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No es para quedarnos en casa que hacemos una casa.

No es para quedarnos en casa que hacemos una casa.

Daniela Núñez.

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«No es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal» Costumbres, J. Gelman

El orden heteropatriarcal, capitalista y colonial se materializa en el espacio. La asociación entre el espacio público y los hombres en contraposición al espacio privado y las mujeres no dice nada, no logra develar que ni la profundidad del interior de la casa nos pertenece. La pandemia lo ha evidenciado: millones de mujeres alrededor del mundo permanecieron encerradas con sus violentadores; otras tuvieron que trasladar sus actividades laborales a una ínfima habitación al mismo tiempo que los cuidados a otrxs se intensificaron. En este escenario, las Tecnologías de la Información y Comunicación se develaron como un nuevo instrumento de colonización de los cuerpos feminizados: las pantallas neutralizan las desigualdades socio-espaciales y vuelven el territorio-cuerpo accesible 24/7 para la producción y reproducción capitalista global. Sin embargo, las mismas redes que buscan atarnos, se han convertido en los hilos que nos unen y que articulan un solo grito de resistencia: ¡NUNCA MÁS UN MUNDO SIN NOSOTRAS!

Fig. 1 No es para quedarnos en casa que hacemos una casa. Fuente: propia.

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