AÑO 12 • NÚMERO 153 • FEBRERO 2022
PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS
7151050001905
Índice
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Gilberto Díaz
16 18 20 22 24
yara@revistaleemas.mx Coeditor José Luis Trueba Lara
L
os anuncios de su muerte fallaron irremediablemente. Las buenas conciencias y los que vendieron su alma a lo mainstream también se equivocaron. El rock y la música Yara Sánchez De La Barquera con toda la garra están más allá de sus profecías y sus anhelos: Entrevista la rebeldía no se agota, y se muestra con nuevos rostros y sonia Gastón García Marinozzi dos; la capacidad para trastocar el alma sigue firme, y lo que está más allá de las fórmulas es incesante. A más de medio siglo de Stephania Ramírez Cruz condenas, la revolución no para. No por casualidad Bowie sosteEl Jefe sigue sorprendiendo al mundo nía que apagaba el fuego con gasolina. Dedicarle este número de Lee+ a la música que subvierte sin Alberto Ortega Gurza necesidad de consignas resultaba indispensable. Sin duda alguna, Póster ella es capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias el presagio Keep on rockin’ in the free world de Mick Jagger: “La anarquía es el único atisbo de esperanza”. Para enfrentar este reto recorrimos distintos caminos: platicamos con De letras y música Gastón García Marinozzi sobre su libro más reciente, ¿Quién dijo Gilberto Díaz que todo está perdido? Además, nos asomamos a la lírica de Johny Cash, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Kills Birds y Lana Del Rey. Cash, el narrador Las maneras de la rebeldía siempre fueron distintas: la literatuHilario Peña ra y el pensamiento son aliados indisolubles que nos permiten George Steiner vs. Bob Dylan avanzar en busca de aquello que tiene la fuerza para romper el mundo de lo políticamente correcto. Así pues, hagámosle caso a José Luis Trueba Lara Bruce Springsteen y, antes de comenzar a leer, repitamos como Volver a las letras mantra una de sus ideas: “Si Elvis liberó mi cuerpo, Dylan liberó mi mente”. + Miguel Ángel Ángeles
6 Entrevista a Kills Birds
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Yara Sánchez De La Barquera
Keep on rockin
5 In memoriam Meat Loaf
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Directora General y editora
Editorial
26 Seis viajes a la luna
para que mi poesía creciera Fabián V. Escalante
Yara Sánchez De La Barquera Directora General Revista Lee+ de Librerías Gandhi
30 Cuento: la guitarra color cerezas
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tiene un comentario José Luis Salazar
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In memoriam
Larger than life Gilberto Díaz
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ara muchos, los setenta son una época romantizada por la moda de los pantalones acampanados, los zapatos de Es en este punto en el que podeplataforma y cuerpos que renunciaron a la opresión del mos hablar de Marvin Lee Aday, sostén en sus pechos; pero también en la que el idealismo quien se abrió paso en el mundo hippie trasmutó en un frenesí de placeres de todo tipo, incluso de la música bajo el seudónimo de los relacionados con la música popular para jóvenes, que reMeat Loaf, y amplió la mitología basó la frontera de los tres minutos de duración para brindar del rock a niveles tan legendarios una epicidad que reflejó el ánimo de una nueva generación. como estrambóticos, que terminarían por diferenciar al rock estadounidense de los setenta de su contraparte británica (cada vez más cercana al desencanto del punk y el thatcherismo). Meat Loaf logró colocarse al mismo nivel que figuras entonces ya consolidadas, como Alice Cooper y Todd Rundgren, y se volvió parte esencial del soundtrack de la adolescencia suburbana estadounidense, a veces confusa, a veces inadaptada y siempre en la incertidumbre del proceso de madurar y crecer para volverse “alguien”. La carrera artística de Meat Loaf comenzó con una herencia que se convirtió en un boleto sin retorno a Los Angeles, donde este jugador de futbol americano y actor de preparatoria decidió comenzar desde cero; huía de la violencia de su padre alcohólico tras la muerte de su madre, y (como en el guion de una película coming of age hollywoodense de la época) utilizó su talento para exorcizar sus demonios, enamorarlos y hacerlos parte de su excéntrica narrativa freak, tan tentadora e ineludible como su presencia en los escenarios, una presencia que se forjó entre las luces y tablas del teatro musical. Esto explicaba el magnífico uso de su amplio rango vocal y la intensidad al borde de un síncope que entregaba en cada presentación. Meat Loaf formó parte del elenco del musical Hair en Broadway a inicios de la década de guitarras estridentes y mórbidos excesos; sin embargo, por su complexión difícilmente era tomado con seriedad por algunas compañías de discos, que, en sus propias palabras, comparaban dicho trato con el de un payaso de circo. Pero estos rechazos no hacían más que enfatizar el extravagante imaginario que poco a poco el cantante iría construyendo alrededor de su personaje, y fueron las tablas del musical estadounidense las que lo ayudaron consolidarse a mitad de la década; específicamente, el fenómeno de culto que fue The Rocky Horror Show. Este espectáculo llevaría al músico a debutar en el cine con su adaptación, en la que interpretaba a Eddie, el motociclista. Meat Loaf le
debe mucho de su éxito al “otro Rocky de los setenta”; no sólo por colocarlo como parte del cast original, sino por enmarcar el imaginario de ese mundo de excéntricos, raros y desadaptados que ponen macabramente de cabeza al establishment de los atractivos y “correctitos”, al ritmo del rock and roll. La experiencia en The Rocky Horror Show fue el inicio del mito de Meat Loaf por muchas razones más; también se convirtió en el punto de partida con el que comenzaría a trabajar su proyecto más ambicioso con su socio de toda la vida, Jim Steinman. Jim fue el cómplice perfecto para la versatilidad interpretativa de Marvin; su obsesión por las historias pulp de horror y ciencia ficción, además de su talento como compositor, le daba a Meat Loaf las herramientas necesarias para explotar su histrionismo. Originalmente, ellos buscarían colgarse del éxito de Rocky Horror…, componiendo y grabando igual que Andrew Lloyd Weber y Tim Rice cuando crearon Jesus Christ Superstar. Meat Loaf y Jim trabajaron bajo la idea de retomar al personaje de Eddie, quien tras su fatídico destino intentaría regresar al mundo de los vivos; esto evolucionó hasta convertirse en su clásico Bat Out of Hell. Bat Out of Hell es un monstruo por donde se le vea: tiene la cualidad de sentirse como un álbum conceptual, que mezcla hard rock, rockabilly y que maneja la estructura de una obra de teatro musical. Representa una fantasía sobre la vida y la muerte, al mismo tiempo que una exploración de los sentimientos de rebeldía, inseguridad, deseo y búsqueda de un propósito en la vida del adolescente promedio. El éxito del álbum tomó por sorpresa a una industria sumergida en la euforia de la música disco, y se convirtió en una leyenda no sólo por sus ventas, sino por la fuerza de su temática: un Peter Pan con elementos de ciencia ficción y rock and roll: una mezcla que le recordaba al mundo que el rock difícilmente podía morir. Faltarían párrafos para mencionar la impresionante carrera de uno de los íconos del rock setentero, pero bien se puede decir que Meat Loaf fue la representación viva de eso que los estadounidenses llaman larger than life. + 5
Yara Sánchez De La Barquera
Verbalizar el malestar mundial
¿
Crees que el rock ha muerto? Si tu respuesta es sí, tal vez sólo estás escuchando el mainstream y tampoco mucho de éste. Cada año, críticos y supuestos expertos preguntan ¿ha muerto la música rock? Realmente no, y menos con una nueva generación de jóvenes talentos que dentro de poco ostentarán el estatus de legendarios. El rock es para verbalizar el malestar social e individual, y el mundo necesita algo más que letras que dicen que todo está bien; necesitamos que vengan y nos llenen de energía para sobrevivir la adversidad, para cuestionar el mundo. Por todos estos motivos, hablamos con Kills Birds sobre su reciente álbum, Married; ya tenemos nuestras canciones favoritas y cada una tiene una historia que contar. Escucha con nosotros… Yara: Cuéntennos sobre su último disco, Married. Nina: Grabamos Married —bueno, lo compusimos— a lo largo de 2020. La mayoría de las canciones fueron escritas durante la pandemia. Nos encontrábamos de gira en marzo de 2020 cuando todo cerró. Y, una vez que sentimos que era lo suficientemente seguro reunirnos, empezamos a trabajar en el corazón de este disco. Lo grabamos en septiembre del mismo año, en el estudio de Dave Grohl, Studio 606. Yara: ¿Y cómo fue el proceso creativo, con el hecho de que ocurriera una pandemia de por medio? ¿Afectó de alguna manera? Nina: Sí, por supuesto, nos afectó grandemente. Fue la primera vez que contamos con mucho tiempo para trabajar en las canciones antes de grabarlas. Cuando comenzamos a tocar juntos, lo hacíamos más por diversión, no tanto porque tuviéramos un ciclo en mente. Cuando grabamos nuestro primer disco, habíamos estado trabajando en una canción por un minuto, pero Married se consolidó rápidamente. Hay un par de canciones en este álbum que escribimos un poco antes de la pandemia, pero la mayor parte se logró muy rápido y bajo circunstancias muy interesantes, con todo lo que todos experimentamos durante la pandemia. Recuerdo que ese proceso creativo fue tan emocionante como estresante; lidiamos con el miedo, la ansiedad, la incertidumbre, la crisis de identidad. Realmente puedes sentir esa energía cuando estás escuchando este disco, al menos para mí, los instrumentos, las guitarras, la batería, el bajo, las letras… en todo puedes escuchar esa urgencia. Yara: ¿Encontraron algo de inspiración en otros artistas durante momentos adversos de la historia, por ejemplo, en los pintores de la Segunda Guerra Mundial o algún otro movimiento? Nina: No de manera consciente, al menos para mí. ¿Qué opinan ustedes, chicos? Jacob: Ésa es una gran pregunta. Hemos hecho muchas entrevistas y nadie nos había preguntado algo así. Creo que es una pregunta superchida. No me parece algo que hayamos hecho de manera intencional, como diciendo “¿qué harían los jazzistas en la Segunda Guerra Mundial?”. Tal vez desde una perspectiva individual sí lo hice, pues me preguntaba “¿qué ha hecho la gente que admiro en momentos de 6
desafíos personales?”. Pero considero que pensé en ello sólo desde esta perspectiva, un tanto más amplia. ¿Fue así para ti, Fielder? Fielder: Realmente no. No lo había pensado así hasta este momento, pero sí siento que con todo lo que ha estado sucediendo —individualmente y con la banda—, y con lo que este disco ha demostrado, he madurado mucho. Tener una crisis en el mundo, completamente fuera de tu control, no es algo que suceda siempre, y la música no se va a ningún sitio; pero un año y medio más tarde, ninguno de nosotros se ha presentado a tocar en un concierto. Así que en definitiva ha habido una madurez ahí. Pero sí, es una gran pregunta. Nina: Supongo que, a gran escala, más allá del disco, muchos de nosotros hemos mirado hacia atrás, a momentos en los que han acontecido catástrofes globales o guerras, en busca de alguna señal de que es posible reconstruir y empezar de nuevo. Yo pienso a menudo en mis padres. Vivimos en Bosnia durante la guerra, y ellos perdieron todo cuando tenían 31 años de edad: su casa, su trabajo, su país… y se las ingeniaron para reconstruir sus vidas; a menudo pienso en ello en el contexto de nuestra banda y de nosotros como individuos. Todos perdimos dos años de nuestras vidas, básicamente, con esta pandemia, pero también he visto que éste es el momento en el que la gente comienza de nuevo y se hace de una buena vida. Fielder: Después de la gripe española vinieron los famosos roaring twenties que, en términos de música y entretenimiento, fueron años de mucha prosperidad. Yara: Pensé en esta pregunta justamente porque nosotros, con la revista, sabemos que la literatura y la industria editorial en general han sufrido muchísimo, aun teniendo el mundo digital. Creo que todos nos vimos atrapados y nos preguntamos si el trabajo que hacemos resulta valioso, ¿cuál es su propósito?, ¿te motiva? Todos hay que replantearnos la vida. Lo que me gusta de su música es que ustedes expresan ese enojo, la desilusión y la confusión. Cuando sacas la basura, claro que apesta y es incómodo, pero también haces un hueco para crear y tener mejores experiencias. Considero que he recibido ese espacio renovado de su música. Les deseo lo mejor. Nos entusiasma mucho tenerlos de vuelta en México, abriendo el escenario para los Foo Fighters el 15 de marzo. Toda nuestra revista estará en primera fila gritando y echando rock con ustedes. +
“Si la música es un lugar, entonces el jazz es la ciudad, la música folclórica es el desierto y el rock es el camino, la música clásica es un templo”. Vera Nazarian
Entrevista a Kills Birds
Busca la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
Entrevista a Gastón García Marinozzi Busca la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
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“Hay algo hermosamente amistoso y sublime en un grupo de chicos tocando música juntos. Este maravilloso pequeño mundo que y no hay moscas en el ungüento, por un tiempo. Y nadie dirigiendo, todo depende de ti. Es realmente jazz —ese es el gran secreto—
¿Quién dijo que todo está perdido?
Stephania Ramírez Cruz
Stephania: Después de una dictadura de ocho años en tu tierra, Argentina, se viene una época un poco más alentadora, la famosa primavera alfonsinista, en la que el boom cultural ve nacer y crecer a artistas como Fito Páez.
F
ito Páez ha figurado como un ícono del rock argentino. Canciones como “Yo vengo a ofrecer mi corazón” se han resignificado a través de los años sin perder su vigencia. Gastón García Marinozzi, periodista y escritor argentino, nos cuenta cómo fue aventurarse a escribir su última obra, ¿Quién dijo que todo está perdido? (Turner, 2021). El autor de Viaje al fin de la memoria nos traslada a una Argentina en recuperación social, política y cultural de la mano de un himno que canta a la esperanza y a la solidaridad humanas.
Gastón: Fue una esperanza enorme. Al principio fue difícil recuperarnos de la dictadura, y la realidad era muy áspera, pero no comparada con lo que habíamos vivido. Hubo madres y abuelas que perdieron a sus hijos y nietos, niños que habían sido tomados como rehenes. Un método que tenían los militares era apropiarse de los bebés, y se los repartían o se los regalaban. Fue un momento muy duro para la historia de mi país. Stephania: Tu último libro es una crónica del surgimiento de una de las canciones más famosas de Fito Páez, “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, ahora considerada un himno e interpretada por otros grandes artistas. Fito ha dicho en varias entrevistas que la letra y la música le nacieron una tarde de domingo en su departamento, y que ese mismo día la tenía casi resuelta. ¿Crees que la espontaneidad y honestidad de la letra sean las claves de que esta canción se haya quedado en la memoria colectiva de un país? Gastón: Sí, sin duda. La canción es diáfana; su ritmo, su letra luminosa y su uso han hecho que se quede con la gente. Fito tiene varias versiones de su creación. Él compone las canciones de manera muy rápida, y esta canción era una más. Fue un niño que tenía un papá melómano, y escuchó de todo en su infancia: lo mejor del rock, jazz, chacarera, bossa nova… Páez posee una cabeza diversa y muy bien amueblada. Stephania: ¿Y qué hace que estas canciones de pronto se vuelvan himnos y trasciendan?
Gastón: Hay misterios que rodean a los artistas y sus grandes obras, y no se pueden explicar. Fito decía que él es como una antena que toma algo —esto es el arte—; al final, el público lo hace suyo o lo deshace. La canción ha tenido diferentes causas. La sociedad la toma para las marchas de paz, para causas políticas, etcétera. Por ello se sigue cantando. Se trata de una canción que se defiende sola, y se convierte en un boom mundial. Stephania: Si “Yo vengo a ofrecer mi corazón” hubiera sido escrita en otro momento, ¿sería igual de significativa? Gastón: Era una canción más de Fito, y se la apropiaron otros. Ellos la convirtieron y hasta se usó en campañas políticas. La canción tiene su propio momento; ahora, con la pandemia, se ha resignificado. Eugenia León fue la primera persona en traerla a México; Mercedes Sosa la llevó al extranjero y fue ella quien la hizo aún más famosa. La versión de Mercedes es una de mis favoritas. Stephania: En alguna entrevista, Fito Páez dijo que no estaba de acuerdo con tu teoría de que su canción es un himno, ¿qué opinas? Gastón: Es cierto. Él dice que no escribe himnos, él escribe canciones. Por cuestiones de tiempo, Fito no pudo escribir el epílogo del libro; hubiera resultado muy simpático que, después de 250 páginas de un libro sobre una de sus canciones, al final él mismo desmintiera todo y dijera que no estaba de acuerdo conmigo. Stephania: Has creado un lazo irrompible con esta obra de Páez, ¿sientes que lo has dicho todo de esta canción? Gastón: Todo el mundo tiene algo para completar sobre esta canción. Tengo amigos de Guatemala, Paraguay y El Salvador que me dicen que cambió cómo la entienden a partir del libro. El boom cultural de
e es inexpugnable (inalcanzable). Es realmente trabajo en equipo, un chico que apoya a los demás, todo tiene un propósito, —. El rock & roll no es más que jazz con un ritmo fuerte”. Keith Richards
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Entrevista a Gastón García Marinozzi
Argentina fue muy importante y fungió como un motor de catarsis. No fue fácil; hubo momentos fuertes y la canción acompañó a la Argentina de ese momento. Stephania: Como lo refiere Mercedes Sosa, al tratarse de una canción testimonial, ¿crees importante su contexto para comprenderla?, ¿o habla por sí sola? Esto lo pregunto porque, cuando hablamos de una obra y su entorno social, nos significa algo distinto. Gastón: Algo te dice la canción. Ana Belén la hizo famosa en España. La canción tiene una virtud que la hace. La versión de Susana Baca es muy dulce y a la vez frágil: la hizo durante la pandemia y la cantó a capela, te la recomiendo. En un concierto, Jesse y Joy la interpretan, y llega un punto en el que la cantante no puede seguir más y comienza a llorar. Es una canción muy poderosa, que va caminando y te sale de las tripas. Stephania: En 2018 salió en el cine una película sueca llamada The Square, bajo la dirección de Ruben Östlund, ¿la conoces?
Stephania: En la primera parte de tu libro, “Biografía de una canción”, comentas que el género musical del rock le dio a la juventud un grito de libertad. El rock argentino se reconoce mundialmente por ser de los mejores, ¿los argentinos son ejemplo de libertad? Gastón: Los argentinos no somos ejemplo de nada (ríe). Yo creo que se diferencia por un lado, el grito de la libertad y, por otro, la calidad de las letras que están inspiradas en el tango, el folclor, la chacarera, en toda la memoria musical de Argentina. Borges decía que lo mejor que se le puede hacer a la tradición es traicionarla, y estoy de acuerdo. Stephania: ¿Hay alguna razón para que hayas estructurado tu libro en dos partes: la primera, “Biografía de una canción”, y la segunda, “Memoria coral”? Gastón: Me parecía bastante transparente. Hay una doble intención en ello: la parte intelectual, los estudios, los testimonios… y me interesaba la memoria coral con los responsables de justificar la primera parte. Quería llegar más allá.
Gastón: Claro. Stephania: Bueno, recordarás la descripción de la obra que dice así: “The Square es un santuario de confianza y afecto. En él compartimos derechos y obligaciones iguales”. Esto que te acabo de contar va en el sentido de mi siguiente pregunta. Para ti, Gastón, ¿qué significa ofrecer tu corazón y cuáles son los límites, si existen? Es decir, ¿hay horarios, días no hábiles?, ¿o es 24/7 para todo el público? Gastón: Es para la gente que uno ama, el vínculo más íntimo. Poco a poco vas expandiendo tu círculo y tienes que trabajar en la comunión entre dos personas o no sirve de nada. Puede ser tu pareja, amigo, vecino… menos los hijos de puta; ellos no merecen que se les ofrezca el corazón. Stephania: Entonces no es para todo el público… Gastón: No. Sólo para los que se lo merecen; por eso es importante hacer el ejercicio de comenzar con los más próximos y así expandirnos poco a poco. Cuando encuentras a alguien que no vale la pena, lo excluyes, y cuando encuentras a alguien que sí, lo integras. Stephania: La crisis emocional global durante la pandemia de covid-19 ha dejado muchas grietas en las personas. ¿Fue esta crisis colectiva la que te motivó a terminar este libro?
Stephania: En el libro ofreces una crónica clara de lo que significa la canción y hablas desde ella. Te mantienes al margen de expresar tus propias vivencias y cuentas solamente aquello que ha pasado con otras personas, con el cantautor y con la evolución de ésta. ¿Por qué? Gastón: No me interesaba meter mis propias experiencias, sino saber lo que otras grandes voces tenían que decir sobre ella, como Serrat. Esta obra ha logrado tener diversas opiniones y me interesó darle peso a ello. Stephania: Yo sé que a ti te gusta mucho Charly García, ¿por qué no escribir también sobre una canción de él? Gastón: Charly García, para mí, es el mejor, y se me haría muy difícil escribir sobre una sola canción de toda su música. Es excelente y me costaría trabajo escoger. Tendría que escribir sobre toda su discografía. Disfruté mucho la experiencia de hacer este libro y estoy muy contento. Stephania: Muchas felicidades por tu libro, Gastón. Disfruté verdaderamente leerlo y, sin duda, cada vez que escucho esta canción lo hago con otros oídos, más conscientes. Gastón: Qué bueno que lo disfrutaste. Muchas gracias a ti, por la entrevista.+
Gastón: Sí. Ya había estado trabajando en el proyecto de un documental desde hace tres años con Fito; de ahí surgió la idea del libro y me pareció importante terminarlo ahora. Es una canción que se resignifica a sí misma y que ha trascendido por más de 30 años. Actualmente, en el consumismo musical, muchas personas no ahondan en el significado de las canciones, y no está mal, pero en momentos como el que vivimos vale la pena retomar este tipo de música y explicar un poco más sobre ella. Stephania: Durante el proceso de elaboración del libro, ¿qué fue lo más desafiante para ti como escritor? ¿Y qué mejorarías para una segunda edición, si la hubiera? Gastón: Es muy pronto para pensar en eso. Yo estoy muy contento con el resultado y no le agregaría nada. Fito me agradeció por haberle dedicado tanto tiempo a un fragmento de su vida. Ha sido un proceso muy bueno, y estuve muy bien acompañado por la editorial Turner. Estoy satisfecho. Crédito: Atonatiuh S. Bracho
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Stephania Ramírez Cruz. Originaria de Oaxaca, estudió diseño en la UAM Cuajimalpa y se especializó en diseño editorial en la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes. Participa en proyectos con la Agencia Digital de Innovación Pública del gobierno de la ciudad y colabora la editorial Turner.
Alberto Ortega Gurza
El Jefe sigue sorprendiendo al mundo Dedicado a la memoria de Agustín Gurza, inigualable amante de la música
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ació en la pobreza, pero poniendo su inabarcable talento en juego logró que su música tocara las vidas de multitudes alrededor del planeta. Vendió su catálogo de canciones por la cifra récord de quinientos millones de dólares, y en 2021 fue el artista que más dinero generó. El sencillo y carismático músico, compositor y cantante es una de las celebridades más queridas y respetadas. Equipado con pantalones de mezclilla, su guitarra y una historia hubiera creado el Sgt. Pepper’s. Dondequiera que se esté haciendo gran rock, ahí está siempre la somque contar, conquistó la cima del mundo. Mientras la mayoría de los artistas discográficos de la actualidad desaparecen tan rápido como aparecieron, existen algunos cuya música no se empolva ni su brillo disminuye. Bruce es uno de ellos. La única manera de intentar explicar esto es recurriendo a palabras como fenómeno o magia. A finales del año pasado, Sony Music le ofreció quinientos millones de dólares —equivalentes a diez mil millones de pesos— a cambio de sus canciones. Sin mayor apremio, se cerró la venta más cuantiosa de un catálogo musical en la era discográfica. Bono de U2, en su discurso durante la ceremonia de inclusión de Springsteen al Rock and Roll Hall of Fame, pintó muy bien la escena de esta entrada al firmamento del rock: “En 1974, The Beatles ya no estaban y Elvis trabajaba de planta en un hotel de Las Vegas —explicó—. Cuando emergieron gigantes como Queen o Led Zeppelin, apareció Springsteen. Nuevos capitanes se subían al enorme buque para iniciar una nueva era de la música”. Bono describió a Bruce como un chico guapo con inquietantes ojos cafés, capaces de ver la realidad interior y exterior. Agregó que fue él quien marcó el final del pelo largo, de los pantalones acampanados y de los eternos solos de batería: “A los 25 años, su espíritu y su personalidad contenían a un Marlon Brando, a un Bob Dylan y a un Elvis. Era un John Steinbeck que sabía cantar”. Bruce Frederick Joseph Springsteen Nació en New Jersey hace 72 años. Una mezcla de sangre irlandesa, italiana y holandesa corre por sus venas. Su madre era secretaria y su padre trabajó como guardia carcelero, obrero y chofer de autobús. A los ocho años, Bruce vio a Elvis en el Ed Sullivan Show, y se impactó tanto que convenció a su mamá de que le comprara una guitarra. Al recibirla, se la colgó y se paró frente al espejo, seguro de que en ese momento podría tocar, cantar y verse como su nuevo ídolo, pero nada de eso ocurrió. Decepcionado, guardó la guitarra en el sótano, y allí se quedó. Springsteen creció con una sensación constante de asfixia. Sentía que había algo especial para él, sin saber qué era ni dónde buscarlo. Blinded by the Light En tiempos bíblicos, la conversión de Saulo de Tarso sucedió cuando iba en su caballo y una luz cegadora lo estremeció al punto de derribarlo al piso. Guardadas las dimensiones, algo similar le ocurrió a Bruce cuando escuchó a Bob Dylan. “La primera vez que escuché a Dylan iba en el coche con mi mamá. Sonó en la radio el golpe de tambor con el que empieza ‘Like a Rolling Stone’, y me hizo sentir que alguien había abierto la puerta de mi mente con una patada —relató en el acto del Rock and Roll Hall of Fame—. Sabía que era la voz más poderosa que jamás había oído. Ese mismo día corrí a comprarme el álbum Highway 61 y fue lo único que escuché durante semanas”. “Dylan fue un revolucionario —afirmó—; de la misma manera que Elvis liberaba tu cuerpo, Bob liberaba tu mente. Tenía la visión y el talento para lograr que una sola canción contuviera el mundo entero; rompió los límites de lo que un artista discográfico podía lograr y cambió para siempre la cara del rock and roll. Sin él, The Beatles no
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bra de Bob Dylan”. Mirando a Dylan, Springsteen terminó hablando en nombre de todos los presentes: “Estoy aquí esta noche para darte las gracias, porque si no fuera por ti yo no estaría aquí, y para decirte que no hay una sola persona en este salón que no te deba su agradecimiento”. El Día Cero Inspirado, Bruce limpió la nieve frente a las casas de algunos vecinos para ganar dinero y poder comprarse una guitarra. Dedicaba todo su tiempo disponible a practicar y a escribir los poemas que convirtió en sus primeras canciones. Uno de sus profesores de preparatoria dijo que era “un solitario que sólo pensaba en la música”. Su mamá, que veía en él un gran talento y potencial, y consciente de que tenía una capacidad inusual para expresarse, deseaba con todo el corazón que olvidara esa fantasía de llegar a ser estrella de rock, y que se dedicara a estudiar para ser abogado o escritor. Pero veía que lo único que le interesaba era tocar la guitarra, y que cada vez se aislaba más; entonces, resignada, pidió un préstamo de 60 dólares (540 dólares actuales) y le compró una guitarra eléctrica profesional. A los 15 años, Bruce formó su primera banda, The Castiles. Todo lo que eso significaba para él quedó inmortalizado en la letra de su canción “No Surrender”: Cuando empezamos a tocar la música puedo escuchar cómo late mi corazón. Tal vez con estas guitarras y estos tambores podremos construir un lugar para nosotros. Somos hermanos de sangre con una promesa que defender: no retrocederemos, no nos rendiremos. Bitter taste A los 17 años, Springsteen sufrió un accidente en su motocicleta, del que aún no entiende cómo logró sobrevivir. Fue arrollado por un Cadillac y, a lo largo de su lenta recuperación, cojeaba al caminar. Cuando le tocó enrolarse en el ejército para combatir en Vietnam, fue rechazado por falta de aptitud física, específicamente por su cojera. Aquí llega a la mente el aforismo “No hay mal que por bien no venga”. De no haber sido por el accidente que lo puso en la línea de la muerte, hubiera ido a Vietnam, y probablemente no tendríamos un Bruce Springsteen, ni toda la felicidad que trajo al mundo a través de su música. La mayoría de sus amigos volvieron a casa en bolsas de plástico. Heridas más profundas Quien llegaría a convertirse en uno de los artistas más completos, versátiles, talentosos y reconocidos era desdeñado en su propia casa. Desde chico hasta la edad adulta, su papá mantuvo hacia él una actitud permanentemente hostil. Bruce señala ésa como la razón principal por la que acudió a terapia psicológica durante tantos años —incluso cuando ya era un músico consagrado—, para tratar la depresión. El cantante recuerda que, a los ojos de su padre, era sólo un vago que no sabía más que tocar la guitarra, y cuyos poemas —que llenaban las páginas de sus cuadernos— eran basura.
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BRUCE SPRINGSTEEN
Alberto Ortega Gurza
Entra por la puerta grande Con su creatividad en ebullición, Bruce comenzó a escribir una canción detrás de otra. De esta manera se deslizó sobre la cresta de la ola hasta llegar a la oficina del mítico buscador de talentos John Hammond. El contrato que le dio Columbia Records representaba altas expectativas. Probablemente el menos eufórico era el propio Springsteen, porque aún no se sentía a la altura de tal compromiso. “Me miré a mí mismo y dije: ‘Sé cantar, pero no soy el mejor cantante del mundo. Toco la guitarra, pero no soy el mejor guitarrista’. Entonces caí en la cuenta de que si quería proyectar una individualidad tendría que hacerlo como escritor”. The Boss Apoyado por su banda —que eventualmente sería bautizada como the E Street Band—, Springsteen grabó su primer disco, Greetings from Asbury Park, N. J. En ese entonces, el propio Bruce se encargaba de cobrar el dinero en los locales donde se presentaban, y luego lo distribuía entre los miembros de la banda. A raíz de eso, sus músicos empezaron a llamarlo The Boss (El Jefe). Sobre un puente en llamas Los primeros dos discos de Bruce Springsteen fueron elogiados por la crítica, pero en términos comerciales resultaron tal fracaso que la disquera le puso un ultimátum. Aunque le ofrecieron un tercer álbum, le advirtieron que, en caso de no alcanzar las ventas esperadas, el contrato sería revocado. Esa situación de incertidumbre fue más estresante y angustiosa que ninguna otra que hubiera vivido. El músico sentía que su carrera, su futuro y su vida entera pendían de un hilo. Admitió que, si no había conseguido cautivar al gran público, resultaba urgente hacer ajustes a su estilo. Con su guitarra colgada, las antenas arriba, el cerebro girando, el radar activado y chorreando adrenalina, encontró su propia fórmula, y nació el Bruce Springsteen que conocemos. Born to Run Springsteen trabajó bajo una gran inspiración y una sensación de urgencia durante 18 meses para manufacturar y perfeccionar el material de su álbum Born to Run. La primera vez que interpretó las nuevas canciones en vivo, el columnista de Rolling Stone, Jon Landau, quien se encontraba entre el público, escribió: “Anoche vi el futuro del rock and roll, y su nombre es Bruce Springsteen”. Desde entonces, Landau se convirtió en el mejor amigo de Bruce. Pero no sólo eso, también en su manager, productor y confesor. Debajo del cielo Tras el lanzamiento de Born to Run, Springsteen irrumpió en la escena grande. En octubre de 1975, con 26 años recién cumplidos, pasó a la historia como la primera estrella de rock en aparecer simultáneamente en las portadas de dos de las publicaciones más influyentes del mundo: Time y Newsweek. De la noche a la mañana, su cara se convirtió en la más vista; su nombre, en el más pronunciado, y su música, en la más escuchada. Sus tres siguientes álbumes fueron muy bien recibidos y superaron con creces las expectativas. Bruce estaba convertido en una figura icónica. Pero le faltaba algo vital: sencillos de radio que consolidaran su popularidad. Born in the USA Ante este nuevo reto, Bruce se puso a trabajar en su álbum Born in the USA. Cuando terminó de grabarlo, viajó a Michigan para escucharlo junto con su amigo Bob Seger —amo y señor de los hit singles— y recibir su opinión. Al finalizar la última canción, Seger, sorprendido, lo miró a los ojos y le dijo: “¡Bruce, será un éxito arrollador!”. Born in the USA alcanzó un éxito fenomenal. Treinta millones de copias vendidas colocaron a Springsteen en el Partenón del rock. Podría escribirse un libro completo acerca de ese álbum y sus efectos en el universo de la música, la política, la sociedad y la cultura popular. Siete sencillos estuvieron en el top 10: una proeza histórica. En Estados Unidos, el álbum estuvo en el número uno y
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permaneció en las listas durante 143 semanas; en el Reino Unido y numerosos países de Europa y Oceanía, también ocupó el primer puesto por semanas. Springsteen pasó de rockstar a superestrella planetaria. En entrevista con The New York Times, Bruce nos da una idea de lo que para él fue enfrentar esa fama insólita: “Ser tan rico no ha hecho que mi vida sea más fácil, pero sí me ha ayudado a resolver algunos aspectos de la vida, como pagar las cuentas y las deudas. Lo que más gusto me ha dado es poder comprarles cosas a mis papás y ayudar a mis amigos. Pero me he dado cuenta de que el dinero no altera tu esencia, porque es una cosa inanimada, una herramienta. También es un arma de dos filos, porque puede hacerte creer que es una parte de tu verdadero valor humano. Existe el peligro de que sientas que eres algo que no eres. Sin menospreciar la utilidad del dinero, lo que he logrado ha sido por amor a la música y para tratar de comunicar algo que quizá pueda ayudar a algunas personas a ser más felices. Pero no creo que jamás haya tocado una sola nota por dinero”. Born in the USA entró de inmediato en las listas más importantes de los mejores álbumes de todos los tiempos. Durante la gira, Bruce conoció y se casó con la modelo y actriz Julianne Phillips; pero la pareja se divorció pocos años después, con infidelidades de por medio. Luego, Springsteen celebró segundas nupcias con la cantante Patti Scialfa, con quien ya cumplió 30 años de matrimonio. La feliz pareja tiene dos hijos: Jessica, de 30 años, y Sam, de 27. Vale la pena mencionar que, gracias al talento y a los finos caballos de Jessica, en la reciente edición de los Juegos Olímpicos ganó la medalla de plata en salto ecuestre para Estados Unidos. Sick and tired Quince años de estadios repletos, toneladas de dinero, flashes deslumbrantes, ríos de reporteros, cientos de entrevistas, primeras planas y portadas, premios, homenajes, presidentes y reyes enredados en una misma envoltura rebasaron a Springsteen. Al cumplir 38 años, se sintió tan sofocado y saturado que consideró la posibilidad de cerrar la tiendita. “Ya era demasiado, estaba cansado hasta de mi propia voz”, dijo a la revista Mojo. Lo primero que hizo fue mudarse a Los Angeles con su familia. “Necesitaba cambios en todos sentidos. En ese momento, la vida en New Jersey era tan emocionante para mí como para Santa Claus el Polo Norte”, rememoró. Lejos de sus raíces geográficas y con su guitarra de vuelta en el sótano, a lo largo de sus cuarenta todo parecía indicar que se había retirado, pero resultó que en realidad estaba ocupado haciendo algo que no había tenido tiempo de hacer: ponerle pies y cabeza a su vida. Cool rockin’ daddy Uno de los puntos clave de su plan era recuperar la vida privada que se le escapó de las manos mucho tiempo atrás. Otra de sus prioridades consistía en vivir y comportarse como un papá: comer en familia; platicar con su esposa; convivir con sus hijos; jugar béisbol en el jardín; ir de día de campo con los perros. A eso se dedicó y de esa manera transcurrieron algunos años de entrañable vida familiar. Pero su nuevo Día Cero llegó cuando una noche llevó a su madre de 72 años a un concierto de Bob Dylan. Al ver a su mamá pasar de la felicidad a la euforia, al igual que el resto del público, esa noche decidió volver a colgarse la guitarra, de la misma manera que Monet puso nuevamente el caballete frente al estanque de los nenúfares. Poco después, cuando fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame, inició una nueva etapa de la mitología Bruce Springsteen. Junto con su banda, esa noche cantó “The Promised Land” como un lobo aullándole a la luna. Avienta los sueños que te destrozan. Avienta los sueños que te rompen el corazón. Avienta las mentiras que te dejan perdido y lastimado.
Alberto Ortega Gurza. Ensayista de música, cine, cultura, arte, política, deportes y divulgación científica. Nació en Ciudad de México y es un deportista, músico, ávido lector, amante de la naturaleza y miembro de Roll Me Away Radio.
Una experiencia del otro mundo A lo largo de su prolífica carrera de cinco décadas, Bruce se ha destacado por sus destellantes conciertos de hasta cuatro horas de duración. Cualquiera que tiene el privilegio de ver a Bruce Springsteen en vivo queda marcado para siempre. Ser testigo de lo que es capaz de hacer sobre el escenario se vuelve tema de fábula. Se desata una vorágine: su voz y su música cimbran desde las paredes del lugar hasta las fibras más ocultas del espectador en la fila más lejana. El artista derrocha más energía de la que se cree que puede contener una persona. En 1999 fui a mi primer concierto de Bruce en el Staples Center de Los Angeles. Tiempo después, en diciembre de 2012, se presentó en México por única vez. Como un regalo de Springsteen a sus fanáticos más devotos, los primeros cien en entrar al lugar ocupan una sección exclusiva justo frente al escenario. Yo pasé la noche formado afuera para ser uno de ellos. Durante el concierto, me convertí en uno de los que cacharon a Bruce al lanzarse en brazos del público para dar un paseo aéreo. Igual de inolvidable fue tocar las cuerdas de su guitarra cuando la acercó a nosotros al interpretar “The Rising”. Stay hard, stay hungry, stay alive El mundo de la música es complejo, y la competencia, voraz. Se necesita talento para triunfar, pero permanecer y trascender es un privilegio del que gozan sólo unos cuantos artistas. Las letras poéticas de Bruce retratan las emociones, pensamientos y vivencias del chico ordinario: ese que no encuentra su lugar en el mundo, incomprendido, relegado, marginado, ignorado, que sueña solo, que lucha solo, que busca sin brújula; que atrapa el amor, pero no sabe cómo conservarlo; que nació para correr. Pero también narran la aventura maravillosa —que ha vivido en carne propia— de encontrar a esa persona con la que te vinculas contra viento y marea para hacer una vida juntos. Quien escucha sus canciones siente que Bruce le habla directamente, como un amigo. Así ha generado empatía con incontables hombres y mujeres, y ha creado una realidad alterna en la que vidas ordinarias se convierten en extraordinarias y heroicas. Springsteen te hace sentir que los sueños siguen vivos, aun después de las caídas y las derrotas. A sabiendas de que el riesgo de fracasar está en la puerta, te anima a salir para seguir intentando. Autor best seller En 2009, Bruce Springsteen y su banda actuaron en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl. La experiencia fue tan emocionante que el frontman decidió escribirla. Ese breve relato fue el chispazo que encendió todos los motores literarios de Springsteen. Siete años de recordar, ordenar, escribir y escribir dieron como
resultado su extraordinaria y aclamada autobiografía: Born to Run. El libro que ha vendido tres millones de copias está construido a través de una narrativa casual y accesible, pero su contenido es contundente y penetrante. Al abrirlo inicia un viaje desde el nacimiento de Bruce hasta el otoño de su vida —un otoño poco común que conserva intactos muchos de los colores del verano—. Sus memorias resultan reveladoras para cualquiera que conozca y disfrute su música y su poesía. Pero también es un libro para trabajadores, soñadores, padres, hijos; para quienes tienen amor; para personas solitarias; para artistas, desadaptados y, en palabras del propio autor, “para todo aquel que haya querido ser bautizado en el río sagrado del rock and roll”. Planeta Springsteen Los veinte álbumes firmados por Bruce Springsteen han vendido cerca de 150 millones de copias. Es acreedor de veinte Premios Grammy, dos Globos de Oro y un Óscar. Es miembro del Rock and Roll Hall of Fame y del Songwriters Hall of Fame. Barak Obama, un admirador consumado, dijo que se postuló para presidente porque no podía ser Bruce Springsteen. De sus manos, el artista recibió la Medalla de Honor del Kennedy Center y la Presidential Medal of Freedom. En la ceremonia, Obama acuñó estas icónicas palabras: “Yo seré el presidente, pero él es El Jefe”. Y, visiblemente conmovido, tomó prestada una frase de “Born in the USA” para despedirse diciéndole: “You’re a cool rockin’ daddy”. En su lista de los Artistas Más Grandes de Todos los Tiempos, la revista Rolling Stone lo ubica por delante de Michael Jackson, David Bowie, Neil Young, John Lennon, The Doors y The Who. En el momento histórico en que fue descubierto el planetoide 23990, los astrónomos neozelandeses se encontraban escuchando el álbum Darkness on the Edge of Town, por lo que decidieron bautizarlo Springsteen. Con esto ya no queda duda de que su nombre permanecerá para siempre en la estratósfera. +
“Conduce e intenta seguir sonriendo. Escucha un poco de rock & roll en la radio y ve hacia la vida con todo el coraje que puedas encontrar y toda la fe que puedas reunir. Sé sincero, sé valiente, ponte de pie”. Stephen King, It
El brillo en sus ojos, su sonrisa, su pasión al tocar la armónica y su voz surgida desde lo más profundo enviaron un mensaje ecuménico: The Boss is back.
Póster
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Gilberto Díaz
De letras y música D
urante su evolución, el rock ha trascendido de ser un mero fenómeno pop a convertirse en un movimiento musical que gradualmente incorporaría diversas influencias artísticas en su compleja constitución, y la literatura no fue la excepción. A menudo encontramos temas musicales con referencias a novelas y poemas, tal vez por la predisposición de que un fenómeno sociocultural como el rock se fue alimentando de la cultura y la educación de sus intérpretes y aficionados con el paso del tiempo.
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Gilberto Díaz. Productor audiovisual, voz institucional, locutor, escuchante de discos y mirador de las películas. No se considera crítico de cine, porque cree que ese término está devaluado, prefiere que le digan cinéfilo.
…how many years can a mountain exist before it's washed to the sea? De música y letras Por eso no extraña que, de entre los músicos de la escena folk de Nueva York, algunos sean considerados poetas más que cantautores, que incluso hayan recibido reconocimientos literarios por ello, aunque pocos son los que se han atrevido a incursionar en el mundo de las letras como una extensión de su carrera artística. Primero tenemos a Leonard Cohen, el más obvio de los ejemplos: un destacado estudiante de letras en la Universidad McGill que no escondía su gusto por Yeats, Layton, Whitman y García Lorca. Durante ese tiempo y hasta antes de iniciar su carrera musical, ya había publicado cinco colecciones de poesía y dos novelas; con la segunda y última de éstas, Beautiful Losers, llegó a ser comparado por la crítica de ese tiempo con el propio James Joyce.
Pero Cohen perdió el gusto por escribir al final de la década de los sesenta. Entonces se mudó a Nueva York, trabajó para Andy Warhol y escribió canciones que interpretaron otros. “Suzanne” fue la llave para este nuevo mundo, donde la música podía acompañar sus versos. En ese tiempo vino el contrato con la disquera: “Cuando Leonard canta sus canciones, entiende que todo el acto de vivir contiene inmensas cantidades de dolor, desesperanza y desesperación, pero también pasión, grandes esperanzas, amor profundo y amor eterno”, así describía la cantante Jennifer Warnes sus composiciones. En 2011, Leonard Cohen recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Patti Smith es otro ejemplo, y tal vez uno de los más prolíficos en cuanto a su desarrollo literario. En 1969, ella llega a vivir en el mítico Hotel Chelsea en Nueva York. Sobrevivía haciendo arte y performance callejero. Ahí se involucró en los círculos de spoken word y en el proyecto de poesía experimental de St. Mark's Church, donde se dedicó a pintar, escribir e interpretar obras que combinaba con su activismo. Su ingreso al mundo de la música fue más un vehículo para interpretar sus actos de poesía spoken word, pero la voz de Patti ejercería una estridencia que comenzó con la línea “Jesus died for somebody sins but not mine…”, un extracto de “Oath”, uno de sus primeros poemas, y con el que abre su álbum debut Horses, considerado por muchos como el punto de partida del movimiento punk desde su lado más intelectual. Patti Smith representa uno de los casos en los que fue posible combinar la carrera musical con la literaria; desde 1972 hasta 2019, ha publicado y editado diversas colecciones de sus poemas, así como una antología de William Blake. En 2005, fue reconocida con la Orden de las Artes y las Letras del Ministerio Francés de Cultura, por sus aportaciones a la música y su aprecio por la obra de Arthur Rimbaud.
“Soy el innovador. Soy el originador. Soy el emancipador. ¡Soy el arquitecto del rock & roll!”. Little Richard
Es conocida la influencia de William Blake en la lírica de Jim Morrison, o de Lewis Caroll en la psicodelia de bandas como Jefferson Airplane o incluso The Beatles. Lo mismo podemos decir de la obra de Edgar Allan Poe, que, por un lado, ha inspirado álbumes conceptuales como Tales of Mystery and Imagination de The Alan Parsons Project y, por otro, todo un repertorio de bandas de corte gótico como Siouxsie and The Banshees o Nightwish. También podríamos presumir esto acerca de la obra de J. R. R. Tolkien, que ayudó a darle forma a buena parte del rock progresivo y el metal; impactó en la composición de temas y conceptos detrás de las obras de Camel, Marillion, o bien, en la mística druídica de Led Zeppelin o Blind Guardian. Un caso similar ocurre con George Orwell, cuya novela Rebelión en la granja sería la base para uno de los discos más interesantes y poco apreciados de Pink Floyd: Animals; mientras que la distopía que narra en 1984 se convirtió en el punto de partida del Diamond Dogs de David Bowie y del poco valorado Hail to the Thief de Radiohead. Y los casos pueden seguir, con referencias a J. D. Salinger, J. G. Ballard, Aldous Huxley, C. S. Lewis, Ernest Hemingway, Emily Brontë, Bret Easton Ellis, Virginia Woolf y muchos otros. Autores y autoras que definieron las letras del siglo xx entre guerras mundiales, la Guerra Fría y un mundo al borde del cataclismo nuclear. Pero tal vez el caso más emblemático está directamente relacionado con una de las corrientes literarias más caóticas que haya surgido de Estados Unidos, con ese trío de inadaptados conformado por Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William S. Burroughs. Los beatniks dejaron su huella en el rock tan pronto como los jóvenes universitarios de Greenwich Village y sus equivalentes en otras urbes encontraron en el jazz y en la poesía de los cafés y los centros de convivencia que frecuentaban esa sustancia que le hacía falta a la estridencia del rhythm and blues de sus años de preparatoria: una lírica marcada por un existencialismo que cuestionaba la frivolidad materialista de aquella sociedad, que vivía (y todavía vive) autoengañada, en una paz tensa que oscilaba entre el egoísmo randiano y el marxismo. Entonces, los cafés y los bares que frecuentaban estos escritores gradualmente fueron alejándose de los sonidos de la improvisación jazzística, para acercarse en la misma proporción a los sonidos de la declamación y de las rimas improvisadas, del scat, de la denuncia mediante el arte y del arte como instrumento contestatario para escandalizar a las buenas conciencias. Los sonidos de los metales, las percusiones y las cuerdas de bajo golpeadas se apagaron para dar lugar a los arpegios de guitarras acústicas y voces, que proyectaban su poesía multiforme para hablarle a una sociedad ensimismada y conforme. Las letras tomaron fuerza y un mayor sentido; la música de protesta hacía eco de los derechos civiles, los abusos de la policía, el racismo y la segregación; denunciaba y le daba una voz propia a quien quisiera. Odetta, Mimi Fariña, Judy Collins y Joan Baez cantaban acerca de asuntos trascendentes, mientras los demás callaban y escuchaban. Phil Ochs se burlaba y satirizaba la política en sus canciones, mientras Eric Andersen inspiraba a otros a tomar la guitarra, y un muy joven Robert Allen Zimmerman se alzaba como la voz ante el vacío y el dolor del violento fin de la era Kennedy.
…the answer, my friend, is blowin' in the wind. El caso más destacado y polémico nos regresa a los tiempos de Greenwich Village, a una manifestación en Washington D. C. El 28 de agosto de 1963, Joan Baez y Bob Dylan interpretan “Blowin’ in the Wind”, el himno de la canción de protesta de los sesenta. Ese día, Dylan (Robert Allen Zimmerman) se encontraba en el punto más alto de éxito. Su camino desde Minnesota comenzó siguiendo los pasos de Woody Guthrie, mientras acompañaba con sus letras toda causa social, injusticia o preocupación interna o externa. Ante dicha manifestación, frente a él estaría su reinvención como músico, artista y figura pública. Dylan crearía una obra lírica única e inclasificable, que fluctúa entre lo folclórico y lo abstracto, la fusión de géneros, el jingle publicitario y la denuncia social. Se trata del único músico en la historia del Premio Nobel de Literatura en ser reconocido con ese honor. Nada más se puede agregar. Es natural que el desarrollo de la escritura de canciones afine la poesía, que mejore el léxico y que el autor encuentre mejores figuras con las que pueda jugar para expresar sus ideas y mensajes. Es normal que toda la literatura que se consume se vea reflejada en los textos de quien lo hace. En algún momento, las canciones del músico dejan de ser sólo eso, cuando adquieren cierta complejidad, que muchas veces es subestimada por los puristas del texto, que ya olvidaron que el primer símbolo de la poesía es la lira, y que los trovadores antecedieron a la literatura moderna. + 19
Hilario Peña
Cash, el narrador T
🤠
odos tenemos un pasado oscuro. Yo solía ser un esnob de la música country. Presumía mis discos de Waylon Jennings, Merle Haggard y Hank Williams a la menor provocación, discografía que ya no vale nada, porque fue adquirida cuando el cedé era la onda y ahora, si no escuchas puro vinil, tu membresía al club de los hipsters es cancelada inmediatamente. Ese pasado no es algo que me enorgullezca. Era el típico mamador que padecía chorro cuando alguien se declaraba fan de Johnny Cash y sólo conocía su concierto en la prisión de Folsom y, por supuesto, su versión de “Hurt”, la balada de Nine Inch Nails.
Se me ha quitado un poco lo esnob, pero sigo pensando que es una lástima que ese cover no haya servido como invitación para adentrarse en una discografía fascinante en lo musical, pero, sobre todo, rica en historias. Y es que el Hombre de Negro era un narrador nato. En el 72 escribió una película sobre la vida de Jesucristo, y en 1986 publicó una novela histórica acerca de la conversión del apóstol san Pablo de Tarso. Su erudición bíblica no le impedía seguir cantando acerca de criminales. Billy Graham, el predicador cristiano más famoso de su tiempo, fue quien le aconsejó continuar interpretando temas que chorreaban sangre. Gracias a esto, tanto los salvados como los pecadores se encuentran bien representados en la música del nacido en Kingsland, Arkansas. Todos saben que el narrador de “Folsom Prison Blues” asesinó a un hombre en Reno sólo por el placer de verlo morir, ¿pero qué me dicen de las canciones menos sangrientas? No todo en el Hombre de Negro era crimen y espiritualidad. Cash también poseía una enorme capacidad para burlarse de sí mismo y de su imagen de tipo duro. Una muestra de ello es “Starkville City Jail”, cuya anécdota ocurrió en la vida real. Todo empezó cuando, después de un concierto, como a las dos de la mañana, Johnny se dirigía a la tienda a comprar cigarros. Se detuvo en el parque municipal para recoger dientes de león. Debido a que esa noche había toque de queda, un policía se le acercó:
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—¿Qué haces, Florecita? Cash musitó, con la voz entrecortada: —Sólo recojo margaritas, señor. Uno de los últimos versos de la canción va así: A las 8:00 a. m. me dejaron ir y grité: “¡Regrésenme mis cosas!”. Me dieron una mueca burlesca, mi púa y… mis florecitas.
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Otro ejemplo del humor desplegado por Cash es “One Piece at a Time”. Este tema está protagonizado por un obrero en la línea de ensamble de la General Motors. El empleado sueña con ser dueño de un Cadillac, pero no tiene dinero para comprarlo, por lo que idea un plan: llevar a cabo un robo hormiga dentro de la empresa. Sacar su ansiado Cadillac, pieza por pieza, todos los días, dentro de su lonchera. Todo le sale a pedir de boca hasta el día en que se dispone a armar su coche nuevo. La transmisión es del 53 y el motor del 73. Luego de muchas chicanadas, el protagonista logra armar un carro Frankenstein. “Lo construí una pieza a la vez, ¡y no me costó ni diez centavos!”, nuestro héroe festeja en el coro de la rola. Como dato curioso, en esta canción aparece por vez primera el término psychobilly, que las bandas que fusionan el punk con el rockabilly usan para etiquetar su género musical. “The One on the Right Is on the Left” nos habla de un glorioso conjunto de música folk que interpretaba mejor que ninguno las canciones del llano y la montaña. “El público creyó que la banda llegaría muy lejos, pero las convicciones políticas de sus miembros significaron su ruina”, canta Cash durante el puente que cede lugar al estribillo: Resulta que el integrante parado a la derecha del escenario era de izquierda; el músico ubicado en el medio era de derecha; el de la izquierda era de centro, y el del fondo era… metodista.
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La banda se fue de gira por todo el país, interpretando los temas del llano y la montaña con gran virtuosismo, pero sus miembros se tomaban sus posturas políticas tan en serio que una noche se suscitó una batalla campal arriba del escenario —todo esto está en la letra de la canción, por cierto—. El estribillo regresa de la siguiente forma: El integrante de la derecha terminó abajo de la trifulca; el de en medio, arriba; el de la izquierda, con un brazo roto, y el del fondo suspiró: “Ay no”.
🙄
Luego de meter tantos jugosos detalles en su canción, Johnny se atreve incluso a lanzarnos una moraleja: Que esto sirva de lección, si planean iniciar una banda de folk. No vayan a andar mezclando la política con las canciones de la llanura y la montaña.
En su última vuelta, el estribillo regresa de la siguiente manera: El integrante de la derecha ahora trabaja de cajero en un banco; el de en medio conduce un camión; el de la izquierda es pinchadiscos, y el del fondo… fue enviado a la guerra.
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Por último, “A Boy Named Sue” trata de eso: de un chico sin padre que sufre bullying toda su vida por el simple hecho de llamarse Susana. “No lo odio por haberme abandonado —afirma el narrador—, sino por haberme puesto ese maldito nombre antes de irse por los cigarros”. Me ponía rojo como tomate cuando una chica se reía al escuchar mi nombre, y si un tipo se carcajeaba le rompía la cabeza. La vida no es sencilla para un hombre llamado Susana.
Susana busca por todos los bares y cantinas del Oeste, hasta que da con su progenitor. Lo reconoce por la cicatriz que le cruza la mejilla, presente en una fotografía que tenía su madre. Me llamo Susana, ¡cómo te va! ¡Ahora vas a morir! Le propiné un puñetazo en medio de los ojos y se desplomó, pero, para mi sorpresa, se puso en pie con un cuchillo y cortó un pedazo de mi oreja. Le rompí una silla en los dientes; derribamos la pared, y terminamos en la calle, revolcándonos sobre los charcos de lodo, sangre y la cerveza. Estoy seguro de que he peleado con sujetos más duros, aunque no recuerdo cuándo, ya que pateaba como mula y mordía como caimán.
El progenitor se toma un respiro y le habla a su hijo: Sabía que no estaría ahí para ayudarte y por eso te di ese nombre y me fui. Porque sabía que tendrías que volverte duro y ese nombre te hizo fuerte.
Padre e hijo hacen las paces. El remate de la anécdota es igual de genial que el resto de la canción y dice así: Pienso en él de vez en cuando, cada que intento algo y salgo bien librado. Y, si algún día tengo un hijo, le pondré Bill o George o Frank. ¡Cualquier cosa menos Susana! ¡Odio ese nombre!
De manera invariable, este remate arrancaba carcajadas del público —que solía conformarse por reos en cárceles de máxima seguridad—. Y, bueno, todo esta información sólo es para que sepan que Johnny Cash grabó otros temas musicales, además de covers de Nine Inch Nails. +
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Hilario Peña (1979) escribió la novela Detective Malasuerte (Océano) y el western Un pueblo llamado redención (Grijalbo), libro merecedor del Premio Bellas Artes “José Rubén Romero” 2016. @HilarioPenia
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José Luis Trueba Lara
George Steiner vs. Bob Dylan
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unque no tengo los pelos de la burra en la mano, creo que, cuando la sabiduría de George Steiner se nos viene encima, olvidamos un hecho fundamental para comprender una parte de su obra: fue profesor en muchas universidades. Este acontecimiento, aparentemente banal, nos pone frente a un detalle en el que vale la pena detenerse: su vida docente fue larga y le permitió experimentar —y padecer— sus transformaciones más escalofriantes. Efectivamente, sus enseñanzas transcurrieron entre los tiempos de gloria del profesorado y el surgimiento de la primera generación de estudiantes que tenía la piel muy delgada y estaba encandilada por la corrección política. A lo largo de esos años, quizá dejó de ser el profesor y estuvo a punto de convertirse en la marioneta de los alumnos. A Steiner le pasó exactamente lo mismo que a otros docentes: los estudiantes terminaron por aburrirlo y lograron hartarlo. La idea de enseñar había perdido su sentido y en su lugar brotaba la certeza de que los alumnos eran de cristal y siempre tenían la razón. Tal vez por esta causa escribió uno de sus libros: Lecciones de los grandes maestros, en el cual puntualiza sus horrores y revela lo que ya no era posible en las universidades: Considerar que Sófocles, Dante o Shakespeare están mancillados por una mentalidad imperialista, colonialista, es pura y simple estupidez. Desechar la poesía y la novela occidentales desde Cervantes hasta Proust por «machismo» es ceguera. Como también lo es la renuncia a la fuerza creativa de las gramáticas y los vocabularios bajo la presión del vandalismo y la reducción lingüística. Que Bach y Beethoven llegan a límites del imperio humano que sobrepasan el rap o el heavy metal; que Keats pone en solfa ideas a las que Bob Dylan es ajeno es evidente por sí mismo, sean cuales fueren las connotaciones político-sociales —y en efecto las hay— de tal convicción.
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Hoy, las palabras que publicó en 2003 sólo muestran la apabullante victoria de la corrección política: censurar por machismo; quemar libros por no ajustarse a los nuevos cánones sobre los indígenas —como ocurrió con los cinco mil ejemplares de Tintín, Astérix y Lucky Luke que fueron condenados a la hoguera en las escuelas canadienses hace un tiempo—; borrar palabras en las obras de Twain con tal de no ofender a los afrodescendientes; asumir la obligación de usar un lenguaje “inclusivo” con tal de titularse con una tesis que terminará llena de desdoblamientos, equis, letras innecesarias y arrobas que no se pueden pronunciar, y la entrega del Premio Nobel a Bob Dylan dejan en claro la derrota del pensador. Es posible que algún lector haya festejado la derrota de Steiner y aplaudido el triunfo de la corrección política y de sus hijos más morrocutudos. Un vejete conservador, machista, misógino, colonialista e incapaz de comprender la maravilla de las letras de Dylan no merece la posibilidad de la victoria y, en un descuido, puede ser condenado a las llamas. Sin embargo, estas censuras y vítores —por “inclusivos” que sean— no le responden a Steiner. Sólo son una nueva Inquisición que dicta condenas sin detenerse para argumentar sus fallos. Ante estos hechos tengo la impresión de que las Lecciones de los grandes maestros ponen sobre la mesa una discusión que vale la pena precisar. La crítica a Dylan no pone en duda que sus canciones sean buenas y que vale la pena dedicarles algo de tiempo. Éste es un asunto personal, y seguramente Steiner no tendría una férrea opinión sobre él: la gente tiene total y absoluto derecho de escuchar lo que quiera, y lo mismo ocurre si eso le gusta o le deja de gustar. El problema que Steiner pone sobre la mesa no está en el gusto, ni en la popularidad; se encuentra en otro lado: la disyunción entre la literatura machacona y la que nos obliga a repensar el mundo y a nosotros mismos. Me explico: escuchar una melodía de Dylan resulta placentero, pero también es un hecho que no requiere ningún esfuerzo para comprenderse y desentrañarse. Lo que sucede con ella es idéntico a lo que pasa en las pantallas de los teléfonos inteligentes: es rápida, vistosa y, por supuesto, más o menos olvidable. Su valor literario —diría Steiner— es el mismo que tiene la quincalla, tan así que las letras de Dylan forman parte de una tradición de música popular que va y viene sin ir más allá de los moldes establecidos. “Blowin’ in the Wind” de Dylan e “Imagine” de John Lennon son frutos de la misma cepa. Si la idea de Steiner es verdadera, el triunfo y el Premio Nobel de Dylan nos revelaron la victoria de la reiteración y la corrección política. ¿A quién le importa Proust, habiendo tantas novelas que narran el mismo tema: el inexorable sufrimiento de las mujeres, los indígenas y un largo etcétera a causa de una cultura patriarcal y machista? A nadie le importa que sean esencialmente iguales y los seres humanos regresen a su infancia para ver y ver la misma película sin sentirse hastiados. Lo homogéneo es el enemigo de Steiner. Ésta es una posibilidad… pero ¿qué pasaría si Steiner está equivocado? Confieso que no tengo respuesta para este interrogante, ésa —quizá— la tienes tú.+
Durante diez años, mientras trabajaba como profesora de griego y latín, Madeline Miller escribió La canción de Aquiles, una novela que narra la historia de la guerra de Troya desde el punto de vista de Patrocolo, el amante del héroe que morirá a manos de uno de sus enemigos y desencadenará la furia que trastocó el rumbo de la guerra. Cuando La canción de Aquiles fue publicada los reconocimientos llegaron de inmediato: se ganó un lugar en la lista de los libros mejor vendidos de The New York Times, obtuvo el Women's Prize for Fiction y en Goodreaders obtuvo más de medio millón de likes. Madeline Miller ya es muy conocida por nosotros y su apego a la Antigüedad Clásica nació desde que era niña: su madre, en vez de cuentos infantiles, le leía las obras de Homero. La Ilíada y la Odisea quedaron tatuadas en su piel y sus letras quedaron marcadas por ellas: esto fue lo que sucedió con su novela Circe, la cual nos lleva descubrir a una mujer poderosísima y que apenas fue delineada por el rapsoda. Esta obra se ha mantenido en la lista de los libro mejor vendidos durante más de un año y, desde que fue publicada, La canción de Aquiles ha seguido la misma ruta. La canción de Aquiles es una lectura obligada. Su éxito y sus reconocimientos no son casuales. A esto se suma la posibilidad de descubrir una nueva perspectiva sobre el mundo de los dioses y los hombres de la Antigüedad Clásica, una mirada que nos muestra la mitología con una luz asombrosa.
Miguel Ángel Ángeles
Volver a las letras C
uando comenzamos a revisitar listas de música, viejos libros o textos pendientes, al inicio del confinamiento, pensamos poco en la validez de tal ejercicio. Al menos de momento, parecía lo lógico en medio de ese mar de noticias abrumadoras que se sucedían a diario. Las letras que eran un puerto estaban ahí y nosotros volvíamos a ellas. Imposible no pensar en estos tiempos como tiempos de rutas conocidas que nos ayudaron a tener tierra. ¿Habrá alguien que de Joni Mitchell no haya saltado a Patti Smith y de ahí a Cat Power, en cualquier orden posible? ¿Cuántas personas volvimos a PJ Harvey o caímos en alguno o varios discos de Björk? “All is Full of Love”, “This is Love”, nos urgía oírlo y lo hicimos. Igual que saltamos cuando en medio de estos dos años Fiona Apple decidió salir de su letargo y sacarnos del nuestro con su Fetch the Bolt Cutters, álbum en el que, además de todo, agradecía a una mujer de la que hasta ahora no había hablado nunca: Shameika, sin la que tal vez nunca habríamos tenido una Fiona. En una frase nos contó todo: “Shameika said I had potential”. Agradecer: vaya concepto en medio de días como los que vivimos entonces. Pero las letras acompañan y se hicieron presentes en voces de nuevas propuestas o de figuras más recientes. En 2021, Arlo Parks rompió los listados a nivel mundial con un trabajo que nos recordó a muchas personas la pertinencia de volver a poner atención a las piezas enteras y no sólo a esta vorágine de sencillos a la que nos hemos acostumbrado. Anaïs Oluwatoyin Estelle Marinho, mejor conocida como Arlo Parks, nació en 2000 (exacto: una mujer ya de este siglo) y forma parte de una generación de cantantes que nos ha hecho volcarnos en la lírica y en trabajos que, por mucho, intentan lanzarse más allá de una premisa que dure unos cuantos minutos de música. Se trata de una generación que —al igual que varias de sus antecesoras— ha hecho de sus letras una de las apuestas de sus proyectos musicales. Estas apuestas hablan del presente, de uno muy anticipado, con figuras como Greta Thunberg abanderando luchas tan importantes como la que tenemos pendiente con la emergencia climática; con las mareas en todo el mundo alentando movimientos sociales; con un clamor de justicia que hace tiempo no veíamos, y que hoy muchas personas identifican como una cuarta ola del feminismo. Ahí, en ese coro, está Arlo Parks cantando a la esperanza, luego de dos años en los que pareciera que este sentimiento no fue una constante en nuestro menú diario. En su canción “Hope” (Collapsed in Sunbeams, 2021) dice muy claramente: You're not alone like you think you are. You're not alone like you think you are. We all have scars, I know it's hard. You're not alone, you're not alone. ARLO PARKS
Y esto, en un tiempo de abrazos restringidos, se convierte en uno, muy apreciado por la crítica, además de todo. La crítica, por otro lado, ha recibido muy bien a otra mujer cuyas letras ameritan leerse y releerse: Snow Tha Product. Hija de migrantes mexicanos (su padre llegó a Estados Unidos de manera ilegal, su madre no), esta rapera ha hecho de sus letras la base de una carrera en la que lo mismo mezcla español con inglés que la idea de cultura americana a la que le tocó acceder con la de un México con el cual convivía en la
sala de su casa. Con más de una década de diferencia entre un disco y otro, no deja de ser relevante un mensaje de ruptura tan necesario: una era post-Trump, pero llena de antivacunas. Snow Tha Product deja claro que nada puede cuestionar su identidad: que eso no es negociable. Lo identitario se encuentra ahí, en sus letras. Porque yo tengo el yo no sé quoi (ah), flow que mata (ah). El que dirá a mí me vale. Critica. Yo soy la fuckin' mexicana (¡ah!), muy honesta la chava (¡juh!). Yo no ando con pendejadas. Aquí rifan las barras (crash, crash). SNOW THA PRODUCT Pero resuenan más nombres. Uno, por ejemplo, que en estos dos años se soltó a hacer algo inesperado para una estrella de quien esperábamos continuidad con la línea de su primer éxito: Rosalía. La cantante española se catapultó al mundo entero como una estrella del más alto calibre con su libro (aunque haya quien sigue llamándole álbum) El mal querer. Rosalía se puso a escribir capítulos al aire de un libro que no terminamos de entender, en colaboración con personajes como el omnipresente Bad Bunny, The Weeknd o Billie Eilish. Esta última cantante, en una de sus más recientes aportaciones líricas, deja muy claro que también atraviesa una temporada de distancia, no necesariamente pensada a partir de las paredes o del encierro, sino a partir de la libertad: When I'm away from you, I'm happier than ever. Wish I could explain it better I wish it wasn't true, mm-hmm. Give me a day or two to think of something clever to write myself a letter to tell me what to do, mm-hmm. BILLIE EILISH Y en medio de todo esto, el pop hizo lo suyo. Cabe preguntar: ¿ha dejado de hacerlo alguna vez? La respuesta es no. Una prueba en estos tiempos en los que aprendimos —o tuvimos que aprender— a improvisar pistas de baile en la sala y en la cocina está en un dupla digna de dejar el alma en el suelo: Jessie Ware y Kylie Minogue nos hicieron mover todo. Como si hablaran entre ellas: The heart of the city is on fire. Sun on the rise, the highs are gonna fall, but nothing is different in my arms. So, darling, remember, remember where you are. JESSIE WARE You got me started and nothing on earth can stop it. It's crazy, I'm falling. I don't know what else to call it. Boy, do you believe in magic?
“A través de Kurt vi la belleza del minimalismo y la importancia de la música simplificada”. Dave Grohl
Do you, do you, do you do you believe in magic? Dancing together ain't nothing that could be better. Tomorrow don't matter. We'll make the night last forever, so, do you believe in magic? Do you, do you, do you do you believe in magic? KYLIE MINOGUE / DANIEL DAVIDSEN MICHELLE BUZZPETER WALLEVIK / TEEMU BRUNILA Y en medio de este portal de pop que abrieron Minogue y Ware, llegó un fenómeno musical que nos está haciendo pensar las cosas desde las letras: Taylor Swift vivió uno de los momentos más emblemáticos de su carrera, al menos dentro de lo que podemos decir hasta ahora. Y es que la cantante estadounidense nacida en 1989 y con una carrera meteórica (nos guste o no, un auténtico hito musical) aprovechó el conflicto legal que la llevó a perder los derechos de sus seis primeros discos en manos del sello Big Machine Label Group para darle la vuelta a la situación con un giro de creatividad con doble filo: volvió a grabar la totalidad de su disco Red y, de paso, con la publicación del primero de los sencillos, “All Too Well”, se llevó en el camino a quien fuera su pareja hace años, el actor Jake Gyllenhaal. Regresar a lo escrito nunca fue una acción tan poderosa, y regresar a escuchar de otra forma lo escrito nunca fue un gesto tan grande por parte de sus fanáticos en todo el mundo. Ya nos lo había dicho, y lo volvió a decir. Y seguimos escuchando: And maybe we got lost in translation, maybe I asked for too much, but maybe this thing was a masterpiece 'til you tore it all up running scared, I was there I remember it all too well. TAYLOR SWIFT / ELISABETH WAGNER Lista interminable, sí, pero antes de terminar este recuento imposible de lo que leímos en voces de estas mujeres no sobra una última estridencia en voz de The Linda Lindas y su éxito ultraviral, “Racist Sexist Boy”. En un tiempo políticamente cargado (en este país y en el mundo), cuando los reclamos al sistema patriarcal suenan más fuertemente que nunca: You say mean stuff and you close your mind to things you don't like. You turn away from what you don't wanna see. Racist, sexist boy. You are a racist, sexist boy. And you have racist, sexist joys. We rebuild what you destroy. You are a racist, sexist boy. THE LINDA LINDAS The Linda Lindas está compuesto por Mila, de 10 años; Lucia, de 14; Eloise, de 13, y Bela, de 16. Con toda es furia, esas letras y esa música, ya nadie las va a callar. Y nosotros no dejaremos de leerlas. +
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Fabián V. Escalante
Seis viajes a la luna para que mi poesía creciera
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a proclamación de la sinceridad y la austeridad humana, así es el paisaje poético de Violet hace el puente sobre la hierba (Libros Cúpula, 2021), de Lana Del Rey. Dentro de su complejidad artística, hemos descubierto una desbordada pasión por la nostalgia de los años cincuenta, a través de la cual ha interpretado a la actriz principal de un rodaje de Hollywood basado en su filosofía de vida y carrera artística. Su contemporaneidad se ha visto reflejada en la maduración de sus proyectos musicales, su estilismo conceptual, personalidad, éxito y, ahora, su llamada poesía accidental. La vulnerabilidad y la nostalgia son dos emociones que representan un yin y yang en torno a los poemas y fotografías, que hacen sentir la melancolía momentánea de cada estrofa con un toque de sinceridad. Al final encontramos algunos haikús que describen algunos de sus cambios metafóricos y aquellas preguntas casi sin respuesta. Entre algunos detalles, como correcciones y anotaciones a mano, desnivelaciones en las líneas y manchas, la autora desvela sus sensaciones sobre el proceso de este primer poemario publicado. Podemos leer aquella nostalgia que inunda de emociones, risas y desacuerdos de lo que fue, lo que pudo ser y lo que es. Se trata de cuestionamientos que emergen de aquel viejo amor, del borrador de la carta que jamás fue enviada, del sitio en el que nos encontramos o de esa realidad a la que hay que enfrentarnos. Entre metáforas y sueños, logramos ver la fragilidad de aquel pedacito de paraíso que tenemos, ese lugar sagrado que buscamos para sentir paz y vida. No se puede luchar contra la naturaleza del corazón de las personas ni de uno mismo; nadie (ni una médium) nos advierte que podemos entregar para no perder todo lo que somos. Simplemente hay que aceptar el viaje de ida para tomar uno de regreso a nuestra vida y que surja esta poesía. ¿Qué tan sutilmente se ve reflejada la vulnerabilidad en esta poesía? Puede ser una dualidad de aquello que sobrepasa nuestras emociones o una lista de explicaciones de algo humanamente imposible, tan frágil como la vida, pero tan poético como volver a vivirla. En la vulnerabilidad se pueden balancear emociones como la tristeza: podemos mostrarla y aceptarla para descubrir una fuerza que abraza el resto de las emociones que nos asusta mostrar. No tendría sentido expresar amor, cariño o compasión si no existe la aceptación de aquella fragilidad que nos hace existir con el universo. No existe intimidad en algo que ya fue publicado y leído por muchas personas en diferentes lugares; sin embargo, exponer la 26
sinceridad a través de la poesía crea un espacio tan íntimo entre el libro y el lector que nos hace sentir las mismas emociones que cada poema contiene; nos lleva a un espacio de seguridad. Mi mente no ha dejado de imaginar a Lana encendiendo palo santo como leitmotiv del libro, mientras, al encontrarse en un espejo, mira en su reflejo a Sylvia Plath, para así proceder a buscar fotografías que le den un equilibrio personal a su más sensatos recuerdos, que han quedado escritos en Violet hace el puente sobre la hierba. Pies descalzos sobre el linóleo (fragmento) Sigue tu camino, Sylvia Plath, no lo abandones como todos los demás. No te lleves sola a la tumba inundada todos tus secretos sobre amantes y madre. Los secretos que guardas te mantendrán en lo más hondo como a padre y a Amy y a hermano, y toda la gente que conoces en la calle te repetirá las mentiras que ella pronunció. Déjame en paz, grito tarde por la noche en un barco lento con destino a Catalina sin motivo alguno. Pequeñas gotas de sudor salpican mi frente; podrían confundirse con gotas de rocío si esto fuera una sesión de fotos. Pero, por desgracia, ésta es la vida real, y ha sido toda una lucha evitar que mi mente me traicionase. ¿Por qué preguntas? Porque ella les dijo a los vecinos que estaba loca y las mentiras empezaron a creerles.
Fabián V. Escalante. Le encanta leer Sombra y hueso, de Leigh Bardugo. Cuando no escucha música, escribe un poco; ama a los gatos y a los perros. La voz en off en las entrevistas de Lee+.
LOS LEÍDOS NO FICCIÓN
FICCIÓN LA CANCIÓN DE AQUILES Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS
EMMA Y LAS OTRAS SEÑORAS DEL NARCO Anabel Hernández GRIJALBO
De la autora de Circe, una epopeya inolvidable: Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y de su hijo, Aquiles. Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que Patroclo no: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Él lo toma bajo su protección y ambos se adentran en las artes de la guerra.
Este libro forma parte del largo recorrido periodístico de Anabel Hernández dentro del complejo mundo del crimen organizado en México. En estas páginas desfilan personajes como Emma Coronel y otras esposas de importantes narcotraficantes, una ex Miss Universo, y algunas de las actrices, cantantes y conductoras de televisión más reconocidas y aplaudidas.
LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE Matt Haig ALIANZA DE NOVELA
EL INFINITO EN UN JUNCO Irene Vallejo DEBOLSILLO
Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero, ¿esto está a punto de cambiar?
En unos pocos meses, este ensayo se ha convertido en uno de los más influyentes. Su recorrido por la historia del libro en los tiempos de Grecia y Roma —que también se interna en otras épocas— nos revela la señas de identidad de una de las creaciones más importantes de la humanidad, así como su impacto en la vida cotidiana.
CIRCE Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS
DE ANIMALES A DIOSES Yuval Noah Harari DEBATE
En el palacio de Helios, dios del sol y el más poderoso de los titanes, nace una niña. Pero Circe es una niña rara: carece de los poderes de su padre y de la agresiva capacidad de seducción de su madre. Cuando acude al mundo de los mortales en busca de compañía, descubre que sí posee un poder, el poder de la brujería, con el que puede transformar a sus rivales en monstruos y amenazar a los mismísimos dioses.
Hace 100 mil años, al menos seis especies de humanos habitaban la tierra. Hoy sólo queda una: la nuestra. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses o en naciones; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? Harari traza una historia de la humanidad y las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado.
SILENCE Flor M. Salvador MONTENA
EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA: CONTROLA TUS MAÑANAS, IMPULSA TU VIDA Robin Sharma GRIJALBO
¿Y si la leyenda del hilo rojo no sólo te lleva a una persona? Quizá el hilo rojo te conecta con todas aquellas personas con las que estás destinada: tus padres, hermanos, amigos, amantes e incluso tu mascota. Con todas aquellas personas que serán tu alegría, tristeza; risas y llanto. Aquellas sin las que tu vida sería sólo silencio…
NOSOTROS EN LA LUNA Alice Kellen PLANETA MÉXICO
JÓVENES
Tras el éxito de Deja que ocurra vuelve Alice Kellen con una novela que te enamorará. No hay nada más eterno que un encuentro fugaz. Cuando Rhys y Ginger se conocen en las calles de París, no imaginan que sus vidas se unirán para siempre, a pesar de la distancia y de que no puedan ser más diferentes. Una historia sobre el amor, el destino y la búsqueda de uno mismo.
ANTES DE DICIEMBRE Joana Marcús MONTENA
A TRAVÉS DE MI VENTANA Ariana Godoy ALFAGUARA JUVENIL
HEIST Ariana Godoy MONTENA
Robin Sharma desarrolló el Club de las 5 de la mañana hace más de veinte años, gracias a los revolucionarios hábitos que le permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.
EL ÚLTIMO REY BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA DE VICENTE FERNÁNDEZ Olga Wornat PLANETA
A partir de testimonios y revelaciones inéditas, Olga Wornat recorre la vida de uno de los más grandes íconos de la música mexicana. De pintar casas a cantar en el Estadio Azteca, del matrimonio sagrado a los amores tormentosos, de padre ausente a encomendarse a Dios para salvar la vida de uno de sus hijos; esta es la historia de un hombre llamado Vicente Fernández.
A TRAVÉS DE TI Ariana Godoy ALFAGUARA JUVENIL
PERFECTOS MENTIROSOS 1 Alex Mírez MONTENA
ELECTRÓNICOS
ARTE Y RECREACIÓN
EMMA Y LAS OTRAS SEÑORAS DEL NARCO Anabel Hernández GRIJALBO
Este libro forma parte del largo recorrido periodístico de Anabel Hernández dentro del complejo mundo del crimen organizado en México. En estas páginas desfilan personajes como Emma Coronel y otras esposas de importantes narcotraficantes, una ex Miss Universo, y algunas de las actrices, cantantes y conductoras de televisión más reconocidas y aplaudidas.
NO ES NORMAL Viri Ríos GRIJALBO
Con una seductora mezcla de rigor académico e historias insólitas, No es normal devela el juego de las reglas, políticas y regulaciones ocultas que alimentan la desigualdad mexicana. Sus páginas muestran cómo la falta de competencia económica y la ausencia de un gobierno comprometido han hecho de México un país donde los ricos se quedan ricos y las clases medias no crecen.
Estamos diseñados para vivir en sociedad, para relacionarnos y querernos. Nuestra felicidad depende de la capacidad para mantener buenas relaciones con los que nos rodean. Muchos arrastramos heridas emocionales que nos impiden conectar de forma sana con el entorno. Encuentra tu persona vitamina te ayudará a comprender tus vínculos con las personas y tu historia emocional.
SALVAR EL FUEGO Guillermo Arriaga ALFAGUARA
Premio Alfaguara de novela 2020. Una historia de violencia en el México contemporáneo en la que el amor y la redención aún son posibles. Marina, una mujer casada, con tres hijos y una vida familiar resuelta, coreógrafa de cierto prestigio, se ve involucrada en un amorío improbable con un hombre impensable. Salvar el fuego retrata dos Méxicos completamente escindidos. Una obra que retrata los absurdos de un país y, también, las contradicciones de la naturaleza humana. Una novela de amor que termina por brindar esperanza.
ANTES DE DICIEMBRE Joana Marcús MONTENA
Para Jenna Brown, su primer año en la universidad suponía alejarse de su familia y enfrentarse al mundo. Su novio le había dejado claras sus intenciones: a partir de ese momento, tenían una relación a distancia y abierta. Ambos podían hacer lo que quisieran porque sabían que se querían. Así que no pasaba nada si no dejaba de acercarse al mejor amigo del novio de su compañera de habitación.
NIÑOS
HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL J. K. Rowling SALAMANDRA
Este libro te lleva a un viaje de transformación espiritual hacia tu interior, por medio de la meditación. Pintar mandalas es un arte que te ayuda a sustraerte de la realidad cotidiana y te sumerge en lo más profundo y sublime de tu ser. Este libro refuerza la conexión con tu esencia, sana tu alma y tu cuerpo, armoniza y equilibra tu espíritu.
MARAVILLOSAS MANDALAS DEL REINO ANIMAL Magdalena Servín ÉPOCA Dibujar o pintar mándalas es algo más que un pasatiempo: mientras nuestros colores los iluminan tenemos la posibilidad de hacer un alto, de asomarnos a nuestro interior, de concentrarnos en aquello que nos importa y, por supuesto, de crear maravillas que nos reconcilian con el reino animal, esta es la apuesta de esta obra.
LA CIUDAD QUE YA NO EXISTE Carlos Villasana PLANETA MÉXICO
ENCUENTRA TU PERSONA VITAMINA Marian Rojas Estapé ESPASA
LOS COMPAS Y LA ENTIDAD.EXE Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA
MANDALAS PARA EL ALMA Andrea Agudelo PLANETA
LOS COMPAS Y EL DIAMANTITO LEGENDARIO Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA
A partir de cien fotografías inéditas, comentadas por el divulgador de la historia Alejandro Rosas, La ciudad que ya no existe es un paseo entre avenidas, edificios históricos, personajes cotidianos y momentos emblemáticos de la ciudad que ya no es, la ciudad que siempre se transforma. “Éste es un paseo por la ciudad de nuestros antepasados, la que hoy buscamos heredar a nuestros hijos y nietos”, afirma Alejandro Rosas.
MI LIBRO DE MANDALAS Magdalena Servín ÉPOCA Dibujar o pintar mándalas es algo más que un pasatiempo: mientras nuestros colores los iluminan tenemos la posibilidad de hacer un alto, de asomarnos a nuestro interior, de concentrarnos en aquello que nos importa y, por supuesto, de crear maravillas que nos reconcilian con la naturaleza, con nosotros mismos y con el cosmos, esta es la apuesta de esta obra.
CONSTELACIONES Carlota Santos PLAN B
Constelaciones es la guía ilustrada de astrología más divertida e interesante que podrás encontrar. En ella descubrirás la historia de tu signo (y cuáles son las mejores compatibilidades), aprenderás a hacer tu carta astral, conocerás la relación entre los signos zodiacales y sus planetas regentes, las fases de la luna y sus significados, y mucho pero mucho más.
LOS COMPAS PERDIDOS EN EL ESPACIO Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA
DIARIO DE GREG UN RENACUAJO Jeff Kinney MOLINO
Cuento inédito
La guitarra color cerezas tiene un comentario José Luis Salazar
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La c es esa chispa adecuada que enciende el motor, y la a son las alas, por eso tiene esa forma. Del mar al cielo en sólo tres sílabas. Música. En inglés, la armonía en la palabra cambia, entre la m y u se mete un gato a maullar. Miu, le hace. La lengua debe hacer una maniobra casi mística, pues la letra i anda de chismosa; se autoinvitó. Provocó que todo sea más melodioso. Es mu, a continuación sic, music. Dos sílabas y se acabó. No se queda nada corta: la palabra ya funcionó igual a una canción en sí misma, tan fugaz como un asalto con pistola. En francés, la música es llevada a otro salón, en donde se toca un vals porno. Yo pensé que la palabra se oía similar en el español, lo cual se me hizo raro, así que me puse a escuchar mejor y encontré la diferencia: en francés esta palabra se canta. Escucha con cuidado y encontrarás que el muuu es diferente al español. Tiene algo extraño, un no sé qué, también un qué sé yo. Después, en el salón de música en el cual baila esta palabra, todo el mundo se desviste y empieza a tocarse, la letra u calienta a quienes la van pronunciando, y luego, cuando todos y todas están a punto de llegar al clímax, todos y todas se visten y se van. La palabra ha terminado. Musique. En portugués, el sonido saca a bailar a la lengua. La pone donde quiere, justo en la parte en donde se esconde una pronunciación con tanto ritmo que hueles la humedad y la tierra mojada en una noche. El mar en el cual pienso que la palabra navega en el idioma español se convierte en un tarima de madera, y el cielo y las alas se convierten en focos de colores alumbrando a personas que quieren disfrutarse entre ellas. Creo que he dicho poco de lo que quería decir. En fin, a veces así somos las guitarras. El tiempo ha empezado a avanzar. Unas cuántas milésimas de segundo se me han comenzado a escapar. El infinito, agarrado del verso, coro, verso, puente, coro, se va. Ya no puedo sujetar más los segundos; se me escurren entre mis cuerdas. Las luces comienzan a moverse; el escenario, a retumbar; el público toma vida. De ser peso muerto en las manos de un guitarrista, ahora comienzo a cantar sonidos eléctricos. Se produce esa alquimia en medio de la iluminación de neón y humo; tristezas, alegrías, rabia y frustraciones transformadas en poesía con banda sonora. La canción que estoy tocando dura dos minutos cincuenta segundos; faltan cinco segundos para que el concierto acabe y el sonido se vuelva silencio. Eso sólo hasta que las personas exploten en aplausos, groserías, abrazos, deseos. +
José Luis Salazar. Creativo, lector, sonauta y curioso en mil formas. Es creyente de que las historias pueden unir, de una vez por todas, el mundo. Twitter: @tornencantos
“Ahora somos más populares que Jesús; no sé qué irá primero, el rock & roll o el cristianismo”. John Lennon
a canción que estoy tocando está por terminar y deseo detener el tiempo con todas mis fuerzas. En este preciso momento, las personas en el concierto están conmovidas por las cosas inexplicables que han sentido tras oír mi música. Llevo tocando dos minutos cuarenta y cinco segundos de algo inexplicable, algo que se siente tan breve como un balazo o un beso a ojos cerrados. Son tantos mis deseos de detener el tiempo, que, de hecho, lo he conseguido. Estoy sorprendida de mí misma. Soy una guitarra Washburn HB 35 WR, del color de las cerezas. Estaban por darme el golpe final con un acorde de mi menor, nota en la que todo terminará, cuando he congelado este momento. Ahora mismo soy peso muerto en el cuerpo del guitarrista. En mis cuerdas se han empapado gotitas de sangre después de un concierto de dos horas y media. No sé por cuánto tiempo más pueda seguir reteniendo el tiempo, en realidad no sé de qué forma lo he logrado. Pero antes de que todo vuelva a transcurrir, de que la canción se termine y yo sólo pueda volver a comunicarme a través del sonido de mis cuerdas y de un amplificador, debo decir algo: envidio a todas las personas de este mundo por ser capaces de hacer melodías sólo con sus palabras y sin nada más. Ustedes nunca han dejado de pronunciar palabras para hacer canciones y nunca han dejado de hacer canciones para pronunciar palabras. En muchos idiomas, he escuchado palabras que se oyen increíbles: tornado en español, cadeu en francés, deadpan en inglés y sehnsucht en alemán son mis preferidas. Pero es música la que me sigue causando curiosidad absoluta, pues es como se define a mi oficio, mi vida entera. En español, inglés, francés y portugués, esta palabra se comienza a escribir idéntica al muuu de una vaca. Escuché que viene del latín musicus, y que su abuela es la palabra griega moysikós. El sonido de la primera parte, el mu, ya es musical. En cualquiera de estos cuatro idiomas comienza a escribirse igual, pronunciada es muuuy diferente. En español, es dura y directa: m. Luego u. Empieza de manera ruda, pero obediente a como se vocalizan las letras. Qué lindo: la palabra primero hace un viaje tomando un barco en un mar de sonidos graves, a continuación, la s y la i se convierten en navegación tranquila. Después ese barco se vuelve un avión despegando desde el agua.