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Nº 09 2013
MALA
MALA / EDICIÓN 09 / 2013
EDUCACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD
40 años del golpe EN ESTA EDICIÓN: Pedro Lemebel, Rodrigo Román, Hugo Gutiérrez, Ni Casco ni Uniforme y más.
Esta revista camina libremente por las principales calles de Latinoamérica. MALA / PÁG 1
índice
Editorial
4-5
“Amargo Florecer” Por P. Lemebel
6-7
“El golpe del golpe” Ni Casco, Ni Uniforme. Por Dan Contreras
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“Nada está Olvidado”, Por Rodrigo Román
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“Una mujer en Villa Grimaldi” Por Valentina Lorca
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“El golpe de estado en Chile, un crimen contra la paz” Por Hugo Gutiérrez
Queda rigurosamente permitida la reproducción total o parcial de esta publicación y puede transmitirse en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro. El resultado de nuestra obra de creación colectiva no corresponde a un producto, por lo que éste ha sido elaborado precisamente para ser democratizado y socializado.
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Colaboran:
14-153
“A 40 años del golpe y sus nuevas formas de organización” Por Alonso Pulgar
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“La Dicta aun dura” por Sebastián Larraín
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EDITORA: Nathaly Jones. DISEÑO: Polilla Delacalle. EN ESTA EDICIÓN: Pedro Lemebel, Violeta Lorca, Rodrigo Román, Sebastián Larraín, Alonso Pulgar, Hugo Gutiérrez, Ni Casco ni Uniforme. AGRADECIMIENTOS A: den Revolutionsmäzen y a Flavia.
contacto@revistamala.cl ESTA REVISTA ES TOTALMENTE AUTOGESTIONADA, INDEPENDIENTE, AUTÓNOMA Y NO REPRESENTA
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INTERESES EMPRESARIALES, RELIGIOSOS NI PARTIDISTAS.
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“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”
Salvador Allende. MALAaviones. / PÁG 3 En estos momentos pasan los
EDITORIAL 09 4 PÁG/ MALA 4 PÁG/ MALA
Por ti, por mí, por todxs lxs compañerxs Conmemoramos con nuestras marchas, protestas y con esta edición a quienes cayeron el 11 de septiembre de 1973. A los que tuvieron que esconderse durante la dictadura. A los que tuvieron que alejarse de sus familias y luchar por la resistencia desde la clandestinidad. A los que fueron torturados, asesinados y desaparecidos. Iniciando los años setenta, el gobierno de la Unidad Popular (UP) era algo mucho más grande que la figura de Salvador Allende. Chile se encontraba en un momento histórico donde los trabajadores y campesinos habían tomado conciencia de la lucha de clases y buscaban cimentar un camino hacia el socialismo. Diversos grupos de izquierda apoyaron a Allende porque creían que eran los trabajadores los que se tomaban el poder. Germinó un orgullo proletario, un fortalecimiento sostenido de la organización sindical y un cuestionamiento generalizado de los medios de producción. Todo esto caló profundo en el corazoncito de la derecha política y económica chilena, que se ha caracterizado desde siempre por tener un profundo sentimiento anticomunista. Los empresarios tenían terror de los trabajadores y comenzaron a conspirar para destruir el gobierno de la UP. La campaña del terror, el boicot económico, la disminución de la actividad productiva, la inflación y el desabastecimiento hicieron tambalear el mandato de Allende y fue gracias a la conducción de Augusto Pinochet que finalmente el 11 de septiembre de 1973, se aplastó el sueño de la vía democrática al socialismo, que por ser tan “democrático” no tuvo como defenderse de las armas de los golpistas. La noche de la dictadura que duró 17 años y
La noche de la dictadura que duró 17 años y cuyo legado se mantiene vivo e MALAel/ EDICIÓN 09 / consagró 2013 indestructible hasta día de hoy, el terrorismo de Estado en Chile: Represión y persecución política, tortura, violaciones, asesinatos, y desapariciones. Golpizas, mutilamiento, colgamientos, aplicación de electricidad, asfixia a través de la inmersión de la cabeza en el agua, amenazas de todo tipo, simulacro de fusilamientos, fusilamientos, humillaciones y vejámenes de todo tipo, violaciones y abusos sexuales tanto a hombres como a mujeres, y muchísimo más. ¿De dónde sacó Pinochet a tantos delincuentes? Qué terrible combinación entregar una cuota de poder a un grupo de desequilibrados mentales. ¿Cómo pueden haber hombres capaces de tanta crueldad, de tanta maldad, capaces de excitarse con las atrocidades que cometían sistemáticamente, anticipando la impunidad que los acompañaría por siempre? Y por si fuera poco, siniestramente hubo una coordinación internacional entre las dictaduras de América del Sur para perseguir, detener, torturar, fusilar y hacer desaparecer a luchadores sociales. Es cierto que los jóvenes no vivimos la dictadura, no tuvimos que escondernos, no fuimos violentados ni sabemos lo que era estar atrapado en un tiempo amargo y cruel. Pero actualmente vivimos la peor parte, las consecuencias, toda la herencia maldita de la dictadura militar, tan perversamente agasapada por la Concertación, por los mismos que supuestamente fueron torturados y perseguidos, y que por intereses económicos y políticos han terminado siendo la misma basura opresora y traidora con el pueblo chileno. 40 años más tarde, los militares y los fanáticos pinochetistas, siguen convencidos que liberaron a Chile del cáncer del marxismo. La ideología anticomunista y su respectivo adoctrinamiento en todos los espacios desde niños, son el sustento de posicionamientos tan patéticos como este. Y es que no puedo dejar de pensar en los acorralados caminos que recorrieron los desaparecidos, en la miseria humana de los verdugos, torturadores y asesinos que sostuvieron una guerra sangrienta por tantos años en contra de los más humildes. Pienso en un último momento, en una última mirada, anticipando la propia muerte, desafiando la tortura, sosteniendo la lealtad, manteniendo los ideales, mirando hacia la nada, con los ojos vendados, dando un último suspiro, perdiendo la vida por la liberación del pueblo… y con la frente en alto, llenos de dignidad. Por ti, por mí y por todos los compañeros. Por el desaparecido que cada uno tiene en el corazón. Me conmuevo un 11 de septiembre, 40 años más tarde, porque no sé adónde la historia me conducirá. Quién sabe, en cuanto tiempo más serán otros jóvenes los que lucharán por recuperar mis huesos y, si quizás será mi familia, la que sufrirá el flagelo y la tristeza de mi desaparición. Al compañero que murió en dictadura, los que vamos a morir, hoy te saludan.
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PEDRO
LEMEBEL
AMARGO FLORECER “...Eran tres hombres salpicados de yodo lo que vi esa mañana desde mi infancia...”
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Periodista chileno, especializado en política global y conflictos internacionales. Actualmente se desempeña como analista internacional de Chilevisión, y como conductor de TV Senado.
MALA / EDICIÓN 09 / 2013 Destacado escritor, cronista y artista plástico. Reconocido internacionalmente por utilizar su arte como una herramienta de denuncia y crítica política y social.
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a mañana del doce de septiembre alumbraba degolladamente parda ese Santiago despertando de un mal sueño, una pesadilla sonámbula por el ladrido de la balacera la noche anterior. Por la panamericana sur los camiones blindados pasaban hacia el centro disparando, disolviendo los grupos de vecinos que comentaban en las esquinas la novedad del golpe. El aire primaveral espesaba en coágulos de zinc sobre el techo de los blocks, sobre los niños jugando a los bandidos, disparándoles con sus manitos a los helicópteros que remecían el cielo alborotado de palomas. En las escaleras y pasillos, el revuelo de señoras que entonces no eran tan viejas, más bien mujeres jóvenes, de mediana edad, tendiendo ropas en las barandas, mujeres frescas aun en las cretonas floreadas de sus faldas crespas. Mujeres pobladoras, dueñas de casa que no entendían aún lo que estaba pasando, pero se veían tensas en sus ademanes copuchentos de apuntar con la boca y clavar los ojos en la aglomeración de vecinos que se veían a la distancia, que no era tanta distancia, apenas media cuadra de población que lindaba en el baldío de la panamericana y Departamental. Allí, justo donde hoy se levanta una bomba de bencina y una joven Villa para empleados públicos, entonces hediondeaba a perro podrido la mañana del basural llamado El Botadero, una cantera profunda donde sacaban ripio y arena. El hoyo en que los camiones municipales descargaban la podredumbre de la ciudad. En esa pequeña cordillera de mugres, los niños de los blocks jugábamos al ski en los cerros de basura, nos deslizáb a m o s en un
cartón o en una palangana por las laderas peligrosas de fonolas humeantes. Allí en los acantilados de escoria urbana, buscábamos pequeños tesoros, peinetas de esmeraldas sin dientes, papeles dorados de Ambrosoli, la hoja de revista Ritmo bajo un espinazo de quiltro, una botella de magnesia azul churreteada de caca viva, un pedazo de disco 45, semienterrado, espejeando la muda música del basural que hervía de moscas, gusanos y guarenes esa mañana de septiembre en 1973. Desde el tercer piso de los blocks, se podían ver los tres cadáveres en el rastrojo de los desperdicios, se veían todavía encarrujados por el último estertor, aún tibios en la carne azulosa, perlada de garúa por la gasa del amanecer. Eran tres hombres salpicados de yodo lo que vi esa mañana desde mi infancia, los vi asomado entre las piernas de la gente, mis vecinos comentando que tal vez eran delincuentes ajusticiados por el Estado de Sitio, como informaba la televisión. Decían esto apuntando a uno de los hombres un poco mayor que usaba bisoñé, y en el golpetazo de la balacera se le había corrido y mostraba su cráneo abierto, como un manojo de rubíes coagulado por el sol. Para mí, algo de esa sospecha no correspondía, no encajaba el adjetivo delictual en esos cuerpos de 45 o 60 años, caballeros sencillos en su ropa triste, ultrajada por las bayonetas. Tal vez abuelos, tíos, padres, mecánicos, electricistas, panaderos, jardineros, obreros sindicales, detenidos en la fábrica, y rematados allí en el basural frente a mi casa, lejos de sus familiares esperándolos con el credo en la boca, toda esa eterna noche en vigilia de siglos, para no verlos nunca más. Han pasado los años desde aquella mañana, y aún el mismo escalofrío estremece la evocación de esas bocas torcidas, llenas de moscas, de esos pies sin zapatos, con los calcetines zurcidos, rotos, por donde asomaban sus dedos fríos, hinchados, tumefactos. La imagen vuelve a repetirse a través del tiempo, me acompaña desde entonces como “perro que no me deja ni se calla”. A la larga, se me ha hecho familiar recordar el tacto visual de la felpa helada de su mortaja. Casi podría decir que desde aquel fétido eriazo, sus manos crispadas me saludan con el puño en alto emergiendo entre la basura, donde porfiadamente brota su amargo florecer.
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El golpe del golpe (La letra chica del “Por la razón o la fuerza”) Por Dan Contreras, Dramaturgo y Licenciado en Historia, miembro del grupo libertario anarquista “Ni casco, Ni uniforme”.
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eptiembre es el mes de la patria, señalan los entendidos. Los espacios se empapelan del tricolor blanco, azul y rojo, cosa que el francés o la francesa que se encuentren por acá se sientan como en su casa. De paso nos acordamos del blanco representando la nieve de Farellones y Portillo, de ese azul del cielo y el mar de las siete familias chilenas; el rojo intenso, reflejo de la sangre de los militares, y por qué no decirlo, carabineros que han dado la vida por la patria (el resto de los muertos en el territorio designado como Chile, queda en el banco de sangre guardada en caso de alguna eventualidad, como una guerra contra peruanos, bolivianos o cualquier país latinoamericano que le discuta al jefe de Chile). En el noveno mes del año, los pequeños y las pequeñas de Chile se ponen delantal y cotona para pintar con témpera el escudo nacional, ese que tiene como fundamento ideológico recordarnos que la Historia de este país está marcada con el hierro al rojo del militarismo, y que esa marca se lleva en el lado izquierdo del pecho, en el lado del corazón. Porque aunque el ejército encarna a la institución asesina por naturaleza, matando a más personas civiles que cualquier
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peste en la Historia local, igual seguimos aceptándolo, respetándolo y enseñándolo. Debajo de las patas de los animales del escudo nacional, se encuentra enmarcada la frase “por la razón o la fuerza”, frase que une esa dualidad (razón y fuerza) tan racional y lógica que tratamos de regir con ella nuestra vida y la de este país. De hecho, el conducto regular dice que ante un problema de intereses, altercados o malos entendidos, se debe intentar dialogar, racionalizar con la persona, y si hasta entonces nuestros métodos no han funcionado, viene el golpe, viene la fuerza que puede ser transformada en puñetazo o en bombardeo. ¿Cuántas veces le dijeron a Allende?, ¿cuántas veces le dijeron a la gente que se creía dueña de su destino? “Por la razón o la fuerza” no es sólo una frase cliché, sino más bien un estilo de vida, una forma de pensar, un imaginario construido desde las prácticas modernas, de las cuales nosotros/as estamos muy bien acostumbrados/ as, creándonos imágenes con cada parte de ese binario: la “razón” la asociamos a la verdad, a la respuesta, a la
NI UNIFORME
NI CASCO
MALA / EDICIÓN 09 / 2013 argumentación que nos faculta sentirnos más elevados que los otros animales. El elemento “fuerza” la vinculamos a violencia, a represión, a ruptura, y por qué no decirlo, a dictadura. Podríamos inclusive decir, hablando de las coyunturas históricas de este país, que ya pasamos por el período de “fuerza” y que ahora estamos viviendo momentos de “razón”, de verdad, de calma histórica. Pues siéntase engañado porque desde que entramos en la era de la “razón” post dictadura llamada “transición” (y que nadie sabe si aun seguimos en ella o cuándo terminará esa cuestión) no ha sido un transcurrir correcto o evolutivo como se esperaba después de la “fuerza”, sino más bien ha sido una perduración de lo malo con aderezos de cosas buenas. En otras palabras, acá nunca hubo una evolución política sino una mutación de ésta. Y es que las dualidades “por la Razón/bueno o la Fuerza/malo” cambiaron completamente. Hubo un movimiento conceptual que nació de lo esperable, que la “razón” se transformara en lo legal y en lo democrático, sin embargo, lo que hizo esta democratización fue pavimentar el camino a la perpetuidad de la dictadura a través de un discurso que apelaba a la reconciliación, al olvido de la fuerza desmedida y al perdón justificado por este nuevo amanecer. No llegaron nunca los complementos de esa “razón” como verdad y justicia, y sí se solidificaron los complementos de la “fuerza”, como las injusticias, los arreglos oligárquicos, la militarización y la persecución.
Esto fue un golpe del golpe, una pasada de gato por liebre por el exceso de confianza que se tuvo al sistema republicano. Un gatopardismo que muchos/as veían venir pero que no se atrevieron a levantar la mano (ni el puño) ni a expresar las dudas, ya que esas expresiones eran de violento/a, era aplicar “fuerza” cuando se veía claridad de “razón”. Les dijeron que confiaran en la “fuerza de la razón” pero nunca se preguntaron quién estaba escribiendo sobre esa “razón”, o a quiénes se les estaba dando, regalando. El golpe del golpe sacudió la mesa de diálogo, botando (y votando) toda carta de ilusión y de esperanza. Las cartas quedaron mirando hacía abajo, la reina de corazones quedó en el piso y las cartas de diamante se las llevó el dictador a la tumba. El golpe del golpe movió las cartas pero también los conceptos. Si cuando el innombrable estaba vivo era “por la razón o la fuerza (inhumana y desmedida contra el pueblo)”, y luego vino el “Por la fuerza de la razón”, lo cual resultó ser un juego de palabras únicamente; ahora pareciese ser que el “por la razón o la fuerza” volvió a reflotar pero con un cambio importantísimo, la resignificación del concepto fuerza. Este cambio se está generando porque la “fuerza” está radicalizada últimamente en sujetos políticos informales pero tremendamente influyentes, llámese estudiantes, jóvenes, trabajadores/as asalariados/as, ecologistas radicalizados/as, anarquistas, entre otros/as. La “fuerza” poco a poco se ha separado de la “razón” en búsqueda de ese cambio que prometió la “razón” alguna vez, pero que nunca llegó. La “fuerza” se está limpiando de los prejuicios, a pesar que los que tienen la “razón” en estos momentos, busquen incesantemente ensuciarla a través de campañas de criminalización, de montajes, de basura televisiva, de reforzar la civilidad portaliana y de castigar hasta matar. De esta lucha, de esta pugna o dialéctica entre la “razón” y la “fuerza”, entre el Huemul y el Cóndor, debemos estar atentos/ as y ver a quién apoyamos. La única advertencia es que, si le cree a la razón nuevamente, esta vez lea bien la letra chica. NI CASCO NI UNIFORME, es un grupo libertario que tiene como objetivo promover el antimilitarismo en la sociedad y en los movimientos sociales, a través del cuestionamiento de la estructura militar y de las practicas de dominación generadas por la cultura patriarcal, por el Estado y por el sistema capitalista. Propaga el antimilitarismo a través de diversas acciones, con el objetivo de concebir la “ cuestión militar” mas allá de los cuarteles, explicando que el rol de las fuerzas armadas es velar por los intereses de los mas poderosos y el sometimiento o eliminación de cualquier practica que busque la liberación social.
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NADA ESTÁ OLVIDADO Por Rodrigo Román
“...No se mataron como ratas, los mataron los cobardes milicos”
Abogado, miembro fundador de la organización “Defensoría Popular”, organismo de Derechos Humanos creado en 2008 como una herramienta de defensa de los derechos de luchadores sociales.
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e cumplen cuarenta años desde que se instalara por la fuerza, a punta de balas, la dictadura más cruel que ha conocido nuestra historia. Sus resultados, además de las decenas de miles de desaparecidos, ejecutados, torturados, exiliados, CRÍMENES EN SU MAYORÍA IMPUNES, son la instalación de un modelo de miseria y exclusión que con la venia de los gobiernos de la Concertación, no ha hecho más que consolidarse. En efecto, los militares y civiles genocidas no sólo gozan de impunidad, sino que en su caso, además desde sus puestos de parlamentarios, ministros y/o empresarios, son quienes hoy nos gobiernan. Por su parte, sigue pendiente el necesario castigo de las citadas conductas genocidas, habida consideración que no hacerlo significa más impunidad, todo lo cual así lo ha entendido la comunidad internacional, quienes a través de diversos instrumentos internacionales imponen a los Estados la OBLIGACIÓN de castigar dichos crímenes, que dicho sea de paso, son los más graves que ha conocido nuestra humanidad. La respuesta a todo ello no puede sino ser justicia nada más, pero nada menos; objetivo que se ha visto seriamente amenazado ya por el silencio de los genocidas, ya con la complicidad de los gobiernos de la Concertación, quienes faltando a su palabra empeñada, no han dado un solo paso en dicha dirección. Basta recordar la oferta hecha al pueblo de Chile, por allá por el año ‘89, en lo relativo a la derogación de la Ley de Amnistía, incumplimiento que incluso le ha significado castigos al estado Chileno dada su contumacia en mantenerlo vigente. Recordemos también y por qué no, el nombramiento de Juan Emilio Cheyre como “Comandante en Jefe del Ejército”, realizado por el otrora presidente y hoy ciudadano LAGOS, quien groseramente lo ha pretendido excomulgar a través de sus apariciones en los medios de comunicación que hoy por hoy, se han dedicado a festinar con los cuarenta años, como si nada tuvieran que ver. Recordemos también, la mano tendida al otrora dictador por parte de FREI, quien derechamente lo salvó del necesario juicio que en Chile jamás se verificó. Recordemos la mesa de diálogo, de AYLWIN, la Ley Valech, de LAGOS y su secreto de cincuenta años y otros tantos episodios de impunidad que han sido generados desde el poder político, con la complicidad de los genocidas. Recordemos el escandaloso financiamiento que los gobiernos de la concertación le han hecho al diario de Agustín, por conceptos de avisaje, aun cuando el mundo entero sabe la responsabilidad criminal de Edwards, ya en el golpe del 11 de Septiembre de 1973, ya en las innumerables y sucesivas muertes de cientos de luchadores sociales, como cómplice o encubridor de decenas de crímenes de lesa humanidad. No se mataron como ratas, los mataron los cobardes milicos de nuestro glorioso “ejército vencedor, jamás vencido”. No puedo terminar estas palabras sin siquiera hacer mención a Claudia López, Daniel Menco, Matías Catrileo, Rodrigo Cisternas y tantos otros y otras vilmente asesinados en este largo camino hacia la verdadera liberación de nuestro pueblo. ¡¡¡Justicia nada más… pero nada menos… Nada, ni nadie está olvidado!!!
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Una mujer en Villa Grimaldi:
“La creación como una práctica de resistencia y sobrevivencia” Por Violeta Lorca
Periodista egresada de la Universidad de Chile, investiga los cruces entre literatura, poder y memoria.
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pesar del decadente panorama cultural y de las inexistentes políticas culturales del Estado, emergen escrituras y textos de una potencia arrolladora. Textos capaces de cachetearte, sacudirte hasta las entrañas y no dejarte dormir. A 40 años del golpe militar, Una mujer en Villa Grimaldi, de Nubia Becker, es uno de ellos. Testimonio de una sobreviviente del infierno, lectura indispensable en la construcción de la memoria y el poder popular. Un relato sobre la resistencia y la inaudita capacidad del ser humano de levantar, en medio del horror y el mal, las increíbles imágenes del amor, la lealtad y la solidaridad. Becker, ex militante del MIR, prisionera política y víctima del terrorismo de Estado, en combate abierto contra el olvido y la impunidad, autoeditó y publicó, en plena dictadura, este testimonio sobre su estadía en el centro de detención de la DINA, Villa Grimaldi, bajo la urgencia de “rescatar estos recuerdos y a los hombres de carne y hueso, así como sus reacciones frente a las situaciones límites en que les correspondió hacer la historia”. En ese entonces, el texto clandestino, corría de mano en mano entre un reducido círculo de militantes. En 2011, decide reditarlo junto a editorial Pehuén y lanza una versión revisada al que devuelve su nombre real. A esta valiente mujer, aunque parezca inverosímil y muchos sostengan que resistir no era posible, la represión no logró quebrarla. Para ella incluso la muerte fue preferible a obedecer, a doblegarse
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frente al enemigo y traicionar todo aquello en lo que creía. Apostó por resistir como un acto de sobrevivencia. En medio del tormento a su cuerpo, la corriente, los apremios sexuales, la degradación y la crueldad absoluta de la tortura, enfrentada a un poder ya sin antifaces, prisionera en un espacio del mal total, esta militante optó por resistir. Desafió a sus captores con la única arma que poseía, no sucumbir a la delación, optar por el silencio y la lealtad. La destrucción de sí misma no sería la tortura ni la degradación, sino la rendición. No se trata de condenar a los que expuestos a una experiencia límite no soportaron más y entregaron a sus compañeros, sería demasiado indolente y soberbio de nuestra parte, revestirse con la toga de jueces una actitud prepotente e indeseable. La tortura es brutalmente eficaz. “Aquí todos hablan”, era el lema de los oficiales y de la represión. Sin embargo, la pregunta acosadora e inevitable, se retuerce en la conciencia y a ratos, hace daño: Si situado o situada en un contexto similar, ¿habrías soportado? Más acá o allá de lo insondable de tal pregunta, las memorias de esta mirista son una grandiosa lección ética porque demuestran la posibilidad cierta de resistir aun en el peor de los peores escenarios imaginables. “Como tumba, aunque te muelan a palos. Pensé así porque creí que todo valía la pena para el futuro”. Entonces surge otra de las perturbadoras interrogantes que plantea el texto, qué hemos hecho porque aquello valiera la pena.
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Después de todo, ese futuro al que alude Becker es nuestro y está en nuestras manos transformarlo. En el simulacro democrático del Chile actual, en el NeoChile que emergió luego de la dictadura, vivimos acosados, sitiados por múltiples poderes que nos bombardean desde todas las direcciones y nos incitan a la docilidad, la obediencia y la resignación. Contra eso, podemos levantar el ejercicio cotidiano de resistir en las pequeñas y grandes batallas, de desobedecer a los mandatos hegemónicos, de considerar al otro, de generar alianzas, de construir comunidad, de tomarse los espacios materiales y discursivos, de salir a la calle, de levantar la voz, gritar y pelear. Creer que es posible modificar nuestras actuales condiciones de existencia y luchar por ello, no puede ser sino una práctica de resistencia y sobrevivencia obligatoria. Se vuelve insoslayable, entonces, luchar contra la opresión y la anulación que nos intenta imponer la clase dominante. Destruir el binomio producir/consumir en que asienta la vida regida por el capital y el sistema neoliberal en el que estamos insertos. Comenzar a recrear otros imaginarios posibles, en otras palabras, constituir nuevas prácticas revolucionarias: “Es sólo en términos de negación que hemos conceptualizado la resistencia. No obstante, la resistencia no es únicamente una negación: es proceso de creación. Crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso, eso es resistir”.
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EL GOLPE DE ESTADO EN CHILE,
UN CRIMEN CONTRA LA PAZ Por Hugo Gutiérrez Gálvez
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l 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende y la Unidad Popular llegan al gobierno con el 36,2% de los votos. A partir de ese momento se inicia el proceso de transformaciones más importante en favor del pueblo, de los trabajadores y de los pobres de la ciudad y el campo. Por primera vez en el mundo, un programa socialista llegaba al poder de la mano de la democracia. Se aceleró y profundizó el proceso de la reforma agraria, se nacionalizó la banca, las telecomunicaciones, el cobre, el salitre, el hierro y el carbón. Mediante la estatización de empresas e industrias se obtuvo la reactivación económica y redistribución de la riqueza. Se congelaron los precios y la participación del salario en el PIB aumentó del 43% en 1971 al 52% en 1972. En las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973, el pueblo de Chile respaldó las medidas de la UP otorgándole el 43,4% de los votos. A pesar del sabotaje, el paro patronal de octubre, el mercado negro, la propaganda de los medios y la solapada, pero constante amenaza imperialista, la UP aumentó su votación en un 7,2%. A partir de ese momento se inicia el plan de la élite política y económica para allanar de manera explícita el camino a la sedición. Las declaraciones del Poder Judicial en abril, mayo y junio de 1973, constituyeron las primeras acciones institucionales para deslegitimar al gobierno de la UP. El Poder Judicial se convierte en el primer cómplice y baluarte de resistencia a las transformaciones que buscaban equidad económica e igualdad social. Así lo expresó el Presidente Salvador Allende refiriéndose a los tribunales de justicia en junio de 1973: “manifiestan incomprensión del proceso de transformación que vive el país y que expresa los anhelos de justicia social de grandes masas postergadas”. El 23 de agosto de 1973 la oposición en el Congreso Nacional aprueba el Acuerdo sobre el grave quebrantamiento del orden institucional y legal de la
República, en el que se acusa al gobierno de poner en peligro la existencia del estado de derecho y el disfrute de las garantías constitucionales. En otras palabras, el Congreso Nacional se expresó en contra de las medidas de justicia y cambio social en favor de la gran mayoría de chilenos y chilenas, para defender los intereses de la minoría oligárquica y del imperialismo. Disfrazando sus verdaderos motivos en una supuesta defensa de la democracia y de los derechos fundamentales: “Defendieron la democracia” para después atentar contra la democracia. “Defendieron los derechos fundamentales” para después pisotear los derechos humanos. “Defendieron el estado de derecho” para legitimar la sedición. Estos fueron los argumentos políticos e institucionales que la elite política utilizó para seducir a la Armada de Chile, en aquel tiempo brazo armado de la oligarquía nacional. Elite, clase y Armada fueron los promotores de la sedición y el golpe de Estado en defensa de la concentración de la propiedad y el statu quo. Lo que vino después fue el resultado de este conjunto de artimañas perpetrado por una minoría social y política con poder, dinero y con el apoyo de parte importante de quienes estaban para defender a la población: las Fuerzas Armadas. Ellos derogaron la Constitución mediante Decreto. Ellos asumieron el mando supremo de la nación y los poderes constituyente, ejecutivo y legislativo. Ellos pisotearon la soberanía popular, ellos fueron los sediciosos. Chile tenía un gobierno elegido por el pueblo, había un avance en la consciencia del pueblo y, ni el desorden social, ni el desabastecimiento, ni las mentadas “colas” justificaba un push fascista. En lo interno, se cometió el delito de sedición constitucional, e internacionalmente, los golpistas cometieron un crimen contra la paz. Este crimen internacional hasta ahora está pendiente de persecución penal y es imprescriptible.
Abogado de Derechos Humanos con una reconocida trayectoria por la defensa judicial de las víctimas de la dictadura de Pinochet. Actualmente se desempeña como diputado (PC) por Tarapacá.
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Por Alonso Pulgar
A 40 AÑOS DEL GOLPE Y LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN
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umplir cuarenta años del golpe militar, debe ser una fecha conmemorativa de lo que significó la llegada del autoritarismo al poder y de las crueles consecuencias que este generó para nuestro pueblo. Más allá de la masacre y violación a los derechos humanos, las consecuencias políticas, sociales y económicas siguen latentes aun. Profundizadas y avaladas por los gobiernos de la concertación y de la alianza, son vivenciadas y sentidas día a día por todos nosotros.
un nuevo modelo de totalitarismo, el económico. A pesar de esto, llena de esperanza y convicción el saber que dentro de estos cuarenta años de dictadura, existen miles de personas que luchan y resisten por cambiar las cosas como están, por promover nuevas formas de organización, por subvertir la realidad, por lograr encontrarse con un mejor vivir, una vida digna y plena.
Con la implantación del autoritarismo, se rompe en un primer momento con un entramado social organizado, dispuesto a pelear por un mejor vivir, pasando de las consignas reivindicativas de ese entonces hacia una lucha directa contra el tirano, figura que ejemplifica los peores vicios del nuevo modelo que los ricos buscan perpetuar.
Este luchar, sin duda difícil a la hora de enfrentarse al monstruo político-económico que tensiona todos nuestros espacios cotidianos, protegido por concepciones ideológicas como el uso legitimo de la fuerza representado por la figura del Estado, lleva a ponernos en jaque las motivaciones, y cuestionar las formas de organización que como pueblo conciente buscamos promover.
Con la llegada de los noventa y el cambio del modelo dictatorial, el discurso de lucha unificado no prospera, y la nueva dictadura implanta una lógica de progreso tanto política como económica, sumado a un falso modelo de participación ciudadana llamada democracia, instalándose ahora
Se debe buscar armar un nuevo modelo de organización, sabemos a quién criticamos, reconocemos el enemigo y el culpable de nuestro mal vivir, sabemos que son los ricos y poderosos quienes nos humillan y estrujan nuestra última gota de sudor para enriquecer sus bolsillos, reconocemos en el Estado
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Es Miembro de la escuela Libre Nueva Independencia, dedicada a trabajar con niños y nivelación de estudios para adultos.
burgués el protector de estos intereses, pero no somos capaces de generar un proceso de unificación ideológico para combatir este modelo imperante. El no conseguir este proceso de unificación ideológico, se da, principalmente por el carácter individualista que muchas organizaciones llamadas revolucionarias y partidos políticos con el mismo apellido poseen, promoviendo bajo sus lineamientos ideológicos una visión de vanguardia… Que serán el partido único revolucionario, la vanguardia popular, el ejército rojo del pueblo liberador, etc, etc, etc… Desde una visión libertaria, el vanguardismo como expresión de organización revolucionaria es la principal piedra de tope que impide generar la unificación de un discurso verdaderamente revolucionario, cohesionador de las demandas del pueblo y las necesidades de éste. La figura de ser vanguardia, lleva muchas veces a ser el protector del sistema al cual odiamos, donde la necesidad de figurar y comandar un proceso determinado, hace que se sobre ponga el “quien está” o “como está”, más que el “por qué se está”, pasando de esta
manera a un segundo plano el motivo de lucha. A cuarenta años del golpe, se hace necesario lograr unificar un discurso, cuestionar las ya existentes formas de organización y validar todas las vías de lucha que los trabajadores poseemos, la solidaridad y el apoyo mutuo sin duda son una respuesta fuerte a los vanguardismos revolucionarios pro capitalistas, que mas que generar un cambio real, retrasan un proceso de revolución social preponderando la figuración de un espacio político determinado, validando sus modos y medios de organización como un factor absoluto. Hace cuarenta años, con diferencias más, diferencias menos, la cohesión y sentido de lucha estaban arraigados en el pueblo, la necesidad de cambio se sentía, y si bien los medios en cómo cambiar podría ser un punto de discusión, el gasto de energía se fundamentaba en la instauración de un discurso crítico, en buscar aumentar la sed de cambio más que en quien cumplía ese papel.
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ace 40 años este país vivió la fractura más grande de su historia política y social contemporánea. A partir del 11 de Septiembre de 1973, no existe un Estado. Ya no se trata de un organismo al servicio de las necesidades de un pueblo y su medio ambiente, que procura sus derechos y bienestar presente y futuro, sino de un aparato estatal que se ocupa principalmente de garantizar los “derechos” del capital y su libre circulación de forma no regulada entre privados y el “sector público”, que pasa también a ser una mercancía puesta a disposición de los intereses económicos de unas pocas personas ubicadas detrás de grandes corporaciones. Es precisamente el casi inconmensurable valor de los recursos naturales, que por azares de la geología se ubican en esta angosta y larga faja de injusticias, lo que lleva a este grupo de privilegiados, movidos por una ambición ilimitada, a “hacerse” del Estado de Chile, instalando un sistema no sólo económico y político sino también social y profundamente cultural. No hablo sólo de una macro estructura que ordena cosas en altos ámbitos gubernamentales imperceptibles y que no afectan a los ciudadanos de a pie, se trata de un sistema sustentado en una ideología que el Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe,
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define como ideología neoliberal capitalista de mercado desregulado y que afecta a las personas en cuestiones esenciales de la vida diaria, como son la educación, la salud, el trabajo, las pensiones, el sistema financiero, el transporte, el sistema político e incluso la alimentación y el tiempo libre. El pueblo además, de una y varias formas y a medida que pasan los años, sufre un creciente proceso de esclavización forzosa. Quizás piense que exagero en esta afirmación así que le diré por qué pienso esto. Durante la dictadura de Pinochet ocurrió que un grupo de destacados alumnos chilenos de Milton Friedman, el máximo ideólogo del neoliberalismo, sirvieron lealmente a Estados Unidos para implantar aquí un experimento con este sistema de la manera más profunda y extrema que haya visto el mundo, incluso antes que en Estados Unidos e Inglaterra. Usted dirá que aún así ya no vivimos en dictadura y reconozco que hay diferencias, el gobierno ya no persigue, mata y hace desaparecer personas de la manera en que se hizo durante la dictadura militar, pero lo sigue haciendo. Ya no se violan los derechos humanos de la forma en que se hizo en ese tiempo, pero sigue ocurriendo. Además hay elecciones periódicas, pero gozan de total falta de representatividad dada las caracterís-
MALA / EDICIÓN 09 / 2013 ticas antidemocráticas propias del sistema electoral. El sociólogo Felipe Portales ha dedicado años a investigar la historia reciente de Chile y en sus libros llega a la misma conclusión, arguye que vivimos una “dictadura perfecta” y explica muy bien por qué. Estructuralmente es el mismo país que era al término de la dictadura, con la misma Constitución con que la Concertación, en total acuerdo con la Alianza por Chile, legitimó este sistema económico, político y social. El país, siendo cogobernado por estas dos coaliciones al servicio de una oligarquía formada por un empresariado principal, que muchas veces tiene más poder que el Estado, ha profundizado y perfeccionado este sistema. Para Portales, este perfeccionamiento se nota a simple vista. Las modificaciones cosméticas a la Constitución de Guzmán, las elecciones de representantes políticos, el rol que juegan los medios de comunicación de masas y las virtudes del consumo y el sistema crediticio, han hecho creer a las personas que gozan de grandes libertades y que vivimos en una sociedad democrática, no obstante nos rige el mismo Plan Laboral, el mismo sistema educacional basado en el lucro, el mismo sistema de AFPs e Isapres, concesiones mineras y el mismo sistema tributario y financiero. Se trata de una dictadura perfecta porque, aun siendo dictadura, creemos que se trata de una democracia. Uribe agrega que el sistema electoral está hecho para conservar y reproducir este orden y no representar al pueblo. A pesar de que, como determinó un estudio realizado por las Naciones Unidas en el año 2003, más del 90% de los habitantes de Chile declaró que, lo que el estudio llamaba sistema económico y financiero, favorecía a unos pocos, perjudicaba a los demás y debía modificarse. El sistema crediticio mediante el cual las corporaciones bancarias y comerciales se adueñan prematuramente de los salarios futuros de millones de trabajadores, no se diferencia mucho del sistema de fichas que se
utilizaba en las pulperías de las salitreras. La mano de obra barata ya no la toman sólo de los obreros y la fuerza de trabajo ya no proviene sólo de lo que son capaces de hacer los músculos. Muchos visten corbata pero siguen sin percibir ni una mínima parte de la riqueza que generan y, al igual que los obreros del salitre, ni siquiera tocan el poco dinero que les pagan. Mediante el sistema financiero y las tarjetas de crédito, otros ya se han adueñado de sus salarios por varios meses antes de ser generado. Después de 40 años, los efectos que ha producido este sistema implantado a sangre son: Uno de los países más desiguales de todo el mundo. Se han acumulado en Chile riquezas siderales a nivel planetario e inimaginables para los ricos de hace cuatro décadas. Los mayores beneficiados de este proceso son en primer lugar la familia Luksic, el master del comercio injusto y las tarjetas usureras, Horst Paulmann, la familia Matte empatando con María Solari Falabella, Álvaro Saieh, dueño de Copesa, Corpbanca y Unimarc, entre otros consorcios, Piñera, el presidente de los empresarios y la familia Angelini, dueña de Copec, Celco, Metrogas, Abastible y una serie de grandes pesqueras, en asociación con algunos parlamentarios de la Alianza y la DC. Por otra parte, han logrado convertir al pueblo de Chile en una de las sociedades con mayores índices de depresión y trastornos mentales, siendo intensamente medicada. Nos han transformado en esclavos del consumo que debemos rendir cuentas a esa misma oligarquía que lo posee todo, incluso nuestras propias vidas. Pero afortunadamente y gracias al trabajo de miles, poco a poco los esclavos vamos tomamos conciencia de nuestra realidad y paso a paso generamos las condiciones necesarias para la transformación del orden establecido y de la sociedad en su conjunto.
Antropólogo y Comunicador Social. Hace años milita como codirector y uno de los cerebros detrás del periódico El Ciudadano.
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“La educación de los militares, desde el soldado raso hasta las más altas jerarquías,les convierte necesariamente en enemigos de la sociedad civil y el pueblo. Incluso su uniforme, con todos esos adornos ridículos que distinguen los regimientos y los grados, todas esas tonterías infantiles que ocupan buena parte de su existencia y les haría parecer payasos si no estuvieran siempre amenazantes, todo ello les separa de la sociedad...” Mijail Bakunin
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