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Producción de cerámica 1922-1930
PRODUCCIÓN CERÁMICA DESDE 1922 A 1930
PRODUCCIÓN CERÁMICA DESDE 1922 A 1930
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Existen escasos ejemplos de esta producción dentro del Acervo del Museo que correspondan a este periodo, ninguno de la etapa asuncena (1925-1929) dedicada en su mayoría a la producción de azulejos con motivos populares nacionales sin embargo, gracias a la localización de algunas piezas que se encuentran en otras colecciones y que figuran en distintos catálogos de exposiciones, como la realizada en Madrid en el Salón de Arte Moderno en diciembre de 1924, podemos tener una idea más completa de lo que produjo en ese periodo de formación y continua experimentación con las formas, técnicas y las decoraciones.
Esta primera etapa es marcadamente arqueológica y su interés temático se dirige hacia la recuperación de diferentes culturas del pasado prehispánico dentro de una reinterpretación muy personal en los que emplea, sobre todo, motivos procedentes del mundo incaico y azteca.
Es una época de ensayos, de levantar sus primeros hornos, aquí y allá. De analizar tierras y barnices, diseñar un horno para reflejos metálicos, probar leñas.
Hay noticias de que, en Manises, donde realizó la mayoría de las piezas desde 1922 hasta mayo de 1925, fecha en la que regresa por segunda vez a Asunción hasta octubre de 1929, produjo platos con motivos de bisontes de Altamira, sus paseos por Cantabria y la visita a las cuevas en el verano de 1921 debió ser de gran impacto para el artista; y aunque nos pueda parecer que se trata de una producción ecléctica ya que al mismo tiempo está decorando tinteros polilobulados con figuras de indios, cajas antropomorfas en forma de indios sentados y otros objetos de escritorio, comprobamos que las primeras obras se inspiran en la prehistoria y preparan su despegue hacia su propia historia personal con preferencia por los temas prehispánicos basados en las imágenes publicadas en los distintos volúmenes de Kulturen der Erde de Fuhrmann.
Primeros trabajos de colaboración para la fábrica de Juan Bautista Huerta quien desde 1923 ya publica su primer catálogo en los que decora distintas piezas como vasos esmaltados con asuntos griegos, aztecas, peruanos y platos con asuntos guaraníes; realizó bajorrelieves en yeso policromado sobre placas de barro cocido como la copia del famoso motivo maya del Dintel 24 de Yaxchilán tomado del volumen Mexiko III de Ernest Fuhrmann y que hoy se conserva en la colección Hrisuk (Paraguay) y que expuso en Madrid en 1924 en el Salón de Arte Moderno con críticas muy positivas en la prensa.
Cuando regresa a Asunción en mayo de 1925, conecta con otros artistas, uno de ellos, Serafín Marsal (1862-1956) es un escultor de origen español instalado en Asunción especialista en realizar a molde figuritas de terracota con asuntos paraguayos, éste le propuso trabajar juntos pero su colaboración duró poco tiempo.
Un encargo de su amigo, el arquitecto Tomás Romero de Pereira, de una serie de paneles para el palacete de Rigoberto Caballero (1927-1928) realizados en Villa Aurelia ocupó casi toda la producción de entonces ayudado por Josefina. Otros paneles formados por dos o cuatro azulejos formarán parte de su exposición en agosto de 1928.
El gran cambio que se produce en este periodo es que, a partir del mes de agosto de 1928, el nombre de Andrés Campos Cervera es sustituido por el de Julián de la Herrería, firmando a veces de forma abreviada “J. H”. Exposiciones de este periodo en las que participa como ceramista:
Feria Muestrario de Valencia 10 al 25 de mayo de 1923.
Salón de Arte Moderno Madrid 16 al 26 diciembre de 1924.
Ateneo de Alicante 25 de marzo al 10 de abril de 1925.
Feria Muestrario de Valencia 13 al 18 de mayo de 1925.
Salón “de Alegre” Asunción del 10 al 25 de agosto de 1928.
Gimnasio Paraguayo Asunción del 1 al 8 junio de 1929.
PANEL CERÁMICO. CARRO CON HENO EN LA ALAMEDA (VILLAJOYOSA, ALICANTE)
Loza esmaltada, vidriada y pintada con óxidos metálicos bajo cubierta Firmado y fechado: “Campos Cervera / Villajoyosa/ 1922” Medidas: 15 x 22 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5076 / 6 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- C-70
Bibliografía: Pérez Camps, J. y Requena Díez, R. (1987). Taulells de Manises 1900-1936. Manises: Quaderns del Museu de Ceramica de Manises, Ayuntamiento de Manises. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, pp.71, 83, 101. Ruiz Díaz, A. (2004). Murales de Asunción. Asunción: Arte Nuevo, Fondec.
Panel cerámico realizado durante el verano de 1922 en Villajoyosa, localidad alicantina donde residió, tuvo su primer horno y conoció a Josefina Plá1 .
Esta obra será una de sus primeras piezas cerámicas. La composición está formada por seis olambrillas2 cuadrangulares (7 x 7 cm) que representan un carro con heno en la alameda del pueblo en primer plano, con árboles de copa frondosa que enmarcan la vista parcial de un conjunto de casas encaladas blancas en último plano bajo el cielo azul. Está pintado con esmaltes policromos en los que predominan las tonalidades suaves: azules, verdes, amarillos y negros. Se aprecian defectos en la cochura de las olambrillas por burbujas y por tratarse de un horno casero muy rudimentario instalado en la calle de la Costereta.
Sus primeros conocimientos técnicos cerámicos los aprendió en la Escuela Práctica de Cerámica de Manises en septiembre de 1922; en esta misma época se levanta el edificio El Arte de Manises construido por Juan Bautista Huerta, con el que colaboró desde ese mismo año, al igual que con otra fábrica, la de Vicente Montaner3. Ésta población manisera era de las más activas de toda la región ya que, por ejemplo, trabajaban 23 fábricas de azulejería en 1924 y es que la zona levantina siempre ha contado con importantes centros productores de cerámica arquitectónica, es decir elementos cerámicos de revestimiento de suelo y paredes.
Como la mayoría de los artistas azulejeros de esta zona levantina, a principios del siglo XX, su formación académica fue la Escuela de Bellas Artes, en su caso el artista había cursado sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid a finales del primer decenio. Será precisamente durante el primer tercio del siglo XX cuando esta comunidad
1. Ella cerca de cumplir 20 y él un hombre de 36 años. Mª Ángeles Mateo del Pino y Ramón Boldoli Dolci señalan en sus tesis doctorales sobre la obra literaria de Josefina Plá que se conocieron en el verano de 1923, mientras que, Miguel Ángel Fernández sostiene que fue en 1924. 2. Según la R.A.E, la olambrilla es un azulejo decorativo de unos siete centímetros de lado, que se combina con baldosas rectangulares, generalmente rojas, para formar pavimentos y revestir zócalos. 3. En conversación mantenida con Josep Pérez Camps, ceramólogo y anterior director del Museo de Cerámica de Manises, señalaba que Campos Cervera aportó algunos diseños con motivos precolombinos a “taulells” maniseros: fábricas de J. B Huerta y la de Montaner hicieron producciones seriadas con sus dibujos.
valenciana aumentó la producción azulejera, aunque en este caso se trata de un mero ejercicio práctico de aprendizaje de la técnica para éste nobel ceramista que ensaya gracias a una segunda beca concedida por el Gobierno paraguayo, aunque esta obra y un par de platos con motivos de las cuevas de Altamira fueron realizadas en una etapa de tanteo, a la espera de la ayuda oficial y de manera autodidacta ya que no será hasta el otoño de ese mismo año cuando comience sus clases en la Escuela Práctica de Cerámica de Manises.
Es la única obra como panel cerámico que se conserva en la colección y la más antigua. Existen otros murales repartidos por el casco histórico de Asunción como bien ha estudiado Amalia Ruiz Díaz, datados en 1928 y encargados por su amigo y arquitecto, Tomás Romero Pereira, para decorar edificios que eran propiedad por entonces del político y empresario Rigoberto Caballero (Asunción, 1892- 1962). En éste encargo trabajó dos años y con ellos nació el propósito de crear, a partir de entonces, una cerámica nacional.
PLATO BRASERO. VIRACOCHA
Loza esmaltada, policromada y reflejo metálico bajo cubierta Firmado y fechado: “Manises/ Campos Cervera/ 1923” Medidas: 10 x 79 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5018 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH-C-1
Bibliografía: Gutiérrez Viñuales, R. (2003). Lo precolombino en la Obra Plástica de Julián de la Herrería en: Lo popular. Marco y marca de la cultura en el Paraguay. Identidades en tránsito. Asunción: Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro, pp.9; 30 (reproducido). Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, p. 81. (1957) Julián de la Herrería. Recuento del arte. Asunción: Diálogo, Cuadernos de la Piritita, 2.
En 1923, según Josefina Plá, Campos Cervera presentó en la Feria de Muestras de Valencia1 este plato en forma de brasero monumental y una colección de indios sentados, algunos de los cuales fueron adquiridos por el rey Alfonso XIII.
Representa en el centro y como figura principal en policromía sobre el reflejo dorado a Viracocha o Huiracocha “Señor de los báculos”, figura en altorrelieve que aparece representado en la Puerta del Sol en la ciudad de Tiahuanaco; en la Estela Raimondi de los Chavín; en los tejidos de Karwa de Paracas; en las urnas ceremoniales de Wari y en el Templo de Koricancha de los Incas, en el que aparece rodeado de otros símbolos preincaicos. El ala está decorada con una cenefa continúa formada por cóndores afrontados y que se alternan con otros motivos similares, ofreciendo un conjunto armónico y proporcionado.
Para el “enorme plato brasero de reflejo metálico y exótico diseño”2 su esposa y ferviente admiradora hasta el final de sus días, Josefina Plá, calificaba esta pieza en su biografía como:
La mejor obra salida del horno bajo el cielo de Manises”, el artista escogió “el motivo cuyo bárbaro y grandioso estatismo domina la herencia arqueológica del Perú; la figura central de la Puerta del Sol de Tiahuanaco, su estilizada túnica y sus complejos cetros, sus meandros y cóndores genuflexos y antropomorfos.
Esta pieza es una de las obras más tempranas en cerámica que se conservan dentro de la Colección Julián de la Herrería en Asunción, realizada en Manises y todavía en el margen del campo firmada con sus apellidos “Campos Cervera” ya que hasta 1928 no comenzará a utilizar su seudónimo “Julián de la Herrería” y también es la pieza cerámica de mayor tamaño que se conserva en esta colección, aunque se encuentra muy restaurada y no podemos apreciar cómo era el reverso original. Se supone que, como en otros casos, que simplemente estaría recubierto del esmalte estannífero de color cremoso y sin decoración como en otras piezas similares a ésta. De este mismo año también se conserva en la colección un tintero decorado con indios, con el mismo aspecto que las micro esculturas3 repartidas por varias colecciones.
1. Se celebra desde 1917, los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia inauguraron la feria ese año. 2. Ver Biografía El Espíritu del fuego. pp. 61-62. 3. Ver nº 5121 CA.
Andrés Campos Cervera se instaló en esta localidad levantina4 para aprender precisamente a trabajar el barro cocido en la Escuela Práctica de Cerámica5. Su director, Manuel González Martí —desde 1922 a 1936— introdujo nuevos planes de estudios enfocados hacia prácticas relacionadas con la pintura y la escultura y por los que Campos Cervera y otro destacado ceramista con el que mantuvo amistad, Alfonso Blat (Benimàmet, 1904-Valencia, 1970) hermano del pintor Ismael Blat con el que coincidió en Madrid, compartieron afinidades por esa nueva manera de entender la cerámica.
El artista mantuvo a lo largo de toda su carrera un gusto ecléctico y una predilección por las técnicas ancestrales como la loza dorada, copiando tipologías hispano-musulmanas de la Baja Edad Media de mediados del siglo XV como es el plato brasero. Las decoraciones en reflejo dorado6 y a veces combinada con policromía perduraron también a lo largo de toda su producción cerámica.
Los motivos están pintados a mano alzada y la técnica y la decoración, de inspiración precolombina en especial la peruana, fueron objeto de estudio y plasmados en un texto publicado con este mismo título con motivo del II Congreso de Historia y Geografía de América (Asunción) en la Revista del Instituto Paraguayo. (1926)7. También Josefina Plá señala que uno de los libros que le fueron de mayor utilidad en aquel entonces fue el de Kulturen der Erde escrito por Ernest Fuhrmann y al que cita continuamente en su artículo publicado en la revista del Instituto Paraguayo sobre la cerámica peruana8 .
Es un buen ejemplo de la fusión de la técnica aprendida en Manises y los motivos americanos y que continuará desarrollando en los años siguientes, mostrando su resultado en varias exposiciones a las que asiste con sus obras, éste plato brasero también lo presentó en Madrid en 1924 y al año siguiente en Alicante en 1925.
Este mismo motivo lo volvió a emplear años después —en 1930— para la decoración de un cofre que también se conserva dentro de esta colección.9
4. Residía en Manises en la fonda de la calle Mayor que regentaba D.ª Amparo y los fines de semana visitaba a Vicente Vilar y a su esposa quienes le invitaban a su casa y en cuyas tertulias iba recibiendo las enseñanzas de su anfitrión, ingeniero industrial, rama cerámica, y fundador de la Escuela. 5. Fue creada por Vicente Vilar David y Vicente Mora Arenes en 1914, Manuel González Martí se integró en ella como profesor de estudios prácticos de ‘Evolución Técnica y Artística de la Cerámica’ y allí ejerció su principal actividad profesional. Anteriormente a la dirección de González Martí, la Escuela estaba dirigida por Gregorio Muñoz Dueñas que fue profesor de Dibujo y Decoración Cerámica de la Escuela de Manises desde sus inicios, y director hasta 1922, en que se trasladó a la Escuela de Cerámica de Madrid. Fue coautor de un Tratado de Técnica Ornamental, publicado en Barcelona en 1920, junto a Rafael Doménech y Francisco Pérez Dolz. Ambos, amigos de Andrés Campos Cervera. También se dedicó a la ilustración gráfica, diseñando algunas portadas y cabeceras de secciones de la revista Pequeñas Monografías, y asimismo ilustró una obra de Ricardo Agrasot, titulada Historia, teoría y técnica ornamental y decorativa de Egipto. 6. En otro tiempo sólo se limitaba a combinar el dorado con el azul obtenido del lapislázuli y someterlo a tres cocciones, la última reductora y con la que se consigue ese reflejo metálico que tanta fama le dio a Manises hasta que sus hornos entraron en decadencia a principios del siglo XVIII por la expulsión de los moriscos de la Península Ibérica, decretada por Felipe III, aunque hubo una recuperación por esta técnica a partir de la segunda mitad del siglo XIX estudiada por Pérez Camps. 7. Se conserva entre su biblioteca aportada a la colección las dos separatas de la Revista Paraguaya: Breves apuntes sobre la técnica y la ideología decorativa en la cerámica precolombiana en especial la peruana. (Conclusión). Asunción: 26 de septiembre de 1926. 8. Gracias a las traducciones hechas por Josefina de los textos en alemán de varios de los tomos: Kulturen der Erde, el ceramista pudo experimentar lenguajes figurativos de varias culturas precolombinas. 9. Ver nº 5097 CA.
Tintero. Indio guaraní
TINTERO. INDIO GUARANÍ
Loza esmaltada, policromada y reflejo metálico bajo cubierta Firmado y fechado en la base: “Campos Cervera” 1923 Diámetro: 23 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5121 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- V-26
Bibliografía: Catálogo Exposición. (1954). Muestra de Arte Moderno Paraguayo: pintura, escultura, cerámica. Buenos Aires: Casa Paraguaya. Gutiérrez Viñuales, R. (2003). Lo precolombino en la Obra Plástica de Julián de la Herrería en: Lo popular. Marco y marca de la cultura en el Paraguay. Identidades en tránsito. Asunción: Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro, p. 12. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, p. 101.
Tintero de perfil sinuoso y paredes polilobuladas con ocho orificios en la parte superior para guardar plumas y espacio circular en la parte central para la tinta. Está pintado a mano alzada con esmaltes bajo cubierta con ocho indios de gran cabeza, sentados de frente y con los brazos y manos apoyados sobre las rodillas en marrón, rojizo, negro y dos tonos de amarillo además del negro que lo emplea para siluetear el dibujo, paleta predominante de esta primera etapa que se irá enriqueciendo con el paso del tiempo.
El modelo está tomado de unas esculturas de indios que el artista comenzó a realizar al inicio de su carrera ceramista en 1922 y que ha utilizado en otras ocasiones, como un ejemplar de esta pequeña figura se conserva en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias “González Martí” en Valencia y otros en colecciones privadas.
En la parte superior, entre los orificios y el depósito se decora con motivos abstractos pintados en reflejo metálico.
En la base apoya sobre pequeñas patas o apéndices y figura la firma autógrafa y la fecha (1923) también en reflejo metálico sobre el fondo esmaltado estannífero de color cremoso. Gracias a una reciente restauración, el tintero luce casi su aspecto original.
Estuvo presente en la exposición presentada en Casa Paraguaya de Buenos Aires en 1954 (nº2) formando parte de un conjunto de cuatro piezas seleccionadas por Josefina que mostraba además pinturas de Olga Blinder; Lilí del Mónico; Edith Jiménez y cerámicas y esculturas de José L. Parodi y lozas decoradas por Josefina Plá quien también impartió un par de conferencias sobre: Artes Plásticas Paraguayas y Herib Campos Cervera: el poeta de la angustia.
PAVO
Barro cocido esmaltado, policromía y cuerda seca Firmado en el solero en azul “CC” (monograma) Ca. 1923-24 Medidas: 11 x 14 x 10 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5113 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- V-18
Bibliografía: Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada
Realizado en barro cocido, modelado a mano y pintado con engobe con varios colores e interior vidriado.
La marca, así como la pieza, son bastante singulares dentro de la colección. Por un lado, este tipo de firma sólo la podemos observar en algunos grabados1 de principios de la década de los veinte y se trata de una doble letra “C”2 que harían referencia a sus dos apellidos, Campos Cervera, con el que signatura todas sus obras hasta agosto de 1928. A partir de esta fecha siempre utilizará su seudónimo- Julián de la Herrería- nombre artístico que adoptó, tomando su segundo nombre y el apellido de su madre, fallecida en 1900.
Se trata de un recipiente con tapa en forma de un pavo, un animal de origen americano que, tras el Descubrimiento, los españoles denominaron ‘gallina de Indias’ siendo introducido en Europa a partir del siglo XVI por los padres jesuitas, por lo que también se le conocería como “jesuita”.
Se inspira en una escultura publicada en el volumen Mexiko III, de Ernest Fuhrmann, lam. 27 (1922).
Otro ejemplar muy similar a éste aparece reproducido en el catálogo del Taller de cerámica de José Mª Catalá Vilar3 publicado en 1925. (hoy en el Museo de Cerámica de Manises). Ambas piezas formaron parte de la exposición presentada en junio de 1929 en Gimnasio Paraguayo, en Asunción, ya que figuran en el apartado de Objetos Varios (nº 80 y 81) titulados: Pavos aztecas.
1. Ver nº 5132 CA 2. La firma “CC” no la hemos llegado a ver más allá de 1924 como en la invitación de su exposición de cerámicas que tuvo lugar en el Salón de Arte Moderno en el mes de diciembre en Madrid. 3. Ver Fig. 19 del texto de Pérez Camps en este catálogo. El ceramista Andrés Campos Cervera en Manises…
COFRE. VIRACOCHA
Barro cocido esmaltado, reflejo metálico y policromía en bajorrelieve Firmado y fechado en la base mediante incisión: “J. de la Herrería / 25- 1- 1930” Medidas: 23 x 11 x 11 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5097 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- V-2
Bibliografía: Gutiérrez Viñuales, R. y Sumozas, R. (2003). Lo precolombino en la Obra Plástica de Julián de la Herrería. En Lo Popular/ Marco y marca de la cultura en el Paraguay. Identidades en tránsito. Asunción: Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro, p. 32 (reproducido). Pérez Camps, J. (1998). La cerámica de reflejo metálico de Manises (1850-1960). Valencia: Museu d’Etnologia de la Diputaciò de Valencia. p. 76 (reproducida). Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, p. 110.
Caja de base cuadrada en forma de prisma con tapa piramidal en loza esmaltada, policromada y reflejo metálico. El motivo utilizado en este caso es de inspiración preincaico, representa en bajorrelieve, al dios Viracocha o Huiracocha, un diseño que se repite por todas sus caras y que ya utilizó en 1923 para un plato en forma de brasero de grandes dimensiones en reflejo dorado1 .
Viracocha, también conocido como “Señor de los Báculos” aparece representado en la Puerta del Sol en la ciudad de Tiahuanaco; en la Estela Raimondi de los Chavín; en los tejidos de Karwa de Paracas; en las urnas ceremoniales de Wari y en el Templo de Koricancha de los Incas. La imagen frontal de Viracocha con sus báculos/serpientes opuestas, que agarra a la altura de los hombros con ambas manos es un caso más de la infinidad de representaciones de deidades rodeadas por animales enfrentados – simbolizando las fuerzas opuestas del bien/mal, orden/ caos, etc… y cuyo tema debió resultar muy atractivo para el artista y que también se ha representado en cerámica prehispánica.
Realizado en enero de 1930, como así lo señaló de forma incisa en la base, sin vidriar, en su taller de Manises, donde el matrimonio se instaló de nuevo tras su vuelta de Asunción, allí ha permanecido unos años pintando y exponiendo sus piezas cerámicas unos meses antes de regresar a España. Este cofre, cuya pareja se conserva en la colección Vicente Mora2 en Manises (España), fue realizado al margen de plan general de la serie de mitos y leyendas guaraníes.
Al igual que otra serie de piezas fechadas en 1930 - pequeños platitos y una serie de cuencos con motivos Nazca3- en los que empleó igualmente el reflejo metálico.
Dios de las Varas Apu Qun Tiqsi Wiraqucha, Viracocha, Wiracocha o Huiracocha es el más importante de lo dioses del ámbito andino.
1. Ver nº de inv. 5018 CA. 2. La caja que se conserva en la colección de Manises le falta la tapa y tiene otro tipo de decoración en los perfiles de la misma que consiste en meandros de inspiración andina. 3. En la colección del arquitecto y político, Tomás Romero Pereira (1886-1982), amigo suyo y con el que colaboró realizando una serie de murales para edificios en Asunción entre 1927 y 1928.
PLATO. DESFILE GUERRERO
Loza esmaltada, policromada y cuerda seca bajo cubierta Firmado, titulado y fechado al dorso a pincel: “Motivo Malayo/ Julián de la Herrería / 1930” Medidas: 6 x 50 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5020 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- C-5
Bibliografía: Gil Fillol, L. (11 de diciembre de 1931). Nueva Manifestación de cerámica precolombiana. Ahora, nº 309, p. nº 309, p. 26. Madrid. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada
Plato de gran tamaño en barro cocido recubierto de esmalte estannífero. Está realizado en Manises en los primeros meses del año 1930, su ejecución es quizás coetánea o anterior al comienzo de la serie sobre ‘Motivos guaraníes’ en los que volverá a recuperar el uso de la técnica del reflejo metálico.
Es uno de los escasos ejemplos que se conservan y que pertenecen a la llamada decoración malaya en la que emplea la técnica de cuerda seca y esmaltes polícromos. Destaca su complejidad compositiva ya que aparecen ocho personajes dispuestos en una ancha cenefa horizontal recorriendo toda la superficie, en la que se emplea el óxido de manganeso (negro) para el contorno y detalles de las figuras. Las otras dos cenefas representan rostros estilizados combinados con bandas geométricas.
Esta obra fue expuesta en Madrid a finales de 1931 en la exposición que realiza con Josefina Plá en el Círculo de Bellas Artes, entre ambos presentaron 152 piezas.
Es un plato de idéntico tamaño, planteamientos estéticos y temáticos que otro titulado: Lucha en canoas1, un bello ejemplo de su gusto y su preferencia por el art decó, tan presente en su obra cerámica en la década de los treinta.
PLATO. LUCHA EN CANOAS
Loza esmaltada, policromada y cuerda seca bajo cubierta Al dorso en el solero, inscripción manuscrita: “Motivo Malayo: Lucha en canoas” / Julián de la Herrería /1930” Medidas: 6 x 50 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5021 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- C-6
Bibliografía: Gil Fillol, L. (11 de diciembre de 1931). Nueva Manifestación de cerámica precolombiana. Ahora, nº 309, p. 26. Madrid. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada
El diseño de este tondo está inspirado en un grabado publicado en un atlas de viajes y titulado: Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse, (París, 1800). Un libro sobre una expedición francesa de finales del siglo XVIII e ilustrado con grabados.
Podemos observar que las canoas de Julián de la Herrería son muy similares a la que se muestra en el grabado ( plancha nº 43) titulado: Pirogue des arsacides piragua (de la isla) de los arsácidas1. Embarcación que se decora en el extremo con una especie de cabeza de pájaro y el exterior con un dibujo cincelado.
En la descripción de la época sobre las piraguas, el autor señalaba que son ligeras y van a una velocidad inconcebible. Sobre los habitantes decía que son similares a otras tribus que van armadas con arco y flechas, lanzas, escudos y mazas.
Coetánea a la producción que inicia a principios de 1930 cuando se instalan en Manises y que se centra en la serie Mitos y Leyendas guaraníes, este plato y otro a juego que representa un Desfile guerrero2, forman parte de un escaso pero bello conjunto basado en motivos malayos y que sin duda despertaron en su momento el interés del artista por sus grandes
1. Se encuentra en Papua, Nueva Guinea. 2. Ver nº 5020 CA
posibilidades decorativas y curiosidad antropológica por el arte primitivo que había inspirado a artistas como Picasso a principios del siglo XX.
Estas piezas fueron expuestas en Madrid en 1931 junto a otras de su “discípula” Josefina Plá, que entusiasmaron a la crítica y al público por su originalidad a la hora de escoger los temas, más tarde también la eligió, ya viuda, para presentar en Casa América en Asunción (agosto, 1939) en la primera muestra póstuma del artista junto a otros platos y pinturas.
Foto de la exposición póstuma de Andrés Campos Cervera en Casa América . Asunción 1939. Cortesía de Ariel Plá
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FIGURA POLINESIA “TIKI”
Barro cocido esmaltado, reflejo metálico y policromía bajo cubierta Firmado con sello estampillado en la base: “Julián de la Herrería” 1930 Medidas: 32 x 9,5 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5082 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- E-5
Bibliografía: Gutiérrez Viñuales, R. (2003). Lo precolombino en la Obra Plástica de Julián de la Herrería en: Lo popular. Marco y marca de la cultura en el Paraguay. Identidades en tránsito. Asunción: Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada.
Representa a una figura masculina, de pie sobre base circular. Rasgos muy esquemáticos que tienden hacia la geometrización, está inspirada en la cultura polinesia, por la que el artista se sintió muy atraído y que empleó para la decoración de ciertos platos de gran tamaño.
Realizada en barro cocido esmaltado, recubierta por completo de reflejo metálico y con policromía solamente en ojos y el tocado que porta sobre su cabeza en forma de iguana, el resto, incluida la base, la decora con pinturas en negro a base de motivos geométricos dispuestos simétricamente simulando tatuajes o pinturas corporales.
La fabricación de esculturas indígenas de naturaleza antropomorfa en la cultura Rapa Nui fue frecuente en madera y otros materiales y se asociaba generalmente a los hombres, en la que la presencia de tatuajes era importante. Por ejemplo, los Moai kavakava, en la que se pudo inspirar esta pieza se caracterizaban por su tórax huesudo con diseños grabados.
PISAPAPELES. CABEZA DE PAPÚA
Barro cocido y engobes policromos Sello estampillado en el interior de la base Ca.1930 Altura: 9 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5107 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- V-12
Bibliografía: Gutiérrez Viñuales, R. (2003). Lo precolombino en la Obra Plástica de Julián de la Herrería en: Lo popular. Marco y marca de la cultura en el Paraguay. Identidades en tránsito. Asunción: Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro. Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, pp. 101, 109.
Pequeños motivos papúas, como éste son más bien ensayos de materias en las que trabajan Julián y Josefina, piezas que ponen a la venta en la calle del Mar y que ayudarán a solventar los gastos domésticos en Manises, donde se han instalado desde comienzos de 19301 .
El artista utiliza la fusión de temas de Oceanía con los europeos y su fuente de inspiración debió ser en esta ocasión, la cerámica de Alcora2 (Castellón de la Plana) que desarrolló toda una serie de motivos animalísticos denominados fauna de Alcora que fueron realizados por esta manufactura en loza vidriada desde mediados de la segunda etapa (1742-1798) y sobre todo durante la tercera etapa de la Fábrica (1798-1858). La serie está formada por soperas, salseras, terrinas, compoteras y pisapapeles que representan a perros, lagartos, ciervos, leones, gallinas, patos…aunque no es exclusiva de ésta fábrica.
En este caso y único en la Colección Julián de la Herrería, representa sobre una base cuadrada, la cabeza de un hombre Papúa (Nueva Guinea) decorado con pinturas faciales sobre el rostro negroide y pelo ensortijado y abundante, pintados con engobes policromos, algo singular en Manises; al mismo tiempo que realizaba otras piezas decoradas en cuerda seca con motivos malayos, platos de gran tamaño titulados: Desfile guerrero y Lucha de canoas.
1. Boldoli Dolci, R. (1982) La problemática del tiempo y la soledad en la obra de Josefina Plá. Madrid: UCM, (Tesis Doctoral). La parte II contiene una biografía de la escritora. 2. Fábrica del siglo XVIII fundada por el Conde de Aranda en Alcora, dedicada a la producción de piezas de vajilla, esculturas y otras piezas decorativas de gran calidad en loza vidriada y policromada que pronto fue imitada por otras manufacturas levantinas y también en Talavera de la Reina.
Juego de té con decoración nazca
JUEGO DE TÉ CON DECORACIÓN NAZCA
Loza esmaltada, policromada y reflejo metálico bajo cubierta Firmado con monograma ‘JH’ en el solero en reflejo metálico Con sello estampillado en la base del azucarero Ca. 1930 Medidas tetera: 16 x 25 x 15 cm Diámetro plato: 15 cm Medidas azucarero: 13 x 14 x 10 cm Procedencia: Donación Josefina Plá, 2017. AECID Nº de Inv. 5096 /12 CA Nº inv. anterior Colección Josefina. JH- V-1
Bibliografía: Plá, J. (1977). El Espíritu del fuego: biografía de Julián de la Herrería. Asunción: Imprenta Alborada, p. 101.
Juego de té formado por tetera, azucarero, seis tazas y cuatro platos a juego, realizado a molde y en parte a torno, en barro cocido esmaltado, reflejo metálico y policromía. Con decoración pintada bajo cubierta, con motivos de rostros oculados alternando con otros geométricos, fue realizado a comienzos en la década de los 30 del pasado siglo y cuya representación fue utilizada en 1923.
Tetera y azucarero con cuerpo globular con tapadera antropomorfa en forma de cabeza de indio, están pintados al igual que el resto del juego con motivos de inspiración de la cultura Nazca (Perú). Por el modelado de las cabezas de los indios que también ha utilizado para fabricar otras piezas como tinteros, escribanías y cajas habría que situarlo cronológicamente en 1930 aunque será desde 1922 cuando Andrés Campos Cervera comience a desarrollar esta faceta ceramística en la que creó todo un repertorio iconográfico basado en las antiguas culturas precolombinas con el propósito de aportar todo un nuevo lenguaje visual latinoamericano y por otra parte, un tratamiento esquemático de indudable influencia art decó como se puede apreciar en las asas de la tetera y el azucarero en cuya tetera dispone dos asas en forma de cabeza de ave que recuerda al tucán.
Los platos de base con anillo en el solero constan en algún caso monograma con las iniciales del artista “JH” pintado en reflejo metálico y que corresponden a su seudónimo empleado a partir de agosto de 1928 en toda su producción artística hasta 1937.
Es un buen ejemplo de cómo en las piezas utilitarias como este juego de té, la estética art decó está muy arraigada en sus obras sea cual sea su función.
Por toda Europa, el artista ha podido comprobar como artistas coetáneos están realizando en distintos acabados juegos de té y café y otras piezas decorativas que suponen ser algo muy novedoso en este momento, con el añadido de emplear el reflejo metálico combinado con policromía lo que le confiere un llamativo aspecto.
Este motivo fue empleado sobre otras piezas –platos y vasos– por el ceramista desde el principio de su producción en los años 20.