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Restaurante Dos Sucres
Un Sucre, tradición.Un Sucre, modernidad.
Remolachas confitadas en manteca de coco y cacao.
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Este joven cocinero, que proviene de una familia vegetariana, entendió que la gastronomía se expandía más allá de las carnes como propuesta. Con una extraña valoración a los productos como un alimento completo, con tan sólo 6 años, cuando sus amigos de escuela lo visitaban en casa, él ofrendaba pimientos con limón y sal. Y cuando los amigos de Daniel Contreras lo invitaban a sus casas, él llevaba su comida o se la preparaba con lo que encontraba en sus refrigeradores.
Berenjenas, seitán, alcachofas, tofu, yogurt, hierbas, aliños y especias fueron los productos con que preparaba platos de cocina típica ecuatoriana: guatitas, secos, cocciones al grill, horno y cocidos o estofados. Estos platos estaban presentes a diario en su mesa. Su hermano Wilson es abogado y no es vegetariano, pero juntos analizaban que la evolución personal estaba a través del alimento. “Mi decisión de ser vegetariano fue por disposición, no por obligación o peor aún por moda”, nos comenta Daniel.
A los 19 años empezó sus estudios en gastronomía en el Instituto “San Isidro en Cuenca” y a probar nuevas cosas para entender a la cocina profesionalmente. A sus 20 años por primera vez probó un seco de pollo. Así sucesivamente las carnes, los peces, los mariscos, los crustáceos, etc.
Mellocos locos: cuero de cerdo ahumado en caldo de cerdo y maní con aguacate asado al que le acompaña pan artesanal.
Ceviche de pesca blanca.
Pollo de granja ahumado en madera de tocte, frijoles salteados con zapallo bañado en salsa hecha con gravy de pollo, pepas de sambo y hojas de rúcula.
En el 2015 abre las puertas “Dos Sucres” con 21 puestos y la oferta es: fritada, churrascos, choclos asados con queso, etc. Es invitado al evento Latitud Cero en Quito y participar en este congreso amplió su conocimiento y reafirmó que el respeto al producto es lo más importante en un cocinero. Al regresar a su natal Cuenca, reformula su propuesta con lo que fue un éxito. Cuando Latitud Cero se hace en Cuenca y le otorgan el galardón como Nuevo Talento Gastronómico, se hace merecedor a una beca de estudios en el Basque Culinary Center en San Sebastián. En este proceso perfecciona las técnicas de vanguardia y retorna muy motivado a replantear su propuesta gastronómica. En el 2018 se posicionó como una de las mejores propuestas gastronómicas de Cuenca – cada semana creaciones nuevas están en su carta, manteniendo los clásicos.
Daniel está convencido de que la mejor alianza está con el pequeño productor que le provee de su materia prima para sus creaciones. De las asociaciones de productores de modestas comunidades de Yanuncay, Barabón en San Joaquín, entre otras, provienen hortalizas, legumbres, verduras, pollos, cuyes, frutas, etc. Con esto se crean platos con lógica y firme relación. “Estos nobles campesinos generosamente vienen de sus apacibles campos a la gran ciudad y en el jardín de mi restaurante en el sector de El Estadio los días martes de 9h00 a 11h00 exponen sus productos orgánicos y la comunidad – los vecinos míos tienen el privilegio de comprar a precios justos sin intermediarios – Hay coherencia en lo que hago, productor - producto - cocinero – comensal”, señala Daniel.
Este joven cocinero a sus 29 años cuenta con un espacio con responsabilidad social, respeto al productor - producto y la posición de mantenerse con una propuesta conceptualizada digna de probar comprobar y recomendar. Desde mi opinión, un ejemplo a seguir y replicar en el sector gastronómico.
Humita o chumal doradas en mantequilla clarificada, le acompaña nata y melasa, mermelada de hongos (Suillus Luteus).