Zero separata Nuevas diplomacias

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Separata Nuevas diplomacias Diplomacia digital Entre la información, la legitimación y ¿la consulta?

Diplomacia científica Conocimiento e innovación para el abordaje de retos globales: explorando el concepto de diplomacia científica

Diplomacia feminista y de ciudades Feminismo la palabra incómoda


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Nuevas diplomacias

EDITORIAL INTRODUCCIÓN 08 María Teresa Aya Desafíos al ethos diplomático en el siglo XXI

DIPLOMACIA DIGITAL 12 Martha Ardila Entre la información, la legitimación y ¿la consulta? 18 Andrea Alfonso Rodríguez La diplomacia en la era de la transformación digital 22 Parsifal D´Sola Alvarado El caso de la república popular china en el contexto del covid-19


Director Roberto Hinestrosa Editora general Diana H. Cure Hazzi Editora invitada Paula Ximena Ruiz Camacho Redacción general Joan Rojas Rivera Consejo editorial Roberto Hinestrosa, Mauricio Pérez, Clara Inés Rey, Gonzalo Ordoñez, Lucas Gómez Diseño y diagramación GOOD;) Comunicación para el Desarrollo Sostenible Ilustraciones Andrés García, Joan Rojas

DIPLOMACIA CIENTÍFICA 26 María Paula Roa González, Gonzalo Ordóñez-Matamoros, Juan Pablo Centeno Conocimiento e innovación para el abordaje de retos globales: explorando el concepto de diplomacia científica 32 Rafael Piñeros y Paula San Miguel Una expresión de liderazgo internacional desde la diplomacia científica y del conocimiento: el caso de Alemania 38 Diego Dorado La ciencia en la diplomacia: el programa antártico colombiano

Colaboradores Maria Teresa Aya Smitmans Martha Ardila Andrea Alfonso Rodríguez Parsifal D´Sola Alvarado Rafael Piñeros Ayala Paula Sanmiguel María Paula Roa González Gonzalo Ordóñez-Matamoros Juan Pablo Centeno Diego Dorado Helena Storm Paula Ximena Ruiz Camacho Publicación de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. PBX: (1) 341 9900, ext. 2001. Calle 12 # 0-44 este (CIPE) Bogotá, Colombia.

DIPLOMACIA FEMINISTA Y DE CIUDADES

Correo electrónico: revistazero@uexternado.edu.co edición online: http://zero.uexternado.edu.co/ ISSN electrónico: 2344-8431 ISSN impreso: 0123-8779

42 Helena Storm. Embajadora de Suecia en Colombia Feminismo la palabra incómoda 46 Paula Ruiz La cooperación descentralizada y la internacionalización de las ciudades



EDITORIAL Este número especial de Zero online plantea la necesidad de comprender el significado y la creciente importancia de nuevas formas de diplomacia que conllevan una interacción compleja, multidimensional y diferenciada. Hoy en día, hablar de diplomacia es un reto que va más allá de las relaciones internacionales en su sentido más tradicional, es adoptar un enfoque multiactor y multinivel, que en clave de política exterior es poner a dialogar a los diversos actores y cohesionar lo interno alrededor de los intereses de la agenda internacional de los Estados. No obstante, frente a lo anterior, es necesario hacer claridad en que dependiendo del actor al cual nos estemos refiriendo -ciudades, científicos, académicos, ciudadanosel tratamiento y la forma como los gobiernos centrales se comuniquen, por ejemplo, a través de sus cancillerías, deberá ser distinta. Los objetivos y roles de estos agentes son diversos y en ocasiones complejos, lo cual significa un enorme reto en materia de cooperación y coordinación para los Estados, que deben encontrar mecanismos innovadores y eficaces de interacción y comunicación con actores de distinta naturaleza y alcance. Con mayor auge, la diplomacia digital, la científica, la de ciudades y más recientemente la feminista se entretejen en el diseño de políticas públicas de orden estatal destinadas a encontrar respuestas a diversas problemáticas a nivel local, nacional e internacional. Esta edición especial de Zero revisa y analiza nuevas formas de internacionalización, tanto de los actores estatales tradicionales como subestatales, donde la participación de nuevos actores se vuelve fundamental en la gestión diplomática de los países. El diseño, formulación y ejecución de una estrategia diplomática, que se refleja en la política exterior, hace parte de los atributos o capacidades de los gobiernos para actuar más allá de sus límites. Por ello, se abordan cuatro formas de diplomacia que podrían denominarse las diplomacias del siglo XXI, las cuales giran alrededor de una nueva diplomacia pública que hace alusión a la incorporación de nuevos actores, enfoques e instrumentos en el proceso de toma de decisión. Desde un punto de vista teórico práctico, los estudios de caso aquí contenidos, analizan el alcance de estas nuevas diplomacias y plantean reflexiones sobre los retos que plantean estos actuales canales de interacción y comunicación alrededor de la agenda internacional de los Estados, al tiempo que invitan a continuar ahondando es su alcance.

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Estas reflexiones son el resultado de un ejercicio académico realizado en el marco del seminario “Nuevas Diplomacias” liderado por la Escuela de Relaciones Internacionales de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, con la participación de docentes e investigadores adscritos al Observatorios de Análisis de los Sistemas Internacionales (Oasis) del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (Cipe). Así mismo, participaron expertos internacionales, diplomáticos y académicos colombianos para acompañar las discusiones teóricas desde la práctica, algunos de ellos nos comparten sus reflexiones para este número especial. Los artículos se presentan en cuatro ejes temáticos, el primero, gira alrededor de la diplomacia digital, entendida como un mecanismo que facilita la comunicación en tiempo real entre gobiernos nacionales y sus ciudadanos, por lo cual exige de estos una mayor apertura, flexibilidad y trasparencia en el manejo de la información. Esta primera parte consta de tres artículos. Diplomacia digital: Entre la información, legitimación y ¿consulta? de Martha Ardila, que analiza el concepto, uso y, en especial, los retos que implica la incursión de las redes sociales en el quehacer diplomático. Para los siguientes dos capítulos agradecemos las propuestas de Andrea Alfonso Rodríguez, funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, La diplomacia en la era de la transformación digital, y Parsifal D´Sola Alvarado, director de la Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación Chino Latinoamericano, Diplomacia digital: el caso de la República Popular China en el contexto del covid-19, cuyos abordajes aterrizan la práctica de la diplomacia digital en los casos de Colombia y de China. La segunda, sobre diplomacia científica, toma mayor relevancia tras la crisis sanitaria que ha acompañado el 2020 y que va más allá de una discusión sobre las vacunas, sino que, por el contrario, invita a mejorar la comunicación con la comunidad científica y a fortalecer sectores como el de la ciencia, la tecnología y la innovación como respuesta ante emergencias de enormes magnitudes, pero como salidas para que los países de renta media logren superar las marcadas y crecientes desigualdades al interior de sus sociedades.

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Tres artículos acompañan esta segunda parte. El primero Conocimiento e innovación para el abordaje de retos globales: explorando el concepto de diplomacia científica, de los investigadores del Cipe, Gonzalo Ordóñez, Juan Pablo Centeno y la estudiante María Paula Roa, explora el concepto y alcance de la diplomacia científica. El segundo artículo de Rafael Piñeros, docente – investigador adscrito al Cipe en coautoría de Paula Sanmiguel, diplomática de carrera, segunda secretaría de relaciones exteriores, Una expresión de liderazgo internacional desde la diplomacia científica y del conocimiento: el caso de Alemania, analizan la diplomacia científica desarrollada por Alemania como evidencia de un caso exitoso que puede ser replicado. Finalmente, Diego Dorado, estudiante del Doctorado en Estudios Políticos de la Universidad Externado de Colombia, La ciencia en la diplomacia: el programa antártico colombiano, hace una revisión del desarrollo de este interesante programa científico. En tercer lugar, está la diplomacia feminista como un enfoque adoptado principalmente por el gobierno de Suecia que le apunta a una mayor equidad y progreso a través de la eliminación de barreras en el ejercicio político y diplomático, y cuyo discurso toma mayor alcance en países de la región como México o Panamá. Para el artículo Feminismo: la palabra incómoda, agradecemos la participación de la Embajada de Suecia en Colombia, tanto en el desarrollo del seminario como en la reflexión que acompaña este número. Por último, el artículo La cooperación descentralizada y la internacionalización de las ciudades, un artículo de la profesora Paula Ruiz, especialista en temas de cooperación internacional para el desarrollo, que plantea el alcance de la internacionalización de las ciudades en las últimas décadas, y la necesidad de fortalecer y coordinar el diálogo entre gobiernos nacionales y subnacionales para alcanzar metas conjuntas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este número especial es un punto de partida para explorar y comprender las transformaciones de la diplomacia, entendida como un arte, una profesión y cada vez más como instrumento de acción, comunicación y coordinación entre gobiernos nacionales y una amplia gama de actores.

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Introducción

Desafíos al ethos diplomático en el siglo XXI 8


Maria Teresa Aya Smitmans1 Docente Investigadora Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales maria.aya@uexternado.edu.co

Diplomacy is concomitant with humanity’s highest hopes and deepest frustrations. Complex global problems demand—but might not receive —deep understanding, skilled advocacy, and sustained negotiation and innovation. (Constantinou, 2013, p. 141) En el siglo XXI, la diplomacia enfrenta numerosos retos que incluyen nuevos actores, una temática más especializada y la presión para tomar decisiones de manera más ágil y visible. Los nuevos actores y las nuevas temáticas hacen más complejo el actuar diplomático. La presión para tomar decisiones de manera más ágil y visible es el resultado de unos medios de comunicación más modernos. Estos contribuyen a una cultura de la instantaneidad y de lo espectacular que es incompatible con los fundamentos de la diplomacia tradicional (Seys, 2015, p. 6) y con el carácter del diplomático. Esto lleva a los diplomáticos a tomar decisiones apresuradas que caen fácilmente presa de un juego maniqueo resultado de la cultura de lo espectacular pero que pueden ser contrarias a su visión de mundo, su ética individual. La diplomacia, más que un trabajo, es un compromiso de trabajo que implica una vocación y dedicación que se convierten, para quien lo ejerce, en su proyecto de vida. Como tal, va ligado a su visión ética del mundo. Sin embargo, en las últimas décadas, la diplomacia entendida, de manera clásica, como el arte de negociar se ha visto afectada, más allá de los retos del siglo XXI, por el envejecimiento de un

sistema internacional en el que la negociación pierde terreno frente a posturas intransigentes y maniqueas. Si la negociación es el faro que guía el actuar diplomático ¿cómo afectan entonces estas posturas la idea de ética y lealtad asociadas a la diplomacia? Este artículo explora la relación entre ética y diplomacia desde la óptica de la lealtad del diplomático al gobernante, y del maniqueísmo visible en el sistema internacional del siglo XXI. Ética, lealtad y diplomacia La ética puede ser definida como una expectativa, algo que esperamos sea el resultado de la acción, en este caso diplomática, y que sea acorde a nuestros valores. Su definición viene del griego ethos que significa carácter y del latín moros que significa costumbre, una práctica común. Al combinarse estas palabras se busca definir cómo los individuos deben actuar entre sí (Legal Information Institute, s.f.). Ética se relaciona también con la expectativa de orden y con el cumplimiento de normas a las que les hemos agregado un valor. Siguiendo esta lógica, la relación ética-diplomacia implica una relación entre diplomacia y normas o, mejor dicho, diplomacia y derecho internacional

público. Este último se convierte entonces en un faro ético para la diplomacia. La diplomacia es la herramienta que tiene el Estado para lograr sus objetivos internacionales; es un instrumento estratégico, no violento que se enmarca en la idea de interés nacional. En ese orden de ideas, la acción del diplomático es una acción de lealtad al gobernante. “La lealtad… es una forma de ser y de darse la persona en la relación con otras personas, en la que entra en juego la transparencia y la permanencia de su sustancia ética, es decir, aquello sobre lo que es posible asentar una relación duradera” (Legaz, 1976, p. 6). En el caso del diplomático, una relación entre él y a quien representa. En consecuencia, la lealtad se convierte en el referente ético, la columna vertebral de la diplomacia y la manera esperada de actuar para el diplomático. La idea de lealtad asociada con los diplomáticos se puede reducir a tres instancias diferentes: la lealtad

1. Politóloga e internacionalista. Coordinadora académica de la Maestría en Asuntos Internacionales y Profesora Investigadora de la Universidad Externado de Colombia. Sus áreas de interés son la geopolítica y análisis de política exterior, diplomacia y política exterior de Colombia.

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Introducción al gobernante, la lealtad al Estado y la lealtad al pueblo (Bjola, 2016, p. 127). A esta lista hay que agregar la noción de lealtad con uno mismo. ¿Qué pasa entonces cuando el ejercicio de la diplomacia va en contra de los principios morales del individuo, pero de acuerdo con los del gobierno de turno? ¿Existe un imperativo ético para el ejercicio de la diplomacia? En el caso ideal, estas cuatro lealtades se integran en una sola y el diplomático que es leal al gobernante lo es también al Estado, al pueblo y a sí mismo; sin embargo, en la realidad esto no se da siempre. Por el contrario, la defensa de los intereses del gobernante y del Estado se asocian, en el estudio de la política internacional, con la idea de la razón de Estado y esta, no tiene límites; todo está permitido para satisfacer estos intereses (Kissinger, 1994, p. 66). Y, aunque “va en contra de la naturaleza del hombre honorable, mentir y hacer trampa como sí fuera uno del común, … uno debe tapar las locuras de la patria como lo hace con las de una madre

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Desafíos al ethos diplomático en el siglo XXI loca... A veces cuando uno está al servicio del rey no hay otra opción” (Hotman De Villiers, 2003). Las naciones tienen intereses no amigos. En palabras de Samantha Power, ex embajadora de EE. UU. ante las Naciones Unidas, hay que aprender a vivir con las consecuencias de las políticas que escogemos [como representantes de nuestros países.] … Para quienes estuvimos involucrados en el desarrollo de una estrategia diplomática para actuar en Siria, siempre llevaremos con nosotros el remordimiento de haber sido incapaces de evitar la crisis (Power, 2020, p. 514). Aquí se ve la importancia de la lealtad para los diplomáticos quienes, muchas veces, “a pesar del descontento [con sus acciones,] considera[n] que la lealtad es lo primero y no renuncia[n] a esas cosas que forman parte de [su] identidad” (González Ferriz, 2018, párrafo 3). Ética, maniqueísmo y diplomacia La idea de lealtad de un diplomático con su país se asocia con la noción

de pertenencia a un Estado y, por consiguiente, con la aceptación del orden político del mismo. El nacionalismo, entendido como una “ideología que sitúa a la nación propia como eje de la acción política o económica” (Real Academia Española, s.f.) se convierte entonces en un referente ético para quienes ejercen la diplomacia. Sin embargo, el convertir a la nación propia como eje de la acción política genera una visión excluyente del mundo afuera del propio; visión que en el sistema internacional se refleja en un maniqueísmo entre, por ejemplo, occidente y el mundo islámico, seguidores de EE. UU. y antagonistas de EE. UU. Más aún, en el siglo XXI, con el advenimiento de un mundo unipolar en el que EE. UU. se posiciona como la potencia eje del sistema internacional, este maniqueísmo se hace más evidente. La ideología de Washington se impone a lo largo del planeta. Este hecho afecta el ethos negociador del diplomático puesto que conlleva a pensar en el otro no como un oponente sino como un enemigo y a los enemigos se les aísla,


como en el caso de Irán; no se negocia con ellos. La diplomacia deja de ser un recurso de la política internacional para convertirse en un ente castigador; pierde su ethos, su razón de ser. En 1962, durante la crisis de los misiles en Cuba, el presidente Kennedy permitió que Kruschev mostrara el retiro de los misiles de la isla como el resultado de una negociación en la que, como resultado de esta, EE. UU. también retiraba misiles, en su caso, de Turquía. En la actualidad, en un sistema unipolar, con EE. UU. en el centro de la acción política, intercambios diplomáticos como el que se dio en la crisis de los misiles son escasos; en cambio, la imposición de condiciones y sanciones es cada vez más frecuente. La diplomacia, en el sistema unilateral, se reinventa, y el diplomático lucha por adaptarse -o no- al cambio. Al alejarse de su ethos tradicional, la negociación, y recurrir a instrumentos tales como las sanciones para materializar de este modo el interés nacional de su país, la diplomacia, enfrenta nuevos dilemas.

“El peligro [de las sanciones, por ejemplo,] es tanto moral, puesto que tienen un impacto sobre personas inocentes, como práctico ya que causan daño a la población civil” (Haass, 1998, párrafo 12). Son “ineficientes, inmorales y convenientes en lo político” (Hanania, 2020, p. 1). Ese es un ejemplo del dilema ético y dicotómico que enfrenta el diplomático cuando tiene que decidir entre los que están de su lado y los que no y qué hacer cuando la negociación no es una opción, como no lo es en un mundo maniqueo.

desarrollo. Cuando el objetivo del actuar diplomático está dentro de nuestras expectativas morales, la acción del funcionario se entiende como íntegra y la diplomacia cobra entonces un sentido ético. Sin embargo, cuando tergiversamos las negociaciones y las convertimos en espacios para imponer una idea sobre otra, perdemos el ethos del actuar diplomático. Y, si además el ejercicio diplomático traiciona las lealtades del diplomático, este ethos se diluye aún más.

El sentido ético de la diplomacia Diplomacia es, en palabras de Kissinger, el arte de la negociación enfocada en maximizar las ganancias y los beneficios que puede obtener un país de su relación con otros. En ese orden de ideas, es fácil hablar de un sentido ético de la diplomacia si hablamos, por ejemplo, de diplomacia y negociaciones para la paz, sobre el medio ambiente y derechos humanos; de las negociaciones por un acuerdo para cooperar y mejorar nuestras visiones de

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Diplomacia digital

Diplomacia digital: entre la información, legitimación y ¿consulta? 12 Martha Ardila: Entre la información, la legitimación y ¿la consulta? 18 Andrea Alfonso Rodríguez: La diplomacia en la era de la transformación digital 22 Parsifal D´Sola Alvarado: El caso de la república popular china en el contexto del covid-19

Diplomacia digital: entre la información, legitimación y ¿consulta?

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Martha Ardila1 Politóloga y PhD en ciencia política y relaciones internacionales Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales martha.ardila@uexternado.edu.co

La diplomacia digital ha venido tomando fuerza sobre todo a partir del Covid-19 debido a la casi imposibilidad, durante varios meses, de realizar reuniones presenciales.

También porque situaciones como la profundización de la crisis a raíz de la llegada de la pandemia y las mismas elecciones en los Estados Unidos la impulsaron. Y Colombia no fue ajena a esta tendencia, sino que, todo lo contrario, se llevaron a cabo encuentros virtuales sin ser la diplomacia digital una directriz gubernamental. Teniendo en cuenta este contexto, este artículo plantea que la diplomacia, con el uso de la tecnología, se ha venido ampliando y que hoy en día son muchos y variados los actores que inciden en la formulación, ejecución y, sobre todo, en la forma de informar o legitimar una acción externa de un país en particular. Ello ha dado lugar a una mayor y mejor interacción entre lo interno y lo externo, presenciándose una diplomacia digital doméstica, y una vinculación más estrecha entre el Estado, la sociedad y el mercado, por no decir también, entre lo público y lo privado. La diplomacia digital se define como un instrumento de política exterior que abarca las páginas web y las tecnologías de la información y las comunicaciones, conectando los gobiernos con diferentes actores. Sirve para informar, consultar y legítimar lineamientos, ojetivos y acciones de política internacional.

Algunos la denominan diplomacia 2.0, 3.0 o de 140 caracteres. Hacia nuevas prácticas diplomáticas Los Estados deben adaptarse al nuevo contexto por medio de una transformación pragmática que cambie el panorama político de la sociedad y la forma en la que estos responden a las crisis desatadas por los procesos de globalización (Castells, 2013). Para ello requieren capacitar a sus funcionarios y coordinar diversas acciones que retroalimenten la política pública internacional. La expansión del concepto de la diplomacia condujo a nuevas prácticas diplomáticas utilizando con más frecuencia Open Data y/o Big Data, y más que todo a través de redes sociales. Es asi como según Twiplomacy, el 97% de los países miembros de las Naciones Unidas utilizan Twitter seguido de Facebook con un 93%. A partir de ellas, presidentes como Donald Trump iniciaron una actividad en red muy acelerada que, inicialmente, cuestionó la comunidad internacional, los analistas y los tomadores de decisiones, pero que terminó imponiéndose y aceptándose. En la actualidad el presidente norteamericano tiene cerca de 90 millones de seguidores superado tan solo por Obama quien

1. Politóloga y PhD en ciencia política y relaciones internacionales. Es coordinadora del Grupo de Investigación del Observatorio de Análisis del Sistema Internacional, Editora de la revista Oasis, y profesora investigadora de la Universidad Externado de Colombia. Sus áreas de interés se centran en el estudio de las relaciones internacionales de América Latina, la política exterior de Colombia y la seguridad regional.

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Diplomacia digital

posee más de 125 millones de seguidores. Y eso sin mencionar las diversas cuentas que tiene cada líder e influenciador, ya que hay cuentas personales y otras institucionales. Y es que la diplomacia digital incluye cinco fases que van desde la presencia, pasando por la personalización, actualidad y compromiso hasta llegar a la influencia. El compromiso se crea no solo con instituciones, sino también con personas específicas (presidentes, cancilleres, etc.), bien sea por su buen desempeño en el cargo o por su carisma, ejercen una influencia que en ocasiones modifica el pensamiento y el comportamiento de las personas. Y en otras, utilizan las redes sociales para informar y legitimar una acción en particular. Muchas veces los ministerios de relaciones exteriores y de defensa en particular temen que se viole la confidencialidad en temas de alta política como la seguridad. ¿Y en América Latina? Los países y líderes latinoamericanos utilizan la diplomacia digital de manera variada. Algunos lo hicieron más temprano que otros. Son los casos de México, Brasil, Chile y El Salvador. Sin embargo, el interés del jefe de Estado resulta prioritario en el momento de su utilización, lo cual muestra que depende más de las capacidades cibernéticas de sus líderes y que el cambio de gobierno indica, a su vez, matices y diferenciaciones.

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Diplomacia digital: entre la información, legitimación y ¿consulta?

Los países y líderes latinoamericanos utilizan la diplomacia digital de manera variada. Algunos lo hicieron más temprano que otros. Son los casos de México, Brasil, Chile y El Salvador.

En América Latina, las redes sociales se utilizan para informar y legitimar acciones, lejos de ser un medio para consultar otros actores gubernamentales y de la sociedad civil. Las estrategias empleadas por las representaciones de México permiten concluir que Twitter la utilizan principalmente con un fin informativo, más que como un generador de diálogo en el entorno digital (Aguirre, 2018). Algo similar ocurre con Brasil y Chile. En el caso de Brasil, las redes sociales como Twitter, Facebook y Youtube las usa ese gobierno “como política pública, la política exterior (dice) se debe democratizar apoyando la diplomacia digital para hacer más eficiente la diplomacia tradicional” (Kraemer, 2017). En la misma dirección, el caso de El Salvador resulta interesante. Su presidente Nayib Bukele, utiliza Twitter para gobernar, y la mayoría


de sus decisiones las ha comunicado por este medio. Este jefe de Estado muestra gran acogida entre los jóvenes y los millennials le apoyaron decididamente desde su candidatura para la cual Facebook Live resultó fundamental. Por su parte, Colombia se muestra lenta y temerosa con su utilización, aunque se presencian avances en su implementación. Casos tan nombrados y sensibles como el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en el 2012 y la pérdida de soberanía en el mar Caribe de 75.000 kilómetros, mostraron un uso reducido y coyuntural. Entre el 2007 y el 2012 tan solo el 4% de los tomadores de decisiones y el 31% de individuos utilizaron el Twitter, cifras muy similares a las encontradas entre el 5 y el 23 de noviembre de ese mismo año (Ardila y Lozano, 2020).

En América Latina, las redes sociales se utilizan para informar y legitimar acciones, lejos de ser un medio para consultar otros actores gubernamentales y de la sociedad civil.

Años después, en el año 2019, con la llegada de venezolanos a territorio nacional, se indica un mayor uso por parte de los tomadores de decisiones y de la sociedad en general, indicado un lenguaje agresivo y confrontacional por parte del gobierno, pero por la otra, la búsqueda de diálogo e institucionalidad entre Colombia y Venezuela. Aquí resulta importante mencionar el uso y análisis del Twitter realizado por académicos y ONG que muestran brotes de xenofobia en las redes sociales (Barómetro Xenofobia, 2020). Esta situación aumentó con el Covid19 y con la profundización de la crisis económica. Balance y perspectivas La diplomacia digital hace parte de una nueva diplomacia pública que va más allá del mejoramiento de la imagen de un país y que requiere de nuevas conceptualizaciones de los diplomáticos. No sustituye al Estado, sino que es un complemento para dar a conocer sus acciones y la implementación de políticas públicas, siendo así, una herramienta novedosa de comunicación, ágil, bien sea con otros Estados o con la ciudadanía en general. No obstante, existen riesgos vinculados con las noticias falsas, el cambio y refuerzo de normas, creencias y valores. También con el exceso de noticias sobre un tema en particular y la necesidad de un criterio para seleccionarla. Pero no solo

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Diplomacia digital

Los países y líderes latinoamericanos utilizan la diplomacia digital de manera variada. Algunos lo hicieron más temprano que otros. Son los casos de México, Brasil, Chile y El Salvador.

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Diplomacia digital: entre la información, legitimación y ¿consulta?

ello, sino que se requiere de personas capacitadas para dar un manejo adecuado de la información sobre las acciones gubernamentales y su política internacional. Y es que su capacidad se amplía al dejar de ser una diplomacia exclusivamente con proyección externa o como prolongación e interacción con lo interno, hacia una diplomacia digital interna, dando lugar a lo que algunos analistas como Manor han denominado diplomacia digital doméstica. Aunque una activa diplomacia digital requiere de recursos económicos y humanos, este tipo de diplomacia se encuentra presente en América Latina. Características del Estado vinculadas con el grado de apertura del régimen político, y el cambio de gobierno, inciden en su implementación. La voluntad política de países como México, Brasil y Chile ha sido fundamental en el uso del Twitter y de otras redes sociales. De esta manera, la diplomacia digital sirve para informar y legitimar la política exterior. Pero, también podría ser un medio para

consultar, dialogar frente a las acciones gubernamentales del país, de otros Estados y de actores no gubernamentales externos, internos y fronterizos. Tan solo, de manera reciente, Colombia ha sido un país de inmigrantes e históricamente las relaciones colombo venezolanas se han caracterizado por ser tensas, y en el mejor de los casos muestran una cooperación vacilante. El uso del Twitter informa a la comunidad interna y externa de su posición, pero su estilo y lenguaje obstaculiza la posibilidad de reestablecer vínculos e institucionalidad binacional, como sectores de la población lo solicitan. Se concluye que la diplomacia pública evoluciona y se transforma con la inclusión de actores diferentes al Estado, con un público tanto nacional como internacional. De igual manera, la diplomacia digital es hoy, también, un ejercicio de diplomacia doméstica en el que se coordinan diversos actores y redes para el logro de los objetivos de política exterior. Por consiguiente, es


posible vislumbrar la construcción de nuevos conceptos y, por ende, nuevas diplomacias. Los casos de estudio que menciono, son un referente de que los momentos de crisis, como el Covid-19, aceleran el uso de medios virtuales, llegando incluso a impregnar la economía, la cultura y la política. En este artículo se ha examinado el qué, el cómo y el para qué de la diplomacia digital. Se observan aspectos positivos y negativos. Entre los primeros se encuentra una diplomacia más abierta y transparente que llega a un público más amplio que, a su vez, puede pronunciarse sobre un tema en particular. Y es que la diplomacia digital es un instrumento de política exterior, complementaria a otros medios que utiliza la diplomacia tradicional, que van desde las valijas diplomáticas hasta las comisiones mixtas o los tratados internacionales. Son, pues, muchos los retos que se presentan para este nuevo instrumento de política exterior que es la diplomacia digital.

Referencias Aguirre, D.; Erlandsen, M. & López, M. (2018). Diplomacia pública digital: el contexto iberoamericano. Bogotá: Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional. Ardila, M. y Lozano Rodríguez, F. (2020). Diplomacia digital y política exterior colombiana frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia. En Cuadernos CIPE, No 48. Bogotá: Univesidad Externado de Colombia. Barómetro Xenofobia. (07/2020). Alianza entre el derecho a no obedecer, proyecto de la Corporación Otraparte, el Observatorio sobre Racismo, Xenofobia y Odio de la Fundación Interpreta, el Observatorio de Migraciones de la Universidad Externado de Colombia, la Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia y Save The Children. Bjola, C.; Cassidy, J. y Manor, I. (2019). Public Diplomacy in the Digital Age. Hague Journal of Diplomacy, 14 (1-2), 83-101.

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Diplomacia digital

La diplomacia en la era de la transformación digital

La diplomacia

en la era de la transformación digital La pandemia en la que vivimos, desde marzo de este año, ha acelerado y consolidado la transformación digital en todas las áreas de nuestras interacciones, tanto sociales y personales como profesionales.

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Son las herramientas digitales las que nos mantienen conectados a pesar de las estrictas medidas de confinamiento. Este mundo digital, en el cual ya nos movíamos, avanzó aceleradamente y nos ha permitido tomar conciencia de un mundo en el que debemos aprender a navegar, pues ha llegado para quedarse. ¿Cuál será el impacto de la transformación digital en la diplomacia? Tal vez es una pregunta que muchos diplomáticos nos hacemos teniendo


Andrea Alfonso Rodríguez1 Internacionalista y magíster en comunicaciones para entidades públicas Embajada de Colombia en Bruselas andrea.alfonso@cancilleria.gov.co

en cuenta que esta profesión requiere de interacción social y se define en dos grandes pilares como lo son: la negociación y, por supuesto, la comunicación. Esta profesión debe reinventarse y adaptarse teniendo como telón de fondo las redes sociales y las diferentes interfaces y plataformas que nos permiten realizar las reuniones bilaterales o multilaterales. Una profesión donde la interacción social y la comunicación son indispensables suponen un cambio bajo este contexto. Es importante comenzar por diferenciar la digitalización y la diplomacia digital. Como muy bien lo define el profesor de Oxford, Corneliu Bjola, la digitalización “se refiere al aspecto técnico de la adopción de tecnologías digitales por parte de los ministerios de asuntos exteriores

para cumplir sus labores”. En cambio, la diplomacia digital va más allá, “no solo como instrumento o medio de comunicación, sino también como un modo diferente de concebir y practicar la diplomacia”2, por lo que se puede aducir que hace parte de lo que hoy se conocen como nuevas diplomacias. En palabras de Ilan Manor3, la diplomacia digital consiste en “el uso de plataformas de redes sociales por Ministerios de Asuntos Exteriores para recopilar y diseminar información”. No obstante, este investigador va más allá y nos habla de la diplomacia 2.04, la cual está orientada al seguidor o follower con quienes se genera un diálogo e interacción. La interacción en redes sociales, especialmente en Twitter, puede “generar efectos positivos en la política exterior, por un lado, fomenta un intercambio de ideas con la sociedad civil y, por otra, mejora la capacidad de los diplomáticos para recopilar información y anticipar, analizar, gestionar y reaccionar a los eventos”5. Al respecto, aún no hay consenso, en muchos casos se ve esta interacción con desconfianza ya que lo último que se quiere es caer en controversias o escándalos en redes sociales. Sin embargo, este reto que nos pone por delante la diplomacia no debe ser impedimento para integrar a las redes sociales en nuestro quehacer diario. Es evidente que la diplomacia digital es una herramienta que nos permite, por un lado, dar cuenta a la sociedad de lo temas o actividades en los que una embajada o consulado trabaja. Por otro lado, permite generar lazos y puentes con los

La interacción en redes sociales, especialmente en Twitter, puede “generar efectos positivos en la política exterior, por un lado, fomenta un intercambio de ideas con la sociedad civil y, por otra, mejora la capacidad de los diplomáticos para recopilar información y anticipar, analizar, gestionar y reaccionar a los eventos”

1. Segundo secretario de la carrera diplomática de Colombia. Actualmente presta servicio en la Embajada de Colombia en Bruselas. Internacionalista y magíster en comunicaciones para entidades públicas, Universidad de la Sorbona París IVEstudios en Políticas Públicas ENA, Escuela Nacional de Administración de Francia. 2. Corneliu Bjola, profesor de estudios diplomáticos, Universidad de Oxford. 3. llan Manor es investigador de la Universidad de Oxford, experto en diplomacia digital en tiempos de crisis. Véase https:// www.qeh.ox.ac.uk/people/ilan-manor 4. Serrano Beatriz, Diplomacia Digital: una perspectiva amplia. Disponible en: http://diplomacydata.com/es/ diplomacia-digital-una-perspectiva-amplia/ 5. Andreas Sander. (2013). Twitter for Diplomats. Disponible en https://issuu.com/ diplo/docs/twitter_for_diplomats

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Diplomacia digital

La diplomacia en la era de la transformación digital

connacionales y, adicionalmente, las cuentas oficiales en redes sociales se convierten en fuente de información oficial, algo muy importante en esta época donde la desinformación reina y puede hacer mucho daño. Las ventajas de contar con una estrategia de diplomacia digital son claras. No obstante, las cancillerías deben invertir en desarrollar las capacidades y habilidades de los diplomáticos en este sentido, pues redactar de acuerdo con los parámetros de Twitter, Facebook o Instagram, difiere del lenguaje tradicional que se plasma en un memorando o nota verbal. Para esto, la diplomacia digital debe contar con una estrategia que integre, por un lado, una guía

metodológica y editorial, así como un entrenamiento en el manejo de la seguridad de las cuentas, derechos de autor para los aspectos gráficos y, por otro, una capacitación a todos los diplomáticos en todos los rangos del escalafón. Es importante señalar que la diplomacia digital no es un concepto que apareció con la pandemia. Sin embargo, en este contexto sanitario su valor y utilidad se han puesto en evidencia. Desde hace ya algunos años, la diplomacia digital se utiliza como una herramienta de la política exterior y eso ya lo han entendido la mayoría de las cancillerías quienes han adoptado herramientas digitales para satisfacer las

6. Ilan Manor. (2019). The Year in Which Digital Diplomacy Research Came of Age veáse https://digdipblog. com/2019/12/24/2019-the-year-in-whichdigital-diplomacy-research-came-of-age/ 7. Nye. (2004). The Means to Success in World Politics. Véase https://www.foreignaffairs. com/reviews/capsule-review/2004-05-01/ soft-power-means-success-world-politics

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demandas del público digital. Este público exige respuestas inmediatas que llevan a que la práctica de la diplomacia se adapte al tiempo real6. Se debe entender la diplomacia digital como una herramienta complementaria a nuestra profesión pues el aspecto humano y la interacción social no pueden ser reemplazadas por la interacción virtual. La diplomacia digital es un vector de soft power El soft power, como lo define Joseph Nye, es “la capacidad de un país para persuadir a otros de hacer lo que quiere sin fuerza ni coerción”7, un concepto muy parecido a lo que realizan los influencers en el mundo del marketing de hoy. Este es un mundo en el que se llega a millones de personas a través de un clic, un mundo donde cuenta no solo la influencia offline sino también la influencia online. Este es el valor que se le debe dar a la diplomacia digital, pues se ha convertido en un vector de influencia, tal y como dan cuenta los reportes de Twiplomacy o uno de los más recientes, el Digital Diplomacy Index. Estos rankings miden cómo, a través de las redes sociales, los países o los jefes de Estado o de gobierno gestionan su grado de influencia, su imagen, visibilidad y reputación, lo que se refleja no solo en el número de seguidores sino también en la cantidad de veces que mencionan sus cuentas, la cantidad de tweets y re-tweets y la habilidad para generar contenidos con videos o fotos que tengan mayor impacto, entre otros indicadores. La capacidad de generar influencia a través de las redes sociales se


debe ver como un mecanismo de poder blando, el cual puede estar a favor de los objetivos que se tracen a nivel de la política exterior. De allí la importancia de no quedar rezagados frente a la puesta en marcha de esta nueva diplomacia, la cual nos puede generar importantes beneficios para apalancar la política exterior e imagen del país. La diplomacia digital y digitalización: caso colombiano Desde 2013 la Cancillería colombiana tiene cuentas oficiales en redes sociales, las cuales son muy activas. En Twitter, por ejemplo, actualmente tiene más de 295 mil seguidores lo que hace que @CancilleriaCol esté en el puesto 25 del top 50 de Twiplomacy 8 en 2020. No obstante, y a pesar de tener este nivel de visibilidad, la Cancillería aún no posee una estrategia de diplomacia digital que incluya a las embajadas y los consulados como agentes multiplicadores de los mensajes que se quieran enviar en materia de política exterior. Las misiones diplomáticas y consulares reducen su interacción externa a las páginas web, lo cual limita la capacidad de generar un diálogo con los seguidores tanto en momentos de crisis, por ejemplo, como en la difusión de las actividades que realizan y en la capacidad de rendir cuentas a la sociedad. En el aspecto de digitalización, cabe resaltar que la Cancillería ha utilizado las plataformas y nuevas tecnologías para seguir llevando a cabo actividades culturales que nos permitan acercarnos y promover nuestra cultura en el exterior. Con gran

creatividad, las embajadas en conjunto con la dirección de asuntos culturales han realizado actividades culturales de toda índole, académicas, literarias, gastronómicas, entre otras, lo que evidencia la capacidad de adaptación, además de generar un mayor impacto al estar dirigidas a un público más amplio. También resulta importante evidenciar que a pesar del contexto de esta pandemia los consulados pudieron seguir proveyendo todos los servicios consulares tan necesarios en tiempos de crisis. Como conclusión se debe resaltar que en este contexto la Cancillería colombiana consolidó el aspecto de la digitalización, pues se adaptó muy bien a la realidad impuesta por el Covid-19 y continuó prestando sus servicios. Sin embargo, en el aspecto de la diplomacia digital, aún continuamos rezagados. Es necesario que la diplomacia digital colombiana avance y evolucione al ritmo que el contexto lo está imponiendo ya que de lo contrario estaremos limitando nuestra capacidad de generar influencia. Esto solo se podrá alcanzar si se establece una estrategia de comunicación con reglas claras y con funcionarios que cuenten con habilidades digitales para utilizar esta herramienta complementaria en nuestro rol como diplomáticos. Cabe señalar que nuestro quehacer diario va más allá de saber manejar y comunicar a través de redes sociales. No obstante, resulta indispensable desarrollar nuestras habilidades en este campo para estar a la vanguardia de la interacción que hoy nos presenta el mundo.

Referencias Sander, A. (2013) Twitter for Diplomats. https://issuu.com/diplo/docs/ twitter_for_diplomats Bjola, C. (2018). Diplomacia digital 2.0: tendencias y resistencias,

Revista Mexicana de Política Exterior, No. 113, mayo-agosto de 2018, pp. 35-52, ISSN 0185-6022. Manor, I. (2019) 2019 - The Year in Which Digital Diplomacy Research Came of Age. https://digdipblog.com/2019/12/24/2019the-year-in-which-digital-diplomacyresearch-came-of-age/ Informe Twiplomacy (2020). https:// twiplomacy.com/info/south-america/ colombia/cancilleriacol/ Nye, J. (2004). Soft Power: The Means to Success in World Politics. https:// www.foreignaffairs.com/reviews/ capsule-review/2004-05-01/ soft-power-means-success-world-politics Serrano Beatriz, Diplomacia Digital: una perspectiva amplia. http://diplomacydata.com/es/ diplomacia-digital-una-perspectiva-amplia/

8. Informe Twiplomacy (2020). Disponible en https://twiplomacy.com/info/ south-america/colombia/cancilleriacol/

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Diplomacia digital

El caso de la república popular china en el contexto del covid-19

Diplomacia digital:

el caso de la República Popular China en el contexto del covid-19 El término “diplomacia pública”, o por lo menos la definición contemporánea del mismo, fue acuñado por el diplomático y catedrático estadounidense Edmund Gullion a mediados de los años 60. De acuerdo con Gullion, esta diplomacia se ocupa de influir en las actitudes públicas frente a la formación y ejecución de las políticas exteriores; la misma abarca múltiples dimensiones, como lo pueden ser el cultivo de la opinión pública por parte de los gobiernos y la interacción de grupos e intereses privados de un país con otro. Más que la creación de un nuevo término fue una redefinición de una frase establecida. De acuerdo con el estadounidense, la reinterpretación del concepto “diplomacia pública” era necesaria porque el término utilizado para la época, “propaganda”, había adquirido una connotación negativa. La diplomacia pública ha cambiado mucho desde la década de los 60, sobre todo en sus canales y métodos de implementación. En la historia reciente, entre las herramientas más influyentes incorporadas al

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armario de la diplomacia tenemos a las redes sociales. Estas plataformas no solo sirven como canales de comunicación, sino que también influyen en la dinámica de la comunicación. A través de las plataformas digitales, los gobiernos pueden difundir su propio contenido, interactuar con el público exterior y utilizar la data generada para evaluar políticas y percepciones a nivel internacional. La digitalización de la diplomacia pública o “diplomacia digital” es un fenómeno en auge, y son cada vez más los Estados los que la implementan y dedican una buena cantidad de recursos para ello. A este respecto, la pandemia del Covid-19 ha servido para acelerar la digitalización de la diplomacia, y ningún país ha puesto mayor énfasis en ello que la República Popular China. Para la diplomacia china,


Parsifal D´Sola Alvarado Director de la Fundación Andrés Bello Centro de Investigación Chino Latinoamericano info@fundacionandresbello.org

caracterizada históricamente por su rigidez y formalidad institucional, el cambio ha sido notorio. El gobierno de Xi Jinping ha aprovechado la actual coyuntura para mejorar su juego diplomático, incrementando su participación en las redes sociales y haciendo más sofisticado su mensaje. Uno de los aspectos más llamativos de la evolución acelerada de la diplomacia china ha sido su público objetivo: los países en desarrollo. Utilizando una narrativa concentrada en su manejo del brote inicial de la enfermedad y en sus donaciones a otros países, el gobierno chino ha lanzado una ofensiva diplomática que busca moldear cómo es percibida China en el Sur global. En el caso particular de Latinoamérica y

el Caribe (LAC), la presencia digital china es palpable. De acuerdo con un reciente estudio del Centro de Investigación Chino Latinoamericano de la Fundación Andrés Bello (institución dirigida por el autor de este artículo), el uso de Twitter por parte de las representaciones diplomáticas chinas en LAC se disparó con el brote global del Covid-19. De las 29 cuentas activas de Twitter pertenecientes a embajadores, cónsules, embajadas y consulados chinos basados en LAC, 11 fueron creadas en 2020. Además, la actividad mensual conjunta de todas las cuentas aumentó de 863 tuits en diciembre de 2019 a 5.018 tuits en mayo de 2020. Esta data demuestra el marcado interés del gobierno chino en transmitirle su mensaje a la audiencia latinoamericana. El tipo de contenido promovido por las cuentas también es bastante revelador. Las tres categorías de hashtags más utilizadas representan casi tres cuartas partes del total: las menciones directas del Covid-19 (32%), el manejo de la pandemia por parte de China (27%) y los llamados a la solidaridad y la cooperación internacional (14%). A su vez, todas las fuentes más retuiteadas son medios de comunicación oficiales chinos, los primeros tres lugares ocupados por CGTN Español (26%), Xinhua Español (18%) y China Daily (17%). A pesar de estos esfuerzos, no está claro que la campaña de Twitter esté funcionando. La gran mayoría de las respuestas recibidas por los tuits publicados pertenecen a las propias cuentas oficiales (77,5%), lo que apunta a un bajo nivel de interacción con el público. Como se advierte en dicho estudio, se pueden distinguir dos

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Diplomacia digital

El caso de la república popular china en el contexto del covid-19

enfoques en el desarrollo de contenido, uno proactivo y otro reactivo. El primero busca promover a China de manera positiva, lo que incluye dar a conocer sus donaciones, destacar su cooperación con la Organización Mundial de la Salud, subrayar la importancia de la cooperación internacional y explicar el manejo de la pandemia por parte de China. El segundo es defensivo y trata de contrarrestar las imágenes negativas de China y el Partido Comunista Chino (PCCh), lo que incluye temas como la ley de seguridad nacional de Hong Kong, los campos de internamiento de uigures en la provincia de Xinjiang y los cuestionamientos a propósito del origen del Covid-19. Otro punto que resalta en la data es el de los intentos por amplificar las voces de los funcionarios locales y las entidades gubernamentales con opiniones favorables sobre China. Más del 35% de las cuentas más mencionadas pertenecen a presidentes, ministros, parlamentarios y otros funcionarios y entidades gubernamentales de LAC. Las menciones usualmente tienen que ver con funcionarios locales agradeciendo a China, a una empresa o a un funcionario chino por las donaciones y su apoyo en la lucha contra la pandemia. El contenido también refleja el incremento de las tensiones entre EE. UU. y China. Las cuentas de los embajadores chinos en Granada, Surinam, Venezuela y el cónsul general en Santa Cruz, Bolivia, resaltan por su tono agresivo en contra de los Estados Unidos, en muchos casos incluso publicando información falsa. La cuenta del embajador Li Baorong en Venezuela, por ejemplo, constantemente publica desinformación sobre los Estados Unidos, y retuitea el contenido antiestadounidense

publicado en las cuentas del dictador Nicolás Maduro y sus subordinados. Cabe mencionar que la cuenta del embajador Li fue la más activa en el período estudiado, con 6.859 tuits entre noviembre de 2019 y junio de 2020, seguida de la cuenta del embajador Wei Qiang en Panamá con 4.841, y la del embajador Zhang Run en República Dominicana con 1.319. Poniendo a un lado las cuentas antes mencionadas, la mayoría de los ataques en contra de EE. UU. son más sutiles y denotan una formulación ideada para un público local. En lugar de ser directos en las arremetidas, los tuits relacionados con EE. UU. buscan explotar las contradicciones políticas de Washington y de los medios de comunicación estadounidenses. Por ejemplo, se dieron casos donde el canal estatal chino CGTN Español citó afirmaciones dudosas de Fox News y las refutó citando investigaciones del New York Times o del Washington Post. Asimismo, dentro de la narrativa de cooperación internacional se hacen

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constantes alusiones a “países que tratan de hacer las cosas de manera unilateral”, al mismo tiempo que se promueve a China como un socio fiable en tiempos de crisis. Este discurso resuena ante el público latinoamericano, y no se puede negar el hecho de que el gobierno y las empresas chinas han contribuido significativamente a la región con sus donaciones. Desde el punto de vista de la diplomacia pública, han hecho una gran labor en dar a conocer sus contribuciones. El otro aspecto de la diplomacia pública de China en LAC es la profesionalización de su cuerpo diplomático. Los funcionarios chinos están ahora mejor capacitados y tienen más conocimientos sobre sus países anfitriones en comparación con hace apenas una década. Para empezar, la mayoría de los embajadores chinos en LAC hablan español con fluidez y tienen formación en estudios latinoamericanos. En el caso de Brasil, el embajador habla portugués fluido.


Probablemente uno de los mejores ejemplos de un nombramiento inteligente ha sido el del embajador Lan Hu en Colombia a principios de este año. Entre 2012 y 2016, el entonces asesor político Lan estuvo en la embajada china en Venezuela. En 2016 fue trasladado de regreso a China, donde trabajó en el Departamento de América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores durante cuatro años antes de ser asignado como embajador en Colombia. El gobierno chino necesitaba en Bogotá a alguien versado en política venezolana que pudiera navegar por el campo minado en el que se han convertido las relaciones entre Colombia y Venezuela. Encontraron al candidato perfecto. El embajador Lan ha sido muy hábil en su manejo del tema venezolano. Por un lado, ha evitado problemas en Colombia por la cercanía entre su

gobierno y la dictadura venezolana y, por el otro, ha conseguido fortalecer los lasos sino colombianos a nivel gubernamental. Cabe destacar que la cuenta de Twitter de la embajada china en Colombia es de las menos politizadas. Mayoritariamente publica contenido con un tono positivo, enfocado en promover la cultura china y los lasos entre Colombia y China. El creciente uso de las redes sociales como herramienta de diplomacia pública presenta una incógnita. ¿Estamos frente a un nuevo tipo de diplomacia o surgirá otra redefinición del concepto cómo la que hizo Gullion en su momento? El caso particular de China también genera cuestionamientos. ¿Cómo entender la naturaleza estrictamente estatal de la diplomacia pública china? Claro está que toda diplomacia pública nace del Estado, sin embargo, usualmente participan otros entes de índole civil o social, como lo pueden ser ONG, educadores, artistas, escritores, entre otros. En el caso chino, hay un intento marcado porque el Estado domine el discurso público, incluso fuera de China, como lo evidencia la presencia ubicua de los medios oficiales chinos en las cuentas de Twitter de sus diplomáticos. El surgimiento de China como potencia mundial ha propiciado frases y conceptos como “socialismo con características chinas” y el “capitalismo de Estado”. Quizás estamos frente a una nueva adaptación del mismo tipo en lo que se refiere a la diplomacia pública. De lo que no cabe duda es que China es uno de los tantos países que utiliza las redes sociales de manera oficial. La creciente adaptación de medios digitales es apenas el comienzo de una transformación en las dinámicas de la diplomacia pública a nivel global.

El surgimiento de China como potencia mundial ha propiciado frases y conceptos como “socialismo con características chinas” y el “capitalismo de Estado”.

Referencias Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación Chino Latinoamericano. (2020). Diplomacia digital de China en Latinoamérica y el Caribe en tiempos de Covid. https://fundacionandresbello. org/es/la-comunicacion-de-china-con-elpublico-extranjero/ University of Southern California – Center on Public Diplomacy. (2006). Public Diplomacy Before Gullion: The Evolution of a Phrase. https://uscpublicdiplomacy.org/blog/ public-diplomacy-gullion-evolution-phrase

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Diplomacia científica

Explorando el concepto de diplomacia científica 26 María Paula Roa González, Gonzalo Ordóñez-Matamoros, Juan Pablo Centeno: Conocimiento e innovación para el abordaje de retos globales: explorando el concepto de diplomacia científica 32 Rafael Piñeros y Paula San Miguel: Una expresión de liderazgo internacional desde la diplomacia científica y del conocimiento: el caso de alemania 38 Diego Dorado : La ciencia en la diplomacia: el programa antártico colombiano

Conocimiento e innovación para el abordaje de retos globales: explorando el concepto de diplomacia científica Múltiples problemáticas de escala global han puesto en ‘jaque’ a muchos de los gobiernos y sociedades del mundo en su conjunto, quienes se enfrentan entonces al reto de adoptar acciones concertadas para responder a estas.

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María Paula Roa González Estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales con enfoque en gerencia publica Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales maria.roa04@est.uexternado.edu.co Gonzalo Ordóñez-Matamoros Doctor en políticas públicas Director del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales, Cipe Profesor Asistente, Universidad de Twente, Miembro del Consorcio S4D4C de la Unión Europea gonzalo.ordonez@uexternado.edu.co Juan Pablo Centeno Magíster en gobierno y políticas públicas. Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales, Cipe juan.centeno@uexternado.edu.co

Las guerras comerciales, el cambio climático, el rápido crecimiento demográfico, las migraciones, el cibercrimen, la extinción de las especies naturales, las emergencias sanitarias como la actual pandemia del Covid-19, entre otros asuntos globales, trascienden las fronteras nacionales y, en ese sentido, exigen la cooperación entre los Estados y diversos actores del sistema internacional para fortalecer su efectivo abordaje. En este contexto, se requieren soluciones novedosas basadas tanto en la cooperación como en el conocimiento, que aprovechen las fortalezas de cada país, así como sus nichos de innovación, talento y competitividad. Aquí, la ciencia, la tecnología y la innovación (CTeI) representan medios necesarios para la adopción de acciones que contribuyan a un desarrollo socioeconómico sostenible, las cuales pueden apoyarse en las relaciones internacionales para proyectar soluciones conjuntas a escala global. De esta forma, se deben repensar las aproximaciones tradicionales entre los Estados y las comunidades, y propender por relaciones más provechosas entre la CTeI y la diplomacia. Se trata, si se quiere, de tender puentes entre estas dos dimensiones, lo cual ofrecería nuevas herramientas de ‘poder blando’ para que los gobiernos puedan viabilizar sus intereses nacionales, así como hacer frente a las

amenazas y oportunidades propias de la globalización. En este contexto, surge la diplomacia científica como un concepto renovado en el campo de las relaciones internacionales, que implica nuevas interconexiones entre la ciencia y la diplomacia. Este concepto supone hoy en día una nueva aproximación interdisciplinaria a la cooperación entre Estados para mejorar las políticas y la gestión pública en pro del desarrollo, la competitividad, la inclusión social, la consolidación de ciudades inteligentes, la promoción de nuevas tecnologías, entre otros propósitos. En este artículo se ofrece un breve repaso sobre el concepto de diplomacia científica, con el fin de aportar a su difusión y mejor comprensión1, para lo cual examinamos i) la definición de la diplomacia científica y las implicaciones de dicho concepto, ii) los actores que típicamente la practican, iii) algunas experiencias

1. Este artículo se nutre de las discusiones recientes que tuvieron lugar, primero, el 16 de julio en el foro virtual ‘Diplomacia Científica: Experiencias internacionales y perspectivas para Colombia’ y, segundo, entre el 21 de septiembre y el 2 de octubre en el diplomado virtual ‘Diplomacia y Relaciones Internacionales’, ambos organizados por la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia./

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Diplomacia científica

Explorando el concepto de diplomacia científica

internacionales y iv) algunos avances de Colombia en la materia. El concepto de diplomacia científica El concepto de diplomacia científica surge en un contexto en el que los retos globales requieren de intervenciones concertadas entre distintos gobierno y actores alrededor del mundo, lo cual, en buena medida, impugna la concepción westfaliana tradicional del Estado-Nación y empuja el campo de las relaciones internacionales hacia temas como la promoción de la ciencia, con frecuencia relegada frente a otros asuntos de la agenda global (Flink & Schreiterer, 2009; Turekian y otros, 2015). La diplomacia científica se define como el “el uso de colaboraciones científicas entre naciones para abordar los problemas comunes que la humanidad del siglo 21 enfrenta, y para construir alianzas internacionales constructivas” (Fedoroff, 2009, p. 9), la cual incluye al menos 3 dimensiones:: i) la ciencia en la diplomacia, en el que la ciencia informa y apoya la toma de decisiones de política exterior; ii) la diplomacia para la ciencia, que busca facilitar la cooperación científica entre Estados; y iii) la ciencia para la diplomacia, en la que se usa la cooperación científica como mecanismo para estrechar lazos entre Estados (Royal Society, 2010). Múltiples mecanismos y prácticas se desarrollan en el marco de esta interfaz ciencia-diplomacia, por

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ejemplo: la construcción de redes internacionales de investigadores y tomadores de decisiones, la suscripción de acuerdos multilaterales de promoción de la ciencia, el liderazgo de sociedades y academias científicas, la financiación de programas multilaterales de investigación, la colaboración en torno a laboratorios e instalaciones científicas internacionales, la articulación con la diáspora de científicos nacionales en el exterior, el incentivo a la movilidad y el retorno de investigadores entre países, entre otros (The Parliamentary Office of Science and Technology, 2018). Actores de la diplomacia científica El concepto de diplomacia científica reconoce entonces que, ante la complejidad y la necesidad de conocimiento especializado que suponen los grandes retos globales, la ciencia y la diplomacia no pueden ser entendidas como campos separados. Esto implica, a su vez, que la internacionalización de la ciencia y la tecnología por vía de la cooperación internacional sea una responsabilidad compartida por todos los agentes gubernamentales, además de la inclusión de otros actores que también son esenciales para el aprovechamiento de esta disciplina en todos los niveles de gobierno. En otras palabras, el avance de la ciencia como propósito del Estado-Nación es un menester no solo de los órganos nacionales de promoción del conocimiento, sino


atribuible también a las cancillerías o ministerios de asuntos exteriores. Además de las organizaciones estatales (e.g. ministerios, embajadas, cancillerías, agencias públicas, agencias de financiación, gobiernos subnacionales, entre otros), la diplomacia científica involucra la participación de múltiples actores tales como las organizaciones internacionales y supranacionales, las universidades, centros de investigación, academias nacionales y sociedades científicas; el sector privado con multinacionales, pequeñas y medianas empresas de alta tecnología o de base científico-tecnológica; y actores de la sociedad civil como asociaciones, fundaciones privadas y activistas. En suma, promover relaciones más provechosas entre la ciencia y la diplomacia debe ser un pilar en la política exterior, sobre todo en un contexto globalizado de rápido cambio tecnológico al que la legislación responde con menor velocidad. En ese sentido, la diplomacia científica implica concebir las relaciones internacionales desde la perspectiva de la ciencia, la tecnología y la innovación, y propender por compartir investigaciones y conocimientos para encontrar soluciones más allá de las fronteras políticas. Algunas experiencias de diplomacia científica Desde 2015 la Unión Europea y sus países miembros han venido impulsando programas orientados a consolidar la diplomacia científica como

Surge la diplomacia científica como un concepto renovado en el campo de las relaciones internacionales, que implica nuevas interconexiones entre la ciencia y la diplomacia. herramienta de política exterior, en donde se destacan algunos como ‘Open to the world’, ‘Science with and for Society (SwafS)’2 o S4D4C3, financiados por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea (Melchor et al., 2020). Estos avances condujeron a que en 2018 se realizará la primera Conferencia Global sobre Diplomacia Científica, de la cual resultó la ‘Declaración de Madrid sobre la Diplomacia Científica’, suscrita en febrero de 2019 por alrededor de 150 académicos y diplomáticos de diversos países. En esta se proclama una visión compartida sobre la diplomacia científica de cara al futuro, y se destacan algunos de los beneficios de la misma de frente al abordaje de los retos globales del siglo XXI (S4D4C, 2019). Estas experiencias ponen de relieve el papel jugado por múltiples redes de conocimiento especializado, las cuales han permitido el desarrollo de espacios de diplomacia científica para enfoques locales, nacionales, regionales o globales. En América Latina, por su parte, si bien la diplomacia científica viene avanzando a un ritmo menos acelerado, es posible identificar algunas experiencias que apuntan en esa dirección. La experiencia de Brasil

en su Sao Paulo Framework of Innovation Diplomacy con cierto éxito ha buscado integrar sus mercados con empresas tecnológicas, atraer inversión extranjera en I+D, y movilizar sus diásporas para asegurar transferencia tecnológica internacional por medio de talento humano altamente calificado que reside en el exterior. Ahora bien, persisten múltiples retos en la región para la consolidación de políticas de diplomacia científica, por ejemplo: el bajo manejo del idioma inglés, un relativamente bajo nivel de mayor ‘alfabetismo científico y tecnológico’ de los diplomáticos y funcionarios públicos, barreras para la internacionalización de la academia y las empresas para participar en cadenas de valor o de redes de conocimiento de escala global, entre otros. Adicionalmente, uno de los mayores desafíos de América Latina está relacionado con la poca interacción 2. Ver más sobre el proyecto SwafS en https://ec.europa.eu/programmes/ horizon2020/en/h2020-section/ science-and-society 3. Ver más sobre el proyecto S4D4C (Using Science for/in Diplomacy for addressing global Challenges) en https://www.s4d4c.eu/

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Diplomacia científica

El rápido avance tecnológico y la interrelación cada vez más estrecha y dinámica entre países han derivado en grandes retos globales cuyo origen, en muchos casos, tiene lugar en territorios específicos llegando a afectar a otros.

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Explorando el concepto de diplomacia científica

interdisciplinaria y transdisciplinaria entre actores, políticas y funciones. Marga Gual (2020) explica que para subsanar este ‘cuello de botella’ se requiere crear un perfil profesional para los intermediarios y expertos en la interfaz de la ciencia y la diplomacia. Aunque actualmente se pueda hablar de dos clasificaciones institucionalizadas, como los diplomáticos científicos oficiales o la asesoría científica, es necesario formalizar estos roles y preparar a distintos tipos de actores y miembros de esta comunidad para fomentar vías de diálogo y conexión entre los países. Por ejemplo, el aprovechamiento de capacidades y oportunidades científicas, tecnológicas y de innovación, depende esencialmente de vínculos con el extranjero, por lo cual fomentar la diplomacia científica debe ser una prioridad. Hacia una diplomacia científica para Colombia Colombia, por su parte, ha venido creando condiciones institucionales básicas que se podrían aprovechar para el desarrollo de la diplomacia científica. Aquí cabe destacar, por ejemplo, el rol que juegan las Oficinas Consulares Honorarias, a las que se atribuyó la función de fomentar las relaciones científicas con otros países. Asimismo, el Ministerio de CTeI actualmente cuenta con una oficina de internacionalización que propende por alianzas entre actores del Sistema Nacional de CTeI y actores internacionales para fortalecer el desarrollo de sus actividades. Otras experiencias como la Red

Colombiana de Investigadores en el Exterior (Red Caldas) (1990), el Programa de Diplomacia Científica (2003) del entonces Colciencias, o la participación de Colciencias en el Consorcio AL-INVEST III (2006) ilustran los esfuerzos realizados por distintos gobiernos de Colombia por insertar a la ciencia del país en redes y cadenas de generación de conocimiento a nivel global (Isaza, 2020). Asimismo, frente a la coyuntura de la pandemia, la Cancillería y el nuevo Minciencias han venido reconociendo públicamente el importante papel de la diplomacia científica en la carrera geopolítica para que el país no llegue tarde a la repartición de vacunas y tratamientos contra el Covid-19, al tiempo que han buscado aportar conocimiento local para encontrar una cura o paliar sus efectos en la salud y la economía. Ahora bien, para afianzar y sistematizar dichos avances, es necesaria la definición de una decidida política de diplomacia científica a largo plazo, que articule esfuerzos multisectoriales intensivos en conocimiento y que facilite la cooperación con otros actores del sistema internacional por medio de un marco de gobernanza sólido. Esto es una tarea aún pendiente para el gobierno colombiano. Conclusiones El rápido avance tecnológico y la interrelación cada vez más estrecha y dinámica entre países han derivado en grandes retos globales cuyo origen, en muchos casos, tiene lugar en territorios específicos llegando a


afectar a otros. El abordaje de dichas problemáticas implica la necesaria colaboración inter-Estatal, ya no solo en el plano político, sino también en el plano científico y tecnológico. En este contexto surge la diplomacia científica, la cual marca un punto de inflexión en la política exterior en tanto sugiere una transformación en la relación entre la ciencia, la sociedad y el Estado, y que requiere de arreglos institucionales que faciliten la interacción entre actores de diferente índole para el logro eficaz y eficiente de objetivos de desarrollo local e internacional (Aukes et al., 2020). Se trata de una posible estrategia de política exterior que puede contribuir a mejorar el acceso y aprovechamiento de la CTeI que se produce en el mundo, y a una interacción en igualdad de condiciones con países de mayor desarrollo relativo. Por esta vía, se avanzaría en i) el fortalecimiento de la capacidad científica y tecnológica en Colombia en procura de solucionar problemas locales tanto antiguos como nuevos, ii) la incidencia en la agenda mundial en pro del desarrollo económico sostenible e inclusivo, y iii) la promoción del atractivo de Colombia como potencia mundial en materia de biodiversidad, conocimiento y creatividad. En ese contexto, Colombia tiene una oportunidad valiosa para fortalecer su posición en el escenario latinoamericano y global, en pro de una sociedad más justa y de un desarrollo sostenible e inclusivo basado en el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación.

Referencias Aukes, E. J.; Ordóñez Matamoros, G.; Kuhlmann, S. & Honarmand Ebrahimi, S. (2020). Towards effective science diplomacy practice: Policy Brief, No. 2, January. Vienna: S4D4C. https://www.s4d4c.eu/wp-content/ uploads/2020/01/S4D4C-Towards-effectivescience-diplomacy-practice.pdf European Commission. (2016). Strategic opinion for research and innovation in the horizon 2020 work programme 2018–2020. Final Version. https://ec.europa.eu/research/ swafs/pdf/strategic_opinion_final.pdf Flink, T. & Schreiterer, U. (2009). Aufgaben Kritische Analyse deutscher Außenwissenschaftspolitik (AWP) in sechs ausgewählten Zielländern. WZB: Abschlussbericht. Gual, M. (2020). Webinar Diplomacia científica: Experiencias internacionales y perspectivas para Colombia. Bogotá: Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales. Universidad Externado de Colombia. Isaza, J. P. (2020). Breve repaso del contexto institucional de la diplomacia científica, tecnológica y de innovación en Colombia 2004-2006. Innovación y Ciencia, XXVII(2). https://innovacionyciencia.com/ articulos_cientificos/breve-repaso-delcontexto-institucional-de-la-diplomaciacientifica-tecnologica-y-de-innovacion-encolombia-2004-2006

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Diplomacia científica

El caso de Alemania

Una expresión de liderazgo internacional desde la diplomacia científica y del conocimiento:

el caso de Alemania

El incremento de retos transnacionales como el cambio climático, la menor productividad de los suelos aptos para el cultivo, el incremento del nivel de agua de los océanos, la búsqueda de vida en otros planetas, los cambios demográficos acelerados y muchos otros desafíos de la agenda contemporánea, han generado una mayor y más estrecha relación entre el conocimiento científico y la política. 32


Rafael Piñeros Ayala Docente investigador Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales rafael.pineros@uexternado.edu.co Paula Sanmiguel Diplomática de Carrera Segunda Secretaría de Relaciones Exteriores

Tal como ha sido visible, la pandemia mundial provocada por la propagación de contagios por Covid-19, ha generado comportamientos opuestos en diferentes países: por un lado, manifestaciones a favor de la cooperación multilateral para superar la crisis de salud pública global y, por el otro lado, trabajo individual y egoísta por parte de los Estados, con lo cual se evidencia la necesidad de que los primeros sean más expeditos y claros (Melchor, 2020). En otras palabras, la relación entre ciencia, política y diplomacia se hace necesaria e indispensable para responder de manera adecuada a los problemas inicialmente señalados. La relación entre diplomacia y ciencia, explorada en este dosier temático, puede ser significativamente amplia, profunda y diversa, dependiendo de la importancia que se le otorgue, tanto a una como a la otra. Al mismo tiempo, ese vínculo ha sido catalogado por algunos como una relación difícil y compleja, en la medida en que la primera es elitista e ineficiente y la segunda es compleja e impenetrable (Coperland, 2016). En otras palabras, responden a lógicas bien diferentes. Así las cosas, parafraseando a Alexander Wendt, la relación intersubjetiva entre, por un lado, la diplomacia y, por el otro, ciencia, estará influenciada por el tipo de relación que cultiven a través del tiempo, por la capacidad que tengan de apoyarse o asociarse mutuamente en la obtención de resultados tangibles y verificables, tanto para los Estados como para la actividad científica y, al mismo tiempo, por la confianza generada entre ambos sectores.

La relación entre diplomacia y ciencia, explorada en este dosier temático, puede ser significativamente amplia, profunda y diversa, dependiendo de la importancia que se le otorgue, tanto a una como a la otra. Aunque se encuentran diversas definiciones sobre diplomacia científica (Society, 2010; Flink & Schreiterer, 2010), y que su mayor utilización puede ser una forma adecuada para encontrar soluciones innovadoras a problemas comunes de carácter global o regional, estas novedosas expresiones abren otros interrogantes y vías de exploración que nos llevan a preguntarnos si la diplomacia científica puede ser entendida como una expresión de liderazgo por parte de los Estados y en qué medida es utilizada para asegurar o alcanzar objetivos de política exterior. En ese sentido, la diplomacia científica tiene un valor como expresión de liderazgo para los Estados, en la medida en que se identifique como un asunto nacional capaz de forjar atracción, cooperación e influencia, frente a otros actores, tales como las compañías transnacionales, organizaciones de la sociedad civil o individuos. Para abordar lo anterior, este artículo estará dividido en tres secciones: por un lado, se explorará la relación entre ciencia y asuntos internacionales, asumiendo que en la coyuntura particular se hace más importante y necesaria. En segundo lugar, se abordarán los mecanismos de liderazgo que puede crear la diplomacia científica y, finalmente, se mostrará cómo Alemania, ha

utilizado la diplomacia científica como una muestra de liderazgo no solo regional sino también global. La relación entre ciencia y asuntos internacionales Como se mencionó previamente, la ciencia y la política tienen interacciones difíciles de evadir y, cada vez más, complementarias e importantes: en primer lugar, la ciencia se ha convertido en un actor de cambio y ramificación en los asuntos internacionales. El desarrollo de la energía atómica, el avance en las telecomunicaciones, así como el cambio climático, generaron la construcción y adaptación de regímenes internacionales, entendidos estos como el conjunto de principios políticos o sociales, instrumentos jurídicos y normativos y procedimientos

1. Justamente la Royal Society junto con la American Association for the Advancement of Science (AAAS, por sus siglas en inglés), definieron en 2010 la diplomacia científica como una expresión de tres acciones: la diplomacia para la ciencia, la ciencia para la diplomacia y ciencia en la diplomacia, manifestaciones que han sido ampliamente utilizadas para la consecución de objetivos de política exterior.

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Diplomacia científica en la toma de decisiones necesarios para la regulación de un tema de la agenda internacional (Krasner, 1983). En otras palabras, los avances científicos favorecen el desarrollo de los asuntos internacionales, en la medida que un adelanto en materia nuclear, por ejemplo, lleva consigo la necesidad de adaptar comportamientos y pautas de comprensión en las relaciones internacionales. En segundo lugar, derivado de lo anterior, las revoluciones científicas o del conocimiento ponen de manifiesto dos elementos destacables: por un lado, generan nuevos elementos de riesgo, desafío o asuntos novedosos que, como la globalización, el medio ambiente o la seguridad alimentaria, requieren de respuestas innovadoras por parte de la comunidad internacional (Weiss, 2015, p. 420). Por un lado, la ciencia “confiere un avance o distinción social a aquellos que la dominan, la interpretan de manera más precisa y logran evolucionar ideas abstractas en soluciones prácticas para la vida en sociedad” (Weiss, 2015). Por otro lado, el desarrollo del conocimiento científico implica una labor cada vez más internacional, en el sentido que se estimula y desarrolla a partir de la inversión efectuada por organismos públicos o privados y requiere, adicionalmente, de la constante y activa participación de científicos, usualmente de diversas nacionalidades y especialidades, para ver culminar proyectos de manera satisfactoria (Ruffini, 2017). Finalmente, la utilización de la ciencia y la diplomacia como estrategia de política exterior por parte de los Estados, implica lo que Ruffini

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El caso de Alemania

La relación entre diplomacia y ciencia, explorada en este dosier temático, puede ser significativamente amplia, profunda y diversa, dependiendo de la importancia que se le otorgue, tanto a una como a la otra.

señala como “la identificación de un propósito nacional”, esto es, entender que el conocimiento científico basado en evidencia puede ser un instrumento que provea algún grado de influencia en la toma de decisiones internacionales. La diplomacia científica: Una expresión de influencia internacional Aunque los avances científicos y tecnológicos potencian instrumentos de poder duro o militares, como el desarrollo de armamento nuclear a partir de la fusión del átomo, la investigación científica tiene una relación más cercana con el ejercicio del poder blando. Justamente, Joseph Nye define el poder blando como la posibilidad de obtener los resultados que se desean en política mundial, porque otros países quieren seguir su estela, admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel de prosperidad y apertura (Nye, 2003, p. 30). Justamente, la ciencia, y con ello la diplomacia científica, son una forma de diplomacia de influencia, un instrumento de cooptación, a través del cual los países pueden compartir y transmitir sus valores y reproducir sus propios modelos culturales (Ruffini, 2017). Así las cosas, la diplomacia científica, en sus múltiples expresiones,

es un generador de soft power que combina la agencia internacional del Estado, a través de la representación diplomática que, junto con el método científico, son capaces de generar avances en el conocimiento, basados en la evidencia empírica, el mérito y solidaridad para compartir hallazgos con la comunidad internacional (Coperland, 2016). Bajo esta perspectiva se sostiene, entonces, que la gobernanza global requiere un cambio en el paradigma, mediante la creación de “nuevas vías de intercambio y foros que apoyen la interacción entre el gobierno y los actores de la sociedad civil, incluida la comunidad científica” (Romero, 2020). En este sentido, la utilización de la diplomacia científica como expresión de liderazgo internacional, pasa por el desarrollo de al menos tres elementos: la capacidad de atracción, la profundización de la cooperación y la influencia. En primer lugar, partiendo de que el factor humano es el eje central sobre el cual gravita el conocimiento científico, los países que utilizan la diplomacia científica como expresión de liderazgo logran atraer o cautivar a académicos de otros países (Ruffini, 2017). Adicionalmente, los investigadores son un activo altamente especializado y, en ocasiones, escaso, que requiere condiciones idóneas para el ejercicio de su


actividad, por lo cual, la innovación nacional y las políticas dirigidas a atraer personal, facilitan la atracción de saberes y talentos (Flink & Schreiterer, 2010). En segundo lugar, la cooperación internacional, sin importar la forma que adquiera, tiene el sentido y la aspiración de reflejar importantes principios de la actividad científica, tales como la universalidad, objetividad y desarrollo compartido. Este importante componente se relaciona con la capacidad que tienen para generar, ampliar o desarrollar, acuerdos con otros Estados u organismos internacionales. El fortalecimiento de alianzas internacionales, de mecanismos de cooperación o integración y el buscar una eficiente y eficaz cooperación entre actores de diversa naturaleza (Melchor, Elorza & Lacunza, 2020), se convierten en instrumentos y medios indispensables para ahondar en la diplomacia científica como estrategia de influencia y poder. Por último, aunque difícil de medir y eventualmente de cuantificar, la diplomacia científica como expresión de liderazgo, genera una importante influencia en los demás. Puede estar determinada por la capacidad de atracción, de generar impacto en la toma de decisión, de generar espacios idóneos para discusiones sobre temas importantes

de la agenda internacional (Ruffini, 2017). Alemania: una apuesta a la diplomacia científica como herramienta de liderazgo internacional Son muchos los países que utilizan el potencial de la diplomacia científica como una herramienta de influencia en el escenario internacional. Alemania, desde la década del sesenta y con la experiencia adquirida en avances científicos durante la primera mitad del siglo XX, ha construido una sólida reputación como país atractivo para la cooperación en ciencia, tecnología e innovación (CTI) y la transferencia de tecnología, y el desarrollo científico con criterios de excelencia y calidad. En la trayectoria histórico-política del país, aunque difícil y traumática, siempre ha estado presente el avance científico y tecnológico en las decisiones políticas y económicas que han afectado y/o beneficiado su posición geopolítica, su proyección de liderazgo (incluso en período de guerra), y su construcción como la República Federal que es hoy. El sector privado alemán es reconocido a nivel internacional por ser uno de los que más invierte en investigación y desarrollo (I+D), puesto que las compañías alemanas son

responsables de más de dos tercios del total de financiación para I+D de Alemania (que en 2017 alcanzó un monto de 100 mil millones de euros (BMBF, 2019)). Las industrias automotriz, mecánica, química, farmacéutica y eléctrica son las que más benefician, y esta inversión se refleja a su vez en el volumen de las exportaciones de estas industrias, que en años recientes ha mantenido la balanza comercial alemana en superávit (Alemania es la tercera economía en exportaciones a nivel global). De los bienes de exportación, el 15% (2018) (Eurostat, 2019) corresponde a bienes intensivos en conocimiento, es decir, en sectores de alta tecnología. Además del papel que tiene la CTI en la industria y, en consecuencia, la importancia que le es concedida a I+D en el sector privado, también el Estado Federal ha incrementado en los años recientes el presupuesto para financiar la investigación: solo entre 2014 y 2019, el Gobierno Federal ha aumentado aproximadamente un 38% el presupuesto y, además, de acuerdo con el Pacto por la Investigación y la Innovación, se ha comprometido a incrementar los fondos en un 3% cada año (BMBF, 2017). Alemania, además, es uno de los países que más invierte en I+D en la Unión Europea, sobrepasando el 3% de su PIB (Eurostat, 2020).

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Diplomacia científica

El caso de Alemania

La relación entre diplomacia y ciencia, explorada en este dosier temático, puede ser significativamente amplia, profunda y diversa, dependiendo de la importancia que se le otorgue, tanto a una como a la otra. Con este norte, el Ministerio Federal de Educación e Investigación ha establecido una iniciativa de diplomacia científica y educativa basada en los pilares de apoyo a la educación y la ciencia, cooperación para tender puentes entre la comunidad científica internacional, y la comunicación del conocimiento para tomar mejores decisiones e informar los procesos de innovación y desarrollo (BMBF, 2020). Este panorama ha facilitado el hecho de que Alemania sea uno de los países más atractivos para el intercambio de estudiantes, docentes e investigadores. Instituciones del gobierno como el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) y el Ministerio Federal de Educación e Investigación (BMBF), invierten grandes cantidades de recursos en financiar la movilidad de científicos e investigadores que se encuentran entre los numerosos institutos de las grandes

2. Lanzada el 2 de abril de 2019 por los ministros de relaciones exteriores de Francia y Alemania. 3. Un ejemplo de esto es la Declaración Conjunta de los Ministros de Relaciones Exteriores de los países de América Latina y el Caribe y Alemania, del 3 de junio de 2020.

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sociedades de investigación (Max Planck, Helmholtz, Leibniz, Fraunhofer, por mencionar algunas), y las universidades y centros de innovación e investigación privados. Desde 2010, las cifras de estudiantes internacionales en Alemania han aumentado poco más del 50%. Además del atractivo del país para los investigadores y científicos del mundo (que se debe entre muchas otras cosas a la calidad de la investigación, a las redes existentes entre las comunidades científicas alemanas en diferentes áreas, a la infraestructura y la inversión en equipos tecnológicos), el Gobierno Federal ha emprendido un rol más activo en la política global, preocupado por el debilitamiento del escenario internacional. Recientemente, lanzó la llamada “Alianza para el Multilateralismo” en conjunto con Francia, con el fin de revivir el orden multilateral2. Esto en especial a la luz de los nuevos retos globales que reclaman una atención urgente y una solución desde la gobernanza multilateral encargada a organizaciones internacionales y a los espacios de deliberación supranacionales. Alemania venía adelantando una tradición de apoyar mecanismos de consulta y

asesoría para la toma de decisiones informadas, basadas en conocimiento científico en temas como cambio climático, salud pública global, seguridad nuclear y desarme, y ahora, en roles de liderazgo que ha asumido durante el 2020 (como Miembro No Permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y como Presidente del Consejo de la Unión Europea), ha emprendido un camino de fortalecer el multilateralismo desde todos los espectros, incluyendo el poder de la cooperación científica para unir a los países alrededor de retos globales comunes como la búsqueda de un tratamiento efectivo y una vacuna para Covid-193. Aunque la ciencia, la tecnología y la innovación son herramientas de poder blando que permiten a los actores influir en escenarios multilaterales para transmitir valores y visiones del orden mundial (como es la apuesta de política exterior de Alemania con la diplomacia científica), estas herramientas pueden resultar siendo aprovechadas en la búsqueda de beneficios comunes y en las soluciones de problemas, que si son concebidas bajo esquemas de competencia pueden no resultar tan efectivas.


Conclusión Como se pudo observar en este artículo, aunque ciencia, tecnología e innovación, por un lado, y diplomacia, por el otro, parecieran ser realidades diferentes, son los problemas globales los que generan un punto de encuentro ineludible, en el sentido que los primeros dan insumos valiosos para que la segunda pueda desplegar herramientas de solución entre Estados y otros actores del sistema internacional. Así mismo, los Estados suelen desplegar diversos mecanismos para reflejar ese liderazgo en materia de diplomacia científica, en especial en términos de influencia, cooperación y atracción de talento humano altamente capacitado. Alemania se ha convertido, con el paso del tiempo, en un ejemplo a través del cual la inversión en ciencia y tecnología y el compromiso de mantener e incrementar esta inversión, los incentivos generados para que el sector privado invierta en I+D, la calidad de la investigación y el reconocimiento de su formación científica, así como las políticas impulsadas a nivel europeo e internacional, la muestran como una gran potencia en materia de diplomacia científica. La reflexión que nos ocupa para el caso colombiano se concentra en cómo podemos aprovechar la relación con ese país europeo para mejorar nuestro desempeño en diplomacia científica, generar acercamientos que reflejen intereses comunes entre ambas partes, y pensar qué tipo de estrategia en el mediano y largo plazo debemos implementar para alcanzar metas y objetivos de policía exterior.

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Diplomacia científica

El Programa Antártico Colombiano

La ciencia en la diplomacia: el programa antártico colombiano A lo largo de la historia de la humanidad la ciencia ha jugado un papel importante en el relacionamiento de las culturas y las sociedades, ejemplos como la pólvora, la navegación o los grandes proyectos de infraestructura supranacionales, evidencian tal situación.

Sin embargo, la relevancia de esta en las relaciones internacionales depende, entre otras, de la importancia que tiene la inversión en investigación y desarrollo -I+D- en cada país. Según la Unesco, en la actualidad el planeta destina más de 1.7 billones de dólares en I+D, donde el 80% está concentrado en tan solo 10 países, los cuales, a medida que sus inversiones generan resultados, van consolidado su protagonismo internacional (Unesco, 2020). Esto les da un posicionamiento especial en lo que hoy se conoce como diplomacia de la ciencia, corriente de las relaciones internacionales que combina los avances científicos con la diplomacia, y la cual viene consolidándose como un eje determinante en la interacción de las naciones.

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Países como China, Estados Unidos, Japón y Alemania, con inversiones que superan los cien mil millones de dólares, entre empresas, sector público y universidades, lideran el escenario internacional en estos temas, en parte porque son los que más destinan recursos para este fin. Sin embargo, otros países, con menor capacidad financiera, han hecho grandes apuestas en el desarrollo de la ciencia, asignando un importante porcentaje de su PIB. Entre estos se destacan Israel (4.9%), Corea (4.3%) y Suecia (3.2%), los cuales ya cosechan triunfos al haberse convertido en referentes en agricultura, aeronáutica, micro tecnología y comunicaciones, entre otros. Pero la ciencia no ejerce un único papel en el contexto de la diplomacia.

Hoy se identifican tres tipos de relacionamiento: la diplomacia para la ciencia, la ciencia para la diplomacia y la ciencia en la diplomacia (Ruffini, 2015, p. 12). Estos, aunque presentándose de manera mixta en la realidad, sirven para dimensionar e identificar los objetivos que puede tener cada país o actor interesado en las relaciones internacionales, al vincular la ciencia con la diplomacia. La diplomacia para la ciencia se concibe como el uso de la diplomacia al servicio de la ciencia, lo que se termina concretando en acuerdos internacionales de cooperación científica y creación de redes de científicos. Esta trae como beneficio para la diplomacia, la creación de un espacio poco tenso, basado en cooperación como medio de relacionamiento entre los países; y


Diego Dorado Economista, máster en asuntos internacionales. Estudiante del Doctorado en Estudios Políticos de la Universidad Externado de Colombia diegodorado01@hotmail.com

para la ciencia, la posibilidad de poder acceder a financiamiento y condiciones, que por las propias características de la inversión en I+D trae implícito un alto riesgo, ya sea por la gran cantidad de recursos que esta requiere, el plazo incierto, o la no claridad y certeza de resultados favorables (Ruffini, 2015). Ejemplo de esto es la Organización Europea para la Investigación Nuclear -CERN- creada en 1952, con la participación de 22 naciones, centrada en la investigación nuclear, la cual tiene entre sus activos el laboratorio con el acelerador de partículas más grande del planeta. Inversión difícil de sostener para cualquier país. Otro ejemplo, de amplio reconocimiento, es la estación espacial internacional, proyecto que demandó el trabajo conjunto de cinco agencias

de exploración espacial: la europea ESA, la estadunidense Nasa, la japonesa Jaxa, la canadiense CSA y la rusa Roscosmos, intercambiando conocimiento, recursos y ambiciones geopolíticas. A estas agencias, hoy ya se han sumado la italiana ASI y la brasileña AEB. En otras palabras, es la ciencia utilizando a la diplomacia como medio para acceder a más recursos, facilidades o condiciones para desarrollar las diferentes investigaciones, que seguro marcaran el futuro de la humanidad. Otro tipo de relacionamiento es la ciencia al servicio de la diplomacia, con frecuencia usado por los países para distorsionar las relaciones internacionales, lo que se podría llamar “diplomacia paralela”. Ejemplo de esto fue la participación de

los científicos de Alemania Oriental que fueron invitados a participar en el proyecto CERN, acción que ayudó a crear condiciones para el proceso de unificación de Alemania (Stange, 2002). También se destacan: de nuevo, la estación espacial internacional, la cual ha permitido que varios países opuestos en sus posiciones internacionales, conversen alrededor del tema; y la colaboración científica entre Cuba y Estados Unidos alrededor de los temas meteorológicos, relación que se mantuvo durante el embargo que Estados Unidos impuso a Cuba, y permitió mantener una canal de conversación entre los países. La utilidad de la ciencia en este contexto se da en particular porque la motivación de los científicos está con la ciencia, dejando los temas políticos a un lado. Pero, así mismo, permite incluir a la ciencia como un elemento que genera patriotismo (Ruffini, 2015). El tercer tipo de relacionamiento, la ciencia en la diplomacia, se asocia a la capacidad de la ciencia, basada en su acervo de conocimiento y datos, que ayuda a definir la agenda de las relaciones internacionales. Ejemplos de esto son temas como el calentamiento global que condujo al Acuerdo de París en 2015; o la reciente pandemia del Covid-19, la cual ha implicado la colaboración internacional alrededor de la atención del virus y la correspondiente vacuna. Consecuentes con este tipo de relacionamiento, los cuerpos diplomáticos de los países han venido

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Diplomacia científica

incluyendo asesores de alto nivel en los temas de I+D como un reconocimiento a la importancia que la ciencia ha venido adquiriendo en la definición de la agenda internacional. Colombia, aunque aún no ha modificado su estructura diplomática para incluir una oficina asesora en I+D, no ha sido ajena al uso de la ciencia en sus relaciones internacionales. El sector defensa, por ejemplo, es uno de los que más ha liderado la inversión en I+D en el sector público, lo que le ha permitido usar el conocimiento y los avances obtenidos en los años de lucha contra el narcotráfico y la guerrilla, para posicionarse en el contexto internacional. Ejemplo de estos han sido los avances en materia de desminado humanitario, el ingreso de Colombia a la Otán y el Acuerdo de la Antártica. Este último reviste un especial interés, puesto que la agenda está determinada por la investigación. El Programa Antártico Colombiano Un caso particular de ciencia en la diplomacia es el Tratado Antártico, firmado el 1° de diciembre de 1959, y hoy ratificado por 52 países, y que declaró esta zona del mundo como un continente dedicado a la paz y a la ciencia, en la que los países que eventualmente pudiesen tener interés territorial sobre el antártico renunciaban a las reclamaciones de soberanía. Situación que hace al llamado sexto continente o continente helado, un bien común de la humanidad. Colombia adhirió al tratado el 31 de enero de 1989, y desde entonces ha realizado seis expediciones

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El Programa Antártico Colombiano

científicas, en las que se han desarrollado 62 proyectos de investigación, en temas como: medio ambiente, biodiversidad de organismos antárticos, seguridad marítima, geología y oceanografía, entre otros temas. Hoy estos proyectos se han concretado en más de 30 artículos científicos publicados. El involucramiento de Colombia se ha caracterizado por la inter institucionalidad y la gradualidad. En primer lugar, y bajo el liderazgo científico de la Comisión Colombiana del Océano, se ha creado el Programa Antártico Colombiano -PAC- con la participación de cerca de 30 entidades nacionales entre entidades del gobierno, universidades y organizaciones no gubernamentales; y dos, gradual, porque de la mano de Chile, que acompañó y apoyó a Colombia en su participación inicial en el Tratado, ha aumentado su exposición y compromiso, proyectándose incluso a tener una base científica permanente. Progresividad que queda consagrada en las cinco etapas identificadas en el PAC, el cual se proyecta hasta 2045. Con el objetivo Posicionar al país como un actor preponderante dentro del Sistema del Tratado Antártico -STA-, incidiendo en la toma de decisiones globales sobre ese territorio (Comisión Colombiana del Océano, 2016), el país ya ha comenzado a evidenciar los resultados que sobre su agenda internacional trae su permanencia en este Tratado.

La relación entre diplomacia y ciencia, explorada en este dosier temático, puede ser significativamente amplia, profunda y diversa, dependiendo de la importancia que se le otorgue, tanto a una como a la otra.


En primer lugar, la investigación adelantada en el marco de las seis expediciones ha posicionado la capacidad investigativa colombiana, lo cual ha quedado evidenciado en las investigaciones conjuntas que se han desarrollado con Argentina, Chile, Ecuador, Italia, Brasil, España y Japón. Así mismo, las relaciones de cooperación con Chile se ha fortalecido de manera particular, toda vez que este fue uno de los promotores de la participación de Colombia en el acuerdo, y fue con el apoyo de sus facilidades que, entre 1989 y 2014, se realizaron las primeras investigaciones por parte del cuerpo científico colombiano. De hecho, entre la primera expedición en 2014, donde se contó con un solo país cooperante en investigación, en la última expedición, en 2019, ya contamos con nueve países. Lo anterior va de la mano del reconocimiento internacional del país como un actor con conocimiento y capacidad investigativa en los temas antárticos, ambientales y oceanográficos (Benavides, 2019). Así mismo, por las implicaciones técnicas y logísticas de las expediciones, y por el hecho de que estas se han realizado en buques propios, construidos en Colombia por Cotecmar, también ha colaborado para que el país gane exposición como un productor de embarcaciones militares y científicas. No en vano los proyectos de investigación han producido

material para ser publicados en 30 revistas científicas, diez de estas internacionales (Comisión Colombiana del Océano, 2016). Y un último beneficio es el reconocimiento de Colombia como un ecosistema adyacente al continente blanco (Comisión Colombiana del Océano, 2016), lo que permite posicionar y darle una voz al país frente al actual y potencial uso que se le den a los más de 14 millones de kilómetros cuadrados del continente, que tiene la característica de ser la reserva más grande de agua dulce, y fungir como un regulador climático del planeta. Este reconocimiento retoma un mayor interés, teniendo presente que en 2048 se abrirá el acuerdo para la revisión, momento en el que con seguridad los países miembros tendrán una voz privilegiada. Todo lo anterior, permite concluir que el uso de la ciencia en el contexto de las relaciones internacionales, si bien a lo largo de la historia ha sido de mucho uso, en los años recientes, y en especial después de la segunda guerra mundial, se ha convertido en un instrumento útil para construir alianzas, proyectar influencias, fomentar ejercicios de integración regional, promover el desarrollo económico y fomentar el intercambio de servicios entre países. El caso de Colombia en la Antártica es un ejemplo de lo anterior, en la medida que ha permitido que el país construya alianzas de investigación con varios países, fortalezca su capacidad de influir en el entorno regional, al menos, promueva servicios y bienes que puedan traer beneficios, entre otros.

Referencias Benavides, M. (2019). Posicionamiento Internacional de Colombia dentro del Sistema del Tratado Antártico. Bogotá: Universidad Militar Nueva Granada. Comisión Colombiana del Oceáno. (2016). Hacia un Potencia Oceánica. Bogotá: Secretaría Ejecutiva Comisión Colombiana del Océano. Comisión Colombiana del Océano. (2016). Programa Antártico Colombiano. Secretaría Ejecutiva Comisión Colombiana del Océano. Bogotá: Comisión Colombiana del Océano. Ruffini, P.-B. (2015). Science and Diplomacy: A new dimension of International Relations. Paris, Francia: Springer. Stange, T. (1 de Noviembre de 2002). How European physics reached across the Wall. Obtenido de WWW:CERNCOURIER.COM: https://cerncourier.com/a/how-europeanphysics-reached-across-the-wall/ UNESCO. (3 de Noviembre de 2020). ¿Cuánto invierte su país en I + D? Obtenido de www. unesco.org: http://uis.unesco.org/apps/ visualisations/research-and-developmentspending/#!lang=es

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Feminismo la palabra incómoda

“Si el término le molesta, puede llamarlo equidad de género”, así respondió Margot Wallström, Ministra de Relaciones Exteriores sueca, en 2015, cuando una periodista de The New York Times le preguntó si no hubiera sido más estratégico elegir otra palabra (en lugar de “feminista”), para describir el objetivo de la nueva política exterior de Suecia. “Creo que feminismo es un buen término”, dijo. “Se trata de oponerse a la subordinación sistemática y global de las mujeres”.

Feminismo:

la palabra incómoda

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Helena Storm Embajadora de Suecia en Colombia

Si bien la igualdad de género se entendía y aceptaba con relativa facilidad en la legislación nacional sueca, más de uno quedó sorprendido cuando, en 2015, Margot Wallström anunció que Suecia sería el primer país en el mundo en adoptar una política exterior feminista. Hubo más preocupación por el uso de la palabra “feminista”, que verdaderas preguntas sobre lo que realmente implica una “política exterior feminista”. ¿Hasta dónde se puede empujar el argumento feminista y qué implicaría para los países con los que Suecia tiene relaciones diplomáticas? El objetivo de la política exterior feminista de Suecia es contrarrestar la discriminación contra las mujeres, mejorar las condiciones de vida de las mujeres, contribuir a la paz y el desarrollo y, en general, contribuir a un mundo con más igualdad de género. Al declarar un “gobierno feminista” en 2014, el primer ministro Stefan Löfven destacó que la igualdad de género no es solo un problema de mujeres, sino una cuestión de la sociedad en su conjunto. Las relaciones de poder entre hombres y mujeres se construyen socialmente y deben eliminarse las barreras que impiden que las mujeres y las niñas alcancen plenamente sus derechos y su potencial. Los estudios e investigaciones siguen coincidiendo en la necesidad de avanzar en esta dirección, no solo por un tema

de justicia e igualdad, sino por un tema estratégico y de buen negocio. Cada vez queda más claro que no se puede dejar atrás un desarrollo sostenible si se deja atrás a la mitad de la población. La diversidad de género aporta no solo creatividad e innovación, atracción y retención del talento, sino mejor reputación y brinda mayor rentabilidad. ¿Por qué una política exterior feminista? A pesar de los avances, estos han resultado insuficientes pues a este ritmo se necesitarían más de 200 años para alcanzar la paridad de género (en el Foro Económico Mundial ya se habló de un desfase de 257 años). ¿Tienen las mujeres los mismos derechos a la educación, el trabajo, el matrimonio, el divorcio y la herencia que los hombres? Aún 104 países del mundo tienen leyes que prohíben a las mujeres realizar determinados trabajos; en 37 países las mujeres no tienen derecho a solicitar un pasaporte, en 31 no pueden ser cabeza de hogar, en 17 no pueden salir de la casa, en 11 no pueden solicitar un documento de identidad nacional, en 4 países las mujeres no tienen derecho a inscribir una empresa, y en 3 países no les es permitido abrir una cuenta bancaria1. ¿Están representadas las mujeres en los espacios en donde se

toman las decisiones que las afectan: parlamentos, juntas de acción comunal y sistemas legales? En materia de representación, por ejemplo, un estudio de 31 importantes procesos de paz entre 1992 y 2011 reveló que solo el 9% de los negociadores eran mujeres. De los que firmaron acuerdos de paz, más del 96% eran hombres. Las estadísticas de 2017 muestran que solo hay 17 mujeres jefas de Estado en todas las naciones del mundo2. Y si se mira lo relativo a la riqueza, ¿cómo es el acceso que tienen las mujeres a los recursos de capital? En materia de recursos, por ejemplo, las mujeres poseen menos del 20% de la tierra del mundo. Peor aún, en muchos países las mujeres no tienen el derecho legal a poseer tierras3. En estos hechos y estadísticas de la vida cotidiana de las niñas y las mujeres en todo el mundo se basa la política exterior feminista sueca. Por esta razón la política exterior feminista se estructura en tres pilares: derechos, representación y recursos, todo basado en la realidad. La política exterior feminista sueca no es un paquete rígido preestablecido, no se ocupa de un área específica de intervención, no es ejecutada por el “doliente” de género en el equipo, ni es un “asunto de mujeres”. Por el contrario, la política es una perspectiva 1. Datos de la publicación del Banco Mundial “Mujer, empresa y el derecho 2018”. 2. Datos publicados en un estudio global encargado por ONU Mujeres en 2015. 3. Datos del Foro Económico Mundial.

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en constante evolución, en el que todos los aspectos de la política exterior feminista deben incorporar una perspectiva de género, es responsabilidad de todos y cada de los miembros del gobierno, debe ser aplicada a todos los portafolios de trabajo, y le concierne y beneficia a todos por igual. ¿Qué incluye la política exterior feminista? Para implementar esto, el Servicio Exterior Sueco ha elaborado un plan de acción que se actualiza anualmente. Los seis objetivos externos en el plan de acción 20192022 son: 1. Pleno disfrute de los derechos humanos. 2. Libertad de violencia física, psicológica y sexual. 3. Participación en la prevención y resolución de conflictos y la consolidación de la paz después de los conflictos. 4. Participación e influencia política en todos los ámbitos de la sociedad. 5. Derechos económicos y empoderamiento. 6. Derechos y salud sexual y reproductiva. Resultan de particular importancia las implicaciones del feminismo en la política de seguridad nacional. De hecho, hace un par de días celebramos los 20 años de la Resolución 1325, un texto que supuso un antes y un después en el reconocimiento del papel fundamental que tienen mujeres y niñas en la construcción de la paz y también de que el conflicto tiene un impacto diferente en mujeres y niñas. Desde entonces, otras nueve resoluciones del Consejo de Seguridad han versado sobre mujeres, paz y seguridad

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Feminismo la palabra incómoda

y han hecho que, por ejemplo, en Colombia, para el proceso de paz entre el gobierno y las Farc-EP se tuvo una representación de mujeres delegadas de un tercio y un texto con 130 disposiciones sobre cuestiones de género. Como miembros no permanentes del Consejo de Seguridad 20172018, Suecia invitó sistemáticamente a grupos de mujeres y relatoras a reuniones informativas para asegurarse de que se escucharan sus puntos de vista. Los esfuerzos de Suecia contribuyeron a la inclusión de perspectivas claras de igualdad de género en el Acuerdo de Paz de Colombia, que se espera sirva de modelo para futuros acuerdos de paz. También establecieron y alentaron redes de mujeres mediadoras. Existen pruebas abrumadoras de que la igualdad de género impulsa el crecimiento económico. A pesar de ello, la política comercial actual beneficia más a los hombres que a las mujeres. Diversos estudios han demostrado que muchos de los productos consumidos asimétricamente por las mujeres enfrentan aranceles más altos que los bienes consumidos por hombres. En algunos casos, la diferencia es más que significativa. Por ejemplo, los aranceles aplicados a la ropa deportiva para mujeres son tres

Existen pruebas abrumadoras de que la igualdad de género impulsa el crecimiento económico.

veces más altos que los aplicados a la masculina. Teniendo esto en cuenta, la política comercial feminista del gobierno sueco incluye seis áreas de enfoque en las que intensificamos los esfuerzos para garantizar que la política comercial y las actividades de promoción comercial beneficien, por igual, tanto a mujeres como a hombres. Debemos comenzar a ver el género como una cuestión de acceso a los mercados y dar prioridad en las negociaciones comerciales a los sectores, productos y servicios que tienen repercusiones positivas para las mujeres. También estamos tomando una serie de medidas e iniciativas para mejorar el equilibrio


de género en las actividades de promoción de Suecia. Suecia y su apoyo a mayor igualdad de género en Colombia Durante las últimas décadas Suecia ha destinado un importante apoyo de su cooperación bilateral en Colombia a los derechos de las mujeres, su participación política, su contribución a la paz. Las instituciones gubernamentales y estatales, así como la sociedad civil y las organizaciones multilaterales han sido beneficiarios clave del apoyo sueco. Dado que Colombia ha enfrentado un conflicto armado interno de medio siglo, la agenda de Mujeres, Paz y Seguridad, incluida

la Resolución 1325, y la Política Exterior Feminista de Suecia, han sido piedras angulares en la definición de las prioridades de nuestro diálogo con las contrapartes colombianas. Como resultado de esta política pionera, Suecia se ha convertido en un referente para una variedad de sectores colombianos en lo que respecta a igualdad de género y a feminismo. ONU Mujeres es un aliado político y operativo clave en la implementación de nuestras políticas, programas y proyectos en Colombia, junto con las organizaciones de mujeres de la sociedad civil. Adicional a nuestro trabajo con organizaciones de mujeres a nivel local, hemos realizado importantes esfuerzos en el fortalecimiento de la implementación de la perspectiva de género en el Acuerdo de Paz, en el Congreso colombiano, en la planificación y uso de presupuestos sensibles al género, en la promoción de análisis de estadísticas de género como insumo para la formulación y evaluación de políticas de derechos. También hemos brindado asistencia técnica para transversalizar la perspectiva de género en políticas clave como la Política Nacional de Atención a la mujer rural, la Ley de Víctimas, de Restitución de Tierras, Economía del Cuidado

La igualdad de género no es solo un objetivo en sí mismo, sino también una condición fundamental para lograr otros objetivos globales como la paz y el desarrollo sostenible.

y de Emprendimiento. En materia de seguridad, desde hace un par de años tenemos establecida una colaboración de atención y protección con la Policía Nacional de Colombia, implementada por la política sueca que busca la actualización del modelo educativo para incluir la violencia de género, doméstica y de liderazgo inclusivo y sensible al género. Así mismo, hemos apoyado procesos de empoderamiento social, político y económico de los excombatientes de las Farc en su proceso de reincorporación a la vida civil. La Agencia Nacional de Normalización y Reintegración (ARN) ha recibido el apoyo de Suecia durante casi una década. La asistencia técnica sobre desarme tradicional, desmovilización y reintegración (DDR) ha avanzado cada vez más hacia la reintegración basada en la comunidad, con una perspectiva de género de acuerdo con los Estándares del DDR integrados y revisados por la ONU. La ARN oficializó, en diciembre de 2018, su propia política integrada de género en una ceremonia en Bogotá a la que asistió Sven-Eric Söder, director general de la Agencia Sueca para la Paz, Seguridad y Desarrollo, la Folke Bernadotte Academy. La igualdad de género no es solo un objetivo en sí mismo, sino también una condición fundamental para lograr otros objetivos globales como la paz y el desarrollo sostenible. Para alcanzar los ODS no podemos seguir dejando a la mitad de la población atrás. Por eso, desde Suecia seguiremos insistiendo en la igualdad de género como prioridad en nuestra política exterior a nivel global, y en nuestro rol como socio de Colombia para la paz y el desarrollo sostenible.

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La cooperación descentralizada

La cooperación descentralizada

y la internacionalización de las ciudades

La cooperación entre gobiernos subnacionales es una práctica que se fortaleció en la década de los ochenta en Europa, y que se difundió con éxito entre los países del Sur, siendo, por ejemplo, América Latina la región que más rápidamente la adoptó e implementó.

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Paula Ximena Ruiz Camacho1 Docente investigadora Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales paula.ruiz@uexternado.edu.co

Este tipo de cooperación se conoce como descentralizada, y aunque técnicamente existen diversas definiciones, todas tienen un elemento en común y es el de “situar como eje central a los gobiernos locales” (de la Varga, 2014, p. 7) en procesos de intercambio de buenas experiencias, conocimientos y políticas públicas. No obstante, esta práctica conlleva a repensar el ejercicio de la diplomacia tradicional ejercida desde las cancillerías, para abrir espacios de diálogo y concertación con actores locales para el diseño de una política exterior más incluyente. Pero adicionalmente, a la búsqueda de mecanismos, o instrumentos, que faciliten la internacionalización de los gobiernos subnacionales más allá de la captación de recursos, sino también tendientes a impulsar estrategias para alcanzar objetivos comunes en materia de desarrollo socioeconómico. Al menos para el caso de las grandes metrópolis latinoamericanas, su práctica ha sido coaptada por ideologías políticas que generan choques entre el gobierno central y los gobiernos subnacionales, como lo demuestra Salomón (2011) en el caso de Brasil, o Ardila (2019) en Colombia. Por lo cual, la pregunta que orienta este artículo es la siguiente: ¿Cuáles pueden ser las

contribuciones de la cooperación descentralizada, como instrumento para la armonización de agendas locales y nacionales en materia de política exterior? Para responder a esta pregunta, el artículo se divide en tres apartados: I. ¿Qué es y por qué surge la cooperación descentralizada (CD)?; II. Las ciudades en clave de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). III. Las ciudades como actores internacionales. ¿Qué es y por qué surge la CD? Para empezar, cabe señalar que la gestión o la práctica diplomática ha dejado de ser un espacio exclusivo que ejercen los funcionarios de los ministerios de relaciones exteriores, en la actualidad, esta labor también se lleva a cabo desde lo local. En las alcaldías se crean oficinas para el manejo de la cooperación internacional y de las relaciones internacionales de la ciudad, y aunque sus objetivos varían dependiendo de las necesidades o problemáticas identificadas por cada gobierno, comparten el interés por internacionalizarse (Cornago, 2000). A está práctica se le conoce como diplomacia de ciudades, o paradiplomacia 2, y ha recobrado especial dinamismo e importancia a lo largo del siglo XXI

tras la aprobación de la Agenda del Milenio (2000-2015), y de la Agenda 2030 mediante la cual se aprobaron los 17 ODS en 2015. En línea con lo anterior, un instrumento que ha favorecido que dicho proceso de internacionalización se fortalezca es la CD, la cual fue definida por primera vez en la década de los noventa por la Comisión Europea (CE). Esta modalidad nace con la idea de ofrecer un enfoque distinto y complementario a la tradicional cooperación vertical, su propósito inicial era el de vincular agentes locales al seno de la Unión Europea, pero posteriormente, se amplía entre estos con sus pares en otras regiones del mundo.

1. Directora Escuela de Relaciones Internacionales, docente – investigadora en la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales. Correo electrónico: paula.ruiz@uexternado.edu. co. Twitter: @PaulaXRuizC 2. Definida por Cornago (2000, p. 2) como “la participación de gobiernos subnacionales en las relaciones internacionales, a través del establecimiento de contactos formales e informales, permanentes, ad hoc, con púbicos extranjeros o con entidades privadas, con el objetivo de promover cuestiones socioeconómicas o políticas”.

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El 27 de septiembre de 2015 el grupo de trabajo Global de los Gobiernos Locales y Regionales5 publicó una declaración para celebrar lo que denominaron “su agenda de desarrollo”, en la que señalan que “todos los ODS tienen una dimensión local que es esencial para su consecución”

3. Como, por ejemplo, el Grupo de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), una organización creada en 2004 que reúne a 240.000 ciudades, regiones y metrópolis y 175 asociaciones de gobiernos locales y regionales. 4. Para más información sobre las metas e indicadores del objetivo 11 véase https:// www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals/goal-11-sustainable-cities-and-communities.html 5. El Grupo de Trabajo Global de Gobiernos Locales y Regionales es un mecanismo de coordinación y consulta que reúne a las principales redes internacionales de gobiernos locales para emprender un trabajo conjunto de promoción relacionado con los procesos de políticas globales. Se creó en 2013 para acercar las perspectivas de los gobiernos locales y regionales a los ODS, la agenda del cambio climático y la Nueva Agenda Urbana en particular.

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Esto último se menciona en la IV Convención de Lomé (1991) para promover las relaciones de la comunidad europea con países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP), definición que abre la puerta para que los órganos de representación local, tal como los denomina la CE en sus reglamentos, establezcan relaciones directas para el desarrollo de capacidades locales (Comisión Europea, 1996). Desde entonces, la CD se desarrolla como un instrumento técnico que fortalece los vínculos de cooperación de manera horizontal entre socios alrededor de diversos intereses. Hoy, no se puede desconocer la importancia de los agentes subnacionales como ejes articuladores entre los ciudadanos y los gobiernos nacionales. De ahí que a lo largo de las últimas décadas se crearan redes globales de ciudades y regiones para promover la presencia de los gobiernos subnacionales en escenarios globales. Desde estas redes se promueve y práctica la CD como mecanismo de integración y de acción3 con miras a potencializar las capacidades locales para impactar en lo global (Latek, 2017). Las ciudades en clave de ODS De los 17 ODS aprobados, el 11 sobre ciudades y comunidades sostenibles tiene como meta “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles” (ODS, 2015). Las ciudades son puntos neurálgicos del crecimiento económico de los países, generan alrededor del 80% del PIB mundial (PNUD, 2020), pero también son espacios

donde convergen múltiples problemáticas de tipo económico, social y ambiental. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la actualidad 4,5 mil millones de personas viven en ciudades, lo que equivale al 55%, y se espera que para 2050 esa cifra llegue a 6,5 mil millones4. Para Ardila, “los factores internos inciden en la internacionalización de las ciudades y regiones” (Ardila, 2019, p. 201), ello conlleva a que las problemáticas de cada gobierno subnacional sean únicas y que, por lo tanto, requieran de estrategias de internacionalización diferenciadas. No obstante, ello no impide que se puedan encontrar mecanismos para armonizar los intereses de las ciudades con los objetivos que en materia de política exterior establecen los gobiernos como, por ejemplo, los ODS. Esta agenda global de desarrollo, aprobada en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2105, fue suscrita por todos los Estados miembros, tiene un carácter universal, interdependiente y tiene como propósito principal no dejar a nadie atrás, es decir, una agenda centrada en los individuos más que en los Estados. Esta visión hace necesario el involucramiento de diversos actores en todos los niveles, de ahí su carácter multinivel y multiactor. El 27 de septiembre de 2015 el grupo de trabajo Global de los Gobiernos Locales y Regionales5 publicó una declaración para celebrar lo que denominaron “su agenda de desarrollo”, en la que señalan que “todos los ODS tienen una dimensión


local que es esencial para su consecución” (Global Taskforce, 2015, p. 22). En los últimos años, se observan principalmente dos fenómenos alrededor de la diplomacia de ciudades vinculadas al cumplimiento de los ODS: El primero, es la mayor participación y capacidad de diálogo en escenarios globales que repercuten en acciones y compromisos concretos. Tal es el caso de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible, Habitat III, que se realizó en Quito en 2016 y en la que se implementó la nueva agenda urbana, “una oportunidad para debatir el gran reto de cómo se planifican y gestionan las ciudades, pueblos y aldeas con el fin de cumplir con su papel como motores del desarrollo sostenible” (Naciones Unidas, 2016, p. 5). El segundo fenómeno, alineado con lo anterior, es que las estrategias de internacionalización tienden a ser multidimensionales

y transversales6, abordan más allá de lo económico o del interés por atraer inversiones. Las ciudades se reconocen como lugares en los que convergen múltiples problemáticas, pero también soluciones, por lo cual, son el eje articulador entre diversos actores (sociedad civil, individuos, academia, empresa). Por ello, deben desarrollar modelos de ciudad que se construyan alrededor de soluciones innovadoras que les permitan proyectarse mejor hacia afuera, como ha sido, por ejemplo, el caso de la ciudad de Medellín (Agencia de Cooperación Internacional de Medellín, 2005). Son este tipo de acciones por las cuales las ciudades necesiten conocer, compartir e implementar lo que otras hacen, lo que deriva en la necesidad de fortalecer la CD como instrumento de cohesión entre los gobiernos nacionales y los gobiernos subnacionales, cuyo eje articulador se vincula alrededor del cumplimiento de los ODS, un acuerdo de alcance universal, interdependiente y de gobernanza multinivel. Las ciudades como actores internacionales Lo antes descrito, es una muestra de la creciente importancia que estos agentes subnacionales adquieren en el plano internacional, en especial para la movilización de intereses conjuntos, para la implementación de acuerdos globales. No obstante, para que esto sea posible, es necesaria la consolidación de redes trasnacionales que faciliten la interlocución con organismos internacionales como Naciones Unidas, para los dos casos antes

En los últimos años, se observan principalmente dos fenómenos alrededor de la diplomacia de ciudades vinculadas al cumplimiento de los ODS: El primero, es la mayor participación y capacidad de diálogo en escenarios globales que repercuten en acciones y compromisos concretos.

6. Tal como se refleja en los casos de ciudades como Bogotá o Medellín, ambas estrategias publicadas en sus páginas web.

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señalados de los ODS y Habitat III, pues por sí solos, el alcance que podrían tener las grandes ciudades capitales sería mínimo, y nulo para ciudades intermedias y pequeñas. Para Wolff (2011) si bien lo que se observa frente a la diplomacia de ciudades es un avance desafiante, sigue siendo inconcluso. Ni desde el derecho internacional, ni desde las relaciones internacionales se considera a las entidades subestatales como sujetos, y ello se debe por la tradición clásica de que los asuntos en materia exterior se libran desde el centralismo de los ministerios de relaciones exteriores. A pesar de los avances que grandes ciudades han alcanzado en materia de autonomía para la elaboración de estrategias de internacionalización, como es el caso de Ciudad de México, siguen requiriendo de la unión y la consolidación de redes para que su actuación sea más eficiente7. Los gobiernos locales se hacen presentes en el ámbito internacional a través de redes transnacionales, como por ejemplo la del grupo de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), la cual tiene como propósito ser “portavoz y defensor de la autonomía local democrática y promover sus valores, objetivos e intereses, a través de la cooperación entre gobiernos locales y ante toda la comunidad internacional” (2020).

7. Referente a este tema, la Universidad Autónoma de México y, Alianza EuroLatinoamericana (AL-LAS) ofrece a través de la plataforma coursera.org un curso completo sobre: Gobiernos locales como actores internacionales, en el que analizan el caso de Ciudad de México.

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La cooperación descentralizada

Por lo que debería empezar un gobierno subnacional interesado en internacionalizarse y diseñar una política pública en relaciones internacionales con el propósito de “hacer políticamente viable lo técnicamente indispensable” (Gadsden, 2016, curso en coursera.org de Gobiernos Locales como Actores Internacionales). Con mayor frecuencia, estos agentes construyen redes trasnacionales para abrirse camino a escenarios globales, para poner de manifiesto problemáticas que nacen y se desarrollan en el campo de lo local. Es en las grandes ciudades donde todo converge y, por lo tanto, es ahí de donde deben partir las soluciones a muchas de las problemáticas que afectan a los Estados en su conjunto como en materia de cambio climático, pobreza, desigualdad, desempleo, inseguridad, entre otras. Conclusión Finalmente, luego de esta revisión se puede concluir que ahora en tiempos de emergencia sanitaria, las ciudades son las llamadas a encontrar respuestas y ejercer acciones para dar respuesta a problemas de distinta naturaleza. Dichas problemáticas pasan por lo económico, lo social y lo ambiental, y convergen con la gran mayoría de metas e indicadores establecidos dentro de los ODS que, como

se dijo, en su totalidad afectan la gestión de las ciudades. La labor que estas hagan, así como el tipo de soluciones que diseñen e implementen, repercuten también en la proyección de la imagen del gobierno nacional más allá de las fronteras, por lo cual, utilizando la tipología revisada y analizada por Ardila (2019), la diplomacia de las ciudades, para el caso de las ciudades colombianas, debería ser más de tipo cooperativa con el gobierno nacional. De ahí que a para responder a la pregunta de cuáles pueden ser las contribuciones de la CD como instrumento para la armonización de agendas locales y nacionales en materia de política exterior, la respuesta que se dio a lo largo del texto es que esta modalidad favorece la alineación de objetivos alrededor de un interés común, alcanzar los ODS. La CD es un instrumento técnico que responde, tanto a los intereses de los gobiernos nacionales como a los objetivos de las ciudades por continuar ofreciendo mayores y mejores oportunidades en todo lo relacionado con la vida y funcionamiento de una ciudad, y que, al mismo tiempo, le permita fomentar el turismo, ser escenario de eventos internacionales, gestionar una marca ciudad e incluso emprender acciones humanitarias.


Referencias Agencia de Cooperación Internacional [ACI]. (2005). Manual de Cooperación Internacional Descentralizada. https://acimedellin.org/ wp-content/uploads/publicaciones/manualde-cooperacion-2005.pdf Ardila, M. (2019). Paradiplomacia, ciudades y regiones. Vinculación entre lo interno y lo externo. En Palamara, G. (Ed.), Nuevas estrategias de inserción internacional (pp. 201-250). Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Commission of the European Communities [CE]. (1996). Report of the Implementation od Descentralized Cooperation. http://aei.pitt. edu/38926/1/COM_(96)_70_final.pdf Ciudades y Gobiernos Locales Unidos [CGLU]. (2020). ¿Quiénes somos? https://www.uclg. org/es/organizacion/sobre-nosotros Cornago, N. (10/2000). Exploring the global dimensions of paradiplomacy: Functional and normative dynamics in the global spreading of subnational involvement in foreign affairs. Ponencia presentada en Forum of Federations/Forum des Fédérations, Ottawa, Canadá. De la Varga, O. (2014). ¿Definición de la cooperación descentralizada? Orígenes, aproximaciones y retos. Trabajos de Investigación en Paradiplomacia, 3 (número especial), 7-11. https://www. observ-ocd.org/sites/observ-ocd.org/ files/2018-04/paradiplomacia_cooperacion_ descentralizada.pdf

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