Rock Salta Nº19

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Número 19 | Marzo-Abril-Mayo 2014

CONTENIDO Editorial Noticias

04 05 Discos del rock salteño 06 Libros salteños 07 RS Pregunta 08 Rock del NOA 09 Tan Biónica 13 Habla Chano Moreno Charpentier

Personal Fest Verano 18 Reflexiones en la Chevy 20 2 Minutos 23 Entrevista a Walter “Mosca” Velázquez

Punk en Jujuy Cachetada de Loco Festipez Crónica completa del festival

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Política cultural en Salta 58

COSQUIN ROCK

2014 Pág. 36

Pol Nada Alem Discos Sin Chequear | Gustavo Sala

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STAFF DIRECTOR

Santiago Castellanos scastellanos@rocksalta.com

EDITOR

Federico Anzardi fanzardi@rocksalta.com

DISEÑO

Bernardo Rodriguez Berri brberri@rocksalta.com

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uiero empezar esta editorial reconociendo a todos los que desde hace ocho años conforman Rock Salta. Arrancar el cuarto año de la revista es un gran logro para un grupo de personas que día a día apuesta por acercarles a los lectores de todo el país un trabajo serio y comprometido, aún con muchas cosas en contra. Dicho esto, la alegría de comenzar este nuevo año es inmensa. El compromiso cada día es más fuerte y esta publicación seguirá creciendo a lo largo del 2014. Seguimos ampliando el alcance de nuestro medio, no sólo en distribución sino en contenido. Este año será muy importante para afianzarnos en plazas impensadas para un medio grafico salteño. La confianza en nuestro trabajo es muy fuerte. Las críticas, consejos y elogios los recibimos con todo gusto y humildad, aprendiendo de todos ellos. Marcas, artistas, productores y público nos empujan a seguir creciendo y mejorar nuestra revista. En esta edición les contamos todo el Cosquin Rock 2014 y entrevistamos a dos personajes muy diferentes pero con algunas cosas en común. Además, y como siempre, les acercamos bandas de todo el país. No se trata sólo de lo que hay en una tapa sino de que una tapa sea el camino a que cada día más gente pueda conocer lo que pasa en cada punto del país. Federalizar la revista es una apuesta arriesgada y difícil a la vez, pero estamos seguros de que le hará bien a muchos artistas que no encuentran un lugar en otro tipo de medios. Sigamos juntos este camino. Nosotros día a día ponemos lo nuestro con las mejores intenciones. Ya es hora de darse cuenta que para que el rock crezca hay que difundirlo con equilibrio entre lo comercial y lo independiente. Los extremos nunca sirven y sólo logran aislarse y perder el objetivo que todos buscamos: que la escena crezca. Como siempre, los invito a visitar diariamente rocksalta. com, donde podrán encontrar muchas novedades respecto a todos nuestros productos.

Santiago Castellanos Director RS Producciones scastellanos@rocksalta.com

www.rocksalta.com 4

DIAGRAMACIÓN

Colmena Boutique Audiovisual colmena.audiovisual@gmail.com

REDACCIÓN

Pablo Choke Torramorell pchoke@rocksalta.com Rodrigo Juárez rjuarez@rocksalta.com Diego Maita López dmaita@rocksalta.com Eduardo Marcé emarce@rocksalta.com Eduardo Pece epece@rocksalta.com Gonzalo Quispe gquispe@rocksalta.com Alejandro Wierna awierna@rocksalta.com

FOTOGRAFÍA

Martín Azcárate mazcarate@rocksalta.com Gastón Iñiguez giniguez@rocksalta.com

COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Lucas Canalda, Eugenia Díaz, Violeta Gil, Romualdo Gómez, Edgardo Gutierrez, Matías Hessling, Esteban Igarzabal, Pelado Jerez, Constanza Juan, Daniel Medina, Pedro A. Mena, Catriel P. Remedi, Gustavo Sala, Victoria Schwindt.

IMPRESIÓN

Mundo Gráfico S.A.

DISTRIBUCIÓN

Rómulo J. Guzmán S.A. Distribuidora Chorba

CONTACTO

Redacción: revista@rocksalta.com Publicidad: publicidad@rocksalta.com ROCK SALTA es una publicación de Rock Salta Producciones. Domicilio: Pueyrredon 1031 1ºB - CP 4400 - Salta. El nombre y el logo son marcas registradas por Santiago Castellanos. © 2006-2013. Expedientes INPI 3083222 y 3083224. Las publicaciones son de absoluta responsabilidad de sus autores y pueden no coincidir con la opinión del director. Las colaboraciones son ad-honorem y no crean ningun tipo de dependencia legal ni laboral entre los autores y la revista. Prohibida la reproducción parcial o total de los artículos sin mencionar la fuente. Tirada: 3000 ejemplares. Foto de Tapa: Catriel P. Remedi. Foto Central: Pedro A. Mena - Edición: Esteban Igarzabal


Ciro regresa a Salta Discos cordobeses Desde el año pasado, Bestiario Records está revolucionando la industria discográfica de Córdoba y el interior del país. Apunta a una selección muy cuidadosa de los artistas que difunde, ofreciendo al público una variada oferta musical. Maltrato, Numeral, Los Frenéticos, Jotes, Los Mundys, GMX, Rouge & Roll, Drako y Sikarios son las bandas editadas hasta el momento. Pero Bestiario no queda sólo en la edición, sino que también tiene un plan de prensa que incluye acciones en diferentes medios del país. Además, tuvo una activa participación en el último Cosquín Rock (ver página 49), donde el sello tuvo una importante presencia en el escenario del rock cordobés en el Hangar. Para descargar los discos (en excelente calidad y de manera legal), sólo hay que entrar a bestiariorecords.com, registrarse de manera rápida y sencilla, y comenzar a disfrutar del mejor rock cordobés.

Misa entrerriana Junto a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, el Indio tocará por primera vez su nuevo disco el sábado 12 de abril en el Hipódromo de Gualeguaychú. Las entradas se venderán en las boleterías de Flechabus, en las localidades donde antes no había punto de venta oficial. Tienen el valor único de $350 y en nuestra región se consiguen en HR Maluf (Salta), Fixion (Jujuy) y Pago donde Nací (Santiago del Estero). En Tucumán se venderán en las boleterías 11, 12, 13 y 14 de la terminal de ómnibus. Será el primer show desde el histórico y multitudinario concierto en el Autódromo de San Martin, Mendoza, donde el ex Redondos convocó casi 150 mil personas en temperaturas bajo cero. Mucho se habló respecto a la presentación de este material, y se mencionaron las ciudades de Villa María, Paraná, Tandil y hasta Salta como posibles escenarios para semejante acontecimiento. Recordamos que en la capital salteña, Solari tocó en 2009, con un show compuesto en su mayoría por temas ricoteros, y presentó su tercer disco, El Perfume de la Tempestad, en 2011.

El ex líder de Los Piojos pisará el Norte argentino los primeros días de junio, fechas con las cuales finalizará la gira presentación de su último disco 27. Ciro y su banda, luego de agotar localidades en su visita del año pasado, seguirán con el repaso de 27, además de incluir temas de su primer trabajo, Espejos (2010), y los infaltables éxitos de Los Piojos. Las entradas anticipadas se consiguen a un precio promocional de $180 (las primeras 500), y luego costarán $200. La gira incluye presentaciones en San Salvador de Jujuy (jueves 5 de junio en la Vieja Estación de Trenes), en Salta (viernes 6 de junio en el Microestadio Delmi) y en San Miguel de Tucumán (sábado 7 de junio en el Club Central Córdoba). Serán las últimas fechas antes que el solista y su banda se tomen un descanso para pensar en un nuevo disco y disfrutar del mundial de fútbol. Recientemente, Ciro y Los Persas cerraron con un show de casi tres horas la edición 2014 del Cosquín Rock, y unos días antes lanzaron el delirante video de “Caminando”, con el cual su líder regresa a su querida faceta actoral.

NTVG de gira Los uruguayos llegarán una vez más al Norte argentino a fines de abril y principios de mayo. Actuarán en las capitales de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja. En Salta se presentarán el viernes 2 de mayo, nuevamente en el Estadio Delmi. Se espera un recinto lleno, como ocurrió en noviembre de 2012 (ver Rock Salta 13). Las entradas anticipadas ya están disponibles en Atípiko (Av. San Martin y Bs As - Local 6). La gira llegará a las ciudades de San Salvador de Jujuy el martes 29 de abril (Estadio Federación), San Miguel de Tucumán el sábado 3 de mayo (Club Central Córdoba), Santiago del Estero el domingo 4 de mayo (Plaza Añoranzas), Catamarca el martes 6 de mayo (Club Villa Cubas) y La Rioja el miércoles 7 de mayo (Estadio Carlos Men*m). Al cierre de esta edición, la banda uruguaya estaba presentando en salas de todo el país su documental, dirigido por Gabriel Nicoli. El mismo desnuda la intimidad y proceso creativo de su exitoso séptimo disco de estudio, El calor del pleno invierno.

Vuelve la alegría, vieja 2 Minutos regresará al NOA para tocar en Tucumán, Jujuy y Salta. Estarán presentando su disco y repasando los clásicos de siempre. La banda liderada por el Mosca llegará con Valentín Alzheimer, álbum publicado en 2013. El título es una clara alusión a su primer disco Valentín Alsina, que los catapultó a la historia. En Tucumán, se presentarán el viernes 11 de abril en Robert Nesta Club (San Martín 1029). En Jujuy, el sábado 12 de abril en Zeus Disco (Alte. Brown 1800). Para cerrar el tour por el NOA, tocarán en Salta, el domingo 13 de abril en Fábrica de Música (Alsina 698). Las entradas anticipadas para todos los shows tienen un valor de $100 + service charge, y se pueden comprar con tarjeta de crédito o Rapipago a través del portal norteticket.com.

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SALTA Atipiko: San Martín y Bs. As., loc. 6 Chaco: Córdoba 235 Magoya: España 425 Música Store: España 876 TUCUMÁN La Rockería: Buenos Aires 39, loc. 6 JUJUY Argentos: Otero 280 Fixion: Belgrano 616 SANTIAGO DEL ESTERO Reina Momo: Paseo Tucumán, loc. 18 De Tal Palo: Belgrano 852 CÓRDOBA Locuras: 9 de Julio 451 Oktubre: 9 de Julio 138, loc. 7 ROSARIO La Daga: San Martín 876, subsuelo SAN LUIS La Cueva: Galería Sananes, loc. 6 CAPITAL FEDERAL Punto de encuentro de Revistas Culturales: Corrientes 3307 Mercurio Disquería: Av. Santa Fe 2729 - 1º piso, local 32 POR INTERNET Comprala online ingresando a: www.rocksalta.com/revista

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What’s? Sueps! (2012) Por Diego Maita López

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a historia del rock salteño está plagada de paradojas. No viene al caso enumerarlas, pero sí detenerse en un disco que forma parte de ese catálogo. Con un despliegue publicitario pocas veces visto en la escena salteña, Sueps! apareció en 2012. Irrumpieron en la TV y en los periódicos locales. Su corte de difusión, “Pánico”, sonó de cortina en varias radios nacionales, e incluso en el programa televisivo de Tinelli. El estreno de su videoclip (dirigido por Emmanuel Moscoso para Shooting Salta) se realizó en el cine Hoyts. Es la única obra de una banda de rock salteño que se puede comprar en el iTunes Store, el sitio de venta de discos y aplicaciones de Apple. Acostumbrado a los automatismos que nos dan los prejuicios del Manual del Buen Rockero (tranqui, aún lo seguimos escribiendo), gran parte del público que sigue al rock salteño prácticamente les dio la espalda. Ojo, no hablamos de una banda que vino dando pelea desde el under, pero tampoco de un grupo de chicos ricos al que sus papis le pagan el gusto. La formación de Sueps! que grabó Whats? estuvo integrada por Marcelo Martínez (teclados, voz), Rolando Chavez (bajo), Carlos Rú (guitarra) y Facundo Quiroga (batería). Todos estos muchachos forman parte de una generación del rock salteño que no tuvo la exposición que surgió a fines de los noventa. Bandas que sonaban en los ochenta, cuando gran parte del pop

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argentino (Virus, Suéter) tenía propuestas de una calidad muy distinta a la que hoy puede mostrar Tan Biónica. Marcelo era parte de Gamma, Facundo y Carlos pasaron por Ácido Plástico y Rolo por Gatos Pardos, que a principios de los noventa formaba la avanzada rockera junto a Perro Ciego. Lo primero que llama la atención del disco es la calidad sonora, algo que muy pocas veces logró una producción local. Resulta más meritorio aún que el mismo tecladista de la banda haya sido el responsable técnico del registro. Whats? es un disco de pop rock, con claras influencias de ese sonido ochentoso que aludíamos anteriormente, y de cosas que desde antes y actualmente marcan ese pulso: uno puede encontrar rastros de Stevie Wonder, Jamiroquai, algo de Páez e incluso Baglietto y otros sonidos que muestran un gran manejo de esa herencia, por momentos tratada como paria en el imaginario “rockero”.

Las letras dan ese tono de reflexión “adulta”. “Pánico” es una clara muestra de quiénes son los que cantan. Difícilmente un sub 30 pueda expresar en tres versos esto de: “mi cuerpo empieza a sentir vibraciones, y una eterna ansiedad, y no puedo moverme”. No hay mucho vuelo, todo lo contrario: al pánico hay que vivirlo, y esta es una excelente descripción al ras del suelo. El comienzo de “Soledad”, la tercera pista del disco, confirma que los muchachos han escuchado, por ejemplo, a Los Encargados, con esa carga de melancolía y oscuridad que también es necesaria. Y si tengo que elegir una canción, me quedo con “En venta”. Inevitablemente hace mover la patita y nos transporta a Nacho, Kartun o Centenial, boliches de moda de la Salta de fines de los ochenta y principios de los noventa, donde había menos lugares para el rock, pero donde el mismo era más transversal y podías bailar The Cure en cualquier lado. De hecho, el álbum entero tiene ese tinte de viaje en el tiempo. Whats? es un disco muy bien tocado, con muy buenos músicos de invitados como Rubén Romero y Pablo Chaparro en guitarras, o la que quizás sea la mejor voz del pop en Salta, Cecilia Desinglau, entre otros. El presente de Sueps! los encuentra en pleno recambio de integrantes, trabajando en un segundo disco, y con la incorporación, desde hace unos meses, del Chinato Torres, un prócer del rock local, en batería. La propuesta de la banda puede gustar o no, pero su alta factura es indiscutible y merece al menos una pasadita por You Tube para ver algo de cómo suena en vivo.


Por Daniel Medina

El chango suicida

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ay ciudades musas que son mucho más que el telón de fondo de una historia. Algunas moldean todas las obsesiones de un artista. Eso es Tartagal en la literatura de Fabio Martínez. Este escritor es una anomalía absoluta dentro del campo literario provincial. Para empezar, no forma parte de la horda de jóvenes narradores capitalinos (de ahora, JNC) que pasaron, con mayor o menor éxito, por la carrera de Letras en la UNSa. Mientras en la capital el debate gira, con cierta torpeza, sobre qué hacer con el paisaje y la ciudad, Fabio sabe que debe escribir sobre la marginalidad de la frontera en la que vivió hasta los 17 años: nació en Vespucio (muy cerca de Tartagal), un pueblo petrolero que fue arrasado por el menemismo: las privatizaciones lo volvieron fantasmal todo. Después vinieron los piquetes, las represiones, los narcotraficantes. Aunque tuvo la suerte de poder irse a Córdoba a estudiar, toda su literatura se construye imaginando a un otro yo que se quedó allí donde sus antiguos amigos y familiares resisten. Su primer libro, Despiértenme cuando sea de noche (2010, Editorial Nudista, prólogo de Fabián Casas) reúne cuentos llenos de astillas de esa violencia: desempleo, droga y sexo. Con cierto despliegue minimalista (los silencios carverianos), esas historias son pura fuerza.

Desempleo, droga y sexo. Historias que respiran la mierda del menemismo. Con su primera novela, Fabio Martínez confirma a Tartagal como su musa principal.

“Todo lo que aprendí de las letras lo hice en talleres literarios. Stefanich, Falco, Lamberti, Casas fueron mis maestros”, declara con orgullo porque sabe que un narrador se construye, se perfecciona. Esta frase también abre un abismo con los JNC, para los que asistir a un taller literario es una afrenta: todavía creen en las musas vagas y esporádicas. Escriben dos o tres cuentos por año, un par de poemas más y chau. Hay que sacar de este saco a Alejandro Luna y a Salvador Marinaro; pero el resto no quiere entender que el arte puede perfeccionarse ante una mirada crítica que cuestione lo que cada uno da por sentado que es genial. Hay en Fabio una voluntad de profesionalizarse de la que adolece la mayoría por estos pagos.

“Escribo porque las historias no me dejan en paz. Para contar las heridas de mi generación. Para ser feliz, aunque la mayoría del tiempo no lo sea.” “Escribo porque las historias no

me dejan en paz –dice-. Me taladran la cabeza y tengo que escribirlas para poder dormir o por lo menos no tener pesadillas. Por otra parte, desde que era un adolescente me surgieron muchas inquietudes, muchas preguntas sobre lo que pasaba a mi alrededor, con mi ciudad, mis amigos, y entonces también trato de escribir para entender esas inquietudes. Para dar mi visión sobre ellas o simplemente contar las heridas que esos tiempos les dejaron a mi generación. Escribo también para ser feliz, aunque la mayoría del tiempo no lo sea. Porque escribir requiere de mucho trabajo, tiempo, esfuerzo, confianza, porque uno no escribe un cuento, sino que los construye y esa construcción muchas veces es dolorosa.” Fabio es un obrero de la palabra y sólo alguien que entiende esto puede escribir una novela, género que parece esquivo para las musas pajeras de los JNC. Su novela, Los pibes suicidas (2013) es sólida: se respira la mierda del menemismo en cada una de sus páginas. Cuando la presentó en la Casa de la Cultura, muchos de los JNC asistieron curiosos y con mayor curiosidad leyeron el libro editado por Nudista. Quizás hayan aprendido algo: que Fabio Martínez debería ser un ejemplo. Porque entendió, hace tiempo, que el caos no es un requisito del arte. Y también dejó de confundir pereza con rebeldía.

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RS PREGUNTA

POR PABLO CHOKE TORRAMORELL // FOTO: VIOLETA GIL

Horacio Ligoule

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uánto tiempo llevás en la música? - El primer recuerdo fuerte que tengo con la música, si bien en mi casa siempre se escuchaba jazz y blues, fue en el 81, cuando tenía unos 12 años. Gracias a un grupo de amigos mayores que yo empecé a escuchar Sui Generis, Pastoral y toda esa onda hippie. Después, recuerdo muy patente estar en casa con esos grabadores a casete que eran planos con teclas. Le hice una conexión trucha a un bafle de un tocadiscos para que tenga más volumen y suene un poquito más escuchando algo de Kiss o si no “Otro muerde el polvo”, de Queen. Era una historia bastante particular, porque el rock nacional no era algo que se escuchara como hoy lo escuchás en la radio. Entonces se generaba una historia comunitaria interesante en una especie de circuito íntimo de amigos donde todos se iban pasando los discos para escucharlos. Ahí descubrí a Manal, Pescado Rabioso. Con la guitarra empecé a los 14 años. Imagínate, escuchaba “El Fantasma de Canterville”, “Aprendizaje”, “Confesiones de Invierno”, o esos temas de Sui Generis y los cantaba sobre el casete hasta que apareció un amigo con una guitarrita criolla y le pedí que me pasara lo básico de una lección. A veces este chango me prestaba la guitarra por unos días y me desesperaba en sacar todo. - El primer disco que compraste. - Trato de recordarlo pero recuerdo los primeros que escuché. Si no recuerdo mal, fue un disco de Kiss que compré a los 12 años. Ni siquiera era un disco o un vinilo, era un casete. Todo el circo que hacía Kiss en esa época llamaba mucho la atención y bueno, uno todavía era un niño. Lamentablemente desapareció en una de las tantas mudanzas que uno hace en la vida. - ¿Y el peor disco que compraste o te regalaron? - Uno podría pensar en varios discos

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Cantante y guitarrista de LaForma en realidad, pero recuerdo un vinilo que me regalaron. Era una onda espantosa: un compilado de música disco ochentera. Se ve que el que la compró le atrajo la tapa del disco, una mina re sexy posando. Yo no tenía la idea de qué era y cuando lo puse escuché un tema y medio y lo saqué a la basura. Después, y con todo respeto, me regalaron un disco de Virus que me pareció espantoso, algo hueco teniendo en cuenta que venía de escuchar música más de la onda Pescado, Machine Head y esas bandas. - El mejor show que diste sobre un escenario. - Es difícil, pero guardo un muy grato recuerdo del show que hicimos en el Festival Rock Salta 2011, en Express Arte. La verdad que la pasé muy bien y me pareció un show contundente, con buena respuesta de la gente. Aparte creo que la banda estaba en un momento alto a nivel interpretativo, estábamos muy ajustados, tocábamos seguido, había mucha comunicación interna. Y creo que cuando eso ocurre uno lo muestra sobre el escenario. - ¿Y el peor? - Tengo varios peores, pero creo fue un show debut de LaForma en el viejo bar Zeppelin: caímos medio de rebote a tocar. En esa época hacíamos muchas variaciones de temas de rock nacional más que temas propios y fuimos sin sonido. No habíamos previsto prácticamente nada entonces sonó como el orto. Eso te pone tenso, empezás a patinar, a hacer cagadas y sumado a la falta de cancha sobre un escenario fue nefasto: terminó todo mal, no hicimos la lista de temas completa, todos peleados y mala onda. Una cagada. - ¿Cómo sería la banda ideal de músicos locales para vos? - Para ser sensatos elegiría a Cuca Zenzano en la batería. En el bajo me quedaría con el Gonzo Delgado, de LaForma, porque me parece un excelente bajista y un músico pulsudo. En la viola lo pondría al Hernán Bass, porque labura un sonido interesante. En las teclas estaría Leo Goldstein. Ezequiel Lin-

dow para que tire unas líneas de armónicas o sino también el Cholo Sánchez, que fue parte de LaForma hace mucho tiempo, aunque no sé si sigue tocando. En la voz pinta una elección difícil por los timbres y colores de voces, pero me quedo con el Salchi Dique, de Perro Ciego, me parece interesante el modo de cantar que tiene. Obviamente sería una banda rocanrolera, más clásica. - ¿El mejor show al que fuiste? - Me gusta ir a recitales pero no tuve muchas oportunidades de ir a shows que hubiese querido presenciar. Pero guardo con mucho cariño en mis recuerdos un show de principios de los ochenta de Seru Giran, acá, en el viejo Cine Teatro Alberdi. Vinieron a presentar el disco Bicicleta y la verdad que fue una experiencia inolvidable: debemos haber sido cuarenta pelotudos viendo ese recital. Eso lo guardo como una cosa muy intensa. Y para mí en ese sentido fue el mejor. Si bien he visto shows técnicamente superiores a nivel de espectáculo o gente, elijo ese. - ¿Cómo ves la escena actual del rock salteño? - Le tengo fe. En realidad nada va a cambiar y por eso le tengo fe. Desde mi perspectiva, el rock siempre ha sido un grito visceral de libertad, de oposición a toda la mierda. Y las cosas siguen iguales en muchos aspectos: la desigualdad, la explotación, el despojo, todas estas lacras sociales siguen en el poder. Por eso le tengo fe al rock, porque de última seguimos motivados para pegar el grito. Creo que hay muchísimas bandas que más o menos están diciendo cosas y lo importante es que tengamos la necesidad de decirlo, transmitirlo. Mientras eso pase creo que el rock salteño va a seguir creciendo. Ojo, qué bueno sería que algún día no tengamos esa motivación. Si bien sigue teniendo las mismas limitaciones de siempre, yo veo que han pateado el avispero y hay como una tensión que está circulando, se generó algo interesante. Ojalá que el avispero no se vuelva a dormir, capaz que es cíclico.


Por Gonzalo Quispe // Foto: Pelado Jerez

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os Cocaleros podrían ser agricultores que cultivan la hoja de coca, acérrimos defensores de la despenalización del acullico que levantan las banderas de Evo Morales. Pero no, en Córdoba nos encontramos con una propuesta que oscila con suceso entre el rock y el surf. Nacidos y criados en Jujuy, se iniciaron a mediados del año 2010 ensayando primero con una formación instrumental de surf clásico: Hernán Lettoli (guitarra), Ariel Pantaleón (bajo) y Cala Flores (batería), para luego sumar con la voz de Martín Lustra Pose en la búsqueda de una propuesta distintiva dentro del género. Reconocen influencias marcadas en las bandas de la primera ola punk (The Clash, Dead Kennedys) y también de los sonidos surf de Dick Dale o Langhorns. La rebeldía que inspira el punk está impuesta en el nombre. Podrán llamar a la confusión en el NOA, quizás a la curiosidad en Córdoba, donde se desenvuelven. “(El nombre) surge principalmente por el sentimiento de estar arraigado en un lugar que no es nuestro origen y hacer saber que no obstante el estilo de música que nosotros hacemos, llevamos muchas cuestiones culturales de Jujuy con nosotros. Muchas canciones hablan de eso también: nuestro lugar, nuestra cultura”, cuentan. La propuesta de Los Cocaleros quizás resulte inabordable en el norte, y es allí donde consultamos la diferencia entre tocar en Jujuy y hacerlo en Córdoba, donde han podido erigir su proyecto: “Nosotros no estuvimos en el circuito rockero de Jujuy con Los Cocaleros particularmente, tocamos unas cinco veces en la provincia, siempre

nos recibieron de una forma muy cálida y de gran aceptación. Hemos estado girando por la televisión y las radios, pero no lo podríamos comparar con el circuito cordobés.” - Editaron de manera independiente su primer disco, incluso en el viejo formato de casete. ¿Creen que aún es viable la edición de discos? - Desde lo económico es dificultoso para una banda under independiente hacer una propuesta jugada para editar un disco, no es lo más viable. Pero desde el plano de inserción en los medios, horizontes y lugares nuevos, es una carta de presentación, algo necesario para decir yo trabajo de esta manera, nosotros somos esto, tomá. El casete fue una joyita de la gente de Volante Discos, del cual estamos muy agradecidos.

“Llevamos muchas cuestiones culturales de Jujuy con nosotros. Muchas canciones hablan de eso también: nuestro lugar, nuestra cultura.” - Forman parte del compilado Volumen I de Lado B, junto a bandas de Córdoba que tienen distintas experiencias y recorridos: Eruca Sativa, Los Frenéticos, Chicken Faces ¿Cómo se sienten recibidos en la escena y desde los colegas del espectro cordobés? - Nos pareció súper copado porque tiene una propuesta muy seria con bandas que laburan zarpado. Siempre fuimos bien recibidos por los músicos del under cordobés. Por ahí son un poco complicados algunos tratos con los lu-

Jujuy

gares en los que tocás, la manija que no le dan los medios a lo que está pasando y el interés del público, que a veces es un poquito difícil de persuadir. - Otras de las señas particulares de Los Cocaleros es una estética bien cuidada en cuanto al arte del disco, el merchandising o, quizás más exigente aún, la producción del video “Surf & Destroy”. Eso les da un gran profesionalismo. ¿Cómo es el equipo de trabajo? - La verdad que intentamos ser profesionales en todos los aspectos posibles. De esa forma hacés valer el esfuerzo y sacrificio que se necesita para poder mantener en pie una banda de rock. El equipo de trabajo se reparte por obligaciones que asignamos a cada miembro. El video surgió como corte de difusión del disco y era necesario sacarlo para poder difundir, lo trabajamos con la productora audiovisual La Rage, veníamos pensándolo desde hace un tiempo así que recopilamos todo el material de archivo y quedó como un repaso de estos años de trayectoria. También tenemos registrado un show en vivo en de septiembre del 2013 juntos a Los Álamos en Casa Babylon. - Comenzaron el año con disco bajo el brazo, estreno de video y la participación en el Cosquín Rock. Con estos logros, ¿cuáles son las expectativas para lo que resta del año? - Seguir presentándose en Córdoba o en otras ciudades del país. O incluso llegar a Buenos Aires, donde quizás haya más posibilidades. Está buenísimo empezar así, lo del Cosquín Rock es importante porque tuvimos a gente que todavía no conoce la banda. Las expectativas son definitivamente tocar en ciudades en las que todavía no lo hemos hecho: Buenos Aires, San Luis, Salta, Rosario.

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Por Federico Anzardi

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UN VIAJE DEL SEÑOR CON LSD

ué hacemos cuando nos damos cuenta de que lo que deseábamos para nuestra vida es imposible de lograr? ¿Adónde depositamos todos los objetivos? ¿Qué nos motiva cuando hicimos todo lo posible y aún así no conseguimos lo que queríamos? O, peor aún: ¿qué hacemos cuando lo que conseguimos se va y no hay manera de recuperarlo? Los pares progresan, los que llegan mejoran lo hecho hasta el momento. Vos te quedás estancado en un par de recuerdos. Stuck in a moment, cantó Bono. ¿Está mal tener expectativas altas? Cuando el disco de U2 que trae esa canción fue publicado, Arthur Kane ya llevaba dos años trabajando en el Centro Histórico de Familia de Los Angeles, una biblioteca de datos que servía de asistencia para personas que intentaban rastrear a sus antepasados. El lugar dependía de la iglesia mormona, la fe que Arthur había abrazado después de tocar fondo con el alcoholismo, los intentos de suicidio y las frustraciones. Antes, Kane había visto en una ventana abierta su única salida. Por allí se había arrojado, desde un tercer piso. Internado por las heridas, se topó con la fe. Su revelación fue tan grande que dijo que fue lo más parecido “a un viaje del Señor con LSD”. En 2004, Arthur se tomaba todos los días el colectivo 4 para llegar a su trabajo. A pesar de sus 55 años, era uno de los más jóvenes del Centro. Vivía solo y tenía un pasado que siempre volvía a su mente. Alguna vez había sido grande, como su físico. Seguía siéndolo para miles de personas, pero ninguno lo sabía. Ni él. Arthur era más conocido como Killer Kane, bajo de los New York Dolls, banda legendaria que sentó bases punks cuando todo era rock progresivo, aburrido y pretencioso. Tras la separación del grupo, el asesino de las cuatro cuerdas se perdió. Solo, sin David Johansen ni Johnny Thunders, Arthur se topó con la realidad: a nadie le interesaba el bajista de un grupo de culto. “Pasé de ser una estrella de rock a viajar en colectivo”, decía, burlonamente y resignado, ese hombre alto, de calva profunda. De camisa, corbata y pantalón formal, ideal para atender un centro de datos mormón. En su apariencia no había rastros de rock, groupies ni reviente. Sólo había un hombre de vista cansada que se tomaba las cosas con calma gracias a su fe religiosa. En Argentina, sería un héroe. En el rock local está muy bien visto el viaje en bondi. Si sos rockero y cargás SAETA, alguien

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pintará una bandera con tu nombre y encontrará rimas para decorar cantitos en tu honor. New York Doll, el extraordinario documental dirigido por Greg Whiteley, es el homenaje merecido para el Killer. Una hora y media que obliga a repensar ciertas actitudes de los periodistas especializados. ¿Cómo podemos juzgar a alguien como Kane y su obra después de haberlo conocido con esta película? ¿Se dan cuenta de que la vida de un hombre está hecha de tantos matices que es imposible abordarla sin ser injustos? Hasta David Johansen, ese Mick Jagger de segunda mano, da lástima. A pesar de su postura soberbia y burlona, es casi igual a Kane. Son tipos que fueron algo en un momento y después se vieron tapados por la alfombra de la moda, la historia y el desprecio del público y la prensa. Gente que la peleaba porque no le quedaba otra, que salía a pucherear, a hacer changas como vos y yo cuando no nos alcanza la guita. Pero a su nivel: en lugar de vender ensalada de frutas en el parque o desgrabar audios a $50 la hora, estos tipos actuaban en películas tan olvidadas como su carrera; armaban proyectos paralelos, pegaban volantazos comerciales que funcionaban más o menos; pero siempre anhelaban volver al primer amor. Ese que había sido tan fuerte que era imposible olvidarlo. Los había atrapado como nunca antes, cuando la vida estaba siendo lo que debía ser. El sueño haciéndose real con consecuencias hermosas y nefastas. Era la verdad. Y de la verdad no se vuelve. La historia de la frustración de Arthur es la misma de los amores perdidos. De los corazones rotos que no pueden progresar porque se quedaron puliendo recuerdos de lo que ya vivieron con personas que eligieron irse a nuevos rumbos. No podemos salir de ahí hasta que aparezca alguien que nos sacuda de la misma manera, o aún más. Y a Arthur nada lo sacudió más que el rock de los New York Dolls. Ninguna de las dos bandas que formó después (Killer Kane, The Idols) tuvieron el mismo peso. Para él fue como empezar a conocer a alguien que no estuvo a la altura de lo anterior. Incluso en esos proyectos posteriores estaba buscando lo que había perdido. El nombre The Idols sonaba muy parecido a Dolls. Buscaba algo igual a lo pasado. Obviamente no lo fue, porque la esencia y los detalles hacen a las cosas y a la gente. Nunca superó los años felices. No supo construir otros.

“Algún día será esta vida hermosa”, dicen los adolescentes que pintan banderas ricoteras. Arthur no decía eso, porque para él la vida ya había sido perfecta. Sólo quería volver a lo que alguna vez tuvo. A la comodidad de saberse feliz, a la necesidad de cubrir sus huecos, algunos con conformismos propios de lo que le tocaba, otros con ingredientes extraordinarios que hacían que la existencia se transformara en inmortalidad. Por fin, el sueño cumplido. Por fin un momento que sería recordado hasta el más mínimo detalle. Arthur nunca pudo sacarse la espina del rock, el éxito y (lo más importante aún) la vocación y la pasión convirtiéndose en el motor de una vida joven y por hacerse. Y no supo continuar. Como cuando nos damos cuenta de que ya no volveremos a vivir todo lo que nos hizo bien alguna vez, porque caímos en el precipicio del placer, la felicidad y el goce máximo y de golpe nos vimos en otro lado. Así estuvo Kane tras la separación del grupo. En 2008, los New York Dolls, reformados tras décadas de ausencia, llegaron a nuestro país. Tocaron una noche otoñal en La Trastienda porteña. Cuando eso sucedía, Arthur llevaba casi cuatro años muerto por una leucemia diagnosticada dos horas antes de su fallecimiento. Así era el Killer, siempre pecó de excesivo: cuando se metió en el rock fue parte de una banda demasiado rockera. Tanto que no la pudo olvidar jamás. Si se frustraba, lo hacía a fondo. Si escabiaba terminaba cayendo al suelo antes que las botellas. Cuando se metió en la fe, lo hizo con todo. Y su muerte fue de golpe e inesperada. Esa noche, en el backstage, ocurrió algo que trascendió más que el propio concierto. Charly García y Marcelo Pocavida discutieron, se escupieron mutuamente y pelearon para determinar quién merecía más estar ahí, compartiendo la prehistoria del punk. Lo realmente importante quedó en segundo plano. Era sólo ver quién la tenía más larga. Egos fundiéndose por un centímetro más de popularidad. A las pocas semanas, García colapsó definitivamente y fue internado a la fuerza. Pocavida sigue como un performer bardero que sobrevive en la mente de un par de snobs punks resentidos que escuchan música en casete. Kane nunca se enteró de esa pelea en el fin del mundo provocada por el legado de su banda. Como siempre, no alcanzó a darse cuenta de su verdadera magnitud. En ese caso estuvo bien.




Por Eduardo Pece // Fotos: Martín Azcárate

ROCK POP SUAVE DE CONTENIDO Mientras Tan Biónica sigue afianzándose como una de las bandas más convocantes de la actualidad, Chano Moreno Charpentier celebra el éxito, no deja de pensar en cruzar fronteras y reconoce que todo puede acabar en cualquier momento.

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os pibas se abrazan, saltan, y gritan en el hall de un suntuoso hotel. Ninguna de las dos llega a los quince años. Cuando logran calmarse le preguntan a la recepcionista por una conexión a internet. Es una calurosa tarde de verano en Salta. Hace menos de cinco minutos las niñas se encontraron con Bambi Moreno Charpentier, Sebastián Seoane y Diego Lichtenstein; bajista, guitarrista y baterista de la banda que adorna sus remeras. Las dos se turnaron y consiguieron fotos con todos. “Estás temblando”, fueron las palabras de Bambi mientras posaba al lado de la púber. “Es que éste es el mejor momento de mi vida”, respondió ella, mientras la amiga sacaba con su celular la anhelada foto y preguntaba por qué no bajaba Chano. Chano, no va a bajar, no va a salir del hotel hasta que se vaya el sol. Está arriba, descansando en alguna de las habitaciones del lujoso cinco estrellas que mira a la ciudad desde uno de sus cerros más conocidos. Como en muchas otras oportunidades, el vocalista de Tan Biónica no acompañará a sus compañeros a la prueba de sonido. “Yo no voy mucho a eso”, se sincera. Respecto a la vida en giras constantes, amplía: “En general hay un esquema que fuimos generando nosotros de cómo nos gusta viajar y bajo qué condiciones. Incluso a veces se conocen los requerimientos que pide cada artista en cada ciudad, y parecen como ostentosos y la gente no entiende mucho”. Al cantante no le preocupa lo que piense la gente de él y de su grupo, pero parece que lo tiene siempre presente. Durante la entrevista, una y otra vez hablará del asunto. Para este 2014, el grupo ha dejado de lado las extensas giras, optando por presentaciones especiales y a gran escala, pero de esa seguidilla de shows que emprendieron desde que explotaron con los temas del disco Obsesionario, a fines de 2010, recuerda: “A veces no podés dormir y te tenés que tomar algo para poder hacerlo, porque necesitás que tu garganta y que tu cuerpo resista, necesitás esas ocho horas de sueño para poder seguir. Porque al otro día no es sólo un show de dos horas, sino que es una prueba de sonido, notas, fans. A veces no podés salir del hotel.” Justamente, la última gira por el Norte argentino, en julio de 2013, incluyó fechas consecutivas en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. En esos shows, la discutida voz de Chano se notó muy disminuida. Además, esas fechas del Tour Destinológico vinieron luego de una seguidilla de cuatro estadios Luna Park colmados, con sólo un par de días libres entre recitales. - ¿No fue demasiado? - Si fue mucho. En el primer Luna Park incluso se había muerto mi viejo, así que la vida te agarra y tenés que tocar.

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“Show must go on”, cantaban por igual Queen y Pink Floyd, hace varias décadas atrás. Y el show, el vivo, es uno de los aspectos de los que más se ocupa Tan Biónica. Con Muse y Coldplay como referentes (sus DVD les sirven de guía) la banda desarrolló una suntuosa puesta de escena pensada como una experiencia, un verdadero show electrónico de primer nivel mundial. Un escenario con distintas plataformas, pantallas, lanzamiento de papelitos plateados en los picos más altos, y un ejemplar uso de rayos láser sobre el público. Sumado a visuales, cambios de vestuario y una lista de temas que se permite momentos acústicos, pero que trabaja principalmente sobres sus dos últimos discos y explota casi al final con “Ella” y “Ciudad Mágica”, los hits radiales de electropop bailable que edificaron el presente del grupo.

“Está bueno que los pibes que no quieren que toque Tan Biónica tengan la oportunidad de decirlo, porque me parece que de eso se trata la libertad, de eso se trata la música, que uno pueda elegir.” “Estamos tratando de completar el mapa entero de la Argentina. Tan Biónica es una banda federal”, comentaba hace unos meses el baterista Diego Lichtenstein en una conferencia de prensa en suelo salteño. Al respecto, Chano cuenta: “Estamos muy encima de lo que es el armado de un show. Por eso, cuando venimos acá, tratamos de traer la misma puesta. A veces es muy difícil llevar este espectáculo en algunas provincias, porque en algunos lugares cortás dos mil entradas y en otras veinte mil y no te sirve”. Y completa repasando su crecimiento: “También fue difícil venir la primera vez acá al Norte. Es un lugar donde los grupos en un principio no vienen, porque es muy caro. Trasladar ocho, diez personas. Nosotros ahora somos cuarenta, pero cuando arrancamos éramos ocho o nueve y era costoso venir hasta acá.” El incremento en el staff de la banda y la idea de shows multitudinarios los llevaron a otra etapa. “Tan Biónica es una empresa, aparte de un grupo, es una empresa de la que comen cuarenta familias. Con eso también tenés que to-

mar decisiones”, explica Chano. “Más allá que no estoy al frente de la liquidación de sueldos, sabés que tenés que hacer tantos shows y tenés que atender cosas, porque estamos en un estudio grande. Los contratos, videoclips. Cosas que se hacen puertas adentro y que también te consumen mucho trabajo.”

Wonderful noches de remo Como casi todas las bandas, la historia de Tan Biónica es la de compañeros de colegio que arman un grupo. Aunque ellos tienen el agregado familiar de los hermanos Moreno Charpentier, que desde el principio son los encargados de firmar casi todas las canciones. En 2001 difundieron un demo, y luego, en 2003, llegaron a un atractivo EP al que llamaron Wonderful noches. Estos trabajos, y en especial Canciones del huracán (2007), su primer disco oficial, no fueron ni por asomo éxitos instantáneos, pero sí les permitieron hacerse de un pequeño grupo de seguidores. En especial de aquellos que veían con buenos ojos la mezcla de rock, pop, punk y ritmos electrónicos con las letras que proponían por esos años: noches de excesos, chicas complicadas y amores conflictivos. “Cada noche bailo un ritmo nuevo / es la danza de las sociedades / Cada trago mal tomado es muerte / porque vivo en la cuerda floja”, cantaban por entonces sobre una veloz base electro rock. Jamás contaron con el apoyo de la prensa, o de grandes medios de rock especializados, tan amantes de engrandecer bandas que rara vez darán un show para miles de personas pagas. “Arruinarse”, canción melancólica y ganchera, fue su primer hit. En su video, que algo de rotación tuvo en la televisión, un montón de tipos salen llorando esclareciendo todavía más el grito de angustia. El tema fue compuesto durante la internación de Chano en un centro de rehabilitación. “Fue una experiencia de terror, estuve ocho meses con treinta locos que estábamos desesperadamente solos y desesperadamente enfermos”, le confesó en 2008 al suplemento S! del diario Clarín. Todo ese primer disco cuenta con una atmosfera de autodestrucción y referencias a distintas drogas, características que la banda abandonaría definitivamente en su salto a la masividad.

Metamorfosis adolescente Los Tan Biónica no reniegan de ese rock pop con pulso punk, pero lo mantienen en el pasado. Buscando un poco en internet se puede encontrar al mayor de los hermanos cantando solo con la criolla “Metamorfosis adolescente”, un


Foto: Prensa Tan Biónica

Tan Biónica se presenta en cada rincón del país con shows multitudinarios.

clásico tema de Flema. Su letra habla de amores suicidas, una relación que se pudrió demasiado. Mirándola de cerca en realidad la lírica no es tan distinta a lo que solía escribir en la década pasada. Al respecto, Chano cuenta que no recuerda muy bien el hecho pero que seguramente “fue grabado boludeando en un hotel, ya pasados de noche”. Pero al instante se explaya en el tema: “Yo iba con Sebastián y con Bambi a todos los shows de Flema y de 2 Minutos. Obvio, a ellos no los conocíamos. Tampoco los escupíamos (risas). No comulgábamos mucho con la escupida punk. Pero si, me acuerdo de eso”, dice, y completa: “Aparte, el punk rock es un género que a pesar de que muchos lo acusan de poco virtuoso o facilista a la hora de tocarlo, para mi es uno de los que tiene melodías más lindas. Me parecen maravillosas. Los Ramones aportaron una cosa muy pop a nivel melodías. Los discos de los Sex Pistols, Dead Kennedys o The Clash eran más agresivos, más sucios, no tenían tanto laburo melódico. Los Ramones me generan mucha más luz en su música, mucha luminosidad.” - ¿Y qué paso con esa idea punk que influenció en un principio a la banda? ¿Por qué creés que se fueron despegando de eso? - Porque es un género que tal vez a uno le exige estar comprometido con muchas cosas, como que es una música de mucho idealismo, tal vez. En el punk hay cosas que están prohibidas

(risas) o no van. Hay dogmas que pone la gente misma. O con las que uno no está de acuerdo y que también canta en algún momento de su vida. Como que se muera toda la yuta. Y después, cuando vas creciendo, decís, “no, que se muera la yuta corrupta”. Ahí hay un chabón que sale y que labura. Y que a una familia se le muera el padre que no tenía nada que ver… Chano se enreda en la respuesta pero toma aire, regresa a la idea y concluye: “Tal vez fue una búsqueda a nivel rítmico y sonido. Tal vez no nos alejamos, porque creo que dentro de nuestra música hay un poco de eso. De hecho, ahora estamos haciendo un final medio punky que está bueno, y es una música que te transmite.” No deja de ser sumamente extraño que una banda que reniega del llamado rock nacional considere “grandes melodías, grandes canciones” a temas de Flema o Los Ramones. Y que a su vez eso no se vea realmente reflejado en cada éxito radiofónico del grupo. Desde el 2011 cuando lanzaron “Ella”, todos sus singles treparon hasta lo más alto en los puestos de las FM jóvenes. Misma suerte corrieron sus videos en la televisión y You Tube. “Las canciones no entienden de rankings, son manifestaciones del alma, son cosas sensoriales que pasan por adentro de nuestra cabeza”, contaba en una oportunidad el bajista Bambi, tratando de explicar un poco el misterio. Pero lo cierto es que una de las explicaciones empíricas es la

producción y el trabajo junto a Oscar Righi y Pepe Céspedes, de Bersuit, encargados del volantazo de estilo y, por lo tanto, grandes responsables de la actualidad del grupo. En lo musical, el Tan Biónica que trepa en las radios es sumamente cercano a Miranda! y Diego Torres, con las partes más gancheras de Andrés Calamaro y Fito Páez. Estos dos, importantes nombres propios son de los pocos a los cuales el grupo les reconoce una influencia. Incluso el año pasado grabaron para una radio una versión de “La libertad”, del ex Abuelos de la Nada. Por su parte, el rosarino, adquirió para muchos oyentes un sonido electro sumamente similar al de Tan Biónica en su última producción Yo te amo (2013), resignando de esta manera al Fito más sanguíneo que lanzó en el mismo año El Sacrificio, material que tuvo casi nula trascendencia. Acaso esta actualidad del autor de El amor después del amor sirva para ver el rumbo al que se dirigen los oídos radiales en estos años.

Amo odiarte Uno de los tópicos constante en torno al grupo es la cantidad de odio que generan a su alrededor, casi compitiendo palmo a palmo con los denominados “piberío biónico”. Ese público que ejerce una militancia 2.0 para con ellos. Las redes sociales son el lugar donde ambas facciones se enfrentan ante cada

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nota o novedad que tenga que ver con la banda. A diferencia de la estúpida rivalidad Redondos/Soda, el grupo no tiene en otros músicos un “enemigo” a pesar de que la prensa y algunas declaraciones desafortunadas buscaron enfrentarlo con Ciro hace unos meses. Según cuenta Chano, el episodio se solucionó con una charla entre ambos. Mientras que con No Te Va Gustar ha compartido escenario en Montevideo como invitado de los uruguayos, dejando sin efecto enfrentamientos buscados que no prosperaron. Ante esto Chano se muestra comprensivo, aunque recuerda la absurda batalla verbal por parte de los fanáticos de las bandas más populares de los noventa: “Yo iba a ver a los Redondos y he escuchado a la gente gritando ‘¡que se muera Cerati!’, y es fuertísimo. Pero a la gente tampoco hay que juzgarla. Tampoco voy a iniciar una guerra contra esos pibes. Está bueno que puedan decir lo que sienten. Está bueno que haya oposición y está bueno que los pibes que no quieren que toque Tan Biónica tengan la oportunidad de manifestarse en una red social y decirlo, porque me parece que de eso se trata la libertad, de eso se trata la música, que uno pueda elegir. Sí estoy en desacuerdo con la intolerancia.” Luego de la charla y bien entrada la noche salteña, en el marco del Personal Fest Verano 2014, Tan Biónica comparte escenario con el power trio cordobés Eruca Sativa. Ya tocaron juntos en otras oportunidades, en otros festivales de importantes marcas, quienes los citan por sus buenos presentes, olvidándose de los estilos musicales dispares que proponen y buscando la abrumadora convocatoria con la que cuentan hoy en día. Desde el escenario se lanza la alocada cifra de 65 mil personas, pero la realidad indica que el público rondó las 40 mil almas, a los que se suman otros tantos de miles que siguieron la transmisión por la web. Superando ampliamente su edición de 2013 con la dupla IKV y Molotov. - Lo que sucede con el rock es un nicho que se da en Argentina. - ¿En qué aspecto decís eso? - Bueno recién hablábamos de Los Ramones y ellos tocaban en estadios acá en Argentina no más, y después en otros lados tocaban en lugares para 500 personas. Hemos tenidos acá bandas de rock o artistas inmensos que cruzan una frontera y no va nadie a verlos. Y nosotros lo que queremos es abrir ese abanico y que el mensaje trascienda esas fronteras. Esas palabras no parecen satisfacerlo, y esta vez Chano desarrolla la respuesta más extensa de toda la entrevista, como queriendo dejar en claro la postura de su banda, ante la eterna pegunta de su relación con el rock.

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- En nuestra etapa anterior tocamos en los mismos lugares que fuimos ver a 2 Minutos y Flema, nos criamos en el seno del rock, nuestro disco lo produjimos con Bersuit, grabamos con Manu Quieto de La Mancha de Rolando. Pero la verdad nos llevamos del rock las cosas más importantes, o lo que creemos que son las más importantes, cosas a nivel sonido. El rock tiene cosas buenas y cosas malas, como todas las cosas. Para mí cuando el rock quiere cerrar puertas no está bueno, cuando el rock descalifica. No estamos dispuestos a pertenecer a un movimiento que cierre puertas. Igual con respecto a esas voces que se manifiestan negativamente, prefiero escuchar al Indio y gente que hizo un culto de un movimiento y de ultima criticar a esas personas si dicen algo de lo que uno no está de acuerdo, pero que algunas voces se manifiesten negativamente en algún punto es elogioso, que si quieren buscar un enemigo grande que nos elijan a nosotros. Dentro del rock he visto a Las Pelotas abriendo para AC/DC y que la gente les tire cosas, ¡Y son Las Pelotas! Esa pavada del rock no nos llevamos. Sí nos llevamos experiencias, hemos tocado en todos esos lugares, nos hemos llevado melodías del punk, del hardcore, amigos.

“Está claro que lo que escuchamos no es lo mejor que hay. Hay un montón de bandas en todo el país que son alucinantes. Lamentablemente hay un camino que hay que hacer”

La droga del éxito En la charla, Chano habla muy rápido, se muestra nervioso, está buscando dejar de fumar y en un momento se va a tomar una pastilla para eso. El sex symbol que suele protagonizar junto a su novia (la actriz Celeste Cid) decenas de noticias de chimentos al mes, tiene varios tics. Mira los números pasados de la revista Rock Salta en la mesa y las ordena una y otra vez. En forma de pila, una encima de la otra, luego las pone

como abanico y repite las acciones. En varias oportunidades sus respuestas son sumamente breves, y en otra son frases enredadas que deambulan en conceptos e ideas varias. Una de las canciones más viejas que siguen interpretando en vivo es “Lunita de Tucumán”, editada en 2007, pero que en realidad viene del demo del 2001, cuando existía una extensa versión llamada “Boquitas pintadas”, de donde tomaron parte de la melodía y algunas ideas. Resulta sumamente insólito pensar como en los recitales en el Luna Park o en los shows monstruosos para cuarenta mil u ochenta mil personas, el público en su gran mayoría niños y niñas, cantan el apellido de Bukowski y gritan la frase “la cocaína seca las lágrimas y es el combustible de mi ciudad”. Chano reconoce que la situación “es ambivalente, rara”. “Me parece que el arte conduce a la emoción, antes que al entendimiento –dice-. Cuando sucede eso, es lo mejor. Me pasa como cuando escuchás una canción en inglés que te emociona y tal vez no estás entendiendo del todo lo que dice el tipo. Eso es lo que me parece que pasa con los chicos, están captando algo de ahí que tal vez no entienden del todo pero les gusta mucho. Y la canción y la melodía tiene un poder que los abarca más fuerte que su propio entendimiento y eso desata esa pasiones desaforadas”. Pero también advierte: “Podríamos haber dicho ‘bueno, ésta separémosla un toque por la exposición’. O sea que estamos comprometidos con el mensaje. Si dijimos algo en un momento es por algo. Tal vez uno ahora tiene un poco más de responsabilidad porque sabe que está llegando a un montón de gente. Y también cuando uno es más chico dice cosas sin filtro. Sin medir consecuencias. Nosotros tampoco medimos las consecuencias ahora de lo que decimos, pero también cambiamos como personas, y uno ahora está enfocado en otras cosas, a pesar de que algunas cosas en la vida sigan latentes.” Al igual que NTVG (ver revista Rock Salta 13), en el vivo de Tan Biónica la pasión de la gente es enorme y los gritos son ensordecedores. En relación al fenómeno, Chano cuenta: “Tuvimos que medir con un decibelímetro el audio del público para poder hacer otros conciertos. Y una vez nos dio más alto que lo permitido en Buenos Aires. Así que de movida, antes de que empiece el show ya estábamos en una contravención (risas). Pero está buenísimo que la gente se manifieste.” - Esa energía debe ser muy fuerte, ¿te conmueve? - Sí, claro. Uno también tiene que regular ese desborde y tratar de ser más técnico que emocional. - ¿Y a veces no se transforma en una necesidad? ¿Cuando pasás un


tiempo alejado de los shows estás esperando todo ese calor? - No me doy cuenta pero creo que sí. - Porque muchas veces se dice que la droga más poderosa es el éxito. - Creo que sí, pero después es un trabajo mucho más filosófico. Muchas veces me pregunto por qué tengo la necesidad de parame ahí y tratar de que me aplaudan. Pero sí, para qué te voy a decir que no. Yo creo que todos los que estamos en un escenario necesitamos que eso se renueve en cada concierto. Debe tener un trasfondo psicológico, que uno necesite todo ese amor. Pero en nuestro caso, creo que no es una cuestión de ambición sino de estar comprometido con el mensaje. Ver que crezca a través de las fronteras y que se difunda eso que uno empezó a confeccionar en un lugar chiquito en soledad, y que a la gente le sirva para algo. No importa para qué. - ¿Pero sos consciente de que también hay que preparase para cuando eso baje? En diez, quince años, quizás Tan Biónica no llene en todos lados. ¿Tenés presente eso? - Totalmente, sí lo tengo muy presente. Esto también tiene que dar lugar a otras personas, no serviría que la gente se mantenga escuchando las cosas que yo compongo, hay mucha gente que está haciendo cosas súper interesantes. Nosotros, en lo personal estamos tratando de hacer crecer el movimiento día a día. Y entender que el éxito de nosotros no se mide por cantidad de personas sino por estar viajando juntos y sostener nuestra amistad, porque somos compañeros de colegio y no pasa sólo por vivir lo que la gente se imagina que uno vive. Con más de diez años de carrera el grupo fue creciendo de a poco y el transporte elegido para las giras marca el desarrollo: “Nosotros viajamos en micro de línea, en combi, en micro de gira, en avión y a veces tomamos avión privado cuando no queda otra. Nos gusta tocar y estamos en una situación de amistad, y cuando salimos al exterior hay que ganarse al público de vuelta”. Con presentaciones en México, Francia y Portugal, el grupo tiene en claro la expansión a otros países y gusta de la experiencia. “Son desafíos que te conectan con la humildad y nos obligan a recordar ese ejercicio de salir y ganarse a la gente.” Esas ganas de cruzar fronteras y crecer sin etiquetas los llevó a grabar un tema para el Mundial. Como explicaba la banda a los medios salteños en la conferencia de prensa, la canción en cuestión no se trata del tema oficial, dato que circuló erróneamente el año pasado, sino que es un tema de Coca Cola. La empresa encargó versiones a distintos artistas en varios países. Tan Biónica le puso letra en castellano. En este año la banda repite con su

música horario central en la TV Argentina interpretando la cortina musical de la novela del Canal Trece Mis amigos de siempre. En 2012, Chano en solitario había interpretado la canción del exitoso programa Graduados, de Telefe. Ese tema fue el primer encuentro del líder del grupo con Cachorro López. El requerido orfebre del pop en español fue quien produjo la canción. “Veo que la banda tiene la capacidad de hacer música popular muy sencilla pero con una textura muy interesante, y con un cantante muy expresivo que tiene letras que dicen algo siempre. Sus melodías tienen reminiscencias del inconsciente colectivo de la música pop; sin embargo suman elementos que los hacen muy personales”, contaba en una entrevista con Rolling Stone el ex bajista de los Abuelos de la Nada y productor de discos de Andrés Calamaro, Cristian Castro, Diego Torres, Paulina Rubio, Julieta Venegas, entre otros. Pero no sólo con estrellas musicales ha colaborado el cantante. “Hace poco grabé con dos grupos under, pero les decía que no sabía si eso les iba a iba a servir”, cuenta, y vuelve a un tema del que nunca parece alejarse, las miradas ajenas: “Generalmente la gente piensa mal y cuando tenés invitados piensan que tenés plata o que tenés amigos, y a veces por ahí conviene salir a pelear por tu cuenta.” Sobre la enorme cantidad de música de gran calidad que aparece a diario pero que no genera una repercusión en los medios masivos, Chano reflexiona: “Está claro que lo que escuchamos no es lo mejor que hay. Hay un montón de bandas en todo el país que son alucinantes. Lamentablemente hay un camino que hay que hacer”. Sorpresivas declaraciones, teniendo en cuenta que su música es lo que más pasan las radios y la tv. La pregunta del final busca dar luz a los cuestionamientos de tantos ojos puestos en el grupo, a tantos músicos argentinos que afirman que la banda es la nada misma. - ¿Por que las personas tienen que escuchar a Tan Bionica? ¿Que tiene la banda para dar? - Tiene honestidad artística, nosotros hacemos canciones, contamos historias que suceden en los barrios, hablamos con la gente. Nos llevamos información de los viajes, seguimos muy en contacto con el mundo. De eso se trata nuestra música: historias para gente normal, para la gente que vive la vida de una manera sencilla. Tratamos de desmitificar esa historia del rock con excesos y chicas hermosas siempre alrededor. Nos bajamos de ese rótulo de mega estrellas de rock para entendernos como ciudadanos, servidores públicos. Como un bombero o un policía. Nosotros hacemos canciones para que a la gente le sirva para algo.

Chano cantó ante 50 mil personas en Salta.

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Por Santiago Castellanos // Fotos: Martín Azcárate

VERANO MÁGICO La última edición del Personal Fest se convirtió en una fecha histórica para Salta. Cincuenta mil personas deliraron en el Centro de Convenciones con Tan Biónica, Eruca Sativa y La Armada Cósmica. Daland Sepum sorprendió al juvenil público que luego deliraría con los hermanos Moreno Charpentier.

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l evento más esperado del verano salteño arrancó con buen tiempo luego de un día previo cargado de agua y malos pronósticos. El público se acercó desde temprano al Centro de Convenciones, que lucía un imponente escenario que presagiaba una gran noche. La apuesta era fuerte con un número central inmejorable. La banda del momento pisaba el NOA nuevamente, y gratis. Pero no todo pasó por Tan Biónica. A diferencia de lo que ocurre habitualmente, al comenzar el show de La Armada Cósmica había un gran número de seguidores que coreaban los estribillos y festejaban cada ocurrencia de Daland, su carismático frontman. Curiosa expectativa previa generó esta banda que llegó por primera vez a Salta con aguante propio. La temperatura fue subiendo cuando arrancó el show de Eruca Sativa, con-

Lula Bertoldi encabezó el aplastante show de Eruca Sativa ante una multitud.

firmando que Lula, Brenda y Gabriel forman parte de las bandas que marcan el presente y futuro del rock en nuestro

El público se acercó desde temprano al Centro de Convenciones, que lucía un imponente escenario que presagiaba una gran noche. país. Sonido crudo y elaborado, actitud y mucho carisma fue la fórmula para llegar al público. Quedó demostrado que Eruca es una banda que se encuentra en su mejor momento y le aportó la cuota rockera al evento. Las casi 40 mil personas que había en el predio al momento de finalizar su repertorio ovacionaron a estos cordobeses que están pisando fuerte en todo el país y demostraron que el desafío no les

quedó grande. La espera se alargó más de la cuenta entre el fin del show de Eruca y el comienzo del número principal. El público esperó paciente a Chano y compañía, mientras las pantallas proyectaban comerciales de Personal. La escenografía presagiaba un show diferente en muchos aspectos. La banda del momento preparó un show totalmente distinto al brindado en el Microestadio Delmi el pasado mes de agosto. Pasadas las 23, Chano, Bambi, Diega y Seby salieron a escena tras una intro larga pero que puso a sus fans a tiro para lo que sería una noche mágica. El show se partió en dos partes bien marcadas. Arrancó con “Vámonos”, a tono con el clima calmo y reflexivo que se mantuvo hasta la mitad del set. No estuvo esa intensidad de boliche que suele armarse en los shows de Tan Bionica hasta que, luego de nueve temas, “Ciudad Mágica” rompió la tranquilidad y levantó a las 50 mil personas que le daban un marco histórico al evento.

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Olvidar, yo sé bien que no podés

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os rayos de Inti dios derriten el hielo de nuestros vasos. Las huestes rompen filas y con ritmo acompasado y viscoso se dirigen a la tienda de ramos generales en busca de carne, desafiando toda posibilidad de presión arterial. Atiende el Señor de los Novillos y sin mediar saludo alguno, haciendo ruido, como queriendo sacarse algo de los dientes, nos dice: “No se olviden de dónde vienen. De sus raíces, no se olviden”. Fue entonces que nos quedamos quietos mirándonos (habrá sido por la remera de Agapornis que portaba la femenina que nos acompañaba), era un mensaje que no podíamos dejar pasar sin fantasear. Totalmente shockeados veíamos pasar nuestros años en fotografías mentales, amigos que nos acercó el destino, tantos momentos guardados. Y miren ustedes cómo es la mente de perversa, que fusiona imágenes y sonidos creando una verdadera ensalada de boludeces que no olvidaremos jamás. Cómo olvidar la conferencia de prensa en Salta de Pity Álvarez a las once de la mañana, o “La balada del diablo y la muerte” cantado por Andrés Giménez. Los Tekis versionando un clásico de los Beatles: “¿Dónde es Milao? ¿Dónde es Milao?”, y otras tantas que seguramente arrancarían una sonrisa. Pero también encontramos piezas mejores logradas, o quizás con mayor aceptación por parte del público. Bandas que, sin careta de por medio, hacen públicos sus comienzos, quizás para influenciar o simplemente sentirse bien en busca del ADN musical. Esto ayudaría a que muchos talibanes se saquen el pañuelo por un momento, porque ¿quién no escuchó Color Humano, El Reloj, el Flaco en todas sus versiones, por citar algunos? Cuántos de ustedes en reuniones se preguntan cómo sería un recital de la H en la actualidad. O ver a los Beatles, Led Zeppelin. Nos encontramos entonces con un gran vacío musical, las bandas actuales a pesar de contar con apoyo televisivo, o radial está claro que no identifican a la mayoría de las huestes. Se perdieron las letras panfleto, los clásicos. Para colmo, el futbol llegó a los recitales separando las aguas, ramificando todo a su paso, provocando una herida de muerte. Si ya éramos pocos, seguramente esto no ayudará para nada. Y mientras reine el egoísmo y la soberbia, seguiremos igual. Pero como sabemos, siempre se puede estar peor. Grata sorpresa seria escuchar bandas nuevas con el sonido de Purple o esos pesados y lentos acordes de Ozzy, más allá de que algún ñoño del rock diga “esto me suena a...”.


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Por Federico Anzardi // Fotos: Mono Gómez

SI YO SOY ASÍ Antes de regresar al Noroeste, 2 Minutos brindó un histórico recital en Valentín Alsina. Mosca repasa los años de la banda, habla del reviente, el éxito y la intensidad eterna de un grupo que les gusta a todos.


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omingo 23 de febrero de 2014: el bidón de cinco litros de Villa del Sur está completamente cubierto por el sol de las cuatro de la tarde. Ha sido un verano extraño, con días agobiantes entre diciembre y enero, y temperaturas primaverales desde entonces. Como si todo el calor disponible de la temporada se hubiese consumido en el primer mes, la antesala del otoño fue sólo una caricia. Pero hoy el verano dejó de laburar a reglamento. Se puso las pilas y hace sudar a todos los que están al costado del Puente Alsina. Con una humanidad de largo pelo azabache y más de cien kilos, un pibe transpirado grita un mantra incesante: “¡Tocá panró, puto, dale!”. Cuando termina la frase, agarra el bidón y toma unos tragos de cerveza, que está cada vez más caliente. Los receptores de los gritos son los miembros de Secuaces, un grupo de punk pop amable que juega de local en este festipunk gratuito del conurbano bonaerense. Los chicos son de Lanús, cantan canciones con letras como “te llamé al celular y no me contestaste” y hacen una versión de “Great Balls of Fire”. Su bajista mujer provoca miradas hacia el escenario. El problema con Secuaces es que se toman su tiempo y no meten un tema tras otro de manera voraz, como dicta el supuesto manual del punk. Acá no hay “¡undotrevá!” antes de cada tema. Hay baches, palabras y agradecimientos. Especialmente a los 2 Minutos, grandes anfitriones de la jornada y responsables de poner este lugar en el mapa. Viernes 21 de febrero de 2014: en una pizzería del porteño barrio de Almagro, el Mosca pide una Stella Artois para acompañar una grande de muzza y repasar los 27 años de Dos Minutos, que en marzo está celebrando las dos décadas de Valentín Alsina, uno de los discos más importantes de los noventa. Lo primero que recuerda no son los comienzos ni el gran éxito y repercusión de sus trabajos, sino el desastroso viaje a Salta que realizaron en 2009. La combi que los llevó desde Buenos Aires era manejada por un chofer que no conocía la fama de puro descontrol que posee el grupo y los torturó durante varias horas, prohibiéndoles fumar, entre otras cosas. “Esa fue una anécdota para el libro de Dos Minutos. Fue un acto de autosuicidio, de honestidad y de bondad. Nos bajamos antes de matar al evangelista que nos llevaba”, cuenta Mosca, entre risas. Salta, domingo 2 de agosto de 2009: Oconnor está en el escenario de La Estación Mega Disco promediando su potente set metalero. En camarines, Los Gardelitos aguardan para cerrar el festival Rock Salta con la habitual tranquilidad que transporta Eli Suárez. En el baño superior de la bailanta, todo

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arde: los Dos Minutos terminaron su show temprano pudiendo descargar la furia contenida en un concierto épico que dejó muy alta la vara de la exigencia rockera. Difícilmente Oconnor y Los Gardeles puedan alcanzarlos. No es falencia de ellos, es mérito de Dos Minutos, que ahora sólo se dedican a tomar cervezas y a narrar lo vivido en las últimas 24 horas.

Gente de la organización irrumpe para pedir al público que no se tire delante de las vallas porque pueden quedar todos pegados. El Mosca aprovecha para saludar a un “amigo colombiano” y preguntarle “¿Trajiste la falopa que te encargamos?”.

“Cuando estábamos subiendo para salir, uno me dice ‘mirá la puerta, mirá la puerta’. Tenía un cartel que decía ‘Jesús, en ti confío’ –cuenta Pablo Coll, guitarrista. Y de ahí para adelante imaginate las cosas: ‘no me fumen’, ‘no me hagan esto ni lo otro’. (El chofer) Se hacía el ortiva, venía y decía (hace como que habla por teléfono) ‘¡Se están matando con la blanca! Están chupando mucho’. Entonces le digo ‘¿pero qué problema tenés? ¿Qué te importa lo que yo hago?’. Yo soy siempre el bocón, el pelotudo. Una la emboco, las otras diez bardeo al pedo. Esta vez iba tranquilo atrás y el chabón cada vez que hablaba decía (otra vez el teléfono) ‘¡Se están matando con la blanca!’. Y en una se me salió la cadena y le digo ‘pero, escuchame una cosa, vos sos un prejuicioso de la concha de tu madre, boludo. Yo acá no viajo más. Bajen mis cosas, me voy a mi casa. Me chupa la pija este forro’. Y nos decía ‘no, yo laburé con bandas de rock’ y no sé qué. ‘¿Y con quién laburaste?’. ‘Con El Bordo’, nos dice. Con El Bordo ¡qué querés, boludo! Entonces le dije ‘la concha de tu madre, loco, bajá las cosas’. Ahí medio que nos tomó el tiempo, como diciendo “éstos qué se van a quedar acá´’. Canchereaba. Y nos bajamos y le dijimos ‘andate a tu casa porque te vamos a cagar a trompadas y te vamos a romper todo’. Era eso o cagarlo a trompadas.

Eso fue en Santa Fe. Imaginate si seguíamos viaje.” El grupo bajó sus cosas en plena ruta, decidido a quedarse en una estación de servicio cerrada cercana a Rafaela, a la una de la mañana, con una temperatura bajo cero, antes que seguir viajando con ese chofer del Señor que para ellos era el mismísimo infierno. “¡Hacía un frío de la concha de la lora y andábamos con todos los equipos en el medio de la nada. Pero manteníamos nuestro orgullo. ‘Gil, vos no me vas a maltratar porque no me estás haciendo ningún favor, la concha tuya y de Cristo’”, sigue Pablo, a los gritos, mirando fijo a los ojos, a centímetros de la cara, relatando todo con la misma intensidad con la que le hablaba al chofer. “Así que entramos a arrancar los palos de madera que tienen las estaciones, hicimos un fuego hasta acá (se señala el pecho). Una hora y media después, volvió. Se ve que venía pensando ‘estos se cagaron de frío, van a venir tranquilitos todos’. Cuando llega con la combi estábamos nosotros así (se pone a bailar cual piel roja alrededor de la fogata), bailando entre nosotros, cagándonos a palos. Vino y dijo ‘ehhh, pero bueno, basta de no sé qué’. ‘Tomatelás, hermano. Andate a tu casa, puto’. Y nos quedamos ahí hasta la mañana, pasadas las diez. Nos cagamos de frío de verdad, eh. Pero a mí no me va a tocar el culo un gil.” Finalmente, la producción consiguió una nueva combi para trasladar a la banda, que llegó a Salta sobre la hora, tocó primero y venció. “Si nosotros nos hubiéramos quedado ahí, calientes, cagados de frío y nos íbamos a otro lado, la gente no iba a decir ‘tienen la culpa el productor y el de la combi’. Iban a decir ‘estos Dos Minutos son unos putos’. Y nosotros somos siempre centrados mentalmente y sabemos que estamos acá o allá por la gente”, reconoce Pablo. “Somos muy intensos”, explica el Mosca, en la pizzería. “Cada vez que salimos de gira en las combis, paramos. A Mar del Plata le echás cinco (horas), nosotros le echamos diez. Porque ‘¡loco, no tenemos alcohol!’ y lo hacemos desviar, entonces tardamos. Vamos a Rosario, hay que tardar cuatro horas, nosotros tardamos ocho. Y que paramos, poné música. Los chabones se vuelven locos. Mirá que somos chicos grandes, pero salimos de gira y somos como ocho pelotudos en viaje a Bariloche. Cuando podemos vamos en avión, nos ponemos en pedo en aeroparque, subimos con olor a alcohol y ‘¿puede ser una cervecita?’, ‘no, ¿cómo una cerveza? Son las ocho de la mañana, damos el desayuno’, ‘¿Pero no tenés una cervecita?’”. El reviente etílico ha sido uno de los mayores referentes para identificar a Dos Minutos. Lo es desde Valentín


Los de Valentín Alsina regresan al NOA para presentar Valentin Alzheimer, su nuevo disco.

Alsina. Ese primer disco también sirve de pasaporte a la inmortalidad para la banda. Es punk barrial, un clásico a la altura de sus contemporáneos (Despedazado por mil partes, Tercer arco). Asco a la policía, odas a la birra, rechazo al laburo. Desencanto juvenil cuando en la Argentina no parecía haber futuro. La herencia directa de “Avellaneda Blues”, de “Sucio y desprolijo”, de Luca Prodan caminando en ojotas con un sánguche de salame por San Telmo. Un álbum que forma parte de la columna vertebral más proletaria del rock argentino. “Ya no sos igual, sos un vigilante de la Federal” debe ser una de las rimas más emblemáticas de los últimos veinte años. Representa los dogmas y las banderas chabonas anti caretaje que coparon la parada hasta ahogarse en República Cromañón. El tema, que tuvo alta rotación en MTV, se convirtió en un himno que será interpretado por generaciones infinitas. La versión de “Como caramelo de limón”, de Ricky Maravilla, anticipó el cruce marginal con la cumbia, algo que con los años se volvió moneda corriente. Mosca asegura que “dentro de lo que es el punk, es un disco que tiene que estar en tu discoteca. Creo, ¿no?”. Con todo, a Mosca no le cae muy

bien la idea de hacerse cargo del mote de precursor del rock barrial: “Yo no inventé nada. Si ponés la lupa, es la primera señal, pero nosotros teníamos esa señal por bandas punk inglesas que hacían fotografías de su propio barrio. Tiene mucho Dos Minutos, de eso, especialmente el primer disco. Mucha gente en el mundo entero conoció Valentín Alsina por nosotros, quiero mi estatua y mi calle (risas)”. Dos Minutos va a volver loco a un chofer nuevamente a mediados de abril, cuando encare una gira por el NOA que los llevará a tocar en Tucumán (viernes 11), Jujuy (sábado 12) y Salta (domingo 13). La banda presentará Valentín Alzheimer, el disco que editaron el año pasado, que tiene un nombre que es una mezcla de homenaje y parodia a sí mismos. Después de la actuación de Secuaces, el festival sigue su curso. Otras bandas aportan un punk más duro y ortodoxo. El escenario está montado sobre una calle al costado del puente, entre una vía y la avenida que funciona como entrada principal a Valentín Alsina. Mientras tanto, la mayoría del público presente se esconde del sol o camina un par de cuadras para comprar vino, cer-

veza y fernet. Algunos se meten en las vías para cortar camino y llegar a más rápido a uno de los kioscos. Atrás del escenario se puede caminar sin problemas, no hay vallas molestas ni patovicas impidiendo el paso. Cerca de las cinco de la tarde aparece Superuva. Un minuto después ¡pasa el tren! y arma un muro momentáneo que divide el concierto en dos, dejando al público más rezagado sin poder ver por unos instantes. La vía no tiene barrera. El maquinón, con sólo un par de vagones enganchados, aparece de golpe, sin pasajeros, con los que lo manejan saludando a todos y haciendo cuernitos. Con Superuva llega el verdadero agite porque es una banda imposible de dejar pasar, debería sonar en muchas fiestas. Son alegría instantánea. Las letras, la música, la onda que tienen, son irresistibles. Por Alsina pasan temas como “No te vayas, gorda”, “Remeras rockeras”, “Dale batero” (“ese estribillo parece que está bueno, dale batero, marcá que nos perdemos”) y muchos más. “Hace rato que queríamos tocar en Alsina, era como nuestro sueño. La banda nació ahí. Esta sería la tercera vez que tocamos en el barrio. Es como el Valentín Alsina Punk (pronuncia

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“punc”) Rock Festival”, dice Mosca, y cuenta que el mote de barrio obrero le cabe muy bien al lugar por su particularidad de tener muchas fábricas. “El sesenta o setenta por ciento están abandonadas. Cuando cruces el puente y llegues, vas a ver un cartel que dice ‘Valentín Alsina. Bienvenido. Ciudad industrial’”. Cuando Dos Minutos editó su primer disco, en 1994, durante el primer gobierno de Carlos Menem, las fábricas de Valentín Alsina comenzaban a sentir el cimbronazo de las políticas neoliberales de la época. De a poco, fueron desapareciendo. “Ya para el segundo gobierno (de Menem) empezaron a caer, a caer, a caer”, recuerda Mosca. Mientras sus vecinos sufrían, la banda conocía el éxito y las mieles del triunfo. Como describían los Pink Floyd, vivían el “Welcome to the Machine”, ingresaban a la maquinaria de ventas discográficas masivas. Los ejecutivos los palmeaban y les sonreían. “A los dos primeros discos los grabamos en Valentín Alsina, a quince cuadras de mi casa, con el productor Amilcar Gilabert, que había grabado con Charly García, Calamaro –relata Mosca-. Nos tocó grabar con él y era ‘¡guau! Vamos a grabar con éste loco”. Y nosotros de otro palo. Pero estuvo muy bueno, el chabón se copó con nosotros. Dijimos vamos a vender dos mil, tres mil discos, el año que viene nos de-

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vuelven el contrato, nos pegan una patada en el orto y ya fue. No nos daban ni cabida. Y a los dos meses nos invitaban a comer: ‘chicos, qué quieren tomar, vamos a comer asado’. Pedíamos vinos caros, si igual no los iban a cobrar. Y al segundo año, en el 95, nos dijeron ‘¿no quieren ir a grabar a Estados Unidos?’. Dijimos ‘no, si tenemos el estudio acá a quince cuadras de casa’. ¡Qué boludos! Teníamos todo pago.”

“Dijimos vamos a vender dos mil discos, el año que viene nos pegan una patada en el orto. A los dos meses nos invitaban a comer. Pedíamos vinos caros.”

En 1995, Dos Minutos grabó Volvió la alegría, vieja, con canciones que habían quedado afuera de Valentín

Alsina. Ese disco también entró en la leyenda del grupo y posee varios de sus clásicos más importantes, como “Todo lo miro” y “Mosca de bar”. Veinte años después, Mosca reconoce que usaron casi todo el material que tenían en ese momento: “Creo que nos quedaron un par de cosas aisladas, pero perdimos un montón de casetes donde teníamos temas como ‘Vómito de vino’, unas cosas malísimas (risas). No me acuerdo cómo se tocaban. Si alguien llega a tener una cinta de esas, pásenla.” El éxito de Valentín Alsina sorprendió a todos. A los propios músicos y a sus colegas, que no podían entender cómo el grupo del cadete de la revista Cerdos & Peces ahora rotaba todo el tiempo en MTV. “Adrián Dárgelos venía a cenar a casa cuando sus primeros discos no pegaban y yo había salido con Valentín Alsina y no entendía nada. Los Babasonicos vivían cerca de casa. Venían Diego Tuñón y Adriancito y decían ‘no, loco, nosotros ya tenemos el segundo disco’. Y le digo ‘pará, Adriancito, quedate tranquilo, sos un incomprendido. Vas a ver que algún día vas a explotar y vas a flashear’. Y ahora ya ni lo veo al loco. A veces me lo cruzo en un aeropuerto: ‘¡Ey! ¿Para dónde vas, Adrián?’, ‘¡Ey! ¿Para dónde vas, Mosca?’, y así. Les costó y explotaron. Ahora tocan en todos lados, ya están. El chabón me decía ‘¿cómo hiciste, Mosca?’. Y yo qué sé, boludo, tuve suerte.”


2 Minutos tocó ante una multitud en el puente de Valentín Alsina junto a bandas de la zona.

A las 18.30, Dos Minutos aparece sobre el escenario del puente. “Un aplauso para la mamá del Mosca”, pide Pablo apenas entran. Después le habla a un viejo que mira todo desde la ventana de su casa. Le dice que mirar desde ahí “es como tener un balcón frente a la cancha de Ferro”. El recital arranca con “Valentín Alsina” y aparece por primera vez una sensación de energía tan grande capaz de voltear todo ante el menor descuido. A medida que pasa el recital, todo es confuso y cada vez más caótico. Al tercer tema le avisan al Mosca que atrás del escenario hay un pibe muy mal, así que pide que la ambulancia que está al fondo, lejos del escenario, se mande hasta ahí. Después, en otro bache, gente de la organización irrumpe para pedir al público que no se tire delante de las vallas porque pueden quedar todos pegados (!). El Mosca aprovecha para saludar a un “amigo colombiano” y preguntarle, con tonada caribeña, “¿Trajiste la falopa que te encargamos?”. El lugar ya se llenó muchísimo, hay 1500, dos mil personas. Muchos miran desde el puente, hacia abajo, colgados de la pared. Los autos y camiones les pasan casi al lado. Uno está parado muy al borde, hace rato que está así. Agita con una caja de Termidor en la mano. Cuando todos esperan que aparezca Ricardo Mollo para pedirle que por favor se baje, el Mosca

lo mira y larga un “¡ehhh!, ¿Y vos ahí? Ese Terminator va como piña, ¿no? Cuidate, no te caigas nomás”. La oda al reviente es un arma de doble filo para Dos Minutos. Algo que puede ser usado a su favor o para caerle a la banda como unos incitadores de estados deplorables. En cada uno de sus recitales es común encontrar pibes jóvenes absolutamente dados vuelta. “Lo vi, pero nunca lo analicé –reflexiona el

“Nuestras canciones son muy alcohólicas, pero también tenemos otras, como ‘Dos Minutos’, que dice ‘respeto y diversión’.”

Mosca-. Yo he quedado en esas situaciones igual que ellos o peor. Hay veces que no llego ni a abrir la puerta de mi

casa. Cualquiera. Es un garrón. Nuestras canciones son muy alcohólicas y somos muy pro todo, es verdad. He visto muchos chicos que nos vienen a ver re sacados. Pero en el ambiente que nos movemos, el sector reventator (dice “reventeitor”) es reducido.” “Un día estaba en una provincia y veo a un pibe adolescente. 17, veinte años, con un tetra en la mano y re mamado en una avenida doble mano. Yo venía y el pibe ‘¡Eh, Mosca, Mosca!’. ‘Pará, loco’, y lo rescato del medio de la avenida. ‘Vení, cachivache, ¿Qué hacés?’. ‘¡Eh, yo quiero ser un cachivache como vos, Mosca!’. Y le digo ‘no, campeón, ponete las luces, mirá cómo cruzaste la avenida’. Ahí dije ‘uy, loco, estamos incitando a los pibes a esa mierda’ (risas). No es todo el tiempo así, pero tenemos nuestras canciones de destruction. Pero también tenemos canciones como ‘Dos Minutos’, que es como un himno, que dice ‘respeto y diversión’. Somos como bipolares en ese sentido.” El pedido por la ambulancia sigue en el puente: “Que alguno de los que está al fondo le avise que venga”, pide el Mosca. Lo repite tres o cuatro veces. Durante “Barricada” el agite es infernal, tremendo. Es una canción con una intensidad inversamente proporcional a su duración. En la parte del “matar, matar, matar, matar” llueven más botellas que nunca, el pogo es monstruoso. Cuando termina el tema, Mosca ayuda

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a un pibe lastimado en un pie a subir al escenario y a pasar al fondo. “Cuidado, chicos, pónganse las luces”, pide. Abajo, todavía cebado, el público se pone a cantar el estribillo de “Nunca seré policía”, de Flema. Después de otro tema de excitación profunda, la banda se queda quieta, mirando para abajo. Hay sensación de tragedia inminente. Los músicos piden, a lo Eddie Vedder, que todos den un paso hacia atrás. De golpe, los plomos sacan a una mina desmayada. El Mosca larga un “y bueno, dale, ya fue”. Pablo dice “dale un vino o una bolsa para que mejore”, y arrancan con otro tema. Durante todo el recital está presente “el Colo de Ciudadela”, un amigo de la banda, que toma el micrófono cada tanto para decir que aguante Dos Minutos, que lo conoce al Mosca desde antes de que se hiciera famoso y que nunca había cambiado. Es un MC improvisado. Lo invitan a cantar en “Ya no sos igual” y el Colo entra muy a destiempo. Se pone a cantar durante la intro. Va embaladísimo por “y se olvidó de pelearse los domingos en la cancha”, cuando el Mosca recién empieza a cantar que Carlos se vendió. La potencia del grupo aplasta la intensidad deforme y desafinada del Colo. Cuando termina el tema hay mucha gente en el escenario, más de quince personas. Cada tanto aparece alguno que abraza al Mosca y canta a los gritos con él. También le convidan

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Termidor y birra. De golpe, el Colo se acerca al mic y tira un “a mí en un mano a mano nunca me ganó nadie”, en tono desafiante hacia alguien del público. Los plomos lo abrazan y se lo llevan por un rato. Enseguida vuelve.

“Mucha gente en el mundo entero conoció Valentín Alsina por nosotros, quiero mi estatua y mi calle.”

El Mosca anuncia que están los pibes de Tukera, otro grupo de Valentín Alsina, listos para tocar. Ponja, el cantante de la banda, pide cerca de diez veces seguidas “un aplauso para los Dos Minutos” y pide perdón por la interrupción. “Pero están en el patio de mi casa, no podía no tocar”, se excusa. Hacen un

set de cuatro temas en menos de diez minutos y se van. Mientras tocaban, los Dos Minutos los miraban en el escenario. Hay cada vez más gente arriba. Al costado, sobre la pared del puente, un tipo de más de cien kilos, en cueros, revolea su remera y se pasa a los tubos del escenario. Mueve la estructura con su agite incesante hasta que alguno de los plomos le hace señas para que salga de ahí. Para el cierre, a las ocho de la noche, arriba del escenario hay cerca de cuarenta personas. Los Dos Minutos son cinco. Cuando el show termina y la banda se baja bañada en un mar de aplausos, unos tres tipos empiezan a las piñas bajo las luces, que aún siguen encendidas. La gente no les presta atención, empieza la desconcentración. Algunos cruzan el puente para volver a Capital. La mayoría encara para el lado del Valentín Alsina profundo. “Aún tenemos un espíritu fuerte, de hermandad”, cuenta Mosca. Reconoce que la banda suena más potente que en las primeras épocas y que en sus primeros tres discos agotaron el mensaje de odio a la policía y al gobierno. “Ahora hacemos punk rock y hardcore hablando de la vida cotidiana, esas cosas, historias que les pueden pasar a cualquiera. Siempre decimos ‘tenemos el mejor trabajo del mundo, hacemos canciones’, y ni siquiera es trabajo, es un placer.”


Por Edgardo Gutierrez

IDEAL DE JUVENTUD Dentro del árbol genealógico del rock se encuentra la manzana podrida, la flor que crece de la basura: el punk. Repasamos el camino que lo llevó a surgir en los setenta hasta instalarse en nuestra región en los últimos años.

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enómeno social, subcultura, implosión juvenil, moda, estilo de vida, ideología y política. Todo esto y mucho más es el punk. En el libro Por favor, mátame (la historia oral del punk) Gillian McCain y Legs McNeil (antiguo redactor jefe de Spin y Nerve) afirman que antes del punk no había ninguna forma que tuvieran los jóvenes para liberar violentamente todo su descontento acumulado. Comentan que musicalmente, salvo algunas bandas, ‘‘el resto del rock and roll parecía odioso. Todo era hippie y no había nada que describiera lo que era nuestra vida’’. Motivados por el aburrimiento y la falta de medios alternativos, McNeil y John Holmstrom crearon una revista que hablaba de los excesos de los muchachos de aquel entonces: Punk, que según algunas de las críticas fue una

revista que marcó el camino estridente de esa juventud que dejaba la oscuridad de los suburbios para ser visualizada socialmente. A nivel nacional, Juan Carlos Kreimer lo decía claramente en la portada del inicial libro Punk, la muerte joven, “la historia del 77, un año que se comió a sí mismo”. Este libro nos marca las coordenadas precias del surgimiento y desarrollo de la movida a nivel mundial: “El silver jubilee es el año cero del punk inglés, el 63-64 fue la beatlemanía, el 66 fue el hippie californiano, el 72 la decadencia rutilante, ‘retro’. Los estudiantes franceses revaloran el poder la imaginación. Para ninguno de estos hay una salvación y el muchacho punk parte de esa premisa. Para el no hay futuro en esta sociedad. Con el pelo largo de los sesenta, occidente aborda

inconsciente una crisis ideológica. De la que no sale. Por eso en la década del setenta, punk quiere decir, básicamente, podrido, inferior, sin valor, marginal, chatarra.” Es posible que el punk como estilo musical y como subcultura sea la conformación de un paradigma generacional debido a que es un subgénero musical y por lo tanto cultural que surge para evitar quedarse con un rótulo tradicional o “clásico” (teddy boys, mods, skinheads) o como en la concepción más romántica (beat/hipster, rockers, hippies). Aunque algunas se encuentran muchos más cercas de esta segunda. Contra muchos de los valores preestablecidos, este tipo de género predica una moda, los punks ostentan de alguna forma una relación muy interesante entre su ropa y la creatividad, la ropa

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sucia, deshilachada, con extraños colores, sin intención de combinación, Yves Delaporte afirma que esta relación es realmente un “acto enunciativo”, a partir de la variación de algunas de sus prendas, (es decir su código comunicativo por excelencia) el individuo recrea su propio estilo, jugando con una capacidad enorme de generar nuevos códigos; “reinventando la técnica del détournement creada por los dadaístas, los punks utilizan, con el fin de vestirse, objetos destinados a un uso completamente diferente: alfileres, prendedores, pinzas para la ropa, espejos de bolsillo, o cuchillas de afeitar que llevan colgando, mallas de nilón para naranjas… piezas o accesorios totalmente disfuncionales gafas sin cristales confeccionadas con alambre, lazos que al atar los zapatos entre sí impiden casi completamente la marcha”. En definitiva, el punk genera su estilo en un verdadero acto de significancia, de forma y sin contenido. O mejor dicho, configuran innumerables formas con un único contenido expresado: impactar, sorprender, incomodar y molestar. En ese sentido, el punk apunta a recrear un mundo de fantasía coronado por crestas, cabellos disparados, coloreados. En su atuendo también hay ideología; cruces cristianas, cruces gamadas, objetos sadomasoquistas de todo tipo. El punk tiene como bandera un eclecticismo total, abocado constantemente a la búsqueda de lo feo y de lo sucio y no como una negación de lo bello, sino un artificio puramente estético. Es por ello que el punk advierte dentro sus filas una serie de elementos ideológicos, desde el nazi radical hasta el extremista de izquierda, este eclecticismo también es ideológico, global y radical. El origen del punk pone de manifiesto todo lo que la sociedad intentaba camuflar bajo el maquillaje de la moda;

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la violencia, la decadencia y la pobreza del orden urbano, sus gestos violentos, diseñado para ahuyentar la mierda fuera de “ellos”. En el caso de las mujeres, las chicas punk han popularizado otra innovación; exagerando el estilo de Eva Braun y los cabarets alemanes de 1938 (Saloon Kitty), convirtieron en ropa de calle la vestimenta de trabajo de las prostitutas profesionales: slips de satén negro, sostenes sin taza, medias de red, ligas, botines con tacón aguja, chalecos de cuero negro pegados a la piel, maquillaje grotesco. Y, como canta Sex Pistols, “para asustar al que pasa”.

Es un caso particular que el punk surja en Jujuy y Salta. Quizás porque esconde en sus venas ese salvajismo que vemos en nuestra región. Todo esto es parte del “decir estético”. Sin embargo, musicalmente hay que reconocer que el surgimiento del punk se establece en Inglaterra a partir de 1975. Londres fue el epicentro, la crisis del petróleo sumada a otros factores habían traído como resultado una importante desocupación, crecimiento de los barrios pobres, falta de respuestas y la perspectiva de un horizonte negro a aquellos sueños de realización que habían sido la meta de las generaciones anteriores. La distancia entre la producción cul-

tural y la realidad a la que se enfrentan muchos jóvenes de la generación de esa época se fue haciendo tan evidente que la grieta comenzó a originar un emergente. Algunos invirtieron el dinero, que les daban en las interminables colas de desempleo, en una guitarra. En los garajes se empezaron a escuchar ruidos, los chicos no tenían ni tiempo, ni dinero para aprender lo que la sociedad quería enseñarles. Las guitarras se convirtieron en fusiles, tenían mucho que decir y para eso no hacía falta tener una voz privilegiada sino todo lo contrario, una voz que gritara realidades.

Punk made in Agentina En Argentina, como todo fenómeno social musical, el punk se genera con años de diferencia del epicentro de producción. Recién en los ochenta se genera el primer movimiento de punk rock en Argentina, bajo un contexto político para nada fácil. Sumo fue una de las primeras en importar el estilo al país, fusionando con otros estilos, como el reggae, e influyendo enormemente en las bandas que vendrían después. Otros de los pioneros en este género musical al país fueron Los Testículos, banda que con algunos cambios, seguiría con el nombre de Los Violadores, que emulaban en sus principios a The Clash. En el reducido ambiente punk de tiempos de dictadura también aparecen Los Laxantes, con Gamexane (futuro miembro de Todos Tus Muertos) en las guitarras, Trixy y Los Maniáticos, Alerta Roja, Los Baraja (con Marcelo Pocavida en las voces). Desde la década del ochenta, con el regreso de la democracia, numerosas bandas de este género fueron apareciendo: División Autista, Flema, Attaque 77, Rigidez kadaverika y Todos Tus Muertos (éstos, más abiertos a la fusión, con estilos como el raggamuffin y el rap). La mayoría


Cadena Perpetua, una de las bandas punk más importantes del país.

de estos nuevos grupos formaron parte de compilados como Invasión 88, y se vieron claramente influenciados por el estilo punk de grupos como Ramones, The Clash y Sex Pistols. El punk en Argentina también se expande al hardcore (HC). Entre las bandas más representativas, como División Autista y posteriormente Massacre Palestina, se popularizó principalmente en los noventa, con el Buenos Aires Hardcore. Los principales exponentes argentinos de este género fueron B.O.D (Buscando Otra Diversión), D.A.J (Diferentes Actitudes Juveniles), E.D.O (Estado de Odio), N.D.I (No Demuestra Interés), con variante Straight edge: XAutocontrolX, Vieja Escuela, y con melódica: Restos Fósiles, Anesthesia (posteriormente Fun People). Si bien casi todas estas bandas se encuentran separadas, llegaron a grabar algunos discos y quedaron registrados en compilados como Mentes Abiertas o Asunto Nuestro, de los sellos Mentes Abiertas y Frost Bite. Muchas de las bandas que aparecieron en la última década del Siglo XX hoy siguen vigentes: Villanos, Cadena Perpetua, Dos Minutos, Expulsados, Mal Momento, Superuva, Bulldog, Doble Fuerza, Gatos Sucios, She Devils, Anarkya Choripunk, El Otro Yo, Mosca y Eterna Inocencia. En Jujuy, la escena del punk es todavía mucho más reciente. En la década

nefasta de los noventa surgen las primeras bandas locales. Con toda una escena motivada desde los grupos nacionales, aparecen Coyas Duros, Genos, Malinche, Juventud Masacrada, Small Place, María Juana, Holgorio, Malaria y los más recientes Moco Verde, entre otros.

El origen del punk pone de manifiesto todo lo que la sociedad intentaba camuflar bajo el maquillaje de la moda; la violencia, la decadencia y la pobreza del orden urbano.

En Salta, la escena se reduce a épocas casi similares. Si bien no hay registros

exactos, la información obtenida desde el fanzine Panorámica Subterránea del No(A) estima que una de las primeras bandas de punk rock surge en el año 2000 con el nombre Desekilibrio Emocional (fusión de las bandas Mala leche y Gorrión). Se los considera pioneros en la escena del punk rock por el gran número de presentaciones en distintos lugares como la capital salteña, Campo Quijano y Jujuy. Aproximadamente dos años más tarde nacen otras bandas del género como Niño Corpiño, K-KA, Sarna, Oxes, Mamba Negra, El zumbido, Casandra, Candado, Calcomanía, Miga, 50 y 50 y Temprana Decepción. Es un caso particular que este subgénero surja en lugares tan tradicionalistas como Jujuy y Salta. En la zona es un fenómeno reciente y que perdura. Aparecen nuevos jóvenes dispuestos a recrear ese sonido. Quizás porque el punk rock recrea, de manera perfecta, el ideal de la juventud, la disonancia con los tiempos adultos. Esconde en sus venas ese salvajismo real concreto y contundente que vemos día a día en las calles de nuestra región. La falta de salida laboral de la Inglaterra de los setenta ha coincidido en muchas oportunidades con la situación argentina. Entonces, el punk puede ser la única bandera que cante y cuente lo que dicen las paredes de las calles, regadas de un no futuro, por donde la mires.

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Por Pablo Choke Torramorell // Foto: gentileza Cachetada de Loco

DESGENERADOS Cachetada de Loco, la banda que vive la fiesta perpetua arriba de los escenarios, trabaja para convertirse en un clásico de Salta. Carnaval, ensayos y un homenaje.

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efinirlos es algo complicado. Son un grupo numeroso. Para ellos mismos es difícil encontrarse quietos en un solo lugar. Una amistad escolar se fue convirtiendo en el pasatiempo musical de pibes con ganas de interpretar canciones con lo que tenían a su alcance. Luego se fueron sumando más amigos con ansias de ocupar un instrumento diferente. Por esos años la intención era otra: divertirse sacando covers. Hasta que la situación les fue mostrando una faceta superior que implicaba dar un pequeño paso adelante. La idea se transformó en un proyecto que parecía encaminarse hacia algo productivo. Buscaron el nom-

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Cachetada de Loco fue una de las bandas con mayor crecimiento en Salta durante 2013.

bre y primero llegó Como piña de loco, para luego convertirse en la cachetada que hoy golpea al cuerdo que pretenda escucharlos. En esos días, bandas como Intoxicados y Jóvenes Pordioseros llamaban mucho la atención. Fue cuando llegaron los afiches caseros pegados en las paradas de colectivos y kioscos barriales, puntos de encuentros de los amigos. Cachetada de Loco, rocanrol artesanal empezó a hacerse notar con una extraña bomba sonriente a punto de estallar en recitales armados casi sin anticipo y con poco público expectante. Fueron ellos quienes ocuparon un pequeño sector destinado al público rollinga, que esperaba, entre birras y fasos, por los recitales, las ceremonias únicas del encuentro. Los miembros que están, casi desde

los inicios, son Pego Alonso (bajista, voz), Aaron Brizuela (baterista, coros) y Charly Pedroza (percusión, coros). Las primeras reuniones datan de principios del 2006 en la casa del baterista. “Tenía solamente una batería de plástico, como la del Chavo del Ocho”, recuerda. Antes de ser el percusionista de rastas, Charly era el que hacía de todo: “Tenía una guitarra pero sabía solamente dos notas. Hacíamos un rocanrol todo el tiempo y nada más”. Con el tiempo fue definiendo su rol y el de los demás. Pego, en cambio, sintió la necesidad de colgarse el bajo. “Usaba una guitarra para tocar el bajo, tocaba solamente las cuerdas graves”. Por esos días, el grupo no se parecía al actual y contaba con Pinky Pierola en primera guitarra.


La banda se presentó en la primera edición del festival Salta Boombox.

Como toda banda que busca el perfil adecuado, tuvo numerosos cambios de integrantes. Era un rejunte de amigos. Pasaron un montón de nombresapodos en busca del segundo guitarrista (“Chaira, José, Cazador, Miroli, Turco”) cuando desde Cafayate llegó Leandro Santos, actual primera viola. Lo conocieron en un recital que Intoxicados brindó en Salta. “Entré a fines del 2007 –cuenta-. Teníamos conocidos en común y un día me llamaron porque les faltaba una guitarra.” Intentando superar la etapa de covers, el quinteto había empezado a componer sus primeras canciones, resultado de las fiestas que terminaban armando en cada juntada: “Salir a rodar”, “Vení vení”, “Ya soy así”, “El Pitufo”. La situación económica no permitió más que la grabación de dos precarios demos caseros, que fueron destinados a sus primeras difusiones radiales o vía internet. Registro palpable había y ganas de continuar el proyecto también, así que la oportunidad se fue presentando sola: la banda salió de viaje a hacer algunos shows por el interior de la provincia y realizó, en noviembre del 2008, un tributo a La 25 que fue, según sus propias palabras, “la clausura de esa etapa del grupo”. Era tiempo de empezar a hacer sonidos nuevos. El rocanrol artesanal ya no sonaría como siempre. “Veníamos haciendo temas propios con otras influencias que nos gustaban, como reggae, ska, cuarteto. Recuerdo que empezamos a tocar con un público que escuchaba rocanrol nomás: abrimos con un tema de La 25 y un tema propio bien rocanrolero y la gente nos aplaudía. Cuando hicimos una canción nueva que no era rocanrol todos se quedaron mirando como diciendo ‘qué les pasa’. Era raro”, dice Pego, evocando el momento del cambio. “Empezó a caer gente nueva al baile. Y nos dimos

cuenta de que nos faltaba un tecladista”. Ahí es cuando Leo propone la incorporación de Iván Cañizares: “Cayó a la casa de Aaron, que es donde nos juntábamos, y nos terminó de comprar a todos cuando hizo las teclas de una cumbia de Damas Gratis.” “¿Quién dice que acá no se baila cumbia?”, gritaba Pego sobre el escenario de La Caldera del Rock 2011. La banda daba sus primeros shows con la incorporación del teclado y sintetizador en manos de Iván y el panorama había cambiado un poco: “En La Caldera nos convocaron para abrir la grilla pensando que éramos una banda rollinga. Abrimos con un chamamé y se armó la fiesta. Después, cuando terminamos y bajamos del escenario, el organizador nos felicitó agarrándose la cabeza por la sorpresa que dimos. Estaban todos enfiestados.”

“Siempre estamos laburando y eso nos da la certeza que lo que buscamos y esperamos lo vamos a tener.” Kevin Johansen alguna vez se refirió a su música como “desgenerada” por la variación de tonos y colores en cada canción, Kapanga invitó al cover desde

sus inicios invocando a la Mona Jiménez, y Los Auténticos Decadentes harían su propia fiesta de quince en cada recital. Poner la música en acción y llevarla a los bailongos fue constituyéndose, de a poco, en un “género” más. Desgenerados, los Cachetada decidieron componer las nuevas canciones con aires renovados y mezclar ritmos de cuarteto, ska, cumbia, rock, rap y metal en cada presentación. De a poco, las puestas en vivo fueron tomando un tinte cuasi teatral y el impacto fue medido en los llamados y convocatorias para festivales o fiestas que vinieron después. “Todos cantamos y hacemos coros, tocamos lo que venga”, reconocen hoy los miembros del grupo, en la pausa de un ensayo previo a una fecha de carnaval. Si algo les hace falta es que sean un número fijo en alguna carpa carnavalesca en plena temporada alta por los meses de enero y febrero. El nuevo sonido estaba consolidándose de a poco con la incorporación de las teclas y los shows lo empezaban a demostrar. Pero la ley de la vida establece, en letras chiquitas, que tarde o temprano uno se va convirtiendo en un ser maduro con responsabilidades. Cuando ese momento llegó, la banda de amigos tuvo su primer quiebre importante. Los tiempos libres dejaron de ser extensos y el estudio y trabajo personal empezaron a ganar terreno. Cuando creían que las cosas podrían salir bien se les fue la primera guitarra a vivir a La Plata para estudiar. “Lo mejor de todo es que esto es una banda de amigos. Cuando se fue el Pinky sentimos que hubo un quiebre grande dentro del grupo. No sabíamos que íbamos a hacer, tuvimos una crisis”, reconoce Pego. Automáticamente, Leo se vio obligado en tomar ese puesto y no le fue sencillo: “Fue en desafío re zarpado por-

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que pasé de hacer bases como segunda viola a ser la primera. Tuve que empezar a buscar recursos: recuerdo que me compré una pedalera para la viola y a los dos meses todavía no sabía cómo usarla”. Tras meses de incertidumbre ingresa Sergio “Checho” Salinas en el rol del guitarrista que faltaba. Debuta a lo grande durante el 2012, cuando Cachetada viajó a Jujuy para tocar junto a Karamelo Santo. De ahí en adelante se estabilizaron y continuaron probando suerte en cada tocada: “Empezamos a vivir cosas re locas.” Contrariamente a lo que se podría pensar, los primeros meses del 2013 no tuvieron productividad alguna para la banda. Estaban todos, nadie se había ido, pero las obligaciones personales de cada uno los llevaron a dejar de ensayar y tocar en vivo. “No había ganas de hacer algo porque teníamos otras ocupaciones”, cuentan. Carreras universitarias avanzadas, trabajo y paternidad conjugaron una mala pasada para el primer semestre de ese año. “Lo arrancamos mal, pero lo terminamos perfecto”, sonríen al recapacitar todo los que les sucedió luego: escenarios importantes en marcos de festivales de primera línea, renovación de ideas que crearon nuevas canciones, y el desafío de transformar una canción del Cuchi Leguizamón al estilo propio del grupo. “Vencimos esa pachorra y nos pusimos las pilas: sacamos temas nuevos en los

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ensayos, empezaron a caer fechas importantes, como la que hicimos en la Casa de la Cultura, tocar temprano para mucha gente en el Salta BoomBox, compartir escena con La Franela en un Teatro Provincial colmado de personas, las tradicionales fechas en Cafayate, boliches.”

“En La Caldera del Rock 2011 nos convocaron pensando que éramos una banda rollinga. Abrimos con un chamamé y se armó la fiesta.” Durante el ensayo hacen la canción del Cuchi que transformaron para el disco homenaje de Rock Salta, próxi-

mo a salir. Un reggae dub con carnavalito que deciden interpretar tres veces más para ajustarla al máximo. Luego hacen un par de retoques en un tema viejo dedicado a un antiguo amor adolescente y terminan la jornada haciendo lo que mejor les sale: jugar con los ritmos. Casi improvisadamente, el tecladista dispara el riff de un clásico bailable popular y el resto empieza a seguirlo haciendo lo suyo. Ya tienen un tema más para interpretar en el show venidero del carnaval norteño. Suenan muy ajustados e impecables, como casi nunca. En vivo, a veces, cuesta entenderlos por fallas aleatorias del sonido. “Tenemos un bardo al momento de tocar porque somos seis músicos y los escenarios disponibles en los bares son muy diminutos y nos quedan re ajustados. Encima ahora tenemos más equipos y es un bajón, porque en el ensayo logramos sentirnos distintos a cuando estamos por tocar”, intenta no renegar demasiado Leo. ¿Desgenerados o de difícil definición? No importa. Al momento de pensarlo eligen tener diversión para rato mientras siguen tocando. “Siempre estamos laburando y eso nos da la certeza que lo que buscamos y esperamos lo vamos a tener. Así va siempre. Cachetada es un poco de la esencia de cada uno. Un poco de la locura de cada uno. Y esto se nota en cada ensayo y cuando estamos arriba de un escenario.”




FIESTA POPULAR

Durante tres días, Santa María de Punilla volvió a convertirse en la capital del rock argentino. Con recitales épicos y un clima exigente, los artistas y el público reeditaron una celebración que ya es histórica.


DÍA 1

JINETES DE TORMENTA Por Eduardo Pece // Foto: Constanza Juan


La fuerte lluvia y la baja temperatura transformaron en épica la primera jornada. Se destacaron Skay Beilinson, la aparición sorpresa de Viejas Locas y la posterior colaboración de Pity con Charly García.

C

ientos de adjetivos se pueden volcar a favor y en contra del Cosquín Rock. Como las pasiones argentinas, el festival admite muchas miradas, pero la realidad es que año a año es el evento rockero donde hay que estar. Al igual que en 2013, la coincidencia con el fin de semana de carnaval le dio un gustito extra en lo festivo y lúdico, asentando esa idea de feria que le sienta muy bien: juegos como la vuelta al mundo y el pogómetro, actividades, carpa de circo y más. De todas maneras, la asociación con el carnaval no pasa de eso y no tiene ni un poquito de lo que se vive en el Norte por esas fechas. La realidad es que la organización busca la llegada de un número mayor de viajantes de todo el país, que seguramente por cuestiones laborales les sería difícil asistir sin los dos feriados nacionales mediante. Pero a favor de la sinceridad, el grueso del público es de estudiantes universitarios y secundarios que buscan darle diversión a su verano. Un buen termómetro para saber que la idea está funcionando es que no hubo diferencias notables entre fechas ni en precio ni respecto a la asistencia de público, y fue récord la preventa de abonos, según informo la organización. “Hay una realidad, el precio de entradas no resiste artistas internacionales, y si nosotros pudiésemos subir un día excepcionalmente la entrada, tendríamos que estudiar qué otras cosas tendríamos que sacrificar y si realmente vale la pena. Es algo que venimos discutiendo todos los años”, le contaba José Palazzo al diario cordobés La Voz. Bajo un sol por momentos azulado y en otros gris, el pueblo de Santa María de Punilla, fue tomando en su primer día el color característico de las remeras negras, las carpas, los puestos de los vendedores y el humo de las parrillas. A esto hay que sumarle una mayor propuesta en cuanto a paradores, varios de ellos con bandas reconocidas del under, bares y negocios que acapararon las inmediaciones antes de llegar al pequeño y famoso puente que da para el aeródromo. La tarde del sábado encontró a miles de chicos avanzando por el camino que conduce al predio. Allí se podían divisar mini escenarios donde bandas emergentes mostraban lo suyo, en medio de los primeros puestos de bebidas y comida. Así recibe Cosquín Rock a todos, con música en vivo. El grueso de la gente llegaría ya caída la noche, pero los tempraneros pudieron disfrutar de la apertura en el esce-

nario principal, que fue la delicia de los fotógrafos, con bandas como Cirse. La cantante Luciana Segovia llama la atención al instante con su pelo violeta, ojos maquillados del mismo color y tatuajes, más allá de la propuesta de punk alternativo que practica el grupo. Por su parte, la Armada Cósmica viene creciendo, apoyada por las principales marcas, se los pudo ver en Salta en el Personal Fest Verano. Con look andrógino y canciones de estribillos eléctricos radiales, su guitarrista y vocalista Daland Gutiérrez tiene grandes rasgos de su padre Juanse y la parodia: Pomelo.

El Domo se transformó en una necesaria bocanada de música nueva. El punto destacado fue Guauchos, una de las bandas más mencionadas del país.

Los que se acercaban al puesto de informes podían obtener sus pulseras para el promocionado estreno de El alucinante viaje de Patricio Rey en la Carpa Pepsi, alguna de las cuatro funciones de Fuerzabruta, un viaje en la tirolesa y demás juegos. Además de conocer la grilla y los horarios, al costado del puesto una de las pantallas sería la encargada de anunciar los horarios restantes para algunas bandas y la gran sorpresa del festival, Viejas Locas, actuaria cerca del final en el escenario temático. El tema de los horarios merece un párrafo aparte y es que en cada fecha la mayoría de ellos se vieron alterados. Los reajustes son entendibles, pero si Cosquín Rock quiere ser considerado entre los primeros a nivel Sudamérica y mundial tienen que respetarse la entrada y salida de las bandas y artistas,

sobre todo cuando son publicados y difundidos en los días previos. Desde que se abrieron las puertas y hasta los últimos rayos de sol, el Domo de Tarjeta Naranja, un pequeño lugar para aproximadamente 150 personas, se transformó en una necesaria bocanada de música nueva. Fueron propuestas distintas a lo que habitualmente suena en CR: bandas cordobesas como Paris Paris Musique, con un pop sofisticado; De la Rivera, funk ganchero de gran factura, e Hipnótica, que con sus atmosferas dulces mostraron la cara del indie argento, tan en boga últimamente. El punto destacado en este primer día fueron los Guauchos, banda formoseña que posee el espíritu del folclore santiagueño de vanguardia al cual le suma una promesa psicodélica. Pago, su disco editado en 2013, fue de lo mejor del año pasado y los transformó (por lo menos entre el periodismo especializado y melómanos) en una de las bandas nuevas más mencionadas del país. Con una capacidad mucho mayor, el escenario Hangar tuvo la propuesta de bandas cordobesas en su primera fecha, de las cuales destacaban con especial atractivo Los Cocaleros y The Chiken Faces. Durante la jornada, varios curiosos o seguidores de las bandas en cuestión se llegaron al Hangar cercano a los bares y puestos de comida, y al sector donde estuvo ubicada la muestra de murales y de fotos, ambas exhibieron una gran calidad. El problema que tuvo este escenario fue la total ausencia de horarios e información clara de las actuaciones de cada uno de los grupos. Se sabía el orden pero no los horarios, la única que quedaba realmente era preguntarle al sonidista ubicado a uno de los costados de la entrada. El escenario temático, dedicado nuevamente al rock barrial, fue el lugar donde se depositó todo el sentimiento que dejo la tragedia de Cromañón. Un inflable gigante con forma de remera y un puesto para juntar firmas seguían la lucha que promulga Justicia Callejeros Inocentes. Recordamos que los músicos fueron condenados a prisión y están hace más de un año privados de su libertad. Todas las bandas se refirieron a esto en su paso por el escenario, siendo Culpables de este Sentimiento y Ojos Locos (con dos ex CJS en sus filas) los principales voceros sobre el tema. La Beriso, la banda de Rolo Sartorio, confirmó su buen momento. El año pasado llenaron el Luna Park y ya planean giras por distintos puntos del país, llegan al NOA en abril. “Vamos a hacer

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una chacarera ya que lo tenemos a León del otro lado”, dijo el vocalista, antes despacharse con “El éxito”. Haciendo el ejercicio de cerrar los ojos, la banda se revela como una copia de Callejeros, que ya era copia de otras tantas bandas. Los rosarinos de Cielo Razzo se apoyaron en la gran rotación que tuvieron los cortes de su disco Sideral, editado el año pasado, y sumando clásicos, dieron un buen show. Junto con El Bordo, próximos a sacar un nuevo y ambicioso material con impronta Foo Fighters, fueron lo distinto y lo mejor que pudo brindar el escenario temático. Por esas horas, en el escenario principal, Iván Noble repasaba temas de su carrera solista y recordaba algunos éxitos de los Caballeros de la Quema, banda que se merece un regreso a pesar de que sus integrantes ya estén en otros asuntos. León Gieco cambió acompañantes y en lugar de actuar con los numerosos uruguayos murgueros de Agarrate Catalina, lo hizo con el trío punk Infierno 18, emulando con ellos el repertorio y el concepto que quedó grabado en el disco Un León D-mente. Sonaron entonces versiones distorsionadas de “La memoria”, “Pensar en nada”, “En el país de la libertad” y “El ángel de la bicicleta”. Cada tema fue muy aplaudido y el trovador se mostró muy contento: “Este año me tocó estar en los dos Cosquín. Es un mérito”. Misteriosamente, su actuación terminó antes de lo planeado. Allí fue cuando todo el escenario principal adelantó su horario. Los renacidos Illya Kuryaki & The Valderramas fueron lo distinto de la fecha. Lo suyo es como si una nave espacial hubiera aterrizado en el aeródromo y los sonidos del grupo fueran del futuro. Decididos a hacer saltar a todos tiraron canciones clásicas (“Jugo”, “Latín Geisha”, “Expedición al Klama Hama”) y varias del disco Chances (2013) como “Helicópteros”, “Yacaré” y “Funky futurista”. La emoción y el recuerdo a Luis Alberto llego con “Águila Amarilla” y la gente coreando por el gran poeta que tuvo el rock, mientras fotos suyas ocupaban las enormes pantallas led del escenario. El dúo, plagado de importantes músicos en el grupo, como el reconocido productor Rafa Arcaute en teclados y el local Pablo González (ex Sur Oculto) en batería, se despidió con una renovada versión de “Abarajame”. Volviendo al escenario temático, un telón blanco se corría para dar paso a Viejas Locas, que mediante algunos temas no tan radiales del grupo como “El árbol de la vida” y “Hermanos de sangre” iniciaron su show sorpresa, mientras las primeras gotas de lluvia empezaban a caer constantemente en el predio. En su balbuceo de declaraciones y por la forma de cantar se pudo a ver a un Pity lejano de los tiempos de lucidez

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y con una voz muy desmejorada. Hicieron varias canciones de Intoxicados como “Se fue al cielo”, olvido de letra mediante. Y es que finamente el doctor tenía razón y mucho rock and roll puede hacer mal. Poco parece importarle a sus seguidores que cantan las canciones y mueven las banderas que impiden ver el escenario a la gran mayoría del público.

Fue sumamente difícil entender lo que cantaba Charly. Cuando al escenario subió Pity Álvarez para versionar “La sal no sala”, todo llegó a un extremo incomprensible.

Pasadas las 22 daría inicio una de las mejores actuaciones del festival, y lo destacado del primer día. Skay Beilinson y Los Faquires mostraron su gran poder en vivo y regresaron al festival luego de dos años de ausencia. En medio de una lluvia que no dio tregua y mojó a todos, incluidos los músicos, que perdieron algunos pedales y equipos, los temas del ex redondo encendieron las cabezas de quienes piensan que lo suyo es la continuación de la mística ricotera. Apoyándose en sus compañeros de banda y dejando casi relegada de protagonismo a su Gibson SG roja, Skay relata historias de viajes y aventuras de una vida nómade en temas como “Tal vez mañana” y “Suelo chamán”, tal cual explicó en la revista Rock Salta 15. Como si la épica de lo visto hasta entonces no bastara, a mitad de show Skay se calzó la electroacústica y en solitario se acercó a la punta de la pasarela. En medio de la gente, que por ese entonces eran miles y miles, regaló dos hermosos blues de su autoría y un repaso en clave guitarrazo por uno de los temas más viejos de los Redondos: “Mariposa Pontiac”. Momento imborrable. Más tarde volvería la disposición y

toda la fuerza a sangre de una banda que rockea como pocas. “Aves migratorias”, “Flores secas” y “El redentor secreto”, repasando entonces sus cinco discos editados hasta la fecha. Resultó innecesaria la interpretación de “Jijiji”, a pesar del gran pogo. Resulta forzado viniendo de un artista que se logró despegar de esa mochila. De todas maneras la alegría se podía ver en la cara de la gran mayoría. Para la despedida llegó “Lejos de casa”. Con la temperatura muy baja y mucha gente de remera o con delgadas camperas y buzos empapados, la espera por Charly García se hizo notar. En el temático, Los Gardelitos mostraron muchos temas viejos en esta nueva vuelta a las raíces del grupo que prepara disco para lanzar en este 2014. Con un terreno embarrado, y el frio cada vez más punzante, varios eligieron refugiarse en la carpa donde comenzaban a desfilar los primeros DJ de la fiesta electrónica, que se suponía iba a durar toda la noche. Un pibe con remera de Pappo estaba acostado en el piso, mientras otros bailaban con el punchi punchi a unos pocos metros, generando una cómica postal. Charly llegó varios minutos después de lo anunciado, pasada la medianoche, pero con la suerte que caracteriza al bicolor la lluvia dijo basta y su show no sufrió lo que el resto de los artistas antes. Con su banda habitual repasó éxitos de todas las épocas, sin salirse del guión que suelen ser sus shows en vivo desde su regreso. Se lo pudo ver más flaco, aunque regordete de cara y de muy buen humor, a pesar del altercado con el pequeño drone que tomaba imágenes desde el cielo y que no fue para nada de su agrado. Su voz (gran tema de discusión), se vio fuertemente acompañada por los coros de Rosario Ortega y el resto de sus compañeros. En un par de oportunidades le cambiaron el micrófono, pero lo cierto es que fue sumamente difícil entender lo que cantaba. Cuando al escenario subió Pity Álvarez para versionar “La sal no sala” todo llegó a un extremo incomprensible. Su contraparte fueron las acertadas intervenciones en los distintos pianos y teclados dispuestos en el escenario, lugar donde su genio sigue despuntando. Rara fue la participación de Nito Mestre, el cual aparentemente salió vía Skype por las pantallas, para interpretar “Instituciones”, de Sui Generis, cosa que no quedó del todo clara, pero que le dio un sabor extra al show que se extendió hasta pasadas las dos y media de la mañana. Mientras, La 25 se extendió en su cierre del escenario temático para alegría de sus seguidores y pasando desapercibida para el resto, que abandonaba el predio, desandando un camino sumamente oscuro, buscando algo para comer, ropa seca y descansar.


Foto: Pedro A. Mena // Edición: Esteban Igarzabal

Por Alejandro Wierna

EL RICHARD DE LA GENTE

El domingo, Cosquín Rock se vistió de negro para una excelente jornada metalera en la que sobresalieron Carajo y los imbatibles Almafuerte.

DÍA 2


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espués del fuerte castigo que propició el clima durante el punto más álgido de la primera jornada, el día dos de Cosquín Rock encontró al público cargado de incertidumbre acerca de cómo se desarrollaría todo. El barro era un hecho, pero la grilla indicaba un fuerte recambio de géneros que se comenzaba a palpitar ya desde las inmediaciones al predio. Con tímidas apariciones de una leve resolana, sólo restaba confiar y tratar de ingresar temprano para poder administrar bien las dosis de emociones a lo largo de la extensa oferta del día. Sin dudas, el atractivo principal que definía la fecha, que asimismo es una virtud en este festival por encima de todos los que se llevan a cabo en el país, era la posibilidad de ver una plaza enorme, y bien equipada, donde muchas bandas de metal encontrarían un espacio que le hiciera justicia a este estilo tan ninguneado. El escenario temático ofrecía un dossier de nada menos que trece grupos. Seguramente se trató de la grilla más variada de esta edición, donde convivieron a lo largo de 800 metros proyectos tan diversos como cantidad de público presente. Por el Domo Naranja pasaron Roma, la nueva banda de Sergio Munich (ex Infierno 18), y Pilotos; acaparando un público joven que se apresuraba a ingresar al predio para acopiar la mayor cantidad de shows posibles. Le seguirían Intrépidos Navegantes y Ministerio de Energía, con un repertorio cancionero de baja fidelidad que jugaba muy bien con la impronta del lugar y las pantallas dispuestas. El punto de quiebre lo hizo Zulú, con una propuesta hip hop bastante bien lograda. Mientras una base fija de instrumentos se permitía pequeñas explosiones cargadas de efectos, dos muchachitos rapeaban dejando todo sobre aquel colchón sonoro. Realmente supieron aprovechar el espacio y pegaron fuerte. Cayendo la noche sobre los vértices redondeados de la estructura modernosa del Domo, se proyectó el documental Cisma, del realizador Julián Lona, donde se propone un acercamiento hacia el vínculo entre la industria musical y la tecnología. Cerraría la tarde la banda rosarina Indios, quienes tuvieron un crecimiento paulatino y sólido hacia algunas regiones del país, pero encontrándose aún a medio camino de un trayecto largo. La cuota punk del festival ganó un pequeño terreno durante este segundo día, y los tres representantes del género pasaron por el escenario principal durante las primeras horas. Se trató de los locales Jotes y Astenia, y de Jauría. Si bien la banda de Ciro Pertusi y los hermanos Ambesi sigue en tren de presentación de Libre o Muerto, aprovecharon el set para hacer un pequeño recorrido por los dos discos que poseen.

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“Indios Kilme”, y “El poder nuestro es” (canción de Dragon Ball Z grabada en su última placa) fueron los momentos más celebrados por el público que comenzaba a ingresar al predio y se apresuraba por acercarse al escenario. Durante el show de Eruca Sativa (uno de los tres que tuvieron a lo largo de toda la grilla), la lluvia volvió al ruedo con una corta pero estrepitosa aparición, lo que hizo que se redistribuyera el público desde los espacios al aire libre hacia las carpas y galpones que más a mano quedaban.

Se trató de la grilla más variada de esta edición. A lo largo de 800 metros convivieron proyectos tan diversos como cantidad de público presente. Aunque desde lejos (y con mucha ignorancia) pueda verse todo muy homogéneo, la diversidad en el circuito de bandas de metal en Argentina es mucha, y eso se pudo apreciar en el escenario temático. Aceptando que la lucha del género es muy lenta, se entiende que en la mayoría de los casos sus representantes sean unos viejos chotos. Y eso está muy bien. Se los quiere, se los entiende y se los defiende así. La incorporación de proyectos diferentes, que abran su sonido de lo clásico y comiencen a ofrecer matices nuevas es muy bien recibido, y hasta elogiable; pero del eterno revival parece no poder salirse con facilidad. En tren de todo esto, el homenaje a Riff planteado por Viticus fue muy convocante y regaló un momento maravilloso para las generaciones más contemporáneas. Hicieron los nueve temas que componen Ruedas de Metal, en el orden del disco, y sumaron “Que sea rock” y “El forastero”. Un rato antes, Rowek (la banda de Gustavo Rowek) había hecho lo propio, con las mismas armas, al tocar cuatro covers de V8: “Destrucción”, “Cautivos del sistema”, “Muy cansado estoy” y “Brigadas metálicas”. Los brasileros Angra también generaron cierto revuelo de ansiedad en las huestes que soltaron anclas desde temprano. Con un sonido arrasador y una

potencia única en guitarras y batería, de a ratos parecía no poder llegar a la plenitud por parte de Fabio Lione, quien mostró un notorio desgaste en la voz. Así y todo, se permitieron lucir clásicos infaltables como “Angels Cry”, “Gentle Change”, y por supuesto, “Carry On”. Otras bandas que dieron forma a la tarde, desde temprano, fueron Mastifal (quienes tal vez deberían tocar en un horario mejor), Plan 4 y Lethal. En la edición 2013, Carajo formó parte del escenario alternativo y demostró que tenía pasta para un público mucho mayor, y en un horario más central, ya que su paso no resultó nada inadvertido. Este año la producción lo entendió así, y pudieron dejar plasmado el excelente momento en el cual se encuentran como músicos (tanto individualmente, como en conjunto) al tocar en el escenario principal. “Ácido”, “Shock”, “El error” y “Sacate la mierda”, fueron algunos de los temas que tocaron en su corto pero potente set de una hora. Abrigados y con todos los equipos tapados por plásticos impermeables (ya que en ese momento la lluvia molestaba bastante) dieron un show realmente demoledor. Catupecu Machu fue una de las bandas que mejor pudo capitalizar el ingreso masivo del público. Tocando en un horario privilegiado, desplegaron su set plagado de hits, covers y reversiones extendidas de canciones que garantizaban la posibilidad de poder deformarse durante varios minutos. Con algunos problemas de sonido, pudieron remontar muy bien la tarde. Recibieron la llegada de la noche con un final explosivo gracias a su clásico “Dale!” estirado hasta el hartazgo, con pogos mediantes, la aparición de su tecladista Macabre al micrófono, para cantar “Blitzkrieg Bop”, y retomar un cierre de la canción con Eruca Sativa de invitados. A esa altura de la noche, los horarios pactados realmente se habían desfasado muchísimo. Incluso con adelantos, lo cual ocasionó muchas molestias y confusiones para alternar entre un espacio y otro. Durante un tiempo se detuvo la simultaneidad y los intentos por equiparar los sets se hicieron evidentes. Debe tenerse mucho cuidado en este aspecto, ya que una falla ocasiona muchas otras. El cierre de ambos escenarios estuvo a cargo de Horcas y Almafuerte en el temático, y Las Pastillas del Abuelo y Las Pelotas en el principal. La banda de Walter Meza demostró una convicción inmensa por sus estandartes nacionales. Con un sonido muy contundente, dio un show intenso ante una masa interminable de personas que ovacionaba y arengaba por más. La trilogía “Argentina, tus hijos”, “Solución suicida”, y “Esperanza” estimularon al público y los predispusieron para la espera enardecida de Almafuerte.


Foto: Eugenia Díaz Calle 13 fue uno de los números más convocantes del festival.

La banda es tan esperada como el show aparte que brinda El Richard de la gente. Con una extensa lista de temas y un repertorio cómico suicida de Iorio, la fluidez fue única. Estuvieron presentes clásicos como “A vos amigo”, “Convide rutero” y “Toro y pampa”. Todo esto mechado con un cover de Hermética (“Tu eres su seguridad”) y una pequeña isla acústica donde el Tano Marciello demostró quién es, y por qué son un trío de instrumentos con cantante (algo que recalcaba Iorio todo el tiempo elevando tres de sus dedos y haciendo aquella jugarreta de “son muchos porque les da vergüenza”). De todas formas queda dando vueltas aquel deseo de saber qué pasaría si hubiera una guitarra más a la hora del vivo. En el otro escenario, Las Pastillas del Abuelo plagaron de banderas el norte del predio y se despacharon con un set de quince canciones. La masividad de su público realmente shockeaba a todos. Las Pelotas dieron el cierre oficial de la noche, con un set larguísimo que recogió canciones de toda su discografía y plantó su localía al ser la banda con presente perfecto en el festival. Tuvo invitados y sus momentos culmines estuvieron en “Shine”, “Si quisiste ver”, “Será”, y “Capitán América”. Levantaron dos bises y se despidieron a todo trapo con el Negro García López y Fernando Ruíz Díaz en “El ojo blindado”.

El Hangar Hay que mencionar que el sonido de este escenario estuvo a la altura de las circunstancias y que como opción para grupos de convocatoria mediana es muy válida. Pero para esta segunda fecha tampoco existió indicación alguna que ayude al público a tomar conocimiento de qué era lo que estaba pasando allí adentro. Sin horarios en puerta, ni brindados en ningún lugar, el galpón se convirtió en un granero aparte, donde tocaban bandas (en su mayoría desconocidas para el público) al paso. Un paisaje que combinaba con el tinglado de la par donde se mostraban fotografías.

La carpa más divertida Una propuesta muy interesante fue la de ofrecer un espacio que se permita pasar dos documentales trascendentales (uno del Indio Solari y otro de Hermética), y sea el marco ideal para la presentación de Favio Posca y una expresión teatral atrapante. Al día siguiente lo repitieron en un lugar más chico y se quedaron cortos de espacio. En esta misma carpa se desarrolló la Glamnation Party, que garantiza desde hace tiempo en Buenos Aires diversión en clave de fiesta. Sin demasiadas preten-

siones más que alegrar, la mixtura del rock & roll (con La Naranja y Viticus, que tocaron nuevamente pero canciones propias) con el hip hop (Magum Mefisto), y una banda que toca versiones en español de las canciones que le gustan a todo el mundo (Coverheads) fue una clave implacable. También formaron parte de esa noche Connor Questa (ante un lleno total) y la banda del Negro García López. Por Eduardo Pece

EL AGUANTE Calle 13 regresó a Cosquín Rock, luego de su paso en 2012, como uno de los grandes del festival, transformado en la actualidad en uno de los grupos latinos más importantes. El show del grupo puertorriqueño en las sierras fue el tercero de una gira mundial iniciada recientemente, luego de un año de parate donde estuvieron abocados a la creación de MultiViral, su nuevo disco. En su hora de show repasaron principalmente los éxitos que les trajo Entren los que quieran (2010. La masa de gente llegaba mucho más allá del mangrullo de sonido, transformándose en los artistas con más convocatoria del festival.

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Por Gonzalo Quispe // Foto: Constanza Juan

EL SOL PARECE LLUVIA Con un escenario reggae de gran convocatoria y un Andrés Ciro incansable, Cosquín Rock se despidió hasta el próximo año.

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l último día del Cosquín rock suele ser el más reducido de la grilla. Aprovechando que las nubes dejaron ver el sol, el festival se desarrolló en plenitud y sin contratiempos. Por eso, a las tres de la mañana del martes y con baja temperatura, un incasable Andrés Ciro cerraba una velada de doce horas de incesante rock y condimentos varios entonando con armónica el “Himno Nacional Argentino”. Pero vayamos al comienzo. Desde las tres de la tarde se subieron a escena 4 al Hilo, Pezones Cardozo y los cordobeses Juan Terrenal (¡participaron de la apertura del festival en 2001!), mientras unos pocos fanáticos se acercaban a las distintas participaciones. A la hora del té o una cerveza helada, Micky Rodríguez se presentó junto a su banda La Que Faltaba, a caballito de los inoxidables hits como “Fantasma”, “Como Alí” o “El balneario de los doctores crotos”. El otrora bajista piojoso hizo cantar a los muchos presentes, a pesar de la temprana hora. Varias camisetas de Belgrano se levantaron entre el público para vitorear a César Picante Pereyra, quien fue invitado a tocar “Con mi flor”. El delantero celeste acompañó en guitarra acústica y coros, y a pesar de su introvertida participación se llevó aplausos, muchas fotos y alguna que otra nota radial. Gracias por tanto y perdón por tan poco, podría resumir el set. Con los últimos rayos de sol hizo su debut en el escenario de Cosquín Rock el santiagueño Raly Barrionuevo, una de las excepciones saludables al festival. Aunque del riñón folclórico, su impronta y postura combativa están más cercanas al público de rock. Sin mucho preámbulo abrieron el set con la chaca-

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rera “Alma de rezabaile” y las primeras palabras del cantor: “No me quiero adjudicar un poder místico, pero venimos de tocar en 32 festivales y nunca llovió, así que esperamos que ésta no sea la excepción”. Con buena aceptación siguió trazando con canciones como “La chacarera del exilio” y se animó a parodiar a Peter Capussotto (“¡Esta canción habla de fasssso!”) al momento de presentar el reggae “El sol parece lluvia”. La actuación de Raly estaba pautada en unos cuarenta minutos, pero extrañamente no llegó a la media hora e hizo saber su desencanto: “Alguien decidió que no somos tan importantes, así que tenemos que tocar sólo cinco temas”. De todos modos, se despidió rockeando a su manera: “Aprendimos a quererte desde la histórica altura. Donde el sol de tu bravura le puso un cerco a la muerte”: la primera estrofa de “Hasta siempre, comandante” hizo corear a todos quienes presenciaban su show.

José Palazzo confirmó las fechas de la edición 2015: 14, 15 y 16 de febrero. El escenario le abría paso a Salta La Banca para que plantasen bandera, dicho esto literalmente: abajo alzando los

trapos llegados desde los barrios porteños e interior; arriba Santiago Aysine disparando todo tipo de consignas que resultaba un mapa de luchas: la libertad de Callejeros acusando a un estado ausente, la búsqueda de Luciano Arruga, la trata de personas, la instalación de Monsanto y la multinacional Chevron. De música apenas una fórmula de rocanrol y vientos ya probada detrás de las canciones de Visceral, su reciente producción: “Heidi”, “Mejillas de amapola”, “Tan blanca, tan azul” y para despedirse con el ¿hit? “El relato”. Al borde del escenario, Aysine se despachó con un previsible “¡Se puede soñar sin transar, aguanten las bandas independientes loco!”. Ya casi de noche y ganando escalones en la grilla, Guasones disparó una batería de canciones que ¿todos? sabemos: “Farmacia”, “Cien años”, “Heaven or Hell”, “Baila baila”. Aún sin disco nuevo, el show se refugió en sus clásicos y resultó figura repetida a sus presentaciones anteriores. Sus fanáticas estuvieron de parabienes. Mientras sonaba “Reyes de la noche”, la gente deambuló buscando otras opciones en los escenarios. Fuerzabruta cumplía con igual suceso sus ¡doce! presentaciones a lo largo del festival, con cuatro funciones diarias. En la carpa Pepsi Music se llevaba a cabo un show acústico de Eruca Sativa y en el Domo, Favio Posca presentó su unipersonal, un espectáculo preparado en especial para el festival, donde el capocómico hizo delirar al público con sus incorrecciones y extravagante propuesta a lo largo de una hora incasable. La carpa lució colmada hasta el encierro casi veinte minutos antes del comienzo.


Ciro brindรณ un show de mรกs de tres horas en el cierre del festival.

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En el escenario de la telefónica Movistar, el turno fue del reggae, donde hubo destacadas participaciones de Kameleba y Zona Ganjah. El ítalo Alborosie no pudo ser de la partida (por problemas en el vuelo a Córdoba) y su lugar quedó ausente. Fue entonces del turno de Dancing Mood, en el mejor momento de la noche. La big band de Hugo Lobo se despachó con un gran show que hizo a bailar a todos cuando el frío comenzaba a sentirse en Santa María de Punilla. Las permanente arengas de Lobo con su público fueron de pleno disfrute: “El que no hace palmas es un rati policía”, “¡Quiero que gedan los gedes!”, “Un aplauso para ustedes, vieja. Fue un placer”, con su estilo descontracturado fue ideal para complacer a todos con el clásico “Police Woman”, que incluyó un popurrí que sumó a “Pasos al costado” (Turf), “Yo no me sentaría en tu mesa” (Fabulosos Cadillacs) y “Vamos las bandas” (Patricio Rey), entre otros grandes éxitos. Dread Mar I y Nonpalidece concluyeron sus actuaciones mientras la noche se ponía fresca y la asistencia bajaba sensiblemente. De todos modos, el escenario rastafari tuvo un pico de convocatoria por encima de los temáticos rock y heavy, por lo cual sigue ganando la pulseada frente al postergado punk. En el escenario principal, los uruguayos La Vela Puerca tomaron la posta. Siendo ya un número puesto, Sebastián Teysera y Cebolla Cebreiro siguieron explorando los temas de Piel y Hueso y A contraluz, los discos que fueron el núcleo del show. “Llenos de magia”, “Colabore”, “La teoría” y “Zafar” funcionaron de resortes ante una verdadera multitud. Entre la marea de gente, una historia particular: David Morquecho, un mexicano del DF recién aterrizado en el país y fanático hasta la médula del rock del Río de la Plata contaba su experiencia de llegar al Cosquín Rock y disfrutar de La Vela Puerca: “Venir de otro lado, encontrarme en un pogo así de grande, así de pasional, efusivo y agitador, con un show de la puta madre, y en un lugar con tanta historia... No puedo expresarlo tan definitivamente,

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pero para mí fue el mejor show, con el respeto a todo el rock argentino y que lo amo de corazón, pero la lista, la banda y la gente se llevaron el festival”. Aún con constantes críticas hacia adentro, el rock argentino tiene su lugar valioso en la música de Latinoamérica.

El escenario rastafari tuvo un pico de convocatoria por encima de los temáticos rock y heavy. Sigue ganando la pulseada frente al postergado punk.

En la Sala de Prensa, al momento que La Vela Puerca cerraba su setlist, José Palazzo cabeza del festival, a modo de balance aportaba algunos números: cerca de120 mil personas en convocaría de las tres jornadas, la certeza del éxito en la puesta de escenarios alternativos, la exitosa actuación de Favio Posca (prometió ir por Roberto Pettinato), el mérito logrado con la experiencia de los ecovasos (aún no del toda resuelta en el elevado costo y el retorno de los plásticos) y de la dura tarea del personal técnico y de armado con tantas precipitaciones, antes y durante las veladas. Sin un almanaque en mano, se animó a confirmar a los carnavales de 2015 (serán 14, 15 y 16 de febrero) como la fecha en que se desarrollará la decimoquinta edición del Cosquín Rock. Entre tanta postura del aguante, trapos, agite y futbolización fue el turno de los aclamados Babasonicos. Con

Romantisísmico aún flamante, Adrián Dárgelos y compañía salieron a brindar una fiesta insuperable de una hora de duración con las nuevas canciones (“El baile de Odín”, “Los burócratas del amor”, “Aduana de Palabras”) y los consagrados que los elevaron a la celebridad (“Microdancing”, “Los Calientes”, “Y qué”, “Putita”). Carca aportó voces y coros en “Cuello rojo” y “El Colmo”. En el final sonaron “Carismático”, aquella del estribillo que Ricardo Iorio elogió en una de las muchas visitas a Beto Casella: “Tengo que aprender a fingir mas y a pilotear lo que pienso”. Y hubo lugar para “Yegua”, en una performance impecable tanto en el sonido como en el puesta audiovisual. Ya en los primeros minutos del martes, fue la hora de Ciro y su grupo Los Persas. El ex piojo programó un extenuante concierto que llegó casi a las tres horas. “Banda de garage”, “María y José” y “Antes y después” prometieron un show rockero, pero que bajó en intensidad con algunas canciones que invitaban a soñar: “Canción de cuna”, “Tan solo” o la inesperada participación de su hija Manuela Martínez, quien en versión acústica interpretó de su autoría “Fotos de ayer”, una situación que pareció forzada. “Ruleta”, “Zapatos de gamuza azul” y “Como Alí” sirvieron para recobrar el calor en el predio. Más temas pensados para radio: “Mírenla”, “Larga vida al rock” y el súper bailable “Muévelo”, que contó con Noelia Pompa entre las bailarinas (?). Ciro ya repetía una promesa hasta el hartazgo: “¡Última canción de la noche!” y se despidió para los bises. De regreso al escenario, la noche pedía abrigos y bufandas, pero de todos modos Ciro eligió nada menos que ¡ocho temas! para cerrar su repertorio: “Astros”, “Insisto”, “El Farolito”, con actuación y coros que rayaban lo incómodo, y más: “Genius” y “Pacifico”. Sólo disfrutable para los músicos y los fans acérrimos, el final del concierto pareció quedar largo después del intermezzo. Una lenta y contínua desconcentración después de los bises fue desnudando el aeródromo de Punilla para que descanse hasta la próxima cita.


Por Santiago Castellanos

EL FESTIVAL DEL PAÍS Más allá de los escenarios principales, Cosquín Rock mostró diferentes actividades dentro y fuera del predio que lo consolidaron como un verdadero evento a la altura de los festivales más importantes de Latinoamérica. Foto: Pedro A. Mena // Edición: Esteban Igarzabal

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osquín Rock es el mejor festival del país. Les pasa el trapo al resto”, dice un reconocido productor. No hace más que confirmar algo que se dejó de discutir hace rato. Esta movida que comenzó hace catorce años en la cada vez más cuestionada Plaza Próspero Molina se convirtió en el evento rockero más importante del país, compitiéndole seriamente al Vive Latino mexicano y el Rock al Parque colombiano. Pero hablar de Cosquin Rock no es hablar sólo de música. La movida que genera en Santa María de Punilla desborda cualquier evento que se haga en el verano serrano cordobés. De hecho,

El público tuvo acceso a muchas atracciones más allá de lo musical.

esta localidad ha crecido mucho desde que la producción del festival decidió mudarse allí, luego de algunos conflictos en la comuna de San Roque. El impacto que tiene el evento en la economía de los santamarienses es inmenso. Se puede ver a los vecinos (y también a personas de otros puntos del país) montando una feria de comidas, bebidas y ropa inmensa en las afueras del predio del aeródromo. Los miles y miles que peregrinan cada día por el pueblo son una incesante máquina de consumir. El reto es cómo captar a cada uno de esos rockeros, y ahí se encuentra el ingenio de cada uno. Paradores con bandas en vivo, estacionamientos (no tan) im-

provisados, alquiler de parcelas para carpas en cada centímetro cuadrado y cualquier excusa para ofrecerle soluciones a las huestes que copan la serrana localidad. Recorrer el Cosquin Rock es una experiencia única. Si bien la grilla puede ser de mayor o menor agrado para cada uno, hay que reconocer que las bandas que formaron parte de la edición 2014 son, en su mayoría, las que tenían que estar. Más allá del escenario principal y el temático, el festival tiene muchísimo para ofrecer. La premisa es entrar temprano y dedicarle tiempo a las diferentes opciones. El ya clásico Hangar,

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El festival es la excusa para encontrarse con amigos de todo el país.

donde bandas cordobesas y emergentes de todo el país tocaron durante las tres jornadas con asistencia dispar. El público utilizaba este espacio entre un escenario y otro y, cuando la banda tenía la suerte de caer en un bache entre ambos, podía tocar para más de mil personas que se amontonaban dentro y fuera de ese espacio. Es una gran apuesta que debe seguir formando parte de futuras ediciones, tratando de atraer más público. Al lado del Hangar se armó una excelente muestra fotográfica a cargo de Sepia Fotoagencia, donde se pudo apreciar en imágenes la edición 2013 del festival. Gran acierto de la organización ofrecer este tipo de espacios, ya que entre tanto ruido y música siempre viene bien un sitio calmo para bajar revoluciones y decibeles. Otra de las apuestas fuertes de este año fue el Domo, que contó con Agustina Palazzo, hija del productor del festival, como curadora. Este espacio sirvió para mostrar bandas emergentes que deberían tomar la posta de los escenarios más importantes en los próximos años. Claro que no será tarea fácil para la organización, ya que el público no se notó demasiado predispuesto a apoyar esta movida. Los que sí asistieron se llevaron una grata impresión y se quejaron, con razón, de la actitud de muchos de siempre quedarse con lo seguro y no arriesgarse a escuchar cosas nuevas. La carpa de Pepsi fue una mezcla

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de géneros. Desde un show caliente de Eruca Sativa, pasando por la invasión de banderas de La Perra que los Parió, hasta llegar a un irreverente show de Favio Posca, otro punto alto del lado B del festival.

Hablar de Cosquin Rock no es hablar sólo de música. La movida que genera en Santa María de Punilla desborda cualquier evento del verano serrano cordobés. Fuerzabruta, al igual que en la edición 2013, fue un punto alto con gran asistencia de público, que retiró las pulseras temprano de manera gratuita, y con los miles que se acercaban a verlo a la distancia. Si alguien quería escapar de lo artístico y ver el festival desde las alturas, tenía la opción de la Vuelta al Mundo y la tirolesa, que cruzaba de un extremo a otro al escenario principal, en una imagen más que loca para los que des-

Foto: Eugenia Díaz conocían esta atracción. Como novedad, este año se estrenaron los ecovasos, con resultados buenos y malos. En lo positivo, se vio un predio mucho más limpio, sin las toneladas de plástico tiradas en el piso del aeródromo al final de cada jornada. Pero por otro lado, hubo muchas quejas sobre la dificultad para devolverlos y recuperar el dinero que se dejaba como seña. Muchos optaron por llevárselo como souvenir con tal de no hacer la interminable fila en el punto más lejano del predio. Hay que decir que eran atractivos como recuerdo, pero muy pequeños en contenido para llenarlos con la bebida, que costaba un poco más cara que el año anterior. Como conclusión, el festival fue un éxito total: record de venta de abonos, record de venta de bebidas, comidas y ecovasos, y también de consumo para todos los habitantes de Santa María de Punilla. Queda claro que el Cosquin Rock encontró su lugar y Santa María encontró un aliado más que importante para seguir creciendo. Quedarán muchísimas cosas para corregir, pero claro está que la marca Cosquin Rock llegó a un nivel donde no importan tantos los artistas que conformen la grilla. El festival es mucho más que bandas tocando sobre el escenario, es la excusa perfecta para reunirse con amigos, pasar un fin de semana distinto en un lugar único. Queda claro que, como ya nadie cuestiona, el Cosquin Rock es el festival del país.


Por Eduardo Pece // Foto: Constanza Juan

LOCALES OTRA VEZ Las bandas cordobesas mostraron en Cosquín una escena consolidada, con discos cada vez más trabajados y propuestas versátiles. Los músicos anfitriones coparon todos los escenarios del festival.

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lo largo de las tres jornadas del festival, las bandas cordobesas encontraron varios huecos en la grilla donde meterse para ofrecer sus shows. De hecho, tocaron en todos los escenarios dispuestos en el predio. La multiplicidad de estilos, trayectorias y propuestas fue tan variada que habla del buen momento en el cual se encuentra el rock mediterráneo. Estas presentaciones vienen a consolidar una era en la cual las bandas llegan a lograr un sonido propio, plasmarlo en discos cada vez mejor trabajados, y agruparse con colegas para distribuirlos de la manera que les permita potenciar mejor sus condiciones. Tres días masivos donde el esfuerzo, la sinergia, y el telefonazo amigo sirvió de trampolín temporario para pellizcar la atención de visitantes, con la pretensión de volver en sus valijas a los distintos puntos del país, y armar así (lentamente) un pequeño trazado que suavice el camino futuro.

Copando el Domo En el primer día pasaron por este minúsculo, pero cálido escenario las

bandas Paris Paris Musique, De La Rivera e Hipnótica. El punto común de estos tres proyectos es la versatilidad con la cual vienen encaminando las presentaciones de sus materiales, y el enorme crecimiento que tuvieron de sus shows en vivo. Los primeros editaron recientemente su segundo disco, producido por Gordon Raphael, y abrieron aquella jornada con una propuesta muy visual y sónica que llamó la atención de los primeros curiosos que comenzaban a aproximarse. Las canciones son impresionantes, y el arduo trabajo que la banda viene realizando comienza a hacerse evidente. Por su parte, el trío De La Rivera demostró que vienen gozando de una muy buena etapa en su carrera, con un show tan sólido como novedoso, que hizo bailar y cautivó a todos, gracias a la performance carismática e inquebrantable de sus músicos. La bailarina y el desplazamiento escénico los hizo gigantes, y no los amilanó ni el horario, ni el público visitante. Por último, el dúo Hipnótica (que en vivo tocaron como quinteto) realmente recoge lo sembrado por sus canciones, ya que giraron por México, Buenos Aires, y varias ciudades. Su set en Cosquín llenó de gente el iglú; y

con teclas, guitarras y sintes agitaron el Domo y plantaron presencia que hizo ruido hacia el exterior del mismo. Para el día del cierre del festival, por este mismo espacio pasaron Un día perfecto para el pez banana, Rayos Láser, y Francisca y los exploradores. Los sets de las tres bandas fueron muy contundentes (si bien, en su mayoría, cortos), y despertaron interés en el público sonando con muchísima altura. Fue una jornada ideal para que sus melódicas canciones pop se apoderen del segmento ganado. La misión del escenario, como espacio nuevo, y como alternativa fuerte para recibir propuestas diferentes y gratificantes, fue más que cumplida.

Alternativa en escenarios principales Tanto en el escenario principal como en el alternativo, hubo bandas de Córdoba que pudieron plasmar lo suyo, utilizando toda la maquinaria dispuesta para la ocasión. Cámaras, sonido potente, y especialmente unas tablas inmensas desde donde batallar el anonimato, e intentar capturar nuevos seguidores,

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El día del Hangar Para la primera jornada, el escenario del Hangar fue dispuesto en su totalidad a disposición de bandas locales. Armando así una suerte de efecto mamushka, ya que podría tratarse de un festival interno dentro de otro. En ese contexto pasaron doce bandas durante todo el día; dejando sets impresionantes (y sobresaliendo del resto) Los Cocaleros, Anticasper, The Smoke Sellers, y The Chicken Faces. La variedad presente en todos estos grupos hizo que la jornada recibiese un caudal simbiótico de rock, ahondando en el surf rock con matices del punk más radical, las guitarras setentosas, el rockabilly, y hasta una masa ruidosa que deja escapar destellos de folk y funk sepultados bajo capas de efectos. La igualdad de condiciones en el sonido, más allá del equipamiento de cada banda, es algo elogiable y garantizó un piso de calidad.

Tanto en el escenario principal como en el alternativo, las bandas de Córdoba pudieron plasmar lo suyo, utilizando toda la maquinaria dispuesta para la ocasión.

pese a que obviamente los horarios asignados fueron los correspondientes a las primeras horas de cada día. Por el alternativo, en la fecha de metal, mimetizaron GTX y Hammer. Ambas con mucha potencia y llegando en momentos distintos, ya que mientras la primera hacía su debut, la segunda intentaba repetir el excelente show ofrecido en la edición 2013. Afortunadamente (para ellos) fueron bien recibidos, y sumaron millas para presentaciones futuras. En el escenario principal, Jotes y Astenia abrieron el segundo día y tomaron la posta de ser dos de los encargados de brindarle punk rock al festival. Los primeros, con un sonido más ortodoxo y cercano al Attaque 77 de la primera época, aprovecharon la ocasión para to-

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car canciones de su nuevo disco Historias Abiertas. Los segundos, sumaron un poco más de melodías y letras gancheras que recogieron elogios entre los más jóvenes. Ya para el tercer día, Cuatro al hilo y Juan Terrenal hicieron sus sets en el mismo escenario. La presentación de Juan Terrenal suma a ese proyecto fuerte en el cual viene encaminada la banda, tratando de avanzar pasos hacia donde supieron estar hace algunos años. Si bien han perdido bastante terreno, el interés y la ansiedad por volver al ruedo son evidentes, y se encuentran en procesos finales de su nuevo disco. Con contrastes intensos, y acaparando un segmento de jóvenes con gustos hacia la escena más oscura que alguna vez popularizó con creces Cabezones, apostaron fuertemente a la fecha.

En aquel mismo escenario tocaron también The Tristes, Numeral, Segundo Nova, Esteban Kabalin, Odoghan, Nómades y Planeador V. Cabe destacar que muchas de estas bandas se encuentran en un momento próspero, con un gran disco bajo el brazo para mostrar. Tal es el caso de The Tristes, con Horror de Mucho, y de Cocaleros, quienes probablemente tienen entre sus manos uno de los mejores discos editados en la provincia en los últimos meses. El panorama se ofreció en grandes proporciones y quedó en el público el poder de elección para profundizar su curiosidad, o dejar pasar sin pena ni gloria lo visto. Entre tantas propuestas no todas pueden ser flores, ya que desfilaron también algunas influencias estructuradas (casi condicionantes), y algunos sonidos vetustos que atrasan varios años. Pero en general, las canciones prevalecieron, y salta a la luz que el trabajo generado es intenso y muchos de esos nombres seguirán resonando fuertemente a lo largo del año en distintos terrenos.




Los verdaderos sonidos de la libertad Por Federico Anzardi // Fotos: Victoria Schwindt

La última edición del Festipez mostró a un sector del rock argentino que no se mueve por los carriles del mainstream y propone un cambio desde la autogestión y la independencia artística. 53


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a lo dijo el director Seymour Skinner: un joven que sabe pasarla bien concurre asiduamente al Museo de Ciencias Naturales. “Nosotros siempre venimos acá, nos encanta”, confirma Andrés Robledo, voz y guitarra de Las Diferencias, rodeado de artrópodos, aves, anfibios y reptiles. El grupo decidió reunirse en este lugar anclado en Parque Centenario para hablar de su breve y vertiginosa carrera. Formados en 2011, la banda editó el año pasado su excelente debut No termina más. Producido por Sergio Ch, ex cantante de Los Natas, el álbum le dio notoriedad a su power blues psicodélico que remite a los primeros tríos del rock argentino. “Para ser sinceros, al rock nacional de los setenta nunca lo escuchamos”, confiesa el baterista Nicolás Heis, tirando a la basura el clásico juego periodístico de buscar influencias. Los tres integrantes de Las Diferencias (el restante es el bajista Alejandro Navoa) tienen 24 años, nacieron en la década del noventa y comenzaron a educarse musicalmente en los 2000. Internet es tan natural en sus vidas como es para tu abuela llamar al 113 cuando quiere saber la hora. Forman parte de la primera generación que no tuvo dificultades para escuchar música. Con el MP3 se acabaron las peregrinaciones a disquerías carísimas buscando conseguir una copia de un disco imposible. Se terminaron las excusas. Desde hace algunos años, todo está a sólo un clic de distancia. En esa realidad, a estos pibes ni se les pasó por la cabeza bucear por el rock argentino. De ahora en más, todas las notas que hablen sobre este grupo deberán evitar linkearlo a Color Humano, Invisible, Manal, Pappo’s Blues o Pescado Rabioso. A Las Diferencias les chupa un huevo la sacralidad rockera. “Tocamos gracias a lo que en su momento, supongo, hicieron ellos. Porque la cultura rock está muy arraigada en Argentina y ellos son los precursores de eso. Pero la verdad que no los escuchamos mucho”, reconoce Andrés, y agrega, protocolar: “Quizás nos estemos perdiendo una mina de oro”. Inmediatamente larga una frase que indignará a todos los cancerberos del manual, a los Tano Pasman del rocanrol que se preguntan cómo es posible: “Lo único que escuché es un disco que se llama El jardín de los presentes, ¿puede ser? Me pareció un discazo, pero no es tanto mi estilo. A Pappo’s Blues III no pude aguantarlo.” “La otra vez, a un amigo le dije que no había escuchado un disco clave del stoner. Uno de Kyuss, el que tiene una imagen de una ruta (N. de la R: se refiere a Welcome to Sky Valley), y me decía ‘no puedo creer que no hayas escuchado esto’. Estaba un poco indignado”, sigue Andrés, entre risas. Proba-

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blemente esa “falta” de escucha se deba también a la corta edad que tienen, aunque, para ellos, claro, la teoría no es tan acertada: “Tan jóvenes no somos. Hay gente que tiene muchos años más, pero creo que estamos en la edad justa. No me siento chico ni a palos para hacer lo que estamos haciendo. No me gustaría tener treinta y largos y estar rockeando como un pibe de 24.” Andrés explica que la madurez musical que llega con muchos años de rodaje se aprecia en el escenario: “La otra vez fuimos a ver Ararat, la banda de Sergio, y te juro que sonaban con experiencia. Vi la energía de la experiencia. Y yo no sé si eso pasa en nosotros, que tocamos hace tres años y tenemos otro tipo de energía.”

“Es el único festival de rock de Argentina. Son bandas que no están viendo si convocan o la pegan. No ves rockstars.” Las Diferencias es un caso atípico en el rock argentino actual. No porque den entrevistas en museos, sino porque no existen tantas bandas que hayan escalado muy alto en tan poco tiempo. “Sacamos el disco y ahí empezamos a tocar con todo. Conocimos a un montón de gente y conseguimos cosas que veíamos re lejanas de forma muy rápida. Tocamos en un par de festivales o le abrimos a un par de bandas de afuera y pensábamos que eso iba a pasar después de mucho tiempo de tocar. Sin embargo, nuestro disco nos ayudó mucho”. Ante tantos shows y tan pocas canciones, el grupo ya está pensando en ampliar su repertorio. “Sería buenísimo poder sacar el disco a principios del año que viene. Queremos tener más canciones porque no tenemos mucho para elegir”, opina el cantante. Las diez canciones de No termina más alcanzaron para que Las Diferencias fueran convocados a la novena edición del Festipez, un festival de culto que es casi una legitimación de calidad para todo aquel que participa. Si tocás ahí, sos groso, sabelo. “Tengo entendido que tocar en el Festipez es porque los Pez quieren que toques, por eso es un gran honor. Imaginate, nosotros los íbamos a ver y ahora somos parte de la movida”, cuenta Andrés. Los tres músicos asistían a los conciertos de grupos como Fútbol y Los Natas. “Nos dábamos cuenta de

que había un montón de bandas que nos gustaban, la movida que hacían, y que no eran parecidas a los gigantes, a los artistas más grandes, o incluso a los viejos. Lo que nos pasaba con ese circuito era que nos sentíamos cómodos musicalmente. Era buenísimo”, explica Nicolás. “Se nos ocurrió alguna vez tratar de armar algo que trascienda la mera fecha de Pez. Brindar algo más que incluya artistas que nos gustaran a nosotros”, cuenta, en su casa repleta de discos del Bajo Flores, Gustavo Fósforo García, bajista de Pez. “El nombre es medio un chiste de nuestro recuerdo de lo que eran los festipunks de los ochenta –sigue-. Salió lindo, lo seguimos haciendo cada tanto como una forma de variar la mecánica de los shows. El Festipez es a todo culo. Es tratar de darle a nuestra gente algo más. Por suerte cada vez nos va mejor y así podemos darle la posibilidad de tocar ante más gente a las bandas que nos gustan.” Desde su inicio, a mediados de la década pasada, el Festipez dio escenario a varios artistas ante un público abierto. Así pasaron Gabo Ferro, Flopa, Sur Oculto, La Hermana Menor, Macaco Bong, Poseidótica, Fútbol, El Perrodiablo y La Patrulla Espacial, entre otros. “Lo nuestro es amateur, a los ponchazos. No somos organizadores. Pero demostramos que se puede hacer sin boludear a ninguna banda. Hacerlo bien no depende más que de la voluntad. No es que contratamos a gente profesional: somos los mismos boludos de siempre poniéndole onda”, explica Fósforo, y señala las distintas falencias que se suelen marcar a la hora de describir los megafestivales que se realizan en el país: “Los tipos te venden agua a cincuenta pesos la botellita, no hay respeto. Tampoco por los músicos: tocabas en el Quilmes Rock y te ponían dos botellas de agua mineral. Además del trato, del no probar sonido, del ‘dale, dale, que salís’. Decís ‘a qué vengo a que me forreen acá’. ¡En el Pepsi te hacen tocar antes de abrir las puertas! O hacen tocar dos bandas a la vez. ¿Para que querés dos bandas a la vez? Es como el Musmanno Rock Festival de Capusotto: 252 bandas, 25 chorizos. Son tipos de planeamientos que no llego a comprender. No sé si los tipos suponen que por tener más y más numeritos y nombrecitos en la grilla son más grosos. Es incomprensible que se fijen en eso y no en el resultado final y en la calidad de lo que están haciendo como un todo.” A medida que va marcando distancia entre el Festipez y los eventos más multitudinarios, Fósforo hace honor a su apodo y se enciende, se calienta. “Yo fui a ver a Pearl Jam (el año pasado) y era un desmadre. Un desastre de barro, un montón de gente tenía que pasar por un lugar finito así. Una estupidez don-


“El rock nació para romperle las pelotas a la gente, no para ser VIP. Y hoy el rock es VIP, entonces es una gran mentira.”

Los Antiguos fueron una de las bandas más llamativas del festival.

de no hubo una desgracia de milagro. Ese día me rayé y dije no voy más a festivales. Vi medio show con un codo clavado en el hígado estando bastante lejos. Terminé sacando un campo VIP para ver a Black Sabbath, que lo tenía que ver sí o sí, y lo pagué en un montón de cuotas.” “Hay un montón de hijos de puta: productores, discográficas, la palabra VIP. VIP las pelotas. El rock nació para romperle las pelotas a la gente, no para ser VIP. Y hoy el rock es VIP, entonces es una gran mentira. Por eso queremos ser autónomos. Financiamos el disco, tenemos nuestras propias remeras, atendemos nosotros el kiosco. Autogestión con todo”. El que habla ahora es el Tano, Sergio Conforti, guitarrista y creador de Los Antiguos, otro de los grupos que se está preparando para subir al Festipez de este año. Los Antiguos cumplieron un año en febrero. El proyecto nació del Tano y el cantante Pato Larralde. Tras componer, convocaron al resto de los músicos (David Iapalucci en guitarra, Mow en bajo y Pablo Andrés en batería). Grabaron en tiempo récord y en junio publicaron un disco de seis canciones de rock pesado indestructible. “Tuvimos el disco y después tuvimos la banda. Lo grabamos en dos días. 16 horas de estudio y ocho horas de mezcla.” En su sala de Almagro, justo antes de realizar el ensayo final para el festival y definir su set, el Tano y sus compañeros

de banda también se muestran en contra de los caminos de las multinacionales. “Para tocar en el Pepsi tenés que dejar tu porcentaje de SADAIC”, dice el guitarrista. Pato agrega que aceptando esas condiciones los músicos tienen que abandonar las luchas que los movilizaron durante toda una vida. “Te hacen creer que el único camino es el de pagar –sigue Conforti-. La mejor prensa es la de salir a tocar, estar en vivo con la gente y ser real. Nosotros caminamos entre el público.” Al igual que a Las Diferencias, la convocatoria para tocar en el Festipez sorprendió a Los Antiguos. “Yo (a Pez) los conocía de verlos en vivo, pero no teníamos trato -cuenta el Tano-. Fósforo nos llamó hace cuatro meses, nos dijo ‘loco, está buenísimo lo que hacen’, y nos confirmó la fecha del 8 de febrero. Eso te motiva. Aparte, ¿sabés la fila de bandas que debe haber para tocar con Pez?” Fósforo cuenta algo similar, demostrando que la organización del festival se guía por gustos: “A Los Antiguos y a Las Diferencias los escuchamos hace pocos meses. Nos encantaron y los invitamos”. Lo mismo sucedió cuando viajaron a Córdoba para tocar y se toparon con una banda que los maravilló. Eran los Sur Oculto, grupo que desde entonces ha ganado mayor notoriedad, en gran parte por la mano brindada por Minimal y compañía. “Si Sur Oculto se hizo un nombre es

por lo hijos de puta que son en vivo – dice Fósforo, sacándose de encima el mote de padrino de los cordobeses-. Más allá de toda la sarasa, la gacetilla, los medios y todo lo que se te ocurra sobre cómo difundir una banda, la posta es el vivo. Y ellos, vaya que son una posta en vivo. Los ves y te impactan de tal modo que probablemente les quemes la cabeza a tus amigos tratando de explicar lo que te pasó al verlos.” A pesar de lo que cuenta Fósforo, sin la conexión con Pez Sur Oculto hubiese demorado mucho más en dar a conocer su extraordinaria e intensa mezcla de rock, jazz y funk instrumental. De hecho, fueron ellos quienes le dieron la posibilidad de grabar su primer disco, Trío (2004), editándolo bajo su sello Azione Artigianale. El bajista Sebastián Teves no duda y asegura que la difusión en Buenos Aires se dio gracias a la ayuda brindada. El tecladista Fabricio Morás va más allá y sentencia: “En Córdoba también.” “En el 2000 empezamos a tocar con los chicos. Nos invitaron en esa época. También estuvimos en el primer Festipez, que no se llamaba así y en joda le decíamos Personal Pez. Tocaron Flopa, Gabo, La Hermana Menor y Compañero Asma, en Niceto. Para mí es el único festival de rock de Argentina. Vos venís y sabés que son todas bandas de rock que no están viendo si convocan, llenan o la pegan. Son bandas que es un placer compartir escenario. Sabés

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que vas a ver algo que está buenísimo y a gente que tiene puesta la camiseta. No ves rockstars, ni nada por el estilo”, opina Teves. Morás agrega otro elemento. Cree que el público del festival también tiene una camiseta puesta. “Vienen a ver bandas que saben que están buenas o que conocen por contacto con otras. En otros festivales vas a ver al que cierra, acá vas a ver cualquier banda. La primera está buena y la última también.” Más allá de las diferencias estilísticas que existen entre los grupos que participan del Festipez, existe una columna vertebral que los une: una manera de trabajar y moverse. “Lo que hace falta es construir un camino paralelo y no que el indie o el under, o como se lo quiera llamar en cada momento de la historia, sea las inferiores de lo otro que es la Primera A. Hay que hacer un camino paralelo que tenga sus propios medios de comunicación, sus propias bandas, sus propios lugares para tocar. Eso sería lo ideal. Y tampoco tiene que ser exclusivo. Uno a veces comparte con bandas del mainstream. No hay un enfrentamiento con las bandas”, opina Manza Esaín, líder de Valle de Muñecas. El cuarteto está por ensayar para su primera participación en el Festipez, pero aún tiene que esperar: el incansable baterista Lulo Esaín está tocando con Motorama, uno de los ¡tres! grupos que lo tienen a cargo de los parches (el otro es Acorazado Potemkin). “No sé cómo hace”, dice su hermano. Valle de Muñecas quizás sea el ejemplo perfecto para tirar abajo la teoría que afirma que una canción hermosa trasciende. La música no siempre gana las pulseadas. De lo contrario, muchos de los temas del grupo estarían sonando en radios de todo el país. Su último disco, La autopista corre del océano hasta el amanecer (2011), es casi un compilado de hits potenciales que aún esperan ser descubiertos. Canciones guitarreras, con melodías crudas y accesibles que terminan conformando un álbum que avanza a la misma velocidad del disfrute. “Nosotros sabemos que tenemos canciones que podría escuchar un montón de gente, pero por alguna razón no lo hace. Si la gente buscara solamente la música habría un montón de bandas a las que les iría bien, aparte de las que suenan todo el tiempo en la radio. Me parece que la gente está buscando otra cosa y probablemente sea algo por lo cual nosotros no nos preocupamos”, asegura Manza. También dice que el público no se cierra a escuchar una sola cosa, sino que simplemente desconoce muchas propuestas que posiblemente disfrutaría: “Creo que hay un montón de gente que puede escuchar a Fito Páez, La Renga o a quien sea y también puede escuchar a Valle de Mu-

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ñecas, Pez o Satan Dealers y les va a encantar. No tengo dudas de eso. Y no tienen idea que existimos ninguna de esas bandas. Eso es lo que me parece más terrible. Dentro de la microescena en la que vivimos somos bandas más o menos importantes y agarrás a diez personas en la calle y nueve y media no tienen ni idea quiénes somos. Me parece que hay un montón de gente a la que le gustarían nuestras canciones, nuestros discos.” La falta de difusión de los grupos que se mueven por fuera de los grandes sellos es una clave para entender este tipo de escenas. Los multinacionales invierten en los medios más importantes, que terminan brindándoles espacio (páginas, aire, pantalla) a los músicos que tienen ese apoyo pesado, imposible de combatir desde la independencia. La solución es crear nuevas opciones para llegar a la gente. En ese sentido, internet es un aliado fundamental.

“Hay que hacer un camino paralelo que tenga sus propios medios de comunicación, sus propias bandas, sus propios lugares para tocar. Eso sería lo ideal.” “Es la herramienta que nos ha permitido ir a tocar a otras partes del país y que la gente nos conozca –dice Manza-. Claramente, nuestros discos no llegan a Chaco o a San Luis. No están en disquerías de allá. Y nosotros hemos ido a tocar ahí y nos encontramos con gente que canta las canciones, que se quieren llevar el disco y nos compran la remera. Entonces, eso es debido a la difusión que tenemos por Facebook, Twitter o lo que sea. El hecho de poder poner los discos en Bandcamp, incluso cosas que no están editadas físicamente, es genial. Son herramientas que uno tiene que aprovechar.” Los discos de Valle de Muñecas y Pez se encuentran para descarga gratuita en buena calidad. Los de Sur Oculto y Las Diferencias se pueden escuchar online. En Los Antiguos, Pato y el Tano se muestran reticentes a las descargas, pero sus compañeros, varios años más jóvenes, ya los están convenciendo de que se trata de un cambio generacional muy difícil de evitar. Además, agrega el bajista Mow, el concepto de bajar música pronto quedará en el pasado. “La gente va a escuchar online directamente”, explica.

Otro que no es amigo de la virtualidad es Adrián Outeda, cantante de Satan Dealers, la sexta banda que participará del Festipez 2014. “El disco viene con un arte, es un objeto, algo que tiene que ser palpable. Es una cuestión romántica mía, pero si hay que subirlo, está bien”, dice, casi con resignación, sentado en el piso de su sala, dos días antes del festival. La resistencia de Adrián no logró vencer a la época: todos los discos de Satan Dealers están disponibles en You Tube y recientemente el sello Scatter Records subió el excelente Canciones para desertar (2012) a su Bandcamp, un trabajo que de haber sido firmado por una banda como Massacre hubiese tenido muchísimos votos en las encuestas de lo mejor de ese año. - Canciones para despertar es un disco que... - (Interrumpiendo) Canciones para desertar. - Sí, eso quise decir. El fallido periodístico puede ser tomado como una definición de Satan Dealers y lo que significa su último disco. La banda lleva trece años de carrera, dos con la actual formación que completan Cristian Salvucci (batería), Alejandro Cannuci (bajo), Franco Morresi (guitarra) y Vito Rey (guitarra). El grupo comenzó cantando y grabando canciones en inglés. Un rock de garage que se fue puliendo lo suficiente hasta lograr una vuelta pop con influencias punks que lo vuelve irresistible por momentos. Desde El ardor de lo perfumes prohibidos (2007), donde estrenaron canciones en castellano, la transformación comenzó a notarse. Hoy, la banda ya no escribe en otro idioma. Los Satan Dealers están contentos de poder participar del Festipez, forma parte de ese renacer que la banda está teniendo. “Es la primera vez que nos invitan. La movida está buena. Estamos contentos porque los Pez tranquilamente pueden hacer ese lugar solos, pero invitan a bandas”, opina Adrián. El sábado 8 de febrero, el Servicio Meteorológico anuncia fuertes tormentas, similares a las que cayeron exactamente dos años atrás, cuando murió Luis Alberto Spinetta. A las cinco de la tarde, la Ciudad Cultural Konex está lista para recibir a las seis bandas. Se dispuso que todos toquen sets de media hora, alternando entre el escenario principal, ubicado en el patio, y el techado, más pequeño y menos iluminado. Mientras la gente va llegando, Ariel Minimal, Franco Salvador y Fósforo recorren el predio como anfitriones preocupados por tener todo bajo control. Saludan al público y charlan con los músicos de los otros grupos, que también dan vueltas por el lugar, esperando su turno para tocar. A las 17.30, bajo un mar de acoples y sonido valvular, Las Diferencias abre


De la mano de Minimal, Pez cerró una jornada muy intensa.

el Festipez IX con “Está viniendo”, la primera canción de su disco. Ya no son los ñoños del Museo de Ciencias Naturales. A la hora de tocar, el grupo logra una gran conexión a pesar de su corta experiencia. Los tres músicos se liberan de las ataduras del estudio y se permiten volar con las canciones. Mejoran su performance. Por momentos, las letras sobran. La música cobra protagonismo. El público los escucha con detenimiento y los aplaude cada vez más a medida que avanza el set. Cuarenta y cinco minutos después, el escenario principal ya tiene encima a Los Antiguos, que rodeados de cerveza e iluminados por una resolana que se oscurece cada vez más, empiezan uno de los momentos más intensos del festival. Arrancan con una intro instrumental. Mientras sus compañeros tocan, Pato Larralde se agacha y espera al lado del Tano. Toma tragos de birra y mira al público con gestos cómplices. Cuando la banda empieza con “La peste del sapo”, Pato toma su lugar y desata una tormenta con su voz. “A ver esas palmas”, pide, y se caga de risa. Después estrenan “Echándole la culpa al viento”, una canción de estribillo pegadizo ideal para corear con cara de malo y actitud enojada, como la de los propios músicos: sus rostros se enrojecen, las venas se inflaman, cantan los temas con la misma intensidad con la que tocan sus instrumentos. Dan un recital épico. De a poco, el viento comienza a soplar cada vez más. Cuando están cerrando su set con “Hecho a mi medida”, la tempestad es inminente. Pero si este escenario principal tiene que dejar de ser utilizado no será por la lluvia ni habrá que echarle la culpa al viento. Después de Los Antiguos, nadie más puede acercarse. A pesar de la furia anterior, los Valle de Muñecas salen a aguantar los trapos en el escenario más pequeño. “Ni un diluvio más”, pide Manza, pero hoy no es el día para que sus plegarias sean atendidas. La banda suena mal, la voz es cubierta por una bola de ruido que no logra acomodarse del todo durante el show. A los pocos minutos de comenzado el concierto, se larga una tormenta que hace honor a los pronósti-

cos. Llueve como para todo el año. Los plomos corren a cubrir los equipos del escenario principal. Mientras tanto, Valle pela parte de su repertorio y agrega una versión de “Dejadez”, una canción incluida en ese trabajo fundamental y generacional que es Flopa Manza Minimal (2003). La lluvia sólo dura quince minutos, pero alcanza para que la organización decida trasladar todo al escenario techado. El cambio provoca un retraso en la grilla. De todos modos nadie se preocupa, en el Festipez el tiempo pasa rápido. Es lo que ocurre cuando todas las bandas tienen algo para ofrecer y tocan lo justo como para conformar y a la vez dejar con ganas de más. Los Sur Oculto suben ante unas 400 personas apretadas contra el escenario. Sobra lugar en el Konex, pero nadie se quiere perder a los cordobeses. Después de seis meses de ensayo, el trío estrena al baterista Ema Borgna. Sebastián Teves lleva adelante a la banda, que con su actuación confirma las palabras de Fósforo: en vivo son la posta. Un grupo bipolar capaz de crear un clima flotante, un cachetazo cósmico y lento que deriva en una paliza instrumental que provoca la primera ovación de la jornada. A las 20.35 aparecen los Satan Dealers. Adrián se presenta y le agradece a Pez la posibilidad que le dan a bandas como la suya, que están resurgiendo. El set del grupo se revela como el más caótico del festival. Con una lista de temas completamente en castellano, el grupo lucha contra sus propios demonios. Quizás sean los menos escuchados por el público de esta noche. Con las luces cubriéndolo a medias y ayudado por la música, Adrián Outeda aparece como un heredero de David Johansen, mientras la banda por momentos toma un gran vuelo. Al final, uno de los plomos hace algo insólito: le quita el micrófono de las manos a Adrián antes de que termine el último tema. El cantante se enoja y lo va a buscar, le dice algo al oído. Mientras, sus compañeros saludan a todos los presentes. Casi a las diez de la noche llega el turno de los anfitriones. Ya llovió, hace calor, pero todo está bien. No te preocu-

pes, nena, esta noche toca Pez. Vestido con una remera de Los Antiguos, Ariel Minimal dice: “Es una experiencia alucinante compartir con otras bandas este festival. Todas son grandes bandas. Hay que saber que hay una escena que no la pasan en ningún lado, hay un montón de bandas copadas dando vueltas.” Tras el saludo, la banda arranca con “Os garcas”, de Nueva era, viejas mañas (2013), y consigue el mayor pogo de la noche. A medida que pasa el concierto van surgiendo muestras de su variada discografía: “Para las almas sensibles”, “Desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar”, “¡Vamos!”, “Cassette”, “Vientodestino en Vidamar”, “Haciendo real el sueño imposible”, y hasta una canción que nunca suele aparecer, como “Tan marcado ya”, con Adrián Outeda de invitado, al igual que en la versión original grabada en Quemado (1996). Durante el show aparecen dos canciones nuevas: “La joya” y “Lista de deseos”, un cuelgue extenso con el saxofón de Pablo Puntoriero. Remite al Pez de hace doce años. El festival termina con la banda volando mucho más alto que las tablas del Konex. Así es Pez: pasa del hardcore al free jazz. Blues urbanos, folk, metal y psicodelia. “Este grupo es un nexo”, dice el Tano Conforti. Es un grupo capaz de crear un clima salvaje con pibes que corean riffs progresivos, gritan “¡Aguante Invisible!” y agitan letras que dicen “no te importa el mundial, vos te quedás a leer a Baudelaire”. “El otro día estaba escuchando ‘La escuelita del Sr. Extraño’, un tema de Folklore que no me lo acordaba en lo más mínimo, y tenía mucho que ver con lo que estamos haciendo ahora. Pero no hubo una intención de buscar en lo que ya habíamos hecho. La premisa era correrse de lo que veníamos haciendo últimamente”, aclara Fósforo, adelantando lo que se viene para el futuro. “Siempre que hacemos algo distinto a lo anterior nos odian, pero si nos vamos a poner a trabajar por lo que quieren los demás, estamos fritos”, dice, como si hiciera falta aclarar que si algo le sobra a Pez es libertad.

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Por Matías Hessling

DA LA NOTA La subsecretaria de Producción Cultural de la provincia habla sobre el desarrollo de espacios para el rock salteño y los caprichos de la idiosincrasia musical local

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n par de números atrás hablábamos sobre cultura rock y política en Salta (ver Rock Salta número 17). Una provincia que “carece de industrias culturales o están en un periodo incipiente de desarrollo a lo siglo XVIII”. Entre los argumentos para dicho diagnóstico redundábamos en la demanda de presencia del Estado por parte de los actores de la “cultura rock”, razón por la cual decidimos preguntarle al estado salteño si hace algo por la industrialización cultural local del palo. En esta nota indagamos con Agustina Gallo, subsecretaria de Producción Cultural de Salta, sobre los caprichos de la idiosincrasia musical de nuestra provincia, que oscila entre tocar gratis para que alguien los escuche y el morbo por subir a una gran sala y sentirse Fito Páez. Retomamos los puntos planteados en el artículo anterior y desatamos algunos nudos que hacen, de acuerdo a la entrevistada, a una política cultural local. - Los que demandan más presencia del estado en materia de cultura rock dicen que el estado salteño contrata siempre a los mismos grupos y artistas locales. - Los festivales grandes que organiza el gobierno de la provincia siempre van a tener los “números más populares y masivos”. No es una cuestión de apoyo económico. El estado tiene la obligación de desarrollar políticas culturales que les den posibilidades a esos artistas locales de desarrollar sus producciones artísticas. Ahora, hay que diferenciar un artista popular de un artista emergente; que es eso, un artista emergente. Como programador de un festival no vas a poner un artista emergente en el horario central. Se han invitado a muchos artistas de diferentes géneros para hacer aperturas en festivales grandes, pero ¿cuál es el número fuerte? Esas son las reglas de juego. Ni Los Huayra ni Mi Karma González viven del go-

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bierno. Hay que preguntarse cómo hicieron para alcanzar ese lugar de reconocimiento. Hay jugadas comerciales que cada artista decide o no hacerlas. - Pero no hay un festival de bandas emergentes financiado por el estado. - El estado lo puede armar, de hecho el cierre del ciclo Cultura da la Nota lo fue. En diciembre fueron todas las bandas emergentes salteñas que pasaron por el ciclo, que fueron diez, y estuvieron tocando en un festival al aire libre. Este ciclo se generó desde Cultura para ofrecer una posibilidad a las bandas locales de mostrar lo que hacen en un escenario con las mismas características técnicas que puede tener una banda reconocida nacional, acompañada de una banda nacional. Lo que genera para la banda local es visibilidad. Podés fomentar y ayudar en el desarrollo artístico desde el estado pero nunca vas a solucionar el problema de todos. - Se critica que el salteño medio paga la entrada a un show nacional, pero no para uno local. ¿Por qué te parece que sucede eso? - Me parece que hay una discusión profunda que debe darse, no sólo en la música, sino en general con la cuestión local del consumo cultural; que creo que este gobierno está revirtiéndola. Se generaron más espacios, las propuestas locales tienen un lugar, y en el caso de mi subsecretaria tenemos los programas Cultura da la Nota y La Casa por la Ventana para darle un lugar desde el estado a la cultura rock local. Este último es un espacio en el hall de la Casa de la Cultura para bandas emergentes. Para todas las que están empezando. Muchas bandas venían a la Casa de la Cultura a pedir que no les cobremos el alquiler de la sala y pretendiendo hacer un recital en la Sala Juan Carlos Dávalos para 500 personas. La realidad es que no solucionás el problema no cobrando la sala. En todos los años que llevo en la Casa de la Cultura son contados con los dedos de una mano las veces que se llenó esa sala; y no sólo

hablo de local sino de producciones nacionales también. No es fácil llenar una sala de 500 personas. De hecho los borderó uno los puede ver. Pasa con el teatro también. - ¿Quiénes llenaron la sala con alguna propuesta local, y que no haya sido algo organizado por Cultura? De los que te hayan pedido la sala sin costo. - Las academias de danza llenan la sala. Igual, no creo que la sala deba estar llena siempre, lo que sí creo es en la producción local. Por eso se inventó la Casa por la Ventana. La idea fue “los saquemos al hall, en un lugar de acceso para todo el mundo”. Vos podés pasar por calle Caseros ves una banda tocando, te llama la atención, entrás, si te gusta te quedás y si no te vas. Y en la sala no lo harías nunca así, aunque sea gratis. Vos entrás a una sala y no es de paso. La propuesta fue como decir “los saquemos y que tengan la posibilidad de que la gente los vea”. Con todo. No es que se toca en el hall improvisado. Se monta todo, sonido, luces, se busca generar un clima, que tenga que ver con la música. Una propuesta un poco más desestructurada. -¿Desestructurada la cultura? ¿En Salta? ¿En un Ministerio? ¿Desde cuándo? - Desde esta gestión. De hecho el ciclo va por su sexto año. Tiene que ver con la idea de usar el hall como vidriera que da a la calle, que se muestra a todos. - ¿Y alguien reconoció eso? - Yo supongo que sí. Porque el primer año, nosotros buscamos las bandas, y hoy por hoy las bandas nos piden estar ahí. - ¿Y cuál es el criterio para elegir las bandas de la Casa por la Ventana? - En realidad es un espacio abierto a quienes tengan una banda. - ¿Vas y te anotás? - Hablan, nos mandan mail, se anotan. Se hace todo el año una vez al mes.


Es una banda por mes. Nos ocupamos de la prensa, las invitaciones, del montaje y se paga un cachet. Nosotros trabajamos pagando cachet, ambos ciclos, porque creemos en la producción local y en que las bandas cobren. De hecho, todas las actividades tienen que ver con eso, que en algún momento puedan vivir de lo que hacen. Calculo que a eso es lo que aspira cualquier artista. Ahora, el trabajo no es solamente del gobierno. Es en conjunto. Por ahí se quedan en el precio de la sala sin costo. La sala sin costo es nada. Porque no deja de ser eso, es una actividad de un día que pasó. Me parece que hay que sentarse hablar más y planear sobre cuestiones más de fondo. Seria re fácil decir nosotros les damos la sala sin costo y punto. Pero ¿cuál es el trabajo que estamos haciendo en conjunto para que eso no se corte?, porque si no vos siempre vas a tener que tocar en una sala sin costo. En algún momento tiene que ser redituable, no sólo para pagar la sala, sino redituable para los artistas que lo hacen. Y ahí está el tema, hay que buscar esa posibilidad. - Eso es de alguna manera impulsar industria. ¿Cómo generás una industria cultural desde la demanda de recursos, en este caso una sala sin costo? - Vamos por partes. Desde el momento en que vos como productor o artista, sea público, ONG o privado, te planteás una actividad, no podés planificarla yendo a pérdida. Hay que cambiar la visión. Para qué voy a ir a una sala de 1500 personas si yo junto 200. Eso es ya una mirada del que produce; bueno si lo que vos querés es marketing y por eso querés ir a una sala de 1500, bueno esa es tu inversión. Pero lo lógico sería que vos pensés “yo quiero producir mi espectáculo, hago tal cosa y puedo vender”. La primera mirada de cualquier productor es que la sala esté llena, paguen o no la sala. No importa si la sala es gratis o no. Los artistas quieren vivir de lo que hacen. - Ese es el preconcepto de Cultura sobre los artistas. Si vos te fijás en el discurso comunitarista de MIAS (Músicos Independientes Asociados de Salta), ellos como productores “sin fines de lucro” no ven o no les interesa este planteo. - Vos podés ser una asociación para también pelear por cuestiones más de fondo. Es muy cómodo para nosotros decir “solo te doy la sala”. El reclamo debería ser mucho más que la sala. -¿Como qué? - Bueno, ahí ellos tienen que ver cuál es la problemática de los músicos. ¿Por qué la gente no va? ¿Por qué no se consume lo local? De qué manera podemos trabajar en conjunto para revertir esa situación. También va a tener que ver con la calidad de lo que uno programe. Con esto no estoy diciendo que la calidad

tiene que ver con hacer una selección desde Cultura y poner “lo mejor”. Hay determinados grupos que se esfuerzan un poco más o se lo toman muy en serio y se ocupan de una cosa integral del show, de lo que producen, de la música, del espectáculo. Otra cosa es que yo llegue con la guitarra bajo el hombro y haga un show. Tenemos que revertir eso, darle al público más. Todo cambió, no alcanza con eso. - Con lo lumpen. - Está buenísimo que haya espacios y se le ofrezca espacio a todo el mundo, pero cada cosa en su momento, una banda que está en La Casa por la Ventana es una banda que pide ese espacio, nosotros se los damos, no hay requisitos. No hay tantas bandas. Hasta le ofrecimos a MIAS que maneje el ciclo. No vas a poder mostrar cien bandas locales, pero podés elaborar planes para que las bandas locales se muestren.

“Ni Los Huayra ni Mi Karma González viven del gobierno. Hay que preguntarse cómo hicieron para alcanzar ese lugar de reconocimiento. Hay jugadas comerciales que cada artista decide o no hacerlas.”

- ¿Vienen del interior? - No. - Porque vos estás pensando en una problemática de Capital. Hay movidas en el interior de cultura alternativa que podrían estar interesados en poder hacer algo y ¿no lo hacen? - No. Tampoco hay mucha gente que sepa que se puede acercar al ministerio y conversar. Hay mucha gente que es reacia de por si a acercarse. Por eso hemos salido y los hemos buscado. Pero el reclamo, la demanda, no puede ser solamente la sala. La sala no es lo más complicado. Igual, tampoco el estado podría abastecer a todos y cada uno de los salteños que tengan ganas de hacer algo en una sala sin costo. ¿Por qué el estado tendría que hacerlo? - Y yo te podría decir que sí, desde una mirada del estado sin fines de

lucro. - Pero es que el estado no lucra, el estado es de todos. Entonces todos debemos velar por ese estado. - Voy a por qué no se podría hacer. - Sería imposible, todos los sectores y actores culturales tendría derecho a pedir sala sin costo para hacer lo que quieran. - ¿Cuál es el límite a eso? ¿O el número de solicitudes no es tan grande como para llegar a este planteo? - El número de pedidos es grandísimo, de todos los rubros. - ¿Y cómo depurás? - Se van asignado salas pero no sin costo. Hoy, de hecho, no alcanza la cantidad de salas. Todas las salas tienen costo, el costo lo absorbe el estado. - Pero ¿por qué no todos no tienen el derecho a acceder a un espacio, si lo pensamos desde el derecho a la cultura, aunque lo que se muestre sea malísimo? - ¿Y qué hacemos con el resto? Nunca alcanzaría. Son 365 días al año, y las propuestas son muchas más. Nunca alcanzarían los días del año. - Bueno se tendrían que abrir más salas, que el estado invierta. - Si, supongamos que se hace eso. ¿Se modificaría la problemática de las industrias culturales en Salta? No. ¿Por qué no? Porque vos no estarías planificando nada más que actividades individuales, únicas. No de forma sostenida. La industria cultural tiene que ver con el desarrollo sostenido de un producto. - Falta un componente local que piense de esa manera y no que lo subsidien ad infinitum. - En realidad el subsidio en algún momento siempre se va a cortar o no te va a alcanzar. Por ejemplo, decimos, le damos a todas las bandas un día gratis. Sí, es un día al año y después ¿dónde tocás? Lo que tenemos que buscar entre el estado y los artistas y productores, es lograr que el estado aporte y que de ahí eso genere algo alrededor. Hay bandas que se autogestionan y aprovechan esa oportunidad, por los medios, prensa, por donde sea, y organizan una próxima fecha para el fin de semana siguiente, y así van tocando en otros lugares. Se encargan de la venta de su producto. Pero eso ya depende de cada uno. Hay bandas a las que le sirvió como trampolín este tipo de ciclos y hay otras a las que no. - ¿Pero qué medios difunden estos productos? Pensando en una cadena productiva, el estado es el primero que invierte, subsidia el producto que de alguna manera tiene una manufactura. La otra parte debe conseguir más recursos y vender el producto queda en manos del artista/ productor. Así como desarrollar ese producto y encontrar un nicho donde lo puedan meter. Ahora, cuando el estado invierte en este producto

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emergente, ¿qué evalúa? ¿Que haya tenido una trayectoria como producto emergente, que tenga difusión? ¿Calidad? - Para Cultura da la Nota, de alguna manera sí, para la Casa por la Ventana no. Lo que tenemos que dejar en la cultura es algo a futuro. No es “hago mi show de hoy y punto”. Ese es un pensamiento bastante chiquitito y no se está pensando en que sea redituable a futuro. Y tiene que ver con la calidad también. Yo no soy quien para medir la calidad de nadie pero sí me parece que al público de Salta hay que sorprenderlo con lo que se ofrece, por eso creo en la producción general, no solamente en el caso de los músicos. Para nosotros no es sólo subirse a tocar, por eso nos ocupamos desde el diseño de la tarjeta al clima que se genere en el lugar. Si no podríamos haber hecho un “vengan y toquen”. Nosotros mostramos todo en los medios de comunicación, pero también hay un problema: los salteños consumen pocos medios locales. - ¿Cómo se hizo el festival de jazz del año pasado? ¿De dónde salió eso? - Fue una iniciativa de Cultura a la que luego se convocó a los músicos. Se cree que fue una iniciativa de determinados músicos pero en realidad fue una propuesta nuestra, donde nos sentamos y después negociamos. - Pero ¿por qué jazz? ¿Qué afinidad tiene el estado salteño con el jazz, o hay una movida incipiente de jazz en Salta? Porque fue exitoso en convocatoria. - Lo más exitoso del festival de jazz fueron las clínicas y los talleres. Hubo demanda de capacitación por parte de los músicos. Se nos ocurrió que podía funcionar un festival de jazz porque es más “académico” respecto a otro tipo de expresiones. La iniciativa de la Subsecretaria fue pensada a partir de haber conocido en este trato cotidiano con demandas y propuestas la calidad de los músicos salteños. Además hay grandes músicos salteños que la gente conoce por el folclore, la música clásica; el rock tiene su movida entre los bares de la Balcarce, el folclore ni hablar, tiene

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una industria propia, que está bien. No así en el jazz, pero que tampoco era para nosotros una problemática. Tuvimos 600 personas que hicieron las clínicas, entre las que había estudiantes de la escuela de música con grandes músicos de la orquesta tomando la misma clínica. Habla de la calidad de la gente que vino. En el festival de jazz todo tuvo que ver con la calidad. No fueron a las clínicas solo músicos de jazz, sino 600 músicos salteños o que viven en Salta. - ¿Y en el caso de la música popular y la cumbia? - Tuvimos un ciclo, Diálogos, donde pasó algo interesante en el homenaje a los Lirios Colombianos. Era la primera vez que ellos entraban a la Casa de la Cultura en 25 años de trayectoria. - Pero un grupo de cumbia de un barrio salteño, ¿va a pedir una sala? ¿Qué pasa en la relación del estado con estos sectores populares? ¿Por qué no va un grupo de cumbia a demandar una sala como hace uno de rock? - Son problemáticas diferentes. Quiénes son los que reclaman al estado apoyo y subsidios. Se da mucho en el rock. - Clase media. - Y mucho en los teatreros. - Clase media. - Nunca nos pasó que vengan. Hay que cambiar la concepción del estado cuco. Nosotros necesitamos de los artistas y creo que los artistas necesitan del estado. Lo que tienen que modificarse son las propuestas. Hay que conversar más, tomar más café y discutir más. Creo que ninguno es dueño de la verdad. Estamos para concretar acciones que nos trasciendan. Quedarnos en el detalle de “yo quiero hacer el show del día” no genera industria. - Entonces hay gente en Salta que está buscando que consumir localmente. ¿Qué elemento falta para que se desarrolle industria cultural en Salta? - Falta sentarse y debatir desde otro lugar todas las cuestiones, tanto los privados como el estado, desde los gestores culturales, que no es solamente el estado. La gente que produce y genera

actividades. Tampoco hay que ser necio y cerrarse en “yo quiero hacer esto”. Bueno; ¿dónde, para quién, cómo? Si no es medio difícil, hay que abrir un poco la mirada. - ¿Y hay coproducciones con privados comerciales? - Desde el Ministerio no. Esa parte se maneja desde otros organismos. Lo que produce cultura lo producimos nosotros. En el Ministerio de Cultura no se contratan productoras porque nosotros nos dedicamos a producir. Y las productoras también podrían demandar que el estado las contrate para producir, como hacen los músicos cuando piden sala para tocar. - Podríamos decir que los actores culturales en Salta vienen a pedir cosas, plata subsidios, pero no a proponer coproducciones. - Son dos instancias diferentes, y que además de proponer o pedir sería muy bueno que discutamos para ver cómo hacemos para que nos vaya bien. Demanda hay, pero tenemos que encontrar el agujero al mate, para captar al público. Con coherencia y con un plan. Desde los gestores culturales como se arman propuestas que generen público. También falta un análisis. Porque si, por que no. Muchas veces no va muy bien, y que no vaya bien es un termómetro para analizar el por qué no fue bien. No vamos al “no funcionó, el público no entiende, la gente no entiende”. - El estado no tiene la obligación de fomentar todos los fracasos. - ¿El estado para quién trabaja? ¿Para tu capricho individual o para 25 mil personas? ¿O para ambos, en proporciones adecuadas? Los ciclos que tenemos son netamente locales y fueron ganados por las bandas locales. Y creo en esas producciones, pero hay que conversar. Hay que superar el capricho de querer tocar gratis en una sala, y el problema es que el estado no puede decir quién es artista y quién no, lo tienen que hacer las asociaciones, los productores, todos deben sincerarse. Y cada uno decidir dónde quiere estar, si se suma a una propuesta para generar mercado o se queda al margen.




Por Lucas Canalda // Foto: gentileza Pol Nada

LA INQUIETUD Y EL SÍMBOLO

Explorador de las emociones y los gestos que hacen a los días, Pol Nada es una rara avis dentro del panorama de jóvenes cantautores argentinos. Te Vamos a Salvar, su último disco, se ubicó entre lo mejor de la producción rosarina del 2013.

T

e Vamos a Salvar es una cruzada por la empatía. Parece haber sido concebida desde la palabra precisa y librada con el susurro como punta de lanza. Trece episodios que se suceden en las horas de cotidianeidad, se rigen por los claroscuros propios del día. Se navegan de manera interna, acompañados por gestos caseros como abrazar una taza humeante y soltar un mohín impregnado de otra persona. O por la charla amable y despelotada de dos amantes desde habitaciones lejanas de un mismo hogar. Canciones que cautivan y encuentran su forma viva una vez que están aunadas en la piel del escucha. Es entonces cuando Pol Nada seduce y luego impacta. La palabra cincelada con detenimiento inunda los sentidos. La voz, confesional y gentil, nos guía por una esfera con marcas de calma y capas de sonido.

Pol Nada en un ámbito de creación.

En el disco la emoción se dispone como en un movimiento decisivo de una partida de ajedrez, pero en vivo la propuesta muta casi radicalmente y una potente furia vocal nacida en el entripado hace que cada uno de sus recitales se torne irrepetible. Esa unicidad de los conciertos, combinada con la minuciosidad de sus trabajos es el principal atractivo de Pol Nada. Esa amalgama despierta curiosidad inmediata. ¿Es un deseo deliberado de no transitar caminos conocidos o es pura espontaneidad? “Me parece que es una mezcla de las dos cosas -opina Pol-. Hay un concepto que escuché hace poco, tiene que ver con el surf: cuando viene la ola, los chabones tienen que poner algo suyo encima. Me parece que eso pasa en todos los órdenes de la vida y en cualquier expresión artística se manifiesta esto también. Se manifiesta mucho, se ve claramente al artista que está resis-

tiéndose a algo y luchando para darle forma a algo y al artista que intenta acomodarse a la forma. Siento que desde que empecé a tocar más seguido, en los últimos tres años me subí a la ola, a ver qué venía. Empecé a tener una necesidad de gritar, que era algo que no me pasaba. Eso le dio una intensidad al vivo. En el disco me parece que la intensidad está más puesta en lo compositivo que lo interpretativo. Considero que la composición es intensa en el sentido que uno necesita prestar un poco más de atención. La diferencia tiene que ver con varias cosas, la presentación en vivo es más dinámica, un disco es algo que va quedando plasmado, son cosas que se van asentando.” Pablo Jacobo nació en Entre Ríos y llegó a la ciudad de Rosario en 1995 para estudiar medicina. Hoy, a los 37 años, ocupa su tiempo con la psiquiatría y la música, algo que suma un gra-

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La tapa del primer disco de Pol Nada.

do más de curiosidad sobre la obra de este artista. Lenguaje, símbolos y canciones. - ¿Cómo es la relación con las palabras? ¿Cómo es componer estando todos los días trabajando desde el lenguaje? - En un punto, siento que todo impregna todo. Todo está teñido de todo. Llega un momento en el cual no sé si puedo ser tan consciente de cómo influye una cosa en la otra. Es muy real que el trabajo como terapeuta te obliga a tener ciertas responsabilidades y creo que el músico también las tiene, pero podés no asumirlas y no pasa nada. Los músicos y los artistas también tienen una responsabilidad importante. Sí está claro que el terapeuta tiene una responsabilidad más directa. Esa es la principal diferencia. Después siento que las dos cosas se afectan mucho mutuamente. Puede ser que a veces el hecho de haber estudiado, no solamente psiquiatría, sino diferentes terapias, trabajos cognitivos, cosas que tienen que ver con la filosofía oriental, hace que uno, a veces, pueda ver el significado atrás del símbolo. Me parece que, en general, cuando uno trabaja, cuando uno produce, trabaja mucho con símbolos aunque no sea consciente. A veces, lo que la ciencia permite es ver los ceros y los unos de La Matrix, como una cosa así. Y a veces eso es un error. A veces uno cree que está viendo eso y en realidad está viendo otro símbolo. También está esa posibilidad del error. Lo que la ciencia le otorga a las cosas en general es una profundidad que aclara un poco el programa. Tampoco creo que sea tan diferente, es diferente porque todas las cosas tienen sus características pero seguramente alguien que tiene otra profesión verá otra parte que desde el estudio de las psiquis no se ve.

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Te Vamos a Salvar fue producido por el propio Jacobo y contó con un grupo de colaboradores de distintas latitudes. En la ciudad de Rosario, Ezequiel Fructuoso, aliado musical de Pol por mucho tiempo, aportó su bajo en temas como “La era de la emoción”, “Planeador” y “Onda amor”. En Capital Federal, Ulises Butrón grabó con su guitarra eléctrica para “El campamento”. Natalia Lafourcade, desde el lejano Distrito Federal mexicano, sumó su voz a “Amigos animales”. “Tuvimos un vínculo postal a través de Internet en su momento, por My Space”, cuenta Pablo sobre la participación de la cantautora azteca. Otra destacable presencia en el disco fue la coproducción de Tweety González en varias de las canciones.

“Intento todo el tiempo estar en contacto con músicos diferentes, siento que eso me obliga a pensar las cosas de una manera distinta.” - ¿Cómo surgió la posibilidad de colaborar con Tweety? - Hace mucho tiempo, cuando recién aparecía Facebook, me dice una vez un amigo, “che, mirá lo que postearon”, y era Tweety, que había colgado y comentado una canción mía. Entonces le escribí agradeciéndole y la respuesta fue “hagamos un disco”. Ahí empezó

todo. Empezamos a charlar, comencé a viajar a Buenos Aires, tuvimos algunas reuniones. Empecé a hacer muchas canciones y a grabar. Armé muchos demos y comenzamos a trabajar sobre eso. Fue algo bastante de ensueño, de película norteamericana. - Tengo una imagen en mi mente de ambos concentrándose hasta en el más minino detalle, ¿fueron dos talibanes del detalle trabajando en conjunto? - Yo no sé si lo definiría a Tweety como detallista, de hecho me parece que él tiene una visión de la música que es muy interesante y que tiene que ver con algo que yo intento ejercitar y que se ve más en el vivo que en mis discos, que es tratar que se vea más la esencia que todo lo que viene después de la canción. Trabaja mucho desde la espontaneidad. Tweety piensa la producción de una manera que para mí está buenísima y que es muy diferente a cómo la pienso yo. Eso para mí fue muy útil con cuestiones puntuales y concretas, como acotar algunas cosas y bajar la cantidad de información. Fueron cuatro años de trabajo que le granjearon a Pol Nada un pequeño pero fiel grupo de seguidores que pronto comenzó a correr la voz y a compartir su música. Luego de su álbum debut Querés estar solo, de 2008, aparecieron dos aventuras en formato EP: Songs during the war, de 2010, cantado íntegramente en ingles, y al año siguiente He estado en varios lugares a la vez, con cinco versiones de Patricio Rey (la reinvención del clásico “La hija de fletero” debería ganar un premio al soundtrack ideal para una tarde aletargada de mayo). Desde entonces, el cantautor nunca se quedó quieto. Versátil y reticente a repetirse, Pol fue una constante en los escenarios rosarinos hasta lograr


que la atracción y curiosidad generada por su propuesta atravesara la movida local, burlando las diferencias y divisiones que se sienten cómodas en la seguridad de las etiquetas de género o estilo. “No puedo identificarme con ninguna etiqueta. No me puedo identificar con las diferentes denominaciones. Creo que los nombres, los símbolos, las etiquetas, son útiles para señalar cosas pero cuando alguien pretende definir algo y acotarlo y limitarlo ya para mi pasa a ser una traba”, explica, y agrega: “Capaz que hoy me siento un músico del folk y capaz que dentro de cuarenta minutos, no. En general siento que pertenezco a un montón de universos y me gusta que sea así. Me siento tan cómodo escuchando y bailando electrónica como en el recital de Los Palmeras o en un festival de folclore muy clásico. Obviamente que hay diferencias, pero la experiencia de la música no me parece que tenga nombre, no hay forma de agarrar eso.” - Sos inquieto y siempre estás tocando por destinos nuevos. El año pasado te diste el gusto de hacer una mini gira federal junto a Sherman Canción (otrora vocalista y líder de Los Crocantes), ¿cómo es despojarse de los arreglos que pueblan al disco y lidiar con los imprevistos de la ruta? - Pienso mucho en eso. Cada obra, cada experiencia, es una experiencia en sí misma. Me parece que la canción

tiene una especie de esencia que uno toma y es como tomar una sustancia: después te pasa algo en el cuerpo. En el disco pasa tal cosa y en vivo puede pasar otra. Puede que la toque sola o con toda la banda. Pueden pasar muchas cosas. Por ejemplo, ahora estoy trabajando con capas de voces. Intento todo el tiempo estar en contacto con músicos diferentes, siento que eso me obliga a pensar las cosas de una manera distinta y a pensar esa canción de una manera distinta. Es como probar sustancias diferentes. Me presiona a modelar mi cerebro. No siento que sea lidiar sino que es al revés, lo siento como una forma más de crecer. La canción es una copita con ésta sustancia y ahora la tomo y me pasa esto y si la tomo el mes que viene me va a pasar otra cosa. Por supuesto que tengo un montón de proyectos que me encantaría hacer, me encantaría tocar tal canción con un coro de veinte personas o las cosas que uno se imagina cuando está durmiendo y que dice “¡qué buena idea que tuve!” y al otro día te das cuenta que es un delirio. Esas cosas por supuesto que pasan, pero no lo veo como una limitación, sino como posibilidades diferentes. Posibilidades diferentes, posibilidades infinitas, que lentamente van iluminándose bajo el candil de Pol, quien las explora buscando vislumbrar siempre un poco más de esa (aparente) desnudez del símbolo.

La discografía completa de Pol Nada puede escucharse y compartirse en su espacio de Bandcamp: polnada.bandcamp. com. Desde las primeras semanas de 2014 también puede encontrarse un disco de remixes de Te vamos a salvar, a cargo de varios artistas rosarinos.

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Por Eduardo Marcé // Foto: gentileza Alem

Somos canción para siempre Alem editó Santa Fe, su segundo disco. En menos de veinte minutos, Vladimiro Diéguez entrega siete hermosas piezas que revitalizan al pop tucumano.

A

fines de los noventa apareció Luzbel, una banda tucumana que llamó la atención a base de canciones que fusionaban naturalmente ska, rock y reggae con letras de manifiesta nocturnidad, vicios y placeres. De la mano de Nueve Veces Nueve, su disco debut, de 2004, el grupo llegó a trascender tímidamente algunas fronteras, pero fue mutando. “En el 2008 cambiamos un poco el estilo musical y necesitábamos darle un nuevo nombre a ese estilo. Empecé a componer otras cosas, se me abrió el abanico de la composición, y ahí me enteré que era pop”, cuenta el cantante Vladimiro Diéguez. Sorpresivamente, Luzbel tenía un heredero que molestaba con canciones que no encajaban en su repertorio. Fue el nacimiento de un grupo más sensible y pop, de grandes melodías y simpleza mayor. “Luzbel también hacía pop, pero más duro, y empecé a componer canciones más románticas, más personales. En La Luzbel todo hablaba de noche, acá ya eran romances perdidos o ganados. La noche sigue estando, pero desde otro lado”, recuerda Vladi. Surgió entonces el nombre Alem. “Nos gustó porque era corto, fácil de decir. Después, investigando, vi que era una palabra antigua que significaba ‘más allá’, entonces más me cerraba.” Alem tuvo un comienzo auspicioso, una carrera de dos años de muchos conciertos grandes e inesperados. “Con Luzbel ya lo veníamos haciendo: el primer Tucumán Rock, shows en la plaza Independencia. Pero con Alem fue al revés, empezamos bien arriba: Pepsi, Electrorock, Quilmes, Babasonicos, La Vela Puerca, esos recitales que uno sueña siempre. Luces, columnas grandes, retornos hermosos, estaba bueno.” La banda iba bien encaminada, pero las partidas del tecladista Marcelo Papetti y el guitarrista y productor Vampi-

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ro Vardiero complicaron la existencia de Alem. Todo sucedió cuando Intelligent Chabon (2009), primer álbum del nuevo grupo, estaba listo para ser editado. “Cuando ya teníamos el disco en la mano y estábamos trabajando otras canciones, quedamos Pablo (Bustos, bajista), Emmanuel (Diez, baterista) y yo. Estábamos sin saber qué hacer pero con otro disco. Eso fue medio frustrante, pero las ganas de componer seguían, por eso nace Santa Fe. Quedaban canciones y las queríamos grabar.”

“Estas siete canciones representan el momento en que estamos. Tienen un toque de melancolía, pero al mismo tiempo son bailables y tienen melodías únicas.”

Santa Fe, editado en febrero, es el segundo opus de Alem. En cada descarga que se realiza desde escuchaalem. bandcamp.com, el disco se muestra como uno de los trabajos más interesantes del indie pop argentino reciente. Curiosamente, Santa Fe era un tra-

bajo casi olvidado para Diéguez. Con una formación disminuida, el futuro del grupo no era claro y todo parecía dirigirse a la separación. A modo de cierre, los tres músicos decidieron grabar las últimas canciones. “En esa época pegamos onda con Alejandro Rodríguez, del Estudio Rojo, que contrataba a Emmanuel y a Pablo como sesionistas. Lo empezamos a grabar ahí. Dos años estuvimos grabando, porque teníamos el paso libre. Teníamos cancha para grabar, de cada canción teníamos tres versiones. Tenerlo a Alejandro, que nos daba un espacio en un tremendo estudio en Tafí Viejo para grabar las canciones, no se podía desaprovechar, y seguimos grabado, sin tocar, por eso tenemos varias versiones de cada canción. Esas tres versiones que teníamos del estudio las llevábamos a la casa de Pablo y la seguíamos trabajando. Lo terminamos el año pasado. Lo subí a You Tube como despedida. Decía ‘Alem’ con letras horribles: ‘Gente, esto era Alem’. Y Marquitos (Martín, de Quiero Discos) me empieza a agitar y me encuentro con que había una página donde se lo podía descargar, gente que le daba pelota. Me llamaban para hacer notas con Luzbel y de fondo pasaban este disco, y yo no se los había dado. En (la radio) Fish lo pasan siempre, a toda hora, hice notas en todos los programas”. La repercusión que empezó a tener Santa Fe en su primera y tímida aparición hizo que se lo relanzara a través de Quiero Discos (que también promociona el interesante ciclo La Vereda del Amor). El disco, de siete canciones y 18 minutos de duración, fue producido por Pablo Bustos y cuenta con la participación de Luciana Tagliapietra en dos temas. “Pablo tuvo un gran trabajo de producción en Santa Fe –reconoce Vladi-, pero no como el Vampiro (productor de


Intelligent…). El Vampiro como productor es demasiado minucioso. Pablo fue mucho más práctico. Cayó en lo simple: guitarra, bajo, batería, que hagan lo que tienen que hacer y nada más, las canciones son simples. Hay partes que iban cantadas y después dijimos ‘no, saquemos la voz de acá y metamos una viola que haga la melodía’. Ese tipo de laburo tuvo. Teníamos quince, 16 canciones, y quedaron siete. Pablo le dio un toque muy lindo a todo el disco, supo interpretar muy bien las canciones en cuanto a las guitarras. Algo que nos quedaba pendiente de Intelligent…, que si bien suena tremendo, sentimos como que las guitarras quedaron atrás. Entonces en este disco, siendo él el gui-

tarrista, le dio prioridad a las guitarras y ese espacio para que toque cosas simples, que parecen una pelotudez, pero embellecen ese momento de la canción. Fuimos por lo simple y que se entiendan bien lo que está haciendo.” El resultado es, como dice Diéguez, “un disco fresco, alegre y sentimental”. “No tiene ninguna canción que sea un bajón. Estas siete canciones representan el momento en que estamos. Tienen un toque de melancolía, pero al mismo tiempo son bailables y tienen melodías únicas que solo las pudimos aprovechar porque la producción lo dio.” “Estoy contento con Santa Fe, porque ya lo había olvidado. La gente me agitó a que salga a tocarlo, mis amigos

y colegas, y me empezó a gustar. A mí me decís vamos, y vamos”, dice Vladi, antes de informar que la presentación será en breve. “Quiero presentarlo, ya están hablados los músicos. Vamos a tocar los dos discos y listo. Si después de ahí da para más, ninguno va a tener problema, pero después de la presentación no sé que sale. Capaz que no toco más. Me pasa que tocar Alem es muy fácil, por más raro que suene, es muy disfrutable, la melodía y la música te llevan. El proyecto está bueno, la gente que se sumo ahora (Luis Gómez Salas, Sergio Cabudo Contreras, Luciana), ellos mismos me agitaron. Ojalá dé para más. Había posibilidades de ir a Salta, yo chocho me voy.”

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SantaFe Tema por tema

“Félix” “Es entre mi hijo y mi mujer, de cuando me entero que iba a ser papá. Porque estuvimos como un año y medio o dos buscando para tener un hijo y no podía. Matota (César Javier Gómez) toca el violín.”

“Delirance” “Habla de esa pareja que está borracha con los amigos, los amigos te dejan en banda y vos estás con tu novia arrastrándola, ‘vamos, vamos’. Tiene noche, te cuenta de la noche, pero no la agita.”

“The Ultimo” “Es una canción que estaba en tono menor. Habla de la culpa, cuando hacés algo, te hacés cargo y sentís la culpa. Cuando la tocábamos con la banda sonaba muy violento, yo no quería eso, quería que suene más fresco. Pablo me dice que la pasemos a mayor. Cuando hacemos eso se transforma en otra can-

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ción. No me encontraba cantándola y le digo a Luciana, la aprende, la cantó y listo. Y terminó siendo así por ese cambio de tonalidad. Se abrió un montón, quedó más linda, tiene un punteo lindo, tiene un momento de silbido lindo, y en Luchi queda muy bien.”

“Lunadei” “Le pongo así por Gianni Lunadei, el actor de Mesa de Noticias, que siempre decía la famosa frase ‘le pertenezco’. Yo tenía idea de meter un montón de cosas, pero terminó muy simple, guitarra, bajo, batería, charango, y así quedó hermoso. Le quería meter trompetas y no sé qué más. Es para mi hijo.”

“Los Quien” “Es como un descargo. En algún momento viví esa cosa adolescente de ‘vos componés, vos tocás, cantás, sos rarito, vos te hacés el loquito, vos te drogás’. Es como el bullying a los músicos cuando no entienden que son músicos. Es una canción que se las dedico a los

músicos. Habla de quién es el compositor y porqué compone. Lo canto a dúo con Luchi, me parecía hermoso que lo cante conmigo. Me encanta cantar con ella porque a la par de Luchi me veo lindo, me hace ver lindo.”

“Flotante” “Pablo tenía la melodía, le puse un par de letras, le acomodé la canción. Es alguien que está llamando a una mina para que venga, nada más.”

“Sentidos” “Es de Pablo. Habla de un momento en su vida en el que no quería que le rompieran las pelotas y le rompían las pelotas. Tiene muchas comparaciones, Pablo me hace acordar a Drexler cuando compone, compara cosas todo el tiempo. La canción empieza con una comparación y la letra me gustaba mucho, es genial. Cuando la empecé a cantar lo hacía yo solo y siempre me sonaba en la cabeza que había mucha gente cantando. Al final la terminamos cantando con Pablo los dos.”


ROCK ES CULTURA A continuación, publicamos algunos de los títulos que llegaron a nuestra redacción. Para formar parte de esta sección escribinos a revista@rocksalta.com.

BANDA DE TURISTAS Química (Pop Art Discos)

JOTES

Historias Abiertas (Bestiario)

BERSUIT VERGARABAT El baile interior (Pop Art Discos)

DE LA TIERRA

De la Tierra (Warner Music)

NAGUAL

2 MINUTOS Valentin Alzheimer (Ed. Clandestinas)

CARAJO

10 Años en Vivo (Independiente)

Frente a Frente (Independiente)

HORCAS

VARIOS ARTISTAS

Por tu Honor (Pop Art Discos)

Volumen 1 (Lado B)

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No nos hacemos cargo de la información de esta página. No tuvimos tiempo de chequearla.

Las medidas pro planeta de los grandes festivales Luego del cuestionado éxito de los Ecovasos en Cosquín Rock, distintos festivales estarían analizando algunas medidas, en pos de ganar más guita cuidar el medio ambiente. En la primera edición argentina del Lollapalooza estarían evaluando montar un escenario vegano, donde Q’Acelga sería el número principal. Además, se filtró que el público podría acceder a un espacio donde habría una huerta para sacar gratuitamente tomates y lechuga para las hamburguesas, que se venderían a precios exorbitantes en los puntos de venta oficiales. “Es simple, ponemos los patys (N. de la R: los porteños le dicen paty a la hamburguesa, así está el país) a precios muy altos porque queremos difundir el veganis-

Un Rolling Stone en Salta Según trascendió, la histórica banda de rocanrol Perro Ciego estaría en plenas tratativas para lograr la presencia de algún integrante de los Roling Stones en los festejos que el grupo salteño planea realizar en este 2014 por sus 25 años de carrera. “Cuando vimos que los tucumanos de Random lograron grabar con los Mars Volta, al toque se nos metió la idea en el marote”, le confesó uno de sus integrantes a un cronista de Rock Salta. El plan maestro parece ser el uso de las redes sociales y tentar a sus Majestades Satánicas mediante la conocida cercanía que tienen con las drogas y las bebidas. “Ya le enviamos decenas de fotos de hojas de coca y vasos con chicha, la idea es que alguno le den ganas de probarla y se mande”, afirmó el músico salteño. Si esto no funciona, el plan B es la presencia de Juanse, con quien ya llevan charlas avanzadas vía un párroco del colegio San Francisco, sabida la devoción por la fe cristiana del ex Ratones Paranoicos. “Si tampoco funciona vamos con Daland, su hijo, que pinta para estrella de rock posta”, dijo por último el integrante de Perro Ciego, mientras se retiraba de la zona de la Balcarce con un pin de La Armada Cósmica en su campera rolinga.

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mo, no es que intentemos aprovecharnos de que no va a haber una panchería cerca ni de casualidad”, declaró un organizador del Lolla. Por su parte, el Quilmes Rock vendería botellas y latas de material reciclado en sus ediciones de todo el país. Por supuesto, el costo de la inversión de esta movida ecológica será absorbido por el público, que pagaría hasta $120 por medio litro de cerveza, pero sin dañar el medio ambiente. Hasta los concursos para tocar en los Pepsi Music de este año tendrían que ver con este rumbo ecológico ya mencionado. Así, los solistas folk minimalistas podrían ser muy beneficiados, ya que los organizadores verían con muy malos ojos a los grandes grupos de rock de altos decibeles: los consideran un daño a la armonía sonora de la tierra, además de requerir mayores gastos para poder funcionar. Como medida extrema, se supo que todas las marcas suspenderán el pago de cachet a bandas emergentes, con la excusa que manejar billetes es promover la tala indiscriminada de árboles.




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