funcionó muy bien. Lee+: Y ahora el mundo entero se enamoró de tus historias. Gracias a ti y a Shonda Rhimes, asistimos al estreno en Netflix de una serie basada en tus obras. ¿Qué tan involucrada estuviste en el proceso de adaptación? JQ: Los Bridgerton celebra el poder de las conexiones humanas, románticas, familiares o de amistad. Éste es el corazón de sus historias, y éstas se presentaron en un momento en el cual la gente realmente extrañaba eso, debido al aislamiento. Tuve la oportunidad de visitar el set antes de ver los episodios. Gracias a esto, tenía algunas claves y una idea de cómo iba a verse todo, pero aun así me sorprendí cuando vi la serie completa. La primera vez que fui al set, me filmaron y aparezco tapándome los ojos con las manos, porque no 18

Yara Sánchez De La Barquera. Editora, promotora cultural, estudiosa y terapeuta cuántica de cabello rosa. Edita revistas desde 2004; Lee+ es su pasión, terapia y salvación. Brinca fronteras para encontrar el mejor festival de rock. Si ves lentejuelas y estoperoles por doquier sabes que pasó por allí.


aunque también se encuentra buscando su lugar, y se dice a sí misma: “Debo tener control sobre ciertos aspectos de mi vida. Soy una persona y debería poder decidir con quién casarme”. A mí me encanta celebrar a las mujeres que contribuyeron a impulsar la ola para aquellas otras que ondean la bandera. No todas podemos ser la persona al frente del desfile; sin embargo, ella cuenta con una multitud de mujeres ayudándola. Es muy importante reconocer a estas personas. Debemos recordarle a todo el mundo que es necesario conmemorar a los revolucionarios, a quienes encontraremos en los libros de historia, pero también a quienes los sostuvieron a lo largo del camino. Ellos son igualmente importantes y merecen la misma celebración. Lee+: En estos momentos resulta crucial que cada persona sea pionera en su propia vida. Hay mujeres de todas las edades a quienes les preguntamos si están cumpliendo sus deseos verdaderos sobre cómo quieren vivir, y la respuesta menos frecuente es “sí, he vivido justo como he querido”. JQ: Me parece que la serie muestra extraordinariamente ese aspecto de la vida desde una perspectiva femenina. Para mí es muy interesante que, siempre que encuentro alguna reseña sobre Los Bridgerton, se habla de aspectos como “un programa picante”, “explícito” o “sexy”; esto me resulta curioso porque hay muchas series que son explícitas. La diferencia es que en Los Bridgerton se revelan la sexualidad y la intimidad entre personas que se preocupan la una por la otra. Hay un aspecto romántico, y el sexo no es transaccional. Además, se muestra desde una perspectiva femenina, en oposición a la masculina. No es que haya mucha desnudez en el programa, sino que la que hay es de hombres. Quienes lo llaman explícito tal vez sean hombres sorprendidos de ver la perspectiva de Daphne. Es importante contar con la perspectiva masculina, porque es un romance heterosexual; pero hemos estado tan habituadas a que el arte sea creado por los hombres y a que se determine no sólo lo que vemos, sino lo que estudiamos en la escuela y lo que se considera entretenimiento... Me resulta fantástico que existan series que valoran a las mujeres y su punto de vista, pero también la felicidad, pues no tenemos muchas que la abordan como meta. Tendemos a apreciar más el arte y el entretenimiento que no se basan en la felicidad, como si dijéramos: “Démosles los premios a las cosas tristes”. Lee+: Esto también sucede con los libros que retratan a la sociedad como lo peor. JQ: En efecto. Con las historias de amor, la gente dice: “Eso no es realista”. Sin embargo, ¡las personas se enamoran todos los días! ¿Por qué un libro sobre un asesino serial es necesariamente más realista? Lee+: Normalizamos la tragedia. JQ: Me encantaría normalizar la felicidad. Lee+: Ahora me gustaría que nos hablaras de Los Rokesby. JQ: ¡Claro! Los Rokesby es una precuela de Los Bridgerton. La serie ya está concluida en inglés, mientras que la mitad ha sido publicada

en español. Las portadas de las ediciones en español son hermosas, me encantan. Mucha gente pensaba que yo iba a escribir una secuela basada en los hijos de los Bridgerton. Sin embargo, esto ocurrió en la dirección opuesta por un par de razones: la primera fue que pensé que sería muy divertido tener a los padres de los Bridgerton como personajes principales; en segundo lugar, era una época interesante, y uno de los libros, Un marido inventado, ocurre en Nueva York durante la guerra de Independencia de Estados Unidos. Al final de la saga, verás a algunos de los personajes de Los Bridgerton como niños; Anthony y Benedict tienen siete y cinco años, y Kyle es un bebé. Escribir esas escenas fue muy grato, y la historia gira alrededor de la trama amorosa. Lee+: ¿Cómo fue tu proceso de investigación? JQ: He estado escribiendo sobre esta época desde mediados de los noventa, de tal manera que mucha de la información ya la conozco. Sin embargo, siempre tienes que investigar mientras escribes. Por ejemplo, en el tercer libro de Los Rokesby, La otra miss Bridgerton, gran parte de la historia tiene lugar en un barco, y me percaté de que no sabía absolutamente nada sobre navegación. Estaba escribiendo y decía: “¡No sé nada!”; ahí sí que me dediqué a hacer una gran investigación. Lee+: ¿Cómo administras tu tiempo con las fechas de entrega y los editores? ¿Les dices “necesito una semana para investigar las diferentes medicinas de esa época”, por ejemplo? JQ: Para mí las cosas no funcionan de esa manera; son búsquedas que hago mientras escribo, conforme las voy necesitando, así que todo está un poco repartido. Mi mayor problema es que suelo tomarme mucho tiempo entre proyectos. Lee+: ¿Y qué estás leyendo ahora? JQ: Creo que en este momento no estoy leyendo nada,pero te puedo decir cuál es el próximo libro que leeré. Aquí lo tengo, es Lizzie & Dante, de Mary Bly... La autora utiliza el pseudónimo de Eloisa James; escribe novelas románticas, y éste es el primer libro que ha escrito bajo su propio nombre. Es un poco diferente, no es una historia romántica. Tiene lugar en Italia, y Mary viaja a Italia muy seguido, así que sé que me darán muchas ganas de viajar, y me emociona mucho leerlo. Lee+: ¿Lees novelas de Jane Austen o de esa época? JQ: Amo a Jane Austen, pero considero que la gente cree que este tipo de novelas no son difíciles de leer y sí lo son. No soy una gran aficionada a leer novelas de hace mucho tiempo, prefiero la literatura moderna. Pero siempre quiero leer un libro que, al concluirlo, me haga sentir feliz. +


Arte

El talentoso y mentiroso her Joseph Beuys

Joseph Beuys, Paris, ca. 1985, Fotografía, © imago images

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al artista directamente con la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial. En su juventud, Beuys se ofreció de voluntario para la Luftwaffe. Durante una misión, su avión fue derribado en Crimea. De alguna forma, Joseph sobrevivió y fue rescatado por un grupo de Juan Cárdenas tártaros, quienes lo mantuvieron con temperatura cálida utilizando fieltro y grasa animal; además, curaron sus heriuando se habla de artistas alemanes, no es fácil calificar a das. Los tártaros salvaron su vida y, según relata ninguno como “uno de los más influyentes del siglo xx”. en su biografía, desde ese momento toda su percepción cambió. Pero nunca hubo nada fácil alrededor de Joseph Beuys. Cien Sin embargo, los detalles de aquel accidente años han pasado desde su nacimiento, y cien años más pasarán para son poco claros: Beuys posó de inmediato para una foto sin mostrar ningún síntoma de trauma o seguir hablando de él, de su obra y de su vida. de heridas acordes con un accidente aéreo. AdeArtista multifacético, empezó a hacer performance antes de que las más, el escultor es acusado de mentir constante y sistemáticamente instalaciones tuvieran ese nombre. Rompió muchos parámetros de como parte de su personaje artístico, por lo cual algunos piensan la escultura. Sus ideas eran radicales, a veces progresistas, a veces que pudo haberse tratado de una historia creada por él. conservadoras. No tenía miedo de expresarlas, fuesen artísticas, poEl hombre, separado del artista, también fue polémico. Estuvo líticas o educativas. implicado con muchos exnazis, un hecho que no pasó desaperci“La escultura siempre debe cuestionar obstinadamente las pre- bido, pero, en una época en la que las comunicaciones eran limimisas básicas de la cultura imperante. Ésta es la función de todo tadas, tampoco le significó un problema, pues nunca llegó a tener arte, que la sociedad siempre está tratando de suprimir, pero es acusaciones serias. imposible reprimirlo”, dijo alguna vez, en los setenta. Y aunque, Muchas de sus actitudes fueron retrogradas e incomprensibles, en ciertamente, buscó y consiguió crear conversación alrededor de comparación con su atrevido espíritu artístico. Beuys creía que todo su arte, sus cuestionamientos fueron objeto de polémica. Y es ser humano era un artista, y que el arte era y debía ser efímero, para que Joseph Beuys era un buscar y mantener una reespectáculo, y gozaba de acción en el espectador. esto; lo utilizaba; lo hizo Por ello sus esculturas más suyo. Los diferentes meicónicas se encuentran en dios de comunicación documentos descriptivos, poco a poco facilitaron en reproducciones y en esta tarea. Beuys pertecrónicas. neció a quienes hicieron Un valor inmensurable el espectáculo parte del de Beuys consistió en su siglo xx. labor como educador, que Durante una entrevisdesempeñó con pasión y ta en 1969 para la revista entrega. El atrevimiento Artforum, Beuys dijo que al cual motivó a sus alumhabía desarrollado un parnos fue notorio. Muchos tido político para los aniartistas han ayudado a immales, con él mismo como pulsar a las próximas gelíder. “Estás loco”, le dijo neraciones, enseñándoles entre risas el entrevistasus caminos; pero pocos dor, Willoughby Sharp. lo han hecho con tanto Beuys respondió: “Y, por fervor como Beuys cuanlo tanto, soy un hombre do enseñaba en la KunsJoseph Beuys on 'Coyote, 1974, at the René Block Gallery (NY) muy valiente. Más podetakademie Düsseldorf. Sus roso que Nixon”. enseñanzas consiguieron Su obra más famosa fue un performance: I Like America and tanta fama que incluso han sido representadas en películas, como la America Likes Me (Amo a América y América me ama). En 1974, fue biográfica de Gerhard Richter, Never Look Away (2018), en la que trasladado directamente desde el aeropuerto de Nueva York hasta un personaje anónimo parecido a Beuys aparece en la escuela a la la galería René Block. Ahí, Beuys estuvo encerrado en un mismo que asiste Richter. En cierto momento, Beuys llegó a considerar su espacio junto con un coyote durante una semana. Todo ese tiempo, práctica pedagógica su mayor obra de arte, más importante que sus Beuys se cubrió con fieltro, uno de sus materiales preferidos —el objetos físicos, que no exhibió a menudo durante su vida. cual tiene en su historia un significado especial, que referiré de inA un centenario de su nacimiento, todo sigue en movimiento, y mediato—. Al principio, el coyote mostraba desencanto y desinterés resulta válido pensar que su vida entera y el objetivo que le impuso por Beuys, pero poco a poco desarrollaron cierta empatía y comuni- fueron su obra maestra. Cualquiera que sea el acercamiento a la obra cación. Al término de la semana, el artista fue trasladado de vuelta y al nombre del escultor, el silencio se vuelve imposible: obliga a la al aeropuerto en una ambulancia. discusión, y así comprueba que sus objetivos fueron alcanzados. DesLa importancia del fieltro para Beuys proviene del incidente más pués de todo, conocer acerca de Joseph Beuys genera reacciones que polémico en su vida, que ha sido puesto en duda varias veces y liga le habrían fascinado. +

C

Juan Cárdenas. Escritor y fotógrafo mexicano radicado en Las Vegas. Ha expuesto su trabajo desde hace más de 20 años y bajo el seudónimo Desautomatas busca en su arte la reinterpretación y replantación de todo discurso e idea. Síguelo en @Desautomatas.

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A 100 años del fallecimiento de López Velarde

Julio Trujillo

L V u le

ÁGUEDA “Mi prima Águeda” es un hermoso poema del primer libro de López Velarde, La sangre devota. El poeta recuerda a su prima vestida toda de negro, pero contrastando esa oscuridad con el verde de sus ojos y el rubor de sus mejillas. Esa combinación de colores lleva al poeta a transfigurar, con un golpe de magia verbal, a su prima en un bodegón, en “un cesto policromo / de manzanas y uvas / en el ébano de un armario añoso”. José Luis Martínez dijo que este poema es “un Cézanne sonoro”. BAUDELAIRE Alma gemela del poeta mexicano, lectura indispensable en su formación. Ambos son poetas modernos, poetas en situación de ciudad, poetas-críticos y enfermos de spleen. López Velarde le rinde homenaje en dos versos sobre su juventud: “Entonces era yo seminarista, / sin Baudelaire, sin rima y sin olfato”. CORAZÓN Bomba de la sangre, epicentro de la circulación, hogar de la metáfora sentimental, el corazón es la Roma a la que llevan todos los versos de López Velarde. Dice Octavio Paz: “Los títulos de sus cuatro libros aluden al corazón: La sangre devota, El minutero, El son del corazón y Zozobra. El corazón, como símbolo y realidad, es el sol de su obra y en torno a su luz, o a su sombra, giran los otros elementos de su poesía”. DADO Íbamos a elegir la palabra devoción, tan suya, pero optamos por una rareza. Uno de los trucos de este mago del vocabulario consistía en sacarse de la manga palabras inusitadas, a veces por complejas, a veces por sencillas, siempre sorprendentes. En su prosa “El bailarín” dice: “El bailarín comienza en sí mismo y termina en sí mismo, con la autonomía de una moneda o de un dado”.

EROTISMO López Velarde escribe casi todo con el filtro del erotismo. La vida es una mujer que él fatalmente procura seducir, y que lo rechaza. Esa tensión es puro eros. “Nada puedo entender ni sentir sino a través de la mujer. Por ella, acatando la rima de Gustavo Adolfo, he creído en Dios; sólo por ella he conocido el puñal de hielo del ateísmo. De aquí que a las mismas cuestiones abstractas me llegue con temperamento erótico”.

E

n una página acaso olvidada, Juan José Arreola confiesa: “Sueño en un vocabulario ilustrado de La suave patria, y luego en la ‘enciclopedia personal’ de Ramón López Velarde. Porque a cada paso se me ocurren las consultas que todavía me planteo después de sesenta años de lectura”. Tiene razón, se antoja y hace falta un glosario, o un diccionario que nos ayude a descifrar las muchas claves que López Velarde sembró en su obra. Nosotros somos incapaces de hacerlo, pero jugamos con la idea de un vocabulario brevísimo, relampagueante, de un lexicón para principiantes. Aquí compartimos un primer esbozo:

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FUENSANTA El nombre es hermoso, y podría ser el pseudónimo de todas las mujeres que López Velarde amó en su juventud; pero Fuensanta existió, vivió y murió como Josefa de los Ríos. En un poema de juventud escribe el autor: “te quise como a una dulce hermana / y gozoso dejé mis quince abriles / cual un ramo de flores de pureza / entre tus manos blancas y gentiles”. Pero la amada, al inicio de Zozobra, agoniza y muere, haciendo de la vida del poeta “una prolongación de exequias”. Josefa de los Ríos muere para vivir como Fuensanta. GENOVEVA Otro nombre hermoso para sumar a la lista (¡son tantos!). “El piano de Genoveva” no es un gran poema, pero cifra toda la fórmula lopezvelardeana: el amor imposible, la diferencia de edades, la devoción. Sus últimos cuatro versos son: “Genoveva, regálame tu amor crepuscular: / esos dulces treinta años yo los puedo adorar. / ¡Ruégala tú que al menos, pobre piano llorón, / con sus plantas minúsculas me pise el corazón!”.


Lopez Velarde, un exicon HAREM-HOSPITAL Vida y muerte, sensualidad y enfermedad, eros y tánatos: en el arco trazado entre el harem y el hospital se mece, como un péndulo, el corazón de nuestro poeta. Él mismo así lo escribió en “La última odalisca”: “soy un harem y un hospital / colgados juntos de un ensueño”.

QUE SEA PARA BIEN “Que sea para bien” es un poema de Zozobra. Se dirige a ella, ella que dio muerte a su niñez, que sustituyó su agua clara por un licor de uvas. Ella… Y de repente estos versos: “¿te quedaste dormida en la vertiente / de un volcán, y la lava corrió sobre tu boca / y calcinó tu frente?”.

IDOLATRÍA Íbamos a elegir iglesia, que está presente en toda su obra, pero también lo está la idolatría, que es una forma ciega de la devoción. En Zozobra tiene un poema homónimo en el que se dedica, paso a paso, a idolatrar el cuerpo de la mujer, sus pies, sus rodillas, sus “bustos eróticos y místicos”, su cintura, su peso (que levanta con sus “felices brazos sacramentales”). Y termina: “Que siempre nuestra noche y nuestro día / clamen: ¡idolatría! ¡Idolatría!”.

REFRIGERIO Palabra consentida del poeta. Aparece aquí y allá, en sus artículos, en sus reseñas, en el poema “En las tinieblas húmedas”, pero sobre todo en este poema póstumo, “Mi villa”: “Si yo jamás hubiera salido de mi villa, / con una santa esposa tendría el refrigerio / de conocer el mundo por un solo hemisferio”. ¡Portentoso!

JEREZ Lugar de nacimiento de nuestro poeta en 1888. Pueblo diminuto al que peregrinan sus lectores más fieles, más devotos. Paraíso perdido, como la infancia, al que quiere y no quiere regresar (pues ese retorno será “maléfico”). Las mujeres jerezanas lo educaron y poblaron su imaginario. López Velarde rescata estos tres versos encantadores de una “señora”: “Cuando busque mi hijo / a su media naranja, / lo mandaré vendado hasta Jerez”.

SUAVE Su poema más famoso, para bien y para mal, es “La suave patria”. ¿Por qué ese adjetivo para patria? En un primer momento, a Octavio Paz le molestó: “Ni nuestra geografía, ni nuestra historia ni nuestro temperamento son blandos, delicados o pacíficos, que eso es lo que quiere decir suave”. Pero Paz entiende que López Velarde quiso bajarles tres rayitas a los trompetazos nacionalistas, escribir en tono menor, ya no declamar sino conversar. La patria vista no como unos mariachis de doce integrantes, sino como un trío. Suave.

KIMONO No encontramos esta palabra en su obra, pero sí en su vida: era un secreto a voces que Ramón frecuentaba, en su adorada avenida Madero, una casa de mujeres vestidas con kimono. LÁGRIMA En un poema titulado “La lágrima”, López Velarde aporta una imagen extraordinaria: “lágrima con que quiso / mi gratitud salar el paraíso”. Nos deja boquiabiertos, sin palabras, con lágrimas de emoción.

MADERO López Velarde fue declarado maderista, admirador del hombre, fiel a sus ideas e incluso probable redactor secreto del Plan de San Luis. Sobre él escribió estos alucinantes renglones: “En la ergástula de los hombres públicos del día, y aun fuera de ella, causó Madero, por su independencia de rara avis, la misma sorpresa que le produjeron a Cook las zorras azules de la fauna boreal”. NOVIEMBRE Al penúltimo mes le dedica López Velarde una prosa en El minutero. Analizarla en detalle requeriría una jugosa beca y acaso un par de años. Si no nos creen, lean nada más el tercer párrafo: “Noviembre, alguacil con tos, noche en que rueda sin mulas la tartana del infierno: sombra de ciprés que abrocha la tapia con la banqueta, para aplastar al gallo de la Pasión, como a un zancudo entre las hojas de un libro de magia negra”.

OBESIDAD La sexta estrofa del poema “El minuto cobarde” nos regala esta imagen que es una pintura al óleo: “Obesidad de aquellas lunas que iban / rodando, dormilonas y coquetas, / por un absorto azul / sobre los árboles de las banquetas”. PROVINCIA Entre la capital de México y la provincia se estira el listón de la sangre del poeta. Escribió desde, para, por y contra la provincia, como si ésta fuera la coordenada única de su brújula atmosférica. No hay Ramón López Velarde sin provincia, sin domingos de provincia, sin provincianas mártires, sin ese margen que, aunque es imantado por el centro, resiste santa, humildemente.

TRECE Nuestro poeta era supersticioso, algo zodiacal, algo gitano. El número trece, por supuesto, le provocaba calosfríos. “Día 13” es un magnífico poema de Zozobra, que comienza: “Mi corazón retrógrado / ama desde hoy la temerosa fecha / en que surgiste con aquel vestido / de luto y aquel rostro de ebriedad”. URUETA Jesús Urueta, gran orador mexicano, apodado “el griego” por su afición helenística. López Velarde lo admiraba y escribió sobre él cuando murió: “En los manteles de Urueta la imaginación es la dama de carne y hueso que junta las manos a la altura de la boca y configura con los brazos desnudos la Sublime Puerta de vocablos, emociones e ideas”.

VÍRGENES En su poema “A las vírgenes”, López Velarde nos tatúa esta imagen tremenda: “…salís a los balcones / a que beban la brisa / los sexos, cual sañudos escorpiones”. WILDE Que sepamos, López Velarde escribió una sola vez este apellido inmortal. Lo hizo en un ensayito sobre Leopoldo Lugones (gran influencia): “Recordamos a Wilde siempre que un caballero nos reseña, en letras de molde, episodios suyos ‘con el escrúpulo de los iliteratos’”. XAVIER VILLAURRUTIA Temprano editor de López Velarde, probablemente el autor del primer ensayo serio sobre su obra, en el que nos deja este retrato: “Algo había en su figura que hacía pensar, indistintamente, en un liberal de fines del siglo pasado y en un sacerdote católico de iglesia del interior, que gozara de unas vacaciones en la capital”. ZOZOBRA Opus magnum de nuestro poeta, maduración perfecta de su voz. En el libro Zozobra (1919), Ramón López Velarde encuentra su acmé, su momento óptimo, su timbre impar. Acaso tuvo que zozobrar para brillar mejor, como ese último rayo, verde, que despide el sol un instante después de naufragar. +

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Entrevista a Riley Sager 24

La arquitectura del thriller

Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

Yara Sánchez De La Barquera

R

iley Sager es el pseudónimo para escribir ficción del periodista, editor y diseñador gráfico Todd Ritter, cuyas novelas se han convertido en éxitos rotundos: Las supervivientes, por ejemplo, se tradujo a 25 idiomas y obtuvo el Premio ITW Thriller. También escribió Last Time I Lied, un bestseller del New York Times, y Cierra todas las puertas, su segunda obra traducida al español. Esta última recién ha llegado a la librería. Después de leerla, nos pareció imprescindible concertar una cita para platicar con él. Lee+: Antes de que se publicara Cierra todas las puertas, la novela ya era catalogada como un bestseller. ¿Cómo consigues lidiar con esta realidad? ¿La fama no te abruma? Riley Sager: Ésta es la habitación donde escribo. Este lugar es muy extraño, pues mi trabajo consiste en sentarme a inventar cosas, e intento hacerlo lo mejor que puedo. Te confieso que me resulta muy raro que mis historias se transformen en libros, y que sean publicados en muchos lugares del mundo. En este momento, hay personas en México leyendo la historia que escribí justo aquí, y eso es muy raro. Y ahora, mientras estoy hablando contigo sobre Cierra todas las puertas, estoy escribiendo un libro que tal vez se publique en México en 2023 o 2024. Todo esto es muy extraño. Lee+: Supongo que también es curioso que no puedas prever en qué mundo será recibido tu libro. Cierra todas las puertas parece una suerte de alegoría de la pandemia. RS: Tienes razón, es muy extraño que Cierra todas las puertas se haya adelantado tres años a su tiempo, y curiosamente no había reparado en ello: el confinamiento como una característica de la novela… Esto no fue intencional. No tenía manera de predecir lo que ocurriría, pero mi novela habla de un tipo de encierro: Jules, la protagonista, no puede salir del edificio en el que vive porque ésas son las reglas de su trabajo. Es la guardiana de un departamento, si sale de él, no le pagan y, por lo tanto, está atrapada. Lee+: Resulta interesante como en la novela el edificio Bartholomew nos sitúa en una tradición muy específica, la de El resplandor o la de El bebé de Rosemary. ¿Consideras que algo de estas obras se relaciona con Cierra todas las puertas? RS: Me encanta que menciones El bebé de Rosemary, porque fue la mayor inspiración para Cierra todas las puertas. Amo el libro, amo la película y amo la idea de una mujer joven e inocente entrando a un edificio histórico y misterioso, donde conoce a un grupo de vecinos que podrían o no resultar confiables. Cuando se me ocurrió esta novela, mi objetivo era preciso: quiero crear un edificio que sea tan icónico como el Overlook de El resplandor o el Bradford en El bebé de Rosemary. Ésa fue la piedra de toque; no quería utilizar un edificio de la vida real, pero quería que pareciera que puede existir en el lado oeste de Manhattan. Por eso utilicé mi imaginación, jugué al arquitecto, y me pregunté “¿qué tipo de edificio crearé?, ¿qué tendrá?”. Gracias a esto se me ocurrieron detalles como las gárgolas afuera de la ventana de Jules, el antiguo ascensor de jaula en medio del vestíbulo... Me divertí muchísimo e intenté convertirlo en un sitio en el que realmente dieran ganas de vivir. Yo habría matado por el departamento de Jules, pero al mismo tiempo se trata de un lugar verdaderamente tenebroso. Lee+: Ya lo dijiste, al construir este contexto te convertiste en un arquitecto, pero existe una serie de medidas precisas que debes establecer para que la tensión realmente funcione, ¿cómo es tu proceso para conseguirlo? RS: Éste es un asunto de prueba y error, de ir descubriendo las cosas. La mejor parte de mi trabajo es cuando aún no me encuentro escribiendo, y sólo estoy pensando. Hay días enteros en los que mi trabajo consiste en sentarme sin libros, café en mano, y sólo me dedico a tratar de resolver algunas preguntas: “¿Qué es lo que quiero hacer?, ¿cómo puedo hacer que suceda?, ¿qué posibles obstáculos aparecerán?, ¿cómo los enfrentaré?”. Es un trabajo divertido, amable, confortable y, en efecto, tienes que pensar en cuestiones como

cuál será la mejor manera de contar esta historia a fin de conseguir el suspenso más profundo. Lee+: ¿Tienes un lector cómplice? ¿Algún familiar o alguien que lea tu manuscrito antes de enviarlo al editor? RS: Tengo varios. Una de ellos es una vieja amiga, a quien conozco desde la preparatoria. Ella lee todo antes que mi editor y mi agente; ella es la primera persona en la que confío. Algo muy útil es que me va compartiendo su opinión conforme avanza, y me envía mensajes de texto con sus teorías y con lo que cree que va a pasar. Eso es buenísimo, porque funciona como si contara con una respuesta en tiempo real por parte de una lectora. Lee+: Casi como una obra de teatro en vivo. RS: Sí, y la mayoría de las veces su reacción es exactamente la que espero. Sin embargo, en ocasiones me dice de algunas partes que considera que no funcionan, pero la mayor parte del tiempo disfruta el viaje y me mantiene al tanto. Esto me da una idea clara de lo que debo revisar: qué resultó inesperado, qué no lo fue, qué debería ponerse más interesante. Una vez me envió un mensaje que decía “bostezo” mientras leía un capítulo. Lee+: Algo que sucede con tus libros es que pareciera que estás llevando al lector hacia un sitio, y de manera inesperada giras en la dirección opuesta. Se trata de una habilidad que realmente has dominado, ¿cuánto tiempo te tomó llegar ahí? RS: Creo que esto se debe a que amo leer thrillers, y también amo ver cine de terror. Me encanta ser sorprendido y engañado por escritores o cineastas. De esta experiencia como lector y espectador adquirí ciertas habilidades. Cuando leo un libro hay veces en las que sé exactamente hacia dónde va. Hace un par de años salió un libro muy famoso a nivel mundial, vendió millones de copias, y recuerdo que de principio a fin sabía a dónde iba y no hubo nada que me sorprendiera. No creo que esto sea algo que a mí me haga particularmente brillante, sino que ahora mi mente funciona de esa manera y, debido a que escribo libros como éstos, me resulta posible ver algunos de los trucos que otros autores utilizan. Para mí se convierte en una cuestión de evitar eso, ¿cómo puedo lograr sorprender a los lectores tanto como a mí me gustaría que me sorprendieran? Lee+: Hablemos sobre el fantasma de la historia, ¿cómo entras en ese espacio? ¿Has tenido experiencias personales con fantasmas? RS: Para mí el mundo sobrenatural es extraño porque no creo en fantasmas, pero les tengo miedo. Nunca he tenido encuentros de ese tipo, pero me atrae la idea de tener un edificio con cien años de antigüedad, que conserve las historias de la gente que ha vivido y muerto en él. Siempre hay algo escabroso en la posibilidad de que existan los fantasmas. Eso da más miedo que los fantasmas en sí mismos. Por esta razón quería infundir en el edificio de Cierra todas las puertas el tipo de leyendas que hacen creer en lo embrujado, en que pueden existir cosas extrañas. Eso aterra más que el hecho de decir: “Mira, ahí hay un fantasma”. +



Entrevista a Rodrigo Morlesin

o d i c o n o c s e d o l a Un tren haci

, un gabinete lleno de donde todo es exceso s lle rsa s del Ve ilo est io palac tes de todas las parte s mágicas provenien tran en cu en se e qu frascos con sustancia la en a cafetería deliciosa un reo rep com a un así ra o, nd mu e el tren fue sabores. “Traté de qu conen ras die pu e helados de todos los qu el en ra de la humanidad, proveniente de sentación de la cultu trar cualquier cosa, ndo, de cualz mu l pe de Ló a rte e im Fát je externo conduc cualquier pa via do To je. r época... y via uie un mpre ención de quier tiempo, de cualq de la vida implican sie los casos, a la reinv de elementos. jor os ch me as grandes aventuras el mu a en ier s y, ntes y de universo que contuv brimiento interior ga scu va de tra ex un a jes s un nuevo n na rle bié da rso tam de pe Quería mezclarlos y travesía está plagada . sin rle Mo uno mismo. Y si esa ata rel ”, fascinante libro de significado es virtudes del la literatura con un a nd e gra elv las vu a. fantásticos, mejor. ) de rus 72 a 19 ña Un o, nta aliudad de Méxic fila de una mo tados en la primera Rodrigo Morlesin (C sensorialidad que res si estuviéramos sen a a diversos idiomas libro es la cid mo or co du e aut tra viv El . fue se e e ura qu qu rit , aventuras para ta a través de la esc nca se equivoca, tidos elve a tomar la pluma con la novela Elvis nu e vu sen ars sin los a ren rle o est Mo nd de ela es, o ap eg ion á Lu tac siempre est cuatro años de presen libro en un ser e implicó una gira de , ubicada en un tren. a y Jim, que y eso transforma al osa Liz gin os, rti an ve rm ia he tor s his do de ia Los colores de tor o. his viv la nte rra ar, sumergirse en una na profundame padre. Al ingres su laneta Junior, 2021) de (P os n? ad tre e añ est mp tan del texto, va aco de sal ¿A dón una estación, gón un cada experiencia tren púrpura desde encontrar en cada va de n ha e la música y los qu s, s ore ico sab ch s toman un enigmático los así como za la travesía de do gantes. va pie tra em ex y jes ce, na are convierte en rso sap se pe el padre de símbolos y de aromas. Cada vagón , mágico, plagado de mundo alun en n bié tam universo imaginario hermanos, pero los ra pa ra se vuelve , ntu ces ave a ton un tor. El viaje, en libro? ocionante para el lec e rimentar em est pe te de ex a a en ide ita tam la a inv s ce ide na no a Lee+: ¿Cómo is..., tenía yo un otivo. La travesía Elv em o , ido cad bli vív la incerpu le, n sta tab ha cié fru ro Re que se llama dis a, desde el asomb Rodrigo Morlesin: lime hasta la angusti canción de Nick Cave sub a lo un ar sde de uch esc pe al las , ilo. en la cabeza e sale en una de bre, el miedo y el júb sica como parte cha gente conoce porqu canción habla tidum rlesin introduce la mú Esa . “O’children”, que mu Mo , lar pu ano po y lóm me mu ó en lvi bu vo música origimo se y Co hay r ar, tte así Po pez te; em rry lículas de Ha de Jim y Liza. Para je a me parecía interesan via ide del esa y tal n ro, a la cual en lib tre e dam en r la lectura de est esta historia, a fun de unos niños que van creada para acompaña los protagonistas de a, fue en la solapa e Liz o a qu tad y nal sen Jim en a pre ir sab QR que decidí sub vés de un código y, por otro lado, no tra pá a r pa su ede a n acc referencias tra os de en o dem cu en o, el libro está llen éntricos y vago- po un tren en el que no a de forros. Por otro lad an con personajes exc cer e. top ter wi la se Bo n de tre vid el Da ta En . a dónde van de Beethoven has o a la historia. sicales increíbles, des van dando un sentid uece enormemente pezar, el color del mu nes muy raros, que le em ción del autor se enriq ra na Pa agi . im los la bo o, sím ism de im no As lle na también de deá lle , est je ón aci via Lee+: El que crea la ilustr l ua ra? vis rpu o pú nd como con n mu tre el r un te con el ilustrador, así portante, ya que po tren. ¿Por qué elegis cos. La colaboración e tren. pti una investigación im est crí ce de les Hi es : tal ial r sin sor Po rle sen ia. Mo Rodrigo cia los multiversos jes ocultos la histor ten nsa po me trabajo as, de un ist y es art r los os bo rito tre imágenes otr el trabajo del esc quería llenar de sím es el juego que hay en ilustradoalmente se dice que jes de orm nsa o “N añ me s mp os eso aco ch de me o mu ejemplo, un an Farr hay caso. Siempre itario, pero no es mi ilustraciones de Jonath crear proyectos. Quigado de significa- sol y texto. Dentro de las car s con los que quiero or igo col am un de es os, lo, sic mp mú eje de r , Roger Ycaza y Mapo res ra, ro. aba lib rpu l ult pú de secretos. El rpura o morado res el diseño del título o pú hiz or es col vid el ler te Ol importante que en e qu era porque neceginal. Para mí dos. Producir antiguam púrpura era carísimo hicieron la música ori s or rra ces empecé a col Po ton de en rio as y a tel s, lo ne ñir var tre Te muy caro. lla de México, y lle a vínculos con los ini ier ch co tuv r na s allá, porado gra má str la o o ilu ch el athan Farr fue mu corría un riesgo, sitaban elementos com su propio quién podría ser. Jon sino que además se e o, rar qu o tos plo sin ex cos o, ne era jer tie o via or sól o Europa no existían sólo com ino. Entonces, el col no cam los el cu a. Su lazo en vín err an sus lat rdí e Ing pe qu los mandataa de trenes de porque los navíos se trabajado en la oficin rlesin. la clase alta, los reyes, o Mo bía ha sól ca e pli pá qu ex pa , de al” ica ión ion nif oc tac sig esta conno íntimo, familiar, em o lado, tiene otros otr era r s clave de po ne la Y, tre a r. vel los usa de n con al El capítulo fin dista. rios, el clero lo podía cia dónde va el tren? luto en la religión bu el viaje de ¿ha l de era ro, o or Pe Un col el ea. es án e ult qu dos, como ían de manera sim en el dos viajes que ocurr otro ocurría afuera, l tren, pero también de o ntr *** de a je exterior via un a Jim y Liz ton de or eri d. El viaje int ndo de la cotidianida al que da sentido sabe con la pieza fin una aventura en sí mu se en o rte sól vie eso con ro se pe , ón rsa nte vag un y viceve Abrir la puerta al siguie tástico, por ejemplo, + o revela un mundo fan un a toda la travesía. en ete qu ban un misma, pues cada un , sos illo rav ma os de insect bosque tropical lleno

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Fátima López. Poeta,

x (Twitte escena. @fatimalopezm actriz y directora de

r / IG)


Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

Conoce más

de Rodrigo M orlesin en: ht tp

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LOS LEÍDOS NO FICCIÓN

FICCIÓN LA BAILARINA DE AUSCHWITZ Edith Edger PLANETA

Un libro sobrecogedor, potente e inspirador, que busca ayudar a todos aquellos cuyos traumas les impiden vivir en plenitud. Como su mentor, Viktor Frankl, Edith es una superviviente cuya experiencia vital y su trayectoria le han permitido ayudar a miles de personas que viven incapacitadas por cicatrices emocionales.

SIRA María Dueñas PLANETA

Cuatro destinos. Dos misiones. Una mujer. Vuelve la protagonista de El tiempo entre costuras. La guerra ha llegado a su fin y el mundo emprende una tortuosa reconstrucción. Concluidas sus funciones como colaboradora de los servicios secretos británicos, Sira afronta el futuro con ansias de serenidad. Sin embargo, el destino le tiene preparada una trágica desventura.

LOS ABISMOS Pilar Quintana ALFAGUARA

Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y sólo hará falta que algo la detone. Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo.

Luke y Hasley no eran el prototipo de la pareja perfecta. Sin embargo, ambos definieron lo que crearon: una historia en la que dos adolescentes inventan su propio boulevard ante la llovizna que hay en sus corazones, con un cielo pintado de azul cálido en una parte, y otra de un azul eléctrico que se tiñe con un grisáceo nostálgico.

Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero, ¿esto está a punto de cambiar?

JÓVENES

EL NEGOCIADOR. CONSEJOS PARA TRIUNFAR EN LA VIDA Y EN LOS NEGOCIOS Arturo Elías Ayub GRIJALBO

En este nuevo libro, Arturo Elías Ayub, director de Fundación Telmex, nos muestra las mejores prácticas para ser un emprendedor, tomar buenas decisiones y encontrar lo mejor para todas las partes. A través de anécdotas, él nos comparte lo que ha aprendido en los negocios y en la vida.

EL PODER DEL AHORA UN CAMINO HACIA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL Eckhart Tolle GRIJALBO

El poder del ahora es un libro único. Tiene la capacidad de crear una experiencia en los lectores y cambiar su vida. Hoy es considerado una obra maestra. Para lograr la iluminación sólo tenemos que comprender nuestro papel como creadores de nuestro dolor. Es nuestra mente la que causa los problemas con su corriente de pensamientos, atándose al pasado, preocupándose por el futuro.

Robin Sharma desarrolló el Club de las 5 de la mañana hace más de veinte años, gracias a los revolucionarios hábitos que le permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.

DE ANIMALES A DIOSES Yuval Noah Harari DEBATE

LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE Matt Haig ALIANZA DE NOVELA

ELEANOR & PARK Rainbow Rowell ALFAGUARA

Una de las claves para el éxito de AMLO fueron las cuestionables alianzas que impulsaron su campaña y revelaron su verdadera orientación política. Aunque para los seguidores más fieles de su partido se vendió como un demócrata anclado en la izquierda, los hechos lo revelan como un populista de la más conservadora derecha, inspirado en el priísmo autoritario.

EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA: CONTROLA TUS MAÑANAS, IMPULSA TU VIDA Robin Sharma GRIJALBO

BOULEVARD Flor M. Salvador NARANJA

PERFECTOS MENTIROSOS 1 Alex Mírez MONTENA

REGRESO A LA JAULA Roger Bartra DEBATE

LA SELECCIÓN Kiera Cass ROCA INFANTIL Y JUVENIL

Hace 100 mil años, al menos seis especies de humanos habitaban la tierra. Hoy sólo queda una: la nuestra. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses o en naciones; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? Harari traza una historia de la humanidad y las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado.

LOS COMPAS Y LA MALDICIÓN DE MIKECRACK Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA

PERCY JACKSON: EL LADRÓN DEL RAYO Rick Riordan SALAMANDRA


ELECTRÓNICOS

ARTE Y RECREACIÓN

EL INFINITO EN UN JUNCO Irene Vallejo SIRUELA

En unos pocos meses, este ensayo se ha convertido en uno de los más influyentes. Su recorrido por la historia del libro en los tiempos de Grecia y Roma —que también se interna en otras épocas— nos revela la señas de identidad de una de las creaciones más importantes de la humanidad, así como su impacto en la vida cotidiana.

DEJA DE SER TÚ Joe Dispenza URANO

En Deja de ser tú, Joe Dispenza explica los procesos mentales y cómo incidir en ellos de manera clara, fresca e inspiradora, a partir de los últimos avances en neurociencia, biología y genética. Dispenza saltó a la fama tras participar en la película ¿Y tú qué sabes?, un documental sobre la capacidad de la mente para transformar la realidad gracias a un método de prosperidad y riqueza.

EL SUTIL ARTE DE QUE TE IMPORTE UN CARAJ* Mark Manson HARPERCOLLINS

Por décadas se nos ha dicho que el pensamiento positivo es la clave de la felicidad y la esencia de una vida próspera, pero en los días que vivimos eso se acabó. Es tiempo de presentarte la antítesis de los libros de desarrollo personal: una forma distinta de ver la vida, una forma distinta de alcanzar la buena vida, que se da cuando empezamos a dominar el sutil arte de mandar las cosas al diablo.

EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA: CONTROLA TUS MAÑANAS, IMPULSA TU VIDA Robin Sharma GRIJALBO

Robin Sharma desarrolló el Club de las 5 de la mañana hace más de veinte años, gracias a los revolucionarios hábitos que le permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.

Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y sólo hará falta que algo la detone. Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo.

NIÑOS

Esta obra imprescindible da al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros. Además, incluye un capítulo sobre las necesidades para conjuntos y zonas habitacionales.

MANDALAS NATURALEZA Y ANIMALES LAROUSSE EDITORIAL NUEVA IMAGEN

Más de 60 ilustraciones sobre la naturaleza y los animales para colorear y crear hermosos mosaicos que te permitirán transformarte en un artista y, por supuesto, encontrar los momentos de paz y serenidad que abrirán las puertas a un viaje interior.

MANDALAS: LIBRO DE ARTE PARA COLOREAR LAROUSSE EDITORIAL NUEVA IMAGEN En este libro encontrarás más de 60 mandalas hindúes para colorear y crear hermosos mosaicos, que puedes conservar en el libro o convertirlos en parte de la decoración de tu lugar favorito. Aquí no hay límites: ilumínalos con plumones, acuarelas o con lápices de color. Sólo tienes que elegir la mejor técnica y dejar volar tu imaginación. Al final, ¡tu libro de arte será único!

MANDALAS PARA LA ABUNDANCIA Y LA PROSPERIDAD Patricia López Caballero DIANA

El mandala es una poderosa y antigua herramienta de meditación que nos recuerda que el orden natural del universo está siempre presente en nuestra realidad. Su coloreado consciente acalla el ruido mental diario, nos devuelve el equilibrio interior y nos conecta con la sabiduría del alma. Este libro ha sido creado para ayudarte a manifestar abundancia en todas las áreas de tu vida.

MANDALAS PARA EL ALMA Andrea Agudelo PLANETA

LOS ABISMOS Pilar Quintana ALFAGUARA

LOS COMPAS Y LA LOS COMPAS Y EL DIAMANTITO LEGENDARIO CÁMARA DEL TIEMPO Mikecrack, El Trollino Mikecrack, El Trollino Y Timba VK Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA MARTÍNEZ ROCA

LAS MEDIDAS DE UNA CASA Xavier Fonseca EDITORIAL TERRACOTA

JUGUEMOS A LEER. LIBRO DE LECTURA Y CUADERNO DE EJERCICIOS Rosario Ahumada EDITORIAL TRILLAS

Este libro te lleva a un viaje de transformación espiritual hacia tu interior, por medio de la meditación. Pintar mandalas es un arte que te ayuda a sustraerte de la realidad cotidiana y te sumerge en lo más profundo y sublime de tu ser. Este libro refuerza la conexión con tu esencia, sana tu alma y tu cuerpo, armoniza y equilibra tu espíritu.

CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBELDES MI LIBRO MÁGICO 100 MEXICANAS LECTOESCRITURA (CLÁSICO) EXTRAORDINARIAS NUEVA EDICIÓN Elena Favilli Carmen Espinosa Elenes De Álvarez PLANETA GRUPO EDITORIAL ONCESETENTA





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