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Crítica radical del antropocentrismo

Julio Napoli

Timothy Morton es un excéntrico filósofo inglés, uno de los que se alinea con la corriente filosófica de la triple O (Ontología orientada a objetos) de donde deviene una asumida posición marxista en cuanto a revalidar la significación revulsiva actual de lo material pero también para poner en evidencia los limites epistemológicos y políticos del pensamiento marxista en cuanto a su incapacidad para entender la dimensión de lo ambiental y la necesidad de afrontar la crisis final del capitalismo (por extinción del mundo natural) mediante la asunción de una crítica frontal y radical del antropocentrismo, que nutre la historia cultural hegemónica, incluyendo también a Marx. Morton que actualmente enseña en Rice, Houston, trabajó con múltiples artistas criticos contemporáneos (Steinbach,

Humanidad. Solidaridad con los no-humanos

Timothy Morton

Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2019

Williams, Eliasson), fue coautor y actor del film de denuncia Living in the Future’s Past, una película de 2018 sobre el calentamiento global con Jeff Bridges y del libreto de la ópera Time Time Time de Jennifer Walshe y escribió libros como Ecology without Nature (2007), The Ecological Thought (2010), Realist Magic : Objects, Ontology, Causality (2013), Hyperobjects: Philosophy and Ecology after the End of the World (2013), Nothing: Three Inquiries in Buddhism (Chicago, 2015), Dark Ecology: For a Logic of Future Coexistence (2016), All Art Is Ecological (Penguin, 2021) y Spacecraft (Bloomsbury, 2021), muchos de ellos ya traducidos al español como el que aquí comentamos.

En línea con su enfoque filosófico (realismo especulativo) y usando nociones propias ya elaboradas (como la de hiperobjeto) o ajenas (la de idea de espectralidad, de Derrida),TM trabaja como noción principal la idea de subcendencia que refiere a que las partes son más que el todo, por lo que no hay derecho a permitir la desaparición de ninguna parte (de ninguna especie) lo que en cierta forma destaca en la enfática expresión ¡La humanidad es ontológicamente más pequeña que los humanos que la componen! que refulge en su libro-manifiesto, promoviendo la necesidad de recuperar un lugar de lo humano en el mundo en relación con lo real simbiótico, entendiendo que el ser de un sujeto está anudado a otras múltiples otras existencias con las que devenimos simbióticamente parte. La crítica al antropocentrismo y al humanismo de raiz occidental, Morton la centra en pensar lo no-humano o sea lo ausente en aquella concepción humanista y que abarca no solo los animales y las plantas sino tam- bién fenómenos casi no estudiados –pero que determinan la vida contemporanea–como el calentamiento global, las sustancias radiactivas o los virus. Todo ello pone en cuestión no solo lo humano sino la misma noción de vida. Un tercio de la leche humana –dice TM– no es digerida por un bebe sino que alimenta la bacteria que cubre al intestino con una película inmune. No lo sabíamos –o no queríamos saberlo– pero los episodios pandémicos han evidenciado que lo humano (puro) no existe sino que esta atravesado por procesos simbióticos con elementos o componentes no-humanos (un cuerpo tiene matemáticamente mas bacterias celulares y virus no celulares que el conjunto de células humanas que definen cada ADN).

El libro, despúes de una introducción –Cosas en común– afronta 5 capítulos, denominados Vida, Espectros, Subcendencia, Especies y Amabilidad. Morton arranca postulando que (su libro y concepto) Humanidad sostendrá que la especie humana es una categoría adecuada y vital para pensar la política comunista, una política que este libro no considera simplemente internacional sino planetaria. Con esto se propone que el comunismo sólo funciona cuando su modelo económico se piensa en sintonía con la vida en la biosfera, un hecho que llamo “lo real simbiótico”.

Un comunismo que superaría lo político (internacional) para alcanzar la imagen de una vida común biosférica, es decir un comunismo como unica alternativa de vida planetaria en tanto único sistema que asume lo real-simbiótico, una realidad entrecruzada de humano y no-humanos..

La economía es el modo en que las formas vivientes organizan su goce. Es por eso que la ecología solía llamarse economía de la naturaleza. Cuando uno piensa de este modo , lo que la economía como disciplina excluye son los seres no-humanos y la forma en que organizan su goce en relación con los otros. Si queremos organizar el goce comunista,vamos a tener que incluir a los seres no-humanos.

La economía como base del actual insostenible modo de vida, construye la noción de naturaleza, como aquello integrado por no-humanos que la economía considera plataforma libre para su despliegue de producción a favor de los humanos: esa economía funciona tan solo si se confirma la distinción absoluta entre aquello humano de aquello in-humano y tal argumento es la base cierta de el actual y tendencial apocalipsis planetario (diversamente nombrada como alcance del antropoceno, calentamiento global, regresión irreversible de biodiversidad, etc.)..

Dado que el capitalismo depende de la apropiación de lo que tan cómodamente se ha llamado “exterioridades” (tierras,indígenas,cuerpos femeninos, seres no-humanos),el comunismo debe decidir no apropiarse y externalizar a tales seres. Parece bastante simple formulado así. Desafortunadamente, incluir a los no-humanos en el pensamiento marxista será igualmente desconcertante y hay una buena razón para eso.Podemos abordar la relación de Marx con las cuestiones ecológicas de varios modos.El más habitual es un modo teológico en clave hegeliana: Marx ya había llegado allí y anticipó todo lo que ahora podemos decir en términos de ecología. El otro enfoque extiende, de un modo condescendiente,el marxismo a los no-humanos: el marxismo tiene ciertas fallas porque no los incluye, pero podemos darle acceso al menos a algunos de ellos, a partir de ciertos requisitos de ingreso.El enfoque de Humanidad empieza por ser honesto: Marx es un filósofo antropocéntrico pero ¿esto es intrínseco a su pensamiento? Humanidad sostendrá que se trata de un punto débil, no de una característica.

TM adhiere aquí a quiénes definieron a Marx como alguién que no alcanzó a vislumbrar la condición central de aquella naturaleza configurada por no-humanos pero Morton aduce que eso sería un defecto mejorable del modelo comunista ya que solo se trataría de re-integrar lo no-humano en la dimensión real-simbiótica.

¿Qué pasa … si eliminamos [ese defecto] ? Este escollo se exacerbó enormemente en los dominios de la New Left. El entorno no es lo mismo que la raza o el género, porque estos dominios son “fuertemente correlacionistas” y, por lo tanto irreductiblemente antropocéntricos. El correlacionismo ha sido parte del consenso filosófico occidental desde Kant. Así funciona la ciencia y también las humanidades, por lo tanto aceptarlo o rechazarlo implica apuntarle a algunas restricciones profundamente arraigadas sobre lo que vale como pensamiento y como verdad. Aun así,esta tarea se está llevando adelante,lo cual podría ser un síntoma de una incipiente conciencia planetaria que avanza sobre la conciencia del capitalismo global. El realismo especulativo que ha sido prominente desde mediados de la década del 2000 podría ser sintomático.

El modo de rensamblar humanos y no-humanos se podría fundar en aplicar profundamente la noción de solidaridad, como aquello que acepta que entre los colectivos humano y no-humano hay algo en común, aún corriéndose el riesgo que esa postura sea definida como primitivista reaccionaria Morton no hace ninguna alusión a la reciente epistemología política latinoamericana de la buena vida, pero podría encontrar alli una expresión tildada de primitivismo que quiza ofrezca vías para hacer solidarios los colectivos H y no-H.

Debe decidir no apropiarse y externalizar a tales seres. Parece bastante simple formulado así pero permitir que los demás existan en un sentido fuerte,unirse a sus modos de acceder a las cosas o al menos apreciarlos,simplemente es solidaridad. La solidaridad requiere tener algo en común. Pero tener algo en común es exactamente lo que el culturalismo concibe como esencialismo, por lo tanto,como primitivismo reaccionario.

El esquema mortiano asume el enfoque de los modos productivos marxistas y cuestiona el evolutivo (¿) pasaje de los orígenes mesopotámicos de explotación paternalista de lo no-H al feudalismo y más alla, como un proceso que encadena el surgimiento de nociones tales como el panóptico, el campo de concentración y la idea misma de biopolítica así como advertir que todo ello confluye hacia formas de fascismo que adoptan modelos ambientalistas, tácticas de distribución del daño (de lo H a lo no-H) a través de una lenta violencia contra los pobres.

Lo pequeño es hermoso porque uno es parte de un todo trascendental:no muevas mucho el barco que harás una gran ola en el mundo. Tales ideas, a menudo fogoneadas por la teoría de los sistemas, se desvían de los modos feudal y mesopotámico sólo en el punto en que distribuyen el poder,de manera acéfala, en todo el espacio social.

Se trata de una biopolítica cuyo apogeo es el campo de concentración nazi. El panóptico es un mandala sin nada en el centro, un gobierno totalmente automatizado.Un orden social basado en la ecología podría ser el espacio social más coercitivo y opresivo de la historia. La asociación con el fascismo es evidente.¿Nos damos por vencidos?¿O hay algo que está mal en nuestra teoría de la solidaridad. El “racismo ambiental” no es sólo una táctica de distribución del daño a través de una lenta violencia contra los pobres. El ambientalismo como tal puede coincidir con el racismo, cuando distingue rígidamente entre lo humano y lo no-humano. Pensar a la humanidad de una manera no-antropocéntrica requiere pensar a la humanidad de una manera antirracista. Lo H alcanza la formalización histórica de una entidad nombrable como hiper-objeto (noción que se presenta en el libro de TM de ese nombre) que como tal supera la propia yuxtaposición de una determinada y creciente cantidad de humanos. Aquello que arranca en la sedentariedad productiva, política y religiosa de los pueblos orientales mesopotámicos originantes de la idea de ciudad y de las formas de presentación del relacionamiento jerarquizado de los H (basado en la explotación absoluta –hoy decimos extractivista– de lo no H) ha ido configurando una idea de verdad, fuera de la cuál solo es posible –desde la optica de esa idea de verdad– ser insano, estúpido o loco.

Humano es lo que llamo,”hiperobjeto”: una madeja de entidades distribuidas masivamente en el tiempo y el espacio que constituye una entidad en sí misma,una entidad que es imposible que los humanos vean o toquen directamente. Nosotros, los mesopotámicos, tenemos prohibido salir del espacio de pensamiento mesopotámico.Hacerlo te marca como insano o estúpido: por ejemplo,uno puede ser acusado de primitivista o de apropiarse de culturas no-occidentales. Todo eso sobre cómo los no-humanos tienen espíritus que brillan a su alrededor, dentro de ellos o a su lado está reservado para un pasado distante y para aquellos que en francés son llamados aliens (locos),un término revelador para seres más allá del cerco,la marca fronteriza de la estructura habitacional de la agrologística. Burlarse de o preguntarse por la idea de recolectar nueces y frutos del bosque es una forma desplazada de intentar suprimir el brillo ontológico. En Marx, como lo demostró Derrida en su formulación de una espectrología –si se quiere, una idea de inconsciente materialista)– se va mucho más allá de un universo estrictamente material de cosas tangibles y si bien quiza quedó trunca la construcción teórica marxista, fue evidente su postulación de dimensiones humanas tanto de la esfera de la necesidad (que es lo que más alcanzó a definir) como de la esfera del deseo: allí están los fermentos que luego darian paso al discurso lacaniano y a la idea deleuziana del doble y anudado problema del capitalismo y la esquizofrenia y también la espectralidad de las cosas (como facetas que ensamblan de otras formas in-útiles H y no-H o que discuten el rol de lo imaginario que segrega a la mejor abeja del peor arquitecto. Es imposible determinar sin conceptos prefabricados si una entidad reluciente está viva o no. La distinción entre vida y no-vida es imposible de mantener; todos los seres son mejor pensados como muertos vivientes, no como animados o inanimados. Simplemente no se puede demostrar,como lo quiere Marx,que la mejor de las abejas nunca es tan buena como el peor de los arquitectos (humanos) porque el humano usa la imaginación y la abeja simplemente ejecuta un algoritmo.

El comunismo es espectral en la medida en que los modos de goce y de creación no pueden ser agotados por el formato social de los requisitos del sistema económico.En particular, mi producción no tiene que ser “para mí’’,sino que puede estar dirigida hacia un futuro en el que no existo o hacia una parte de la biosfera en la que no existo o existo menos. La producción puede ser “inútil’’, en la medida en que no sirve a mi. Por último TM adjudica relevancia a la idea de subcendencia (subcendense) según la cuál los todos son menos que la suma de las partes cuya descripción adecuada permitiría quiza reubicar la fenomenología de lo real-simbiótico. Dicho de otra forma parecieran haber grandes dificultades epistemológicas en configurar totalidades que sean capaces de asumir y asimilar la complejidad de lo simbiótico entre H y no-H. Deberíamos ver cosas como la humanidad como totalidades que son menos que la suma de sus partes. Tim Morton es mucho más que sólo”humano”. Una calle llena de gente es mucho más que una parte de un conjunto mayor llamado

“ciudad”. Es difícil ubicar las megalópolis contemporáneas porque seguimos buscando algo que incorpora completamente sus partes. Pueblos,aldeas y otras formaciones se unen en Java de tal manera que sólo los volcanes en esa isla masiva evitan que se propaguen por todas partes.El único límite es que se perciba una amenaza para la vida.La línea de viviendas no es siquiera una megaciudad, es una hiperciudad, una ciudad que apenas es una ciudad. Pero precisamente debido a esta cualidad de ser menos-que-una-ciudad,una hiperciudad está más allá incluso del tamaño colosal que asociamos con megaciudades como la Ciudad de México.La hiperciudad de Java y la Ciudad de México son menos que la suma de sus partes. Partes de ellas –casas y regiones de casas– continúan saliendo de ahí como cubos de hielo que se escapan a través de la bolsa de papel que humedecieron. Los libros tendrían que ser herramientas epistémicas para producir conceptos, afectos y perceptos (para decirlo en clave deluziana) o para activar pensamiento crítico y acción alternativa. Este lo es: por su redefinición operativa y salvacionista del comunismo, por su apelación al despliegue de una nueva realidad simbiótica de lo H y lo no-H, por avalar el costado fantasmagórico de las cosas (como otro nivel de simbiosis, en este caso, de cosas y espectros o entre necesidades y deseos) y por descalificar la idea de naturaleza como noción albergante y separadora del colectivo no-H y el discurso eco-ambiental como mera administración de aquello no-H a fin de que dure mas o que sea mas eficiente en alimentar el modo productivo capitalista. Un resumen de ideas provocadoras que merecen instalarse en el análisis de este presente de poco e incierto futuro.

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