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Iatrogerofobia

Wagner Patrick Grau

Médico Internista, Nefrólogo y Bioeticista

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En todas las culturas, tanto en Oriente cómo en Occidente, ha existido y primado un gran respeto por las personas mayores.

El término respeto deriva del verbo latino “respicere”, que quiere decir admirar o venerar. Así, en la Grecia clásica el Consejo de los Ancianos era sinónimo del Consejo de los Sabios, que asesoraba, aconsejaba y orientaba a los gobernantes atenienses. Lo propio se dio en la cultura romana en la que los cónsules y los emperadores escuchaban con la máxima atención y el más profundo respeto a los ancianos elegidos por el pueblo y que gozaban de un status especial. En la China milenaria, el gran Confucio en el siglo VI a.C, señalaba que el tesoro de una sociedad era sus ancianos, en el mismo sentido de sabios, y que debían ser cuidados y honrados por encima de todo y de todos. Tradicionalmente, en el Japón se respeta y venera a los ancianos por la experiencia que poseen y por haber contribuido más que nadie a la construcción de la sociedad. El tercer lunes de setiembre de cada año, los japoneses celebran el “Día de los Ancianos” (Toshiyori no hi), donde los vecinos invitan a los mayores de 70 años y los jóvenes cocinan para ellos, entre otras actividades de reconocimiento. En el Imperio inca, el anciano mantenía su status laboral de manera permanente, desempeñando labores adecuadas a su condición y restringiéndose la misma cuando llegaban a una edad más avanzada, periodo en el cual el ayllu se encargaba de su manutención.

Los jóvenes deben entender que el respeto a sus mayores es una de las claves de una vida digna,

Hipócrates de Cos, el padre de la Medicina, en el siglo IV a.C señalaba en su clásico y conocido Juramento Hipocrático que los médicos mayores eran maestros y que una de las primeras y más importantes cualidades de todo médico consistía en honrar y en respetar a los maestros. El filósofo francés Jean Jacques Rousseau, ya en la edad moderna, señaló en una de sus obras que “ la calidad y el valor de una sociedad se mide por el trato que ésta les confiere a sus ciudadanos mayores”. Es por todo lo anterior que los médicos estamos muy preocupados y sorprendidos por lo que observamos en algunos médicos jóvenes cuyo trato a sus colegas mayores, incluso a maestros, deja mucho que desear. Existe una opinión cada vez más extendida que facultativos recién egresados o con poco tiempo de práctica médica, imbuidos de las recientes adquisiciones de la ciencia médica y con un amplio dominio de la tecnología puesta al servicio de la medicina y las ciencias de la salud, adoptan actitudes de poca consideración, e incluso francamente negativas, hacia sus colegas mayores, muchos de ellos ya retirados, especialmente cuando éstos solicitan algún servicio o favor a un colega más joven. Esta conducta inapropiada no debe aceptarse, pues va en contra del espíritu mismo de nuestra noble profesión, y a la cual me he permitido denominar transitoriamente “iatrogerofobia”. De nosotros depende que esta mala actitud no se generalice.

Christian Chenay, médico francés que a los 98 años aún atendía pacientes durante la pandemia

Este artículo no es una denuncia sino un motivo de reflexión que quisiera compartir con todos los colegas. Debemos tomar conciencia del peligro que se cierne sobre nuestra actividad médica cuando se discurre en sentido contrario al espíritu ancestral que ha guiado a la medicina a través de los siglos. La formación y logros de un profesional, se deben en gran parte a los educadores y maestros que lo acompañaron, así como a sus padres y diferentes amigos o familiares de mayor edad que de una forma u otra influenciaron en su persona.

Los jóvenes deben entender que el respeto a sus mayores es una de las claves de una vida digna, la misma que reclamarán cuando lleguen a una edad otoñal y sientan el soslayo y la marginación que a menudo amenazan y atacan al adulto mayor.

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