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Ceder espacio
Del arte participativo al arte compartido.
María Verónica Machado Penso.
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El arte participativo propone un giro del arte hacia lo social (Bishop, 2019), centrando su interés en la intervención del público y comunidades dentro de la obra. Su origen puede remontarse a eventos en el espacio público de los futuristas, dadaístas y surrealistas. No obstante, es en la década de los 60 del siglo pasado que emerge significativamente en Europa, Estados Unidos y Brasil, a través del Situacionismo, Fluxus, los happenings y el Neoconcretismo (Crespo-Martín, 2020). Para finales de las década de los 90 cobra auge el arte relacional (Bourriaud, 2006), a través del cual, el arte participativo se convertía en medio para generar relaciones comunitarias. Así mismo, dentro de los diferentes modos de participación, se desarrollan otras vertientes como el arte colaborativo, comunitario, terapéutico, etc. No obstante, estas gamas del arte participativo lo que hacen es consolidar la figura e imagen del artista, a partir de los aportes de los otros, que quedan sin ser reconocidos. Es lo que Sansi denomina “persona distribuida”, desde la cual, se generan formas de poder y jerarquías (2014), que afianzan la figura del autor o artista ¿Qué sería de la obra de arte participativa si se reconoce la intervención de los otros? ¿Cómo influye el aislamiento corporal en esta interrogante? ¿Cómo afecta el confinamiento en esta condición de apertura de la participación? El confinamiento nos dispuso en una posición de clausura corporal, separando nuestros cuerpos con quienes están fuera del núcleo íntimo. En consecuencia, alejó el tacto con el otro de nuestro hacer común. Al mismo tiempo, potenció la apertura virtual del mundo, redujo las distancias física y nos puso en comunicación cotidiana con otros de otras geografías. En otro orden de ideas, frenar el contagio y cuidar nuestros cuerpos, tanto como el del otro, conlleva a actuar desde una conciencia colectiva. Desde un nosotros. Un nosotros no como se ha entendido hasta ahora, como un nos y los otros, sino de un nosotros coimplicado (Garcés, 2013). La coimplicación nos invita a mirar el mundo desde lo común, es decir, a cambiar el sentido de la buena vida hacia la vida buena (Camps, 2001; Canal Audiovisual
UNIA). El aislamiento del cuerpo, la apertura virtual con el otro, la consciencia de un cuidado común y la jerarquización del arte participativo me ha conducido a reflexionar sobre el dominio de la figura del autor, respecto al desconocimiento de la autoría del participante en la obra de arte participativa. Una obra de arte que trabaja como el “ejercicio del voto, [es decir,] ser contado sin contar para nadie. Es ser convocado sin poder convocar” (Garcés, 2013, pág., 74). Un participante que siguiendo o no unas indicaciones toma decisiones y ejecuta acciones para activar la obra. Decisiones que más de las veces, no están previstas por el autor y que en muchos o pocos casos la potencian y/o enrumban. Es a partir de estas condiciones de desigualdad del participante y como creadora de instalaciones participativas que, durante el confinamiento, me he preguntado ¿cómo el arte participativo puede generar un espacio común que le permita una apertura hacia su otro que, más allá de hacerlo participe, lo implique para interrumpir el “sentido del mundo” (Garcés, 2013, pág., 74)? Una pregunta que es aliada a la pregunta que hiciera Garcés: “¿Puede contribuir [el arte] de alguna manera en la tarea de descubrirnos implicados, es decir, de interrumpir el sentido del mundo, reencontrar la fuerza del anonimato y adquirir pasiones inapropiadas?” (2013, pág., 76). Preguntas que hemos comenzado a responder desde una condición compartida del arte materializada en tres propuestas: • La primera surge del interior de una conferencia que dictara, a distancia, para el Postgrado Espacio efímero, titulada “Sin_fuente”. Una obra en la que se registraban, clausuraban y liberaban las identidades, camuflando las fuentes. • La segunda propuesta se tituló: “Ceder espacio”, creada a partir de la convocatoria “ANTES-
DURANTE-DESPUÉS”, cuyo propósito fue pensar el arte en esos tres tiempo, asumiendo el período de pandemia como el durante. Tres tiempos que versaron sobre los modos de asumir la palabra. El antes, asumido como espectadora de la palabra; el durante, como enunciadora a partir de la palabra y el después, como dadora de esa palabra a los otros. • La tercera es una propuesta realizada para la convocatoria anual 2020 del Centro Cívico Can
Felipa, titulada “Dadnos una sala de exposición y removeremos nuestros mundos”. Esta propuesta puso en plural la concepción y montaje de la exposición y cada una de las instalaciones. En estas propuestas, la autoría no reside en la artista, sino en el colectivo que se implica en los procesos.
Procesos que pudieron haber sido gestados desde la autora en solitario o en compañía de los otros. Obras que no buscan la muerte del autor que proponía Barthes (1987), sino que buscan la crítica y autocrítica del autor respecto a la situación actual y su concienciación sobre sus modos de actuación en el arte. Actos que pueden gestar la construcción de un nosotros. Una construcción iniciada por la cesión del espacio de autoría y construcción de procesos de coimplicación, en búsquedas de las nociones inherentes a un mundo común. Obras y exposición que se construyen desde un colectivo heterogéneo, cuyos propósitos conforman una mediación común.
Experiencias desde la condición compartida del arte.
La condición compartida del arte está enfocada en la construcción del nosotros, su intención es crear experiencias que van progresando hacia el retiro y desaparición voluntaria de la artista.
Sin_fuente. 2020. Es una instalación hecha a 28 manos cuyo propósito fueconfinarlaidentidaddeotros[fig.1],comometáfora deloscuerposconfinadosporlacuarentena.Estaobra fue firmada por un heterónimo multi-corporeizado “DMGAMICEMAJMAA GAMNPVMLAGHAEM”, impronunciable el cual evidencia la imposibilidad de procesar una única fuente. Una negación de la fuente que incide en la invención del readymade que hiciera Elsa von Freytag-Loringhoven con La Fuente , ya que con dicha invención se consolida la autoría del artista sobre la obra, ratificada por la autoridad del museo (Agamben, 2019).
Ceder espacio. 2020. Esta obra, concebida como un tríptico, involucra los tres tiempos de las convocatoria. El primer tiempo, el antes, está dedicado a “PERCIBIR LA PALABRA” [fig. 2], manifestado a través de la aparición secuencial de fragmentos del poema “Escribir” de Chantal Maillard (2004). El segundo, el durante, invita a “TENER LA PALABRA”, mediante la elaboración de un poema que especula sobre el poder de la palabra como posibilidad. Y el tercero, el después, convoca a manifestar una forma de “CEDER LA PALABRA” [fig. 4]; pone una hoja en blanco para que el otro tome la palabra, la enuncie, se pronuncie y la transfiera. Desde esta triple acción, este tríptico se convierte en una cesión de espacio. Un espacio en blanco abierto al pensamiento y la expresión de otros, a quienes le corresponde ahora asumir la responsabilidad de
Dadnos una sala de exposición y removeremos nuestros mundos. 2020. Es una propuesta expositiva que buscó, entre sus propósitos, desmantelar, dentro de una institución del arte, la autoría del artista y curador. Buscaba no sólo abrir la obra, sino también abrir las formas de montaje expositivo. El concepto de esta propuesta parte de la reinterpretación del título y texto de Bruno Latour (1983) “Dadme un laboratorio y moveré el mundo”. Pluraliza el singular de Latour a través de una reconstrucción del nosotros, mediante el obrar de la obra en actos compartidos, de manera voluntaria, provocadora y hasta desprevenida para implicar al público. Su acción se pluraliza en un nosotros que trabaja desde la concienciación sobre la realidad en la que estamos inmersos. Su despliegue inmersivo lo hace a través de micro-experiencias [fig. 5 a la 10], las cuales le permitirán abrirse a otros modos de plantearse el mundo, ya que estamos llamados a actuar desde la crítica, la autocrítica (Garcés, 2017), la resistencia (Deleuze, 2007) y la mediación. Esta triple conjunción de propuestas busca pasar de la idea de la obra de arte participativa a la obra de arte compartida construida mediante una pluralidad colectiva. Una obra compartida que comprende el nosotros como una “operación de coimplicación” (Garcés, 2013, pág., 49). Un nosotros como heterónimo que convierte el poder sobre en poder hacer para transformar la autoridad en el reconocimiento de la autoría compartida, “honesta con lo real (…) por la fuerza de su implicación” (Garcés, 2013, pág., 49). Una expresión compartida que pone en escena la dilución de la figura del autor para implicar al otro en interrumpir el sentido del mundo, renuncia al nombre propio y da cabida al nombre común, poniendo el cuerpo para “hacernos capaces de decir lo que verdaderamente queremos vivir” (Garcés, 2013, pág., 67), desde la condición política de la creación. Un arte compartido comprometido con las desjerarquización del espacio, creando relaciones más horizontales. Un arte compartido cuyo futuro está en la renuncia plena de la artista sobre la autoría de la obra, entendiendo que la obra no le pertenece, que es solo una intermediaria entre el arte y la realidad. De esa manera será posible que el nosotros pueda pronunciarse en sus propios términos. Un nosotros que pueda políticamente actuar “EN NUESTRXS TÉRMINOS” .
Fig. 1 Proceso de confinamiento de identidad. Generación de propuesta compartida en el Postgrado Espacio efímero de ARQUINE y la UPC Fuente: elaboración propia, 2020
Fig. 2 Desaparición de fragmentos del poema Escribir de Chantal Maillard. Convocatoria “ANTES-DURANTE-DESPUES” de AndarteArte. Fuente: (Maillard, 2004, pág., 70-89)
Fig. 3 Distribución de las 16 instalaciones de la propuesta expositiva “Dadnos una sala de exposición y removeremos nuestros mundos”. Fuente: elaboración propia, 2020.
REFLEXIONES Fig. 4 Desaparición del poema “Tener la palabra”. Convocatoria “ANTES-DURANTE-DESPUES” de AndarteArte. Fuente: elaboración propia, 2020.
Fig. 5 Siete intervenciones en “Ceder la palabra”. Convocatoria “ANTESDURANTE-DESPUES” de AndarteArte. Fuente: Angie San Juan, Helen Barroso, Jorge Aldea, Maya García, Maricarmen Coello, Marta Martínez, Ricardo Benaim, 2020
Fig. 6 Micro-experiencia: Pandemia. Instalación: Protocolo separatista. Una rosa de los vientos convertida en rosa de separación de cuerpos. Fuente: elaboración propia, 2020.
Fig. 7 Micro-experiencia: Violencia, Instalación: ¡HACED ALGO! Una exclamación para actuar sobre la violencia del hambre. Fuente: elaboración propia, 2020.
Fig. 8 Micro-experiencia: Extinción. Instalación: Blanco de extinción. Invitación para dejar el vacío de las especies sobre una papel en blanco. Fuente: elaboración propia, 2020.
Fig. 9 Micro-experiencia: Consumismo. Instalación: Encrucijada. Invitación para abrir buzones con correspondencias que interpelan al espectador. Fuente: elaboración propia, 2020.
Fig. 10 Micro-experiencia: Resistencia. Instalación: En defensa propia. Invitación para superponer siluetas inter-especies sobre los modelos de antropometría en escala real. Fuente: elaboración propia, 2020.
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