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La Alameda de los Descalzos

Jesús Vidaurre Castillo

Médico Anestesiólogo

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Alamedas se denominaban a aquellos lugares rodeados de álamos, pero durante los siglos XVI y XVII se designaban así a los espacios públicos que poseían varias hileras de árboles formando calles y que podían tener además algunos elementos decorativos, sobre todo fuentes de agua, cuya finalidad era el paseo, el encuentro y el disfrute de los ciudadanos.

Durante el Virreinato y buena parte de la República, la capital del Perú llegó a tener tres alamedas ubicadas en lo que hoy es el distrito del Rímac, la de los Descalzos, la Alameda de Acho y la de Tajamar; solo la primera sobrevive en la actualidad, las otras dos se ubicaban en lo que hoy es la vía de evitamiento.

Lima le debe a Juan De Mendoza y Luna —Marqués de Montesclaros decimoprimer Virrey del Perú (1607-1615)— dos de sus monumentos públicos más antiguos y que aún encontramos en uso: el Puente de Piedra (1610) y la Alameda de Los Descalzos (1611). Ambos estuvieron relacionados con la ocupación de la orilla norte del rio Rímac y con la finalidad de facilitar el acceso al camino que conducía a Trujillo.

Esta orilla era habitada por unos indios dedicados a la pesca del camarón en el denominado Arrabal de San Pedro y que luego fuera desocupado para trasladarlos hacia el pueblo de El Cercado (1590). Hecho esto, se comenzaron a dar solares en lo que se conoció como el Arrabal de San Lázaro, por ubicarse allí un Hospital para leprosos llamado San Lázaro (1563).

Litografía de autor anónimo (1856) que muestra una vista de Lima desde lo que fue parte de la Alameda de Acho (8)

Fue en 1609 que Montesclaros propuso al Cabildo la construcción de una Alameda que pueda unir el barrio de San Lázaro con el Convento de Nuestra Señora de Los Ángeles (1592) ubicado en la falda de los cerros, “para embellecer el lugar y facilitar el tránsito de los visitantes a dicho Convento”. Se encargó al alcalde ordinario Juan Dávalos de Ribera la ejecución de un proyecto que tuvo dos años de duración. Para ello se preparó el terreno con la siembra de ocho hileras de árboles, y la construcción de acequias y cañerías para las tres fuentes de piedra que llegó a tener. Para 1639, Bernabé Cobo describía un paseo con tres amplias calles, teniendo la central tres fuentes de agua. Este mismo autor señalaba que “era muy frecuentada por los habitantes en verano, sobre todo en las tardes, para tomar el fresco”. Pronto se convirtió en un punto de atracción para que importantes familias construyeran solares de recreo alrededor de la Alameda, hasta el mismo Virrey se hizo construir una Quinta donde se hacía tertulias literarias. Aun así, no dejo de tener su aspecto rústico.

Con el tiempo se instalaron en torno a la Alameda, la Iglesia del Patrocinio (1688) y la Iglesia de Santa Liberata (1711), ambas aún existen.

Alameda del Tajamar o Alameda Leguía a mediados del siglo XX, probablemente así la conoció Chabuca Granda para inspirarse en la Flor de la Canela

De aquella época está descrito su uso para el divertimento y el descanso, la celebración de las fiestas de San Juan y de la Porciúncula, esta última aún realizada por los monjes del Convento de los Descalzos el 2 de agosto y el paseo a las pampas de Amancaes. Siguió manteniendo su misma estructura de tres calles: la central para los carruajes y dos laterales para los de a pie.

En el periodo del Virrey Amat, preocupado por las obras públicas, se emprendió el mejoramiento de este paseo por estar en malas condiciones, con deforestación y dañadas sus cañerías y fuentes. Fue dotada de bancas y tres surtidores de bronce, así como reparadas y forestadas sus tres calles.

Este Virrey del periodo Borbónico trató de mejorar las áreas de esparcimiento para una población que vivía encerrada en una ciudad rodeada de muros, para ello creó en las cercanías de la Alameda, el Paseo de Aguas (1770), la Plaza de Toros de Acho (1766) y permitir su acceso desde la zona de Lurigancho con la Alameda de Acho (1773).

Vista actual de la Alameda, al fondo el Convento de Los Descalzos

Próxima a la Alameda y al Paseo de Aguas, Micaela Villegas —“La Perricholi”— estableció su residencia en lo que fue El Molino de Portillo (esquina del Jr. Chiclayo con Madera) y que en el siglo XIX sería ocupado por la primera fábrica de cerveza de la Backus y Johnston.

Iglesia Del Patrocinio y el dios Zeus (Capricornio)

En 1856, el presidente Castilla dispuso la destrucción de la alameda virreinal y en su reemplazo creó una nueva, encargada a un tal Felipe Barreda. La nueva Alameda tendría alrededor de 42.000 metros cuadrados con una calle central de 13,30 metros y dos franjas laterales de 2,50 metros sembradas de plantas y encerrada por una reja de hierro traída de Inglaterra; en su extremo tenía un surtidor de cinco metros de diámetro”. Se colocaron, además, 50 bancos de mármol, 100 jarrones de fierro al borde de los sembríos, 12 farolas de gas y 12 estatuas compradas en Italia que simbolizaban los signos del zodiaco en la figura de dioses griegos. De esta forma es como la conocemos actualmente, como supondrán, ya se trataba de una Alameda republicana con el gusto de aquella época y fruto de la bonanza que se vivía con la explotación del guano.

El dios Hermafrodito (Virgo)

La Alameda siguió siendo preferida por los limeños para los paseos dominicales, hasta el momento en que la ciudad se abrió a nuevos espacios de recreo como el Parque de la Exposición en la segunda mitad del siglo XIX, con lo cual comenzó a decaer su importancia.

A lo largo de sus 400 años de historia, la Alameda ha sido restaurada en múltiples ocasiones. Siempre, desde su creación, fue víctima de abandono y depredación. Al inicio del siglo XX estaba en un estado deplorable con ausencia de varias bancas y jarrones, mostrando su enrejado óxido y faltando varios de sus paños. Fue en el gobierno de Leguía en que se emprendió una nueva restauración a fin de reponer los adornos y el enrejado faltante, así como pavimentar todo su contorno.

El dios Ares (Aries)

Iglesia de Santa Liberata

Ya en este siglo, recuerdo haberla visto muy venida a menos: algunas bancas rotas, el enrejado incompleto, jarrones faltantes y las estatuas llenas de grafitis y algunas mutiladas, signos de abandono y vandalismo.

En el año 2016, la Municipalidad de Lima hizo la entrega de una Alameda totalmente restaurada y con una iluminación especial para su lu- cimiento nocturno, aun así, falta mayor interés por parte de las autoridades en hacer algún programa que valorice el entorno y que ayude a su mantenimiento, además de brindar mayor seguridad para que haga atractiva su visita. Basta recordar que es parte del Centro Histórico declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial.

El dios Apolo (Leo)

Referencias

1. Calles de Lima y meses del año. José Gálvez Barrenechea. IPC. 1947.

2. Lima 1, el corazón de la ciudad. Juan Luis Orrego. Editorial Santillana. 2013.

3. Alamedas de España y Latino

América. Materiales para su estudio. Antonio Collantes de Terán y Ramón Gutiérrez. Centros de estudios paisaje y territorio. Sevilla. 2017.

4. Las viejas calles de Lima. Juan Bromley. Municipalidad de Lima .2019.

5. La Alameda de los Descalzos. Blog Lima La Única.

6. Cincuenta años de la Flor de La Canela. Dr. Jorge Berrios. Paediatrica. 2001. 4(01): 50-51.

7. El Puente, el Río y La Alameda. Raúl Porras Barrenechea. Pequeña antología de Lima. 1965.

8. Lima: El legado prehispánico y la presencia española. Luis Sifuentes De la Cruz. Universidad Ricardo Palma. 2022.

(Las fotografías sin referencia son propiedad del autor. La foto de la fuente es cortesía de la Dra. Liz Urquizo)

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