Rock Salta Nº23

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DIEZ AÑOS SIN

FEDE ACOSTA Pág. 12

Número 23 | Septiembre 2017

CONTENIDO Editorial Noticias Usted Señalemelo Cuchi Leguizamón

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A cien años de su nacimiento

Nebbia Pez

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Cincuenta años de rock argentino

Catalinatom Agroecología en Salta Colgada Alucinaria

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El Pibe, durante su último recital, 30 de agosto de 2007.

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STAFF DIRECTOR

Santiago Castellanos scastellanos@rocksalta.com

EDITOR

Federico Anzardi fanzardi@rocksalta.com

DISEÑO

Bernardo Rodriguez Berri

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DIAGRAMACIÓN

s un gusto encontrarnos nuevamente este mes, luego del regreso oficial de agosto. La recepción de la revista fue increíble en cada lugar donde llegó y estamos muy agradecidos por ello.

Creo que la visión con la que encaramos esta nueva etapa es la correcta, la que sentimos y vamos a luchar por mantener. De nuestra parte les aseguramos que el trabajo, la dedicación, la convicción y el profesionalismo estarán presentes en cada edición. Nos esforzamos por difundir la revista en la mayor cantidad de lugares posibles y tratamos de editar un contenido de calidad. Esperamos que ustedes nos apoyen, no sólo con la compra de la revista, sino también difundiéndola dónde y cómo puedan, boca a boca, posteo a posteo. También sabemos que la situación de auspiciantes y apoyos estatales no ha cambiado demasiado desde que dejamos de salir en 2015, pero ahora, que podemos seguie, confiamos que el trabajo nos llevará a un buen destino. Este mes les traemos una nota de tapa con Litto Nebbia y Pez, algo así como un sueño cumplido. Son artistas que siempre quisimos tener en nuestra portada y que admiramos por sus canciones y su camino independiente. También recordamos dos aniversarios que nos pegan de cerca: los cien años del nacimiento del Cuchi Leguizamón y los diez de la partida de Federico Acosta. Preparamos artículos especiales sobre ellos para recordarlos y tenerlos siempre presentes.

Los invito a seguirnos cada día en rocksalta.com y a transitar juntos este camino en el que entre todos vamos a seguir demostrando que el rock es cultura.

Santiago Castellanos Director RS Producciones

ROCK SALTA es una publicación de Rock Salta Producciones. Domicilio: General Güemes 569 - CP 4400 - Salta. El nombre y el logo son marcas registradas por Santiago Castellanos. © 2006-2017. Expedientes INPI 3083222 y 3083224. Las publicaciones son de absoluta responsabilidad de sus autores y pueden no coincidir con la opinión del director. Las colaboraciones son ad-honorem y no crean ningun tipo de dependencia legal ni laboral entre los autores y la revista. Prohibida la reproducción parcial o total de los artículos sin mencionar la fuente. Tirada: 2000 ejemplares. Foto Tapa: Fotomontaje.

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Colmena Boutique Audiovisual colmena.audiovisual@gmail.com

REDACCIÓN

Lucas Canalda Franco Hessling Rodrigo Juárez Diego Maita López Eduardo Marcé Eduardo Pece Fernanda Salas

FOTOGRAFÍA

Gastón Iñiguez

COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Alejandro Ahuerma, Andrés Antonelli, Sebastián Mas, Santiago Motorizado, Victoria Schwindt.

IMPRESIÓN

Mundo Gráfico S.A.

DISTRIBUCIÓN

Rómulo J. Guzmán (Salta y Tucumán) Distribuidora Chorba (Jujuy)

CONTACTO

Redacción: revista@rocksalta.com Publicidad: publicidad@rocksalta.com

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ESTA REVISTA EN SALTA Atipiko: Zuviría 408 Morrison: Caseros 646, loc. 7 TUCUMÁN La Rockería: Bs. As. 39, loc. 6 JUJUY Fixion: Belgrano 616 SANTIAGO DEL ESTERO De Tal Palo: Belgrano 852 CÓRDOBA Oktubre: Centro y Nueva Córdoba Lado B: Tucumán 105 ROSARIO Music Shop: Sarmiento 780 El Aleph: Rioja 932 www.tienda.rocksalta.com


Shows para todos los gustos La última parte del año se viene con todo, así que mejor ir ahorrando para poder ver todos los recitales que habrá en Salta. El mató a un policía motorizado girará por la región a mediados de este mes. Presentará La Síntesis O’Konor en Tucumán (el sábado 16) y Salta (el domingo 17). La llegada de la primavera se festejará con el show que Skay Beilinson dará el 23 de septiembre en Vaqueros, en lo que será su único show en el NOA. Otra banda que girará por Tucumán, Salta y Jujuy será Guasones, con shows el 6, 7 y 8 de octubre. De la misma forma, lo hará La Beriso el 2, 3 y 4 de noviembre. La gran noticia es que se confirmaron los shows de Ciro y Los Persas en Salta y Tucumán, el 16 y 18 de noviembre, respectivamente. Todas las entradas se encuentran a la venta en norteticket.com, locales Provencred y puntos de venta habituales.

Felices los ñoños El crítico musical Simon Reynolds volverá a la Argentina. Estará en la ciudad de Córdoba los días 8 y 9 de septiembre, en el marco de la Feria del Libro de la ciudad mediterránea. El 12 de septiembre estará en Buenos Aires para brindar una clase magistral gratuita en el Centro Cultural San Martín. El inglés, que vive en Los Angeles, traerá su charla “Todos están en el show business: el glam y el anti-glam desde los 70 hasta el siglo XXI”, una disertación derivada de su último libro, Como un golpe de rayo, publicado este año en nuestro país a través de la editorial Caja Negra. Reynolds, uno de los críticos de rock más importantes de la actualidad, es reconocido por sus libros Retromanía, Romper todo y empezar de nuevo y por tener en su casa un ejemplar de la revista Rock Salta que uno de los integrantes del staff de la mencionada publicación le acercó allá por 2013.

Cosquin Rock llega a Bolivia Relanzamos Rock Salta Discos

La edición boliviana del Cosquín Rock se llevará a cabo el sábado 4 de noviembre desde las 11 de la mañana en el predio Ventura Sur (Doble Vía La Guardia y Quinto Anillo) de Santa Cruz de la Sierra. Es un predio con capacidad para 30 mil personas donde también habrá food trucks, charlas, barber shops y actividades para todo público. Fito Páez, Babasonicos, De La Tierra, Ciro y Los Persas, Skay y Los Fakires, León Gieco, Los Caligaris, Eruca Sativa y Cuatro al Hilo acompañarán a las mejores bandas bolivianas: Animal de Ciudad, Doble A, Grillo Villegas, Electroshock, Fiesta Cuetillo, Oil, Cachistones, Mammut, Track, Los Salmones y La Chiva. Una semana antes del festival se anunciará un importante grupo sorpresa y también habrá dos representantes locales más que saldrán de un concurso de bandas. Las entradas ya se encuentran en fase de preventa con descuento. En Argentina pueden comprarse en norteticket. com a $1000 (cancha) y $4500 (VIP).

Con el regreso de la revista nos dieron ganas de seguir retomando cosas que habíamos dejado en el tintero. A través de Rock Salta Discos editamos varios trabajos de bandas locales y algunos compilados. También difundimos el rock del NOA en cada punto donde llegamos con nuestros productos. A partir de septiembre, Rock Salta Discos se convertirá en un sello de difusión digital, donde todas las bandas del NOA podrán mostrar sus canciones de manera ordenada. Además, los grupos que pertenezcan al sello podrán acceder a la red de distribución, difusión, intercambios y festivales que vamos a gestionar. Cabe remarcar que no habrá costo para las bandas y que todo lo que se recaude por ventas de discos digitales será para los artistas involucrados.

Discos que nos gustan Este año aparecieron álbumes interesantes que nos gustaron bastante. Los más recientes que se escucharon en la redacción quizás sean Los Magos, segundo trabajo del excelente grupo platense El Estrellero, y Kawaii, de la tucumana Luciana Tagliapietra. Pero no nos queremos olvidar de Balneario, el gran disco que sacaron los rosarinos Degradé hace algunos meses, ni de Agua Ardiente, de Los Espíritus, o La Síntesis O’Konor, de El mató. Hay muchísimos discos más, claro, eso quizás sea lo mejor. Sería imposible mencionarlos a todos en esta breve noticia, pero sí podemos decirte que todos son trabajos que demuestran que el rock argentino vive una época de oro, prolífica como nunca, y con una calidad altísima. Para escucharlos sólo hay que googlear un poco. Para más data sobre toda esta música, prestar atención a los próximos números de esta revista.

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Por Eduardo Pece // Foto: Joaquín Brito

VINIERON A EXPLOTAR USTED SEÑALEMELO, UNA DE LAS BANDAS DEL AÑO, PASÓ CON ÉXITO POR EL NOA. LOS MENDOCINOS YA SON UNA DE LAS PROMESAS MÁS FIRMES DEL ROCK ARGENTINO. EL VERTIGINOSO CRECIMIENTO DE UN GRUPO QUE TODAVÍA NO ALCANZÓ SU MEJOR MOMENTO, POR SUERTE.

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er la banda nueva, tener un promedio de edad de 21 años y romperla toda. Difícil tarea la de este trío mendocino, tener que corroborar todo lo que se dice. Se sabe: cuando las expectativas son altas, la decepción está al caer. Pero nada más lejos de eso cuando se ve en vivo a los Usted Señalemelo. Ahí no queda otra que firmar al pie de todos los elogios que se acumulan. El grupo, conformado por Lucca Begueri Petrich en batería, Gabriel Orozco en guitarra y coros y Juan Saieg en voz y sintetizadores, visitó por primera vez por nuestra región. Poco después de las diez de la noche del último domingo de julio, en El Teatrino sonaban “Aguetas” y “Laser 420”, las dos piezas que abren II. Cerca de 150 personas le hicieron caso al pedido de Orozco y atomizaron la butaca para bailar justo antes de “Alfredo”, una canción del primer disco. Ver un show del grupo sirve para sorprenderse con la calidad musical de cada una de las tres cabezas del dragón. La misma sobrepasa a bandas que están ya hace unos buenos años batallando e incluso pegando algún que otro tema en radios o publicidades. Abran paso, acá vienen los Usted Señalemelo. En vivo, el grupo se apoya en dos invitados estables: el bajista Sasha Nazar y el multi instrumentista Gastón Ramos, que aporta las teclas. Se nota la mezcla de influencias variadas. Pueden

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pasar de Cerati y Soda a IKV, de Arctic Monkeys a The Killers. De Aristimuño y su juego con las programaciones a la bata sanguínea, veloz y certera. Estos tres muchachos respiraron música desde siempre y eso se nota en sus dos discos editados a la fecha. El primero, Usted Señalemelo (2015), plasma muy bien la rabia juvenil, con alguna veta spinetteana. El segundo material, lanzado en mayo de este año, lleva el título simplista II y contiene once canciones que distan mucho de la simpleza y de ese rudimentario primer álbum. En la previa al show salteño, la banda contaba que apenas publicaron el debut ya lo notaron viejo, algo que sucede mucho con el rock de las provincias, donde el camino al disco es extenso y agotador. Consultados por el nuevo sonido alcanzado con el nuevo material, incluso se permitieron bromear y especular un próximo disco de sólo sintetizadores, uno de los sonidos predominantes de II, donde se notan capas y capas de laburo y la producción sumamente cuidada que los llevó hasta Nueva York. En El Teatrino, la destreza en las seis cuerdas de Gabriel Orozco dejó claro que a pesar de que la banda se apoye en capas de sonido el buen gusto y la tracción a sangre no van a faltar nunca. Mientras que para Lucca Begueri Petrich los parches y la batería electrónica se complementan y se alternan según haga falta. “Mañana”, un hermoso

mid tempo, engalanó a todos. Luego siguió “Pana”, donde Gabriel no pudo contener su alegría y dijo al micrófono que le parecía increíble ver a tanta gente saltando y bailando con su música. “Plastilina”, popularizado con un video adolescente 100%, explotó como uno de los favoritos del primer álbum. Después de la mitad del show, el cantante ya no pudo contenerse: metido a pleno en el pogo que se armó en los primeros metros, terminó sentado en una mesa. Y se mató de risa. “Agua marfil”, su track más escuchado en Spotify (más de 350 mil), cambió un poco el aire del show. Lamentablemente no sonó “Textos”, bellísima pieza de ese álbum debut. Quedará para la próxima. Lo que sí quedó claro es que “Big Bang” es una de las mejores canciones del año. Con sus primeros acordes el público enloqueció. La canción fue literal: todo explotó con esos acordes que mezclan a Redondos con los Soda y terminan con vientos a lo Fabulosos Cadillacs o Dancing Mood. Antes, Lucca contaba que la plata que ingresa vuelve de inmediato a la rueda de la banda: “Venir acá es una inversión. Todo lo que hacemos es para crecimiento, para videos, para viajar. Tratamos de que el show sea lo mejor posible y es lo único que importa”. Fue un show breve, sólo una hora. Habrá que esperar para volver a disfrutar de lo suyo. Seguramente serán mejores cuando vuelvan.


UN

MAÑANA

A

Pablo Comas, corazón y mente de Alucinaria, habla sobre Días de Fuerza, un manifiesto de resiliencia y aprendizajes estéticos. En catorce canciones, el rosarino construyó un reino de introspección que formula preguntas y encuentra sentimientos y posibilidades de respuesta.

Por Lucas Canalda // Foto: gentileza Alucinaria

marse, es amar esta guerra: la de uno consigo mismo”, advierte una línea adjunta a Días de Fuerza. Es un aprendizaje que pone en aviso a cualquiera que decida avanzar hacia el viaje que se propone: se debe tener la certeza, desde el primer paso, que no será un camino impoluto. Esa prudente señalización es acerca del disco, sí, pero también sobre cualquier decisión radical que tomemos en nuestras vidas. Las catorce pistas del álbum están atravesadas por el control, las pérdidas y las obsesiones, marcando una travesía hacia un punto de observación de todo eso en uno mismo. “El disco está unido físicamente con el momento en que lo estábamos haciendo. Hay un vínculo extremo, emocional y físico con la época. Este trabajo no es una cosa teórica que salió de un huevo. Tres años no es nada, el disco va a estar toda la vida. Fue un momento de días de horror, de días de fuerzas”, explica Pablo Comas, corazón y mente de Alucinaria. Para este segundo trabajo, la banda -Comas en voces, teclados, guitarras eléctricas y acústicas; Federico Toscano en batería y percusiones, Pablo Giulietti en guitarras eléctricas, y Federico Oti en bajo- deja de lado el indie pop contemporáneo de raigambre songwriter de La última rotación del sol (2012) para reinventarse al ciento por ciento en una encarnación de pop barroco que propone una excursión experiencial al ego. “Todo surgió ahí, en el embrión de la composición. Cuando empezamos estábamos escuchando como banda un periodo en especial, el

pop barroco y el rock psicodélico de los 60, empezando por Smile y Pet Sounds de los Beach Boys. Esos discos se convirtieron en lo único que escuchamos por dos años”, recuerda Comas, autor de todas las canciones y responsable de la mayoría de los arreglos. El nuevo sonido del grupo presentó instrumentos desconocidos como cello, viola, violín, corno francés y trompetas para los que Alucinaria contó con la colaboración de músicos invitados que forman parte de la Sinfónica Provincial de Santa Fe. Un Comas obsesivo y siempre sediento de aprender nuevas formas estuvo involucrado en cada minuto, cada hora de grabación, más que un supervisor, lo suyo fue una verdadera fascinación por el nuevo lenguaje sus canciones demandaban. Apenas lanzado varios periodistas especializados de la ciudad comentaron que Días de Fuerza es “el mejor disco rosarino de los últimos treinta años”, afirmación con la que coincidieron varios consagrados músicos que enfocan su atención y admiración en el desarrollo creativo del joven Comas. Hacia fines del 2016, ya editado y presentado, el trabajo de la banda alcanzaría a ubicarse en las listas de discos más destacados en las encuestas de fin de año a nivel nacional. - Días de Fuerza fue incluido y votado entre los mejores discos del año pasado y hoy sigue viajando entre nuevo público que recién conoce el proyecto, lo recomiendan y activan el boca a boca. Pero ese transitar de las canciones lleva un tiempo prudencial, ¿cómo es apostar a un crecimiento perdurable a nivel federal

desde el interior? - Es una apuesta a ciegas pero con la posibilidad de elegir todos los días convertir plata y tiempo en música. En Argentina ya poder elegir algo es muchísimo. Lo importante es que se sepa que hay mucha abundancia y que la pasión que lo sustenta todo es inclaudicable. Cuando nos veo, lo que veo es una marea de gente que se sigue emocionando con escuchar lo que le pasa al otro; eso es romper ya la barrera, la primera frontera, salir al conurbano de tu cabeza. Después de eso, ¿quién nos para? Es un estado de gracia tener la convicción de que hay algo que compartir y algo que aprender todos los días haciendo lo que amás. Con el proyecto Alucinaria entrando en un impasse en marzo -el último recital del grupo fue en febrero en el Anfiteatro municipal junto a Matilda y los cordobeses de Rayos Láser- Comas sigue su camino personal tocando de manera constante en la ciudad de Rosario, en la provincia de Buenos Aires y en Capital Federal, estrechando su vínculo con artistas de todo el país, interpretando sus canciones para un público que ya conoce su obra o conociendo audiencias que son receptivas a su propuesta. Frente al público, munido de su guitarra y un teclado, Comas va redescubriendo las canciones de Alucinaria y presentando nuevas composiciones al mismo tiempo que se va revelando a sí mismo hasta dónde puede llegar arriesgándose siempre a más. “Me gustó ver lo que pasó al desnudar las canciones de tantos arreglos”, explica, sobre el cambio de tocar en solitario. “Al prin-

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cipio me las imaginaba como una catarata de sonidos divinos que juntos daban una sensación de ahogo. Ahora los temas volvieron a ese instante germinal que, paradójicamente, es el momento menos deseado para ellas pero al mismo tiempo donde más se las deseó, y en ese trance reaparecieron cosas que habían quedado atrás, cosas que no se imprimieron del todo en el disco, como el tono lúdico y aniñado en la forma de tocar y que me dio mucha alegría poder compartir”, agrega. Comas es un febril cancionero de pulso intenso que parece imposibilitado de detener su marcha, siempre desarrollando canciones e incorporando herramientas que sumen en su búsqueda y expansión creativa. Cada encuentro casual con el compositor por las calles de la ciudad de Rosario es un parte de novedades de nuevos horizontes, de ideas que lo estimulan y contagian entusiasmo. Por los pasillos de la facultad de Humanidades, por las calles arboladas de Pichincha, junto al Paraná, bajo la noche enmurcielagada de boulevard Oroño, Comas siempre tiene alguna criatura nueva que lo entusiasma y que funciona como meta, como una nueva posta a la que va a revelar el Comas del mañana. En agosto, mientras la primavera encamina para estrenar sus colores de brote, el cantante prepara nuevo material en un fuego creativo lento que tras la composición iniciática encuentra un desarrollo de laboratorio en el estudio donde la búsqueda se expande y revela nuevas posibilidades. “Yo disfruto

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mucho tanto del estudio como del vivo. El estudio es el lugar donde más siento un proceso de creatividad real. Hay un goce. El vivo es disfrute puro pero sin tanta racionalidad o consciencia sobre el hecho. No importan otras cosas, es lo que se siente ahí”, explica.

Comas es un febril cancionero de pulso intenso que parece imposibilitado de detener su marcha. - Sobre las canciones que se vienen alguna vez supiste comentarme: “Siento que las ideas y las ganas me queman. Tengo que hacerlas ya porque es ahora el momento”. ¿Por qué esa urgencia? ¿Es algo que demanda la creatividad o es algo que exige el momento-lugar-tiempo justo? - Lo demanda la escucha. Cuando se analiza la expresión de canciones, componer, grabar, tocar, etcétera, el “escuchar” suele ser dado por obvio. Hablo de escucha en el sentido de escuchar y no sólo de oír. Lo que (Roland) Barthes dice “levantar la cabeza del libro”

como sinónimo de estar empezando verdaderamente a leer, porque de golpe te sorprendés y te saliste del hilo, del plan. Eso es algo real muy groso, y es lo que te lleva a que un acorde deje de ser matemática y sea una historia. Ahí hay algo vivencial que no podes pasar por alto ya que motoriza todo lo otro. A veces la escucha la estás viviendo, viene a fuego lento, revoltoso (risas). A Días de Fuerza había que vivirlo antes de sacarlo, ese era el precio por contarlo. A este momento lo vivo más como un incendio y quiero propagarlo - ¿El material que estás preparando ahora es tu primer esfuerzo solista o también será parte del proyecto Alucinaria? - Va a ser el primer trabajo que edite con mi nombre. Se trata de un material extenso de cosas que venía guardando y que tengo el privilegio de poder plasmar con músicos increíbles como Pablo Brun y Dani Pérez (ambos de Sucesores de la Bestia), a quienes también considero mis maestros y mis amigos. Estoy enamorado de lo que estamos haciendo, hay mucha buena vibra alrededor de todo lo que está surgiendo. - Hubo un momento en que estabas dedicado a la actuación casi por completo y la música era algo presente pero no omnipresente como ahora. ¿Por qué decidiste darte por completo a las canciones? - Supongo que encontré en hacer temas una síntesis de todo lo que me gustó siempre, así que ¿quién dijo que no estoy actuando?


Celebramos el arte y la vida del gran artista salteño. Sus canciones, sus convicciones artísticas, el recuerdo de sus amigos y familiares, su relación con el rock. Análisis de una obra que ya es sinónimo de cultura de nuestra provincia.

CUCHI LEGUIZAMÓN CIEN AÑOS DE

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HISTORIAS

MÍNIMAS Instantáneas de la calle, discos en familia, el rol docente. Pequeños momentos de la vida del Cuchi Leguizamón.

Gesto de zorro

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n 1990, el fotógrafo Alejandro Ahuerma caminaba cerca del Cabildo salteño cuando escuchó una carcajada que espantó hasta a las palomas de los balcones. Los lustrabotas que frecuentaban la zona le aclararon inmediatamente el panorama: la risa venía de la mesa del Cuchi. “¿De dónde más?”.

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Foto: gentileza Alejandro Ahuerma “Cuando llegué hasta la vereda de El Farito, en una mesa que compartía junto a Antonio Yutronich, Miguel Ángel Pérez, “Perecito”, y otros personajes más, los saludé, les tiré un par de fotos desde el costado y me fui para el lado de la calle”, recuerda Ahuerma. Desde esa posición pudo “retratar ese gesto de zorro, de picardía compartida con el Yutro”. “Fue un solo disparo, era la

época de las fotos con rollo, cuando todavía estaban ellos y esa vereda mágica del Farito. Agradecí y seguí mi camino”. La foto se transformó en una de las más emblemáticas del Cuchi y una de las más importantes de Ahuerma. “Después fui a regalársela en su casa de la calle Rioja, enmarcada y lista para colgar”.


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Soy tu fan

a primera vez que vi al Cuchi Leguizamón fue en el verano de 1992, durante un viaje familiar a la Serenata a Cafayate. Ya estaba viejo y le rendían un homenaje. Zamba Quipildor estaba en el escenario. Todavía guardo alguna foto muy mala de ese momento. Unos buenos años después, ya por el 97 o 98, con mi ingreso y breve estancia en la Escuela de Música “José Lo Giúdice”, vino el amor por el Cuchi. Un amor que todos los estudiantes compartíamos en los pasillos, porque – salvo honrosas excepciones- casi no se percibía en las aulas. Así, por esa época pude conocer a Luis Leguizamón, uno

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hijo del Cuchi, quizás el “Moro”, que “lo saca cagando”, sin siquiera abrir la puerta. La invitación a emprender la retirada la hizo desde la ventana. Cómo me enojé. Luego, el tiempo me hizo entender con una sonrisa aquel momento. La irreverencia juvenil de “hola Cuchi, soy tu fan” no tenía lugar en los años finales de la vida terrenal del Maestro. Sólo pude estrechar su mano en la despedida, poco tiempo después, en la funeraria de calle Zuviría. Tuvimos revancha: en esa misma casa, casi quince años después, pudimos contarle a Luis el proyecto que terminó siendo El canto hereje, el disco con el que homenajeamos al Cuchi Leguizamón desde el rock salteño.

rían los mamarrachos. “La vez pasada me decían una cosa que yo vivo repitiendo: en este país habría que hacer música detergente para lavarle a todo el mundo los oídos de las porquerías que les dan los disc jockeys y las promociones comerciales”, decía. “Un hombre como el Chivo Valladares, de su autenticidad, nunca ha podido conseguir que le paguen dos pesos por sus canciones -seguía-. Es uno de los músicos más importantes que tiene el país, ¿te das cuenta? Ahí está, olvidado

en Tucumán, haciendo cualquier cosa. Ese tipo le importa al país. ¿Y sabés qué les interesa a las editoriales? Que ese tipo jamás triunfe. Lo que le interesa a las editoriales es que el público nunca llegue a distinguir una guitarra afinada. Por eso mis enemigos son los propietarios de la cultura popular que en manos de los comerciantes amordazan a este país formidable. Pero igual vamos a seguir peleando hasta que entreguemos los huesos”.

Desconectados

osé María Leguizamón subía todos los días al altillo de la casa de calle Alberdi. Cada tarde, a las seis, después de trabajar, ponía una tira plástica en la puerta para que nadie lo molestara y se encerraba a escuchar música. Leguizamón tomaba cerveza negra, comía un poco de queso y escuchaba a Bach, Beethoven y Mozart hasta las nueve de la noche. Su hijo Gustavo lo

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de los hijos del Cuchi. Nunca entendí y tampoco me importaron las internas entre los hijos. Debe ser complejo tener ese tata. Cuestión que pude contarle a Luis mi amor por la obra de su viejo. Y cómo será que debo haberlo conmovido que me invitó a conocerlo. Medio que objeté un poco por el delicado estado de salud que, se sabía, el Cuchi venía arrastrando, pero la invitación y la tentación eran grandes: la posibilidad de conocerlo, de acceder más no sea a mirar algunas partituras inéditas y otras fantasías propias de su universo. Fue un momento inolvidable: el joven Maita en bici tocando la puerta de la casa de calle Rioja y algún otro

Música detergente

l Cuchi, se sabe, no andaba con vueltas. Decía las cosas en la cara. O ante el grabador. “¿Sabés quiénes son nuestros enemigos? Las editoriales. Es que si yo llego a destapar las orejas de seis millones de sordos no hay más a quién venderle mamarrachos”, decía, indignado, en un reportaje publicado en septiembre del 76 en el suplemento Cultura y Nación del diario Clarín. Para el Cuchi, “algún día” se acaba-

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Por Diego Maita López

ranscurría el comienzo de 1968. Nosotros saliendo de la primaria, esperando ese mundo nuevo lleno de expectativas e ilusiones y con ganas de aprender. De ver de qué se trataba todo eso de la secundaria en el Colegio Nacional. Los varones, siempre de pantalón de vestir, camisa, corbata y saco. Las mujeres, delantal blanco, medias tres cuartos y zapatos. En ambos casos llevábamos los útiles en la mano con una birome en el bolsillo, aunque también se veían

acompañaba. Durante esas tardes, el Cuchi descubrió a Stravinsky. Quedó tan fascinado con el músico ruso que pidió prestado la “Sinfonía de los Salmos” a un amigo que trabajaba en una radio. Eran épocas en las que comprar un disco en Salta “era más o menos como querer descubrir América”. El Cuchi recordó esos momentos en el diario La Opinión. Allí reveló que él y su padre se volvieron locos cuando un

cura amigo llegó a la casa con un disco que tenía música del compositor italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina. Comenzaban a escucharlo el viernes, lo dejaban recién el lunes. No se cansaban. En algunas veladas, eran tres en el altillo. A veces se agregaba la perra, que lloraba dulcemente en los agudos.

A ver, badulaque portafolios de pequeño tamaño agarrados en el asiento de atrás de la bicicleta. Ver de traje y gomina en el pelo a los profesores era lo normal y él no era la excepción. Con su libretita, en orden alfabético, tomaba lección, con las manos en las axilas todo el tiempo. Llamaba a las mujeres de “señorita pase” y con los changos “¡a ver, badulaque!”. Muy changuero, gaucho, contaba chistes y cuentos, pero cuando contaba los embadurnaba de condimentos que cautivaban a los receptores. Muy churo. Con el pasar del tiempo nos entera-

mos que tocaba el piano, que escribía y que era muy conocido en la noche salteña. Cómo no recordar esos días lunes cuando nos mostraba y se reía “por tener medias puestas, pero de distinto color”. Se levantaba el pantalón y decía: “¿Les cambia en algo a ustedes que les enseñe con medias de distinto color?”. No nos extrañaba que se hubiera tomado algún copetín, eran otros tiempos, distintos y con otras preocupaciones. Sin notarlo tuvimos a un gran referente cultural en nuestras aulas.

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EL CANTO DE SALTA Dúo Salteño (1971) Por Diego Maita López

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a discografía del Dúo Salteño representa un obstáculo al momento de su abordaje. Es que muchos de nosotros hemos conocido al Dúo por sus singles, formato de origen de la moderna industria discográfica y -quizás- destino final de la misma, hoy con preeminencia de las plataformas digitales. En mi caso, la puerta de entrada vino de un compilado que fue una virtual biblia hereje: el 20 Grandes Éxitos, un disco que tenía casi todas esas canciones que aún hoy siguen grabadas en nuestra peculiar salteñidad profunda. El obstáculo, claro, se presenta cuando nos toca escuchar las canciones en sus respectivos discos de origen, tratando de desandar esa unidad que el compilado selló a fuego y peor -o mejor- aún, cuando hay que situarlas en su momento histórico concreto. En el

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caso de esta columna -que hoy merecidamente rompe su unidad temática- vamos a referirnos al disco El Canto de Salta (1971), segundo disco del Dúo, en colaboración con el Cuchi Leguizamón. De hecho, en los créditos está publicado como “Dúo Salteño y Cuchi Leguizamón”. Voy a empezar por poner en limpio algunos datos duros que quizás interesen al lector: el disco contiene doce canciones, a razón de seis por cada lado (tengo en mis manos un vinilo, reedición de 1983) y de ésas, sólo dos de cada lado tienen al Cuchi en el piano. Las otras son interpretadas por Chacho Echenique y Patricio Jiménez, aunque no se informa quiénes se ocuparon de las guitarras y el bombo. Si algo ha mejorado con el desarrollo de la industria discográfica, es el registro de los créditos. No me equivoco si digo que más de

la mitad de las canciones contenidas en el disco son masivas y han sido reinterpretadas por muchos artistas hasta el hartazgo. Y claro que algunas de ellas no son interpretadas originalmente por el Dúo. Los Chalchaleros, Los Fronterizos y otras han planteado versiones más convencionales que las del Dúo. De esas, las masivas, podemos nombrar “Balderrama”, “La Pomeña”, o la hoy políticamente incorrecta “López Pereyra”; de éstas podemos ensayar una mirada en su contenido y desarrollo. El boliche Balderrama fue uno de los lugares de socialización favoritos de una camada de músicos y poetas que tenían al Cuchi, Manuel J. Castilla y otros tantos entre sus habitués. Uno de los mitos urbanos reza que las juntadas eran (para “chupar”) hasta que salga el sol, previo pedido al propietario de que tabique con frazadas las puertas y ventanas que permitían, justamente, la entrada de luz natural. Más allá de esta probable anécdota, creo que nadie imaginó la repercusión de la zamba: el mejor y más famoso jingle que un comercio pueda tener en la historia de la música popular argentina. Ni Adrián Suar hubiese imaginado semejante PNT. Uno camina por Balderrama y ve una galería de fotos que invita a volar: mi favorita es la de Charly García abrazado al Gordo Balderrama. Y así como le debió pasar a Charly, la canción fue una invitación a conocer Salta, el boliche y el mundo musical salteño. El Cuchi, junto a Castilla, lograron más que cualquier Ministerio de Turismo. “La Pomeña” forma parte de una serie de canciones que evocan a personajes puntuales: el pastor tastileño Barbosa, la niña Yolanda, la fantasmática viuda (esa que pena por el Rubio Soria), don Juan Riera, etc. En este caso, la pomeña es Eulogia Tapia, por aquella época una jovencita que estimuló la pluma de Castilla. Eulogia y una serie de atributos, una serie de lugares y, como en gran parte de la obra, el carnaval: “por qué te roban Eulogia/carnavaleando”. Voy a señalar una ñoñez, pero me encanta: en esta zamba –y en otras másaparece ese rescate de “los de abajo”, la gente común, con sus problemáticas, su cotidianeidad. Una preocupación de los


historiadores británicos de mediados del siglo XX. Eso es y debería ser parte de la tarea folclorista, al menos para brindar una mirada más abarcadora de la realidad. En 2014 pude conocer La Poma y claro, a Doña Eulogia. Una señora con el peso de ser “La Pomeña”, y también pude conocer parte de las carencias de los pomeños, de la situación de postergación en la que vive esa Salta periférica que parece no existir cuando cantamos celebrándola. Y esa perversión me angustia hasta hoy. La canción es hermosa, entiendo que bienintencionada. Pero la pobreza de Eulogia y los pomeños sigue siendo igual -o quizás peor- que en los tiempos cuando se escribió la zamba. Finalmente voy a referirme a la última de estas tres, que claramente se sitúa en las antípodas de la anterior. Entonces, quizás valga la pena saber que Carlos López Pereyra fue abogado y juez. Que Artidorio Cresceri (autor de la canción) un poeta que, en una discusión con su mujer, la golpeó, provocando la muerte de la misma (al parecer en la “discusión” ella cayó al suelo y se golpeó la cabeza con el cordón de la vereda). Así, el juez, aduciendo “emoción violenta”, logró que el músico eludiera la cárcel y éste, agradecido, compuso en 1910 una pieza titulada “Chilena dedicada al Doctor Carlos López Pereyra”. Chilena fue el nombre que se le daba a principios del siglo XX al ritmo que hoy denominamos zamba, y el nombre de la misma fue mutando hasta adoptar el por todos conocido: “La López Pereyra”, casi un himno de la salta folclórica solemne.

Aunque siempre es importante ubicar a la obra en su contexto, hoy creo que el romanticismo y lo “bello” –al menos en términos melódicos- de esta última canción deben perder terreno frente a la historia que cuenta: lisa y llanamente un femicida obsesivo que se autojustifica y titula una canción en homenaje a su abogado patrocinante. Ese verso que canta “deliro con la falsía con que ha pagado tu amor mi amor” es terrible. Cuesta imaginar al Dúo -un grupo tan caro a la izquierda, el progresismo y el

“Balderrama” es una invitación a conocer Salta, el boliche y el mundo musical salteño. El Cuchi, junto a Castilla, lograron más que cualquier Ministerio de Turismo. campo popular- bancando una postura así. Claramente, el avance social en la sensibilización sobre estos temas, nos permite esta interpelación. Fuera de estas tres canciones que son icónicas, a mi me gustan mucho “El avenido”, un carnavalito picaresco (“si no machan a las viejas/nos quedamos sin chinitas”), o “La alejada”, una zamba carpera de Celso Saluzzi –hermano de Dino- con letra de Manuel J. Castilla. Ahí la música rompe la estructura armónica tradicional y la letra tiene una

de las frases que mejor sintetiza el espíritu carnestolendo: “Carnaval toma mi corazón/Golpealo como caja, decí que ha muerto un pobre de amor”. También voy a traer a colación una zamba con la que varios aprendices empezamos a pulsar la guitarra en los Talleres Artísticos Jaime Dávalos: “Zamba de Vargas”, recopilada por don Andrés Chazarreta, donde se cuentan las vicisitudes del Combate de Pozo de Vargas. En dicho combate, las fuerzas centralistas del General Taboada vencieron a las federales de Felipe Varela, en las afueras de La Rioja, derrotando así a la mayor rebelión del interior contra el gobierno del presidente Bartolomé Mitre. Quizá venga bien una miradita estadística: de doce canciones, cinco son de la dupla Leguizamón/Castilla, a esta altura los Lennon/McCartney salteños. Dos más son de Leguizamón en letra y música, dos son letra de Castilla (una con música de Celso Saluzzi y otra con la de F. Portal). Quedan sueltas: una de Artidorio Cresceri y otra de Andrés Chazarreta, representantes del cancionero previo a la renovación de los 60, más una de los Hermanos Núñez. Pensar un disco, más allá de la mera escucha, puede resultar un ejercicio sumamente placentero. Aunque en este caso, la profundización sobre algunos aspectos fue posible por la densidad de la obra. Espero sinceramente esto sea una invitación a descubrir no sólo al Dúo –acaso la mejor creación del Cuchi Leguizamón, padre de esa armonización vocal- sino también el cancionero sobre el que trabajaron.

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Por Santiago Castellanos y Diego Maita López

LA LENGUA POPULAR Luis Leguizamón recuerda la relación del Cuchi con el rock. Los encuentros con Spinetta, Fito, León y Aznar. La inclinación de su padre por los cantores cercanos al pueblo y la indignación ante la falta de estudio.

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i viejo siempre ha sido muy abierto a toda la música. Escuchaba de todo: folclore, clásico, rock. Incluso le gustaba Roberto Carlos, decía que era el mejor cantor de Brasil porque era un cantor popular. Siempre decía que el cantor popular tenía que tener algo particular, y mucho mejor si tenía buena voz, como Mercedes Sosa. Veía gente en el rock que con su carisma le devolvía a la gente lo que le estaba pasando. Porque el rock era mucho más social que el folclore, él reconocía esas cosas. Lo que más le gustaba era que muchos rockeros con los que hablaba sabían de música. Tenía muy buena onda con un montón. Con Pedro Aznar se sentaba y hablaba muchísimo. Cuando vino Soda Stereo, vinieron a la casa, charlaron de música, se sacaron fotos. Cuando muere el Flaco Spinetta yo pongo en el Facebook una foto del Cuchi con él. Se encontraban seguido. Me acuerdo de un abrazo que le dio en la puerta de Sadaic. Yo no lo podía creer porque escuchaba sus discos siempre, para mí era un groso. Hablaron muchas veces, también con Charly García, de quien decía siempre que era el único con oído absoluto que había conocido. Cuando León Gieco lo llama para hacer De Ushuia a La Quiaca se va a Buenos Aires. Cuando estaban en el ensayo le pidió que cantara, él se negó porque no era cantante, y Gieco lo convenció de que era sólo para que él se guiara. Después lo terminó sacando en el disco y mi viejo estaba cagado de odio, tenía ganas de matarlo. Después yo me lo encontré y lo quería matar, porque si mi viejo estaba enojado para mí era suficiente (risas). Después, el chango del Café del Tiempo, Urtasún, me dijo que yo era un boludo porque todo lo que hacía mi viejo era arte, que nadie lo iba a juzgar por no ser cantante. Un día vamos a una reunión en la que también iba a estar Fito Páez. Liliana Herrero había grabado “La viuda”. Lo llevan al Cuchi y le ponen el disco para que lo escuche y él dice que el piano era malísimo, que quién lo tocaba. Fito Páez le dice que él tocaba. Entonces el Cuchi lo mandó a que vuelva a es-

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cuchar su versión, lo sentó al lado y le mostró cómo tocarla. Muchos le pedían temas al viejo. Los Nocheros llegaron a la casa y le pidieron u n tema. Querían cantar “Maturana”, entonces les dice “bueno, vengan, háganlo en Re menor sostenido en séptima”, y Mario (Teruel) le pide que haga el acorde para poder sacarlo. Mario, orejero, lo sacó al toque pero el viejo le pregunta: “Pero chango, ¿vos no sabés música?”, y los sacó cagando, los mandó a estudiar música y que después vuelvan. Mi viejo no tenía ganas de perder el tiempo.

Para el Cuchi, el rock era mucho más social que el folclore. Había changos que estudiaban música y venían a la casa, a lo mejor anónimos que yo particularmente no los registro, no sé qué habrá sido de ellos. Pero es que si se podía hablar de música en serio, el viejo hablaba con cualquiera, no tenía problema. Lo que pasa es que al viejo lo enojaba que hubiera algunos que laburaban con la música y no la estudiaran. Hay changos que cantan con una voz increíble y nunca estudiaron canto, esos pibes no prosperan, a los cincuenta años ya no cantan más porque no educaron su instrumento. Mercedes Sosa seguía estudiando canto incluso meses antes de morirse, todos los días aprendía algo. La parte contestataria él la hace con Armando Tejada Gómez, que ha sido un escritor de izquierda sumamente interesante porque no fue panfletario. Además de denunciar los quilombos introducía soluciones. En todas las letras que hace denuncia, de alguna manera aporta una solución. Armando a lo mejor ha sido lo más contestario a lo que el Cuchi le puso

música. De alguna forma, muy sutil, (Manuel) Castilla también. En la “Chacarera del Zorrito” dice “a los que tienen les roba”. Era la época del Proceso, no era fácil decir eso, por ello fue mucho más sutil que Armando, o que Hamlet Lima Quintana, que ha sido muy directo. El Cuchi con la “Chacarera del expediente” metió una bomba: “Esos que amasan millones/ Tienen la Casa Rosada”. Es verdad que en la época del Proceso, el folclore no hizo tanta contestación como el rock de lo que sucedía con la gente a causa del accionar de la policía y de los militares. En el rock hay otro compromiso, por eso a mí me molesta cuando sale algo de rock que no tiene esa característica contestataria. Al Cuchi le interesaba mucho esa parte social. Yo creo que hace como treinta años instalaron una moda, que era que cada uno que venía hablaba del Cuchi. Susana Rinaldi un día le dijo a través del diario que lo esperaba en su recital y mi viejo fue con sus cuatro hijos, éramos cinco. Cuando llegamos y vamos a sacar la entrada era mucha guita, entonces sacamos en el gallinero. Cuando Rinaldi empieza a cantar, en un momento dice que le habían avisado que estaba el Cuchi en la sala, lo convoca al escenario para saludarlo, y el Cuchi estaba en la popular (risas). Después vino a la casa la Tana. A mi me parece magnífico que distintas expresiones musicales tomen las obras de mi viejo. Hay una banda de Tucumán que hace cumbia y que ahora toca dos temas del Cuchi, y en uno de esos grita “aguante Cuchi Leguizamón”. Si el viejo estuviera vivo y los escucha, los mata (risas). Para mí, está perfecto. Me parece perfecto que lo hagan, salga como salga. Tuve contacto con el grupo Niebla, por ejemplo, que han hecho varias cosas del Cuchi, me parecieron muy buenas. Si lo que hacen me parece malo, no voy a salir como un buchón a acusarlos. Mi opinión, en última instancia, es la de un músico más, ser el hijo del Cuchi es una casualidad, no me hace tener mejor voz ni más calidad artística. Ser hijo no me da derecho a creerme dueño de la obra de mi viejo.





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itto Nebbia y Pez se juntaron, ensayaron, tocaron, se coparon y grabaron. Parece simple, aunque contenga una carga energética que tiene cincuenta años de historia. El encuentro responde a una tradición y a una ideología del rock argentino que al mismo tiempo apunta al futuro. La independencia, el fuck you a las empresas, el hacelo vos mismo como algo cada vez más común. Hay influencias punks, ricoteras, spinetteanas, está la Expreso Imaginario, está el fanzine Resistencia de Patricia Pietrafesa, está el aguante épico de la disquería Mercurio ante la prepotencia de las multinacionales que te venden la basura que te pasan las mismas radiofórmulas de siempre: falsos artistas de chupín, de cara consumida por la merca, que confunden rock con pomeleada, tipos que alimentan el cinismo de los que ya no creen que el rock pueda servir para algo bueno, que fomentan la mofa de los que sienten que esa música es incapaz de engordar las mentes y sólo puede aspirar a aumentar las cuentas bancarias de label managers que chequean las palabras clave que más se retuitearon. No, amigos, no amigas: esto que grabaron Nebbia y Pez no es solamente un disco de versiones con algunos temas nuevos. Responde a un legado y será para siempre una influencia. Pez es lo más parecido a eso que canta Massacre en “La octava maravilla”, donde Walas realza el valor simbólico del rock. El rock como bandera en alto contra todos los males de este mundo. ¿Acaso no es eso lo que transmite la banda en “1986”, una de las mejores canciones del disco Pelea al horror? “Es 1986, estoy solo y no sé bien qué

hacer / No me gusta ir a bailar y no me interesa estudiar / Sólo quiero ir a ese antro una vez más a tocar”. El rock como única posibilidad. Ariel Sanzo, que aunque no quiera igual va a seguir siendo conocido como Minimal, siempre mantuvo cerca ese recuerdo, el de su formación. Cuando era joven ya lo tenía claro: “Eso que vos definirías distracción / Al fin de cuentas fue mi educación / Tapas de discos y pósters de la Pelo”, cantó allá por el 98, cuando todavía era el guitarrista veinteañero que había ayudado a cambiar el sonido de Los Fabulosos Cadillacs. Si se lo preguntás, Ariel va a decir que no sabe de dónde salieron las canciones. Que no es escritor, que hace lo que puede. Que las escribe así nomás y listo, a cobrar en SADAIC. Pero esas cosas no se escriben en diez minutos. Aparecen después de años de discos escuchados, de recitales pogueados, de conciertos brindados, de, sí, pósters pegados y lectura de revistas que transmitan un poco de esa mezcla de sensaciones que aparecen cuando en un par de auriculares o parlantes suena al mango la música que amamos. En los pósters estaban Luis Alberto, Charly, los Manal, Abuelo, Luca, el Indio y Nebbia, el mismo que en la pequeña sala de ensayo de Avenida Rivadavia al siete mil y pico dijo no me hagan ensayar “La balsa”. Es que, muchachos, hay cosas que no se ensayan más. Hay cosas que se llevan adentro para siempre, que nunca más serán error. Y hay que decirlo así, sabiendo que si el mundo perdona tantas injusticias también puede perdonar este brulote: el que no tiene en su discoteca un buen disco de Pez o de Nebbia no sabe nada de rock argentino. Pero resulta que las

cosas se han simplificado: ahora Pez y Nebbia editan juntos a la par. El 1 de septiembre apareció Rodar, el disco que grabaron en colaboración a principios de este año. ****

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i relación con él empezó cuando yo estaba grabando un disco solista que tenía un tema que se llama ‘Todo el tiempo que se va’. Un día me desperté y dije ‘¿y si lo llamo a Nebbia? Capaz que se copa y lo canta’. Le escribí y a los diez minutos me contestó”, recuerda Sanzo, voz y guitarra de Pez, parado exactamente al medio de la sala de ensayo del grupo, en el barrio de Flores. El flechazo provocó que Nebbia lo convocara para formar parte de La Luz, el trío que acompañó al ex Gatos durante la segunda mitad de la década pasada. Juntos grabaron los discos Danza del corazón, The Blues y El palacio de las flores, el álbum solista de Andrés Calamaro editado en 2006. En diciembre del año pasado, Pez invitó a Nebbia a participar de un show en el Teatro Vorterix. Durante los ensayos se gestó la idea de Rodar. “Vino acá a ensayar con nosotros, le hicimos un recibimiento, una picada, y fluyó tan natural todo -sigue Ariel-. Estuvo re bien todo, vino al show de Vorterix y flasheó con la situación de nosotros como grupo humano. El grupo humano extendido de Pez: toda la gente que labura, viste, y el público también, que lo recibió embelesado. Me parece que se sintió cómodo con nosotros y al toque, a los quince días, me llamó: ‘Che, te quiero hacer una propuesta, no sé si


va a haber un mango o qué, pero por lo menos nos vamos a divertir’. Y la propuesta era grabar este disco y hacer un par de shows. Así que le dijimos obviamente que sí inmediatamente y después grabamos el disco”. Rodar tiene quince canciones, la mayoría de la etapa inicial de Nebbia, temas de Los Gatos que se mantienen como la faceta más popular del rosarino. “Hogar”, “Rock de la mujer perdida”, “Los días de Actemio”, “El rey lloró / Madre escúchame”, “No fui hecho para esta tierra”, “Lágrimas de María”, “Mujer de carbón”, “Soy de cualquier lugar”, “Cadenas y moneda” (de Huinca) y “La balsa”. También está “Pato trabaja en una carnicería”, de Moris, y dos piezas compuestas con Sanzo especialmente para este álbum: “Aromas de una esquina” y “Las palabras mágicas”. “Logramos que el disco sea Nebbia Pez, logramos que el disco suene a Pez también, más allá de que nosotros somos mucho más ruidosos de lo que él acostumbra a tocar a nivel volumen y a nivel distorsiones. Logramos llegar a un lugar intermedio donde Litto estaba cómodo y seguía sonando a Pez”, explica Ariel. El disco fue grabado en la sala de ensayo de la banda y en el estudio de Melopea, la discográfica independiente de Litto. En octubre aparecerá el vinilo. Antes, el 9 de septiembre, habrá una presentación en la Sala Lavardén de Rosario. El 14 de octubre se presentarán en la primera fecha del festival Barock, en Buenos Aires. “Creo que hacemos algo a fin de año acá en Capital -sigue Ariel-. Por lo pronto son esos tres shows. Después veremos si pintan más o si pinta seguir grabando cosas juntos. Alguien decía que hay cosas más de los setenta y ochenta que estaría bueno que las hiciéramos, y bueno, pueden venir en Nebbia Pez Volumen 2 (risas)”. ****

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ola Federico. No hay problema con la entrevista. Solo que como ando de aquí para allá como siempre y, encima, además de grabar y tocar, con muchas notas, te pido que me envíes un machete con todo lo que quieras preguntar, que en diversos huecos al toque te contesto. Esto no quitará que al terminar la nota podamos vernos un cacho, para algunas fotos o remate de la nota, lo que necesites... Gracias. Vamos haciendo. Nebbia Es cierto, Litto Nebbia contesta al toque. Es tan accesible que su mail personal figura al final de Mi banda sonora, las excelentes memorias que

publicó este año a través de Aguilar. Allí, en el libro, también aparece la relación intensa, apasionada, que tiene con la música. Si los Pez, que editan un disco por año, son catalogados de prolíficos, lo de Nebbia va mucho más allá. Un breve repaso de los últimos trabajos discográficos en los que estuvo involucrado da cuenta de esa necesidad: Litto Nebbia Power Trío del Sur Canto de la Luna, Silvina Garré & Litto Nebbia Archivo Jobim, Litto Nebbia En vivo en Zapala 2014, Litto Nebbia No Hits, Litto Nebbia 50 Años de Escribir Canciones Vol. 1-2-3-4-5. Y siguen las firmas. Vamos haciendo. “Se nos ocurrió hacer una juntada por los cincuenta años del rock argentino. Justamente como un guiño entre dos artistas con larga trayectoria y bien

“Litto me llamó y me dijo: ‘Che, te quiero hacer una propuesta, no sé si va a haber un mango o qué, pero por lo menos nos vamos a divertir’” (Ariel Sanzo)

conocidos, pero de alguna manera independientes. El disco es una hora de música de muchos temas bien rockeros más tres canciones nuevas. Grabamos durante dos meses distintas sesiones, por un lado en estudio móvil de Pez en su sala de ensayo y otras cosas en el estudio de Melopea”, cuenta Nebbia. “Hay afinidad artística entre nosotros y nos gusta cómo tocamos. Todo eso llevó la idea adelante”, dice Litto, y agrega: “Ariel es muy buen músico y muy buena persona, dos puntos claves para mí como sagrada cuestión para tocar, compartir el escenario o un disco con alguien. Pez es un proyecto que viene desarrollando contra viento y marea junto a sus magníficos compañeros. Es toda gente querible”. En febrero, Nebbia publicó en CD todo el catálogo de Los Gatos a través de Melopea. Lo hizo tras años de asegurar que había firmado contratos leoninos siendo menor de edad que iban en contra de sus derechos y tras denunciar que la empresa tenía congelado el ma-

terial de la banda. En marzo, Sony Music le envió una carta documento que sorprendió por su virulencia. “Usted es autor, intérprete o co-intérprete, pero no es el productor fonográfico ni es el titular de la propiedad intelectual sobre los fonogramas que pretende comercializar como si fueran suyos (y, definitivamente, no lo son)”, le comunicó la empresa. Sin embargo, según cuenta Litto, “no hay demanda ni nada que se le parezca”: “Hemos publicado los discos compactos de los seis álbumes históricos de Los Gatos a través de Melopea y la Sony nos ha amenazado, nos ha tratado como criminales a través de carta documento, le han prohibido a algunas disquerías que exhiban o vendan discos míos. Una barbaridad”. Y agrega: “Pero lo más sencillo que le pedimos y terminaría la discusión, es que nos muestren el contrato por el cual dicen que son los propietarios de esas grabaciones”. Ahora, Nebbia subió la apuesta y publicó los discos de Los Gatos en vinilo. “No han publicado estos discos durante un cuarto de siglo, 25 años, pero sí los han subido a los nuevos sistemas digitales como Spotify, iTunes, Deezer y todo eso. Me hago una pregunta: ¿alguien puede creer que 51 años atrás, y encima siendo menor, yo haya firmado un contrato que permita que alguien explote comercialmente estos discos por la web?”. La lucha de Litto en contra de las empresas no es nueva pero en el último año ha cobrado una mayor magnitud y lo coloca en un pedestal rockero. El prócer que se la banca y le hace un corte de manga a la multinacional. Y que, encima, no para: “Ayer terminé de grabar un álbum hermoso, distinto, de esas aventuras en las que me gusta meterme”, cuenta, y sigue: “Se trata del álbum Nebbia & sus amigos del Litoral: los Hermanos Núñez y Cacho Bernal. Se trata de un disco donde tocamos música del Litoral, algunos temas brasileros, paraguayos y nuevos temas míos. Lo publicaremos hacia noviembre y tocaremos directamente en 2018 en el legendario Festival de Puerto Tirol, luego en el Festival del Chamamé de Corrientes y aproximadamente ocho conciertos posteriores mostrando el trabajo durante marzo y abril. También para fin de año publicaremos el álbum Leopoldo Deza & Litto Nebbia: Canciones de Tucumán a Rosario, un hermoso álbum de canciones, con todo el objetivo de mostrar al tucumano instrumentista y compositor Leopoldo Deza. Para mí, uno de los grandes compositores ocultos que tenemos en nuestra variada música popular. Mi participación en este álbum es ayudarlo tocando, compartiendo las sesiones, cantando un poco, y sólo he colaborado compositivamente con dos o tres músicas y un par de textos. La

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Esto que grabaron Nebbia y Pez no es solamente un disco de versiones con algunos temas nuevos. Responde a un legado y será para siempre una influencia.

Pez: Franco Salvador, Fósforo García, Ariel Sanzo y Juan Ravioli.

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composición prácticamente en general pertenece a Deza”. ****

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o creo que si a Nebbia lo agitás un poco, te saca tres volúmenes más (risas). - Ariel: Sí, vamos a ver cómo funciona éste, si la gente se copa, si funciona, si estamos todos cómodos tocando en vivo. Yo tengo un miedo a eso, viste, porque Pez en vivo es ruidoso. Tengo miedo que le quememos la gorra a Litto. Espero que no. - Alguien podría venir y decirte: pero él tocó en Los Gatos con Pappo, está acostumbrado. - Sí, pero ya se fue de ese lugar, Litto. - Sí, Litto se movió, claramente. pero al mismo tiempo está todo el tiempo revisitando ese lugar. Volviendo, variando y probando. No es como, ponele, Spinetta, que no quería cantar “Muchacha”, el clásico. - Bueno, pará. Yo creo que pasaron muchísimos años hasta que Litto volvió a cantar “La balsa”. - Sí, “La balsa” en particular sí. - Hubo muchos años que no la cantaba. Muchos años. Y de hecho, sigue siendo como… La ensayamos una vez acá y la segunda vez que la quisimos ensayar dijo muchachos, toquemosla cuando esté rec y play prendido porque ya está (risas). La frase fue no me hagas ensayar “La balsa”.

san las canciones. Si una canción está buena no vale menos porque salió por PopArt”, sigue Ariel. “Estamos sobre nuestra vía loca, caminamos ahí arriba y vamos, pero dudas hay todo el tiempo. Más ahora, en este país, que están las cosas realmente difíciles. ¿Cómo no vas dudar? Nosotros tenemos que replantear todo. Nosotros tuvimos, desde que empezó esta nueva administración del país, creo que una reducción del cincuenta por ciento de nuestros shows anuales”. - ¿Cuántos? - Yo creo que llegamos a tocar en setenta shows al año, que para nosotros estaba buenísimo. Me parece que estamos en un cincuenta por ciento de lo que laburábamos antes. La gente está

“Hay afinidad artística entre nosotros y nos gusta cómo tocamos. Todo eso llevó la idea adelante” (Litto Nebbia)

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itto dice que cuando nos convocó, lo más significativo para él, para esta reunión, para este festejo de los cincuenta años del rock argentino, era el hecho de que seamos una banda independiente, como lo es él. Como que esa es la bandera que él quiere flamear, más aún ahora, con todo este quilombo, la batalla con Sony y toda esa historia. Nosotros nunca hablamos de eso, de nosotros mismos. Para mí no es un valor agregado ser independiente. A mí me interesa la canción. Pero Litto rescató eso de Pez y le parece importante para este momento y para esta unión”, cuenta Ariel. La histórica independencia del grupo lo convirtió en un referente absoluto para las nuevas camadas. Por eso, aunque tengan casi 24 años de banda, Pez forma parte del aquí y ahora del rock argentino. No tiene nada que ver con los grupos llena estadios que atrasan más que decreto macrista (OK, quizás ésto último sea exagerado, nada atrasa más que el macrismo). “Yo de pendejo mamé el palo del hardcore, las bandas sacaban sus propios singles con tapita de cartón. Yo mamé eso a los quince años, me volví loco con esa información, pero me intere-

sin laburo, los pibes están sin laburo, el que tiene laburo tiene que pagar los impuestos, que están carísimos. - ¿Esto también repercute en la cantidad de discos que fabrican? ¿Fabricaron menos? - Fabricamos menos. Por una cuestión operativa, hacemos una tirada muy chica. Pez fabrica dos mil discos cuando saca un disco. De Pelea al horror sacamos dos mil cajas pero fabricamos mil CD. Vamos a fabricar los otros mil cuando se vendan. ****

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elea al horror se publicó el 11 de agosto. Es el disco número 18 de la banda, sin contar las ediciones en DVD. Para el baterista Franco Salvador, se trata de un trabajo que recoge todas las facetas de la banda, capaz de anclar en el punk, el blues, el folk, el rock progresivo, el dub y la psicodelia. “Fue saliendo naturalmente. Una vez ya consumada la historia empezamos a tener, o por lo menos yo empecé a tener, flashes de discos anteriores, con determinados pasajes de canciones. Pero fue algo que

ocurrió, no es que fue buscado”, explica. Ariel considera que la referencia es Queen: “Esos discos que tenían desde una balada, el rock de (Roger) Taylor, el hit de (Freddie) Mercury. Muy variados en sí mismos pero a la vez los escuchabas y estaba todo bien, era todo Queen. Yo creo que después de millones de años, a eso lo logramos. Hemos hecho discos variados entre sí y ahora cada tema es variado entre sí de algún modo, pero lo escuchás y todo el disco es Pez. Está bueno”. Efectivamente, Pelea al horror es un álbum variado que posee detalles que dialogan con toda la discografía del grupo. El folk de Hoy (2006), el dub de El manto eléctrico (2014), el progresivo de Los Orfebres (2007) y más. Retoma la idea del rock como laberinto privado, maravilla del mundo, que nos protege y nos reúne ante lo malo que anda ahí afuera. Que nos hace creer que nuestros proyectos de vida pueden ser posibles. Que te educa desde una ideología que hoy parece haber sido convertida en negocio pero que en realidad está ahí, siempre lista para que la usemos a nuestro favor y no para beneficio de (l)os garcas. “Hay gente que escuchaba rock que después tuvo hijos, creció y lo recuerda como algo inocente porque acompañó su época inocente de la vida. Yo tengo 47 años, me despierto y rock. No es algo inocente para mí, es completamente perverso, si se quiere”, opina Ariel. “Yo sigo creyendo en David Crosby y no me considero inocente por creer en él, un artista que dice siempre lo mismo desde hace setenta años, con una obra consistente y certera. Yo creo en él”. Pero, como aporta el bajista Fósforo García, “de alguna forma el rock se desmadró”. “Te pueden vender fideos con rock”, dice. Eso no le importa a Ariel: “Yo me despierto y rock”, insiste: “Pero no es que me despierto y digo ¡Yeah! ¡Hoy voy a vivir! Creo que somos tipos grandes que se juntan acá y tocan como si tuvieran quince años. Y salen de viaje juntos y hacen chistes pelotudos como si tuvieran quince años. A nuestro mundo lo cambiamos con el rock. El nuestro, la vida de cada uno. Cambiar el mundo es una tarea muy ridícula. Pero no me parece que el rock se haya licuado o haya perdido el valor. Para mí sigue siendo lo mismo. Es menos popular, ya está manyado, la gente tiene cincuenta años de rock encima, pero la intención es la misma. Y yo creo en eso. Lo que pasa es que todo se desvirtúa y todo tiene su versión chorizo. Y eso, la versión berreta, salpica todo en todos lados. Pero no es todo así. Hay gente todavía practicando el viejo arte de lo que sea. Y yo creo que nosotros hacemos rock con la misma intención y la misma carga y el mismo peso que cualquier época que te parezca válida. Nosotros hacemos desde ese lugar”.

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RETROTOPÍA PACHAKUTI Por Franco Hessling // Foto de Gastón Iñiguez

Nuria Maza, a cargo de la huerta de la Biblioteca Popular Juana Azurduy, del Barrio 17 de Octubre

La recuperación de enseñanzas ancestrales sobre el vínculo con la tierra se multiplica con más velocidad en las corrientes alternativistas que en los movimientos de excluidos, antisistema y partidos anticapitalistas. Reflexiones sobre agroecología con la panza llena. “Un pachakuti es un vuelco, un retorno al descanso, un recuperar el aliento, es el camino al equilibrio. El hombre occidental cree que el tiempo es lineal y continuo, y está equivocado; el tiempo es como una huella de la serpiente en la arena, como el trazado del rayo que cae durante la tempestad, es un ir y venir, es un avanzar y retornar. El hombre occidental vive agitado y tenso, casi no duerme porque su tiempo es un avanzar, avanzar… avanzar, le falta aprender el kutin, es decir, el rebobinar del tiempo, el tiempo del retorno”. Fragmento extraído de “¡Allin Kawsay! El retorno de los Qhapaq Inka” (2015) Javier Lajo

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nterrar una semilla, esforzarse para darle los cuidados necesarios que la hagan crecer. Acompañar ese crecimiento, cosechar el fruto del proceso, saborear la providencia. Son aristas de un camino reemplazado por trabajar para recibir una remuneración, ir hasta el súper, almacén o verdulería a comprar, y comer a las apuradas antes de volver a ir a trabajar para empezar el ciclo nuevamente. Tienen un rasgo común, ambos son circunferencias elípticas, se repiten una y otra vez, sin embargo son más las diferencias que las semejanzas. ¿Es posible autoabastecerse con cultivos propios? Con el modelo de unidades económicas nucleares (asimiladas a la familia moderna, la tipo de cuatro integrantes, sólo dos de ellos adultos)

es prácticamente imposible. ¿Para qué, entonces, sembrar parte de los alimentos que se consumen? Para sortear la toxicidad de las industrias alimenticias, indudablemente, pero también para que el vínculo con la naturaleza sea algo más que hedonismo o funcionalidad, y vire hacia una relación entre seres vivos, y de éstos con los elementos basales de la existencia. La Caldera tiene unos dos mil habitantes, está a veinticinco kilómetros al norte de la capital provincial. Es un poblado de ensueño, conocido por su cercanía al río con igual nombre y al dique Campo Alegre, y por la proliferación de cucumelos en los veranos de exploraciones al sistema nervioso, tan comunes entre los que no se conforman simplemente con aprender a ser “formal y cortés”. Amén del banquete psicodéli-


co, es un lugar con caprichos selváticos a poco del Valle de Lerma. Fértil, con veranos tórridos y de chubascos constantes. Huella de la colonización católica, una de las atracciones del pueblo es un Cristo que cruza sus brazos con la mirada perdida; para llegar se debe escalar una trepada lo suficientemente empinada para marear incluso a los más entrenados, tras lo cual se alcanza un pináculo adonde encaramar al buen Cristo, petrificado en gesto meditabundo. **** Mariana vive con sus tres hijos, Aramu, Lucero e Inti, a tres cuadras de la plaza principal, en dirección al camping y al Campo Alegre, junto al único gimnasio. Como todos, ellos están bajo la custodia del Cristo enaltecido (en un sentido topográfico, no metafórico). “Cuidar el entorno y vivir de lo que uno siembra es un estilo de vida, tener un equilibrio con la naturaleza porque nos provee todo lo que necesitamos. Es un recurso para estar un poquito afuera del sistema, siempre con la perspectiva de poder recuperar los conocimientos ancestrales, volver al principio, a la tierra como base”, cuenta. Desde hace diez años, Mariana y su familia alquilan la casa donde realiza tareas de artesana y mantenimiento de la huerta en compañía de su tridente de hijos. La vivienda fue bautizada por ellos como La Cholonca. En mejores tiempos, Mariana recuerda que una buena parte de su alimentación diaria la obtenían de su labranza en un retazo de tierra de no más de diez por diez metros. Prontamente deberán abandonar el inmueble, la propietaria así lo demanda; debido a ello la producción no atraviesa su mejor momento. Ese contratiempo no inhibe a la madre y sus chicos de sembrar al menos una porción minúscula. Unos ramos de perejil reverdecido son ofrecidos, se torna inevitable atacarlos con el rostro, hundir la nariz en sus hojas y olfatear cual can. Acelgas y otras plantas de hoja todavía están anudadas a la tierra de la casa. En almácigos y macetas menudas hay tomates, morrones, orégano, lavanda, menta, y cualesquiera especies que sirvan para extraer pigmentos, ya que Mariana trabaja en sus artesanías con tinturas naturales. Ella ofrece sus productos en el Mercado Vaquereño y comercios de artesanías, y forma parte del colectivo cultural Arte y Vida que organiza actividades en La Caldera. Cree fervientemente en retornar al trueque para evitar el dinero, por eso intenta que sus intercambios sean de ese tipo la mayor parte de las veces. Rezonga al admitir que igualmente necesita el papel-moneda para, por ejemplo, acceder a los servi-

cios públicos básicos (luz, agua, gas, transporte), administrados por monopolios protegidos por el Estado. **** La agroecología, coinciden muchos de los que la experimentan, tiene que ver con educarse para admitir el vínculo con la naturaleza de otro modo. Se confía en que esa sapiencia aporta a crear una conciencia distinta para encarar la vida social y política, munida de valores cooperativos, comunitarios y de solidaridad. En Vaqueros, justo entre la capital y La Caldera, está apostada la finca La Huella, de Jan Da Souza Correa y Olga Lubel, una familia genuinamente afable que entabla una relación personal sincera con la Pacha y los vecinos del pueblo. Sin temer la hipérbole, es un lugar con una atmósfera silvestre que se distingue con respecto a los aires de polución contaminante que densifican las ciudades. Algo retirada del residuo in-

“Comer tus alimentos te causa una satisfacción enorme y mucho orgullo por el esfuerzo puesto para producirlos” (José Castellanos)

dustrial y citadino, aunque no del todo blindada, la hacienda de los Da Souza Correa Lubel es uno de los pulmones de Vaqueros. Allí se desarrollan diversas técnicas de producción agropecuaria orgánica, que son utilizadas tanto para el autoabastecimiento como para la elaboración de manufacturas, luego ofrecidas en circuitos de economía social. Cualquiera que quiera puede ir y quedarse en la finca, aunque a condición de pagar su estancia con fuerza de trabajo sólo a cambio del abastecimiento para su subsistencia. Los excedentes son administrados exclusivamente por los Da Souza Correa Lubel. Salvo hospedaje y comida, los visitantes no obtienen más que la experiencia de compartir la producción en la paradisíaca posta La Huella. Se socializa desinteresadamente el ingreso al lugar y los saberes acerca de la producción y el vínculo con la naturaleza, no la propiedad de la tierra.

Este año la finca se sumó al Sistema Provincial de Áreas Protegidas de Salta (Sipap), lo cual se oficializó a través del decreto 922/17; fue incorporada como “reserva natural de usos múltiples” de “dominio privado”. El Sipap se creó en el año 2000 y estipula mecanismos para la preservación de los espacios y consideraciones especiales en cuanto a presiones fiscales y asesoramiento técnico del Estado. Según el acuerdo entre los Da Souza Correa Lubel y el gobierno de la provincia, La Huella será un área protegida, al menos, por los próximos veinte años. **** José Castellanos es trabajador estatal en una secretaría que se ocupa de articular proyectos de diversa raigambre con otras áreas de la administración provincial. Pese a que su formación está orientada a las ciencias sociales, confiesa que desde adolescente se interesó por el cultivo de plantas de jardinería y también de alimentos. Hace unos años, en su trabajo se presentó la oportunidad de ofrecer talleres para mujeres suscriptas en el programa Ellas Hacen, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Desde entonces, está encargado del dictado de tales propuestas en distintas instituciones. Confiesa que no es un especialista técnico ni mucho menos, va adquiriendo saberes a medida que experimenta con la tierra, además confía en que los talleres son espacios para que esos conocimientos se compartan y multipliquen. “En mi trabajo surgió la posibilidad de laburar con las huertas para cubrir espacios de capacitación que estaban vacíos, lo propuse, se aceptó y desde 2014 que venimos haciéndolo”, cuenta. “Se disfruta con la búsqueda de bienestar, cuando se consume un fruto recién cosechado se está incorporando toda una carga energética que se pierde cuando se va a comprar los alimentos que ya pasaron por una cadena de mercado”, opina sobre la agroecología en general, y reafirma: “Comer tus alimentos te causa una satisfacción enorme y mucho orgullo por el esfuerzo puesto para producirlos”. **** De acuerdo a los datos que aporta el libro La deforestación en el Chaco Salteño, elaborado por Cecilia Leake, Omar Enrique López y Andrés Leake, entre 2004 y 2015 se realizaron 306 audiencias públicas para autorizar desmontes en zonas sensibles según la demarcación propuesta a partir de la Ley Nacional de Bosques Nativos (26.331). El ordenamiento territorial divide las zonas por colores: las rojas es donde está prohibido el tumbado, las amarillas adonde pueden darse tras procesos

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entre los que se cuentan las audiencias públicas, y las verdes es en las que está permitida la deforestación. Muchas áreas rojas y amarillas se convirtieron en verdes tras expeditivos procedimientos promovidos por el gobierno de la provincia. A ello se sumaron otras tantas deforestaciones ilegales. ¿El resultado? En el mencionado período -último tramo de gobierno de Juan Carlos Romero y primeros dos mandatos de Juan Manuel Urtubeyse tumbaron 1,2 millones de hectáreas sólo en el Chaco salteño, en los departamentos Rivadavia y San Martín. **** Sintetizando algunas reflexiones presocráticas, Empédocles planteó lo que hoy conocemos como los cuatro elementos constitutivos de la existencia: el aire, el agua, el fuego y la tierra, digámosle, la Naturaleza. La trayectoria andina, que tiene como uno de sus principios fundantes la dualidad, agrupaba esa misma existencia básica en la Pachamama y el Pachatata, cielo y tierra, pares de lo femenino y lo masculino, fuerzas esenciales de la vida. Por comodidad contemporánea, se utiliza la denominación Pachamama para mencionar a la naturaleza toda y, principalmente, a la tierra. Es que la tierra, hoy en día, es más que un símbolo de los fundamentos basales de la existencia, fue convertida primero en factor productivo y después en bien raíz, características principales del aprovechamiento que hace el vigente extractivismo. La tierra no provee ni protege, como creían en la isla Amantaní, hoy parte del territorio peruano. Es más bien un objeto que se usa y se gasta, que se cotiza y se vende. La tierra no impone bordes naturales para delimitar la convivencia de los pueblos, a la tierra se le imponen cercos, perímetros y límites fronterizos elucubrados con la imaginación humana, sobredimensionada desde que el escolastismo medieval recuperó los conocimientos de la filosofía ateniense para convertirlos en máximas de superioridad. El feudalismo antes y el capitalismo después se ocuparon de mancillar el vínculo sagrado con la tierra-naturaleza, erigiendo a la humanidad por encima de esos elementos constitutivos de la existencia. Las experiencias identificadas con

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el socialismo-comunismo desde fines del Siglo XIX, algunas con más luces que otras, tampoco priorizaron la subversión de esa concepción de la Pacha. Cierto es que hubo reformas agrarias que consiguieron una redistribución de la propiedad de la tierra, pero no es menos cierto que la naturaleza no dejó de considerarse un objeto cuantificable. Tras el ocaso de esos intentos por redistribuir la tierra, en el mundo se proliferó la hegemonía del capitalismo globalizado, que asume la Pacha no sólo como un mero objeto, sino como bien de mercado. Como todo poder tiene su resistencia, tal como enseña Foucault, esa impronta dio lugar a la emergencia de lo que Bauman llamó “retrotopía”: en los últimos tiempos se ha cambiado la idea de utopía que planteaba la Modernidad por la de retrotopía, puesto que el horizonte de “progreso” vinculado al

“La alimentación no puede estar sujeta al valor adquisitivo individual, al mercado de las empresas internacionales, ni al consumismo que se impone desde los medios y las instituciones” (Nuria Maza) futuro se reemplazó por una iniciativa de volver al pasado y mejorarlo, desandando de ese modo el bagaje impuesto por los sistemas que desvirtuaron los modos de organización social menos violentos, desiguales, individualistas y consumistas. La retrotopía tiene al comunitarismo como un ejemplo cabal de esa caracterización de Bauman. El capitalismo globalizado ha hecho del extractivismo un arte de la destrucción, la resistencia lógica, con aires de retrotopía, sería la recuperación del vínculo con la Naturaleza que ideaban

tanto los presocráticos y como las poblaciones andinas previas a la civilización incaica. Puede que lo retrotópico sea un placebo para quienes cuentan con una posición social que les permite desarrollar una vida alternativa sin disputar cabalmente el poder hegemónico, aunque también puede que sea una forma de manifestarse contra el avance de ciertas ideas acerca del “desarrollo”, el “progreso”, el “crecimiento económico” y la pretendida “inclusión social” a escalas estatales. Ese alternativismo, no obstante, no sólo puede adolecer de vocación de poder sino que corre riesgo de causar atomización, aislando en experiencias o redes de experiencias a las organizaciones comunitarias que recuperan el vínculo ancestral con la Pacha. Asimismo puede derivar en un fortalecimiento del individualismo moderno-liberal, convenciendo a los retrotópicos de que con el “buen vivir” de cada uno alcanza para proyectar un “mundo mejor”. Ambos devenires anclados en la idea de que el “empoderamiento” -sea grupal o personal- se equipara al poder hegemónico, aquel que toma las decisiones al respecto de la producción, cantidades y suertes de los excedentes entre otras cosas. **** Considera que el contacto con la Pacha, tanto como la reflexión sobre su misticismo y propiedad basal para la existencia, son aspectos óptimos para consolidar una actitud más humana en tiempos de descartables, plásticos y pantallas. De igual manera, se hastió de los fracasos de las formas de organización alternativistas que suelen pregonar esa retrotopía. Y no es que no hubiese intentado que lleguen a buen puerto: participó de huertas colectivas, de movidas ecologistas-ambientalistas, de actividades universitarias y hasta de un intento de comunidad autosustentable en el sudeste provincial. “Queríamos hacer una comunidad en un pedazo de tierra, propiedad de la familia de una piba, que iba a estar rodeada de plantaciones de monocultivo adonde se usan agroquímicos y se saquea la naturaleza”, busca evidenciar la paradoja. Después del fracaso de esa última iniciativa, Daniela Romano optó por organizarse políticamente en el Partido


Obrero. “El eje principal es el reparto en el uso y la propiedad del suelo, contra eso hay que pensar. Porque de otra forma es inviable pensar en desarrollar realmente nuevas técnicas para cambiar el modelo extractivista”, plantea. “Mis contradicciones empezaron cuando intentando fundar una ecoaldea en Rosario de la Frontera, había que poner un capital inicial que yo no tenía; la respuesta fue que yo tenía que laburar más para equiparar que no tenía ese dinero originario”, rememora, y agrega: “Ahí fue cuando yo me dije ‘ah, pero entonces nos vamos a seguir explotando entre nosotros, no vamos a terminar con la explotación del hombre por el hombre’”. **** “La propuesta para hacer una huerta surgió a partir de la invitación del movimiento cultural El Hormiguero”, cuenta Nuria Maza, quien forma parte de un grupo de allegados a la Biblioteca Popular Juana Azurduy, promocionada por el movimiento cultural en el barrio 17 de Octubre, zona norte de la capital provincial. Yendo por las lindes de las vías del tren que conecta Salta capital con Güemes, cercana al río La Caldera, ya en el límite con Vaqueros, una poblada importante compone el más allá de Ciudad del Milagro, barrio lindante a la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Nuria, junto a otros compañeros, desde hace un mes y medio se hace cargo de la huerta de la biblioteca. Ambos espacios fueron puestos a disposición de la construcción colectiva por una familia. Los promotores de la huerta -Nuria, Lito e Iván, “el Vaca”- están tan implicados en la tarea como la propia familia, que elabora plantines y ayuda con el riego. En un principio recibieron apoyo de la flamante cátedra abierta de Soberanía Alimentaria que se dicta en la UNSa, aportaron energía para elaborar los primeros plantines, actividad que también convocó a pequeños de 17 de Octubre y alrededores. “Sabemos por los y las niñas que se acercan que hay muchos vecinos que cultivan. De a poco se trata de acercarse para lograr armar una red huertera en el barrio. Se pretende que el cultivo de los alimentos se sostenga como una práctica colectiva, de manera orgánica, sin dañar los alimentos ni la tierra con productos industriales y químicos”, argumenta la joven. “La alimentación no puede estar sujeta al valor adquisitivo individual, al mercado de las empresas internacionales, ni al consumismo que se impone desde los medios y las instituciones”, asevera, y remata planteado el rechazo a que la provisión de alimentos dependa del péndulo entre la atención y la “indiferencia de los organismos de representación política”.

POR FernandA Salas

LO QUE QUIERO Q

uiero escribir. Subo al 5A con ganas. Quiero sentarme en la computadora y pasar horas arrancándome palabras. Calculo la hora. 13.00 de un julio demasiado veraniego. Apenas damos unas vueltas, Simón, mi bebé de nueve meses, ya está dormido en el fular. Una hora y media de viaje hasta casa. Voy enumerando lo que tengo que hacer al llegar. Quiero escribir. Saco el celular malabariando entre sostener su cabeza y los bolsos. Abro el bloc de notas. “Acuchillada de desolación, dejo mi cuerpo en la orilla”, escribo. Cuánta exageración. Hoy leí en el diario el caso de otra mujer muerta. El bondi se llena y hago esfuerzos para que los pasajeros no nos golpeen. Sube un grupo de adolescentes. Juegan y hablan a los gritos. Me molestan los gritos. Soy una vieja chota. Tengo 33 años y soy una vieja chota que se molesta por eso. Repaso en mi mente: darle de comer a Simón en tiempo récord. Lavar la ropa. Resignar la siesta porque Simón ya la está haciendo y seguro va a pasar la tarde queriendo caminar. Quiero escribir. Hacer todo antes que llore. “No está bien hacerlo llorar”. Siempre dudo, me castigo. Hay días así, en los que todo se junta. Los nervios. La soledad. Que no llore, por favor. Que duerma. Las primeras veces, la angustia de no saber qué le pasaba. Porque parece que las mujeres tienen un chip con el que pueden resolver todo. El mito del instinto materno. Yo lloraba a la par. ¡No te entiendo! ¿Soy mala madre? Es demasiado para las 13.30. Creo que todas las madres la pifiaron en algún momento. ¿Qué es, en todo caso, ser buena madre? Tengo ganas de llegar a casa y no hacer nada más que escribir. Quiero recuperar a mi yo y abrazarlo. Saber quién soy además de gestante y amante de un ser de nueve meses. Claro que no voy a dejar de hacer las cosas urgentes pero podría prescindir, por unas horas, de lavar, por ejemplo. ¿Qué hace una mujer de mi edad, soltera, poeta, pseudointelectual a favor del aborto, siendo madre? Por qué me lance a esta tarea después de haber jurado nunca ser madre. ¿El amor? A veces me cuesta estar sola con él (¡que nadie se entere!), pero no hay dudas que lo amo. No amo para nada los comentarios de la gente. Los que hacen que me pregunte si detenerme a pensar en mí me hace una mala madre. No deberían importarme pero pinchan mi libertad. En eso estoy cuando veo una mamá con cuatro niños en los asientos del frente. ¿Cómo hace? Presto atención a lo que dicen porque me da mucha gracia y ternura el pequeño que parece de tres años que quiere discutir algo y su media lengua no lo deja. Trato de apagar mentalmente la radio del bondi en la que suena “Así”, de Sandro. Me acuerdo de MÍ madre. Vuelvo al nene que discute, se tropieza con las palabras y se le cae la tortilla. Todos van comiendo tortillas. La mamá le dice al más grande que le dé otra, ella reparte caramelos: “Uno para cada uno porque no hay más”. Los nenes agarran los caramelos, pasan la lengua y hacen caras, se ríen. La mamá interrumpe: “Vamos a tener que caminar mucho cuando nos bajemos del colectivo”. La nena: “Vamos a tener que tomar un remís”. “¿Vos me vas a dar la plata para el remís?”. Se hace un silencio, imagino que los nenes piensan en la lejanía, las cuadras y cuadras que tendrán que caminar, los veo pequeñitos en medio del desierto. La nena se descuelga de su pensamiento y lanza: “¿Y vos por qué no trabajas para tener plata?”. Pobre mamá, pienso, mientras acomodo a Simón. La imagino cargada de tareas, ropa, mamaderas, noches sin dormir. Me pregunto cómo hará para bañarse. Cuándo se sentará a comer. ¿Tendrá tiempo para detener a pensarse? ¿Qué deseará? Quizás sí le gustaría trabajar. ¿Qué habrá sentido ante la pregunta tan filosa de su pequeña hija, que ya entiende la relación del trabajo y el dinero pero que desconoce el trabajo de las madres en el hogar? ¿El marido la “ayudará”? Me descubro diciendo esa palabra, “ayudar”. Se supone que el padre no ayuda. Se supone que es responsable al igual que la madre. Bueno, de los padres presentes. Los dos deberían ser responsables de todo, responsables del amor. Y si la madre es la que va a trabajar, ¿es ausente? Si la madre es la que se detiene a seguir sus sueños y a hacer lo que quiere, ¿es la egoísta? ¿Si quiere ir a bailar? ¿Si sólo está cansada? Es cierto que muchas cosas cambiaron, pero ¿tenemos que conformarnos con eso? Por la ventanilla veo una mujer embarazada vendiendo agujas en la calle. Vuelvo a mi celular. “Acuchillada de desolación, dejo mi cuerpo en la orilla”. ¿Dejo mi deseo en la orilla? En la plaza una mamá hamaca a su pequeño hijo.

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LA CULTURA DE LA

AUSENCIA Por Federico Anzardi La banda pampeana Catalinatom grabó un simple de dos canciones en el que aborda el bloqueo del Río Atuel y las consecuencias de la desertificación en las tierras de su provincia. Música con identidad desde la tierra de los cielos inmensos.

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ábado 15 de julio de 2017. Buenos Aires tiene un clima horrendo. Llovizna y el viento helado que parte la cara en dos invita a encerrarse. Algo de eso hacen los músicos de Catalinatom en los míticos Estudios Panda. El grupo pampeano se encuentra en la segunda jornada de grabación de su primer material en diez años. El cantante Juan Ignacio De Pian está en el estudio, frente al micrófono. El guitarrista y productor Mauricio Flores está sentado en la consola junto al ingeniero Néstor Tinaro. Atrás se amontona el resto de la banda: el guitarrista Chelo Porcel, el bajista Willy Viek y el baterista Lucas Manera. La escena es conocida: músicos en el sillón con la cabeza sobre el respaldo. Otros de pie. Con los ojos cerrados o la mirada perdida. Todos cansados. Todos concentrados. Todos escuchando cómo avanza la grabación. Es la toma dos de voces principales para “Tal mar”, una de las dos canciones que graban en estas sesiones. Luego llegará “Natural”. Juan pide “media toma”, quiere arrancar a cantar a la mitad de la canción para dar más aire a su interpretación. “Dale lo que pide”, se entusiasma Chelo. Mauricio habla con Tinaro y acceden. Antes de la cuarta toma se juntan todos a escuchar para corregir detalles. Juan vuelve al estudio, arranca de nuevo. “Pará, pará, venía re concentrado”, se queja. Quinta toma. A esta altura, es un lugar común decir que las guitarras son como una ruta asfaltada donde la voz se mueve con comodidad. Es que no hay dudas, este folk rock suena bien. Catalinatom, banda de Santa Rosa, se formó en el año 2000. En 2007 apareció Más del barro, el único disco hasta el momento, que está fuera de circulación. No se consigue ni en YouTube.

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Apenas hay unos temas sueltos dando vueltas por la web. Entre 2009 y 2015 hubo un impasse en el que cada uno de los integrantes se dedicó a otros proyectos. En 2015, Mauricio y Juan, los únicos miembros originales, retomaron el camino. La formación actual tiene apenas unos meses. En estas canciones flamantes, la temática es la ausencia del Río Atuel en La Pampa por el bloqueo provocado en Mendoza y la desertificación de las tierras como consecuencia. “Después del mar, la sed, después del agua, la sal”, canta Juan. “La idea es hacer dos canciones. Queríamos grabar en un estudio con todas las cosas que tiene Panda y ver cómo estaba sonando la banda en este nuevo momento después de varios años sin grabar en un estudio importante. Y también para salir a girar un poco por las provincias, tener un material de difusión importante. Venimos laburando para esto hace varios meses”, dice Juan, en una pausa de la grabación. Mauricio agrega: “Tenemos material para un disco, pero teniendo en cuenta los tiempos de preproducción, calculamos que lo vamos a grabar en julio del año que viene. Y necesitamos un material fresco para esperar ese tiempo, laburar y seguir tocando”. Juan explica que “Natural” y “Tal mar” tienen “una familiaridad”. “Son dos miradas diferentes de una sola situación -sigue-. ‘Natural’ es un poco el discurso conformista, que hay un montón de cosas que creemos que son naturales o que son porque tienen que ser. A nosotros nos cortaron un río ‘y bueno, es porque nosotros estamos abajo y está bien, porque Mendoza tiene industria vitivinícola hace 300 años y entonces es natural que le corten el agua a La Pampa’. Esa es una mirada de ver las cosas, que es natural, y no solamente en el río sino en muchas cosas más. La naturalización de muchas cosas que no

son naturales. Naturalizar los incendios, las sequías, la pobreza. Uno termina viéndolas como normales porque lo ve todo el tiempo o periódicamente”. “Tal mar” es “un poco una respuesta social”: La Pampa tiene un montón de características patagónicas: la distancia entre pueblo y pueblo, la densidad poblacional. Y algo que estudiamos todos es que el río va hacia el mar. Nosotros no tenemos esa posibilidad porque está cortada. Y es un juego de palabras con que la gente es el mar, que tiene que traer el río otra vez”. “La Pampa tiene pocos años de ser provincia. Hay muchas identidades que tienen otras provincias, como por ejemplo Salta, que son milenarias. Uno va a la Casona del Molino y ve una historia riquísima a nivel general. La Pampa tiene una historia rica pero no tan vieja ni tan inculcada ni tan difundida, entonces, ¿cuál es la identidad que tiene? Bueno, hubo un grupo de gente, no buscando eso, que empezó a hablar de esta ausencia. Yo la llamo la cultura de la ausencia a esta sensación de que no existe algo. Hubo un grupo de gente, una generación importantísima para la música folclórica de La Pampa, que tomó esta problemática del río como una problemática particular. Además también de tomar lo que es la imagen del oeste pampeano, en vez del este pampeano, la parte de Buenos Aires, como nuestro paisaje, como nuestra identidad”, continúa Juan. Cuenta que el oeste pampeano “es hermoso”: “Son todas plantas pequeñas, no tienen mucho desarrollo, salvo algunos caldenes, algunos chañares. Es todo con mucho viento, mucho sol. Mucha cultura del chivo, de la guitarra. Mucho cielo, el oeste tiene mucho cielo. Y las noches creo que son únicas. Las noches de La Pampa, en su inmensidad, son algo raro de ver. Y cuando uno la ve en el campo está muy bueno, es muy lindo”.


Por Santiago Castellanos // Foto: Andrés Antonelli

La última lista: las canciones que sonaron durante el show final de Federico Acosta con Perro Ciego.

EL GRAN PEÓN L a del 30 de agosto de 2007 no fue una noche más. La fiesta estaba asegurada con la primera visita de Los Gardelitos a Salta. Junto a ellos tocaron Perro Ciego, Esencial y Círculo Vicioso, las tres bandas más importantes de la movida del rocanrol salteño en esa época. El Microestadio Delmi se llenó de fanáticos del rocanrol que se convirtieron, sin saberlo, en testigos del último show en vivo de Federico “Pibe” Acosta. En los camarines se percibía un clima de camaradería importante

entre las bandas locales. Hacía mucho frío esa noche, pero el Micro levantó temperatura con las casi mil personas que asistieron. Cuando Perro Ciego subió al escenario, la gente explotó. Apenas unas semanas atrás habían festejado su aniversario en el mismo lugar, pero el público siempre quería más. Como era el productor, no estaba muy atento a lo que sucedía sobre el escenario, sino lidiando con boletería, SADAIC, Policía, permisos y más. Sin embargo, pude darme cuenta de que a los Perro Ciego se los notaba raros, como si algo pasara. También recuerdo que durante

el show de la banda el Pibe estaba muy errático, no siempre cantaba sus partes y se lo veía un poco perdido arriba del escenario. Aún así, el aura que poseía estaba intacto. Regaba talento y sencillez. Las canciones, que ese día no salieron de la mejor manera, reflejaban al máximo la personalidad del Pibe. Ese show está grabado en DVD a varias cámaras. Jamás intentamos sacarlo porque preferimos que quedara en las retinas y en los oídos de los que estuvieron presentes. El Pibe se fue como vivió. Siempre lo recordaremos con una sonrisa eterna.

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FINAL DEL JUEGO LOS MÚSICOS DE PERRO CIEGO RECUERDAN EL ÚLTIMO SHOW JUNTO A FEDERICO ACOSTA. LA DESPEDIDA ERRÁTICA DE UN ARTISTA ÚNICO PARA LA MÚSICA SALTEÑA.

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l show que dio Perro Ciego el 30 agosto de 2007 como banda telonera de Los Gardelitos se convirtió en histórico. Ocurrió pocos días antes de la muerte de Federico Acosta. Fue el último recital del Pibe, uno de los cantantes de la banda. En esta entrevista, Marcelo “Salchi” Dique, Martín “Gamba” Aguilera, Carlos “Pelado” Vega y Pablo “Jopo” Zenteno, recuerdan lo que sucedió aquella noche en el Microestadio Delmi. - ¿Cómo fue ese último recital con el Pibe? - Jopo: Fue un show con muchas imprecisiones de todos, debido en gran parte a la situación que vivia el Pibe por su estado de salud. Nos estaba afectando. Esa noche, él no estaba muy bien y había cosas que no se podían ajustar, tenía una fuerte impronta en el grupo. - Pelado: Fue uno de los shows más flojos de la banda y particularmente de Fede. Fue todo muy confuso. Un mes antes habíamos hecho un muy buen show en el mismo escenario y en éste todo salió al revés. Y creo que Fede también lo sintió así. - Gamba: Realmente fue uno de los peores shows que dimos. Estábamos muy conmovidos porque veíamos venir lo peor. Pensamos que no llegaba a tocar esa noche. Estábamos con la cabeza en otro lado. - ¿Creen que a su manera lo disfrutó? - Salchi: Yo creo que sí lo disfruto a pesar de todo. - J: Creo que para él siempre era un disfrute estar arriba del escenario. Era una persona muy carismática y se notaba que era un placer tocar con nosotros, esa química se sentía. En ese último show se sentía un ambiente muy raro. - G: Fede siempre disfrutaba sus shows, quizás de alguna manera sabía que eran los últimos, que la cadena se cortaba en cualquier momento. Noso-

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tros queríamos parar un poco, pero él no. - ¿Cuál era la situación de la banda en ese momento? - S: No fue el mejor momento, sin dudas. La situación se venia complicando con respecto a su salud y eso afectaba a toda la banda. - J: Creo que no estábamos en nuestro mejor momento debido a una serie de cuestiones, principalmente la situación de Fede. No estábamos ensayando, prácticamente, ya que (el Pibe) se perdía y por días no aparecía. Eso realmente era muy desgastante y nos afectaba directamente en lo musical y en lo personal.

“Fede era un pibe eterno. Aunque estuvieras de mala onda siempre te sacaba una sonrisa”. - P: Era muy contradictoria la situación. Por un lado estábamos saliendo mucho de Salta, con muy buena repercusión. Acá en Salta estábamos confirmando lo que hasta hoy se mantiene, la relación con el público. Por otro lado, el tema de Fede influía en la relación entre nosotros, en lo musical y en lo humano. De alguna forma la veíamos venir. - G: Era un momento difícil, porque sabés que no podés hacer nada para cambiar las cosas. - ¿Creen que le hizo bien tocar ese día?

- S: Sí le hizo bien tocar, me parece, por lo que veníamos hablando. - J: Creo que no. Ese día fue una incógnita. No habíamos ensayado mucho porque andaba desaparecido. Teníamos el compromiso de ese show, tocábamos con Los Gardelitos en el Delmi, estaba buena la movida. Apareció antes del show pero no estaba de la mejor manera y se notaba. Creo que desde lo anímico nos afectó a todos. Él disfrutaba siempre, pero en este show, no creo. - P: La verdad que no lo sé. Pero sí se dio cuenta que la mano venía mal en serio. - G: Para mi sí, tocar era disfrutar y olvidarse al menos por un rato lo que estaba viviendo. - Más allá de ese show, ¿cómo lo recuerdan al Pibe? - S: Lo recuerdo como una gran persona y un gran músico. Un amigo con el que compartí muchas cosas buenas. Siempre muy sincero, transparente y alegre. - J: Fue una persona muy talentosa con una impronta única. Se notaba su presencia arriba del escenario, era un frotman muy carismático. Siempre lo voy a recordar de la mejor manera, una persona siempre de buen humor, era imposible estar enojado con el. Era una persona sin maldad, muy auténtico. Siempre va a estar en nuestros corazones. - P: Tengo el mejor recuerdo, sin idealizar su forma de ser y mucho menos su estilo de vida. Fue un tipo auténtico y único de verdad. No conocí en Salta a nadie con ese carisma y con esa jerarquía de artista. Talento puro y además un tipazo. Tuve la suerte de conocerlo y, de alguna manera, ser su amigo. - G: Fede era un pibe eterno, un personaje querido por todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir parte de su vida y su enorme talento. Aunque estuvieras de mala onda siempre te sacaba una sonrisa. Un gran músico y compositor. Y un amigo al que extraño profundamente.


EL ÚLTIMO ROCANROL Miguel Petito Guitarrista y cantante de Esencial

Sebastián Magnasco Ex mánager de Perro Ciego

Esa noche fue buenísima, se respiraba mucho rock en el ambiente. Pero el Pibe no estaba bien. Cuando llegué al camarín, estaba en un rincón, como si tuviera gripe. Algo charlamos, aunque no recuerdo bien qué nos dijimos. Durante el show, miraba todo el tiempo a sus compañeros de banda. Tenía una armónica desafinada, la tiro al público y dijo “toco mi último rocanrol”, o algo así. Lo recuerdo como un gran amigo que me dio la música. Muchos recuerdos de asados, giras con Perro Ciego y ensayos en la sala de la San Juan. Siempre lo recuerdo con una sonrisa, sigue siendo una gran inspiración al momento de componer. ¡Imposible agarrar la guitarra y no tocar un tema del Pibe! Para mi, va ser por siempre El Gran Peón.

Fue una noche tremenda. Un gran show de todas las bandas. Me acuerdo de todo, en especial de la improvisación del Pibe en las letras (risas). Su vida era estar en un escenario. No había recital que no disfrute. De la forma que sea él disfrutaba de estar con el resto de la banda y de cantar y bailar como lo hacía. Y eso el público lo sentía. Siempre le hizo bien tocar, de hecho no quería saber nada de que la banda pare, él quería seguir. La verdad que tengo todos los recuerdos de él, todos. Lo quería mucho. Fue un artista increíble. Sus letras, para mí, son pequeñas biografías de sus momentos. Su alegría, sus ocurrencias, no había forma de enojarse con él porque siempre tenía una respuesta o una salida que te hacía reír. Generoso por donde se lo mire. Al día de hoy lo pienso y se me pone la piel de gallina.

Tony López Autor de Estabas Ahí: 25 años de Perro Ciego Esa noche tenía alguna referencia de lo que el Pibe estaba pasando. Su salud ya estaba bastante deteriorada. Recuerdo ver desde la tribuna a la banda y al Pibe tirando la armónica gastadísima a la gente. En ese momento sentí un escalofrío en la espalda, inconscientemente creo que asocié eso como un “basta, hasta aqui llegué”. Creo que no disfrutó el show. El clima en la banda era angustiante, todos estaban muy mal por el tema de su salud y que eso repercutía en el sonido, esa noche Perro sonó mal. Yo sentía algo raro, tampoco lo disfruté como otras veces. A Fede lo recuerdo con una sonrisa, de algunas juntadas tomando algo, hablando de todo. Muchas veces caía al programa de radio, no del todo bien, y así hablaba al aire. Queda la espina dolorosa de que un talento innato haya quedado a mitad de camino.

Agustín Lasa Guitarrista y cantante de Circulo Vicioso Esa noche me tocó de cerca, compartiendo camarín con los Perro Ciego. Era un sueño tocar en un lugar así y con ellos. Recuerdo una alegría constante, el Pibe siempre contento, aunque no es su mejor estado. Al final del show tiró su armónica al público. Creo que a su manera lo disfrutó. Era notable cómo en el escenario se poseía, estaba en su salsa. El escenario era su lugar en el mundo. El Pibe me acompañó hecho canción a lo largo de todos estos años, así es como lo recuerdo. Sonando, fuerte, poeta, blusero y siempre con una sonrisa y cantando.

AMIGOS Y COLEGAS DE FEDERICO ACOSTA RECUERDAN SU CONCIERTO FINAL EN EL MICROESTADIO DELMI. A DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DEL PIBE, SU FIGURA SE MANTIENE COMO LA DE UN ARTISTA AUTÉNTICO, UN ÍCONO DEL ROCK SALTEÑO.

Rodrigo Juárez Organizador del último show del Pibe Hacía tiempo que no lo veía al Fede. Los lugares que uno frecuentaba o donde podíamos cruzarnos, como el Bar Madrid y alrededores, estaban siendo ganados por la moda o ideas que uno hasta ahora no entiende. De su generación, fueron pocos los músicos que se mantuvieron activos. Él fue uno de ésos, disfrutaba de igual manera tocar en un recital, en un bar o sentado en el cordón de la calle. Siempre con distintas propuestas musicales, esto le generaba el mismo placer. Ponía en evidencia que vivía como escribía, dejando de lado las careteadas y las incoherencias. “Somos lo que hacemos”, me dijo alguna vez. Viendo las imágenes del Micro Delmi podemos especular o tratar de adivinar muchas cosas. De lo que estoy seguro es que esa noche puso todo lo que tenía que poner. Seguramente le hizo bien a su estado de ánimo porque le gustaba mucho lo que hacía. Me quedo con esa sonrisa y mirada cómplice con sus compañeros de Perro Ciego, como anticipando el final. Muchas personas pasan por la vida tratando de encontrar su talento o virtud. ¡Otras no! Otras sólo se dedican a vivir, mientras que el talento o la inspiración se les presenta de manera natural. Tuve varios mano a mano con Fede y en todos siempre salía algo de poesía, delirios, armonías, letras o hasta alguna teoría incomprensible. Suerte la mía de haber vivido en sus tiempos.

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30 Ilustraciรณn: Santiago Motorizado




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