Neurona # 16

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NEURONA16 | Junio de 2022

Otra forma de hacer política / Ciudadanía y empresa: el clic necesario para cambiar nuestro entorno / Ludoteca TEJO: construcción de ciudadanía y educación cívica para la niñez chiapaneca / Ciudadanos VS medios: una reflexión / La agenda de la ciudadanía chiapaneca, y mucho más.

#HAZSINAPSIS Participación ciudadana




La ciudadanía se entiende como la calidad que nos posibilita para participar de los asuntos del Estado, en varias dimensiones. Así pues, nos volvemos parte integrante de éste con todos los derechos y obligaciones que se desprenden de esa relación; sin embargo, tener la posibilidad no significa ejercerla, como sucede con frecuencia en nuestro país.

EDITORIAL

Las personas que vivimos en México hemos ignorado por años el enorme beneficio que entraña el hecho de poder elegir el rumbo de nuestro camino y exigir que sea efectivo, configurándonos como una sociedad apática, renuente a participar en la toma de decisiones; quizás por el temor a responsabilizarnos de nuestra elección, quizás por no querer transitar de una sociedad infantilizada a una adulta, capaz de pensar, decidir, exigir y asumir. En Revista Neurona estamos convencidos de que la construcción de una sociedad más justa depende en gran medida de cuán involucrados estemos en su diseño y configuración. Así, en esta edición elegimos hablar sobre ciudadanía, con el anhelo de invitar a nuestros lectores a convertirse en arquitectos de nuestra comunidad, estado, país... mundo. Tú también participa, involúcrate, responsabilízate y #HazSinapsis Mariana Piña Directora General


www. revistaneurona. com.mx

Mariana Piña López Dirección general Sergio A. Hernández Torres Edición literaria Edgar Lara Morales Edición gráfica Mario A. Tassías Aguilar Ilustración

Colaboradores en esta edición Francisco Alvarado Nazar Alberto Zuart Garduño Dana Maza Oswaldo Chacón Rojas Roberto Agustín Mancilla Mendoza Edgar Lara Morales Mercedes Guadalupe Corzo Matías Fotografía Gabriela Sanabria Santos Jacob de Jesús García Maza Factor Dios edgar laram

Contenido La cosa es incidir 4 / Otra forma de hacer política 8 / Ciudadanía y empresa: el clic necesario para cambiar nuestro entorno 14 / Ludoteca TEJO: construcción de ciudadanía y educación cívica para la niñez chiapaneca 17 / Ciudadanos VS medios: una reflexión 25 / A las márgenes de la participación ciudadana 29 / La agenda de la ciudadanía chiapaneca 32

Junio - julio de 2022, nueva época, Revista Neurona, publicación bimestral de distribución gratuita editada por Babel Productora de Medios S.A. de C.V. Tel. (044) 961 233 62 71, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México. Tiraje: 2,000 ejemplares. Esta publicación no puede ser reproducida total o parcialmente sin el permiso por escrito del editor. Lo que se dice es responsabilidad de quien lo escribe. El contenido de los anuncios es responsabilidad del anunciante. Todos los derechos reservados. Registro en trámite. © Inconsolata de Ralph Levien © Imagen de portada de M. Alejandro Tassías


La cosa es incidir por Paco Nazar

Leemos y escuchamos con mucha frecuencia el llamado a participar en temas que nos afectan como comunidad: mantener limpia la ciudad, conducir el auto con responsabilidad, ejercer el voto, denunciar ilícitos, entre otros. Sin duda, la prometida transformación de la vida pública del país se dará si –y sólo si– como individuos nos decidimos a hacer la diferencia y nos organizamos como sociedad; el cambio no vendrá por decreto presidencial. No basta con hacer lo que nos toca, la diferencia entre participar e incidir está en la capacidad de organización entre los afines e interesados en resolver un problema o lograr un propósito; en la capacidad de crear y fortalecer un músculo social que sea capaz

No basta participar en espacios y agen incidencia en la transformac no sólo de llamar la atención y poner un tema en la agenda pública, sino de articular acciones y sobre todo, de garantizar la sostenibilidad de los esfuerzos en el mediano y largo plazo hasta que se logre lo plan-

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teado. Para ello, la mejor fórmula es que cada grupo de ciudadanos abrace una única causa y la anteponga al protagonismo y las tentaciones del liderazgo social. No intentemos salvar al mundo y resolver todos los problemas, tampoco esperemos lograr resultados en un corto plazo, mejor comencemos con algo que esté en nuestras posibilidades y rango de influencia: nuestra cuadra, nuestro parque, nuestra escuela. He visto muchos movimientos ciudadanos nacer y morir, y los únicos que sobreviven, trascienden y logran incidir en la sociedad son aquellos que fueron capaces de enfocarse en un objetivo particular y organizarse en torno a él y no a las personas; aquellos que además plantearon una agenda de mediano y largo plazo. Incidir

Francisco Alvarado Nazar | Delegado Estatal de la Cruz Roja Mexicana en Chiapas. Ha sido Directivo de Consejos de Exatecs, Coparmex y Consejo consultivo Ciudadano. Es empresario del sector turístico y agroindustrial, y consultor de negocios. Esposo de Arena y papá de Franco y Bruno.

ndas ciudadanas, si el resultado es cero ción de nuestras realdades. como ciudadanos no es una carrera de 100 metros, sino una ultramaratón. Hay que preparase para no desistir, para librar muchos obstáculos y para pasar la estafeta cuando sea necesario refrescar los liderazgos.

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Fotografía Gabriela Sanabria ©


Existen varios casos de éxito en Chiapas de cómo la sociedad organizada participó y logró incidir: uno de ellos es el Fondo para la Conservación de El Triunfo (FONCET) integrado por empresarios, ambientalistas, científicos y ciudadanos conservacionistas que desde hace 20 años están organizados en torno a la protección ambiental de las reservas naturales en el Sureste mexicano. Otro caso es el del Consejo Consultivo Ciudadano, conformado también hace más de dos décadas por representantes de instituciones y ciudadanos que, en calidad de voluntarios, han fortalecido la participación de la sociedad organizada a través del Instituto Ciudadano de Planeación Municipal (ICIPLAM), con el propósito de incidir en la agenda de desarrollo urbano sustentable, con visión de largo plazo, para la capital chiapaneca. También han existido otros movimientos, quizás no tan formales ni organizados, que han logrado incidir en la comunidad en temas muy puntuales como los Manatíes del Grijalva con su “Tuxtla libre de pendones”. Lo que parecía imposible, hoy es una realidad: ver las principales avenidas y espacios públicos de nuestra capital sin toda esa basura colgada que ensuciaba la imagen y contaminaba nuestra cuenca. Se participó y se incidió. En todos estos casos, el común denominador ha sido el tiempo. Por ello, lo más importante para participar e incidir como ciudadanos es sostener, de forma organizada y consistente, los esfuerzos y los ideales en torno a una causa social.

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Otra forma de hacer política por Alberto Zuart

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olarización y crispación son estímulos que desde hace poco acompañan a nuestra vida política, siendo una el combustible de la otra. La demagogia, la ausencia de sentido de Estado y la falta de madurez democrática están íntimamente relacionadas con los deseos de llegar al poder. Estamos acostumbrándonos a jibarizar la demonización del adversario, a vivir entre posicionamientos extremos y a minusvalorar al que no piensa como nosotros. En consecuencia, si la polarización y la crispación incrementan su presencia en la construcción del espectáculo político, es de esperarse que la ciudadanía se adapte a esa forma de hacer política.

Fotografía Jacob García ©

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Alberto Zuart Garduño | Politólogo internacional. Doctor Cum Laude en Política y Gobierno por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro de la AISOC y del SNI de CONACyT. Sus líneas de trabajo, investigación y docencia prioritarias son: democracia, comunicación política y opinión pública.


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En medio de una crisis sanitaria histórica y cuando una angustiosa mayoría social demanda grandes acuerdos, la política ha dejado de ser el terreno de la negociación y el diálogo para convertirse en polarización extrema, en la que se descalifica al adversario y se priorizan cuestiones morales, religiosas e identitarias. Términos como “casta”, “ruptura de consensos”, “liberales” y “conservadores”, “los de arriba contra los de abajo”, “república” o “régimen” se han apoderado del espacio político mexicano. Muchos políticos todavía no comprenden cómo construir confianza y lograr entendimiento en una sociedad que está mucho más formada e informada. La curva de aprendizaje puede tener un alto coste para nuestra democracia que desembocará en mayor desafección y alejamiento ciudadano de la política. No es raro que la clase política se encuentre, hoy día, tan mal valorada por la opinión pública. Por eso, son muchos y cada vez más los que nos preguntamos: ¿es posible otra forma de hacer política? Para poder responder a esta pregunta debemos echar la mirada hacia atrás y analizar por qué en México la polarización y crispación se han vuelto tan frecuentes. Como todo fenómeno social, son varios los motivos que están detrás. Me centraré en uno de ellos: la política en nuestro país parece descansar menos sobre el convencimiento y más sobre el vencimiento. Hoy por hoy, la única herramienta de


trabajo para hacer política en México es la palabra vaciada de contenido que termina construyendo argumentos simplistas. Es decir, en los últimos años, los esfuerzos parecen más dirigidos a lograr mayores apoyos electorales que los opositores en el corto plazo, renunciando a la pedagogía y a la persuasión. Dicho en otras palabras, a falta de razonamientos sociales o económicos, los representantes populares de nuestro país se sienten muy cómodos en la maniobra electoral y debatiendo cuestiones morales e identitarias. Quizá, porque cuando las sociedades aumentan su nivel educativo o su renta per cápita se van vacunando contra muchas de las patologías de la democracia, como los sistemas autoritarios. Es cierto que para alcanzar lo más valioso que tiene un político, la confianza ciudadana, se pueden implementar diversas estrategias. Felipe González, ex presidente del gobierno español (1982 - 1996), ha definido en distintas ocasiones a la actividad política como “hacerse cargo del estado de ánimo de la gente”. Desde 2008, nuestro país vive

en un estado de desafección, desánimo y pesimismo. Es por ello que muchas aventuras políticas se han ido abriendo paso en forma de “nuevos partidos”, porque hay un caldo de cultivo propicio para ello. Ahora bien, para “hacerse cargo de un estado de ánimo” de estas situaciones se pueden seguir dos estrategias diferenciadas. Por una parte, los políticos pueden alegrarse de ese desánimo y, en lugar de buscar soluciones, centrar todos sus esfuerzos en apuntar culpables. Se trata pues, de fabricar responsables de nuestros problemas, siempre y cuando los responsables sean los demás y nunca nosotros porque nosotros hemos sido víctimas de ellos. Esta chapuza política lo único que produce es estimular la polarización y crispación. En los últimos años, existen múltiples ejemplos: el término “fifí”, uno de ellos, no deja de ser una forma de centrar los problemas de nuestro país en un grupo de gente, obviando la complejidad de cualquier realidad; una estrategia muy recurrente en los últimos tiempos en la política mexicana.

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Por otra parte, un político puede “hacerse cargo del estado de ánimo de la gente” mirando al futuro con seguridad y poniendo sobre la mesa soluciones. Bajo esta lógica, el desánimo y el victimismo no tienen cabida. Lo que se busca, a diferencia del anterior método, no es vencer, sino convencer. Dicho en otras palabras, se abandona la idea de buscar culpables y se opta por exponer un proyecto de país compartido por una mayoría social, utilizando la persuasión. Sin embargo, para desarrollar esta estrategia se necesitan liderazgos creíbles y políticos profesionales que sepan de lo que hablan y crean lo que dicen. Solo así se alcanzará algo tan necesario en la política actual: transmitir convicciones.

Lamentablemente, la política mexicana actual lleva instalada en la primera forma de hacer política desde hace un buen tiempo y nadie, absolutamente nadie, ha sido capaz de cambiarla. El victimismo o la búsqueda de culpables son los principales ingredientes para la polarización y crispación. Necesitamos otra forma de hacer política con más persuasión, más entendimiento y menos enfrentamiento, más solidaridad y menos autoconvencimiento. Nunca nadie tiene toda la razón, sino cada uno su parte de responsabilidad; debemos transitar a un debate público de argumentos y no de ciencia ficción. No solamente hay otra forma de hacer política, sino que la ciudadanía mexicana la está esperando.

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Ciudadanía y Empresa:

EL CLIC NECESARIO PARA CAMBIAR NUESTRO ENTORNO por Dana Maza

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a ciudadanía se define como el modo de pertenencia de los individuos a la comunidad política. De esa forma constituye el derecho originario de la condición civil: la condición política que reconoce el acceso del individuo a un espacio de derechos compartidos de forma igualitaria por la ciudadanía de la comunidad política (Abadía, 2017). Sin embargo, actualmente, en un mundo que se encuentra en redefinición constante, la participación ciudadana es ahora también un proceso que permite promover mejoras en el entorno, con actores no sólo gubernamentales, sino también académicos y, por supuesto, de la iniciativa privada.


Dana Maza | Consultora en Responsabilidad Social y Género desde 2018. TEDx Speaker con “Emprende como Niña”. Directora de Inversión Social en Avanza Sólido. Miembro del Comité Nacional de Responsabilidad Social en ASOFOM y Líder de Comunidades en el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias Capítulo Chiapas.

Aunque la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) debería ser inherente a la empresa, recientemente se ha convertido en una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la que la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, lo social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medio ambiente y la sustentabilidad de sus acciones para las generaciones futuras (Cajiga, s.f., p.2). De esta forma se entiende que la responsabilidad empresarial no es algo ajeno a la función primordial de la empresa –como muchas instituciones dan por

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Fotografía Factor Dios ©


hecho– ni mucho menos se trata de acciones aisladas o de única ocasión, sin un seguimiento de sostenibilidad. Por el contrario, implica la conciencia de que impactará de forma positiva o negativa, directa o indirecta, interna o externa, a grupos y comunidades vinculadas con su operación; dicho de otro modo, es la capacidad de responder a estos desafíos buscando maximizar los impactos positivos, minimizando los negativos. En Avanza Sólido hemos decidido ir un paso más allá. Como institución, estamos conscientes de que la responsabilidad social empresarial es un asunto que también debe poner al centro de sus acciones a sus clientes y usuarios, conscientes de que la productividad, la reducción de costos y la obtención de beneficios no pueden justificar de ningún modo la explotación, la violación de los derechos fundamentales de las personas o la degradación del medio ambiente. Por ello, buscamos a través de certificaciones como la Smart Campaign, activar mecanismos para la protección de los derechos de las personas acreditadas, derribando así los criterios de

desigualdad y exclusión que tradicionalmente han regido a algunos sectores de las microfinanzas. Y al mismo tiempo, a través de nuestro distintivo de Empresa Socialmente Responsable, impulsamos alianzas con organizaciones de la sociedad civil, instituciones gubernamentales, la academia e incluso otras financieras que tengan como ejes rectores los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para generar proyectos de impacto, ecológicamente sostenibles y de interés público: de tipo cultural, educativo, social y, por supuesto, comercial. La responsabilidad social, entonces, no es más una política de papel, sino el vínculo indisoluble entre ciudadanía y empresa, cuyas acciones afectan o benefician a nuestro mundo y, como es lógico, a nosotros con él. Fuentes Abadía, John Francis (2017). La ciudadanía del mundo. Universidad Cooperativa de Colombia Cajiga, Juan Felipe (s.f.) El concepto de responsabilidad social empresarial. Centro Mexicano para la Filantropia.

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n medio de un contexto sanitario, social y político complejo, recién concluyeron dos de los procesos electorales más desafiantes de los que el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) de Chiapas ha arbitrado. En 2021, se organizaron elecciones para renovar cuarenta diputaciones locales que conforman la LXVIII Legislatura y para elegir mil 654 cargos de 123 Ayuntamientos. El tres de abril de 2022, derivado de condiciones político-sociales adversas, ajenas a la logística electoral del proceso ordinario de 2021, se

Ludoteca TEJO:

Construcción de ciudadanía y educación cívica para la niñez chiapaneca por Oswaldo Chacón Rojas

celebraron elecciones extraordinarias en los municipios de Emiliano Zapata, El Parral, Siltepec y Venustiano Carranza. Originalmente, también se encontraban Frontera Comalapa y Honduras de la Sierra, pero ante la falta de condiciones de seguridad y de la imposibilidad de integrar un número importante de mesas directivas de casilla, los consejos distritales respectivos del Instituto Nacional Electoral (INE) en Chiapas, acordaron dar de baja la totalidad de las casillas y se determinó la inviabilidad de realizar los comicios.

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Oswaldo Chacón Rojas | Consejero Presidente del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana de Chiapas. Catedrático del IIJ-UNACH e Investigador Nacional CONACyT con licencia.


Han quedado cuantiosas lecciones para enfrentar la elección de 2024. Sin embargo, la principal es la evidente necesidad de arraigar aún más los valores de la democracia, para que la ciudadanía siga siendo el ancla de la confiabilidad de las elecciones, a partir de su participación íntegra y responsable en la organización comicial y en el ejercicio de los sufragios activo y pasivo. Este diagnóstico coincide con las conclusiones que sugieren Almond y Verba en La Cultura Cívica (1963). Estudio clásico, basado

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Fotografía edgar laram ©

en encuestas realizadas en cinco países, para determinar el tipo de cultura política necesaria para la democracia, en el que los autores distinguieron tres tipos de orientaciones políticas: cognitivas, afectivas y evaluativas. Las primeras, entendidas como los conocimientos y creencias que poseen las personas sobre el sistema político y sus componentes; las segundas, correspondientes a los sentimientos; y las terceras, a las valoraciones (juicios y opiniones) de las personas hacia esos mismos objetos políticos.

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Almond y Verba identificaron tres tipos ideales de cultura política: parroquial súbdita, súbdita participante y parroquial participante, esta última comprendida como la ideal en una democracia. La parroquial súbdita, consiste en una ciudadanía con muchas áreas de oportunidad en términos de cultura cívica - democrática y es la que caracterizaba al México de hace 60 años. Pero, las recientes elecciones nos han demostrado que persisten obstáculos para contar con una ciudadanía, y con actoras y actores políticos respetuosos de la normatividad y del juego limpio, que valoren las reglas de la democracia. No se debe llegar al 2024 sin intentar acciones que procuren paliar este desafío. Después de todo, no hay democracia sin demócratas. Ser demócrata es parte de un aprendizaje de toda la vida, de un ejercicio permanente, de cierta actitud consciente; es llegar a entender

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que vivir solidariamente es una necesidad humana. El aprendizaje del credo democrático comienza desde la infancia y no termina jamás. Aún después de 60 años se sigue aprendiendo que el diálogo es necesario, que la verdad política es relativa, que se debe aceptar al discrepante y que la justicia comienza con el derecho de todas las personas a una vida digna. La democracia es una escuela que enseña y obliga a respetar principios y si esa escuela se cierra, la democracia desaparece. Nadie nace siendo demócrata, el sentido democrático tiene que adquirirse a lo largo de la vida, hay que aprenderlo todos los días, porque pocas cosas se pueden olvidar tanto como el ser personas solidarias, fraternales, justas y respetuosas de los derechos de las y los demás. La democracia comienza a declinar cuando la sociedad acepta y normaliza el abuso de poder y la arbitrariedad, es decir, cuando


Fotografía Gabriela Sanabria ©

se tolera la ausencia de un auténtico estado de derecho. Esta tolerancia es todavía más patente cuando se trata, como es el caso de la mayoría de las democracias realmente existentes, de modelos liberales de representación, en los que las personas representantes actúan en la práctica sin ningún control efectivo por parte de las personas representadas. En ausencia de tal sentido democrático, la corrupción, en su forma más genérica, invade los sistemas políticos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, tornando la democracia en un sistema tan manipulador (o casi) como las oligocracias y las dictaduras populistas. Lo anterior empeora con la ausencia de formación cívico – democrática, porque entonces, es imposible llevar a buen término cualquier plan de reforma o de regeneración del sistema por falta del necesario apoyo ciudadano, ya que,

bajo este escenario, la ciudadanía está en un estadio de desconocimiento y por tanto no tiene la capacidad de opinar. Esto es así, porque se carece de ideas claras sobre lo que es o no democrático, lo que permite que la dictadura populista sea una alternativa amenazante ante el futuro incierto, como ya ha ocurrido en algunos países, de modo patente o disimulado. En efecto, como se ha dicho, nadie nace siendo demócrata. El talante democrático se adquiere solamente mediante una correcta educación política, o como decía Protágoras, la justicia no es fruto ni de la naturaleza ni de la casualidad, antes bien se enseña. Y es que la democracia es la conquista decisiva de la humanidad, pero el contrato social que la fundamenta ha de repetirse en cada generación. Por ello, la tarea de la educación cívico-democrática es incesante, es decir, ha de repetirse

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Escanea el código y conoce la plataforma del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional).

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igualmente con cada generación. La sensibilidad para los valores democráticos no se hereda, al contrario, el naturalismo político renace con cada persona. En otras palabras, toda la ciudadanía debe tener competencia para actuar como tal, al margen del grado en que decidan involucrarse en la vida pública. El papel de la educación en la democracia, como lo sostuvo John Dewey, es el de formar individuos igualmente preparados para participar en las actividades económicas, políticas y culturales de su sociedad, sin menoscabo de la pluralidad de intereses y la libertad individual (1954, p.134), y aquí, la educación cívica, que se constituye como un proceso educativo formal o informal, que tiene la finalidad de desarrollar la presencia de conocimientos, valores y actitudes en favor de la democracia, incidiendo deliberadamente en el proceso de conformación de la cultura democrática, cuyo objetivo central es educar a la ciudadanía para vivir en la democracia, tiene un rol fundamental. Una cultura democrática no se forja en lo abstracto, es producto de un proceso de socialización política formal e informal. Pero ¿cómo se aprende a ser ciudadana o ciudadano? Esta interrogante puede ser resuelta a través de la enseñanza de la educación cívica, no solo en un sentido curricular, sino como parte de las prácticas cotidianas de las y los individuos. Ahora bien, a partir de aquí pueden surgir otros cuestionamientos, ¿cómo promover la educación cívica?, ¿cómo hacerla parte de la vida diaria de las personas?, ¿cómo poder introducir los valores, conocimientos y prácticas en los que se basa la democracia? La socialización juega un papel relevante en este proceso, ya que es un mecanismo que contribuye a configurar las orientaciones y representaciones sociales del mundo como parte de la cultura en general, que luego se transfieren hacia el ámbito de la política desde edades tempranas. El aprendizaje de la políti-


ca comienza desde la niñez, donde se adquieren las primeras concepciones sobre la vida, los valores, los símbolos patrios, las instituciones y los partidos. De ahí que, a lo largo del tiempo, el IEPC ha implementado una serie de acciones educativas con diversos sectores públicos, enfocadas a la divulgación, el conocimiento y la apropiación de los valores de la democracia, como el respeto, el diálogo, la tolerancia, la participación, la igualdad y la justicia. Dentro de estas actividades destinadas al fortalecimiento de la educación cívica de niños, niñas y adolescentes, se ha instrumentado la Ludoteca TEJO, la primera en su tipo en el país, que invita a niñas, niños y adolescentes a vivir la experiencia de la participación ciudadana a través de ejercicios cívico – democráticos incluyentes, relacionados con la toma de decisiones. Este espacio pedagógico tiene el objetivo de acercar a las infancias y a las adolescencias, por medio del juego, a los temas de cultura cívica, participación ciudadana y formas de colaborar en la sociedad, en tres modalidades de aplicación: fija (en las instalaciones del IEPC), itinerante y virtual, en dos rangos etarios: de seis a once y de doce a quince años. La Ludoteca TEJO, comprende tres salas: de educación cívica, de participación ciudadana y de proceso electoral. Dentro de las actividades de la Sala de Educación Cívica están disponibles

memoramas con conceptos de cultura cívica, valores y proceso electoral, videos para conocer las etapas de formación ciudadana y la importancia de participar en todas ellas, así como juegos para reflexionar sobre las acciones y decisiones diarias. La Sala de Participación Ciudadana cuenta con un juego de ruleta interactivo para conocer los mecanismos de participación, que busca la reflexión acerca de la importancia de participar activamente en los asuntos públicos, y con un juego interactivo de mecanismos de participación para personas de educación secundaria, que busca fortalecer el concepto de ciudadanía. Por último, la Sala de Proceso Electoral, incluye un módulo de credencialización semejante a los Módulos de Atención Ciudadana del INE para obtener la Credencial para Votar, para que a todas las personas asistentes se les entregue una credencial de la Ludoteca TEJO; así como ejercicios de campañas electorales, en donde las niñas, niños y adolescentes pueden jugar a ser candidatas o candidatos, con lo que se busca acercar a las infancias a la participación activa en torno al voto razonado; actividades de votación y cómputo, con urnas y boletas reutilizables; y actividades de cierre que comprenden dibujos y reflexiones para reforzar lo aprendido. Este proyecto chiapaneco busca ser un referente para todo el país. Es una gran aportación del IEPC a la democra-

Para solicitar un recorrido en cualquiera de las tres modalidades de la Ludoteca TEJO, se requiere enviar un correo electrónico a ludoteca.tejo@iepc-chiapas.org.mx

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cia porque ésta no puede funcionar adecuadamente sin el apoyo de una ciudadanía que comprenda las ideas, instituciones y prácticas en las que se basa, y que conozca cómo asegurar que los gobiernos encargados de representarlos se ocupen de los problemas y aspiraciones que demanda la sociedad. Es pues que el Instituto de Elecciones le apuesta a la construcción de ciudadanía desde las infancias, a través de espacios como la Ludoteca TEJO, en donde se privilegia la práctica del ejercicio del derecho de participación de la niñez y de las y los adolescentes, inspirándoles a vivir los valores democráticos de libertad, igualdad y fraternidad, a formar su libre albedrío y a ser parte de una ciudadanía activa y reflexiva. Fuentes Almond, Gabriel y Verba, Sydney (1963). The Civic Culture. Princeton University Press. Dewey, John (1954). Democracia y educación. Ediciones Morata.


Ciudadanos Medios:

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Una reflexión

por Roberto Mancilla

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Fotografía Factor Dios ©

urante mucho tiempo (muchísimo, diría yo), las y los mexicanos hemos vivido en una fantasía sólo atribuible a nuestra especial proclividad a creernos parte de un “pueblo elegido” en el que expresiones como “los buenos somos más” o “la familia es primero”, se han convertido en las justificaciones de un sinfín de ideas, en su mayoría erradas, respecto de lo que somos como individuos y entes sociales.

Roberto Agustín Mancilla Mendoza | Diseñador, aprendiz de comunicador y aficionado a la música, como ejecutor y como oyente. Durante casi cinco décadas de vida ha buscado un espacio para expresar su sentir sobre este y otros temas hasta encontrarlo en estas páginas.


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Así, un gran número de personas (paisanas y paisanos) andan por la vida orgullosos y seguros de que forman parte de esos “buenos” (que “somos más” ¿cómo que no?) y que, por supuesto, eso los convierte en mejores ciudadanos en la acepción más filosófica del término. Más aun –y sin el ánimo de involucrar el tema político en esta reflexión– cabe destacar que, a raíz del discurso planteado por el liderazgo unitario del régimen actual, pareciera que la sensación de pertenencia a ese supuesto mayoritario grupo al que se llama “pueblo bueno”, se ha arraigado aún más y ha exacerbado el ánimo contra quienes, por señalamiento “divino” o percepción personal, no son parte de esta bienaventurada ciudadanía destinada a ser “feliz” y recibir puras cosas buenas, por derecho propio y común. En ese contexto, los medios de comunicación y sus representantes públicos se han tipificado de acuerdo con las preferencias que expresan, en una contraparte radical a la concepción de valores que representarían a esta sociedad comprometida, activista, trabajadora, honorable… “buenita” pues, a la que muchas y muchos creen pertenecer. Con esa justificación, a los medios que opinan diferente de lo que piensa o cree que opina la mayoría, se les acusa de corrupción, de incitación a diversos delitos, de responsables de nuestras crisis sociales y hasta personales, de que gastemos más de lo que debemos, de que no estemos bien informados e incluso de traición a la patria. Por supuesto, no es el objetivo de esta colaboración asumir la defensa de las empresas propietarias de los medios (grandes, medianos o chicos), pero sí reflexionar un poco sobre la increíble paradoja en la que se convierte nuestra opinión respecto de los medios, al no asi-


milar que (al igual que los políticos) estos son un reflejo más de la sociedad a la que pertenecen (sí, la nuestra) y que sus acciones son parte y contraparte de las que día con día perpetramos para vivir o sobrevivir. Cuando exigimos a los medios (y sus representantes) que sean objetivos, imparciales, incorruptibles, precisos, veraces, respetuosos, éticos o, incluso, amables o corteses en sus emisiones, transmisiones o publicaciones, estamos demandando que se ciñan a unos códigos deontológicos y conductas morales que la mayoría no practica y, me atrevo a decir, ni siquiera conoce. Así, en este México soñador, la señora que se estaciona en doble fila afuera de la escuela de su hijo, critica al programa de televisión que habló mal de su artista favorito; el tipo que se estaciona en el espacio destinado a personas con discapacidad en la tienda de autoservicio exige que el locutor no le mienta respecto del clima que habrá en la ciudad; mientras que la madre de familia que, iracunda, demanda que el periodista que le cae mal dé a conocer la procedencia del dinero con el que compró su casa, no tiene empacho en hablarle a su compadre “que trabaja en el magisterio”, para aligerar el paso de su vástago a la secundaria (porque “mijo es bien inteligente y ese día del examen de admisión, se sentía un poco mal”). Ejemplos como estos están diariamente a nuestro alrededor, en nuestra casa y hasta en nuestras cabezas. La idea, finalmente, sería darnos cuenta de ello y asumir que los medios que nos informan son el reflejo de lo que, como ciudadanos generamos en todos los sentidos. Así, quizá, algún día podríamos lograr que lo que nos anuncian e informan tenga que ver más con lo que realmente somos y no con lo que creemos que somos. Cuando esto nos llene de orgullo y no de enojo, habremos dado un paso adelante.

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participación ciudadana

A las márgenes de la

Por edgar laram

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os sistemas democráticos –o que al menos dicen serlo– contemplan en sus marcos legales mecanismos de participación ciudadana. En nuestro país, el Instituto Nacional Electoral (INE), por ejemplo, además de organizar elecciones, fiscalizar a los actores políticos, promover la cultura cívica, entre otros, se encarga de la iniciativa ciudadana, la consulta popular, y la ya famosísima revocación de mandato. Estos mecanismos de democracia directa “permiten a la ciudadanía pronunciarse directamente sobre reformas, leyes, tratados o decisiones públicas; a través de ellos, las y los ciudadanos pueden proponer, votar o expresar su opinión sobre asuntos de relevancia e interés colectivo” (Elecciones de Bolsillo, INE, 2022). Siguiendo esa tendencia, en el ámbito local, por ejemplo, de acuerdo con el Código de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas (2020), son cinco los mecanismos o instrumentos de participación ciudadana: el plebiscito, el referéndum, la iniciativa popular, la audiencia pública y la consulta popular; con ellos

Edgar Laram | Ex hater profesional, amante del diseño, la fotografía, la música y los libros —no precisamente en ese orden—. Piensa que la vida debe acompañarse de una generosa taza de café y cree en el amor y otras mentiras.

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se pretende que la ciudadanía disponga de otras formas de participación distintas al voto, que posibiliten la ejecución de los derechos fundamentales de la ciudadanía y habitantes del estado de Chiapas, al involucrarse con la tarea de gobernar mediante la presentación de propuestas, así como el seguimiento la discusión, aprobación y, en su caso, el rechazo de los actos y decisiones de las autoridades estatales o municipales. (Dirección Ejecutiva de Participación Ciudadana, IEPC, 2019).

Sin embargo, existen otras formas de participación ciudadana que lo mismo toman parte de los asuntos públicos y en muchas ocasiones inciden en el poder político institucionalizado. Pensemos, por decir algo, en un mitin o una marcha cualquiera. Ambas, son formas de acción colectiva que indiscutiblemente pretenden expresar posicionamientos sobre un asunto particular, que bien puede ser de orden público y, por lo tanto, de interés colectivo, pero que escapan de los instrumentos meramente electorales. Históricamente, estas acciones colectivas han sido el recurso de ciudadanos cansados de nos ser escuchados, aquellos a los que no precisamente alcanzan los diseños

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Escanea el código y conoce más sobre los mecanismos de participación ciudadana en el portal del IEPC-Chiapas.


institucionales, pero que unidos por la necesidad de cambiar el estado de cosas, salen a la calle y protestan, ya sea sobre asuntos de carácter específico o bien sobre cuestiones de orden estructural. El movimiento feminista es buen ejemplo de ello. No sólo porque las han incorporado a su lógica de lucha, sino porque con ello han logrado poner sobre la mesa su discurso emancipador, honrando uno de sus más grandes postulados: lo personal es político. Y no es el único, otros grandes movimientos sociales han echado mano de estas formas de acción colectiva: el movimiento estudiantil del 68, la Primavera árabe, el Ocuppy Wall Street, Los Indignados, y un largo etcétera. En ese sentido, las marchas y mítines son también, en toda la extensión del término, formas de participación

política porque 1) funcionan como elocución dirigida a instancias concretas; 2) surgen por la capacidad asociativa de quienes los integran; 3) tratan asuntos de carácter eminentemente político; y, por si fuera poco, 4) se llevan a cabo en el espacio público –condición que no necesariamente cumplen los propios mecanismos de participación ciudadana reconocidos–. Si, como sostiene Juan Jesús González (2017) la esfera pública es “el resultado de la interacción entre los tres polos que la componen, cada uno de los cuales produce su agenda respectiva: partidos (agenda política), medios (agenda mediática) y audiencia (agendas ciudadanas)”, la participación política no puede restringirse a lo que sucede en las formas clásicas de representatividad, mucho menos a sus mecanismos dise-

Fotografía edgar laram ©

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ñados exprofeso; más bien, habríamos de considerar, como una forma constituyente, lo que sucede a sus márgenes, porque lo que ahí se gesta, las más de las veces, es la antesala de un movimiento que cambiará la historia. Fuentes INE. (s. f.). Mecanismos de democracia directa. González, Juan J. (2017) Prólogo. En Ciencia política para periodistas (Manuales). Editorial Oberta UOC Publishing, SL. Sexagésima Sexta Legislatura Constitucional del Estado Libre y Soberano de Chiapas. (2020). Código de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas. Periódico Oficial número 101.


Fotografía Jacob García ©

La Agenda

de la ciudadanía chiapaneca por Mercedes Corzo

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n la política contemporánea aparecen en diferentes matices las quejas sobre la calidad de la representación. Los ciudadanos desgastados acusan a los representantes por la ineficacia de los procedimientos legislativos, las corruptas redes de influencia, los cargos electos y los grupos de interés. Sin embargo,


Mercedes Guadalupe Corzo Matías | Comunicóloga y politóloga convencida de que las ciudadanías formadas e informadas transforman los sistemas. Defensora de la Democracia. Candidata a Doctora en Estudios Regionales.

mientos que eso les produce se caracteriza por: • Personajes que llegan a robar • Representantes que mienten • El Partido Político ya no es un referente • Una ciudadanía cansada de ser buscada solo en temporada electoral

Plotke (1997) pone de manifiesto que la representación no es exclusión, y lo contrario de la participación es la abstención. Por lo que señala que en lugar de oponer la participación a la representación “deben mejorarse las prácticas y formas de representación para hacerlas más abiertas, eficaces y justas” (pág. 20). Bajo estas consideraciones entenderemos a la representación como una relación activa entre representado y representante. De acuerdo con la investigación Comunicación política legislativa chiapaneca en las redes sociodigitales durante el periodo 2018-2021, la imagen que tienen los ciudadanos de Chiapas sobre sus representantes políticos y los senti-

Los comentarios recurrentes sobre la ausencia de diálogo con la administración municipal y partidos políticos los hace pensar que la democracia no está instaurada en su localidad. Expresiones como “Nos han fallado”, “es un pueblo sin Ley”, “No me da seguridad la política”, “no me defienden como ciudadano”, “no me siento tranquila, ni protegida” son recurrentes al sentirse decepcionados y traicionados por los gobernantes. El sentimiento de exclusión impregna todas las entrevistas con comentarios como “Nos sentimos excluidos de nuestra comunidad”, “nos sentimos discriminados de las decisiones que se toman porque no forman parte de nosotros”, “nos hemos resignado a no ser escuchados, solo escuchan a las personas de mayor poder social y económico, a nosotros no”. Las entrevistas realizadas con ciudadanos de los distritos electorales locales I, V y XIII de Chiapas, a través de la metodología de grupos de discusión,

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nos revelan que en la agenda sistémica (ciudadanos), los temas ambientales, los de seguridad y los económicos son las principales preocupaciones. Y al mismo tiempo, que los ciudadanos no se sienten representados, y se saben excluidos de las decisiones de los representantes. En ese sentido sería pertinente comparar la agenda institucional (agenda legislativa/Plan de Desarrollo Estatal) con la agenda sistémica (ciudadanos) y cómo se transforman en proyectos viables para los legisladores (iniciativas presentadas en el Congreso del Estado de Chiapas/política públicas). Para así

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responder, en qué porcentaje se corresponden la agenda institucional, con las agendas decisional y ciudadana, y si las decisiones políticas están motivadas por las necesidades de las y los ciudadanos chiapanecos. Fuentes Plotke, D. (1997). Representation is Democracy. Constellations, 4(1), 19-33. Corzo-Matías, M. (2021). La Comunicación Política Legislativa Chiapaneca en las redes sociodigitales durante el periodo 2018-2021. [Tesis doctoral] Universidad Autónoma de Chiapas.


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