magellan De viajero a viajero
A単o 2 - Enero 2016
Especial primer aniversario 1
magellan De viajero a viajero
magellan De viajero a viajero
Año 2 - Nº13 - Enero 2016 Publicación de periodicidad mensual Editor Fabrizio Rodilossi fabrizio@edinext.com Redacción Laura Fabregat redaccion@magellanmag.com Marketing y publicidad Sergio Permanyer publicidad@magellanmag.com Redes sociales Javier Perez Elizabeth Rickard Gonzalo Paraiso redes@magellanmag.com Han colaborado en este número Miquel Silvestre Enric Gili Ferran Cabellos Maria Farran Javier Perez Carlos R. Galindo Laura Fabregat Belén Gómez Txema González Laura Millán Nicolás Marrero Blas Fernández Jordi Canal-Soler Suscripciones suscripciones@magellanmag.com Suscríbete y te mantendremos informado sobre la salida de cada número y acerca de todas las novedades de Magellan. Contacto Tel. +34 680624660 info@magellanmag.com www.magellanmag.com
‘Magellan’ no se hace responsable de los artículos firmados por los autores.
Año 2 - Enero 2016
Editorial EspEciAl primEr AnivErsArio 1
Un año de Magellan
G
racias, gracias, gracias y 12 veces gracias. En primer lugar me gustaría dedicar el inicio de este editorial al mejor equipo del mundo. A ese grupo de personas fantásticas quienes, cuando Magellan era sólo un proyecto, dedicaron muchas horas y un sinfín de momentos, robados especialmente a sus fines de semana, para aportar ideas, estrategias, energía, entusiasmo y todas las ganas del mundo para que la revista fuera una realidad. Seguidamente me gustaría decir un gracias inmenso a todos los viajeros que habéis querido compartir vuestras historias con nosotros. A los de los primeros números a los que “apretamos” sin cesar para cumplir los plazos de cierre, a los que lograsteis vencer la pereza para poder compartir aventuras y luego daros cuenta de que habíais disfrutado de la experiencia, y a todos los que os fuisteis sumando a la aventura de Magellan para ayudarnos a crecer cada día más. Gracias por vuestra generosidad. Un gracias especial también a Miquel Silvestre, viajero y aventurero, que nos ha regalado en este cumpleaños una fascinante vuelta al mundo y nos relata sus experiencias en un reportaje espectacular. Muchas gracias también a los que no os habéis animado todavía a escribir pero que sabemos que nos seguís, nos leéis, nos compartís en vuestras redes sociales, y con vuestros comentarios y opiniones y vuestros “me gusta” nos seguís dando alas para seguir creciendo.
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Sumario
Alaska Parques del oest de eeuu filadelfia
Santiago de compostela madrid
Benín
el salvador
grecia
etiopia
tailandia
Galápagos
patagonia
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08 Noticias Empezamos el año haciendo un repaso
mejores fotos del año 10 Las Para celebrar nuestro primer aniversario, hacemos un repaso de las mejores fotos que han pasado por la sección este año.
de los mejores planes de la agenda internacional para este enero, y conociendo las últimas noticias de la actualidad ‘viajera’. En nuestra sección de ‘apps’ os hemos seleccionado cuatro prácticas aplicaciones que harán mucho más fáciles vuestras escapadas.
vuelta al mundo en moto 12 La Damos la vuelta al Mundo saltando de continente en continente de la mano del incansable aventurero Miquel Silvestre.
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Sumario
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56
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Islas Galápagos con mochila 44 Las Iguanas, tortugas gigantes, naturaleza
to Philadelphia’ 66 ‘Sailing Volamos a la cuna de los Estados Unidos,
salvaje y de repente, el hombre. Viajamos al centro de la tierra.
una ciudad vibrante, crisol de culturas y todo un icóno de la libertad.
Compostela por el camino francés 56 ARecorremos la ‘Calle Mayor de Europa’
menos una vez en la vida 74 Al La Patagonia argentina, una tierra rica
mochila en mano haciendo escapadas con alternativas a la rutas más clásicas.
en vegetación, fauna, hielo, montañas y lagos que invita a la reflexión.
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Sumario
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96
114 126
las calles de Madrid donde todo nació 86 Etiopía, 114 Por De Atocha a Madrid Río, recorremos Descubrimos la realidad de un país en que la ciudad como mejor se puede hacer: paseando por sus calles de bar en bar.
conviven más de 94 millones de personas entre enigmas, etnias y paisajes vírgenes.
en la morada del dios Sol Nacionales del Oeste... 96 Cíclades, 126 Parques Navegamos hasta Míkonos, Delos, Naxos Nos lanzamos a la conquista de los mejoy Santorini, algunas de las más célebres islas griegas, para descubrir sus encantos.
res paisajes del Oeste americano armados con nuestra mejor cámara.¡Disparen!
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Sumario
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140 Tailandia Mercadillos, templos budistas, travesías
y vudú, sorprendente realidad 164 Etnias Viajamos a Benín, en África, para asistir
por el río y ruinas perdidas. Una aventura entre el caos y la paz. ¿Te animas?
en primera persona a rituales vudú y asombrosos ritos ancestrales.
Salvador: la novia inesperada camino del oro hacia el Klondike 154 El 174 El Nos adentramos, haciendo ‘autostop’, en Seguimos las huellas de los buscadores de la historia, las gentes y la belleza de este pequeño país de Centroamérica.
oro que avanzaron por Alaska y Yukón a la caza de tierras vírgenes.
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Noticias Reyes, ¡a sus máscaras! Son los carnavales, si no los más célebres –con permiso de los de Río de Janeiro–, sí los más elegantes y sofisticados, y empiezan este próximo 23 de enero. Gondolas cargadas de elegantes arlequines, damas y ‘Casanovas’ enmascarados; refinados desfiles en la Piazza San Marco, la tradicional ‘Festa delle Marie’ y el ya legendario salto del ángel. Si aún no los has visto, éste es tu año, prepara la máscara. carnevale.venezia.it
Au revoir Jumbo Jet... El Boeing 747, más conocido como ‘Jumbo’, fue durante décadas el mayor avión de pasajeros. Hoy es uno de los más conocidos y también de los veteranos. Realizó su primer vuelo comercial en 1970, entre París y Nueva York. Ahora, 45 años después, la compañía francesa Air France ha anunciado que los ‘jubila’, pero la despedida será por todo lo alto: con un vuelo histórico que dará un particular ‘tour’ a Francia. Este último despegue tendrá lugar el 14 de enero, en París. La agenda a bordo es de lo más completa: con desayuno, conferencias históricas y demás sorpresas. Se puede reservar por teléfono y hay solo 300 plazas. Más info: airfrancelasaga.com
Las tendencias para este 2016
MUSÉE AIR FRANCE
A principios del mes de diciembre conocíamos los resultados del Traveller’s Choice TripAdvisor, los premios otorgados por la plataforma de viajes que ganan adeptos cada año. Los premios recogen hasta 10 categorías, pero ya que inauguramos año, nos quedamos con las listas de Mejores Sitios de Interés Turístico del Mundo, con Angkor Wat (Camboya), el Machu Picchu (Perú) y el Taj Mahal (Índia) a la cabeza; y con la de Mejores Destinos Emergentes del Mundo con Tulum (Mexico), Cartagena (Colombia) y Oporto (Portugal) en las primeras posiciones. Ponlos en tu lista de propósitos del 2016.
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Apps de viajes
Booking.com
RenfeTicket
Booking.com pone a disposición del viajero más de 750.000 alojamientos en más de 209 países del mundo que se pueden reservar desde su app de manera fácil y segura. La app permite buscar por ciudad, por rango de precio, por localización y valoración entre otras. Además cuenta con más de 52 millones de comentarios reales de clientes que facilitan al usuario la elección del alojamiento que mejor se ajusta a sus planes.
Renfe cuenta con una interensante aplicación gratuita para la compra de billetes a través de dispositivos móviles IPhone y Android. El usuario puede hacer toda la gestión de compra de billetes de manera muy rápida, y muy cómoda, y conservar además la copia del documento en su dispositivo móvil para poder presentarla directamente el día del viaje. La aplicación también permite cambios en reservas, anulaciones y consultas.
Airbnb
Autocaravanas
Esta app es en realidad una comunidad que conecta al usuario con personas que han decidido alquilar su vivienda desde esa plataforma. Con más de 600.000 alojamientos disponibles en más de 34.000 ciudades, Airbnb es muy prática pues ofrece casas para todos los gustos y bolsillos. Una nueva manera de conocer el mundo que ha revolucionado el concepto de alquiler turístico.
Autocaravanas es, como su nombre indica, una aplicación que recopila una selección de áreas de servicio y estacionamiento para estos vehículos. La app indica las zonas en las que se permite estacionar la autocaravana, e incluso pernoctar, tanto en España como en otros 17 países europeos. Un instrumento extremadamente útil y muy necesario para los apasionados de este tipo de viajes.
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Las mejores fotos del año
Envíanos tu mejor foto a: fotos@magellanmag.com
Venecia - Dolores Blasco
Santiago de Cuba - Laura Cabero
Amsterdam - Isabel Pascual
Bilbao - Álex Arregui
París - Mercedes Latrilla
Palermo - Carlos Amor
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Las mejores fotos del año
Envíanos tu mejor foto a: fotos@magellanmag.com
Nueva York - Marta Fdez. De Piñar
Groelandia - Jordi Matamoros
Marruecos - Francesca Cesana
Grecia - Ana Vega
Brasil - Loli Osuna
Sudáfrica - Eugenia Villavicencio
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La vuelta al mundo en moto Descubriendo sobre dos ruedas la apasionante ruta de los exploradores olvidados Texto Y fotos Miquel Silvestre Fecha del viaje 2011-2012
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H
e llegado al techo del mundo. Estoy muy alto. Las águilas vuelan por debajo de mi vista. Casi toco con los dedos los glaciares de Alaska. No me hace falta viajar más lejos para dar por terminada la Ruta de los Exploradores Olvidados que me ha tenido un año dando la vuelta al mundo en moto. Quedan apenas sesenta kilómetros hasta la ciudad de Valdez, el topónimo en español más al norte del planeta. Pero sobre esta rocosa atalaya comprendo ahora que mi loco proyecto de aventura e historia ha terminado. Valdez es solo un nombre, un símbolo, un pequeño punto en el mapa. Ese aislado pueblo destruido por un terremoto en 1964 no alberga recuerdo alguno de España a pesar de haber sido fundado en el siglo XVIII por Salvador Fidalgo. Lo ubiqué en mi ruta solo porque supuso el límite de la exploración española en Norteamérica. Alaska conmueve por su grandiosidad natural. Circulo entre valles interminables y cordilleras nevadas. Viajo solo durante muchísimos kilómetros. Disfruto del placer de dejarme llevar por el imán del horizonte. Inmerso durante tantos meses en el infierno circulatorio de África, India y Asia, esta desolación se me antoja como el más perfecto paraíso. Resultan conmovedores el silencio, el infinito bosque ártico, la tundra y este sol obcecado que nunca se pone. Inmerso en semejante soledad hay tiempo y oportunidad para pensar, para recordar los miles de kilómetros recorridos desde que salí de España y viajé a Cabo Norte en busca del vaporoso
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recuerdo de Al Ghazal, embajador de Abderraman II a los vikingos en el siglo IX. embajada andalusí a los vikingos
Tras su primera incursión ibérica, en la que saquearon Gijón y Sevilla en el año 844, Abderraman II consiguió derrotarlos en Córdoba. El inteligente musulmán vio antes una oportunidad que una amenaza en
aquellos bárbaros extranjeros que adoraban a dioses terribles. Los misteriosos hombres rubios podían ser un fenomenal aliado contra el común enemigo cristiano. Tomó una decisión arriesgada y ambiciosa: enviar un embajador a aquellos reinos lejanos. El elegido se llamaba Al Ghazal, hombre sabio y experimentado pues con más de cincuenta años ya había sido diplomático en Bizancio.
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Alaska
Más aún inmerso en la soledad ártica, el mundo impone su ritmo. Mientras me hallaba en territorio de los lapones, acontecieron los atentados de Oslo del verano del 2011. Entré en un hotel con mi desaliñado aspecto de motorista trotamundos y me sorprendió que todos los presentes mirasen absortos una pantalla de plasma gigante. Reconocí las imágenes típicas de un ataque terrorista. Se
detectaba en su calmada actitud un estupor hondo. Aquello no entraba en sus esquemas, no era posible que Oslo, la tranquila y pacífica capital del tranquilo y pacífico país escandinavo, hubiera sido objeto de la rabia ciega. Noruega y el fanatismo parecen términos radicalmente incompatibles, como no sea un fanatismo por la protección de su entorno y el cumplimiento de las normas.
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budapest, un schindler español
Tras cruzar el Báltico y conocer Letonia, Estonia, Lituania, Polonia y Eslovaquia, entré en Hungría para recalar en Budapest. La vieja capital húngara que alberga un grandioso museo de arte clásico donde se guardan lienzos de Goya y Murillo, y también una humilde placa sobre la fachada de la embajada de España. Está dedicada a Ángel Sanz Briz, quien desde su puesto de agregado de negocios, extendió pasaportes españoles a más de 5.200 judíos magiares, librándolos del terrible moridero de Auschwitz. Este valiente diplomático fue declarado Justo entre las Naciones
“Alaska conmueve por su grandiosidad natural. Circulo entre valles interminables y cordilleras nevadas” por el Estado de Israel. Honrar su memoria bien merecía que yo atravesara Europa central antes de proseguir mi búsqueda de exploradores por la más abrupta geografía africana. En Salerno embarqué en un carguero de Grimaldi. Tras cruzar el Mediterráneo aparecí en una devastada Alejandría, la ciudad más sucia y abandonada que jamás haya visto. Triste epílogo para la ciudad fundada en el año 331 C por Alejandro Magno en el Delta del Nilo. Luego se convirtió en la capital del imperio de los Ptolomeos, fundado por uno de sus generales. La última reina de la dinastía fue Cleopatra antes de que Egipto se convirtiera en provincia romana. Los árabes la conquistaron en el 641. Saqueada por los cruzados, reconquistada por
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DNI del Viajero Nombre: Miquel Apellido: Silvestre De: Denia, Alicante (España) Edad: 47 años Web: www.miquelsilvestre.com Facebook: facebook.com/miquel.silvestre Twitter: @miquelsilvestre Instagram: thesilverrider Viajero y escritor español, nació en Denia el año de 1968. Su alumbramiento fue coetáneo de revoluciones primaverales, del fin del colonialismo en África, del despertar de esperanzas en Iberoamérica y de la derrota estadounidense en Vietnam. De todas aquellas quimeras no quedan sino cascotes, desengaños y bastante escepticismo. También un mundo bello, complejo, interesante y salvaje que bien merece la pena recorrer. Miquel Silvestre se ha dedicado a recorrerlo en solitario a lo largo de más de cien países para contar la verdad de lo que ve con sus propios ojos. Si buscas un piloto de rally, aquí no lo vas a encontrar. Miquel Silvestre conduce lento y sin prisa. Lo hace para mirar, aprender y contar. Para mezclarse con la gente. Es un escritor que viaja en moto para escribir, escribe para emocionarse y monta en moto porque es el mejor balcón a la realidad que conoce.
los otomanos, fue quedando reducida a pueblo decrépito. Cuando Napoleón entró victorioso no habría aquí más de siete mil personas. una biblioteca sueca en egipto
La Biblioteca Alejandrina se ha autoproclamado heredera de la Gran Biblioteca de la Antigüedad; pero lo que quizá sea más famoso que la propia biblioteca sea su destrucción. Cuando Alejandría fue conquistada por los árabes, el comandante de las tropas musulmanas pidió instrucciones al Califa Umar Ibn al Jatabb. Éste le respondió que si los volúmenes eran acordes con el Corán,
“Aparecí en una devastada Alejandría, la ciudad más sucia y abandonada que jamás haya visto” resultaban innecesarios, y que si no lo eran entonces no debían ser conservados. Se dice que las piras de libros calentaron las termas durante meses. La Moderna Biblioteca, auspiciada por la Unesco, se inauguró en 1996 y costó 230 millones de dólares. Se supone que puede acoger 20 millones de libros aunque todavía hoy es un cascarón bastante vacío. Debe rondar los 200.000 volúmenes, procedentes en su mayoría de donaciones. Probablemente no se llene nunca, pero eso qué importa si el edificio existe, el dinero se gastó, la ceremonia de inauguración se celebró con tres reinas presentes, y los jóvenes alejandrinos pueden actualizar aquí sus perfiles de
Egipto
Facebook. Este templo majestuoso a la vaciedad es una metáfora perfecta. La moderna biblioteca es la deconstrucción total. La nobiblioteca. No hace falta pues que ningún Cesar o Ibn al Jatabb ordenen su devastación porque no hay nada más devastar que carísimo aire posmoderno. Eso sí, de modernísimo y luminoso diseño sueco. del cairo al lago tana
Cuando entré en El Cairo, aparte del más monumental caos circulatorio, me topé con un luctuoso suceso: una matanza de coptos, la minoría cristiana. Los blindados del Ejército arremetieron contra una pacífica manifestación que protestaba por la quema
de una iglesia en Edfu. Murieron decenas de jóvenes. El Gobierno Egipcio estima su número en un 10%. Pero ellos, que se consideran directos descendientes de los faraones, serían más del 25%. “Antes estábamos mal”, comenta un estudiante de ingeniería que trabaja en un bar para pagar la universidad, “pero ahora estamos peor. Esperábamos un cambio, pero nada está cambiando. No al menos en el sentido que queríamos. Nosotros hicimos la revolución. No fue una revolución copta sino egipcia, pero el setenta por ciento de los que estábamos en aquella plaza éramos cristianos. Sólo queremos nuestros derechos. Llevamos siglos callados, aguantando humillaciones.
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Egipto
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Quieren que nos vayamos, pero no queremos. Además, ¿a dónde voy a ir?” El Patriarca Shenouda III no tiene esperanza en Occidente. “No han hecho nada por nosotros”, asegura uno de los barbados sacerdotes de la gran catedral. ¿Y qué van a hacer?, le pregunto. “No confiamos en nadie.”, dice, “Ya no. Nuestro Patriarca y su Sagrado Consejo han decretado que a partir de ahora guardaremos silencio. Durante tres días ayunaremos y rezaremos. Será Dios quien hará algo para ayudar a su gente.” Dejé atrás la megalópolis y remonté el valle del Nilo, auténtica herida fértil en el infinito desierto del Sahara. Abandoné Luxor y sus maravillas arqueológicas. En Asuán tomé el más terrible barco que imaginarse pueda. Setecientas personas. Dos letrinas. El único premio es divisar a lo lejos las fantásticas estatuas de Abu Simbel en el amanecer del segundo día de navegación. Sucio y harto, arribé al calcinado puerto sudanés de Wadi Halfa, un lugar en mitad de la nada arenosa. sudán y el reino de makuria
En Wadi Halfa no hay nada que hacer más que beber té. La población es solo un conjunto de negocios de adobe diseminados en torno a una plaza polvorienta. El Hotel Kilopatra ofrece baño comunal y ventiladores, aunque siempre cabe la posibilidad de sacar el catre de muelles al pasillo cuando aprieta el calor. Es el mejor establecimiento de la zona. La pobreza general, la falta de medios y de esperanza son obvios en uno de los países más cerrados, recónditos y dictatoriales de África. El eterno conflicto de Darfour y el
islamismo declarado de las autoridades no le granjean buenos amigos en Occidente. El pueblo está muerto durante el día. Al frescor de la noche acude una muchedumbre de hombres negros vestidos con chilabas muy blancas. Son los nubios. Hablan lengua propia y proceden de la más lejana antigüedad. La grandeza de su reino es
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Sudan
tan vieja como la de las pirámides. Situado entre la primera y la sexta catarata del Nilo, su relación con Egipto fue siempre estrecha y no pocas veces también conflictiva. Hubo varios faraones nubios y tropas de élite nubias al servicio de los egipcios. Ya para mediados del Reino Nuevo es difícil distinguir una cultura de la otra.
Nubia desapareció en el 350 de nuestra era al ser invadido por un rey etíope. Surgieron entonces tres pequeños reinos cristianos. Al norte, Nobatia, entre la primera y segunda catarata; al sur de la sexta, Alodia; en el medio, Makuria, con capital en Dongola. A partir del siglo VII fue poder dominante en la región con fuerza para resistir al invasor
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árabe que conquistó Egipto. Makuria mantuvo su independencia y religión cristiana hasta el siglo XIV, cuando los mamelucos invadieron la región y el pequeño reino desapareció tragado por la arena sin apenas dejar más rastro que las despanzurradas ruinas de una iglesia de adobe. etiopía y el jesuita madrileño
Tras lograr el visado de Etiopía, me dirigí al sur. Fue como cambiar de planeta y reingresar en el color verde que ya creía haber olvidado. Montañas, plantaciones, bosques y una historia milenaria, la del reino del Preste Juan. Según un mito del medievo, existía un riquísimo territorio más allá del Sahara donde regiría un príncipe cristiano. Vasco de Gama abrió la ruta africana hacia las Indias
Orientales en 1498 y se topó con el imperio del Negus. El cristianismo había llegado en el siglo IV gracias a misioneros sirios, pero en el VII los árabes comenzaron su expansión militar. Con el ascenso de este nuevo poder hegemónico en la región, Etiopía quedó aislada de la Cristiandad. El jesuita madrileño Pedro Páez (Olmeda de las Cebollas 1564) fue enviado desde la colonia portuguesa de Goa (India). Disfrazado de mercader, su barco fue abordado por piratas yemeníes y obligado a recorrer a pie el inmenso desierto donde pasó esclavizado seis años antes de poder ser rescatado y conseguir llegar a Etiopía en 1604. El emperador Susinios le brindaría la oportunidad de visitar en las montañas Sahala las fuentes del Nilo Azul al sur del Lago Tana,
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hoy en la ruta principal a Addis Abeba y en las proximidades de las cataratas del “Agua que echa humo”, situadas a 30 kilómetros por una pista sin asfaltar de la agradable ciudad lacustre de Bahir Dar. Suceso que finalmente se produciría el 21 de abril de 1618. “Y confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el Rey Ciro y su hijo Cambises, el Gran Alejandro y el famoso Julio César.”, escribiría en su libro “Historia de Etiopía”. El camino se torna grava durante cincuenta kilómetros. Subo una loma y entonces lo veo. Al fondo, marrón y agitado, el Lago Tana. Una larga recta lleva hasta Gorgora,
aldea de apenas un centenar de casas. Páez vino a Gorgora varias veces para supervisar la construcción de un palacio catedral. En su última visita cayó enfermo. El 25 de mayo de 1622 murió y sus compañeros lo enterraron allí. Llegar hoy hasta allí por tierra es una misión ardua. El camino es de cabras y los pedruscos diseminados hacen peligroso conducir la moto. Tras varias horas de esfuerzo y caídas, subo a una colina a orillas del gran lago. En la cima encuentro en pie el esqueleto del palacio y los restos de un torreón. Alrededor yacen esparcidas las piedras que forjaron los muros de la iglesia. Apenas
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queda una arcada con celosías portuguesas. Nada recuerda aquí al jesuita. El inglés Speke tiene una placa en el Lago Victoria de Uganda como descubridor de las fuentes del Nilo Blanco. Páez un agujero negro en un lugar remoto. Cuán diferentes son las naciones en el trato dispensado a sus hijos. kenia, la moyale road
Alcanzar Kenia desde Etiopía no resulta sencillo. Hay que recorrer más de 700 kilómetros de la más atroz pista de barro y piedras que imaginar se pueda. Es la Moyale Road, el último gran desafío africano. Pero estar allí significa ver, sentir, oler y tocar la
verdadera África donde el viajero encuentra habitaciones sórdidas, gallinas escuálidas, agua turbia y, sobre todo, el derroche brutal de adrenalina que supone atravesar un territorio a pocos kilómetros de Somalia. Durante mi paso, el ejército keniano combatía a la milicia somalí de Al Shabab. Pregunté si se podía reconocer a los milicianos y la respuesta que me dio el conductor de un camión fue lapidaria y muy poco tranquilizadora. “Imposible. Nadie sabe quienes son. Están por todas partes. Yo mismo puedo ser uno de ellos.” Crucé de nuevo la Línea Ecuatorial en Nanyuki, visité en Nyeri el mausoleo del
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general inglés Baden Powell, fundador de los Boy Scouts, rodeé el masivo Monte Kenia y arribé en Nairobi, donde el recuerdo bohemio y pijo de la Baronesa Blixen se funde con la fetidez de los barrios de chabolas y el fulgor de los rascacielos del centro de la gran capital de África del Este. No viajé más al sur esta vez. Ya conocía ese camino, narrado con detalle en mi libro Un millón de piedras. Mi siguiente explorador estaba al otro lado del Océano Índico, así que envié la moto en avión al infierno circulatorio de India. india y un santo navarro
Nada puede ser peor que esto. Cada cual obedece la ley que marca su propio tamaño. El más grande gana siempre. El pequeño ha de salirse al arcén. Recorrer estas saturadas carreteras es una lotería. Cada adelantamiento, cada curva ponen los pelos de punta. Una mínima distracción puede ser fatal. Sin embargo, el paisaje es espectacular. Al sur de Bombay, recorriendo el litoral del mar Arábigo, estamos en la India tropical de los mangos, las palmeras y los cocoteros. Puestos de dulcísimas frutas, tuk tuks petardeantes y coloridos saris femeninos dan al horizonte alegre aire de exotismo. Tras cruzar la frontera de Goa el asfalto mejora pero la densidad circulatoria aumenta. Desemboqué en una avenida flanqueada de palmeras. Hay dos enormes iglesias frente a frente. Una es blanca y refulge bajo el sol declinante de la tarde. Es Sé Catedral, construida en 1562. La otra es rojiza y más antigua. Es la Basílica del Buen Jesús. Son las dos joyas arquitectónicas más importantes
India, Templo de Chennakesahva en Belur
del grandioso legado portugués en India, monumental fruto del afán exploratorio de la Época de los Descubrimientos propiciado por la búsqueda de las especias, tan valiosas como el oro durante el Medioevo. A finales del XV la búsqueda de una ruta marítima hasta ellas se convirtió en política de Estado. En 1598 Vasco de Gama alcanzaría la India. En 1510, Portugal conquistaría Goa y la convertiría en su principal base en Asia llenándola de monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En 1961, las tropas indias entraron en Goa y ese fue el final de la presencia portuguesa en India. Pero en el apogeo del siglo XVI había necesidad de clérigos. El rey Juan II pide curas al Pontífice. Uno fue Francisco de Jasso, nacido en 1506. Su padre era consejero del rey de Navarra Juan III, quien perdería el reino ante las armas de Fernando el Católico. Enviado a París a estudiar, allí conocerá a Ignacio de Loyola. Junto a otros ocho camaradas fundarían la Compañía de Jesús en 1534. Desde ese instante, los soldados de Cristo se ofrecen voluntarios para ir a las misiones más peligrosas y lejanas. El siete de abril de 1541 zarparía desde Lisboa. Trece meses después llegaría a Goa. Pasará tres años recorriendo el sur de India y Ceilán. Llegaría a Malaca y más allá, hasta las lejanísimas Islas Molucas. En 1548 regresa a Goa para asignar a los misioneros jesuitas su respectivo campo de acción; para él se reserva Japón. En abril de 1549 parte de nuevo con Cosme de Torres y Juan Fernández. Tras siete semanas infernales, atracan en la
Katmandú
bahía de Kagoshima. Allí comenzaría uno de los viajes por tierra más fantásticos y legendarios de la historia de las exploraciones a lo largo de más de mil kilómetros en pleno invierno. Esperando que alguien acepte llevarle hasta China, recae y el 3 de diciembre de 1552 muere en la isla de Sanchón y es repatriado a Goa. La canonización tiene lugar en 1622. A finales del XVII se deposita el cuerpo en una urna de plata en la Basílica del Buen Jesús y a mediados del XIX comienza el ciclo de exposiciones temporales cada diez años. La próxima será en el 2014. Se prevé que sea multitudinaria debido a la profunda reverencia que le dispensan los habitantes de esta región que mezcla la herencia portuguesa con la exuberancia tropical.
nepal , paraíso hecho montañas
De India viajé a Nepal en un periplo accidentado y lleno de peligros. Sobreviví a la locura circulatoria pero estuve a punto de no contarlo en numerosas ocasiones. El país del Himalaya surgió como un paraíso. Ascendí las montaña y descendí hasta Katmandú, un anárquico laberinto polvoriento de calles empinadas y sinuosas. Muchos peatones llevaban mascarillas para evitar el respirar las partículas de polvo en suspensión. En el centro proliferan las agencias de aventura y trekking, tiendas de montaña donde venden fabulosos North Fakes, polvo en suspensión y camellos de hachís. Otra de las constantes nepalíes son las protestas y manifestaciones. Hace poco que el país salió de la guerra civil y aunque
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los maoistas forman parte del gobierno, sus huestes siguen alborotando. Pero como la política no va conmigo, aproveché un día de huelga para recorrer una ciudad sin tráfico. Todo el mundo tenía miedo a conducir menos yo. En este ambiente casi festivo visité el templo hinduista de Pashupatinath, el más antiguo, a orillas del río Bagmati. Declarado Patrimonio de la Humanidad. Centro de peregrinación y crematorio de cadáveres. Interminables escaleras llevan hasta la cima, tomada por un centenar de monos que aprovechan las ofrendas alimenticias mejor que los dioses. En la céntrica plaza Durbar se halla un curioso templo de madera, reconstrucción del primigenio que hace miles de años diera nombre a la ciudad, así como la residencia de esa desgraciada niña diosa, la Kumari. No puede pisar el suelo, no se relaciona con otros niños y no tiene una vida normal. Los turistas acuden en procesión para ver el prodigio, pero para mí es una tradición perversa. Considerar a una cría como divinidad viviente hasta que tiene la primera menstruación y luego devolverla a su casa es monstruoso. Ya me contarás
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Katmandú
qué futuro tiene alguien que ha vivido aislado y considerado como un dios sus primeros años de vida. bangkok, la ciudad de la comida
En Bangkok todo me resultó nuevo y brillante comparado con India o Nepal, pero el calor húmedo era tremendo. Empapado en sudor, di una vuelta por Kahosan Road. Un ruidoso hervidero para turistas de mochila donde ha brotado un bosque de buscavidas, vendedores de falsificaciones y merchandising barato y procaz. Pat Pong es la calle de los clubes de alterne. Las chicas esperan disciplinadamente en la puerta de los garitos. Cuando ven aparecer un grupo de posibles clientes, saltan como resortes y enseñan catálogos plastificados con una galería terrible de rostros de muñeca embadurnados de maquillaje y Photoshop. Bangkok es también la ciudad de los mercados flotantes y la comida callejera. Por todos lados hay tenderetes donde venden fruta, café, dulces, bocadillos, salchichas, arroz, más fruta, más café, más dulces, más bocadillos, más salchichas y más arroz. La vida urbana orbita en torno a la comida. Por la noche encuentro un figón en la calle Rama IV. El calor es tenaz pero la cerveza Chang está fría. Me atiende una señora bajita, regordeta, de unos cincuenta años. Está borracha como una cuba. Dice que quiere ser mi amiga. Se golpea el corazón con el puño. Efectivamente, siente algo por mí.
Katmandu
Yo también siento algo. Mucho calor. Cada vez más. Más cerveza fría, por favor, o me derrumbaré al lado de los perros callejeros que vagabundean a mi alrededor. “Bienvenido a Asia”, me dije antes de quedarme profundamente dormido sobre el catre de mi pensión. sumatra, aventura real
Y Asia se hizo eterna. Pasé cuatro meses saltando de isla en isla. Cruzar a Malasia fue sencillo, pero no hay servicio de ferries con Indonesia. Hube de meter la moto en un
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frágil barco de cabotaje gobernado por una tripulación de verdaderos piratas. Aparecí en Sumatra, la sexta isla más grande del mundo y frecuente pasto de terremotos, erupciones y tsunamis. 2500 kilómetros de selva, lluvia torrencial y total ausencia de infraestructuras y alojamientos. El viaje se tornó de nuevo una aventura total en la que las jornadas interminables se sucedían y la vida se salvaba milagrosamente casi a cada kilómetro. A cambio, pude comprobar con asombrada felicidad que aún quedan lugares puros sobre este planeta. Alcanzado el extremo sur, salté a Java y me sumergí en la promiscuidad de Yakarta, una caótica urbe de 18 millones de personas. Allí logré embarcar en un surrealista barco que llevaba camiones a Borneo. 250 personas, seis retretes y dos días de navegación por delante.
borneo, territorio inexplorado
Borneo, segunda isla más grande del mundo, hogar de los últimos orangutanes salvajes, territorio compartido por tres Estados: Indonesia, Malasia y el Sultanato de Brunei. Atraqué en lado occidental y hube de cruzar de un extremo al otro para arribar a Sandakán, en la punta nororiental de la región de Sabah, que un día fue parte de la soberanía española hasta que se produjo la derrota ante los Estados Unidos de 1898 y se perdieron Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Desde Sandakán zarpó el astroso paquebote que lleva pasajeros a Zamboanga, en la conflictiva región filipina de Mindanao. No se puede decir que sea un crucero de placer pues la embarcación se usa fundamentalmente para deportar a los muchos filipinos que emigran ilegalmente. Tras pasar, eso sí,
Zamboanga, Filipinas
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una temporada encarcelados. De modo que crucé a Filipinas rodeado de setenta expresidiarios. Pero valió la pena. Me convertí así en el primer español que en 400 años llegaba a Filipinas en una expedición terrestre. Ni en moto, coche, bicicleta o caballo. el primero de filipinas
Filipinas era el verdadero objetivo de mi Ruta de los Exploradores Olvidados. Allí perdió la vida el gran Fernando de Magallanes. Cuando arribó a lo que llamó Islas del Poniente lo peor de su travesía estaba hecho. De cinco navíos y más de 250 hombres que salieron en 1517 de Sanlucar de Barrameda regresaron 18 enfermos a bordo de un maltrecho cascarón. Elcano logró concluir el viaje. Lo sabemos gracias al cronista a bordo: el veneciano Pigafetta, que apuntó cada detalle. A él le debemos también la primera constancia notarial de que se puede robar o perder un día al tiempo. Llegados el 9 de julio a Cabo Verde, en la costa occidental de África, preguntaron a los portugueses qué día era. “Jueves”, respondieron, para gran sorpresa de Pigafetta, cuyo puntilloso diario señalaba miércoles. El viaje hacia occidente les había hurtado un día entero de su vida. Saltando islas llegué hasta Luzón. No hay muchos coches. El país es muy pobre. En cuanto te apartas 20 metros del arañazo asfaltado de la ruta principal, aparece la senda de barro, las casas sin saneamiento, las vacas, los perros, los gallos y los críos descalzos. Poco a poco fui acercándome a Manila. Cuando entré en la zona amurallada de
Filipinas, monumento a Fernando de Magallanes
Intramuros lo encontré como el símbolo de mi victoria contra las dificultades de un viaje en moto alrededor del mundo. El monumento al 400 aniversario de la expedición de Legazpi en 1564. Miguel López de Legazpi no era marino cuando recibió la encomienda del Virrey de la Nueva España de comandar una flota que colonizase Filipinas. Hidalgo segundón, estudió para letrado, se hizo notario en Guipuzcoa. Marchó a America para prosperar, gracias a su buen saber de leyes y procedimientos, siguió escalando como alto funcionario hasta enriquecerse y ser
“Me convertí así en el primer español que en 400 años llegaba a Filipinas en una expedición terrestre” Alcalde Mayor de Ciudad de Méjico. Tenía casa, hacienda, familia y la vida más que resuelta. Podía haberse negado. ¿Por qué no lo hizo? Vendió todo. De su propio dinero armó una flota en la que reclutó a sus familiares. El oscuro burócrata arriesgó cuanto tenía en pos de un sueño. Y lo consiguió. Su viaje fue un éxito. Pacificó las islas, firmó tratados y fundó Manila. Pero la vida es eso que te pasa mientras planeas otras cosas y Miguel López de Legazpi no disfrutó los premios de su esfuerzo. Murió arruinado en Manila en 1572 sin saber que Felipe II le había nombrado Gobernador Vitalicio de Filipinas con una jugosa renta.
exploradores españoles del canadá
Llegar a América desde Asia supone cerrar el círculo de continentes en una vuelta al mundo en moto. Para arribar al Nuevo Mundo dejando atrás Filipinas elegí Vancouver, en la Columbia Británica de Canadá. ¿Extraño destino para buscar el recuerdo de los exploradores españoles? Resulta asombrosa la facilidad que tenemos para olvidar lo que hicieron nuestros antepasados. El primer europeo que navegó las aguas que rodean la Isla de Vancouver fue Juan de Fuca, navegante a las órdenes de Felipe II a finales del siglo XVI. Nacido griego como Ioannis Foka, proclamó equivocadamente haber hallado el mítico Estrecho de Anián que uniría por el norte el Pacífico y el Atlántico.
Dos siglos más tarde aparecerían por aquí los españoles de la expedición de Juan José Pérez Hernández en 1774. Le siguió una segunda en 1775 comandada por Juan Francisco de la Bodega y Quadra. El motivo fue la creciente presencia rusa en un territorio que los españoles reclamaban para sí. América entera, desde el cabo de Hornos hasta el extremo norte (dejando aparte Brasil) había sido concedida a España por la bula papal Inter Coetera, de 1493, que dividía el Nuevo Mundo entre España y Portugal. Esa legitimidad vaticana tenía mucho sentido en el siglo XV, pero a finales del XVIII el mundo era muy diferente y la hegemonía naval, militar, política y científica ya la estaban ocupando otras potencias. La puntilla fue
Toronto
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Vancouver
la pérdida de Cuba y Filipinas. Una joven nación llamada Estados Unidos estrenó su arrogancia internacional contra una débil España, incapaz ya de proteger grandeza alguna ni ganar otras guerras que no fueran contra sí misma. Vancouver me agrada por su limpieza, su aire puro, su desarrollo, su ambiente liberal, pero me resulta extremadamente fría. Humanamente fría, me refiero. Casi imposible obtener una sonrisa espontánea o un gesto de sincera empatía. Esta frialdad debería irritarme, pero por ahora no es así. Vengo muy gastado de África, de India y sobre todo de Asia. Demasiada proximidad entre los seres humanos. Demasiada población. Demasiado calor. Demasiada basura. Demasiada miseria. Caer de pronto en el límpido
Canadá de las mil y una reglas, donde hasta se regula la cantidad de perros que se pueden pasear juntos está resultando como una cura de silencio, espacio y autonomía personal. Pronto me cansaré de soledad, pero ahora la necesito. Saberme invisible. Nadie me mira por la calle. Solo eso ya es un cambio tan radical con lo que he vivido los últimos ocho meses que me parece estar flotando. Sin moto solo soy un peatón anónimo. Paseo o cojo el autobús y paso completamente inadvertido. Volveré a echar de menos lo que ahora no vivo, la feria de ruidos y voces, el hablar con cualquiera, el coger, tocar y agarrar. En pocas semanas aborreceré esta asepsia anglosajona, mas ahora la disfruto como un lujo exclusivo que restaña todas mis heridas de aventurero batallador.
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las islas del golfo
Viajando por la Isla de Vancouver todo es inmenso, gigante. La sensación que embarga aquí al ser humano es de pequeñez, de ser una mínima mota de polvo sobre un espejo infinito que refleja tu diminuta dimensión. Quizá por eso estos tipos se compran unos 4x4 tan grandes, para compensar su complejo de pigmeo. Pero a mi no me molesta
saberme pequeño. Me gusta verme diluido en la inmensidad de desiertos, selvas o bosques continentales de cedros y abetos. Ríos, lagos, montes… los accidentes se suceden y vamos avanzando con la retina llena de belleza. Tras un par de horas de hipnótica conducción llego a Tofino, aldea ubicada en el extremo de una península y único spot surfero de todo Canadá. Falta una eñe, por
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honor a Dionisio Alcalá-Galiano, hijo de esa España que pudo haber sido y no fue. Militar, marino, pero sobre todo científico. Un ilustrado, un hombre de su tiempo, del Siglo de las Luces, miembro de una generación culta que pujó por un futuro mejor para su patria. Miembro de la expedición de Alejandro Malaespina, fue encargado por éste de la exploración de Alaska y Canadá en busca de ansiado paso al Atlántico. Fue el primero que circunnavegó la Isla de Vancouver, atravesó el Estrecho de Georgia que la separa del continente y descubrió el Archipiélago del Golfo. Científico ante todo, alcanzó hallazgos cosmográficos aún vigentes. alaska, final de la ruta
Vancouver
supuesto. El pueblo se llama así en honor de Vicente Tofiño, cosmografo y director de la escuela de Guardamarinas de Cádiz. Cruzo a la Isla Galiano. El horizonte es brumoso, casi opaco. Cuando desembarco compruebo que estoy en un Canadá de juguete, casitas pintadas y mucho souvenir. Un sueño para ricos y veraneantes. Es una isla diminuta y alargada llamada así en
Más al norte, busco Alaska. El mito. La última frontera. La fiebre del oro, el oleoducto del Ártico, el sol de medianoche y el destino más alejado para los buscadores de sueños de libertad. Circulo entre valles interminables y cordilleras nevadas. Viajo solo durante muchísimos kilómetros. Disfruto del placer de dejarme llevar por el imán del horizonte. Para mí Alaska significa terminar la Ruta de los Exploradores Olvidados porque aquí está Valdez, topónimo en español más septentrional del planeta y límite de la exploración hispana en Norteamérica. La pequeña población aparece rodeada de impresionantes glaciares azules. El rico puerto pesquero en el delta del río Cooper fue fundado por un arrojado marino leridano: Salvador Fidalgo. Su rey fue Carlos III, el último monarca ilustrado
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Alaska
al que aún le interesó la exploración científica. Tras él, Carlos IV, un hombre débil, acomplejado, dominado por su mujer y un arribista llamado Godoy. La generación de los grandes navegantes del siglo XVIII fue sacrificada en una batalla absurda, por una mala causa y un mal rey: Trafalgar. AlcaláGaliano murió en ella como un héroe pero hubiera dado más de sí como científico. Tras
eso, la invasión de Napoleón, una Guerra de la Independencia donde quien ganó fue el Antiguo Régimen y el retorno del absolutismo y con él la desaparición de cualquier esperanza de una España ilustrada y liberal. Desde entonces, creo que los españoles vamos cuesta abajo donde la burbuja inmobiliaria de comienzos del XXI no ha sido más que un corto sueño de prosperidad. v
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Un año de Magellan
Ya llevamos 12 meses recorriendo el mundo de punta a punta, gracias a todos los que habéis compartido vuestros viajes con nosotros. Para celebrar el primer aniversario hemos preparado una selección de los artículos más destacados publicados hasta la fecha.
un año de magellan
#deviajeroaviajero
El blog de Magellan
Desde el pasado mes de octubre Magellan cuenta con un blog de viajes en el que participan cuatro viajeras de los más variados perfiles: Lea Buendía, Olivia Oporto, Valentina Ducati y Escarlata O’Donnell. Estas cuatro amigas de ‘Magellan’ nos explican dos veces por semanas sus aventuras a lo largo y ancho del mundo, sus anécdotas, sus vivencias, y las emociones que han vivido recorriendo el mundo. Lea es la creativa, vital y la más aventura de las cuatro. Olivia es la mujer madura del grupo y una gran apasionada de Italia. Valentina es sin lugar a dudas la deportista, la que combina viaje y deporte a la perfección y Escarlata es la benjamina del grupo, una persona muy activa quien pese a su juventud conoce ya los más variados destinos. www.magellanmag.com/blog
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un año de magellan
#deviajeroaviajero
Compartir tu viaje es muy fácil:
Diseño: Alba Fernandez Rella - albafrella.wordpress.com
un año de magellan
12 Números
publicados, desde la aparición de la primera revista el día 1 de Enero de 2015.
840 Paginas
de aventuras, viajes soñados, destinos paradisiacos, anécdotas y curiosidades, viajes impensables, viajes muy pensados. Viajes para todos.
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Blogueras. Lea, Valentina, Escarlata y Olivia son las cuatro amigas de ‘Magellan’ que comparten aventuras y experiencias desde el blog de la revista.
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#deviajeroaviajero
Fotos. Una espec-
tacular colección de imágenes enviadas por nuestros viajeros, que ilustran sus relatos o que forman parte de nuestra selección de fotos del mes. Muchas de las imágenes han sido tomadas con las más sofisticadas máquinas, mientras que muchas otras son imágenes fascinantes captadas con dispositivos móviles. Fotos que emocionan, hacen sonreír, hacen viajar...
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2015
Año del nacimiento de ‘Magellan’.
68 Artículos
Viajeros, que con
sus relatos han contribuido a llenar un año de historias: Enric Gili, Olivia Sampedro, Sandra Peris, Gonzalo Paraiso, Elisabeth Rickard, Allan Fortuny, Núria Jar, Karel De Koster, Ferran Cabellos, José María Estébanez, Mª Carmen Fabregat, Giovanni Marchi, James Stuart, Ana García, Montse del Peral, Ernesto Pascual, Matilde Gordero, Josep Gutiérrez, Isabel Pascual, Elia Fernandez, Maria Farran, Daniela Morreale, Claudia Martí, Eliane de Bois, Marta Gascón, Belén Gómez, Javier Romero, Mauricio Gallardo, Jarobin G.Gilbert, Javier Perez, Victor Caballero, Marta Rivero, Cati Herrero, Mari Huertas, Jordi Matamoros, Carlos R. Galindo, Yolanda Peris, Pia Davidsen, Carmen Vila, Núria Benito, Laura Burguete, Monica Cecere, Anna Camón, Guillermo Nebot, Blas Fernández, Dolors Farran, Rossana Peris, Laura Fabregat, Jordi Canal-Soler, Lucia Premuti, Victoria Agulla, Laura Millán, Antonio Cerri, Txema González, Belén Bandera, M.Carla Oller, Ana Calpe, Simona De Matteo, Nicolás Marrero, Josep Ayora, Dúnia Llach, Jano Ferrer, Pere Parareda, Pablo Argacha.
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publicados a lo largo de un año de ‘Magellan’. Hemos recorrido el planeta de punta a punta, descubriendo lugares más conocidos para el viajero, como algunas de las capitales Europeas más visitadas o metas casi inaccesibles como el lejano Polo Norte.
+5000 Facebook. Desde el nacimiento de la revista cada vez son más los amigos de ‘Magellan’ que colaboran con nosotros desde las redes sociales para dar difusión de la publicación.
Hello viajeros!
ANDORRA BARCELONA Cテ,ERES OVIEDO VALENCIA
atiramhotels.com 43
Las Islas Galápagos con mochila Ocho días de ruta ‘salvaje’ descubriendo el archipiélago más diverso, especial y complejo del mundo Texto y fotos Enric Gili i Albareda Fecha del viaje 6/10/2014 a 13/10/2014
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H
acía tiempo que queríamos hacer un viaje que pudiera gustarnos a los dos; un viaje que combinara naturaleza, playa y deporte, y que nos impresionara. Hay pocos sitios en el mundo que puedan reunir tales condiciones, y después de investigar, decidimos que el viaje más adecuado era hacer una ruta por las Islas Galápagos durante ocho días. Desde el primer momento vimos que no sería fácil. El acceso a las islas está restringido a un número determinado de turistas, y al ser un parque natural, sólo aterrizar, debes pagar una cuota de 110$ por persona. Moverse por las Galápagos se antojaba toda una aventura.
De hecho, sólo puedes desplazarte por las islas si compras los tickets allí mismo. Eso significaba que, o bien no reservábamos ningún hotel y hacíamos todo sobre la marcha, o bien reservábamos sin saber como llegar a cada isla. A eso se añadía el hecho de que no se puede reservar nada online, excepto hoteles. Siempre había, eso sí, la opción de hacer todo el viaje en un barco privado que para en cada isla o de visitar las islas por nuestra cuenta. Para culminar las dificultades habíamos leído que no se podía pagar nada con tarjeta, cosa que luego pudimos comprobar era cierta: todo en efectivo. Todo esto reforzó nuestra idea de que sólo se puede ir a las Galápagos con mochila, y sin
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Tomando el sol junto a leones marinos, en Playa Mann
planear demasiado las visitas. Al menos, si algo teníamos claro, era que las visitaríamos por nuestra cuenta, y no en un barco privado. El aeropuerto principal es el de Baltra, al cual sólo se accede en avión desde Guayaquil, en la costa ecuatoriana. En Guayaquil, todo objeto que se lleva a las islas debe pasar por un protocolo de control sanitario y químico para que no pueda afectar al ecosistema. Las maletas son desinfectadas y abiertas una por
una, y se comprueba el contenido de las bebidas en una máquina especial. Cada persona tiene que registrarse online desde su país de origen, y rellenar dos formularios en Guayaquil para acceder a Galápagos. Una vez pasados los controles, los formularios y el avión, llegamos por fin a las islas. La primera cosa que nos impactó fue ver una iguana gigante cruzando la pista de aterrizaje. La segunda, que eran las 12 del mediodía y nuestro avión
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era el último de la jornada. La tercera, y más pesada, que el aeropuerto está en una isla aparte (Isla Baltra), y que para salir de él, se debe coger un bus, después un barco y finalmente otro autobús para llegar a la isla principal, Santa Cruz. Pese a las dificultades, finalmente llegamos a Puerto Ayora, en Santa Cruz, el pueblo más importante de las islas. Nada más llegar supimos que sería un viaje espectacular: el Sol, el color del mar, los leones marinos en el puerto e incluso en las calles, los reptiles paseando por la acera y todo tipo de animales viviendo con los humanos en aparente armonía.
“La primera cosa que nos impactó fue ver una iguana gigante cruzando la pista de aterrizaje” Aquello nos llenó de felicidad, estábamos en el lugar adecuado. Fuimos a nuestro hotel y allí nos asesoraron sobre las excursiones que podíamos hacer. La mayoría se tenían que hacer con guía personal e implicaban transporte entre islas. De hecho, pudimos comprobar que los tickets de los barcos entre islas pueden comprarse casi en cualquier sitio por unos 25$ o 30$. Esa misma tarde decidimos visitar Tortuga Bay (gratuito y sin guía). Es una playa espectacular llena de iguanas marinas, tortugas, cangrejos gigantes y todo tipo de aves. Una niña nos avisó de que había tiburones muy cerca de la costa, así que decidimos tocar el agua sólo con los pies.
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DNI del viajero Nombre: Enric Apellido: Gili Pais: España Edad: 30 años Mi nombre es Enric y soy de Sabadell, Barcelona. Soy responsable técnico en una empresa del sector turístico. Mi pasión y afición es viajar, si pudiera me pasaría todo el año visitando países y culturas diferentes. Me gusta mucho el deporte en general (baloncesto, esquí, montañismo,...), la meteorología y la investigación histórica. Soy coleccionista acérrimo y miembro de diversas asociaciones sin ánimo de lucro. Si queréis más información sobre mi ruta en Galápagos podéis contactarme por correo electrónico: enricwai@gmail.com
Junto a una tortuga gigante en las Islas
Pájaros esperando su comida junto a pescadores en Puerto Ayora
Al día siguiente contratamos un aprendizaje de Scuba Diving (buceo) en Puerto Ayora. Hicimos el curso en una piscina y después fuimos a Punta Estrada, donde buceamos con mantas-rayas, dos tiburones y múltiples especies. Nos impresionó. Por la tarde decidimos ir con un guía a la reserva privada de El Chato, donde pudimos ver tortugas gigantes en libertad, un túnel de lava formado por las erupciones del volcán de la isla y dos de sus cráteres. PA la mañana siguiente debíamos ya cambiar de isla y dirigirnos a San Cristóbal. Para ello disponíamos sólo de unos pequeños barcos que transportan a la gente de isla en
isla. Cada vez que se coge uno de esos barcos, vuelven a controlar todas tus maletas: las abren, sacan tus pertenencias y te dan un certificado conforme no llevas nada que pueda afectar al ecosistema. El trayecto de Puerto Ayora a Puerto Baquerizo Moreno fue muy movido, la barca era muy pequeña y el mar estaba muy alborotado. Más adelante pudimos comprobar que siempre sería así. Llegamos a San Cristóbal hacía el mediodía. La isla era aún más tranquila que la anterior, y estaba llena de leones marinos. De hecho, descubrimos que la llaman isla de los lobos marinos, que es como llaman a los
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leones en Galápagos. Dejamos las maletas en el hospedaje y para nuestra sorpresa descubrimos que seríamos los únicos clientes esas dos noches. Después fuimos al Centro de Interpretación de las Galápagos, donde te explican la historia de las islas, y el porqué de una fauna y una flora tan espectaculares. Del centro sale un sendero que lleva a unas
buceo y coger el barco privado hacia Ayers Rock, a una hora de distancia. Se trata de un islote con paredes verticales de 300 metros sobre el agua que se hunde unos 200 metros por debajo del nivel del mar, y que tiene dos peculiares agujeros por donde circula el agua del mar de lado a lado. Realmente daba incluso miedo. En el islote pudimos ver más
Haciendo deporte en el paisaje lunar de los volcanes de Isla Isabela
playas paradisíacas llenas de reptiles, leones marinos y pájaros. Al regresar decidimos contratar una excursión en barco para el día siguiente: iríamos a Ayers Rock, que significa León Dormido, para hacer aún más snorkel. La mañana del cuarto día, como previsto, fuimos a la tienda donde habíamos reservado la excursión para probarnos los trajes de
tiburones, rayas, estrellas de mar, leones marinos y un sinfín de especies. Decidimos pasar lo que quedaba de día en Playa Mann descansando, y tomando el Sol rodeados de unos 200 leones marinos. El quinto día fue un día de traslado. Debíamos ir a Isla Isabela, y para ello, debíamos coger una barca de regreso a Santa Cruz, y de allí, otra a Isla Isabela. A las siete de la
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mañana ya estábamos en pie y partíamos en dirección a Puerto Ayora. Tres horas más tarde, a las 10, llegamos a nuestro destino. Decidimos visitar el centro Charles Darwin, donde investigan sobre especies en peligro de extinción y ayudan a mantener la fauna y flora del parque nacional. Hasta hace dos años se hospedaba allí la tortuga gigante Solitario George (Lonesome George). Era la última de su especie después de que los intentos para conseguir que tuviera descendencia fracasaran. Tras nuestra visita cogimos de nuevo una barca y llegamos sobre las cinco a Puerto Villamil, en Isla Isabela. Fue llegar y saberlo: aquello es el paraíso. No hay ni una sola calle
ni camino asfaltado en toda la isla. Todavía hay más animales, ¡incluso vimos pingüinos en el pueblo!, y el ambiente es el colmo de la calma. Para completar el cuadro, la isla tiene un paisaje lunar… ¡Impresionante! No hay palabras para describirla. En el mismo embarcadero nos esperaba Juanita, la propietaria del hospedaje donde nos alojaríamos las siguientes dos noches. Fuimos a dejar las mochilas a la casa y seguidamente cogimos un 4x4 –los pocos taxis que hay en Galápagos son todos todoterrenos– para ir a ver flamencos en libertad en un parque cercano al pueblo. El sexto día de nuestro viaje lo dedicamos a visitar volcanes en la isla. Desde ellos
Descansando junto a los leones marinos
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Iguana gigante en Tortuga Bay
se intuían todas las islas del archipiélago. El paisaje era totalmente lunar y la lava de cada una de las erupciones daba a las vistas unas tonalidades espectaculares. Por la tarde decidimos ir andando al muro de las lágrimas, un muro hecho como castigo por presos en los años 60 donde se pueden ver tortugas gigantes y reptiles. El día siguiente, y penúltimo, era el día de regreso a Puerto Ayora. Nuestra barca salía a las cuatro de la tarde, así que aprovechamos la mañana para hacer la ruta de las tintoreras. Se trata de una serie playas
donde los tiburones duermen y descansan. Realmente impactante. Tras la experiencia decidimos hacer snorkel con un guía en una cala cercana donde nadamos con tortugas marinas, pingüinos y más leones marinos. Finalmente y antes de marcharnos tomamos el sol durante dos horas en unas pequeñas y curiosas islas de la zona que se forman y desaparecen con las mareas. Llegamos cuando caía la noche a Santa Cruz, donde tuvimos la suerte de poder cenar en el único sitio en que aceptaban tarjetas. Y digo que tuvimos suerte porque
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ya no disponíamos de dinero en efectivo. Ni nosotros, ni el cajero automático. Al día siguiente, el octavo, acababa nuestra aventura. Cogimos el bus, luego el barco, y otra vez el bus, para llegar al aeropuerto, ser desinfectados, controlados y enviados de vuelta a Barcelona 23 horas más tarde. Ya en casa, y una vez reposado el viaje y adquirida la experiencia, llegamos a la conclusión de que lo más adecuado hubiera sido quedarse un día menos en Santa Cruz y pasar un día más en Isla Isabela, la más grande y espectacular de todas. No fuimos a más islas porque está prohibido acceder
a ellas si no es en barco privado y son muy caros, pero el hecho de hacer la ruta por nuestra cuenta nos dio la flexibilidad que los barcos privados no ofrecen. Sin lugar a duda, la ruta por las Galápagos ha sido el mejor viaje de nuestras vidas. Son unas islas que te despiertan los sentidos, y donde cada instante puede ser fotografiado. Nada es como lo conocemos. Todo es natural, como debería ser. Animales y personas conviviendo con normalidad. No hay contaminación, muy poco turismo, tranquilidad, felicidad y respeto al medio ambiente. Increíble. Un viaje muy recomendable. v
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A Compostela por el camino francĂŠs Paisajes cambiantes, deporte saludable y buena gastronomĂa invitan a transitar por la Calle Mayor de Europa Texto y fotos ferran cabellos Fecha del viaje 1/08/2014 a 21/08/2014
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E
l camino de Santiago —Patrimonio de la Humanidad, Itinerario Cultural Europeo y Calle Mayor de Europa— es una opción barata de viajar, básicamente porque el medio de transporte son tus propias piernas y el hospedaje se hace a precios prácticamente simbólicos. No es de extrañar que en estos tiempos la ruta milenaria sea una atractiva manera de pasar las vacaciones y hacer nuevas amistades. En 2014, según el blog oficial del Xacobeo, acudieron 237.886 peregrinos procedentes de 156 países, de los que casi la mitad llegaron de distintos puntos de la geografía española. En los años jubileos, es decir, aquellos en los que el día 25 de julio —festividad de Santiago Apóstol— cae en domingo, el número de peregrinos alcanza cifras de vértigo. Pero no te alarmes, el próximo no será hasta el 2021. Uno de los trucos para salvar aglomeraciones en el alojamiento es evitar los finales de etapa y, si es posible, evitar también viajar en los meses de verano, que continúan siendo los más concurridos.
compañeros de viaje
Durante el 2014 se conmemoraba además la peregrinación que hizo san Francisco de Asís desde Génova hace 8 siglos. Probablemente esta efeméride y el carácter abierto mediterráneo sea el motivo por el cual se hayan hecho notar especialmente este verano los italianos, que han sido el 16,29 % del total de los extranjeros. Además de los italianos, fueron los caminantes más numerosos los alemanes (13,15 %), los portugueses
Peregrinos de camino a las Herrerías
(9,38 %) y los estadounidenses (9,32 %). Pero la sorpresa la han dado este año los 3.840 peregrinos procedentes de Corea, puesto número 10 en el ránking de países que más peregrinos aportan y el primer lugar entre los países asiáticos. el arte como motor
Las motivaciones que empujan a llegar hasta Santiago de Compostela son variadas
y van desde las lúdicas, cada vez con más adeptos, a las deportivas, culturales, místicas o religiosas. A mi personalmente me movió el interés artístico. La lectura del libro de Francesco Caeri Walkscapes. El andar como práctica estética (Ed. Gustavo Gili) me abrió nuevos horizontes y busqué arte más allá de los pintorescos paisajes. Mi modesta contribución a este periplo estético culminó con la aportación de
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Monumento al peregrino en Fisterra
20 segundos de los latidos de mi corazón para el proyecto archivístico Les archives du coeur de Christian Boltanski, que tiene su ubicación permanente en la isla deshabitada de Teshima, dentro del conjunto denominado Benesse Art Site Naoshima, y que la capital gallega acogía junto a obras de otros 35 artistas dentro de la exposición On the Road. ruta a medida
Y si todos los caminos llevan a Roma, a Santiago de Compostela se puede llegar por diferentes vías. Las más utilizadas son el Camino Francés (68,10 %), que parte de Saint Jean Pied de Port, en Francia (a 769 km); el Camino Portugués (14,92 %,
DNI del viajero Nombre: Ferran Apellido: Cabellos De: Barcelona (España) Edad: 47 años Por supuesto, me gusta viajar pero, en ocasiones, como Pessoa, prefiero hacerlo sin salir de casa. Me considero un animal de cultura y necesito de la música, el cine, la literatura y el arte en general tanto como el agua o el aire. La fotografía para mi no es una afición, es una droga.
Entre Hospital de la Condesa y Calvor
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"El Peregrino" de José María Acuña frente al parador de León
Kilómetro 0,00, fin de ruta, en Fisterra
El pastor José cuida del ganado en Mercadoiro
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Mojón que indica la entrada a Galicia
Consejos Equipaje. Para andar ligero, tanto Correos como numerosos transportistas locales trasladan el equipaje y hasta personas por un módico precio hasta la etapa siguiente.
lugares de paso más concurridos. Yo recomiendo, uno entre muchos, para los amantes del dulce, el Café Confitería “La Esquina” en Arzúa (Plaza Galicia, nº 7) donde deleitarse con las cocadas, las tartitas individuales y los almendrados, acompañados de infusiones naturales selectas.
Alojamiento. Puedes pernoctar solo por una noche, a no ser que estés enfermo, en los albergues municipales (por 5 euros en la Comunidad de Castilla y León y por 6 euros en los de la Xunta de Galicia). No admiten reservas y es por riguroso orden de llegada, lo que ha impuesto la tiranía del madrugón. Pero si están completos hay multitud de alojamientos privados como alternativa con precios asequibles a partir de los 10 euros.
Un lugar para relajarse. A las afueras de Villadangos del Páramo existe un observatorio ornitológico donde, con suerte, se pueden contemplar hasta 170 especies de aves subacuáticas. Se trata de una laguna originalmente artificial construida en los años 40 para fomentar la agricultura que cayó en desuso posteriormente con la canalización del agua por el “Proyecto Riegos del Páramo”. La naturaleza se ha adueñado de este paraíso para los pájaros y ahora es un remanso de paz y tranquilidad que muchos caminantes desconocen.
Gastronomía. Cada zona dispone de platos típicos y es recomendable preguntar a los lugareños donde comen ellos habitualmente y huir de menús especiales para el peregrino de los
con 35.491 peregrinos en 2014); el Camino del Norte (6,34 %), y el Primitivo (3,48 %), que confluyen con el Francés en las localidades coruñesas de Arzúa y Melide, respectivamente. Aunque las etapas ya están establecidas, el camino se puede planificar a medida y completar cuando uno pueda. Por ello, una opción por la que optan muchos peregrinos, que no tienen demasiada tirada o no disponen de suficiente tiempo, es cubrir un trayecto cada año.
se hace camino al andar
Aún así, muchos no escapan de las temidas tendinitis o de las ampollas en los pies. Y es que para recorrer una media de 25 km diarios durante algunas semanas no basta con el paseo hasta la panadería más cercana y requiere de una concienzuda preparación. Se agradece como agua de mayo, aunque es completamente insuficiente, el servicio gratuito que prestan únicamente en las localidades leonesas de Villadangos del Páramo y Astorga los estudiantes
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de tercer curso del Grado de Podología y fisioterapia, fruto de un convenio de dichos ayuntamientos con la Universidad Miguel Hernández de Elche. También hay que destacar la labor cálida y altruista de José Luis, médico osteópata que presta sus servicios en el albergue de Ponferrada a cambio de un sentido abrazo. Otro aspecto a tener en cuenta es el peso de la mochila, que no debería sobrepasar el 10% del peso del viajero. En la actualidad, el equipaje se ha aligerado y somos pocos los que cargamos con guías, equipo fotográfico, libros o linterna, pues la mayoría han
quedado sustituidos por eficientes aplicaciones de móvil. Consecuentemente, esto hace que los enchufes donde recargar baterías se conviertan en los tesoros más buscados de la ruta de la vieira y las flechas amarillas, el mejor GPS. El camino, brumoso en algunos puntos, se ha rodeado con los siglos de un halo de misterio y milenarismo, de ese que tanto gusta a Iker Jiménez, y que ha dado lugar a todo tipo de teorías y especulaciones, como las semejanzas con el juego de la oca proveniente de los tiempos de los templarios.
Puesta de sol en Fisterra
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epílogo en fisterra y muxía
Aunque la meta es la visita a la tumba del santo y el abrazo al icono de la catedral, ya en tiempos inmemoriales algunos peregrinos guiados por las estrellas de la Vía Láctea por la noche y el camino migratorio de los ánsares durante el día intentaban saciar su incansable voracidad de viajero alargando la expedición. Algunos hasta Fisterra, el fin del mundo según los antiguos romanos, donde observar los últimos rayos del sol sobre la Tierra se convierte en un instante mágico, eso sí, compartido hoy por centenares de curiosos.
“El camino, brumoso en algunos puntos, se ha rodeado con los siglos de un halo de misterio y milenarismo” Otros incluso hasta llegar a Muxía, desgraciadamente célebre por unos hilillos de fuelóleo que acabaron cubriendo el litoral de la costa da Morte de chapapote allá por el año 2002, pero hoy bastante recuperada gracias a los trabajos de limpieza que hicieron en su día los entregados voluntarios y la inyección de dinero que ayudó a despertar de la pesadilla. Para una comprensión más profunda de la Costa da Morte no os perdáis la película multipremiada del mismo nombre de Lois Patiño y la visita comentada por Alexandre Neirum, seudónimo del poeta Manuel López, del Museo da pesca en Fisterra.
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La Cruz de Ferro, a 1.500 m de altura, culmina el ascenso más allá de Foncebadón.
Llegada de peregrinos a Santiago de Compostela
la compostela
Al final, como todo esfuerzo tiene su recompensa, puedes volver a casa con la mochila repleta de experiencias, unas botellas de Ribeiro y Albariño, unos quesos de San Simón da Costa, tetilla y Arzúa-Ulloa, y la Compostela, el documento con tu nombre en latín que certifica que has recorrido al menos los últimos 100 kilómetros a pie o a
caballo o 200 si los has cubierto en bici. Y recuerda, no tiene pérdida, solo sigue la flecha amarilla. Buen camino. v Mi forma de arte es un breve viaje a pie por el paisaje […]. Lo único que tenemos que tomar de un paisaje son fotografías. Lo único que tenemos que dejar en él son las huellas de nuestros pasos. (Hamish Fulton)
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Sailing to Philadelphia Paseamos por las calles de ‘la cuna de América’, una ciudad vibrante dónde aún puede sentirse la presencia de Franklin, Washington o Jefferson Texto Y fotos Maria farran Fecha del viaje 09/08/2014 a 23/12/2014
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e encuentro a los pies de la larga escalinata que sube al Museo de Arte de Filadelfia dispuesta a subirla corriendo al más puro estilo Rocky Balboa…pero no soy la única. Y es que dejar constancia de esta gran proeza parece ser una de las atracciones turísticas más famosas de la ciudad. Quizá el primer recuerdo que muchos de vosotros tengáis al oír hablar de Filadelfia sea efectivamente la del famoso boxeador recorriendo sus calles al ritmo de Gonna Fly Now. Quizá a otros les venga a la cabeza Bruce Springsteen y su Streets of Filadelfia. Y a los menos cinéfilos, como yo, la ciudad nos suena más por aquel gamberro de Bel Air que había vivido al Oeste de Filadelfia. Y es que si algo es cierto acerca de esta ciudad es que de ninguna manera se la puede desvincular de ese toque pandillero y un poco conflictivo de sus barrios más marginales… Yo, al contrario que Will, llegué a la ciudad para realizar algunas de las prácticas de mi último curso de Medicina. Me habían ofrecido la posibilidad de hacer unos meses de rotación en el servicio de Trauma del Hospital Universitario de Pensilvania junto a dos compañeras y evidentemente no quise desaprovechar la ocasión. La Universidad de Filadelfia es, de hecho, una de las más prestigiosas de los Estados Unidos, aunque, si por algo es conocida la ciudad, es por haber sido la cuna histórica del país y la ciudad del amor fraternal, lo cual me lleva a la primera gran zona imprescindible a visitar en la Filadelfia si uno se pasea por sus calles: la Old City
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y el Independence National Historic Park. En 1776 el Congreso Continental de las 13 colonias se reunió en Filadelfia para declarar, el 4 de julio, su independencia de Gran Bretaña. La ciudad se convertía así en la primera capital de la nueva nación. Más tarde, en 1789, en la misma sala, se redactaría el borrador de la primera constitución de EE UU. Hoy en día hay ciertos monumentos como la Liberty Bell y el Independence Hall que son de visita obligada si pasas por la ciudad, al ser símbolos de la lucha de las colonias por la independencia. Aunque quizá, lo más icónico de Filadelfia sea su ciudadano más ilustre, Benjamin Franklin. Los más curiosos acerca de la historia de EE UU pueden visitar el
museo Franklin Court donde vivió y trabajó. De todas formas, seáis o no amantes de la historia, yo recomiendo pasear por la zona (más allá de la séptima) y atravesar museos y colas de turistas para hacerse una foto con la campana de la independencia. Allí encontraréis una parte de la ciudad totalmente diferente, con parques y construcciones del siglo XVIII, calles como la Elfreth’s Alley (la calle más antigua de la ciudad) o restaurantes curiosos como el City tavern (con camareros que simulan estar en el siglo XVIII). Y hablando de comida, nadie debería dejar la ciudad si haber probado al menos una vez su plato estrella: el Philly cheesesteak (un sándwich con pequeñas tiras de carne y de queso
Vistas del 'skyline' de la ciudad
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El 'City Hall', en el centro
fundido en su interior), y es que si uno va a EE UU debe aceptar la idea de engordar al menos un par de kilos antes de volver. Otra de las visitas importantes de la ciudad es el barrio universitario. Como decía, la Universidad de Filadelfia es una de las más antiguas y prestigiosas de EE UU: fundada por Benjamin Franklin en el siglo XVIII, forma parte de la famosa Ivy League, una asociación que reagrupa a las ocho universidades más célebres del país. Posee actualmente más de 19.800 estudiantes y, con el hospital, es la segunda fuente de empleo de la ciudad. El campus se encuentra en el barrio de University City, y está separado del centro de la ciudad por el río Delaware. En mi opinión es toda una experiencia pasearse por sus calles y ver a los estudiantes con gorras y camisetas de su universidad, como
DNI del viajero Nombre: Maria Apellido: Farran De: Barcelona (España) Edad: 24 años De pequeña mis padres tenían por costumbre llevarnos a mi hermana y a mi a de viaje por Europa. De ellos aprendí el preparar meticulosamente las guías antes de viajar y el leer sobre mi destino para no dejarme nada. Y si bien es cierto que soy de las que no se pierde un museo, creo que lo más bonito es pasearse por las calles sin un rumbo concreto. Mi lista de deseos: India y Cuba.
Independence Hall
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si de un equipo de fútbol se tratase. Vivir la experiencia de ser estudiante universitario al más puro estilo Yankee vale la pena, aunque sea por poquito tiempo. Y si la experiencia estudiantil te muestra las diferencias de un modelo educativo bastante opuesto al nuestro, la experiencia de trabajar en la sanidad es todo un descubrimiento. Lejos de querer juzgar aquí cual es mejor ni peor, quedé sorprendida al ver que hay diferentes áreas del hospital reservadas para gente con diferente poder adquisitivo. También existe una curiosa figura, que aparecía en la puerta de urgencias –casi de manera persecutoria– hasta en los acciden-
“Quedé sorprendida al ver áreas del hospital reservadas para gente con diferente poder adquisitivo” tes más graves, y al que mis compañeras y yo llamábamos cariñosamente el hombre del seguro. Aunque debo decir que, si bien algunas cosas me parecieron cuanto menos sorprendentes, la dedicación, la implicación de estudiantes y médicos, el tiempo que estos dedican al estudio y la investigación, las instalaciones y la consideración que se les tiene me parecieron admirables. Y bueno, si el sistema sanitario estadounidense te sorprende, la primera vez que entra un paciente con una herida de arma de fuego te quedas ya estupefacto. Y es que pocos son los casos así que puedes ver en España, aunque esta afirmación resulte increíble para
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campana de la libertad
La Campana de la Libertad de Filadelfia es quizá uno de los símbolos más importantes de EE UU. Aunque hoy está irremediablemente asociada a la Guerra de la Independencia, la campana se fabricó, en un principio, para conmemorar el 50 aniversario de la Carta de Privilegios de William Penn o Constitución de la colonia de Pensilvania. De ahí la proclama de libertad que tiene forjada, y que ha sido usada internacionalmente como símbolo de libertad. La Campana se encuentra actualmente en un edificio situado frente al Salón de la Independencia, dónde se hizo célebre. Allí se reunió el congreso que dirigió la guerra que convertiría a las colonias unidas en Estados Unidos. El 8 de julio de 1776 la campana convocó a los ciudadanos de Filadelfia a asistir a la lectura de la histórica Declaración de Independencia, firmada luego en ese mismo salón. La campana sería adoptada en 1837 por la Sociedad Americana Antiesclavitud como un símbolo del movimiento abolicionista.
Los rascacielos de Filadelfia
Estatua 'Government of the People'
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Broad Street,en el centro de la ciudad
un cirujano americano: “¿no usáis armas en vuestro país?”, nos preguntaron varias veces. Y ya para acabar este pequeño paseo por Filadelfia, la zona en la que viví el tiempo que estuve en la ciudad y la que más me gustó: el centro. Recomiendo a los que queráis visitar la ciudad que busquéis alojamiento allí. La zona universitaria suele ser muy cara y las afueras poco recomendables a ciertas horas de la noche. El centro es para pasearlo, ver los rascacielos, sus tiendas y sus parques ajardinados. Recomiendo los alrededores del City Hall, el Love Park, Rittenhouse Square y un largo paseo (acompañado o no de compras) por las grandes arterias de la ciudad: Market, Chestnut o Sansom street.
Esta zona es también la mejor para salir a cenar, tomar algo o hacer un Bruch. Ineludible el PHS Pop Up Beer Garden (313 de Broad Street), un lugar muy original al aire libre con música donde sirven hamburguesas caseras, sidra y cerveza. Hay otras zonas menos turísticas –para moverse por la ciudad hay una red de buses que funciona muy bien– pero también recomendables: el barrio italiano, y su mercado; o para los más curiosos South Street, una de las calles más peculiares, llena de tiendas estrambóticas y mucho ambiente por la noche. Y última sugerencia para los que estéis más días: coged un bus hacia Washington, a unas tres horas, merece mucho la pena. v
Universidad de Filadelfia
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viajero a bloguero de
Al menos una vez en la vida De C贸rdoba a la provincia de R铆o Negro. Recorremos los impresionantes paisajes de la Patagonia argentina Texto y fotos Javier Perez Fecha del viaje Febrero 2015
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La Trochita - Recorrido Esquel a Nahuel Pan
rgentina, ubicado en el extremo sur del continente americano es el segundo país en extensión de territorio de América del Sur. He aquí, que muchas veces hemos oído de la voz de un europeo: “para recorrer de un lado a otro la Argentina hay que trasladarse muchos kilómetros”. Esto es muy cierto y como corolario muy rico a la vez, ya que, cada región que se visita nos permite encontrar diferentes idiosincrasias, culturas, geografías, climas y formas de ver el mundo. Argentina, exceptuando la provincia de Buenos Aires, se divide en cuatro regiones bien diferenciadas: Región Norte Grande Argentino, Región Centro, Región del Nuevo Cuyo, Región Patagónica. Como ciudadano nativo de Argentina, tuve la posibilidad de recorrer muchos kilómetros de mi país y muchas de estas regiones, todas imperdibles. En mi último viaje a la Patagonia Argentina, me pude dar cuenta que cada milla avanzada, es una aventura nueva por descubrir. El viaje comenzó en coche en la provincia de Córdoba, en el centro del país, y la idea era avanzar hasta la ciudad de Esquel, al Sur, en la provincia de Chubut, a 2100 km de distancia (ida) y aquí terminar este “roadtrip”. Finalmente el recorrido terminó en el extremo Este del país, en la localidad costera de Las Grutas, en la provincia de Río Negro. En consideración, agregué aproximadamente unos 1.200 kilómetros más –me gusta mucho conducir–. Voy a enfocarme en contar mi experiencia en los cinco Parques Nacionales de la Patagonia que tuve el lujo de recorrer.
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parque nacional lanín
A unos dos kilómetros del centro de la ciudad de Junín de los Andes, encontré el acceso que me llevará a uno de los lugares más imponentes e increíbles de este viaje. Por ser la primera parada me pude haber sorprendido, pero en mi ranking éste se ubica en primera posición. La ruta que conecta es de ripio y en alguno de sus tramos tiene mejoras de asfalto. Hice 30 kilómetros hasta el puesto de ingreso de guardaparques donde tuve que registrarme y decir al personal que iba a acampar esa noche allí. Recorrí otros 35 kilómetros de camino de montaña en buenas
condiciones hasta llegar al Lago Huechulafquen. Merecen la pena. Las 750 hectáreas de Parque están protegidas. El escenario es de bosque patagónico andino, la especie endémica es el Pehuén, está prohibida su tala, y también se encuentra vegetación tales como Lengas y Cohiues. Esto se repetirá a lo largo de la ruta 40, ya que siempre bordearé la Cordillera de los Andes. Pequeñas vertientes, y diversos tipos de aves, se pueden observar en el recorrido. Al llegar al ingreso a Puerto Canoa, tuve que dejar el coche y continuar a pie unos cinco minutos. Allí embarcan los viajeros en catamaranes y
Parque Nacional Lanin Junin de los Andes
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lanchas que permiten recorrer las aguas del extenso Lago Huechulafquen, que como dato adicional tiene una profundidad máxima de 240 metros. Las aguas profundas son azul intensas y las montañas reflejan sus siluetas, por lo que permite fijar en nuestras retinas, imágenes de ensueño y nunca más olvidar. Las costas son de arena color grisáceas y si se quiere ingresar al lago recomiendo ponerse calzado, ya que hay piedras en el fondo. Desde el pequeño sendero, y desde el mismo Puerto, se puede ver el imponente Volcán Lanín de nieves eternas. Majestuoso, provoca respeto y admiración. Pobladores originarios viven en pequeñas casas de montañas, hacedores del respeto por la tierra y la naturaleza. Acampar dentro del Parque es muy económico, hay muchos campings libres (donde no se paga) u organizados (con servicios de sanitarios, proveeduría, asador). Puedo asegurar que el cielo por la noche se te cae encima. Para los amantes de la fotografía como yo, jugar con las largas exposiciones en tomas nocturnas o despertarme temprano para hacer la mejor foto del amanecer es una de las cosas que repetiría una y otra vez en lo que me queda de vida. parque nacional nahuel huapi
Ya inmerso de lleno en la ruta 40, y siguiendo mi recorrido por los Siete Lagos Argentinos, no dejo de sorprenderme en cada mirador que me detengo. Cada uno tiene su encanto, su belleza y su historia. Aquí se encuentra cercano el paso fronterizo Cardenal Antonio Samore (Ex Puyehue) que une la Argentina con Chile.
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DNI del bloguero
Nombre: Javier Apellidos: Perez De: Córdoba (Argentina) Edad: 31 años Blog: www.relatosdeunviajero.com Mi nombre es Javier Perez, soy Argentino y español, tengo 31 años. Soy un adicto a los viajes y a la fotografía. Suelo decir siempre: “la vida es un instante, por eso hay que viajarla”. Comunicador audiovisual de profesión, soy productor de televisión. En esta nueva etapa de mi vida intento unir mi profesión con mi pasión: los viajes. Me pueden encontrar en las redes sociales o ¡viajando por el mundo! Twitter: @relatosviajeros Instagram: relatosviajeros Mi blog: www.relatosdeunviajero.com Facebook: Relatos de un viajero Mail: relatosdeunviajero@gmail.com Abrazo viajero y ¡los veo por el camino!
Villa Traful es un lugar de cuentos que se encuentra ingresando 23 kilómetros hasta su centro cívico. Sus casas de madera a la vera del Lago Traful, su Mirador Traful, imponente por su localización estratégica, la vida calma y a paso lento, son condimentos que hacen de esta pujante villa turística un sitio de interés para visitantes que quieran sumergirse en la vida con la naturaleza. Aquí acampé a la vera
del Lago donde se practican deportes como la pesca y el kayak. A la mañana siguiente partí para la ciudad de San Carlos de Bariloche. Bariloche se encuentra en la provincia de Río Negro. El Río Limay separa esta provincia de Neuquén y éste es alimentado por el Lago Nahuel Huapi. Muchas historias se tejen alrededor del lago, una de ellas es la del famoso Nahuelito (una supuesta criatura acuática
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parecida al Nessie escocés). Por estos días algún turista creyente en estas historias dice haber visto a este famoso personaje nadando por sus aguas. Bariloche tiene una vida social muy vivaz y aquí yacen las mejores fábricas de chocolate de la región cordillerana. El circuito chico y el circuito grande (que une Villa Traful y Villa la Angostura) son recorridos obligados que hay que realizar. Cerro Catedral es una
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El Mate como identidad
de las pistas de esquí más conocidas internacionalmente que atrae turismo extranjero en invierno. Cerro Otto y Campanario, Puerto Pañuelo son sitios que pude conocer y recomendar en esta ciudad maravillosa. Todos los recorridos de Bariloche costean siempre el inmenso Lago Nahuel Huapi siendo parte del Parque Nacional Nahuel Huapi. parque nacional los arrayanes
A 70 kilómetros saliendo de Bariloche por ruta asfaltada y en excelentes condiciones se encuentra la ciudad de Villa la Angostura. Posee aproximadamente 10 mil habitantes
La yerba mate proveniente de la cuenca del Río Paraná y Paraguay, propone El Mate, una infusión muy característica en países como Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Compartir el ritual del mate, ya sea amargo, dulce, con hierbas aromáticas, con miel o tereré (mate frío), son parte de la diaria en estos países de Latinoamérica. El mate une culturas, genera amistades y es parte en numerosas reuniones. En el trabajo, o en la mesa de cualquier estudiante está presente. Para alguien que quiera probar esta infusión debe contar con: un Mate (de plástico, de vidrio o de calabaza), una bombilla, yerba mate y agua. Calentar el agua sin dejar hervir. Cebar por la parte de la bombilla y dejar siempre un poquito de yerba seca para que se vaya renovando. Una vez que los palitos de la yerba flotan, se deberá renovar la misma. Listo, ya se tiene un mate preparado para compartir.
“Despertarme temprano para hacer la mejor foto del amanecer es una cosa que repetiría una y otra vez” y se triplica su población en temporada alta (verano e invierno). Su boulevard de dos manos es comercialmente activo. Esta ciudad enclavada en plena Pre Cordillera de los Andes ofrece a los viajeros todo lo necesario para una buena estadía. Aquí se encuentra la Península de Quetrihué donde está el bosque de Arrayanes más grande y único del mundo. También, esta especie denominada científicamente luma apiculata crece de forma aislada en esta región de Argentina y Chile. Nos contaban que se hicieron experimentos en Bélgica con éxito pero no pudiendo lograr bosques con estas características. Se puede acceder caminando, en bicicleta o bien, navegando las aguas del Nahuel Huapi.
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Parque Nacional Los Arrayanes
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Puerto Parque Nacional los Arrayanes
Yo realicé la última opción por una cuestión de tiempo y la verdad no me arrepentí. El recorrido por el parque dura aproximadamente 45 minutos y se ven ejemplares de esta especie de árbol anaranjado que nunca en mi vida había visto. El parque se emplaza en unas 12 hectáreas y puede visitarse en todas las épocas del año. En el recorrido hay una casita de té donde se puede detener a comer o tomar algo. Luego se regresa al Puerto y se vuelve a Villa la Angostura.
parque nacional lago puelo
Ya instalado por debajo del Paralelo 42, donde la gasolina es más económica y los paisajes incrementan su belleza, llego a mi destino deseado para vivir algún día: Lago Puelo, en la provincia de Chubut. Es una ciudad-pueblo muy limpia, organizada y tranquila. Su oficina de informes está justo antes de ingresar al Parque Nacional, allí se pueden obtener todas las referencias con una muy buena atención. El entorno es increíble,
Mirador del Lago - Lago Puelo
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Parque Nacional Los Alerces
la vegetación, la Cordillera de los Andes. El Parque Nacional Lago Puelo posee unas 27 mil hectáreas, se puede acampar y darse el lujo de dormir en un mini bosquecito de arrayanes. El recorrido está muy bien señalizado, y la mejor parte es cuando se sube al Mirador del Lago, donde se pueden ver las mejores panorámicas fotográficas. parque nacional los alerces
Llegué a la ciudad de Esquel y me recibió totalmente renovada. Había tenido la
oportunidad de conocerla ocho años atrás. La misma se establece en un valle y está rodeada de montañas, las panorámicas son asombrosas. 270 mil hectáreas de área protegida que pertenecen al Parque Nacional Los Alerces. Hay dos ingresos, uno norte y uno sur. Debido a su vasta superficie, se necesitan varios días para explotar al máximo todas sus travesías. Cascadas, ríos, lagos, flora y fauna autóctona son los principales atractivos. El ingreso norte: recorriendo unos 30 kilómetros desde
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Esquel por pavimento, se llega al ingreso del Parque, adentrándose en el mismo hay diferentes bajadas al segundo y más impactante Lago en mi ranking personal. El Lago Futalaufquen es de origen glaciario y es un espejo de agua donde las fotografías salen bien siempre, si ves una imagen de éstas del derecho y del revés se ve el mismo paisaje, ya que las montañas se reflejan en sus aguas cristalinas. Aquí se practica la pesca y en verano las aguas, si bien son frías, te permiten darte un baño para refrescarse. El acceso sur es increíble también. Se accede a 12 kilómetros de la localidad de Trevelin y a 45 kilómetros de Esquel. Aquí hay una
presa hidroeléctrica llamada Futaleufú de elaborada de materiales sueltos. Un camino zigzagueante lleva a lo más alto del embalse y te sorprende con vistas que no se pueden olvidar fácilmente. La misma lleva energía hasta Puerto Madryn en la costa argentina. En el camino de ingreso hay accesos al río que desprende de la presa y en verano la gente se baña y comparte momentos muy agradables. La Patagonia Argentina es extensa en territorio, en vegetación, en fauna. Conocerla define nuevos comienzos, transitar sus rutas de vientos lleva reflexionar. La Patagonia Argentina, sitio al que hay que viajar, aunque sea una vez en la vida. v
Parque Nacional Los Alerces Lago Futalaufquen
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Etiopía, donde todo nació Origen de la humanidad, paraíso verde, tranquilo y enigmático en que el tiempo transcurre lento. Un lugar para perderse y descubrirse Texto y fotos Carlos R. Galindo Fecha del viaje Febrero 2014
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tiopía, ese paraíso por descubrir. Un país abierto, generoso, noble, un destino con 3.000 años de historia que despunta altivo en el cuerno de África. En la antigua Abisinia lo simple se convierte en eterno y a cada paso se intuyen mil y un secretos aún sin desentrañar. De ese inmenso lugar me enamoró la luz, que brilla como en ningún otro rincón del mundo, su naturaleza -agreste y salvaje-, la hospitalidad de sus gentes, sencilla y sincera, pero de corazón, los abruptos contrastes entre el norte -rocoso y seco- y el sur, esplendoroso, verde y vivo. Uno de los últimos reductos en el que las tribus primitivas aún mantienen tradiciones ancestrales y en el que el tiempo parece haberse detenido. En este confín desconocido se aprecia el orgullo de sus hombres –es el único país de África que nunca fue colonizado pese a la fugaz ocupación italiana- y el porte de sus bellas mujeres, cuya mirada intimida al improvisado turista. Si se hurga más en las entrañas de la tierra, aparecerán los vestigios del imperio salomónico, reliquias antiquísimas, iglesias excavadas en la roca y curiosas colonias rastafaris, que alimentaron la leyenda del inmortal Bob Marley, máximo exponente de la música reggae. Caminar por Etiopía no es fácil. Implica alejarse de la comodidad, abrirse a lo inesperado y vivir la realidad de un país de más de 94 millones de personas en el que se hablan 83 lenguas distintas y hasta 200 dialectos. La pobreza salta a la vista pero no la miseria –no confundir, no es lo mismo–. Los etíopes no
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tienen nada o tienen muy poco pero siempre caminan erguidos, serenos y orgullosos. El pasado les pertenece. La historia de la humanidad no se entiende sin este lugar, que es el origen de todo. Allí se encontró a Ardi, un homínido que vivió hace 4,4 millones de años y cuyos restos fueron hallados en 1994. Antes apareció el fósil de Lucy, de 3,2 millones de años. Pero también es el lugar donde
se confunden mito y realidad; en su historia resuenan ecos bíblicos, como la leyenda de la reina de Saba –mencionada en la Biblia- que, se dice, habitó en Aksum, donde un viejo monje custodia aún hoy el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley. Otro de los misterios inextricables es el de las iglesias excavadas en Lalibella, un lugar sujeto a todo tipo de especulaciones que
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guarda un secreto último, todavía sin aclarar por historiadores, científicos y arqueólogos. Como por arte de magia aparecen 12 iglesias excavadas en la tierra profunda, de arriba hacia abajo, cuyo techo se deja ver a ras de suelo, cinceladas no se sabe muy bien cómo, en enormes bloques únicos de durísima roca volcánica de hasta 15 metros. Son autenticas catedrales subterráneas donde los fieles, tal como ocurre hoy día, rezan sus plegarias y salmodias en un lenguaje ininteligible, el ge’es, el idioma del antiquísimo reino de Aksum -conviene recordar que Etiopía fue la segunda nación del mundo en adoptar el cristianismo, después de Armenia, allá por el siglo IV-. No deje de visitar las de Biet Medhani Alem, de muros rosáceos y la de Biet Ghiorgis, con su impresionante cubierta en forma de cruz griega. La
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DNI del viajero Nombre: Carlos Ramón Apellidos: Galindo Ayllon De: Barcelona (España)
Hay quienes van a los lugares y solo miran. Otros, en cambio, ven. No le quitemos importancia a las palabras. Mi profesión me ha dado la oportunidad de viajar por todo el mundo pero es la curiosidad la que me ha abierto las puertas a mundos lejanos, a costumbres diferentes, a paisajes infinitos… Es verdad, lo admito, echo mano de la hemeroteca para sintetizar pensamientos universales: “El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página” (San Agustín). Pero puestos a elegir, me quedo con una de las muchas frases que escribió ese viajero infatigable que fue Mark Twain, uno de los héroes de mi niñez. “Dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”. Pero, sobre todo, recuerda: un buen viajero, nunca tiene planes predeterminados ni tampoco un destino claro. Solo viaja, camina, respira, estrecha lazos, intercambia miradas, siente… Viajar es vivir.
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leyenda atribuye la construcción de esas iglesias a los ángeles. A la luz de las velas se arremolinan aún hoy los fieles detrás de sacerdotes y enormes cruces de bronce, un rito que sigue inalterable al paso de los siglos. Por cierto, sepa que los monjes nunca miran a los ojos de los turistas. Muchos de ellos se han quedado ciegos a causa de los flashes de las máquinas de fotografiar. Si usted es un verdadero aventurero, atrévase y viaje en transporte público. Es una experiencia que no olvidará fácilmente. Eso sí, un consejo: diríjase muy temprano a la terminal para asegurarse un billete ya que
“Caminar por Etiopía no es fácil. Implica alejarse de la comodidad, abrirse a lo inesperado” los pasajes se venden con antelación y, por supuesto, los asientos no son numerados. Cuando el autobús esté completo, se pondrá en marcha. Yo lo hice durante más de 10 horas rumbo a la ciudad de Gondar, el camelot africano, un impresionante enclave compuesto por palacios, puentes, pasadizos y seis castillos… ¡de estilo medieval! Sorprende que aún hoy conserven todo su esplendor. Un apunte: Tolkien, autor de El Señor de los Anillos, se inventó Gondor, la ciudad de la piedra, basándose en el nombre y las características de Gondar. Se dice que en esta ciudad llegaron a vivir 60.000 personas, siendo la segunda más poblada del mundo en el siglo XVII.
Aconsejo encarecidamente acercarse a Bahar Dar, uno de los principales centros urbanos del país y punto de partida para la obligada visita a las cataratas del Nilo Azul. Más tarde, hay que darse un paseo en lancha por el lago Tana para acercarse a los 17 templos que fueron edificados en algunas de las 30 islas. La visita la dirige un monje y tiene algo de ceremonial y místico. Antes de viajar hacia el sur, hagamos una parada en la capital, Addis Abeba, situada a casi 3.000 metros de altitud. Una sola palabra
define a esta ciudad: caos. Pero detrás de ese caos, se esconde la ciudad sede de la Unión Africana y uno de los destinos preferidos por diplomáticos y empresarios. Pese a que aún se pueden advertir los rastros del pasado comunista, la incipiente modernidad está penetrando con una fuerza inusitada. No le sorprenda ver a cabras pastando junto a un centro comercial. Forma parte de la imagen de la ciudad. Y para comer, dese una vuelta por el restaurante Castelli, parada obligada, en el que podrá posar junto a una fotografía
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de Angelina Jolie y Brad Pitt. Estuvieron en ese lugar cuando adoptaron a su hija etíope, lo mismo que hacen en la actualidad muchas parejas de extranjeros, que recalan con sus niños recién adoptados. Después de la comida, llega la hora del café. Sepa que el grano es originario de Etiopía, de la antigua región de Kaffa. Su preparación es un auténtico ritual. Camino del sur, los amantes del deporte tienen que dirigirse a Bekoji, la patria de los corredores etíopes, una ciudad de apenas 17.000 habitantes que está a camino entre las
montañas Bale y Addis Abeba. A pocos kilómetros de Asasa, donde creció el gran Haile Gebrselassie, Bekoji presume de conservar aún el aroma de la Etiopía antigua. En esta villa se han forjado auténticas leyendas del atletismo como Fatuma Roba, los hermanos Kenenisa y Tariku Bekele, las hermanas Dibaba (Tirunesh, Genzebe y Ejegayehu), Derartu Tulu –prima de las Dibaba– y Mestawet Tufa. Toca dirigirse a Arba Minch, la ciudad más importante del sur, antes de adentrarse
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en el valle del río Omo, donde se encuentran las tribus del valle, los karo, banna, mursi o hamer. No dejarán de vigilarnos de reojo enormes hipopótamos y los cocodrilos más grandes de África. El tiempo se detiene cuando llegamos a Turmi, corazón de la étnia hamer. Nos cautivara la belleza de sus mujeres, ataviadas con faldas de cuero de cabra y los cabellos teñidos de color marrón rojizo. Ya por último, me planteo la posibilidad de visitar Harar, al este del país, a pocos kilómetros de la frontera con Somalia pero, tras consultarlo, desisto. En este lugar, de mayoría musulmana, se han perpetrado algunos secuestros y no es seguro para los turistas. Hay que ser prudentes…
Etiopía es la vida y también la muerte, tiene el color del café y huele a café recién hecho; ese café que se hace con la lentitud que se toma la vida en el lugar donde todo nació. Etiopía es como una inmensa montaña que, mirándola, se pueden adivinar todas sus capas, que delatan el paso lento y cansino del tiempo. Pero Etiopía también es verde como las selvas aún por explorar. Huele a bosques y a pastos frescos. Y en ese verdor habitan seres puros y nobles, los verdaderos Hombres y Mujeres de un mundo que se extingue poco a poco devorado por su propio sinsentido. Etiopía me mostró lo más hermoso de la vida. Y me enamoró para siempre. v
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Cíclades, la eterna morada del dios Sol Son las islas más visitadas de Grecia, y sus azules marinos, de los más célebres. En pleno Mar Egeo, éste archipiélago es un verdadero regalo de los dioses Texto Y fotos laura fabregat farran Fecha del viaje 03/07/2015 A 13/07/2015
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ace hoy ya muchos años, siglos y civilizaciones, en un rincón del Egeo de increíbles azules y gran movimiento volcánico, el poderoso dios Zeus, padre de dioses y hombres, y gobernante férreo del concurrido Olimpo, perseguía preso de la lujuria a la hija de titanes Asteria, en una de sus muchas escapadas amorosas. Asteria nada quería tener con el popular dios, ya que parecía haber aprendido de los errores de su hermana, Leto, que tras un romance fugaz con Zeus, huía ahora embarazada de la furia de Hera, primera dama y consorte oficial de Zeus en el Olimpo. Así las cosas, y viéndose acorralada, Asteria se arrojó al mar para convertirse en la isla de Ortigia, hoy conocida como Delos. Y allí, en ese privilegiado trocito del Egeo fue dónde su hermana Leto, a quién Hera había prohibido alumbrar en cualquiera de las islas, pudo por fin dar a luz (valga de antemano la redundancia) a sus mellizos, Apolo y Artemisa, dioses del sol y la luna, respectivamente. Quizá lo de ‘alumbrar’ nació justo también en ese preciso instante. Hoy, muchos dioses y romances amorosos después, esta minúscula isla perdida en el Egeo, a la que rodean en forma de círculo el resto de islas del archipiélago de las Cíclades –de ahí su nombre, que proviene de la palabra griega kiklos (círculo) – parece estar aún protegida por los caprichosos designios del bello dios Sol. Y, como entonces, son pocos los que pueden resistirse a sus encantos. Y entre estos me incluyo. Santorini
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Cosas del destino –la historia parece estar ligada con este pedacito de mundo– nos tocó visitar Grecia en medio de otra crisis amorosa: una nueva versión de El rapto de Europa con los protagonistas jugando roles invertidos, que tomaba forma entre oxi y nai (sí y no en griego) y que parecía iba a acabar con la caída de otro gran mito, el de la Unión Europea. míkonos, un diamante en azul y blanco
Llegamos a Atenas de madrugada y con el vientre lleno –en Aegean Airlines (aún) sirven cena a los pasajeros de clase turista, pese a ser un viaje lowcost y de sólo tres horas desde
Barcelona. Una vez allí debíamos llegar con un bus especial hasta el puerto de Rafina, dónde a su vez, debíamos tomar un ferri con dirección a la primera isla del recorrido: Míkonos. Cinco horas de intenso mar azul salpicado por algunas de las más de 50 islas que forman el archipiélago de las Cíclades. De llegada a Míkonos, nombrada así por el héroe Mykono, hijo de Apolo, el dios Sol nos daba ya la bienvenida. Irónicamente, esta isla, célebre por su intensa vida nocturna, es conocida como la isla de la luz por su proximidad a Delos, y se dice que el mismísimo Poseidón levantó las rocas que la conforman
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Ruinas en Delos
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contra los gigantes. Con un origen así no es de extrañar que su capital, Chora, parezca todo un homenaje al dios del mar: azul y blanco se combinan con maestría por sus calles, dando a sus casitas un aire pintoresco y desordenado que las hace muy especiales. Algunas calles son tan estrechas que parece que sus vecinos compartan sala de estar. Uno puede perderse durante horas entre sus restaurantes, locales y tiendas –atención, Míkonos es también un feudo del turismo gay y del alto standing, por lo que sus boutiques son de lo más exclusivas–. O dedicarse a fotografiar sin cesar sus típicas casitas blancas de puertas y ventanas
“Chora parece todo un homenaje al dios del mar: azul y blanco se combinan con maestría por sus calles” azules. O intentar, en vano, averiguar qué es más popular en las islas: si los gatos, las grandes buganvilias de los balcones o las capillas y templos ortodoxos. Sea como fuere, siempre hay música, inmejorables vistas y buen ambiente: la vie est belle en Míkonos. Nosotros visitamos solamente la ciudad más importante, pese saber que sus playas son de lo más impresionantes: nuestra agenda era ajustada. En Míkonos nos hospedamos en el Ibiscus Hotel, situado en la parte más alta de Chora, con inmejorables vistas y un yogurt griego buenísimo –que ya no dejaríamos de comer en todo el viaje, ¿puede algún griego elaborar mal esta delicia?–. En el hotel pasaríamos
DNI del viajero Nombre: Laura Apellido: Fabregat De: Barcelona (España) Edad: 29 años Periodista de formación y parte del maravilloso equipo de ‘Magellan’. Ni decir cabe que soy una apasionada de los viajes y, por extensión, de las guías, revistas y libros en que los viajeros cuentan su historia. Cuando viajo, siempre llevo cerca mi cámara y mi cuaderno de notas. Aquí os dejo las que tomé surcando aguas griegas. Espero que os guste y os animéis a probar las delicias de viajar y ¡escribir!
Chora, en Míkonos
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La 'pequeña Venecia', en Míkonos
también la siguiente noche, comentando a nuestra vuelta de Delos los resultados del referéndum con el propietario. Nuestro primera toma de contacto con la crisis griega. delos, un paraíso para los amantes de la historia
Al día siguiente de nuestra llegada a Míkonos, abandonamos la isla unas horas para embarcarnos hacia Delos y pasar el día visitando sus ruinas. Desde Míkonos es realmente fácil llegar a la isla sagrada: los tickets para el ferri pueden comprarse en el puerto
de Chora y coger allí mismo el barco. En nuestro caso habíamos hecho la reserva de los ferris por internet y funcionó de maravilla. El trayecto dura media hora y, dicen que si estás atento, es fácil ver delfines. Nosotros debimos conformarnos con admirarlos en los mosaicos casi intactos de las ruinas. Una vez en Delos entendimos porque creen muchos que Apolo aún la habita. Convertida en un museo gigante al aire libre –sólo hay un pequeño museo cerrado que alberga las piezas más delicadas que no han sido trasladadas
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a Atenas– esta pequeña isla de las Cíclades parece atraer el calor del Sol como un imán. Deshabitada por completo, excepto por sus guardias, allí sólo quedan vestigios de un pasado glorioso realmente bien conservados. Su esplendor comenzó en el 1.000 a.C, cuando los jonios decidieron rendir por primera vez homenaje a Apolo en esta isla, que acabaría por convertirse tras el paso de griegos, romanos, sirios, judíos y egipcios en complejo religioso de primera línea. En una isla sagrada, de hecho. Tan prestigiosa que
los atenienses decidieron, para conservar su pureza, que nadie podía nacer o morir en ella. Hoy sólo se puede disfrutar allí, pero, una recomendación: el recinto arqueológico se saborea mejor si antes uno se ha zambullido en su historia. Una vez in situ hay que tratar de imaginar –y encontrar– cada rincón: la gran estatua de Apolo que daba la bienvenida al visitante, sus templos, sus leones, y lo mejor, la vida en el pequeño pueblo (de lo mejor conservado) al que se llega tras subir al monte Kinthos y admirar la panorámica.
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Los molinos de viento de Míkonos
De vuelta en Míkonos nos quedaban algunas asignaturas pendientes en Chora: la colina de los molinos de viento (otro dios que parece tener poderes sobre la isla) y el pseudo-paseo-marítimo (es tan estrecho que parece osado otórgale tal nombre) que atraviesa el casco antiguo de la ciudad, el Kastro. Allí está la pequeña Venecia, una serie de casas abocadas al mar en que es fácil que una ola te salpique mientras pasas, saboreas tu frappé diario o te deleitas con el mojito nocturno de rigor. Como decía, resulta de lo más fácil acostumbrarse a la vida e Míkonos.
naxos, con los pies en la tierra
A la mañana siguiente dejamos el paraíso de Míkonos para trasladarnos a la más grande, y quizá también la más terrenal de las Cícladas, Naxos. La gigantesca puerta de mármol del templo en honor a... sí, Apolo de nuevo, nos daba la bienvenida. Esta puerta es todo un símbolo allí, y tras contemplarla de cerca, entendemos por qué. Debía servir de portal a un gran templo que jamás se construyó, pero quizá mejor así: hoy sirve de marco perfecto para dos vistas de postal. De un lado el mar, de ese azul tan intenso. Del otro, la ciudadela de Khora, la capital de la isla. Si
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La puerta del templo de Apolo, en Naxos
la visitas cuando el sol se pone, llegas al éxtasis fotográfico. En Khora nos hospedamos durante una noche en el Hostal Palafina, a una calle, literal, de la orilla del mar. Allí nos dimos, por fin, nuestro primer chapuzón en aguas del Egeo. Un gustazo. Y saboreamos las riquezas griegas, los mezzedes o tapas griegas –véase ensalada griega, tzatziki, fava (mousse de lentejas amarillas con cebolla y alcaparras), melitzanosalata (de berenjenas) o saganaki (Feta frito), a tocar del mar y con los pies hundidos en la arena. Todo, claro, bañado con un buen vino de Retsina, muy típico, y un buen pla-
“La gigantesca puerta de mármol del templo inacabado en honor a Apolo nos da la bienvenida a Naxos” to de quesos. Y es que Naxos, a parte de ser conocida por ser el lugar donde Teseo dejó abandonada a Ariadna tras vencer al Minotauro y huir de Creta, es también célebre por sus quesos. No pudimos encontrar ningún rastro de Ariadna, que por lo que supimos después, encontró de nuevo el amor junto al dios del vino, Dionisio, pero damos buena fe de las excelencias del queso regional. Tras pasar un día en Khora, al día siguiente alquilamos un coche y pusimos rumbo a Petrino, al norte de la isla, donde pasaríamos dos noches más. Queríamos visitar el interior montañoso de la isla y sus pueblos perdidos: Chalkio, con su iglesia bizantina y un centro pequeño pero precioso; Apiranthos, un
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Iglesia ortodoxa en el interior de Naxos
bonito y concentrado pueblecito que escala la montaña con aire medieval; Koronos y Koronida, en la cima de la montaña o Apollonas, ya en la costa, y con una enorme estatua de Apolo inacabada encontrada aún en la cantera. Merece la pena recorrer las estrechas carreteras de Naxos, que suben y bajan sin cesar siempre serpenteando. Por un momento uno cree estar perdido en la más alta de las montañas, bien lejos del mar, que sin embargo sigue allí escondido a pocos Kilómetros. Encontrar
templos antiguos con sus columnas aún en pie en el rincón más inesperado e inhóspito te recuerda que sigues en Grecia. Merece también la pena aprovechar la estancia en Naxos para relajarse en sus playas, casi vírgenes y abruptas viendo atardecer. De todo el recorrido, quizá me quedo con Lionas y Abrami, doy por sentado que porqué nos dieron la oportunidad de hablar con la gente y descubrir un poco más cómo es la vida en Grecia, o en una isla aislada de Grecia.
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El puerto de Naxos
Lionas es un pequeñísimo pueblo costero al que se accede por una estrechísima carretera que desciende de lo alto de la montaña. Toda una experiencia no apta para gente con vértigo, como una servidora. Al llegar, los propietarios de los tres restaurantes que hay a la llegada –¿quizá los únicos?– nos saludan e invitan a probar sus especialidades. Nos decidimos por el primero (el Delfinaki) y no nos defrauda. Lo regenta una familia que se nos antoja como la más típica de todas las familias
griegas, en el mejor de los sentidos. La madre cocina (de maravilla, por cierto), y dirige a la manada mientras aplaude el discurso televisado –y casi desesperado– que su nuevo primer ministro, Tsipras, da ante el Parlamento Europeo. Ella, pese a ser de lo más tradicional, está enfadada y ha votado No (oxi) en el referéndum, nos confirma. Prefiere irse de Europa, “total, ya estamos más que perdidos”, dice, a la humillación que supone seguir. El padre, que antes trabajaba en las minas (al descender al pueblo es posible ver los cables y cestas voladoras que permiten trasladar las piedras) asiente mostrando su acuerdo. Ahora viven del restaurante junto a sus hijos, que sirven las mesas, cultivan los alimentos (¿como si no iban a sobrevivir?) y hacen su propio vino. No están en su mejor momento, nos cuentan cuando ven que tenemos interés en su situación: Lionas era antes lugar de veraneo para los turistas griegos, ahora casi inexistentes debido a la crisis, y esto ha hecho que su negocio esté al borde del abismo. Como ellos, muchos en Naxos. Nos vamos tristes, pero contentos a la vez de haber podido contribuir con nuestro granito de arena, y de haber podido charlar con un griego de la situación. Por la noche, en nuestro hotel de Abrami, Petrino, el más recomendable de todos los que probamos en las islas (algo así como un B&B ecológico dónde eres por uno días parte de la familia), volvimos a tener la oportunidad de hacerlo. La hija de la propietaria, que vive y trabaja durante el año en Atenas, Charra, nos cuenta que ha ido y vuelto en un solo día a Atenas desde Naxos para poder votar, de nuevo oxi, en el referéndum. Nos cuenta que
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La famosa iglesia de Oía, en Santorini
las noticias que llegan de Atenas le parecen cuanto menos alucinantes. Todo está parado, dice. Vemos en su expresión y su enfado que nunca habría pensado que Grecia llegara a tal extremo. Al irnos les deseamos toda la suerte del mundo y prometemos escribir sobre su hotel, su hospitalidad y mmm... esas cenas que merecen mención aparte. santorini, al borde del cràter
Vista Naxos, nos quedaba la joya del viaje, Santorini, una imprescindible en cualquier ruta básica por las islas griegas, y con razón. Sólo llegar constatamos lo especial que es. Perdón, lo extrema que es. No es una isla al uso, ¡es un volcán! Y sus pueblecitos están situados justamente al borde de su cráter,
que es de hecho la única parte que sobresale del mar. Creo que simplemente no se puede explicar con palabras lo particular de su ubicación. Hay que verlo. El volcán (o volcanes) sigue activo, y eso hace que siempre haya en toda la isla una especie de neblina que le da un aire místico muy particular. Sólo disponíamos de dos días para verla (ahora, a toro pasado, pienso que deberíamos haberle dedicado más), pero nos cundieron. Lo primero que uno ve al llegar al nuevo puerto de Firá (o Tirá), la capital, es que la ciudad queda muy por encima y que hay que escalar un verdadero precipicio para llegar. Toda la isla es así, extrema, incluso su origen e historia. La tres islas de que hoy se compone Santorini son realmente lo que queda de una
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enorme explosión volcánica que destruyó la isla original dejando a la vista una espectacular caldera. Hoy dos de estas islitas forman un círculo (el cráter) entorno a la tercera, la Nea Kameni o isla del volcán, un islote completamente compuesto por lava y aún caliente que se puede visitar con guía. Nosotros no teníamos tiempo que perder, así que, tras instalarnos en el hotel al llegar, pusimos rumbo a la Pompeya griega, Akrotiri. A estas alturas queda descubierto que soy una apasionada de la historia, así que ésta era sin duda una parada obligada. Se trata de una antigua ciudad minoica de más de tres milenios que quedó enterrada bajo la lava tras una de las explosiones del volcán y que ha sido rescatada, y ¡en qué buen estado!
Tras la tremenda experiencia de viajar en el tiempo, decidimos visitar una de las playas más especiales de la isla: la Playa Roja, cuyas piedras son como su nombre indica, rojas (y volcánicas). Una preciosidad. En Santorini hay también playas negras, también producto de la actividad volcánica que hacen las delicias de los turistas. Luego regresamos a Firá, que pese a ser muy bonita por lo extremo de su ubicación –está a casi 300 metros por encima del mar, en la cima de un acantilado– no puede rivalizar en belleza con Oía, la otra gran ciudad de Santorini que visitaríamos al día siguiente. Quizá sea por la sobrepoblación de turistas y el tipo de turismo, no tan selecto, que se ha desarrollado allí.
La playa roja, en Santorini
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La escalinata de subida a Firá, en Santorini
Ambas ciudades comparten sin embargo una particularidad, lo comprobamos a la mañana siguiente al ir al viejo puerto de Firá para emprender nuestro tour hacia la isla del volcán: son de muy difícil acceso y hay que sudar para llegar a ellas pues a las dos se accede por largas y empinadas escalinatas que escalan el precipicio. Hoy, por suerte, el turista puede escoger entre tres opciones para subir y bajar al puerto de Firá: el teleférico, el burro (la opción más vieja, hoy gran símbolo de la isla) o a pie. Son 580 escalones así que hay que meditarlo bien. Nosotros nos decidimos por el tercero, pero incluso bajar resulta duro. Suerte que el viaje en barco posterior compensó la caminata bajo el sol. Tras el corto trayecto en barco visitamos la Nea Kameni, y nuestro guía nos
ilustró sobre lo peligroso que resulta vivir sobre un volcán activo en medio del mediterráneo. Luego disfrutamos de un baño templado en las aguas que quedan justo al lado de esta pequeña isla, calientes a causa de la actividad volcánica, y nos recuperamos de la excursión comiendo el famoso pulpo frito de las islas en una taberna de Therasia, la tercera isla, casi deshabitada, de Santorini. Acabamos nuestra excursión y nuestra estancia en las Cíclades de la mejor manera que uno puede hacerlo: en Oía, con esa iglesia blanca impoluta de techo azul, portada de todas las guías sobre las islas, con vistas al mar, deleitándonos con el que es considerado como uno de los mejores atardeceres del mundo. Hasta otra venerado dios Apolo... ¡Larga vida a tu reinado! v
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Por las calles de Madrid Allí no hay playa, pero sí teatros, vida, arte urbano, grandes parques y un sinfín de bares donde ‘castigar’ unas buenas patatas bravas. Vaya, vaya. Texto y fotos belén Gómez Fecha del viaje 07/02/2015 a 09/02/2015
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H
abía ido a la ciudad muchas veces, siempre para visitas puntuales y, la verdad, nunca para hacer turismo propiamente. La última vez que puse los pies en Madrid pasé allí menos de 24 horas, tiempo suficiente para disfrutar del famoso musical del Rey León y unas buenas tapas, pero poco más, así que Madrid era un gusanillo pendiente. Por suerte (o por desgracia...) uno de mis mejores amigos se ha casado con una madrileña y, no contento con eso, ha decidido mudarse a vivir allí, así que la visita con guías de excepción no podía demorarse más. Tras consultar con los expertos decidimos que la mejor opción para viajar a la ciudad desde Barcelona era sin duda el
AVE. Es cómodo, rápido y llegas al centro, con lo que la movilidad después es mucho mejor. Teníamos un puente de tres días cerca, y allá que fuimos. yo me bajo en atocha
Llegamos a la estación de Atocha un viernes por la tarde y, tras disfrutar del frío madrileño en pleno febrero, mi amigo nos recogió y nos instalamos en su piso, en el barrio de Moratalaz. Rápidamente, sin embargo, regresamos al centro para disfrutar, ya el primer día, de la célebre noche madrileña. Empezamos nuestra ruta en el barrio de Chueca, con unas tapas en el mítico bar El Tigre (Calle de las Infantas, 30), un lugar abarrotado, con buena sidra y cocina casera; y la acabamos en el Ochoymedio (Barceló, 11),
Fuente de Cibeles Calle Postas
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La Plaza Mayor
muy cerca del metro de Tribunal, el nuevo local de moda en la nueva zona de moda de la ciudad. Confirmamos la leyenda: Madrid respira fiesta y buen ambiente por cada uno de sus poros. desde las ventas hasta chamberrí...
Teníamos sólo tres días para ver la ciudad, así que nos levantamos pronto. Primera parada: la Cibeles. Des de allí caminamos hacia la Puerta del Sol, donde nos hicimos la foto reglamentaria con el oso y el madroño, símbolo de la ciudad, y donde tuvimos también nuestro primer encuentro con Carlos III, el rey más representado en la ciudad y, según la leyenda, también “su mejor alcalde”. En Sol merece la pena pararse unos segundos en el Km.0 de Madrid, situado en la acera que
está frente a la Casa de Correos de la Puerta del Sol y actual sede de la Comunidad de Madrid. La placa establece el punto kilométrico cero, centro geográfico de España, desde donde parten las seis antiguas carreteras nacionales. Con los pies puestos en la placa y mirando al frente ahora se puede observar el mítico cartel de las bodegas jerezanas Tío Pepe, instalado en la plaza desde el 1935, y que el Ayuntamiento ha vuelto a cambiar de ubicación tras tres años retirado por sanción. De ahí seguimos nuestro camino por la calle Postas –desde donde miramos de reojo al bar homónimo, Bar Postas, famoso por sus bocatas de calamares– para llegar a mi rincón favorito de Madrid, la Plaza Mayor. Allí, aparte las ya célebres “relaxing cup of café con leche” también puede uno observar
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a las estatuas humanas que pueblan la plaza o deleitarse con la fachada de La Casa de la Panadería (ahora en remodelación), la joya de la plaza. Tras el paseo, el bullicio del Mercado de San Miguel nos esperaba para el vermut. Tapas de todos tipos, buen ambiente, productos de primera calidad, y una remodelación muy lograda del edificio lo han convertido en cita obligada de los madrileños los fines de semana. Allí probamos algunos pinchos innovadores para luego volver a lo más típico y tópico –aunque no por ello menos
“El mercado de San Miguel, con sus tapas, su ambiente, y su lograda remodelación merece un vermut, o dos” bueno– de Madrid: unos huevos estrellados de Casa Lucio. Lo hicimos, sin embargo en el restaurante abierto por sus hijos, Los Huevos de Lucio (Cava Baja, 30, en el barrio de la Latina), que pese a haberse trasladado a la acera de enfrente, mantienen el misterio de la receta familiar. Culminamos nuestro mediodía gastronómico de lujo en el restaurante Juana la Loca (Plaza Puerta de Moros, 4), donde hacen la mejor tortilla de patatas que haya probado nunca. Con permiso de mi padre. Ahí es nada. Con el vientre lleno nos dirigimos a la Catedral de la Almudena y el Palacio Real, paseando por la calle Bailén hasta la Plaza de Oriente y el Templo de Debod. Un regalo que Egipto hizo a España en 1968, en compensación por
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DNI del viajero Nombre: Belén Apellido: Gómez De: Barcelona (España) Edad: 28 años Tímida, inquieta y sobretodo muy curiosa. Trabajo como química y, cuando el calendario y la economía lo permiten, me gusta escaparme a ver mundo, aunque en otra vida me hubiera gustado ser (básicamente) rica y dedicar pleno tiempo a tan satisfactoria afición, lejos de las batas y el laboratorio. Soy feliz con un libro en las manos y, porque no admitirlo, con un ‘planning’ de viaje perfectamente cuadrado.
Mercado de San Miguel
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Estatua de Carlos III ante el Palacio Real
Templo de Debod
la ayuda prestada tras la llamada internacional realizada por la Unesco, para salvar templos de Nubia. Dentro explican su historia y es un lugar precioso para ver el atardecer en Madrid, ideal para dar una vuelta cuando queda iluminado de noche. Del Templo, y tras dar un paso por los jardines, regresamos al centro, a la Gran Vía, la calle de los teatros y el ambiente de Madrid. Allí es (casi) obligado subir hasta la Plaza del Callao para observar como el cartel de Schweppes se ilumina y desilumina entre el tráfico y el bullicio de los cines. Tocaba ya retirarse a tapear de nuevo, así que regresamos al barrio de Malasaña y Universidad. Allí hay que ir de bar en bar, callejear y sobretodo, dejarse llevar, entrar, tomar algo de pie en la barra y salir para probar
algo nuevo. Así recorrimos unos cuantos bares de cuyo nombre no logro acordarme, todos buenísimos. Callos, buen vino y bravas, muchas bravas. Descubrí, por cierto, que son totalmente diferentes a las que tenemos, por ejemplo, en Barcelona. Sin alioli, allí las sirven con una salsa naranja muy brava, valga la redundancia. Tienen hasta su propio argot bravero: y es que contra más salsa, más “castigas” las patatas. Superadas las tapas pasamos a los gintonics en The Passenger (Pez, 16), un local ideal para tomar algo tranquilo y de buenos cocktails. Luego cambiamos de zona para acabar la noche en un sitio de lo más curioso, el Toni 2 Piano Bar (Calle Almirante, 9). El bar es el segundo local del Toni, un bar que abrió en los años 70 con un piano de su
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Estanque en el Parque del Retiro
propiedad como protagonista. La música no ha dejado de sonar desde entonces y el curioso ritual del Toni Piano Bar se repite cada noche: los pianistas del local van de las notas del Pongamos que hablo de Madrid, de Sabina al “de mano en mano va...” de la copla de Carlos Cano, y los clientes se amontonan
entorno al piano para cantarlas. Aviso para navegantes: sólo uno puede tener el micrófono y debe saberse la canción, sino es substituido. Y es que el Toni no es un karaoke al uso, es un Piano bar con todas las de la ley donde los camareros, de riguroso uniforme, sirven buenos cócteles a pie de piano.
Casetas de la cuesta de Moyano, al salir del Retiro
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mírala, mírala... ¡la puerta de alcalà!
Para el día siguiente, domingo, habíamos reservado algunos platos fuertes de la ciudad. Empezamos por los más suculentos, la puerta de Alcalá, y al lado, el parque del Retiro, un jardín de 118 hectáreas con muchos rincones por descubrir. Entre los más destacados, el estanque central, donde uno puede darse un paseo en barca; la Fuente del Ángel Caído, con una representación del demonio inspirada en unos versos de El paraíso perdido (1667) de Milton; o el Palacio de Cristal, un precioso edificio en vidrio, vestigio de la Exposición de las Islas Filipinas del 1887, que uno no puede dejar de admirar cuando está
allí. Como curiosidad, los restos del antiguo zoo de la capital. Salimos del Retiro y nos dirigimos, por la cuesta de Moyano y pasando por el Congreso de los Diputados y sus serviciales leones, al barrio de las letras, donde vivieron Cervantes, Bécquer y Lope de Vega. Por sus calles también se pasearon (o disputaron) Quevedo y Góngora y hoy la calle Huertas recoge algunos de sus versos o citas. En todo el barrio se respira un ambiente artístico e histórico pero también vanguardista y moderno. Por algo es uno de los más populares de la ciudad. Allí merece visita el Mercado de las Ranas, y por supuesto las estatuas de Calderón de la Barca
La puerta de Alcalá
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Palacio Real desde jardines de Sabatini
y Lorca, la Casa Museo de Lope de Vega y la calle Cervantes, donde vivió el célebre escritor. Para los amantes de la literatura hay también otra parada obligada: la imprenta Juan de la Cuesta, en la actual Sociedad Cervantina, donde se imprimió la primera edición de El Quijote. Y bueno, siendo ya mediodía tocaba repostar, y la zona del Retiro, según nos contaron nuestros amigos, es perfecta para ello. Hay infinidad de tabernas y bares, muchos históricos. Ellos tenían uno escogido: La Chula de Chamberí (Fernando el Santo, 11), un local moderno, con una gran pizarra al fondo donde hay una gran variedad de platos frescos para elegir. El motivo de su elección, sin embargo, era la gran variedad de buenos vinos –cerca de 40– que tiene el restaurante. ¡Probadlo! Nuestro paseo nos llevaría luego por el paseo del Prado donde se encuentra, efectivamente, el Prado y los otros grandes museos de la ciudad a la Plaza Colón. Si vais, no dejéis de visitar el Caixaforum, con un jardín vertical muy impresionante. Nosotros, como nos reservábamos el momento cultural para el lunes, seguimos caminando.
Estatua del célebre pintor ante el Museo Nacional del Prado
Llegamos por el paseo a la plaza, homenaje al descubrimiento de América y dónde se explica simbólicamente la expedición. Allí cogimos el coche y nos dirigimos al Madrid Río, un parque tranquilo y enrome, creado tras el soterramiento de la M-30 y atravesado por el río Manzanares, que en verano, gracias a su espacio de fuentes, se convierte en playa improvisada, según nos contaron. Si visitáis la ciudad en invierno, lo mejor es
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darse un paseo hasta El Matadero, un espacio de cultura y reflexión artística que sirvió de matadero industrial y mercado de ganado a la ciudad de Madrid durante décadas y que hoy acoge en sus eclécticas instalaciones toda “forma de expresión artística”. En resumen, un centro cultural enorme donde se pueden ver desde teatro a exposiciones de todo tipo, y que impresiona al visitante por la reutilización de sus espacios y sobretodo por su roja e impactante iluminación nocturna. Y del parque, de nuevo al bar. En esta ocasión nos dirigimos al Docamar, en la Plaza de Quintana, que presume de cocinar las mejores bravas de Madrid desde 1963. Son sin duda la tapa más solicitada, y vienen acompañadas de una botella extra de salsa
(cuya receta es secreta) sólo apta para valientes. La verdad es que resultaron demasiado picantes para mí, pero hicieron las delicias de mis acompañantes... ¡Desaparecieron antes de que pudiera dar el segundo mordisco a mi bocadillo de calamares! Al día siguiente abandonábamos Madrid, no sin antes hacer parada en el impresionante Museo del Prado para admirar a Goya y Velázquez, y tomarnos unas porras con chocolate de despedida en el Jardín Tropical que hay dentro de la estación de Atocha, con más de 7000 plantas y 400 especies, a parte de sus cientos de tortugas. Nos reservamos el Guernica, de Picasso, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, para la próxima visita. A Madrid siempre se vuelve... v
Museo Nacional del Prado
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Madrid, un paraíso para los celíacos
Celicioso
Siendo adulta, hace ya algunos años, me diagnosticaron celiaquía, con lo cual mi alimentación tenía que dar un giro importante. Siempre me ha gustado viajar y no estaba dispuesta a que esta enfermedad pudiera alterar mi forma de vida. No en todas las ciudades que he visitado existe el mismo conocimiento, ojalá, pero si tengo que elegir una ciudad donde no tengo ningún problema para convivir con mi intolerancia es, sin lugar a dudas, Madrid. Puedo empezar desayunando unos churros con chocolate (sí churros) en la Churrería Maestro Churrero en la plaza Jacinto Benavente, muy cerquita de Sol. Para comer hay muchas opciones, mis preferidos son “Da Nicola” un italiano del que te comerías toda la carta (hay dos restaurantes en Madrid) y el “As de Bastos” donde comer croquetas, calamares o cualquier rebozado es de lo más normal y está rico, rico. Siempre he visitado el que está en Majadahonda pero acaban de abrir en Madrid capital así que habrá que organizar pronto una escapada.
Para tapear también tenemos nuestras opciones, sin ir más lejos, “Casa Lucas” o “La Concha”, ambos están en la zona de la Cava Baja, muy cerquita de la Plaza Mayor, totalmente recomendables. “Celicioso” merece una mención aparte. No importa la hora, para desayunar, merendar o incluso comer una de sus lasañas, cualquier excusa es buena para ir, sólo tiene un inconveniente... Que te lo comerías todo. Siempre que les visito salgo con una buena ración de provisiones. Si como yo, sois celíacos y os gusta viajar os recomiendo una página de Facebook que se llama “500.000 establecimientos sin gluten”, tienen un archivo impresionante con recomendaciones de lo propios celíacos en todo el mundo. - Rossana Peris
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As de Bastos
Parques nacionales del oeste americano La incesante pasarela de tesoros naturales que salpica esta vasta y รกrida zona de los Estados Unidos asalta al viajero en cada descuido Texto Y fotos Txema Gonzรกlez Allende Fecha del viaje Julio 2009
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levábamos tiempo madurando la idea de hacer un viaje para recorrer los parques nacionales del oeste de USA, una enorme extensión de terreno prácticamente virgen donde los atractivos naturales se suceden sin descanso. Lo único que nos preocupaba un poco eran las distancias en un área tan extensa, pero al final resultó ser un atractivo más del viaje, ya que no solo los Parques Nacionales son espectaculares, el paisaje de toda esta región es increíble y conducir por ella
es como viajar por un parque temático de la naturaleza. Volamos a Salt Lake City. Allí recogimos el coche de alquiler y pusimos rumbo al impresionante Parque Nacional de Yellowstone. Nos alojamos 4 noches en West Yellowstone, la entrada oeste del parque. Yellowstone es enorme, y como mínimo se necesitan tres días para verlo. Compramos un pase anual para todos los parques del país, que sale a cuenta simplemente visitando 3 o 4 parques. Yellowstone es un lugar increíble, con paisajes espectaculares, abundante fauna e infinidad de
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manifestaciones geotérmicas. La carretera que discurre por el parque tiene dos recorridos circulares que forman una especie de 8. A lo largo de esta carretera se encuentran la mayor parte de puntos de interés. En la zona norte lo que más nos gustó fue la zona de geiseres de Norris Geyser Basin, un extenso campo de piscinas de agua caliente de preciosos colores donde se pasea por unas pasarelas de madera en medio de un profundo olor a azufre. También vimos aquí las Mammoth Hot Springs, un paisaje espectacular con terrazas de minerales sobre las que fluye el agua caliente que emana de la tierra. Llegamos después a la zona de
“Piscinas de agua caliente de preciosos colores donde se pasea en medio de un profundo olor a azufre ” Tower-Roosevelt, donde hay un fantástico cañón, una cascada y un paisaje de pináculos de roca muy curioso. Después visitamos el Gran Cañón de Yellowstone en Canyon Village, donde en las cercanías pudimos ver las espectaculares cascadas y la garganta del río Yellowstone. La mejor vista se obtiene desde el mirador del Artist Point, con unas tonalidades espectaculares de las rocas. Recorriendo la zona sur nos encontramos uno de los lugares inolvidables del parque, la Grand Prismatic Spring, una enorme piscina de agua caliente. En las rocas del suelo se ven unos colores increíbles. Se visita por una pasarela de madera sobre la propia piscina y Gran Cañón y cascada de Yellowstone
la sensación es única. Después pudimos ver el Old Faithful, el geiser más famoso y más espectacular del parque en lo que a altura se refiere. En el Lago Yellowstone paseamos por su orilla y vimos geiseres sumergidos. Cerca, un corto sendero nos condujo al Natural Bridge, un arco de piedra que hace de puente sobre un barranco. Después pasamos por una pradera con muchísimos bisontes, aunque también los encontramos por el resto del parque y en la propia carretera. Pudimos ver osos, lobos, coyotes y pelícanos. Junto al río Yellowstone visitamos el Volcano Mud, otra zona de gran actividad geotérmica con piscinas de barro hirviendo.
“Los tonos rojizos tiñen el paisaje rocoso y semidesértico que nos acompañaría los siguientes días” Dejamos Yellowstone por su entrada sur, donde pasamos por un espectacular cañón formado por el río Lewis, y entramos en el P.N. del Grand Teton. Este precioso parque tiene un paisaje propio de alta montaña. Desde la entrada norte hay una bonita panorámica donde destaca su pico más alto el Grand Teton. Hicimos algunas rutas de senderismo por espectaculares paisajes como la que lleva al Inspiration Point cruzando el Lago Jenny en barco, y pasando por varias cascadas. A través de las carreteras del parque pudimos recorrer varios lagos en un entorno muy salvaje, y también desde la carretera principal - la carretera 287 - hay buenas panorámicas
Panorama desde la John Rockefeller Parkway, Grand Teton
a la cordillera montañosa, especialmente desde una zona adyacente a la carretera en la que el río Snake serpentea a través del bosque con las montañas de fondo. Tras un día y medio en el parque seguimos hacia el sur hasta el P.N. Zion. Aquí los tonos rojizos tiñen el paisaje rocoso y semidesértico que nos acompañaría los siguientes días. Zion es un parque con dos secciones, el cañón de Zion que solo se puede visitar a bordo de los autobuses del parque y la carretera Zion - Mount Carmel que se puede recorrer en tu propio vehículo. El cañón de Zion presenta un contraste precioso entre la vegetación verde y la roca roja. Paramos en cada una de las paradas del autobús del parque y vimos las principales atracciones como The Grotto -una especie de cueva elevada
con bonitas vistas - y las Emerald Pools - un sendero elevado con impresionantes vistas y que lleva a unas preciosas pozas, donde nos encontramos con una serpiente de cascabel -. Pero sin duda la excursión estrella en el parque es la de The Narrows. Es una ruta por el estrecho cañón del río Virgin. Solo el primer tramo tiene un camino junto al río. A partir de ahí se camina sobre el propio río, que no tiene más que unos palmos de profundidad. Es una experiencia única, ya que la garganta cada vez se estrecha más. Completamos solo parte del trayecto, ya que la excursión completa lleva un día y no teníamos tiempo. Tras dejar el cañón seguimos la carretera hacia Mount Carmel. Aquí daban ganas de pararse en cada curva a contemplar las rocas con unas formas y colores imposibles.
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DNI del viajero Nombre: Txema Apellidos: González Allende De: Bilbao (España) Edad: 41 años Ingeniero, fundador de la app de viajes TravelEchoes. Desde que empecé a recorrer mundo no he podido parar. Viajar es algo que te engancha y aunque ahora con niños tengo que plantear los viajes de otra manera, espero poder inculcar a mis hijos esa pasión por viajar y conocer nuevas culturas. Me encanta viajar en coche a mi aire, porque me da mayor libertad y también porque soy un apasionado de la fotografía, otra afición que se complementa perfectamente con la de viajar.
Llegamos a Tropic, donde nos alojamos para pasar el día siguiente en el P.N. Bryce Canyon. Este parque tiene un paisaje único. Su principal atractivo es un gigantesco anfiteatro de pináculos de roca en todos los tonos de naranja imaginables. Diferentes desvíos de la carretera nos llevaron a los miradores sobre el anfiteatro, a cada cual más increíble. Destacan el Bryce Point que ofrece una perspectiva desde una posición elevada y el Sunrise Point, desde donde se pueden iniciar rutas de senderismo. Tuvimos la suerte de ver el parque a primera hora de la mañana y al anochecer y la variación de los tonos de la roca es algo mágico, parece un lugar diferente con cada iluminación. Además hicimos una ruta entre los pináculos que mereció mucho la pena. Pasear entre las enormes torres, descubrir sus recovecos y formas es indescriptible. Una vez explorada esta zona del parque seguimos la carretera
Anfiteatro de Bryce Canyon
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Cañón en el Grand StaircaseEscalante National Monument
que lleva hasta el Yovimpa Point. Pasamos por varios miradores y secciones del parque menos abundantes en pináculos pero con buenas vistas sobre los alrededores donde destaca el contraste del naranja con el verde del bosque. En uno de estos miradores se ve un puente natural, el Natural Bridge. Al día siguiente salimos de Tropic atravesando el Grand Stair-Escalante National Monument, una zona de impresionantes paisajes de cañones y preciosas formaciones rocosas que hacen del trayecto un verdadero espectáculo. Paramos numerosas veces y también hicimos algún pequeño desvío por carreteras secundarias para acercarnos a algún punto señalado como el Kodachrome Basin State Park. Nos quedamos con ganas
de más pero teníamos que llegar a Capitol Reef. Aquí el color de las rocas pasa a ser rojo sangre, algo especialmente apreciable al atardecer. Es un parque menos concurrido que los ya habíamos visto lo que todavía le da un mayor encanto. La mayor parte de los lugares de interés están a lo largo de la propia carretera 24 que lo atraviesa y también a lo largo de una carretera de tierra, la Scenic Drive que nos lleva por el interior de un cañón con espectaculares paisajes. A lo largo de la carretera destacan las formaciones rocosas de Twin Rocks, Chimney Rock - a la que pudimos ascender por un sencillo sendero - y otros muchos rincones que no tienen nombre y parada señalizada pero igualmente pintorescos. El paisaje se
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Mesa Arch, Canyonlands
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Vistas desde Grand View Point Road, Canyonlands
Double Arch, Arches
vuelve más salvaje y sobrecogedor a través de la Scenic Drive, sobre todo cuando deja de estar asfaltada y se convierte en una pista de tierra hasta llegar a un punto que es intransitable sin un 4x4. También hicimos una ruta hasta un precioso arco natural, el Hickman Bridge, y otra hasta un mirador sobre uno de los riscos más característicos del parque, el Golden Throne. Para concluir la visita al parque al día siguiente hicimos una excursión hasta el remoto Cathedral Valley, un lugar con unas gigantes formaciones rocosas - al estilo de Monument Valley - en medio de un desolado y atractivo valle. Se llega a través de una carretera de tierra y con mucho cuidado ya que en algunos lugares hay que
avanzar bastante despacio pues el firme es muy irregular. De hecho en el Centro de Visitantes nos desaconsejaron ir sin un 4x4, pero con cuidado se puede hacer. Tras la excursión nos desplazamos a Moab, un pueblo que nos sirvió de base para explorar los parques de Arches y Canyonlands. Dedicamos el día siguiente a recorrer Arches, un verdadero carrusel de arcos naturales de piedra. A lo largo de la carretera principal del parque hay diferentes paradas señalizadas junto a las diferentes zonas con arcos. La joya del parque es el Delicate Arch, el símbolo del estado de Utah, al que accedimos a través de un sendero de una hora. Es un arco enorme e impresionante. También destacan
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el Landscape Arch, situado en un sendero repleto de arcos y el Double Arch (lo reconocimos de inmediato porque aparece en una película de Indiana Jones), situado en una sección especialmente pintoresca del parque. Además, nada más entrar en el parque nos encontramos con unas paredes rocosas impresionantes en el mirador de Park Avenue y otras monumentales torres en Courthouse Towers. Al día siguiente visitamos el parque de Canyonlands. Aquí hay dos partes bien diferenciadas: Island in the Sky y The Needles. Island in the sky es una meseta elevada que constituye un mirador increíble a la extensa red de cañones de la región que se extienden hasta donde alcanza la vista. Recorrimos todos los miradores del parque,
e hicimos una pequeña ruta hasta un lugar impresionante, el arco Mesa Arch, situado justo en el borde de un acantilado y enmarcando una vista extraordinaria de cañones y precipicios. También nos dio tiempo a hacer otro corto recorrido en la zona más occidental del parque en Upheaval Dome, el cráter dejado por un meteorito. Abandonamos esta sección del parque y justo al lado entramos en un parque estatal, el Dead Horse Point. Aquí las vistas son espectaculares hacia un meandro en U del río Colorado. Una imagen muy familiar ya que ha salido en películas como Misión Imposible. El parque es pequeño pero las vistas son impagables. Esto es el salvaje oeste en su versión más pura. Después, nos dirigimos a
Dead Horse Point State Park
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The Needles, a unas dos horas de coche al sur. Aquí vimos un conjunto impresionante de agujas rocosas en diferentes tonos naranjas. La parte más espectacular está al principio del parque. Seguimos hasta el final de la carretera parando en varios miradores hacia cañones y rocas con todo tipo de formas, pero como ya andábamos mal de tiempo no nos entretuvimos y seguimos conduciendo hasta Bluff. Al día siguiente visitamos el Goosenecks State Park, donde hay un mirador impresionante a un cerradísimo meandro del río San Juan desde lo alto de unos acantilados.
Seguimos hasta la archiconocida reserva de los navajos de Monument Valley. No es un parque nacional pero es un lugar mítico del oeste americano, que ha aparecido en innumerables películas. Los salientes rocosos sobre la llanura se ven desde lejos al aproximarse por la carretera. Es una visión evocadora. Al llegar hay un mirador impresionante desde donde tienes una primera panorámica y luego hay un circuito de más de 20 Km. que te lleva por la reserva, acercándote a las estructuras rocosas y a miradores únicos. Hicimos el recorrido en nuestro coche. Es un camino de tierra pero en bastante buen
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Cape Royal, Grand Canyon North Rim
estado. Entre las numerosas paradas que hicimos nos impresionaron el John Ford’s Point y el Artist Point, desde donde hay una vista realmente de ensueño. El East Mitten y el West Mitten son los dos promontorios rocosos más espectaculares. Salimos de la reserva y nos dirigimos al Antelope Canyon, otro lugar imprescindible. Es un cañón subterráneo y tremendamente estrecho donde las paredes onduladas tienen unas tonalidades entre rosa y naranja que crean una atmósfera irreal. También pertenece a los navajos y la visita es en teoría guiada aunque luego dentro te mueves a tu antojo.
Entramos en el cañón por una hendidura en el suelo y mediante escaleras y plataformas llegamos hasta el fondo arenoso. Aquí también te dan ganas de sacar fotos a cada paso porque cada rincón es más pintoresco que el anterior. Tras la genial visita nos dirigimos al Gran Cañón del Colorado, primero al North Rim, que es la parte menos visitada pero para mi gusto la más espectacular, además de que no está masificada como ocurre en el South Rim. Por el camino pasamos por algunos parajes dignos de mención como el Navajo Bridge - un precioso puente sobre el río Colorado - y el Vermillion Cliffs National Monument - unos impresionantes acantilados de color rojizo -. El día siguiente lo dedicamos al North Rim del gran Cañón. El paisaje es boscoso y muy verde. Hay varias carreteras que llevan a diferentes miradores. Los mejores son el Bright Angel Point, cerca del centro de visitantes, y el Cape Royal. El paisaje del Gran Cañón es sobrecogedor, las dimensiones de los cortados, cañones laterales y acantilados te hacen sentir muy pequeño. Tras recorrer todos los miradores dedicamos el resto del día a hacer una ruta de senderismo, o más bien parte de una de ellas, ya que las rutas bajan hasta el lecho del cañón y requieren hacer noche antes de volver a subir. Nos quedamos con muchas ganas de hacer la ruta entera pero solo habíamos planificado un día para el North Rim. Al día siguiente nos desplazamos hasta el South Rim, a unas 3 horas y media y comenzamos a recorrerlo desde la parte este. La sucesión de miradores es interminable aunque cada uno ofrece
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algo diferente y merece la pena pararse en todos. Esta zona estaba realmente abarrotada de turistas en Julio y mucho más explotada que la parte norte. Uno de los miradores que más nos gustó fue el Desert View, donde hay un centro de visitantes y una bonita torre de vigilancia con una panorámica impresionante del río Colorado. Acabamos el día viendo la puesta de sol en uno de los miradores. Según el sol va cayendo las tonalidades del Gran Cañón van cambiando y es un espectáculo digno de presenciar. El día siguiente nos tocaba viajar hasta Las Vegas desde donde volaríamos de vuelta a casa tras el impresionante viaje. Aprovechamos para
hacer algunas paradas a lo largo de la ruta 66, entre Flagstaff y Kingsman. En cuanto al alojamiento, reservamos todo desde aquí, aunque no hay mucho donde elegir ya que se trata de una zona muy despoblada. Recurrimos a los moteles de carretera de cadenas como el Days Inn, Americas Best Value o Super 8. Unas habitaciones impresionantes a un precio razonable. Y para las comidas es preferible, o casi obligatorio, llevar la comida y disfrutarla en algún paisaje incomparable de los muchos que te encuentras porque dentro de los parques hay pocas o ninguna opción de encontrar establecimientos. v
Desert View, Grand Canyon South Rim
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El Antiguo Reino Siam Con templos magníficos, paisajes de ensueño y un sinfín de pueblos y montañas por descubrir, Tailandia es un pais para explorar y asimilar Texto Y fotos Laura Millán Fecha del viaje 25/06/2014 A 20/07/2014
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C
uando pensamos en Tailandia pensamos en templos, playas paradisíacas y mucha vida nocturna, y en parte no nos equivocamos. Sin embargo, como sabéis, todo país tiene una parte desconocida que es la que siempre gusta indagar, y es aquí donde me atrapó este gran país llamado Tailandia. Aterricé en la capital sin planearlo hace cuestión de cinco años: hacía escala durante un día antes de llegar a mi destino final, Bali. He de reconocer que al principio no me llamaba en absoluto la atención ese lugar, supongo que era por una cuestión de cierto temor infundado por la excesiva des-información ofrecida por los medios de comunicación, pero esas 24 horas me dieron para mucho, tanto, que sentí claramente que alguna vez volvería. Y así fue, después de estar viajando los últimos años por el continente asiático acabé de nuevo en Tailandia, pero esta vez era para poder descubrirla durante 25 días. Sin duda, podría decir que es uno de los países más completos que he conocido a día de hoy. Nuria (mi perfecta compañera de viaje) y yo llegamos un 25 de Junio sobre las seis de la mañana a Bangkok, capital y ciudad más poblada de Tailandia. Una vez más comenzaba a disfrutar de todo ese caos que significa estar en una ciudad asiática: locura de tráfico, claxones sonando por todos lados, regateos para coger un taxi, temperaturas de 35 ºC, motos compuestas por familias de hasta cuatro personas.... Si viajas a Tailandia debes hacer parada obligatoria en su capital Bangkok; considerada
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como la puerta de entrada al sudeste asiático es una ciudad que no duerme y la cual, desde que pisas por primera vez, te impregna de su cultura, noches, templos, gastronomía y sobre todo de la amabilidad de su gente. Bangkok es una ciudad de contrastes, conforme vas caminando por los diferentes barrios puedes llegar a encontrarte tanto con un edificio de lujo como con casas bastante humildes, pero lo que más te sorprende es que sus habitantes conviven perfectamente entre ellos, resultando curioso que ante este panorama tan desigual no coexista la envidia o el resentimiento. La explicación que te ofrecen los más pobres es que los pudientes se lo han ganado por haberlo hecho el bien en vidas anteriores (creen ciegamente en la idea del karma). Siguiendo nuestro camino, nos
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DNI del viajero Nombre: Laura Apellido: Millán De: Fuengirola (España) Edad: 36 años Soy Project Manager. Andaluza de nacimiento pero catalana de adopción. Mi vida es un constante viaje, lo que me lleva cada año a descubrir un rincón perdido del mundo. Mis pasiones, a parte de viajar, son captar con mi objetivo todo aquello que impresiona mi retina, el deporte, leer, una buena copa de vino y por supuesto...¡reírme constantemente!
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desplazamos al barrio de Silom donde teníamos reservada una habitación en un Hostal sencillo pero muy limpio, tan solo habíamos reservado la primera noche, de esta manera podíamos descansar del temido jet lag; este barrio durante el día pertenece a uno de los centros financieros de la capital, pero a partir de la caída del sol se convierte en una de las principales zonas de fiestas. Tras descansar esa noche nos fuimos directas a visitar
tantos templos como pudiésemos en nuestra primera jornada. Desplazarse por la capital es muy fácil, pero para mí la mejor manera de hacerlo fue sin duda fue el Express Boat: un barco que se desplazaba por el río Chao Phraya e iba parando en los principales templos de la capital. ¡Fue perfecto! De esta manera pudimos disfrutar de muchas de las maravillas que están a orillas del río como el WatPho, el WatArun, el
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WatIntharawiham, el Templo del Buda de Esmeralda o el Palacio Real. Si me preguntáis con cuál de ellos me quedaría no os lo sabría decir, ya que cuando piensas que no te pueden sorprender más el siguiente en el que entras te cautiva de igual manera. En todos ellos hay algo que te llama la atención, no solo esos Budas de dimensiones enormes elaborados en oro, sino cómo viven allí la religión (el budismo). Sus mantras, sus
monjes, sus inciensos,... En Tailandia, como la mayoría del sudeste asiático, predomina el budismo theravada con un 93% de la población, seguido por un 5% de musulmanes, un 1% de católicos, y finalmente un 1% de animistas. La religión es el eje principal de la vida cotidiana de los thais. Algo curioso es que la gran mayoría de los hombres tailandeses deben ser una vez en la vida monjes budistas, esto es considerado
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toda una proeza de la cual se sienten orgullosos, no solo ellos mismos sino sus propias familias y amigos. Normalmente, las personas que deciden realizar el paso, lo llevan a cabo durante tres meses. Tras este pequeño recorrido por el ámbito espiritual diré que no sólo me impresionó esta parte de Bangkok, sino también sus infinitos mercados. En ellos no sólo se podía degustar toda su variedad gastronómica sino visitar sus extensos puestos de flores, ropas, souvenirs, electrónica, etc. Destacaré algunos como el Mercado de Sampeng-barrio Chino, Pratunam Market, Chatuchak Market, Kao Road o los mercados flotantes.
“Cuando piensas que los templos no te pueden sorprender más, el siguiente te cautiva de igual manera” Ciertamente me sorprendió su gastronomía (sobre todo en el norte del país), ya que teniendo en cuenta que soy vegetariana nunca tuve problemas para comer a lo largo del viaje. Algunos de los platos más exquisitos que degusté fueron: som tam (ensalada de papaya), pad thai con tofu o tofu con curry. En caso de que queráis practicar algo de tailandés, aquí va algunos tips que os ayudarán: “mai sai kay”, que significa “sin pollo”, añadiendo la palabra mágica “yée”, es decir, “vegetariano”. También os aconsejo buscar los puestecitos callejeros que tengan una banderita amarilla triangular con el vértice hacia abajo, esto significa que es vegetariano.
Otro de los días decidimos marchar al destino que teníamos planeado desde un principio, Kanchanaburi. De todo lo que vimos, lo que más me emocionó fue sin duda el famoso Puente sobre el río Kwuai. A pesar de no haber vivido en la época de estos acontecimientos bélicos, cuando visitas tanto el Museo del Ferrocarril de la Muerte como el Museo de Guerra llegas a sentir esa parte de la historia y emocionarte. En contraste con este episodio negro de la historia de Tailandia, os recomendaría alquilar una moto en el mismo pueblo e ir a las Cascadas de Erawanes; tendréis allí un maravilloso encuentro con la madre naturaleza, visualizando uno de esos paisajes que no se olvidan jamás.
Esa misma jornada marchamos a Ayuthaya (dos horas aproximadas desde Kanchanaburi), antiguamente la capital del reino Siam y considerada en su día como Patrimonio de la Humanidad. Sin duda, uno de los lugares de este viaje que más disfruté. La historia nos cuenta que los ejércitos birmanos quemaron y arrasaron casi todo durante la invasión de 1767. Por fortuna, aún se conservan las ruinas de varios templos y palacios de la época gracias a las tareas de reconstrucción y preservación. Los cinco templos que no podéis dejar de visitar son: Wat Yai Chai Mogkhon, WatMahaThat, WatPhra Sri Sanphet, WatLokayaSutha y WatChaiwatthanaram. Sin duda la mejor manera de recorrer esta maravillosa ciudad es en un famoso tuktuk.
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De aquí salimos en autobús durante cinco horas hasta nuestro nuevo destino, Sukhotai. Este lugar también fue capital del reino Siam pero anteriormente a Ayuthaya; llegamos de noche y como siempre no fue un problema, cogimos un tuktuk y directas al guesthouse que ya teníamos reservado, de esta manera podíamos descansar y aprovechar la mañana siguiente. Al amanecer nos levantamos, desayunamos y nos dispusimos a no romper la tradición de esta ciudad: alquilamos unas bicicletas para recorrer el Parque Histórico. Un lugar hermosísimo del que aún conservo imágenes muy nítidas. La belleza que
“Ayuthaya, antiguamente la capital del reino Siam, es uno de los lugares de este viaje que más disfruté” contiene el mismo no podría explicarlo con palabras, pero el hecho de recorrer en bici aquel recinto donde naturaleza y espiritualidad están completamente fusionadas es algo totalmente mágico; sin duda fue una buena elección tener esta ciudad dentro de nuestro itinerario. Tras estar durante unas cuatro horas en el Parque Histórico marchamos hacia el guesthouse a recoger nuestras maletas y proseguir el viaje hacia Chiang Mai (conocida como La Rosa del Norte). Esta ciudad es la más grande y significativamente cultural del norte de Tailandia. A la vez es una de las más bonitas gracias a la naturaleza de sus
alrededores donde se encuentran algunas de las montañas más altas del país. La ciudad en sí te da muchas opciones como turista, no solo ver sus impresionantes templos, sino también el poder realizar grandes trekkings (en el Parque Nacional Doi Inthanon), visitar sus interminables mercadillos, su gran variedad gastronómica, sus diversos cursos de cocina, masajes, muay thai tailandés y, por supuesto, una animada vida nocturna. Sin duda, uno de los templos más destacados es el de Doi Suthep, situado a 1676 metros sobre el nivel del mar. Mientras vas subiéndolo –en nuestro caso lo hicimos en
“Los peregrinos tailandeses llegan al Doi Suthep para honrar reliquias en el hermoso ‘chedi’ dorado” taxi– es impresionante observar la cantidad de grupos que lo hacen en bici de carretera. Los peregrinos tailandeses llegan hasta aquí para honrar las reliquias budistas consagradas en el hermoso chedi dorado. El templo también ofrece una interesante colección de arte y arquitectura Lanna, además de tener una fabulosa vista de Chiang Mai. A éste se llega subiendo una escalinata compuesta por 306 escalones. Este templo tiene la opción de poder convivir con los monjes durante un tiempo, así lo llevo a cabo mi gran amigo Mariano, el cual tuvo la gran experiencia de estar durante una semana con ellos realizando meditación
Vipasana, las normas para practicarlo en los templos suelen ser estrictas y conllevan un aislamiento temporal de la sociedad, tras ello puedes aportar la voluntad, si quieres. Estuvimos cinco días en Chiang Mai por lo que decimos aprovechar e ir el primero de ellos a la provincia de Chiang Rai (limitando al norte con Chiang Mai). Tras unas tres horas aproximadas en bus llegamos a nuestro destino, siendo la primera parada obligatoria el Templo Blanco. No hay palabras para describir lo impactante que fue: su diseño totalmente rompedor, las extrañas figuras que lo decoran y su blanco inmaculado (representando la pureza de Buda). No suele dejar indiferente a nadie. Al igual que nuestra Sagrada Familia, no tiene fecha clara de finalización, pero se especula que para 2070 estará acabado.
Nuestra segunda parada fue en La Casa Negra, esta se encuentra a unos treinta minutos del Templo Blanco, el contraste es bastante considerable, este museo se compone de 40 cabañas de distintos tamaños y formas, que como dice su creador Thawan Duchanee, evocan el pasado de Tailandia desde un punto de vista contemporáneo. Son las típicas casas de madera tailandesa pero de color negro y decoradas con animales disecados, sillas y mesas de formas inverosímiles con aires vikingos o antiguas herramientas de campo modificadas. Tras nuestra primera etapa del viaje, que había superado nuestras expectativas con creces, nos habíamos ganado un poco de relax y conocer la otra parte del país: descansar en esas islas y playas paradisíacas de
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las que tanto habíamos oído hablar. Teníamos por delante 10 días para descansar, por lo que cogimos un vuelo desde Chiang Mai directas a Krabi. De ahí tomamos un bus y fuimos a AoNang (unos 15 kilómetros en dirección la costa) donde nos alojamos en un guesthouse deluxe llamado Ben’s House; allí estuvimos tres días, que aprovechamos para hacer las famosas excursiones a las islas colindantes (Chiken Island, Tub Island, Railay Island & Poda Island). Sin duda, lo que más nos impresionó de todas ellas fue ver esos paisajes karkásticos que veíamos tantas veces en las películas y que por fin podíamos deleitarnos en primera persona. Ciertamente nos supo a poco, ya que, como es habitual en Asia, durante la excursión tuvimos la aparición de un monzón que nos hizo llegar a pensar que no llegábamos
a contarlo…pero una vez más superamos el momento tomándonoslo con mucho humor. Con respecto a la ciudad, hay que decir que AoNang es completamente diferente al norte del país. Observamos que estaba más enfocada al turismo (con esto no quiero decir que el resto del país no lo esté, ni que nos disgustara), pero desde la oferta gastronómica, hasta el tipo de turismo, locales, puestos ambulantes, etc., era muy diferente a lo visto en Krabi. Desde aquí nos fuimos a nuestro destino final que era Koh Tao, al cual llegamos tras unas horas de autobús y varios barcos. Hay una cosa que no he mencionado y debéis tener muy presente: si viajáis a cualquier país asiático debéis cambiar el chip desde que pongáis los pies allí: nada de plantearos horarios meticulosos y pensar que todo os saldrá tal y como lo tenéis planeado.
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Aquí el medio de transporte suele ir a su ritmo, por lo que la paciencia es una gran virtud. También os aseguro que compensa cuando llegas a cada uno de los lugares maravillosos que ofrece. Tras muchas anécdotas, por fin llegamos a esta maravillosa isla donde fuimos acogidas por un increíble grupo de instructores de buceos de la escuela Pura Vida. Aproveché para sacarme el título de Open Water Diver y aquí fue donde descubrí una nueva pasión en mi vida, aportando si cabe un poco más de felicidad a ésta. Esta isla nos dio sol, playas, noches, buceo e increíbles atardeceres… ¡Sin duda muy recomendable para los amantes del diving! Nos sentíamos tan a gusto en esta isla paradisíaca que decidimos retrasar un día el vuelo de vuelta a Bagkok. Tras esta
increíble semana nos marchamos de vuelta a la capital para aprovechar la última noche y concedernos un último capricho en este país: una gran cena en el restaurante Sirocco, el cual nos ofreció tanto unos platos deliciosos como una de las mejores vistas de la ciudad. ¡No pudimos tener mejor final! He de deciros que después de relataros un poco este viaje lo he vuelto a revivir con Nuria y nos hemos reído mucho, pues han sido muchos días, muchas esperas de trenes, muchas anécdotas, muchas alegrías, muchas sorpresas y también muchas horas de silencio para asimilar todas esas experiencias vividas. Y es que, cada vez que lo pienso, tengo siempre claro porqué sigo viajando… v Viajar es una buena forma de aprender y de superar miedos (Luis Rojas Marcos)
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viajero
de
bloguero
a
El Salvador: la novia inesperada Viajarlo conociendo a su gente, absorbiendo lo mejor de cada sonrisa desinhibida, deja un sabor dulce y duradero, como el del buen cafĂŠ Texto Y fotos NicolĂĄs Marrero Fecha del viaje Marzo 2015
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entroamérica es como esa mujer que un día conoces y te cae simpática pero que no te parece para nada atractiva. Salís un día con amigos y ella esta ahí, sentada tomando su cerveza, riendo a veces y jugando a ser tímida otras tantas. Siempre mostrando su mejor lado, cantando en ese karaoke, siendo la primera en salir a bailar, haciendo cómplices al instante e invitando la próxima ronda. Esa noche bailaron todos y ella fue la que más movía y contagiaba. Aun así, bajo las luces de neón y el bullicio de la pista, no te le acercaste con segundas intenciones porque nada te despertaba.
Los días fueron pasando y comenzaste a conversar con ella porque la agregaste al Facebook o compartían algún grupo de whattsapp. Te contó de su vida, su familia y como las tormentas han sacudido su vida. Poco a poco fuiste descubriendo algo profundo en ella y, gracias a su naturalidad, comenzaste a crear un vínculo más estrecho. Con el tiempo ya no precisaron del grupo de amigos para verse. Poco a poco fuiste descubriendo toda su belleza oculta y que no habías visto; una belleza sustancial, casi imperceptible pero que comenzás a respirar cuando te sentás a su lado. Lentamente vas descubriendo que esa amistad es cosa diaria: de llamarte,
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Guatemala, lago de Atitlán
darte los buenos días, comentarse películas, libros, mandarse canciones y de no necesitar excusas para encontrarse. Solo por el placer de verse. Cuando querés acordar, esa amistad se convirtió en algo más. Te preguntas el por qué. Al principio te lo negás; pero esa mujer, que al principio te pareció común y corriente, te atrapó. Cuando ya es demasiado tarde, estás completamente enamorado. Centroamérica, querido lector, es así: al principio la ves simpática pero te choca su desigualdad, su mugre en los bosques, las montañas cortadas a la mitad por designio del progreso de una clase dominante, la falta de servicios básicos, las partes grises que deberían rebosar de verde, el abuso policial
y que se le hace al turista en los precios, las fronteras y el eterno problema de las incontables muertes por día. Pero cuando la viajas a nivel de piso, cuando te das cuenta que no esperas más de cinco minutos en la ruta si viajas a dedo o cuando el autobús se convierte en una reunión social... Cuando la sonrisa de la anciana que te sirve ese café con tanto sabor a café le sigue a la mesera del mercado que se sienta contigo a charlar, curiosa del por qué no sos gringo y qué es eso de viajar por su tierra... Cuando la hospitalidad hace honor a la cordialidad que demuestra cada persona en la vereda, y cuando naufragás en alguna pista de baile, Centroamérica te enamora y ya nada podes hacer al respecto.
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DNI del Bloguero Nombre: Nicolás Apellido: Marrero De: Uruguay Edad: 32 años Blog: www.letrasdeviaje.com Facebook: facebook.com/LetrasDeViaje Twitter: @pimarrero Instagram: Letras_de_Viaje Linkedin: uy.linkedin.com/in/nicolasmarrero Mail: pimarrero@gmail.com Soy Nicolás y nací en Uruguay. Desde 2012 soy escritor nómada. Manejo un blog de viajes www.letrasdeviaje.com Escribí dos libros que puedes encontrar en mi tienda del blog. Uno es “Letras de Viaje” que es una bitácora de mi primer año de viaje a dedo por Europa y otro “Cuentos de Bolsillo” que son 25 relatos cortos de ficción y realismo mágico. Escribo una columna de viajes mensual para la revista “La Mirilla” que es una producción uruguayo-argentina. Colaboro para la web phows.com con pequeños artículos en inglés. Tengo 25.000 kilómetros hechos en autostop. He viajado por 39 países a los que, en su mayoría, he entrado caminando con la mochila al hombro. He vivido en Uruguay, Rumania, México, Costa Rica y Bosnia. Cocino y me gusta mucho el café.
Pero sería demasiado ingrato hablar de esta parte del continente en un sentido general. No quiero irme por las ramas y escribir en tono wikipedia, donde un tema linkea otro y ese otro lleva a otro y así hacia el infinito. En este momento le quiero hablar sobre El Salvador. El Salvador, sépalo usted prejuicioso lector, es ese pequeño país colgado en un rincón del continente, que vive bajo la sombra del estigma centroamericano y carga con la cruz del país del peligro y la violencia de las maras. La historia reciente de El Salvador es sangrienta. Aún se huele la pólvora de una guerra absurda ¿Cuál no lo es? No lo quiero aburrir con clases de historia pero este conflicto que se gestó en los setenta, tuvo su época más sangrienta en los ochenta y finalizó en los noventa, dejó a un país fracturado que recién hoy ha comenzado a mirar con luz su porvenir. Aún así, esto destruyó muchas bases de la sociedad y la inundó de una desigualdad social y económica que dio paso al aumento de la violencia, la marginalidad y la delincuencia. Al igual que sus vecinos países, esto dejó consecuencias que viven a los pies del cotidiano, con fracturas sociales que dieron luz a infinitos hechos violentos e historias manchadas de muertes. Hijos huérfanos de estructuras familiares y sociales que los contengan, muchos se han criado en grupos de pertenencia que tienen a la violencia como medio y fin de vida. Así, el poder de las maras no reside en fines políticos o económicos. No manejan carteles de narcotráfico, ni negocios turbios ni empresas clandestinas.
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Simplemente controlan y ejercen una violencia cruda y transparente. Como manadas de animales salvajes, controlan su territorio y matan a aquellos que están en la vereda del frente solo por pertenecer a otra pandilla. Una violencia desnuda y explícita donde el pueblo se pone en el medio como testigo, víctima y carne de cañón. No es mi intención escribir un estudio histórico ni sociológico de todo esto. Solo déjeme decirle que el problema de las maras es real, eso no lo discute nadie. Aún así, y esto es algo que he visto en todo Centroamérica, la violencia, traducida en inseguridad, genera algo peor: la paranoia de quien se siente inseguro. A modo de ejemplo déjeme contarle que una noche, en la capital de este país, iba andando en un auto con quienes me alojaban, cuando escucho la voz desesperada de una de las acompañantes: “Ya sal de aquí, por dios te pido Daniel. Esto está lleno de mareros. Yo no sé cómo Nicaragua
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puedes hacer para vivir aquí”. Yo miraba por la ventana y no veía más que casas, patios, muros, árboles y almacenes. El barrio era de lo más normal, hasta iluminado estaba. Pero Sussy, una de mis anfitrionas en San Salvador, no paraba de decirle a Daniel, su primo, que debían salir cuanto antes de ahí porque nos esperaría una muerte segura a merced de las maras que dominaban esta parte del territorio. Aún así, quién era yo para juzgar ese miedo cuando minutos atrás Sussy me había contado que cuando era niña iba agachada en el camino a la escuela por la balacera de la guerrilla contra el ejército. El miedo y la experiencia pasada te predispone a mirar con otros ojos el mundo, a ver demonios bajo las sombras de la noche, sospechosos en la soledad de una calle y posibilidad de muerte frente a lo desconocido. Más allá de eso, El Salvador me lo viajé en autostop, lo dormí en los bosques y lo caminé en la oscuridad. Ahuachapán, El Salvador
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El Salvador
Pude probar su hospitalidad de primera mano. Me crucé con infinitud de personas, a la luz del sol del Pacífico o en la oscuridad de una calle sospechosa... ¿Y sabe qué? aún estoy vivo, entero y con unas ganas locas de volverlo a viajar. El Salvador es un país muy pequeño, por eso le dicen “el país de la media hora” porque todo queda a 30 minutos de distancia. Tiene lagos como el Ocotepeque que te invita a tomar un respiro y sentir la energía de la naturaleza. Las montañas que bordean la
costa y esas playas del Pacífico tan llenas de olas y arena. Esa carretera litoral con grandes acantilados y túneles que recorre el país es una invitación a viajarla al compás de su océano tan hipnótico. Los volcanes que vigilan expectantes sus territorios son como los patriarcas de una naturaleza generosa que todo el mundo respeta. Esta tierra de café, yuca y maíz, tiene La Ruta de las Flores, una serie de pueblos que no quedan a más de 50 kilómetros de distancia el primero con el último.
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El Tunco, El Salvador
Ciudades como Nahuaizalco o Concepción de Ataco ofrecen arte y galerías, Apaneca guarda la magia de las montañas y pequeñas lagunas escondidas. Juayuá es un pueblo con cascadas enormes perdidas entre los cafetales. Ahuachapán se jacta de tener el mejor café y es de los principales pueblos de la zona de occidente. Usted puede ir saltando de uno en uno probando sus costumbres, admirando sus paisajes y arte en los murales, nadando en sus lagos y comiendo sus comida típica. Esto es fundamental... ¡oh, la comida salvadoreña! Preparada por esas abuelas o tías con sus manos en comedores y mercados. Las pupusas rellenas de frijol y queso o las revueltas, el atol de elote, la yuca empanada con miel de panela, el pan dulce de semita. Sobre todo el pan de semita. Muchas mañanas pasé corriendo atrás del panadero que
llegaba a los pueblos con su bicicleta ofreciendo panes y tortas dulces. Ahora desde aquí, a la distancia, luego de haber viajado por otros países y continentes, aunque me sé recordando otros lugares, El Salvador guarda uno de los sabores más dulces en mi paladar viajero. Hoy estoy siguiendo mi camino, otros destinos navegan bajo mis pies y mis horizontes apuntan en otras direcciones. Aún así, extraño esas rutas de sol y playa, con aromas a café y sonrisas desinhibidas. Por el contrario que se piense, está muy bien extrañar todo cuánto se ha vivido, porque el extrañar siempre es el motor para el retorno y el reencuentro. El Salvador hay que recorrerlo como a esa mujer de la cual te enamoraste sin saber, recorriéndole la piel sutilmente, disfrutando cada rincón, sin prisa, sabedor de que el camino sabe mejor si se va más despacio. v
El Cuco, El Salvador
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viajero a bloguero de
Etnias y vudú, una sorprendente realidad Esta antigua colonia francesa mantiene la religión de la época pre esclavista y la esencia africana heredada de sus ancestros Texto y fotos Blas Fernández Tomé Fecha del viaje Enero 2013
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C
on estas líneas no pretendo la ansiada palmadita en la espalda de un redactor jefe, me la haya o no merecido. A ello me lleva, más bien, la ansiedad de compartir algo, la sabrosa satisfacción de escribir sobre algo que has vivido o disfrutado, sufrido o reído. El viaje a Benín empezó cuando en la soledad de mi habitación pulsé el botón de Comprar en el portal de internet que se promocionaba como de “vuelos baratos”. Y digo que comenzó ahí, porque a partir de
ese momento la ilusión se centró en el antiguo Dahomey, como se llamaba el país hace unos años cuando era colonia de los franceses, y no en otro territorio del continente africano. Podía haber sido Zambia, por la ilusión de ver y conocer las cataratas Victoria, o Etiopía, ambas esencias de África, pero los pospuse para otra mejor ocasión. Ahora desde la lejanía del viaje, y habiendo conocido los otros dos países, diría que los tres juntos, y conozco muchos otros, resumen y engordan el cariño que tengo por África. Concretamente, en estos dos, Etiopía y
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Tradicional danza del zangbeto, al sur de Benín
Benín, se encuentra una de las mayores concentraciones o mosaico de etnias y grupos tribales. Si de Etiopía recuerdo a los mursi o los hamer del valle del Omo, de Benín recapitulo a los somba o a los holi o a los fulani, incluso a los fon, grupo mayoritario. Actualmente en Benín conviven decenas y decenas de grupos étnicos con lenguas y costumbres diferentes y esta diversidad es un patrimonio atractivo para el viajero acostumbrado a sociedades más uniformes. Cotonou, centro neurálgico de Benín, no era nada más que otra capital africana, pero allí me encontré a aquella pareja alemanotogolés... Hablaban perfectamente español después de pasar juntos tres años en Bolivia, y me ayudaron a comprender un poco el maravilloso viaje al que me iba a enfrentar.
‘No vayas allí. No hay nada que ver’, me dijo aquel día la alemana que trastocó con ello mis pocos convincentes planes del trayecto. Le hice caso, por supuesto. Allí, en aquella para mí primera y embrollada capital, habían llegado gentes de todas partes y poblados, no solamente benineses sino togoleses, nigerianos o nigerinos. Desde ella, era fácil acercarse al lago Nokoué, que contiene una de las mayores concentraciones de poblados lacustres del territorio africano. El principal poblado era Ganvié pero también otros como SoTchanhoué, donde pude presenciar la primera exhibición de una ceremonia vudú. No olvidemos que el principal país del vudú es Benín. Y allí, este mochilero se sorprendió también de las tempranas escarificaciones
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en el rostro de los niños, luego vería muchas más. Las escarificaciones son cicatrices de incisiones poco profundas en la piel, practicadas en ritos iniciáticos relacionados con la pubertad: tal vez aquellos jovencitos ya habían llegado a ella, o tal vez fuera una de las marcas tribales, auténticos pasaportes que distinguen a las etnias. Las escarificaciones en las mujeres eran un elemento más de feminidad, a veces con finalidades eróticas. Había etnias a las que fascinaban los cortes en las nalgas de las mujeres. Entre Cotonou y el territorio de los somba, en el noroeste, había un largo día en bus, de malas o medianas carreteras que parecieran aún de época colonial. Después de pasar la Nochevieja en un, también, viejo hotel, alquilé un zem (taxi-moto beninés) en Natitingou y me dirigí a Koussou que distaba unos 25 kilómetros por una pista de tierra, transitable para motos. Koussou, y algún que otro poblado más, era un verdadero paraíso tradicional, cultural y arquitectónico: constituía el centro del territorio somba, asentado en la sierra de Atacora (pequeñas elevaciones que allí se consideraban sierra pero que no dejaban de ser eso, pequeñas elevaciones). Este pueblo, conocido por su tradicional, original y particular forma de construcción de sus casas, sus tatas, ha sabido conservar esta tradición a pesar del progreso y las presiones del mundo moderno. En este poblado era posible pernoctar en una de esas tatas particulares. En el caso de probar la experiencia, el radio-macuto viajero recomendaba dormir en los habitáculos de la terraza, con diminutas entradas (donde los
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DNI del bloguero
Nombre: Blas Apellidos: Fernández Tomé De: San Miguel de Escalada, León (España) Edad: 57 años Blog: V(B)iajero Insatisfecho Mail: blasftome@gmail.com Facebook: Viajero Insatisfecho Twitter: @VInsatisfecho Veterano mochilero leonés que después de una treintena de viajes, por otros tantos países, se considera “viajero insatisfecho”. Le apasiona África, vive África y, a veces, es su destino de viaje. Mientras, le ha dado tiempo a sacar la Licenciatura en Ciencias de la Información; a fichar en un gabinete de prensa muchos días, meses y años; a trabajar sacando patatas y vendimiando uvas y, como no, a torear con ‘vaquillas bravas’ de todo pelaje.
Ceremonia vudú en So-Tchanhoué
somba duermen separados hombre, mujer y niños) pues en la parte de abajo, a veces, guardaban animales domésticos y solía estar lleno de humo. Esta experiencia la llamaban turismo sostenible, y de mantenerlo como tal se encargaba la organización La Perle que gestionaba y repartía el dinero obtenido del visitante de manera equitativa [50% ecoguías; 20% comunidad; 20% propietarios de las ‘tatas’, y 10% funcionamiento]. Esta organización, contaba con un presidente elegido, una serie de eco-guías y una veterana francesa que pasaba largas temporadas en el país ayudando en la gestión del entramado sostenible. Pude hablar, en mi elemental francés, unos minutos con ella. Dos días en el Parque Nacional de la Pendjari, frontera con Burkina Faso, completaron
Hora del mercado en el poblado lacustre de Ganvié
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'Tata' somba
la estancia en aquella región. Tanto por su tamaño, riqueza floral y faunística, o la sensación de autenticidad, para algunos Pendjari nada tiene que envidiar a los saturados parques de Kenia o Tanzania. Yo me lo encontré arrasado por los fuegos controlados que evitaban, dijo el conductor-guía, males mayores, es decir, fuegos descontrolados. Pero mi sueño de navegar el río Níger me lanzó, sin poder evitar un largo rodeo, hasta al otro extremo del país, a Malanville, ciudad beninesa al noreste y última población a orillas del río antes de la frontera de Níger. Ilusionado por navegarlo unos kilómetros y acordándome del explorador Mungo Park, un taxi-brousse me llevaría al día siguiente a la población de Karimamá, más al norte, también en la ribera del río, pues me parecía
más fácil de realizar su descenso que al contrario. Desde esta localidad -pensé- con un poco de suerte y mucha esperanza, descendería en una piragua a motor que transportaría a las gentes, y a mí, de regreso al famoso mercado de Malanville. Cuando llegué a Karimamá comprobé que aquella tarde no era buen momento, ya habían bajado las barcas. Mejor debería probar suerte al día siguiente, aunque con pocas probabilidades, según los soldados de la Marina beninesa, apostados –¿o debería decir tumbados?– en la ribera del río, pues el mercado finalizaba y las barcazas esa jornada más bien harían la ruta contraria. Después de un mar de dudas y un pequeño paseo en piragua regresé otra vez a Malanville en taxi-brousse. El sueño se había escapado pero por poco.
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Cuando aquel hombre, con su tradicional bonete nos invitó, casi forzó, a una francesa –que callejeaba conmigo por Banikoara, siguiente etapa del viaje en el centro norte del país– y a mí a visitar su casa, porque quería, dijo, “mostrarnos algunas cosas”, dudamos si acompañarle o salir zumbando de allí. La curiosidad de la francesa y las ganas de descubrir del mochilero hicieron el resto. Cuando a la entrada del patio de la casa nos enseñó el pequeño habitáculo donde dormía, dijo, “con las abejas”, y nos mostró la entrada de los himenópteros al interior de su cubil, pensamos –con una mirada cómplice– que era un perturbado. Pero el hombre que dormía con las abejas tenía más sorpresas para ambos mochileros. En la mitad del patio había un depósito, rústicamente cubierto, donde almacenaba, según explicó, las boñigas de las vacas para su fermentación. Nos enseñó el interior de aquel pequeño pozo y puedo asegurar, ahora, que en aquel momento fermentaba. Posteriormente, giró una llave de paso que abría el conducto del gas producido, almacenado no se dónde, y nos llevó siguiendo el tubo hacia un rudimentario manómetro que en esos momentos ligeramente fluctuaba. Para terminar la exposición, una cerilla que le suministró unas de las mujeres sirvió para encender un fuego similar al de cualquier cocina de gas conocida. Una llama entre dorada y cristalina salía por aquellos diminutos orificios. Su particular energía renovable. El hombre que dormía con las abejas era, además, defensor de las serpientes salvajes aunque, según él, inofensivas y
Mesuna Allasan, ‘el hombre que dormía con las abejas’
Escarificaciones de un joven 'somba'
dijo tener varias en su tupido jardín. “Sshh, sshh”, se atrevió a chitar para que salieran. Se llamaba Mesuna Allasan. ¡Gracias, Mesuna!.
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Las siguientes etapas del recorrido beninés fueron Abomey, ciudad de reyes y palacetes de tierra semiderruidos que ningún viajero debe olvidar visitar, cuando yo lo hice había una reunión de princesas del antiguo reino con cierto glamour, y Ouidah, cuna del vudú. Asistir a sus fiestas en honor a los dioses del vudú, celebradas año tras año el 10 de enero, era a una manera de interactuar con los espíritus, aunque sin poderles comprender. En el vudú los movimientos del cuerpo humano imitan los de algunos animales y el danzante adquiere así, el poder y atributos del animal imitado. Las mujeres bailoteaban, curvando sus orondos cuerpos, tocando palmas y, alguna, golpeando con sus
exuberantes, abultados, desnudos y brillantes pechos negros aquel aire caliente, tostado por el sol. El oficiante danzaba, tarareaba y removía los feos fetiches que había encima de aquel aparente altar; otro, en trance, daba cercanos y extravagantes saltos. De un certero machetazo, el oficiante cortó la cabellera de aquel pollo que se retorció hasta morir. ¡Espeluznante! Al lado de un pequeño templo, medio escondidas detrás de unas planchas de latón, había varias botellas vacías de Sadavi-vino de palma y de un vulgar gin. Viendo lo que veía, y las botellas consumidas, era posible imaginar el germen del trance. Ceremonia vudú, ceremonia de confusión. ¡Tendremos que respetarla!
Entrada al palacio de Glele, en Abomey, y algunas de las princesas en la celebración
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Pero Ouidah, y sobre todo su plaza Chacha, era además símbolo de la esclavitud. La plaza era el lugar de la trata de esclavos en época de Francisco de Sousa, uno de los comerciantes negreros de principios del siglo XIX más importantes de la costa occidental africana. Conociendo un poco la historia, era fácil recuperar la escena que ocurriría a principios del siglo XIX: bajo el gran árbol, plantado, según cuenta la tradición, por el rey Agadja, los esclavos eran marcados, dependiendo de su comprador, y obligados a dar varias vueltas a su tronco, una forma de hacerles creer que, después de la muerte, sus espíritus regresarían de nuevo a la patria. Una vez cumplidos los trámites, comenzaría el bochornoso camino hacia el cercano océano, la ruta de los
esclavos. Una pista de tierra de cinco o seis kilómetros, hoy jalonada por estatuas de dioses del vudú. Al finalizar la siniestra ruta, al borde del Atlántico, se alzaba la Puerta de No retorno, un arco marrón y blanco que simbolizaba el embarque de esclavos y su despedida de la tierra natal. Obligada visita al bosque sagrado de Kpassé, en uno de los barrios de la ciudad, pues el libro-guía lo vendía como el mejor lugar para captar un poco la esencia del vudú, tan confuso, con sus estatuas, mitos y leyendas. Pero este viajero siguió sin entender. Eso sí, el sitio llamaba al recogimiento y al silencio si no fuera por los miles de murciélagos colgados de las ramas de grandes irokos que, al verse sorprendidos, comenzaron a gruñir.
Ambiente diverso en el mercado de Malanville
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La plaza Chacha, en Ouidah
Nada más entrar, allí se hallaba la estatua de Legba, otro dios (de la virilidad y de no sabe cuántas cosas más), representado por unos grandes cuernos y un sensacional miembro viril, envidia de viajeros. El viaje llegó a su fin en la desembocadura del río Mono, ubicado en la conocida región del Gran Popó. Dos mágicos topónimos por el precio de uno. Visitar el estuario del río era sin duda una preciosa excursión en sencilla piragua a motor (podría haber sido a remo), casi exploratoria de las llamadas bocas del Rey (otro topónimo mágico), lugar de gran belleza ecológica y puertas donde el río Mono se peleaba con el océano Atlántico por mezclarse con sus aguas. La excursión, última en Benín, por aquel territorio cálido, húmedo, rodeado de agua y vegetación terminó, cómo no, con este mochilero a la sombra de una soberbia palmera libando el líquido de un coco recién cortado. v
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La Puerta de 'No retorno'
El dios Legba, a la entrada del bosque sagrado de Kpassé
El camino del oro hacia el Klondike Un viaje por Alaska y elYukon siguiendo las huellas de los buscadores de riquezas y de un mundo mejor Texto Y fotos Jordi Canal-Soler Fecha del viaje 28/07/2012 A 31/08/2012
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mediados de agosto del año 1896 George Carmack, Skookum Jim y Tagish Charlie encontraron oro en el lecho de Bonanza Creek, un afluente del río Klondike, cerca de donde éste desemboca en el Yukón. A partir del descubrimiento, los mineros que había por la zona afluyeron al sitio y cuando un año más tarde regresaron a Seattle y San Francisco cargados con oro, desataron la gran Fiebre del Oro del Klondike. Cuando millones de trabajadores americanos ganaban menos de cincuenta dólares al mes y un hombre podía vivir cómodamente con su familia con los intereses generados por veinte mil dólares en un banco, las
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fortunas que trajeron esos primeros mineros del Klondike hicieron brillar de esperanza los ojos de miles de personas que se lanzaron a la aventura del Norte. Según el Seattle Times, «los granjeros dejaban sus arados, los pasantes sus libros de contabilidad, los peones sus picos y palas, los gandules pedían más dinero, los padres se despedían de sus esposas e hijos, hombres ricos, hombres pobres y hombres de clase media se daban prisa hacia las estaciones de tren con un único objetivo: la gran Fiebre del Oro estaba en marcha». De las 100.000 personas que marcharon hacia el Klondike, sólo 50.000 llegaron finalmente a Dawson. Sólo 4.000 encontraron oro y sólo 400 consiguieron inmensas fortunas. En 10 años se extrajeron 300 millones de dólares en oro, pero este dinero fue a parar a una ínfima minoría de los que habían empezado el viaje. Se calcula que unas 40.000 personas cruzaron el Chilkoot Pass, el único paso que se podía usar en invierno ya que, aunque cubierto de nieve, era practicable entre las montañas. La Policía Montada del Canadá, previendo las necesidades que los mineros tendrían para sobrevivir el invierno, obligaba a todo el mundo que quisiera entrar en el Yukón a transportar una tonelada de equipaje entre comida, ropa, tienda, estufa, etc. El paso del Chilkoot se convirtió en un hormiguero de porteadores cargados con mochilas de 30 kilos recorriendo arriba y abajo la pendiente nevada de la montaña para transportar toda la carga hasta el cuello. La escena fue inmortalizada en la obra
GUÍA PRÁCTICA Como ir. Desde Juneau (la capital de Alaska), un ferry nos lleva hasta Skagway. Aquí empieza el Chilkoot Trail a pie hasta Bennett Lake. De Bennett Lake a Carcross podemos tomar el White Pass and Yukon Railroad, y de ahí hasta Whitehorse y Dawson City hay multitude de buses que realizan el trayecto.
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Cuando ir. La mejor época para realizar el trayecto es en verano, entre julio y septiembre, puesto que las montañas están descubiertas de nieve y todo el recorrido es accesible a pie. Donde dormir y comer. En ruta por el Chilkoot Trail deberemos dormir en tienda y comer lo que llevemos de comida. Pero en Whitehorse y Dawson nos esperan acogedores hoteles en antiguas casas de madera y restaurantes con la especialidad local: deliciosos chuletones de bisonte. Donde comprar. Las mejores tiendas de recuerdos se encuentran en Skagway y en Dawson City, con gran variedad de artículos representativos de la época de la Fiebre del Oro. Peligros. Cuidado con los osos que pueden verse atraídos por la comida. Para ahuyentarlos, hay que hacer ruido mientras se avanza y colgar la comida de un árbol durante la noche.
Front Street en Skagway
escrita de Jack London (que participó en la Fiebre) y en la película La quimera del Oro de Charles Chaplin, entre otras. La ruta del Chilkoot empezaba en la ciudad de Skagway, al final del canal de Lynn, un estrecho fiordo del sureste de Alaska. Aquí surgió de la nada una ciudad fronteriza, de tiendas de tela y fachadas de madera que poco a poco se fue organizando para dar la bienvenida a los miles de expedicionarios que iban a remontar el paso del Chilkoot. Aquí podían los exploradores comprar el material necesario para entrar en el Yukón y podían saciar su sed en uno de los múltiples salones (había más bares que iglesias en el pueblo). En la actualidad la sección estadounidense y la sección canadiense del paso están protegidas por un
Parque Nacional que es en realidad posiblemente el museo más largo del mundo. Durante los 53 kilómetros de su recorrido se pueden ir encontrando viejos materiales abandonados por los expedicionarios: sartenes rotas y carcomidas por la oxidación, viejos zapatos raídos por el tiempo, grandes poleas de las máquinas que poco a poco fueron apareciendo para relevar las espaldas de los hombres y facilitar el transporte de las mercancías,... Algunos puebluchos fueron surgiendo a lo largo del camino para dar servicio a los miles de hombres y mujeres que transitaron por los estrechos senderos, pero los restos de esas efímeras construcciones están ya cubiertas por una espesura de maleza. Algunas botellas de cerveza, una gran caldera y una puerta de
Inicio del Chilkoot Trail
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DNI del viajero Nombre: Jordi Apellido: Canal-Soler De: Barcelona (España) Edad: 37 años oy escritor y fotógrafo especializado en viajes. He viajado por los cinco continentes, visitando más de 60 países. Aventurero y explorador, mis viajes me han llevado a recorrer Alaska, a cruzar parte del Sahara, a escalar las montañas más altas de Europa, a adentrarme en la selva amazónica o internarme en el desierto de Kalahari... He publicado más de 100 artículos sobre mis viajes en revistas como Viajes National Geographic, Rutas del mundo, Altaïr, Zazpi Haizetara, Naotravel y Viajahora. También he participado en más de 300 programas de radio sobre viajes, y soy colaborador en los programas ‘La Buena Tarde’, de RATP); ‘Els Viatgers de la Gran Anaconda’, de Catalunya Radio. He escrito los libros VIAJE AL BLANCO (Editorial UOC, 2014) y TERRES DEL NORD (Nova Casa Editorial, 2015). Web: www.jordicanal.com
tablones de madera que ha aguantado el paso de cien años todavía indican donde se había erigido uno de los salones de Sheep Camp, en medio de la ruta. En las Golden Scales los mineros tenían que superar la empinada rampa de nieve y El Chilkoot Trail
Uno de los rĂos que une los muchos lagos de la zona
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SeĂąales en Lindeman Lake
Uno de los muchos lagos a lo largo del Chilkoot Trail
hielo que ha venido a representar en el imaginario colectivo las penalidades de esa larga marcha al interior de Canadá. El nombre (los escalones dorados) viene del negocio de un par de oportunistas que una noche de invierno excavaron a pico y pala toda una serie de escalones en el hielo y a la mañana siguiente se encontraban abajo cobrando peaje (en polvo de oro) por el uso de los escalones a los agradecidos porteadores que veían así facilitada su ascensión hasta el cuello de la montaña.
Un paso paralelo al Chilkoot fue el White Pass o Deadhorse Trail (el camino de los caballos muertos), apellidado así por las condiciones tan complicadas del camino que despeñaba las monturas o las mataba de cansancio. A los pocos años se empezó a construir un ferrocarril para llevar carga y personas hasta el lago Bennett, pero cuando se acabó de construir la Fiebre del Oro ya había terminado y nadie lo usó. El ferrocarril, con estupendas vistas de las montañas y uno de los recorridos más escénicos del mundo, se
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Lake Bennett
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recuperó como tren turístico y hace las delicias de los pasajeros de los grandes cruceros que surcan las aguas del sureste de Alaska. Una vez superado el paso del Chilkoot, los mineros construían una embarcación en Bennett Lake, donde nace el Yukón, y navegaban más de 600 km a lo largo del río hasta Dawson City. La mayoría de los expedicionarios no había navegado jamás, y algunos de los rápidos del Yukón, como los de Whitehorse, eran tan fuertes que las embarcaciones quedaban reducidas a astillas. La Policía Montada prohibió pasar por los rápidos y había que descargar el bote y transportarlo por tierra hasta superar el obstáculo. La ciudad que surgió al lado del río para dar servicio a los viajeros, Whitehorse, es hoy en
día la capital de la provincia canadiense del Yukón, y una próspera ciudad de fachadas coloridas con imágenes de esa época dorada. La mayoría de los aventureros llegaron a Dawson a mediados de 1897, un año después del descubrimiento. Todas las concesiones en los ríos ya estaban asignadas a los sourdough, los mineros veteranos que ya estaban cerca cuando se inició la Fiebre. Sin poder cumplir su sueño, los recién llegados sólo podían volver a sus casas, quedarse a trabajar en las minas como peones de los que habían llegado antes o trabajar en los negocios que empezaban a nacer en Dawson. El éxito de Dawson City fue efímero. Pasó de una población de 40.000 habitantes en 1898, en pleno boom minero, a sólo 8.000 en
La locomotora del WP&YR
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Dawson City
1899, cuando con el descubrimiento de oro en Nome la mayoría de los mineros sin concesión marcharon de la ciudad hacia la costa oeste de Alaska. Con los años, las minas se fueron agotando y aparecieron las grandes dragas de madera de las grandes compañías, que excavaban con mayor eficiencia las concesiones ya trabajadas a pico y pala. Éstas todavía hoy están presentes en el paisaje como testigo de una época pasada y alguna de ellas puede visitarse.
Actualmente, Dawson City acoge a más de 60.000 turistas al año atraídos por los restos de ese pasado dorado. Todavía quedan muchos de los edificios de madera de esa época y la ciudad conserva el aire de una población fronteriza típica del Far West. Y siguiendo el río Klondike arriba, en alguna concesión, todavía se puede probar suerte con la pala y la batea. Dicen que, de vez en cuando, algún turista todavía encuentra alguna pequeña pepita de oro. v
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VIAJE AL BLANCO Último grado al polo norte Un libro de Jordi Canal-Soler Diario de la expedición Último Grado al Polo Norte, recorriendo 111 km desde el grado 89º N hasta el Polo Norte sobre esquís Crónica fresca y directa de una expedición polar
Last Minute...
Salzburgo Música, príncipes y festivales. Cuna de Mozart y de la célebre ‘Sonrisas y lágrimas’, esta ciudad austriaca, apodada ‘la Bella’ es pura majestuosidad.
Consejo: Sa lzburgo es co nocida por acoger m ultitud de fe st iv ales al año. El primer o se celebra po r el 27 de enero, fe cha de nacim iento de Mozart; y el más célebre, en verano.
El Instagram
@clarasmatic
El libro
En la maleta. Esta rodeada de montañas y la atraviesa el río Salzach. Nevada, dicen, es de las mejores panorámicas del mundo.
nir’. SalzEl ‘souve be mucho burgo de di, hijo pró a Mozart ul a P r o hono go en cuy o ‘M los en 1890 es n o Fürst creó b m ‘, unos bo zartkugeln l. ia bre mund de renom
El plato Kasnockerln (harina, leche y huevo fritos con cebolla y queso)
‘La historia de los cantantes de la familia Trapp’, es la novela de María von Trapp en la que se basó la película ‘The Sound of Music’ (‘Sonrisas y lágrimas’). El film se rodó en la ciudad y hoy es posible visitar las localizaciones.
La ‘playlist’
El sitio
1. Le nozze di Figaro. W. A. Mozart
www.hangar-7.com Salzburgo es la sede del mayor festival de música clásica, y también de Red Bull. En honor a su famoso eslogan, la marca creó en 2003 el Hangar-7, “la estancia para aviones más bella del mundo”, hoy un emblema vanguardista de la ciudad.
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2. Die Zauberflöte. W. A. Mozart 3. Sinfonia 40. Wolfgang Amadeus Mozart 4. Der Rosenkavalier. Richard Strauss 5. Gluck: Orfeo ed Euridice. H. von Karajan 6. Do, re, mi. B.S.O The Sound of Music
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En el pr贸ximo n煤mero:
Viajamos a Sidney
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