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El entorno físico, ¿una herramienta de enseñanza-aprendizaje?
from Arquitectura y Educación, Tangible/ Revista de Arquitectura Transdisciplinaria No. 02/ Abril 2021
Por: Raquel B. de Korniejczuk
Vicerrectora académica de la Universidad de Montemorelos en Nuevo León, México
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“Hay ambientes que aplastan las nuevas ideas mientras que en otros parecen florecer sin esfuerzo. Las ideas no salen de la nada, sino que las construimos a partir de lo que ya tenemos, de ahí la importancia del entorno” (Marina y Marina, 2013).
¿Qué influencia tiene el entorno físico en el aprendizaje? Estamos convencidos del impacto de las emociones y las relaciones entre las personas para mejorar las posibilidades de aprender, pero ¿qué influencia tienen los espacios físicos como las aulas, los edificios, los jardines, los campos de juego? ¿Cuánto poder tienen estos espacios para condicionar el éxito o el fracaso de la educación?
Por un lado, es interesante observar que en situaciones difíciles, como en un contexto de guerra o de pobreza extrema, aún existen escuelas que solamente cuentan con un voluntario como maestro que enseña a un grupo en un ambiente sin aulas, ni mesas, ni sillas, ni libros. Y hay aprendizaje. Por otro lado, observamos que las escuelas con ambientes físicos atractivos y estimulantes promueven el desarrollo de habilidades y conceptos y facilitan la creatividad.
No se puede considerar la arquitectura como un elemento educativo de poca importancia. No es una ciencia que solamente levanta edificios, sino es como “la estructura sobre la que construiremos nuestra forma de acometer el aprendizaje” (Acaso, 2015, p. 97). Podemos tener un ambiente de “educación industrial”, aséptico e impersonal que facilita la rutina y el aburrimiento, o tener un ambiente de “educación artesanal” que promueva la pasión por aprender. La propuesta didáctica actual es pasar del aula unidireccional (el maestro activo y los alumnos pasivos) a un aula multidireccional, donde el escenario de aprendizaje se parezca más a una reunión informal entre amigos, donde todos estén allí no por obligación, sino porque así lo desean (Acaso, 2015).
Por eso hay numerosas iniciativas de arquitectos y educadores ocupados en diseñar espacios donde se favorezca el aprendizaje. Por ejemplo, un grupo de arquitectos y diseñadores internacionales, tras analizar los problemas de la educación actual, proponen al espacio físico como el tercer maestro, que provee ideas prácticas para padres, maestros, directivos y arquitectos, para optimizar didácticamente los espacios (Inc. OwP/P Cannon Design y Orr, 2010). La revista Dezeen de arquitectura tiene un apartado de educación donde explora ideas en contextos diversos para que los espacios favorezcan el aprendizaje (dezeen.com). La arquitecta Rosan Bosch presenta soluciones de diseño y arquitectónicas para el aprendizaje, que se pueden acceder por medio de su página web (rosanbosch.com).
El hábitat de aprendizaje ha adquirido importancia para la UNESCO, ya que aparece como uno de los objetivos para la educación del 2030. En México, donde el gobierno reconoce que el tema es nuevo, recientemente se está incorporando al modelo educativo del país la necesidad de crear espacios diversos donde los alumnos puedan desarrollarse integralmente y lograr el máximo de aprendizaje. Según los planes, en los próximos años el sistema estatal y las escuelas se dedicarán al diseño de estos espacios, a la adecuación de los existentes y al uso apropiado de todos ellos (UNESCO, 2018).
La arquitectura escolar, sin lugar a dudas, responde a una ideología pedagógica que no siempre ha estado centrada en el desarrollo integral del ser humano.
Si hacemos un rápido recorrido histórico de los espacios donde funcionan las escuelas, encontramos que inicialmente se ubicaron en la casa de alguna familia, en el salón de una iglesia y finalmente en espacios destinados para enseñar y aprender. Estos espacios específicos solían ser rígidos y estaban orientados a la realización de actividades rutinarias. Una arquitectura rígida no admite variantes ni posibilidad de cambio en las funciones de sus espacios. Los espacios educativos rígidos prevalecen hasta hoy en gran parte de las escuelas. Se trata del modelo arquitectónico de la escuela tradicional (Pozo Bernal, 2014).
Con la incursión de la contrarreforma en la educación aparecieron educadores que desafiaron los modelos pedagógicos y las aulas tradicionales. Federico Froebel, Juan Jacobo Rousseau, J. H. Pestalozzi, María Montesori y las hermanas Agazzi, y John Dewey, bregaron por la educación en diferentes entornos naturales. La naturaleza tiene una provisión para ofrecer problemas y los elementos para resolverlos en forma interdisciplinaria. Vieron su potencial para construir personalidades equilibradas y sensibles a las necesidades de los demás y utilizaron el espacio, especialmente la naturaleza, para impulsar el aprendizaje por medio de la experiencia y la resolución de problemas. Varios de ellos pusieron énfasis en cómo la naturaleza conecta al estudiante con el Dios Creador y favorece el desarrollo de valores y actitudes.
A finales del siglo XIX apareció la escuela nueva que propuso cambios en la arquitectura escolar. Promovía la experiencia con el entorno y la posibilidad de modificarlo. Según esta orientación, la arquitectura escolar se diseña en función del aprendizaje y las posibilidades creativas. La prioridad no son los muebles, sino las personas. Promueve espacios amplios y paredes móviles, con huertos, viveros, mariposarios y plantas de reciclado. En México, actualmente hay un número de escuelas que siguen estos postulados pedagógicos y arquitectónicos.
¿Por qué el entorno tiene esa influencia? Porque el aprendizaje es un proceso contextual (Nolla-Domenjó, 2006). El conocimiento se fija y se recuerda mejor en el contexto aprendido. Las aulas deberían parecerse más a la realidad o simular los casos de la mejor manera para que los conceptos y procesos se fijen de la mejor manera.
Así como los hoteles se esmeran en ofrecer un ambiente tan acogedor que invite a los huéspedes a volver una y otra vez, la escuela debe pensar en ambientes escolares que inviten a quedarse. A que estudiantes y docentes quieran regresar para interactuar y cuidar estos espacios.
Mientras los educadores y arquitectos debatimos sobre el diseño del mejor ambiente de aprendizaje y cómo utilizarlo, podemos ir a la verdadera fuente de sabiduría y extraer los principios básicos propuestos por Dios cuando diseñó la primera escuela, la primera aula de clases para los seres humanos. “El sistema de educación instituido al principio del mundo debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres. El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador mismo era el Maestro, y los padres de la familia humana, los alumnos” (White, 1964, p. 17).
¿Cómo eran estos espacios para el aprendizaje? Podemos extraer del relato de la creación presentado en las Sagradas Escrituras un conjunto básico de principios que permitan guiar los espacios educativos para las escuelas y colegios del siglo XXI.
Probablemente el punto de partida es que las instalaciones deben reflejar a Dios y su carácter: Al hacer una intervención y preparación de los espacios para el aprendizaje y desarrollo del ser humano, el Creador se aseguró de que todo lo hecho lograra los estándares de excelencia. Evaluó al final de cada etapa lo que había hecho, “y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31).
Primero creó las condiciones para la vida y desarrollo del ser humano en todo su potencial:
1. Ordenó lo desordenado (Génesis 1:2). La tierra estaba desordenada, y lo primero que hizo Dios fue ordenarla. De hecho, “el orden es la primera ley del cielo, y en este respecto, toda escuela debería ser un modelo del cielo” (White, 1977, p. 166).
2. Trajo la luz (Génesis 1:3, 4). La luz es importante para el aprendizaje. “En la construcción de edificios de utilidad pública o los destinados a viviendas, urge asegurar buena ventilación y mucho sol” (White, 1963, p. 208).
3. Completó todas las condiciones para la vida creando una naturaleza vibrante y llena de enseñanzas y de oportunidades para el desarrollo y el emprendimiento (Génesis 1 y 2). El aire, el agua, la luz, la tierra seca, las hierbas y los frutos, los animales y las lumbreras en el cielo eran el libro de texto de Dios y la fuente de trabajo. “Toda la naturaleza se ilumina para aquel que aprende así a interpretar sus enseñanzas; el mundo es un libro de texto, la vida una escuela. La unidad del hombre con la naturaleza y con Dios, el dominio universal de la ley, los resultados de la transgresión no pueden dejar de hacer impresión en la mente y modelar el carácter” (White, 1964, p. 96).
El ser humano fue creado cuando toda la naturaleza, como escenario de aprendizaje, estaba en condiciones. Y fue creado a imagen de Dios (Génesis 1:26), “dotado de una facultad semejante a la del Creador; la individualidad, la facultad de pensar y hacer… La obra de la verdadera educación consiste en desarrollar esta facultad, en educar a los jóvenes para que sean pensadores, y no meros reflectores de los pensamientos en otros hombres” (White, 1964, p. 15). El espacio es el escenario donde se fortalece la imagen de Dios o se degrada.
Un espacio al aire libre.
En lugar de construir bellos edificios, Dios diseñó espacios con plantas y animales y recursos para la vida. “Plantó un huerto en Edén, al oriente… y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos (Génesis 2:8, 10, 11). “El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite” (White, 1964, p. 18).
Un espacio útil para el trabajo y el aprendizaje activo.
El jardín tenía un propósito educativo de acuerdo con las funciones del ser humano. “Por el interés que tenía en sus hijos, nuestro Padre celestial dirigía personalmente su educación. A menudo iban a visitarlos sus mensajeros, los santos ángeles, que les daban consejos e instrucción. Con frecuencia, cuando caminaban por el jardín durante las horas frescas del día, oían la voz de Dios y gozaban de la comunión personal con el eterno” (White, 1964, p. 18).
"Adán y Eva estaban encargados del cuidado del jardín para que lo cuidaran y lo labrasen… No debían estar ociosos. Se les había asignado como bendición una ocupación útil, que había de fortalecer su cuerpo, ampliar su mente y desarrollar su carácter" ( White, 1964, p. 18).
Un espacio bello, como una obra de arte, para promover la creatividad.
"Y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí bedelio y ónice (Génesis 2:12).. “El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra" (White, 1964, p. 18).
"No solo el jardín del Edén, sino toda la tierra era sumamente hermosa al salir de la mano del Creador. No la desfiguraba ninguna mancha de pecado ni sombra de muerte" (White, 1964, p. 19).
Un espacio para administrar los recursos con sabiduría.
Dios esperaba las intervenciones del ser humano en el ambiente: “Señoree sobre los peces, aves, bestias, la tierra” (Génesis 1:26). “Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra, sojuzgadla, señoread sobre animales, peces, pájaros (Génesis 1:28; 2: 19 y 20). “En este lugar, en medio de las hermosas escenas de la naturaleza que no había sido tocada por el pecado, habían de recibir su educación nuestros primeros padres” (White, 1964, p. 17).
Un espacio para recibir a Dios —una iglesia.
Dios creó un templo hecho de tiempo: el sábado. Un día de reposo, para que el ser humano tuviera 24 horas de comunicación intensa con Dios. “El valor del sábado como medio de educación es inestimable. Cualquier cosa que Dios nos pida, nos la devuelve enriquecida y transfigurada con su propia gloria” (White, 1964, p. 244). “Como medios de educación intelectual, las oportunidades que ofrece el sábado son inapreciables” (p. 245). “En la mente de los niños, el solo pensamiento del sábado debería estar ligado a la belleza de las cosas naturales” (p. 245).
¿Estos principios sólo eran válidos para la primera escuela? “El huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegase a ser toda la tierra y su propósito era que… con el transcurso del tiempo, toda la tierra debía ser ocupada por hogares y escuelas donde los estudiantes se preparasen para reflejar cada vez más plenamente, a través de los siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria” (White, 1964, p. 19).
En la medida que revisamos nuestros postulados pedagógicos y arquitectónicos para alinearlos a la voluntad de Dios, el aprendizaje será más relevante, más profundo, más duradero, recuperando los criterios de Dios para la educación del ser humano, que fueron presentados en el origen y perdurarán en la escuela de la eternidad.
Referencias
Acaso, M. (2015). Reduvolution: Hacer la revolución en la educación. Paidós. Inc. OWP/P Cannon Design and Orr, D. (2010). The third teacher: 79 ways you can use design to transform teaching & learning. Abrams. Marina, J. A. y Marina, E. (2013). El aprendizaje de la creatividad. Buenos Aires: Ariel.
Nolla-Domenjó, M. (2006). Formación continuada: el proceso cognitivo y el aprendizaje profesional. Educación Médica, 9(1), 11-16. https:1110.421/ S1575-18132006000100004
Pozo Bernal, M. (2014). Arquitectura y pedagogía: la disolución del aula: mapa de espacios arquitectónicos para un territorio pedagógico. http:// hdl.handle.net/2117/114942
UNESCO. (2018). Foro internacional de hábitat escolar. Para el aprendizaje de calidad del Siglo XXI. http://www.unesco.org/new/ fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Mexico/images/Publicaciones/ FOROAGENDAINIFED.pdf
White, E. (1977). Consejos para padres, maestros y alumnos. Casa Editora Sudamericana.
White, E. (1964). La educación. Casa Editora Sudamericana.
White, E. (1963) Ministerio de Curación. Casa Editora Sudamericana.