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Cómo no tirar una licenciatura a la basura

Por: David Aguilar

Estudiante de negocios internacionales en la Universidad de Montemorelos en Nuevo León, México

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Qué pensarías si, durante tu segundo o tercer año de carrera, alguien te entregara una hoja con lo siguiente escrito:

De ahora en adelante el maestro tiene la responsabilidad de que tú aprendas. Todo lo que veas en la clase será todo lo que existe del tema. El maestro siempre tendrá la razón, y tus compañeros también.

Sigue los siguientes consejos:

• Nunca preguntes “¿por qué?”.

• No te preocupes por aprender más, una vez te gradúes, tu vida está resuelta.

• Si trabajas, usa la mayor parte de tu tiempo únicamente para pagar el semestre.

• Vive deseando que las vacaciones lleguen.

• Sueña con que tu vida se va solucionar cuando te entreguen tu título.

• Lee únicamente lo que pida el maestro. No, olvida eso... Leer es aburrido.

• Ve las noticias en Facebook.

• Vive por una calificación.

• Nunca investigues más.

Y mantén esto en mente:

• Si tu escuela no es hermosa, no podrás aprender.

• Si tu escuela no tiene la mejor tecnología, descarta todo lo que digan.

• Si tu escuela no tiene los mejores maestros, ni les prestes atención.

Felicidades, si has estado de acuerdo con, y/o puesto en acción, uno o varios consejos presentados, estás en el mejor camino para destruir tu carrera y probablemente malgastar tus próximos cinco años.

Huh, dolería leer eso. Probablemente algo o mucho de lo escrito en esa hipotética hoja, resonó contigo. No se siente bien, ¿verdad? Y quizás lo que sigue tampoco.

A veces, sin notarlo, tomamos el papel de víctimas:

Todos los demás tienen la responsabilidad de que yo aprenda, menos yo: Mis maestros, mi familia, mis circunstancias, la economía, las reglas, la materia, el libro de trabajo, el ambiente con mis compañeros, mi estado de ánimo, etc..

¿Una probable razón? Nos conformamos. Aunque valoramos la libertad, nos sentimos más cómodos obedeciendo. Es muy fácil conformarse con lo que el entorno te dice ser.

Cumplir sólo con lo que debo cumplir, entregar sólo lo que la rúbrica me pide entregar, aprender sólo lo que se espera debo aprender, y vivir sólo como se supone que debo vivir.

Así, la única opción, si algo no sale bien, es culpar a los demás.

Parece que es más fácil deslindarse de esa responsabilidad en lugar de hacer algo al respecto y tomar completo control. Porque de otra forma, la culpa sería mía. Después de todo, quizás la responsabilidad no está hecha para todos.

Cambiar implica un gran esfuerzo; salir del presente, de lo cómodo y de lo conocido.

En ocasiones, parece que tenemos una seria adicción al presente, a lo normal...o quizás, un gran terror al futuro y lo diferente.

Acostumbrados a aceptar lo predeterminado; hacer lo que siempre hemos hecho de la manera en que siempre lo hemos hecho, somos capaces de aceptar las cosas sólo como están y no como podrían ser, aún con sus defectos y problemas. Pareciera que estamos dispuestos a sacrificar los beneficios de cambiar con tal de seguir con la certeza de los problemas de hoy.

Más vale malo conocido que bueno por conocer.

Quizás, por esa razón es tan fácil resignarse y conformarse. Porque cambiar y mejorar requiere un esfuerzo consciente, tiempo, energía, compromiso y mucha atención.

La originalidad y lo increíble del ámbito académico, profesional, y quizás todo lo demás, sucede al otro lado de la generalidad. ¿Cuántas veces has visto que siguiendo el camino ordinario se llega a algo diferente?

Piensa en las tres personas que más admiras profesionalmente. Ahora piensa, ¿qué crees que tengan esas personas en común? Leen, viajan, observan, investigan, escuchan, asisten a eventos culturales, hablan y se rodean con personas diferentes. Suelen pasar esa línea de la generalidad y lo normal, incluso olvidan lo que se espera de ellos. Toman el control de su aprendizaje.

Ni la materia, ni tus maestros, ni los antiguos o más modernos edificios, ni siquiera el costo de la colegiatura son determinantes. Quizás influyentes, pero no determinantes.

Claro, nada de esto exime la responsabilidad de las instituciones en ser mejores para sus alumnos, pero tampoco es excusa para no llegar hasta donde aspiras llegar.

Ya sé, puede que en algo no estés de acuerdo. Y está bien.

Pero el mundo está cambiando. Y quizás es tiempo que consideres ser tú quien tome el control y empiece a pensar diferente.

Olvida esa hipotética hoja y mejor ten en mente los siguientes consejos:

• Lo que hagas durante la universidad, dentro y fuera del salón de clases, probablemente marcará lo que estés haciendo en cinco años.

• Al salir de la universidad, tu activo más valioso será tu capacidad de aprender. Y tu portafolio será los errores que cometiste y lo que aprendiste de ellos.

• Los libros son el compendio de los aprendizajes de una persona condensados en decenas de páginas, aprovecha.

• No tengas miedo de cometer errores, crea tu “anti-portafolio”. Detrás de una gran victoria hubo cientos de fracasos.

• Cuando tengas temor de cómo empezar, inicia con la peor idea o manera posible, después de eso nada podrá salir peor, solo mejor. “Si quieres ser escritor, empieza a escribir.”

• Un 6 o 7 no importa si puedes asegurar que aprendiste más de lo que eras capaz de aprender.

• Aprende todo lo que puedas de las personas que más admiras. Probablemente solo llegues a ser tan grande como las personas que coloques a tu alrededor.

• Constantemente pregúntate “¿Por qué...?”

• Enamórate del proceso de aprender y compártelo.

• Pregunta como niño, investiga como experto y escucha como principiante.

Bienvenido a una nueva realidad, una realidad donde tú tienes el control.

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