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como experiencia urbana

c o l u m n a s

otras maneras de abordar la ciudad: la movilidad activa de las mujeres como experiencia urbana

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Juliana Rocha

Magister Proyecto Urbano UC, Miembro CMlab UC, Co-creadora de Ciudad de Trapo

Moverse a través de caminatas, el temor al crimen y la necesidad en adoptar medidas precautelares cuando se desplazan, limita el dónde, el cuándo y el cómo se mueven las mujeres por la ciudad. Generalmente la movilidad femenina en el contexto anteriormente mencionado es motivada por actividades de cuidado del hogar y de la familia, ocurre en el propio barrio donde viven, o en su entorno inmediato. El tipo de movilidad realizado por estas mujeres apunta a recorridos no tan prefijados y constantes, sino a recorrido más espontáneos; y, así como los tiempos de viaje, estos movimientos están estructurados con relación a sus necesidades y la necesidad de los que dependen de ellas. La movilidad activa de las mujeres como experiencia urbana es una potente forma de abordar la ciudad y también una nueva forma de aportar a los estudios de género. En “Notas para un análisis cultural de la movilidad como experiencia urbana”, Dhan Zunino (2018) propone examinar la naturaleza de la movilidad y las prácticas y experiencias cotidianas de movimiento de las personas en la ciudad viéndolas como un habitar en movimiento (dwelling-in-motion), referencia a Sheller y Urry (2006) que, en sus escritos sobre el llamado “nuevo paradigma de movilidad”, plantean distintos recursos teóricos para la investigación de la movilidad en el ámbito de las ciencias sociales. “Moverse es habitar en movimiento” parece una noción interesante al abordar la ciudad (o más bien lo urbano) y su impacto en la calidad de vida de las personas, por poner en evidencia la necesidad tanto de profundizar la noción del sentido del habitar para el entendimiento de lo qué es habitar la ciudad, como también de comprender la movilidad cotidiana de los sujetos como una experiencia de este habitar.

Más allá de ocupar un espacio, habitar la ciudad implica el libre derecho de los habitantes urbanos a construir, decidir y crear la ciudad (Lefebvre, 1967), lo que puede explicarse también por lo que plantea Heidegger en “Construir, habitar, pensar” (1994), al afirmar que nosotros habitamos en nuestro quehacer cotidiano, señalando elementos fundamentales como el “cuidado”, el “arraigo” y el “encuentro” al sentido del habitar; pensar el moverse como una forma de habitar hace que los conceptos de habitar y movilidad se enlacen en el discurso, dando cuenta de tratar la movilidad no solo como objeto de estudio sino también como enfoque teórico-metodológico para comprender fenómenos sociales (Jiron y Imilán, 2018) como las relaciones desiguales de género, por ejemplo.

Abordar el tema de la movilidad activa de mujeres en barrios socio-espacialmente segregados en base a los levantamientos etnográficos permite expandir y complejizar las prácticas que se dan en el espacio urbano. No solo desde la descripción del fenómeno de la movilidad, es decir, mirando las tendencias, conductas y patrones de desplazamiento de estas mujeres. También desde la observación de sus prácticas cotidianas de cuidado, en especial las que se dan en movimiento, para comprender comportamientos sociales en el ámbito de las relaciones desiguales de género. Esto pone al espacio público y sus elementos como agentes significativos de esta estructura.

En un primer acercamiento a la variable de la movilidad asociada a los factores sociodemográficos entregados por la Encuesta Origen Destino Santiago 2012 (SECTRA, 2012), es posible extender el análisis sobre movilidad y transporte a una perspectiva más social[1] y así confirmar que la movilidad cotidiana de fuerte componente peatonal está altamente asociada al contexto socioeconómico en el cual se despliega y que la motivación de estos viajes coinciden, en su mayoría, con actividades otras – que no trabajo y/o estudio – motivadas por las prácticas de cuidado: cuidado del hogar, crianza, cuidado de la salud y actividades de ocio, realización de diligencias, compras etc., supliendo necesidades de la propia mujer y/o de su la familia, reforzando su condición socialmente construida.

De esta manera, la movilidad como objeto aporta al cambio de la noción del viaje cotidiano limitado al tiempo, incorporando este las prácticas sociales y culturales del sujeto al espacio (Jirón y Imilan, 2018). Así es posible comprender que la red de infraestructura que compone la ciudad no sólo es el soporte de la vida en la ciudad, o solo sirve para conectar un punto A al B, sino que produce espacios y experiencias urbanas (Zunino, 2018). Estas experiencias, en el caso de mujeres que viven en comunas de menores ingresos, son más difíciles y a veces limitadas.

El fuerte carácter peatonal de la movilidad de estas mujeres, además de obligarlas a hacer más viajes y experimentar grandes dificultades en la realización de su desplazamiento, o a incorporar múltiples actividades en un único viaje a fin de reducir el tiempo de viaje, las pone en una situación de mayor enfrentamiento con las amenazas del espacio público. Sea por el riesgo de sufrir con el acoso verbal y/o físico en la calle, o por el miedo de que un hecho delictivo común como un robo se transforme en un delito sexual por el solo hecho de ser mujeres. La experiencia cotidiana de estas mujeres al moverse por la urbe, que exige un diseño de rutas y desplazamientos considerando la calidad y condiciones del espacio público en función de una caminata más segura, nos permite problematizar las barreras físicas y simbólicas de la ciudad y cuestionar

la manera en que la planificación urbana puede potenciar la desigualdad y exclusión al no considerar los distintos modos de habitarla.

A la vez, el enfoque de la movilidad en las prácticas cotidianas observadas en la caminata de las mujeres permite incorporar dimensiones espaciales a los estudios sociales, como a los estudios de género, por ejemplo, utilizando los mismos conceptos y metodologías aplicadas en la observación de las experiencias de movilidad para debatir las relaciones desiguales de género: el por qué y cómo el asunto de la seguridad en el medio urbano sigue siendo todavía una implicación muy seria en las experiencias de movilidad de las mujeres y a veces un limitante de la accesibilidad urbana de ellas, o como explorar el tema de la seguridad en la calle mediante la dependencia y restricciones es un enfoque paternalista, o indicar incluso que la movilidad segura mediante la autonomía y libertad de la mujer resulta en un proceso de empoderamiento y fortalecimiento de sus capacidades, movilidad, accesibilidad y redes de cuidado, poniéndolas así como parte de la solución y no como causa de los problemas.

La movilidad cotidiana de las mujeres como una experiencia del habitar la ciudad no sólo sirve para problematizar cómo abordar los estudios de movilidad urbana – que por lo general se confunde con los estudios de transporte – incorporándoles relaciones más complejas (sociales, simbólicas y técnicas), sino también nos sirve para extrapolar el análisis de la movilidad, reflexionando sobre ésta desde distintas aristas, sea desde el potencial analítico que entrega las observaciones de las experiencias del moverse, sea por el componente espacial que se incorpora a los estudios de género. ¶

referencias bibliográficas

Heidegger, Martin: (1994). “Construir, Habitar, Pensar”. En

Conferencias y artículos. Barcelona: Ediciones Serbal. Jirón, P. y Imilan, W. (2018). Moviendo los estudios urbanos.

La movilidad como objeto de estudio o como enfoque para comprender la ciudad contemporánea. Mansur Garda, Juan Carlos. (2017). Habitar la ciudad. Revista de filosofía open insight, 8(14), 9-24. Sectra. (2012). Encuesta Origen Destino de Viajes 2012 de

Santiago. (Santiago). Sheller, M., & Urry, J. (2006). The new mobilities paradigm.

Environment and planning A, 38(2), 207-226. Urry, John. (2007), Mobilities. Cambridge, Polity. Zunino Singh, Dhan. (2018). Ciudades, prácticas y representaciones en movimiento. Notas para un análisis cultural de la movilidad como experiencia urbana.

Tempo Social, 30(2), 35-54.

notas

[1] Los datos entregados por la Encuesta Origen Destino

Santiago 2012 (SECTRA, 2012) informan que 38,5% del total de los viajes generados en un día hábil en la Región Metropolitana se refieren a los viajes no motorizados – a pie o en bicicleta – y que los viajes efectuados exclusivamente a pie es el modo más usado – aproximadamente 35%. La caminata es también el modo de transporte más empleado en los viajes con propósitos otros que no trabajo y/o estudio, y en los sectores Sur y Poniente de la ciudad – sectores de mayor vulnerabilidad socioeconómica – llega a sobrepasar el uso del transporte motorizado.

La deriva situacionista Fuente: Beto López (2019)

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