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Impacto de la enfermedad en la vida del gestor sanitario

Fernando Carbone Campoverde

Médico salubrista y gestor en salud

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El dolor forma y fortalece el carácter. “Cuando la vida nos golpea, precisamos tener un carácter fuerte para afrontarla. ¿Cuáles son esas fortalezas esenciales contra el dolor y el sufrimiento? Conocerse bien a uno mismo, tener claros los objetivos a alcanzar, forjar el coraje, disfrutar de la calma, valorar lo esencial y, por supuesto, la actitud positiva, son solo algunas de ellas” (1).

Puede parecer una paradoja que el gestor/decisor sanitario, pierda la salud y conozca en carne propia la enfermedad, bien sea que se trate de un quebranto personal o del de alguien cercano a él. No lo es. El gestor sanitario que conoce o experimenta de cerca la enfermedad puede entender mejor el drama, el dolor, la angustia, la necesidad, la desesperación, la esperanza, los sueños y los anhelos de quien ha perdido su salud, y, por tanto, ser especialmente proclive a tratar de resolver esta situación en el plazo más corto posible y de la mejor forma.

No se trata de ser sadomasoquista, sino sensible ante el sufrimiento de la persona, la familia y la comunidad a los que la enfermedad afecta. El gestor siempre debe tener la suficiente serenidad para tomar las mejores decisiones sanitarias y sumar a ello una constante conciencia y sentida preocupación por aquellos que son afectados por la pérdida de su salud.

Las decisiones en salud deben centrarse en las personas y no en las dolencias que las afectan, deben estar impregnadas de humanidad y solidaridad.

Con cada episodio de quebranto que el gestor experimenta, adquiere experiencia y fortaleza para hacer de la promoción de la vida saludable y de la prevención del riesgo de enfermar, los dos pilares más importantes de su actuar cotidiano, sin dejar de preocuparse por la recuperación de la salud perdida y su rehabilitación, y del acompañamiento paliativo digno al término natural de la vida. Lo anterior lo ayuda también a asumir el abordaje simultaneo y equilibrado de lo urgente y de lo importante, sin dejar que lo primero relegue constantemente a lo segundo. Y también lo ayuda a aprender a confiar en los demás, al punto no solo de compartir responsabilidades, sino de poner su vida, o la de quienes cuida, en sus manos.

Haber vivido distintos episodios de quebranto en su salud hacen consciente al gestor de situaciones por las que debe estar agradecido: los compañeros y colegas del sector (los conozca o no) que velaron por la recuperación de su salud; todos aquellos que, con sus pensamientos, buenos deseos y actos de fe, ayudaron a su recuperación; y (con el mayor respeto a las creencias de cada uno) por aquel que le dio una nueva oportunidad. En el siglo XXI, la espiritualidad adquiere cada vez mayor importancia en la salud.

Experimentar todo lo anterior nos hace más conscientes de que el acceso a la salud en nuestro país es un privilegio (no necesariamente generado intencionalmente) y que, frente a ello, está la urgencia de luchar cada día para que ello se transforme en una situación usual para cada persona en el país; esto es, que el principio de “el cuidado integral de la salud con todos y para todos” (2), sea la máxima expresión de justicia, equidad, dignidad, solidaridad, compasión y amor cuidado integral de la salud con todos y para todos”, sea la máxima expresión de justicia, equidad, dignidad, solidaridad, compasión y amor en el Perú.

Todos hagamos que así sea.

Referencias

1. Javier Urra. Doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud. Universidad Complutense de Madrid. Académico de Número de la Academia de Psicología. Presidente de la Red Europea de Defensores del Menor.

2. David Tejada de Rivero. Ex Sub Director de la OMS. Ex Ministro de Salud del Perú. Héroe de la Salud Publica de las Américas. Organizador de la Conferencia Mundial de Salud de Alma Ata. “Que es la APS”.

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