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Arquitectura de los cuidados

Hacia ciudades y aldeas que favorezcan el bienestar de todas las personas.

Sabela Losada Cortizas, Mónica Rodríguez Vázquez.

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La pandemia nos metió a las mujeres de nuevo en las casas. El confinamiento nos redujo a lo doméstico justo después de las masivas movilizaciones del 8M en las que tomamos las calles, e impuso una conciliación aún más precaria de la que teníamos (sin abuelas, escuelas ni corresponsabilidad real), cargándonos con nuevas tareas (enfermeras, maestras, animadoras, desinfectadoras, teletrabajadoras y facilitadoras del teletrabajo ajeno) y provocando que, según un estudio de la Universidad de Valencia (Benlloch y Aguado, 2020), muchas mujeres sientan que desde entonces «están todo el día trabajando». La crisis sanitaria puso sobre la mesa cuestiones que hasta entonces permanecían invisibilizadas y que reflejan la virulencia de la desigualdad de género en nuestras sociedades. El confinamiento mostró la importancia esencial de los trabajos feminizados (sanidad, limpieza, atención a dependientes, atención al público, pequeño comercio) pese a sus bajos salarios, y puso en evidencia que las casas no son per se lugares seguros para las mujeres y las criaturas ya que se disparó el número de intervenciones por violencia de género (Instituto de la Mujer, 2020) . La invisibilidad de mujeres y criaturas en las medidas adoptadas por el gobierno demuestra que se pueden cerrar las escuelas de un día para otro sin estrategias ni medidas especiales de conciliación porque alguna mujer se hará cargo de las criaturas. Efectivamente, las niñas y mujeres realizamos, según Naciones Unidas, el 70% de los trabajos de cuidado en el mundo . Un trabajo que no tiene remuneración aunque ya sepamos que equivale al 53% del PIB (Durán 2012). Cuidar no sólo no tiene valor sino que significa descuidarse, pues «en la organización social hegemónica cuidar es ser inferior» (Lagarde, 2003). La pandemia ha traído el tema de los cuidados y las mujeres más a la actualidad que nunca.

Fig. 1 Intervención en el espacio público durante el confinamiento. Fuente: MaterFEM

En pleno confinamiento elaboramos un cuestionario para conocer lo que estaban viviendo las mujeres madres tras las paredes de sus casas, aisladas y ocultas en ciudades vacías y silenciosas. Supimos que la mayoría se encontraba en su vivienda habitual y que lo más difícil del encierro era la falta de espacio exterior, de espacio verde, de tiempo propio, de contacto con amistades y familiares, de salir con las criaturas . Nunca tuvimos oportunidad de pensar tanto en si disfrutamos o no de nuestra vida, del trabajo que realizamos, de nuestra casa y de la relación con las personas con quien la compartimos. ¿Qué nos hace la vida más agradable y qué la dificulta? ¿Cómo deberían ser nuestras viviendas para sentirnos bien sin salir de ellas? ¿Y nuestras ciudades y aldeas?

Nada de lo que nos rodea (viviendas, calles, barrios, aldeas, ciudades) es neutral ni escapa al enfoque genérico. Las viviendas y espacios públicos fueron

Fig. 2 Algunos datos sobre violencia estructural contra las mujeres en la maternidad. Fuente: MaterFEM

configuradas a través de los siglos bajo los valores de una supuesta universalidad que aún esconde que el sujeto de los derechos de ciudadanía es masculino . En nuestras sociedades el androcentrismo determina los usos y la forma física de los espacios, la forma de los desplazamientos, la prioridad en las actividades y en los comportamientos y el tipo de experiencias que se producen tanto en el espacio público como en el espacio privado, favoreciendo la reproducción y perpetuación de estos valores . El reciente estudio acerca de las violencias machistas que afectan a las mujeres en la maternidad recoge cómo la movilidad urbana, el urbanismo y la arquitectura nos sancionan, nos hacen sentir que no encajamos y nos impiden conciliar nuestras diversas actividades, ya sea dentro de nuestra propia casa o atravesando la ciudad que habitamos.

A partir de los datos sobre las participantes en los estudios y de nuestras propias experiencias, consideramos urgente promover un nuevo tipo de urbanismo y de arquitectura que valore el cuidado y lo cotidiano como punto de partida; tenga en cuenta la perspectiva de género, las diferentes edades, la diversidad funcional, las diferentes tipologías de familia, etc. y piense también en la sostenibilidad de las construcciones para colaborar en el cuidado del planeta. Aprovechemos esta situación excepcional para llevar adelante una verdadera transformación que ponga la vida, el cuidado y el bienestar de todas las personas en el centro de las decisiones. A diferencia de lo que ocurre en el modelo androcéntrico en el que vivimos, sabemos que si se priorizan las necesidades

Fig. 3 Foto denuncia sobre las dificultades de movilidad urbana. Fuente: MaterFEM

de las mujeres, las criaturas, las personas mayores y las dependientes, las decisiones serán adecuadas para todas las personas. Aquí destacamos algunas propuestas.

PROPUESTAS PARA UNA ARQUITECTURA DE LOS CUIDADOS

1. LA DIVERSIDAD COMO MEDIDA DE LAS COSAS. En su afán de universalidad, la arquitectura propuso modelos humanos estándar de referencia marcadamente androcéntricos como el Modulor de Le Corbusier. Este sistema de modelo único dificulta la vida de quien no responde a estas características (por ejemplo, en la altura de los muebles de la cocina o de las agarraderas del autobús) e invisibiliza otras formas de vida y necesidades. Necesitamos un diseño flexible para construir viviendas adaptables a la diversidad de la realidad: en las viviendas suelen convivir diferentes generaciones, sexos, capacidades, diversidades funcionales, etc. y las necesidades van variando a lo largo del ciclo vital y también en función de la salud, el trabajo y otros aspectos. 2. ESPACIOS DIÁFANOS. Proponemos suprimir tabiques para generar espacios más amplios, organizando los espacios privados mediante estantes o mamparas. Con esto es posible un espacio flexible en función de los cambios de necesidades a lo largo de la vida. Por ejemplo, un único dormitorio enorme que a medida que las criaturas crecen se va dividiendo para que cada una tenga uno propio, o una terraza que puede ser en parte cerrada en invierno y abierta al sol en verano. La división interior tradicional de las viviendas jerarquiza los espacios en una visión androcéntrica. Privilegia los espacios masculinos (despacho, salón) y separa y oculta a la mujer y a las tareas de cuidado como cocinar y limpiar del resto de la familia: es el confinamiento en la cocina dentro del confinamiento en la casa. 3. DOMÓTICA. Consideramos necesaria la democratización de estos avances tecnológicos sobre todo pensando en la atención a la dependencia: teleasistencia, detección de caídas, sensores biomédicos, etc. Asimismo, sería interesante que en todas las casas hay diferentes intensidades de luces: para enhebrar una aguja o hacer una cura hace falta una luz intensa; para conversar o descansar, una luz cálida; para desacelerar el ritmo de un bebé, luz tenue. También se debería facilitar la adquisición de electrodomésticos inteligentes lo que,

además, permitiría finalizar con la externalización de los trabajos de limpieza y las relaciones desiguales que crea.

4. AISLAMIENTO TÉRMICO PERO NO ACÚSTICO. En vez de ocultar, es necesario naturalizar los ruidos, los propios y los de las demás: que se escuche a alguien cantar mientras cocina, o en la ducha, o a las criaturas reír cuándo juegan... De este modo también se permitiría jugar a las criaturas en libertad sin tenerlas hipercontroladas. Y en casos de violencia, facilita que las vecinas oigan y puedan denunciar.

5. SEGURIDAD FRENTE A ACCIDENTES DOMÉSTICOS. Las viviendas, y concretamente las cocinas, son los lugares donde se producen la mayor parte de los accidentes infantiles. Consideramos que las viviendas tienen que ser espacios seguros para todas las personas que habitan en ellas, independientemente de su edad, condición física, sexo etc. Algunos ejemplos que favorecen la seguridad: el diseño sin aristas, esquinas y elementos en punta; lo redondeado frente al ángulo recto; la protección de serie en las cocinas; el control de la temperatura de los grifos; balcones con protecciones adecuadas; suelos de materiales que no resbalen (madera, piedra, mosaico) en los baños y duchas; prohibición de los productos tóxicos para limpieza (también por sostenibilidad ambiental); sistemas de calefacción ocultos (para evitar que las criaturas toquen radiadores y estufas), formación en primeros auxilios como parte importante del currículo escolar; etc. Toda medida preventiva en el mobiliario y en el interiorismo para criaturas o dependientes permite relajar el trabajo de cuidados al tener una preocupación menos a supervisar.

6. DORMITORIOS AMPLIOS. Donde quepan camas grandes y/o varias camas juntas que permitan el colecho, faciliten el buen descanso de las madres lactantes y el dormir del núcleo familiar, sea cual sea el modelo de familia. Esto potencia la crianza con apego, cubre necesidades afectivas, colabora en la superación de miedos y enfermedades, permite momentos de ocio colectivo... Amplitud también para incluir camas con somieres articulados útiles para embarazadas, recién parir, mayores con dificultades de movilidad... y que faciliten el trabajo a las cuidadoras de estas personas.

7. COCINAS AMPLIAS. Con un clima de corresponsabilidad en la vivienda, sería deseable una cocina amplia con buena luz y ventilación, donde puedan trabajar varias personas en la preparación de los alimentos, limpieza, conserva,

almacenaje... En los últimos años se tiende a hacer compras semanales (con la crisis sanitaria que vivimos esta opción es más que recomendable) por lo que las cocinas deberían incorporar zonas de almacenaje y despensas, así como espacio para organizar la basura y compostaje, que puede ser gestionado después en las zonas comunes con arcones para envases reutilizables: botes de cristal, botellas de plástico, telas... para una segunda vida de uso comunitario o para hacer juguetes con material de desecho.

8. BAÑOS AMPLIOS. Los baños no necesariamente se tienen que usar de manera individual. Pueden separarse los elementos: el váter (cerrado) del lavabo (abierto) para que se puedan usar simultáneamente. Respecto a la sostenibilidad: usar platos de ducha en lugar de bañeras. Respeto a los cuidados: colocar asideros en inodoros, duchas y paredes para personas con menos autonomía (pequeñas y mayores).

9. ESPACIOS EXTERIORES PROPIOS. Uno de los grandes aprendizajes de esta pandemia fue la necesidad de considerar el espacio exterior tan importante en las viviendas como la cocina o el baño. Un espacio polivalente (desde un balcón hasta un jardín) que sirva para el cultivo de alimentos, hacer compostaje, tomar aire y sol, jugar, refrescarse, etc. El acceso o no a espacios exteriores desde la propia vivienda supone un salto en la calidad de vida y evidencia los privilegios de clase. La construcción desarrollista española prácticamente acabó con la tradicional casa con finca. La deserción del arado implicó, en muchos casos, la pérdida literal del contacto con la tierra e incluso la sensación falsa de que no la necesitamos.

10. ESPACIOS EXTERIORES COMUNES QUE FACILITEN EL ENCUENTRO Y EL CUIDADO. Proponemos jardines, terrazas, patios, huertas… adaptados a las características climáticas para hacer uso todo el año. En el caso de los edificios las zonas comunes deberían ser mucho más espaciosas, que inviten al intercambio, el encuentro, etc. y sean visibles desde las viviendas, para permitir la supervisión de criaturas jugando desde la casa, personas mayores paseando, etc. Podrían incluir zona con árboles, materiales naturales (arena, agua, tierra), juegos colectivos o libros para intercambiar entre el vecindario, y hasta una piscina comunitaria. Estos aspectos son especialmente importantes en momentos de la vida, como la adolescencia o la vejez, donde es más difícil a socialización, y también permiten vivir procesos difíciles de la vida (separación,

11. RAMPAS. Las rampas no pueden ser sustituidas por salva escaleras (que además son bastante más caras). Los carros de la compra, las sillas de bebé, las bicicletas, las personas con poca movilidad, e incluso las personas en sillas de ruedas pueden subir por rampas sin tener que pedir ayuda. Queremos promover la autonomía, en vez de la dependencia.

Referencias

• BENLLOCH, C. y AGUADO, E. (2020, 29 de abril):

«Teletrabajo y conciliación: el estrés se ceba con las mujeres», The Conversation. <https:// theconversation.com/teletrabajo-y-conciliacionel-estres-se-ceba-con-las-mujeres-137023> [Consulta: 3 de marzo de 2021] • COL·LECTIU PUNT 6 (2019): Urbanismo Feminista,

Barcelona: Virus Editorial. • DURÁN, M. Á. (2012): El trabajo no remunerado en la economía global: Madrid: Fundación BBVA. • INSTITUTO DE LA MUJER (2020): La perspectiva de Género, esencial en la respuesta a la Covid-19,

Madrid: Ministerio de Igualdad. • LAGARDE, M. (2003): «Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción» Revista Emakunde, nº 3, Vitoria: Emakunde. <https://www.emakunde. euskadi.eus/contenidos/informacion/sen_revista/ es_emakunde/adjuntos/revista.emakunde.53.pdf> [Consulta: 3 de marzo de 2021] • MATERFEM: Maternar en pandemia <www. materfem.gal> [Consulta: 3 de marzo de 2021] • ROMÁN, M. y PERNAS, B. (2009): ¡Hagan sitio, por favor!. La reintroducción de la infancia en la ciudad, Madrid: Ministerio de Medio Ambiente y

Medio Rural y Marino - Organismo Autónomo de

Parques Nacionales. • VV.AA.: Accidentes en la población infantil española, Fundación Mapfre, 2014. <https://cecu.es/ pictogramas/pdfs/9_ACCIDENTES_INFANTILES_

FUNDACION_MAFRE.pdf> [Consulta: 3 de marzo de 2021]

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