Rock Salta Nº27

Page 1



Número 27 | Enero 2018

CHARLY Y LAS LIGAS Página 11 3


STAFF DIRECTOR

Santiago Castellanos scastellanos@rocksalta.com

EDITOR

Federico Anzardi fanzardi@rocksalta.com

E

DISEÑO

l periodismo no se va a terminar ni tampoco se va a devaluar definitivamente pero tiene que reinventarse, cambiar algunos vicios, mejorar otros e inventar nuevas formas de comunicar. Creemos que a la larga serán las historias bien contadas las que prevalezcan y serán los medios que sepan contarlas con datos, testimonios, buenas fotos y videos los que se ganen la confianza de cada lector. Se puede creer en el futuro del periodismo si se cree en artículos honestos que no respondan solamente a las estadísticas o prioricen la acumulación de clics. No importan las primicias, no importan las exclusivas ni las tendencias. Creemos que las buenas historias recolectarán clics, retuits y likes de manera inevitable, aunque tarden más en llegar. Nuestro desafío para este año va a ser encontrar la manera de hacer un periodismo musical que no atrase. Hay muchísima música a disposición, Rock Salta como medio tiene la obligación de difundirla, pero primero hay que establecer los parámetros que vamos a utilizar para hablar de ella. ¿Vale la pena dar lugar a la crónica de un recital semanas después de que ocurrió cuando el público que asistió ya lo subió a las redes e incluso lo transmitió en vivo? ¿Hay que reseñar discos cuando cualquiera puede acceder a los últimos lanzamientos? ¿Quién descubre bandas en 2018, el “periodista inquieto que recorre sótanos húmedos” o un usuario que clickea con entusiasmo a través de las etiquetas de Bandcamp? ¿Sirve publicar en papel cuando la mayoría se inclina hacia lo digital? Si lo que prevalece es lo efímero y veloz, probemos lo contrario. Hagamos un periodismo de bases sólidas, duradero como un tarro de miel.

Es probable que este año no alcancemos estos objetivos completamente. En más de una ocasión no vamos a estar a la altura de nuestras propias exigencias. Y eso será porque el periodismo, en general, no está a la altura de sí mismo. A las dudas ya señaladas se le suma la otra gran crisis del oficio, la que ofrece pocos recursos para las redacciones y poco dinero para los bolsillos de los periodistas. Cada vez hay más gente despedida, desencantada y con bronca. Los que hacemos esta revista no escapamos a esa lógica. El primer paso para cambiar la situación es reflejarla. Luego trabajar. Seguir trabajando. De ustedes, lectores y lectoras, esperamos todo el apoyo que quieran ofrecernos: consigan un ejemplar de Rock Salta todos los meses, difundan las notas cuando puedan, sáquenle una foto a una página y súbanla a Instagram, retuiteen los artículos de la web, dejen la revista en un bar para que otra persona la conozca. Y, especialmente, confíen en lo que hacemos. Intentamos hacer periodismo serio, apasionado, con una mirada honesta, que es lo único que no debemos perder. Federico Anzardi Editor de RockSalta Revista

ROCK SALTA es una publicación de Rock Salta Producciones. Domicilio: General Güemes 569 - CP 4400 - Salta. El nombre y el logo son marcas registradas por Santiago Castellanos. © 2006-2018. Expedientes INPI 3083222 y 3083224. Las publicaciones son de absoluta responsabilidad de sus autores y pueden no coincidir con la opinión del director. Las colaboraciones son ad-honorem y no crean ningun tipo de dependencia legal ni laboral entre los autores y la revista. Prohibida la reproducción parcial o total de los artículos sin mencionar la fuente. Tirada: 2000 ejemplares. Foto de tapa: gentileza Sony Music. Foto índice: archivo Roque Di Pietro.

4

Bernardo Rodriguez Berri

DIAGRAMACIÓN

Colmena Boutique Audiovisual colmena.audiovisual@gmail.com

REDACCIÓN

Lucas Canalda Franco Hessling Rodrigo Juárez Diego Maita López Eduardo Pece Fernanda Salas

FOTOGRAFÍA

Martín Azcárate Gastón Iñiguez

COLABORAN EN ESTE NÚMERO Roque Di Pietro Renzo Leonard

IMPRESIÓN

Mundo Gráfico S.A.

DISTRIBUCIÓN

Rómulo J. Guzmán y Distribuidora Chorba.

CONTACTO

Redacción: revista@rocksalta.com Publicidad: publicidad@rocksalta.com

CONSEGUÍ

ESTA REVISTA EN SALTA Atipiko: Zuviría 408 Morrison: Caseros 646, loc. 7 TUCUMÁN La Rockería: Bs. As. 39, loc. 6 JUJUY Fixion: Belgrano 616 SANTIAGO DEL ESTERO De Tal Palo: Belgrano 852 CÓRDOBA Oktubre: Centro y Nueva Córdoba Lado B: Tucumán 105 ROSARIO Music Shop: Sarmiento 780 El Aleph: Rioja 932 www.tienda.rocksalta.com


Rock Salta no se vende

Este año seguimos apostando en lo que creemos. A partir de este número, la revista Rock Salta será gratuita. De esta manera, esperamos llegar a más público en todo el país. Como decimos en el editorial, esperamos que si les gusta nuestro trabajo lean, compartan y difundan lo que hacemos. Creemos que un buen contenido bien difundido es lo mejor que podemos ofrecer desde nuestro lugar. Trabajamos cada día en pos de eso También recibimos donaciones anónimas y nos vendemos por pauta (?).

Hay que pagar la sala y la cuota Si tenemos en cuenta que los músicos salteños son reconocidos por ciertas flaquezas a la hora de asumir las responsabilidades burocráticas que acarrea el devenir profesional, quizás sea mucho pedir que tengan la cuota al día de la asociación que los nuclea, pero seamos optimistas, que recién arranca el año. Pagar la cuota no es un dato menor en esta noticia que informa sobre el convenio que MIAS (Músicos Independientes Asociados de Salta) firmó con CD Baby, uno de los principales distribuidores de contenidos en plataformas de música digital (Spotify, Deezer, Apple Music, Google Music) El convenio permitirá a los socios de MIAS subir discos sin cargo a las diferentes plataformas. De esta manera, los músicos que tengan la cuota al día, no tendrán que pagar por el servicio, que sale bastante más que la mensualidad de la mencionada asociación. Para más información, escribir a musicosmias@ gmail.com.

Es igual en todos lados Nos encontrábamos en pleno sufrimiento por el cierre de esta edición cuando una grata noticia cambió nuestros ánimos desolados por el rigor del deadline: la aparición del Compilado 2017 del sitio Rosario Indie, un álbum que reúne a 22 artistas de la ciudad de Messi, Fito, Fontanarrosa, el Che y Los Monos. Camperas, Automaton, Charlie Egg, Víctima del vaciamiento, Lesbiano, Prima Limón, Compressor, entre otros, dan forma a este disco que se puede escuchar y descargar gratuitamente en rosarioindie.com. Una de las alegrías provocadas por este lanzamiento de música independiente es el mini manifiesto que puede leerse en el sitio, junto al botón de descarga. En el texto, que podría adaptarse a la escena musical de (casi) todas las ciudades del país, la gente de Rosario Indie asegura que el disco da cuenta de “una producción virtuosa, que cada año suma nuevos y jóvenes proyectos que renuevan y nutren nuestro panorama músical, pero que lamentablemente encuentran dificultades a la hora de llevar la música a los escenarios, debido al cada vez más menguado circuito de recitales que ofrece nuestra ciudad”. “Quizá -sigue-, ante la falta de respuestas de un concejo municipal al cual parece no importarle dicha situación, la única salida a esta encerrona que cada vez luce más angosta podamos encontrarla los propios implicados: músicos y público. Apostando a cambiar de hábitos, realizando fechas en horarios menos conflictivos, en espacios más amigables y seguros, como bien podrían ser los clubes sociales y deportivos, universidades, escuelas y centros culturales habilitados. Generando lazos que rompan con la lógica que imponen los bolicheros y que nos acerquen a un público más amplio y heterogéneo y poder saltar el cerco del ghetto que termina ahorcando las posibilidades de tantos proyectos”.

La industria también nos seduce No crea que nos andamos haciendo los anti mainstream por la vida. Cada vez que pasamos por una librería se nos van los ojos y lloramos por la precariedad laboral que no nos da margen para comprar todo lo que se publica. Por lo tanto, no queda otra que elegir. Y las editoriales grandes sí que tienen ofertas. En las últimas semanas, Planeta publicó Memorias improbables, el libro del gran Willy Crook. También un (nuevo) repaso de Roberto Pettinato sobre los años en los que fue miembro de Sumo. Luca es mío apareció justo para el aniversario número treinta de la muerte del italiano. Además, está disponible El día que Charly saltó, de Carlos Polimeni, un compilado de artículos escritos en distintas épocas por el reconocido periodista. Random House publicó Rec & Roll, las memorias de Mario Breuer, y Escenas del delito americano, el libro en colaboración entre el Indio Solari, el ilustrador Serafín y Matías Santellán. Este año se espera que la editorial publique las anunciadas memorias del cantante ricotero.

5


ENTRE LA NIEBLA Y LA REALIDAD Niebla (2017) Por Diego Maita López

L

os mundos del jazz y el rock en Salta siempre han estado vinculados. A veces en un ida y vuelta, otras como un camino de “madurez” vinculado al paso del tiempo. Es la historia de muchos músicos, de muchas formaciones. Referirse a Niebla, es básicamente referirse a los hermanos Raúl (alias “Pekiné”) y Julio Lamas. Actores y sobrevivientes de las primeras generaciones vinculadas al rock en Salta, dieron origen a esta formación aproximadamente en 1987. Pekiné había sido parte del Trío Horizonte, junto a Carlos Roldán en batería y Alberto “Mandinga” Ramos en el bajo, desde los tempranos 1970-1971. Tiempos de la “Revolución Argentina” (autodenominación de Golpe de Estado de Juan Carlos Onganía y sucesores) y también de una musicalidad diferente, donde los grupos que querían hacer rock en Salta debían pagar derecho de piso tocando los temas de moda en los bailes de carnaval u otros eventos similares (covers de Camilo Sesto, Los Náufragos, Los Iracundos, entre otros). Recién al final de su set, en los últimos quince minutos, podían tocar lo que querían. En ese espacio, el Trío Horizonte le daba a un repertorio basado en Pappo, Manal y Hendrix. Para ser rigurosos, Julio Lamas no formó parte de la formación inicial de Niebla, que contenía a Juan Carlos Quintanillas y Orlando “Zapato” Giménez como primeros bateristas y a “Palmito” Flores en el bajo. Completaba ocasionalmente esa formación Raúl “Rodilla” Farfán, que era parte de Áspid, quizá el primer grupo de “rock pesado” de Salta. La aparición del menor de los Lamas ocurrió en 1989, tiempos donde también incursionaba en la banda el saxo de Mirko Petrocelli (hijo de Ariel Petrocelli, miembro de ese glorioso panteón de héroes folclóricos que comparte junto con al Cuchi, Daniel Toro, Lito Nieva y otros). Para hacer justicia, hay que mencionar a “Coco” Carrasco como parte inicial. En Salta, el mundo del rock pesado o “progresivo” de los 70 fue bastante periférico: mucho barrio, mucho códi-

6

go áspero, mucho de aprendizaje musical autodidacta y, de alguna manera, la marginalidad propia de hacer rock en la provincia. No debemos perder de vista que desde los 60 el folclore se posiciona como la expresión legitima de música popular salteña, incluso proyectándose a nivel mundial. Es muy difícil tener más de treinta años, haber andado un poco la noche alternativa salteña y no haberse cruzado al menos una vez a Niebla. Desde los viejos reductos de jazz de la década del 90, pasando por los primeros momentos de la Balcarce, la Esquina Libertad, y parte del circuito de teatros locales, alguna vez –con mayor o menor épica en la gesta- Niebla ha estado ahí. Al menos en mi recuerdo, la formación más estable (quizá el primer quincenio del nuevo milenio) tenía a los Lamas, Pablo Arnedo Jiménez (batería) y Palmito Flores (bajo). Como buena parte de las performan-

ces jazzísticas en ciudades chicas, el repertorio de Niebla ha oscilado entre los standards y versiones de un repertorio más cercano al rock y jazz latino, como Carlos Santana y Luis Salinas. Entre la niebla y la realidad es el primer disco de esta banda, casi una reparación histórica a esta altura, en sus treinta años de vida como proyecto. El librito del álbum reza: “Este CD tiene un carácter documental refleja desde los comienzos del grupo […] hasta la actualidad”. El tracklist hace honor a esa intención. El disco abre con “Rough & Ready”, de Ronny Jordan, guitarrista británico fallecido en 2014, a los 51 años. Tiene todo lo que un oído no habituado al jazz espera como cliché del estilo: arranca con un walking (estilo de tocar el bajo que, junto a la batería nos hace mover el pie o la cabecita) que da pie al motivo, corte/rulo de batería y el walking otra vez, dando lugar a los solos y así


hasta cerrar. Un inicio inmejorable. Otro de los grandes momentos del disco es la versión de “La muerte de Lucifer”, de Gustavo “Cuchi” Leguizamón. Aquí hay que rescatar un mérito y un sello: la canción, interpretada en aire de zamba, es parte de ese repertorio poco explorado del Cuchi (versionada por Tommyknockers en el tributo rockero El Canto Hereje, de Rock Salta Discos), y es una gema digna de ser reinterpretada una y otra vez hasta que taladre en el imaginario popular. Por otra parte, la paleta de sonidos de la versión tiene el sello distintivo de la banda, casi onírico, con la guitarra midi de Julio conduciendo la armonía, dando pie a que Pekiné interprete el motivo. La percusión apenas insinuada recuerda mucho a los tiempos de Niebla Trío, e incluso el formato dúo. El homenaje a Leguizamón se completa con la “Zamba del pañuelo”, otra hermosa versión -con más presencia de batería que la anterior- que cierra el círculo de documentación de las influencias “folclóricas”. Es justo señalar que ese elemento es parte del bagaje genuino de Niebla: por ejemplo, durante mucho tiempo la “Vidala para mi sombra”, de Julio Espinosa, ha sido parte del repertorio. Y es en ese sentido donde van dos de las tres las composiciones propias que la banda aporta al disco: “Valentín (andando…)”, un aire de chacarera medio tiempo, bien parsimonioso, de Julio Lamas, y “Malambo”, de Carlos Barcatt, donde la batería lleva la conducción del tema. Cabe señalar que Barcatt está vinculado a la Banda de Música de la Municipalidad de Salta (algo así como un Lado C y popular en relación a la Sinfónica de la Provincia).

El bloque de composiciones propias se completa con “Sin trabajo”, en tiempo de jazz, también de Lamas, con la participación de Daniel Tinte en piano. Ya que lo mencionamos, es importante destacar que el disco fue grabado, mezclado y masterizado en Amaichawasi, estudio conducido por el Cacique Tinte, en una iniciativa que intenta registrar a proyectos con muchos años de ruedo en el jazz salteño, como La Pequeña Jazz Band, Oscar Echazú y otros. No deja de ser casual esta unión: de alguna manera los Niebla y Tinte representan una versión del jazz más localista, alejado y contracara de los festivales de jazz que desde hace tiempo (sea con la tutela de la Secretaría de Cultura o bajo tutela privada) se desarrollan en la provincia de Salta. De los cuales alguna vez formaron parte y de los cuales se alejaron por no comulgar con el perfil del mismo. Cerrando el abordaje de lo exclusivamente musical, voy a destacar dos tracks: por un lado “Nuages”, de Django Reinhardt, por el rescate y homenaje a ese gran guitarrista gitano, que alumbró el Gypsy Jazz y que tuvo como representante en nuestro país al gran guitarrista chaqueño Oscar Alemán. Por el otro “Nica’s Dream” de Horace Silver, una salsa que hace justicia al movimiento Latin Jazz, otra de las fuentes en las que abreva Niebla. Con la excepción de dos canciones grabadas para el documental Kopla Vera (Norberto Ramírez, 2004), no había registros de estudio de los Niebla. Al menos editados con la calidad y el rigor que se merecen. Es menester rescatar a Jesús Ramón Vera, a quien aborda dicho documental: poeta, com-

parsero, profesor de literatura y emblema de la Villa 20 de Febrero, es parte crucial de ese mundo al cual los Niebla también pertenecen. “Mi compadre Pekiné Lamas”, solía decir Vera. Voy a esgrimir una idea: Niebla sería un Jazz Yuto. Pero al igual que el Black Power, donde lo negro pasa a ser virtud, en Niebla, la fiereza, la actitud rústica, tosca, marginal (el sentido de lo yuto en el Norte Argentino) es su principal virtud. Y en ese cruce no podemos dejar de asociar a Django Reinhardt y el vino tinto en caja (“el arremangau”) con soda, Carlos Santana abrazado a Jesús Ramón Vera en una carpa de carnaval de talco y albahaca, con quilombo y piñas a la salida; el Cuchi Leguizamón y la Fender con el Midi Roland (que el difunto Lito Nieva también se animó a experimentar en los 90), los corsos, el Bar Madrid en tiempos de la Balcarce como desierto/cementerio ferroviario, con las vías del tren como campo del amor, de las disputas, los excesos. Lo yuto como virtud artística y como una de las formas de abordaje de la salteñidad, algo muy bien plasmado en la tapa del disco, del artista plástico Andrés Gauna. Ojalá que este disco tardío (editado con el apoyo del Fondo Ciudadano) sirva para que la documentación dé pie a más creación. Los Niebla son parte de esa Salta que quizá no sea linda pero que enamora de verdad. Agradecemos la inmensa generosidad de Javier Caba Ruiz y Martín Gorostiague, periodistas locales especializados en heavy metal y jazz respectivamente, por sus valiosos testimonios.

7


TODOS SANGRAMOS Por Lucas Canalda // Foto: gentileza Valle

IGUAL

V

alle es la sociedad musical del guitarrista Pablo Giulietti y el baterista Federico Toscano, ambos ex integrantes de Alucinaria, proyecto que se disolvió a principios del año pasado. La propuesta surge desde el impulso natural de dos hermanos musicales por compartir las canciones nacidas allí donde la química manda y el pulso se desata para encontrar sorpresas más allá de las estructuras. Tanto Giulietti como Toscano pertenecen a la generación que creció desconfiando del rock de pulso guitarrero por creerlo agotado y demodé. Sin embargo, son dedicados estudiosos de la historia del rock & roll y demuestran que un sonido de guitarras no tiene que ser necesariamente riffs machacantes, recursos redundantes y lugares comunes. Valle funciona como una dosis de angustias urgentes y un ruidismo amigo de la canción de flotación libre. La primera aparición del grupo data en el FestiPolvo de marzo de 2017, ocasión en la que el sello Polvo Bureau celebró sus seis años de vida. Allí, bajo el nombre de Yuliett -proyecto solista del guitarrista-, el dúo se hizo carne en veinte minutos de furia taciturna y un pulso dinámico que fluía con libertad entre miradas y gestos de sus integrantes. La intensidad de ese set demostraba que la propuesta no se quedaba cómoda en los estándares abúlicos de una generación y era capaz de darse a la combustión distorsionada así como también a la soltura del free rock. “Para ese festival íbamos a tocar todos los músicos del sello, se suponía que yo toque como Yuliett, solo, con el formato con el cual venia tocando: guitarra acústica, teclado y voz. Como ya estaba aburrido de esas canciones, del formato y demás le dije a Fede de armar otro proyecto, con

8

otras canciones y con guitarra y batería”, recuerda Giulietti al hablar de la génesis del proyecto Valle. “Armamos los temas, los ensayamos y tocamos en el festival. No daba cambiar el nombre en ese momento porque no se iba a entender así que tocamos casi todas

En el ardor del vivo, la química entre Giulietti y Toscano permite que las canciones se dilaten y se contraigan para ubicarse en algún lugar entre la zapada y la canción pegadiza estruendosa. las canciones que después fueron las de Valle. Decidimos elegir otro nombre para diferenciarlo de mi proyecto solista, además porque era otro estilo, eran otras canciones”, agrega. - Desde el primer recital dejaron en claro que hay un elemento de libertad en Valle, un free rock que nace entre sus miradas sobre el escenario, un espíritu jazzero. ¿Esa soltura fue intencional? - Giulietti: Esa libertad se dio desde siempre. Está bueno que podamos estirar los temas, bajar de intensidad, acortarlos o lo que sea haciéndonos un par de miradas. Como que lo vamos dirigiendo durante la canción y eso es algo que a veces lleva mucho tiempo para que suceda en una banda. Acá se dio de una manera muy espontanea, creo que

Desde Rosario llega el debut del dúo Valle, una demostración de la inclaudicable alquimia del free rock. Resignación exorcizada por pedaleras.

eso es súper valioso, mantener esa cosa lúdica y muy del momento. Digamos que lo de la soltura y toda esa cosa re free de llevarlo para cualquier lado se da de una forma súper natural, no hay plan nunca y eso me parece que está buenísimo, un poco de chispa. - Toscano: Es algo que se dio naturalmente, quizás por conocernos de tocar varios años juntos en otra banda y de compartir mucha música. Si bien somos una banda que se apoya en la estructura de las canciones, disfrutamos mucho de las partes puramente instrumentales, de manejar distintas dinámicas, improvisar y dejar que ocurran cosas en el momento, algo que hace que todos los shows sean bastante diferentes entre sí. - Mientras la guitarra es potente y cruda, la batería es puro dinamismo, nunca tenés que ponerte más pesado para mantener tu firmeza. - T: Llegamos a eso porque es la forma de tocar de cada uno. Nunca nos propusimos tocar de una o tal manera, creo que ambos compartimos una misma visión sobre cómo arreglar y llevar las canciones, ya sea en las partes más contenidas como en las más caóticas. Además Pablo es un muy buen guitarrista rítmico, lo que hace que para mí sea muy fácil seguirlo. También maneja muy bien los climas e intensidades y eso me deja espacio para llenar con distintos arreglos rítmicos y no cumplir solamente una función de base, y ahí aparece esa cosa más intuitiva y libre que es lo fundamental de esta banda. En septiembre de 2017, casi sobre la primavera, llegó Valle, el debut oficial y homónimo del grupo, nueve canciones vertiginosas sobre esas estampidas personales que estallan por dentro dejando rotura mental y angustia en el pecho, heridas relamidas por hermandades perdidas y animales suicidas. Así


como la duración del disco se escapa vertiginosa, es fácil imaginar a Giulietti escribiendo sus letras en aquellos instantes en que es mejor prender fuego todo, soltar y pasar a otra cosa. En definitiva, una pila de resignación destinada a ser exorcizada por pedaleras y un volumen al rojo vivo. En valle.bandcamp.com se leen tags como rock, noise, alternativo, etiquetas que sientan bien para descripciones fugaces pero parecen insuficientes para describir una propuesta que termina de concretarse en el ardor del vivo, donde el volumen cree aún más y la química entre Giulietti y Toscano permite que las canciones se dilaten y se contraigan para ubicarse en algún lugar entre la zapada y la canción pegadiza estruendosa. El LP fue producido por el propio grupo junto a Martín Salvador Greco,

el hombre que comanda el estudio El Salvador y que además es bajista de Mi Nave y La Paz Ciencia. Greco tuvo un rol clave como guía durante las sesiones que devinieron en el primer esfuerzo del grupo. “Martin se encargó de grabarnos y hacer sugerencias, nos iba tirando algunas ideas como para llenar un poco, alguna guitarra o algún coro”, señala el guitarrista. Su compañero agrega: “Martín nos viene escuchando desde los primeros ensayos, es la persona que más conoce a la banda, así que decidimos grabar el disco en su estudio porque era el lugar donde más cómodos nos sentíamos. Greco hizo un trabajo buenísimo, grabación, mezcla, mastering, todo estuvo a su cargo. También aportó a la hora de definir algunos arreglos instrumentales, vocales. Entendió desde el primer momento que era lo que queríamos hacer y logró sacarnos

el mejor audio posible”. Greco hizo un gran trabajo al encontrar la ubicación perfecta para la voz de Giulietti entre tanta guitarra furibunda. Luego de varios lanzamientos personales que lo tienen como un cantante ubicado en la esfera lo-fi, la etapa de Valle obliga a sacar toda la voz que Giulietti venía guardando. En otras palabras, le llegó la hora de pelar. “Estoy acostumbrado a grabar en mi casa y como vivo en un departamento no puedo andar a los gritos porque se me enojan los vecinos”, apunta el prolífico músico. “Lo de cantar cuando grababa en casa era un poco más controlado porque justamente esas canciones eran más folk, acústicas, más tranquilas. Acá tuve que cantar y encontrar otra identidad también, me gusta y me divierte eso de buscar otra forma, encontrar otra posibilidad de hacer las cosas”, agrega.

9


Por Federico Anzardi // Foto: Facebook Fernando Samalea

CUANDO TODO ESTABA BIEN En 1986, Charly García formó Las Ligas, una banda legendaria con la que nunca logró grabar un disco. El libro Esta noche toca Charly y videos publicados recientemente rescatan la calidad de esa etapa inolvidable.

20 de junio de 1986: Coleman, Samalea, Charly y Fito en Porto Alegre.

10


E

sta noche toca Charly. Un viaje por los recitales de Charly García (1956 - 1993), escrito por Roque Di Pietro y publicado por Gourmet Musical, fue señalado por muchísimos medios como uno de los lanzamientos más destacados del 2017. El libro es una monumental (600 páginas) recorrida por, sí, los conciertos del músico, pero también una contextualización que logra convertir al trabajo en la mejor biografía del ex Seru Giran que se haya publicado hasta el momento. Son muchos los fragmentos destacables de este libro imprescindible para todo aquel que disfrute del rock argentino. En Rock Salta elegimos compartir un pasaje dedicado a la etapa de Las Ligas, la impresionante banda que tuvo Charly en 1986. Estaba formada por músicos muy jóvenes que luego se transformarían en referentes: Andrés Calamaro en teclados, Richard Coleman en guitarra, Fernando Samalea en batería, Daniel Melingo en saxo y Christian Basso en bajo. Con autorización de Gourmet Musical, reproducimos un fragmento del libro donde Di Pietro analiza el debut en vivo de este grupo: Temperley: Le Paradis (15 de febrero de 1986) Las Ligas se estrenaron en público a las once de la mañana tocando “Nos siguen pegando abajo” en la Plaza de Mayo para el programa Today Show de la NBC norteamericana, que estaba realizando una serie de informes vinculados con la Argentina. El debut real, en tanto, ocurrió a las 3 de la mañana del 15 de febrero en un show “fantasma” (sin anunciar) en la disco Le Paradis de Temperley. Samalea dice que los organizadores hicieron imprimir enigmáticos afiches donde daban pistas sobre quién tocaría: “Esta noche se presentan Las Ligas, para los raros peinados nuevos que viven demoliendo hoteles, te lo prometo sobre el bidet”. Cantidad de público: 300 personas. La grabación de Le Paradis es muy probable que sea un registro de consola. El primer tema es “Raros peinados nuevos”, con un arreglo que sobreviviría hasta el siguiente grupo de García y una llamativa utilización de la técnica slap de Christian Basso. García está en el CP 70 en lo que sería su despedida transitoria de este instrumento clave para su sonido en vivo durante el período 1978-1986. Las drum machines vuelven a estar presentes, hay dos: una Yamaha RX21 y la Roland TR-808. En “No soy un extraño” hay pifias de Calamaro y del propio Charly, en el piano, que también se olvida la letra en la segunda

parte. Está el saxofón de Melingo y la guitarra climática de Coleman (Ibanez Artist en los primeros shows, Hammer Phantom en la última época). “Las Ligas con ustedes”, dice Charly, antes de tocar “Nuevos trapos”, con una intro al borde del ska y que es de lo más innovador de este grupo en materia de arreglos. “Yendo de la cama al living” empieza con los golpes de batería, sin colchón de teclados, una idea que retomará en el siguiente siglo y que, por lejos, constituye la mejor manera de (empezar a) tocar este tema. Los solos de “Yendo…” los tocan Coleman, García y Calamaro. “Rap del exilio” está basada en un ritmo programado que no se escucha en ninguna otra versión. Calamaro dispara samples constantemente (“Un Ensoniq con samplers primitivos”, detalla el tecladista): gritos, voces y otro que repite la palabra “Che” cuya fuente Samalea adjudica a un discurso de Isabel Perón. Hacia la mitad del tema se acelera el ritmo, crece la intensidad de la guitarra de Coleman, el Yamaha de Charly y la bola de samples de Calamaro. Es tal vez la mejor versión en vivo que se pueda escuchar de “Rap del exilio”, un gol de Las Ligas. Antes de tocar “Canción de dos por tres”, Charly presenta a su grupo como “un conjunto neo gay”. Por el libro Corazones en llamas sabemos que Las Ligas hicieron una sesión de fotos en Chile usando ropa de mujer que compraron en una feria de segunda mano. Charly plasmaría de la mejor manera esta idea de travestir a sus músicos en los afiches promocionales de los shows de Cómo conseguir chicas. También en Temperley dice “donchu”, una muletilla que García y Aznar gastaron en aquella época y que, según Samalea, “definía algo de tinte moderno y misterioso. Provenía de la canción de Simple Minds ‘Don’t You (forget about me)’”. Según esta apreciación, Las Ligas era un grupo “donchu”. “Tuve tu amor” tiene un hermoso arreglo de piano durante la intro, que dura apenas tres compases, pero es una melodía que nunca más volvió a sonar en la música de García. Hay también un aporte de Calamaro que toca algo con cadencia de reggae durante la primera estrofa. “Rezo por vos” está “dedicada a Luis” y tiene los coros de Andrés, que además hace lo propio en “tan feliz en el mundo” de “Cerca de la revolución”. Calamaro evoca su paso por Las Ligas donde tenía más protagonismo vocal que en el grupo que presentó Yendo de la cama al living: “Me encontraba honrado de estar en aquella banda, en mi peculiar posición de escudero de Charlie en teclados y coros. (Todavía) Me gustan aquellas canciones mayormente, sí”. El último

tema de todos los setlists de Las Ligas es “Demoliendo hoteles” y en cada show García tiene la extraña idea de hacer subir a un puñado de personas del público a hacer los coros. Más de treinta años después, Richard Coleman recordaba aquella costumbre como una ocurrencia poco feliz: “La gente se iba a cantar a mi micrófono y yo tenía que impedir que me pisaran la pedalera”. El recital debut, quedó dicho, termina con “Demoliendo hoteles” y el saludo final de García: “Muchas gracias, primer show de la banda, segundo, el primero fue para Estados Unidos, el segundo para Temperley y el tercero para Caseros, la cárcel que nos espera, Chau, buenas noches y háganse coger”. En ese febrero de 1986, Las Ligas tocaron en Mar del Plata y varios recitales en Chile. En marzo la actividad se interrumpió porque fue el turno de las presentaciones en vivo del proyecto Tango. En junio volvieron al ruedo en Brasil. La banda que no fue Tal como lo dice Di Pietro en otro pasaje del libro, es una lástima que Las Ligas no haya grabado ningún disco junto a Charly. La experiencia duró pocos meses y sólo Fernando Samalea y Daniel Melingo llegaron a participar de Parte de la religión, el gran álbum que García publicó en 1987. Ahora sólo queda esperar que algún empresario discográfico se ilumine, acuda a los numerosos archivos que hay dando vueltas, y logre editar un disco en vivo que deje registro oficial de uno de los momentos más altos de Charly, lo que es decir mucho.

Qué escuchar Los shows de Charly y Las Ligas están disponibles en YouTube. Algunos se encuentran en excelente calidad. Hay tres fundamentales que son de fácil acceso y que fueron publicados recientemente. El primero es el que Di Pietro relata en el fragmento del libro que compartimos en esta nota. Se lo encuentra como Charly García & Las Ligas - En vivo Discoteca “Le Paradis”. Temperley, Gran Bs.As. Es un video con sonido de consola que resulta sencillamente deslumbrante. También es fundamental buscar el show del Velódromo Nacional de Chile del 7 de marzo, el de la discoteca Pinar de Rocha del 15 de noviembre y el del Teatro Da Ospa de Porto Alegre del 20 de junio (éste último con Fito Páez en reemplazo de Calamaro). Todos de 1986.

11


LA LUMINOSIDAD DE LOS GESTOS El rosarino Juani Favre presenta Despierto en la sombra, nueve canciones de orfebrerĂ­a editadas por Bultaco Discos, el sello de Babasonicos. Por Lucas Canalda // Foto: Renzo Leonard (rapto.com.ar)

12


J

uan Ignacio Favre, o simplemente Juani, tiene más de quince años de camino musical y ocho trabajos editados desde Rosario, su ciudad natal: Uruguay (2000), Sos mi tren (2001), Misterios de la energía (2003), Macromoléculas (2005), Afuera de la soledad (2008) y La paz ciencia (2013). El prolífico cancionista probablemente sea el embajador más importante del colectivo Planeta X, que durante más de veinte años de actividad (plena o a media máquina) lleva publicados de manera autogestiva más de un centenar de discos que están disponibles para libre descarga en planetax.org.ar. En 2015 publicó La flor salvaje mediante PopArt Discos, álbum que contó con la producción artística de Adrián Dárgelos y tuvo a Gustavo Iglesias como ingeniero de sonido. Algunos meses atrás esa fórmula volvió a repetirse para Despierto en la sombra, flamante LP que fue editado desde el riñón de Bultaco Discos, sello de Babasonicos. La narrativa del disco transcurre entre los claroscuros de nuestra naturaleza humana, tanto con sus falencias como en el poderío de esos gestos mínimos capaces de transformarlo todo. En estas canciones todo transcurre entre transición de la noche al día y viceversa, allí donde hay que saber encontrar claridad entre los vapores que la tarde deja a la noche y donde las brumas del amanecer no toman forma definitiva. “El trabajo corresponde a un recorte temporal de composiciones realizadas en los últimos dos años. Por algún motivo, relacionado seguramente a aspectos de la realidad social actual, el tópico del disco tuvo que ver con la oscuridad, y eso se vio reflejado en la ausencia de temas accesibles, que puedan resultar puntos de acercamiento con quienes escuchan”, señala Favre. El rosarino también reconoce una línea de continuidad con La paz ciencia: “En un momento lo comencé a percibir como un hermano penumbroso, hecho que acentuamos con Celina Mundet, autora de ambas tapas. Aquel disco había sido producto de experiencias personales que incluyeron una serie de viajes por Latinoamérica y una cierta búsqueda, digamos, espiritual. En contraste, este trabajo se presenta bastante más sórdido y urbano. A medida que iba juntando los temas, si bien estaba conforme con los mismos, era consciente de que el material iba a resultar difícil de digerir, por eso decidimos hacer un álbum breve. También formaron parte de las sesiones de grabación dos temas que ya había registrado en discos anteriores, éstos quedaron muy bien y podrían haberse incluido, pero decidimos dejarlos afuera para que el

álbum se compusiese íntegramente de estrenos, a diferencia de La flor salvaje, que, a mi entender, perdió un poco de potencia por ser un intercalado entre estrenos y regrabaciones; supongo que en algún momento los compartiremos a modo de simple virtual”. - ¿Cómo toman forma las canciones del disco en vivo con tu banda, La Paz Ciencia? En el disco hay presencia de guitarra eléctrica mientras que en los conciertos la percusión toma mucho más protagonismo, igual que los vientos.

La narrativa del disco transcurre entre los claroscuros de nuestra naturaleza humana, tanto con sus falencias como en el poderío de esos gestos mínimos capaces de transformarlo todo.

- Los recitales en formato banda los llevamos adelante con La Paz Ciencia, nombre que le dimos a la agrupación a partir de la salida del disco homónimo, y trabajamos los arreglos de forma grupal. Parte de los arreglos la traigo elaborada, algunos ya en las grabaciones, y otros corresponden a los músicos. Desde hace unos meses se incorporaron Daniel Menegozzi en batería y Luciano Corvalán en percusión, con quienes somos compañeros en la flamante cátedra de Percusión Latinoamericana del Profesorado Provincial de Música. Tenemos proyectado seguir profundizando en la búsqueda rítmica. Los arreglos de vientos son, a esta altura, un signo característico del grupo, en vivo otorgan mucha fuerza y un color particular, pero en las grabaciones decidimos ser más discretos y utilizarlos en menor medida. Muchas versiones que hemos ido encontrando grupalmente resultan superadoras a las originales, por lo cual desde hace un tiempo venimos acuñando la idea de grabar un disco en vivo que dé cuenta de todo este proceso creativo. - En este nuevo trabajo se repitió el tridente Favre-Dárgelos-Iglesias

para encarar la producción. ¿De qué manera se ordenaron entre los tres? - Adrián fue una especie de productor general, tirando algunos lineamientos y funcionado como consultor, también asumió la producción ejecutiva. Gustavo fue propiamente el productor de estudio, encargándose además de la mezcla y buena parte de la grabación. Yo hice un poco de todo, y muchas veces me tocó ser nexo y motor de empuje, tratando, dentro de las posibilidades, de que los procesos no se dilaten demasiado. El disco se fue construyendo por capas. En una primera etapa viajé a su estudio y grabé todas las voces principales, todas las guitarras acústicas y algunas eléctricas, coros y percusiones. La idea era resolverlo más o menos rápido y con lo mínimo, pero, al volver a Rosario, me quedé con la sensación de que faltaban arreglos, así que rápidamente me puse a grabar coros, guitarras, percusiones y baterías que envié por internet. Paralelamente, Tuta Torres, bajista de Babasonicos, avisó que se sumaba, mientras Adrián comenzó a trabajar en su parte del dueto que teníamos pensado para el disco, titulado “La trama fugaz”. Como todo esto tomaba tiempo, aproveché para seguir grabando, esta vez con los músicos con los que venía trabajando: Natalio Rangone, Franco Santángelo, Julián Sanzeri, Martín Greco, y también Oscar Favre, autor de la letra del tema “Lejos están”. Por su parte, Gustavo realizó grabaciones con algunos de sus colaboradores habituales: Damián Cocco y Leo Santos. Luego vino un proceso de depuración y dosificación de los arreglos, que mayormente realizó Gustavo. Paralelamente, realicé una especie de mash-up remixado entre dos temas que quedaron fuera del disco, a los fines de armar un separador, o descanso, que funcione como un aire fresco en medio de un disco que se perfilaba como muy intenso, por la selección de temas en sí, titulado “Extraña corriente”. También preparé una coda, aún más abstracta, que ubicamos como extensión del tema que cierra el disco, “Atrás del sueño”. El pasado 27 de diciembre Juani fue declarado artista distinguido de la ciudad de Rosario, iniciativa de la concejala Karen Tepp, del bloque de Ciudad Futura. En la distinción a Favre se reconoce también “a la cultura que se construye desde abajo y de manera horizontal”, según las palabras de Tepp, esa que hoy se ve amenazada por la galopante burocracia municipal y el contexto de crisis económica que golpea bolsillos y triplica los costos de electricidad y gas. Alejado de los protocolos habituales para ocasiones similares, el acto que tomó en el Concejo Municipal fue un encuentro de calidez entre familia, colegas, amigos y algunos representantes de la prensa. Carolina Taffoni hizo

13


“Este trabajo se presenta bastante más sórdido y urbano. A medida que iba juntando los temas era consciente de que el material iba a resultar difícil de digerir, por eso decidimos hacer un álbum breve”.

un repaso por la carrera del cantante recordando los momentos en que conoció sus canciones y apuntando a las instancias artísticas que evidenciaron a Favre como un artista notable. “‘Las ideas se llenarán de música’ cantaste en tu primer disco y eso fue precisamente lo que pasó”, comentó la prestigiosa periodista. “En el momento en que me avisaron que iba a ser propuesto en el Concejo, sentí una profunda emoción, luego lo fui procesando y tomando como una pequeña responsabilidad, de esas que se asumen con alegría”, explica Favre sobre sus sentimientos al ser distinguido. El cantautor también apunta que “más allá de que se trata de un gesto simbólico”, lo que más rescata es “la intención”, considerando que “estos reconocimientos en el campo del arte suelen otorgarse a personas de edad avanzada, cuando no son directamente póstumos, y a personas consagradas o que gozan de un gran reconocimiento”. “En mi caso -sigue-, no cuento con estas características, por lo que lo tomo

14

como una palmada en la espada, un ‘seguí así que vas bien’. También acciones como estas dejan entrever, al menos de un sector de la sociedad, la necesidad de un recambio generacional, no para enterrar el pasado y dejarlo atrás, sino para ponerlo en diálogo con expresiones más contemporáneas, dado que a veces pareciera que determinados patrones están muy fijos y que no hay lugar en la cultura popular, más que para los ya consagrados”. - En la distinción dijiste que “gestos así reafirman el rumbo”. ¿Cuáles son los momentos en que te sentiste dubitativo del camino tomado? - Bueno, básicamente todos los días (risas). No una duda que me paralice, pero sí una práctica, podría decirse, de evaluar, analizar las cosas que voy haciendo y, más importante, cómo me siento ante las mismas. Muchos de los caminos tomados resultan difíciles de ser transitados. Pertenezco a la clase trabajadora y no soy para nada ajeno a las dificultades económicas, desde hace un tiempo venia sintiendo que no ha-

bía tomado buenas decisiones para mi futuro y la estabilidad económica, si bien nunca fue lo más importante, va cobrando peso con el paso del tiempo. Los años más activos de Planeta X fueron hermosos en muchos sentidos, pero también significaron un cierto desgaste. En paralelo me dediqué muchos años a la compraventa de discos de vinilo, que igualmente me dio grandes aprendizajes, pero no funcionaba económicamente. En un momento decidí soltar algunos espacios laborales y enfocarme de lleno en el arte, lo cual es bastante inestable. Para contrarrestar esta inestabilidad, comencé a dedicarme a la docencia y me metí a estudiar en el profesorado de música, donde ya estoy terminando. El esfuerzo de trabajar y estudiar, siendo encima el más veterano de mi promoción, a veces me hizo percibir el pasado un poco como tiempo perdido, y algunas decisiones como mal tomadas. Ante esto, el reconocimiento del Concejo viene a avalar lo vivido, a decir, “lo que hiciste valió la pena”.


15


Por Federico Anzardi // Fotos: Prensa Sony Music

EXTIÉNDETE UNA VEZ MÁS A mediados de los 90, Luis Alberto Spinetta, Daniel Wirzt y Marcelo Torres formaron Los Socios del Desierto, un trío crudo y virtuoso que marcó una nueva etapa legendaria en la carrera del Flaco.




O

currió el 16 de diciembre de 1995 sobre el escenario del Roxy de Avenida Rivadavia. Levantó la cabeza, cabellera color naranja, remera negra, guitarra roja. Miró al frente en silencio durante cinco segundos. Advirtió: “No esperen otra cosa que no sea rock”. La ovación, siempre exagerada, burlona (“¡Grande Francescoli!”), dramática, de fanático insoportable y devoto. Fue dos semanas después de la serie de recitales en el Teatro Opera. Conciertos en los que la prioridad había sido un repertorio inédito trabajado durante un año y medio de ensayos y pocos shows en vivo. Una propuesta cruda, potente y visceral, repleta de riffs, solos y volumen altísimo. Era la nueva reinvención de Luis Alberto Spinetta, el amante de hacerse la contra a sí mismo que mantuvo la mirada desafiante y agregó: “Vamos a abrir con ‘Nasty People’. Dedíquenselo a todos los caretas posibles”. ****

En 1992, Spinetta continuaba con la presentación de Pelusón of Milk, publicado en noviembre del año anterior. El disco le había otorgado una buena repercusión gracias al hit “Seguir viviendo sin tu amor” y a una gran recorrida mediática que había incluido entrevistas y shows en vivo en programas como Peor es nada, Telemanías (donde tocó en plan sinfónico con la Orquesta Juvenil de Córdoba), Hacelo x mí y Ritmo de la Noche. Incluso se había sometido a una linda pero por momentos incómoda charla en el programa Parece que fue ayer, conducido por Pinky y Enrique Llamas de Madariaga (“¿No se sienten agredidos cuando mucha gente, sin pensarlo dos veces, dice ‘los festivales, todo droga’?”). Pelusón of Milk era pop íntimo, hogareño, armado con pocos recursos. Los conciertos con los que Spinetta lo presentaba, en cambio, se parecían más a la etapa del disco Exactas, grabado en vivo en 1990. Los shows se armaban con un mix de canciones nuevas, clásicos estándar y algún que otro rescate, de esos que desprendían el clásico “uhhh” del público más fanático. Los músicos que lo acompañaban en ese momento eran Guillermo Arrom (guitarra), Javier Malosetti (bajo), Jota Morelli (batería), Mono Fontana y Claudio Cardone (ambos en teclados). Una fuerte descarga eléctrica sufrida durante un concierto en La Plata provocó que Spinetta dejara de tocar en vivo. La falta de shows motivó además un silencio que sólo fue interrumpido por la edición, en 1993, del disco Fuego Gris, banda de sonido de la película

del mismo nombre dirigida por Pablo César. Un álbum que mantenía la veta casera de Pelusón. Durante dos años no se supo mucho más del Flaco. En medio de la autoveda, Spinetta se encontró con Daniel “Tuerto” Wirzt en un ascensor del local que Promusica tenía en la calle Florida de Buenos Aires. Se conocían desde los años 80, cuando habían compartido la grabación y los recitales de La la la, el disco que Luis había editado en colaboración con Fito Páez. Wirzt venía de tocar la batería en trabajos clave del rosarino como Giros y Ciudad de pobres corazones, pero había dado un vuelco total a su carrera con el debut, en 1988, de La Sonora de Bruno Alberto, un grupo que lo tuvo como líder y cantante, alejado de los parches. Las letras repletas de doble sentido y las canciones armadas en base a cuarteto y ska, muy de la época, convirtieron a La Sonora de Bruno Alberto en una de las bandas destacadas de una generación que también incluía a Los Calzones Rotos y a Los Auténticos Decadentes. Hoy completamente olvidada, la banda del Tuerto influenció en grupos posteriores como Kapanga y hasta en Yayo y el Cuarteto Obrero (escuchen cómo canta Wirzt en “Tú tienes que entregármelo”, la primera canción de Pérez - Troika, el disco debut, y después vayan a “Si te agarro te parto en ocho”, de la banda del cordobés). El éxito llegó en el tercer disco, Cuando debuté, de 1991, que incluía “La canoa”, el tema que les abrió las puertas de la masividad y dejó atrás las distintas censuras que les había aplicado el Comité Federal de Radiodifusión. “La canoa” sonó hasta el hartazgo. Probablemente haya competido con “Seguir viviendo sin tu amor” en los rankings de 1991. La Sonora de Bruno Alberto empezó a tocar seguido en Ritmo de la Noche. El Tuerto se casó y tuvo dos hijos con Virginia Querejet, la morocha de pelo corto de Las TNelly’s, la más conocida del recordado grupo de baile del programa. En 1992 apareció Amor privatizado, otro título que remitía a la discusión política del momento. “Enamorado de ti” fue el corte, una balada que dejaba el doble sentido de lado y se parecía más a la música que estaba haciendo el hermano menor del Tuerto, Manuel, que ese año tuvo rotación alta en las FM gracias a la canción “Dondequiera que estés”. Pero el grupo no logró sobrevivir mucho más. Wirzt había quedado agotado de tanta exposición. En medio de la decadencia de La Sonora, se encerró en un sótano y volvió a tocar la batería para exorcizar demonios. Cuando se encontró con Spinetta, se topó con alguien que también estaba sin rumbo definido y con la necesidad de comenzar de nuevo.

**** “Mi primera banda importante fue Tantor, cuyo baterista era Rodolfo García, así que ahí empieza un poco una conexión con el mundo Spinetta de manera natural e inconsciente”, dice Marcelo Torres en la casa que comparte con su esposa Verónica en el barrio de Liniers, cerca de la cancha de Vélez. Tiene puesta una remera del disco Estrelicia. La vestimenta no parece haber sido preparada para la entrevista. Más bien forma parte del ambiente spinetteano que flota en la vivienda del bajista, adornada con fotos del trío y un box set de Las Bandas Eternas firmado y dedicado por el propio Luis Alberto. Torres ingresó en la última etapa de Tantor, que completaban García (ex miembro de Almendra), el guitarrista Héctor Starc y el tecladista Babú Cerviño. Sólo grabó en Mágico y natural, el último disco del grupo, publicado en 1982. “Spinetta Jade ensayaba en el depósito de Héctor Starc. Yo estaba mucho con Héctor en ese tiempo, tenía veinte años, así que iba, me metía en la sala, chusmeaba los equipos”, agrega. En 1987, Torres ingresó al Lito Vitale Cuarteto, donde compartió escenario con diferentes músicos, como Jota Morelli y Cristian Judurcha, que también pasaron por bandas del Flaco: “En la última época tocábamos en la tele, a la medianoche en Canal 13. Me parece que Luis miraba esos programas. Yo iba a los conciertos, lo saludaba, pero no teníamos una conversación. Teníamos un acercamiento”. El contacto directo ocurrió en enero de 1994 por intermedio de Ciruelo, encargado del arte de tapa de Fuego Gris. “Ciruelo es como un hermano para mí -sigue Torres-, nos conocemos hace muchos años. Vive en Barcelona. En uno de sus viajes para acá, lo ve a Luis. Yo había dejado de tocar con Lito y le había comentado a Ciruelo que quería volver a tocar rock. Y cuando Ciruelo tiene esta reunión con Luis por temas de amistad entre ellos, Luis le comenta que quiere formar un trío, porque hacía dos años que ya no tocaba. La descarga eléctrica en La Plata para él fue como una señal y consideró que tenía que parar. Entonces, Ciruelo le dice ‘qué casualidad, Marcelo justo me comentó que también quería volver a tocar rock’, y arregla una entrevista para mí pero no me dice nada. Me llama y me dice ‘Marcelo, mirá, tenemos una entrevista el martes con Spinetta’ (risas). ¡La puta madre!”. Torres, conocido por tocar con bajos poco ortodoxos para el estándar rockero, fue a la reunión con Spinetta con un instrumento más conservador. “Me fui con ese bajo (señala uno de cuatro cuerdas que está a dos metros de su asiento). Yo tocaba bajo de seis ya, pero a

19


veces a los músicos de rock no les gusta mucho la cuestión estética o de sonido. No sé cuál es el punto, pero yo por las dudas no quería hacer mucho lío. Él estaba justo terminando de montar el estudio La Diosa Salvaje. Estaba laburando junto con los demás, al mango. En ese sentido, Luis era muy apasionado. A mí me encantaba esa forma de ser de él porque de alguna manera yo soy un poco así también. La excitación de tener un instrumento nuevo, de armar un estudio, te retroalimenta energéticamente. Ver a Spinetta tirando cables, laburando a la par de los demás, era muy inspirador. Así que saqué el bajo, él empezó a tocar y lo seguí. Tocamos algo informal. Después me fui de vacaciones, hice mi vida”.

Los Socios del Desierto. “Esa fue una prueba de fuego para nosotros. Nos dijo ‘yo no tengo mánager, no tengo show, no tengo nada. Es Spinetta y Los Socios del Desierto. Somos socios pero no hay nada’”, cuenta el bajista, que explica que no era lo mismo aceptar la invitación a tocar en una banda en esas condiciones a los 18 años que a los 33 (“que era mi edad”): “Spinetta nos estaba ofreciendo un proyecto que no tenía nada en contraprestación material o profesional, pero ninguno dudó. No era una seguridad que cualquier músico aceptara esa invitación y estuviera tanto tiempo trabajando con él sin tocar, sin recibir alguna ganancia. Nosotros aceptamos esa condición y creo que eso a Luis le dio un aval para decir ‘bueno,

Casi tres meses después, el 2 de abril, sonó el teléfono en la casa de los Torres. - ¿Hola? -atendió Verónica. - Sí, habla el Flaco Spinetta. - Ja, no, no me jodas -respondió la mujer, curada de espanto, porque ya le habían hecho una cargada similar alguna vez. - ¿Qué querés, que te cante “Muchacha”?

- Hola Luis, ¿qué tal? - Hola Marcelo, ¿querés a venir a tocar conmigo un rato? - Sí, ¿cuándo? - Y ahora.

“Spinetta nos estaba ofreciendo un proyecto que no tenía nada en contraprestación material o profesional, pero ninguno dudó”.

“Todo el tiempo estamos tomando decisiones. Demorar una respuesta es una decisión. Yo no dudé un instante. Y quizás si le hubiera dicho ‘no, mañana’, no hubiera existido dentro de ese proyecto, porque en la música, en varias cosas, un llamado a veces es para resolver un problema, un impulso que vos tenés que saber decodificar. Así que yo respondí al cien por cien, agarré mi bajo y me fui. Y ahí me encontré con el Tuerto”. **** En el primer encuentro, Spinetta mostró algunas de las canciones que había compuesto durante los dos últimos años. La jornada fue productiva: sacaron seis temas que luego fueron a parar al disco doble. “El grupo salió andando. Fue tremendo cómo conectamos musicalmente. Luis tocaba, hacía una vueltita del tema y a la segunda vuelta salíamos tocando”, recuerda Torres. El 25 de mayo de 1994 Luis organizó una reunión en un restaurant japonés, propiedad de un amigo, en la que les ofreció formalmente a Torres y a Wirzt ser parte del proyecto Spinetta y

estos flacos están conmigo’. Así que fue un buen punto de partida, de confianza. Además ya habíamos tocado, la parte musical estaba aprobada. Eso le cerró completamente”. El primer show de Spinetta y Los Socios del Desierto se realizó el 18 de noviembre de 1994 en el velódromo de la ciudad de Buenos Aires. Antes de comenzar, Luis tomó la palabra: “Ustedes saben que esto es una mano Pentrelli: o sea, toco y me voy”, fue lo primero que dijo. Hacía referencia al ex jugador Luis Pentrelli, cultor de la famosa frase futbolera. “Me gusta el calor de ustedes, pero otras cosas no me gustan, por eso no estoy muy seguido en los escenarios. Pero ahora volví”, agregó, y

“Entonces viene sacada: ‘¡Marcelo, está el Flaco Spinetta!’. Eso habrá sido a la una de la tarde, una y media”, cuenta el bajista.

20

le dedicó el concierto a Charly García, que por esos días sufría una de sus recordadas internaciones. La primera canción que Los Socios del Desierto tocaron en vivo fue “Despiértate nena”, en una versión más Hendrix que Pescado que, a juzgar por la reacción que cosechó, nadie se la esperaba. Al finalizar el clásico de bienvenida, Spinetta volvió a dirigirse al público, esta vez para dejar las cosas claras: “Todos los temas que vamos a hacer a partir de ahora, menos uno, son todos nuevos. No son de Fuego Gris ni son de Pelusón. No sé de dónde son, pero este se llama ‘Tony’”. En el bache entre la presentación y el comienzo de “Tony”, el audio del concierto deja escuchar a alguien del público que comentó, como al pasar, “está bueno el trío, ¿no?”. Algunas de las canciones que se escucharon por primera vez esa noche fueron “Espejo en una sombra”, “Cuenta en el sol”, “La orilla infinita”, “Bosnia”, “Las olas”, “Se convirtió en la noche” y “La luz te fue”. “Hacía mucho tiempo que no hacía un rock y ahora hice uno”, dijo el Flaco antes de estrenar “Cheques”, que fue aceptada inmediatamente por el público. La influencia de la Experience se percibía, además del formato, en la interpretación vocal de Luis Alberto, algo que pulió con el correr de las interpretaciones. Torres ya había dejado los miedos de lado y tocaba el bajo de seis cuerdas sin ningún problema. Wirzt aporreaba la batería de una manera tan precisa y potente que hubiese sido imposible que alguien lo relacionara con el hombre que hasta hacía unos meses cantaba cosas como “Tirá la goma” en el programa de Tinelli. “Los libros de la buena memoria” fue uno de los escasos momentos retro. También sonó “Mi Chevy y mis franciscanas”, de los por entonces jovencísimos Illya Kuryaki & The Valderramas, presentes sobre el escenario. “Yo estaba tocando con IKV y es como que volví a ser un espectador más de Luis”, recuerda Claudio Cardone desde su casa en Funes, provincia de Santa Fe. El tecladista estaba presente esa noche en el velódromo, que, según cuenta, estaba “colmadísimo”: “Fue una sensación extraordinaria ver toda esa gente que estaba esperando hacía tanto volver a escucharlo en vivo, como yo mismo estaba esperando. Y sorprendente escuchar ese trío que era una aplanadora por un lado, pero con pasajes armónicos increíbles, letras tremendas”. Durante 1995, Los Socios del Desierto se afianzaron como grupo con shows en Bariloche, Córdoba y Chile. En noviembre realizaron los shows en el Opera. “Íbamos a hacer uno solo y llegamos a hacer cinco. Luis estaba encantado. Llamaba y decía ‘arreglamos un show’. Después llamaba de vuelta:


‘Marcelo, vamos a hacer dos shows’, ‘¡vamos a hacer tres!’, hasta cinco”, recuerda Torres. “Increíble, muy feliz -sigue-. Porque aparte no había ningún disco, nada. Por eso a mí esa historia en Los Socios me retrotrae a cuando yo empecé a tocar. Y para Luis y el Tuerto también, en el sentido que cuando empezás a tocar no estás pensando en que vas a grabar o va ir gente a verte. Lo hacés por gusto. Ya en esos tiempos no se tocaba hasta presentar el disco nuevo, ya había una mecánica industrial que él rompió completamente. Se salió de eso, si alguna vez estuvo. Imaginate una banda del nivel de Spinetta que salga a tocar con un proyecto nuevo, sin prensa, sin disco y con veinte temas nuevos. Eso solamente lo hace Spinetta”. La bola empezó a correrse: Spinetta otra vez, hacía rock furioso, ése que le reclamaban desde mediados de los 70. Los shows del Opera tuvieron mucho que ver para establecer el mito. También ayudó que el trío incorporara canciones de Pescado Rabioso a las listas, especialmente “Como el viento voy a ver” (la versión del 26 de noviembre es sencillamente increíble) y “Credulidad”. Pero lo cierto es que el Flaco ya había tocado algunas de estas canciones en la etapa de Pelusón. Sin embargo, eran más cercanas a Los Socios en sonido y actitud. Además se percibían links entre los temas nuevos y aquellas viejas glorias (“La luz te fue” y “Ámame peteribí”, por ejemplo). “Empezaron a volver todos los que de alguna manera habían dejado. Luis era tan cambiante en cuanto a la dirección musical que a veces perdía y a veces crecía su masa de oyentes. Pero la gente empezó a decir ‘uh, Spinetta empezó a tocar de vuelta más pesado, rock, power trío’, entonces eso fue creciendo”, explica Torres.

había un umbral que de alguna manera fue el sello del grupo. Bajábamos pero no a una cosa mínima. ‘Paraíso’ era un tema más elaborado. O ‘Los duendes’. Pero después tenés ‘Holanda’, que es una canción más beat, si se quiere, un estilo que contrasta, y es hermosa”. “Los temas que grabé en el primer disco de Los Socios los escuché básicamente por primera vez en el momento de grabarlos”, dice Cardone. El tecladista fue el único músico que participó como invitado en el álbum. “Tengo recuerdos muy gratos. Me tocó grabar canciones muy hermosas como ‘Jardín de gente’, o ‘El rebaño del pastor’ -sigue-. Eran momentos de mucha alegría en general. Charlábamos, nos reíamos mucho. Se armaba un hermoso grupo

****

“Imaginate una banda del nivel de Spinetta que salga a tocar sin prensa, sin disco y con veinte temas nuevos. Eso solamente lo hace Spinetta”.

**** Justo antes de los shows del Opera, entre agosto y noviembre de 1995, la banda completó la grabación de las canciones destinadas a formar parte del disco debut, que era mucho más que una simple acumulación de temas rockeros con buenos riffs. El trío tenía versatilidad y abrazaba la crudeza funk blusera con la misma facilidad con la que podía sensibilizarse con baladas y piezas pop. Para Torres, reducir a Los Socios a power trío es simplificarlo. Opina que el álbum “tiene una dinámica muy amplia”. “Porque vos tenés un tema corrosivo tipo ‘La luz te fue’ y tenés ‘Diana’, como si fueran dos grupos diferentes -explica-. Y temas elaborados como ‘Así nunca encontrarás el mar’ (tararea la intro), esa fusión, cosas tipo Invisible. Algunas, porque no teníamos el sonido, porque el Tuerto tenía un margen de volumen que iba de 6 a 10, más abajo no llegaba. Entonces

neras de trabajar”, agrega Torres, que hasta 2016 fue bajista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari. “Tocábamos en real time. Spinetta quiso hacer el disco así. Nosotros íbamos grabando pero grabamos tomas enteras, dos o tres tomas. No agarrábamos un pedacito de una y un pedacito de otra. Se planteó como una banda en vivo. De hecho grabamos así”, dice el bajista. Cardone recuerda que a veces, como en “El rebaño del pastor”, Spinetta le transmitía indicaciones verbalmente. “Tanto en ensayos como en grabaciones, Luis jamás escribía nada, ni cifrados ni en pentagrama”, cuenta. Con la grabación terminada y la mística a su favor, Spinetta se sintió cómodo para empezar a negociar con las discográficas para editar el álbum. Pero las empresas no respondieron como esperaba. Se negaban a pagar el dinero que demandaba para entregar los másters. De esa manera, la aparición del disco se fue dilatando.

humano entre todos”. “Cuando hay un líder empieza a haber horarios: de dos a tres, de tres a cuatro. Pero acá era como un grupo. Nos juntábamos cuatro días a la semana desde las dos hasta las ocho, nueve o diez. Eran muchas horas. Para grabar arrancábamos a las once hasta las once. Pero no es que estábamos grabando, por ahí grabábamos dos horas (risas). No había horario. El mundo Spinetta es así. Si te gusta te quedás y si no te tenés que ir. Yo estuve con Luis seis años, pero esos dos primeros fueron como seis (más risas). Después hice otros laburos y era de dos a cuatro, tipo tarjeta. Laburos grandes, muy importantes, que son el anti rock. Pero bueno, son ma-

En marzo de 1996, Spinetta fue noticia nuevamente cuando se conoció su romance con la modelo y actriz (y actual cantante) Carolina Peleritti. Una noche, acorralada por los fotógrafos, la pareja decidió exponerse. Luis Alberto accedió a posar junto a Carolina pero primero se colgó un cartel alrededor del cuello que se lee nítidamente en la portada de Gente que los inmortalizó: “Leer basura daña la salud, lea libros”. Una de las opciones fue “Diego, pasame los balines que te sobraron”, en referencia al recordado episodio en el que Maradona disparó a algunos de los periodistas que hacían guardia en la puerta de su quinta. “Era involucrar al Diez. Jamás”, recordaba, divertido, el propio Flaco en la entrevista que poco tiempo después le concedió a Dolores Barreiro en Miami para el programa El Rayo. En octubre del 96, cuando las negociaciones por el disco doble estaban estancadas, Spinetta envió un comunicado a los medios titulado El disco y el tiempo. Allí despotricaba contra la industria discográfica, que no aceptaba las condiciones que había establecido: Ante la negativa de los sellos discográficos más importantes de aceptar mis exigencias para la publicación de mi último trabajo Spinetta y Los Socios del Desierto (...) me siento en el compromiso de aclarar las cosas. Mi vida creativa y la llama rebelde y artística que siempre me guió no sufrirá merma alguna de no publicarse éste, mi último trabajo. Tarde o temprano algún sello reclamará mi obra y aceptará mis exigencias. Eso me fortalece. Quizá mis discos se hayan vendido de a poco, y

21


sin un boom de ventas, pero han vendido constantemente desde siempre, hasta convertirse en material de catálogo o colección. Estos mismos sellos discográficos que ofrecen sólo viles miñangas por una nueva obra de Spinetta se licencian entre sí los antiguos masters de Invisible y Pescado Rabioso, cambiando el arte original y sin ningún respeto por los artistas que los realizaron, ya que a cambio pagan la antigua regalía, la cual avergüenza. Estos sellos han escapado, hasta ahora, de ser el blanco de juicios y demandas importantes por haber publicado material clásico como Jardín de los presentes, de Invisible, adulterando los nombres de los músicos, como sólo un ejemplo de otros errores imperdonables, provenientes de diferentes firmas y responsables (el disco Spinetta-Aznar, hecho sin autorización alguna por parte de los artistas, o Artaud, de Pescado Rabioso, que apareció con la mitad de un disco de Nito Mestre por error, etcétera). Hoy, desestimando todo excepto el poder de venta inmediata de un artista, estos sellos ofrecen propuestas para publicar a Spinetta, aunque gasten enormes sumas en producir música para tarados que no sólo no venden de inmediato sino que jamás venderán. Spinetta vende siempre, siempre vendió así. ¿Dónde están los discos de oro que nunca me entregaron? Señores: no me constituiré en empresa ya que se contradice con mi filosofía de vida; ni siquiera consideraré las intenciones que se esconden en su mediocre propuesta, que es la misma que han tenido para con todos los artistas verdaderos. Con esto quiero aclarar, a mis fans y al público en general, que nada me gustaría más que este álbum lleno de canciones nuevas llegue a sus manos tal cual lo concebí y al precio correcto. (Aclaración: los sellos consideran que un disco doble es demasiado caro para ser vendido masivamente, pero la verdad es que vendiéndolo a un precio muy razonable, aun así se obtendría mucho dinero para todos.) Para ello buscaré opciones alternativas y seguiré con nuevos trabajos sin cesar; no se olviden de que soy el artista de las autovedas. Ja. Por supuesto, para aquellos que bajaron cifras sin lograr conmoverme el disco de Spinetta y Los Socios del Desierto automáticamente aumenta de precio, y mis hijos y herederos -aunque yo muera- se beneficiarán con creces con este esfuerzo. Es sólo cuestión de saber esperar. Debo aclarar también que ciertos medios gráficos, supuestamente rockeros, son sólo seudópodos del poder de ciertas discográficas y es por ello que actúan reptilmente en contra de los músicos. Es sólo una cuestión de ignorancia. Es cierto que nunca antes me esforcé tan directamente para ha-

22

cer pública una declaración como ésta; pero es mi obligación como padre la de advertir, a todos los pibes que hacen buena música, de las trampas que les esperan y alentar en ellos el valor que necesitarán para sortearlas. La polución y la contaminación de este planeta no es sólo aquello que afecta a los ecosistemas, también es lo que late en los cerebros envenenados que restringen la creatividad, sólo para ambicionar aún mayor poder. Así se destruye el campo donde florecerían las nuevas generaciones de músicos argentinos.

“Mi vida creativa y la llama rebelde y artística que siempre me guió no sufrirá merma alguna de no publicarse éste, mi último trabajo. Tarde o temprano algún sello reclamará mi obra y aceptará mis exigencias. Eso me fortalece” (Spinetta, 1996).

Las declaraciones de los ejecutivos del disco hoy suenan ridículas y disparatadas, pero así eran las cosas. Hugo Casas, que se desempeñaba como director artístico de EMI, aseguraba: “Spinetta propone un disco doble y tiene que convencernos de que es necesario un disco así”. Adrián Muscari, director artístico de Polygram, decía: “La plata que pide Spinetta es importante pero, de hecho, hemos comprado discos más caros. Hay trabajos que son obras de arte y no tienen precio. Lo que pide Spinetta nos pareció excesivo, lo que no quiere decir que sea caro. Pero no es caro para un artista que vende medio millón de copias”. También opinaba Juan Pedro Zambón, de MCA, que afirmaba: “Spinetta tiene razón. Es cierto que nadie le paga lo que él pide y también es cierto que las compañías están detrás del negocio rápido. Pero él también puede editar por un sello independiente. Y no lo hace”. Spinetta pedía 200 mil dólares, que en ese momento también eran 200 mil pesos. “200 mil más IVA”, aclara Torres.”Ya que estaba embalado, decía ‘ah, ¿no me editan?, 200 mil más IVA’”. Para el bajista, la polémica obedece a que los empresarios discográficos “son bastante mediocres”. “Son ex músicos que no les ha ido bien o no son buenos músicos. Eso les impide ver, es como una sombra que tienen. Todo lo negativo que tienen por no ser se les presenta como un velo que les impide ver lo bueno en otras personas. Entonces pasó eso. Así que no fue soberbia lo de la carta, porque es muy desagradable ser un artista tan reconocido musicalmente y que nadie te quiera editar un disco. La prensa lo respaldó después de la carta y al toque la Sony se hizo cargo”. ****

El comunicado fue difundido inmediatamente por los medios, que remarcaban que Spinetta había realizado recientes recitales multitudinarios que comprobaban su vigencia. Sólo ese año había reunido a 150 mil personas en dos shows al aire libre. El texto del Flaco también hacía referencia a errores garrafales propios de las primeras reediciones en CD que hubo en el país, como la del último disco de Invisible, que rezaba SPINETTA - MORO MACHI en la portada, confundiendo a Pomo Lorenzo con Oscar Moro, baterista de Los Gatos, Color Humano y Seru Giran, y omitiendo a Tomás Gubitsch, el cuarto integrante de la banda. Pocos días después, el domingo 13 de octubre del 96, el diario Clarín publicaba un artículo en el que entrevistaba a diferentes representantes de las discográficas descalificadas por Spinetta.

El disco doble Spinetta y Los Socios del Desierto apareció en abril de 1997 a través de Sony Music. Por esos días, Oscar Finkelstein, de Clarín, escribió: “De haber sido otro, Spinetta hoy sería juzgado como un oportunista que aprovechó las idas y venidas de su dilatado y conversadísimo contrato discográfico para generar una expectativa que sí consiguió, pero sólo con las canciones que fue haciendo escuchar en sus contadas actuaciones en vivo de los últimos años. Un prolijo trabajo de marketing que, en su caso, es apenas una muestra de la libertad de elección. Con este disco, Spinetta prueba que el trabajo de un creador tiene su precio. Y que no necesariamente todos los hombres tienen el suyo”. El álbum tenía 29 canciones y cuatro tracks sueltos armados con extractos de canciones o efectos. “Hay pequeños fragmentos instrumentales tocados por Los Socios y unos audios utilizados como separadores que creo que eran



algo que trajo su técnico de grabación, Mariano López, si mal no recuerdo”, duda Cardone. El disco empezaba con “Cheques”, que consiguió una buena difusión. Como había sucedido con “Seguir viviendo sin tu amor”, Spinetta sonaba en las radios. “Cuenta en el sol” también llegó a rotar, en menor medida. Con el tiempo, “Jardín de gente” se convirtió en una de las más reconocidas gracias a la mezcla entre melodía dulce y una letra poética pero muy directa. “Y parece que cada día esas letras adquieren más relevancia, más actualidad -agrega Cardone-. En mi ciudad natal, Rosario, los concejales acaban de echarse atrás con la prohibición del uso del glifosato, un hecho totalmente vergonzoso para toda la humanidad. Y ves en tu cara parte del collage de la depredación humana”. “Una vez que apareció el disco empezamos a tocar más pero nunca todos los fines de semana. Eso no le gustaba (a Spinetta), al contrario, cuando salía un show era ‘pará, ¿en qué condiciones?’. Fuimos a tocar a Chile. Varias veces a Córdoba, a Rosario, Tucumán”, recuerda Torres. En vivo, Los Socios eran, según el bajista, “como una formación tipo Who o Zeppelin: bajo, batería y guitarra, los tres juntos, cerquita”. “Yo tenía el equipo de bajo del lado de Luis y Luis tenía el equipo de guitarra de mi lado para monitorearnos mutuamente, pero no teníamos monitor. El monitor era la voz de Luis nomás. Nosotros tocamos para cien mil personas en Palermo con una mesa de 16 canales porque no hacía falta más. Eso también era el motivo del sonido del grupo, porque no había muchas cosas abiertas, no había mucha parafernalia técnica”, dice, y agrega: “En San Luis estuvo Ricardo Mollo, que cantó ‘Como el viento voy a ver’. Después se arman diferentes proyectos. Se arma el unplugged, se hizo el video de ‘Cheques’”. El video de “Cheques”, dirigido por Eduardo Martí, fue otro de los momentos inolvidables de aquella etapa. A diferencia de filmaciones previas, caseras y rudimentarias, armadas con lo que había a mano, como la de “Seguir viviendo sin tu amor”, esta vez Spinetta y Martí tenían el presupuesto suficiente como para filmar en plena línea B del subte de Buenos Aires. Ocuparon vagones que iban y venían desde la estación Florida hasta Alem, contrataron actores, extras y la suficiente cantidad de asistentes como para hacer un clip listo para rotar a toda hora. Además, participaba Peleritti, que bailaba con muy poca ropa y encarnaba a la chica de la letra, que exprimía al protagonista y lo condenaba a pagar cheques, cheques, cheques. Se trataba de una filmación cargada del humor surrealista de Spinetta, que siempre se llevó bien con la cámara. La escena final mostraba el rostro de José Luis Cabezas en

24

la esquina del Luna Park, al amanecer, mientras Spinetta se alejaba a caballito de un robusto corredor al que le había hecho dedo en plena Avenida Corrientes. El video se estrenó durante una de las emisiones de Caiga Quien Caiga. El programa que conducía Mario Pergolini se emitía los martes por América TV y se había convertido en un espacio ideal para difundir al rock. Ese año, Los Fabulosos Cadillacs hicieron lo propio con el video de “El muerto”. En 1998, vestidos con los clásicos trajes que identificaban a los conductores, Divididos tocó en vivo “Alma de budín”, el primer corte de Gol de mujer. El Flaco oscilaba entre las apariciones súper mediáticas y movidas de perfil bajísimo. Brindó varias entrevistas a la MTV, presentó el disco en el Hard Rock Café ante una prensa más interesada en su romance que en la música pero también estuvo en la Universidad Nacional de Rosario, donde fue homenajeado, y tocó gratis en el festival MaestroRock, en apoyo a los docentes que realizaban una histórica huelga con una carpa blanca instalada frente al Congreso de la Nación. **** El disco Estrelicia fue el siguiente lanzamiento, también por Sony. Era el registro del concierto acústico que Spinetta había grabado en Miami para la MTV. Esta vez, Los Socios estuvieron acompañados por el Mono Fontana, Nico Cota en percusión, Eduardo Martí en guitarra, Rodolfo García en acordeón, Daniel Rawsi en percusión. También participó la Orquesta de cuerdas de Miami. El álbum presentaba catorce de las 18 canciones que sonaron durante el concierto. Clásicos, temas del momento e inéditos. “El unplugged fue hermoso. Es muy loco cómo laburamos. No tuve otra experiencia parecida. Cada uno llegaba, nos poníamos a tocar y cada uno tocaba lo que tenía que tocar. No había indicaciones, era tan armonioso todo que ni Luis tenía que decir algo. No recuerdo ninguna situación de tensión. En el unplugged hay cosas milagrosas, porque hay temas que tocamos en vivo que no sabíamos cómo terminaban. Y lo ves y todo empieza y termina en su lugar. Eso es una magia total, para mí es emocionante”, recuerda Torres. El bajista reconoce que, a la distancia, el concierto se asemeja al formato sinfónico. “Si bien los instrumentos y la música son populares, la atmósfera es de cámara. Todo delicado y en su lugar. No hubo un esfuerzo, no tocamos diez veces el mismo tema. Se manejaba como un grupo de jazz pero con temas que no son estándar. Cada uno iba armando sus arreglos o los iba

perfeccionando, pero siempre a partir de una propuesta y aprobación tácita”. Estrelicia fue presentado en noviembre de 1997 en el Teatro Gran Rex con un show que fue mezcla de las dos facetas que Los Socios habían registrado, con una primera parte acústica y una segunda eléctrica. Pero el estado unplugged duró muy poco. En 1998, el trío volvió al formato crudo. Más podrido que nunca, el grupo se presentó en el Paseo La Plaza, en Buenos Aires, durante tres noches que quedaron registradas en el CD y DVD San Cristóforo, sauna de lava eléctrico, publicado ese mismo año. “Amantes de lo acústico, abstenerse”, rezaba el libro interno del CD, que volvía a representar la necesidad de Spinetta de ir en contra de la corriente, incluso la propia. En una entrevista con Clarín de julio del 98, Spinetta explicaba un poco la costumbre de cambiar constantemente: “Me gusta laburar con contrastes, no podría enfrascarme, y menos ahora que estoy más grande, cuando naturalmente ya hay un enfrascamiento neuronal”, decía. Más adelante, insistía con un discurso que sí se mantenía coherente: “Yo presento lo mío y si al mercado le gusta, bien. Siempre fue así, hasta cuando concedía treinta notas por mes. Si existe un mercado es porque a alguien le apetece ganar guita con lo mío. Entonces yo quiero un fangote. Me encanta estar fuera del mercado. Me hace reverdecer estar en una actitud incendiaria, que el sello quiera tener al ícono. Me encanta, porque hago lo que quiero y las obras son inmaleables”. Y agregaba: “Estoy más leche hervida que nunca, más cínico frente a ciertas cosas. Cuando quiero dar algo bueno, sé que la gente lo ama. Y eso es lo más grande que un artista puede tener. Con eso ya estoy hecho, no necesito el reconocimiento del público ni del ranking. Es lo más valioso que tengo, el amor de la gente. O de los maestros, que me eligen para llevarme de la mano. ¡Me dicen maestro ­mientras ellos aguantan adentro de la carpa!”. San Cristóforo fue grabado a un volumen demencial y recibió críticas diversas. El disco plasmaba en vivo el repertorio de Los Socios y contenía versiones que habían sonado mucho en esos años, como la podrida “Ana no duerme” que solía abrir los conciertos. También “Me gusta ese tajo” y “Rutas argentinas”, rocanroles básicos que cuadraban de manera perfecta, y hasta un cover de “Sucia estrella” de Ratones Paranoicos. Había canciones nuevas (“Estás acá”, “Piluso y Coquito”, “San Cristóforo”). El CD venía acompañado por una figura en miniatura del santo en cuestión, que en la portada salía tan encendido como los equipos del trío. En el DVD se percibe de cerca la dinámica entre Spinetta, Torres y Wirzt y tam-


bién algunos detalles, como los anteojos protectores que utilizaba el Tuerto para que las astillas de los palillos, que estallaban por la fuerza de los golpes, no se les clavaran en los ojos. **** “El trío es como una base muy sólida. Te permite volar y al mismo tiempo te permite estar en la tierra. Sin esos tres elementos no estaría completo. Y a la vez, al ser sólo tres, permite una individualidad más presente. Yo pienso que en el próximo disco que vamos a hacer, y que ya estamos elaborando, habrá trío más otras cosas”, decía Spinetta en una entrevista de mayo de 1999, otra vez para Clarín. El Flaco anticipaba lo que sería el sucesor del doble. “Va a ser otra cosa. Más lírico”, agregaba, y detallaba que el futuro tendría “menos distorsión y más tonos”. Antes apareció Elija y Gane, un compilado de canciones de los 80 seleccionadas por el propio Spinetta. Estaban “Rezo por vos”, “Ludmila”, “Alma de diamante”, “Nunca me oiste en tiempo”, “Resumen porteño”, “Águila de trueno”, “Águila de trueno, parte II”, “Era de uranio”, “No te alejes tanto de mí”, entre otros, además de una versión en vivo de “Muchacha (ojos de papel)” grabada en los mismos conciertos que sirvieron de base para Exactas. El único tema inédito de estudio era “Correr frente a ti”, interpretado por Los Socios, una balada que había quedado afuera de Estrelicia y que formaba parte de las listas de los conciertos de la época. A fines de 1999, Spinetta y Peleritti ya no eran pareja. El 13 de diciembre apareció Los ojos, el segundo disco de estudio de Los Socios del Desierto. Catorce canciones que habían perdido la furia y el humor y se movían en un universo lírico de poesía urbana y melancolía. “La electricidad de los últimos años muta en melodías spinetteanas ciento por ciento, con arreglos precisos y certeros. El piano toma protagonismo, el conjunto de cuerdas acompaña en los momentos adecuados y, como en los viejos tiempos, la guitarra acústica vuelve a tener su lugar”, escribió Sebastián Ramos en La Nación. Las letras del disco desbordaban tristeza y angustia por el amor perdido: “Maldigo que otro pueda ver tu cuerpo prodigioso y desnudo”, “Estoy vaciando mi pena en tu pecho abierto”, “He contado cada gota de lluvia que cayó”. “Ven vení”, “Ave seca”, “Guíame” y especialmente “Perdido en ti” sobresalían en un disco parejo, difícil pero hermoso. Al mismo tiempo, en este álbum se nota claramente el material que Capusotto y Saborido usaron para armar el personaje de Luis Almirante Brown. ¿O acaso “ven a volar en mi ave seca” no es la manera poética y súper culta de

decir “acá tengo un canelón con raya al medio”? Musicalmente, Spinetta cumplió su promesa y agregó recursos al trío. De Los ojos participaron, tal como reza el libro del CD, “otros socios intrépidos cuyos aportes han sido increíblemente buenos”. Ellos fueron Claudio Cardone, Mono Fontana, Tweety González, Javier Malosetti, Didi Gutman y Grace Cosceri, que grabó coros descomunales. Carlos Villavicencio realizó arreglos y dirección de orquesta. De Los Socios del comienzo sólo quedaban los inevitables e inconfundibles golpes que el Tuerto le daba a la batería. Torres no desentonaba pero hoy no parece tener un gran recuerdo. “Los ojos es bastante

“Me encanta estar fuera del mercado. Me hace reverdecer estar en una actitud incendiaria, que el sello quiera tener al ícono. Me encanta, porque hago lo que quiero y las obras son inmaleables”.

extraño. No recuerdo mucho, no hubo un trabajo para ese disco. Fueron quedando temas que eran de un momento, que se grabaron, pero él después los produjo. Fue diferente. A partir de unas bases o temas que habíamos grabado, monta arreglos de cuerdas, ya trabaja más. Por eso no es tan Socios. Es diferente al disco doble. De alguna manera, lo que ya estaba craneando Spinetta no contemplaba de alguna forma la impronta de Los Socios. Quizás la incluía pero no era el resultado final”, explica. Cardone, sin embargo, destaca la participación de la base: “El Tuerto era más de una escuela zeppeliana, digamos, aunque le gustaba escuchar música negra, Litto Nebbia, otras cosas que nada que ver. Mientras que Marcelo

tiene un estilo más fusionado. La mixtura de ambos lograba algo original. Escuchar baladas como las que hay en Los ojos pero con ese audio y ese toque de batería, más con esos bajos atípicos, crean un clima muy especial e irrepetible”. A diferencia del álbum doble, la grabación de Los ojos no fue en vivo. La única foto del disco mostraba a un Spinetta cabizbajo, en sintonía con el ánimo de las canciones, y completamente solo. De los viejos buenos tiempos sólo quedaba el pelo teñido de naranja. **** El último show de Spinetta y Los Socios del Desierto como trío fue el 26 de noviembre de 1999 en el estadio Chateau Carreras de Córdoba. “En un momento decide que no va a seguir con el grupo, entonces me llama y me dice ‘Marcelo, no vamos a seguir’. No hubo ningún punto específico, creo que fue más artístico”, recuerda Torres. Sin embargo, la participación de Wirzt y Torres no terminó allí. El disco de 2001, Silver Sorgo, apareció como un álbum solista de Luis Alberto Spinetta pero fue armado a partir de grabaciones descartadas de Los Socios. “Yo hacía un año y medio que no tocaba con Luis y toco en la mitad del disco”, cuenta el bajista, que recuerda que el Flaco lo llamó para pedirle autorización para utilizar las tomas. Daniel Wirzt murió en febrero de 2008, a los 49 años. Spinetta falleció en febrero de 2012, a los 62 años. A fines de 2017, Sony lanzó una reedición de lujo del disco doble, un box set con libros y cuatro vinilos que cuesta una fortuna. En diciembre de 2009, Spinetta, Torres y Javier Malosetti, fan confeso del trío, tocaron por última vez las canciones de Los Socios del Desierto durante el show de Las Bandas Eternas, realizado en la cancha de Vélez. Esa tarde, Torres caminó desde su casa hacia el estadio: “Yo sabía que se iba a hacer ese concierto pero respecto a Los Socios era complicado porque el Tuerto ya no estaba. Así que había decidido ir al concierto como público. Pero por suerte Luis me llamó y me dijo que Javier quería tocar la batería. Me preguntó qué me parecía, si estaba de acuerdo. Le dije por supuesto. Estuvo buenísimo”.

Gracias a Marcelo y Verónica Torres, Juanjo Carmona, Sergio Ponfil, Sandro Mansilla y Roque Di Pietro, quienes colaboraron para la realización de este artículo.

25


Por Franco Hessling

LOS SINCRETISMOS DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR La celebración en memoria del Gauchito Gil se expande en todo el país. El pasaje de lo agreste a lo urbano, las músicas masivas, el compañero de ruta de los viajeros y la necesidad de creer en algo.

“Un refusilo en la mano, payé doble en el mirar Antonio Gil los podía, pero no quiso pelear. Era inocente, y sabían que robó no por maldad, la inocencia de los pobres, se llama necesidad. Dicen que fue su delito soñar con la libertad, no aguantarse la injusticia y alzarse al monte nomás. Tal vez por eso mi gente le reza cada vez más y hay quien dice que a la larga mi pueblo lo va a imitar” Julián Zini en “Antonio Gil” 26


C

ada 8 de enero, algunas pocas variaciones del carmesí se esparcen por las distintas grutas que rinden culto al Gauchito Gil. El rojo vivaz es símbolo indiscutible de muchas cosas, la pasión para los románticos y la revolución para los idealistas, por ejemplo, pero los 8 de enero el primario color es principalmente una evocación al personaje místico que acompaña a cientos de seguidores en todo el país. Algunos de sus fieles dicen que es sangre inocente que le hicieron derramar por desertor y rebelde. La imagen tradicional de Gil lo muestra con el atuendo de guerra de su época, en el que destaca el rojo combinado con el celeste, marcas de la tradición liberal y autonomista correntinas, ambas de influencia federal durante los años de conformación del Estado-Nación argentino. Ante todo, el Gauchito era un luchador, sus acólitos aseveran convencidos que las injusticias lo enfurecían y que sus causas siempre estaban del lado de los que sufrían opresión. Lo presentan como un símbolo de los que menos tienen. Lo que empezó con ritmo de chamamé en Mercedes, Corrientes, donde nació el Gauchito, hoy admite cumbias, reggetones, zambas, chacareras, y hasta reggaes y rocanroles. En las garitas se observan ramilletes de guitarreros, guitarristas o violeros. En muchas hay sólo equipos de audio, lo cierto es que la popularidad del gauchito correntino se proliferó por distintos rumbos. Y las rumbas también empezaron a multiplicarse, los sones de lo popular, abigarrados, se lo fueron apropiando con desparpajo, sin disimulo. Está en el panteón de las deidades extraoficiales, considerado milagroso y sanador. La ciudad de Salta no está exenta, al punto tal que no hay que recorrer muchos kilómetros para toparse con alguna gruta. Los cigarrillos son, quizá, la ofrenda que se repite con más frecuencia. Las invocaciones no suenan a rezos, más bien se discurre entre brindis y canciones. El culto al Gauchito tiene sí el sesgo litoraleño que, para estas ocasiones, se caracteriza por el ánimo para los tentempiés, la devoción fedataria y el espíritu entusiasta. Los rezos suenan a canciones pero no dejan de ser oraciones tradicionales, el Padre Nuestro, el Ave María o los señalamientos de algún denario. Los seguidores de Gil son una especie de católicos iconoclastas, paganos pero adeptos, aun excomulgados se mantienen fieles. Oran el recetario del dios monoteísta que opera desde Roma adentro, tierras del Vaticano, y se persignan haciendo la cruz. No es puro automatismo, la imagen clásica del Gauchito se erige delante de una cruz escarlata sosteniendo unas boleadoras en la mano derecha. Si Laferrere tiene su Jesús, ¿por qué

negárselo a Mercedes, a los gauchos de peonada, a los pibes del barrio, a los viajeros incesantes? **** La Gringa y Zartén (apodo que deriva de su apellido, Zárate) organizan desde hace más de una década una de las vigilias en honor a Gil que se realizan en Salta. Fue un 8 de enero cuando, de camino a los tribunales de Goya, adonde sería juzgado por desertor, Gil fue decapitado por quienes lo habían capturado. Tanto una como el otro, la Gringa y Zartén, son devotos convencidos sobre los poderes milagrosos del Gauchito ultimado aquel remoto día de algún año de la segunda mitad del siglo XIX. Zartén testimonia que abandonó las pastillas para normalizar su tiroides, la Gringa le atribuye al Gauchito su modesta empresa de transporte: una flota de ocho colectivos. A los 75 años, la mujer de origen paraguayo, radicada en Salta desde cuando era veinteañera, se pone al hombro la celebración como si no hubieran pa-

Sus acólitos aseveran convencidos que las injusticias enfurecían al Gauchito y que sus causas siempre estaban del lado de los que sufrían opresión. Lo presentan como un símbolo de los que menos tienen.

o tinto, puede ser gaseosa, puede ser cerveza. A nadie le falta nada. Zartén agarra el micrófono de rato en rato y convoca a los que van arribando al terreno de Lili Farfán, en las lindes del final de la Circunvalación Oeste, cerca del hotel de la Liga Salteña de Fútbol. La ceremonia en lo de Farfán se realizó este año por primera vez. Antes se hacía en la Estación Alvarado, a pocos metros de la Coprotab, pero la dueña del terreno tuvo un desaire con la Gringa, según ella misma cuenta. “Me acusó de vender bebidas y es mentira, todo es donación”, aduce, mientras sirve el vino blanco en un vaso con suficiente capacidad como para vaciar la caja de una sola vez. El encuentro en honor al Gauchito empieza el 7 de enero en horas del atardecer y se extiende, al menos, hasta la misma hora del día siguiente. La fogata se impone al goteo acechante de unas lluvias veraniegas precipitadas (solían venir en febrero) y sirve para calentar agua y cocinar. Nunca deja de cocinarse, se come tanto como se bebe. Se baila, se entonan zambas, algunos inventan versos sobre la Gringa, anfitriona principal. “Los quiero como si fueran mis hijos”, dice, aludiendo a la pléyade de trovadores que le dedican improvisaciones. Este año la celebración fue más estrecha. La llovizna sigilosa se vuelve aguacero cuando recién empiezan las horas de la siesta del 8. El nuevo lugar se consiguió de improvisto, tras el meollo con la propietaria del terreno en Estación Alvarado, a poco del Aeropuerto Martín Miguel de Güemes. Zartén movió hilos para que surgiera la opción allende la circunvalación. El chubasco fue demasiado para el techo improvisado en la mampostería larval del campo de Farfán. “Para ser la primera vez que lo hacemos acá está bien, vinieron más de doscientos gauchos. El año que viene seremos más, habrá algunos que no se enteraron que esta vez celebramos acá”, comenta Zartén, Rubén Zárate. ****

sado los años. Graciela González, su nombre completo, es de las primeras en llegar, acude desde barrio Solidaridad con la camioneta equipada para empezar la cocción nocturna, un guiso a la hoguera. La bebida no escasea en ningún momento, la Gringa saluda personalmente a cada visitante, se ocupa de que reciba un trago y algo para picar. Puede ser picante de pollo, choripán, sopa, sándwich de miga o un pedazo de carne asada. Puede ser vino blanco

“Y bueno m’hijo, en algo hay que creer”, solía repetir mi abuela cuando la cuestionábamos por su participación activa en la Iglesia Universal, por entonces recientemente llegada a Salta, instalada en el ex Cine América, en la intersección de calles España y 25 de Mayo. Sé que el uso de la primera persona no es lo más recomendable para escribir un artículo periodístico, sin embargo me parece importante, a modo de disgregación, traer a colación en qué momento empecé a observar con más atención el desenvolvimiento de las nuevas religiones, las religiosidades populares y la necesidad, muy común entre los mortales, de darse respuestas espirituales a dramas existenciales.

27


Mi abuela había sido creyente católica desde siempre, muy joven se casó por segunda vez con mi abuelo y se integró a la línea ortodoxa de la Iglesia Católica Apostólica, que en la ciudad de Salta tiene asiento en la parroquia San Jorge, en Pellegrini entre San Martín y Urquiza. Al fallecer mi abuelo, tras años de desorden emocional por la viudez en los que más de una vez rellenó el insomnio con los programas de Pare de sufrir, ella optó por acercarse a la flamante corporación espiritual que se exportaba desde Brasil. Mi vieja y mis tías, formadas en la doctrina cristiana del catolicismo por instrucción de mi propia abuela, ensayaron diferentes reacciones para expresar la reticencia a la nueva filiación. Se sorprendieron por el giro espiritual, consideraban que los brasileros sólo le sacaban guita y abusaban de la credulidad de una viuda acongojada. Ella, sin detenerse en los reparos de las hijas, atenta a los cuestionamientos menos prejuiciosos que yo le hacía como niño en trance a la pubertad, me respondió serena con el aforismo “en algo hay que creer”. Desde entonces la acompañé sin hacer demasiados cuestionamientos. La esperaba en las escalinatas de la puerta comiendo pochoclos o maníes y hasta me atrevía a bailar, desde afuera, alguna de las coreografías del ritual. **** El concepto “popular” representa tantas ambigüedades que más vale aclarar con qué óptica se lo utiliza. En este caso, cuando se lo añade al sustantivo “religiosidad”, se pretende graficar un tipo de culto que no necesita de oficialidades institucionales para propagarse masivamente, instalando rituales y preceptos entre los creyentes, y sin que haya posibilidades de marginación como las excomulgaciones. Son religiosidades que se conciben de abajo para arriba, desde las prácticas de los fedatarios y no desde las homilías de los abades o popes. La constitución de un halo de deidad en torno de figuras místicas aunque fehacientemente históricas, como la sanjuanina Deolinda Correa, muestra una similitud entre las religiones canónicas y las populares: la iconografía montada sobre formas antropomórficas. De ese vicio escapan el rastafarismo, simbolizado con leones, y la religión satírica pastafari, que rinde culto al Monstruo del Espagueti Volador. En fin, la religiosidad popular se constituye como una práctica instituyente que cerca los parámetros que impone la institucionalidad, al punto de reapropiarse de ritos tanto como de impulsar nuevos hábitos para la alabanza, la ofrenda y el trance. Uno de los íconos antropomórficos más populares de los cultos no oficia-

28

les en Argentina es Antonio Mamerto Gil Núñez. En torno de su figura se han montado garitas en prácticamente todo el territorio nacional, en las que se suele evocar principalmente el color rojo, porque la mayor parte de los relatos lo ubican como miembro del ala federal que se oponía a los autonomistas, también federales pero de una línea provincialista dentro de Corrientes. Si bien la historiografía sobre el Gauchito no es del todo precisa, ninguna de las reseñas sobre su vida dista en que nació en la provincia litoraleña, específicamente

La bebida no escasea en ningún momento. La Gringa saluda personalmente a cada visitante, se ocupa de que reciba un trago y algo para picar. Puede ser picante de pollo, choripán, sopa, sándwich de miga o un pedazo de carne asada. Puede ser vino blanco o tinto, puede ser gaseosa, puede ser cerveza. A nadie le falta nada en Pay Ubre, ni que murió un 8 de enero camino a Goya. Le cortaron la cabeza y su propio verdugo, quien volvió a darle sano entierro cuando se cumplieron sus últimas palabras, habría sido el que inició la adoración por el místico combatiente. **** Antonio Mamerto Gil Núñez es un personaje histórico, amén del misticismo que lo rodea en su faceta de insigne de la religiosidad popular nacional. Las reconstrucciones históricas acuerdan en que participó de la Guerra de la Triple Alianza, saqueo orquestado por el imperio británico, que puso en sintonía a Uruguay, Argentina y Brasil para que envistieran contra un Paraguay que se mostraba combativo a los intereses del archipiélago europeo. A cambio, los “curepis”, como nos llaman hasta hoy a los argentinos, les arrebatamos parte de lo que hoy es litoral argentino. Algunas versiones resaltan que la

participación de Gil en aquel conflicto bélico a pedir de paladar europeo fue por gavilán. Antonio Mamerto habría tenido un amorío con la pretendida del comisario del pueblo, quien juró vengar la afrenta. Se batieron a duelo y Gil le perdonó la vida, de todos modos debió huir para evitar la enjundia del alguacil. En ese momento se enroló en las filas del ejército rioplatense que avanzaba contra Paraguay. Otros testimonios biográficos, en cambio, lo muestran más político. Gil habría tenido diferencias con ciertas tendencias del federalismo correntino, chovinistas de la provincia. Al regresar de la guerra contra Paraguay, en Corrientes existía un ala liberal del federalismo del interior, con bases en la gesta de Urquiza. Contra esa tendencia también estaba un autonomismo provincialista de ideas federales aunque más vehementemente contrario a Buenos Aires y con diferencias respecto a la Confederación urquizista. En ese punto los relatos entran en una confusión, algunos reseñan que Gil estuvo en ambos bandos combatiendo y otros sólo lo sitúan entre los liberales. Sus aires ideológicos, no hay diferencias en esto, siempre habrían estado contra los confederacionistas. Como sea, Gil habría desertado cuando recrudecieron las internas y fue convocado al ejército nacional de los federales. Fue buscado intensamente, al dar con él se lo mató un 8 de enero, no se sabe con exactitud en qué año de mediados del siglo XIX. A su verdugo le juró que su hijo enfermaría cuando regresase de matarlo. El mito de origen dice que Gil no mentía, cuando su matarife acudió al hogar, su vástago experimentaba una rara patología. El maldecido volvió y dio digno entierro a Gil, tras lo cual su hijo recuperó salubridad. La sangre del inocente, el maleficio antes de ser ajusticiado, la redención cuando recibe su reconocimiento post mortem. La irrupción de un hito de la religiosidad popular, el Gauchito Gil. **** El Gauchito Gil se convirtió en una referencia de viajeros/as y jóvenes, la composición social de sus seguidores no se ciñe a los campesinos ni a los gauchos. En una garita que se encuentra en la avenida Bolivia, unas cuadras antes de la Universidad Nacional de Salta, suelen reunirse un grupo de pibes de Villa Belgrano, todos hinchas de Peñarol. El último 8 de enero, como tantos otros días, llegaron hasta ahí en moto, se fumaron algo y escucharon un poco de música. Alguna ofrenda siempre queda en el santuario, se cuidan de honrar al santificado en cada visita. Confiesan que al menos una vez a la semana se llegan hasta la gruta, y cada


tanto le aportan nueva pintura, algún que otro banderín rojo y estampitas renovadas de Antonio Mamerto. Los más sincréticos le rezan alguna oración del itinerario católico, los demás se conforman con tocar alguna de las imágenes en yeso. Ninguno se atreve a cuestionar la ayuda que recibe del Gauchito, con la sugestión que hace funcionar estos cultos, cada uno puede enunciar alguna vivencia reciente en la que hallan la gracia de Gil operando a su favor. No son pocos, ni en esta garita ni en otras, como la de Juan B. Justo arriba, llegando a zona norte, los que le atribuyen

El Gauchito es un emblema de lucha. No es una figura que se atesore en templos refinados ni en hogares opulentos.

a su relación con el santo la voluntad para abandonar algún consumo problemático. El Gauchito es un emblema de lucha, no es casual que los peones o gauchos sin haciendas propias, tanto como los grupos de barrios periféricos o los viajeros que hacen del dedo su vía de traslado, sean quienes más se identifican con él. No es una figura que se atesore en templos refinados ni en hogares opulentos. Algunos de los fieles con los que dialogó Rock Salta denuncian que Vialidad de la Provincia emprende una cacería de santuarios. Muchos de los que estaban a los costados de ciertas rutas fueron removidos sin previo aviso, tanto los del Gauchito como los de la Difunta Correa. Rock Salta intentó conocer los motivos que impulsan a la repartición gubernamental a emprender dicha política, sin embargo los oficinistas de turno respondieron que durante el mes de enero no habrá ninguna autoridad disponible para responder consultas periodísticas. Sería raro contemplar la posibilidad de que Vialidad asumiera como estorbos las grutas que rinden culto a imágenes del catolicismo canónico, como vírgenes o mesías. El problema son las religiosidades populares, el problema es que no es igual para todos el derecho a creer, aunque, en palabras de mi abuela, todos lo necesitamos.

POR FernandA Salas

COLGADA Y ATENTA Como excusa para caminar voy desde la casa de mis viejos hasta la mía. Es decir, desde Universitario hasta Ciudad del Milagro. No es lejos pero hace tiempo que no uso un tiempo muerto para hacer otra cosa que no sea dormir. Por suerte no hace calor y está empezando a oscurecer. Voy tranqui. En la esquina escucho un silbido. Voy enchufada a mis auriculares pero aun así lo escucho. No me siento intimidada, lo dejo pasar. Para llegar a mi barrio tengo pasar por Castañares, la República de Castañares. No tengo miedo. Todo me da miedo, en general, pero no este camino. Menos el barrio donde pasé la mayor parte de mi vida. Mi barrio. Siempre soy miedosa y precavida, creo. No importa por dónde camine. Siempre uso los mismos mecanismos: camino rápido, pienso quién vive cerca, camino rápido. Parece que estoy muy en la mía porque siempre voy enchufada. Nada como andar por ahí escuchando música o la radio. Para las salidas nocturnas nunca elijo tacos, por si hay que correr. Por suerte nunca me pasó nada, ni en mi barrio ni en ningún lado. No quiero decir toco madera. Nunca me pasó nada, repito. Colgada y atenta, si es que acaso eso se puede. En una esquina unos chicos juegan a la escondida. Me da ternura uno que parece demasiado grande para el ligustro en el que está escondido. Me recuerda tantos veranos en los que nos quedábamos jugando con los amigos del barrio. No vale dar la vuelta a la manzana, decíamos, y de todas maneras esperábamos que se de vuelta al que le tocaba para correr hasta lo que estaba prohibido. Creo que no éramos nosotros los que poníamos la regla, eran los grandes, que esperaban que no nos pase nada. Y no, nunca me pasó nada en mi barrio. Aunque, ahora que recuerdo, una vez uno de los grandes intentó tocarme con el cuento de enseñarme a ponerme una toallita femenina. No lo dejé y no le conté a nadie, pero no volví a quedarme sola con él. Más de eso no, no me pasó nada. En la esquina siguiente el panorama es diferente. Unos chicos andan en sus motitos con un vaso de fernet. Quieren sacar plata del cajero pero está muy lleno. En la avenida Housein, frente a la escuela, la esquina de los departamentos es algo oscura y rara. Ahí los edificios parecen un poco hundidos. Hay otro grupo de chicos, sentados en hilera al costado de un kiosco. Antes de pasar por delante de ellos veo la Casona de Castañares. Antes el campito de al lado estaba vacío, no había casas y de lejos se podía ver el cerrito en el que tampoco nos dejaban jugar porque lo importante siempre fue que no nos pase nada. No soy como Emilio Renzi, que se queja porque nunca le pasó nada y no sabe de qué escribir. Creo que si no nos pasó nada a muchas mujeres es una suerte extraña pero suerte al fin. Podemos sentirnos contentas de contarlo. Los chicos quedaron atrás y no, no me dijeron nada. Un estruendo de fuegos artificiales viene de la iglesia, parece que es el último pesebre. Escucho una especie de sirena que viene de las voces del coro. Ya estoy por la esquina de la que fue mi casa toda la vida, hasta los veinte. La casa y el barrio siempre parecieron cuidarme o tuve mucha suerte. No sé si no recuerdo bien o si elijo qué recordar. Y de repente recuerdo que un hombre nos llevó una vez a pasear. Que casi llegamos a los canales que bordean el barrio. Que pidió que huela su perfume. Qué no nos pasó nada. Que según la vecina, tiempo después se lo llevaron preso. Abuso, dijo. Yo era muy niña. Lo dejé pasar. Suena “Life on Mars”. Alguien la cantaba. Un chico que conocí. No en el barrio, de otra provincia. Nos conocimos, después la manija del chat. Viene. Voy. Allá me emborracho, tratamos de coger, me duermo. Cuando me despierto él me seguía cogiendo. Me di vuelta y volví a dormir. No me espanto cuando lo pienso. Lo dejé pasar. Ya estoy por llegar al Chango y no entiendo bien cómo funcionan la mente o mis recuerdos. Lo inútil que es tener miedo a veces y la sorpresa que te dan los lugares donde te sentís más cómoda. Por qué se dejan pasar algunas cosas. El camino se desdibuja como las cosas que no se dicen.

29


BARROTES INVISIBLES

O

bsoleto, antiguo, viejo, pasado de moda, consumir. Índice de pobreza basado en lo que una persona puede comprarse. ¿Ya dijimos consumir? Son caminos que forman una cárcel de barrotes invisibles con el único fin de enjaularnos, endeudarnos para pagar cosas que quizás no se necesitan, que nos hacen creer que necesitamos. Y así somos blanco fácil para el contínuo bombardeo de los medios o cadenas de negocios. Black Fridays que nos someten a una dictadura de mercado donde los mismos que te vendieron la TV te prestan plata para que puedas pagarla. Se nos obliga a consumir todo lo que el mercado ofrece, pareciera que cuanto más artefactos, ropas y marcas tengamos nuestro valor como personas se va a incrementar (“Cambiá el auto, es re viejo”, jajaja). ¡Basta! Tus pares hasta parecen extras pagados por este maldito sistema. Esta es lamentablemente la idea de persona humana que nos miente

30

el sistema capitalista, se trata de estupidizar las cabezas de la sociedad poniendo vendas en los ojos, haciéndonos marchar de manera ordenada hacia la boca del lobo. Al mismo tiempo, mientras el mensaje es consumir, tenemos una economía inestable que impide darse tantos gustos por el simple hecho de que lo que uno gana o junta no alcanza para comprar eso tan deseado e imprescindible. Entonces, ésta invitación insistente al consumo se convierte en una invitación al delito, porque se crea la falsa idea que “el que no tiene no vale”. ¡Y sí! ¿Qué esperaban? En estos gustos capitalistas que nos quieren imponer todo tiene un precio y quien no pueda pagarlo se queda afuera. ¿Ustedes creen que podemos terminar todos así? Tenemos chicos que tienen que dejar el cole para hacer unos mangos porque sus familias ya no los pueden mantener, postergando su futuro. Jubilados que se rompieron el lomo laburando durante años hoy se mueren de hambre y tristeza. Somos

un número y el capitalismo es el mayor genocida del mundo. Es por todo esto que la salud, la educación y la vivienda, derechos innegables del pueblo, se han convertido en un privilegio de quien pueda pagarlos. Y ante este panorama los derechos sociales de la gente son utilizados políticamente: “Te doy pero conseguime votos”. Cuando son elegidos, a la hora de decidir, se bajan los pantalones mostrando su verdadera cara, blanquendo el desinterés por lo que la gente reclama a gritos, dejando la vida por una vida más justa para todxs. De eso no podemos olvidarnos y siempre seguimos hablando de plata, maldito sistema. Alguna vez será esta vida hermosa para todxs, lejos del materialismo y el consumismo alocado, algún día será todo más simple, algún día no nos importará cuánto hay en el bolsillo, nos reiremos y celebraremos estar de paso, porque nada nos llevaremos. Será mucho más lindo cuando nuestra riqueza sea interior.




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.