Revista de viajes Magellan Nº29

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magellan De viajero a viajero

Año 3 - Mayo 2017

USHUAIA

FILIPINAS

PATAGONIA, VIAJE AL FIN DEL MUNDO

UN TESORO EN BRUTO POR EXPLORAR

PARÍS

ESCOCIA VERDE QUE TE QUIERO VERDE

SEDUCCIÓN ETERNA

SICILIA

TRAS LOS PASOS DE MONTALBANO

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magellan De viajero a viajero

magellan De viajero a viajero

Año 3 - Mayo 2017

EDITORIAL USHUAIA

Año 3 - Nº29 - Mayo 2017 Publicación de periodicidad mensual

FILIPINAS

PATAGONIA, VIAJE AL FIN DEL MUNDO

UN TESORO EN BRUTO POR EXPLORAR

PARÍS

ESCOCIA VERDE QUE TE QUIERO VERDE

SEDUCCIÓN ETERNA

SICILIA

TRAS LOS PASOS DE MONTALBANO

Editor Fabrizio Rodilossi fabrizio@magellanmag.com Redacción Laura Fabregat redaccion@magellanmag.com Redes sociales Gonzalo Paraíso redes@magellanmag.com Publicidad publicidad@magellanmag.com Marketing marketing@magellanmag.com Han colaborado en este número Jordi Canal-Soler Javier Perez Anna Genover i Mas Amandine Baillarguès Marina García Suscripciones Suscríbete y te mantendremos informado sobre la salida de cada número y acerca de todas las novedades de Magellan. Contacto Tel. +34 680624660 info@magellanmag.com Web www.magellanmag.com

‘Magellan’ no se hace responsable de los artículos firmados por los autores. Foto de portada: Detalle de carro siciliano (Jordi Canal-Soler)

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Vosotros sois la inspiración

E

n uno de los artículos de este mes, que nos lleva a viajar ni más ni menos que al “fin del mundo”, contamos de nuevo con la colaboración con uno de los grandes amigos viajeros de Magellan. El infatigable Javier Perez que una vez más nos arrastra con la belleza de sus palabras y sus imágenes a descubrir rincones del mundo que invitan a soñar y a recordar porque una vida sin viajes no sería tan vida. Nos emociona Javier en el inicio de su texto cuando afirma que “Magellan para mi es insipiración”, y estas palabras nos han hecho reflexionar a todos los miembros del equipo para quienes vuestros viajes y aventuras son la verdadera inspiración que permite mantener viva y seguir creciendo a esta revista que a medida que aumenta en destinos, lo hace también en número de amigos, de lectores y en el entusiasmo con el que cada día nos seguís enviando relatos. Confiamos en seguir inspirándonos mutuamente los unos a los otros y una vez más os damos las gracias por seguir compartiendo. Felices viajes....


magellan De viajero a viajero

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SUMARIO

ESCOCIA PARÍS SICILIA FILIPINAS

USHUAIA

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06 Noticias Damos un repaso a las noticias y eventos

de viajes 10 Apps Para aquellos a los que le guste ‘compar-

más llamativos del panorama internacional: de la gastronomía a la cultura.

tir’ su viaje, ya sea con autóctonos, con el mundo en las redes o con los amigos.

mejor foto de mi viaje 08 La Tailandia, A Coruña (España), Roma y

ruta de Montalbano 12 La Recorriendo los escenarios sicilianos

Silkeborg, en Dinamarca. ¿El denominador común? Mucho color.

donde el protagonista de las novelas de Camilleri ejerce su lucha contra el mal.

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SUMARIO

36

56

46

66

fuego helado 36 Ushuaia, Descubrimos el ‘norte’ del sur recorrien-

y manta por Escocia 56 Carretera Atravesamos el país cautivados por sus

do los increíbles paisajes de Patagonia argentina, la Tierra del Fuego.

verdes, su historia, su patrimonio, sus gentes y su cultura.

Luzón 46 Inefable Playas de arena infinita, arrecifes increíbles, islas ‘vírgenes’ y hasta hadas sobre los árboles. Nos enamoramos de Filipinas.

mon amour 66 París, Nos dejamos seducir de nuevo por los encantos de la ciudad entre las ciudades. Lujo y belleza para todos los públicos.

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NOTICIAS El mejor mercado del mundo

AJUNTAMENT DE BARCELONA

Por si no era suficientemente popular entre los turistas, la cadena de noticias CNN le ha dado recientemente a La Boqueria, el mercado situado en las Ramblas de Barcelona, el toque de gracia que le faltaba para lograr el estrellato al considerarlo el mejor mercado del mundo. Motivos no les han faltado: por su particular y singular arquitectura, los productos frescos y de calidad que ofrece, y su privilegiada ubicación, que atrae cada año a millones de turistas de todo el mundo. www.boqueria.info

FESTIVAL CANNES/ AFP

Tutoras de la cultura europea

¿Un selfie en Cannes? Estamos en mayo, el mes en que se inauguran festivales de música, de teatro y como no, de cine. Quizá uno de los más glamurosos al alcance de nuestra mano sea el celebrado en la ciudad de Cannes, que este año tendrá lugar del 17 al 28 de mayo. Hacerse un selfie puede parecer difícil, pero en Cannes, al menos, no es del todo imposible. Basta con pasearse cerca del Palais des Festivals y preguntar a los periodistas. ¡Marchando selfie en la Côte d’Azur! www.festival-cannes.com

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La isla de Pafos, en Chipre, que según cuenta la leyenda, vio nacer a la mismísima Afrodita, y la ciudad de Aarhus, en Dinamarca, ostentan este año la capitalidad cultural europea, una oportunidad de oro para viajar –del Mediterráneo al Norte de Europa– a conocer estas bonitas ciudades, y disfrutar de todos los eventos culturales que han preparado. Música, gastronomía, cine y arte se dan cita en más de 350 eventos que invitan a descubrir el patrimonio histórico a través de acciones contemporàneas. www.pafos2017.eu


NOTICIAS Ideas para chuparse los dedos en Málaga...

LOS JARDINES MÁS BELLOS Llega la primavera, y la naturaleza eclosiona. Cogemos la maleta y nos vamos de viaje a descubrir los jardines más bonitos del mundo...

Con ésta ya serán cuatro las ediciones del festival gastronómico más importante de Andalucía, y dado el éxito, parece que vendrán más. Se celebra en la ciudad de Málaga hasta el 7 de mayo, y este año tiene como país invitado a Argentina. Cine gastronómico, ‘showcookings’, exposiciones fotográficas, debates, catas, talleres y evidentemente, mucha buena comida. ¡Corre que se acaba! www.malagastronomyfestival.com

La guía Michelín, en Bangkok Era una secreto a voces que por fin se confirma: la guía que decide qué está bien y que no funciona en el mundo de la restauración tendrá una nueva versión en la capital de Tailandia, Bangkok, este mismo año. ¿Qué restaurantes entrarán dentro de la venerada lista? Las especulaciones y apuestas no han hecho más que empezar, pero aún habrá que esperar unos meses para que se desvele el misterio.

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Keukenhof. Es un espectáculo para los sentidos: más de 32 hectáreas de tulipanes y color en Holanda.

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Las Pozas de Xilitla. Este frondoso jardín escondido en la Sierra Madre Oriental es de lo más misterioso.

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Jardines del Generalife. Situados al lado de la Alhambra de Granada, son una delicia con vistas espectaculares.

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Palacio de Versalles. Sobran las presentaciones: extensos y majestuosos, son como su entorno, todo un lujo.

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Mainau. En esta curiosa isla alemana existe un jardín tropical que dibujan objetos y animales. Fantástico.

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Suzhou. Considerados Patrimonio de la Humanidad, los jardines de esta ciudad China se rinden al encanto del agua.

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Butchart. Construidos en Vancouver durante más de un siglo y hoy gozan de un reconocimiento mundial.

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Real Alcázar de Sevilla. Divididos en varias zonas según región y clima, destaca por sus naranjeros y rosales.

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Jardín de Cactus. La particular belleza de la isla de Lanzarote nos da joyas como este jardín volcánico.

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Stourhead. Estos jardines son un perfecto resumen de los característicos jardines ingleses del s. XVIII.


LA MEJOR FOTO DE MI VIAJE

Envíanos tu mejor foto a: fotos@magellanmag.com

Niñas de la etnia Hmong, Tailandia.

Toni de @paseamundos

Porto do Barqueiro (A Coruña)

Francesca Cesana

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LA MEJOR FOTO DE MI VIAJE

EnvĂ­anos tu mejor foto a: fotos@magellanmag.com

Roma

Marina Casas

Silkeborg, Dinamarca

Pia Davidsen

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APPS DE VIAJES

Couchsurfing T.A.

Splittr

¿Alojarse en otro país sin pagar? Es posible. Couchsurfing Travel App es una aplicación en la que viajeros de todo el mundo conectan entre sí ofreciendo sus hogares de forma gratuita para que otras personas puedan alojarse allí en sus viajes. Es la mejor manera para relacionarse con gente del lugar que uno visita o acoger viajeros que vengan a tu ciudad. Más de 12 millones de usuarios en más de 230.000 ciudades... y ¡con propuestas de actividades!

Si viajas en grupo y tenéis problemas para dividir costes, esta aplicación es la vuestra: Splittr ayuda a dividir costes mediante un algoritmo de pago de ecualización inteligente que minimiza el número de transacciones, exporta informes como archivos PDF y CSV, y tiene capacidad de sincronización con otros dispositivos iOS. Además es perfecto para las vacaciones o las escapadas de fin de semana: no requiere conexión a Internet.

LiveTrekker

Google Trips

LiveTrekker es un app para compartir tus viajes de manera interactiva. Permite a los usuarios construir un diario, crear mapas interactivos y compartirlos con todo lujo de detalle a medida que suceden (con capturas de los lugares, paisajes, personas y eventos de interés a tu alrededor). Transmite eventos en tiempo real y permite acceder a ellos instantáneamente a través de la Nube. Un viaje a tiempo real.

A través de los datos de Google Maps y las contribuciones de viajeros, esta app permite planificar, almacenar y consultar los datos más importantes de un viaje. Resulta muy útil para obtener itinerarios adaptados, y sugiere a los usuarios actividades. Además, permite organizar tus reservas desde Gmail. Esta organizada en categorías: de los planes diarios y reservas, hasta restaurantes o actividades en destino.

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Associazione di Promozione Turistica Sud Tourism

L’Associazione di Promozione Turistica Sud Tourism nace con el objetivo de impulsar y promover al máximo el conocimiento de las riquezas paisajísticas, ambientales, gastronómicas, históricas y artísticas de Sicilia.

www.sudtourism.it 11


Tras los pasos de Montalbano Recorriendo los escenarios sicilianos en los que el protagonista de las novelas de Camilleri ejerce su particular lucha contra el mal TEXTO Y FOTOS JORDI CANAL-SOLER FECHA DEL VIAJE MARZO 2017

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esde el balcón de mi habitación, en el piso más elevado de un pequeño hotel en Ragusa Ibla, veía los tejados envejecidos que empezaban a iluminarse con una luz dorada que decoraba también las faldas boscosas de la montaña de enfrente, más allá del valle seco. Apenas eran las siete de la mañana, pero el día de finales de invierno empezaba ya con fuerza en ese pequeño rincón del sureste de Sicilia. Me vestí, desayuné y salí a la calle, con el paso decidido y repitiéndose en mi cabeza la banda sonora inicial, con vistas aéreas incluidas similares a las que acababa de ver, de la serie de televisión Comisario Montalbano, rodadas en la región. De hecho, había venido a Sicilia justamente para conocer la Ruta Montalbano, un conjunto de localizaciones unidas por el hecho de que figuran en la serie de TV o en los libros en la que se inspiró y que definen los lugares en los que actúa e investiga crímenes el comisario Salvo Montalbano, el entrañable policía que inventó Andrea Camilleri inspirándose en su amigo, el catalán Manuel Vázquez Montalbán, el creador de Pepe Carvalho. Me había leído algunas de de sus más de veinte novelas publicadas, y creía conocer los métodos de investigación de Montalbano. Los pensaba utilizar no para estudiar un crimen, sino para desvelar un misterio: ¿Qué tenía de especial esa Ruta Montalbano para que mereciera viajar a Sicilia? Empecé a andar por la Via del Mercato, esperando llegar pronto a la plaza principal de Ragusa, pero no tardé en ser interceptado

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por una señora de una cincuentena que me interpeló desde su tienda, cinco metros por encima de mi cabeza, en la empinada escalera que se dirigía hacia el Palazzo Sortino Trono, un edificio barroco de finales del siglo XVIII que fue la primera muestra de la riqueza nobiliaria de la región que reconocí. La tienda se encontraba en la base del palacio, justo frente a la verja de hierro que le daba acceso. La mujer me esperaba fuera. –Venga. Quiero enseñarle algo –me dijo sin demasiada ceremonia. Entré en la tienda, pequeña y de techo bajo. Estaba en los sótanos del palacio, posiblemente una antigua habitación para el almacenaje de mercancías, ahora trocado en taller de costura.

La mujer se llamaba Maria Guastella y era la última de las costureras de Ragusa que realizaba la complicada técnica del sfilato siciliano sobre tela. Pequeña, nerviosa y siempre con una sonrisa, Maria me enseñó algunos ejemplos de su arte, que se remontaba al siglo XIV y que se estaba extinguiendo en Sicilia. –Aquí en Ragusa intentamos recuperarlo para que no se pierda. Es un trabajo muy pesado y laborioso, que demanda mucha paciencia. El sfilato decora telas recortando algunos de los hilos en cuadrados para reforzarlos y ornamentarlos con bordados según una técnica muy complicada y totalmente manual. Me enseñó un babero para bebé, una de las

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Amanece en Ragusa Ibla


piezas más pequeñas, que tenía un par de flores como toda decoración: –Para hacer esta pieza se tardan tres días enteros. Tenemos un grupo de mujeres, todas jovencitas como yo –sonrió irónica–, que vienen a aprender cada día en nuestra tienda, y lo que producen lo ponemos a la venta para que los visitantes puedan llevarse a casa una muestra del arte siciliano. Mientras hablaba, me imaginaba el grupo de mujeres en esa pequeña sala que me estaba enseñando, hablando entre hilaturas sobre los chismorreos de la calle, comentando los escándalos del momento o lamentándose de los decesos que se anunciaban con carteles pegados en las paredes. Supongo que, influenciado por las películas de El Padrino y las fotografías de Letizia Battaglia, me las imaginaba vestidas totalmente de negro, como viudas permanentes, pero pronto me daría cuenta de que toda esa niebla de prejuicios, todos esos estereotipos de la mafia, se disolvían bajo el sol de la Sicilia moderna. El mismo empeño de la señora Maria en conservar la tradición del sfilato era una muestra de que los tiempos estaban cambiando, y que la Sicilia de antaño iba modificándose. A veces, era la propia naturaleza la que actuaba como cambio. Me di cuenta de ello frente al portal de la antigua iglesia de San Giorgio Vecchio de Ibla. El portal, con sus arcos y un altorrelieve en la luneta que representaba a San Jorge matando al dragón, había sido construido en estilo gótico catalán, puesto que en esos años Sicilia formaba parte del reino de Aragón con capital en Barcelona. Incluso se podían ver todavía el par de águilas

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DNI DEL VIAJERO Nombre: Jordi Apellido: Canal-Soler De: Barcelona (España) Edad: 38 años Soy escritor y fotógrafo especializado en viajes. Viajo por el mundo y lo cuento en artículos en revistas y periódicos, programas de radio y televisión, charlas y conferencias y media docena de libros, entre los que se cuentan VIAJE AL BLANCO (Editorial UOC, 2014) y TERRES DEL NORD (Nova Casa Editorial, 2015). También me encontraréis en: Página Web: www.jordicanal.com Blog: www.apuntsdeviatge.com Facebook: facebook.com/apuntsdeviatge Twitter: @jordicanalsoler Instagram: @jordicanalsoler Youtube: jcanalsoler Google Plus: +JordiCanalSoler

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ER

CONCURSO DE RELATOS DE VIAJES

Este viaje por Sicilia ofrecido por Sud Tourism, fue el primer premio del Concurso de Relatos que Magellan organizó conjuntamente con la escuela de escritura Laboratori de Lletres, y que tuvo como vencedor a Jordi Canal-Soler.


Catedral di San Giorgio de Ragusa

que pertenecían al emblema del Reino de Sicilia, iniciado en 1282 con Pere III el Gran. De esa iglesia, sin embargo, el portal y el altar eran lo único que persistía. Y eran los únicos elementos góticos que se podían ver en toda Ragusa, una ciudad mayoritariamente construida en estilo barroco. ¿Cuál era la razón de esa singularidad? A Salvo Montalbano le hubiera gustado el reto de buscar la solución al enigma, pero lo hubiera tenido tan fácil como yo. Un cartel indicaba lo que había pasado: en 1693 un terrible terremoto sacudió todo el sureste de Sicilia. Varias ciudades de Val di Noto como Ragusa, Modica, Scicli y otras próximas quedaron totalmente arrasadas. La nobleza local latifundista, enriquecida por la productividad de los campos de Sicilia (que ya había sido considerada en anteriores siglos como el granero de Roma), decidió

rehacer sus palacios e iglesias, y lo hizo en muy pocos años y en el estilo imperante en la época: el barroco. La ingente cantidad de obras y arquitectos en continuo trabajo cohesionó y transformó el estilo en el llamado barroco siciliano, en el que se destacan los detalles florales y rurales (que hacen referencia al origen de las riquezas) y las máscaras grotescas y niños alados (puttis) para sustentar los balcones. En 2002, esta profusión de edificios barrocos le valió a ocho ciudades de la zona de Val di Noto el hecho de ser inscritas dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por ser “representantes de la culminación y florecimiento final del arte barroco en Europa”. Uno de los mejores ejemplos de esta arquitectura es la Catedral de San Giorgio, en la misma Ragusa, que fue diseñada en 1738 por

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el arquitecto siciliano Rosario Gagliardi. Su gran fachada está elevada sobre una majestuosa escalinata que la destaca aún más y la convierte en uno de los iconos de Ragusa. Elevándose hacia el cielo puro de Sicilia, una gran cúpula neoclásica corona la planta de cruz latina de la Catedral y la hace distinguible desde casi cualquier rincón de la ciudad. En la sacristía de la Catedral se guarda también lo que queda del altar gótico de San Giorgio Vecchio, una obra de 1450 realizada por la familia Gagini y que da muestra del valor que tuvo la vieja iglesia destruida por el terremoto. En el Museo del Duomo adjunto se encuentran varios objetos arqueológicos y sacros de la ciudad, pero en especial destacan los planos que Gagliardi dibujó para la construcción de la catedral. Varias de las imágenes muestran a San Jorge matando el dragón.

Como santo patrón de la ciudad es venerado especialmente durante su fiesta, el 23 de abril, que en Ragusa dura 3 días. Entonces, la figura de madera policromada que se encuentra sobre uno de los portales de entrada de la Catedral es paseada por la ciudad en procesión por cofradías de hombres.

Retablo gótico de San Giorgio Vecchio de Ragusa en la sacristía de la catedral

San Jorge y la Catedral de Ragusa

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–Es un trabajo muy duro –me dijo Carmelo Massari. Alto, corpulento y con un bigote al estilo galo, parecía una versión siciliana de Obélix, pero si decía que transportar la figura era duro es que debía de serlo. La estatua pesa varios centenares de quilos y es por ello que las cofradías se turnan para transportarla. Carmelo era uno de los miembros destacados de la Associazione Portatori San Giorgio Martire “Don Peppino Firrincieli” de Ragusa. Hablamos en su negocio, el Antico Forno San Giorgio, una pequeña panadería cercana a la catedral que regenta con su esposa. Aquí servían varios de los tradicionales panes dulces y salados de Ragusa: arancine, impanate y focaccie rellenos de caciocavallo ragusano, un delicioso queso salado con denominación de origen. Aproveché para hacer una rápida

comida mientras seguía con mis pesquisas. Entre bocado y bocado escuchaba a Massari relatar lo complejo de la ceremonia y lo difícil de algunos de sus pasos, especialmente el descenso de los escalones de la gran escalinata, cuando las puertas principales de la catedral se abren para la ocasión. Vi una foto de esa misma escalera, pero más de cien años antes, en una de las estancias del Palazzo Arezzo di Trifiletti. Entré ahí invitado por su propietario, Domenico Arezzo, el último descendiente de una familia noble, que me recibió junto a la escalinata de entrada, bajo un elegante arco de piedra negra. Se dice que en la Sicilia del siglo XVII había más aristócratas por metro cuadrado que en cualquier otro país, con más de 228 familias nobles. Varias de ellas habitaban Ragusa, y

Palazzo Arezzo di Trifiletti

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Palazzo Arezzo di Donnafugata en Ragusa

lo hacían en palacios nobles que se reconstruyeron después del terremoto. El palacio de los Arezzo di Trifiletti no es quizá el que tenga la fachada más bonita de todo Ragusa, pero sí el que tiene las vistas más bonitas. Me las enseñó el propietario, que no resultó ser el estirado y esnob aristócrata que esperaba encontrar visitando un palacio, sino un afable y entusiasta hombre de negocios que, en sus cuarenta, se dedicaba a cuidar del palacio familiar con ingenio y humor. –En las estancias de palacio –me dijo– se entra por el hall, con cuadros de los ancestros colgados de las paredes empapeladas. Yo y mi hermana tenemos nuestras fotos en la sala de al lado. Y espero que siga así durante muchos años, porque en el hall solo están los cuadros de los que ya han muerto –añadió con una sonrisa burlona.

El cuadro más importante es el del Barón Carmelo Arezzo, quien compró el palacio en 1850 para establecerse en Ragusa. –Desde entonces mi familia ha vivido siempre aquí –me dijo Domenico–. Con el paso de los años, sin embargo, la mayor parte de las habitaciones del palacio ya no se usaban. Las abríamos solo para Navidad y San Jorge, las dos grandes fiestas del año. Desde hace unos años, sin embargo, abren cada día. Las magníficas salas decoradas del palacio y sobretodo las vistas sobre la Piazza del Duomo y de la Catedral de San Giorgio la convierten en un escenario ideal para la celebración de eventos de todo tipo, desde exposiciones a catas de vinos, encuentros empresariales, cenas o aperitivos. –Es una forma de generar suficientes ingresos como para poder pagar los costes del

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mantenimiento –me confesó Domenico– y ello nos permite mostrar al público con satisfacción nuestro patrimonio. Colgada en una pared vi la foto en blanco y negro de las vistas de la plaza desde el mismo balcón en el que me encontraba contemplando la Catedral, más allá de la plaza. Su escalinata aún no tenía la verja que la protege, ya que la foto fue tomada en 1887, años antes de que se instalara. En ella se veía la plaza entera llena de hombres trajeados, la mayoría con sombrero, vestidos de negro y mirando hacia el centro de la plaza, donde la escultura de San Jorge en su parihuela trotaba sobre los hombros de una congregación. Solo se veían hombres. Las mujeres, en esa época, no

podían estar presentes en los festejos públicos. “Tenían que permanecer en casa cocinando y cosiendo”, me confirmó Domenico, avergonzado por el comportamiento machista de sus antepasados. Esa época ha pasado ya, y ahora las mujeres sí pueden asistir a la fiesta. Los tiempos han cambiado, y la mujer siciliana ocupa todos los estamentos de la sociedad de la isla. En la Universidad de Catania, con una sede en Ragusa, la mayoría de las estudiantes son mujeres, especialmente en la Facultad de Lenguas y Literatura Extranjera. Conocí a una de sus profesoras, Rossella Liuzzo, una elegante venezolana que regresó a la patria de sus abuelos para enseñar literatura Ragusa y montañas de alrededor

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Circolo di Conversazione de Ragusa

española. Rossella combinaba la enseñanza con la traducción y la creación poética, y a pesar de querer con locura a esta ciudad, tenía sentimientos contrapuestos respecto al turismo y al negocio que había tras él: “somos una máquina de hacer turismo y dinero” me comentaba, pero Ragusa es también algo más, “especialmente para sus estudiantes. Me gusta pensar que es un lugar donde hay quienes tratan día a día de educar las inteligencias y los corazones; donde hay gente que observa y lee las experiencias de los otros seres humanos con atención, pasión y mucho, mucho respeto”. Para educar las inteligencias y los corazones, además de la reciente Universidad, en Ragusa existía ya desde 1850 otro lugar icónico: el Circolo di Conversazione, un club privado con sede frente al Palazzo Arezzo di Trifiletti donde los hombres elegantes de

la ciudad se reunían para leer, jugar a cartas y conversar. Lo fundaron dieciocho socios iniciales al estilo de los clubs londinenses, la mayoría de ellos pertenecientes a la nobleza, y sus herederos conservan la facultad de entrar como socios en el Circolo sin necesidad de respaldo, cosa que sí necesita alguien foráneo. No fue hasta 1974 que se permitió la entrada a las mujeres, pero desde entonces son bastantes entre los 150 socios, que se reúnen cada tarde en las varias salas del edificio neoclásico, decorado de esfinges y cuya sala mayor es una de las más elegantes de la ciudad. Rodeada de espejos que la magnifican, con un techo abovedado y pintado con alegorías, refleja los intereses de la sociedad con los retratos de cuatro grandes personajes italianos en las diferentes artes pintados en cada esquina: Dante, Michelangelo, Galileo y Vincenzo Bellini, el gran compositor siciliano.

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Algunas de las obras de Bellini, el mayor compositor de ópera siciliano, autor de piezas tan famosas como Norma, La sonnambula o I Puritani, sonaron sin duda en el Teatro Donnafugata, un pequeño teatro privado que se hicieron construir los barones de Donnafugata en su residencia familiar de Ragusa, el palacio de los Arezzo de Spuches. El teatro ocupa lo que habían sido los sótanos abovedados del palacio, donde tradicionalmente se guardaba el grano y el aceite, y demuestra hasta qué punto la nobleza enriquecida de la ciudad podía sufragar todos sus antojos. El teatro, con cabida para más de cien personas, servía solo para las funciones privadas del rico propietario, que accedía a su palco presidencial desde los pisos superiores a través de una escalera disimulada. Desde el año 2000 se abrió al público para la representación de obras de pequeño formato: ahora el patrimonio siciliano se comparte al público.

Equipo de Rosso Cinabro

Teatro Donnafugata

Vi también otro ejemplo de la recuperación histórica del arte siciliano en Rosso Cinabro, el taller de los pintores Biagio Castilleti y Damiano Rotella. Vestidos con ropas del siglo XIX, tocados con boina bohemia y armados con paleta y pinceles se dedicaban a restaurar un típico carretto siciliano para un propietario que quería usarlo para anuncios de televisión y bodas. Increíblemente decorados con escultura y pintura, los carros sicilianos de madera fueron usados durante todo el siglo XIX y hasta mediados del XX. En una sociedad todavía analfabeta, sus elaborados dibujos contaban historias y leyendas fáciles de reconocer que se propagaban por los caminos tortuosos que conectaban las ciudades. Un solo burro tiraba del carro, que se usaba para el transporte de personas. En los años 1920 llegaron a haber miles en la isla, pero la llegada del automóvil, el desuso y el paso del tiempo terminaron relegándolos al olvido, hasta que, desde hace pocos años, se están recuperando especialmente para celebraciones y como espectáculo visual.

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Scicli, una pequeña población a 30 minutos de Ragusa, estaba de fiesta esos días. La emoción contenida se palpaba en el aire. Me encontré con Barbara Conti, fotógrafa y guía de Scicli, para que me explicara el porqué. Cada año el 19 de marzo se celebra San Giuseppe por todo lo alto. En una ciudad de tradición ecuestre, varios grupos participan en la Cavalcata, un desfile en el que pasean altos y fornidos caballos percherones armados de estructuras decoradas con flores. Durante semanas, los equipos diseñan, construyen y elaboran las complejas estructuras en el más estricto de los secretos, puesto que de lo que se trata es de sorprender para ganar el premio del concurso que se organiza para escoger la mejor.

Barbara me llevó a la fábrica de aceite de oliva de Aprile Fratelli, propiedad de los hermanos Roberto y Daniele. Era tarde, pero el aparcamiento junto a la fábrica estaba lleno, y salía música de la entrada de la nave principal, que habían tapado con cajas de madera. Entramos. En el interior, una estructura metálica recubierta de espuma esperaba a ser forrada de flores por una veintena de hombres, mujeres y niños. Los más viejos estaban ya preparando las flores mientras que los jóvenes empezaban a pegarlas con cola caliente a la espuma, siguiendo un patrón preestablecido. La mayoría de las flores eran color violeta o lila de la especie violaciocca (Matthiola incana) que los sicilianos llaman

Preparando una armadura de flores para la Cavalcata di San Giuseppe

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Cavalcata di San Giuseppe

balucu y que en italiano se llama bastone di San Giuseppe por su forma también de báculo, de donde deriva el nombre siciliano. El trabajo duraría toda la noche. En la recepción de la fábrica habían unido varias tablas de madera sobre bastidores creando una larga mesa sobre la que había focaccias, ricota caliente, vino, y galletas para que el hambre no fuera un impedimento. La participación es totalmente voluntaria, y entre familiares, amigos y vecinos, los Aprile esperaban que el caballo de este año fuera el ganador. –Hace veinticinco días que empezamos con la idea –me dijo Roberto– y es un trabajo muy pesado que necesita mucha colaboración. Por ello lo recuperamos en mi familia, porque es una de las ocasiones del año en la que estamos todos unidos con un mismo fin.

No siempre fue tan elaborada la Cavalcata de San Giuseppe. Empezó hace unos cincuenta años primero anudando flores a un saco de arpillera fijado a la montura, pero poco a poco fue evolucionando hasta las complejas estructuras actuales. En otra sala de la fábrica de aceite tocaban y cantaban un par de músicos en un rincón. Con una mesa de sonido, un órgano electrónico y una guitarra el dúo atacó varias de las canciones más conocidas que ha dado Italia y Sicilia. Empezaron con una versión animada de Tu vuò fa’ l’Americano de Carosone que dejó a los asistentes bastante alegres. Pero cuando versionó a Franco Battiato con su Voglio verderti danzare los únicos que bailaron fueron los niños. Los adultos estaban enfrascados entre flores y pegamento…

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Barbara me llevó al Ayuntamiento de Scicli. En uno de los despachos del piso inferior se encuentra la oficina de Salvo Montalbano en la serie de televisión. Estaba cerrada, pero entramos por la misma puerta principal ante la que el comisario aparca siempre su Fiat Uno en la serie. Subimos por los escalones y remontamos la escalera nobiliaria del antiguo Palazzo Communale y entramos en el despacho del alcalde, el Gabinetto del Sindaco. Él estaba sentado en una mesa anexa, en un rincón, discutiendo con los integrantes del jurado para ultimar los detalles del concurso. Reconocí la otra mesa, un enorme escritorio bajo un tapiz enmarcado, que figura en la serie como el despacho del Prefetto de Montelusa, el jefe de Montalbano. Desde el balcón se veía toda la calle peatonal de Via Francesco Mormino Penna, y una gran

parte de los campanarios de las 99 iglesias que dicen que tiene Scicli. Cerca, la vieja farmacia Cartia, creada en 1902 por Guglielmo Cartia, era ahora un museo usado para algunas escenas de la serie, como la entrada de la Iglesia de San Michele o el Palazzo Spadaro. Pocos edificios del centro histórico de Scicli no han aparecido en la serie de televisión, por lo que pasearme por sus calles anchas y

Farmacia de Scicli

Despacho del Gabinetto dal Sindaco (Prefetto de Montelusa)

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ricas en detalles me transportó a los capítulos que había visto en casa. Me parecía seguir los pasos de Montalbano, que poco a poco me guiaron hasta la Piazza Italia, donde se realizaba la Cavalcata de San Giuseppe. El público llenaba toda la acera y apenas había sitio en la calle para que se movieran los caballos. Los había de todo tipo: desde fornidos percherones hasta minúsculos ponis, pero eran solo los grandes los que llevaban sus inmensas estructuras floreadas. Los pequeños contaban con algún toque floral en su montura o en el jinete. Los grandes los guiaban grupos de media docena de mozos que controlaban su avance, ya que a veces se los caballos se ponían nerviosos bajo la coraza de flores y sacudían la cabeza empenachada

con violencia. Me aparté un poco y los vi descansar en la Via Bezzecca, donde llevaban a los caballos agitados para que se tranquilizaran. Aquí, arriba y abajo de la calle, era donde mejor se podían ver, como obras de arte floral sobre patas que no sobrevivirían más allá de esa noche cuando al día siguiente empezarían ya a marchitarse… Esa noche sería larga. Me fui de Scicli hasta Modica, otra de las ciudades barrocas surgidas del terremoto y con varios de sus escenarios que aparecen en la serie de Montalbano. Ahí cené con Giovanni Gurrieri y Valentina Longhitano en el restaurante Osteria dei Sapori Perduti. Giovanni es el director y cofundador de Sud Tourism, una asociación que quiere promocionar el turismo en la isla y

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Modica de noche

Antipasti sicilianos

especialmente en el sureste, organizando actividades como la Scale del Gusto de Ragusa y la Ruta Montalbano que yo estaba siguiendo. La acompañaba Valentina, estudiante de español en la universidad y una de las más activas colaboradoras de la asociación. –Vamos a pedir varios platos típicos sicilianos para que puedas hacerte una idea de lo variado de la gastronomía de nuestro país –me dijo Giovanni. Pidió unos cuantos antipasti típicos, como arancine, frittatina, caponata y caciocavallo ragusano. De segundo lolli con fave y bollito, una especie de combinado de carne y verduras cocidas. Había comida para un regimiento, pero así comían los auténticos sicilianos, me dijo.

–Además –añadió–, este restaurante, como su dueño, son muy especiales. Empezamos a degustar los platos al poco rato, mientras Giovanni me explicaba el verdadero objetivo de Sud Tourism: el área en que nos encontramos no tiene las maravillas naturales del Etna o el patrimonio de Palermo, y desde siempre ha sido la parte olvidada de Sicilia, me contó, y la isla es en si misma la parte olvidada de Italia. Se necesita dinamizarla, pero de abajo hacia arriba. “No podíamos esperar que lo hicieran los políticos, y por ello creamos la asociación, para promover y revalorizar nuestros recursos paisajísticos, ambientales, gastronómicos, históricos y artísticos”. Giovanni, joven y apersonado, tenía esa mirada cuando hablaba de su Sicilia natal que solo tienen los entusiastas. Desprendía amor por su patria por todos los poros de su piel: “un área no tiene futuro sin la conciencia de la propia alma” solía decir Giovanni, y él era de los que quieren que el alma de Sicilia llegue a todos sus visitantes. De momento, lo que nos llegaba de Sicilia era la comida. Tuvimos que cancelar algún plato porque ya no nos cabía nada más. Apareció Carmelo Muriana, el propietario. Más

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bien bajito y ancho, su rostro casi siempre sonriente mostraba ahora una preocupada expresión por si había algo que no nos hubiera gustado. –¡Al contrario! Todo excelente, pero ya no nos cabe nada más… Pamplinas, nos dijo. Y acto seguido nos trajo unas cuantas tablitas de chocolate modicano (hecho en frío con azúcar) y una botella de Pantelleria Passito liquoroso. A eso no le pudimos decir que no. Al terminar, Carmelo nos llevó a pasear por la ciudad. Eran casi las doce de la noche pero Modica es una ciudad universitaria y bullía de actividad juvenil. Los jóvenes se juntaban en las plazas o cruzaban rápidos las calles para dirigirse a los bares que frecuentaban. Carmelo nos contaba que una vez al año dejaba el restaurante y viajaba a Burkina Fasso para ayudar en la construcción de una

escuela y un centro médico en la pequeña población de Ziga, donde colabora con la ONG Mamma Africa Onlus. Esa no es la única afición de Carmelo: también le gustan los oficios antiguos, y no solo se dedica a observarlos, sino que intenta conservarlos. Ese es el principal objetivo del museo que ha creado con su colección, el Museo delle Tradizioni Gli Arnesi di una Volta. En las vueltas de un antiguo convento de carmelitas, en la Piazza Matteotti, Carmelo ha reunido su colección de objetos de varios oficios casi perdidos: zapatero, cantero, barbero, herrero, hilador,… Entre las viejas paredes se muestran miles de objetos que Carmelo ha ido comprando: –Empecé comprando el taller de un zapatero que se jubilaba y tenía su negocio frente al mío. Nadie había querido continuar con el taller, así que se lo compré para que no se perdiera. Así empezó todo.

Museo delle Tradizioni Gli Arnesi di una Volta

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Faro de Punta Secca

Carmelo conocía los detalles de cada uno de los objetos: cuándo los había comprado, a qué precio y para qué servían. Sin su museo, todo eso se habría perdido. –Sobretodo nos visitan escuelas –me comentó Carmelo orgulloso–. ¿Sabes cuál es la satisfacción de ver a los niños contemplar admirados esos objetos que quizá sus abuelos habían utilizado? El día despertó soleado a la mañana siguiente. Mejor, porque me esperaba un par de visitas exteriores. La primera fue en Punta Secca, un viejo pueblo de pescadores con un alto faro de 1853 que advierte a los barcos de los peligrosos bajíos frente a la costa. Recientement encontraron muy cerca un antiguo

barco romano hundido, lleno de ánforas, a muy poca profundidad. Andrea Camilleri hace vivir a su personaje en la inventada ciudad de Marinella, pero en realidad su residencia en la serie de televisión es una vieja casa remodelada de Punta Secca que se encuentra junto a la Torre Scalambri, una fortificación para controlar a los piratas construida en 1595 que se levanta junto a un puerto griego de hace 2500 años. La casa de Montalbano, usada para la serie, es ahora un polo de atracción para los seguidores de la serie, y gente de todo el mundo viene para verla o incluso para hospedarse en ella, puesto que el propietario decidió convertirla en un Bed & Breakfast llamado, justamente, La

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Casa di Montalbano. Me encontré con Pietro di Quattro, el propietario, un hombre en sus sesenta, de poblada barba y mirada franca, que no denotaba en ningún momento sus orígenes aristocráticos aunque sí un poco sus intereses artísticos (fue durante cinco años el director artístico del Teatro Donnafugata). Me dijo que los equipos de televisión vienen una vez cada dos años y se están en la casa unos dos meses, transformándola en la casa de Montalbano que se ve en televisión desde 1999.

–Me costó convencer a mis padres para que la alquilaran a la productora de televisión, ¿sabes? –me comentó Pietro. Estábamos tomando el aire en la terraza de la casa, que se levanta por encima de la ancha playa de Punta Secca, donde el comisario sale en las tardes tranquilas para reflexionar o de la que baja al agua para nadar en la bahía de aguas poco profundas–. Pero valió mucho la pena. Es el mejor homenaje que se le pudo hacer a este edificio. Originariamente la casa era un almacén para salar sardinas, pero en 1904 la familia Di Quattro la compró al estado y en los años 20 le añadió la terraza. Actualmente cuenta con cuatro habitaciones dobles, a unos 95 euros la noche. Nada mal para un viejo salador de sardinas.

Interior de la Casa di Montalbano

Playa de Punta Secca (vista desde Casa di Montalbano)

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Castello di Donnafugata

Pero hay otra residencia que figura en la serie de televisión que es mucho más espaciosa y elegante. A medio camino entre Punta Secca y Ragusa, en medio de los campos de trigo, algarrobo y almendros delimitados por muros de piedra seca, se encuentra una de las mayores muestras del poder económico de las familias aristocráticas de Ragusa. El Castello di Donnafugata con sus 142 habitaciones, estación de tren privada, un laberinto de piedra copia exacta del vegetal de Hampton Court y un jardín con magnolias centenarias fue la residencia campestre de Corrado Arezzo de Spuches di Donnafugata, que amplió la vieja torre del siglo XIV y construyó toda la

nueva parte en estilo neogótico. En la serie de televisión de Montalbano, el magnífico castillo es la residencia del mafioso Don Balduccio Sinagra, al que el inspector visita en varias ocasiones. A través de los años sufrió varias amplicaciones y pasó de manos hasta que fue comprado por el Comune di Ragusa, que lo tiene ahora como un Museo del Vestido en el que se muestran hasta 3.000 trajes y piezas de época. Lo que no ha variado nunca es el nombre. Quedé con el director del museo, Giuseppe Nuccio Iacono, para que me enseñara el castillo y me refiriera el origen legendario del nombre.

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Piazza del Duomo de Ragusa

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–Dicen que el nombre viene de la fuga de Blanca de Navarra, la viuda del rey Martí I de Aragón (que fue también rey de Sicilia), al que Bernat Cabrera, brazo fuerte del rey y enamorada de ella, había capturado para ganarse sus favores. Seguramente es una falsa leyenda, pero tiene ese aire romántico que me gustan de las leyendas –me dijo Giuseppe. Menos romántica fue el final de Cabrera, que murió de peste y fue enterrado en la vieja iglesia de San Giorgio de Ragusa, la que sucumbió al terremoto.

En los elaborados salones del interior, los vestidos de época que se encontraban en el interior de vitrinas, estaban ahí donde las damas señoriales los usaron en vida. Se hacía extraño pensar que hace menos de cien años esos trajes, pero rellenos de carne y huesos, se pasearon por las salas animadas. El ambiente y la decoración parecían sacados de Il Gatopardo. –El lujo emanaba por doquier en el Castello en esa época –me explicó Giuseppe. Solo los más ilustres de la ciudad eran invitados a la residencia de Donnafugata, y aquí las horas

Biblioteca y vestidos en el Castillo de Donnafugata

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pasaban con distracciones como bailes, juegos de naipes o el billar. O si les gustaba la lectura y eran amigos del propietario, quizá éste les dejaría acceso libre a su biblioteca, en una pequeña sala del castillo con más de 30.000 volúmenes archivados en estantes que llegan al techo. Terminamos en la gran terraza, ahí donde en la serie Salvo Montalbano encuentra a menudo meditabundo a Don Balduccio. Las vistas invitaban a la meditación. Por encima de las palmeras que refrescaban con su sombra el jardín, se veía descender el campo ragusano hasta la costa, donde a lo lejos resplandecía el mar de un azul intenso. –Hay días en que, en el horizonte, uno puede ver la isla de Malta desde aquí –me dijo Giuseppe, apoyado en la baranda de piedra de la terraza. Y luego, como queriendo reafirmar un pensamiento suyo, me preguntó: –¿No es bonito, todo esto? Uno de los mejores sitios del mundo… –dijo suspirando. Lo miré como Montalbano se queda mirando a Don Balduccio en la serie, con esos ojos que empiezan nublados pero que se iluminan cuando da finalmente con la solución del caso. Giuseppe me reveló la respuesta al enigma que yo me había planteado y que había estado intentando resolver. ¿Qué tenía de especial la Ruta Montalbano?. ¿No era evidente ahora? Con el comentario de Giuseppe pasó por mi mente todo lo que había visto esos días. Recordé todos los palacios, teatros, tiendas, plazas, restaurantes, despachos y residencias por las que había paseado, pero sobre todo, recordé a la gente que había conocido:

amable, abierta, orgullosa de su cultura y, por encima de todo, amante de su historia y de su tierra. Sonreí como Montalbano cuando consigue resolver un caso. En esa terraza de Donnafugata, bajo el sol del mediterráneo y contemplando las aguas tranquilas del mar, llegué a la conclusión de que sí, que ese rincón de Sicilia podía ser uno de los mejores sitios del mundo… v

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PARA SABER MÁS:

facebook.com/sudtourism www.palazzoarezzo.it www.teatrodonnafugata.it www.fratelliaprile.it www.mammaafricaonlus.org www.rossocinabro.tk www.osteriadeisaporiperduti.it www.iblaresort.com www.lacasadimontalbano.com www.comune.ragusa.gov.it/turismo/castello


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VI AJ ER O A BL O G UE RO DE

Ushuaia, fuego helado

Esta tierra situada al Sur de Argentina es un ‘norte’ helado de cumbres y paisajes eternos: bienvenidos al fin del Mundo TEXTO Y FOTOS JAVIER PEREZ FECHA DEL VIAJE MARZO 2017

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Y Parque Nacional Tierra del Fuego

a como es costumbre y muy grato de mi parte, colaborar para este medio es una gran satisfacción. Cada palabra escrita, con total honestidad, intenta hacer un recorrido, un viaje imaginario. Mostrarles a través del relato y las fotografías, un pedacito de mi largo y ancho país: Argentina. Magellan para mí es inspiración, participo en ella “casi” desde su nacimiento. Recuerdo con gran alegría aquella “portada número 4” donde me encontraba de espaldas a la cámara, contemplando el Lago Nahuel Huapi en Villa la Angostura, Patagonia Argentina. Luego llegarían nuevas experiencias: Catamarca y Salta, entre otras participaciones. Hoy, regreso a la Patagonia, tan anhelada por muchos viajeros. Comparto con ustedes mi aventura desde la ciudad más austral en la isla de Tierra del Fuego: Ushuaia. Será el fin del mundo, el responsable de mi norte.

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Glaciar Martial

Actividad de canopy

Joaquín Torres García – Red Académica Uruguay: “He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo.”

Si bien, su connotación era política, yo digo con todo respeto: hoy más que nunca, mi norte de viaje es el querido sur, la Patagonia. Llego a la ciudad de Ushuaia un día lunes luego de vivir experiencia en los glaciares. Tengo planificado quedarme 7 días, durante los cuáles por una cuestión de precios y logística, decido alquilar un coche. El transporte público en general es malo y los transfers privados, tienen precios demasiados altos. Recomiendo la opción de rentar un coche, que además viene con kilómetros libres. La distancia más grande en la Isla de Tierra del Fuego, son 216 kilómetros hacia la ciudad de Río Grande en el extremo noreste. Las demás atracciones no superan los 80 kilómetros. El combustible es de los más baratos de Argentina, y la verdad he devuelto el coche con ¼ de tanque. Aprovecho

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también para descansar en un apartamento que he alquilado en pleno centro.

DNI DEL BLOGUERO

GLACIAR MARTIAL + CANOPY

Desde el centro de la ciudad de Ushuaia hasta la base del glaciar, son aproximadamente 6.7 kilómetros (medido por gps). Allí hay un amplio estacionamiento para dejar el coche. A unos metros se encuentra el Refugio de Montaña, una cabaña muy pintoresca de madera donde se puede tomar un chocolate caliente, café o almorzar. En la parte de atrás, hay una pequeña puerta, que te lleva al bosque y a la actividad de canopy. La aventura es muy linda, ya que los senderos hasta llegar a la primera posta, hacen que te internes en medio del bosque, con vertientes y sonido de aves. En total son 9 tirolesas en lo alto de los árboles y 2 puentes colgantes. Las vistas son increíbles desde la parte más alta. Luego, emprendemos la subida al glaciar, el día acompaña aunque hace frío. Un dato es usar vestimenta impermeable y vestirse como “cebolla”, ir sacándote y poniéndote ropa dependiendo la necesidad, es una buena táctica. Me lo enseñaron una pareja amiga de bloggers de viajes que vive en Ushuaia. El camino hacia el glaciar tiene una primera parte hasta los carteles indicadores, un río baja con toda la fuerza y los colores de la vegetación me llaman la atención. Verdes, rojizos y amarillos y en lo alto la montaña con nieve. Son aproximadamente 2 kilómetros hasta el mirador, que se encuentra a unos 900 msnm. De allí se aprecia una amplia panorámica del Canal Beagle, el puerto y la ciudad. Se puede seguir subiendo, pero eso ya lo dejo para otra aventura...

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Nombre: Javier Apellidos: Perez De: Córdoba (Argentina) Edad: 31 años Blog: www.relatosdeunviajero.com Mi nombre es Javier Perez, soy Argentino y español, tengo 31 años. Soy un adicto a los viajes y a la fotografía. Suelo decir siempre: “la vida es un instante, por eso hay que viajarla”. Comunicador audiovisual de profesión, soy productor de televisión. En esta nueva etapa de mi vida intento unir mi profesión con mi pasión: los viajes. Me pueden encontrar en las redes sociales o ¡viajando por el mundo! Twitter: @relatosviajeros Instagram: relatosviajeros Mi blog: www.relatosdeunviajero.com Facebook: Relatos de un viajero Mail: relatosdeunviajero@gmail.com Abrazo viajero y ¡los veo por el camino!


Parque Nacional Tierra del Fuego

PARQUE NACIONAL TIERRA DEL FUEGO

Parque Nacional Tierra del Fuego

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El PN tiene una zona de uso público y en mi viaje de 1 día, realicé menos de lo que quería pero recomiendo 2 a 4 días para completar cada recorrido. Les daré un listado de los senderos que se pueden recorrer. Cabe destacar, que hay un precio diferencial para extranjeros y nacionales. Además, se puede llegar en coche o bien, transfer hasta el final de la ruta nacional 3, donde se encuentra el Puerto Arias. Senda Pampa Alta: es de dificultad media y el recorrido hasta las vistas panorámicas es de 1 hora


aproximadamente, tiene una longitud de 4.9 kilómetros. Se puede acceder desde Bahía Ensenada. Senda Costera: es de dificultad media y realizarla puede llevar unas 4 horas de tiempo. Vale la pena, se puede llevar agua y algo para comer en el camino. Se accede desde Ensenada o Cruce lago Acigami. Cerro Guanaco: es de dificultad alta y tiene unos 4 kilómetros sólo ida. Se puede apreciar vistas de la cordillera fueguina y sus turberas. Tiene pendientes fuertes y se accede por Senda Hito XXIV. Las caminatas de menor dificultad, que se pueden realizar en un día son: paseo de la isla, laguna negra, mirador Lapataia, del

turbal, castoreras y senda de la Baliza. En el Parque nacional se permite acampar, si toca buen clima, ideal para hacer fotografía nocturna y vivir la naturaleza a flor de piel. Hay dos zonas bien diferenciadas para el acampe. Imposible no vivir esa experiencia. En la estación del tren de El Fin del Mundo, se pueden adquirir los tickets para el paseo en la histórica formación. El recorrido es ida y vuelta, se cobra el ingreso al parque y tiene una duración de 1 hora y media aproximadamente. Aquí se explica la importancia del tren, en tiempos que se trasladaba a los presos a trabajar al bosque. La estación es un museo en vida, que hace un recorrido histórico espectacular. Tren de El Fin del Mundo

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LAGUNA ESMERALDA

A unos 18 kilómetros de la ciudad de Ushuaia, se encuentra el acceso al sendero que lleva a Laguna Esmeralda. Para mí unos de los lugares más bellos de Argentina o para colocarlo en el Top 10. Llego en coche, preparado, estaciono. Me recomendaron llevar dos pares de zapatillas y ropa extra, por los túrbales y por el barro de la lluvia de la noche anterior. Comienzo el sendero y enseguida me adentro en un bosque de lengas. Al principio, el sendero es estrecho y poco identificado. Luego se abre y se aprecia

un camino de doble huella. Además, en cada árbol hay una identificación que señala el camino. La caminata es alrededor de 2 horas (9 kilómetros) y depende el tiempo que quieran pasar en la Laguna, el regreso se hace más rápido porque ya el camino es familiar. Lo mejor es ir por la mañana, yo tuve poco tiempo porque comencé al mediodía. En el camino, además de bosque y turba, se ven las montañas nevadas, ríos de color turquesa, cielo celeste (me tocó) y la tierra de diversos colores amarronados. La dificultad del sendero es baja y no hay demasiada dificultad para

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Vista del Canal Beagle desde el Glaciar Martial

recorrerlo, sí disponer de tiempo. Cuando llego a la laguna, el sol se reflejaba en el agua y la emoción de estar allí no se explica. Estar ahí deja de ser un sueño y se convierte en realidad. Me siento a la vera de la laguna y descanso un rato. Contemplo el Glaciar Albino, las Torres y el Cordón Toribio. NAVEGACIÓN CANAL BEAGLE

Es momento de subirse al barco y navegar las aguas del Canal Beagle hasta el “mal llamado” faro del fin del mundo, en realidad el Faro Les Eclaireurs. El Faro del Fin del Mundo no se visita con excursiones marítimas y se llama Faro San Juan de Salvamento, se encuentra al noreste de la Isla de los Estados. El recorrido para sacarse la foto en el faro Les Eclaireurs Laguna Esmeralda


El Faro del Fin del Mundo

dura aproximadamente 1 hora y media y yo lo realicé en el Ushuaia Explorer, un catamarán que es muy estable con guía en todo el recorrido. También se puede realizar en barcos más pequeños pero si no les gusta marearse, recomiendo catamarán, incluso para tomar fotografías. El catamarán atraviesa las islas del archipiélago de Alicia y se divisan infinidad de especies de fauna: focas, leones marinos y aves. Se hace una parada en Isla de los Pájaros y en Isla de los Lobos hasta llegar al faro

que tiene una altura de 23 metros de altura y actualmente está en servicio. La experiencia es sublime en cuanto escenario, ya que en el recorrido toca lluvia, sol, viento, momentos de serenidad y paz en un entorno donde solo se escuchan las aves cantar o el pegar de las olas en la embarcación. Es un momento de emoción, llegar al faro y tomar fotografías desde todas sus perspectivas. Un sueño anhelado, ahora hecho realidad. Ushuaia es una tierra inhóspita, extrema. La vida de

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Vista de la ciudad desde el Canal Beagle

montaña para aprovechar las horas de sol, está a la orden del día. Muchos viajan allí para mejorar condiciones laborales y calidad de vida, estar preparado al clima extremo es un desafío. Es uno de los lugares más cautivantes del planeta por su posición geográfica y puedo decir: estoy aquí, en el fin del mundo. v

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Inefable Luzon Increíbles fondos marinos, islas perdidas, naturaleza exuberante. La mayor isla de Filipinas hechiza a sus viajeros TEXTO Y FOTOS ANNA GENOVER I MAS FECHA DEL VIAJE FEBRERO 2015

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¿Q

uién no ha oído hablar de sirenas he chiceras capaces de turbar a tenaces navegantes y arrastrarlos hasta el más profundo de los océanos? Mi sirena me sedujo hasta un país del Sudeste Asiático, que con género femenino se erige en el Pacífico Norte con más de siete mil islas. Fue allí donde navegué en busca de peces gigantes, exploré islas remotas para contemplar criaturas mágicas, descubrí parajes secretos custodiados por una naturaleza pura y contemplé aturdida hadas nocturnas revoloteando copas

de árboles. A modo de sueño marinero, un 22 de febrero nadé entre tiburones ballena y localicé luciérnagas mariposeando manglares, en una incansable danza refulgente; todo en un día. Tal es la envergadura de la magia de Luzon, la isla más grande de Filipinas que alberga su capital, Manila. Aterricé allí a las 4 de la tarde de un viernes de febrero. Nadie me esperaba en el aeropuerto, ni siquiera el taxista contratado, quien llegó tarde y tarde llegué al centro por un atasco de gran envergadura, jamás sufrido anteriormente, ni siquiera en la autopista 405 de Los Angeles. Las dos horas para hacer

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sólo diez kilómetros sirvieron para recoger información de la ciudad, para esbozar cuatro impresiones e incluso saber de la familia del conductor que con sólo 25 años ya alimentaba cuatro hijos. Llegar de noche a Intramuros fue impactante. Los adoquines húmedos y las tinieblas propiciaron la aparición de fantasmas de antaño, de intrigas truculentas de cuando Manila hablaba español. No oí español pero sí escuché los pasos sigilosos de una procesión cristiana, de clara reminiscencia andaluza. Con portes humanos, sí, pero ayudados de una bicicleta con sidecar que albergaba el altavoz y un Cristo en tarima de ruedas. Así los cofrades peregrinaban por callejuelas estrechas de un barrio tan antiguo como oscuro.

Mi corto paseo Intramuros fue una excusa para estirar las piernas y acostumbrarme al nuevo horario. Llegué al White Knight Hotel donde tomé un halo-halo -fruta confitada cubierta de hielo picado y crema de leche, antes de acostarme en una cama con doseles blancos abrazados a los postes de una oscura madera maciza. No tardé en caer en un placentero y reparador sueño encima de semejante cama al más puro estilo colonial. Tras el merecido descanso, seguí viaje a primera hora de la mañana. Al alba dejé atrás el hechizo de Intramuros para volver al moderno aeropuerto. El avión nos acogió con puntualidad británica para aterrizar en Legazpi al cabo de una hora. Allí compré un pasaje en un yipni -Jeepney en inglés -unas camionetas adaptadas para el transporte que suelen estar

El yipni

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abarrotadas. Mi yipni no fue una excepción. Llenos hasta los topes me hicieron un hueco, a mi y a mi maleta por la que tuve que pagar un billete. Tras diez mil baches y cien apretujones en una hora de asfalto picoteado llegamos a un pueblo de pescadores humilde, donde los turistas estaban confinados en lujosos resortes frente al mar. Sin embargo, mi maleta y yo bajamos del atiborrado transporte ante la atenta mirada de pasajeros, conductor y cobrador. Pregunté por mi pensión, Aguluz Homestay y me señalaron una casa de techos azules en medio del pueblo, frente la calzada, con un pequeño jardín de acogida. Abrí la verja y la cálida bienvenida de Pepe y Marilyn inauguró mi nuevo hogar filipino.

Los pronósticos para avistar tiburones ballena eran escasos. Aún así a primera hora de la mañana zarpé en una embarcación filipina -bangka o vanca según quien lo escriba -motorizada. El mar de Filipinas nos acogió calmado. La paz se esfumó a la voz de «go, go, go» del kuyas -oteador en tagalo -. Saltamos de la embarcación equipados con gafas, tubo, aletas y la adrenalina desatada. Arriba la barca, abajo el gigante marino. El agua turbia por la gran cantidad de plancton -razón por la cual se reúnen allí los animales-propiciaba la repentina emergencia. Aparecían como ballenas, con la boca abierta para sumergirse de nuevo con la barriga llena. Y así de súbito un butanding como llaman a los tiburones ballena - de unos 15 metros pasó a un palmo de mi.

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El procedimiento era siempre el mismo, saltar, nadar en la superficie y buscar por debajo los primeros indicios de movimiento animal, al tiempo que se intentaba aplacar un corazón completamente desbocado. Al principio nada se distinguía hasta tener al mismo tiburón delante de las narices. Pero pronto se aprendía a detectar lunares blancos en medio de aguas verdes. Señal que se acercaban. Estaban debajo. Pasaban rozando. Y se alejaban pausadamente. No vi uno, ni dos, ni tres ¡Vi cinco! Al oscurecer me acerqué al río para gozar de las mágicas luces de unas hadas nocturnas muy peculiares. Pacientemente esperé el manto oscuro de la noche para ver aparecer centenares, miles de ellas. Eran luciérnagas emitiendo pequeños destellos intermitentes. Su aleteo por los árboles de la orilla recreaban

DNI DEL VIAJERO Nombre: Anna Apellidos: Genover i Mas De: Barcelona (España) Edad: 52 años Desde siempre mi gran afición ha sido viajar. Y con ella la fotografía. De joven la lectura y la escritura se apoderaron también de mi. Afición, vicio o simplemente pasión. He recorrido islas y archipiélagos esparcidos por los mares del globo. También algún que otro país en cada uno de los continentes. Adoro las capitales con mar o con río navegable. Lo mío es el agua y la navegación.

Rodeada de sonrisas

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Donsol

una fascinante danza, capaz de destronar la majestuosidad del firmamento. Hay más de dos mil especies de luciérnagas en el mundo pero sólo una es capaz de sincronizar la fosforescencia y proporcionar las orillas de río Donsol de una lepidóptera luminiscencia de belleza imponente. Pero si aún así, se consigue bajar la mirada hacia el río, se ve cómo el movimiento de la embarcación remueve las aguas y activa la luminiscencia del ¡plancton! Por supuesto que ese 22 de febrero se grabó en mi memoria. Fue un día de retos cumplidos, de observación de fauna insólita, de interacción natural y también de encuentros con criaturas humanas fascinantes, plagado de sonrisas, de juegos infantiles y descubrimientos culturales.

La aventura no finalizó allí, ni tras la cena de centollos con arroz hervido y cerveza San Miguel, sino que a las 6:30 del día siguiente desayunaba arroz hervido, de nuevo, con pescado frito. Marc, el conductor del trycicle - motocicleta con sidecar tuneado - vendría a las 7 en punto -puntualidad más británica que española-para ir al Fun Dive Asia. Tocaba

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avistar el islote de San Miguel, al norte de la isla Ticao que esconde el mejor coral de la zona, para luego poner rumbo al Manta Bowl, lugar donde los submarinistas serpentean fuertes corrientes acompañados de mantas. Sin embargo la aparición inesperada de un francés llamado Boris, submarinista novato, hizo cambiar los planes. Boris y yo tendríamos que pasar toda la mañana a bordo de una tradicional embarcación, con doble batanga de bambú, balanceándonos, tomando el sol, fotografiando el paisaje azulado, a la espera de zambullirnos a las ricas aguas de la isla de San Miguel ¡Menudo sacrificio!

Subimos todos a bordo y zarpamos sin dilación. Saboreé el silencio de a bordo, degusté el viento, la salpicadura salada y los predominantes azules y blancos. Distraídamente miré a babor y descubrí una tierra frondosa salpicada de miles de palmeras cocoteras, pero también la predominante figura del volcán Mayon. «Sí estoy aquí, activo y soy muy peligroso». Sonreí turbada y seguí deleitándome con el balanceo de la batanga de babor. Y a parte de un intercambio de impresiones con Boris mientras los expertos submarinistas admiraban las rayas, me pasé la mañana

El volcán Mayon

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solazándome a bordo, emulando a una rica heredera. Justo después de la comida - pollo con arroz y ensalada de verdura con fruta - el capitán se apresuró a poner rumbo a la isla de San Miguel al notar el cambio de tiempo. Así, al poco, nos enfrentamos a una corriente procedente del pacífico y a un viento de proa que levantaba olas capaces de marear las batangas de la embarcación. Sosegada, sentada encima del bambú de babor, con el pie rozando el agua, atendí las leves quejas de la rígida caña, por estar más dentro que fuera del agua. Y si antes gocé de la tranquilidad, la

nueva coyuntura fue tan o más placentera e hipnótica que una hoguera. Una hora más tarde divisamos la isla tapizada de palmeras. Pronto desperezaría para nadar en el jardín de coral. Nos dirigimos a la parte más rocosa, sin playa. Gafas, tubo y aletas en su sitio y me zambullí. Los submarinistas seguían preparándose. Dejé atrás la barca y pronto percibí dificultades: la corriente me arremetía a las rocas y el oleaje enturbiaba la visión del coral. El fuerte aleteo de mis pies de pato me alejaban de las rocas, pero una ola traicionera me arrastró de nuevo. Retrocedí. Busqué refugio en una ensenada, pero allí la sombra de la montaña ocultó los colores del coral. Mis ojos siguieron la singladura de peces plateados y la de un pez payaso recién expulsado de su anémona por la corriente. Continué nadando hasta que una ola arremetió de nuevo y me arrastró. El roce coralino arañó mi pierna. No estaba siendo nada placentera la expedición, pero seguí. Dí tumbos y aleteé con fuerza hasta la aparición de medusas, señal inequívoca de retirada. La decepción enfrió la vuelta. Afortunadamente me dejé hipnotizar de nuevo por el crujido del bambú, el movimiento de la batanga al cortar el agua y no quise pensar en nada, ni en nadie. Solo en mi y en mi curiosa relación con el mar. Con la espalda quemada y el aftersun agotado me acerqué al mercado del pueblo - libre de turistas -para comprar crema capaz de aliviar mi espalda. Deambulé por las calles admirando la sencillez de sus habitantes y más especialmente las sonrisas francas de infantes divertidos al descubrir-me.


Arroz secรกndose

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Pueblo de pescadores

Al anochecer un trycicle con luces de neón azulado me acercó hasta el restaurante Baracuda, junto al mar. Recibí una calurosa bienvenida de la camarera de bellos rasgos filipinos. Me indicó que la siguiera y vi un local lleno de turistas. Y justo antes de sentarme Mikel, submarinista holandés y compañero de embarcación, gritó mi nombre mientras saludaba efusivamente. Tenía la lengua desatada por la ingesta de tres cocteles y sentarme en su mesa fue el preludio de una embriagadora noche. Compartimos cena -sashimi de atún, salmonete y gambas a la brasa - charla, vino y muchas risas. Cerramos la noche con chupitos de ron filipino, Tanduay Dark, delicioso. Y abrazados a las camareras y demás personal noctámbulo nos hicimos la foto de familia.

Al día siguiente me aventuré por el interior. Crucé aldeas escondidas en la selva, bosques de palmeras, plataneros y mangos para hallar unas cataratas. Sortee riachuelos, piedras y guijarros bajo un calor sofocante. Caminé por senderos ocultos por la vegetación. Y alcanzar la cima significó descubrir la postal del paraíso: valle de arrozales de un verde subido, flanqueado de un palmeral inacabable que recorría la pequeña bahía hasta topar con un pequeño pueblo de pescadores. Allí de nuevo me zambullí para admirar el fondo marino. Y flotando me dejé mecer por las olas para admirar el arco iris coralino, los peces surcando el mar, las algas meciéndose… La inefable Luzon atesora grandes riquezas naturales, acuáticas e insulares. v

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EV AN EO S DE VI AJ ES LO S

Carretera y manta en la Escocia más verde Un recorrido por sus ciudades, Edimburgo y Glasgow, los increíbles paisajes de sus Tierras Altas y sus castillos encantados TEXTO Y FOTOS AMANDINE BAILLARGUÈS FECHA DEL VIAJE 30/06/2016 A 07/07/2016

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E

scocia es uno de esos país que no defraudan. Tiene ciudades con historia, restaurantes con salsas deliciosas y bares con el mejor ambiente y la mejor música en directo que te puedes imaginar. Eso es lo que me dijeron antes de ir pero lo que puedo decir después de haberlo conocido es que es un país fascinante y que nunca he visto praderas tan verdes como las que hay en este país. Un viaje de 10 días por tierras escocesas en el que hemos descubierto un país al que esperamos volver. Nuestra ruta empezó y terminó en Edimburgo, una ciudad que mi hermana conocía bien y en la que llegamos un jueves bien temprano. Queríamos aprovechar todo el tiempo posible en la ciudad, pues al día siguiente comenzaba nuestra ruta en coche por el norte de la isla. Cuando nos propusimos viajar a Escocia pensamos en la posibilidad Castillo de Dunrobin

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de alquilar un coche y, en un primer momento, no estábamos muy convencidas ya que se conduce por la izquierda y las carreteras rurales pero queríamos ir a nuestro aire aunque con una ruta marcada. Aquí es cuando conocimos a Evaneos, una plataforma que pone en contacto a viajeros con agencias locales en el lugar de destino. El verano pasado, unos amigos de nuestros padres viajaron a Cuba con ellos y su experiencia fue inmejorable. La aportación de la plataforma consistió en ponerles en contacto con el agente local de habla hispana de Cuba. Este les creó una ruta adecuada a sus necesidades, expectativas y deseos. Un auténtico viaje a medida. Allí ellos

también alquilaron un coche, pues la isla se presta a ello y volvieron encantados. Después de conocer su experiencia decidimos probar nosotros también con Evaneos (¡una acertada decisión!) y enseguida conoceréis todo lo que hicimos. Nuestro viaje de primavera por Escocia ha sido uno de los mejores viajes que hemos hecho juntas, por la compañía, organización y por el mismo país. En Edimburgo tuvimos la gran suerte de disfrutar de un cielo azul y de una temperatura bastante buena para lo que nos esperábamos. Allí vimos el Castillo de Edimburgo, situado en la colina de Castle Hill y

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DNI DEL VIAJERO Nombre: Amandine Apellidos: Baillarguès De: Madrid (España) Edad: 39 años Enamorada de la naturaleza y de las letras, he recorrido más de 35 países y suelo viajar una media de 5 país por año. Durante mi juventud viví en varios países de Asia y tuve la oportunidad de conocer a fondo el sudeste asiático. Ahora, asentada en Madrid viajo cada año con mi pareja pero esta primavera y después de haberlo intentado en muchas ocasiones por fin pude hacer el viaje soñado con mi hermana. Nuestra experiencia ha sido fascinante y el agente local de Evaneos nos creó una ruta a medida perfecta.

Los jardines de Princess Street

desde la que nos hicimos una idea de lo que es la ciudad gracias a las vistas que desde allí teníamos de la ciudad. A continuación, tras recorrer la calle más importante de la ciudad, Royal Mile, conocimos el Palacio Holyroodhose, la que es todavía la residencia oficial de la Reina de Inglaterra cuando visita Escocia. Para acabar el día fuimos hasta los jardines de Princess Street, los más importantes de Edimburgo y pudimos descansar y repasar nuestra ruta en coche de los próximos 8 días. Nuestro agente local nos comentó que la señalización estaría en gaélico y en inglés y que tuviéramos precaución cuando estuviéramos por carreteras nacionales ya que era muy

normal que aparecieran animales tales como ovejas o venados. Y además nos dio un mapa de carreteras con nuestra ruta marcada en la que también estaban señaladas las gasolineras. Con todo esto nos fuimos hasta nuestro hotel y al día siguiente comenzamos nuestra ruta. La primera parada fue Glasgow. Aquí visitamos la catedral de la ciudad, la Universidad de Glasgow y sus calles universitarias y llegamos hasta Ashton Lane, una curiosa calle abarrotada de pubs y restaurantes. Desde aquí partimos hasta Buchanan Street, Argyle Street y Sauchiehall Street, las calles comerciales por excelencia. Al día siguiente,

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Castillo de Doune

Los Rápidos de Dochart

cogimos nuestro coche y volvimos a la carretera para comenzar nuestra verdadera ruta por las Highlands escocesas. La siguiente parada fue a 20 minutos de Glasgow. En concreto, el Castillo de Doune, una fortaleza medieval que ha sido escenario de series como Outlander o Juego de Tronos. Situada en Doune, el enclavado está situado en una de las curvas del río Dochart, enmarcado en un frondoso bosque. Un lugar espectacular y en el que, por cierto, no había muchos turistas. Ese día hicimos un pequeño picnic que nos habían preparado en el hotel y lo comimos justo antes de partir hasta la próxima parada, los Rápidos de Dochart. Tras atravesar el Parque Nacional del Lago Lomond y las Trossards, llegamos hasta llegar a Killin, el pueblo en el que se encuentran las cataratas de Dochart.

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Envuelto entre paisajes montañosos, este pequeño pueblo se encuentra justo en el tramo del río donde el cauce se precipita entre las rocas. Aquí lo que hicimos fue cruzar el puente de piedra, ver los saltos desde allí y caminar por las rocas para ver el auténtico espectáculo de la naturaleza. Dormimos en unos apartamentos que el agente local de Evaneos nos buscó y al día seguimos nuestra ruta hasta el Castillo de Kilchurn. Bueno, más bien vimos las ruinas del castillo, pero mereció la pena ya que se encuentra en el borde del lago y es uno de los paisajes más espectaculares que pudimos ver.

Castillo de Kilchurn

Lago Lomond

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Lago Ness

Después de una hora al volante en dirección a la costa oeste de la isla llegamos hasta Oban, definido como un pequeño pueblo pesquero pero que nosotras consideramos como una próspera ciudad que merece la pena explorar. Paseamos por las calles al lado del mar, visitamos su castillo cubierto de enredaderas y hicimos un poco de turismo cultural recorriendo el museo de la ciudad, una auténtica joya. Este día fue bastante ajetreado por lo que fuimos pronto a dormir. Además, al día siguiente teníamos dos

horas por carreteras nacionales y paisajes de cuento hasta llegar hasta uno de los lugares más esperados por las dos, el Lago Ness. Aquí pasamos la mañana y a medio día, tras comer en un restaurante con vistas al lago, emprendimos camino hasta el Castillo de Dunrobin, una impresionante fortaleza de estilo francés que fue la sede de los duques y condes de Shuterland y que según la leyendo sufrió apariciones fantasmales cuando a mediados de los 70 fue sede de un internado para niños. Nosotras no tuvimos ningún

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problema y pasar la tarde en sus jardines fue estupendo. La mañana siguiente volvimos a nuestro coche y recorrimos durante las 3 horas que separan el castillo hasta Glenfinnan, nuestra siguiente parada, paisajes y valles espectaculares. ¿Y qué es Glenfinnan? Pues el acueducto más famoso de la isla y el lugar por el que pasaba el Hogwart Express en la saga cinematográfica del mago más famoso. Situado en el Lago Siel se encuentra entre Fort Williams y la costa oeste de Escocia. Después de contemplar esta bonita postal continuamos nuestro viaje de vuelta a Edimburgo pasando antes por Glencoe, uno de los valles más espectaculares y estremecedores de Escocia. Aquí pasamos el día recorriendo las montañas, parte del lago y de los bosques que hay alrededor. Después de este día de conducción y naturaleza pudimos llegar hasta el cómodo hotel en el que Glenfinnan

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St. Andrews

descansamos y cenamos una de las comidas más ricas de todo nuestro viaje. El día siguiente nos esperaba St. Andrews, nuestra última parada antes de volver a Edimburgo para coger el avión de vuelta. Una pequeña ciudad tranquila en la que disfrutamos de un poco de civilización, tras más de 7 días en medio de la naturaleza. Aquí visitamos la catedral, el mirador de St. Rule, el Castillo de St.Andrews y terminamos en la playa protagonista de la famosa película Carros de Fuego. Esa misma noche volvimos a Edimburgo, devolvimos nuestro coche de alquiler que, por cierto, no nos dio ningún problema durante todo el recorrido y fuimos hasta el

mismo hotel que nos había alojado el primer día. Aquí nos cambiamos y salimos a disfrutar de la noche de Edimburgo. Estábamos muy cansadas pero la ciudad invitaba a salir y también el tiempo. Al día siguiente nos tocó madrugar para volver a la realidad. Pero aquí, la única realidad era que habíamos vivido una experiencia natural que no esperábamos vivir y que Escocia y los lugares que recorrimos cumplieron altamente con las expectativas. v

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París, mon amour La ciudad francesa sigue cautivando a todos cuantos la visitan a través de sus peculiares calles cargadas de historia, sus monumentos y su glamour TEXTO Y FOTOS MARINA GARCÍA FECHA DEL VIAJE OCTUBRE 2014

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D

ividida en dos por un hilo de agua Patrimonio de la Humanidad, la inspiradora París posee una belleza atemporal. Ladrón de guante blanco, la seductora capital europea me robó el corazón hace dos años, y aún no me lo ha devuelto. Aquel otoño de 2014, partí junto a mi familia, ajena a lo que me esperaba, con las primeras luces del alba y una sonrisa tonta en

la cara: ¡por fin íbamos a París! París, ni más ni menos. Nuestro hotel, modesto pero coqueto, se encontraba muy cerca de la Plaza de la Concordia. No había tiempo que perder. Dejamos las maletas y dirigimos nuestros pasos hacia aquel rincón. Una vez allí no tuvimos más que dejarnos llevar por la historia. Francia, envidiosa de su vecina Italia, anhelaba tener monumentos con los que emular al país del Imperio romano. Su sueño se vio cumplido cuando el virrey de la tierra de los faraones le ofreció un regalo que no pudo

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rechazar: el gran Obelisco. Nos cuentan que el inmenso monumento, que se eleva hacia el añil, tendría que estar acompañado, pues eran dos y no uno los pilares que, en un principio, se iban a trasladar desde Egipto hasta este punto del mapa. Sorprendidos, descubrimos que lo custodian, quizá porque temen que vuelva a la tierra a la que pertenece, dos colosales fuentes, la Fuente de los Ríos y la Fuente de los Mares. Contamos también hasta ocho esculturas alrededor de la plaza: cada una de ellas representa a las ciudades más importantes del país. Continuamos escuchando absortos a nuestro guía que, aunque no luce camiseta a rayas ni boina, nos atrapa con su apasionante discurso y responde a todas nuestras preguntas enchanté.

Un escalofrío nos recorre el cuerpo al saber que en este lugar fue donde se instaló la guillotina durante la Revolución Francesa y que el nombre de la plaza no es sino el punto final a aquella etapa de horror. El relato nos ha despertado las ganas de comer; apenas hemos probado bocado desde que salimos de casa, hace ya varias horas. Disfrutamos de París con todos los sentidos. Sucumbimos ante los tentadores crepes, reponemos fuerzas y proseguimos nuestro camino. Nos perdemos en sus calles de boulangeries, que huelen a croissant recién hecho, aunque este, curiosamente, no fue inventado aquí, sino en Viena. No importa. A la burguesa París se le perdona todo y se le consiente cualquier capricho.

Museo del Louvre

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Llegamos así a la Iglesia de la Magdalena y, desde ahí, hasta la neobarroca Ópera de Garnier. Regalo de Napoleón III a la ciudad, el espectacular edificio nos roba el aliento. Paseamos por el interior de la opulenta construcción. En el vestíbulo nos da la bienvenida un bosque de columnas de mármol y grandes candelabros. Los difuminados contornos de la llamativa pintura de Chagall, que decora el techo de la sala principal, nos recuerdan a fantasmas; es como si aquel cuadro formase parte de la célebre novela de Gastón Leroux. Nos resulta difícil decirles adiós, pero hemos de continuar si queremos aprovechar al máximo

DNI DEL VIAJERO Nombre: Marina Apellido: García De: Malaga (España) Edad: 28 años Soy Marina, malagueña de corazón y madrileña de adopción. Siempre me ha gustado mucho leer y también escribir, por eso hace varios años abrí un espacio literario donde compartir con otras personas esta afición: El Devorador de Libros. Actualmente trabajo como periodista.

Rue la Fayette

los cuatro días que vamos a pasar en la ciudad. Tomamos la Rue la Fayette, vía que nos conduce, sin darnos cuenta, a las afamadas Galerías Lafayette Haussmann, donde entendemos por qué París presume también de ser la capital del lujo. Finalmente, deshacemos nuestros pasos y nos encaminamos al hotel. La primera jornada ha pasado volando; soñamos con todo lo que todavía nos espera. Al día siguiente, amanece gris y frío. La intermitente lluvia nos acompañaría el resto del viaje. Protegidos con nuestros paraplueis, decidimos que lo mejor es visitar el Louvre, museo que nos cobija de la incesante llovizna. Los llamados Apartamentos de Napoleón son de paso obligado en cualquier visita que se precie a la capital del país. Nuestra imaginación vuela, descontrolada, en cuanto vislumbramos por vez primera las fastuosas salas por las que no ha pasado el tiempo y en las que aún parece flotar la exclusiva fragancia de la reina, L’Eau Imperiale, creada por Pierre Guerlain. Por estas exclusivas estancias creemos ver a

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Napoleón III, el último monarca absolutista de Francia, y a su esposa, la española María Eugenia de Montijo. Nos relatan que fueron uno de los matrimonios más poderosos de la Historia, pero que, aunque tuvieron de todo, pronto se les gastó el amor. C’est la vie! Después, vagamos horas y horas por las diferentes salas que se esconden en la moderna pirámide de acero y cristal. Observamos, absortos, a la enigmática Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci, y más,

mucho más: Caravaggio, Delacroix, Vermeer, Veronese… Definitivamente, necesitaríamos mil vidas para admirar cada una de las obras que acoge el museo. El segundo día es de lo más intenso. Por la tarde nos espera algo para lo que no estamos preparados. Lo decía Hans Christian Andersen de Roma, pero bien podría aplicarse a París: la capital francesa es también un libro de fábula en el que cada página, cada vuelta de esquina es un auténtico prodigio. Y la prueba más fehaciente es Notre Dame, donde subimos los más de trescientos escalones hasta el campanario. Notre Dame Nos dejamos envolver por la atmósfera mágica del lugar. En cualquier momento, nos da la sensación, las gárgolas van a echarse a volar. En ese instante, queremos ser de papel, para poder quedarnos allí para siempre, como Quasimodo, el personaje del adorado Víctor Hugo. Literaria París, no podíamos tampoco dejar pasar la oportunidad de visitar Shakespeare and Company, la estupenda librería. Retomamos el recorrido, seguro de nosotros mismos, pensando, ingenuos, que ya

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nada puede sorprendernos. ¡Qué equivocados estamos! En la Santa Capilla pedimos que alguien nos despierte. ¿Es todo aquello de verdad? Construida para albergar las reliquias de Luis de Francia, por sus espectaculares vidrieras policromadas se cuela la luz, una claridad que ya empieza a apagarse. Para la noche hemos reservado una visita muy especial. Tomamos el metro y, cuando salimos a la superficie nos recibe el Arco del Triunfo, una estrella de doce puntas de piedra, una por cada calle que parte de ella. Contemplamos desde su parte más elevada los Campos Elíseos y el barrio de La Défense, al fondo. Estamos agotados, pero cada uno de los minutos de esta jornada han merecido la pena. Nos dormimos felices, risueños; París ya nos ha conquistado. El tercer día tenemos reservada la visita a la Torre Eiffel, cuya silueta de acero ya hemos observado desde diferentes puntos de la ciudad. ¡Y pensar que estuvo a punto de ser derruida! Construida para la Exposición Universal de 1889, pasó de ser un amasijo de hierro al que nadie comprendía, al símbolo de

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Torre Eiffel

Vistas desde la Torre Eiffel


Basílica del Sacre-Coeur

toda Francia. Las medidas de la niña bonita nos dejan sin palabras, y eso que la esperábamos algo mayor. Desde este balcón de París rozamos el cielo. Con el atardecer, tras visitar Los Inválidos, nos vamos a Montmartre, donde nos espera la blanca cumbre, la Basílica del Sacre-Coeur. Anonadados nos sentamos en la escalinata, ese inmenso banco que mira hacia la ciudad. Aplaudimos a un acróbata del balón del que envidiamos su equilibrio sí, pero, sobre todo, que pueda mostrar su talento al mundo en un escenario como aquel. Y es que esta basílica romano-bizantina parece haber salido del pincel del mejor maestro, no en vano estamos en el romántico Barrio de las Artes. Nos llevamos un recuerdo a carboncillo.

A la mañana siguiente, nos espera una de las reinas más excéntricas de la historia, María Antonieta. Pasamos la mañana del cuarto y último día en Versalles. En la Galería de los Espejos creemos oír el sonido de los zapatos de tacón de Luis XIV, incluso llegamos a atisbar a alguien con una gran peluca blanca y un traje de puños de encaje… El Salón de la Paz y el Salón de la Guerra, así como los apartamentos de los monarcas nos impresionan sobremanera: nunca antes habíamos visitado un palacio de semejantes proporciones. En esta época, los infinitos jardines están desnudos, pero aún así nos parecen un paraíso en la tierra. Tras la mañana real, de vuelta en la ciudad, ya por la tarde-noche, compramos los últimos souvenir, con la Torre Eiffel como faro de acero, y visitamos la zona del Moulin Rouge.

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La cinematográfica París no duerme, se reinventa, volvemos a comprobar, con cada amanecer. Sus quartiers derrochan pura magia en cualquier momento del día. C’est l’art de vivre! Ya apenas nos quedan unas horas para poner fin a este viaje de ensueño. Como the end surcamos las tranquilas aguas del Sena. Partimos muy temprano de regreso a casa. À bientôt, susurro cuando el avión despega, porque estoy convencida de que pronto volveremos a vernos. Y es que no es un cliché amar esta ciudad. La capital se entrega sin dar nada a cambio y es inevitable caer rendido a los pies de acero de su símbolo más conocido. Es París, mon amour, París, y yo ya sé que la voy a echar de menos. v

Entrada a Versalles

Jardines de Versalles

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Capadocia en imรกgenes

Desde Antalya hasta Gรถreme cruzamos una preciosa parte de la regiรณn de la Capadocia y disfrutamos de cascadas, parques naturales, antiguas ruinas romanas, Konya y el imprescindible paseo en globo aerostรกtico. Fotos: Teresa Olivares


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PUERTA DE EMBARQUE

Nueva Zelanda

PALABRAS CLAVE. Lolly cake, Kiwi, Aoteroa, Wellington, Hangi, haka, Hongi, rugby, coliandro, salmón australiano, Milford Sound, Moeraki Boulders, Stone Store, Kaori, Hei-Tiki. Paua. Es enorme molusco de tonos apagados, exclusivo del país, esconde en su interior un abanico de colores irisados que lo han convertido en un tesoro para los Maoríes, que lo usan en sus joyas. Kiwi. Esta ave no voladora de pico flexible es originaria del país y su símbolo. Quizá por su similitud, cuando la fruta fue introducida en el país en 1904 recibió el mismo nombre y fue cultivada. Sky Tower. Situada en Auckland, con sus 328 se convirtió en 1997, año de inauguración, en la estructura de mayor altura del hemisferio sur del planeta. El pohutukawa. O árbol de Navidad, es un árbol gigante único en el país. Crece hasta los 20 m, y produce unas flores rojas brillantes que florecen justo el 25 de diciembre. De ahí el nombre...

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Moko. Es un arte de tatuaje milenario maorí –la primera tribu que llegó al país– que se aplica normalmente en la cara.


magellan De viajero a viajero

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En el próximo número:

Viajamos a Islandia

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