4 minute read
Cronos, Tiempo Sin Tiempo
CRONOS, TIEMPO SIN TIEMPO Por: Nataly Mastínez
Advertisement
De la violencia y el dolor surgidos por lo que ocurrió en el año 1994, nace un llanto que se hizo canto de mujer, y crecieron notas y se construyeron historias. Bastaron 25 años para que una voz resonara y entregara al mundo el calor que suena en cada una de las letras y sonidos que esta mujer compone. Es así como pasa de ser Nataly a ser Namimusic y, a través de la excusa de ser artista, expone al mundo una revolución dada a partir del sonido, de un son o de una cumbia, o quien sabe, tal vez, un jazz o un pop o, como ella lo nombra “un pop a la colombiana”.
En el barrio Villas de San Antonio del municipio de Itagüí, crecía una niña que dibujaba entre sonrisas miles de historias, juegos y aventuras de su mundo, como las carreras en bicicleta o el primer día que fue al estadio; el amor de su infancia, las 6 veces que se quebró la mano o los partidos de futbol, donde la llamaban la pequeña Ronaldiña, y demás historias que guarda como grandes tesoros dentro de su corazón.
A sus pocos años de edad mostró interés por el arte. Su madre, una mujer fuerte y luchadora, dedicó su tiempo a acompañarla en todo el proceso de formación: “Nataly mostraba grandes capacidades, tanto así que fue adelantada varios años en el colegio, por lo cual, desde un programa de estudios de alta capacidad, sugirieron meterla en una institución que le ayudara con la formación especializada, pero la situación económica no lo permitió, por esto decidí que el arte era una buena opción, y gracias a que la Casa de la Cultura del municipio de Itagüí tenía educación musical y teatral de manera gratuita, la pude llevar para que por ella misma decidiera qué quería estudiar”, esto cuenta doña Ninfa, madre de Namimusic.
Los años transcurridos en la Casa de la Cultura del municipio de Itagüí, no solo fueron un motor de conocimiento en las artes, también permitieron el crecimiento personal y profesional, los cuales conforman gran parte de la vida artística de Nami, pues habitó los pasillos, mangas y salones de esta linda casa por, al menos, 12 años, conociendo personas que hacen parte fundamental de su carrera, como Wilmar Sánchez, quien fue su maestro de saxofón y actualmente el saxofonista de Namimusic. A Daniel García, amigo y actualmente productor y trompetista de Nami. Y así, muchas personas que conformaron y siguen conformando la vida personal y artística de esta Nami.
En el año 2012 ocurre un hecho que cambia la perspectiva del mundo de Nami, su cuerpo empieza a presentar dificultades y esto la aleja de los escenarios, de la música, de sus amigos, de la universidad, casi de su vida, fue un momento en el cual parecía que le quedaba poco tiempo. Por 5 años vivió un proceso que, aunque tormentoso, también llegó cargado de nuevas experiencias. Y es cuando descubre la libertad de la escritura, lo potente de una nota musical y lo mucho que se puede contar a través de un canto.
Hablar de la belleza de las mañanas, del regalo de respirar, de la inmensidad de los pequeños detalles, de lo que incomoda como sociedad, como persona y también de lo que hay que valorar de la vida, de la sociedad y, un detalle importante, hablar del amor y sus diversidades, se convirtió en un regalo inigualable que agradece al proceso de búsqueda y recuperación no solo del cuerpo, sino del espíritu y la vida, que ocurrió a partir de las imposibilidades que presentó el cuerpo la mente y su ser.
Me llamo Nataly Martínez, me nombro como artista Nami, porque la esencia de mi nombre es lo que me conforma. Yo Soy Nataly Martínez y todo lo que conforma mi arte está plasmado en Mi Ser. Soy NAMI y ¿quién es Nami? Es una artista que descubre en la música, el teatro y en el arte la manera de gritar, llorar, reír, sentir, de vivir en mundos paralelos, y así permitir que la gente sienta, llore, grite, se cuestione y vibre a través de lo que Nami quiere transmitir con sus creaciones
Mi revolución: ¡Soy yo misma! Escribo letras para dar una visión de mi mundo, y las melodías que narran mis historias las plasmo en formas de canciones. A veces lloro poesía y lloran mis melodías, porque amo escribir llorando, escribo cuando el mundo está perverso, porque quisiera verlo de otra manera, amo escribir la sonrisa de un niño porque me encanta escribir sonriendo, a veces, cuando voy en mi carro simplemente la ciudad suena y me encanta poner en música las melodías que ella me regala, o transmitir lo que la naturaleza me quiere decir. No sé si pueda cambiar el mundo con lo que digo o con lo que mi música dice en sus sonidos, pero me interesa poder expresar lo que siento y que la gente lo sienta.