Revista Mala Edición Che

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Che/Nathaly Jones Vigencias del Che Guevara /Karina Nohales La imagen que prefiero del Che / Sergio Jara Ernesto Che Guevara: Idea y Acción/ Antonio Canales El humanismo Revolucionario del Che / Manuel Rojas El amor revolucionario como insurgencia afectiva internacionalista /Colectivo Vitrina Dystópica Extracto de entrevista a Manuel Piñeiro Carta de despedida del Che


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ue a los 23 años, estando pronto a terminar la carrera de medicina, cuando Ernesto Guevara junto a su amigo Alberto Granado emprendieron su primer viaje por Latinoamérica en enero de 1952. ¿Qué había del Che en enero del 52, de ese Che que conocemos vestido en verde olivo, comandante e ideólogo de la Revolución cubana, tan sólo 7 años antes del triunfo? La verdad es que no mucho. De hecho dicen que fue este primer viaje el inicio de un cambio profundo en él. 7 meses después, al regresar a Argentina, él mismo escribió a su familia que después de este viaje ya no era el mismo. En abril de 1953, tras graduarse de médico, Ernesto emprende su segundo viaje por Latinoamérica. Este viaje cambiaría su vida por completo. Inició el recorrido en Bolivia, nuevamente junto a Alberto, para proseguir solo rumbo a la Ciudad de Guatemala, donde tenía especial interés de conocer el proceso de

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reformas que estaba llevando a cabo el gobierno socialista de Jacobo Arbenz, con gran apoyo popular. A los pocos días conoce aquí a Hilda Gadea, una exiliada economista peruana con quien posteriormente se casará en México. Dicen que fue este período en la Ciudad de Guatemala lo que cambió políticamente al joven Ernesto. En junio de 1954 ocurrió el Golpe de Estado. Es el primer Golpe orquestado por la CIA en América Latina. Aparentemente la brutalidad de este hecho termina de abrirle los ojos. Tenía 26 años. Los bombardeos dejan cientos de muertos y heridos, por lo que él trabaja como voluntario de socorro en las brigadas juveniles. También se encargó de hacer en enlace con la Embajada de Argentina para gestionar asilo político para amigos y conocidos, dado que la represión era brutal. Finalmente se va en un tren el 21 de septiembre de 1954 sin un claro destino. Llega posteriormente a la Ciudad de México adonde acudían en

esa época muchos exiliados. En noviembre Hilda también llega a México. Este es el contexto en el cual nace el Che. Si bien provenía de una familia más bien acomodada en Argentina, lo cierto es que los viajes de Ernesto estuvieron siempre llenos de precariedades alejados radicalmente de cualquier tipo de privilegio. El Che es un personaje que se levanta desde la miseria de la superviencia cotidiana. Tuvo que hacer todo tipo de hazañas y aceptar todo tipo de trabajos para poder comer y tener un lugar donde dormir. En México trabajaba como vendedor ambulante de juguetes para niños. En la calle Emparan #49, existe una placa que conmemora este lugar, que fue nada más ni nada menos donde se conocieron el Che y Fidel, en la segunda semana de julio de 1955. Allí era el departamento de María Antonia, el enlace a través del cual se contactaban los combatientes cubanos. Fidel, el líder desde aquel entonces de la resistencia cubana, andaba reclutando, y quería a Ernesto como el médico del Granma, para una expedición


militar que se encontraban planificando para derrocar a Fulgencio Batista. Ya se agrupaban como movimiento 26 de julio. Esa misma noche en que se reunieron, después de largas horas de conversación, Ernesto decide unirse al movimiento. Dicen que en México, en su entrenamiento físico en el movimiento 26 de julio, su entrenador notó que el Che tenía asma. Por supuesto que él pidió que le guardara el secreto. Pero cuando dejaron las caminatas, las prácticas deportivas, para empezar ya con un entrenamiento de carácter más guerrillero, el Che simplemente empezó a destacarse. Los entrenamientos eran en el lugar llamado el Charco, con entrenamientos de tiros, táctica de la guerra de guerrillas y caminatas subiendo los cerros. El doctor Guevara asistió a unas 20 prácticas regulares disparando un aproximado de 650 cartuchos. Disciplina excelente. Cualidades de mando excelente. El asmático Che tenía calificación excelente en actividades que requerían gran destreza, pero sobre todo gran resistencia física. Lo que muchos se preguntan es ¿cómo pudo desafiar sus propias limitaciones físicas? El 20 de junio de 1956 hubo una serie de allanamientos en la ciudad de México, donde detuvieron a Fidel Castro. La policía encontró un dibujo del Charco quedando al descubierto el lugar de entrenamiento. El Che estaba justamente de vigía ese día, dicen que estaba

arriba de un árbol cuando ocurre la gran redada donde caen todos detenidos y son llevados la ciudad de México. Posteriormente, Fidel sale en libertad y mantiene la presión para liberar al resto de sus compañeros, y así logran sacar también al Che. En ese momento pasan a la clandestinidad. A las pocas semanas, compran el yate Granma que se encontraba en pésimas condiciones, lo arreglan como pueden, y en medio de una tormenta en las costas de Veracruz, parten a la travesía la madrugada del 25 al 26 de noviembre rumbo a la costa oriental cubana. 82 combatientes a bordo. El Che tenía 28 años. El resto ya es historia.

(Fidel y el Che al interior de la cárcel en Mexico, 1956.)

La corta vida del Che, es material suficiente para el estudio de su increíble biografía. Su producción ideológica, algo que desarrolló en menos de una década, aporta claros conocimientos políticos y militares. Pero el Che es mucho más que el conocimiento que nos hereda. El pueblo cubano lo ama como a uno de los suyos. Ven en él al revolucionario incansable que pese a sus propias limitaciones

físicas hizo todos los esfuerzos para estar a la altura moral del momento histórico que le tocó vivir. Ven al revolucionario que siendo Ministro, al entrar a una fábrica no podía hacer otra cosa más que trabajar; que aprendió de albañilería para construir escuelas; al revolucionario que cuando le tocó firmar los billetes como Presidente del Banco Nacional lo hizo firmando “Che”, tal como lo llamaba su pueblo, algo bastante irreverente que por cierto generó controversia. Un revolucionario que todo lo que quiso enseñar fue a través de la pedagogía del ejemplo. Un revolucionario que fue de los primeros en distanciarse con la política de la burocratizada U.R.S.S. y de advertir lo que realmente estaba por suceder. El revolucionario que no descansaba en la revolución triunfante, puesto que el verdadero triunfo estaría en la liberación de todos los pueblos. Y ese es el Che que conmemoramos, el que entregó su vida por la liberación de nuestro continente. El Che internacionalista. El Che subversivo en la propia revolución.

(Los Comandantes Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, conversan con el Presidente de la República Dr. Manuel Urrutia Lleó en el Palacio Presidencial. Enero de 1959)

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VIGENCIAS

DEL CHE GUEVARA “No hay otro cambio que hacer: o revolución socialista o caricatura de revolución”

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n un siglo XX que se selló con el campeo mundial del capitalismo, el pensamiento y la concreción política de la obra del Che permanecen vivas, a través de esa lumbre de resistencia que son Cuba y el pueblo cubano. No existe mayor homenaje que éste. A la vuelta de cinco décadas, y tras haber transitado las y los pobres del mundo por todo tipo de experiencias -degeneraciones burocráticas, vías pacíficas, dictaduras, neoliberalismos, levantamientos armados, progresismos, neoliberalismos otra vez, podemos hacer un balance: no es posible cambiar las injusticias sociales sin revolución. He aquí la primera, y quizás más importante,

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vigencia del Che. Esta revolución, necesaria y posible, debe ser repensada críticamente a la luz de la experiencia. El intransable carácter anticapitalista y antiimperialista de un proyecto emancipador, el más irrestricto internacionalismo, la más irrestricta solidaridad entre pueblos, la comprensión de las dificultades de la transición al socialismo, el combate a la burocracia, la importancia de la democracia proletaria. Todos estos problemas se encuentran enunciados en el pensamiento de Guevara, es cierto que no siempre cabalmente

humanidad en cada época. Perviven en nuestros corazones aquellos tiempos en que el Che fue el portavoz de los pueblos en lucha de América, Asia y África; aquellos tiempos en que los dueños del mundo estuvieron obligados a escuchar, en los mismísimos podios de sus organismos internacionales, las verdades profundas de los y las oprimidas. Perviven aquellos tiempos como una urgencia terrible del presente. ¿Dónde está la voz de nuestros pueblos hoy? ¿Qué portavoces gritan hoy nuestras verdades al mundo? Es

(Autoretrato Che Guevara )

desarrollados, pero sí presentidos como desafíos medulares. En estos aspectos centrales, el Che tiene vigencia y razón. Es tiempo de volver al estudio –crítico-, al contenido. Es tiempo de recuperar el pensamiento por sobre el personaje. Lamentablemente la masificación mercantil de su imagen, la mera caricatura guerrillerista, los excesivos énfasis subjetivos, han logrado soslayar la riqueza política. Pero a pesar de esto, y a pesar de la imposición capitalista planetaria, no ha sido posible adecuar al Che Guevara a la ideología dominante. Esto sucede con las personas que poseen tanto irreductible convicción y honestidad en sus actos, así como lucidez respecto de los problemas de la

nuestro deber hacer la revolución, o al menos intentarlo con todas nuestras fuerzas. He ahí otra vigencia central de la que la vida del Che es testimonio. Dejemos el culto a la imagen y a la personalidad a otras personas, a las nostálgicas, a las que piensan en la revolución como pura remembranza del pasado, como pura gesta heroica deparada para ser encarnada por otros. Tomemos la revolución como desafío del presente. ¡Tomemos el pensamiento del Che como parte integrante de un gran afluente del pensamiento libertario, herencia de lo que nos deja un siglo en que los y las de abajo fueron a por todo!

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LA IMAGEN QUE PREFIERO DEL CHE Por SERGIO JARA

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a imagen de Ernesto Guevara de la Serna, el Che, luce prístina mientras ojeo América Libre 11, una vieja edición especial de la revista que incluye fotografías del guerrillero. No es la primera vez que la veo. Ya lo hice en julio de 1997, cuando la recibí de regalo, al cumplirse 30 años de su asesinato, que coincidió con el hallazgo de su cadáver en La Higuera, Bolivia. Ese año se armaron caravanas de jóvenes por toda Latinoamérica para ir a su último encuentro. En Chile lo conmemoramos con un concierto en el Estadio Nacional, junto a Silvio Rodríguez. También estuvo su hijo, Camilo Guevara, un hombre rubio y grueso, alejado estéticamente de la figura de su padre, pero con su apellido y el nombre de, quizás, su mejor amigo

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en la revolución, Camilo Cienfuegos. De Camilo escuché sobre Cuba y la lucha perenne en contra de los yanquis, de la vocación de su padre y, por supuesto, de la imagen de él. No de la imagen que dice guardar en su cabeza y corazón, sino de esa que uno observa estampada en afiches y poleras. Esa del mercadeo que alimenta el capitalismo en las tiendas de centros comerciales o una improvisada feria artesanal. Imágenes carentes de contenido, que siempre muestran a un Che prístino, inalterable, tal como lo vuelvo a ojear ahora, en esa vieja edición de América Libre. Se podría decir que todas, incluidas estas, son imágenes de un Che Guevara épico, armónico, dueño de sí mismo, listo para el siguiente flash. El modelo perfecto para un fotógrafo y el


producto ideal para un publicista. No se conocen fotos en las que el Che salga mal. Incluso en un funeral, instancia en la que muchos podrían mostrar su peor semblante, el Che luce como si estuviera en su mejor momento. Alberto Korda ha dicho que esa fotografía, la del acto de despedida al centenar de víctimas de la explosión de “La Coubre”, un barco llegado desde Bélgica a La Habana con armas y municiones para la entonces naciente revolución cubana, no fue más que el producto de la suerte. El azar, entonces, ayudó a Korda, pero también masificó a escala mundial al Che, aunque años más tarde el legado que dejó trataran

de confundirlo con esa suerte de merchandising revolucionario. Pero las imágenes del Che no son sólo eso. Aunque la industria capitalista lo ha vuelto una suerte de souvenir, hay algo en sus imágenes que supera la construcción cultural moderna de la caricatura del revolucionario. Algo que no explica, pero sí caracteriza en parte su vocación revolucionaria. Martín Kohan, un reseñado escritor argentino, cree que esa soltura del Che que siempre lo dispuso de buena forma para el retrato, no es más que una característica de su personalidad viajera, predecesora, a su vez, de su personalidad guerrillera. Ser rebelde

implica un alto grado de movilidad. Y eso, dice Kohan, lo reflejan las imágenes del Che, incluso antes de que fuera un revolucionario y después, cuando se transformó en un mito e inspiración. Parte de esa característica de la que habla Kohan se puede advertir en una tensión permanente en el cuerpo del Che. En las imágenes en las que aparece trepando un cerro, disparando o dando un discurso, siempre se ve en él movilidad, propia a su vez de la guerrilla. Sin ella el rebelde y la revolución se estancan. Pero también están las otras, esas imágenes en las que aparece sentado, o haciendo nada. En esas últimas, que se dieron a lo largo de su vida, pareciera existir, incluso, un esfuerzo por no quedarse quieto, como si estuviera incómodo. Un joven Ernesto Guevara puede aparecer acostado en el balcón de su casa en Argentina, aparentemente relajado, con las manos afirmando su nuca y los pies cruzados, pero su expresión es más bien de tenacidad, de alguien que busca moverse, incorporarse. Aquello también puede apreciarse, de manera trágica si se quiere, en su última fotografía conocida, aquella en la que ya está muerto sobre una camilla, en una lavandería a medio caerse, rodeado por sus verdugos. Incluso ahí, en plena exposición de su cuerpo como presa por los militares bolivianos, podemos ver a un Che que parece observarlo todo, que parece sujetarse los pantalones, como haciendo un esfuerzo para incorporarse. Quizás por eso Camilo, su hijo, siente que la imagen del Che no es más que un souvenir. No le gustan los afiches ni las poleras con su rostro estampado. Cada vez que le regalan una, la entrega al Centro de Estudios Che Guevara, institución que dirige y en la cual rescata y difunde el pensamiento, las ideas y la vida de su padre. Ahí, dijo Camilo, está el verdadero legado de Ernesto Guevara de la Serna.

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Fotografía tomada en 1960 por Alberto Korda)

“En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones con la rabia más salvaje y la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar’ y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.-

Lenin, “El Estado y la Revolución”

ERNESTO

“CHE” GUEVARA: IDEA Y ACCIÓN

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ese a que han transcurrido 50 años del asesinato del Che en Bolivia, su figura ha seguido presente en diversas movilizaciones y expresiones de rebeldía en distintos puntos del planeta, pero, tal como lo planteara premonitoriamente Lenin en su texto de 1917, a la par con el crecimiento de su figura, ha sido “convertido en ícono inofensivo, canonizado y rodeado de una aureola de gloria” a modo de consuelo de los derrotados. Y es que el Che es

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Por ANTONIO CANALES

probablemente uno de los íconos y rostros más reconocibles en la historia reciente, una especie de cristo revolucionario, un “rock star” que se combinó perfecto con el merchandising de ícono pop, aprovechando la fotografía que Alberto Korda y la astucia de Feltrinelli nos legaran. Y es que más allá de la figura del “guerrillero heroico” que sin duda lo fue, Ernesto Guevara, el Che, fue también un intelectual revolucionario, quizás uno de los más grandes, que a la par de la filosofía de la praxis, legó una


serie de ideas y preguntas teóricas de trascendencia y por lo mismo, peligrosas para sus enemigos tanto de enfrente como de costado. Su curiosidad e inquietud intelectual le llevó a la sistematización y la revisión crítica de su propio actuar revolucionario. Esto porque sus “diarios” (o libros de notas) no fueron, como pensaron algunos, una hoja de ruta para posteriores guiones novelescos y fílmicos, sino más bien, coordenadas de su actuar para posteriores revisiones teóricas que fueran de utilidad propia y de la causa revolucionaria. Esa fue la razón por la cual “Guerra de Guerrillas, un método”, fuera incluido como texto obligatorio en la ciencia militar de West Point. Texto al que el Che volvía de cuando en cuando para hacer correcciones. Del mismo modo que se pasó largo tiempo en reuniones después de largas jornadas de trabajo, para entrevistar a sus compañeros de armas en la Sierra y ajustarse lo mejor posible a los hechos de la guerra revolucionaria que derrocó al dictador Fulgencio Batista (Pasajes de la Guerra Revolucionaria). Es por eso, que aún en vida, el Che no daba espacio a reduccionismo, como el de ser acusado de “foquista”, cuando lo que él planteó –con claridad prístina en sus textosfue que una revolución es una guerra de pueblo, con todos los sectores sociales posibles y del cual el foco guerrillero –de haber condiciones y haberlas creado- es sólo una parte. Es por eso que cuesta creer que

(Pasaporte del Che caracterizado de Ramón Benítez)

una de las figuras revolucionarias más potente de los últimos siglos haya sido reducida al mero ícono y que su obra teórica (que en corto tiempo no fue poca) haya pasado a mero accesorio. Si algo generó la Revolución Cubana fue precisamente un punto de inflexión entre la teoría y la acción, “el revolucionario es ambas cosas, no una sola, piensa y actúa, revisa, planifica y ejecuta, un constante ensayo y error que parte de la base del cimiento construido, bien o mal, por las luchas anteriores. Es por ello, que el Che no sólo escribió manuales y discursos cargados de poesía (con plagios incluidos, como orgullosamente reconociera el Che en homenaje a León Felipe), también puso el dedo en la llaga hablándonos del Hombre Nuevo y la relación entre el individuo y el colectivo comunista (El socialismo y el Hombre en Cuba). Pasando por la crítica descarnada y la decepción de la falta de organización y conciencia revolucionara vista y vivida en el Congo que, cargado de dolor y frustración, escribiera en uno de sus diarios de notas (Pasajes de la Guerra Revolucionaria del Congo). Aquel último pasaje de su vida fue determinante para sus decisiones posteriores y, también,

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para adentrarse en el estudio de las fallas del pensamiento revolucionario vigente en su tiempo, es por ello que tras salir del Congo, sus seis meses en Praga –mientras planificaba qué hacer en medio del llamado a regresar a Cuba que le hiciera Fidel- El Che se sumergió a revisar los manuales del marxismo, volver a repasar a su querido Hegel, y escribir apócrifos postulados en donde criticaba a la URSS (no hay comunismo sin conciencia comunista) e incluso se atreviera a criticar y culpar a Lenin (por borrar con el codo lo que escribió con su mano). Dicho manuscrito, producto de lo incomodo que era en sí mismo y en el escenario de la guerra fría, fue guardado (censurado) incluso en Cuba, y sólo se revisó, parcialmente, a fines de los 80’ en una conferencia sobre el pensamiento económico del Che, y vio la luz a mediados del 2000 ante la presión de algunos heroicos historiadores.

Che Guevara en el Congo.

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Es quizás por ello que muchos no entienden la decisión del Che de irse de Cuba, de aventurarse en el Congo y luego en Bolivia, y no ocupar un puesto “más cómodo” tras la gesta revolucionaria triunfante de la Sierra. Esto porque es difícil entender al Che desde el mero ícono sin sumergirse en su inquieto pensamiento a veces autoflagelante pero de profunda honestidad intelectual.

Primer encuentro entre los Comandantes Fidel Castro y Ernesto Guevara tras el triunfo revolucionario. Ciudad de Camagüey, 5 de enero de 1959.

Es por eso que sus verdugos (esos asesores rangers gringos auspiciados por la CIA) tuvieron que reconocer la valía e importancia del guerrillero capturado y acribillado, porque no sólo era un guerrillero, era un teórico que llevaba a cabo sus teorías, un ideólogo encantador que poco a poco iba perfeccionando sus ideas y, en una línea completamente comunista, no tenía problemas en ofrecerse en sacrificio y entregar tanto sus cuerpo como sus ideas a quienes luchaba en cualquier parte y de cualquier forma, e incluso a los que vinieran después, tal y como él hizo con sus predecesores sacando filo a las ideas.


EL HUMANISMO

REVOLUCIONARIO DEL CHE

Por Manuel Rojas

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l 8 de octubre de 1967, caía en una emboscada en la quebrada del Yuro en las montañas bolivianas quien fue durante los años sesenta el símbolo exaltante de la generosidad revolucionaria, del internacionalismo auténtico, del anti burocratismo, de un anticapitalismo y antiimperialismo consecuente, es decir, de la ética comunista: Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como el Che. En 1940, Walter Benjamín escribía en sus tesis sobre la historia, que la memoria de los ancestros vencidos y martirizados es una de las más profundas fuentes de inspiración de la acción revolucionaria. He allí la importancia de rescatarlo del olvido o del silencio y de la mistificación burocrática de la memoria y del pensamiento del Che. Guevara fue no solamente un combatiente, sino un pensador, un portador de un mensaje político y moral.

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El marxismo crítico no podrá revenir como fuerza política en las nuevas generaciones rebeldes, si ellas no integran como el Che, los valores como la vida, la libertad y la dignidad humana. De sus lecturas de El Capital de Marx escribía su visión de la economía y de la sociedad: “El peso de este monumento de la inteligencia humana es tal que nos hace olvidar a menudo el carácter humanista de sus preocupaciones. El mecanismo de las relaciones de producción y sus consecuencias, la lucha de clases, esconden en cierta medida el hecho objetivo que son los hombres que se mueven en la atmosfera histórica”.

(Recibimiento a los líderes de la Revolución al regreso de una gira por los Estados Unidos y otros países latinoamericanos. Aeropuerto José Martí, La Habana, 8 de mayo de 1959)

“QUE EL PODER CAIGA EN LAS MANOS DEL PUEBLO COMO UN FRUTO MADURO”

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Discurso del Che en Argel, 24 de febrero de 1965.

Lo que significa concretamente que son los hombres los que hacen su propia historia y la centralidad del socialismo es el control racional de los hombres sobre la vida económica. Para el Che, la historia no es jamás mecánicamente determinada por una acumulación de fuerzas económicas, “no podemos jamás separar el análisis económico del hecho histórico de la lucha de clases”, lo cual significa que no podemos hacer abstracción de “el hombre que es la expresión viviente de la lucha de clases”. En contra del reformismo de los partidos de la izquierda tradicional que rechazaban actuar bajo el

pretexto de la “inmadurez de las condiciones”, el Che señalaba que la vanguardia no debe esperar de “brazos cruzados” el surgimiento de todas las condiciones objetivas y subjetivas para que “el poder caiga en las manos del pueblo como un fruto maduro”, ella debe contribuir a crear las condiciones Humanidad, justicia, dignidad y libertad son los valores clásicos que al interior del humanismo revolucionario del Che son tomados del punto de vista de los explotados, de la lucha de clases, de la revolución socialista. El internacionalismo proletario para el Che no era una consigna o una frase metida dentro


culturales estrechos y nos une en la lucha? ¿No es cierto acaso que un obrero japonés es más cercano de un trabajador argentino, de un minero boliviano, de un hombre que trabaja para la United Fruit, o de un cortador de caña de azúcar que de un samurái japonés?”

Yuri Gagarin y Ernesto Che Guevara, 11 de noviembre de 1964.

de un discurso, sino un modo de vida. No podríamos comprender el significado esencial del internacionalismo sino que a la luz de su humanismo revolucionario. El internacionalismo es la manifestación más auténtica, la más pura, la más universal, la más combativa y la más práctica de este humanismo. En su discurso en Punta del Este en 1961, señalaba: “La revolución cubana (…) es una revolución de carácter humanista. Ella es solidaria de todos los pueblos oprimidos del mundo”. El verdadero internacionalismo es aquel capaz de “resentir la angustia cuando se asesina

a un hombre en cualquier parte del mundo y de exaltarse cuando se levanta en cualquier parte una nueva bandera de la libertad”, aquel que resiente, “como una afronta personal toda agresión, toda afrenta a la dignidad y a la felicidad del hombre, no importa donde en el mundo”. Su perspectiva política estratégica no se limitaba al tercer mundo, poco después de la victoria de la revolución cubana en un artículo de la revista mexicana Humanismo, definía la fraternidad antiimperialista en término de clases: “¿No es cierto acaso que nuestra fraternidad traspasa las distancias, las diferencias de idioma y la ausencia de lazos

Entonces para el Che el internacionalismo proletario no era solamente un imperativo moral por el humanismo consecuente, sino la manifestación política de los valores humanos universales y sobre todo una necesidad práctica y realista de la lucha revolucionaria contra el enemigo de la humanidad: el imperialismo. La indignación

El Che en labores de albañil.

“EL HOMBRE QUE ES LA EXPRESIÓN VIVIENTE DE LA LUCHA DE CLASES”

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y la angustia que expresaba en su “Mensaje a la Tricontinental” en 1967, en relación a la trágica soledad del pueblo vietnamita frente a la agresión mortífera de la más grande maquinaria de guerra de la historia, traduce no solamente la rebeldía de un humanismo revolucionario contra la opresión cobarde e injusta de un pueblo que quiere liberarse, sino la reflexión realista de un comunismo, de un antiimperialismo lúcido, que ve en esta soledad, “un momento ilógico de la humanidad”. El Che en diez años fue guerrillero, ministro, dirigente económico, diplomático, militante y combatiente antiimperialista en África y América Latina, construyó y contribuyó a cambiar radicalmente el pensamiento teórico a partir de la práctica revolucionaria. Su legado político está en el rigor político y moral, en la coherencia entre el pensamiento y la acción, en su carácter anti dogmático, anti

El Che construyendo en un trabajo voluntario .

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El Che junto a Camilo Cienfuegos.

burocrático, libertario, en la visión mundial del capitalismo y de la lucha socialista, en su internacionalismo de profundas raíces humanitarias y científicas y en la decisión de utilizar los medios económicos y políticos que pueden desarrollar una economía basada en la lucha por la justicia y la igualdad de oportunidades y construir una conciencia solidaria y socialista. En los combates del siglo XX, Ernesto Che Guevara fue quien plasmó en la teoría y en la práctica la interpelación que realiza Karl Marx en la Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel:

El Che junto a Fidel.


(…) Cierto, el arma de la crítica no puede sustituir la crítica por la armas; la violencia material no puede ser derrocada sino con la violencia material. Pero también la teoría se convierte en violencia material una vez que prende en las masas. La teoría es capaz de prender en las masas, en cuanto demuestra ad hominem, y demuestra ad hominem en cuanto se radicaliza. Ser radical es tomar la cosa de raíz. Y para el hombre la raíz está en el hombre mismo (…).

El Che junto a Fidel y otros combatientes del Ejército Rebelde tras la batalla de Pino del Agua. Septiembre de 1957.

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DEL REVOLUCIONARIO COMO INSURGENCIA AFECTIVA INTERNACIONALISTA Dedicado a los internacionalistas chilenos Tirso Montiel, Rigoberto Zamora Sasso y Elmo Catalán Avilés, desaparecidos en la Selva de Beni a manos del ejército yankee y los rangers bolivianos durante el proceso de reagrupamiento guerrillero del ELNB, dos años después del asesinato de Ernesto Guevara.

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50 años del asesinato del Che Guevara, escribir sobre su memoria sólo podemos plantearlo como una inclinación estratégica urgente de parte de las luchas presentes hacia las intensidades combativas acontecidas en la historia reciente. Una pregunta inquieta y desafiante por la memoria de las resistencias y las intensidades vitales que pusieron en juego, tornando posible realizar hoy una lectura a contrapelo de la siniestra y totalitaria realidad capitalista del presente, buscando propiciar una estrategia implicante con las y los que ya no están, que nos permita definir algo así como un “nosotrxs”. Una pluralidad de modos de vivir y resistir desde abajo y a la izquierda haciendo persistir los cuerpos frente a la condena capitalista a la precariedad y el terror social con la que se nos diezma. Totalitarismo transnacional de la precariedad, de la deuda, que se acompaña de una reemergencia de las figuras más siniestras del neocolonialismo y el neo-fascismo, ambos bajo una investidura, nazionalista, “desarrollista” y extractivista que agota y desertifica los bienes comunes de la naturaleza, declarando la guerra a las formas de vida que junto con ella aún resisten, como en el caso de nuestros pueblos indígenas. Al mismo tiempo, esa desesperación es alimentada por máquinas que

vierten sobre la subjetividad de todas y todos, convertidos en espectadores de nuestra propia miseria, un goce con la crueldad a la que estamos expuestos, normalizando un trato insolente, aislante y desensibilizador con todas las expresiones de malestar y dolor social que lastimosamente componen el retrato de nuestra sociedad contemporánea. Sin duda, la normalización del terror social, el aislamiento y la desensibilización, acompañadas de ortopedias identitarias que rebrotan el fascismo para permitir “aliviar” la incertidumbre con que nos contiene el capital en estado de impotencia frente a la derrota permanente, son las nuevas figuras del enemigo con las cuales se reorganiza la lucha de clases en un contexto en que el capitalismo torna invisibles los rostros de los administradores de la miseria, o apela al borramiento de las fronteras para las vidas devenidas mercancías o empresa, no obstante las recrudece para las vidas que expoliadas por la banca y el trabajo precario se vuelven a la migración. Explorar la dimensión sensible y afectiva de los mundos en resistencia, se torna una exigencia histórica frente a este contexto globalitario de guerra económica en la cual todas y todos son abstraídos de sus capacidades transformadoras y empáticas a condición de ser “integrados” a la máquina financiera como cuerpos a los

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cuales no podamos dignamente llorarles ni menos vivir el duelo que les significará ser apresados, desaparecidos o embargados. Queremos referir antes que al nombre propio del Che, a las fuerzas afectivas y sensibles que su historia y presencia hicieron posible y pusieron en acto como potencia revolucionaria anticapitalista: el internacionalismo como potencia afectiva e insurgente sin fronteras, por un lado, y el amor revolucionario como conciencia sensible de las particulares condiciones de resistencia de los pueblos explotados, por otro. Ambas articuladas como situaciones de con-frontación, en las que las fuerzas expoliadas por las operaciones trans-nacionales de devastación se ven inclinadas a estrechar alianzas estratégicas entre sí, compartir sus heterogéneas experiencias corporales respecto a las violencias que las mantienen en pie de lucha e interpretar los marcadores afectivos con que cada revuelta expresa, mapea, nombra y traduce las condiciones históricas y materiales de la acumulación capitalista a la que se enfrenta. La fuerza de lo común a la que hacemos referencia, el Che, la denominó amor revolucionario, e incluso la concibió como una potencia que pasó a constituir un rasgo cualitativo fundamental de toda campaña revolucionaria. En sus textos y discursos en

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esa fuerza sentimental es que se deposita la guía de toda inclinación insurgente, convirtiéndose en condición de posibilidad de la construcción teórica y analítica de la lucha de clases. En una de sus cartas señalará: “¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia

expoliadas como acción transformadora, como potencia revolucionaria. Hablamos de un materialismo que interpreta las condiciones del estado de las fuerzas históricas antes bien desarrollando una exploración corpórea de sus potencias deseantes, sus intensidades

El Che en una visita de Estado en la India, 1959.

de los sentimientos humanos (...)?. Si precisamente (...) fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos Marx surja el marxismo…”. Amor revolucionario como potencia activa de un materialismo sensible, basado en la capacidad de vinculación de los cuerpos y en la expresividad no-lingüística de la condición del malestar de las clases

Che en la ONU, 11 de diciembre de 1964.

y vigores, armándose una pragmática revolucionaria sólo desde la capacidad que tengamos de intensificar ese estado subjetivo y corporal de las fuerzas insurgentes a nivel mundial.


“EL CHE NUNCA SE

SINTIÓ NI DERROTADO,

NI DESMORALIZADO” Extractos de entrevista a Manuel Piñero sobre Ernesto Guevara1

MANUEL PIÑEIRO, BARBARROJA PARA AMIGOS Y ENEMIGOS, ES UN TESTIGO CLAVE A LA HORA DE RECONSTRUIR LA TRAYECTORIA INTERNACIONALISTA DEL CHE. QUIEN FUERA JEFE DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE INTELIGENCIA DEL MINISTERIO DEL INTERIOR DE CUBA, ENCARGADA DE LOS VÍNCULOS CON LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS EN EL TERCER MUNDO, ESTUVO MUY CERCA DEL CHE GUEVARA. MANUEL PIÑEIRO FALLECIÓ EN 1999.

Che junto a Ahmed Ben Bella a su llegada en Argelia, 1963. 1 Realizada para la Revista Tricontinental (Cuba) por Luis Suárez Salazar, Ivette Zuazo y Ana María Pellón.

¿

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Cómo concebía el Che el desarrollo y diseminación de la lucha revolucionaria en América Latina?

MP: Su concepción, con raíz en la guerra liberadora cubana, consistía en fundar una columna madre integrada por revolucionarios de varios países latinoamericanos, la cual, una vez superada la etapa de sobrevivencia, fogueados los combatientes, formados los cuadros de dirección en su fase de desarrollo y crecimiento, crearía las condiciones para el desprendimiento de otras columnas y así expandir el combate a otros países del continente, sobre todo hacia aquellos que se unieran al imperialismo en el intento de derrotar la causa popular. Según demostró la experiencia cubana, el núcleo guerrillero original, bien dirigido, era el motor chico que, accionando política y militarmente, echaba a andar el motor grande de las masas. En eso se basaba la concepción continental y antiimperialista del Che sobre la lucha armada revolucionaria. Es esencialmente política, militar, de masas, y contradice esa interpretación reduccionista del foco guerrillero que se le ha adjudicado al Che. Él hablaba de un foco insurreccional vinculado a las masas, no de un grupo pequeño de hombres armados que actúan divorciados del movimiento popular y en general del pueblo. También dijo que no podía desarrollarse la lucha guerrillera en aquellos países donde los gobiernos fueran fruto de alguna forma de consulta popular y donde no se hubieran agotado las posibilidades de lucha cívica.

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Cómo se perfilaba en el proyecto boliviano del Che su estrategia continental?

MP: En su perspectiva, esa guerrilla debía resultar una escuela de formación de cuadros latinoamericanos, sobre todo del Cono Sur, que propiciara extender la lucha armada a otros países fronterizos. A la vez, le permitiría a él acumular fuerzas políticas y militares, y esperar por la ocasión más oportuna para continuar hacia su país natal. Ello dependería del desarrollo y crecimiento de la columna madre asentada en Bolivia. Sin ella, no era posible seguir hacia Argentina, donde también se había instalado una sanguinaria dictadura militar, apoyada por Estados Unidos y repudiada por los sectores más combativos del pueblo argentino. De una manera realista, el Che analizó que, si a partir de Bolivia, surgían y evolucionaban otras columnas guerrilleras conformadas por combatientes de diversas naciones del Cono Sur, esto provocaría una alianza entre los gobiernos y los ejércitos de los países fronterizos, apoyados por el imperialismo. Ello contribuiría a la propagación de la lucha armada revolucionaria en la región, la cual se tornaría un escenario de cruentas, largas y difíciles batallas que más tarde o temprano llevarían a la intervención yanqui. Eso sería, por tanto, otro de los VietNam a los que él convocó en su histórico “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”.

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Cuáles son sus valoraciones acerca de las biografías sobre el Che aparecidas en los últimos tiempos?

MP: Bueno, no las he leído todas, sí algunos comentarios publicados en periódicos de América Latina donde, en particular uno de ellos, pretende presentar a un Che que sólo encarna un símbolo puramente cultural -sobre todo entre la juventud-, despojarlo de su mensaje político-ideológico y de su ejemplo. Algunos -porque no todos sus biógrafos muestran un balance negativo- enfatizan en que todas las tésis económicas, políticas y militares del Che han fracasado, que han perdido vigencia y que el rumbo tomado por la

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Che junto a su comitiva en su llegada a la India.

Revolución cubana desvirtúa sus ideales. En mi opinión, si la Revolución Cubana hubiera abandonado los ideales del Che, no sería como sigue siendo: un bastión de las luchas populares antiimperialistas, anticapitalistas y por el socialismo, que se desarrollan en este mundo. Aun en las duras circunstancias de agresión económica, política e ideológica por parte del imperialismo, el pueblo cubano mantiene el heroísmo al que lo convocó el Che y lo convoca todos los días Fidel, al que llamó su “maestro y guía”. La demostración de que los ideales, el pensamiento, la acción y el ejemplo del Che no han fracasado y que trascienden con una proyección de futuro, es que cada día hay un interés creciente y consciente en Cuba y el mundo por estudiar su obra e interpretarla, recuperando la esencia de sus ideas, y tomando en cuenta las diferencias entre su momento histórico y éste. En muchos países, las sociedades de consumo han querido convertirlo en una mercancía. Sin embargo, la fuerza paradigmática del Che se impone por encima de estas intenciones, para intranquilidad de los triunfalistas neoliberales y los poderosos de este mundo. Intentar reducirlo a un símbolo cultural es una vulgar simplificación. No creo que la atracción y la solidaridad que su figura concita hoy día en la juventud mundial, respondan a esa estrecha percepción del legado del Che, sino que lo ven como un hombre con una tremenda fuerza moral, muy honesto, sensible, humano, capaz de acompañar su prédica con sus actos; como un símbolo del internacionalismo, del antimperialismo, de la solidaridad, del genuino socialismo. Creo que mientras existan oprimidos y opresores, injusticias sociales, dominación imperialista y también la esperanza en un mundo justo, fraternal y solidario entre los hombres y los pueblos, perdurará el pensamiento y el ejemplo del Che.




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