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Trabajos maternos, despatriarcalización dinámicas inconscientes vergarizadas, práctica falopatercentrada y envidia del útero .

Luisa Fuentes Guaza.

Planteamiento.

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Una vez que los cuerpos son atravesados por las actividades propias a la reproducción social –gestación y sostén- estos aterrizan en un territorio normativo, desde distintas especificidades, donde se van revelando lógicas y mandatos que sujetan los trabajos maternos como maternidad –entendida esta como práctica única homogénea, negando los diversos sentires (Figura 1), procesos encarnados y bionecesidades. Se proyecta todo un entramado a partir de un cuerpo universal que no cuida y no necesita ser cuidado. Un cuerpo ficticio donde los cuidados -entendidos como aquellas prácticas que sostienen y posibilitan la vida de nuestros cuerpos- no han formado parte de sus prioridades, ni de sus estructuras psíquicas. Un cuerpo universal que borra, cancela y elimina todos los gestos, acciones y actividades posibilitadoras de la continuidad de la vida, de la vivilidad del cuidado, del desarrollo de la vida en condiciones vivibles. Un cuerpo universal no situado, no enraizado en un contexto donde es atravesado por ejes biográficos concretos. Negando todo el acumulado socio-histórico sobre el cuerpo que lo condiciona identitariamente. Cuerpo universal que vive desde la negación del límite corporal, desde la negación de ser un cuerpo que va a morir. Anclado en falolecturas psíquicas cuyas narraciones sostienen que el cuerpo niñe que tiene vulva se siente lesionadx en relación con el cuerpo niñe que tiene pene. Teniendo como resultado que el cuerpo sin pene cae en una desventaja irrefutable, donde todo su impulso vital (como cuerpo devaluado) va dirigido hacia una carrera inconsciente por tener

un pene dentro de su cuerpo, ya sea por coito, o a través de la gestación de una criatura -criatura como metáfora de pene conquistado. Pero no queda solamente ahí, estas lecturas vergarizadas sostienen que el cuerpo sin pene se ve abocado a múltiples formas patológicas como cuerpo sin poder simbólico, ni político y ni psicoestructural. Entonces, la práctica arquitectónica falopatercentrada -como práctica que reproduce las relaciones de poder y lo perpetúa, práctica que escenifica la acumulación de capital y el expropiando-para-ser (Figura 2)- no se proyecta desde cuerpos de supuesta pérdida. No articula estructuras externas que posibiliten que los trabajos maternos sean asumidos como actividades humanas vivibles, dignas y emancipadas. Se proyecta -desde y para- un cuerpo que no reconoce la interdependencia con otros cuerpos como continuidad de lo vivo, y su interdependencia con las fuerzas de lo vivo. Uncuerpoficticioquenoreconocesuresponsabilidad respecto a que otros cuerpos tengan vidas vivibles. Un cuerpo que reproduce/perpetúa la simbología de poder del constructo “envidia del pene” en sus materialidades. Un cuerpo que niega la violencia (Figura 3) que genera proyectar desde la escala de no vivo/acumulación capital sobre cuerpos que cuidan, cuerpos enfermos, cuerpos con diversidad funcional, cuerpos neurodivergentes, cuerpos psico-explotados, cuerpos oprimidos por lógicas neurocapitalistas, cuerpos al fin de su tránsito por este planeta o al comienzo. Cuerpo ficcionado que se van desmontando -como parte de la transición paradigmática (Figura 4) sobre la hondura psicoestructural de los cuidados en la que estamos- a partir de la incorporación del psicoconstructo “envidia del útero” planteado por una de las primeras psicoanalistas feministas, Karen Horney (Alemania, 1885). Hipótesis que sitúa el punto de arranque en la envidia sentida por el cuerpo-hombre hacia los cuerpos que pueden asumir la reproducción entrañada de otros cuerpos. Donde se contempla que el desarrollo de la personalidad no depende de fuerzas instintivas e inmutables, sigo como proceso psíquico dinámico, no en términos deterministas. Negando la falosexualidad/coitocentrista como factor omnipresente y desmontando el complejo Edipo/ Electra como un acontecimiento universal. Por lo que a partir de estas lecturas inconscientes no-vergarizadas, ¿se podrían articular unas prácticas arquitectónicas que incorporen la cosmovisión de psico-constructo “envidia del útero”? ¿A partir de que rasgos se podrían materializar unas prácticas arquitectónicas que hayan trascendido la vergarización de todo-lo-vivo? ¿Podríamos proyectar

fuera del cuerpo-hombre y sí desde cuerpos que cuidan y cuerpos que necesitan ser cuidados? Prácticas arquitectónicas que no invisibilicen la extenuación de los cuerpos que cuidan encerrando las actividades humanas propias a la reproducción social en el espacio doméstico como espacio privado libro a sí mismo. Prácticas que posibiliten estructuras externas (Figura 5) desde las necesidades/ expectativas/deseos (Figura 6) de los cuerpos que asumen los trabajos maternos. Prácticas pensadas desde cuerpos explotados, cansados y exhaustos. Prácticas en diálogo con las fuerzas vivas (Figura 7), o fuerzas de lo vivo, no con la acumulación de capital. Prácticas que no encierren el sostén de los niñes en escenarios de consumo. Prácticas que no atomicen los deseos de interdependencia (Figura 8) (desde la no-infantilización de los cuerpos que cuidan). Prácticas que posibiliten la colectivización (Figura 9) de las actividades propias a la reproducción social. Prácticas que reconozcan el carácter dinámico, no determinista, de los procesos psíquicos. Prácticas no ancladas en la creencia de los psico-constructo universales frente a procesos psíquicos situados. Prácticas que no escenifiquen la acumulación de capital, ni la vergarización. ¿Proyectar desde el psicoconstructo “envidia del útero” posibilitaría desmantelar la violencia arquitectónica sobre todos los cuerpos que asumen el cuidado de otros cuerpos y los cuerpos que necesitan ser cuidados? ¿Podríamos posibilitar estrategias paliativas hacia desarticular la violencia arquitectónica generada por esta práctica patriarcal continuada que determina la vivencia de los cuerpos maternos en la trama urbana?

Nota 1:

¿Por qué usar Trabajos Maternos es una cuestión de activismo teórico postidentitario? Hablar desde trabajos maternos -no desde cuidados de hijes o desde maternidades- se erige como propuesta político-teórica estrategia postidentitaria desencializadora donde los cuerpos sostenedores o cuerpos sostenedor/gestante o cuerpos maternos se articulan fuera de las asignaciones de género -inoculadas a sangre en la psique y normalizadas en el afuera/dentro. Con ello se pretende desarticular el pater-constructo identitario de “madre” como madre-en-función-del-padre-expropiador y “padre” a partir del expropiando-para-ser. Plantear “cuerpos sostenedores” abre la posibilidad de sostener, maternar, entrañar y criar desde una articulación propia fuera de las narraciones

de autocensura, sacrificio, negación del cuerpo deseante, encierro en la unidad núclear monógama y obligaciones psicoafectivas/afectivosexuales implícitas en el género. Trabajos maternos aglutinan todas las acciones y repeticiones que posibilitan el sostén de las criaturas en el tiempo a partir de la responsabilidad profunda e irreversible -pero con la posibilidad de renuncia- que asume los cuerpos sostenedores o cuerpos maternos hacia la continuidad de la vida en condiciones dignas o con las expectativas de poder generar condiciones vivibles. Se articulan a partir de todos los gestos, acciones, repeticiones y haceres como psicomanejos/ sociologístico/matéricos/psicoemocionales que hacen que la vida del cuerpo que necesita ser cuidado pueda continuar y sus desarrollos se posibiliten en condiciones de bienestar. Sin olvidar que estos trabajos maternos también producen una bioafectación o psicoafectación encuerpada en los cuerpos sostenedores o cuerpos maternos. Incluir los trabajos maternos como categoría dentro de las lógicas de trabajo es una estrategia para desmontar la depredadora creencia -metida en el tuétano social- que separa trabajo reproductivo de trabajo productivo (a lo reproductivo lo ningunea y devalúa) y activar el reconocimiento a nivel político de la potencia económica y socio-estructural que generan los trabajos maternos, como forma de legitimar lo reproductivo en la rueda de distribución de impuestos, retribuciones públicas, garantía legales, pensiones, salario, jornadas (como estamos actualmente trabajando en los programas Por un Estatuto de los Cuidados. Propuesta de escritura colectiva de una ficción jurídica con efectos reales y Código de los cuidados. Una herramienta futurible (¡ya posible!) desde la ficción jurídica salvadoreña El hecho de utilizar “maternos” en lugar de actividades de sostén o acciones que posibilitan las crianzas o cuidados de hijes, es un homenaje al acumulado socio-histórico que hay detrás de estos trabajos, al haber sido asumidos de manera forzada o asignada al cuerpo-mujer o cuerpo sometidos a opresiones diversas que mayoritariamente han sido socializados como “cuerpo-comunidad-femenino”. Dicho fácil, es un homenaje a quienes han desarrollado el trabajo de maternar en el devenir histórico a pesar de las dificultades y de las esclavitudes y explotaciones normalizadas vinculadas a lo doméstico.

Fig. 1 Captura de acción IMG Revista acontecimento por Camilla Rocha Campos en colaboración con Daniel Bardusco donde encontramos un proceso abierto de descolonización de la maternidad como práctica única frente a unos modos de hacer diversos desde los sentires y corpoaprendizajes fuera de la lógicas machoblancopater colonas

Fig. 2 Who clean yoy shit? Por Efe Tapia (2020) dentro del Fanzine Laboratorio Artivista Feminista_Desconstrucción del espacio publico y privado (agosto 2020) expuesto en el Museo de las Mujeres de Costa Rica, donde se denuncia la expropiación/ apropiación respecto a otros cuerpos, los cuales parte de coordenadas biográficas marcadas por violencias diversas que generan estados fallidos, para que asuman los trabajos domésticos en condiciones de semiesclavitud contemporánea, como parte del constructo expropiandopara-ser del cuerpo-hombre o paterestado.

Fig. 3 Something to gain (2017) por Camila Rocha Campos ejemplifica la violencia arquitectónica que ejerce una práctica falopatercentrada sobre los cuerpos, mayoritariamente cuerpo-mujer, que asumen los trabajos de sostén de las criaturas. Cargas sobre cuerpos ante la ausencia estructuras pensadas desde sus expectativas/deseos como cuerpos que asumen la reproducción social.

Fig. 4 Political Maternity (2014/2020) por Daria Von Berner proyecto en el que la autora acompaña desde 2014 a 2019 a varios cuerpos sostenedores en contextos urbanos donde evidenciando que los trabajos maternos y las coordenadas contemporáneas desde las que son asumidos desde cada experiencia situada forman parte de la transición paradigmática que está en proceso sobre la hondura psicoestructural de los cuidados también llamado nuevas luchas reproductivas o revolución de la reproducción social.

Fig. 5 Imagina tu parque (2019) por Ciudad de Trapo, plataforma chilena desde una arquitectura de cuidados la cual tiene como objetivo la relectura de la trama urbana desde distintas enfoques feministas, traduciendo cómo se podrían llevar acciones a partir de convocatorias abiertas para la incidencia en el espacio público desde los deseos y expectativas de los cuerpos que cuidan y de los cuerpos que son cuidados

Fig. 6 Invisible Spaces of Parenthood: A collection of pragmatic propositions for a better future (2012) de Andrea Francke presentado en The Showroom y Serpentine Gallery

Fig. 8 Wagnis 3 (2010) es un cohousing compuesto por 99 viviendas proyectado para facilitar la vida comunitaria, centralizando el cuidado mutuo y la cohabitabilidad

Fig. 9 (Izquierda) Campo de refugiados de Colomoncagua (Honduras). Cortesía de Gaia Mika. Colomoncagua recoge experiencias de colectivación de las crianzas y socialización de todo lo propio a los trabajos maternos según testimonios de cuerpos sostenedores o cuerpos maternos que vivenciaron ese tránsito vital. Prácticas arquitectónicas desde la escala de lo vivo en diálogo con las fuerzas vivas, no con la acumulación de capital. (derecha) Portada del libro monográfico sobre dicha Comunidad titulado “El Salvador. Tierra prometida: historia de la Ciudad Segundo Montes” de Steve Cagan y Beth Cagan editado por Ediciones Arcoiris en El Salvador (1993).

Referencias.

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