Rock Salta Nº28

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Número 28 | Marzo 2018

STAFF DIRECTOR

Santiago Castellanos scastellanos@rocksalta.com

EDITOR

Federico Anzardi fanzardi@rocksalta.com

El mes de marzo es cuando realmente arrancan o se retoman proyectos. Nosotros habíamos decidido seguir con la revista durante el verano ya que las ganas de trabajar y el deseo de llegar a nuestros lectores eran más fuertes que un merecido descanso. Además, apostábamos a la continuidad para mejorar con cada número. Lamentablemente, el contexto económico del país y de la provincia, sumado a una industria gráfica en decadencia, nos obliga a suspender momentáneamente la edición física de nuestra revista. De todas formas, seguiremos trabajando en contenidos exclusivos para una versión online. También centralizaremos mucha más información en rocksalta.com y en nuestras redes sociales. Pero no todas son malas: este mes vamos a lanzar nuestra radio online con 24 horas de música. En radio.rocksalta.com van a poder escuchar los clásicos de siempre, muchísima música emergente y todo lo que se viene al NOA. En el mediano plazo, vamos a incorporar programación. Durante la mitad del año será el turno de relanzar Rock Salta Discos, nuestro sello de difusión desde donde intentaremos agrupar todo el rock del NOA para poder escucharlo en un solo lugar. Como siempre les digo, visiten rocksalta.com y escriban a revista@rocksalta.com, donde permanentemente recibimos sugerencias y muchísimo material para compartir con ustedes.

Santiago Castellanos Director RS Producciones

ROCK SALTA es una publicación de Rock Salta Producciones. Domicilio: General Güemes 569 - CP 4400 - Salta. El nombre y el logo son marcas registradas por Santiago Castellanos. © 2006-2018. Expedientes INPI 3083222 y 3083224. Las publicaciones son de absoluta responsabilidad de sus autores y pueden no coincidir con la opinión del director. Las colaboraciones son ad-honorem y no crean ningun tipo de dependencia legal ni laboral entre los autores y la revista. Prohibida la reproducción parcial o total de los artículos sin mencionar la fuente. Tirada: 2000 ejemplares. Foto Tapa: Fotomontaje.

DISEÑO

Bernardo Rodriguez Berri

DIAGRAMACIÓN

Colmena Boutique Audiovisual colmena.audiovisual@gmail.com

REDACCIÓN

Lucas Canalda Franco Hessling Rodrigo Juárez Diego Maita López Fernanda Salas

COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Fernando Cata, Mariano Guerrero, Valeriy Hnatenko, Eugenia Kais, Santiago Segura, Gonzalo Teruel.

IMPRESIÓN

Mundo Gráfico S.A.

CONTACTO

Redacción: revista@rocksalta.com Publicidad: publicidad@rocksalta.com

CONSEGUÍ

ESTA REVISTA EN SALTA Atipiko: Zuviría 408 Morrison: Caseros 646, loc. 7 TUCUMÁN La Rockería: Bs. As. 39, loc. 6 JUJUY Fixion: Belgrano 616 CÓRDOBA Oktubre: Centro y Nva. Córdoba Lado B: Tucumán 105 ROSARIO Music Shop: Sarmiento 780 El Aleph: Rioja 932 BUENOS AIRES Mercurio Disquería: Av. Santa Fe 2729, local 10 LA PLATA La Disquería: 54, casi 8

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AJUSTEMULABANDA Ajustemulabanda (2012) Por Diego Maita López

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scena 1: Teddy Krueger presenta el disco Orientación Magnética en el Teatro de la Fundación Salta. Hay una piba de corista, canta en varias canciones. Luego, por haber llegado tarde, me entero de que su grupo había teloneado a la banda anfitriona. La historia de Ajustemulabanda tiene que ver, al menos en parte, con la de Carolina Vazquez, que en 2007 se

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radicó en Salta tras haber audicionado con éxito para el Ballet de la provincia. A partir de ahí comenzó un devenir paralelo a la danza, compuso canciones propias e hizo coros en Giróscopo (banda de Leo Goldstein & cía) y Teddy Krueger, entre otras incursiones. Junto a Sol Augeri, Rita Di Vece conformó el núcleo fundamental del grupo. Tras la grabación del disco se integró Felicitas Colina. Escena 2: La Caldera del Rock 2011, acaso el mayor festival en la historia

del rock salteño. Mediodía de sábado. Suben cuatro chicas al escenario. Muy elegantes ellas, pelucas flúo en sus cabezas. Algo rompe el aire de monotonía estética y de género, tan propio del rock salteño. Lo de las pelucas era llamativo. Los músicos que acompañaban a la banda (Ramón Vivas en bajo y Chinato Torres en batería fueron estables en casi todos los shows, junto a invitados ocasionales), el sonidista, el staff: todos lucían las pelucas. Y eso no era lo úni-


co, porque los shows del grupo tenían sketchs, humor, mensajes: mucho de teatral. Escena 3: Junio de 2014. Ajustemulabanda presenta un show denominado Gala de Miserias, también en el Teatro de la Fundación Salta. En medio del set, hay una performance muy intensa. Muy directa contra la violencia de género, cuestionando el piropo callejero. Las chicas, con bigotes, acosaban al bailarín, disfrazado de mujer. Acaso por primera vez el feminismo tomaba un escenario en el rock salteño. Ajustemulabanda no fue la primera banda de chicas en la escena local. De hecho, el rock salteño ya había tenido varias bandas de (o con) mujeres (ver nota de Fer Salas en la Rock Salta 20). Sin embargo, propios y extraños compramos al menos en algún momento el estereotipo de la banda pop de minitas, lindas, rubias (¿taradas?). Esta reseña, de alguna manera, intenta rescatar una banda que aportó más de lo aparente. El disco abre con “Tango”, haciendo gala de esa violencia compadrona propia del género -en su doble acepción-, con una letra que ronda reiterativamente en torno al crímen, o quizás a la expresión violenta del deseo carnal en su leit motiv: “si te agarro te mato”. Me encanta el fragmento donde la voz de mujer desafía a esa raza jodida que es el macho salteño: “que ni te me animas, a mi que soy la de carita tierna, la rubia inocente”. También desafía a la mujer del estereotipo patriarcal, esa que no puede encarar a un varón. El trabajo, de nueve temas, cierra con “Los Bizcochos”: algo así como un mantra irónico,o una reflexión filosófica. Un

debate onírico propio de ciertos viajes… el Facebook es de dios. Creo que “Blus” es la canción que mejor sintetiza el espíritu de la banda. Porque ahí aparece una pequeña muestra de ese condimento extramusical que daba el IVA a los shows en vivo. Musicalmente, un blues de Sol con tres acordes. Líricamente, una mujer que le pide al hombre que no lime, que sugiera posturas, posiciones, relaciones, para que ella las tenga con el... o con quien sea. Pero la clave está en ese tecladito infantil, donde cada tecla emite un sonido animal. Así, perros, patos, vacas y ovejas sirven de instrumento que van aclimatando la canción. Y en esta revisión desordenada, podemos ir encontrando uno de los hilos conductores del disco. En “Salchicha con pan”, el ritmo del reggae sirve de base a una historia donde la mujer debe apelar a la imaginación para intentar recordar a ese hombre descartable, invirtiendo los roles, donde usualmente se debería cantar despecho y abandono. “Corrientes” arranca en ritmo de ronda, acentuada por la rima que adopta parte de la letra, para luego virar en los estribillos a una canción distorsionada. Muchos elementos refieren a una relación, una voz de anti Susanita canta “arroz con leche, no me quiero casar/arroz con leche prefiero suicidarme”, y le reclama al macho que solo pide que la mujer le-lave, le-planche. Ella tiene los ojos rojos, pero más que de llorar, de fumar. En el cierre de la canción encontramos parte de esa veta cómica, donde las hermanas Wanda y Zaira Nara se convierten en tarareo. Ese es el otro hilo conductor: el hu-

mor. Así, podemos señalar “Tu vieja”, que en ritmo beat onda The Wonders (perdón pero me fue imposible no pensar en aquella película y en el falso hit “That thing you do!”), cuenta las desventuras de un destape playero adulto. O “Bossa”, donde aparece expuesto ese cliché argento de pretender hablar adaptándose al portugués. Algo que, cuando la experiencia se hace a lugar, sabemos que no funciona. Y finalmente, “La menor”, una canción que parece una lección inicial de guitarra, tocada y grabada solemnemente. Dejo para el final “Humo”, casi al medio del disco. Es una balada hermosa, con unas texturas bien melancólicas y superpuestas. Algo así como la escuela de Juana Molina y Aristimuño. La canción huele a dolor, a nostalgia. Imposible no cerrar los ojos e imaginar un viaje nocturno con lluvia. Sabe a esas canciones que si hubiesen sido grabadas por un artista mainstream musicalizarían más de una escena en alguna serie de moda. Ajustemulabanda se grabó en Estudios El Cerro, de lo hermanos Vivas. Ya señalamos que Ramón (bajista de Los Nocheros) fue parte de la banda estable junto al Chinato. También hay que mencionar a Leo Goldstein entre los músicos que formaron parte del registro. El disco tuvo una edición “hogareña” y está disponible en las plataformas digitales. Algo me da vueltas: esa sensación de que este disco -aparte de lo musicalaporta mucho al panorama rockero salteño, tan rústico, tan testosterona. Pero sigo creyendo que la balanza aún no me funciona bien.

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N I S

Por Santiago Segura Fotos de Eugenia Kais – Gentileza Plastilina Records

D A D I L FATA NA I T N A L L I NI BR

Rosario Bléfari y Julián Perla formaron Los Mundos Posibles, el dúo que acaba de publicar Pintura de guerra, un breve disco de amor que aparecerá en todas las listas de lo mejor de 2018. 6

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En 1986, Luis Alberto Spinetta y Fito Páez grabaron en conjunto La La La. Aquel puede ser señalado como el primer gran encuentro entre maestro y alumno del que se tenga memoria en el rock argentino: dos artistas de distintas generaciones, uno muy influenciado por el otro, trabajando codo a codo más allá de edades y carteles. Los ejemplos se multiplican si liberamos las fronteras. En 2010, el grupo texano Okkervil River rescató del ostracismo a uno de sus ídolos, Roky Erickson -otrora líder de una de las bandas claves de la psicodelia, 13th Floor Elevators- para crear en conjunto un disco tan bello como desconocido, True love cast out all evil. Ese mismo año, nada menos que Elton John hizo lo propio: buscó y encontró a Leon Russell, ídolo de su adolescencia -aunque aquí la brecha generacional sea menor- para hacer juntos un álbum que llevó el lógico título The Union. En el amanecer de 2018 nos desayunamos con otra dupla. La maestra, esta vez, es Rosario Bléfari. El alumno, Julián Perla. La ¿ex? cantante de Suárez y el líder de Mi pequeña muerte unieron fuerzas pero, a diferencia de los ejemplos de arriba, bautizaron el proyecto: Los Mundos Posibles, que acaba de publicar Pintura de guerra, un disco de siete canciones. 22 minutos que pasan muy rápido. - La primera pregunta es obvia pero inevitable: ¿recuerdan cuándo se conocieron? - Julián Perla: Yo la conocí no personalmente en mi adolescencia, como espectador, una noche en el Teatro del Plata hace algunos años, donde tocaban con Suárez detrás de un telón de papel que iban cortando mientras subía el ruido y la emoción. ¡Era futurismo barrial! Me pareció de otro planeta. Hoy como amigo y colega me sigue pareciendo de otro planeta, la admiro y es una referencia para mí. - Rosario Bléfari: Yo lo conocí, mejor dicho entré en contacto con su banda, un día en el Centro Cultural San Martín en la enorme sala AB, donde tocaba con mi banda solista de la época del disco Estaciones (2004). Ellos me alcanzaron un disco de Mi pequeña muerte, el primero, Hospital (también de 2004). Creo que me lo dio el hermano, Germán, que toca la batería en la banda. Lo escuché y me gustó, me cayó simpática esa oscuridad que tenía ya desde el nombre del disco y algo misterioso en la música también; por un lado oscuro pero muy vital, en una lírica que vuelve sobre el batallar en contra de lo que tira para abajo, pero asumiéndolo, permitiéndose también el hundimiento. Es curioso, pero ambos responden (y recuerdan) cuándo conocieron o se impactaron con la música del otro, y no cuándo intercambiaron saludos y charlaron por primera vez, algo que hoy hacen con la naturalidad de cual-

quier amigo. Rosario no esquivó aquel impacto: diez años después del primer encuentro, rebautizó al grupo de aquellos chicos que se acercaron a darle un disco como La Vida Gigante. ¿El objetivo? Ser su banda de apoyo durante 2014, antes de que llegara la aventura de Sue Mon Mont y el efímero retorno de Suárez, ya como leyenda del indie nacional y a caballo de la película Entre dos luces (dirigida por Fernando Blanco, además guitarrista de Valle de Muñecas). La respuesta de amigos y público sobre Bléfari + La Vida Gigante no tardó en llegar: esas dos voces quedan bien juntas. - JP: Cuando tocamos con La Vida Gigante descubrimos que nuestras voces se acoplaban muy bien, con naturalidad. Cantamos las mismas melodías

En el disco todo es directo y sutil, levemente raro, desde la poética simple y preciosa hasta las suaves pinceladas de teclados y guitarras acústicas. Cristalino y boscoso. Fílmico.

en diferentes octavas sin ningún esfuerzo. Y nos encantaba como quedaban. Así que solo nos faltaba una excusa para hacerlo y el disco fue la perfecta. En esta oportunidad, quien barajó la propuesta fue el alumno. Así lo cuenta Perla: “Yo tenía un grupo de canciones que contaban una historia, había empezado a tocarlas y arreglarlas con Javi (Javier Diz, coproductor del disco y tercera pata de la banda) porque quería que fuesen en un registro mucho más suave que lo que hago habitualmente con Mi pequeña muerte. Siempre jodíamos con la fantasía de hacer un disco de baladas al piano, como el primero de Tom Waits (Closing time), clásico, sin distorsiones y con la voz al frente. Con esa idea empezamos a armar esos temas”. Pero faltaba algo: “En algún momento empecé a sentir que a la historia le faltaba una voz narrativa para

completarla y se lo propuse a Rosario, era la excusa que teníamos para por fin cantar juntos. Y empezamos a trabajar en esa segunda tanda de canciones, Rosario me las pasaba por teléfono y con Javi armábamos las bases. Y después todos juntos cerrábamos en el estudio”. Rosario afirma lo dicho por su compañero: “Así es. Julián me contó de estas canciones, veníamos con ganas de cantar juntos y yo tenía temas disponibles para entrar en diálogo con los de él, en la temática incluso que se planteó: esa historia de amor que se libera de un imaginario dramático y doloroso, o basado en lo imposible”. **** Bléfari introduce el tema de Pintura de guerra: el amor en su versión despojada, sin el derroche de fatalidad (cuando va mal) o brillantina (cuando funciona) que se le suele asignar en el imaginario pop. Ni hablar si pensamos en, por ejemplo, las trágicas líricas tangueras; sin desdicha no habría tango. Vale repasar las letras para comprobarlo. Algunas citas: “He tratado de dormir, repasé mil veces nuestra historia (...) Van a quedar algunos sueños por cumplir” (“La guerra del Japón”); “No creo que el amor sea igual a una historia trágica/ que estaremos unidos para siempre, pero mal/ mirando los jardines cuando había que sembrar” (“Condenados”). Las muestras sirven para aclarar más el panorama: Bléfari y Perla tratan el tópico de manera más concisa y menos utópica que de costumbre, y eso mismo hace que la tragedia sea desterrada automáticamente. Si dejamos de pensar en el amor para toda la vida, ese donde se sigue por seguir y se termina sufriendo de más, es probable que encontremos la ilación de estas canciones (puede hacerse un link con el disco que Lea Franov, cantante de Las Edades, editó el año pasado, El espacio interior). La forma de cantar de ambos y la instrumentación, delicada, tenue, como los últimos rayos de sol en la caída de un cielo naranja, ayuda a cerrar el concepto. Todo es directo y sutil, levemente raro, desde la poética simple y preciosa hasta las suaves pinceladas de teclados y guitarras acústicas. Cristalino y boscoso. Fílmico. El final de “Donde ruge” es, quizá, el momento de mejor interacción entre las voces, que se funden entre coros para una coda flotante. Otro segmento notable: la electricidad de la frase “Tal vez mi magia pueda más que tu temor”, que por supuesto no está en la sola lectura del verso, sino que se encuentra al escuchar la encendida interpretación de Julián y Rosario. Como si en esos segundos sellaran la idea global de Pintura de guerra a viva voz (la frase está en la quinta canción del disco, otra pieza mansa y espaciosa titulada “En otra dimensión”).

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Sorprende, por la cohesión que logran a la hora de abordar la temática, que no haya canciones firmadas por los dos: “Las canciones (letra y melodía de voz) las compusimos por separado, todo lo demás fue trabajo en equipo”, dice Julián. - ¿Persiguieron un concepto sonoro que se emparentara a las letras? ¿Cuántas canciones se mostraron? - JP: Muchas, pero lo que queríamos contar estaba en estas siete. La idea inicial era hacer un disco despojado, directo y lento. Las composiciones de Rosario nos permitieron jugar más con los climas y aparecieron otros paisajes, desde el vamos sus canciones tenían más espacio. Ahora lo escucho y es lo que más me gusta de Pintura de guerra, el carácter narrativo del sonido de las voces, un sonido para cada una, el equilibrio entre lo directo y lo volado. - Al cantar los dos y teniendo en cuenta la temática, ¿no temieron que, a pesar de ir en un sentido contrario, igual se diera el efecto pareja melodramática de algunos grupos pop? Viene a la cabeza Pimpinela, pero hay varios más. - JP: Nunca lo pensé, la dualidad que tiene el disco no responde -para mí- a lo melodramático, ni tampoco pensamos estéticamente al grupo como dueto heterosexual clásico. - RB: Son voces, no personajes definidos, que tratan el tema del amor pero se fugan de la problemática clásica del problema amoroso, de la pelea y el regodeo en ella, del reclamo, de la posesión. Justamente las canciones hablan de renunciar a todo eso. Creo que hasta las de Pimpinela ya empiezan a alejarse de sus primeras réplicas. La diferencia -no tiene que ver con desmerecer a Pimpinela, que merecen mi respeto- es una diferencia también formal porque en nuestro caso dialogan las canciones, dos tipos de letra y melodía, dos maneras de componer, más que dialogar dos personajes dentro de una canción. - ¿Cómo se llevan a nivel gustos? ¿Comparten músicas y lecturas, por ejemplo? - JP: Somos de hablar mucho cuando estamos juntos, así que pasamos de la

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recomendación de un libro a cualquier tema de interés general en minutos. - RB: Hablamos mucho, nos reímos mucho y cuando íbamos de viaje con Mi pequeña muerte escuchábamos mucha música todos en el auto. Creo que ahí se gestó el acuerdo del tipo de producción que podía tener un disco donde cantáramos juntos: señalábamos cosas, “qué bueno eso, esa claridad, esa simpleza, esa disposición de los elementos”. **** Definido el concepto temático y sonoro del disco, la dupla encontró cobijo en Plastilina Records, el sello peruano-español que se encargará de editar el disco en vinilo. “Yo escucho música en las plataformas. No compro vinilos porque no tengo equipo. Pero me gustan y soy de la época anterior, tuve vinilos y escuché música así en mi infancia y primera juventud, así que me encantan”, dice Bléfari. Perla se hace cargo de ser el nexo con Plastilina: “Empecé a trabajar con ellos para subir los discos de Mi pequeña muerte a las plataformas digitales. Un día les mostré lo que estábamos grabando, les gustó y nos propusieron editarlo”. Para los fetichistas, más allá de la -debatible- cuestión del sonido, el formato permitirá apreciar hasta el mínimo detalle de la hermosa portada del disco, cortesía de Marina Fages. - JP: Fue una propuesta de Rosario. La obra de Marina que tenemos el gusto de tener en tapa me parece hermosa. Llena de misterios, interminable. - RB: Una obra de Marina Fages era lo más indicado para este disco, si tenía que ser una pintura. Se lo comenté, ella escuchó el disco y me mandó algunas obras. Nos enamoramos de la que quedó, parecía perfecta para la historia que de alguna manera se sugiere. La pareja es bastante andrógina, pueden ser chicos, chicas o un chico y una chica. Eso también me gustaba para tratar el tema del amor, porque ya que queríamos descolocarlo de su imaginario habitual, era ideal que sugiriera una pareja universal. - ¿Por qué decidieron editar el dis-

co en pleno verano? - JP: No hubo una decisión premeditada de salir en verano, ¡el disco terminó saliendo cuando quiso! - RB: Exacto, fue una hermosa casualidad, porque recién hace poco nos dimos cuenta que las canciones mencionaban incluso estos meses de enero y febrero (se refiere a la ya citada “La guerra del Japón”, que dice “además es 2 de enero/ además no hay fútbol ni boxeo”; y a “La ciudad más austral del mundo”, donde Rosario canta “vas a dejar esta ciudad en febrero”). Aún hay un detalle por resolver en la breve historia de Los Mundos Posibles: cómo se reproducirán en vivo las siete canciones del disco. La naturaleza del proyecto parece ir de la mano con el sonido logrado, taciturno y fluido. Ni Rosario ni Julián tienen claro todavía cómo se despejará la ecuación. Mucho menos cuál será el futuro en la vida del grupo. Algo sí nos queda claro en un futuro no tan lejano: es muy probable que Pintura de guerra aparezca en casi todas las listas de lo mejor del año cuando estemos cerca del fin de este 2018. - ¿Ya pensaron cómo reproducir el disco en vivo o no es la idea llevar ese mismo sonido a las presentaciones que vayan a hacer? - JP: Estamos pensando en eso recién ahora, con mucha felicidad de empezar algo desde cero y con amigos, y relajados. - RB: Eso es, recién estamos pensando en el vivo. Sabemos que vamos a concentrarnos al cien por ciento en las voces, por ejemplo. -¿Qué proyectan para Los Mundos Posibles? ¿Es un recreo dentro de sus otros proyectos y trabajos, o piensan continuarlo en el tiempo? - JP: Todos nuestros proyectos son recreos, ¡por suerte! (Risas). Escolarmente hablando, claro. Nos auguro un futuro unidos y pensamos estirarlo en el tiempo hasta que el tiempo quiera. - RB: Vamos a ir viviendo lo que se nos presente, no sabemos este camino adónde va. Ambos seguimos nuestras cosas todas con el mismo amor e interés, y con la misma soltura. Dispuestos a sorprendernos.


DULCE, FUERTE, GRAVE Por Federico Anzardi Foto: gentileza Luciana Tagliapietra


Luciana Tagliapietra habla de Kawaii, el gran disco que publicó en septiembre pasado. Intensidad, amor, desamor y canciones pop armadas por WhatsApp.

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n septiembre del año pasado apareció Kawaii, el cuarto álbum de Luciana Tagliapietra. Está disponible en Spotify y Bandcamp y ofrece siete canciones de pop dramático. Es, sin dudas, el mejor disco que sacó hasta el momento. Una nueva puerta sonora que le permitirá mayor creatividad artística. Lo primero que se nota al escuchar Kawaii es precisamente el cambio de sonido respecto a los discos anteriores, algo que la tucumana quería lograr hace tiempo. Los Domingos (2009), Diagrama de Ben (2011) y La Luna (2013) fueron álbumes de indie folk un poco barroco, algo rockero, con cuerdas y vientos. El último, encima, con Litto Nebbia de invitado y Leopoldo Deza de arreglador. Luciana nunca tuvo chances de virar hacia un formato de pop electrónico a pesar de que la idea siempre estuvo en su mente. “Todos los discos que hice y todos los procesos que tuve los hice con la misma alegría y esperanza. El pop siempre me tiró mucho pero de repente surgieron otras cosas. En Diagrama de Ben apareció una posibilidad muy fuerte de usar instrumentos orquestales, campanas tubulares, marimbas y ese tipo de cosas que ya le daban… ya era una situación muy acústica. En La Luna de nuevo quería virar para el pop pero no pude porque elegí un productor, un sello (Melopea) y toda una cosa que era claramente más folclórica. Primero no sabía bien por qué estaba yendo hacia ahí, era una corazonada nada más que tenía. Y es difícil (cambiar) cuando ya encarás una cosa. De todas formas me siento bien con eso que sucedió porque tenía que suceder así, pero a lo que voy es que yo me esperaba otra cosa y ya no podía detener ese tren”, explica Luciana en un bar cercano a su casa de Almagro, en Buenos Aires, donde vive desde hace cuatro años. Las características de La Luna obligaban a tener una banda grande, lo que complicaba las presentaciones en vivo (“es difícil girar sin presupuesto”). Pero

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todo empezó a cambiar en 2014, cuando Luciana formó Las Chicas Nieve junto a su hermana Agostina y Pola Diaz Mendilaharzu, también tucumana. El trío dio el primer paso real para llegar a Kawaii. “Al ser tres y tener mucha armonía de grupo pudimos viajar a Chile, a España. Y cuando volvimos hice

“Es un disco que me salió con mucha entrega. Lo que yo deseaba en ese momento era que fuera algo vital”.

el disco”, cuenta. En 2016 apareció “Escala”, un simple producido por Mario Pak que confirmaba el rumbo. La participación de Pak fue fundamental: él recomendó a Ignacio Molina como productor del álbum que se gestaba. “Mi encuentro con Ignacio tiene que ver con mi encuentro con Mario, que es medio tucumano, medio coreano, medio porteño. Con él y con las chicas hicimos ‘Escala’, que lo subí y empezó a tener un montón de reproducciones”, dice Luciana. La buena repercusión que el single tuvo en Spotify terminó de convencerla. “Mario, que es un excelentísimo productor, me hizo encontrar con Ignacio porque él no podía (producir el disco). Además ahora vive en Chile. Entonces me hizo la conecta”,

cuenta. Molina y Pak, ambos colaboradores de Leo García, también forman parte del trío Hotel Casino, junto a Julián Martí, ex cantante de Códex. El rumbo hacia el pop estaba finalmente trazado en la carrera de Luciana. “Con Las Chicas Nieve ya estábamos usando máquinas de ritmo, con ese sonido, y se iba todo para ese lado. Lo encontré a Ignacio porque estaba buscando un productor que pueda entender esa búsqueda. Fue muy perfecto lo que se dio, justo lo que quería para este disco”. Kawaii es pop dramático porque tiene canciones intensas, jodidas como un noviazgo enquilombado que pasa del cariño al desprecio en dos movimientos. Las letras de Luciana desbordan inseguridad, malestar, pasión y desamor. Atacan y piden por favor. Su voz parte de esa aparente parquedad que es un poco marca de fábrica hacia estribillos más exigidos y melódicos que provocan entusiasmo inmediato. Es lo que pasa con “Un monstruo”, el segundo tema del disco. “Soy un monstruo y soy fatal”, se autoflagela Luciana, antes de cantar sobre su “tragedia personal”: “Otra vez volviendo al ruedo/ Empezando a maquinar” y llegar a la conclusión demoledora: “Otra vez estoy inestable”. Otro ejemplo es el comienzo de “Paisaje”: “Enferma, tirada y llorando en la plaza, te vi”. “Yo soy así, soy insoportable, realmente. Es el reflejo de mis sentimientos”, reconoce, entre risas. Kawaii remite un poco a Julia Holter y al extraordinario disco Have You in My Wilderness, de 2015: “Lo re escuché y me encanta, lo amo, la amo a ella. Con Ignacio muchas veces hemos hablado de referencias y ésa era una. También Grimes. Lo que tiene Ignacio, que me gusta mucho, es que es muy actual y a la vez es retro todo el tiempo. Te recuerda a, no sé, New Order, algo más viejo pero que es de ahora. Esa mezcla de electrónica y elementos del rock. No es electrónico puro”. “Kawaii”, la canción, es la más parecida a los discos anteriores de Luciana. Fue producida por Pablo Márquez Grabia y, hay que reconocerlo, suena un poco descolgada del resto. En ese contraste es donde el trabajo de Ignacio Molina cobra mayor relevancia. Luciana lo reconoce y cuenta cómo fue el


método de trabajo: “Confié mucho en él como productor de toda la parte musical. Él hizo todo, tocó todo el disco. Yo estaba con mi embarazo recontra avanzado cuando recién logré encontrarme con él. Antes había charlado con otros productores, me habían hecho propuestas y no me gustaban. No puedo decirte con quién (risas). Estaba obsesionada con sacarlo antes de parir, cosa que no logré. Pero con él todo bien. Lo que hacía era mandarle la canción, la línea melódica, y él me mandaba una idea. Íbamos trabajando por WhatsApp porque él vive en Bariloche y en ese momento vivía en Santa Fe. Yo le mandaba una parte, le decía ‘se me ocurre un coro para acá’, entonces le grababa desde mi casa. Él después se vino a grabar voces en un par de ocasiones y a conocernos, porque ni siquiera nos habíamos visto la cara”. Kawaii significa “lindo” o “tierno”. Para Luciana la palabra llegó de manera casual y, como el encuentro con Ignacio, funcionó perfectamente en el disco. “No lo pensé mucho al nombre. No conocía el término. Cuando le dije a Mario Pak el nombre de la canción, me dijo que era un término japonés. No tenía mucho sentido, digamos, pero quedó y encaja porque todos los sonidos y todos los teclados tienen esa cosa naif y linda. Está bueno”, dice. Si hay que ubicar a Luciana Tagliapietra dentro de un género habría que meterla directamente en el infinito y variopinto mundo del indie. La escena porteña a la que ahora pertenece le da lugar pero su música se pierde entre cientos de discos, miles de canciones que aparecen a cada rato. Kawaii no ha tenido demasiada difusión en los medios hasta el momento, a excepción de los elogios que el ex Soda Stereo Zeta Bosio le dio en Perros de la calle, el programa que conduce Andy Kusnetzoff en la radio Metro. Y debido al nuevo rol de madre de la artista los shows en vivo han sido pocos. Es un disco para descubrir casi por completo. “Este año recién me estoy armando, estoy en un paréntesis importante”, reconoce Luciana, anticipa que para abril publicará al menos una canción nueva y hace la inevitable comparación entre las escenas de Buenos Aires y Tucumán, tan parecida a la de Salta en muchos aspectos: “No estoy muy al tanto de la escena de acá. Hace muy poco fui a cantar con Bruno Masino (también tucumano). Acá hay una escala mayor, es más profesional, pero no sé bien en qué sentido, porque los dueños de los lugares a veces son recontra forros con los músicos. O casi siempre. Es re difícil tocar. Un bar que vende la cerveza, que vende todo, igual cobra un porcentaje de las entradas. Es difícil la difusión. Acá es todo en una escala más grande pero es igual que en cualquier lado. Y encima es más difícil mover gente. Por

lo menos dentro de los circuitos que yo conozco”. La inseguridad que Luciana demuestra en las letras de sus canciones se percibe cuando la charla pasa por zonas extramusicales. En medio del debate por la igualdad de género, la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito y las denuncias por abusos en el rock, la tucumana trata de reflexionar al respecto: “Tengo formadas mis ideas pero me cuesta un poco hablarlas, no soy de tener un speech. Sobre todo porque pienso mucho las cosas. Siempre estoy pensando. Me parece que (reivindicar el feminismo) es lo que tenemos que hacer las mujeres. Yo no he tenido experiencias muy malas porque siempre he defendido mi lugar como mujer, como persona. Yo me paro en un lugar y chau. Por más que ahora no sepa

“Ha sido un gran cambio ser madre. La maternidad me ha dado una confianza. Te das cuenta de que en realidad el sentido de la vida a veces supera al sentido del arte”.

cómo decírtelo y me ponga insegura, pero no he tenido esa mala suerte. Quizás sí en experiencias personales, más allá de la música”. “Puede ser que yo, a veces, tenga estereotipos de formas de ser -reconoce-. Que piense ‘esto lo haría porque es femenino’, y que a veces me tire más hacer una cosa masculina y piense ‘no, esto no es de mujer’. Que piense que una cosa violenta, ruda o torpe solamente forman parte del hombre, y ser suave sea ser mujer. Y yo a veces tengo una energía en la que soy más torpe. Me ha pasado alguna vez decir ‘qué estoy haciendo’ y después darme cuenta y decir ‘no, pará: soy yo’. (Hay que) Aceptarse a uno mismo. Para ser mujer y para aceptarte a vos misma tenés

que trascender también esa barrera de si sos linda, si no sos linda, y que la mujer tiene que ser esa suavidad perfecta, que obviamente está impuesta desde siempre. Entonces, cuando pasás por encima de eso decís me importa un choto”. El proceso de grabación de Kawaii comenzó en marzo de 2017, cuando Luciana estaba embarazada de siete meses. Esperaba a Paloma, su primera hija. Las canciones surgieron en una etapa previa al embarazo pero su estado definitivamente fue determinante para grabarlas. “Creo que hay una que sí es del momento de estar embarazada pero todas las otras son anteriores -detalla-. Las venía tocando y las quería grabar. Hice otras canciones durante el embarazo pero no están en el disco. Capaz que si no estaba embarazada le iba a dar más vueltas al asunto. Creo que es un disco que me salió con mucha entrega, con mucha vitalidad. Lo que yo deseaba en ese momento era que fuera algo vital. Como ahora no tengo mucho tiempo y mi energía se consume mucho con mi bebé, es como que quiero salir al escenario y bailar. Quiero vivir la música como algo muy divertido. También por esto que soy una persona muy depresiva e insoportable (se ríe) necesito divertirme de alguna manera”. “Yo siento que soy una persona muy emotiva desde que he nacido, desde que tengo conciencia -sigue-. Sí, obviamente, cuando estás embarazada pasás por un montón de estados emocionales muy importantes y nuevos, que nunca habías tenido. En ese sentido ha sido un gran cambio ser madre. Por ahí en la etapa previa a tener un hijo, en la juventud, podés dar vueltas en una cosa muy tonta. Cuestiones como enroscadas: qué pensará tal, si hago esta música qué dirán. Creo que la maternidad me ha dado una confianza. Esto es lo que yo quiero hacer y listo. Algo así, algo que tiene que ver con eso. Es como que te das cuenta de que en realidad el sentido de la vida a veces supera al sentido del arte. Y el sentido del arte se hace mucho más importante. Todo cobra mucho más sentido, porque si estás teniendo una vida a tu cargo, a esa vida le tenés que dar un marco, le tenés que dar un mundo, le tenés que decir cosas. Empezás a ver con ojos de alguien recién nacido. Es como una locura, se te resetea la cabeza y todo lo mirás de otra forma. Te das cuenta cuando algo es una pose, cuando algo es muy superficial, cuando algo no sirve o no dice nada. Siendo madre eso me ha pasado mucho con los valores. Hay cosas que no me interesan más. Ciertas cuestiones muy banales que tiene el pop, por ejemplo, más allá de lo musical, que tienen que ver con una cierta complacencia. Eso me molesta. Porque yo también soy muy ingenua, vivo en una nube, entonces me pasó eso: despertar en ese sentido, que la música sea un aporte real al mundo”.

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Autopista neuronal POR LUCAS CANALDA // FOTOS: GENTILEZA AUTOMATÓN

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El trío de synthpop Automatón propone una línea de trance bailable y de reflexión colectiva. Sintetizadores que atraviesan una Rosario segmentada donde alcanzar nuevos oídos representa un desafío.

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utomatón es un trío de synthpop expresionista nativo de las calles de Rosario. Salvando las referencias idiomáticas, podría ser un exponente universalista con el sonido futurista de un mundo del mañana. En Automatón (2016) y Godzilla (2017), los EP editados hasta la fecha, se reconocen elementos del italo disco, post rock, synthwave y lucidos guiños de cultura narcopop que disparan un rico imaginario personal. Las letras se explayan en inquietudes sociopolíticas del ayer y sus derivaciones de hoy en referencias como “División Burzaco”, “Tony” (por Montana) u “Hombre comunista”. El resultado es un viaje profundo a la introspección que lleva al oyente a preguntarse de qué libro de Sci-Fi salieron Juan Aspeitia (voz, sintes, programaciones), Marcos Mosca (sintes, bajo) y Mauro Cuffaro (sintes, guitarra), robots existencialistas que no parecen tener número de serie pero sí DNI. “Nos gusta el concepto o lo conceptual como punto de partida. Es decir, una idea con cierto anclaje teórico como disparador”, dice Aspeitia. “Generalmente este anclaje responde a un movimiento estético determinado. En el caso del expresionismo, puntualmente el expresionismo en el cine alemán, fue en un principio la condición para determinar el nombre de la banda: el autómata o ser maquinal, aquel que es movido por fuerzas que desconoce, ese que no tiene el poder del logos, nos parecía una buena analogía para una banda que usaba máquinas para hacer música. De ahí en adelante la sombra de ese movimiento nos persigue pero de una manera más sintética y en cierto punto más estética todavía. Si ves la tapa de nuestro disco podríamos hablar de una estética expresionista. Sería en realidad un expresionismo abstracto influenciado por el pop que es, en líneas generales, el estilo que hacemos. Entonces tenés la conjunción de estas dos grandes ideas. Godzilla, el monstruo mutante creado por el hombre (indirectamente), el autómata. No hay ningún monstruo en la tapa, nos encontramos con la cabeza de una estatua solitaria en un espacio indeterminado o abstracto (color rojo) pero dice Godzilla. Y ves los nombres de los temas y encontrás,

efectivamente, los nombres ‘Tony’ y ‘División Burzaco’ o ‘Algas’, y escuchás la letra. Sólo queda hacer asociaciones para armar la foto total. Eso es un concepto, y esa es la parte pop en la forma que nosotros lo vemos: una manera frívola o risueña, en apariencia, de mostrar algo que nos parece muy grave. - Las letras del grupo tienden a la introspección. Paradójicamente, la música va hacia el movimiento y al trance. ¿Cómo se maneja eso? - Aspeitia: No están pensadas como

“El cruce colectivo tiene una impronta subversiva al discurso que predomina en la actualidad. Todos somos iguales, nadie vale más o menos que otro. Es una puesta a prueba constante porque el mundo en el que vivimos está preparado para otra cosa”. un viaje introspectivo, pero sucede que muchas de ellas cuentan con un narrador en primera persona porque justamente son diferentes personas las que hablan. Si eso permite una mayor inmersión en la parte lírica de la canción, bienvenido, pero no está directamente buscado. Pienso ahora que una introspección también es una especie de trance. Volvemos a lo dicho anteriormente; lo bailable es la parte pop, el lado de la apariencia, el envase. Sin ese contenedor, y bueno... sería un lamento por tema. De alguna manera, y aunque cueste creerlo, nos ponemos en la difícil tarea de bailar para no llorar. Automatón forma parte del sello independiente Discos Del Saladillo, dueño de una variopinta paleta de sonoridades que van del stoner rock de Aguas Tónicas y Conecticud hasta el paisajismo sonoro y experimental de Cromattista o el space rock infinito de Campo. Los integrantes del trío, al igual que to-

dos sus compañeros de escudería, creen en la autogestión y del impulso DIY en una opus city cada vez más librada al rigor burocrático y a las modas comerciales de los gastronómicos/bolicheros que van haciendo mella en el circuito de recitales. Durante 2017 el sello llevó a cabo Si lo construyes, ellxs vendrán, una cita mensual en el (hoy desaparecido) Centro Cultural El Espiral, bajo la premisa de reunir artistas e invitados de otras ciudades, para generar un encuentro artístico que vaya más allá de las expectativas de convocatoria o de rédito financiero. Dentro del tísico circuito rosarino el ciclo fue una sana apuesta por generar un lugar de encuentro genuinamente musical donde la propuesta artística era el principal objetivo, sin hype o marketing social. El ciclo tuvo un cierre de alto perfil en el clásico Teatro del Sindicato de Empleados de Comercio donde Automatón, Cromattista y Unexcoder fueron las atracciones musicales. “Para nosotros como sello fue una experiencia muy enriquecedora y podría decir fundamental”, señala Aspeitia. “Fue un laburo de autogestión colectiva en donde la premisa fue el cruce de diferentes artistas en un entorno íntimo para que la música pudiera ser lo principal. Se dieron unas fechas alucinantes. Culminó con la presentación en vivo en el teatro en donde se presentaron tres proyectos de nuestro catálogo junto al colectivo Axiolandia, que se encargó de las proyecciones. La convocatoria superó nuestras expectativas y fue una suerte de apertura hacia un nuevo público”, agrega. Más allá de seguidores de cada artista, la movida de Si lo construyes, ellxs vendrán obtuvo un vistazo de gente curiosa que se acercó atraída por el título del ciclo y terminó descubriendo proyectos nuevos. Un detalle no menor en una Rosario segmentada donde alcanzar nuevos oídos se presenta casi como un desafío contemporáneo para las bandas locales. Según Aspeitia, para 2018 tienen “la intención de continuar con el ciclo de forma itinerante”: “Es decir que las sedes van a ir cambiando según los artistas que vayan pasando. Esa podría ser una de las formas para encontrarse con un público nuevo”. Finalmente, reflexiona: “Entiendo que la música que hacemos, tanto nosotros como nuestros compañeros de sello, es en principio alternativa o fuera de

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un circuito comercial, por lo que no sé bien cuál es el potencial alcance qué podríamos tener o cuál sería ese nuevo público al que acceder. Si a eso le agregamos los pocos lugares que quedan en la ciudad para presentarse en vivo, el panorama que se viene es bastante complicado. En principio la intención de la banda es empezar a tocar fuera de la ciudad con mayor frecuencia y existen las ganas de, alguna vez, salir al exterior”. - ¿Cual fue el aprendizaje más importante después de tantos años laburando desde la autogestión? - A: Cuando se encara esta forma de emprendimiento, el cruce colectivo entre los diferentes artistas involucrados,

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por ejemplo para una fecha, ya sean músicos, DJs, sonidistas, diseñadores, VJs o stages, tiene siempre una impronta comunista que es muy sana y sobre todo muy subversiva al discurso que predomina en la actualidad, porque nadie tiene decisión o poder sobre el otro. Todos somos iguales, nadie vale más o menos que otro. Y es un desafío y una puesta a prueba constante porque el mundo en el que vivimos está preparado para otra cosa y las contradicciones afloran y los prejuicios se manifiestan, pero a la mañana siguiente pensás que es el camino que hay que seguir y no hay que aflojar.

“Nos gusta lo conceptual como punto de partida. Una idea con cierto anclaje teórico como disparador”.


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Por Franco Hessling y Mariano Guerrero // Fotos de Fernando Cata

LA CAĂ‘A PARA LOS QUE LA TRABAJAN Retazos de un paseo por latifundios azucareros: una recorrida por los ingenios de Salta y Jujuy. Despidos, anuncios de cierre y la vigencia de la caĂąa en la matriz productiva de ambas provincias.



La Casa Rosada, en el Ledesma, Jujuy. En las anteriores, el Ingenio Rio en la localidad jujeĂąa Mendieta.

Ingenio pĂĄginas Grande, de La


L

as manos resecas de Lucho Nieva llevan sellada la inclemencia del desempeño en la zafra. Podría creerse que son herencia de Luis, su padre, también de extremidades pronunciadas y curtidas. Los dos son de tez morena, rasgos fuertes y detallados y presentan una importante contextura física. Sin embargo, coinciden en la callosidad porque ambos pasaron por el Ingenio San Isidro. Su hogar aparece tras pasar un canal de agua, al costado del predio del club. Está en uno de los barrios lindantes a la fábrica, una zona de varias casas pequeñas y humildes que se ordenan simétricamente dentro de un mismo terreno. En la familia Nieva hay más de ocho hermanos y hermanas que comparten una larga historia de tradición laboral en el Ingenio. Desde el abuelo paterno, que supo trabajar cuando la planta era propiedad de los Cornejo, allá por fines de los 40, pasando por Luis, que quedó desocupado cuando se declaró la quiebra del 93. En la actualidad, tres de los hijos de Luis trabajan para el grupo peruano Gloria. A principios de enero, la empresa comunicó el cese de actividades en Campo Santo, donde el ingenio es la polea que articula todas las relaciones económicas. Directa o indirectamente, todo el pueblo depende de la planta azucarera.

El Grupo Gloria es, según su propia página web, “un conglomerado industrial” cuyas “actividades se desarrollan en los sectores de lácteos y alimentos, en cemento, papeles, agroindustria, transporte y servicios”. Sólo en la rama de los ingenios azucareros es propietario de unas ocho plantas distribuidas entre Perú, Ecuador y el norte de Argentina. No hay trabajador en Campo Santo que no ponga en duda la versión de la empresa sobre una supuesta crisis. Los economistas Gastón Remy y Emiliano Trodler aseguraron en La Izquierda Diario que entre 2013 y 2017, el precio del bioetanol registró un incremento de

No hay trabajador en Campo Santo que no ponga en duda la versión de la empresa sobre una supuesta crisis en el Ingenio San Isidro.

**** El 19 de enero, el Grupo Gloria, que administra la producción en el ingenio San Isidro a través de las empresas Prosal S. A. y Emaisa S. A., colocó un banner en la puerta de ingreso anunciando la inviabilidad del negocio en Argentina, por lo que había presentado un Proceso Preventivo de Crisis (PPC) en el Ministerio de Trabajo de Nación. La empresa se comprometía a garantizar el salario para todos los trabajadores de planta durante tres meses, el tiempo que se estima que necesitan las autoridades del Ministerio para evaluar el PPC y proponer posibles soluciones. A los pocos días, luego de que el miércoles 24 tuviera lugar en Buenos Aires la primera reunión entre representantes del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar del Ingenio San Isidro (SOEASI), funcionarios estatales y representantes del Grupo Gloria; este último redobló la apuesta anunciando el cierre definitivo de la fábrica. Quedarían en la calle 738 familias que dependen de manera directa del ingenio. Otras 1600 se verían afectadas de manera indirecta.

4,9 pesos a 16,8; mientras que para las cantidades vendidas no dejaron de evolucionar desde 2015. Si se toma “el precio del ´azúcar común tipo A vagón ingenio” como referencia, se observa que los precios se triplican en cinco años, con un fuerte aumento (52%) entre 2016 y 2017 para el mercado interno. Los especialistas observaron que “más allá de las variaciones periódicas, la producción se mantiene en niveles más o menos estables, con exportaciones que incluso tuvieron un aumento récord (230% en precio y 211% en volumen) en 2016”. **** Luego de que el peronista Hernán Hipólito Cornejo abandonara la gobernación de Salta en el 91, su familia declaró la quiebra del ingenio San Isidro consiguiendo que el gobierno reno-

vador de Roberto Ulloa hiciera la vista gorda a responsabilidades patronales, como el pago de indemnizaciones. Sólo algunos de los despedidos consiguieron resarcimientos tras un largo peregrinar judicial que duró, en los casos más expeditivos, una década. Los Nieva, al igual que varios lugareños, recuerdan acongojados la última vez que el ingenio estuvo cerrado. Después de la quiebra hubo zafras accidentadas en las que se organizó la producción a través de cooperativas sin patrón pero con caudillos de la vieja burocracia sindical de los Villagra. Luego, la actividad se suspendió por un par de campañas. Eso causó migraciones, desintegró lazos familiares que anidaban en el pueblo y desdibujó la vitalidad que solía tener el lugar. Ahora el temor es que ocurra algo similar. “Esto es como en el año 92. En aquella época dejaron sin trabajo a todos, y el actual intendente -Mario Cuenca, padre de Mariano, actual secretario general del SOEASI - se benefició con eso”, subraya Lucho, contextualizando su posición crítica con respecto a la pasividad que viene mostrando el sindicato pese al anuncio de cierre. Los testimonios ubican el punto de partida de la carrera sindical de Mariano Cuenca cuando los administradores del ingenio, donde trabajaba como ayudante de soldador, decidieron despedirlo hace unos cinco años. La influencia acumulada por el padre, que además es el presidente del Foro de Intendentes de la provincia, y la solidaridad de los trabajadores, permitieron la reincorporación inmediata de Mariano. Tras aquel episodio, en las siguientes elecciones sindicales, se coronó secretario general. Mariano forjó un cuerpo de delegados que responde con disciplina a su mandato y que cuenta con sus propios métodos de organización. Al respecto, Mario, un trabajador calificado del ingenio, clarifica: “Él tenía un año, dos años de trabajo, nosotros que veníamos de años trabajando hicimos paro para que lo reincorporen, no porque fuera apellido Cuenca. Mire ahora como los trata a los socios: cuando hay asamblea y uno quiere opinar, no, hay que decir lo que él te hace decir o no podés opinar. Y si opinás de más o en contra de él, te expulsa del gremio”. Una vez abierto el conflicto de San Isidro, Urtubey optó por renunciar al viaje a Davos junto al presidente Mauricio Macri. A los pocos días viajó a Lima, Perú, acompañado por su jefe de Gabinete, Fernando Yarade, para reunirse con el directorio del Grupo Gloria. El gobernador sólo trajo la certeza de que la empresa no deseaba continuar administrando el ingenio. **** La caña es la matriz productiva de la

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CLEMENTINA ESCALANTE (COCINERA DE OLLAS POPULARES, LOTE EL PUESTO)

RAIMUNDO PALAVECINO (JUBILADO DE 76 AÑOS, INGENIO SAN ISIDRO)

RAMON HERRERA (OBRERO EN ACTIVIDAD, 56 AÑOS)

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DANIEL TORRES (OBRERO DESPEDIDO, LOTE EL PUESTO)


LUIS ANTONIO RUEDA (JUBILADO RECIENTEMENTE, 68 AÑOS)

LUIS NIEVA HIJO (OBRERO DESPEDIDO, SAN ISIDRO)

JUAN BENITO LOPEZ (LISTA VERDE, SAN ISIDRO)

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economía regional. Millones de hectáreas que rodean poblaciones de enclave. Es el paisaje de diversos sitios de Tucumán, Salta y Jujuy, donde, en prácticamente todos los casos, las ciudades se fundaron luego de que existieran los ingenios. La inconfundible pestilencia del bagazo guía la ruta de un recorrido por el corazón del ramal azucarero saltojujeño, en pleno conflicto. Un cartel a la entrada de La Esperanza, localidad situada tres kilómetros al norte de San Pedro, Jujuy, sintetiza el avance de la frontera agrícola hacia la misma producción que se propugna desde principios del siglo XIX: “Tierra de sol y cañaverales”. En La Mendieta, a 15 kilómetros de San Pedro y 18 de La Esperanza, en la plaza principal se erige el monumento al zafrero, una escultura de un trabajador de campo en plena faena. Aunque haya avanzado la tecnología para el tratamiento de la caña, modificando los procesos fabriles de acciones manufactureras a manipulación de maquinaria digital, la labranza se mantiene igual de indulgente. Lo testimonia la piel cobriza y rasgada de los estibadores, la musculatura de los sembradores y el andar fatigado de los encargados del trabajo topográfico. La leve joroba causada por los pinzamientos de las vértebras, típica de los cargadores de bolsas de cincuenta kilos, es otra imagen estridente de la tortuosidad de la labor en los ingenios. Para colmo, la creciente deshumanización del trabajador que propone el capitalismo sofisticado de nuestros tiempos, no hace otra cosa que profundizar las exigencias de eficiencia aún a costa de la salud del obrero, quien a su vez se expone a peores condiciones medio ambientales de las que había hace doscientos años, cuando la industria implementaba menos tecnología contaminante. Jornadas laborales interminables en los meses de zafra y un calor que enfebrece por el calentamiento global son aditamentos contemporáneos a la ardua tarea histórica de los cañeros. “Años antes se tiraban las cañas y se las pelaba manualmente, ahora va todo a máquinas”, afirma Luis Antonio “Cantera” Rueda, recientemente jubilado del Ingenio Río Grande, adonde trabajó durante 48 años. Ingresó cuando era menor de edad cumpliendo tareas manufactureras y acabó formando parte del plantel fabril que manipula equipamientos de última tecnología. Aunque recientemente jubilado, Cantera viste una camisa de labranza de las que usaba en la planta. Cantera habla con dificultad, está nervioso; jamás, en sus 68 años, creyó que algo que tuviera para decir pudiera ser importante para alguien. Francisco Décima se dedica a realizar viajes en su coche, opera en el ramal que une Calilegua y Libertador

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General San Martín, localidades del departamento Ledesma de Jujuy, homónimo del ingenio más grande de Latinoamérica. El remisero no tiene acceso a jubilación, aunque sienta el cansancio de los años está obligado a trabajar. Se calza una manga de buzo en el brazo izquierdo para aprovechar toda hora del día, aún las más soleadas, y sale a manejar. El Ingenio Ledesma es propiedad de la familia Blaquier Arrieta. Todavía no asomaban los años 70 y la presidencia del conjunto de compañías seguía en manos de Herminio Arrieta, quien al abandonar el cargo fue reemplazado por Pedro Blaquier, precoz en entablar relaciones con las fuerzas policiales y militares en función de perpetuar su po-

El viernes 9 de febrero, una guarnición de policías ingresó a Yrigoyen disparando contra la retaguardia de la protesta que se llevaba a cabo contra 181 despidos en el Ingenio El Tabacal. Los gases y balas de goma encontraron como primera línea de víctimas a familias, niños incluidos.

der como señor feudal de la región. El empresario que accedió al pináculo del emporio por su matrimonio con Nelly Arrieta, la hija de Herminio, no tardó en revelarse inescrupuloso para perpetuar su condición de amo indiscutible de la zona. El remisero lo sabe en carne propia, fue baleado durante los ataques policiales para cumplimentar la orden de intervenir el sindicato (SOEAIL), emanada por el último gobierno de Juan Domingo Perón. Francisco, como casi todos en la zona, trabajó en el ingenio; la gran mayoría de los hombres del lugar traba-

jaron en o para alguna de las empresas de Ledesma. Décima fue alcanzado por varios proyectiles. A cuatro décadas, sonríe al señalar una parte de su mollera por donde rozó la bala que por unos centímetros no lo ultimó. Conserva cicatrices en los brazos con los buracos causados por los proyectiles que le aportillaron los tejidos. “A mí me balean el 21 de abril de 1975. Los milicos habían tomado el sindicato para sacar a Melitón Vázquez. Los jefes pasaron por las secciones diciendo que había amenaza de bomba y que podíamos salir, al encarar para afuera, aproximadamente a las 3 de la tarde, fuimos tiroteados. Yo recibí cuatro disparos. Una semana después, el 28 de abril, me llevan a Buenos Aires, al Hospital Piñero. Me dieron el alta el 23 de diciembre de 1975”, reseña con justeza al tiempo que pilotea su auto. “No era yo sólo, éramos varios los heridos que se trasladaron a Buenos Aires. La empresa después me indemnizó como si hubiese tenido un accidente en horas de trabajo”, remata. Mientras conduce su remis, se entusiasma al resaltar que él no pertenecía al sindicato, lo único que hacía, obligado por la ley, era aportar una alícuota mínima de su gaje. Desconoce por qué le dispararon, aunque fueron varios los heridos no deduce una intención criminal en el accionar policial. Francisco asume que si los disparos hubiesen sido bien direccionados contra los dirigentes, no hubiese habido tanto problema. Desde su punto de vista, lo tremendo fue que los atacados, en gran número, no tenían casi relación con la conducción del sindicato. De hecho, el remisero experimenta sentimientos cruzados con respecto a los Blaquier. Justifica su ambigüedad en que fue la propia empresa la que se hizo cargo de trasladarlo a Buenos Aires después que fue acribillado, allá por 1975. Blaquier es una especie de deidad dionisíaca -mitad humano, mitad dios: desmesurado-, concita tanto respeto como idolatría, tanto pavor como envidia. Está en todas partes, en las escuelas, en los barrios construidos, en el extinto equipo de fútbol, en los nombres de las calles. Incluso está en las reuniones políticas más selectas. Se lo percibe en cada cámara de vigilancia alrededor del complejo fabril, en cada decisión del intendente de turno, en cada fiesta y cada protesta. El señor Blaquier es todopoderoso. **** El viernes 9 de febrero, pasadas las 15.30 horas, una guarnición de policías ingresó a Yrigoyen disparando contra la retaguardia de la protesta que se llevaba a cabo contra 181 despidos en el Ingenio El Tabacal, propiedad de la nor-


teamericana Seaboard Corporation (industria) y de la decimonónica dinastía Patrón Costas (tierras). Los gases y balas de goma encontraron como primera línea de víctimas a las familias, niños incluidos, la fuerza inició la represión por el sector adonde los manifestantes habían apostado la olla popular, los tablones, un freezer y un altoparlante La plazoleta, que incluso contaba con unos caballetes que alguien había llevado para que los niños se entretuviesen dibujando, se arremolinó por el desconcierto colectivo, el ataque por sorpresa fue furibundo y a traición. El jueves, día previo a la represión, los manifestantes habían acordado con el secretario de Seguridad de la Provincia, Jorge Ovejero, que si se alternaban momentos de transito libre con momentos de corte, no habría represión. Embustero, el funcionario no dudó en poner a disposición una copiosa dotación de efectivos cuando el Juzgado Federal de Orán ordenó la represión. Entraron desde Orán, al norte de Salta, y emboscaron la protesta, cargando contra cualesquiera que se cruzara, sea niño, adulto, anciano. La cacería policial fue despiadada. Sin orden de allanamiento, sólo con la licencia para reprimir otorgada por el juez federal de Orán, Gustavo Montoya, ingresaron en el domicilio de Mario “Papucha” Herrera y Mirna Ríos, donde se refugiaba un grupo de protestantes buscando evadirse del efecto de los gases. Papucha es uno de los despedidos por la Seaboard, por si eso fuera poco, recibió una invasión violenta, entraron disparando la puerta, se llevaron detenidos a dos parientes suyos menores de edad y al hijo que comparte con Mirna, de veinte años. Los polizontes también generaron “pérdidas materiales”, destruyeron electrodomésticos. “Fue todo de sorpresa, la ruta estaba habilitada y entraron por atrás (por la plazoleta donde estaba la olla popular) tirando tiros. Me fui a mi casa, donde estaban mis hijos, mi esposa y habían ido unos compañeros. Uno de ellos se puso en la puerta para que la Policía no pudiera entrar, lo sacaron a empujones y tiraron un gas contra la puerta para que se abriera”, relata Papucha. Yrigoyen es un pueblo con tradición de lucha sin cuartel, ante la violencia institucional-estatal, no se amedrentan como citadino, al contrario, tienen especial renuencia para aceptar el abuso de poder. En 2008, 2012 y 2016, las represiones policiales corrieron la misma suerte que el último 9 de febrero: fueron desbordadas por la resistencia popular. Una vez que salieron del desconcierto, los pobladores, con los jóvenes a la cabeza, arremetieron contra los uniformados. Éstos, huérfanos de municiones y muy disminuidos en número, fueron retrocediendo hasta retirarse definitiva-

mente del pueblo y de la ruta nacional 50. Allí, apenas consumada la victoria, los manifestantes volvieron a apostarse por tiempo indeterminado hasta que se liberó a los 9 detenidos, entre los que se contaban los dos menores capturados al voleo en la casa de Papucha y Mirna. La presión del corte y la bravura popular disuadieron a la Policía de mantenerlos detenidos. Al día siguiente, el sábado 10 de febrero, las patrullas que circulaban alrededor de Yrigoyen correspondían a las fuerzas nacionales, Gendarmería y la Federal. Los “milicos” siempre encontrarán resistencia cuando se trate de imponerse con violencia a cualquiera en Yrigoyen. Mirna y Papucha, aunque destrozados por lo sufrido, siguen

“Estamos muy angustiados por la situación. Están imposibilitando todo tipo de progreso que pueda tener el pueblo. Nos quieren hacer desaparecer como lugar, como familias. No hay posibilidades de conseguir otros trabajos en la zona”.

confiando en la lucha, vuelven a la plazoleta para continuar peleando por la reincorporación. Un par de días después de la represión, en la misma plazoleta por donde entraron los azules, Silvia Concha, esposa de Ubaldo Palavecino, otro de los 181 separados de sus puestos de trabajo, cuenta que no esperaban los despidos: “Estamos muy angustiados por la situación. Están imposibilitando todo tipo de progreso que pueda tener el pueblo. Nos quieren hacer desaparecer como lugar, como familias. No hay posibilidades de conseguir otros traba-

jos en la zona”. Resalta que los propios administradores de El Tabacal recientemente emitieron declaraciones celebrando el crecimiento de la producción. **** A fines del año pasado, el gobierno jujeño encabezado por el radical de Cambiemos, Gerardo Morales, anunció que una firma de capitales colombianos, Omega Energy, ofrecía 100 millones de dólares para quedarse con el Ingenio La Esperanza, administrado por síndicos estatales desde que naufragaran las experiencias al frente de la industria de los grupos privados Jorge y Roggio. Según la versión de Morales, Omega Energy imponía una condición para concretar la compra: que la planta de trabajadores fuera de 600, para lo cual, antes de la venta, el estado jujeño debía suprimir 338 puestos laborales. Las familias en la calle iniciaron un proceso de lucha que, aun con las extorsiones de Morales y su runfla, pervive hasta estos días en pelea por la reincorporación. Las mecánicas persuasivas del Gobierno de Jujuy para debilitar la lucha por la reincorporación pasaron principalmente por ofrecer jubilaciones tempranas, reubicaciones -sin reconocimiento de antigüedad ni otros derechos- en dependencias estatales, e indemnizaciones redondeadas hacia arriba. Las mecánicas disuasivas, en cambio, se hicieron ostensibles en una brutal represión a la única medida de fuerza realizada hasta el momento, el 19 de diciembre último, y la detención de manifestantes, algunos de los cuales pasaron varios días en la cárcel y todavía están procesados. El corte de aquel 19 de diciembre se dio luego de que las bases se impusieran en una serie de asambleas que la conducción sindical no pudo timonear. Una fracción de trabajadores auto organizados que supera la centena, apoyados por el PTS-Frente de Izquierda, sostiene la lucha para que no se pierdan los 338 puestos de trabajo en el ingenio. Impulsan actividades diversas para hacer trascender la vigencia del reclamo obrero, y un fondo de lucha para que el hambre no agote las fuerzas de pelearle a un régimen tan persuasivo como disuasivo. Las familias de estos trabajadores conformaron una comisión de mujeres, imprescindible para atisbar energías en una lucha que lleva dos meses y medio. María Flores tiene cuarenta años, vive y creció en el lote El Puesto, sitio donde están radicados trabajadores de campo del ingenio. Allí, el espíritu comunitario mana de una profunda opresión, las condiciones de precariedad son asombrosas, al punto tal que las viviendas no cuentan con baños propios, a lo largo del loteo se distribuyen letrinas de uso comunitario. “No tenemos

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apoyo de nadie, los únicos que están en la lucha son los trabajadores y sus familias, los que manejan el sindicato nos dejaron solos”, explica sin un ápice de resignación, en pie de guerra. Ricardo Juárez trabaja hace 25 años en el ingenio, es oriundo de La Esperanza y tiene menos sensibilidad por los despedidos que por lo que entiende como la degradación del pueblo causada por la decadencia del ingenio. Antes se organizaban actividades culturales, se financiaba el equipo de fútbol para la liga de los veteranos y, mientras lo dice reflexiona, “había más puestos de trabajo”. Desde finales de los 80 a esta parte, se pasó de unos cuatro mil trabajadores a menos de mil, con la intención de que queden sólo 600. Balbucea en un soliloquio inentendible, luego puntualiza: “El ingenio empezó a decaer a principios de los 90, cuando los Jorge declararon la quiebra”. ****

Corte de ruta en las inmediaciones del Ingenio Tabacal, Salta.

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A juzgar por la situación actual del Grupo Jorge, administrador preeminente del Ingenio Río Grande, en La Mendieta, a escasos 18 kilómetros de La Esperanza, la aducida “quiebra” en La Esperanza fue antes una excusa para huir del lugar evitando gravámenes patronales que una situación de crisis económica genuina. Según el balance de toneladas de la zafra 2017, el Ingenio Río Grande es el tercero con mayor volumen de producción, sólo detrás de las monumentales infraestructuras de El Tabacal y Ledesma. “Sabemos que este ingenio es uno de los que menos conflictos tiene, los trabajadores ganamos bien y tenemos, dentro de todo, buenas condiciones de trabajo. Hay que tener en cuenta lo que pasa en los otros ingenios, pero igualmente eso depende de cada una de las administraciones. Tenemos que saber que estamos bien pero podemos estar mejor, si nosotros no peleamos por nuestros derechos los vamos a perder. Por ejemplo, nos quieren volver polifuncionales, no amplían los puestos de planta permanente ni se incorporan nuevos trabajadores”, opina Ramón Herrera, de 56 años, que trabaja en la fermentación de alcoholes desde 1994. Es el único ingenio del ramal adonde hay dos sindicatos, uno para los obreros y trabajadores de campo, y otro para los empleados administrativos. Ricardo Juárez, el trabajador de La Esperanza que recordaba que los Jorge habían comenzado la degradación del ingenio por su falta de preocupación por actividades externas a la estricta producción zafrera, no se equivocaba. El ingenio apostado en La Mendieta se desentendió de cualquier aporte para mantener la Asociación de Tiro y Deportes Río Grande, que, como su nombre devela, fue fundada y mantenida


por mucho tiempo por los dueños anteriores del ingenio. **** Igual que en los principios del Estado-Nación rioplatense, la economía regional de la zona salto-jujeña descansa fundamentalmente en la zafra, además de otros productos primarios, algunos producidos por los propios ingenios, como los cítricos. Por estos días, todas las patronales cañeras se declaran en crisis, argumento que usan para anunciar cierres y despidos. De todos modos, las utilidades del rubro siguen en alza, los derivados de la caña se han diversificado y los ingenios no sólo producen azúcar refinada, también orgánica, alcoholes y biocombustibles -sobretodo bioetanol-. Ledesma, además, produce frutas y papel, mientras que El Tabacal cuenta con una usina generadora de energía eléctrica, parte de la cual le renta al Gobierno de Salta. El dios dionisíaco de Ledesma emana por todas partes, es inevitable sentir su presencia panóptica en cada lugar de su terruño. “El problema no es que vayan a creer que sos policía, van a creer que te manda Blaquier”, advierte un empleado del ingenio ante la consulta periodística por la reticencia de trabajadores para dialogar. El clima de miedo es una constante, si pudo participar de la desaparición física de un intendente, Blaquier puede cargarse a cualquiera, y en connivencia con cualquier gobierno que no amenace con expropiarlo. En El Tabacal la opresión es también ostensible, las estrategias de los administradores, Hugo Rossi y Juan Carlos Amura, son igualmente intimidatorias. Además de contar con la violencia policial puesta a disposición por el gobernador Juan Manuel Urtubey, igual que Morales en Jujuy, la patronal se ocupa permanentemente de sembrar pavor entre los trabajadores y pobladores. El Grupo Jorge no es menos indulgente, su homólogo Gloria amenaza con cerrar y el gobierno de Morales intenta desguazar La Esperanza. ¿Todos están en crisis? ¿A qué se debe? Una de las razones nodales de esta coyuntura lejos está de pérdidas en los márgenes de ganancia o de exceso de fuerza de trabajo empleada, pues en realidad se vienen sosteniendo y hasta aumentando los volúmenes de producción, el problema radica en la incomodidad patronal ante los derechos laborales conquistados y la reciente supresión de beneficios a la exportación de bioetanol. Esto último como efecto del Pacto Fiscal abrochado a fines del año pasado por el Gobierno de la Nación y los gobernadores alineados, entre los que se cuentan Morales y Urtubey. El Tabacal, por citar sólo un ejemplo, hasta ahora recibía créditos fiscales como forma de pago por la compra de energía

que la Provincia hace para abastecer a las poblaciones de Yrigoyen y alrededores. Los nuevos regímenes ajustan esas condonaciones tributarias. Con la misma dificultad que los hombres experimentamos la deconstrucción del enraizado machismo, las patronales azucareras utilizan el argumento de la crisis económica para manifestar su verdadero malestar: la pérdida de privilegios. Solapadamente, aprovechan la coyuntura impositiva para justificar reducción de personal, para eludir obligaciones patronales, y para decapitar las organizaciones gremiales y cualquier atisbo de activismo.

“Nos tenemos que plantar todos hasta el final. Todos tenemos conocimientos y sabemos. ¿Por qué nosotros no podemos agarrar el ingenio?”.

Estado provincial tiene un cuerpo de leyes que permiten la expropiación y estatización de la empresa y la reactivación del ingenio, manteniendo los puestos de trabajo y respetando los derechos adquiridos de los azucareros”. Previamente a la reunión de Urtubey en Perú, el hermano del gobernador y senador nacional, Rodolfo Urtubey, había declarado en contra de la estatización. Santiago Godoy, presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, se despachó en el mismo sentido. Consultado para este artículo, Mariano Cuenca insiste en las dos posibilidades anteriores. Sobre la impaciencia manifestada por algunos trabajadores por la falta de medidas convocadas desde el SOEASI, Cuenca dice que “dentro del expediente presentado por la empresa al Ministerio de Trabajo de la Nación (PPC) no se puede tomar ningún tipo de medidas de acción directa hasta que no finalicen los plazos de dicho procedimiento”. Y asegura que se están realizando asambleas. “No sólo se está coordinando acciones con los sindicatos azucareros que conforman la Federación Azucarera Regional, sino que también se solidarizaron activamente distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas de distintas provincias de Argentina, ya que no es un hecho aislado el que hoy estamos viviendo los azucareros, sino que estamos padeciendo como clase social a lo largo y a lo ancho del país una avanzada del capitalismo organizado y amparado por las políticas del gobierno nacional”, responde, tras ser consultado por las opciones que se manejan, más allá de la caravana azucarera y los acuerdos dirigenciales plasmados en la FAR. ****

La explotación de la caña y sus dividendos, no obstante, seguirán. La matriz zafrera pervive desde principios del siglo XIX y, mientras el país sostenga el modelo, tiene larga vida por delante. **** El secretario general del SOEASI da a conocer a la prensa local que ya habría “varios inversores interesados en comprar el ingenio San Isidro”. “A todos les pediremos que mantengan todos los puestos de trabajo y el convenio colectivo. Hasta el momento, el Grupo Gloria no ha manifestado interés alguno por vender, sino que plantean irse”, agrega. Además, indica que como “plan B”, “en caso de que la intransigencia del Grupo Gloria no se modifique, el

La tarde sofocante en Campo Santo, mientras se comparte el jugo en lo de los Nieva, arroja una idea: la gestión obrera del ingenio ante un eventual retiro de la empresa. Luego de rememorar la experiencia fallida de cooperativas de trabajadores dirigidas por la conducción del sindicato en los años 94 y 95, don Luis Nieva insiste con una vieja discusión que supo tener con sus compañeros de labores: “En aquel tiempo había un grupito que decía ‘muchachos agarremos nosotros el ingenio’. Pero nos tenemos que plantar todos hasta el final. Trabajemos nosotros, porque aquí cada uno sabe trabajar. El que sabe regar la caña, el que sabe preparar el azúcar, el que sabe hacer el análisis, el que sabe cargar basura. ¿Cuántos años venimos trabajando? Yo ya tengo 27 cosechas, conozco el ingenio como la palma de mi mano. Todos tenemos conocimientos y sabemos. ¿Por qué nosotros no podemos agarrar el ingenio?”.

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Por Federico Anzardi // Fotos de Valeriy Hnatenko

E U Q O L Ă R D N VE udio. El t s e e d o c s primer di la necesidad de u s r a c i l b u e acaba de p ivadavia habla sobr o objeto de museo. s s e n r e h t The O modoro R caer en el rock com o C e d o t e t cuar futuro, sin l e a i c a h r apunta

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Es la primera semana del año y el calor en Buenos Aires se vuelve insoportable. Por suerte, la cita con The Otherness es al aire libre y a las seis de la tarde, una hora prudente en la que el sol se comporta de manera un poco más amable. Aún mejor se porta Martín Other, guitarrista y uno de los cantantes del grupo, que aparece con cervezas y maní japonés para todos. La nota con esta banda de Comodoro Rivadavia que acaba de publicar su primer disco de estudio se hace al lado del Jardín Botánico de Buenos Aires, cerca de la locación que los músicos utilizaron para tomar fotos promocionales. The Otherness se formó en 2010. Desde entonces la banda publicó simples, grabaciones en vivo y tocó mucho en vivo. Realizó tres giras autogestionadas por el Reino Unido, donde gracias a su rock and roll cantado en inglés logró acceder a diferentes circuitos locales y mantuvo contacto con músicos y periodistas de la zona. Hasta sonaron en la BBC. Pero ahora están acá, en el calor de Buenos Aires. Martín y Gonzalo, el bajista y también cantante, son hermanos. Treintañeros jóvenes que crecieron juntos en la Patagonia dentro de una familia poco adepta al amor por la música. Debieron forjar su camino a los ponchazos, saltando de disco en disco de manera desordenada. Pero así son los caminos de todas las educaciones musicales. No respetan una sola vía. Un disco puede sorprenderte en la casa de un amigo, en la vereda, en la radio o en un bar. Lo importante es lo que hacemos después con ese descubrimiento. - Martín: Con Gonza hacemos música desde que somos chicos, en Comodoro Rivadavia. Cuando nos mudamos a Buenos Aires empezamos a tocar hasta que la banda se conformó con el ingreso de Pablo en 2010 (el baterista. El grupo se completa con Agustín en guitarra. Todos adoptaron el Other a sus nombres). Ahí fuimos primero a tocar a Paraguay, que fue nuestra primera gira. Empezamos a tocar en vivo con un poco más de regularidad, cambiamos el formato, nos convertimos en un cuarteto de guitarras. Gonza y yo siempre compusimos las canciones y cantamos e hicimos la primera gira al extranjero. Tocamos en Torino y en Londres. Fueron tres meses, de 2010 al 2011. En base a esa experiencia pudimos armar las otras giras. Ahí conocimos a John Robb, que es un periodista reconocido en Manchester, que descubrió a Nirvana y a Oasis, por ejemplo. A él le gustó nuestra historia, porque nosotros caminábamos muchas cuadras en invierno para conseguir recitales, porque habíamos ido con pocos contactos. Eso se ve que le gustó mucho y nos permitió contactarnos con gente para después volver a ir. Ya hicimos tres giras y ahora estamos viendo cómo

hacer la cuarta para junio de este año. Después estuvimos siempre acá, en la escena underground de Buenos Aires. Tocamos siempre, hemos hecho giras por Patagonia, hemos ido a tocar a Rosario. - Gonzalo: Nosotros hoy no tenemos un lugar en la escena emergente de la música indie de Buenos Aires porque musicalmente nuestra propuesta es diferente. Y eso está más allá del idioma. Así cantáramos en español, musicalmente lo que nosotros hacemos con el grupo no tiene mucha relación con el circuito indie como forma musical. Lo que siento es como que nosotros queremos formar parte de lo que viene, después de lo que fue en los últimos quince años, que fue básicamente un movimiento indie underground que viene de los 90. - M: Claro, como forma musical, nosotros notamos que el movimiento indie

“Para mí el músico hoy tiene que adaptarse a las reglas que hay o proponer nuevas. Quedarse en la queja pensando en cómo era antes es irse a la B”.

acá, la música, es algo que ya sucedió. Influencias de Pavement y todas bandas de finales de los 80 y principios de los 90. Sólo cambió el lenguaje hablado. Y es música que no tiene swing para nosotros. Entonces, desde lo musical, la propuesta es diferente, pero no es que uno es negacionista o destructor de escenas (risas). Está todo bien, es música nomás. - G: Sino que es sólo que uno quiere dar un paso adelante respecto a lo que se viene haciendo. - M: Vemos que es muy repetitivo el formato. Y ya se extinguió a mediados de los 90 como para seguir insistiendo con eso. El disco The Otherness fue grabado en Buenos Aires en tres jornadas durante el mes de diciembre de 2017. Tiene catorce canciones. Algunas ya habían aparecido en simples online. - G: Una (jornada) fue básicamente de armado y dos de grabación. Fue intenso, porque siempre en el estudio estás un poquito a contrarreloj, entonc-

es es una presión que te motiva para ajustar la performance, pero también te hace sentir que tenés que estar ajustado porque sabés que lo que hagas ahí va a ser lo que va a quedar. No podés volver atrás y tocar o cantar de nuevo. - M: Fueron catorce canciones y las grabamos tocando todos al mismo tiempo, por lo que el que se equivocaba tenía el peso del ojo del compañero. - G: Pensá que es la primera vez que grabamos un álbum. Y arrancamos en 2010. Entonces fue un proceso de siete años puliendo la música hasta sentir que estábamos preparados. Es muy gracioso porque ahora ya no veo la hora de grabar de nuevo. Pero estamos disfrutando mucho de las canciones. No es que decimos OK, queremos hacer otra cosa. Es gratificante saber que escuchamos el álbum hoy y nos gusta. - M: De las catorce canciones del álbum podemos decir que la mitad las veníamos tocando en las giras pero también hay cosas nuevas. Habíamos sacado singles pero les cambiamos el arreglo. Gonza hizo un laburo muy bueno en los arreglos. Y después hay cinco o seis canciones, más o menos, que pertenecen a un período de composición bastante reciente. Entonces es como que el álbum refleja bastante bien la identidad musical de la banda porque condensa lo que arrastramos en nuestra experiencia de las giras y todo eso y también nuestras nuevas inquietudes artísticas. Las cinco primeras canciones del disco son casi todas nuevas. - G: Creo que hay seis o siete canciones que las empezamos a ensayar para el álbum. Y hubo canciones que grabamos sin haber tocado en vivo antes de grabarlas. - ¿No es curioso que hayan ensayado tanto para grabar un disco que intenta reflejar una música que es ideal para tocar en vivo y que implica cierta sangre y sudor en la interpretación? - G: Es un formato básico. Son canciones cortas y que parecen simples. Vos las escribís, después las arreglás y las vas a ensayar y cuando las estás ensayando te das cuenta de que no son tan simples (risas). Las querés hacer bien. Y si bien son canciones que rondan los dos minutos, dos minutos y medio, tratamos de desarrollar la mayor cantidad de elementos musicales posibles dentro de la estructura básica de una canción pop. Y eso querés que se note en el vivo, porque es lo que hace que la audiencia, sepa de música o no, pueda ver algo que le genere cierto interés porque siempre te dispara algo atractivo. - M: Y aparte, si escuchás el disco, los únicos overdubs que hay son palmas o alguna percusión, que a veces es natural en el público aplaudir alguna sección cuando queda la batería, como en “She feels the soul”, por ejemplo. Entonces, nuestro disco está hecho para ser toca-

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do en vivo prácticamente idéntico a como lo grabamos. Y eso me parece importante en la relación artista público, porque es feo cuando las bandas no suenan ni de cerca a lo que suenan en el disco. Es un bajón. - G: También es una cuestión de recursos. Nosotros somos un grupo independiente, giramos y no podemos darnos el lujo de decir “en esta parte metemos un cuarteto de cuerdas”. Creo que en ese sentido el álbum es bien representativo del presente del grupo. De hecho, el sonido no está muy retocado. Sí, obviamente, hay trabajo de estudio para mejorar la calidad, pero nada que exceda a la interpretación del momento. Estos dos hermanos que hoy manejan un lenguaje musical y la información suficiente como para sentarse a discutir del asunto durante horas partieron desde la alejada Comodoro Rivadavia. No hace falta explicar lo que significaba vivir en una localidad pequeña y querer conseguir música antes de los 2000. - M: Nuestro abuelo materno escuchaba Carlos Gardel y era la única referencia musical que teníamos. Pero nuestros padres no escuchan música ni hay ejecutantes de instrumentos en la familia. Empezó primero Gonza tocando guitarra y batería de chiquito. Después empezamos a estudiar guitarra con Alberto Iribarne, antes de la

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adolescencia. Con diez, doce años. Y después empezamos a componer y a escuchar mucha música. En Comodoro era difícil conseguir discos. - G: En el 99 escuchábamos mucho a Lou Reed. Y conseguir los álbumes era ‘¡Uhhh!’. Hasta hoy es raro (risas). - M: Encuentro dos momentos: uno era que cuando él y yo éramos adolescentes y por ahí veíamos alguna entrevista a Cobain o a Luca Prodan, que eran los que más escuchábamos en esa época de chicos, y te daban referencias. Jim Morrison, por ejemplo. Luca decía Jim Morrison, Lou Reed, Bob Marley, The Clash. Cobain decía “The Beatles escribieron las canciones más hermosas que alguna vez escuché”. Eso ya nos abrió un panorama como para ver qué escuchar. Y después, algo accidental, pero yo lo considero otro momento: recién empezaba nuestra banda y un día Gonza estaba cantando una canción de Eddie Cochran en una radio ahí en el sur, en Rada Tilly, y conocimos a un pibe que se llama Juan Calo. Él venía de una familia muy humilde y se movía un montón para conseguir CD grabados. Se los copiaba. - G: Una casa chiquita, una habitación y media, las paredes explotadas de álbumes. Lo que se te ocurra. - M: Nos introdujo a Sam Cooke, Johnny Cash, Ray Charles. - G: Discos de Lead Belly. Una excelente colección. - M: Motown. - G: De hecho ha venido a Buenos Aires. Le pegó un paseo al viejo de (la famosa disquería) Abraxas (risas). - ¿Y dónde conseguía los discos? - G: Viajaba.

- M: Se movía un montón. Hacía seis kilómetros para copiarse un CD. - Antes leíamos más sobre una banda que lo que la escuchábamos. Porque no llegaban los discos. - G: Y es rarísimo pensar que uno fue contemporáneo a esa época de falta de acceso. - M: Sí, pero a mí también me gusta pertenecer a la generación en la que estuvimos entre descubrirlo por tu cuenta y tenerlo servido. Porque ahora sí, a mí me encanta, entro a Spotify, Leonard Cohen, toda la discografía. Pero una vuelta estábamos en Londres con un periodista que se llama John Doran, de The Quietus, y él nos decía que para él hoy las bandas son menos originales. Decía que los Joy Division eran fans de The Doors pero no se conseguían tantos discos de The Doors entonces se tenían que imaginar el sonido. Y después fueron a un show de Sex Pistols y hacían algo sin tener la referencia que nosotros tenemos ahora. - G: Pero sabés que también al momento de escuchar música siempre es importante poder trazar una línea, que es la que la relaciona a los artistas entre sí. Hoy, cuando vas a un lugar, vas a un lugar donde suena blues y va a sonar todo el tiempo blues. Vas a un lugar donde suena funk y te suena todo súper funk. Y eso hace que los estilos musicales estén todos separados en pequeños cajoncitos, cuando no es así. Escuchar música verdaderamente te permite poder trazar líneas entre la diversidad de estilos musicales dentro del rock and roll, que ahí creo que es donde está la verdadera riqueza de la variedad en el sonido, cuando vos podés entender qué relación existe entre un artista y el otro dentro de lo musical. Nosotros tratamos de lograr eso con nuestra música. Creemos que la variedad es fundamental al momento de crear música porque es lo que te permite romper los esquemas de cómo se consume la música hoy en día. Rompés con esa idea de encasillar, de ponerle tags a cada sonido. Podés trazar una línea entre una canción y la otra con un concepto un poquito más global. - M: Por eso también “The Otherness” (“la otredad”). Viste que cuando vos por ahí estás buscando música y te dice: swing, blues, rock, other, que es otra cosa. Entonces The Otherness trasciende el mandato social para nosotros. Cuando pensamos en el nombre de la banda pensamos en la otredad como una forma de libertad desde una perspectiva nueva. Porque al trascender el mandato social uno toma conciencia de que no elegís dónde nacés, no elegís qué idioma hablar, no elegís qué sexo tenés, pero te lo podés inventar para vos mismo. Entonces nosotros


a esa libertad la aplicamos a la música porque somos oriundos de la Patagonia y no interpretamos música tehuelche, que por ahí en una línea de tradición sería lo que deberíamos interpretar. - Pero la línea para ustedes no es la música de la zona sino la casa de Juan. - G: Tal cual. Nosotros trazamos ese pequeño recorrido musical de acuerdo a nuestra convicción de lo que creemos que es lo correcto al momento de hacer música, que al fin y al cabo es música. No es ingeniería nuclear, que sabés que va a alterar el curso del universo. - En un punto es imposible decir “yo soy de tal lado, tengo que hacer tal música”. - G: Imaginate que hoy el acceso es ilimitado. El acceso, aunque no lo quieras, lo tenés igual. Eso es lo más complicado. Si vos tenés un acceso tan grande, y no solamente es el acceso, sino también tenés todos estos algoritmos que te están ofreciendo constantemente material acorde a un supuesto gusto tuyo. - M: Eso lo decimos en la canción “I bet he knows”. - G: ¿Cómo podés desarrollar este trazo del que hablábamos antes cuando estás teniendo una invasión de sugerencias que está sesgando tu capacidad de elección? Es un desafío importante para el chico que escucha música hoy en día. Más que nada si tiene intenciones de descubrir un mundo. Porque una cosa es seguir el trend del momento y decir ‘escucho el single nuevo de Bruno Mars’... - M (interrumpe): Una cosa es descubrir y otra cosa es descubrir lo que te dicen que tenés que descubrir. - G (sigue): ... que está perfecto, pero otra cosa es una persona que quiere generar un trazo musical más amplio. - En ese caso es preferible seguir la sugerencia de Cobain y no la de Spotify. - G: Claro. Por ahí las de Spotify están buenísimas. ¿Pero dónde está tu curiosidad al servicio del descubrimiento? - ¿Editaron el disco físico? - G: No, estuve viendo el tema de la industria del vinilo. Informándome, leyendo, vi que ha crecido mucho la venta, lo cual me parece una ridiculez. Honestamente. Es como un souvenir retro. La púa se gasta, al disco tenés que masterizarlo distinto. Pero lo gracioso es que la gente te dice “vendé vinilos”. Por ahí te lo dice gente que ni siquiera escucha vinilos. No me copa. - M: Pero lo vamos a hacer. - G: No sé si lo vamos a hacer. Es una disyuntiva que tenemos. Porque el CD está muertísimo. Ahora, ya cuando ves que la gente está editando en casete… Podés ser indie, todo bien, cultura retro... - M: Pero tampoco da poner a la música en el lugar de objeto de museo.

- G: No, por eso te digo. Si me preguntás a mí si me gustaría editar en vinilo, te digo no. - M: Yo te digo por qué si. Me pongo la kipá y te digo que en una gira le sacás guita a los vinilos. Porque los producís por dos euros y los vendés a 18 euros por vinilo. Hacé la cuenta, no es muy complicada. - G: Pero… ¿quién escucha música en vinilo? - M: Hay gente, boludo. Quizás no los más pibes. - G: Pero te digo pibes. - M: Esa es otra. A nosotros nos gusta dedicar nuestra visión y nuestra música a las generaciones venideras. - G: A lo que viene.

“La variedad es fundamental porque es lo que permite romper los esquemas de cómo se consume la música hoy en día. Rompés con esa idea de encasillar, de ponerle tags a cada sonido”.

- Pero el que tiene plata tiene más de treinta años. - M: Esa es una buena observación. - G: Ahí tenés. ¿Pero vas a apuntar a eso? ¿Vas a apuntar a la pipa y a la pantufla? - ¿Y por qué no? - G: Porque uno piensa en lo que viene. - M: Para mí sí, para pagar el hostel (risas). Es un objeto de colección, no deja de ser un formato. La música trasciende el formato. - Igual me sorprende que siendo tan melómanos no quieran tener un vinilo de la banda. - G: Porque la música está ahí. - Está bien, pero… está bueno. - G: Siempre está buenísimo. Tenés el booklet con el back cover. Pero por algo el vinilo nació, creció y se fue a la B. Apareció el casete, creció y se fue a la B. Apareció el CD, creció y se fue a la B. Esta industria está pensada para

pagar desarrolladores de software, no para pagarle a músicos. Y el camino para llegar al público y que sea redituable económicamente es muy amplio. - M: El dinero está en tocar en vivo y en el merchandising. - G: Pero vender un CD en un show… Nadie lo va a escuchar. - M: Remeras y vinilos, Gonza. Remeras y vinilos. Uno al lado del otro. - G: ¿Vos comprás un vinilo por 350 mangos? - Yo no tengo un peso. - G: ¿Pero si lo tuvieras, comprás? - Y si lo tengo capaz que sí. O me compro la remera en el show. - M: Esa remera sola vale más que dos millones de reproducciones en Spotify de una canción. - Coincido en que el CD es medio al pedo. - G: ¿Y por qué vinilo? - Porque está de moda. Vas a una vidriera y está lleno. - G: Y están caros. - Re caros. Y son masterizaciones de CD. - G: ¿Te das cuenta lo estúpido que es? Es sacarle plata al snob. - Pero también está el que está un poquito más informado que dice “esta banda hizo un laburo como corresponde, está bueno, y se lo voy a comprar”. Y capaz que vendés cincuenta. - G: Ponele que salís de gira. Llevás tus instrumentos, no tenés a nadie que te los cargue. Llevás tu equipaje. Tenés que clavar cincuenta vinilos ahí atrás. Son grandulones. - M: Es cierto que la gente te compra el vinilo, lo escucha una vez y después lo pone en Spotify. Seamos sinceros. - Pero ya se lo vendiste. - G: Claro pero la idea no es sacarle una moneda a la gente. Es contribuir a una forma de consumir música para que crezca en favor de la gente que la hace, no de la gente que maneja la plataforma. - Si vos le das una obra laburada seriamente no le estás quitando la plata. - G: ¿Pero con Spotify no le estás dando una obra laburada seriamente? - Sí, pero hay cuestiones paralelas a la música que hacen al disco: la foto, abrir el disco. - G: ¿Por qué no generar eso desde la plataforma digital? - En Spotify no se puede. - M: Por ahora. Yo creo que van a ir abriendo el espectro de contenido. - G: Para mí el músico hoy tiene que adaptarse a las reglas que hay o proponer nuevas. Quedarse en la queja pensando en cómo era antes es irse a la B. O en nuestro caso, por cómo se nos dieron las cosas, que no fueron ni son fáciles, estamos un poco obligados a ir por lo nuevo. O sea, vinilos (risas). - M: Con remera. Dos por uno.

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POR FernandA Salas

L

a veo hacer gestos, habla por lo bajo (aunque lo suficientemente claro como para que se entienda). “Fiero, el negro”, dice. Clau, que está al lado mío, me explica que esa burlista se ríe de la mujer trans que cruzó en el baño. Blanqueamos los ojos y volvemos a nuestro trabajo. No quiero indignarme con cada cosa que veo pero no lo puedo evitar. Salto como leche hervida y voy a los talones como Schiavi (de hecho, ése era el apodo que un antiguo jefe usaba conmigo). Estoy harta, cabrona. Hay lugares, como éste, en los que me tengo que morder la lengua. Es que una vez que entrás en el feminismo ya no podés ver las cosas así nomás. No importa cuándo entrás ni cómo, ya estás jodida. Y lo digo bien. Estoy feliz, es hermoso, pero también hay dolor. Y así ando, enojada. Y más me enojo en las redes. Me cabrea leer a los cibermilitontos de las causas nefastas y me enojo conmigo por las veces que no voy a las marchas. Qué raro es seguir todo por internet. Hoy recorro Facebook, me detengo en el estado de una chica que conozco. Cuenta cómo la violentó un hombre y se lamenta porque pidió ayuda a una mujer y ésta se lo negó (y era jueves de comadres). No podría decir que es un escrache porque no dice los nombres, es apenas un descargo. Las redes también sirven para eso. En los comentarios la saludan, le mandan abrazos y le dan apoyo. Algunas cuentan cuando se encontraron en momentos similares. ¿Qué hacer en esas situaciones? ¿Vos qué harías? “Lo personal es político”, escuché decir mil veces a mis amigas, que la tienen bastante clara.

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En diciembre iba por una calle del centro, muy temprano por la mañana. Hacía mucho calor y yo llegaba tarde al laburo. De frente vi una pareja con un bebé. A medida que me acercaba noté que él la tenía agarrada por la muñeca, un forcejeo disimulado. Cuando pasaba por al lado escuché que ella, muy por lo bajo, le pedía que la soltara. Estaba llorando y con el otro brazo tenía alzado a su pequeño. ¿Y? ¿Qué se hace? “¿Necesitas ayuda? -él no la soltaba-. Dejala ir”. Lo mío era casi un ruego. “No me deja ver a mi hijo”, me dijo. “Con razón”, pensé. “Anda a ver a un abogado -le dije, y me sentí un poco tonta-. Voy a llamar a la policía”. Prepotente, me extendió su teléfono. El chabón estaba seguro de que hacía bien en exigir sus derechos de padre por la fuerza. Enojada, le grité lo que me salió y me alejé a llamar a la policía, no quería que se notara que me había intimidado. Ella nunca me miró y él no la soltó. Llamé al 911, se me trababa la lengua y del otro lado tampoco me atendían muy bien. Pregunté si ya venían y sólo me dijeron que ya habían informado. ¿Qué se hace después? ¿Esperar? ¿Es suficiente con un llamado? Encima estaba llegando tarde al trabajo. Por suerte, y para calmar mi culpa, vi a la policía llegar cuando yo estaba llegando a la esquina. Vuelvo a esa sensación de incertidumbre. De lo que se hace. ¿Qué pasaba si la cosa se ponía más densa? Creo que en otro momento hubiese pasado por al lado y no hubiese dicho nada. Como de hecho pasó gente al lado nuestro y sólo fue espectadora. Quizás, si hubiéramos sido varios, él la hubiese soltado. Y si todes detuviéramos esto, si todes fuéramos feministas. Pero no.

Pienso en la mujer que no ayudó a esa chica, pienso en mi compañera que se burla de una mujer trans y les dice gordas a otras. Miro alrededor y puedo adivinar que ninguna de las mujeres que me rodea conoce la palabra sororidad. Estoy segura de que pensarían mal si les mencionara la palabra feminismo. No creo que ninguna pueda (ni quiera) parar el 8 de marzo. Y eso no es menor. Pienso que es hasta grave, si me detengo en las cosas que escuché en relación a casos de abuso. Esto me importa mucho. Necesito que mis compañeras sean feministas Ahora que el feminismo se sienta en el sillón del enemigo y lo transmiten por la tele me parece importante pensar cómo llegamos a ser feministas. No todas contamos con esa persona que te siembra la duda y te hace entrar y salir de vos. ¿Entonces, cómo se hace? Se aprovechan todos los frentes, estoy convencida de eso. Antes de encontrarme con el feminismo primero me crucé con mujeres fundamentales en mi vida. No sé cuándo, en algún momento sucedió. Me di cuenta de que cuando tenía 15 quería ser linda. A los 20, inteligente. A los 25, libre. A los 32, independiente y buena madre. Además, siempre quise que me quieran, no estar sola. En el fondo de todo, mis ganas de escribir. ¿Y acaso no era linda, inteligente y libre? ¿Qué era lo que no me permitía verme así? Me pregunto todas estas boludeces y afuera las mujeres, trans y lesbianas abortan, pelean por sueldos justos, por sus hijos, por sus libertades y por sus cuerpas, pero creo que antes hay que pasar por estas preguntas. Antes hay que mirarse el ombligo. Es necesario.




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