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en Azcapotzalco, México

p r á c t i c a s

caminabilidad e inclusión urbana. experiencias de mujeres del barrio de san pablo xalpa en azcapotzalco, méxico

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Acoyani Adame Castillo

Magíster en Desarrollo Urbano por la Universidad Pontificia Católica de Chile y consultora urbana en WRI México.

Amparo Ortega Gutiérrez

comunicóloga política por la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinadora de comunicación de Liga Peatonal A.C.

El programa Caminatas con Perspectiva de Género forma parte del proyecto Caminito de la Escuela, metodología de participación ciudadana para mejorar la seguridad vial en los entornos escolares, impulsado por Liga Peatonal,organización mexicana que busca incentivar la movilidad activa en México. La aplicación del proyecto en San Pablo Xalpa, Azcapotzalco, Ciudad de México, comenzó en 2018 ante la solicitud de madres de familia del jardín de niños Emma Godoy. La principal preocupación de las y los habitantes fue que un acceso a la unidad habitacional fue cerrado para permitir el acceso de vehículos de carga de la empresa multinacional Bimbo. La empresa y autoridades “resolvieron” la problemática colocando un puente anti-peatonal (que limita la accesibilidad) al que se tiene acceso a través de un corredor enmallado, no se implementaron acciones como cruces peatonales a nivel ni reductores de velocidad. Desde ese entonces, se han aplicado auditorías de caminabilidad del entorno escolar a través de sesiones participativas, que ha permitido identificar problemas que afectan las condiciones de seguridad vial y caminabilidad de la zona, los cuales, deben atenderse mediante propuestas de transformación urbanas responsivas al género, que atiendan a la población que camina más en el barrio.

caminabilidad, movilidad activa femenina, metodología de participación ciudadana con perspectiva de género.

«En México, la movilidad activa también refleja los altos niveles de desigualdad urbanos y la calidad de la caminabilidad de las mujeres depende de su lugar de residencia. Una mujer de la periferia urbana tendrá pautas diferentes a las de la mujer de un barrio central, por las características del entorno urbano que pueden aumentar o limitar la movilidad a ciertas zonas, horarios y espacios»

Introducción

Hablar de movilidad activa en México, es enfrentarnos a dos luchas, la del reconocimiento de la movilidad peatonal en la inversión pública y políticas públicas y, reconocer la dimensión de género asociada a ésta. De acuerdo a la Encuesta Origen

Destino en la Zona Metropolitana del Valle de México (EOD) 2017, el 47% de los tramos de viaje se hacen en medios no motorizados (caminando o en bicicleta) y el 36.3% se hacen en medios de transporte público colectivo. Además, somos las mujeres, las que más caminamos, por la variedad de motivos de viaje, horarios y por los viajes de cuidado, que es el principal motivo de desplazamiento entre las mujeres de la Ciudad de

México (INEGI, 2014). Sin embargo, esta realidad no se ve reflejada, el 74% del gasto público para movilidad está dedicado a infraestructura vial y sólo un 20.89% a movilidad urbana sustentable (Anatomía de la movilidad en México, Hacia Donde Vamos, 2018).

Analizar la movilidad activa en las ciudades también debe considerar todas las dimensiones de la sustentabilidad, como indica Hanson (2010) la medioambiental y económica y la justicia social y la equidad, que en nuestro caso, es reconocer la movilidad con perspectiva de género. Ya que como señala Soto (2018) hay que cuestionar y comprender mejor la interrelación entre la caminata de las mujeres y la sosteniblidad, ya que la movilidad femenina muchas veces no es decisión propia, si no una imposición.

La perspectiva de género en el urbanismo ha demostrado que nuestra experiencia urbana no es neutra, en México, que las mujeres caminemos más se debe a los roles del cuidado que históricamente han sido depositados en nosotras. Madariaga (2009) ha definido la “Movilidad del Cuidado” como el desplazamiento diario asociado con el trabajo del cuidado (salud, compras, visitas, recoger a alguien). En México, la movilidad activa también refleja los altos niveles de desigualdad urbanos y la calidad de la caminabilidad de las mujeres depende de su lugar de residencia. Una mujer de la periferia urbana tendrá pautas diferentes a las de la mujer de un barrio central, por las características del entorno urbano que pueden aumentar o limitar la movilidad a ciertas zonas, horarios y espacios.

La caminata con perspectiva de género realizada el sábado 27 de julio de 2019, tuvo como objetivo identificar las percepciones que tienen las mujeres al caminar su barrio y al utilizar los espacios públicos. La metodología propuesta fue una caminata de ruta cotidiana acompañada de algunas preguntas para reflexionar sobre interseccionalidad del espacio urbano con el género. Caminamos de la vivienda de las vecinas hacia el sector escolar. Las participantes fueron mujeres vecinas, sus hijos, parejas y las Jefas de la Unidad Departamental de Desarrollo Urbano y de Perspectiva de Género. Las experiencias de caminata cotidiana se presentan a modo de relato colectivo.

Análisis de las reflexiones

“Veo más mujeres caminando. Camino diario una hora por necesidad, para llegar al trabajo. Camino a comprar la comida, para recoger a los hijos de la escuela, para hacer ejercicio. Veo a muchas abuelas con sus nietos y pocos hombres jóvenes caminando. Veo a mujeres caminando hacia la universidad, o para tomar el transporte público, el metrobús (BRT)”, mencionan a la pregunta: ¿Veo cotidianamente a mujeres caminando o en bicicleta?

El espacio que habitamos refleja dinámicas de poder, da prioridades y visibilidad a unos elementos sobre otros, como señala Falú (2014). Por ejemplo, ante la pregunta sobre la infraestructura para el cuidado o esparcimiento ¿Hay espacios para sentarse a darle de comer a los hijos, espacio para una carriola, bebederos

para tomar agua? ¿Hay espacios que permitan el esparcimiento, juego, descanso, reunión? señalan … “Si, hay algunos juegos, pero son mejores los de la unidad habitacional de al lado, ya que son más completos, con mobiliario deportivo. No hay ningún espacio con sombra donde uno pueda descansar para esperar a los hijos. No hay espacios cómodos, ni de recreación para los niños. En la colonia no hay espacio para mujeres, adultos mayores ni niños y somos la población que más ocupa los espacios de la comunidad, pero nos adaptamos a lo que hay, o no salimos a la calle. En las banquetas no se puede usar la carriola, hay puestos de comida que estorban el paso, hay muchas partes donde no hay banqueta, o se encharca en temporada de lluvia y no podemos pasar”.

La seguridad, se expone en dos dimensiones, una sobre la violencia en el espacio público y otra sobre la infraestructura vial. Caminamos reflexionando: ¿El espacio es seguro para caminar de día y de noche? ¿Hay espacios solitarios, calles cerradas, oscuras o muros ciegos? Las vecinas señalan “De noche no camino por aquí, prefiero no salir de noche, hay un grupo de delincuentes que se esconden entre los edificios, o en los puentes antipeatonales. Hay autos abandonados. La velocidad de los autos es peligrosa para caminar, no hay señalamientos, ni balizamiento para señalar el cruce peatonal, tampoco rampas para personas con discapacidad. La salida y entrada a la unidad y escuelas no tiene cruces seguros, no hay reductores de velocidad. A pesar de ser zona escolar, no hay alumbrado. Hay algunos talleres mecánicos que por la tarde venden cerveza.”

Caminar, reflexionar y encontrar respuestas ante la existencia o falta de seguridad desde la percepción

Mapeo colectivo de experiencias Fuente: autora

de las mujeres, refleja la pertinencia social de incorporar su enfoque en las soluciones: “Yo pido a las vecinas que cuiden a mi hija o evito que mis hijas salgan a la calle solas. Me gustaría más organización vecinal, o una cuadrilla de patrullas. No hay botones de pánico. Ahora hay grupos de whatsapp que ayudan, o algunas rondas de guardia entre vecinos” mencionan a ¿Con qué tipo de vigilancia te sentirás más segura?

Algunas conclusiones

La caminata realizada, revela la urgencia de incorporar el análisis de género en los diagnósticos urbanos, dando prioridad a entornos escolares y territorios periféricos, a través de metodologías de participación ciudadana que respondan a la realidad de quienes habitan tal espacio. Las mujeres identifican dinámicas que muchas veces no son planteadas en proyectos urbanos y que

dan como resultado proyectos no inclusivos, como el callejón cerrado que implementaron la empresa y autoridades en San Pablo Xalpa, Azcapotzalco.

Estas metodologías son claves para entender el contexto del barrio, en el que las mujeres tienden a atender todas las problemáticas y complejidades de su entorno, tanto en aspectos de movilidad, labores de cuidado y seguridad del espacio. Sin embargo, como señala Falú (2014) se deben incorporar metodologías y soluciones que apunten a la descentralización de la toma de decisión y que, por encima de todo, contemplen las diferentes perspectivas de la relación de las personas con, y en, la ciudad, considerando las subjetividades. Eso presupone un cambio de paradigma en el que la ciudadanía (especialmente las mujeres) deja de ser considerada apenas como objeto, y pasa a ser ingrediente clave en el desarrollo de las políticas urbanas. Esto puede concretarse en términos de mayor inversión a la movilidad activa en las ciudades mexicanas, implementar los planes de movilidad y género actuales e incrementar el número de mujeres tomadoras de decisión en cargos públicos.

En el reconocimiento y esfuerzo por avanzar hacia ciudades inclusivas es imprescindible ver a la movilidad activa como un derecho, y, garantizar que los desplazamientos de las mujeres sean más inclusivos, seguros y asequibles. Nos queda mucho por hacer, para impulsar que los análisis de movilidad urbana sensitivos al género sean un eje rector de la planificación urbana y atiendan las necesidades de infraestructuras y espacio público priorizando a quienes más caminamos en la Zona Metropolitana del Valle de México, las mujeres. ¶

referencias bibliográficas

De Madariaga, S. I. (2004). Infraestructuras para la vida cotidiana y calidad de vida. Ciudades, 8, 101–133. De Madariaga, S.I. (2004). Urbanismo con perspectiva de género. Andalucia: Instituto Andaluz de la Mujer y

Escandon Impresores. Falú, A. (2014). Inclusión y derecho a la ciudad. El ejercicio de los derechos ciudadanos de las mujeres: La agenda de las Mujeres para Rosario, Argentina. Ciudad, Inclusión y Educación (pp. 58-67). http://www.edcities.org/ wpcontent/uploads/2015/03/Ana-Falú.pdf Hanson, Susan (2010) Gender and mobility: new approaches for informing sustainability, Gender, Place & Culture, 17:1, 5-23, DOI: 10.1080/09663690903498225 Soto Villagrán, P. (2018). Hacia la construcción de unas geografías de género de la ciudad. Formas plurales de habitar y significar los espacios urbanos en Latinoamérica. Perspectiva Geográfica, 23(2). 10.19053/01233769.7382.

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