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LITURGIA

LA PAZ RITO DE

l Por Luis Gerardo Ramírez Medina Tercero de Teología

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Desde tiempos antiguos, el rito de la paz ha estado presente en la Iglesia; su ubicación en la misa depende de la interpretación del pasaje de Mateo 5, 27: «…si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda». Eso explica que en algún tiempo haya estado al final de la liturgia de la palabra, justo antes de presentar los dones del altar. Actualmente el signo de la paz se ha situado antes de la comunión. Su punto de referencia es la contemplación eucarística del misterio pascual, mostrándose así como el «beso pascual» de Cristo resucitado, presente en el altar.

El signo de la paz se encuadra dentro de los ritos que conducen a la participación sacramental en la eucaristía (comunión). Primitivamente el signo de la paz se hacía entre todos los fieles, tiempo después la paz partía del altar y se realizaba en orden jerárquico: Cristo se la comunicaba al sacerdote, expresado en un beso al altar, el sacerdote al diácono, este al subdiácono y después a otros miembros del clero y después a algunos fieles.

La liturgia actual prevé que todos los fieles se den el signo de paz aunque no prescribe ninguna fórmula específica. La paz que se da no debe ser comprendida como una paz humana ya conseguida o que se alcanza por medio de la amistad o la solidaridad; es más bien la paz de Cristo resucitado, nuestra paz, un don mesiánico por excelencia y comunicada por el Espíritu Santo, paz que prepara para recibir el cuerpo de Cristo y al recibirlo queda sellada y acrecentada. Aunque el rito de la paz es un hermoso signo, lamentablemente en nuestras celebraciones se comenten algunos abusos tales cómo exagerar en las formas de darse la paz haciendo una especie de recreo de la misa y restándole importancia al rito siguiente llamado fracción del Pan, rito al que acompaña el Cordero de Dios. Otros abusos consisten en cantar un «canto de paz» en lugar del Cordero de Dios, o incluso que los fieles se desplacen de un lado a otro para saludarse o que el mismo sacerdote baje del presbiterio para dar la paz a los fieles.

En este tiempo de emergencia sanitaria se recomienda no estrechar la mano del hermano en el rito de la paz, cosa que muchos medios de comunicación han interpretado como suprimir el rito. Sin embargo como hemos dicho anteriormente el rito de la paz no prescribe un modo específico dejando en cierta libertad el gesto, pudiendo ser este un saludo de mano o una simple reverencia a quien está a nuestro lado. Que nadie olvide que el gesto de la paz no es un gesto social, como lo es el saludo, sino la adecuación de nuestro interior a la exigencia del amor mutuo: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35).

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